Proyectismo evanescente frente a realidad construida: El plan de defensa del Virrey Vespasiano Gonzaga para la costa del Reino de Valencia (1575-1577)

July 21, 2017 | Autor: J. Menendez Fueyo | Categoría: Arquitectura, Fortifications
Share Embed


Descripción

International Conference on Modern Age fortications of the western Mediterranean coast © Editorial Universitat Politècnica de Valencia - ISBN:

Proyectismo evanescente frente a realidad construida: El plan de defensa del Virrey Vespasiano Gonzaga para la costa del Reino de Valencia (1575-1577) José Luis Menéndez Fueyo

Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), Alicante (España), [email protected]

Abstract One of the most ambitious plans for the coastal defence of the Kingdom of Valencia, also having the best prospects of success, was that carried out by Vespasiano I Gonzaga Colonna, Prince of Sabbioneta, Duke of Traieto, Marquis of Hostiano, Count of Fondi and Rodrigo, and appointed Viceroy of the Kingdom of Valencia between 1575 and 1578. Vespasiano’s plan is the clear example that, sometimes, the project intended has little to do with the reality carried out. On the one hand, the new Viceroy was an expert on the coastal costal defensive landscape of the Kingdom thanks to his previous experiences travelling with Giovanni Battista Antonelli the Elder for the composition of his 1562 report. The Viceroy’s audacious series of projects collided with the reality that was finally undertaken for coastal defences, the archaeological remains of which we have been able to locate and present in this paper. Vespasianoset out to repair, rebuild and enlarge the tower system for the protection and defence of the kingdom. He renewed the decrees to isolate the new Christians from the coast and completed the military measures concerning the capitalthrough the organization of mounted troops. This has conferred on him a prominent place among those who developed and enhanced the defences of the Valencian Resguardo de la Costa. However, even though his normative achievements are evident, his architectural results are more arguable, since he carried out only a minimal part of his enormous plan of reform, using Antonelli’s models and proposals, which had been rejected a few years before. It was perhaps an evanescent project, the last great project of coastal defence with clear innovations in its designs.

Keywords: Watchtowers, defence, project, coastal, Vespasiano Gonzaga, Valencia Kingdom Introducción

planteados por Giovanni Battista Antonelli il Vecchio y que habían sido rechazados unos años antes. De ahí que lo califiquemos en el título de esta comunicación proyectismo evanescente, siendo el último gran proyecto de defensa costera con claras innovaciones en sus diseños y en la construcción de nuevas edificaciones.

Uno de los planes de defensa de la costa del Reino de Valencia más ambiciosos y que partía con las mejores perspectivas de éxito fue el generado por Vespasiano Gonzaga y Colonna, Príncipe de Sabbioneta, Duque de Trayeto, Marqués de Hostiano, Conde de Fundi y Rodrigo cuando fue nombrado Virrey del Reino de Valencia entre los años 1575 y 1578. El plan de Vespasiano es la clara demostración de que, en ocasiones, el proyecto planteado y la realidad construida poco tienen que ver. Por un lado.el proyectismo audaz del nuevo virrey, buen conocedor del paisaje de la defensa costera del Reino por sus experiencias previas acompañando al ingeniero italiano Giovanni Battista Antonelli il Vecchio en la redacción de su memorial de 1562, chocará con la realidad que finalmente llega a plasmar en las defensas de la costa y que cuyos restos arqueológicos rastreamos y presentamos en esta comunicación. Vespasiano proyectó muchas cosas, sin duda. Planteó reparar, reedificar y hacer nuevas torres para la guarda y defensa del reino; renovó los decretos para aislar a los cristianos nuevos de la costa y completó las medidas bélicas referentes a la capital mediante la organización de tropas de caballería lo que le ha otorgado en un lugar prominente entre aquellos que desarrollaron y potenciaron las defensas del Resguardo de la Costa valenciana. Sin embargo, si sus logros normativos y proyectistas son más que evidentes, sus resultados constructivos reales son más discutibles al ejecutar sólo una mínima parte de un enorme plan reformador que bebe directamente de los modelos y propuestas

2. El plan reformador de Vespasiano Gonzaga Después de los planes integrales de defensa costera del Duque de Calabria de la primera mitad del siglo XVI y el proyecto que acaba generando la institución del Resguardo de la Costa en el año 1554, bajo el mando de Bernadino de Cárdenas, Duque de Maqueda y el fracasado proyecto de Giovanni Batista Antonelli il Vecchio de 1562; no sería hasta mediados de los años setenta cuando se aborde definitivamente la empresa de fortificar esta costa. Para ello fue importante la contribución económica -cien mil libras de las que se habían gastado ya cincuenta mil en 1576- que consiguió el marqués de Mondéjar de los estamentos de ese reino en 1574 (Cámara Muñoz, 1991: 69).En ese año era el ingeniero italiano Jacopo Palearo Il Fratino, quien junto con don Pedro de Velasco y don Enrique de Palafox, generaron un informe1 sobre las fortificaciones del reino de Valencia cuando era virrey todavía el marqués de Mondéjar. Ese informe sirvió como base para que Vespasiano Gonzaga, recién nombrado nuevo Virrey en 1575 plantease un gran proyecto integral de actuación que pasaba por la renovatio de todas las obras pre-abaluartadas existentes de proyectos anteriores con su reparación y reedificación y la construcción 1

exnovo de nuevas obras de fortificación(Boira Maiques, 1994: 555-574), tarea que parece haber sido iniciada en años anteriores a su nombramiento como Virrey (Cámara Muñoz, 1991: 69). Efectivamente, una de las muchas tareas que tenía este noble italiano especialista en poliorcética y tecnología artillera, se centraba en una serie de visitas de inspección del estado de villas y castillos de la costa, desde Guardamar hasta Cullera que realizó a lo largo de la costa del Reino de Valencia en los años 1574 y buena parte de 1575 (García Martínez, 1977: 52) del que nos ha llegado dos interesantes dibujos realizados sobre las defensas de Benidorm y deDenia, cuando ambos decidieron -y discutieron- acerca de las torres de defensa que había que hacer. La relación que presenta Vespasiano Gonzaga es de enorme interés, porque nos da una información precisa sobre circunstancias de las defensas antiguas de esa costa, número de vecinos, etc., y además pone de manifiesto hasta qué punto las nuevas fortificaciones se plantean en función de los puertos. Los lugares que son o pueden ser puertos son

Figura 2: Estauta ecuestre a lo condottiero de Vespasiano Gonzaga, fundador de Sabbioneta en 1591. Palazzo Ducale, Sabbionetta.

