Problemática de la institución académica contemporánea

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Problemática de la institución académica contemporánea Alejandro Mendoza Gamiño Noviembre 2014 Resumen La institución académica contemporánea enfrenta una problemática creciente que se caracteriza por los grandes cambios que ha impuesto la globalización, la educación sustentada en medios tecnológicos, la falta de un enfoque filosófico apropiado a la época contemporánea y la necesidad de recuperar la orientación humanística de la educación. A pesar de la urgencia con que debe atenderse esta problemática, no parece haber claridad sobre el paradigma y los argumentos que ayuden a enmendar la situación. En este análisis se revisan algunas opiniones y propuestas al respecto. Palabras Clave: Institución Académica, Globalización, Educación, Humanismo

Abstract The contemporary academic institution faces growing challenges that are characterized by major changes imposed by globalization, education supported by technological means, the lack of an appropriate philosophical approach to the contemporary era and the need to recover the humanistic education. Despite the urgency with which this issues must be addressed. There is no clarity on the paradigm and arguments to help correct the situation. In this study some relevant suggestions are analyzed. Keywords: Academic Institution, Globalization, Education, Humanism

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Introducción Nos referiremos a la Institución Académica no como un lugar sino como un concepto, la idea de organismo que cumple con una función de interés público, cuya razón de ser y proyección se materializa al dar cabida a los planteamientos del ser humano como centro de toda atención y como artífice de la cultura y la educación en su más amplio concepto. Un ser humano que asimila la necesidad de profundizar en el conocimiento social, de su comunidad y de su entorno, articulado con el conocimiento globalizado. La globalización y el enfoque posmodernista plantean nuevos paradigmas en los distintos ámbitos de la cultura contemporánea, desde las artes, la arquitectura, las ciencias, la tecnología, las ciencias sociales, la política, la filosofía, hasta las múltiples disciplinas humanísticas, siendo estas últimas las que han tenido un menor protagonismo que el resto de los saberes en el contexto global, sin embargo, cabe recordar que la educación ha sido la esencia de las humanidades desde sus primeros orígenes ya que la formación para el perfeccionamiento intelectual es quehacer fundamental de las humanidades, no podría ser más pertinente un resurgimiento de los valores humanistas como nuevo enfoque de la educación en esta época marcada por la crisis en los valores de las nuevas generaciones, que con el afán por lo nuevo y lo tecnológico, se han olvidado de cultivar la sana relación con su propio ser y con la humanidad ahora globalizada, la mediatización de los saberes por un lado ha generado el acceso a informaciones y a personas diversas y distantes, pero el crecimiento personal y la formación integral que nos lleven a una mayor conciencia y al perfeccionamiento de la humanidad no pueden darse por hecho con el simple acceso a la información, más allá de la impartición de un currículo como el de las instituciones académicas de hoy, donde lo que se busca es desarrollar habilidades y destrezas, sobre todo las llamadas competencias, que son en su mayoría técnicas, aplicativas y en muchas ocasiones con orientaciones mercantilistas y competitivas, que a lo sumo se ocupan de desarrollar habilidades de comunicación, búsqueda y análisis de información, pero pocas veces enfatizan la dimensión moral, ética y estética, ya no digamos espiritual, esos aspectos tan importantes ahora solo se cubren con una consulta al psicólogo o con una plática entre los amigos o compañeros en un bar. No menos importantes son las carencias materiales y de organización que definen la problemática de la educación, como son la escases creciente de los recursos públicos para la educación, la privatización y comercialización de la formación, que se ocupa más de ganar utilidades y llegar a las masas que de formar de manera integral a los individuos, la crisis en la estructura organizacional de las instituciones académicas, con reducciones progresivas de su plantilla laboral, la estandarización del currículo, con la consecuente degradación del aprendizaje y de la capacidad de creación, el gran desfase entre el tipo de formación que la sociedad exige y la formación que se imparte en las instituciones académicas, la feroz competencia y el alto nivel de especialización que se requiere ahora en cada campo del conocimiento, la digitalización y virtualización de los contenidos curriculares, además la presencia de un gran número de dispositivos electrónicos

