Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauritania Tingitana

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Descripción

Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

EN PORTADA: Foro romano.

SIGNIFER LIBROS Gran Vía, 2-2º SALAMANCA Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-05-8 PVP. 35,00 €

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

No parecen haber existido dudas en la historiografía tradicional acerca del carácter fuertemente centralista del Estado romano, tanto en época republicana como imperial. Sin cuestionar la realidad histórica de las bases estructurales que permiten confirmar en gran medida esta visión, resulta imprescindible analizar cómo se percibía, se asumía o, en otros casos, se escamoteaba, el poder central en la periferia del mundo romano y en el ámbito provincial y local. ¿Qué tipo de relaciones imperaba entre los poderes centrales y locales en el mundo romano a lo largo de sus diferentes períodos históricos? ¿Qué grado de concomitancia, de sumisión o de desconfianza, pudo haber existido, según los momentos y los lugares, entre el epicentro del poder y la estructura tentacular que caracterizaba a la órbita política romana? Para dar respuesta a estas preguntas será forzoso entender la categoría conceptual de “órbita política” en un sentido amplio en relación con los diferentes mecanismos y estructuras del poder establecido, de modo que podamos acercarnos a las diferentes variables de dicho poder en sus vertientes administrativa, económica, jurídica o religiosa, siempre que guarden relación (incluso antagónica o contestataria) con la oficialidad estatal.

Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana

Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL: DOS REALIDADES PARALELAS EN LA ÓRBITA POLÍTICA ROMANA

Actas del XII Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

SIGNIFER vLibros

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL Dos realidades paralelas en la órbita política romana

MADRID – SALAMANCA 2015

SIGNIFER LIBROS SIGNIFER Monografías de Antigüedad Griega y Romana 45

SIGNIFER Libros

EN PORTADA: Vista del Foro Romano

ACTAS DEL XII COLOQUIO DE LA ASOCIACIÓN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID LOS DÍAS 19-21 DE NOVIEMBRE DE 2014

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© De la presente edición: Signifer Libros 2015 Gran Vía, 2, 2ºA. SALAMANCA 37001 Apto. 52005 MADRID 28080 ISBN: 978-84-16202-05-8 D.L.: S.242-2015 Diseño de páginas interiores: Luis Palop Imprime: Eucarprint S.L. – Peñaranda de Bracamonte, SALAMANCA.

Índice

Gonzalo Bravo y Raúl González Salinero Introducción��������������������������������������������������������������������������������������������������������11

Sobre fuentes y su interpretación José d’Encarnação Roma y Lusitania: ¿dos poderes paralelos?��������������������������������������������������������19 Fernando Fernández Palacios Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses�������������������������������31

El poder en las ciudades Alfonso López Pulido El gobierno de las ciudades griegas como ficción política................................. 51 Marta González Herrero Evidencias del intervencionismo del poder central en la integración del extranjero en las ciudades romanas....................................... 69 Mauricio Pastor Muñoz y Héctor F. Pastor Andrés Poder político y social de los aediles en los municipios de la Bética................ 81

Índice

En Italia y las provincias Enrique Hernández Prieto Hispania: 206-197 a. C.: ¿dentro o fuera de Roma?........................................ 107 Juan Luis Posadas La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en el año 73 a. C................................................ 123 Alejandro Díaz Fernández Dum populus senatusque Romanus uellet? La capacidad de decisión de los mandos provinciales en el marco de la política romana (227-49 a. C.).................................................................................................... 135 Alejandro Fornell Muñoz Intervención del Estado romano en la producción y comercialización del aceite bético................................................................. 153 Enrique Gozalbes Cravioto Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauretania Tingitana................ 169

En la Roma imperial Pilar Fernández Uriel Domiciano, el administrador eficiente.............................................................. 189 Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar........................................... 203

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Índice

En la Roma tardía Gonzalo Bravo Gobierno central y autonomía local: ¿dos poderes antitéticos en el Occidente tardorromano?.................................. 237 Francisco Javier Guzmán Armario Urbes y poder central en la Antigüedad Tardía: los casos de Alejandría, Antioquía y Constantinopla....................................... 251 Raúl González Salinero Indisciplina y resistencia a la autoridad romana en la Iglesia dálmata: Gregorio Magno y la sede episcopal de Salona................................................ 263

Comunicaciones Helena Gozalbes García Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?.......................... 285 David Soria Molina Arabia Petraea, de reino cliente a provincia romana (63 a. C.-106 d. C.)........................................................................................... 313 José Ortiz Córdoba Vespasiano y los saborenses: el traslado al llano de la ciudad de Sabora....................................................... 331 Diego Mateo Escámez de Vera La lex Narbonensis y la centralización del culto imperial en época Flavia.................................................................... 355

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Índice

Carles Lillo Botella Patriarcas y emperadores: judaísmo y poder político tras la destrucción del Segundo Templo........................................................... 375 Héctor Valiente García del Carpio Los confines del Imperio: Olbia del Ponto y el mundo romano entre los siglos I y IV d. C. .................... 395 Begoña Fernández Rojo Advertencias de un «anónimo» al emperador: causas de la aparición del De rebus bellicis..................................................... 409 Elisabet Seijo Ibáñez El desafío del poder local al poder central: la disputa entre el obispo Ambrosio de Milán y la emperatriz Justina............. 423 Nerea Fernández Cadenas Las relaciones entre los vándalos y el Imperio romano de Occidente: ¿política destructiva o diplomática? El caso de las damas imperiales............. 443 Agnès Poles Belvis El patronato imperial y episcopal en la relación entre poderes: el caso de Porfirio de Gaza y sus embajadas a Constantinopla........................ 453

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Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauretania Tingitana Enrique Gozalbes Cravioto Universidad de Castilla-La Mancha