los que hay que fortificar, hacer muelles, reforzar los viejos muros... (Cámara Muñoz, 2004: 12).Para hacer las nuevas torres se planteaba el problema de siempre, que era el de la financiación. Se hacía preciso emplear el nuevo impuesto que está aplicado para los gastos de la costa, por lo que solicitaba al rey que “…VM lo diga a essos señores y se ordene lo que havre de hazer q aunque es cosa tan menuda que qualquiera de mis predegessores la emprendiera sin hezerdelloRuydo no he querido mover cosa en este sugeto sin dar dello parte…” (Cámara Muñoz, 1991: 69). Las torres propuestas por Gonzaga irían encaminadas a atender a la petición de Vilajoiosa y Benidorm de hacer una torre en la Ysleta -Isla de Benidorm- que debía ser mayor que las comunes y ordinarias, para poder resistir ataques, ya que era una torre que tendría que ser socorrida por mar. Aunque parece que no se llegó a realizar2, en el informe se indica que a su construcción contribuiría Vilajoiosa proporcionando toda la mano de obra (Cámara Muñoz, 1991: 70). Aparte, había que hacer otras tres torres, una en Ifach, junto a Calp, otra entre Oliva y Gandía y otra en la desembocadura del Júcar, en Cullera (Giner i Pereperes, 2006: 213-229). Estas tres serían de las ordinarias y presupuestaron en unos dos mil ducados y en cada una debería haber una o dos piezas de artillería, pero tampoco llegaron a realizarse ninguna de ellas (Cámara Muñoz, 1991: 71). En cuanto a las ciudades, la situación existente no dejaba lugar a dudas. El informe reflejaba la exacta descripción del estado de las defensas del litoral, donde las soluciones empleadas le hacen un flaco favor a las

Figura 1: Mapa de la costa del Reino de Valencia con las mejoras y reformas planteadas por Vespasiano Gonzaga en su Virreinato (1575-1577).

2

ciudades más afectadas del reino. Así, para Vespasiano no cabía hacer gasto en Guardamar “…pueblo de ciento veinte casas…” puesto que se consideraba suficiente, teniendo a cinco leguas la ciudad de Orihuela y contando con artillería para defender la desembocadura del Segura. El Castillo de Santa Pola, por ejemplo, del que es consciente de que fue levantado por el Duque de Maqueda a mediados del siglo XVI “…incorporando en una esquina de una torre vieja, donde se solia hazer guarda…” (Cámara Muñoz, 2004; Menéndez Fueyo, 2012), aunque considera que debía conservarse aunque “…fue obra impropia y de mucho gasto…” (García Martínez, 1977: 54) que utiliza ciertos elementos de traza abaluartada pero con ausencia de “…terrapleno…” y que cuenta con el peligro añadido de hallarse en la base de un cerro elevado que actúa como “…padrastro hasto cerca…” (Menéndez Fueyo, 2012), aunque reconoce que es preferible tener la construcción a no tenerla y dado que ya está levantada algo harán su excelente patio de armas, sus 12 piezas de artillería y sus 30 soldados de guarnición (Requena Amoraga, 1997: 167), así que acaba recomendando que se conserve indicando “…todo lo que el castillo hace la dicha torre vieja y pues esta hecho y no hace costas a Vuesa Magestad, bien hecho es conservalle; aunque no veo que sea de efecto alguno…”. Estas dudas sobre su posible demolición, siguiendo el funesto final que tuvo el fortín de Bernia, se mantuvieron largo tiempo. Para decantar la balanza a favor de su conservación, el Concejo llego incluso a solicitar que el almirante Don Juan de Austria visitase la población, aprovechando que se encontraba en Cartagena organizando la defensa costera de todo el sureste de la Península. La visita no llegó a producirse y ocasionó graves costes a las arcas municipales (Requena Amoraga, 1997: 167). 

Figura 4: Inscripción que demuestra la reforma realizada en la Torre de Piles por parte del Virrey Vespasiano Gonzaga.

Para el caso de Alicante, los tres problemas principales que reclamaban las autoridades locales eran el estado deplorable de las murallas, la necesidad de construir un puerto para galeras y la situación estratégica del castillo. La visita de Vespasiano Gonzaga en 1575 viene a complicar aún más la situación creada al paralizar las obras que se habían acordado. Para Vespasiano, no es necesario reformar las murallas de la ciudad dado el gasto que ocasionaría. Para el caso del puerto, estando tan cerca el de Cartagena, no cree necesario ampliar el muelle, aunque sí considera necesario reforzar la posición del castillo, con un gasto de 3.000 ducados de los 100.000 que estaban destinados a la defensa de la costa del reino, lo que representaba un paupérrimo 3% del presupuesto disponible para arreglar una de las plazas más castigadas y segundo puerto del Reino. Además, Vespasiano Gonzaga considera que las obras realizadas a principios del siglo XVI se habían quedado anticuadas y “…aunque está çercado de çerca nueva, es de cubos redondos con almenas y más parece que sirven de hornato que a necesidad, aunque a cosa de lança y escudo es fortíssima, empero los muros no son terraplenados…”, refiriéndose a los cubos del recinto amurallado construido alrededor de 1534 y que ya aparecen construidos en el grabado que aparece en el tomo tercero de la Crónica de Martí de Viciana del añ0 1564 (Viciana, 1564; 2002). También aprovechó para criticar de forma airada los proyectos anteriores y desacreditar tanto a Jacopo Palearo Il Fratino como a Guiovanni Battista Antonelli il Vecchio. Ninguno de los dos ingenieros era del gusto del nuevo Virrey y su conocimiento viene de lejos, con lo que era obvio que iba a redactar un informe tan negativo que planteara la

Figura 3: Torre de Piles en Cullera.

3

el cargo de Virrey cuando se acaba imponiendo definitivamente el criterio del ingeniero italiano, cosa que imaginamos que no le hizo especial gracia al Marqués de Hostiano y Conde de Fundi, como queda reflejado en una misiva del mismo rey dirigida al Baile General diciéndole que “…como quiera que Vespasiano fue de diferente opinión que el Fratin, se reunieron ambos en Alicante y discutido el asunto se consideró que la obra debía hacerse conforme a la traza del Fratin…” (Beviá García, Camarero Casas, 1988: 227). El cronista local Vicente Bendicho nos dará la confirmación de su construcción al indicar que “…la primera piedra de aquestos muros se asentó en el año 1580 y que debajo se pusieron algunas monedas y una lámina de plomo en que está escrito el día, mes y año y los nombres de los Justicias, Governador y Jurados de la ciudad…”, quedando la huella física de estas obras en la realidad constructiva que hoy manifiesta el castillo alicantino. Están realizados con sillares perfectamente labrados, asentadas las cortinas sobre la roca recortada para conseguir un asiento plano. Los muros están terraplenados, localizando cuatro traveses que, a la vez de defender el muro de los tiros transversales, sirven de arriostramiento de éste. La tenaza y los dos baluartes obedecen a la misma técnica que el muro nuevo del albacar, teniendo las esquinas resueltas con sillares perfectamente labrados de forma semicircular con un 20% de inclinación, pendiente idéntica a la propuesta por Giovanni Battista Antonelli para los muros de la ciudad en 1563, proyecto que no se llevó a cabo, como bien sabemos (Beviá García, Camarero Casas, 1988: 229). 