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para acceder a la información que son en sí mimos un campo nuevo de aprendizaje para alumnos y maestros. Diversas son las aseveraciones que se han formulado en relación a la problemática de la institución académica contemporánea. Debido a la gran complejidad de esta situación se han generado opiniones muy variadas, algunos autores sugieren la necesidad de un cambio en el enfoque filosófico en la educación (Lampert, 2008), hay opiniones que sugieren retomar los valores y la herencia humanística de la antigüedad como garantía de éxito y posibilidad de futuro, el perfeccionamiento del hombre a través de la institución académica, con el ideal de elevación intelectual y moral, cívica, espiritual y artística, asumir la idea originaria y clasística, pitagórica y taoísta de armonía como belleza (Aullón, 2010), también se ha hecho referencia a la situación de “miedo absoluto” y a los altos índices de ansiedad y depresión, que prevalecen como reacción generalizada ante la competencia deshumanizada que ha generado la globalización y que se sustenta en buena medida en la formación de profesionales que se gradúan con una ética cuestionable desde las instituciones académicas actuales (Trueba, 20130). La situación de descontrol y cambio que se vive a nivel global ha sido explicada con la tesis del choque entre las instituciones de la segunda y la tercera ola (Toffler, 1990), lo que se refiere al conflicto derivado de la transición entre las instituciones de la era industrial y las de la era de la información. Las formas en que se configuran las organizaciones han sido modificadas por cambios en la concepción del espacio y el tiempo, además de una nueva manera de generar el conocimiento propia de una sociedad más inter-conectada y con mayor acceso a la información (Toffler, 2006). Entre los mayores cambios que se están generando a nivel global y que afectaran la forma en que se educa en todo el mundo durante los próximos 10 años, el Future Trends Forum (FTF, 2013) ha detectado lo siguiente: un auge creciente de los países como Brasil, Rusia, India y China debido a un mayor flujo de capital hacia esos países; cambios demográficos con grandes aumentos de población en África y un envejecimiento de la población en Europa, China y Estados Unidos; en el campo intelectual se subraya la escasa integración que existe aún entre distintas redes científicas. También se ha señalado la falta de los valores éticos fundamentales como una cuestión subyacente a la crisis global que prevalece, se habla de “el capital espiritual” como un recurso necesario para un crecimiento sano y sostenible (Song, 2013). Con el fin de atender estos grandes retos de la educación para el siglo XXI, se han hecho propuestas que sugieren un decálogo de principios que van desde la educación universal, global y prioritaria para todas las naciones, hasta la democratización de la educación para hacerla accesible a toda la población, y la educación integral que incluya inteligencia emocional, creatividad, valores, imaginación, expresión corporal, capacidad de concentración, entre otras propuestas (FTF, 2014).

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A lo largo de las siguientes líneas analizaremos cada una de las perspectivas hasta aquí señaladas y veremos con mayor detalle estas propuestas que nos sirven como referencia para el análisis de la problemática de la institución académica. La institución Académica Contemporánea Si bien la institución académica nunca ha estado exenta de retos, en la actualizad se percibe la necesidad de un enfoque nuevo para enfrentar la complejidad de los desafíos presentes, como ha sido señalado: “La universidad, que durante doscientos años, aproximadamente, se amparó en el megaparadigma moderno, carece actualmente de un paradigma anclado, capaz de dar sustento a las funciones básicas de enseñanza, investigación y extensión cultural” (Lampert, 2008). A través del tiempo la institución académica ha tenido la necesidad de adaptarse a las exigencias de las transformaciones de su tiempo, en los momentos de quiebre o transición como lo señala E. Lampert: “La universidad necesita hoy de nuevos fundamentos filosóficos, como ocurrió en el momento de su creación como universidad moderna. Fue el contexto de las transformaciones que habían ocurrido, elaborado por el pensamiento de Kant, Fichte, Schleiermacher, Humboldt, Comte, Taine, Descartes y otros, que dio una nueva orientación a la universidad medieval, conectándola a las dos fuerzas directoras emergentes, la razón y el Estado. Hoy se vive nuevamente una época de profundas transformaciones en las que precisamente aquellos fundamentos modernos están siendo cuestionados y la universidad debe resistir a una reflexión más radical y abierta sobre sí misma. En una palabra, es necesario que lancemos la pregunta sobre el perfil que deberá tener la nueva academia del próximo siglo, que nacerá de las transformaciones en curso” (Ibidem). Al contextualizar la evolución en la historia de la institución académica y la vocación humanística que he tenido desde sus orígenes, Pedro Aullón ha señalado que “La institución académica, su historia, es evidentemente entidad al tiempo que reflejo, creación y difusión de la actividad humanística y objeto mismo constante de todo alumbramiento de esa actividad.” (Aullón, 2010, p. 62), por lo que no debemos olvidar su trayectoria y su legado histórico:

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“el humanismo histórico hubiese sido por completo inimaginable sin el prerrenacimiento que en la baja Edad Media, especialmente desde finales del siglo XI hasta mediados del XIII, se caracterizó por la configuración de las universidades que se expandieron por Europa. Si como un ejercicio de hipotiposis convocásemos en nuestra mente unas imágenes de la Academia de Platón y el Liceo aristotélico, el Museo de Alejandría y la escuela de Pérgamo…, los monasterios y las escuelas catedralicias, las universidades prerrenacentistas y la Academia Platónica florentina de Ficino hasta alcanzar el espíritu y el seminario de la moderna universidad humboldtiana, no habríamos ejecutado más que un ejercicio humanístico de autorreconocimiento histórico en el valor del saber y su disciplina al tiempo que una historia institucional de un gran sector de la tradición humanística que conduce a través de la filosofía moral y al amparo de la dignidad a la libertad de investigación y expresión, a la libertad de cátedra y al espíritu crítico. En este sentido, la pervivencia, o el modo de pervivencia, de la institución académica será índice de la pervivencia del humanismo o cuando menos de su estructura formal en tanto que ciencias humanas” (Aullón. 2010, p. 62). Así, Pedro Aullon nos recuerda lo importante que es la pervivencia de la institución académica, pero sobre todo con un carácter humanístico, para él, la problemática actual se refleja por un lado en “la especialización” que se asocia con las nociones de ciencia y de progreso, la cual es una simplificación objetual de las disciplinas físico-naturales mediante la delimitación reductora, que genera especialistas con casi total ignorancia de todo aquello que excede su minúscula cuadrícula tomada por objeto. Por otro lado, nos explica la problemática de la actual “Universidad Cibernética” caracterizada por cuatro factores que la aquejan fundamentalmente: la aminoración formativa de los estudiantes, la ideología previa del colaboracionismo universidad/empresa y el desarrollo burocrático, el establecimiento del concepto de mercado y los medios informáticos y, por último, la caída del ejercicio crítico. Todos ellos, menciona, son factores que obedecen a objetivos de nivelación. Sin puntualizar aspectos concretos, pero con una visión totalmente distinta, Jose Luis Trueba (Trueba, 2013) en su libro “Miedo Absoluto” presenta una visión aún más radical sobre la situación de la globalización y el mundo académico. Presenta una incisiva comparación entre el mundo laboral en las grandes empresas de hoy en día y los campos de exterminio de los nazis o en el gulag de los soviéticos. El desempleo, según Trueba, ofrece una perspectiva tan desoladora, que los jóvenes recién egresados de las universidades y los adultos prematuramente envejecidos por el cruel sistema de competencia, provocado por la globalización, parecen

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aceptar cualesquiera condiciones de trabajo, por extenuantes, humillantes o envilecedoras que éstas sean. Con los datos que presenta José Luis Trueba, demuestra que las estadísticas que relacionan los índices de desempleo, depresión y suicidio se confirma que es mejor someterse que perecer. Sin embargo, según explica, la reclusión en los nuevos lager o campos de concentración no obedece únicamente a la presión y el terror que inspira el desamparo del mundo exterior. En muchos casos y en buena medida, el encierro es anhelado y ferozmente buscado, pues los trabajadores-reos aspiran a un nivel de vida o a satisfacer cierta ansiedad de estatus que, suponen, se resolverá con su pertenencia a la Empresa. Han sido educados ideológicamente para desear escalar en el escalafón, para acceder al consumo constante, para competir a toda costa.

Según explica Trueba, en los lugares de trabajo de la actualidad, al igual que en los viejos campos de concentración, sólo sobreviven los peores, los que sucumben ante el adormecimiento ético y a la razón arrogante. No hay espacio para la inteligencia, la rebeldía, la individualidad o la entereza moral. Una vez que el prisionero es presa del miedo absoluto (el miedo a la “mediocridad”, al despido, a la pérdida de estatus) y ha sido devorado por el envilecimiento, puede participar plenamente en la lucha por la sobrevivencia, aquélla marcada por las palabras “productividad”, “crecimiento”, “asertividad” y “pertenencia”. El adormecimiento ético y los valores de la nueva sociedad, según Trueba, son inducidos por las desavenencias de la nueva orientación de la enseñanza desde las instituciones académicas de nuestros tiempos, explica que la necesidad de instruirse, de adquirir conocimientos y cualificaciones que ahora se da de manera masiva, ha causado un desarrollo impresionante de la enseñanza privada y la inversión en educación por parte de los empresarios que lo ven como un negocio muy rentable. Según sus estimaciones, tan solo en México por cada institución de educación superior creada por el gobierno, se han fundado 3.5 universidades privadas, en las cuales la formación que se imparte deja mucho que desear. Como ejemplos menciona a las Laureate International Universities, que tiene una matrícula de más de medio millón de estudiantes y controla 55 instituciones de educación superior en 27 países de América, Europa y Asia, también la Apollo Global, Inc. que es una empresa estadounidense con un capital de mil millones de dólares creada en 2007 por Apollo Group Inc. y The Carlyle Group que es dueña de universidades en casi todo el planeta. Los cambios en la formas de organización de las instituciones actuales, incluida la institución académica, pueden explicarse a partir de las tesis de Alvin Toffler, sobre la Tercera Ola (Toffler, 1990) y La Revolución de la Riqueza (Toffler, 2006). Para Toffler la Tercera Ola de cambio llegó a Estados Unidos, en 1956 cuando, por primera vez, el número de trabajadores de la esfera de los servicios superó al de