Introducción El África romana se muestra ante nuestros ojos desde la imagen de una auténtica paradoja. En la misma encontramos unas evidencias muy claras de la existencia de unos territorios y ciudades que indican que existió una intensa transformación romanizadora, es decir, una potente inserción en los moldes de vida y organizativos que eran propios de Roma, y que han ocasionado la valoración positiva de la actuación romana1. Pero no es menos cierto que de igual manera existen unas notables evidencias de la existencia de justamente lo contrario, es decir, de la perduración o bien de la fijación de unos estilos de vida diferentes, alejados de los moldes romanos de la economía campesina, y de las características de la vida urbana. Los datos difieren según los momentos, pero esta imagen de fuerte contraste en lo que se refiere a los habitantes se manifiesta de forma diferencial según los territorios. En los siglos III y IV la Expositio totius mundi et gentium reflejaba la existencia en las zonas del Sur-Este del África Proconsular de unas gentes bárbaras que eran los Macizes, silencia la presencia de «bárbaros» en el África Proconsular (pese a que critica el carácter de sus habitantes) y en la Numidia, y finalmente sobre las Mauretanias indicaba que, pese a estar sometida al poder de los romanos, los hombres que allí habitaban tenían unas costumbres y formas de vida propias de los bárbaros2. Un país sometido al dominio de Roma, integrado en su imperio, pero con unos habitantes que en buena parte mantenían el estatus de bárbaros. Este hecho refleja que la presencia de Roma en la Tingitana tuvo unas características que se enmarcan en una ocupación de tipo colonial. El extremo occidental del África mantuvo sin duda un notable carácter específico que resulta necesario destacar. Nuestro trabajo estará centrado en la relación que un pueblo moro concreto, el de los baquates, mantuvo con las autoridades provinciales romanas. Centraremos sobre todo el análisis en la epigrafía del municipio romano de Volubilis, en la que aparece la existencia 1 2

Picard, 1959; Romanelli, 1959; Decret y Fantar, 1981; Le Bohec, 2005. Expositio totius mundi, LX-LXII.

G. Bravo y R. González Salinero (eds.), Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana, Signifer Libros, Madrid, 2015 [ISBN: 978-84-16202-05-8], pp. 169-185.

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de entrevistas entre el procurador provincial y el príncipe baquate en los siglos II y III3. Se trata, por tanto, de un aspecto referido a las zonas marginales del imperio, y que se concretan en unas formas de sometimiento/colaboración que reflejan un caso peculiar en el ámbito meridional de la Tingitana. Romanización y mundo indígena en Mauretania Tingitana En el caso de la Mauretania Tingitana la investigación arqueológica ha mostrado la presencia de una serie de ciudades con sus prósperos campos, por un lado, como evidencian los restos materiales de Volubilis, de Sala o de Lixus, pero también otras zonas de vacío de ocupación romana y que constituyen los medios naturales que expresan esa contradicción poblacional que hemos señalado4. En el primer caso debe indicarse que las ciudades no fueron precisamente muy numerosas en el territorio provincial, no sobrepasando la veintena. Respecto al segundo grupo de zonas geográficas diferentes, en el caso concreto de la Tingitana encontramos naturalmente las montañas, en el Rif y en el Atlas, las estepas resecas de amplísimas regiones como en el corredor de Taza, las zonas solitudines (desérticas) del Sur-Oeste, los territorios pantanosos del valle del Sebou, o el inmenso bosque de La Mamora, territorios todos ellos que marcan esas realidades de una dura geografía que afectó mucho a la voluntad y a las posibilidades de la ocupación romana. En múltiples ocasiones se ha relacionado esta dicotomía con lo que en la época del inicio del Protectorado franco-español se denominó el «Marruecos útil» (en denominación de H. Liautey). Y ello junto con otra evidencia que asoma a los ojos del investigador como es la de los avances hacia el Norte del proceso de desertización del Sahara, que sin duda influyó de forma creciente en determinadas poblaciones. Si respecto a los primeros habitantes se han producido estudios particularmente relevantes, que incluyen un amplio registro arqueológico de algunas de las ciudades del Marruecos romano, sin embargo en lo que se refiere a los otros habitantes, los no asimilados al modo de vida urbano, por el contrario carecemos de un registro material que nos permita un conocimiento adecuado. Es obvio que estos habitantes de zonas marginales existieron, según manifiestan las fuentes literarias, y en parte las epigráficas, pero la ausencia de datos arqueológicos sirve de duro contraste respecto a esa importancia que debieron tener estas gentes en época romana5. Ese déficit de la información en algunas ocasiones se ha relacionado con la existencia de poblaciones nómadas que no dejan huella arqueológica, y en general como aquello que se ha denominado la resistencia a la 3

La ciudad de Volubilis tuvo una población cuya mayor parte favoreció la intervención romana en la guerra de conquista en época de Calígula y Claudio, lo que hizo que éste lo premiara con su conversión en municipio romano. Es muy probable que al menos en el siglo III Volubilis fuera la capital de la provincia de la Tingitana, por la gran cantidad de epígrafes imperiales y del procurador allí documentados en contraste con Tingi. Sobre Volubilis la bibliografía es muy numerosa, vid. sobre todo las aportaciones de Risse, 2001 y Panetier, 2012. 4 No existe una síntesis arqueológica completa acerca del Marruecos romano. Un amplísimo repertorio bibliográfico sobre el Marruecos antiguo hasta la fecha de su elaboración puede encontrarse en Brouquier-Reddé y Lenoir, 2000. 5 Gozalbes Cravioto y Gozalbes García, 2014.

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romanización, que a la larga terminaría triunfando en el Norte de África6. Sin embargo, debe indicarse que parece prioritaria la investigación en estos territorios en busca de un registro material acerca de estas poblaciones indígenas no asimiladas al sistema romano. En el caso de las Mauretaniae en general, y de la Tingitana en particular, las cuestiones referidas a la romanización y a las pervivencias-resistencias siempre aparecen como fenómenos que eran particularmente relevantes en el desarrollo de la vida provincial. Ya desde los primeros estudios acerca del África romana se concluyó que la romanización o transformación de la vida indígena fue decreciente en intensidad desde Túnez a Marruecos en sentido Este-Oeste7. Es cierto que en torno al propio y muy difundido término «romanización» puede establecerse toda una amplísima discusión epistemológica y conceptual, que más allá de su tradición ya muy extensa, tiene una buena representación en un reciente trabajo crítico de P. Le Roux8, pero no lo es menos que todas las investigaciones posteriores han tendido justamente a confirmar esa primera conclusión de una menor transformación cultural de los grupos indígenas de la Mauretania Tingitana. En efecto, los datos más potentes sobre las transformaciones en la vida urbana, en la economía campesina, en la cultura, en el desarrollo de literatos, o en el número de los obispados cristianos en época ya avanzada, apuntan justamente a ese decrecimiento desde el África Proconsular a la Tingitana, en la que el cristianismo ocupó una posición claramente marginal. Ello significa que en el África Proconsular la transformación que supuso la romanización, ocupación o dominio romano, fue muchísimo más intensa que en la Mauretania Tingitana9. La proporción de las ciudades respecto al territorio en la Tingitana es aproximadamente de un 25%, como mucho, que en el África Proconsular, y también en términos relativos algo menos que un 20% en comparación con la cercana provincia hispana de la Bética. Con toda probabilidad la propia conceptuación romano-céntrica subyacente al concepto de romanización conduce a deformar la perspectiva. Desde la visión de Roma como poseedora de una voluntad transformadora de carácter positivo, empeñada en la misma, es indudable que el protagonismo negativo se encuentra en las fuerzas reactivas, es decir, en aquellos amplios grupos indígenas que no se asimilaron a la vida urbana. Las razones de esa negación o resistencia podrían buscarse en factores diferentes, que llegarían incluso en el caso que nos ocupa a lo que Ramsay Macmullen, en un trabajo ya antiguo, definía como mantenimiento de una forma de ser o carácter10. Pero no es menos cierto que la interpretación sobre la Mauretania Tingitana, como acerca de otros territorios del Norte de África, puede realizarse desde otra visión bastante diferente: las limitaciones de la propia actuación romana en relación con determinados territorios y 6

