“Prólogo” a Cándido María Trigueros, Cíane de Siracusa o Los Bacanales

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Descripción

Cándido María

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oLos Bacanales ÁLVAROIBÁÑEZCHACÓN Estudio preliminar y edición critica

Ibáñez Chacón, Á1varo K;ándido María Trigueros, Ciane de Siracusa o Los Bacanales I Estudio prelí minar y edición crítica Á1varo Ibánez Chacón. - Cádiz : Universidad de Cádíz, Editorial UCA, 2015. 262 p. : il, ; 24 cm. - Manuales. Filosofía, Filología y ¡Lingüística D.L.: CA468-2015.

- ISBN: 978-84-9828-537-6

1. Trigueros, Cándido María, 1736-1801-Crítica ~ad de Cádiz, Editorial UCA

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Esta obra ha superado un proceso de evaluación ciega, externa y por pares Primera edición: 2015 Edita: Editorial UCA Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz CI Doctor Marañón, 3 - 11002 Cádiz (España) servicio. uca.esl publ icaciones [email protected] © El autor © Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2015 Imagen de la cubierta: Ms. 83198 del Institur del Teatre de Barcelona (fol. 1r) Maquetación e impresión: Tórculo Andalucía ISBN: 978-84-9828-537-6 e-ISBN: 978-84-9828-541-3 Depósito Legal: CA468-2015

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índice

Prólogo Ramiro González Delgado •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 11

Presentación

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l. Estudio preliminar

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1. Cándido María Trigueros, «un escritor ilustrado» 1.1. Breves apuntes

A...................................

biográficos................................................................................................

21 21

1.2. Trigueros: polígrafo, erudito y polemista......................................................................

23

1.3. Obra dramática.......................................................................................................................

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2. Cíane de Siracusa o Los bacanales: una tragedia 2.1.

neoclásica

Ars vs. Ingenium

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2.2. Partes de calidad de la tragedia 2.3. Partes de cantidad

29

(estructura

37 formal)

86

2.4. Temática.................................................................................................................................... 94

3. La presente edición......................................................................................................... 98 11. Referencias bibliográficas..............................................................................

105

1. Abreviatu ras....................................................................................................................... 105 2. Fuentes

105

3. Estudios

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111. Cándido MaríaTrigueros, Cíane de Siracusa o Los Bocana/es..................... Carta-Prólogo I Carta-Prólogo

11.......................................................................................................................

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Prólogo

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Ciane de Sir acusa o Los Bacanales es un título atractivo e intrigante para los estudiososde la literatura. Por un lado, la protagonista no es un personaje conocido por el gran público, lo que incita a indagar en su historia; por otro, la forma masculina del artículo del segundo título nos lleva a épocas pretéritas en las que, en lugar de tomar como referencia las fiestas del dios Dioniso, conocido como Baca en el mundo romano, se toman sus ritos. Cándido María Trigueros, en el sigloXVIII, parecía tenerlo claro. Es un honor para mí que el Dr. Álvaro Ibáñez Chacón haya querido contar conmigo para prologar su edición de la Ciane de Trigueros, especialmente porque nosencontramos ante una obra de teatro inédita por partida doble, pues nunca se ha representado ni publicado. Estamos, por lo tanto, ante la primera edición de una obra escrita hace 250 años, en 1765, y que hasta ahora únicamente era conocida a través de manuscritos. El editor ha contrastado cuatro de ellos, dejando constancia de esa ingente labor en las variantes textuales que podemos apreciar en las notas a pie de cada página. Confiamos en que pronto, con este libro ya publicado, la obra sea llevada a escena. Sin lugar a dudas, esta edición contribuye a un mejor conocimiento de los estudios literarios del siglo XVIII. A pesar de que en la presentación de la obra Ibáñez Chacó n habla de las «limitaciones que impone el no ser especialista en la materia», tenemos en nuestras manos un trabajo serio y riguroso, que cuenta con una excelente y completa introducción que se detiene en todos los aspectos concernientes a la obra. Su formación filológica se lo ha permitido, aunque ésta seala de un clasicista, en lugar de la de un hispanista. Si a la tragedia de Trigueros el editor ha llegado gracias a su estudio de los Parallela minora atribuidos a Plutarco, creemos que su edición se enriquece precisamente gracias a esta formación, perceptible en el uso de los manuscritos y la bibliografía secundaria

