Políticas de Marginalización y Nuevas Formas de Ciudadanía en las Favelas de Rio de Janeiro

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Descripción

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

LA PROBLEMÁTICA de la INSEGURIDAD Coordinado por: España Cuellar Raúl Gorza Piero

La Paz - Bolivia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte en ninguna forma ni por ningún medio sin el permiso previo de los autores. OBSERVATORIO DE POLÍTICAS PÚBLICAS Y SOCIALES UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS (Av. Villazón Nª 1995 Monoblock Central) UNIVERSIDAD DE TURÍN Italia E-mail: [email protected] IMPRESO EN BOLIVIA DEPÓSITO LEGAL COORDINADO POR:

España Cuellar Raúl F. Gorza Piero

COORDINACIÓN OPERATIVA DEL PROYECTO EDITORIAL: Samara Daher DIRECCIÓN DEL COMITÉ EDITORIAL DEL PROYECTO : España Cuellar Raúl F. (Bolivia). Gorza Piero (Italia) AUTORES:

Armao Fabio Gorza Piero España Cuellar Raúl Malighetti Roberto Moschella Rita Paz Rada Eduardo Rossi Ugo Saravia Calderón Joaquin Vanolo Alberto

TRADUCCIONES A CARGO DE: Nelly Sirpa Ester Bianchini Marco Carraro, Silvio Zala, Equipo del Comité de La Paz, Bolivia, Società Dante Alighieri EDICIÓN: Eduardo Paz Rada DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Tatiana Espinoza Alcón IMPRESO:

DETALLES Servicios Gráficos

PRIMERA EDICIÓN :

Agosto 2012

Índice Temático Presentación Institucional

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Prólogo Raúl España Cuellar Piero Gorza

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¿Podemos librarnos de la inseguridad? Notas de Antropología Política Piero Gorza Rita Moschella

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El Neoliberalismo y la Violencia Inherente al Habitar Ugo Rossi Alberto Vanolo

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La Sociedad del Miedo y la Inseguridad (La Construcción de un Modelo Político y Sociedad Penalizando la Pobreza y la Marginalidad) Eduardo Paz Rada

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Políticas de Marginalización y Nuevas Formas de Ciudadanía en las Favelas de Rio de Janeiro Roberto Malighetti

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De Palermo a Ciudad Juarez: El Crimen Organizado en Italia y en México Desde una Perspectiva Comparada Fabio Armao

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Institucionalidad Disfuncional y Autoreclusión Social Frente a la Inseguridad Ciudadana en Bolivia Joaquín Saravia Calderón

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

PRESENTACIÓN INSTITUCIONAL

En el marco de las experiencias exitosas de cooperación académica que se vienen realizando entre la Universidad Mayor de San Andrés y la Universidad de Turín, se ha planteado la necesidad de generar un espacio de difusión y divulgación de artículos, ensayos e investigaciones científicas orientados a apoyar la formación profesional de los estudiantes, a generar insumos para la formulación de políticas públicas y a establecer un mecanismo de diálogo y debate científico entre Bolivia e Italia, con la perspectiva de ampliarlo a Europa y América Latina. Esta iniciativa, se concreta en la conformación de un espacio editorial denominado "Para el Debate: Diálogo entre los dos Occidentes" que, por un lado, responde a las necesidades de una actualización permanente de conocimientos sobre las realidades latinoamericanas y europeas, y que, por otro, se constituye en un ámbito de discusión plural de alto nivel científico, y en un medio de carácter formativo y de apoyo a la investigación para los estudiantes de los dos países. Este primer número del proyecto editorial aborda la problemática de la inseguridad, un tema por demás pertinente en un mundo signado por una expansión significativa de nuevas formas de violencia estatal y social así como de la criminalidad, que altera drásticamente la vida de las personas y de las comunidades, ampliando los espacios de incertidumbre, acrecentando los miedos, el temor al otro, impactando sobre las posibilidades de realización de la libertad y de los derechos en la medida que se los va subordinando a la demanda del orden y la seguridad, lo que puede tener efectos perversos incluso sobre el devenir de la propia democracia.

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La Problemàtica de la Inseguridad

Estamos seguros, de que este primer número colmará las expectativas del público al que va dirigido, investigadores, docentes, estudiantes, decisores públicos y población en general, asimismo auguramos la sostenibilidad en el tiempo de este importante proyecto académico binacional. Finalmente, queremos agradecer a los investigadores que han aportado con sus ensayos y artículos a este primer número, al Instituto Dante Alighieri y a licenciada Nelly Sirpa, por el trabajo de traducción de los artículos y ensayos provenientes de Italia y a la coordinación operativa y académica del Proyecto, al Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de la UMSA, por su esfuerzo tesonero para hacer realidad este primer número. La Paz, Agosto de 2012

Dra. Teresa Rescala Nemtala MAGNÍFICA RECTORA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÈS

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Dr. Ezio Pelizzetti

MAGNÍFICO RECTOR UNIVERSIDAD DE TURÍN

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

PRÓLOGO La problemática de la inseguridad F. Raúl España Piero Gorza

El conjunto de ensayos y artículos contenidos en la presente publicación ponen en el centro del debate la problemática de la inseguridad, tema por demás pertinente en la medida, que el panorama del miedo, la violencia, la criminalidad, la incertidumbre parecen ser el nuevo fantasma que recorre las sociedades no sólo latinoamericanas, sino también europeas. La inseguridad es abordada desde un enfoque integral, pero al mismo tiempo desde un doble registro: i) Desde una perspectiva restringida, en tanto se enfatiza la relación entre inseguridad y criminalidad. Poniendo en evidencia el hecho que la criminalidad no sólo que forma parte del imaginario colectivo de la población, sino que se ha incrustado en la vida cotidiana de las personas, alterando sus hábitos urbanos de conducta, sus propios estilos de vida y deteriorando su calidad de vida1 ii) Desde una perspectiva amplia, poniendo de relieve la problemática de la inseguridad en un doble nivel: El primero, el de la relación hombre naturaleza, que nos remite al ámbito de la cultura como el espacio en el que nos producimos a nosotros mismos en interacción con lo que nos rodea, nivel que tiene como componentes esenciales: la libertad (entendida como posibilidad) y la creatividad. El segundo, que nos remite al carácter eminentemente social del hombre, a su necesidad de vivir en sociedad, bajo la garantía del Estado, lo que conlleva ubicar la problemática de la inseguridad, en torno a la necesidad 1

Saravia Joaquín. "Institucionalidad disfuncional y autoreclusión social frente a la inseguridad ciudadana en Bolivia".

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La Problemàtica de la Inseguridad

de garantizar un orden y por tanto un control. Nivel en el que la libertad como posibilidad se articula problemáticamente con la estabilidad y la certeza.2 1. Desde la primera perspectiva, es decir desde la relación inseguridad criminalidad, destacan las siguientes dimensiones del análisis: a) La criminalización de la pobreza, expresada, por un lado, en la estigmatización de los pobres, de los marginales como encarnación del peligro y la delincuencia y, por otro lado, en la estigmatización y el temor al otro, al "extranjero", al diferente, que se lo identifica de muy diversas maneras: el "sudaca", el árabe, el negro - en el caso europeo - el "bolita", el peruano, el paraguayo, etc. - en el caso latinoamericano -, en síntesis como los marginados y peligrosos provenientes de otras regiones. Criminalización que tiene sus bases en la ampliación de la pobreza, el crecimiento del desempleo, problemas agudizados por la lógica neoliberal asentada en la eliminación de las responsabilidades estatales de proveer ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país y de responsabilizar a los propios individuos de su reproducción social. Lógica que se ha concretado en la privatización de la prestación de servicios a la colectividad induciendo a las comunidades a asumir responsabilidades respecto a la satisfacción de necesidades tales como la seguridad ciudadana, la solidaridad social, etc. b) Las nuevas formas de violencia estatal, expresadas en políticas de militarización de los espacios territoriales marginales, como las favelas sudamericanas, las banlieues francesas, las bidonvillas y las barriadas de las megalópolis asiáticas y africanas. Expresadas también en aquellas políticas públicas tendientes a separar el rol de la policía del rol de la comunidad, definiendo a la policía como una "realidad externa" que debe "combatir" contra todas las formas de crimen, incluidas las aparentemente menos riesgosas para la comunidad, a fin de evitar la propagación de una cultura de la ilegalidad. Desde esta perspectiva, los marginales de la calle, los que no tienen una morada fija, las prostitutas, los indigentes, los niños, los alcohólicos, los grafiteros, etc., es decir, todos aquellos que 2

Gorza Piero, Moschella Rita. "¿Podemos librarnos de la inseguridad? Notas de antropología política"

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

son protagonistas de conductas desviadas y deben ser reprimidos, para preservar el orden, la seguridad. c) La autodefensa ciudadana, expresada, por un lado, en el surgimiento de "comunidades fortificadas" que son espacios urbanos delimitados por muros y cercas y con puntos de vigilancia para evitar el ingreso de "extraños", que surgieron como consecuencia de la demanda de seguridad de las clases medias y altas, debido a la preocupación por la extensión de la delincuencia; y por otro, en la toma de la justicia por propia mano, que se traduce en episodios de linchamiento a los supuestos delincuentes por la propia comunidad, ello sucede sobre todo en los estratos bajos de la sociedad. Es decir, la respuesta de la sociedad, a la problemática de la inseguridad está también teñida por la violencia, en los barrios cerrados la preocupación por la inseguridad está íntimamente entrelazada por apartar físicamente al "diferente", al "peligroso" del espacio de la vecindad y, en el caso de la asunción de la justicia por mano propia, esa preocupación va más allá, importa la eliminación física del otro, del extraño. d) La conversión de la inseguridad y la violencia en un gran negocio, que por un lado, se expresa en el hecho que la violencia se vende bajo la forma de servicios de protección a cualquier persona que esté en condiciones de pagarla; han proliferado las empresas privadas que brindan seguridad, las que instalan alarmas, las que se especializan en la construcción de rejas, se han incrementado las ventas de armas e instrumentos para la protección personal e incluso la venta de perros ya no como mascotas, sino como guardianes, etc. Por otro lado, en que, "la violencia misma se ha convertido en una fuente directa de ingresos para un conjunto variado de actores desde los sicarios independientes hasta los miembros de las pandillas, desde la policía hasta los empleados de las compañías de seguridad privada. La violencia es el instrumento para alimentar el mercado de la inseguridad y, con eso, el consumo de armas que debe ponerle remedio"3. e) El Crimen Organizado, que por un lado, busca el beneficio económico de una elite, a través de la gestión directa y masiva de los mercados ilegales, del control o conquista de posiciones de poder político y de la anulación de las relaciones de solidaridad social, utilizando como medio específico a la violencia. Por otra parte, el crimen organizado, en su necesidad de 3

Armao Fabio. "De Palermo a Ciudad Juárez: El Crimen Organizado en Italia y en México desde una perspectiva comparada".

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La Problemàtica de la Inseguridad

controlar un determinado territorio, no solo que disputa con el Estado el papel de garante de integridad física de los individuos a través de los mecanismos de extorsión-protección, sino que también le disputa la propia soberanía, al controlar territorios bajo el imperio de sus propios mecanismos coercitivos basados en la violencia y bajo sus propias reglas, que sustituyen las leyes4. 2. Desde la perspectiva amplia, es decir desde la ubicación de la problemática de la seguridad en el ámbito socio-cultural, se abordan las siguientes dimensiones de análisis: a) El panorama del miedo, como expresión de los temores, los riesgos, la incertidumbre creciente, que acechan a los individuos y las colectividades sociales, producidos por las amenazas de confrontación generalizadas, por la expansión del crimen organizado, el trafico de drogas, de armas, por las crisis económicas, por las catástrofes naturales, por la potencial agresión personal, la delincuencia común, etc., que han generado las condiciones de posibilidad para la instalación del miedo tanto en las conciencias individuales como en la conciencia social. El miedo se ha posesionada en la cotidianeidad de la vida humana, sin distinguir clases sociales, pertenencias étnicas, religiosas, lugares de residencia, etc., el miedo también es un fenómeno global. La ideología del miedo, como temor a sufrir, a sentir dolor, a ser vulnerable, como negación de la vida y la sobrevivencia, condiciona y altera los comportamientos individuales y sociales. Este panorama hace que "el control del medio5 sea reemplazado por el control del miedo" , que del miedo a la naturaleza pasemos al miedo al semejante, al otro ser humano. b) El deterioro del tejido social, que se expresa en la separación. El otro, el distinto, el extraño es amenazante, representa el peligro, en ese contexto "la vida cotidiana es separada del contacto con personas pertenecientes a otros grupos sociales, étnicos o religiosos"6, se delimitan fronteras territoriales: se constituyen urbanizaciones fortificadas, los centros comerciales son protegidos con videocámaras y seguridad privada, estos espacios privilegiados son separados 4

Armao Fabio. "De Palermo a Ciudad Juárez: El Crimen Organizado en Italia y en México desde una perspectiva comparada" Saravia Joaquín. "Institucionalidad disfuncional y autoreclusión social frente a la inseguridad ciudadana en Bolivia". 6 Rossi Ugo, Vanolo Alberto. "El Neoliberalismo y la violencia inherente al habitar" 5

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

de la "promiscuidad social". Todo ello implica la ruptura de la convivencia de la diversidad social y cultural, la fragmentación del tejido social. Estas "lógicas ilustran una sociedad en la que la dicotomía nosotros/los otros lleva a la construcción de fronteras netas que separan las culturas y evitan el encuentro, en la cual la lógica de amigo/enemigo es predominante: una sociedad cerrada y atrincherada dentro de sus propias contradicciones. Una sociedad sitiada donde individuos solo aparentemente libres se esfuerzan por alcanzar un bienestar cuyo umbral y cuyo alcance están constantemente desplazados hacia adelante, y cuyas reglas son las de la productividad, el rendimiento y el resultado. Una sociedad que, por ende, produce desechos, donde la vida se expone al fracaso o a la ausencia de posibilidades"7. c) La instrumentalización del miedo por el poder, que se expresa en el hecho de que el miedo y la inseguridad ya constituidos como "estado de existencia natural", legitiman y validan el Estado de seguridad hobbesiano. Los individuos prefieren restringir su libertad, renunciar a sus derechos en procura del orden y la seguridad, reforzado por un poder supremo bien visible y muy armado. La recurrencia de más policía, mas justicia penal, más prisión, más mano dura, de militarización de espacios territoriales y tolerancia cero a los extraviados, parece ser el precio de la seguridad. En este marco, las políticas de seguridad se convierten en un instrumento de reproducción del poder, trascendiendo lo ordinario, lo normal, se abstraen del Estado de Derecho. Lo extraordinario, la emergencia, el Estado de Excepción se "normaliza", difuminando la frontera entre lo que está dentro del ordenamiento jurídico y lo que está fuera de él. "El poder público configura sus acciones en términos emergenciales justificando la imposición de normas arbitrarias de forma totalizante, en contra de modalidades alternativas de intervención8. "Hoy, por lo tanto, parecería que el estado de excepción se ha convertido en la regla, y la inseguridad sería el dato social que una vez más lo acompaña" 9 .