Bénabou, 1976. Mesnage, 1911. 8 Vid. sobre todo muy recientemente Le Roux, 2014. Sobre el Norte de África, Pflaum, 1974, y sobre el concepto de romanización y sus valoraciones remitimos a la Tesis Doctoral de Crespo Mas, 2008. 9 Sobre la romanización de Mauretania Tingitana hemos realizado análisis y puestas a punto en diversas ocasiones anteriores. Vid. Gozalbes, 2010a y 2010b. 10 Macmullen, 1967. 7

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sus habitantes. Y también, por supuesto, deben tenerse en cuenta los movimientos de entrada de poblaciones desde el otro lado de la frontera. Baquates y romanos El pueblo de los baquates, que eran una de esas gentes moras que caracterizaban la imagen de la Mauretania Tingitana, que aparece mencionado por diversas fuentes literarias de época imperial, comenzó a ser conocido en el siglo XIX por la aparición en Argelia de un epígrafe que documentaba su ataque a la colonia romana de Cartennae. En este sentido, en la obra de René Cagnat tan sólo hay referencia a que este pueblo de la Tingitana penetró profundamente en la Cesariense para atacar la colonia romana11. En un principio estas simples menciones y su nombre condujeron a su identificación con los Barguata, una población bereber medieval que habitó al Sur de Rabat (en la región de la Tamesna). Sin embargo, las excavaciones de L. Chatelain dieron lugar en 1919 y 1920 al descubrimiento en Volubilis de varios epígrafes que mencionaban a este pueblo, documentos que fueron rápidamente publicados por ese investigador. Y más tarde, a través de la aportación histórica de J. Carcopino12, el pueblo de los baquates comenzó a estar presente en la historiografía como el pueblo moro principal de la provincia de la Mauretania Tingitana. El estudio de Carcopino partía de la tesis de su “acantonamiento” en la Tingitana en época de Adriano, y reflejaba con claridad que se trataba de un componente consustancial en la problemática del Marruecos romano. Como indicamos, la epigrafía de Volubilis recoge un conjunto de textos en los que se refieren de forma directa o indirecta los tratos diplomáticos desarrollados por las autoridades romanas con los dirigentes del pueblo de los baquates13. Como hemos señalado, acerca del mismo conocemos algunas referencias literarias y sobre todo un conjunto de menciones epigráficas acerca de las que trataremos seguidamente14. Los estudios realizados acerca de la ubicación de este pueblo son plenamente coincidentes al señalar que el mismo ocupaba las áreas montañosas del «Moyen Atlas»15, si bien las menciones de las fuentes literarias al río Moulouya nos hace considerar indiscutible que también ocupaban las tierras del Oued Inaouenne y corredor de Taza. Su relación con los beréberes Barguata de la Edad Media es poco verosímil ya que su ubicación territorial no era la misma, ni tampoco parece fácil la derivación del nombre al árabe. 11

Cagnat, 1912, p. 55. Carcopino, 1943. 13 La primera inscripción conocida sobre los Baquates en Volubilis apareció en 1919, a unos 50 metros de la puerta Este del decumanus Maximus; se trata del epígrafe datado en 277. La inscripción más reciente en el tiempo, la del 280, fue hallada al año siguiente muy cerca del lugar anterior; Chatelain (1942, pp. 14-15) que consideraba que se documentaba a una tribu «bien connue par son ardeur belliqueuse». Ya Martinière en el siglo XIX había hallado un epígrafe referido al conlocutus cum Princ(ipe) gentium que, al no tener el nombre del pueblo, no llamaba la atención. 14 Desanges, 1962, pp. 28-31. 15 Cuestión planteada inicialmente por Carcopino, 1943 y Thouvenot, 1945. Vid. sobre todo Hamdoune, 1993, pp. 264-266. De hecho, debe tenerse en cuenta que parece clara su relación territorial próxima con la región de Volubilis. 12