Figura 5: Restos de la Torre del Marenyent en Cullera, reformada por Vespasiano Gonzaga.

inviabilidad de las obras. Por ejemplo, del primero señala que“…fue de parecer el Fratin, quando llegó a Alicante, donde se detuvo muy poco, que dentro del Albacar viejo, que es un gran patio, se hiciese una tijera, la qualcomençasse donde se a reparado con muro nuevo. Y hecha la tixera que de presente hay, y llegase hasta el albacar viejo, lo qual a mí me parece que es imposible que haya salido de hombre tan entendido, porque ocupa con la tixera toda la mejor parte de la plaça y patio que dentro hay” (García Martínez, 1977: 55). Sólo parece respetar el lienzo en tijera del albacar que mira al Baluarte de San Sebastián y que fue la obra planteada por Giovanni Battista. Es sobre Il Fratino sobre quien carga con especial virulencia, alegando que entonó el vedi, vidi, vinci con la referencia “…donde se detuvo muy poco…”, indicando una falta de información y conocimiento del ingeniero “…el no dexo traça y assi no se puede embiar justamente…” para promover las defensas que quería hacer y que habían tenido el beneplácito de las autoridades locales a pesar, eso sí, de parecerle que semejante propuesta “…que es imposible que haya salido de hombre tan entendido…” (Beviá García, Camarero Casas, 1988: 225).  Para paliar tanta “incompetencia” -permítannos el término- al adoptar el papel del Virrey, decide utilizar sus conocimientos como ingeniero, como ocurrirá en las defensas de Denia y que veremos después. Vespasiano plantea un proyecto calificado de contradictorio (Beviá García, Camarero Casas, 1988: 226), puesto que deja el plano con las reformas pero no la memoria explicativa, en el que propone la realización de dos tenazas con sus baluartes, uno mirando al mar y el otro a poniente. La inherencia del Virrey hay que encontrarla en su pasado donde antes que juez había sido parte. Al menos, una parte observadora, que había coincidido y convivido con buena parte de la flor y nata de la ingeniería militar al servicio del Rey. Por ejemplo, sabemos que viajó con Antonelli en su inspección de las fortificaciones valencianas en 1561, informe que si se llega a realizar, hubiera adelantando 20 años las soluciones que ahora planteará Vespasiano. Cierto que no era arquitecto ni ingeniero, y así fundó la ciudad de Sabbionetta en el año 1591. Y experiencia militar no le faltaba, dados sus éxitos en plazas como la de Mers el-Kebir. Y además, ahora era Virrey. Sabía de lo que hablaba y no existían intermediarios, dado su conocimiento previo. Sus críticas son directas y nada veladas, quizás aumentadas por la condición de su cargo que le permitía sincerarse públicamente y sin temor de ser discutido.

Para el caso de Vilajoiosa “…pueblo a la mar, de trescientos y pocos más vecinos, de gente armígera y en rebatos an provado muy bien…”, con un castillo al que califica como “…cercado a la antigua aunque reparado modernamente…” refiriéndose a la reforma proyectada y ejecutada bajo el mandato del Duque de Calabria en el año 1538 (Menéndez Fueyo, 2014) para la que los miembros del concejo pedían la reconstrucción de “…una cortina vieja hazia la mar…”, cosa que tampoco consideró necesaria. En cambio para Vespasiano urgía refortificar la plaza de Benidorm, a la manera que el mismo virrey trazó, así como repoblar las casas “…las quales agora están diruydas todas y sólo un mesón ay para pescadores…”. Para el caso de Calp, considera que era “…un lugar de cien casas…” y contaba con 2 piezas de artillería para el que no dispone reformas ni mejoras; lo mismo que para Xabia, “…pueblo de quatrozientos vecinos, cercado de ruin cerca…” para el que tampoco dispone medidas adicionales (García Martínez, 1977: 55). Para el caso de Denia, villa que no rebasaba las “…trezientas y cinquenta casas cercada de cerca vieja y torres buenas…” con un puerto capaz de acoger a treinta y cinco o cuarenta galeras, requería solamente fortificar el castillo con los cuatro baluartes cuya traza había diseñado. Hay que explicar que Vespasiano los diseña porque nuevamente desconfía de los ingenieros aprovechados que diseñan soluciones costosas e imposibles y escapan con el dinero dejando obras de mala calidad, volviendo a referirse a Il Fratino indicando que “…no dexaré de dezir que el Fratin de corrida me dizen que reconoció el castillo. Y solamente se contentaba con ciertas tixeras que a mi parecer y al de otros muchos no son de substancia y para ho hazer otra cosa, tanto se podría estar como está al presente…” (García Martínez, 1977: 56). Llamativo es el caso del fortín de la Sierra de Bernia, levantado en un tiempo récord por Giovanni Battista Antonelli quien creyó conveniente construir aquí un fuerte en la cresta de la sierra que, separado de las poblaciones musulmanas ubicadas cerca de la costa y ubicado en un falso llano en la parte más escarpada de la sierra, impidiese su concentración en caso de sublevación “…ja que el seu setge ha se der mes ample i am un major nombre de gent per la fortalesa i disposición de la muntanya i per la comoditat de l’aiguam que no el spot ser presa sense prendre el tot, i perqué és un lloc bastant més important, siga pel nombre més elevat que el dels que hi ha en aquestes encontorns…” (León Vidal, 2008-2009: 84).

Disputas y sucesivas aclaraciones sobre su traza se suceden entre Vespasiano Gonzaga e Il Fratino hasta el año 1578, una vez que Vespasiano deja 4

La veloz finalización del fuerte de Bernia parecía un gran logro de tiempo y eficacia administrativa. Los informes del ingeniero hablan de una obra modelo, trazada “a lo moderno”, el último grito en cuanto a fortificación defensiva. El Rey podía estar contento. Sin embargo, los costes fueron muy elevados. La abrupta ubicación del lugar elegido para ubicar la fortificación obligaría a desplazar gran cantidad de material y equipo para su construcción con los consiguientes costes. No podemos establecer un gasto general pero se conocen detalles muy ilustrativos de las dificultades que la obra entrañaba. Por ejemplo, han quedado constancia de las numerosas visitas y desplazamientos que se tuvieron que hacer para abastecer a los soldados destinados en la guarnición. Entre los años 1575 y hasta su derribo en el ao 1613, se realizaron tres visitas anuales para abonar a la paga de los soldados. Las cantidades nunca eran fijas pero rondarían los 3.865 ducados que se encuentran anotados para el año 1575, lo que haría, de mantener esta cifra cada año, una cantidad total de 143.000 ducados (León Vidal, 2008-2009: 111). Sin embargo, cuando en 1575 es nombrado Virrey Vespasiano Gonzaga inicia una inspección a todas las fortificaciones del reino, poniendo especial énfasis en las situadas en las que “…están sobre la mar o muy cerca della…”3. Referente a Bernia, el Virrey y reputado especialista en fortificaciones realiza un informe en el que desmonta punto por punto todos los logros de la obra del ingeniero italiano, llegándose a burlarse hasta de su apariencia exterior según se acerca ella, indicando que “… de lexos pareçe una hermita de Montserrate…”. Pero no acaban aquí las críticas. El informe ofrece una obra considerada a los ojos del Virrey como “…que no puede ser en el mundo peor…”.

