Próspero entre el águila y la serpiente. La autorrepresentación del intelectual en Martín Luis Guzmán

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Descripción

´ GUILA Y LA SERPIENTE LA ´ PROSPERO ENTRE EL A ´ DEL INTELECTUAL EN MARTI´N AUTO-REPRESENTACION ´ LUIS GUZMAN Alina Pena ˜ Iguar´an Montclair State University

En Madrid, bajo el sello editorial de la Compan´ ˜ ıa Iberoamericana de Publicaciones, se imprimio´ la primera obra de ficcion ´ del escritor mexicano Mart´ın Luis Guzm´an (1887-1976): El a´ guila y la serpiente, en 19281 . Antes hab´ıa publicado dos libros de ensayos, La querella de M´exico (Madrid 1915) y A orillas del Hudson (M´exico 1920), adem´as de numerosos art´ıculos para revistas mexicanas como Nosotros y Savia Moderna. Los tres textos comparten un tema: la Revolucion ´ Mexicana (1910-1920) y las consecuencias que, segun ´ el autor, produjo en el a´ mbito social, cultural y pol´ıtico del pa´ıs. El tema de la Revolucion ´ Mexicana se convierte en una constante en la obra de Guzm´an y El a´ guila y la serpiente representa, en este conjunto, el primer acercamiento desde la ficcion ´ con un sesgo autobiogr´afico. La autoridad del “yo” testigo busca escribir la trama que le dar´a forma al acontecimiento historico para as´ı convocar el nacimiento del M´exico moderno y, por otro ´ lado, inscribir al yo intelectual en ese proceso. Quiero abrir esta reflexion ´ con una cita del texto donde se narra el primer encuentro entre Guzm´an-personaje y Francisco Villa en Ciudad Ju´arez en 1913: Y de este modo, por m´as de media hora nos entregamos a una conversacion de categor´ıas men´ que puso en contacto dos ordenes ´ tales ajenas entre s´ı. A cada pregunta o respuesta de una u otra parte se percib´ıa que all´ı estaban toc´andose dos mundos distintos y aun inconciliables en todo, salvo en el accidente casual de sumar sus esfuerzos para la lucha. [. . .] Ven´ıamos huyendo de Victoriano Huerta, el traidor, el asesino, e ´ıbamos por la misma din´amica de la vida y por cuanto en ella hay de m´as generoso, a caer en Pancho Villa, cuya alma, m´as que de un hombre, era de un jaguar: jaguar en esos momentos domesticado por nuestra obra [. . .] Horas despu´es, al atravesar el r´ıo hacia territorio de los Estados Unidos, no lograba yo libertarme de la imagen de Villa tal cual acababa de verlo; y a vueltas con ella, vine a pensar varias veces en las palabras que Vasconcelos nos hab´ıa dicho en San Antonio: “¡Ahora s´ı ganamos!”¡ Ya tenemos hombre! ¡ Hombre!” (233).

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La incompatibilidad del mundo letrado frente al del caudillo; la necesidad del intelectual por definir a ese otro y darle voz; y finalmente, la estrategia discursiva a trav´es de la cual el sujeto intelectual se autorepresenta y construye en la Revolucion ´ Mexicana, son los tres aspectos que gu´ıan el proposito de estas p´aginas. Me interesa pensar de qu´e man´ era el Ariel (1900) de Jos´e Enrique Rodo´ sirve como aparato discursivo de auto-representacion ´ del yo intelectual y cu´ales son las fisuras del proyecto de escritura conforme avanza la narracion ´ de la historia. En este primer acercamiento a la obra de Guzm´an pretendo trabajar la relacion ´ que existe entre el objetivo de esas estrategias discursivas y la l´ınea ideologica que planteo´ Ariel. El texto de Rodo´ ejercio´ una im´ portante influencia en el mundo intelectual mexicano y en espec´ıfico en el proyecto cultural de los miembros que conformaron El Ateneo de la Juventud (1906-1929)2 , el cual comentar´e m´as adelante. Ser´a importante destacar la propuesta de Rodo´ con respecto a la relacion que va ´ pedagogica ´ del letrado hacia la sociedad y que de alguna manera marco´ la forma como el intelectual, mayormente aquel que radicaba en la capital, se posicionaba en la primera mitad del siglo XX en la Ciudad de M´exico. Breve repaso historico por la Revolucion ´ ´ Mexicana Antes de comenzar es necesario mencionar a grandes rasgos las fases de la Revolucion los anos ´ Mexicana a fin de contextualizar historicamente ´ ˜ que cubre El a´ guila3 . Para fines pr´acticos es pertinente dividir la lucha armada en cuatro momentos principales: la revolucion ´ maderista (1910-1911) en contra de la reeleccion ´ de Porfirio D´ıaz; el golpe de estado y asesinato de Francisco I. Madero por Victoriano Huerta (febrero de 1913); el constitucionalismo (1913-1914); y la guerra de facciones (1914-1917) culminando con la presidencia de Venustiano Carranza. El a´ guila y la serpiente se concentra en los eventos que van del asesinato de Francisco Madero a la destitucion ´ de Eulalio Guti´errez quien hab´ıa sido nombrado presidente provisional por la Convencion ´ de Aguascalientes4 . Guti´errez, veterano del Partido Liberal Mexicano, huye de la capital hacia el Norte a principios de 1915 debido al cerco villista-zapatista sobre la Ciudad de M´exico. Durante su mando provisional algunos intelectuales son incluidos en el gabinete como, Jos´e Vasconcelos y Mart´ın Luis Guzm´an, quien se desempena ˜ dentro del Ministerio de Guerra. Sin embargo, es tambi´en en este periodo, como apunta Berta Ulloa, cuando se desata una ola de violencia incontrolable en la capital, destac´andose el fusilamiento de Francisco Villa. Este es un del intelectual David Berlanga5 por ordenes ´ momento cr´ıtico para la esfera intelectual ya que manifiesta una profunda fragilidad para la estabilidad pol´ıtica de los letrados que simpatizaron con la Convencion ´ de Aguascalientes. A partir de este momento muchos de ellos se exilian, como fue el caso de Guzm´an6 . Considerar´e la definicion ´ de intelectual que Alan Knight expone en su art´ıculo “Intellectuals in the Mexican Revolution”, quien a su vez parte del concepto de “intelectual org´anico” de Antonio Gramsci. Knight 94