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La serie documental básica acerca de los baquates, la más interesante, es sin duda la constituida por los textos epigráficos acerca de los coloquios desarrollados por su príncipe con las autoridades romanas. Pero los mismos se completan con otros, uno que al ser de la propia Volubilis integraremos en el análisis posterior, así como otros dos que son de características diferentes, hallados fuera de la Tingitana y que también aluden a este pueblo en un contexto muy diferente al de Volubilis: su primera aparición se produce en un pedestal de Ténès (Argelia) que carece de una fecha concreta, pero que por criterios diversos comúnmente se ha datado entre el 117 y el 122. En este pedestal se alude el ataque de este pueblo contra la colonia de Cartennae, agresión solucionada por la valerosa acción del duumviro local16. El epígrafe textualmente indica inrup[tio]ne Baquatium coloniam, una expresión que señala el ataque desde el exterior protagonizada por los miembros de este pueblo (en genitivo), que hasta ese momento era totalmente desconocido. Así pues, los baquates llegaron a la colonia romana desde el exterior, por lo que no pueden ponerse en relación directa con ese territorio. La cronología fijada por Carcopino, y aceptada como communis opinio, predetermina la posible explicación de este ataque producido en unos momentos concretos en los que obviamente el pueblo de los baquates constituía un peligro para el orden romano, en la medida en la que se trata de la única mención expresa a un enfrentamiento armado. En fechas muy recientes C. Vanacker ha puesto en relación este levantamiento de los baquates con la deposición y el asesinato del general Lucio Quieto por orden de Adriano que temía que aspirara al imperio, por cuanto los baquates podrían formar parte esencial de sus tropas (especialmente de caballería) moras17. Este hecho podría encontrarse reflejado en el oscuro pasaje referido a que sublatis gentibus Mauris quos regebat18: Quieto logró la sublevación de las tribus (gentibus) de los moros a los que gobernaba (regebat). No ha sido ésta lógicamente la primera ocasión en la que se ha puesto en relación el final trágico de Lucio Quieto y el ataque de los baquates a Cartennae. La mayor dificultad se encuentra sin duda en el desconocimiento del lugar de asentamiento de loa baquates con anterioridad al episodio. De hecho es muy dudoso que el mismo en realidad correspondiera al mismo territorio en el que se asentaron con posterioridad, ya que Plinio en su descripción de la Tingitana los silencia, y en su marco etnográfico no entra esa situación. Los datos al respecto parecen señalar que a partir del primer momento en que hacen aparición en la epigrafía volubilitana, en el año 140, eran unos recién llegados. No obstante, queda en pie la posibilidad de que efectivamente fuera un pueblo importante de los límites meridionales de la Mauretania Cesariense, desplazado después a la Tingitana. 16

CIL VIII, 9663; Frézouls, 1957, p. 66. Vanacker, 2013. Debe tenerse en cuenta la importancia del personaje, que combatió durante décadas al servicio de Roma, de tal forma que al mando de su caballería mora aparece en la Columna de Trajano. Su posición fue tan importante que aparentemente llegó a aspirar al Imperio. Sobre su origen no quedan dudas, puesto que Dion Cassio (LXVIII, 32) señalaba de una forma expresa: «Lucio Quieto era un moro, él mismo jefe de los moros». Así pues, se trataba de un no romano de origen, procedente de una tribu ajena al imperio, siendo dirigente de esos moros. También Themistius (Discursos, ed. Downey, p. 294) documentaba que era un moro natural de qwcnyn, un topónimo sin duda corrupto de una interpretación más que dudosa. 18 SHA, Vita Hadriani, V, 1, 2. 17

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Por otra parte, es cierto que no puede descartarse una cronología algo anterior del episodio, es decir de la época de Trajano, lo cual descartaría la relación de los baquates con el origen y con las tropas de Lucio Quieto. Este hecho es importante para el análisis por cuanto no parece fácil por la distancia que un pueblo de la Tingitana atacara Cartennae, territorio muy distante, y el propio hecho de que no los cite Plinio hace más verosímil el pensar que en esos momentos estas gentes todavía no se hallaban presentes en la Tingitana19. De hecho J. Carcopino consideró que su asentamiento en la Tingitana fue producto de la acción romana, que de forma habilidosa planteó el acantonamiento de la tribu en una zona (el Medio Atlas y corredor de Taza) que no afectaba negativamente a la provincia. El segundo de estos documentos es el epitafio del hijo de Aurelio Canarthae, principis gentium Baquatium, que a la edad de 16 años falleció en Roma20. El epitafio figura bajo el encabezamiento de los Dioses Manes. En todo caso, debe señalarse que la lectura que aceptamos es la de Frézouls21, puesto que Carcopino prefería en el dudoso texto leer el nombre de Eili (en lugar de Fili). La fechación muy aproximada de este texto se produce por la mención de su padre en otro documento volubilitano. La presencia del hijo del príncipe baquate en Volubilis puede explicarse, sin respuesta definitiva, por su carácter de rehén para garantizar el orden, o bien como elemento de educación de las élites bárbaras. En cualquier caso, por tópico que ello pudiera ser, la dedicatoria a los Manes aparenta reflejar la integración en la religión romana que también aparece en los epígrafes volubilitanos. Fuera de estos documentos epigráficos, las únicas referencias a los Baquates se producen en alguna fuentes literarias, que por lo general de una época bastante avanzada de la época imperial. A partir de las mismas22 se deduce con claridad que los Baquates constituían, junto con los Macenitas, la principal población indígena de referencia en el área concerniente a la Mauretania Tingitana23. Por esta razón no puede extrañar el que la historiografía francesa y anglosajona, mucho menos en el caso de la española, se haya volcado en su análisis, a partir de la documentación epigráfica.

19

Christol, 2005, p. 13. CIL VI, 1800; Frézouls, 1957, p. 68, que en función del príncipe baquate y restantes documentos indica una cronología posterior al 180 y anterior al 200. 21 Frézouls, 1957, p. 68. 22 La primera mencion sobre los Baquates se produce en Ptolomeo IV, 1, 5 que los cita de acuerdo con su ubicación en dos columnas: en la primera señalaba que debajo de ellos se hallaban los macenitas, en la segunda que la relación eran Zegrenses, Baniubae y Baquates. 23 Se deduce claramente de una apostilla lateral al Itin. Anton, 1: A Tingi Mauretania id est ubi Bacavates et Macenites Barbari morantur. Por su parte Julio Honorio, Cosmog. A 47 afirmaba que el río Malva (Moulouya) transcurría en la Mauretania entre las tierras de los ba(r)vares y de los baquates y desembocaba en el Mediterráneo. La Lista de Verona, 13 mencionaba los pueblos existentes en la Mauritania: Mauri [quinque]gentiani, Mauri Macizes, Mauri Ba(r)vares, Mauri Bacuates. El Lib. Gener., 10 menciona: mauri baccuates et Massenas, Gaetuli, Afri qui e(s)t Ba(r)vares, Macizes. De este conjunto de menciones se deduce con claridad que en la Cesariense destacaban especilmente los Macizes y los Bavares, pero en la Mauretania Tingitana los pueblos bárbaros principales eran sobre todo el de los baquates y subsidiariamente el de los macenitas. 20