Figura 6: Perspectiva del Castillo de Alicante con las nuevas obras de fortificación que se ponen para su mejor defensa por el Virrey Vespasiano Gonzaga. Año 1575. Archivo General de Simancas.

establecida por el Virrey. Como sistemáticamente hemos visto que ocurre en el resto de plazas, Gonzaga se dedica en buena parte a destruir y echar por tierra todos los proyectos que se encuentra realizados y paralizar todos aquellos que se han proyectado en momentos previos a su llegada, sustituyéndolos por los suyos propios. Sin embargo, a pesar de los hechos que demostraban la utilidad de su presencia y las escasas voces que intentaban mantener la fortificación en pie, Felipe III ordena desmantelar el fuerte el 17 de Julio de 1612, tarea que debió comenzarse de forma inmediata pues en ese mismo año se despide a la guarnición5, dándoseles el finiquito a aquellos que no pudieron ser reubicados en otra guarnición la mitad del sueldo mensual que cobraban en el fuerte a cargo de los fondos de la Receptoría General de Valencia (Beviá y Camarero, 1988: 122). Sabemos que se llevó a cabo durante el mandato del Marqués de Caracena como Virrey de Valencia por unos justificantes de dietas pagados por el Maestre Racional a Francisco Palacios, quien debió encargarse de las obras de demolición, dietas que el Maestre Racional consideró innecesarias dado que los desplazados ya cobraban su sueldo y por lo tanto no necesitaban dietas extras6.

Critica duramente el motivo de realizar dicha fortificación en ese punto en la idea de impedir que los musulmanes se concentraran en ese punto y se abastecieran con el punto de agua que allí existe, alargando así su posible “encastillamiento”, e incluso duda de que cumpla su cometido con la frase “…lo qual no solamente no haze, empero estando sana y entera la dicha placa o fuerte pueden de noche los moros ganilla y trinchealla de manera que el dia no se la puedan quitar…”. Pasa posteriormente a detallar los elementos en los que basa su juicio y mostrando una obra en un estado lamentable. Por ejemplo, critica duramente la estructura básica de la obra, en concreto “…los traveses no tienen ni pueden tener casamata porque aunque todo el traves fuesse espalda no seria el terçio de lo que una buena espalda a menester tener…”. Lo mismo le sucede con las troneras que están a una altura excesiva por lo que “…pueden picar en el mismo traves, sin que el otro se lo estorve…”. Prosigue la crítica con las plataformas para la artillería en la que no se encuentra ninguna de las armas -sacres- con las que se dotó la fortificación al concluir la obra. Lo mismo le ocurre a las ventanas y aperturas de las cortinas “…la cual tiene bentanas sobre el parapeto, que más parece claustro de monasterio de frayles que fuerça…”. No deja títere con cabeza, incluyendo el mismo foso “…el cual es tan estrecho que cualquier poca de ruyna lo hinche…” y los materiales de construcción, la que denomina despectivamente como tapiería, adornada con “…algun tanto de piedra todavía a hechado muchas señales…”.

Para el caso de la ciudad de Denia, las modificaciones realizadas en época moderna presentan el grave problema de la falta de documentación que haga referencia a las obras emprendidas en Denia en este período. La razón quizás haya que buscarla, en opinión de Marius Beviá y Eduardo Camarero en el hecho de que la ciudad desde 1487 tenía titularidad señorial, en concreto pertenecía a los Marqueses de Sandoval y Rojas. Que se realizaron obras de modernización es una afirmación fuera de toda duda, ya que varios de sus elementos aún subsisten y se manifiestan en los restos de las fortificaciones que se encuentran en la ciudad y sobre todo, en su alcazaba. Son obras que destacan por su solidez: formas redondeadas, circulares u ovales, con fuertes taludes, macizado interior, gruesos parapetos y cañoneras pero seguían manteniendo su traza medieval sin que hubiese obras a la moderna.

De no haber visto lo que ha ocurrido en el resto de fortificaciones costeras del reino con la llegada de Vespasiano Gonzaga podrían sorprender las duras críticas a la obra de Antonelli. Se ha hablado de celos profesionales; se ha hablado de competencia entre expertos, cosa también probable dado los amplios conocimientos del Virrey en materia militar4. Sin embargo, no podemos ver esta fortificación de forma aislada sin incluirla en el resto del contexto del momento y en la nueva política

Sin embargo, durante el reinado de Felipe II (1556-1598) parece que continúan las obras de fortificación del frente marítimo del castillo y de la villa. De aquellos años es la construcción de la Bateria de la Mar. La batería, construida antes de 1575, cuenta 5

En los casos de Oliva y Gandía, hacen mención de sus maltrechas defensas pero tampoco indica ninguna reforma de interés que mejorase lo ya existente. Por último, Cullera, la define como “…fortificada de nuevo con cubos redondos para lança y escudo…”; pero su castillo “…en un cerro, que es padrastro del lugar, está malísimo tratado y de ninguna cosa sirve…” por lo que proponía su demolición y la construcción de una buena torre en la desembocadura del Júcar, que acabará siendo la torre de Marenyent. La costa septentrional, menos amenazada por la piratería, también mereció los teóricos cuidados del Virrey, quien restauró las murallas de Peñíscola y mandó construir una gran puerta en el año 1578, su último año de virreinato. Fue nombrado virrey de Nápoles y en 1588 embajador plenipotenciario en Praga donde murió en 1591 (García Martínez, 1977: 56). 3. Los modelos constructivos en el Plan de Vespasiano Gonzaga Todo plan defensivo integral del corte novedoso que plantea Vespasiano Gonzaga tiene que partir de unos criterios constructivos que supongan una seria modificación de las propuestas realizadas en el pasado. El Duque de Calabria será el primero que en 1538 adopte en el Reino de Valencia la solución de los cubos circulares dotados de bocel con cañoneras de deriva externa que convivirán con torres prismáticas, ladroneras, matacanes e incluso aspilleras en las ya obsoletas defensas de lanza y escudo que pueblan nuestra costa valenciana. La introducción del Plan del Duque de Maqueda en el año 1554 con la instauración del Resguardo de la Costa augura un nuevo tiempo basado en la casi eliminación de las soluciones de herencia medieval y la progresiva introducción de los modelos abaluartados en la poliorcética valenciana de mediados del siglo XVI. El novedoso pero excesivamente costoso plan propuesto por Giovanni Battista Antonelli il Vecchio, pergeñado y finalmente denostado en el año 1562, presenta nuevos modelos y soluciones perteneciente a la plenitud del modelo abaluartado como es la generalización del terrapleno en los baluartes, tenazas y caballeros de las defensas avanzadas, el descenso de la cota en altura de las murallas o la eliminación de matacanes y ladroneras sustituidas por corseras corridas que sirven de parapeto y defensa vertical de unas sólidas plataformas artilleras. Todos ellos son planes defensivos para nuestra costa que han dejado huella documental y física en nuestro paisaje de la defensa costera del reino. La pregunta es obvia, ¿qué aportará el nuevo plan de Vespasiano Gonzaga que no hayan hecho los demás?- La respuesta es obvia. Gonzaga aportará la visión global y la creencia en un modelo constructivo por encima de las diferencias económicas que puedan plantearse con el pequeño matiz que sus propuestas se centrarán básicamente en las defensas de menor rango, en las torres costeras, donde realiza algunas reformas donde ha dejado una inscripción de su paso por estas defensas.