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Gorza Piero, Moschella Rita. "¿Podemos librarnos de la inseguridad? Notas de antropología política". Malighetti Roberto. "Políticas de marginalización y nuevas formas de ciudadanía en las favelas de Rio de Janeiro". Gorza Piero, Moschella Rita. "¿Podemos librarnos de la inseguridad? Notas de antropología política".

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La Problemàtica de la Inseguridad

En síntesis, "la conjunción de la evidencia objetiva y subjetiva del peligro con la administración del miedo desde las instancias de poder, va construyendo un sistema de control, vigilancia, orientación y regulación de la inseguridad, el peligro, la amenaza y el riesgo desde las mismas estructuras de dominación institucional hasta el campo de los aspectos más rutinarios, microsociales y cotidianos de la vida humana. De esta manera, la constitución, administración y manipulación de los miedos sociales e individuales se convierten en recursos de la política, del estado, de las instituciones, para vigilar, controlar y castigar a la sociedad o a aquellos segmentos de la misma que se considera son un peligro para determinado orden establecido, forjando así un esquema cada vez más sofisticado de dominación, domesticación y subordinación de la colectividad al poder"10. 3. Finalmente, es importante poner de relieve que el conjunto de ensayos y artículos, no se limitan a poner en evidencia las características de la problemática de la inseguridad, sino que avanzan hacia la formulación de propuestas para enfrentarla, no ya desde la perspectiva estatal, sino desde la propia sociedad. En ese marco destacan los siguientes puntos relevantes: i) La recuperación del tejido social desde abajo, desplazando la gestión del miedo por parte del poder hacia una gestión social-comunitaria del mismo, buscando nuevos mecanismo de relación social, lo que significa recuperar los espacios de contacto y vínculo en base a la confianza mutua en mercados, parques, plazas, fiestas, desfiles, rituales y otras actividades de la vida cotidiana en cada contexto, construyendo y reconstruyendo los valores culturales de la sociedad. Abriendo todos los canales dialógicos de la acción comunicativa, de la desfetichización y desinstrumentalización de las relaciones humanas (desaprender para aprender) impulsando nuevos valores de respeto, certidumbre y reconocimiento de la diversidad social y cultural11. ii) Reconstruir las redes de confianza no coercitivas, lo que implica pasar de la violencia del Estado, para combatir la inseguridad -que no hace otra cosa que disgregar aun más el

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Paz Rada Eduardo. "La construcción de un modelo político y social penalizando la pobreza y la marginalidad". Paz Rada Eduardo. "La construcción de un modelo político y social penalizando la pobreza y la marginalidad".

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

tejido social-, a la construcción de redes de confianza que tengan como función la acumulación y coordinación del compromiso12. iii) Volver a empezar desde el margen, el ser incluidos o excluidos, el vivir en carne propia la precariedad o, por el contrario, el imaginarse protegidos en prisiones doradas, trazan trayectos basados culturalmente que tienen una relevancia extrema en las vivencias de las personas. El punto de vista marginal permite ubicar en el centro de la perspectiva las temáticas de la convivencia, de los tejidos de comunicación social y de las políticas de inclusión. Por el contrario, un punto de vista que parta desde el centro para ver el margen es inevitablemente influenciado por una perspectiva que tiende a imponerse por medio de separaciones e inflexibilidades normativas; es el punto de vista que ve en la marginalidad el espacio del peligro, de las barbaries siempre latentes. Partir de las periferias y de la marginalidad inmediatamente enfoca el problema de las diferencias y de las relaciones. Utilizar una "lógica de las relaciones" se traduce en aceptar que una ciudad contiene en su interior muchas ciudades. Sólo la relación entre éstas puede detener la inseguridad y abrir camino a lugares de encuentro. Las asociaciones sociales, las formas de organización de la convivencia, se convierten en los instrumentos por medio de los cuales se construye una ciudadanía responsable. Los lugares de encuentro necesitan de un esfuerzo continuo para crear zonas grises, áreas matizadas, donde las diferencias no se borran y donde incluso los confines precisos se convierten en fronteras donde, con el transcurrir del tiempo, es posible entenderse. Lo que construye un sentido común no es el collage de espacios urbanos homogéneos y separados entre sí, sino la red de comunicaciones, a veces incluso parciales, entre los diferentes lugares y las diferentes subjetividades13. iv) El derecho a tener derechos, los condenados de la tierra, de los pueblos colonizados y de los esclavos, de los migrantes y de los prófugos, de los refugiados y de los clandestinos, de los indígenas y de los indigentes, los parias, los excluidos de 12 13

Armao Fabio. "De Palermo a Ciudad Juárez: El Crimen Organizado en Italia y en México desde una perspectiva comparada" Gorza Piero, Moschella Rita. "¿Podemos librarnos de la inseguridad? Notas de antropología política".

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La Problemàtica de la Inseguridad

siempre, los sin tierra, los sin techo, los sin trabajo, los sin ciudadanía dejan de asumirse como victimas comienzan a romper su silencio y asumirse como sujetos, a tomar conciencia de su derecho a reafirmarse y a expresarse ya no como los desvalidos, ni los grupos vulnerables, ni como minoridades, sino como seres humanos que pretenden afirmar su libertad generando formas de ciudadanía alternativas desde sus diversos mundos culturales y pertenencias multi-situadas, lo que impele a dar solución a las contradicciones constitutivas de las democracias liberales, entre ciudadanía formal y substancial, entre ciudadanía como derecho humano universal y su discriminación nacional. Sugieren que las nuevas ciudadanías saltan el nivel nacional y se conectan con los derechos humanos universales teniendo como horizonte ideológico y práctico el mundo entero14.

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Malighetti Roberto. "Políticas de marginalización y nuevas formas de ciudadanía en las favelas de Rio de Janeiro".

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

¿PODEMOS LIBRARNOS DE LA INSEGURIDAD? Notas de antropología política

Piero Gorza Universidad de Turín Rita Moschella Universidad de Turín 1

1. La condena a ser libres ¿Qué queremos decir cuando hablamos de necesidad de seguridad? Es una cuestión en parte filosófica, pero también antropológica. El punto de partida es la incompletud biológica que nos caracteriza; sin embargo, más allá de la inestabilidad que nos acompaña, el otro dato que se debe tomar en cuenta es la capacidad de utilizar esta carencia como un elemento estratégico de supervivencia. Como veremos, la respuesta al problema de la inseguridad se plantea a partir de dos niveles, ambos connotados culturalmente. El primer nivel es aquél donde el hombre actúa sobre la naturaleza, la adapta a sus necesidades, construye los instrumentos que necesita para vivir y se construye a sí mismo como proyecto. Desde este punto de vista la cultura es, por tanto, una obra in fieri en la que nos fabricamos a nosotros mismos en interacción con lo que nos rodea: donde la libertad (entendida como posibilidad) y la creatividad son sus componentes esenciales. El otro nivel es el social, y por ende, la incapacidad de sobrevivir aislados, la necesidad de construir una comunidad y de vivir al interior de una sociedad que encuentra en el Estado a su garante. Aquí, más que en cualquier parte, el problema de la inseguridad gira en torno a la necesidad de garantizar un orden y por tanto un control. Y aquí, el nivel de la libertad y de las posibilidades se articula problemáticamente con el nivel de la estabilidad y de la certeza. 1

El ensayo es el resultado de una reflexión común, sin embargo podemos atribuir sus partes de la siguiente manera: R. Moschella subtítulos 1 y 2. y P. Gorza subtítulos 3 y 4.

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La Problemàtica de la Inseguridad

La inseguridad es un sentimiento ambivalente, resultado de nuestra condena a ser libres y a ser, ante todo, proyecto. La antropología, la paleontología y también las ciencias neurobiológicas revelan indicaciones sobre cómo la incompletud de nuestra especie, el ser "animales deficientes", conlleva la preocupación del estar arrojados en un mundo al que debemos organizar cultural y socialmente. Y sin embargo, la desventaja biológica que nos caracteriza respecto a otros animales, es asimismo un recurso estratégico vital que ha llevado a la humanidad a inventarse su propia supervivencia. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, Johann Herder (HERDER 1971), hablaba del hombre como un "ser carencial" desprovisto de instrumentos físico-biológicos especializados, de órganos adecuados de defensa, ataque o huída, de sentidos particularmente desarrollados y eficaces. Sin embargo, subrayaba Herder, el hombre es también acción y cultura. La posición erecta le garantiza tener las manos libres y, de manera análoga, la mirada hacia el horizonte (un horizonte libre y ya no limitado al suelo) le permite ver, observar, experimentar un mundo que ha llegado a ser inmenso. También Arnold Gehlen, al describir la condición humana, hace hincapié en la incompletud que nos caracteriza: el recién nacido representa una especie de "parto prematuro" ya que necesita de cuidados constantes y muy prolongados antes de adquirir cierta autonomía. L'uomo è organicamente "l'essere manchevole [Mängelwesen]" (Herder); egli sarebbe inadatto alla vita in ogni ambiente naturale e così deve crearsi una seconda natura, un mondo di rimpiazzo, approntato artificialmente e a lui adatto, che possa cooperare con il suo deficiente equipaggiamento organico; e fa questo ovunque possiamo vederlo (GEHLEN 1990; GALIMBERTI 1999: 160-174)2. Sin embargo, el ser carentes, dependientes, poco protegidos, es la premisa a partir de la cual hemos aprendido a desarrollar aquellos instrumentos de observación, reflexión y previsión que nos permiten habitar culturalmente un mundo.

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El hombre es orgánicamente "el ser carencial [Mängelwesen]" (Herder), y no sería apto para la vida en un ambiente natural; por lo tanto tiene que crearse una segunda naturaleza, un mundo de reemplazo, preparado artificialmente y adaptado a él, el cual pueda cooperar con su deficiente equipamiento orgánico; y hace esto donde quiera que lo veamos.

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

Povero di apparato sensoriale, privo d'armi, nudo, embrionale in tutto il suo habitus, malsicuro nei suoi istinti, l'uomo è l'essere che dipende esistenzialmente dall'azione (GEHLEN 1984: 11; GALIMBERTI 1999: 172)3. La cultura no es una característica exclusiva de la especie humana, como lo han demostrado algunos etólogos, pues los comportamientos culturales, con diferentes matices, son propios de todas las especies animales. La cultura es una posibilidad zoológica que antecede al proceso de hominización. Sin embargo el hombre es, entre los seres vivos, aquél que más necesita de la cultura para garantizar su propia supervivencia. En este sentido, la historia de la tecnología, en la que el hombre construye prótesis para ampliar su escaso equipamiento orgánico, es un claro ejemplo de esta estrategia evolutiva. ¿Cómo se combinan entre sí naturaleza y cultura? En realidad, la distinción entre estos dos ámbitos no es tan obvia como podría parecer a primera vista. Francesco Remotti (2010), al evocar la historia de los dos conceptos, ilustra la transición desde una concepción que considera naturaleza y cultura como dos datos inscritos en la realidad, dos campos completamente separados y autónomos, a otra que, en cambio, define a ambos como construcciones culturales. Los fenómenos observables en el mundo natural, así como los fenómenos culturales, son siempre concebidos al interior de categorías, de un cierto modo -connotado intelectualmente- de observar y explicar la realidad dada (KUHN 1969)4. Thomas Kuhn habla de paradigmas, es decir esquemas conceptuales adoptados en una comunidad científica, que como tales no son el espejo de una realidad dada8. Por el contrario, son orientaciones convencionales, y por lo tanto, en cierta medida arbitrarias, siempre susceptibles de revisión. Dentro de esta perspectiva, Clifford Geertz (2008)5 señala que no hay una biológia sobre la cual se asiente, con su acción, la cultura; entre estos dos campos existe una constante conexión y recíproca interdependencia. El hombre no es naturaleza o cultura, ni la una precede a la otra, sino que ambos interactúan en una labor de moldeado recíproco: el hombre es un animal bio-cultural. Por ende, podríamos decir que la carencia, la incompletud, o la incapacidad del hombre de sobrevivir basándose exclusivamente en la naturaleza respecto a las decisiones que toma, fundan lo que llamamos libertad y por tanto la posibilidad de ser proyecto. 3 4 5

Pobre en lo concerniente a su aparato sensorial, carente de armas, desnudo, embrionario en todo su habitus, inseguro en cuanto a sus instintos, el hombre es el ser que depende existencialmente de la acción. Versión esp.: T. Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas. Ed.Fondo de Cultura Económica, México 1971. Versión esp.: C. Geertz, La Interpretación de las culturas. Ed. Gedisa, Barcelona 1992.