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Baquates y romanos Colloquia y paces romano-baquates Las referencias a las actuaciones diplomáticas de los baquates con las autoridades romanas son las siguientes: 1. Año 140. Dedicatoria al emperador por parte de Aelius Tuccuda, que es nombrado como princeps gentis Baquatium. Se trata de un gran bloque de forma rectangular, que es un altar dedicado al dios Júpiter y al genio y buena fortuna del emperador24. Así pues, destacamos que este primer documento de la serie escapa de las características que presentan los posteriores: el príncipe baquate rinde reconocimiento al emperador pero no alude a reunión alguna con el procurador provincial. Por tanto, el príncipe o bien acudió a Volubilis o bien ordenó erigir el altar como homenaje. Llámamos igualmente la atención al hecho de que este homenaje y altar refleja que de manera formal se reconocía no sólo el valor político de Roma sino también el componente básico de la religión romana. Si realmente el epígrafe de Ténès es del inicio del imperio de Adriano, y no de poco antes, aquí tenemos evidencia de una rápida integración del príncipe baquate en el sistema político romano. 2. Año 173/175. El procurador imperial Epidius Quadratus desarrolla su relación, conlocutus cum Ucmetio, principe gentium Maccenitum et Baquatium. Se trata de un altar que el texto muestra que estaba dedicado a Júpiter y al genio y buena fortuna del emperador25. Así pues, el documento sigue la senda del anterior en la dedicatoria religiosa, pero se introduce por vez primera el que el dedicante es el procurador como conmemoración de la entrevista con el príncipe que, en este caso, corresponde a dos pueblos (gentium), y los baquates aparecen citados en segundo lugar. La dedicatoria refleja nuevamente la aceptación como referente de la religión romana, un aspecto en estas consagraciones de ara pacis que ha destacado sobre todo Brahimi26. 3. Fragmento de inscripción del 169-175, ya aparecida en el siglo XIX, en el que se refleja que el procurador Aelius Crispinus conlocutus cum… principe gentium… La inscripción está dedicada al genio del emperador27. Así pues, tiene en común con la anterior, que es de la misma época, el que aparece como dedicante el procurador conmemorando la entrevista, y la aparición del plural gentium parece señalar que en este caso también aparecerían los dos pueblos antes mencionados. 24

IAM, 2, nº 376. IAM, 2, nº 384. la inscripción apareció en 1942 en el barrio N.E. de la ciudad, a unos 190 metros de las dos primeras inscripciones sobre los baquates en Volubilis aparecidas en 1919 y 1920. Fue inicialmente estudiada por Thouvenot (1945) quien consideraba que el epígrafe «nous renseigne sur les ennemis que Rome eut alors à combarte», pese a que indicaba que necesariamente un colloquium no se realizaba entre adversarios, pero el hecho de que se les convocara reflejaba una necesidad derivada sin duda de que acababan de ser vencidos, en relación con SHA, Vita Alex. Sev., LVII: actae sunt res feliciter et in Mauretania Tingitana per Furium Celsum… 26 Brahimi, 2007. 27 IAM, 2, nº 348. 25

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4. Año 180, Ara pacis en la que el procurador provincial Decimus Veturius Macrinus conlocutus cum Canartha principe constituto genti Baquatium. Se trata de un altar dedicado al genio del emperador28. Nuevamente se muestra en este caso esa superioridad del emperador romano en relación al procurador y al príncipe indígena. La aparición de la palabra constituto, en relación con príncipe, parece indicar que Canartha acababa de instituirse como dirigente de los baquates que, como vemos, aparecen ya solos y por tanto disociados de los macenitas. Como hemos visto, el hijo de este príncipe falleció a la edad de 16 años en Roma. 5. Año 200.Ara pacis en la que se indica que el procurador Caius Sertorius Cattianus conlocutus cum Ililasene, principe gentis Baquatium, filio Ureti principe gentis eiusdem. Nuevamente en este caso se trata de un altar que está dedicado al genio del emperador29. Así pues, formalmente continúa exactamente con el mismo formulario que los anteriores: se trata de un ara de paz dedicado por el procurador que conmemora su entrevista con Ililasene, príncipe del pueblo de los baquates, aunque es interesante que indique que éste es hijo de Ureti, también príncipe de ellos. En principio podríamos hallarnos ante una co-dirección del pueblo, en la que el padre había asociado a su hijo que es el que se entrevista con el procurador. 6. Años 233-234. El desconocido procurador según este fragmento de epígrafe celebraba un colloquium con un desconocido príncipe gentis Bavarum et Baquatium. Se trata de un fragmento de mármol30. Pero en este caso destaca el que nuevamente los baquates aparecen asociados a otro pueblo, el de los bavares, que era el principal de la Mauretania Cesariense. 7. Año 239-241 el procurador provincial de nombre desconocido conlocutus cum un innombrado principe gentis Baquatium, indicándose a continuación por vez primera pacis firmandae aram consecravit31. Es decir, en estos momentos se produce un salto que probablemente es importante desde el punto de vista cualitativo, puesto que del coloquio lo que surge es la firma de la paz y la consagración del ara. Así pues, el ara de paz metafórica ahora se concreta efectivamente con la firma de una paz entre romanos y baquates a través de sus autoridades respectivas. Destaca que la unión del 233/34 con los bavares ahora ya ha desaparecido. 8. Años 239-241. El procurador provincial Marcus Ulpius Victor conlocutus cum un desconocido principe gentis Baquatium, después de lo cual se indica pacis firmandae aram. Esta placa de piedra calcarea estaba dedicada a Júpiter y a todos los dioses y diosas32. Así pues, esta actuación, muy cercana en el tiempo a la anterior, tiene las mismas características. 28

IAM, 2, nº 349. IAM, 2, nº 350. 30 IAM, 2, nº 402. 31 IAM, 2, nº 357, b. 32 IAM, 2, nº 356. 29