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precisa que el intelectual es todo aquel capaz de articular y transmitir una postura ideologica. Y anade que es portador y proveedor de una ide´ ˜ olog´ıa cuya funcion ´ debe ser aprehendida dentro del ambiente pol´ıtico y social donde su participacion ´ consiste en mantener, modificar o invertir los pilares ideologicos, los cuales a su vez refuerzan el consenso social, la ´ ideolog´ıa hegemonica y su legitimidad colectiva (143). ´ En ese mismo estudio Knight contextualiza el papel del intelectual en el M´exico de 1911 a 1920, y demuestra que en este periodo el “intelectual cl´asico” (el letrado urbano de clase media), como Guzm´an y Jos´e Vasconcelos, enmudece al no generar la ideolog´ıa que articule el sentido de la Revolucion ´ que se est´a dando en es momento. Y encuentra que la lucha tuvo la participacion ´ de un grupo de intelectuales org´anicos ligados al espacio rural y campesino (licenciados, profesores y curas de pueblo) quienes s´ı contribuyeron con una perspectiva ideologica de clase, region ´ ´ y clientelismo que alimento´ la protesta y la revuelta por un largo periodo. Los aportes de Knight son pertinentes para problematizar el papel del intelectual en el texto de Guzm´an. Es decir, la endeble y poco clara postura del yo durante la fase armada queda en evidencia en la narracion. ´ El viaje como estructura del texto Las dos fechas que enmarcan la narracion ´ est´an relacionadas con el desplazamiento del sujeto y en gran medida con su inestabilidad. Tanto el atentado de Huerta como el cerco a la capital por la mancuerna villistazapatista, obligan al sujeto a re-ubicarse geogr´aficamente y discursivamente. El primer viaje lo lleva de la Ciudad de M´exico a la Habana, luego a Estados Unidos con el fin de ingresar a M´exico por el Norte y as´ı unirse a la Revolucion ´ Constitucionalista; el segundo, con el cual cierra el texto, lo hace en tren rumbo a Ciudad Ju´arez para salir del pa´ıs y hasta cierto punto liberarse de Francisco Villa. La importancia del viaje es un tema estudiado por Horacio Legr´as y Gabriela Espinosa. Ambos coinciden en la idea del viaje como una manera de estructurar el relato. Para Espinosa el viaje del letrado le da forma al discurso a trav´es de las dicotom´ıas entre civilizacion ´ y barbarie; letrado y salvaje, en este caso el revolucionario ignorante. El letrado, narrador en primera persona, intentar´a representar y darle voz a esa barbarie que activamente participa en la Revolucion. ´ Conforme avanza el desplazamiento del sujeto, se establecer´a una imagen de Nacion ´ dentro de la cual existe otra dicotom´ıa entre el “aqu´ı”, la Ciudad de M´exico, y el “afuera”, los territorios del Norte y Veracruz (85). Legr´as afirma que el viaje representa la busqueda del intelectual por ´ establecer su autoridad narrativa en la escritura de la historia de la Revolucion ´ Mexicana. Y sostiene que: “Por un lado Guzm´an experimenta un mundo caotico al que no logra comprender por completo, por otro lado de´ scubre que la interpretacion ´ de ese caos es lo que constituye, propiamente hablando, la funcion ´ del intelectual” (429). Mientras que Espinosa observa una imposibilidad del letrado por incluir al salvaje, al revolucionario, 95

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dentro de su discurso, Legr´as opina justamente lo contrario. Para e´ l se trata de un texto que se abre a incluir “la emergencia popular” y es all´ı, en esa interpretacion, ´ que afianza su funcion ´ y autoridad intelectual. Precisamente es en este desacuerdo donde encuentro cabida a este estudio. Me interesa explorar como se auto-define el intelectual en este ´ momento de convulsion ´ donde tiene que dialogar con ese espacio fuera de la Ciudad de M´exico, con la masa que se levanta en armas y con los caudillos que lideran la Revolucion. ´ Existe pues, como apunta Legr´as, una intencion ´ por incluir al “otro” motivada por la urgencia por definirlo desde el punto de vista del intelectual mexicano de principios de siglo XX. Contexto literario: el Ateneo de la Juventud A partir del estudio de Fernando Curiel, La revuelta. Interpretaci´on del Ateneo de la Juventud (1906-1929), podemos destacar que la revista Savia Moderna (hija de la Revista Moderna de M´exico) agrupa, desde su primer numero en marzo de 1906, a una serie de jovenes intelectuales y artistas ´ ´ de entre los cuales saldr´an los integrantes m´as importantes del Ateneo7 . Este grupo de intelectuales se va a conformar alrededor de una serie de actividades culturales como fueron la Sociedad de Conferencias, la marcha a la memoria de Gabino Barreda8 , la creacion ´ de la Universidad Popular Mexicana9 (1912-1922) y el programa cultural de las Fiestas del Centenario (de la Independencia en 1910). Todas estas actividades, respaldadas por Justo Sierra10 , buscaban modificar el concepto pragm´atico que se ten´ıa del estudio de la cultura universal en la capital de M´exico. Para los atene´ıstas exist´ıa un anquilosamiento positivista de las humanidades y era en este aspecto donde ellos encontraban la pertinencia de su proyecto cultural, es decir, incluir a M´exico en el estudio human´ıstico de los valores universales de Occidente. El Ateneo de la Juventud, como explica Curiel, buscaba “[. . .] el regreso de la implorante filosof´ıa y de las humanidades cl´asicas a los centros de educacion ´ superior, la aficion ´ por Grecia [y] la extension ´ cultural redentora de los de abajo y regeneradora de los de arriba [. . .]” (44). Por un lado, sienten que deben desempenar ˜ una funcion ´ “civilizadora” a trav´es de la transmision ´ de la cultura; por otra parte, ese “otro”, el pueblo, est´a concebido como una entidad inconsciente, desprovista de voluntad y conciencia pol´ıtica, es decir, que no puede llegar al poder, pues carece de facultades intelectuales. Se ver´a que de alguna manera esta preocupacion ´ estar´a presente en el discurso arielista que le da plataforma ideologica al ´ texto. Por ello es pertinente preguntarse ¿de qu´e forma es posible convivir con ese personaje (el pueblo) que repentinamente adquiere voluntad pol´ıtica a partir del levantamiento social revolucionario? Y m´as importante aun, ´ ¿cu´al es la funcion ´ que el yo intelectual debe desempenar ˜ en este contexto? En la agenda del Ateneo aparece de forma expl´ıcita la intencion ´ de relacionar cultura, desarrollo educativo y, por ende, mejoramiento social. A partir de 1910, como apunta Curiel, se enfocan cada vez m´as, en hablar 96