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Adriano Favole y Stefano Allovio (FAVOLE, ALLOVIO en REMOTTI 2002: 182-185) hacen hincapié no sólo en cómo la biología influye en nuestras desisiones y da forma a la experiencia, sino también en cómo, al mismo tiempo, la experiencia influye en lo biológico e imprime sus signos en él y le da forma. La interacción ha moldeado y moldea al hombre y a aquél órgano increíblemente complejo que es su cerebro. La característica de la plasticidad, que le es inherente, hace que en base a los estímulos recibidos se creen sinapsis entre las neuronas, constituyendo, de este modo, verdaderas redes. Este proceso no sólo es fundamental para la memoria, sino que determina la posibilidad de crear nuevas conexiones entre neuronas y entre áreas cerebrales. La experiencia, los estímulos que recibimos del exterior, se imprimen en el tejido neuronal y lo modifican. Al mismo tiempo, de manera dialéctica, la base biológica condiciona nuestra manera de interactuar culturalmente con el mundo. Estudios importantes en el área de las neurociencias han demostrado que aprender significa eliminar. Se ha verificado que la plasticidad y la permeabilidad, y por lo tanto, el número de neuronas y las posibles conexiones entre las células nerviosas, son mayores en los primeros años de vida para luego disminuir gradualmente. Los estímulos externos, las impresiones, las sensaciones y las experiencias se graban en el cerebro, se establecen allí y, al mismo tiempo, al establecerse operan selectivamente privilegiando algunas conexiones en desmedro de otras: vivimos en un sistema cultural entre los tantos posibles. Ésta es la razón por la cual, por ejemplo, cuando somos adultos, y una vez adquirido el lenguaje de manera estructurada, ya es complicado reconocer y pronunciar los sonidos que pertenecen a idiomas diferentes (FAVOLE, ALLOVIO en REMOTTI 2002:198200). La labor de eliminación realizada por el cerebro nos obliga a reflexionar sobre los conceptos de selección y pérdida. Producir desechos nos remite a los mecanismos de la vida y también a las tantas posibilidades que no se pueden desarrollar. Clifford Geertz escribió: Noi tutti cominciamo con l'equipaggiamento naturale adatto per vivere mille tipi di vita, ma finiamo con l'averne vissuta una sola (GEERTZ 2008: 86)6. Francesco Remotti ha escrito páginas muy hermosas e intensas sobre la incompletud y sobre aquél acto propiamente humano que es el construirse humano entre humanos, en las distintas formas que la humanidad asume, cultiva, abandona y retoma (REMOTTI 2002, 2011). Pero si lo que se dijo tiene sentido, entonces la inseguridad 6

"Todos nosotros comenzamos con el bagaje natural adecuado para vivir miles de tipos de vida, pero resulta que terminamos habiendo vivido una sola".

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

y este nuestro sentirnos frágiles y amenazados no es una condición de la que podamos librarnos, nos pertenece estructuralmente, no podemos prescindir de ella. Es un limite, sí, pero al mismo tiempo, también es un recurso. Son muchos los aspectos de la cultura que pueden ser analizados y que encuentran su origen en la necesidad de seguridad, certeza y estabilidad: la vida social ante todo. Las sociedades necesitan encontrar en sí mismas elementos fundamentales para unirse en torno a núcleos fuertes de estabilidad. A veces esta necesidad produce identidades excluyentes y rígidas que asumen las tintas lúgubres del drama y del genocidio (REMOTTI 2007, 2010). En la historia del hombre y del pensamiento, nos llama la atención que sea precisamente la necesidad de poner freno a la inseguridad la clave para interpretar a la sociabilidad organizada: no el deseo de estar juntos, de construirnos a nosotros mismos y a nuestra propia humanidad en relación a la humanidad de quien nos rodea y comparte nuestra condición, sino la necesidad de defensa y protección. Por supuesto que con esto no se quiere desconocer la gran fragilidad que puede justificar una necesidad de tal índole; sino lo que se quiere destacar es el hecho que entre las posibles interpretaciones, ésta sea prevalentemente la que la historia del pensamiento occidental ha elegido y ha teorizado. Si bien en Platón y Aristóteles el hombre es ante todo un animal social, sin embargo desde Thomas Hobbes, John Locke, Jean Jacques Rousseau, a Immanuel Kant (aún con las debidas y necesarias diferencias) la filosofía política y las teorizaciones sobre el nacimiento del Estado destacan la inevitabilidad de llegar, desde una condición pre-histórica, del "estado de naturaleza", a una condición en la cual los individuos se constituyen como comunidad fundando el Estado. El contrato social es el instrumento de esta transición: éste hace de una multitud una unidad, un pueblo; legitima el poder soberano y garantiza aquellos derechos fundamentales que en el estado de naturaleza no es posible preservar. La vida, la seguridad, la propiedad, la auto-conservación, la libertad, la igualdad son todos derechos naturales respaldados por la autoridad de la razón que, en el acto de sumisión al poder soberano, se convierten en derechos convencionales. Así, en 1651, Thomas Hobbes, uno de los grandes teóricos del Estado absoluto, funda su concepción del poder y del gobierno sobre un estado de naturaleza caracterizado por la presencia de una guerra permanente entre individuos aislados, una guerra de todos contra todos, en el cual el hombre es homo homini lupus. El pacto social que funda el Estado (el "Leviatán") es un acuerdo entre individuos (y 15

La Problemàtica de la Inseguridad

sólo entre individuos, ya que el soberano no es parte de éste) y tiene una naturaleza exclusivamente instrumental a favor de la defensa de la vida y de las posesiones (HOBBES 2005)7. Cuarenta años después, John Locke en El Tratado sobre el Gobierno, al corroborar el origen consensual y contractual del poder (el cual, a diferencia del contrato teorizado por Hobbes, es un acuerdo entre los súbditos y el soberano), identifica en el estado de naturaleza, ya no una condición de aislamiento y de falta de relaciones sociales sino una situación en la que ya existe una forma de sociedad civil: en ella los hombres mantienen relaciones económicas mediadas por el mercado, y la ley de la naturaleza garantiza la convivencia (LOCKE 2006)8. Para Locke, la salida de este estado se vuelve necesaria sólo en la medida en que los intereses egoístas y la lucha por el dominio se impongan sobre la razón. Incluso para este gran teórico del individualismo y del liberalismo burgués, el remedio consiste en transferir a un ente superior, precisamente al Estado, aquellos derechos cuyo ejercicio ilimitado pone en peligro la convivencia pacífica. El Estado, por tanto, tiene el deber de garantizar la seguridad y la propiedad a través de las leyes. Un siglo más tarde, Jean Jacques Rousseau (1979)9 es el primer gran crítico de la sociedad civil. Para él, el estado de naturaleza no es en absoluto, como para Hobbes, la guerra de todos contra todos; y, a diferencia de Locke, sostiene que los males que afligen a los hombres derivan principalmente de la organización social. Para Rousseau la "vida civil", que nace con la revolución agrícola, con la metalurgia, con el trabajo y la posesión, ya está marcada por la desigualdad, por la acumulación, por el abuso, por el derecho del más fuerte. El pacto original, aquél en el cual los hombres se constituyen como cuerpo social fundando la sociedad civil, determina una condición que para el filósofo ginebrino es una fuente de inseguridad y de desigualdad más que el estado natural: Il più forte non sarebbe mai abbastanza forte per essere sempre il padrone, se non trasformasse la sua forza in diritto e l'obbedienza in dovere (ROUSSEAU 1966: 13)10.

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Versión esp.: T. Hobbes.1984. Leviatán.México: Ed. Fondo de Cultura Económica. Versión esp.: J.Locke. 2006.Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, trad. de Carlos Mellizo.Madrid: Ed. Tecnos. 9 Versión esp.: J.J. Rousseau. 2006.El origen de la desigualdad entre los hombres.Buenos Aires:Ediciones Libertador. 10 "El más fuerte nunca sería lo suficientemente fuerte para ser siempre el señor, si no transformará su fuerza en derecho y la obediencia en deber". Versión esp.: J.J. Rousseau. 2008. El contrato social.Valladolid:Ed. Maxtor.

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En la transición de la condición de naturaleza a la sociedad civil y, por ende, al Estado (a aquella condición hipotética que es el elemento regulador de la razón a la cual el hombre debe necesariamente someterse a fin de no perecer), éste se convierte en el cuerpo moral. En él, el hombre pierde la libertad natural y el derecho ilimitado sobre todo lo que desea, y obtiene la libertad civil y la propiedad de lo que posee. Así, mientras la libertad natural en la sociedad civil encuentra un límite en la fuerza, la libertad civil en el Estado encuentra su límite en la voluntad general; mientras la posesión está garantizada por la fuerza, en el Estado la propiedad es un derecho positivo. Cada uno transfiere sus derechos y su libertad natural a la comunidad toda para obtener a cambio una libertad convencional y la supervivencia. El poder es, entonces, intrínseco a la misma formación de la sociedad, es su salvaguardia y garantiza la supervivencia de un nosotros. Nos gustaría mencionar la reflexión, de interés científico y utópico, de Kant que a partir de la constatación del desorden y de la violencia humana considera impostergable la creación de un sistema de relaciones entre los Estados que pueda garantizar la "paz perpetua" (KANT 1995)11. El derecho es, en este sentido, imperativo moral e ideal regulativo. En el siglo pasado, desde Max Weber a Carl Schmitt, las políticas de la seguridad se convierten en instrumento de reproducción del poder, precisamente porque lo justifican y lo legitiman. Desde la concepción del Estado como único detentor de la violencia hasta a la teorización del Estado en el que la verdadera esencia del poder se manifiesta trascendiendo lo ordinario, en cualquier caso, siempre se asume la esfera de lo extraordinario e imprevisible como fundamento del estado de excepción. Es más bien la excepción la que crea la regla y no lo contrario. Ya a partir de Jean Bodin, en la segunda mitad del siglo XVI, soberano es quien tiene el poder de decidir. Y decidir significa estatuir la diferencia entre la norma y lo que está fuera de ella, entre su vigencia y su interrupción (BODIN 1988)12. Schmitt dice que "sovrano è chi decide lo stato d'eccezione" (SCHMITT 1972: 33)13. El poder siempre se constituye como lo que decide lo ordinario y lo extraordinario. Giorgio Agamben en Homo Sacer destaca cómo en la actualidad la frontera entre lo que está dentro del ordenamiento jurídico y lo que está fuera de él ha llegado a ser cada vez más indeterminado:

11 Versión esp.:I Kant.2005.Sobre la paz perpetua. Madrid: Ed. Tecnos. 12 Versión esp.:J. Bodin. 2008. Los seis libros de la República, Trad. Pedro Bravo. Madrid: Ed. Tecnos. 13 "Soberano es quien decide el estado de excepción". Versión esp.: C Schmitt. 1985.Teología política, Trad. F. Javier Conde. Buenos Aires: Ed. Struhart.

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Ciò che sta avvenendo è che lo spazio giuridicamente vuoto dello stato di eccezione ha infranto i suoi confini spaziotemporali e tende ovunque a coincidere con l'ordinamento normale, nel quale tutto così diventa possibile (AGAMBEN 1995:44-45)14. Hoy, por lo tanto, parecería que el estado de excepción se ha convertido en la regla, y la inseguridad sería el dato social que una vez más lo acompaña. 2. Inseguridad y política En septiembre del 2011 Steven Pinker, profesor de psicología del Harvard College, dirigió un seminario sobre la temática de la inseguridad15. La conclusión a la que llegó, tras analizar los datos aportados por la arqueología forense y por las estadísticas, es que nuestra época puede ser considerada, en relación al pasado, la más pacífica. Siguiendo los argumentos de Pinker se podría pensar que lo que estamos viviendo es una especie de "el mejor de los mundos posibles". La humanidad, a lo largo de su historia, habría seguido de alguna manera los rastros establecidos por Kant hacia una paz perpetua: la proliferación de las democracias, del comercio y de las organizaciones internacionales habría hecho más pacífico el mundo. Al mismo objetivo habría contribuido la difusión de la alfabetización y del lenguaje de los derechos. En conclusión, para Pinker, nuestra época, en comparación con el pasado, es una época de relativa paz y seguridad. Aunque se pueda estar en desacuerdo con el enfoque planteado por la investigación (con el uso de datos no homogéneos entre sí, con un cierto énfasis en esbozar una noción de progreso sobre la cual es posible expresar algunas dudas), sin embargo, es cierto que las estadísticas indican que los hechos criminales tienden a reducirse, que la inseguridad real disminuye y que las esperanzas de vida han aumentado. Los datos, en este sentido, son elocuentes aunque el punto de vista desde el que observamos haga la diferencia. En efecto si problemáticamente las tasas de natalidad disminuyen y la esperanza de vida aumenta en los lugares más ricos, por otro lado las desigualdades se arraigan en todas partes y la muerte, la violencia y las guerras siguen causando víctimas de forma selectiva, asemejando las periferias de las metrópolis a las periferias del mundo. Compartimos 14

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"Lo que está sucediendo es que el espacio jurídicamente vacío del estado de excepción ha roto sus límites espacio-temporales y tiende, dondequiera, a coincidir con el ordenamiento normal, en el que, de este modo, todo llega a ser posible." Versión esp.: G. Agamben.1998Homo Sacer, Trad. Antonio Gimeno Cuspinera.Valencia: Ed. Pre-textos. http://edge.org/conversation/mc2011-history-violence-pinker

