Purén como lección de pintura

July 24, 2017 | Autor: J. de Nordenflycht | Categoría: Historia del Arte, Arte Latinoamericano
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Descripción

La memoria graba aquellas imágenes percibidas del lugar o territorio del cual somos identidad. Siempre con la presencia del recuerdo de Laura Bosier Besserer, mi querida mamá.

Cecilia Concha Boisier. (Viña del Mar,1944) Estudia en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, en el Taller de pintura a cargo de la profesora Irma Arévalo y en el Taller de grabado a cargo del profesor Carlos Hermosilla Alvarez, participando regularmente de las exposiciones colectivas de su grupo de estudiantes. Perfeccionamiento en la técnica de la acuarela con el artista Raúl Eberhard.

Ilustre Municipalidad de Purén

Ha realizado dos exposiciones individuales en la Sala de Exposiciones de la Dirección de Actividades Extracurriculares de la Universidad Católica de Valparaíso: "Acuarelas y textos de Cecilia Concha, Adalbert Von Chamiso y Sergio Salamó" (1992) y "42 Acuarelas" presentación de Romolo Trebbi (1994).

Cecilia Concha Boisier

Paisaje o pasaje de país (desde el Pailán)

29 de Enero al 12 de Febrero, 2010 Agrupación Cultural de Purén Indómito Purén, IX región, Chile

Purén como lección de pintura

Purén como lección de pintura  Todos esperamos de la pintura como arte que haga aparecer un paisaje sobre un soporte. El problema es como hacer de ello una práctica que no sea banal y predecible en sus resultados. Para no perder el asombro y no perderse en el asombro ajeno. Ajeno, porque es siempre el asombro del otro y no el nuestro cada vez que nos acercamos desde cuerpos perpendiculares a ese soporte, a esa pintura, a ese paisaje.

De ahí que legítimamente alguien pueda recordar: "¡pero los pintores también pintan retratos!", lo que es cierto, sin embargo esos retratos son siempre rostros de personas que se nos aparecen por intermediación del paisaje. Es decir la vertical y la horizontal –nuevamente- igual como querían los pintores que reniegan de la figuración y ambicionaban sólo los mínimos denominadores para su trabajo. De ahí que punto y línea sobre el plano o líneas que cruzan ortogonalmente la rigurosidad del plano, sólo dan como resultado paisaje.

Otros podrán apostillar: ¿pero los pintores además pintan cosas? lo que es de suyo correcto, sobre todo si recordamos que el castizo género de los "bodegones" no eran otra cosa que afanosas representaciones de cosas objetualizadas por su tránsito cotidiano en mesas de cocina. Con brutal melancolía también llamamos a ello “naturaleza muerta”. Sin embargo el nombre que en inglés se refiere a ese género pictórico es mucho más exacto: "still life", esto es: "vida suspendida". ¿No son, acaso, las representaciones pictóricas del paisaje un intento por suspender la vida? Cada vez que el cuerpo se mueve aparece la sensación de que el espacio es recorrido. Paradojalmente la mayor velocidad de ese cuerpo en movimiento ha erradicado el esfuerzo de sus extremidades. De hecho desde que la mecanización toma el mando, nuestros cuerpos se mueven más rápido y más lejos con menor trabajo. Por lo que desde ese mismo momento el trabajo del pintor para desplazarse de un lugar a otro no es otra cosa que un afanado ojo errante.

Un ojo errante sin yerro siempre permanece en sus cuencas. Las cuencas de los ojos no serían otra cosa que las cuencas del paisaje, mismas que nos permiten atravesar el pequeño país que llevamos en la historia de nuestros afectos. Ese paisaje es siempre una ficción, la que se evidencia en el momento justo en que esos afectos y sus memorias se nos alejan sistemáticamente de nuestra cotidianeidad, dejando al descubierto que siempre somos migrantes de lo que creemos es nuestro propio lugar. De ahí que no baste con mirar y pintar. Hay que retornar, para volver a mirar después de pintar. En la práctica de pintura que se infiere de estos trabajos no se intenta “enseñar” los lugares, más bien se “aprende” de ellos. Y se aprende de ellos como si estos fueran parte de un retorno que nos obliga a abandonar el tránsito e instalarnos en su habitar. Como lo hace desde un futuro anterior Cecilia Concha Boisier, la primera artista que conocí. El retorno, siempre. José de Nordenflycht Concha Historiador del Arte

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