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sobre temas latinoamericanos y mexicanos. Su mayor inter´es era propagar un conocimiento de la cultura mexicana a partir del estudio de las artes. La estrategia de accion fue la del intelectual como maestro; la ´ de estos jovenes ´ del educador mesi´anico como gu´ıa del camino que la sociedad debe seguir para alcanzar el desarrollo optimo de sus condiciones de vida. ´ Tal vez el ejemplo por antonomasia sea el de Jos´e Vasconcelos, quien a partir de 1911, al´ıa la agenda pol´ıtica de la Asociacion ´ con la Revolucion ´ Maderista en su discurso “La juventud intelectual mexicana y el actual momento historico”. Vasconcels no pierde ocasion ´ ´ para etiquetar las acciones de su grupo como “la revolucion ´ intelectual”, es decir, la Revolucion ´ cultural que funciona de forma paralela a la armada y pol´ıtica del caudillo. Aunque algunos de los integrantes se dispersan a partir de 1913, otros siguen la l´ınea trazada por Vasconcelos. Tal es el caso del yo protagonico ´ de El a´ guila y la serpiente, quien busca establecer su posicion, ´ en funcion ´ de h´eroe letrado, a trav´es de la escritura de la Revolucion ´ Mexicana. Este sujeto intelectual de la Revolucion ´ se conecta con la figura del pedagogo, ya bien establecida desde que Rodo´ publicara Ariel en 1900. En la ensay´ıstica latinoamericana, como explica Roberto Gonz´alez Echevarr´ıa, el maestro representa una figura de autoridad no solo ´ cultural sino pol´ıtica y esta segunda es la dimension ´ que me interesa incluir con el fin de encontrar las fisuras en el discurso arielista del texto de Guzm´an. De acuerdo a la ideolog´ıa liberal, las naciones fueron fundadas sobre la idea de la “educacion” ´ como m´etodo para solucionar una carencia ideologica, social, pol´ıtica y cultural y, de esta manera, se busca apuntalar ´ la promesa de un futuro mejor (Gonz´alez 16). No es del todo arbitrario relacionar El a´ guila y la serpiente con la retorica ensay´ıstica, como la estudia ´ Gonz´alez Echavarr´ıa, pues una de las estrategias discursivas de El a´ guila es precisamente mostrar la historia, a sus personajes y el an´alisis de ambos por medio de un discurso magisterial. En otras palabras, se prueba una tesis muy clara: mostrar el fracaso en que los caudillos corruptos convirtieron a la Revolucion. ´ Guzm´an tratar´a de demostrarlo a trav´es de los distintos personajes y las distintas situaciones con las que interactua ´ el yo intelectual. Sin embargo, “develar” las razones que corrompieron a la Revolucion ´ Mexicana tambi´en evidencia una incapacidad de accion, ´ adaptacion ´ o comprension ´ por parte de cierto sector de la intelectualidad que se relaciono´ con la Revolucion ´ La recepcion ´ de Ariel en el M´exico de principios del siglo XX Es importante trazar un poco la historia de Ariel en M´exico. La primera publicacion ´ de 1908 fue promovida por Pedro Henr´ıquez Urena ˜ en Monterrey por el sello editorial Talleres Modernos de Lozano. Urena ˜ fue adem´as el primero en dar una conferencia sobre el tema: “La obra de Jos´e Enrique Rodo” ´ en el ciclo de conferencias de la celebracion ´ del Centenario. Los atene´ıstas hicieron suyas las ensenanzas que Prospero otorgaba a ˜ ´ la juventud de Am´erica: propagar el esp´ıritu de Ariel entre los jovenes ´ latinoamericanos. 97

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Ariel es un texto dirigido a las futuras generaciones que ser´an el nuevo motor cultural y esperanza renovadora de la sociedad ante la presencia amenazante de la cultura anglosajona de los Estados Unidos. Rodo´ plantea que Am´erica Latina debe promover su “identidad espiritual” y “conducta moral y virtuosa” a trav´es de las cuales el hombre pueda acercarse a “lo bello” a las verdades esenciales y universales. Las tres ideas principales de Ariel como las senala Esteban Gonz´alez Echevarr´ıa son: “The imitation ˜ of the good and the beautiful; the constitution of a self centered on an ideal of beauty and good; the creation of an elite of educated men, able to lead others not so fortunate in their capacity for inner growth, a sort of Darwinian spiritualism” (18). A partir de esto cabe la pregunta sobre la medida en que El a´ guila y la serpiente responde a las ideas arielistas, hasta qu´e punto la figura que del intelectual se construye en el texto coincide 11 en un momento de convulsion con el modelo de la figura de Prospero ´ ´ social. Donald L. Shaw encuentra que la Revolucion ´ en el texto de Guzm´an est´a descrita en t´erminos dicotomicos entre aquello que simboliza el ´ “arielismo” y lo “b´arbaro”. Para Shaw, la mirada del intelectual es maniquea, de tal manera que los civiles comprometidos con el proyecto revolucionario (proyecto que nunca se concreta en una ideolog´ıa) encarnan los valores puros, altruistas, justos, morales y civilizados. Mientras, los caudillos son todo aquello que tiene que ver con la ignorancia, el salvajismo y el retraso de M´exico. Este punto de vista hace que los personajes del texto sean moldeados de forma que apoyan un patron ´ narrativo donde constantemente se muestra el error de los caudillos y la inteligencia de los intelectuales; la corrupcion ´ de los primeros y el virtuosismo de los educados. Mi lectura coincide hasta cierto punto con la de Shaw, pues examinar´e m´as adelante que si bien las caracter´ısticas de los personajes son manipuladas para sustentar esta estructura dicotomica, tambi´en hay momentos ´ de ambiguedad donde no resulta tan f´acil constrenir ¨ ˜ la presencia del otro en funcion ´ de la historia que se est´a escribiendo. La figura de Prospero es determinante, representa al viejo profesor ´ sabio que deposita en su joven audiencia “el saber”, los aconseja y los encamina en la funcion ´ redentora que deber´an desempenar ˜ ante la sociedad. Las palabras de Prospero est´an destinadas a la accion, ´ ´ existe un fin pr´actico en la elaboracion ´ de su discurso. En estos t´erminos la Revolucion ´ Mexicana se abre para estos intelectuales como una oportunidad coyuntural que como l´ıderes culturales y herederos de la riqueza espiritual del ideal que representa Prospero, pueden concretar el proyecto del mejoramiento ´ espiritual de la sociedad y por ende civilizar a M´exico para estar a la altura de las grandes potencias culturales. le sirve a Guzm´an para justificar el inUtilizar la imagen de Prospero ´ greso del yo protagonico al Constitucionalismo. A partir de su labor clan´ destina como editor de textos subversivos en contra de Huerta se ubica en una posicion ´ elevada respecto a sus lectores. Como resultado de ello crecen los rumores que lo identifican con la Revolucion. ´ Esta introduccion ´ 98