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la posición de Norberto Bobbio, quien afirma que el siglo pasado, el siglo XX, ha estado marcado simultáneamente por la negación más radical de los derechos humanos (un ejemplo, entre otros y el más terrible, es el holocausto), y también por su consolidación y proliferación en el ámbito internacional (BOBBIO 1990). En cualquier caso, es un hecho indiscutible que de Este a Oeste, desde los polos del bienestar hasta las áreas de la miseria más terrible, se convocan a simposios sobre el tema de la seguridad; esto nos permite reflexionar sobre la discrepancia entre los datos estadísticos y la percepción colectiva de los mismos. Puede ser, entonces, que vivamos una condición de mayor seguridad, pero ciertamente no la notamos. Tal vez porque la seguridad no se mide, o no sólo se mide en términos de delitos cometidos o de duración de la vida. Del mismo modo sorprende cómo la percepción del temor puede ser instrumentalmente condicionada por las retóricas que tienden a desarrollar un imaginario cada vez más apartado de la realidad, pero que acaricia un deseo real de intimidad y tranquilidad. Son un ejemplo de ello las series televisivas con sus capítulos de vidas familiares enredadas pero siempre resueltas en un final feliz. Así que no es una casualidad que la mayoría de las personas considere que la familia es el lugar más seguro por antonomasia; las estadísticas, por el contrario, nos muestran que la mayor parte de los casos de violencia tienen lugar en la familia. Estas consideraciones cobran importancia cuando se van a analizar las políticas de seguridad. Es precisamente sobre la percepción que ésas actúan de manera selectiva. Lo que aquí se quiere afirmar es que la inseguridad, sin duda, expresa una necesidad, pero también es una retórica, una estrategia política y, por último, puede ser incluso una impostura. La necesidad de seguridad es un sentimiento que debe ser absolutamente enfrentado con seriedad: es resultado de un cúmulo de dinámicas sociales que tienden a resaltar constantemente la vida en su precariedad, debilitando las formas de convivencia y de estabilidad que han caracterizado al Estado nacional y al siglo pasado. Hoy en día el Estado ya no es capaz de llevar adelante aquel proyecto que reunía sobre un territorio un pueblo en marcha hacia un destino común, un proyecto que preveía en las políticas de bienestar también la asunción de la responsabilidad y el apoyo activo de aquéllos que hubiesen caído en el trayecto. De hecho, el Estado social está siendo desmantelado y muchas oportunidades para las nuevas generaciones han sido destrozadas por lógicas de mercado y trabajo caracterizadas por monetarismo, productividad y competencia (BAUMAN 2003, BECK

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2000, APPADURAI 2001, GORZA 2011: 17-26)16. El otoño del Estado social de justicia y la crisis del Estado-nación terminan por redefinir las tareas de los gobiernos, fuertemente condicionados por el exterior, por potencias financieras y supranacionales, y cada vez más incapaces de proteger a sus ciudadanos en el marco de una planificación común. Fabio Armao escribe que después de la caída del Muro de Berlín el modelo del liberalismo se ha fortalecido, sobre todo porque los principios de la economía de mercado y de la competencia desenfrenada han moldeado la política con sus valores (ARMAO en DINO 2009: 509-523). La misma democracia, funcional al capitalismo en la medida en que las políticas de bienestar liberaban recursos para el consumo de masas, se convirtió en un obstáculo cuando el mercado de bienes fue sustituido por el mercado financiero como una fuente de renta hiperbólica. Los procesos y las reglas democráticas pierden coherencia frente a un hiper-liberalismo que interpreta parlamentarismo y participación social como prácticas confusas y lentas, en comparación con la rapidez necesaria de las opciones telemáticas de una tecnocracia del dinero desvinculada de la búsqueda del bienestar común. En su lúcido análisis, Armao enfatiza cómo la subordinación del Estado a las políticas de mercado reduce los espacios públicos en favor de las privatizaciones. Las consecuencias involucran el plano económico, el de la representación y el del ejercicio de la fuerza. Así, por un lado, el Estado renuncia a su función de redistribución de los ingresos dejando un espacio siempre mayor al sector privado; por otro lado, la fragmentación de la escena política y la proliferación de grupos de presión formales e informales denuncian una consolidada crisis de representación. La función tradicional del Estado como detentor del monopolio de la violencia y de la ley aparece dramáticamente debilitada. La cesión de tareas importantes en el ejercicio de la violencia a corporaciones privadas favorece a actores que son cada vez más la expresión de intereses parciales. Economías legales y criminales, estrechamente entrelazadas, redefinen las geografías del poder. Se trata de la superación de aquellas lógicas binarias, en algunos aspectos todavía tranquilizadoras, que veían enfrentarse a poderes fuertes, en favor de una situación fluida en la que redes de intereses interactúan más allá de la ley, dentro y fuera de las instituciones.

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Versiones esp.: Z. Bauman.2004. Modernidad liquida. México D.F.: Editorial Fondo de Cultura Económica; U.Beck.2006. La sociedad del riesgo: hacia una nueva modernidad. Barcelona:Paidós; A. Appadurai.2001. La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización. Buenos Aires:Fondo de Cultura Económica.

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Por otro lado, las presiones de los poderes supranacionales y de los intereses de la finanza global corroen el concepto mismo de soberanía nacional, evidencian sus límites, ponen de manifiesto una vulnerabilidad del sistema que se mide con el riesgo del colapso financiero y con el malestar social. En este escenario el mercado financiero ha alcanzado tales niveles de autonomía, movilidad y anonimato que está en condiciones de presentarse en una apariencia casi metafísica. Mientras que el trabajo ha permanecido anclado en los cuerpos de las personas, que viven contextos espaciales limitados, el capital ha adquirido una movilidad global que tiene como único medidor la voracidad: acumulación sin trabajo y depredación sin nombre. Las tasas de desempleo que miden el ejército de personas que han perdido sus puestos de trabajo en nombre de la competitividad se agregan a las tasas de las personas que nunca han encontrado un trabajo: jóvenes con un futuro destruido, a los cuales el mercado reserva, en la mejor de las hipótesis, posibilidades de empleo precario y mal pagado. En este contexto, las retóricas de la seguridad se nutren de los miedos de los individuos y los plasman direccionándolos hacia objetivos falseados. La legitimización de las clases dirigentes apuesta cada vez más por la construcción de enemigos artificiales, logrando consenso sobre las políticas del miedo. Se trata de una retórica que funciona porque se basa en contextos inestables que ya se han tornado sistémicos y porque remite a una presión autoritaria que exige respuestas inmediatas. El contexto urbano es el lugar por excelencia donde las retóricas del miedo encuentran consenso, porque la fluidez de las relaciones sociales evoca la posibilidad de resbalar al abismo de la marginalidad, de la miseria y de la soledad, sin posibilidad de rescate. La inseguridad es un producto utilizable en el mercado político, ya que el miedo es un sentimiento que se alimenta de sí mismo, no necesita confirmación. La demanda de seguridad que los ciudadanos dirigen al Estado, y que la profundización de las desigualdades y el aumento de la población social y económicamente marginada la hacen aun más imperativa, se canaliza en las políticas conservadoras de control social. Un ejemplo es la práctica de la "tolerancia cero", implementada por el alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani en los años 80 y que después se extendió ampliamente en Europa. El objetivo es la lucha contra la microdelincuencia y la consecuencia es la atracción de comportamientos de desorden urbano en el ámbito del derecho penal. Se hace referencia no sólo a la protección de los ciudadanos contra actos criminales que atentan contra la vida y la propiedad, sino, en general, se propone un modelo de habitabilitad que se debe garantizar. La ciudad, a la cual apuntan las políticas de seguridad, se adapta a principios comunes de orden, decoro e 21

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individualismo. Desde esta óptica la microcriminalidad encontraría su terreno fértil en el mismo humus que lleva a la macrodelincuencia. La diferencia no es cualitativa, sino sólo cuantitativa. La transición de la una a la otra es una evolución natural. Desde este punto de vista, se comprende por ejemplo, porqué el pintar grafitis sobre las paredes ipso facto llega a ser un acto criminal que debe ser reprimido, un indicio de desviación que se debe castigar. El papel de los medios de comunicación en la legitimación de políticas de control es relevante: ésos tienden a espectacularizar y a dramatizar el evento criminal, el cual de este modo aparece como algo muy probable, si acaso no seguro, y a la vez considerablemente próximo. Vista de este modo, la percepción de la inseguridad, como hemos dicho, tiene poco que ver con la realidad. Se da el caso que la violencia doméstica o los cracks financieros no son percibidos como un riesgo, en cambio sí se perciben como tal quienes no tienen un techo o quienes, como los "extracomunitarios" en Europa, huyen de realidades invivibles (la guerra, la violencia) e invaden los espacios urbanos del bienestar. La seguridad urbana se convierte en una forma de control institucional y social que concierne a la calidad de vida17. Las leyes vigentes en Italia siguen un guión igual: a nivel local, se define una identidad cívica con la cual la comunidad se identifica; se pone explícitamente en relación malestar social y peligrosidad; se identifican mapas de riesgo y por ende áreas de deterioro e ilegalidad y mapas de los comportamientos desviantes (prostitución, mendicidad, venta de productos falsificados, tráfico de drogas, abuso de alcohol, receptación, robo); se identifican instrumentos de control del territorio (colaboración entre fuerzas del orden y policía municipal, colaboración con instituciones de seguridad privada, el uso de dispositivos tecnológicos y sistemas de video vigilancia, incluso el uso de armas). Nómadas y extranjeros se transforman en lo chivos expiatorios ideales. Se prevén programas de "saneamiento" y reestructuración de los asentamientos gitanos. A nivel nacional, se construyen los centros para encerrar a los "extracomunitarios", acusados de nada más que del hecho de no contar con documentos. Una reflexión más profunda deja entrever en estas estrategias políticas una reproposición de aquellas "lógicas de las categorías" que han causado tantos desastres humanitarios durante el siglo XX. Lógicas que ilustran una sociedad en la que la dicotomía nosotros/los otros lleva a la construcción de fronteras netas que separan las culturas 17

En Italia cfr. Ley 15.07.2009 n. 94 que en entre otras cosas prevé el delito de clandestinidad y los así llamados "Pactos por la seguridad" en http://www.interno.it/mininterno/export/sites/default/it/temi/sicurezza/sottotema010.html

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y evitan el encuentro, en la cual la lógica de amigo/enemigo es predominante: una sociedad cerrada y atrincherada dentro de sus propias contradicciones. Una sociedad sitiada donde individuos solo aparentemente libres se esfuerzan por alcanzar un bienestar cuyo umbral y cuyo alcance están constantemente desplazados hacia adelante, y cuyas reglas son las de la productividad, el rendimiento y el resultado. Una sociedad que, por ende, produce desechos, donde la vida se expone al fracaso o a la ausencia de posibilidades (BAUMAN 2005). La estrategia de la seguridad, precisamente porque reproduce estas lógicas, es por tanto una impostura que debilita la convivencia e impone políticas autoritarias. Es un fraude que piensa en construcciones de convivencia, agigantando diferencias y no relaciones. La respuesta a la inseguridad no se traduce, aquí, en el reconocimiento de una precariedad del sistema que necesita de nuevas texturas de las relaciones, sino al contrario, en la acentuación de las divisiones y, sobre todo, en la producción de rechazo social. 3. Más allá de la seguridad La crisis del Estado-nación y la liquidez voraz de la metrópolis-planeta parecen volver a proponer historias que ya han sido contadas. La lección de Hannah Arendt sobre el totalitarismo retorna con dramática actualidad (ARENDT 1999)18. En su admirable obra Arendt cuenta sobre el fenómeno trascendental de las minorías que se encuentran ya sin ciudadanía y sin un aparato estatal que las proteja; cuenta la epopeya de miles de refugiados que entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial se aglomeran alrededor de las fronteras de los Estados. En este contexto, el derecho de asilo, históricamente uno entre los más importantes, se queda carente de eficacia. Los desplazados, así como los prófugos, se encuentran en una condición sin derechos: son "la escoria de la tierra". La disgrazia degli individui senza status giuridico non consiste nell'essere privati della vita, della libertà. Del perseguimento della felicità, dell'eguaglianza di fronte alla legge e della libertà di opinione, ma nel non appartenere più ad alcuna comunità di sorta, nel fatto che per essi non esiste più nessuna legge, che nessuno desidera più nemmeno opprimerli. Solo nei regimi totalitari, nell'ultima fase di un lungo processo, il loro diritto alla vita è minacciato; solo se rimangono perfettamente superflui, se non si trova nessuno che li reclami, la loro vita è in pericolo. Anche i nazisti, nella loro opera di sterminio, hanno per prima cosa privato gli ebrei di ogni status giuridico, della cittadinanza di seconda 18 Versión esp.: H. Arendt. 2006. El Totalitarismo. Madrid: Ed. Alianza.