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los trabajadores industriales, los de la Segunda Ola, los cuales fueron desplazados por empleados del comercio, la administración, las comunicaciones y la enseñanza, entre otros. En la visión de Toffler sobre la nueva economía, basada en el conocimiento, el valor de una empresa se mide por la capacidad para adquirir, generar, distribuir y aplicar estratégica y operativamente los conocimientos, las producciones se desmasifican, se caracteriza por series cortas de productos para satisfacer determinadas necesidades de segmentos específicos del mercado, las escalas se reducen, tanto en el número de obreros de las empresas como en las series de productos, hay un predominio de las firmas pequeñas, en ella la innovación, es vital para poder sobrevivir en la competencia. En ella la organización de la empresa cambia, ahora es necesario realizarla en torno a los procesos productivos y no a los mercados. En el ámbito educativo, siguiendo a Toffler, esto sugeriría la aparición de una institución académica con capacidad para adquirir, generar, distribuir y aplicar los conocimientos, la personalización curricular en cursos cortos que atiendan necesidades de formación específicas, con un predominio de las escuelas pequeñas, que tendrían que innovar para poder sobrevivir en la competencia. En este nuevo esquema, según lo planteado por Toffler, la organización de las instituciones académicas cambiaría, estarían más orientadas al proceso de formación especializada y no a la masificación estandarizada y tradicional de la educación áulica. Toffler enfoca el cambio de la siguiente forma, al disminuir las tareas manuales en la economía, el “proletariado” es ahora una minoría, crecientemente reemplazada por un “cognitariado” o sea, por un trabajador que utiliza el conocimiento como herramienta fundamental en su trabajo. “El cognitariado” posee una información organizada, imaginación y otras cualidades culturales esenciales para la producción. Cuenta con los medios para producir más información. Posee lo que puede ser considerado, un bien tan esencial como las materias primas, o, alternativamente, un equipo de herramientas mentales. De esta forma llega al mundo laboral con más poder de lo que jamás hiciera el proletariado. Siguiendo la tesis de Toffler, pero aplicándola en el contexto educativo, podríamos hablar de la disminución de los trabajadores manuales, profesores y alumnos de aula, remplazados gradualmente por profesores y alumnos que utilizan la información y los nuevos medios para generar más conocimiento. La mano de obra rebasaría los marcos nacionales, pues los medios de información facilitan el trabajo a distancia. La educación a distancia, entonces, se hace más factible a medida que aumentan los alcances de los medios de comunicación.

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Toffler plantea también que existe un conflicto entre los propietarios de las empresas de la segunda y tercera olas. El conflicto entre los grupos de la segunda y la tercera olas constituye, de hecho, la tensión política crucial en nuestra sociedad actual, ya que la cuestión política fundamental no es quién domina en los últimos días de la sociedad industrializada, sino quién configura la nueva civilización que surge rápidamente para reemplazarla. Para Toffler el origen del conflicto político que vive el mundo actual tiene su base en el advenimiento de la tercera ola y en su colisión con las anticuadas economías e instituciones remanentes de la segunda ola. Es sencillamente un conflicto entre elites dominantes. A la que habría que sumar la lucha por los intereses de la enorme diversidad de actores sociales, que surgen en el primer mundo a partir del advenimiento de la tercera ola. En el contexto educativo, podríamos hablar del conflicto de intereses entre las instituciones educativas tradicionales, más parecidas a las organizaciones de la época industrial, que se contraponen a las que emergen a partir del proceso de globalización, como son las universidades corporativas, las academias privadas, las universidades virtuales, entre otras. En donde las primeras defienden su poder e influencia con una orientación más cargada hacia la investigación tradicional y a la replicación de contenidos curriculares en el aula, mientras que las segundas luchan por ocupar una posición en la esfera educativa con nuevas herramientas y formas distintas de organización, con modalidades abiertas y contenidos curriculares flexibles e innovadores, despojadas consecuentemente de una vocación social y con una orientación de tintes mercantilistas. Varias implicaciones e interrogantes se derivan de este cambio en la educación cada vez más influenciada por las tendencias globales de la denominada Tercera Ola, ¿cómo resolver el choque entre las instituciones educativas de la tercera ola y las de la segunda? ¿cuál debe ser la filosofía de la formación que se imparte en las universidades?, ¿qué lugar ocupan las humanidades en este contexto?, ¿cómo coexisten la institución académica tradicional y las nuevas entidades corporativas y entidades virtuales de educación mediatizada, flexible y a distancia?, ¿cuál es el nuevo rol y las habilidades que deben desarrollar en esta nueva realidad los alumnos, los profesores, los investigadores, y el aparato de gestión académica?, ¿debe reducirse el cuerpo burocrático de las instituciones académicas para hacerlas más flexibles y dinámicas ante los cambios vertiginosos de la época?, ¿quién debe legitimar las habilidades y conocimientos propios de la globalización, las instituciones académicas, las compañías, los gobiernos o las organizaciones internacionales?, ¿qué implicaciones éticas tiene el privilegiar una formación tecnológica y mercantilista?, ¿cómo preservar en los contenidos curriculares un mínimo balance entre la formación humanística fundamental y las habilidades puramente técnicas aplicativas?. Si bien ya se han empezado a sentir los efectos de este proceso de transformación, la mayor parte de estas interrogantes parecen no tener una clara respuesta hasta el momento.