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9. Año 241. El procurador imperial cuyo nombre no se conserva convocutus cum otro desconocido principe gentis Baquatium, después de lo que se indica que pacis firmandae. Esta nueva gran piedra tiene el texto recogido en una tabula ansata y viene encabezada por la dedicatoria a Júpiter, dioses y diosas33. Nueva firma de la paz, que es la fórmula que parece ya impuesta, pero destaca el que la misma sea muy cercana a la de los dos casos anteriores. 10. Año 245. El procurador imperial Marcus Maturius Victorinus conloquium cum Sepemazine principe gentis Baquatium pacis confirmandae gratia aramque consecravit. Se trata de una nueva placa con el texto en tabula ansata y que está dedicada a Jupiter y a todos los dioses y diosas34. En este caso, como en el anterior, en el aspecto formal el texto se inscribe en una tabula ansata, con dedicación religiosa pero ya no es un ara de paz. El hecho de que se exprese pacis confirmandae refleja una renovación directamente de la establecida y mantenida con anterioridad, que muy verosímilmente es la del 241. 11. Año 277. El gobernador provincial, que ya era preses provinciae, Clementius Valerius Marcellinus, se reunió con Iulio Nuffusi filio Iulii Matif regis gentis Baquatium, foederatae pacis aram statuit. Se trata de un altar dedicado a Júpiter y al genio y buena fortuna del emperador35. El procurador ya ha adoptado el título que tendrá en el Bajo Imperio; la vuelta a la fórmula del altar corresponde también a las invocaciones religiosas y al emperador que se formulan. La novedad que encontramos es la máxima autoridad baquate, convertida en rex. 12. Año 280. El gobernador provincial Clementius Valerius Marcellinus, también ya pareces, en un ara pacis conmemoraba diutinam pacem servatam cum Iulio Nuffusi, et nunc conloquio habito cum Iulio Mirzi fratres eiiusdem Nuffusis, principis gentis Baquatium. Se trata nuevamente de un altar dedicado a Júpiter y al genio y buena fortuna del emperador. A simple vista podemos observar como, más allá de algunos pequeños cambios acerca de los que trataremos, la documentación sobre los coloquios constituye una serie marcadamente coherente, con pleno sentido de principio a fin. En su conjunto estos epígrafes reflejan estos datos resumidos: •

Tenemos atestiguados 12 documentos, con una cronología que se extiende entre el 140 y el 280, poco después de cuya fecha se produjo el repliegue romano sobre el Noroeste de la Tingitana que documentó de forma acertada J. Carcopino. De estos documentos disponemos de uno datado entre el 125 y el 150, dos entre el 151 y el 175, dos entre el 176 y el 200, ninguno entre el 201 y el 225, cinco entre el 226 y el 250, y finalmente dos entre el 251 y el 280. Así pues, como simple constatación

33

IAM, 2, nº 358 IAM, 2, nº 359. 35 IAM, 2, nº 360. 34

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estadístico, el momento menor de documentación corresponde al primer cuarto del siglo III, y el momento de máxima relación se fija en el segundo cuarto de ese siglo. Una cadencia que podría interpretarse como simple casualidad de los hallazgos, pero también que puede encerrar algo significativo: la ausencia de entrevistas documentadas en el primer cuarto del siglo III pudo motivar precisamente el que inmediatamente después se tuvieran que multiplicar los tratos diplomáticos. Los Baquates aparecen prácticamente todo el tiempo teniendo a príncipes a su cabeza, la autoridad que se muestra como la significativa en la Tingitana36: en el año 140 con el nombre de Aelius Tuccuda, que sugiere un cierto grado de romanización por el praenomen, por el contrario en 173/175 se vuelve al nombre único e indígena de Ucmetio, en 180 es Aurelio Canartha que como novedad aparece mencionado como príncipe constituto, en el año 200 aparece Uretio y su hermano Ililasene, de nuevo onomástica puramente africana, en 245 es Sepemazine que sigue la misma línea, en 277 y 280 tenemos a Iulio Matif, aí como a sus hijos Iulio Nuffusi e Iulio Mirzi, que sugieren una cierta asimilación romana a través del cognomina Iulio. Pero en este caso detectamos que se ha producido un salto adelante con la presencia ya de un rex y una auténtica dinastía formada por sus hijos37. Los praenomen adoptados, Aelio primero y Aurelio después en el siglo II, así como Iulio en el siglo III, parecen representar una aproximación a partir del reconocimiento de los emperadores.

La relación entre baquates y romanos La serie epigráfica volubilitana sobre los Baquates, como señaló en su día Pietro Romanelli, constituye un caso único de documentación relativa a la relación entre Roma y las poblaciones indígenas de unos territorios fronterizos38. Pero también es cierto que esta documentación es por lo general conocida por parte de la historiografía del África romana, de tal forma que ha merecido la atención en muy diversas ocasiones. La multiplicación de los trabajos, y de las visiones más o menos de pasada, obliga a la pregunta acerca de la virtualidad de un trabajo del tipo que planteamos, por cuanto resulta difícil exponer una visión novedosa. Es igualmente cierto que se plantean numerosas dudas acerca de un tema que no está sobrado de información, pese a la serie epigráfica volubilitana, y acerca del que existe un exceso de ruido poco ordenado. El propio hecho de que constituya un tema poco conocido y tratado en España nos anima a realizar esta revisión acerca de las relaciones entre Roma y este pueblo moro. Por lo general se han considerado estos tratos entre los romanos y los baquates como significativos de una situación más o menos general, que se correspondería con 36

Debe tenerse que también entre los zegrenses aparece documentada la autoridad del príncipe, al que en la famosa Tabula Banasitana se le concede la ciudadanía romana. 37 Bénabou, 1976, p. 229. 38 Romanelli, 1962, p. 1347.

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la relación normal con los grupos africanos, como parece deducirse de las lecturas de Marcel Bénabou39. Por el contrario, como muy bien ha señalado Michel Christol, debe escaparse de esta conclusión y la relación romano-baquate parece claramente producto de una especifidad de la frontera de la Tingitana40. Probablemente, añadimos nosotros, por una razón de posición de ambigüedad: oficialmente la Tingitana llegaba hasta el Atlas pero realmente las montañas no estaban ocupadas. Por otra parte, las conclusiones generales sobre la relación romano-baquate que se deducen de los conloquia se han dividido entre dos posiciones que, en mayor o menor medida han seguido después los nuevos analistas. De hecho, resulta tentador, dependiendo de la temática afrontada, la utilización de los documentos tanto en un sentido como en el otro: •



La primera de ellas es la que realizó Jerôme Carcopino, quien estableció una primera visión evolutiva de la relación del pueblo con las autoridades romanas41. Los puntos de vista de J. Carcopino incidían mucho más en la interpretación conflictiva de la relación entre los Baquates y las autoridades romanas. Esta visión conflictiva fue asumida seguidamente por parte de R. Thouvenot42, y después en los trabajos de Margaret Rachet43, sobre los enfrentamientos armados de Roma con los grupos africanos, y de Marlene Sigman44 acerca de la relación específica de los romanos con las tribus de la Tingitana. La segunda de las interpretaciones parte de la revisión completa realizada con posterioridad por parte de Edmond Frézouls, quien en su momento logró ampliar el corpus documental45. Su visión de los hechos, a partir de las inscripciones, partió de poner en duda como dudosas y aventuradas buena parte de las conclusiones de Carcopino, y contra él defendió en general que los conloquia entre autoridades romanas y baquates en realidad evidenciarían la existencia de buenas relaciones la mayor parte del tiempo. En el mismo sentido apuntó de forma decidida la interpretación de Février, quien señalaba que los conloquia no reflejaban inseguridad permanente, ni paz precaria continuamente turbada, sino acuerdos de la autoridad romana con tribus vecinas no integradas en la provincia46.