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classe, e li hanno isolati dal mondo dei vivi ammassandoli nei ghetti e nei lager; e, prima di azionare le camere a gas, li hanno offerti al mondo constatando con soddisfazione che nessuno li voleva. In altre parole, è stata creata una condizione di completa assenza di diritti prima di calpestare il diritto alla vita (ARENDT1999: 409)19. Hoy volvemos a leer estas páginas con emoción y temor, ya que, mientras una parte del mundo se refugia en los espacios protegidos y militarizados de la comodidad, millones de personas narran la otra globalización. El horror parece habitar en el mundo y vestirse con máscaras para una masacre (RUMIZ 2009). Las nuevas guerras enarbolan las banderas del localismo, de la etnicidad y de la identidad. Dead Certainty: Ethnic Violence in the Era of Globalization es el título de un texto de Arjun Appadurai que relata cómo la obsesión por la eliminación étnica copia paradigmas prestados de la idea de una seguridad perdida. El traidor entre nosotros, aquél que nos lleva a la ruina, es estereotipo de conflictos que eligen la separación como una solución al desorden global20. Las marginalidades del mundo, en Europa como en África y Asia, parecen adoptar el mismo guión. Estados que cayeron en el fracaso dejan a la violencia de identidades depredadoras, que responden a intereses específicos y parciales, la tarea de trazar fronteras de sangre. La ex Yugoslavia, Ruanda, Sudán documentan los horrores que la historia habría querido relegar en el olvido. Se amputan cuerpos, se violan a las mujeres, tal vez sólo culpables de decir que el mundo está condenado a una continua mezcolanza de saberes y genes. El cercenar miembros conlleva algo de metáfora de un deseo de redefinir límites (DEI 2009). La profanación de los otros, reducidos a enemigos absolutos, es también una forma simbólica y material de "ideocidio", es decir, la aniquilación de la idea de los otros y con ella la eliminación de la presencia misma de quienes la han concebido. La inseguridad vuelve nuevamente a ser protagonista y junto a la fusión entre lo global y lo local termina por provocar iras no solamente absolutas e impulsivas sino también "geométricamente" programadas y económicamente interesadas. El escenario político 19

"La desgracia de los individuos sin estatus jurídico no consiste en el estar privados de la vida, de la libertad, de la búsqueda de la felicidad, de la igualdad ante la ley ni de la libertad de opinión, sino consiste en ya no pertenecer a ninguna comunidad de ningún tipo, consiste en el hecho que ya no existe ninguna ley para ellos, que ya ni siquiera nadie quiere oprimirlos. Su derecho a la vida es amenazado sólo en los regímenes totalitarios, en la última fase de un largo proceso. Sólo si permanecen absolutamente inútiles, si es que no existe nadie que los reclame, su vida está en peligro. Incluso los nazis, en su tarea de exterminio, primeramente han privado a los Judíos de todo estatus jurídico, de la ciudadanía de segunda clase, y los han aislado del mundo de los vivos amontonándolos en los guetos y en los campos de concentración; y, antes de encender las cámaras de gas, los han ofrecido al mundo comprobando con satisfacción que nadie los quería. En otras palabras, se ha creado un estado de ausencia total de derechos antes de violar el derecho a la vida". 20 Los textos de A. Appadurai., Globalization and Violence [2001], Dead Certainty: Ethnic Violence in the Era of Globalization [1998], The Civilization of Clashes [2002], Our Terrorists, Ourselves: notes on the epistemology of insecurity [2002], Grassroots Globalization in the Era of Ideocide [2002] han sido publicados en Italia en A. Appadurai.2005. Sicuri da morire. Roma: Meltemi.

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de estos nuevos conflictos es el de una producción progresiva de desechos humanos, condenados al ya no tener una tierra de origen, ni siquiera una tierra de llegada. En este carrusel trágico, legados coloniales, intereses económicos, oligarquías locales, neoliberalismo y egoísmos sordos, zonas de desarrollo y de marginalidad, poderes públicos y privados son partes de un sistema sin inocencia. Hoy como en ese entonces -y la referencia nuevamente nos remite a las reflexiones de Hannah Arendt (1999) - la imagen del prófugo llega a ser emblemática de una geografía política y de formas de exclusión que se desarrollan en aquellas naciones que, por historia, han universalizado los derechos humanos. Hoy como en ese entonces, ejércitos de personas sin derechos y sin tierra se encuentran en la condición paradójica de no poder regresar a sus lugares de origen ni de poder llegar a otra nación. Hoy como en ese entonces las personas no sólo han perdido todo derecho, sino sobre todo han perdido el "derecho a tener derechos". El campo de prófugos y los Centros de Identificación y Deportación (CIE)21, aún cuando son administrados por organismos internacionales, son "no lugares"22 para personas reducidas a una "vida desnuda"23. Este escenario ilustra procesos de deshumanización que ya han sido instrumentalmente utilizados, aunque hoy en día la "solución" no se deja a los campos de exterminio, sino a las olas del mar y a la depredación individual y colectiva. La multitud de migrantes que cruzan Centroamérica o los prófugos de África y Asia (que atraviesan el Mediterráneo), narran una epopeya que, mejor que cualquier otro acontecimiento, traza los perímetros de la inhumanidad del presente. A un capital desmaterializado corresponden millones de personas 21

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Los CIE (Centri di Identificazione ed Espulsione) son esencialmente lugares de detención. En ellos se encierran a los extranjeros extracomunitarios que a menudo huyen de las guerras, del hambre y de la violencia ciega, y llegan alterritorio italiano.En los CIE los inmigrantes extracomunitarios están a la espera de un acto burocrático que ratifique su devolución o la "concesión" de un permiso de residencia. Destinados a esperar este acto administrativototalmente privados de su libertad, que puede durar hasta 18 meses, son quienesno solamente han perdido todo incluyendo sus derechos, sino que llegan a ser, una vez dentro, totalmente invisibles. La percepción que el hombre común tiene de ellos se ha reducido a la indiferencia, ala ignorancia y a la negligencia. Recientemente en Italia, muchos de ellos han recurrido a prácticas autolesivas como tragarse cuchillas de afeitar para atraer la atención de la opinión pública o se han abandonado a la rabia y a la exasperación de la protesta incendiando colchones de paja o realizando otras acciones violentas de reclamo. Sobre el concepto de no lugar cfr. M. Augé. 2005.Nonluoghi.Milán:Elèuthera.Versión esp.: M. Augé. 2000.Los "no lugares", espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa. G. Agamben, Homo Sacer, ob. cit., pág. 11, remite los orígenes del concepto devida desnuda a Aristóteles cuando distingue el hombre de otras especies, ya que es un ser vivo que tiene lenguaje, que sabe articular phoné y logos (Politica: 1252, 26-35 1253 a, 10-18); W. Benjamin después retoma el concepto en Per la critica della violenza, en Angelus Novus, saggi e frammenti.1982. Einaudi, Turín (versión esp.: W. Benjamin.1995. Para una crítica de la. Violencia. Buenos Aires:Editorial Leviatán.) , así como M. Foucault. 1984. Volontà di sapere, Milán,Feltrinelli, I, pág. 719 (versión esp.: M. Foucault.1998. La voluntad de saber.Madrid:Siglo Veintiuno de España editores)y H. Arendt, ob. cit., págs. 372-422.

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reducidas a escorias de la tierra, desperdicios de un gigantesco basural. Por un lado la ciudadela sitiada con sus temores, y, por otro lado, una parte considerable de este mundo sumida en la certeza de tener presencia sin derecho ni derechos. La imagen del refugiado, obligado a huir de una tierra depredada para llegar a otra que no le dará refugio, nos parece particularmente eficaz ya que narra una historia de violencia y atropello que tiene sus raíces en la colonización. El Congo, Ruanda, Libia, toda una África devastada (para limitarnos al continente africano) es el espejo en el que el Occidente ve reflejado su rostro depredador. Se trata de culturas que han desaparecido, de las cuales los jóvenes no conservan siquiera el recuerdo, sin embargo, éstas estaban aún presentes hasta hace algo menos de un siglo atrás. De algunas de ellas aún conservamos historias y testimonios etnográficos que nos gustaría mencionar brevemente porque hablan de una manera diferente de concebir la diferencia, de concebir al otro que no es como nosotros. Pensemos, para enfocarnos a un ejemplo significativo, en la relación entre los Lese y los Efe. Éstas son poblaciones que viven en la selva ecuatorial de Ituri (Congo), estudiadas por Roy Richard Grinker en los años 80 (GRINKER en REMOTTI 1997). Lo que es relevante aquí son los mecanismos culturales a través de los cuales el otro es reconducido en cierto modo a un nosotros, un nosotros íntimo y necesario. Los Lese viven en los márgenes de la selva y los Efe al interior de la misma. Los primeros son agricultores y viven en aldeas, los últimos son cazadores y recolectores. Los estilos de vida de las dos poblaciones son distintos y se puede decir que se relacionan con el mundo y la naturaleza de una manera completamente diferente. La vida de los Lese está marcada por el ritmo de la aldea, y por ende por un orden que se construye, se busca y se preserva lo más posible. El desorden de la selva es conceptualmente opuesto al orden social que se renueva cada día. Se puede decir que la forma de humanidad que los Lese construyen para sí, es, en cierto modo bruscamente separada, casi literalmente arrancada de la naturaleza. La construcción del orden de la aldea, con las vías de donde periódicamente se quita la hierba, con las chozas rigurosamente ordenadas en un plano proyectual, con los campos delimitados, y con la clara separación entre aquel mundo y el otro inculto y selvático, equivale a un pensamiento que igualmente separa lo civil de lo salvaje. El mundo ordenado de los Lese es como una isla arrancada del mar y rodeada por las olas. La selva se cierne alrededor de la aldea y constantemente amenaza el orden porque penetra e invade, tal vez puede ser contenida pero nunca completamente detenida. Así como los Lese pertenecen a la aldea, los Efe pertenecen a la selva, como se dijo anteriormente, son cazadores y recolectores, viven en grupos y se trasladan 26

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

según sus necesidades. Tienen relaciones de intercambio con los Lese, ya que los unos pueden proveer a los otros, recíprocamente lo que les falta. Además, los Efe se brindan a realizar trabajos para los Lese, como ayudar a mantener los campos libres de malas hierbas; incluso hay tareas que sólo ellos pueden realizar: por ejemplo, ayudar a las mujeres de los Lese a dar a luz. Básicamente se puede decir que los Efe son depositarios de conocimientos que los Lese no poseen en razón a su distancia de la selva: aquel conocimiento que está relacionado con las hierbas, con las prácticas mágicas, con la fertilidad y con la curación. Y no por esto los Lese reconocen en los Efe una superioridad, al contrario, los menosprecian, los ven como salvajes, descendientes de los monos, incapaces de cumplir sus promesas. A menudo creen tener algún derecho de propiedad sobre ellos, y por lo tanto, consideran que es parte del orden natural el hecho que los Efe trabajen para ellos. Sería inútil decir que, por el contrario, los Efe creen no pertenecer a nadie, ni mucho menos a los Lese; más bien, sienten una especie de conmiseración por la suerte de sus vecinos, atrapados en sus casas y encerrados en sus aldeas. A pesar de la distancia cultural que existe entre estos dos grupos, cada uno ha construido su propia forma de humanidad a fin de complementarse. En particular, los Lese necesitan de la ayuda de los Efe porque, gracias al hecho de pertenecer a la selva, son inmunes al Kunda24, "el mal que está en nosotros", que es una fuerza lo suficientemente grande como para hacer desaparecer de la faz de la tierra la sociedad Lese. Los Efe, que pertenecen a la naturaleza, son los únicos que pueden identificar esta peligrosísima forma de brujería y de remediarla, son los únicos capaces de proteger a los Lese y por ende asegurarles su supervivencia y continuidad. Aquí, la relación es simbiótica. Se trata de dos culturas radicalmente diferentes, las cuales, sin embargo, necesitan la una de la otra y forman una sola sociedad. Aquí, la convivencia se basa en un doble mecanismo: por un lado, la ficción que disfraza la incompletud y esconde la dependencia, la cual, de otro modo, probablemente no podría ser aceptada; por otro lado, en lo interior más profundo, un cierto grado de conciencia de la ficción permite concebir relaciones estrechas entre los dos mundos. Una mujer anciana Lese respondía así a una pregunta específica de Grinker (1997): La vita senza gli Efe? La vita senza gli Efe è male. Siamo stati insieme a loro per molto tempo*.

24 *

Kunda,es la forma más grave de brujería, porque proviene del nosotros; es incontrolable y mortal. "La vida sin los Efe? La vida sin los Efe está mal. Hemos convivido por mucho tiempo con ellos".

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La Problemàtica de la Inseguridad

Lo que esta historia nos enseña es que las culturas necesitan del otro para su supervivencia; que quien vive en el centro (en un centro ilusorio en el cual él mismo se ubica) no puede dejar de relacionarse con quien es diferente ya que éste lo constituye íntimamente. Y que cada operación de "limpieza", de alejamiento, pone en juego el concepto mismo de humanidad. Los desechos son el producto de cada operación que intenta poner orden. Y poner orden es inevitable. Pero hay maneras y maneras de construir desechos, maneras y maneras de relacionarse con los desechos y la transición de los desechos a la basura, cuyo sitio es el basural, no es del todo inevitable. 4. Volver a empezar desde el margen En la conclusión de este trayecto nos gustaría retomar una indicación metodológica de las ciencias etno-antropológica: la ruta más larga. Es decir, partir de los otros para comprender algo de nosotros mismos. En este sentido, volver a empezar desde el margen significa describir las fronteras de la convivencia. Quiere decir enfrentarse con las múltiples formas de construcción de la humanidad y, necesariamente, con las múltiples formas con las cuales, hoy en día, estamos construyendo "inhumanidad". El ser incluidos o excluidos, el vivir en carne propia la precariedad o, por el contrario, el imaginarse protegidos en prisiones doradas, trazan trayectos basados culturalmente que tienen una relevancia extrema en las vivencias de las personas. Desde la perspectiva en la que este trabajo se concentra, se ha tomado a El Alto, las favelas, los barrios periféricos, el sector de los nómadas, la comunidad indígena, el recinto de detención temporal para los refugiados, como puntos de partida para una crítica del concepto de seguridad. El punto de vista marginal permite ubicar al centro de la perspectiva las temáticas de la convivencia, de los tejidos de comunicación social y de las políticas de inclusión. Por el contrario, un punto de vista que parta desde el centro para ver el margen es inevitablemente influenciado por una perspectiva que tiende a imponerse por medio de separaciones e inflexibilidades normativas; es el punto de vista que ve en la marginalidad el espacio del peligro, de las barbaries siempre latentes. El tema de la inseguridad se alimenta, en efecto, de miedos: miedo a que eventos externos puedan producir un daño existencial, miedo de perder privilegios adquiridos, miedo de un futuro incierto que espera a la vuelta de la esquina, miedo de un destino caracterizado por la exclusión. Sentirnos "amenazados" implica inevitablemente la asunción de mecanismos de defensa excluyentes. La inseguridad, por lo tanto, encuentra respuestas en la separación, en la catalogación 28