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En estudios más recientes, de cara a la consabida crisis, provocada por el sistema capitalista y los efectos del neo liberalismo, Anlvin Toffler y Heidi Toffler han vuelto a analizar los cambios de la globalización a través de su obra “La Revolución de la Riqueza” (Toffler, 2009), lo que podría dar indicios para responder en buena parte a estas interrogantes. En “La Revolución de la Riqueza” dan cuenta de cómo en la actualidad, el sistema capitalista transita por la fase de la globalización, que se viene percibiendo con cambios en las economías y empresas, el comercio, sociedad y cultura, en los jóvenes, la educación, los valores, la religión y en la política, como corolario de las innovaciones en la tecnología de las comunicaciones y la información. Los autores Alvin y Heidi Toffler examinan, y describen esta transición haciendo énfasis en los cambios en: el paso del trabajo asalariado a la cartera de trabajo y el autoempleo; de una producción artesana a otra basada en la tecnología; del valor asignado a máquinas y materias primas al cimentado en las ideas, imágenes, símbolos y modelos; el crecimiento de las economías sustentado cada vez con mayor fuerza en datos, información y conocimiento. Reconocen que no existe una sincronización en el acoplamiento de las organizaciones a los cambios de la Tercera Ola, donde se está cruzando hacia productos y mercados personalizados independientemente de las estructuras tradicionales de las organizaciones. Explican cómo los cambios en el tiempo impulsan la disfuncionalidad de las instituciones, ya que el tiempo ahora toma unidades de medida nuevas, como el nanosegundo, picos y femtos. Lo que se refleja a su vez en el espacio, que también se modifica conforme se exteriorizan los cambios en el tiempo, los sitios donde se crea la riqueza, regiones con conocimiento intensivo, con una fuerte capacidad de vinculación, por ende, con alto valor añadido. Uno de estos lugares, señalan, es Asia, con China y Japón que compiten fuertemente por el capital, la tecnología y los recursos humanos más creativos. Según los autores, el conocimiento, generador de las variaciones en el tiempo y el espacio, como factor principal de reproducción de riqueza, se distingue por ser intangible, no es lineal, puede comprimirse en símbolos o abstracciones y puede ser compartido a través de los medios de información, entre otras características que le atribuyen. Consideran por demás evidente la aceleración en la innovación, en el crecimiento de las industrias en la red, en el carácter irreductible de los productos del conocimiento y en el incremento rápido de la personalización de los bienes elaborados en la nueva era. Consideran entre los efectos negativos: los cambios que conducen a movimientos arrítmicos en las diferentes actividades económicas, políticas, sociales, comerciales y financieras practicadas por todo el mundo; la fuerza que han tomado las actividades ilegales como las drogas, negocio de millones de dólares,

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extendido en el comercio del sexo; el aspecto ambiental, el calentamiento global, y la escasez de agua potable, que curiosamente los autores atribuyen a China como responsable. Ellos rechazan categóricamente la probabilidad de que se presente un progreso lineal, que permita la evolución hacia una economía y un gobierno mundialmente integrados. Por el contrario, consideran que el rumbo de los Estados que mueven la economía mundial se dirige cada vez con mayor potencia hacia convulsiones espaciales severas en los mercados laborales, las tecnologías, la moneda y las personas por todo el orbe. Ante los cambios en el concepto de la propiedad, del dinero, al modificarse las formas de pago y cobro; del producto, al cambiar sustancialmente la demanda de bienes tangibles a intangibles; del mercado, al hacerlos más provisionales; y de acumulación del capital, al modificarse quién lo aporta, cómo se asigna, la forma en que se presenta y la velocidad a la que fluye. Consideran que los cambios en los tres fundamentos: tiempo, espacio y conocimiento derribarán las instituciones familiares, la cultura, la educación, el sistema de valores, las fronteras académicas, económicas, políticas y el carácter social que se erigió con la infraestructura de la segunda ola, y conducirán al mundo entero, con China como superpotencia, a un mañana social y económico sin precedentes, totalmente nuevo y extraño. De esta manera, Alvin y Heidi Toffler visualizan el conflicto entre las instituciones de la segunda y la tercera ola, anticipan un proceso catártico que se avecina en el tiempo, espacio y el conocimiento y que impactaría en todas las instituciones, formas de organización y valores de la sociedad, sin escapar por supuesto lo concerniente a la educación. Esto supondría no un orden lineal en la evolución de la educación, sino una catarsis, la cual dará paso a un nuevo escenario que incorpore de manera asíncrona los nuevos instrumentos y formas de organización, en el que se modifiquen las fronteras y las regiones donde se concentren las instituciones académicas para entrar a un nuevo esquema geográficamente globalizado, y donde el conocimiento se oriente hacia la innovación cada vez más acelerada y con efectos no solo en la educación sino también en la economía, en la política, y en los distintos ámbitos sociales, no sin riesgos ni cambios consecuentes en el sistema de valores de la humanidad. En este análisis, Toffler, reconoce los efectos negativos de la Tercera Ola, asume la crisis que provoca y las consideraciones humanísticas que hemos señalado anteriormente, pero no plantea esquemas que las puedan subsanar. Además de las versiones de autores independientes como la del ya señaldos Alvin Toffler o la de José Luis Trueba, sobre la evolución y el futuro de la globalización, existen grupos de investigadores y expertos que estudian en conjunto, como los del Future Trends Forum, el cual es un foro que aglutina a expertos de todo el mundo, entre otros de España, Japón, Inglaterra, Singapur, Estados Unidos,