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tambi´en plantea la idea de que existe un destino ineludible que anticipa las decisiones del h´eroe; que hay una recepcion ´ del personaje donde es interpretado por otros como pieza fundamental dentro del levantamiento armado que se va gestando; y finalmente, que dicha predestinacion ´ es asumida por el sujeto de manera heroica. La auto-representacion ´ del intelectual se relaciona con la imagen del revolucionario: “Alberto J. Pani y yo actu´abamos, motu proprio, como avanzada de la Revolucion–avanzada sin ´ armas, se entiende, m´as no sin pluma ni, sobre todo dactilografa–” (222). ´ En El a´ guila y la serpiente el punto de enunciacion ´ procede de un yo autobiogr´afico que protagoniza los hechos hasta el punto de fungir como asesor de aquellos caudillos que llevaban las riendas del proceso revolucionario. Esta cercan´ıa hacia aquello que en los ensayos es un objeto de an´alisis, complejiza la escritura de la historia ya que su presencia en la escena lo obligar´a a definir una responsabilidad frente a las consecuencias que producen los eventos narrados. El ejercicio de narrar la Revolucion ´ Mexicana desde la postura del actor protagonico se convierte en un es´ fuerzo por definir su posicion ´ de revolucionario en t´erminos e´ ticos. De alguna manera, tiene que explicar y justificar el rol que juega ante la historia que est´a escribiendo y hacerla coincidir con el discurso arielista que aparentemente dirige sus acciones. La muerte en el discurso de Prospero ´ Para sustentar la perspectiva que acabo de esbozar he decidido destacar aquellos episodios en que la muerte est´a presente. Busco con esto concretar el papel que el intelectual desempena, ˜ o intenta desempenar, ˜ en situaciones l´ımite donde de alguna manera trata de ejemplificar lo que la Revolucion ´ fue y tambi´en el lugar que el yo ocupa en ella. Uno de estos episodios es “La fiesta de las balas” (300-307), donde se narra la historia en que Rodolfo Fierro debe fusilar a 300 presos de guerra de la faccion ´ orozquista por ordenes de Villa. No olvidar que “La fiesta de las balas” es una historia ´ en la que el yo no est´a presente en calidad de testigo, sino que conoce la an´ecdota a trav´es de terceros cuando se suma a las fuerzas de Francisco Villa. Antes de comenzar su narracion, ´ Guzm´an-personaje advierte que el car´acter legendario del fusilamiento es precisamente lo que ha hecho la historia de la Division ´ del Norte. Anunciando la posible falsedad de la an´ecdota, concluye: “Y siempre eran las proezas de este segundo orden las que se me antojaban m´as ver´ıdicas, las que, a mi juicio, eran m´as dignas de hacer Historia” (301). Aparece una total entrega del narrador a la mitolog´ıa revolucionaria; incluso se abstiene por completo de ejercer el m´ınimo juicio moral y al contrario muestra una fascinacion ´ por las im´agenes creadas. La figura del sujeto se define en t´erminos de autoridad literaria. En “La fiesta de las balas” la pluma filtra y estilizar´a los s´ımbolos que van a formar parte de lo que el autor mismo denota como la Historia. La forma de escribir el pasado es una construccion ´ que responde m´as que nada a las reglas de una coherencia literaria. En este episodio una masacre que se convierte en una mezcla de violencia y belleza e´ picas. Fierro est´a a 99