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

de las diferencias amenazantes y en las políticas demagógicas basadas en el miedo. Desde esta perspectiva, la cárcel se convierte emblemáticamente en un basural social para una comunidad que eleva a valor la limpieza, el decoro, el orden; mientras que los espacios asépticos de la comercialización son constituidos en no lugares de la comunicación. Del mismo modo los ámbitos de privilegio son protegidos militarmente, hechos autónomos y separados de la promiscuidad social: en ellos la diferencia puede ser asumida o consumada sólo por medio del exotismo que el turismo ofrece bajo una apariencia estereotipada y domesticada. La ciudadela sitiada y vigilada por video-cámaras, el centro comercial y la aldea turística son algunas de las prisiones del privilegio. La "lógica de las categorías" parece funcional a la edificación de pequeños lugares homogéneos, que por definición deben delimitar, excluir y desechar. Desde una perspectiva diferente, partir de las periferias y de la marginalidad inmediatamente enfoca el problema de las diferencias y de las relaciones. Hacer hincapié en la inseguridad pone en escena nuestra confianza en el futuro y la posibilidad de ser actores responsables de nuestro destino. Por ejemplo, las muchas guerras, de las cuales un pasado que sigue siendo presente es testigo, han destruido y lacerado los tejidos de la convivencia, han abierto las puertas a la anomia social. Centro América es memoria viva de generaciones de jóvenes que buscan un sentido a la vida sólo en la solidaridad elemental y violenta de las bandas urbanas; urge identificarse con una historia en la cual narrarse; es un puro grito de rebelión mientras que el resto es una espera del fin y una percepción de la vorágine. El contexto cambia pero la misma dinámica encuentra ecos en Francia en los tumultos de las banlieux. Inmigrantes de segunda o tercera generación, ya naturalizados pero con perspectivas de un futuro incierto, destruyen barrios buscando formas de reconocimiento social, aunque éste sea sólo mediático. Por el contrario, otros países, y viene a la mente Nicaragua - en los primeros años después de la revolución - o Bolivia, caracterizados por la inestabilidad política pero con perspectivas de cambio social, documentan una disminución de la criminalidad común o un estancamiento de su tasa de crecimiento. La posibilidad de sentirse protagonistas de su propio futuro trae consigo una mayor sensibilidad social y, en el fondo, una mayor atención a las normas de convivencia. No vislumbrar el futuro favorece y promueve opciones individualistas que a menudo no respetan la ley. 29

La Problemàtica de la Inseguridad

Utilizar una "lógica de las relaciones" se traduce en aceptar que una ciudad contiene en su interior muchas ciudades. Sólo la relación entre éstas puede detener la inseguridad y abrir camino a lugares de encuentro. Las asociaciones sociales, las formas de organización de la convivencia, se convierten en los instrumentos por medio de los cuales se construye una ciudadanía responsable. Los lugares de encuentro necesitan de un esfuerzo continuo para crear zonas grises, áreas matizadas, donde las diferencias no se borran y donde incluso los confines precisos se convierten en fronteras donde, con el transcurrir del tiempo, es posible entenderse. El malentendido, es decir la capacidad de entenderse parcialmente, no es sólo una propiedad negativa, sino también una virtud que reconoce pluralismos normativos y pluralidad de formas de vida, los cuales implican incluso la acepción de una comunicación incompleta (La CECLA1997). Lo que construye un sentido común no es el collage de espacios urbanos homogéneos y separados entre sí, sino la red de comunicaciones, a veces incluso parciales, entre los diferentes lugares y las diferentes subjetividades. Construir legalidad y garantizar las libertades individuales no pueden separarse de la promoción de justicia social. La lección más importante de la escuela de Norberto Bobbio se refiere precisamente al desafío de combinar libertad y justicia y de llamar a este camino democracia (BOBBIO 1995, 1999). Nos gustaría concluir este breve artículo regresando a la ruta más larga que la antropología nos indica. Queremos, primeramente, citar algunos ejemplos de cómo pueblos diferentes pensaron hacer frente a la inseguridad, más que cerrándose y trazando límites entre sí mismos y los otros, abriéndose a lo nuevo, construyendo relaciones incluso con el enemigo. Luego nos gustaría también emplear una imagen que nos reconduce a acontecimientos de la historia pasada de Europa. Avocándonos, entonces, por un momento a las investigaciones antropológicas, Edward Tylor (1984) nos brinda una indicación. En sus estudios sobre el origen de la exogamia, o sea, sobre aquella práctica por la cual uno se casa fuera del grupo y no dentro de éste, identifica en ello una estrategia de supervivencia fundamental para la conservación de la especie: A più riprese, nella storia del mondo, le tribù selvagge devono aver avuta ben chiara davanti agli occhi la semplice e pratica alternativa tra sposarsi fuori o venire uccisi fuori [between marrying-out and being killed-out] (TYLOR 1888: 267, LÉVI-STRAUSS 1984: 88) 25 . 25 "Repetidas veces, en la historia del mundo, las tribus salvajes debieron haber tenido bien clara, ante sus ojos, la alternativa simple y práctica de casarse fuera o ser asesinados fuera [between marrying-out and being killed-out]".

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

Ya al inicio de la sociabilidad, el abrirse al diverso para acogerlo como una parte íntima de uno mismo ha sido el modo que el hombre ha inventado a fin de garantizarse la continuidad y la estabilidad: tejer relaciones y habitar el mundo buscando formas para dialogar. En 1922, Bronislaw Malinowski publica los resultados de su investigación de campo realizada en las islas Tobriand (Papua Nueva Guinea)26. Los pueblos de los cuales escribe son en su mayoría horticultores y jardineros. Para su investigación, el Kula Ring, o sea el circuito del Kula, es un ritual de suma importancia, una práctica de intercambio que involucra a pueblos muy distantes entre sí, ya que se extiende más allá del archipiélago de las Tobriand e incluye unas treinta islas para llegar hasta el interior de Nueva Guinea. Las tribus en cuestión hablan idiomas diferentes, no tienen relaciones estables entre sí, ni siquiera coinciden en tradiciones y culturas. El kula no es similar al trueque ni tampoco es una forma de comercio, ya que los objetos que se intercambian no son importantes por el valor intrínseco que poseen. De hecho, se trata exclusivamente de dos tipos de objetos: brazaletes y collares de conchas. Sin embargo, el intercambio de estas joyas es el evento más importante en la vida de estas poblaciones: el kula da forma a un mundo de emociones, deseos, ritualidad y expectativa. Su valor es enorme, no desde un enfoque económico y comercial, que como se mencionó anteriormente es nulo, sino por todos los aspectos que el kula involucra y respecto a los valores sociales que expresa y transmite. Su preparación es una tarea compleja: requiere la construcción de canoas, el suministro de bienes necesarios para el viaje, la celebración de ritos propiciadores. Involucra directa y profundamente a las tribus y es objeto de atención, gozo y expectativa. El viaje por mar sigue rutas precisas y se ajusta a reglas rígidas. La tradición, que tiene origen en el mito, dice que los dos tipos de objetos deben circular de manera ritual: los brazaletes siguen una ruta opuesta a la de los collares. Para nosotros, el aspecto sorprendente del Kula es que se trata de una práctica de dones; los bienes que se intercambian son regalos que circulan y que se vuelven siempre a regalar, porque si alguien se los retuviera para sí mismo interrumpiría su circulación y rompería el mecanismo de reciprocidad. Esto significa que cada persona tiene compañeros de kula en otras tierras, de los cuales recibe collares o brazaletes y a los cuales debe devolverlos. Mientras mayor es la generosidad en corresponder al regalo, es también mayor el prestigio y el valor social que se alcanza. 26

Versión esp. B. Malinowski. 2001. Los argonautas del Pacífico Occidental. Madrid: Ediciones Península.

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El vínculo no se limita al intercambio, porque de los dones descienden otras consecuencias importantes: básicamente la acogida y la certeza que en todas partes se encontrarán personas relacionadas, las cuales podrán apoyarse, ayudarse, brindarse refugio y defenderse. De mano en mano, cada objeto teje los hilos de una red de reciprocidad que por su naturaleza es permanente, ya que compañeras de kula son las sociedades y compañeros de kula son los individuos que las componen. El kula, por ende, transforma el miedo al otro, la inseguridad de lo que nos rodea, en una práctica de compromiso civil en la que se apuesta por la posibilidad de la convivencia. Por último, una instantánea, una imagen de nuestro pasado occidental: regresamos a Grecia, en el siglo V a.C., a manera de una sugerencia fugaz en la conclusión de este artículo. Muchos historiadores explican cómo la democracia en Atenas se ha desarrollado en una ciudad donde las calles estrechas obligaban a demos y aristoi a rozarse cada día, a tocarse involuntariamente, pasando uno por el lado del otro. Esto hace pensar que ésta es la razón por la que los atenienses temían más a los tiranos, ladrones de la libertad de todos, que a los delincuentes.

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

EL NEOLIBERALISMO Y LA VIOLENCIA INHERENTE AL HABITAR Ugo Rossi Università di Cagliari Alberto Vanolo Università di Torino

Introducción Este artículo tiene como objetivo proponer algunas reflexiones sobre la relación existente entre formas y prácticas del vivir, entre gobierno de la ciudad y ejercicio de la violencia. Al contextualizar este tema -concerniente al campo de la geografía política urbana, y más específicamente al de la "geopolítica urbana" inherente a la ciudad como un espacio de enfrentamiento entre las relaciones reguladas en última instancia por la violencia (ROSSI E VANOLO 2012). No nos concentraremos tanto en los aspectos más explícitos de la violencia (el papel de las ciudades como escenarios de guerra y espacios militarizados o como espacios de conflictos menores y lugares de prevención de amenazas terroristas), sino, por el contrario, en los aspectos menos evidentes, particularmente en las formas de violencia vinculadas a una práctica aparentemente carente de sentido político, como el habitar. En este trayecto de reflexión, es necesario situar a la ciudad y a la experiencia urbana en el seno mismo del escenario político y cultural del neoliberalismo, en un intento por trazar una trayectoria urbana "global". A pesar de la evidente diversidad de los espacios geográficos a los cuales haremos referencia, será posible identificar en ellos elementos comunes que presentan dinámicas similares en varios aspectos, ya sea en las ciudades del Norte como en aquéllas del Sur del mundo. La revolución neoliberal ha dado lugar a una amplia variedad de transformaciones en el gobierno urbano: por un lado, las ciudades son llamadas a "competir" para atraer inversiones, turistas y bienes materiales o inmateriales de circulación global; por otro lado, se ha generado una relación inédita entre autoridades político-administrativas (locales, nacionales y supranacionales), por una parte, y los ciudadanos y otros grupos sociales, por otra otra (LEITNER 2007). Si bien en el 37

La Problemàtica de la Inseguridad

pasado la práctica de gobernar la ciudad concernía el uso del suelo y las normas de la actividad de construcción, factores a los cuales se añadieron, en la era keynesiana, las cuestiones relativas a la distribución y localización de los servicios a la población, hoy en día un número mucho mayor de esferas de la vida urbana vuelve a ser parte de las prerrogativas de gobierno de las autoridades políticoadministrativas. Utilizando la terminología propuesta por Michel Foucault (1979) y retomada en los últimos años por varios autores, la era del "liberalismo avanzado" está marcada por una mayor "gubernamentalizacion" invasiva de la experiencia urbana: desde la organización de eventos culturales a las medidas para combatir la desviación social, las disposiciones relativas a la seguridad individual y colectiva, e incluso las políticas de mejoramiento de los barrios en riesgo y las intervenciones de construcción de viviendas. Se observa en ellas el despliegue de una serie compleja y variada de instrumentos de gobierno urbano, donde "gobierno" puede significar al mismo tiempo disciplinamiento, control, ordenamiento o "puesta en relación" de actores, recursos y prácticas socio-espaciales (ROSE 1999). Un aspecto significativo del escenario gubernamental del neoliberalismo se refiere al modo de entender el rol del "ciudadano", a quien se le exige una mayor conciencia no solamente de sus derechos, sino también de sus deberes y responsabilidades. Incluso la asunción de responsabilidad, de parte de cada uno de los ciudadanos y de las comunidades de habitantes en general, respecto al logro de una condición satisfactoria de vida y a la generación de la capacidad de autogobernarse (IMRIE y RACO 2000; MARINETTO 2003). Emerge de ello una connotación "moral" más marcada del gobierno urbano en las sociedades de liberalismo avanzado: el enfatizar el objetivo de la participación ciudadana en la esfera pública y promover el ideal del "ciudadano activo", el inducir a que las comunidades de habitantes asuman su responsabilidad respecto a la satisfacción de las necesidades más urgentes (seguridad, solidaridad social, etc.) lleva a desplegar un amplio repertorio de políticas e iniciativas de gobierno y reglamentación de la vida cotidiana. Estas, más que a generar una dinámica de efectiva emancipación social para el beneficio de los más débiles, están dirigidas a orientar la conducta moral de la comunidad urbana. Por otro lado, hoy en día la capacidad de acción de los gobiernos en el ámbito del bienestar social es limitada: la promesa de mejorar las modalidades de protección de la vida de las personas difiere con la realidad de las políticas que aumentan la precariedad del trabajo, reducen la seguridad social, privatizan la prestación de servicios a 38