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China, la India, y Países Bajos, que trabajan en los campos de la educación, la psicología, el derecho, las ciencias empresariales y otras disciplinas. Esta visión de un grupo de investigadores y expertos sobre la globalización, al parecer, podría ser más imparcial y objetiva para intentar deducir la problemática que se presenta en la institución académica, por tratarse de un foro donde las distintas opiniones se discuten, se analizan y se integran de manera consensada, tomando en cuenta puntos de vista diversos desde las distintas regiones del mundo.

En su análisis sobre las Claves Para el Equilibrio Global (FTF, 2013), los miembros del Future Trends Forum, han analizado los avances innovadores que liderarán las tendencias de la globalización de los próximos diez años, y que podrían reflejarse potencialmente en los sistemas de educación en todo el mundo. En el análisis explican que desde la crisis financiera de 2008, el crecimiento de las economías desarrolladas, como la europea, estadounidense o japonesa, ha flaqueado, y el crecimiento económico global se ha mantenido a flote en gran parte gracias a economías emergentes como China, India y Brasil. En la primera parte, el análisis del Future Trends Forum se refiere a los cambios en los flujos de capital financiero, se menciona el auge de las economías BRIC (Brasil, Rusia, India y China), refrendado por sus crecientes reservas en divisas. En la segunda parte se refiere a los cambios en flujos de capital humano, hace referencia a la creciente población mundial, debido en parte a la alta tasa de natalidad y la joven población africanas. En una tercera parte, al presentar los flujos de capital intelectual, subraya la falta de integración entre distintas redes científicas, sin dejar de exponer los grandes beneficios que podrían asociarse a la divulgación de datos públicos. Como resultado de estos cambios se requiere un fortalecimiento de los sistemas educativos en los países como Brasil, Rusia, India y China, los cuales cuentan con una población joven y creciente que demanda formación, paralelamente se podrán conformar redes globales de investigación que extiendan sus alcances a esos países donde se podría empezar a observar un mayor acceso a la información pública. El análisis presenta la visión de un mundo en evolución, repleto de oportunidades y retos que surgen cambios fundamentales en los capitales financiero, humano e intelectual. Explican que Estados Unidos y Europa han ido a la zaga de los países en desarrollo durante su recuperación de la crisis financiera de 2008. Los países en desarrollo superarán a los países avanzados en términos de proporción del PIB mundial.