De una o de otra forma, todos los que con posterioridad han tratado de este tema han seguido principalmente la línea argumental del uno o del otro, si bien con posiciones más matizadas en algunos casos. Así una línea argumental hasta cierto punto intermedia 39 40 41 42 43 44 45 46

Bénabou, 1976. Christol, 2005, p. 13. Carcopino, 1943, pp. 262ss. Thouvenot, 1942. Rachet, 1970. Sigman, 1977. Frézouls, 1957. Février, 1980.

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encontramos en las valoraciones de Marcel Bénabou, y también en la visión centrada en la Tingitana de Maurice Euzennat47, que intentaron relacionar los datos de cada momento con las insurrecciones africanas documentadas por las fuentes literarias. De hecho no nos parece inútil el señalar que la disposición de una frontera militar romana en la zona meridional, lo que el mismo Euzennat ha denominado «limes de Volubilis»48, refleja la necesidad de disponer de un freno y seguridad frente a gentes procedentes del exterior. De igual forma, diversos investigadores han centrado la atención en determinados detalles más concretos. Naturalmente las respuestas formuladas permiten aproximaciones, pero las mismas distan de ofrecer respuestas definitivas a las múltiples incógnitas planteadas. En el aspecto más general sí que pueden alcanzarse conclusiones que de forma significativa son aceptadas por la communis opinio en la medida en la que se deducen directamente del contexto: 1. La relación entre romanos y baquates se produce desde un plano oficial de igualdad, entre la autoridad política del procurador para los primeros, y del príncipe para los segundos49. Eso sí, el protocolo requería la primacía del emperador, así como de los elementos religiosos romanos, del formulario epigráfico y conmemorativo en lengua latina, y todo ellos se produce de una forma continuada a lo largo del tiempo. Esta relación, por tanto, no se produce con provinciales sino con gentes externae, que deben asumir la soberanía de Roma en las tierras de la Tingitana, que a su vez establece tratados para consolidar su soberanía efectiva en la frontera50. 2. El caso de los baquates parece constituir un importante aspecto único de la política romana. Como ha destacado M. Christol, los pueblos de la Tingitana podían estar integrados en la provincia como subacti o domiti desde la organización de la provincia bajo Claudio, pero el hecho de que los baquates pudieran haberse establecido en momentos posteriores conducía a esta regulación de «Derecho internacional»51. En este sentido la discusión puede efectuarse en relación al momento en el que el pueblo de los baquates se estableció en Marruecos, si como apuntó J. Carcopino y cree M. Christol fueron nuevos venidos o no en el primer cuarto del siglo II. 3. Existe una diferencia sustancial entre los baquates y otros pueblos del África romana. En efecto, en otras zonas tenemos documentados que estos pueblos tenían como autoridades a los praefectis gentes que eran funcionarios o agentes romanos puestos al frente de grupos tribales norteafricanos52. La diferencia parece clara en relación a la mayor autonomía o independencia de los baquates, cuya autoridad 47 48 49 50 51 52

Euzennat, 1984. Euzennat, 1989. Bénabou, 1976, p. 460. Hilali, 2011. Christol, 2005, pp. 13-14. Kotula, 1965; Letta, 2002; Baccolini, 2007.

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trata de igual a igual al procurador provincial, lo cual encaja perfectamente con la visión de un pueblo ajeno a las fronteras efectivas de la provincia romana. Así pues, los otros eran pueblos internos, con la autoridad romana puesta a su frente, en este caso el pueblo era independiente al ser del exterior. En este sentido, ya William Seston señaló la notable diferencia con el pueblo de los Zegrenses en la propia Tingitana, por cuanto el mismo sí estaba sometido a tributación como provinciales que eran53. Sin embargo también debemos destacar que en el caso de los Zegrenses también a su frente aparece un príncipe y no un prefecto, lo que indica un mayor grado de autonomía. 4. Las razones de los acuerdos. De forma tradicional, en la visión de Carcopino, eran las firmas de paces derivadas de las roturas de las mismas por un enfrentamiento en momento anterior. Sin embargo, la posición de Edmond Frézouls y de otros, como hemos visto, era marcadamente distinta. De hecho, otras causas se han apuntado como veremos a continuación. No obstante, el problema viene planteado por nuestra propia ignorancia acerca de la proporción de los conloquia documentados en relación con los que realmente existieron. Por ello nos debemos referir a los conocidos y obtener de ellos conclusiones como si fueran casi todos los conservados, o al menos muy representativos de los que se produjeron. Romanelli apuntó en su día a la posibilidad de que los tratados de amistad respondieran a la necesidad de establecer los fundamentos de la amistad después del nombramiento de un nuevo príncipe entre los baquates54, una cuestión que también atrajo el interés de Frézouls55. Por el contrario M. C. Sigman, y a nuestro juicio éste es el principal valor de su aportación, llamó la atención acerca de las fechas en las que se celebraban los conloquia, observando que tres de ellas estaban en el margen septiembre-octubre, y otras tres en el de marzo-abril56. Es enteramente cierto que esta coincidencia con toda probabilidad no se debió a la casualidad57, lo que condujo a Brendt Shaw a considerar que se trataba de un reflejo de la autonomía de la montaña del Atlas Medio frente a la provincia romana, representando las temporadas en las cuáles los pastores bajaban a zonas bajas de campesinos con sus ganados, lo que evidenciaba unos tratos para permitir ese tránsito58. 5. Respecto al aspecto formal. Algunos autores anteriores se han planteado la posibilidad de obtener conclusiones respecto a los tratos a partir del aspecto formal del 53