Figura 7: Planta del recinto fortificado de la Villa de Denia y del castillo de la misma en la forma antigua y nueva que se propone por Vespasiano Gonzaga. Año 1575. Archivo General de Simancas.

con un ancho terraplén y presenta delante un sólido muro o escarpa ataludada con ocho troneras o cañoneras y en el ángulo, como refuerzo, la que fue originariamente maciza Torre del Galliner. En la fábrica del paramento externo, así como en el fundamento de la torre hay importantes elementos de construcción de época romana: basas y fustes de columna, cornisas fragmentarias, además de numerosos sillares con modulación clásica. Evidencias de que en su emplazamiento siglos antes se asentó un edificio público vinculado a Dianium; la ciudad romana fundada en el siglo I d.C. (Gisbert Santonja, 2008: 65).De aquellos tiempos destacan las obras de fortificación del perímetro amurallado del incipiente arrabal7. Se alzan y refuerzan las murallas que rodean el arrabal, algunas de las cuales integran la traza o los vestigios de las murallas que circundaban la Medina andalusí. Quedan en pie tan sólo los segmentos adyacentes a la Ronda de las Murallas. Destaca la solidez del muro, así como el ritmo de las torres de planta semicircular que refuerzan el lienzo de muralla (Gisbert Santonja, 2008: 65). Con la llegada al Virreinato de Vespasiano Gonzaga se retoma el interés en refortificarla. En esas fechas visita la localidad el ingeniero italiano Jacopo Fratin, Il Fratino, quien eleva a la Corona un informe en el que se hacían algunas consideraciones a las obras que podían realizarse en Denia, trabajo que levantó las iras del ya Virrey Vespasiano Gonzaga. El informe es prolijo en datos y detalles sobre el estado de la fortificación dianense, mostrando con la frase “… haver sido una gran ciudad por sus muros agora no passa entre el arrabal…” una ciudad que, en su tiempo, fue hermosa y poderosa, pero ahora luce ajada y abandonada (Beviá García, Camarero Casas, 1988: 78).  Reconoce que el puerto es un emplazamiento importante para el alojamiento de galeras y que la decisión de tomarlo sería una empresa difícil “…que no se puede tomar con tiempos fortunosos sin piloto…porque la entrada es estrecha y el puerto no parece sobre agua porque no le haze cabo ni montaña sino unos secanos como escollos debaxo del aguaque dexan la entrada necessaria para navio…”. Menospreciando quizás con imprudencia, la existencia del recinto amurallado en la parte baja del cerro, concluye que sería suficiente viendo la complicada traza del puerto, con reforzar el castillo con “…cuatro baluartes y ternia de muchas partes ruin arremetida y estaría a mi parecer segura de mina por ser dura la peña…”. Esta propuesta, calificada acertadamente por Marius Beviá y Eduardo Camarero como “una solución de manual” era altamente interesante pero difícilmente realizable debido sobre todo a la abrupta configuración del cerro del castillo, por lo que el proyecto no llegó a realizarse. 

Figura 8: Restos de la corsera de la Torre de Marenyent en Cullera, donde aun se conservan los tiros verticales existentes entre las mensulas.

6

Figura 9: Vista general de la Torre Escaletes en Santa Pola, coronada por la corsera típica de los modelos antonellinianos y adoptada por Vespasiano Gonzaga en las reformas emprendidas entre los años 1575-1577.

Todas ellas adoptan un modelo propuesto por Giovanni Battista Antonelli il Vecchio basado en la firme creencia de la defensa de planta circular como estructura que puede absorber de mejor manera los impactos de la pelotería artillera; la adopción del alamboramiento completo de los cuerpos de las torres hasta conseguir su forma troncocónica y la introducción de la corsera continua que sustituye a las ladroneras y matacanes que venían coronando estas construcciones en propuestas anteriores. Este sistema, que hemos podido documentar en la práctica de torres de la provincia, se convierte en el dispositivo defensivo básico, ya que su combinación se ha manifestado muy eficaz para evitar las labores de zapa y tormentaria sobre la torre. Este modelo, junto a las levantadas por el Duque de Maqueda a mediados del siglo XVI, es el más numeroso en cuanto a número de torres localizadas en la costa valenciana y del que más restos constructivos y en mejor estado han llegado a nuestros días. En la franja costera valenciana se han conservado las torres de Horadada (Pilar de la Horadada), Escaletes (Santa Pola), Illeta (El Campello), la torre del Cap d’Or en Moraira (Teulada), la torre del Marenyent (Cullera) y la torres de Piles (Oliva), levantadas por orden de Vespasiano Gonzaga en el año 1577 (Cooper, 1994: 24-25).

desgraciadamente, no cuentan con dataciones fiables de su levantamiento (Reyes y Castañeda, 1987: 241-243). No ocurre lo mismo en los casos localizados en la provincia de Málaga, donde el sistema de defensa costera se comienza a implantar desde los momentos finales del siglo XV, como herencia de la red de atalayas de época nazarí. Destaquemos el ejemplo de la torre del Arroyo Vaquero, datada inicialmente en el año 1497 (Temboury, 1977). En cambio, otro grupo de construcciones de la misma provincia se registra en fechas plenamente enmarcadas en la propuesta cronológica realizada para las torres valencianas. Se trata de las torres de Calahorra, Salavieja, Calaburra, Muelle y Quebrada, fechadas todas ellas en el año 1567 (Temboury, 1977). Por último, y para acabar con el repaso a la franja costera peninsular, no podemos dejar de lado el caso de las torres de las provincias de Huelva y Cádiz en el sector atlántico, muy bien estudiadas por Luis de Mora-Figueroa en el año 1978. Sirvan los casos de las torres Carbonera, Isla Canela, Punta Umbría y Arenilla, construidas dentro de un proyecto global de defensa para las bahías de la costa Suroeste de la península y diseñado en el año 1577 (Mora-Figueroa, 1978: 30-41). Fuera del ámbito estrictamente peninsular, hemos de girar la vista a los procesos defensivos que se producen en esta época en las Baleares, sobre todo en la isla de Mallorca, aunque hay que precisar que las fechas de algunas de ellas son bastante elevadas, cuestión ésta inexplicable, sobre todo cuando se documenta ataques desde los primeros años del siglo XVI. De todas formas, señalemos los casos de Talaia Moura, en la localidad de Artá (Muntaner, Mascaró, 1974, 2040); Sa Pedrissa (Deià), fechada en el año 1610 (Muntaner, Mascaró, 1974, 2102);  Picada, en el pueblo de Sòller, datada en el año 1576, pero comenzada en 1561 (Muntaner, Mascaró, 1974: 2085) y Torre Major (Alcùdia) documentada en los memoriales de la época desde el año 1599 (Muntaner, Mascaró, 1974: 2042).