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

la colectividad. En este contexto, la forma más directa y satisfactoria de recuperar la credibilidad y la confianza ante los ojos de sus electores -para quienes detentan el poder político en las democracias occidentales- es concentrar sus iniciativas en la defensa "activa" de la seguridad personal (y colectiva), adoptando medidas y conductas severas contra los sujetos más indeseables: por ejemplo, impidiendo que los inmigrantes internacionales crucen las fronteras sin permiso o que obtengan fácilmente el derecho de asilo, o bien haciendo más rígidas las medidas de "tolerancia cero" para combatir la delincuencia y los fenómenos de desviaciones urbanas. Ante la imposibilidad de garantizar un futuro sereno a sus ciudadanos, los gobiernos tratan de eliminar los factores de desorden, los cuales se presume son el origen de los sentimientos de ansiedad colectiva, ostentando capacidades de prevención de los fenómenos que ponen en riesgo la seguridad de los ciudadanos. El crimen hoy en día es cada vez más estigmatizado no tanto por la "violación de una norma" que éste implica, sino por la amenaza a la seguridad personal: bastaría pensar en fenómenos tales como el exceso de velocidad, el fumar en ambientes públicos o los delitos sexuales, presentados como amenazas a la seguridad de la persona, de su cuerpo y su propiedad (FOUCAULT 1975; WACQUANT 2008). En este trabajo, nos referiremos a la expresión "política del miedo" para aludir al fenómeno de representación de problemáticas específicas de la vida en sociedad -importantes o de valor efímero, efectivamente existentes en la realidad o instrumentalmente orquestadas- desde la óptica del tema de la seguridad y de la consiguiente movilización de intereses, estrategias discursivas y modalidad de gobierno de los espacios urbanos. El miedo representa una fuerza poderosísima que puede originar transformaciones urbanas y sociales. Un ejemplo bastante conocido puede ser el referido a las consecuencias de los atentados del 11 de septiembre del 2001: en los Estados Unidos y en otros países occidentales, la repuesta emotiva a ese incidente ha conducido a la difusión de actitudes de acción preventiva contra individuos que pertenecen a específicos grupos étnicos y religiosos (los asiáticos y los musulmanes) y a menudo ha dado lugar a formas extremas de control y vigilancia de los espacios y lugares públicos, tales como los aeropuertos y las plazas. Sin embargo, no estamos ante la presencia de fenómenos inéditos, recordemos que durante la Guerra Fría, específicamente en la década de 1950, en los Estados Unidos las entidades de planificación del territorio respaldaron abiertamente el desarrollo de fenómenos de dispersión urbana (el conocido sprawl urbano, es decir el fenómeno de propagación de una ciudad y sus barrios hacia la tierra rural en la periferia de una zona urbana), debido 39

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a que las ciudades compactas eran consideras inseguras en el caso de un ataque nuclear soviético (FARISH 2004); el mito americano de la vida en los suburbios,de la comunidad casi-rural "segura" (tema que volveremos a tocar) encuentra una importante, aunque no exclusiva, motivación en la "política del miedo" de la época postbélica. 2. La criminalización de la marginalidad social El régimen político neoliberal dominante en el mundo contemporáneo ha generado sus geografías del miedo, a partir de fenómenos más o menos "incontrolables" como epidemias y desastres "naturales" (inundaciones, terremotos, etc.) o de la aplicación de estrategias particulares de gobierno de la sociedad (DAVIS 1999; KAIKA 2005). Tomemos el caso de estas últimas: Loïc Wacquant (2007) ha analizado el caso de la redefinición de la pobreza como problema de seguridad y criminalidad. La tensión existente entre el tratamiento social de la indigencia (la lucha contra sus causas) y su reducción a hecho que constituya un delito penal (como lo demuestra el crecimiento de las tasas de encarcelamiento en los grupos sociales más vulnerables) manifiestan una siempre mayor predisposición hacia la criminalización. Estas tendencias pueden ser evidenciadas principalmente en el continente americano: en los Estados Unidos como en Sud América (Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela), pero también en otros lugares del mundo contemporáneo. El fenómeno de la criminalización de la pobreza se manifiesta concretamente en los procesos de militarización de los espacios urbanos más marginales, hecho del cual dan testimonio las grandes ciudades, metrópolis y megalópolis situadas en las regiones más heterogéneas del planeta: desde las favelas sudamericanas, a las banlieues francesas, a las bidonvillas y a las barriadas de las megalópolis asiáticas y africanas. Hoy en día, quienes asumen la responsabilidad de gobernar, en diferentes áreas del mundo, tienden a no tolerar la existencia de estos espacios considerados culpables de dañar la imagen de la ciudad y amenazar la tranquilidad urbana. Consecuentemente, se despliegan políticas de "re-desarrollo", las cuales en algunos casos tratan de integrar las operaciones de demolición y reconstrucción de los edificios a objeto de lograr la recualificación social de los barrios, pero esta tarea no siempre se lleva a cabo con éxito (MUKHIJA 2003). En otros casos, la dimensión violenta e inhumana implícita en los mandamientos de desalojo forzoso de los habitantes de un barrio "abusivo" es evidente. Este es el caso, por ejemplo, de la operación Murambatsvina en Zimbabwe: el 2005, el presidente Robert Mugabe emprendió una campaña gubernamental a gran escala destinada al mejoramiento de la situación de las barriadas del país, ordenando la demolición (mediante la utilización de excavadoras) de viviendas ilegales, mercados y actividades comerciales de manera indiscriminada, 40

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injustificada y sin reconocer el sufrimiento humano de 2,4 millones de personas afectadas (UNITED NATIONS 2005). Aún en otros casos, como por ejemplo en situaciones de fenómenos de revuelta colectiva, los gobernantes no dudan en lanzar apelativos ofensivos contra los habitantes más turbulentos de los barrios marginados. El 2005, por ejemplo, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, calificó a los jóvenes sediciosos de las banlieues de bande de racailles y "enemigos de la nación" que deben ser reprimidos por la policía y el ejército y a los cuales se debe mantener alejados de los distritos centrales de la ciudad (DIKEÇ 2006). Tales reacciones de las autoridades constituidas tienen el efecto de alimentar verdaderos espirales de violencia, especialmente en aquellos contextos -como las periferias marginadas de las metrópolis occidentales o los barrios pobres de las megalópolis del Sud del mundo- donde no se considera a la policía un agente externo capaz de resolver problemas, sino se la percibe como parte del problema, ya que su acción está influenciada por prejuicios étnicos y sociales (como en el caso de las banlieues francesas) o porque se la considera protagonista de corrupción, violencia, ilegalidad, como en el caso de las metrópolis sudamericanas o estadounidenses (WACQUANT 2007). La criminalización de los fenómenos de marginalidad y desviación social ha impuesto un cambio de actitud y comportamiento en la fuerza policial que se ocupa del criminalidad urbana. En este sentido, el criminólogo y geógrafo Steve Herbert (2006) analizó la progresiva difusión en los Estados Unidos de un enfoque conocido como broken windows respecto al uso de las fuerzas del orden: las interpretaciones sociales sobre la desviación y la relación orgánica entre la policía y la comunidad local (dos elementos distintos de una misma realidad social) han ido progresivamente dando lugar, con la consolidación de la ciudad neoliberal de la década de 1990, a visiones que separan claramente el rol de la policía del rol de la comunidad. Según esta óptica, la policía, entendida como realidad "externa", debe comprometerse en la lucha contra todas las formas de crimen, incluidas las aparentemente menos riesgosas para la comunidad; ello a fin de evitar la propagación de una cultura de la ilegalidad. Este enfoque es el origen de la política de "tolerancia cero", y fue el ex alcalde de Nueva York (de 1994 al 2001) Rudolph Giuliani quien la hizo célebre (N. Smith, 1998). Desde esta perspectiva, quienes no tienen una morada fija, las prostitutas de la calle, los squatters, los writers de graffiti, son protagonistas de conductas desviadas y de actos de desorden, y por ende, contra quienes se requiere "tomar venganza", poniendo en acción medidas represivas caracterizadas por una conducta intransigente (de ahí el término polémico de Neil Smith, 1996, "revanchist city", que evoca el movimiento populista francés de finales del siglo XIX). 41

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Según Herbert, desde el punto de vista político, los administradores locales prefieren los enfoques de línea rígida porque crean consenso entre las clases media y alta y porque son de más fácil aplicación en relación a las intervenciones que realmente hacen frente a las causas sociales de la desviación: prescribiendo la reinserción del sujeto activo del delito en la comunidad local, adoptando medidas de prevención social y promoviendo el establecimiento y participación de la fuerza policial en las comunidades que corren un mayor riesgo (la así llamada community policing). La consolidación, por el contrario, de una visión "superorgánica" del rol de la policía, reconsiderada como una entidad "externa" y "superior" a la sociedad local, no frena el incremento de comportamientos que se sitúan fuera de la legalidad, los cuales son ejercidos por la policía misma. De hecho, cuando más se presiona a la policía a realizar arrestos y detenciones de individuos sospechosos, es probable que también se esté alimentando una actitud persecutoria en contra tanto de los grupos sociales y étnicos considerados proclives a la desviación, como también de los barrios problemáticos de la ciudad. Así, la identificación de las comunidades y de las áreas urbanas mayormente expuestas a los fenómenos de la delincuencia y desviación se convierte en el objetivo prioritario de las políticas de "seguridad" más enérgicas, las cuales no dudan en exhibir técnicas agresivas de represión a fin de fortalecer la capacidad de control de las autoridades constituidas, empleando acciones que exceden el procedimiento habitual de "intervención policial", para asumir características explícitamente militares: los "blitz" de los soldados, el uso de helicópteros y de tecnologías de la guerra, el cierre de escuelas y tiendas, la evacuación de los habitantes, las incursiones y las redadas en los complejos de viviendas públicas. El contenido de discriminación socio-espacial asociado a estas políticas es aún más evidente si se reflexiona sobre el hecho que ciertas acciones que ahora se consideran "normales" en los contextos más problemáticos, serían inadmisibles en los barrios ricos de la misma ciudad. La otra cara de la medalla del fenómeno que acabamos de describir es que los mismos fenómenos de marginalidad social tienden, a su vez, a militarizarse e institucionalizarse en forma violenta. Entre los principales efectos resultantes del neoliberalismo se encuentra precisamente la responsabilidad de la indigencia: si el aparato público se encuentra en una crisis cada vez mayor (la disminución de la asistencia pública, la privatización creciente de la educación y la salud en todo el mundo -"la libertad de visitar un médico elegido por mí, cuando yo decida visitarlo"- en las palabras de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher), se amplía el espectro de cuestiones que recaen en la esfera de la competencia individual: como se sabe, hoy en día se considera responsabilidad de cada ciudadano el ahorrar 42

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y reservar una parte de sus ingresos para poder hacer frente a un posible despido o a una pensión reducida. Asimismo, es deber de cada uno (incluso económicamente) contribuir a su propia actualización cultural, profesional y tecnológica para continuar siendo competitivos en el mercado laboral. Y en muchos países económicamente desarrollados corresponde a cada ciudadano la prevención contra el riesgo de enfermedades mediante la suscripción de un seguro para proteger su salud. Este impulso hacia la individualización (y privatización) empuja implícitamente a la culpabilización de los pobres y, al mismo tiempo, induce a los más débiles a la reorganización de sus estrategias de vida para la supervivencia material. En las ciudades estadounidenses que se encuentran en una situación de creciente desocupación y crisis industrial (Detroit, la ahora ex-reina americana del automóvil, tal vez sea el caso más ilustrativo en este sentido), con un mercado laboral debilitado y una desinversión general en los servicios de protección social, la ola de inseguridad y de economía informal puede empujar a las personas carentes de esperanza de integración social a establecer formas de sociabilidad y de mutua colaboración criminal, por ejemplo, formando parte de los gangs urbanos, en muchos casos verdaderas organizaciones jerárquicas que evocan asociaciones de tipo paramilitar, tanto en su estructura como en la tecnología utilizada. Otros ejemplos similares, incluso provenientes de otros contextos geográficos, son los comandos de narcotraficantes latinoamericanos, o de los ejércitos privados de los "señores de la guerra" diseminados por toda África. Podemos contextualizar este tipo de institucionalización de la violencia y del miedo urbano en un fenómeno general de "autodefensa" comunitaria que puede adoptar distintas formas, la cuales trataremos de analizar ahora en relación a los rasgos distintivos de la experiencia urbana contemporánea. 3. La violencia de la autodefensa comunitaria Desde el punto de vista de la organización espacial de las ciudades, los fenómenos sociales descritos hasta el momento se entrelazan con la creciente tendencia a la "segregación" del espacio físico y de la experiencia social en comunidades cerradas, claramente delimitadas, homogéneas y protegidas. Se tratará de comprender esta tendencia identificando algunas características específicas. Una primera forma es aquélla de las gated communities *, un fenómeno que se hizo célebre gracias al análisis de Mike Davis (1990) y la experiencia de Los Ángeles. Estas "comunidades fortificadas", actualmente ya presentes en todo el mundo (aunque aún relativamente * Comunidades fortificadas, conocidas también como urbanizaciones cerradas o barrios cerrados.