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un paso de ser un valeroso Aquiles y los prisioneros son gallardos hombres “de la fina raza de Chihuahua”. La crueldad del poderoso, la desesperacion ´ de los presos, las detonaciones, el viento, el atardecer son estilizados en el relato para plasmar una imagen que condensa la revolucion ´ encarnada por Fierro y la Division ´ del Norte: El angustioso huir de los prisioneros en busca de la tapia salvadora— fuga de la muerte en una sinfon´ıa espantosa donde la pasion ´ de matar y el ansia inagotable de vivir luchaban como temas reales— duro´ cerca de dos horas, irreal, enganoso, implacable. Ni un instante ˜ perdio´ Fierro el pulso o la serenidad. Tiraba sobre blanco moviles y ´ humanos, sobre blancos que daban brincos y traspi´es entre charcos de sangre y cad´averes en posturas inveros´ımiles, pero tiraba sin m´as emocion ´ que la de errar o acertar. Calculaba hasta la desviacion ´ de la trayectoria por efecto del viento, y de un disparo a otro la correg´ıa. (304) El salvajismo que se le ha atribuido a la Revolucion ´ villista no aparece mencionado en “La fiesta de las balas” como s´ı suceder´a en dos posteriores: “Un juicio sumar´ısimo” 386-391), que narra el fusilamiento de cinco falsificadores en el campamento villista en las cercan´ıas de Tacuba en la Ciudad de M´exico, y el antes mencionado asesinato de David Berlanga. En ambos casos el testimonio del intelectual se sobrepone en gran medida a la estilizacion de la denuncia, donde la figura ´ literaria y surge una retorica ´ del yo se adjudica la autoridad moral para narrar los hechos. Cuando las huestes revolucionarias toman la Ciudad de M´exico, como muchos otros intelectuales, Guzm´an re-ingresa en la capital como parte de la “bola” armada que nutre el levantamiento popular. Este cambio de escenario propiciar´a una interpretacion ´ muy distinta de la Revolucion ´ y complica el discurso arielista que hab´ıa impulsado la empresa revolucionaria del sujeto intelectual. “Un juicio sumar´ısimo” comienza con un Villa haciendo flores con un lazo y apostando 5,000 pesos a que el intelectual no lo superar´ıa en su arte. Guzm´an sale victorioso y recibe su dinero, billetes impresos por el villismo. Acto siguiente Villa ordena fusilar a cinco falsificadores de dinero. Esta introduccion ´ a la historia no tiene otra funcion ´ que demostrar: la dualidad del General, un hombre hasta cierto punto sensible y al mismo tiempo fr´ıo y brutal en su mando. Este doble aspecto de Villa es parte del sustrato mitologico, al que Guzm´an regresar´a constantemente al ´ referirse a e´ l, y que envuelve la representacion ´ del caudillo haci´endolo m´as incomprensible: La voluntad suprema acababa de sentenciarlos a muerte, sin enterarse siquiera de sus nombres, por un delito que el juez mismo comet´ıa: fabricarse una moneda para sus usos personales. Y sentenciados de antemano, se les iba a juzgar ahora, a medianoche y segun ´ 100

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es ley de nuestros cuartelazos y revoluciones. ¡Juicios sumar´ısimos para disfrazar asesinatos! (388) La conclusion ´ es tajante, se desmantela moralmente el poder de Villa bajo el absurdo de su capricho y se da una ensenanza al lector diciendo ˜ que este episodio no es m´as que un suceso ejemplar de los errores revolucionarios. Es inevitable comparar la postura del intelectual frente a estos dos asesinatos. Por un lado, la masacre de los orozquistas es fascinante y, por otro, el fusilamiento de los falsificadores no se puede sino interpretar como asesinato y como s´ımbolo ya no de la gloria villista, sino del salvajismo. Esta contradiccion ´ ocurre porque en el primer caso la masacre sucede en el campo, mientras que el fusilamiento de los falsificadores toma lugar en el espacio civilizado, al que el sujeto pertenece. Cabe mencionar otra diferencia: en “La fiesta de las balas” el narrador no es testigo de los hechos sino creador de la imagen; en “Un juicio sumar´ısimo” s´ı es testigo, incluso es un hombre de Villa. Aunque paradojicamente, aun ´ ´ siendo asesor de Villa no puede modificar la decision ´ final, ni hablar con el caudillo para disuadirlo. Existe una jerarqu´ıa de mando que desplaza la autoridad del intelectual y hace fr´agil su posicion en los cuales busca afianzar ´ con respecto a los eventos historicos ´ su protagonismo y autoridad. El a´ guila y la serpiente expone la relacion ´ de amor-odio entre el intelectual y el “otro”, ese caudillo, esa realidad que lo atrae y lo repele, y en esta din´amica conflictiva es donde busca definir su posicion. ´ En “La muerte de David Berlanga” (400-404) el relato es presentado a trav´es de la imagen de un Rodolfo Fierro—esa “bestia hermosa”— derrotado. El militar acude a Guzm´an buscando confesarse, en privado, por el crimen que ha cometido12 . El escenario que se construye en esta escena posiciona al intelectual en un pedestal moral superior al del militar. Hay varias cosas que mencionar en este caso: por un lado volvemos a la descripcion de Fierro. La figura del caudillo aqu´ı es relacionada ´ herculea ´ de forma paradojica con el espacio, de tal manera que el personaje no tiene ´ una conexion con la atmosfera, como s´ı suced´ıa en “La fiesta ´ armonica ´ ´ de las balas”. La Ciudad de M´exico no puede convivir con una presencia como la de Fierro. Yo, mientras tanto, lo estudiaba, esperando satisfacer una doble curiosidad: la que me inspiraba nuestra entrevista, impregnada ya de misterio, y la que jam´as dejaba de producir en m´ı la presencia de aquella “bestia hermosa”, segun ´ llamo´ a Fierro un periodista yanqui. Porque Fierro, que era por su gallard´ıa f´ısica un tipo inconfundible, gozaba, adem´as, de una leyenda terrible y fascinadora [. . .]. All´ı cruzadas las piernas, bellas y herculeas, puesto el codo ´ sobre la rodilla, inclinado el busto hasta la mano—mientras los dedos maceraban el rollo de tabaco y la boca desped´ıa humo—, le afloraba el car´acter preciso, la luz propia, la irradiacion ´ exacta. Su 101

