Qué hay detrás del marketing del consumo de drogas como enfermedad?
Descripción
Qué hay detrás del marketing del consumo de drogas como enfermedad? Por Juan Daniel Gómez Hace algunos años observé un vídeo (El Marketing de la locura –disponible todavía en la Web) en el que se afirma que muchos de los ahora trastornos psicológicos o psiquiátricos (las enfermedades mentales) no son enfermedades reales, sino estrategias de mercadeo de la industria farmacéutica, que buscan reclutar personas sanas y normales haciéndoles creer, a través de estrategias de mercadeo, que tienen un defecto o enfermedad mental que requiere tratamiento, con el primordial interés de derivar de ellas incalculables utilidades económicas. Las categorías diagnósticas de la enfermedad mental generalmente se definen como “un conjunto de signos y de síntomas que…”, a partir de pre‐ concepciones sobre imaginarios relativos a “entidades”, algo así como espíritus que como en la época de la inquisición poseen a sujetos antes sanos o normales. Y es que ciertamente no existe ninguna otra categoría terapéutica que acepte tantos subtipos de patologías como la enfermedad mental. Esto se debe a que rara vez sus síntomas son los mismos de individuo a individuo y a que rara vez éstos son observables o medibles objetivamente. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cerca de 450 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de enfermedad mental. Un numero similar al de la población de Nueva York, Los Angeles, Londres, Paris, Mumbai, Madrid, Atenas, Toronto, Washington, Ciudad de Méxiico, Melburne, Pekin, Roma y Berlín juntas. La industria de los medicamentos para su tratamiento vende U$150.000 por minuto. Un ejemplo demostrativo de la invención de enfermedades se muestra en el vídeo El marketing de la locura: el 1º de Abril de 2006 apareció en el British Medical Journal una noticia en la que se decía que los cientoficos habían descubierto una nueva enfermedad: el “trastorno de déficit motivacional” (Motivational Deficiency Disorder o MoDoD, por sus siglas en inglés), caracterizado por letargo e indisposición para trabajar. Los publicaron la noticia sin cuestionarla y millones de personas reportaron tener los síntomas de la enfermedad. Lo que no sabían era que se trataba de la edición del día de lo inocentes. Esto demuestra claramente que la venta de la enfermedad funciona. Entre las supuestas “enfermedades” que se han vendido en las dos últimas décadas se encuentran el “trastorno de ansiedad social”, (S.A.D, por sus siglas en inglés), una especie de alergia a la gente para la que se desarrolló la paroxetina o Paxil ®, cuyas ventas crecieron geométricamente con el mercadeo de la enfermedad. Otra condición en la que se convence a gente que está esencialmente bien de que está enferma, o a gente ligeramente enferma de que está muy enferma, es el otrora raro “trastorno bipolar” (antes de ser mercadeado afectaba a una décima parte del 1% de la población y hoy en día afecta al 1,2% de la población). El slogan publicitario para aumentar mil veces el numero de enfermos en todo el mundo fue: “te vamos a ayudar a ser más feliz y más sano, y para esto hay algunos medicamentos que te pueden ayudar”. Ni qué decir del “trastorno bipolar pediátrico”, que define a la infancia y sus naturales cambios de ánimo como una “enfermedad”. Dice el vídeo en mención que el psiquiatra que lo publicitó fue llevado ante el jurado por no declarar utilidades personales superiores al millón de dólares. Para el “trastorno por estrés postraumático” (PTSD, por sus siglas en inglés) se diseñó el Zolof ®. Antes de que existiera se identificaban y trataban solo algunos
casos en los países desarrollados y hoy en día lo padecen principalmente los países y ciudades más pobladas del mundo, especialmente del llamado “tercer mundo”. La estrategia publicitaria consistió en sugerir que quien presenció un acto de violencia, una catástrofe ambiental o un evento angustioso podría padecerlo o padece de un conjunto de signos y de síntomas pre‐definidos como PTSD. Del mismo modo la tristeza invernal (que ocurre por carencia de luz solar) se redefinió como enfermedad bajo la etiqueta de “trastorno afectivo estacional” así como el “trastorno compulsivo de ir de compras” (según la estrategia publicitaria, más de 20 millones de ciudadanos americanos, la mayoría mujeres, lo padecerían). Para este último “trastorno” se inventó el antidepresivo Celexa ®. Entre otros muchos, finalmente cabe mencionar la “depresión post‐ataque cardiaco”, para la que se pre‐desarrolló el Lexapro®. Está indicado para quienes sufren un ataque cardíaco, tengan o no tengan síntomas de depresión. Con esta nueva “enfermedad” se reinventó la “medicación preventiva”. Estamos asistiendo en el mundo entero a la venta de una nueva enfermedad, para la cual se ha diseñado tres slogan publicitarios: 1) “ La dependencia de drogas es una enfermedad crónica y recurrente con múltiples determinantes, tanto biológicos y psicológicos como sociales, y debe ser considerada y tratada como un asunto de salud pública, tal como el tratamiento de otras enfermedades crónicas”; 2) “Se facilitará el acceso a un sistema de tratamiento que ofrezca varios modelos integrales de intervenciones terapéuticas basados en evidencia y teniendo en cuenta estándares de calidad aceptados internacionalmente”; y 3) “se debe limitar la producción, distribución y consumo de drogas para fines científicos y médicos”. Qué hay detrás de la reinvención de esta “nueva enfermedad”? Solamente es otra estrategia de mercadeo de la industria farmacéutica, encubierta bajo el antifaz de la “reducción de riesgos y la mitigación de daños”, con el fin apropiarse