Su visión global se apreciará en compartir un modelo constructivo que se extiende por un Mediterráneo que acoge con entusiasmo las nuevas propuestas abaluartadas. Ya no serán planes centrados en áreas geográficas concretas sino que la defensa valenciana compartirá los mismos patrones que en todo el orbe mediterráneo conocido. De esta forma en el resto de la Península, podemos señalar la presencia de un gran número de construcciones, como los localizados en la franja costera meridional, sobre todo las defensas de la provincia de Granada de las que, 7

Viendo el número de construcciones de este tipo localizadas en el ámbito peninsular hay que declarar su inequívoca proyección mediterránea. Sin lugar a dudas, y al contrario de los anteriores modelos estudiados, cuya presencia en el Mediterráneo es poco frecuente, este modelo va a ser el diseño más extendido, pudiendo hablar por primera vez, de un auténtico tipo de torre netamente mediterráneo. La extensión de este tipo es tal que abarca no sólo la franja costera europea -costas de Cerdeña, Sicilia y Peninsula Itálica- donde, como en la Península Ibérica, se proyectan para frenar el impulso norteafricano; sino incluso en las propias costas del Norte de África, con el objetivo -curioso, por otra parte- de defenderse de los ataques de las flotas enviadas por las Coronas europeas.

la última torre que se levanta dentro de la centuria, exactamente en el año 1597 (Fois, 1970). Con fechas posteriores encontramos las torres, levantadas ya en la primera década del siglo XVII, de Budello, Canay, Santa Lucía, Porto Oscuro y Flumentorgiu, siendo diseñadas y construidas por ingenieros españoles en su época de gobierno en la isla (FOIS, 1970). En segundo lugar, la isla de Sicilia se convierte en otro punto importante para la defensa del Mediterráneo Occidental, convirtiéndose en la puerta de entrada a Europa, para el Norte de África. El proyecto de defensa de la isla elaborado por el ingeniero italiano Tiburzio Spanocchi en los año 1577-1578 ha dejado nada más y nada menos que 26 construcciones18, erigidas con modelos prácticamente exactos a los localizados en la costa valenciana (Mazamutto, 1986).

Comenzando por la isla de Cerdeña, hemos podido localizar un total de 24 construcciones que presentan fechas plenamente integradas en el marco cronológico propuesto inicialmente para este tipo. Así, aparecen torres fechadas en el año 1572, como las de Santa María Navarrese y Arbataix (Fois, 1970); y en el año 1577, en los casos de las torres de Chia, Cala Doméstica, Vecchia Marcedi, Cabras y San Marcos (Fois, 1970). Las torres de San Macario, Malfatano, Pixini y Abbacurrente se puede fechar inicialmente en el año 1595, mientras que Portosano es

Como complemento a este sistema, se diseña un segundo proyecto puesto en funcionamiento unos años más tarde, realizado en el año 1583 por el ingeniero Fresco, donde se levantan 20 nuevas construcciones, copiando el mismo modelo anteriormente implantado por Tiburzio Spanocchi (Mazzamuto, 1986). Para acabar este amplio a las construcciones de este tipo que se han documentado en el Mediterráneo Occidental, hay que reseñar el grupo de fortificaciones localizadas en la costa norteafricana, más concretamente en la costa de Marruecos. Estas defensas parece que son levantadas por orden de Moulay Ibrahim, caid de la ciudad de Chechaouen, alrededor de los años 1562-1580, ante el temor de ataques por parte de las flotas portuguesa y española.  Dicho sistema fue diseñado y levantado por moriscos españoles, y muy familiarizados con el sistema de defensa peninsular y con las mejoras que, poco a poco, se habían introducido desde principios de la centuria. De esta forma, encontramos las torres de Cabo Negro, Capo Mazari, Punta Omara, Punta Cotella, Cudia del Borch, Jägerschimdt, Sidi Attar, Ansa des Traîtes y, sobre todo, la torre de Mastasa (Cressier, 1983-84: 451-464). El proyectismo evanescente de Vespasiano Gonzaga Las esperanzas sembradas con la llegada de Vespasiano Gonzaga a la más alta instancia de la administración foral valenciana son muy elevadas, viendo en su mandato la posibilidad de atajar definitivamente el problema corsario. Ahora se contaba con un Virrey que antes que juez había sido artillero de éxito en Mers el-Kebir y será constructor en la fundación de Sabbioneta. La política y la ciencia defensiva se unían en una sola persona. Al menos, era un amplio conocedor del conflicto habiendo coincidido y convivido con buena parte de la flor y nata de la ingeniería militar al servicio del Rey. Disponía de los medios económicos que el Resguardo manejaba y de una preciosa ventana temporal que el tour de forçe en la isla de Malta en el año 1565 y el victorioso episodio de Lepanto de 1571 le habían otorgado con una sensible rebaja de la presión corsaria norteafricana. Sin embargo, y a pesar de sus indudables méritos mostrados aquí en su proyecto de reforma, su legado constructivo se reduce a una escasa nómina de reformas puntuales en algunas torres del sistema, como en Horadada, Escaletes en Santa Pola o Marenyent en Cullera; y en algunas defensas urbanas como la construcción de una gran puerta en la ciudad de Peñíscola en el año 1578. Este resultado tan escaso frente a un plan teóricamente sólido y bien planteado es el que nos permite plantear su plan como un espléndido intento de proyectismo defensivo cuya implantación fue tan baja y frágil que no pasa de una evanescencia teórica. En su contra, se encuentra una enorme lista de críticas y agravios a todo ingeniero que hubiera puesto la mano en fechas anteriores, siendo el principal defensor de la desaparición de importantes puntos defensivos como el fortín de Santa Pola, que no se llegó

Figura 10: Cuadro cronológico de los paralelos mediterráneos que utilizan el modelo propuesto por Vespasiano Gonzaga en su reforma del sistema defensivo de la costa valenciana. 8

Figura 11: Mapa de dispersión de las torres que presentan el mismo modelo utilizado por Vespasiano Gpnzaga en las defensas de la costa valenciana.