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naturaleza semisalvaje, disfrazada hasta pocos segundos antes tras la cobertura de las palabras, maneras y gestos civilizados, chocaba estrepitosamente contra el ambiente de los delicad´ısimos muebles de caoba, y con los encajes y las colgaduras de brocado, como una piedra sin pulir que estuviese estrope´andolo todo y desgarr´andolo todo con sus aristas en bruto. (402) David Berlanga, en cambio, simboliza la virtud, la honestidad, la valent´ıa del hombre que sin armas resulta una figura ejemplar y cuya muerte nulifica al otro en t´erminos morales. Berlanga es fusilado por denunciar ´ los atropellos de un grupo de “jefes” villistas. Estos no quisieron pagar una cuenta en el restaurante Sylvain y Berlanga se opone al abuso de autoridad de los revolucionarios. El altercado desencadena las represalias del sector revolucionario, de donde sale la orden de fusilar al joven Berlanga. Fierro ejecuta el castigo. Guzm´an quiere crear y reafirmar la necesidad que tiene la Revolucion ´ de contar con la presencia de la elite educada, aunque nunca se aclara cu´al es la ideolog´ıa de la Revolucion ´ abanderada por el intelectual; solo ´ se denuncia la corrupcion, ´ el absurdo y el car´acter arbitrario que la domina bajo la figura de los caudillos. As´ı, la escritura de estas memorias se convierte en la sublimacion ´ de una carencia ya que el intelectual es constantemente desplazado de su posicion ´ y obligado a negociar con las distintas facciones13 . La muerte de David Berlanga pone en jaque la posicion ´ del intelectual metido a revolucionario, esto se invierte cuando el protagonista se convierte en confesor de Fierro. El di´alogo con el caudillo lo re-ubica en una relacion ´ jer´arquica, en la que Guzm´an adquiere autoridad. Esta autoridad solo ´ puede ser establecida a trav´es de la escritura de la historia y de la construccion ´ de la imagen del intelectual. Sin embargo, el texto no ignora la tragedia del h´eroe, que es estar en medio de una din´amica que va de la posesion ´ del control a la p´erdida del mismo. Frente a esta inestabilidad, el sujeto se apropia de una autoridad literaria que le otorga el poder de darle coherencia al hecho historico a trav´es de la reflexion ´ ´ e interpretacion ´ de los eventos. El “pueblo” y el sujeto intelectual en el mismo “carro” de la Revolucion ´ A partir de la escena que acabo de comentar quiero reflexionar sobre la relacion ´ que el sujeto intelectual entabla con el “pueblo”. Considero que el “otro” funciona como un personaje para exponer ciertos argumentos de la tesis que dirige el texto. Como menciona Horacio Legr´as, otorgarles voz no implica concederles un espacio abierto para la auto-representacion, ´ sino m´as bien delimitarlos en el discurso. La gleba que irrumpe en la escena revolucionaria lo hace de forma casi accidental y sorpresiva. Aparecen como una masa desorganizada que por instantes se apropia de espacios que “normalmente” est´an bajo el control del sector educado, espacios como la ciudad y los vagones de tren de primera clase. El “otro” altera 102

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los esquemas de la clase educada a la cual pertenece el intelectual. As´ı un carro del ferrocarril sufre una metamorfosis, producto de la violencia con que irrumpe la bola revolucionaria donde “ [. . .] la destruccion—o ´ si no, al desmedro profundo—del mecanismo material, del cuerpo util, ´ correspond´ıa un abajamiento, un deterioro de la espiritualidad de quienes todav´ıa usaban el util ´ ya en ruinas” (269). Espacios como el tren pasan a ser escenarios que retan al orden social antes imperante. El caos de la guerra transgrede los codigos de compor´ tamiento con los que se rige y distingue una clase social instruida. Esta masa crea otra forma de expresion ´ que responde a circunstancias que el narrador no puede leer, el lenguaje de la guerra y su espontaneidad amenazan el lenguaje del sujeto. Dos personajes sociales (el popular y el letrado) se encuentre por algunos momentos en el mismo carro produciendo una profunda incompatibilidad: La complejidad clasificatoria que es la civilizacion–clasificar para es´ coger; escoger por una necesidad, siempre en aumento, de rechazarno actuaba ya sino a medias. Hab´ıa desaparecido la distincion ´ entre vagones de pasajeros y vagones de carga [. . .]. Hab´ıa desaparecido, como consecuencia de lo anterior, la distincion ´ entre personas y fardos [. . .]. Pero m´as que esto, acaso, hab´ıa desaparecido el cumulo de ´ distinciones con que la sensibilidad culta ata al decoro del cuerpo la nocion ´ de silla, de mesa, de cama. (270) Es muy importante observar que El a´ guila y la serpiente no establece una din´amica fija entre el yo autobiogr´afico y el entorno con el que se relaciona sino que desnuda la intrincada relacion ´ entre e´ l y ese “otro” escurridizo, ilegible, en el que se va convirtiendo la Revolucion ´ a medida que avanza la narracion ´ del texto y la trayectoria geogr´afica de los grupos armados, de los cuales es tambi´en parte, hacia el centro oficial del pa´ıs. Espinosa argumenta que Guzm´an siempre se enuncia desde su “aqu´ı” que es la Ciudad de M´exico mientras que el resto del territorio es el “afuera”. Esta dimension ´ espacial es interesante para situar cu´al es la relacion ´ del sujeto con la masa revolucionaria que “invade” la Ciudad de M´exico y como esto ´ afecta la forma de narrar la historia. Podemos decir que el desplazamiento revolucionario, del Norte hacia la capital, dificulta la escritura del hecho porque la presencia de la revuelta en el centro del pa´ıs descontextualiza el territorio del yo. As´ı la interpretacion ´ que el intelectual puede hacer del otro se vuelve m´as dif´ıcil en la medida que es una presencia activa, din´amica e ilegible. Repentinamente la “bola” revolucionaria deja de ser parte de una imagen est´atica y est´etica, ubicada en el Norte, y pasa a problematizar el papel y auto-representacion ´ del yo intelectual en el escenario revolucionario. Hacia el final de El a´ guila coinciden en el espacio capitalino la trayectoria del avance militar con la del intelectual. Como una avalancha que arrastra 103