del negocio de los cárteles de las drogas, la que hoy en día representan cerca del 2% del producto mundial bruto? No. Se trata de un proyecto corporativo que pretende duplicar el negocio de la enfermedad mental, si se tiene en cuenta que en el mundo hay entre 350 y 400 millones de personas consumidoras frecuentes de drogas psicoactivantes. La doble moral en relación con el “problema” de las drogas campea por el mundo entero desde comienzos del S. XX, cuando ingleses y norteamericanos en su condición de vencedores después de la primera guerra mundial hicieron que los alemanes firmaran cláusulas prohibitorias para la venta de sustancias como la heroína y la cocaína, dado que en ellas veían un potencial enemigo comercial del tabaco de Virginia y del whisky de escocés, que ya representaba una inmensa fuente de ingresos para estas naciones. La crisis económica de los años veinte en los EU tiene estrecha relación con la prohibición de venta de bebidas alcohólicas, motivada por los alemanes principalmente y respaldada por algunos conservadores en EU. En ese momento el fenómeno del consumo de drogas no vendidas por EU y Europa occidental (alcohol, cigarrillos y psicofármacos legalizados) se convierte en “problema de salud pública” y se ilegalizan las demás sustancias psicoactivantes no comercializadas por ellos, y cuando empieza a crecer en proporciones descomunales la industria de los destilados alcohólicos y la industria del tabaco. Lo que en en razón a la competencia que estas sustancias, producidas principalmente por países de Asia, África y Latinoamérica, representa
para las economías del norte hegemónico se convierte en un “problema de seguridad nacional” y, en consecuencia, se emprende la “Guerra contra las Drogas”. Es un hecho evidente que las iniciativas de control de la oferta y reducción de la demanda de drogas centradas en reducir las dimensiones de los mercados y del consumo a través de medios punitivos, p, ej., “Plan Colombia” y los Programas de Prevención de las Adicciones han fracasado estrepitosamente. Una de las razones se debe a que los seres humanos siempre han consumido psicoactivantes y probablemente no dejarán de hacerlo nunca. Con el objeto de demostrar por qué la enfermedad del consumo de drogas es una falacia comercial usaré los que en el vídeo el Marketing de la locura se develan como los tres elementos publicitarios ‘clave’ para el fomento de una nueva enfermedad. El primero de ellos es: “elevar la importancia de la condición o hacer ver que un problema es mucho peor o mucho más extendido de lo que realmente es”. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud hay aproximadamente 350 millones de personas dpendientes de las drogas ilegales en el mundo. Según el informe mundial de 2013 sobre drogas de la ONU solo un 10% de todos los 350 millones de consumidores de drogas (entre 16 y 39 millones de personas) son consumidores problemáticos. Ellos serían los enfermos reales, o sea tendrñian lo que se denomina un síndrome de desregulación dopaminérgica o una suerte de proclividad genética a la adicción. Los aproximadamente 315 millones de consumidores restantes no son enfermos, pero el marketing de la enfermedad los quiere captar como tales. El segundo elemento publicitario clave para el fomento y venta de la enfermedad del consumo de drogas es: “redefinir una condición normal, es decir existente como un proceso mórbido o enfermedad predefiniéndola conceptualmente”. Ya decía más arriba que los seres humanos hemos consumido y consumiremos siempre drogas. La teoría fitogenética, avalada por miles de científicos en el mundo entero, prueba que fue el contacto de los pre‐homínidos con las sustancias psicoactivantes el responsable de que en la evolución biológica de la especie el sistema nervioso produjera por sí mismo los neurotransmisores, unos psicactivantes endógenos (como las endorfinas y los endocannabinoides) sin los cuales no serían posibles fenómenos como la subjetividad, la mente y la consciencia, Todos los neurotransmisores, sin excepción, son similares en su composición química, acción biológica y efectos sobre el comportamiento a las sustancias psicoactivantes naturales. El tercer elemento ‘clave’ para vender la supuesta “enfermedad” de las drogas consiste en “crear una nueva condición supuestamente médica, para satisfacer una necesidad de mercado inesxistente no satisfecha (an unnet market need). Esto fue lo que ocurrió con la terapia sustitutiva para la dependencia de heroína. La metadona se había desarrollado en el mercado legal, pero no tenia una demanda que satisfaciera sus expectativas de venta, de esa manera se cambió una droga legal (con propiedades adictivas y efectos euforizantes, que se presta al uso recreativo) por la droga ilegalizada, de tal forma que los laboratorios se podrían apropiar de una amplia franja del mercado de la heroína, ahora administrada por dealers académicos. El riesgo de la “marihuana medicinal” es que ésta es la puerta de entrada a la apropiación del mercado de las demás drogas ilegales por parte de la industria farmacéutica foránea. A mi juicio, sería mucho mejor, acompañada de un mega‐ proyecto cultural que eduque a la comunidad sobre el consumo moderado de
drogas, la regularización del consumo de drogas para uso recreativo, así como normalizar su producción por parte de laboratorios nacionales, los cuales podrían, a su vez, producir y comercializar por ejemplo medicamentos sustitutios, fitocannabinoides y las drogas mismas, para suplir las necesidades de personas con un demostrado síndrome de desregulación dopaminérgica. Juan Daniel Gómez Bogotá, 30 de Noviembre de 2014
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