a realizar y el impulso denodado de la demolición del fortín de la Sierra de Bernia -éste sí, finalmente ejecutado en el año 1613levantado por Antonelli il Vecchio, la única prueba de su genio constructivo. En su contra, también podemos incluir los numerosos proyectos personales de refortificación que diseñó para la mejora de las principales plazas costeras como en Guardamar, Alicante, Vilajoiosa, Denia o Culera; o los proyectos de nuevas torres en la Isla de Benidorm, en Ifach; otra entre Oliva y Gandía y otra en la desembocadura del Júcar, en Cullera. Su política reformista, lejos de ser efectiva, fue decepcionante, porque su llegada auguraba el éxito de numerosos proyectos diseñados bajo su mandato, pero su escaso tacto en atraerse la voluntad de los ingenieros le restó apoyos fundamentales para llevar a la práctica sus ideas. También creemos que fue cercenadora, buscando más la venganza personal que el bien común, cebándose en infraestructuras defensivas ya creadas con la consiguiente pérdida de efectivos en la muralla que además habían supuesto un enorme coste al erario público. 

tificación que sus inscripciones nos mostraban en diferentes obras que jalonan la costa valenciana. Pero hay que reconocer, observando el conjunto de la materialidad arqueológica conservada y las consecuencias de su gestión que su reconocida animadversión hacia los ingenieros italianos -que no a la ingeniería italiana, de la que se considera deudor-, expuesta aquí en innumerables casos, provoca más problemas que soluciones. La Corona coloca en su mano una buena cantidad de medios técnicos y económicos y como hemos podido ver, no utiliza no una cosa ni otra. Es más, derriba algunas obras terminadas a poco de haber llegado al virreinato, como el Fortín de Bernia o intenta la desaparición del de Santa Pola, se opone a la construcción de defensas en Guardamar, discute hasta la saciedad por la ubicación de los baluartes de Alicante cuya obra será de las pocas que deje como herencia de su gobierno, deja sin reparación los casos de Vilajoiosa, Calp o Xàbia y renuncia a las mejoras en Denia proponiendo una obra cuya ejecución resulta del todo imposible. Vespasiano fue un mal gestor de las formas y de los medios, dejando casi la nada en el período de mayor necesidad y virulencia del fenómeno pirático con la hegemonía del Mediterráneo como escenario. Las ciudades continuarán su evolución, mantendrán su hegemonía como catalizadores sociales y económicos en el borde de la misma frontera, aunque sus defensas poco a poco vayan cayendo en el olvido hasta su ulterior derribo y desaparición. Para entonces, ya no servirán para preparar la paz.

Hemos de reconocer que la historia le ha ofrecido a Vespasiano Gonzaga un enorme espacio e importancia en el desarrollo de las defensas costeras del Reino, a pesar de dejar escasamente ejecutadas el levantamiento de algunas torres costeras y poco más que podemos aún identificar por las inscripciones que presiden las fachas de algunas de las torres. En otras publicaciones sobre este mismo tema, reconocemos haber otorgado este papel de príncipe de la for9

Figura 12: Detalle de la inscripción que demuestra la reforma emprendida en la Torre Escaletes en Santa Pola por orden del Virrey Vespasiano Gonzaga entre 1575 y 1577.

Notas 1 En esos momentos, Il Fratino no dudó en expresar claramente su disconformidad con los proyectos de su compatriota Giovanni Battista Antonelli en muchos temas relativos a los proyectos de fortificación. Por ejemplo, respecto al castillo de Alicante opinaba que “…un baluarte que traçó antoneli, en cierto sitio se mudase a otro que a el paresció más conviniente para la fuerza y ahorrar de gasto y guardia de gente…”. (Cámara Muñoz, 2004: 10). 2 Como veremos en el capítulo dedicado a las torres costeras, el proyecto de la torre de la Isla de Benidorm acabó siendo encargado por ironías del destino al sobrino de Giovanni Battista Antonelli, Cristóbal de la Rada Antonelli en el año 1594 junto al diseño de una nueva torre para el cabo que defiende la rada de Moraira. 3 Archivo General de Simancas, Mar y Tierra, Leg. 79. 4 Los conflictos entre militares e ingenieros civiles son profusos y frecuentes en esta época. Los intereses militares chocan a menudo con la praxis y ortodoxia de los ingenieros, aunque en el caso de Vespasiano, el choque es continuo y habitual. En 1565 mantiene duros enfrentamientos con Francesc de Valencia por las obras en Mers el-Kebir, al igual que le ocurre con Jacopo Palearo, Il Fratino, con quien mantiene duros enfrentamientos por el proyecto de la plaza de Alicante entre 15751578, o el mismo ingeniero con Alonso de Pimentel, Gobernador de La Goleta en esos mismos años. 5 Junto con el finiquito de la guarnición, el Consejo de Aragón redacta un inventario del armamento con que contaba la fortificación. Entre las armas podemos destacar seis cañones, divididos en dos sacres y cuatro pedreros en buen estado; unas 122 armas largas, sobre todo más de 100 arcabuces y escasas armas de lanza y escudo –16 picas y 10 medias picas- y unas 50 arrobas de pólvora. Entre el resto de materiales destaca la presencia de una gran cantidad de material para la zapa y asalto de fortalezas con 240 palas, 324 picos y 214 azadas que se contrapone con la escasa guarnición que tuvo la fortaleza en todos sus años de vida activa (Requena Amoraga, 1997: 226). 6 Archivo de la Corona de Aragón. Consejo de Aragón, Leg. 684 F/92-1. 7 Los movimientos de tierra ocasionados durante la realización de la trinchera de fundación de la muralla hicieron exhumar importantes hallazgos arqueológicos romanos. Así, surgieron pedestales de estatua con inscripciones procedentes del Forum de Dianium. De estos hallazgos se hicieron eco destacados anticuarios y epigrafistas de la época. Las dos inscripciones existentes junto a la fachada de la casa consistorial, entre otras, fueron descubiertas entonces (Gisbert Santonja, 2008: 65).