Seston, 1971. Romanelli, 1962, p. 1351. 55 Frézouls, 1980. 56 Sigman, 1977, p. 430. 57 Brahimi, 2007 apunta, sin embargo, al hecho de que en esos meses el buen tiempo permitiría al procurador provincial su desplazamiento por la provincia. El argumento es contradictorio con el hecho de que los encuentros entre el procurador y el príncipe de los baquates se celebraran precisamente en la ciudad de Volubilis, tal y como acepta el propio autor. 58 Shaw, 1987, pp. 81-82. 54

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documento epigráfico. En este sentido podemos destacar como el más completo el cuadro establecido por Shaw59. No obstante, quizás del mismo el autor no obtuvo alguna de las conclusiones que pudo haber alcanzado. Partiendo de que el fenómeno de la invocación religiosa siempre tiene importancia, en efecto el primer epígrafe del 140 debe sacarse de la serie, por corresponder a un homenaje del príncipe baquate. La serie se inicia a partir del 170 aproximadamente con la realización de entrevistas, que se expresan con la fórmula conlocutus cum. Y la expresión de los colloquia aparece al final a partir del año 245 (no en el 241 en que aparece conlocutus). Si de lo anterior es difícil obtener conclusiones significativas, a nuestro juicio sí se puede por el contrario de otros datos: si la dedicatoria de un ara pacis60 se produce por vez primera en 180 y 200, sin embargo la firma expresa de una paz se produce por vez primera en 239-241, y se refleja bajo la fórmula pacis firmandae. Esta evolución podría indicar momentos diferentes: elevación de ara pacis conmemorativa y acto religioso derivado de un coloquio de las autoridades, pero desde los alrededores del 240 ya de una forma expresa se firma una paz, que se confirma expresamente en el año 245. De aquí se da un salto hasta el año 277 cuando aparece una foederata pacis; aunque se ha atribuido la calificación de foderata(e) a los baquates, en realidad opinamos que más propiamente se refiere a la paz. Y en el año 280 la expresión adquiere tintes mayúsculos cuando se expresa: diutina(m) pace(m) servata(m). La paz había pasado de ser federada a ser diutina, y probablemente la expresión servata refleja que la misma se había cumplido mucho mejor que en otros momentos. 6. La unión de los baquates con otros pueblos. A este respecto resulta vital tener en cuenta su propia ubicación. La misma en el «Moyen Atlas» y en el corredor de Taza es la que explica con claridad la posibilidad de las alianzas diferentes mostradas en unos momentos más o menos sucesivos. La unión con los macenitas, en época de Marco Aurelio, marca sin duda una amplia coalición con un pueblo ubicado en zonas más meridionales y hacia el Oeste. Por el contrario, la alianza con los bavares, en época de Alejandro Severo, supuso la coalición con el principal pueblo que ocupaba las tierras occidentales de la Mauretania Cesariense. Así pues, las tierras en las que se encontraban por un lado, y por el otro, debían ser colindantes. Las expresiones recogidas indican que se trataba de una alianza en la que, pese a la aceptación de la cabecera de un príncipe único, se producía la continuidad de ambas entidades, constituyendo por tanto una alianza temporal61. Por supuesto que también debe ser tenido en cuenta que en ambos casos los baquates aparecen en segundo lugar.

59

Shaw, 1987, p. 71 si bien la forma del mismo es bastante confusa. Brahimi, 2007 ha destacado la existencia de toda una ceremonia en relación con la dedicatoria del ara pacis que muy probablemente se realizaría en el foro mismo del municipio de Volubilis. 61 Bénabou, 1976, pp. 146-147. 60

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Conclusiones La situación etnográfica de la Mauretania Tingitana experimentó sin duda una profunda transformación en época imperial. En época de los Flavios, el testimonio de Plinio señalaba la existencia de una fuerte crisis poblacional, derivada de la guerra de conquista romana que afectó sensiblemente en la población de tipo tribal. De esta forma los vacíos de ocupación estaban siendo ocupados en esos momentos por gentes de grupos gétulos, en especial los autololes en la zona costera, así como los baniures en tierras más al interior. Pero en el primer cuarto del siglo II se producirá una novedad de gran importancia, por cuanto un pueblo exterior, procedente del Magreb oriental, después del ataque realizado a Cartennae cruzó el río Malva (Moulouya) y se estableció en zonas no ocupadas de la provincia Tingitana. Este asentamiento en el Atlas Medio y en el pasillo de Taza se debió producir en esos momentos por cuanto ya aparecen citados en la lista de poblaciones de Ptolomeo. Dos hechos parecen indiscutibles a partir de la documentación: la epigrafía pone en relación al pueblo con la ciudad romana de Volubilis, mientras los textos literarios reflejarán ya en el siglo III que se trataba de la etnia principal de la Tingitana. Si en el año 140 ya estaba presente en la ciudad romana el príncipe de los baquates, elevando un altar a Júpiter y al genio y buena fortuna del emperador, a partir de la época de Marco Aurelio, en torno al 170, ya comienzan a estar documentadas la celebración de unas entrevistas entre el príncipe baquate y el procurador provincial romano, con la elevación de un ara pacis indudablemente en el foro de Volubilis Destaca el hecho de que en este momento baquates y macenitas se hallaban unidos bajo la misma autoridad. Hacia el año 233 volverá a ocurrir una unión de este tipo, en este caso entre baquates y bavares, y como en el otro caso aparenta que fue muy efímera. A partir del 239/241 se produce un cambio importante en los matices como puede deducirse del hecho de que no sólo se dedica un ara de la paz, por el contrario a partir de ese momento y hasta el 280 se producirá la firma expresa de la paz entre los baquates y los procuradores romanos. En el año 245 se indica expresamente que la paz se había confirmado, lo que parece reflejar varios años de buenas relaciones. La duda se plantea en el salto documental que existe hasta la firma de la paz en el año 277: los 32 años intermedios son lo suficientemente largos como para que pueda plantearse que en esos momentos pudieron existir situaciones conflictivas. Pero la dinastía de los Iulii entre los baquates, que llega a adoptar el título de rex, parece marcar una muy sensible mejoría de las relaciones: paz federada en 277 y diutinam pacem servatam se manifiesta en el año 280. Resulta bastante verosímil el que después de un largo periodo caracterizado por la existencia de problemas en las relaciones, vacío de paces firmadas, la dinastía gobernante entre los baquates desarrollara una política bien distinta que supuso la significativa mejoría de las relaciones con Roma. Pero el repliegue romano hacia el Noroeste del país asomaba ya en el horizonte y se pondría en práctica menos de cinco años más tarde.

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