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al mismo punto a los cuadillos, intelectuales y militares de alto rango, junto con los campesinos y los soldados de a pie. Inmediatamente se establece una discordancia entre estos ultimos y la ciudad. De esta manera, sucede ´ lo mismo que con el tren: el significado se altera por el salvajismo de la guerra. Lo que pod´ıa ser aprehendido por el intelectual como imagen est´etica y bella en “La fiesta de las balas” ahora es s´ımbolo de disonancia: “[. . .] Villa, Urbina, Fierro y dem´as grandes figuras de la Division ´ del Norte se portaban en la Ciudad de M´exico exactamente igual que lejos de ella, y aqu´ı sus desmanes, por una ilusion ´ de perspectiva, resultaban infinitamente m´as violentos y escandalosos” (399). Es decir, en la sierra de Chihuahua la violencia barb´arica del revolucionario es coherente con el paisaje, mientras que en la ciudad rompe las proporciones de lo apropiado, como sucede en el caso del fusilamiento de los cinco falsificadores. La perspectiva del intelectual ante situaciones similares resulta ambigua, pues se yuxtaponen dos lecturas de la Revolucion. ´ Por un lado, aparece la de aspectos m´ıticos, aquella que conforma la e´ pica revolucionaria donde se crean las im´agenes simbolicas de la Historia. Por otro ´ lado est´a la lectura cr´ıtica que se escenifica en la Ciudad de M´exico donde la mirada del yo cambia completamente de perspectiva. Como hab´ıamos dicho antes, pasa de la glorificacion ´ est´etica a la cr´ıtica de los mecanismos bajo los que actua ´ el proceso revolucionario. Pareciera que el hecho historico est´a compuesto por una imagen bic´efala irreconciliable en el dis´ curso del intelectual, y esto sucede, en mi opinion, ´ porque en la lectura donde se desarrolla la cr´ıtica y la denuncia est´a en juego la postura e´ tica del yo. Sucede, en cierta manera, un proceso opuesto al viaje que el sujeto hace hacia el Norte de la Republica, es decir afuera, donde e´ l es en ´ alguna medida el extranjero y que a trav´es de su mirada de intelectual va definiendo e interpretando el exterior. Cuando la Revolucion ´ de los caudillos se traslada al centro del pa´ıs, el “otro” es el extranjero que influye y modifica el espacio de origen del protagonista. Su territorio est´a siendo conquistado por el “otro”. Esto se opone por completo a los planes que Guzm´an se va formando cuando es nombrado parte del equipo del Ministerio de Guerra y emprende el regreso a la capital desde Aguascalientes con la idea del que va “a la conquista de la capital de la Republica” (384). ´ Si el texto fuera circular tendr´ıa que terminar con el regreso a la Ciudad de M´exico, punto de partida del viaje. No obstante, aqu´ı la narracion ´ toma un giro distinto al producirse la mayor estridencia dentro del discurso de Guzm´an. En este regreso a la capital, la identidad del sujeto intelectual entra en una crisis mayor. Ya no solo ´ es cuestion ´ de diferenciarse del militar sino de justificar su participacion El ´ dentro de la escena historica. ´ yo est´a profundamente descolocado, porque ese “otro” que irrumpe en la ciudad, prototipo del espacio educado, trastoca el significado simbolico ´ de la civilizacion, de comportamiento. En suma, el ´ del arte, de los codigos ´ letrado es despojado de su propio territorio. El momento m´as a´ lgido donde se concreta esta discrepancia surge cuando coinciden en Palacio Nacional tres grupos: el gobierno provisional 104

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de Eulalio Guti´errez (los pol´ıticos), Guzm´an (los intelectuales) y los zapatistas (los revolucionarios). Estos ultimos son quienes custodian el ´ recinto. Como se ver´a m´as adelante, la imagen es interesante porque en la oficina presidencial se encuentra el grupo de convencionistas tratando de gobernar un pa´ıs en convulsion. est´an rodeados por ´ Paradojicamente ´ el cerco de seguridad a cargo de los hombres de Zapata. Entre los dos grupos, convencionistas y zapatistas, no puede establecerse otra relacion ´ m´as que la de la incompatibilidad. El espacio que representa el Palacio se transforma en algo que “[. . .] puesto en manos de una banda de rebeldes semidesnudos, [produce] el efecto de algo incomprensible” (391). ¿Como ´ atane ˜ esta especie de convivencia a la figura del intelectual? En el momento que Guzm´an solo ´ puede leer la incomunicacion ´ entre revolucionarios y el espacio, s´ımbolo de la civilizacion, ´ la mirada del yo gira 180 grados hacia s´ı mismo produciendo un efecto reflexivo: ¿Y nosotros? ¿Qu´e impresion ´ producir´ıa, en quien lo viera en ese mismo momento, el pequeno ˜ grupo que detr´as de Eufemio [Zapata] form´abamos nosotros: Eulalio, Robles y yo–Eulalio y Robles con sus sombreros tejanos, sus caras intonsas y su inconfundible aspecto de hombres incultos: yo con el eterno aire de los civiles que a la hora de la violencia se meten en M´exico a pol´ıticos: instrumentos adscritos, con ´ınfulas de asesores intelectuales, a caudillos venturosos, en el mejor de los casos, o a criminales disfrazados de gobernantes, en el peor? (392) El proyecto mesi´anico pedagogico del arielismo que hab´ıa dirigido el ´ discurso del intelectual se colapsa en este momento ante la p´erdida del control sobre el “otro” y sobre s´ı mismo. Al romperse este nexo entre el proyecto intelectual “revolucionario” y la misma Revolucion, ´ se asoma la idea del fracaso del sujeto. Sin embargo, la escritura se justifica en dos niveles. El primero, a nivel narrativo con la presencia de Valent´ın Gama14 , profesor universitario que es invitado a trabajar en el gabinete de Guti´errez, quien, al aceptar la invitacion ´ justifica y valida la presencia del intelectual en t´erminos de ciudadano patriotico y activo participante ´ dentro de los intentos reformadores de la Convencion. ´ El discurso de Gama enmascara el “fracaso” de Guzm´an y anticipa su proxima huida del pa´ıs. ´ La cita a continuacion ´ define al ciudadano prototipo que la Revolucion ´ necesita y por extension, ´ como ya he subrayado, protege la figura del yo autobiogr´afico, justificando su pertinencia en el proyecto revolucionario: Yo no ser´e de e´ sos, no, de ningun ´ modo: si se me cree capaz de ayudar en algo, aqu´ı estoy. Solo los ego´ıstas–malos patriotas- siguen en sus asuntos si lo que se les propone no son puestos de los muy gratos y satisfactorios, como las embajadas y otros del mismo estilo. . . ¿Que se fracasa? ¿Qu´e importa el fracaso cuando se ha tenido el proposito ´ de acertar? [. . .] Los aptos que dejan en manos ineptas a su pa´ıs son, 105