Bibliografía Bevia García, M., Camarero Casas, E., 1988: Arquitectura militar renacentista (siglo XVI), (inédita). Beviá García, M., Camarero Casas, E., 1988: Arquitectura militar renacentista (s. XVI), Ayudas a la investigación 1984-85. Arte, Arqueología, Etnología, Volumen II, (Alicante), Pp. 25-36. Cámara Muñoz, A., 1988: Tiburcio Spannocchi, Ingeniero Mayor de los Reinos de España, Espacio, Tiempo y Forma, UNED nº 2, (Madrid), pp. 77-91. Cámara Muñoz, A., 1990: Arquitectura y sociedad en el Siglo de Oro: idea, traza y edificio, Ediciones El Arquero, Madrid. Cámara Muñoz, A., 1990: Las torres del litoral en el reinado de Felipe II: una arquitectura para la defensa del territorio (I), Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII, t. 3, (Madrid), Pp. 55-86. Cámara Muñoz, A., 1991: Las torres del litoral en el reinado de Felipe II: una arquitectura para la defensa del territorio (II), Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII, t. 4, (Madrid), Pp. 53-94. 10

Cámara Muñoz, A., 1991: Fortificación, ciudad y defensa de los reinos peninsulares en la España imperial. Siglos XVI y XVII, La ciudad y las murallas, (Madrid), Pp. 89-112. Cámara Muñoz, A., 1998: Fortificación y ciudad en los reinos de Felipe II, Editorial Nerea, Madrid. Cámara Muñoz, A., 1998: El papel de la arquitectura militar y de los ingenieros, Felipe II y el arte de su tiempo, (Madrid), p. 383-400. Cámara Muñoz, A., 1999: Las fortificaciones y la defensa del mediterráneo, Felipe II y el Mediterráneo, Vol. II. La Monarquía y los reinos, (Madrid), pp. 355-376 Cámara Muñoz, A., 2000: La Corona de Castilla, Las fortificaciones de Carlos V, (Madrid), pp. 415- 439. Cámara Muñoz, A., 2005: Los guardianes del mar: fortificaciones, torres y atalayas en la costa valenciana (siglo XVI), Jornadas del Bicentenario. Torrevieja 18032003, (Murcia), p. 201-219. Cooper, E., 1994: The Sentinels of Aragón. Old Coastal defence towers of Catalonia and Valencia, Londres. Cressier, P.: “Estructures fortifieés et défensives du Rif (II). La tour de Mastasa”, Cahiers d’Archeologie Marocaine XV, 1983-84, Pp. 451-464. Fois, F., 1983: Torri spagnole e forti piemontesi in Sardegna, Sardegna. García Martinez, S., 1980: Bandolers, Corsaris i Moriscos, Valencia. García Martínez, S., 1977: Bandolerismo, piratería y control de moriscos en Valencia durante el reinado de Felipe II, Valencia Gisbert Santonja, J.A., 2008: Puerto y fondeaderos de Dénia en la Antigüedad clásica: evidencias de comercio y distribución de vino y aceite en Dianium y su territorium, Comercio, redistribución y fondeadores: la navegación a vela en el Mediterráneo. V Jornadas de Arqueología Subacuática, (Gandía), pp. 247-267. Gisbert Santonja, J.A, 2008: Pren m´enaxí com al patró qu´en plaja té sa gran nau, Arqueología del puerto y el mar de Denia en tiempos del Magnánimo, Un puerto para un rey. Alfonso el Magnánimo entre dos mares, (Alicante), pp. 97- 111. Gisbert Santonja, J.A, 2009: Murallas de la villa de Dénia, Graffiti arte espontáneo en Alicante, (Alicante), pp. 169-181. León Vidal, F., 2008-2009: Defensa costanera i control dels moriscos als segles XVI-XVII. El fort de la Serra de Bèrnia, Alberri 19, (Cocentaina), pp. 79-115. Mascaró, J.; Muntaner, J.: Corpus de Toponimia de Mallorca, Palma de Mallorca, s.f. Mazzamuto, A., 1986: Architettura e stato nella Sicilia del ‘500: i proggetti di Tivurzio Spanocchi e di Camilo Camilliani del sistema delle torri di difesa dell’isola, Palermo. Menéndez Fueyo, J.L., 1996b: Estudio arqueológico de las torres de defensa costera en la provincia de Alicante, Tesis de Licenciatura, 3 tomos, Original Mecanoescrito, 1996. Menéndez Fueyo, J. L.; 1996c: Fortificación pre-abaluartada de la costa de Alicante: la torre Aquiló (Villajoyosa, Alicante), Castells nº 6. Revista de la Sección Provincial de la Asociación Española de Amigos de los Castillos (Alicante), Pp. 31-38. Menéndez Fueyo, J.L., 1996d: Torres almenaras, de prestigio y de refugio en la provincia de Alicante (ss. XVI-XVII): Una realidad castellológica por descubrir, Ayudas a la Investigación 1988-1993, (Alicante), 1996, en prensa. Menéndez Fueyo, J.L., 1997a: Centinelas de la costa: torres de defensa y de la huerta de Alicante, Alicante. Menendez Fueyo, J.L., 2012: Dominar la costa, conquerir la por: les torres de guaita, guardians de pedra de la frontera del Regne de Valencia (ss. XV-XVI), El mon de la mar. XIV Jornades de Cultura Popular, (Castelló de pla Plana), pp. 67-93. Menéndez Fueyo, J. L, 2002: La red de torres para la defensa del litoral costero en la provincia de Alicante durante el siglo XVI: Una propuesta de evolución cronotipológica, Mil Anos de Fortificaçoes na Península Ibérica e no Magreb (500-1500), Simposio Internacional sobre los Castelos (Palmela), pp. 733-759. Menéndez Fueyo, J. L, 2003: “Moros en la costa” y la red de torres para la defensa del litoral costero en el Reino de Valencia durante el siglo XVI: Propuesta tipológica y evolución, Los castillos de la Comunidad Valenciana, Aula de Humanidades, Serie Histórica nº 25, (Valencia), pp. 187-241. Menéndez Fueyo, J.L., 2012: El puerto medieval de Cap de l’Aljup. Un baluarte contra la piratería y el corso en un mar de oportunidades (ss. XIII-XV), Santa Pola, Arqueología y Museo, (Alicante), pp. 166-187. Menéndez Fueyo, J.L., 2012: Guardianes de la frontera costera. El sistema de torres del Sinus Ilicitanus en el siglo XVI, Santa Pola, Arqueología y Museo, (Alicante), pp. 179-211. Menéndez Fueyo, .L., 2014: Dominar la costa, conquistar el miedo. Arqueologia del paisaje de la defensa de la costa de la provincia de Alicante (ss. XIII-XVI), Tesis doctoral mecanoescrita, 2 Tomos, Universidad de Alicante, Alicante. Mora-Figueroa, L. de, 1981: Torres de almenara de la costa de Huelva, 1981, Huelva. Mora-Figueroa, L. de, 1995: Glosario de Fortificación Medieval Peninsular, 1995, Cádiz. Requena Amoraga, F., 1997: La defensa de las costas valencianas en la época de los Austrias, Generalitat Valenciana – Instituto Juan Gil Albert, Elche. Reyes Castañeda, J.L. de los, Rubio Prats, M., 1987: Estudio arqueológico de la Torres de Costa en la provincia de Granada, II Congreso de Arqueología Medieval Española., (Madrid), pp. 240-249. Temboury, J., 1973: Torres almenaras, Málaga. Viciana, M. de., 1564: Crónica de la Ínclita y Coronada Ciudad de Valencia. Valencia, Universidad de Valencia ed. 1972-78, 5 Vols. Viciana, M. de, 2002: Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino, Universitat de València, Valencia.

11

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.