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Entre otros datos relevantes, el análisis señala que la composición del paisaje financiero global ha seguido cambiando y el capital que antes se concentraba en Londres y Nueva York, ahora se distribuye por todo el mundo. En relación a la composición demográfica, el estudio explica que la población mundial llegará a un máximo de 9.000 millones a finales del siglo XXI. Se prevén grandes aumentos de población en África y un envejecimiento de la población en Europa, China y Estados Unidos. Ante este panorama, se considera que la eficacia de la educación será fundamental. En este estudio se afirma que la evolución global empieza con el cambio en las personas. Si los jóvenes que conforma la base de la pirámide tienen educación superior adecuada, toda la población se puede ver beneficiada, incluyendo a la población envejecida, puesto que los esfuerzos totales de la población activa compensan las deficiencias de la población dependiente. Por tanto, mejorar los resultados educativos sigue siendo un remedio potente ante los inminentes desequilibrios demográficos y los impedimentos que suponen para la evolución global. El informe explica que a lo largo de los últimos 20 años, internet ha aupado generosamente el crecimiento global, creando y revolucionando amplios sectores de la población. Se considera que extender la integración de redes científicas y tecnológicas podría crear muchísimo valor, al hacer que el conocimiento y los datos estuvieran más fácilmente disponibles. Sin embargo, sigue habiendo barreras importantes, como unos regímenes de propiedad intelectual excesivamente generalizados. Para impulsar la evolución global, se sugiere no crear barreras de entrada, que los regímenes de propiedad intelectual deben ajustarse a sectores y lugares concretos para romper monopolios. Nuevamente coinciden en parte con la visión de Alvin Toffler, al considerar que las regiones que podrían liderar son las regiones emergentes lideradas por China acompañada de África, India y Latino América, aunque su liderazgo, señalan, dependa de mitigar de forma eficaz los distintos riesgos que asedian a esos países o regiones. África podría beneficiarse de su población en auge y de la llegada de las tecnologías que superan el limitado desarrollo de las infraestructuras. China se enfrenta a la descorazonadora tarea de gestionar la privatización de numerosas instituciones estatales y luchar contra la corrupción y el continuado deterioro medioambiental. El éxito en estos frentes, explican ayudará mucho a mejorar la prosperidad del país y las perspectivas de crecimiento a largo plazo. India y Latino América también se enfrentan a retos nada despreciables para mejorar su capital humano y promover un desarrollo continuado de las infraestructuras. El estudio señala que debe valorarse el potencial de cada uno de estos tres flujos de capital, financiero, humano e intelectual, que según se explica son las tres fuentes del crecimiento global para los próximos 10 años.

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La dimensión humanística en el marco de este estudio del FTF es abordada por Kok-Song (Song, 2013) de Singapur, quien habla sobre “el capital espiritual” como un recurso para una desarrollo global sostenible. Este aspecto humano debe revalorarse ante los efectos de la globalización para recuperar la dimensión humanística de la institución académica. Según expone Kok-Song, a raíz de la crisis financiera global hace falta una transformación de los valores para que la economía mundial crezca de forma sana y por tanto sostenible. Considera vital de cara al futuro que nos replanteemos desde cero el marco moral que sostiene la economía, la política y la interdependencia global, que afectan todas las actividades de la sociedad incluyendo lo relativo a las institución académica. Su punto de vista se basa en observar, cómo la industria financiera ha sido motivada por la avaricia y la falta de responsabilidad, y ha obviado facilitar el crecimiento económico en aras de satisfacer su apetito por actividades especulativas que desestabilizaban y perjudicaban la economía. Apela a las exhortaciones de los líderes espirituales para restaurar la motivación moral en la actividad económica. Como son, las exhortaciones del Dalai Lama o las del Consejo Pontificio del Vaticano, quienes invitan a examinar en profundidad los principios y los valores culturales y morales. Kok-Song sugiere que la raíz de los principales problemas del mundo, como el conflicto étnico, la violencia y el terrorismo, la avaricia y la irresponsabilidad en negocios y finanzas, la profanación del medio ambiente y una diferencia de ingresos muy pronunciada, es fundamentalmente espiritual. Por tanto, piensa que deberíamos servirnos de la tradición espiritual de la humanidad y así contribuir a un mundo más sabio y cuerdo. Las universidades históricamente han sido transmisoras del valor de la sabiduría y en estos tiempos más que nunca se requiere que retomen esa vocación humanística. Kok-Song, explica que las personas descubren el significado y objetivo de su existencia en el ámbito de la espiritualidad. Para que se dé un cambio de valores, es necesario llegar a lo más profundo del ser, donde se siente la interdependencia con los demás, y donde surge la motivación de actuar y comportarse de cara al exterior. Plantea que las leyes y la normativa son necesarias para decir explícitamente qué comportamiento no es aceptable. Son necesarias, pero no bastan para un comportamiento realmente ético. Cumplir con la ley al pie de la letra no significa necesariamente cumplir con el mayor estándar ético. Lo que hace falta es una auto-regulación es decir, regularse uno mismo, escuchar la voz del interior de la conciencia. Acudir a nuestro yo espiritual nos ilumina para actuar de acuerdo con el “espíritu” de la ley. Kok-Song propone que meditar de forma habitual puede ayudar, a transformar los valores. Practicando alguna forma de meditación. Lo que podría ser interesante sobretodo en España, porque dos maestros importantes de la tradición de