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por su falta de fe o por su pusilanimidad, m´as ineptos que los otros, m´as ineptos socialmente. (395) De esta manera se invierte la imagen de fracaso por la de h´eroe desterrado. Esto tambi´en justifica la construccion ´ del yo intelectual en un segundo nivel. Me refiero, al proposito mismo de la escritura, las impli´ caciones que tiene escribir El a´ guila y la serpiente en 1928 desde Madrid. Recobrando la imagen de Prospero pareciera que dentro de la trama resulta ´ conflictivo sostener la vestimenta del intelectual mesi´anico. Sin embargo, Guzm´an, como autoridad literaria que desde la distancia enuncia su discurso, s´ı recurre a la investidura de este personaje para ofrecer su lectura del hecho historico y buscar la elaboracion ´ ´ de un nuevo discurso para el M´exico moderno que nace del proyecto post revolucionario. Notas 1 En este ensayo utilizaremos la edicion ´ de 1960 editada por Aguilar de M´exico. 2 Estas fechas son propuestas por Fernando Curiel en su texto La revuela. Interpretaci´on del Ateneo de la Juventud (1906-1929), es decir, el periodo abarca desde la aparicion ´ de la revista Savia Moderna, pasando por su primera fase cuando se auto denominan Ateneo de la Juventud (19091912), despu´es, Ateneo de M´exico (1912-1914), el Atene´ısmo (1914-1919) y finalmente, con el proyecto educativo de Jos´e Vasconcelos (1882-1959) durante la d´ecada de los veinte. 3 Para este esbozo de la Revolucion ´ Mexicana nos basamos en el texto de Berta Ulloa “La lucha armada (1911-1920)” en Historia General de M´exico. Volumen 2. M´exico: Colegio de M´exico, 1998. 1073-1182. 4 En 1914 la Convencion ´ estuvo a cargo de la presidencia hasta que los villistas toman la ciudad el 26 de enero de 1915, a partir de ese momento y hasta marzo del mismo ano ˜ todos los convencionistas, grupo al que pertenece Mart´ın Luis Guzm´an, tuvieron que salir de la capital. 5 David Berlanga (educado en Par´ıs y Alemania) fue maestro, periodista y orador. Llego´ a ser Coronel por parte de la faccion ´ Carrancista. Su asesinato se convirtio´ en un castigo ejemplar para todos aquellos que estaban en contra de Villa. 6 Durante los primeros anos ˜ de la Revolucion ´ Mexicana, es decir, desde el triunfo maderista hasta el golpe de estado huertista, Mart´ın Luis Guzm´an desempena ˜ una activa labor period´ıstica y pol´ıtica. Es nombrado Delegado a la Convencion ´ Nacional del Partido Liberal Progresista por el estado de Chihuahua y de este periodo datan sus primeros discursos pol´ıticos en homenaje a Justo Sierra y Aquiles Serd´an. Al mismo tiempo trabaja como articulista bajo el seudonimo de “Puck” en Nosotros y es secretario ´ de la Universidad Popular de M´exico. En 1913 fundo´ El Honor Nacional, periodico de oposicion ´ ´ al gobierno golpista de Huerta y ese mayo emprende el viaje al Norte para ingresar en la campana ˜ Constitucionalista. Al parecer convive poco con Carranza y busca entonces la cercan´ıa de 106

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Francisco Villa, quien lo hace coronel en 1914 (Curiel, La querella 57). Sin embargo la relacion ´ con Villa no es f´acil de definir, pues a partir de la Convencion ´ de Aguascalientes se distancia del caudillo (sin dejar de ser parte de su grupo de asesores) y se acerca a la Convencion ´ y a Eulalio Guti´errez. Al fracaso de e´ sta se ve forzado a exiliarse en 19156 . A partir de este momento Guzm´an vivir´a una corta estancia en Nueva York donde editar´a la revista El Gr´afico y La Revista Universal. Fernando Curiel considera los anos ˜ que van de 1915 a 1918 como el periodo de formacion ´ gracias a la distancia que le permite reflexionar sobre la Revolucion ´ y escribirla, primero desde el ensayo y posteriormente, en su exilio madrileno, ˜ a trav´es de la ficcion. ´ 7 En esta revista aparecen los nombres de Pedro Henr´ıquez Urena, ˜ Alfonso Reyes, Diego Rivera, Nemesio Garc´ıa Naranjo, Antonio Caso y Alfonso Cravioto entre otros. 8 Intelectual mexicano, que junto con Benito Ju´arez, crea la Escuela Nacional Preparatoria, bajo los estatutos de una educacion ´ laica y positivista. 9 La Universidad Popular de M´exico, fundada en 1912, no recib´ıa subsidios del gobierno. Su primer Rector fue Alberto J. Pani; vicerrector, Alfonso Pruneda y Mart´ın Luis Guzm´an, secretario. 10 Ministro de Instruccion ´ Publica durante la presidencia de Porfirio D´ıaz. 11 Rodo´ se inspira en la figura de Prospero, personaje principal de La ´ tempestad (1611), obra de teatro de William Shakespeare, para representar una determinada pol´ıtica cultural que pudiera hacer frente al progreso economico y pol´ıtico de Estados Unidos sobre el resto de los pueblos ´ americanos (Moreno-Dur´an, 481). En la imagen de Prospero Rodo´ agrupa ´ los valores espirituales de una elite letrada cuya funcion ´ ser´ıa guiar el progreso democr´atico no en aras de un progreso material sino m´as bien cultural; es decir, basado en los valores cl´asicos. 12 Fierro se acerca al narrador, para pedirle una entrevista a puerta cerrada y “confesarle” el fusilamiento que esa madrugada hab´ıa hecho. La narracion ´ del caudillo se convierte en un homenaje a la valent´ıa con la que David Berlanga asume su destino. Fierro concluye el episodio afirmando: “¡Qu´e hombre m´as valiente Berlanga!” (404). 13 Guzm´an pasa del maderismo al carrancismo, luego al villismo para finalmente inclinarse a la Convencion ´ de Aguascalientes con el fin de dejar a Villa y crear una alianza con Obregon, ´ siempre y cuando e´ ste ultimo rompiera relaciones con Carranza. Esto no ocurrir´a sino hasta 1919, ´ cuando Obregon ´ lanza su candidatura como presidente de la Republica. ´ 14 Valent´ın Gama (1868-1942) fue rector de la Universidad de M´exico en 1914 y nombrado por Eulalio Guti´errez Secretario de Fomento. Bibliograf´ıa Bruce-Novoa, Juan. “La novela de la Revolucion ´ Mexicana: La topolog´ıa del final.” Hispania 74.1 (Mar 1991): 36-44. Catelli, Nora. El espacio autobiogr´afico. Barcelona: Lumen, 1991. 107

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