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o, sobre todo, en el estudio de las fuentes y de las pinceladas de tradición clásica que salpican toda la introducción. Ciertamente, uno de los referentes de la tragedia neoclásica española es la Antigüedad grecolatina. El mundo griego y romano ofrece un buen número de ejemplos, procedentes de la historia o del mito, que se adaptaban bien tanto a la nueva mentalidad ilustrada como a los gustos de aquella época. El hombre ilustrado se consideraba heredero de la tradición cultural de la Antigüedad clásica, llegando incluso a evocar y tener en cuenta estos modelos del pasado a la hora de dramatizar la historia nacional. En nuestro caso, fruto también de la erudición de la época, Cándido María Trigueros toma unos personajes que no son históricamente muy conocidos, recurriendo a una leyenda local que el autor de los Paralella minora nos lega. Sin embargo, no es el único texto que tiene como fuente esta historia pseudoplutarquea. Ya en el siglo XVI, por ejemplo, Juan de Espinosa publicó en Milán en 1580 una obra titulada Diálogo en laude de las mujeres. Ginaecepaenos. En ella, junto a Cíane aparece su «paralela» latina Medulina, hija de Aruntio, ambas como ejemplo de mujeres virtuosas que terminan matando a sus padres porque las han violentado. Por tres veces el autor recurre a esta historia y siempre asociadas entre sí, a diferencia de lo que encontramos en Trigueros, que omite a Medulina y recrea únicamente la historia de Cíane. Estamos, por tanto, ante una historia fabulosa que ni es propiamente historia ni mito. En el imaginario clásico podemos encontrar otros relatos similares, pero no idénticos. Así, la de Cíane y Cianipo recuerda en parte a la historia de Orión, Enopión y Mérope que podemos leer, por ejemplo en la Biblioteca mitolágica atribuida a Apolodoro (14.3). El gigante Orión, excelente cazador, se enamora de Mérope, hija de Enopión. Éste prometió a Orión la mano de su hija si conseguía librar sus dominios de las fieras y bestias salvajes que provocaban graves estragos. El gigante cumplió su tarea, pero el rey no estaba dispuesto a cumplir su palabra pues, en secreto, estaba enamorado de su propia hija. Debemos señalar que Enopión tenía ascendencia divina, era hijo de Ariadna y Dioniso y reinaba en Quíos. Por parte de padre, hereda intensas y ocultas pasiones y produce un vino excelente y puro, más fuerte que cualquier otro. Enopión le dice a Orión que todavía quedan fieras salvajes en los alrededores y siempre encuentra una excusa para no entregar a su hija. Una noche, el frustrado Orión pilló una gran borrachera bebiendo el vino de Enopión y, bajo los efectos de Dioniso, entró en el dormitorio de Mérope y la violó. Por este motivo, Enopión se venga de Orión sacándole los ojos y abandonándolo en una playa. De la muchacha no volvemos a saber nada y del hombre, que recuperará la vista más tarde, con la ayuda de los dioses.

PRÓLOGO

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pinceladas de tradición clásica

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PRÚLOGO

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Sin embargo, no aparecen en el imaginario mítico historias de padres que violan a sus hijas. Si sucediera algo semejante, se debería a un castigo de la diosa del amor, Afrodita. Así, el único mito que pretende recrear estos amores incestuosos es el de Fedra, que quiere unirse a su hijastro Hipólito y no lo consigue; en sentido inverso, el de Mirra que, sintiendo una intensa atracción por su padre, recibe de su nodriza el consejo para tener encuentros furtivos con él. .. hasta que su padre, Tías o Cíniras según las versiones, descubre la identidad de su amante y la persigue para darle muerte. Mirra invoca la protección de los dioses, que la transforman en el árbol que lleva su nombre y, como fruto de esos amores incestuosos, nacerá de su madre metamorfoseada en árbol el bello Adonis. Si ya la historia de Cíane es única en la Antigüedad, en la pieza de Trigueros que aquí nos ocupa, desde el punto de vista de la tradición clásica, tanta importancia tiene esta historia transmitida por el falso Plutarco como el Edipo Rey de Sófocles. Si de la primera toma la base del argumento, en la segunda se inspira para desarrollar la trama. Trigueros hace a Cianipo rey de Siracusa y éste, al igual que Edipo, trata de buscar la causa de la peste que asola su ciudad, sin saber que a quien busca realmente es a sí mismo. Cuando al final se revela todo gracias a un puñal y a un anillo, a diferencia del testimonio del criado rebano, el siracusano no se provocará tanto dolor sacándose los ojos y autocondenándose al destierro, como hace Edipo, sino que beberá voluntariamente el veneno. También vemos huellas en Ciane de las Bacantes de Eurípides. El rey tebano Penteo desprecia al dios del vino y éste lo castiga, siendo despedazado por su propia madre. Aquí será Cianipo quien desprecia a Dioniso yel dios lo castiga, provocando que bajo su «éxtasis» viole a su hija, sin darse cuenta, como la Ágave euripidea, de contra quién ha atentado. Por otro lado, la tragedia refleja la dicotomía filosófica y literaria entre lo apolíneo y lo dionisíaco que más de un siglo después teorizará Nietzsche en su libro EL nacimiento de La tragedia (1872). Esta oposición tiene su importancia en el siglo xviii, el siglo de la Razón por antonomasia. Cuando la pasión domina al hombre, cuando Dioniso hace suyo a Cianipo y lo castiga por haber pecado de hybris, Apolo, ante semejante transgresión, envía una peste contra la ciudad de Siracusa. En la acción del Rey, la voz de la Razón queda silenciada. El desastroso efecto de la pasión dionisíaca ha erradicado en el hombre su natural amor a la virtud. Este personaje, el guía de su ciudad que debe servir de inspiración a los miembros de su comunidad, se convierte en un corrupto que ha cometido, sin ser consciente de ello, un «pecado» nefando. La víctima de su acción es su propia hija, el personaje modélico: una muchacha virtuosa que lo sacrifica todo por el bien de su pueblo. El desenlace de la obra hay que entenderlo como la solución lógica y razonable, en el contexto de la época, a esa tensa situación que el destino ha provocado. Como en muchas tragedias