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meditación cristiana eran místicos españoles: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. En un esfuerzo por identificar los retos y las líneas de acción necesarias para “La Educación del siglo XXI” (TFT, 2014), el TFT estudia la problemática actual de la educación en el mundo. Su estudio expone cómo se marca el paso del comienzo de un nuevo siglo, con todas las promesas y posibilidades al alcance de la mano. Con recursos y capacidades que hace unos años se antojaban inalcanzables. Sin embargo, los graves problemas a los que nos enfrentamos, como son el incremento de las desigualdades sociales entre los países y los conflictos, las deudas crecientes, la amenaza del estancamiento y la recesión, limitan los esfuerzos para lograr el sueño de una educación universal de calidad que nos ayude a superarlos. Diversas opiniones concentradas en esos estudios afirman que el terreno educativo, inevitablemente, va a sufrir cambios drásticos, que ya se han empezado a vislumbrar, debido a tendencias como la imparable globalización, la tecnología de Internet y los dispositivos móviles, que implica el libre acceso a la formación y a la información, y la brecha creciente entre las poblaciones con un alto nivel educativo y las apenas escolarizadas, entre otros. Estos cambios tienen un impacto significativo en el perfil de personas cualificadas que deben enfrentarse al mundo. No es claro si la formación actual está contribuyendo a perfilar el tipo de ciudadanos que se requieren, cuando lo que prima son unos preocupantes índices de fracaso escolar, las altas tasas de paro entre los jóvenes graduados, la baja satisfacción del profesorado y la poca adaptación de contenidos a la realidad económica actual. Sugieren que el desafío de reformar la educación, entendida como la formación continua desde la más tierna infancia hasta la tercera edad, debe estar en la agenda de todos los agentes de la sociedad y requiere de su colaboración efectiva: individuos, familias, instituciones educativas, empresas y Gobierno. La calidad de la educación no depende sólo de la cantidad de recursos, sino, sobre todo, de cómo se emplean éstos, de cómo se organiza y gobierna el sistema, de cómo se forma al profesorado y de la motivación y apoyo de los grupos sociales implicados. El análisis de “La Educación del siglo XXI”, plantean que la combinación de ingredientes para conseguir una educación del siglo XXI es necesariamente compleja y de lenta ejecución. Proponen algunos de los ingredientes clave que piensan, deben estar contemplados en una propuesta que logre formar a los ciudadanos del siglo XXI para convivir y superar los grandes retos a los que se enfrentan. En su propuesta sugieren un decálogo de principios para la educación del siglo XXI, con el fin de fomentar la creación de una comunidad más avanzada y provista de la herramienta de la educación para impulsar el futuro desarrollo global: Principio 1. La educación deber ser universal, global y prioritaria para todas las naciones.

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Principio 2. Se debe democratizar la educación para hacerla accesible a toda la población. Principio 3. Debemos conseguir que la educación inspire y motive a profesores, estudiantes y la sociedad. Principio 4. Se debe fomentar la educación continua para asegurar la empleabilidad y la contribución de las personas que abandonan el sistema educativo reglado. Principio 5. La formación no debería limitarse a impartir sólo conocimientos académicos, sino que también debería proporcionar una educación integral que incluya inteligencia emocional, creatividad, valores, imaginación, expresión corporal, capacidad de concentración entre otras habilidades. Principio 6. Los sistemas educativos deben incluir prácticas que aumenten su eficacia. Principio 7. La personalización se impone como factor determinante para lograr una mejor educación. Principio 8. La adaptación del currículo académico a la realidad socioeconómica de cada momento debe ser una de las prioridades. Principio 9. Se deben adoptar métodos innovadores para lograr una educación más atractiva y eficaz. La formación apoyada en los nuevos medios puede mejorar las perspectivas de acceso de la educación. Principio 10. La educación debe ser colaborativa y contar con un papel más activo por parte de los principales agentes, gobierno, empresas, padres y los propios individuos. Los hallazgos de este análisis sobre la problemática de la institución académica sugieren que cada vez se hace más evidente la importancia de la educación y del conocimiento en un mundo global. El fortalecimiento de la institución académica es necesario para afrontar los múltiples desafíos de la globalización, la cual debe recuperar su vocación humanística, impartir una formación apropiada para el momento actual, sustentada en los valores éticos y el perfeccionamiento intelectual, con el compromiso de todas las esferas de la sociedad.

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Referencias Bibliográficas Aullón, P. (2010). La ideación del humanismo y la problematización humanística de nuestro tiempo, En Aullón, P. (Ed.), Teoría del Humanismo, Verbum, Madrid, Vol. I, pp. 25-101. FTF (2013). Claves para el nuevo equilibrio global, Fundación Innovación Bankinter. España. FTF (2014). La Educación del siglo XXI: Una apuesta de futuro, Fundación Innovación Bankinter. España. Lampert, E. (2008). Posmodernidad y universidad: ¿una reflexión necesaria? Perfiles Educativos, vol. XXX, núm. 120, México, pp. 79-93. Song, K. (2013). El capital espiritual: un recurso por explotar para una economía global sostenible, Claves para el nuevo equilibrio global, Fundación Innovación Bankinter. Toffler, A. (1990). Tercera Ola, Plaza & Janés Toffler, A. y Toffler, H. (2006). La revolución de la riqueza, DEBATE, colección Arena Abierta. Trueba, J. L. (2013). Miedo absoluto: La oficina como campo de concentración y la empresa como forma de extermino. Editorial Taurus. México.

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