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del siglo XVIII, se pone en escena el hundimiento de un personaje poderoso a causa de sus pasiones descontroladas (en este caso provocadas por el dios Dioniso). En el drama, el individuo se enfrenta consigo mismo y cuando en el acto final es consciente de sus acciones, provoca su propia destrucción. En este sentido, la Ciane de Siracusa tiene una finalidad moralizante, al justificar cómo la justicia divina termina imponiéndose sobre las acciones humanas, para que nada ni nadie quede sin castigo. Aunque las divinidades sean paganas, éstas salen mal paradas a lo largo de toda la obra, pues por culpa de un dios vengativo se ha forjado toda la tragedia. Además, los dioses griegos son desacreditados incluso por los protagonistas, como por ejemplo cuando Cíane dice «[Vete, por las deidades que maldigo!» (v, 1205). Los potenciales espectadores de la obra se apiadarían de los personajes porque, en esa ambientación histórica, todavía no conocían la fe verdadera y, de haber creído en un único dios cristiano, la tragedia no habría tenido lugar. Por otro lado, asociada a la divinidad, se encuentra la justificación de la monarquía, institución divina y necesaria en el contexto de la época y que en la obra recibe un claro apoyo, cuando Cíane se pregunta a sí misma: ¿ha de quitar la vida en nombre de ellos a quien está ejerciendo en Siracusa las veces de teniente de los Cielos?

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que, en todo caso, justifica y acción (poner en escena un in de la cronología, la decencia J Cíane contra su Rey, la muert sanas, la presencia del coro, L pasiones humanas, la descripci Todos estos argumentos nos 1 que se encuentra constreñido especialmente porque tambiér pueda ver la luz. Queremos terminar este 1 Chacón, por embarcarse en es ción, anotaciones y estudio in la Universidad de Cádiz, que p dido entre los archivos de un o solo la figura de Cándido Marl de la tragedia neoclásica españ

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En este aspecto, debemos tener en cuenta que la Ilustración jamás atentaría contra los principios fundamentales de la monarquía y de la religión católica, especialmente porque la censura no daría el visto bueno a la obra. Vemos, por tanto, que la tragedia que aquí se presenta respira neoclasicismo por todos lados y constituye una muestra clara del drama del siglo de las luces. No se trata de la mejor obra de Cándido María Trigueros, un autor del que sabemos que tradujo a varios poetas griegos (Sófocles, Safo, Anacreonte, los bucólicos... ) y que su biblioteca contenía volúmenes de Plutarco, pero sí una apuesta muy interesante desde el punto de vista de la recepción clásica y que cumple a rajatabla con todas las unidades, más que clásicas, neoclásicas. Es un acierto del editor haber incluido en esta edición la interesantísima cartaprólogo del autor, en especial la completa segunda versión. En ella Trigueros escribe una auténtica poética en la que nos habla de la fuente que propició el drama, argumentando las innovaciones y licencias poéticas que ha llevado a cabo; de los personajes y sus peripecias, sin olvidarse de la presencia y justificación del coro; de las reglas de las tres unidades, especialmente de la acción y el manejo que realiza de la trama en aras de la expectación yel interés; de la decencia y del decoro en lo que atañe a costumbres, usos, pensamiento y religión ... Tampoco se olvida de una serie de doce «defectos» que se le pueden achacar a la obra, pero

Este prólogo se adscribe al proye colatina en España FFI2013-4197

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que, en todo caso, justifica y por los que pide disculpas: la calidad moral de la acción (poner en escena un incesto, un parricidio o dioses paganos), la exactitud de la cronología, la decencia poética, la elocuencia de las pasiones, la osadía de Cíane contra su Rey, la muerte a vista de todos, los diálogos de más de tres personas, la presencia del coro, la extensión de la primera escena, la pintura de las pasiones humanas, la descripción de la peste y las costumbres que refleja la Ciane. Todos estos argumentos nos permiten, además, reflexionar sobre el corsé por el que se encuentra constreñido el autor neoclásico a la hora de componer su obra, especialmente porque también debe someterse a la censura si quiere que su pieza pueda ver la luz. Queremos terminar este prólogo felicitando tanto al editor, el Dr. Ibáñez Chacón, por embarcarse en esta ardua tarea de cotejo de manuscritos, transcripción, anotaciones y estudio introductorio, como al Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, que permite que el buen trabajo realizado no quede perdido entre los archivos de un ordenador y llegue al gran público, revitalizando no solo la figura de Cándido María Trigueros, sino también la difusión y los estudios de la tragedia neoclásica española. RAMIRO

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Este prólogo se adscribe al proyecto de investigación colatina en España FFI2013-41976-P.

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