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poco en los países europeos), se caracterizan por el hecho de contribuir por sí mismas a la financiación de la infraestructura física (carreteras, plazas) y de los servicios (de seguridad hasta a los de entretenimiento) destinados específicamente a los residentes de la comunidad. Los puntos de acceso son estrictamente vigilados para evitar el ingreso de personas "externas" no autorizadas, y todo el perímetro de las communities está delimitado por muros o cercas. Surgió originalmente en los Estados Unidos para luego difundirse a otros lugares (véase CALDEIRA 2001), este fenómeno social y residencial se origina principalmente en la demanda de seguridad proveniente de las clases medias y altas y su preocupación por el incremento de los episodios de delincuencia urbana. Consecuentemente, no sólo los miembros de los grupos sociales más acomodados, sino también quienes pertenecen a específicos grupos de afinidad (generalmente en razón de la edad, como las personas de la tercera edad; en razón del origen étnico o del compartimiento de un estilo de vida particular, como la pasión por el golf u otras actividades de entretenimiento: (véase BLAKELY y SNYDER 1997) han dado vida a barrios cerrados, donde la preocupación generalizada por la seguridad se entrelaza íntimamente con el deseo de eliminar físicamente al "diferente" del espacio de su vecindad. La obsesión por la "seguridad" y la ostentación de la capacidad de autodefensa y uso autónomo de la fuerza demuestran como las gated communities no son más que un ejemplo de las relaciones residenciales reguladas por la violencia, y por tal razón constituyen un observatorio importante de la "geopolítica urbana" (véase la introducción). Desde el punto de vista de la regulación del uso del suelo urbano, el diseño de planos de enteras áreas de la ciudad para venderlas como un producto de mercado y para hacer de ellas un espacio de autorepresentación del status de comunidades especificas de habitantes tiene el efecto no sólo de eliminar porciones "físicas" significativas del espacio público, sino de debilitar la idea misma de democracia urbana, fundada en el principio de la convivencia entre "diferentes" (ROSSI 2008). Cuando la experiencia de la vida cotidiana es intencionalmente separada del contacto con personas pertenecientes a otros grupos sociales, étnicos o religiosos, y cuando esta voluntad de separación es puesta en práctica por las comunidades más acomodadas y socialmente integradas, a través de la ostentación de la facultad del uso de la fuerza, entonces se perfila una preocupante derivación hacia la condición post-política de la cual hablan los críticos de la sociedad contemporánea (RANCIÈRE 1998). Su consolidación no está encaminada al respeto de derechos y libertades, como en las sociedades democráticas, sino es instrumental al deseo de la separación de su propio territorio de influencia y autoprotección de 44

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los peligros que los "diferentes" pueden llevar hasta la posición de tranquilidad, privilegio y bienestar adquirida por su comunidad de pertenencia. Como ya se ha mencionado, las gated communities se han ido extendiendo gradualmente incluso fuera de los Estados Unidos, donde surgieron originalmente. Sin embargo, no se debe pensar que su difusión en el mundo sea el resultado de una pura y simple "americanización" de los estilos de vida. En el ámbito de una extensa literatura "global" sobre el fenómeno, se puede ver, por ejemplo, como en países post-socialistas como Rusia y Bulgaria la creación de comunidades residenciales "cerradas" puede ser asociada a la costumbre de aislamiento colectivo, de la cual ya eran protagonistas las elites del régimen soviético, como los apparatchiks del partido y los intelectuales y artistas de nomenclatura comunista. Los representantes de las elites políticas y culturales podían gozar de residencias lujosas, denominadas dacha, ubicadas en los barrios aislados de la periferia, inmersas (y ocultas) en la naturaleza y accesibles sólo a través de calles privadas o semi-privadas vigiladas por el ejército (BLINNIKOV et al. 2006; STOYANOV y FRANTZ 2006). Posteriormente, el colapso del régimen soviético dio lugar a profundos cambios en la composición social de estas élites, mediante los cuales las personalidades políticas, anteriormente importantes, fueron reemplazadas en gran parte por los así llamados "nuevos ricos", es decir por los empresarios y los inversionistas inmobiliarios y financieros deseosos de experimentar vidas exclusivas. En muchas realidades de países emergentes residir en una gated community, de hecho, se ha convertido en la norma para los habitantes más acomodados, ya sea para los de orígen local, o en mayor grado para los de origen extranjero occidental. Diplomáticos y hombres de negocios optan por vivir en estos espacios residenciales, los cuales satisfacen ampliamente las exigencias de morada temporal: además de sentirse seguros en lo concerniente a su integridad física, los huéspedes extranjeros de estas comunidades pueden acceder fácilmente a las áreas de shopping y estar en contacto con otros residentes internacionales. En algunos contextos, la segregación de la función habitacional puede ir de la mano de la segregación de actividades económicas de valor estratégico. En los países africanos ricos en recursos minerales y energéticos (como el petróleo), las bases de la industria extractiva son confinadas a enclaves asilados, custodiados militarmente, totalmente separados del resto del territorio, lo cual no aporta ningún beneficio sustancial. En estos espacios encuentran hospitalidad incluso los técnicos occidentales que allí tiene su fuente de trabajo, los cuales se ven forzados a vivir en tales estructuras para refugiarse de los intentos de rapto y secuestro 45

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perpetrados por las organizaciones independentistas que reclaman la reapropiación indígena de los recursos, como ocurrió muchas veces en la región del Delta del Níger (WATTS 2004; FERGUSON 2006). Aunque no están expuestos a los mismos peligros que atraviesan sus colegas en África, incluso los técnicos occidentales que trabajan en las ciudades árabes de Oriente Medio, optan por residir en comunidades específicas, denominadas compound: por ejemplo, en Arabia Saudita, un país que ha atraído una ingente afluencia de técnicos y especialistas procedentes de Asia y del mundo occidental, las "comunidades fortificadas" sirven como un espacio de protección a las mujeres extranjeras que se sienten amenazadas por la sociedad local en lo concerniente a su libertad (GLASZE 2006). En los países del Sur del mundo, la segregación socio-espacial de algunos grupos respecto a otros puede tener lugar incluso por motivos de origen étnico-religioso. Éste es el caso de Indonesia, donde las divisiones culturales y étnicas por las cuales atraviesa históricamente el país, generando desde la época de la colonización holandesa formas peculiares de segregación residencial, encuentran hoy en día una renovada expresión en el fenómeno de las gated communities, fenómeno que reproduce la histórica separación entre los habitantes de origen chino y de fe cristiana, por un lado, y los "nativos" de fe musulmana, por otro (LEISH 2002). 4. El neoliberalismo y la biopolítica del vivir Los estudios urbanos críticos tienen sus raíces en la década de 1970, cuando los estudiosos comienzan a centrar su atención, de manera más sistemática, en las relaciones que existen entre el capitalismo y las formas de organización urbana y territorial. David Harvey (1973; 1985), sitúa en un lugar preponderante de sus reflexiones el nexo existente entre acumulación del capital y urbanización, concentrándose en las dinámicas de selectividad y exclusión socio-espacial, que caracterizan al funcionamiento del mercado inmobiliario, y en el rol decisivo que la oferta de crédito juega en estos procesos. Esencialmente, el geógrafo anglo-americano propuso una interpretación del desarrollo urbano centrada en la financiarización de la construcción física de los espacios de la ciudad, como un factor crucial de regulación anti-cíclica de la economía capitalista. En la misma época, el sociólogo catalán Manuel Castells (1972) -el otro teórico de referencia en los estudios urbanos críticos de la época- identificó en la ciudad un espacio fundamental de contienda entre los grupos sociales en torno a la redistribución de la riqueza producida por la economía capitalista, desde una perspectiva que hoy podríamos definir "keynesiana" de política económica y financiera.

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Es interesante redescubrir los trabajos de Harvey y Castells, ya que éstos vieron la luz en una fase de turbulencia política y económica, comparable a la actual que se originó en la crisis financiera del 200708. Harvey y Castells escribían, de hecho, en un período profundamente marcado por la crisis monetaria y económico-energética de los primeros años de la década de 1970. Los efectos urbanos de la crisis, en ese entonces, se hicieron sentir particularmente en las grandes concentraciones metropolitanas de los Estados Unidos: es memorable la crisis presupuestaria que afectó a la ciudad de Nueva York en 1975, la cual la llevó al borde del colapso. Como lo evidencian el mismo Harvey y otros estudiosos que se refieren a sus preceptos, la crisis económica aún en curso tiene una particular connotación urbana: se originó en el sector inmobiliario-financiero para luego extenderse a otros sectores de la economía (AALBERS de 2012; HARVEY 2012; WALKER 2010). Como en ese entonces, aunque por diferentes razones y en un contexto macroeconómico transformado, también hoy en día la crisis tiene fuertes repercusiones en los gobiernos locales de los países occidentales, como en los Estados Unidos. Más allá de la comparación con los acontecimientos recientes, es esencial volver a reflexionar sobre la crisis político-económica de la década de 1970 para remontarnos a los orígenes del neoliberalismo y a su posterior consolidación en un número creciente de países. La actual crisis económica, de hecho, se percibe generalmente como una crisis del modelo de regulación neoliberal. El efecto de la crisis urbana de mediados de la década de 1970 fue el modificar el orden de prioridades en las directrices dominantes de la política económica. En los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, los problemas que derivaron de la segregación de los guetos negros y de la profunda condición de desventaja de la cual eran víctimas las minorías y las clases menos privilegiadas, habían alcanzado un espacio de primera plana en el debate público, contribuyendo a difundir la concientización de una redistribución de la riqueza, necesaria para prevenir las tensiones urbanas (insurrecciones, criminalidad, etc.) que aquejaban a la sociedad estadounidense en aquellos años, socavando la condición de bienestar y paz social. La crisis urbana impone un cambio total de perspectiva, porque el riesgo de default que amenazaba a importantes gobiernos locales como el de Nueva York revelaba un mayor problema estructural de insostenibilidad del gasto público y de "crisis fiscal del Estado." Desde entonces, los problemas de sostenibilidad del gasto público y desequilibrio fiscal han llegado a ser las nuevas prioridades en la agenda de política económica. La situación de incertidumbre que caracterizó a esa fase terminó alimentando un creciente descontento social, no sólo entre las clases menos acomodadas, sino también entre las clases media y media alta. Estas últimas llegaron a ser protagonistas de una 47

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verdadera sublevación fiscal que tuvo una fuerte repercusión en la opinión pública estadounidense, preparando el terreno para la ascenso de Ronald Reagan de gobernador de California a presidente del gobierno federal. Presagiando el movimiento de rebelión fiscal, en 1978 una enmienda a la Constitución del Estado de California (conocida como la Proposition 13) había concedido a los detentores de propiedad inmobiliaria una reducción de impuestos sin precedentes. Estos acontecimientos sentaron las bases para la revolución o contrarrevolución neoliberal de la década sucesiva, basada en la adopción -por el gobierno de Washington- de una política fiscal expansiva de apoyo a las empresas y a los detentores de capital. Las consecuencias de la (contra)revolución neoliberal en los ámbitos urbano y regional se han descrito y analizado ampliamente en los estudios de la geografía político-económica y de otras ciencias sociales críticas en el curso de las últimas dos o tres décadas. El análisis crítico de la "problemática de la vivienda" ha tenido un rol central en esta literatura. Desde los primeros trabajos de Harvey y Castells, el tema del habitar ha representado un observatorio fundamental desde el cual analizar no sólo las relaciones entre capitalismo y fenómeno urbano, sino también la naturaleza del capitalismo tout court. El advenimiento del régimen neoliberal de regulación económica ha enfatizado de manera especial el valor crucial del habitar. En un famoso discurso de 1987, la primera ministra británica Margaret Thatcher identificó como uno de los objetivos prioritarios de su acción de gobierno la construcción de una home owning democracy. A partir de entonces, la construcción de una sociedad fundada en la propiedad residencial se ha convertido en un verdadero leit motiv en las declaraciones programáticas de los líderes de gobierno de los países occidentales: tal es el caso del presidente americano George Bush Jr., quien en la segunda campaña presidencial en el 2004 puso énfasis en la importancia de incrementar el número de propietarios de casa con el fin de construir una ownership society; o el caso del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien en un discurso en el 2006, presentó la expansión de la propiedad residencial como un factor de fortalecimiento del ideal francés republicano; e incluso el caso del presidente italiano, Silvio Berlusconi, quien utilizó como carta de triunfo de su campaña electoral del 2008 la abolición del impuesto municipal a inmuebles en favor de los propietarios de viviendas. Es relevante observar como las políticas económicas y sociales no nacen de la nada, sino que son el resultado de procesos conflictuales, que involucran a actores de diferentes entornos sociales. En los Estados Unidos, en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las minorías negras fueron protagonistas, en el ámbito del movimiento 48

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por los derechos civiles, de importantes luchas por un techo, las cuales reclamaban también el derecho a la propiedad de una vivienda. En respuesta a estas luchas, el gobierno estadounidense introdujo, desde la década de 1970, programas sociales destinados a aliviar los fenómenos de la discriminación en el acceso a créditos inmobiliarios, los cuales afectaban sobre todo a las minorías afroamericanas. En los años siguientes, sin embargo, a raíz de la crisis del modelo keynesiano de la redistribución social y de su inherente política para la vivienda, se registró un desinterés progresivo del Estado federal y de los gobiernos locales respecto a la satisfacción de las necesidades relativas a la vivienda de los grupos más vulnerables, y por el contrario, se favoreció nuevamente al mercado desde una óptica neo-liberal. La desregulación de los créditos inmobiliarios fue la consecuencia más directa de este cambio político- económico. Es bastante conocido el hecho de cómo desde la década de 1990 con la Administración Clinton la introducción de los préstamos hipotecarios subprime, concedidos a personas de bajos ingresos y con poca solvencia respecto al pago de deudas, haya contribuido decisivamente en el incremento de la tasa de propietarios de viviendas en las ciudades de Estados Unidos. En el 2004, en el ápice de la llamada burbuja inmobiliaria, los Estados Unidos alcanzan la tasa de propietarios de viviendas más elevada, jamás registrada en su historia, al menos desde la Segunda Guerra Mundial: casi el 70% de los ocupantes de los núcleos residenciales resultaba ser propietario de casa, un porcentaje cercano al de los países europeos con baja movilidad residencial como Italia y España. La financiarización del habitar, es decir, el mayor acceso a la propiedad de una vivienda fomentado por la desregulación de los créditos inmobiliarios, ha sido, por lo tanto, la respuesta de la política neoliberal a la demanda social de viviendas que había surgido desde las décadas de 1960 y 1970. Sin embargo, la financiarización ha adquirido características vejatorias respecto a las personas más pobres, las cuales al fin tuvieron acceso al crédito inmobiliario pero bajo la imposición de tasas de interés superiores a aquéllas de los préstamos ordinarios. Desde este punto de vista, los préstamos subprime, precisamente porque son concedidos con condiciones contractuales vejatorias, constituyen un ejemplo de suspensión de los derechos en un contexto de mercado (MARAZZI 2011). Con la ilusión de un acceso más amplio y más fácil a la vivienda propia, a cambio de una reducción, si es que no la completa suspensión de sus derechos, los habitantes más pobres han sido por lo tanto integrados en el proyecto hegemónico del neoliberalismo, aunque en una condición inédita de "subalternidad inclusiva": es decir, fueron incluidos en los circuitos financieros, de los cuales estaban excluidos en el pasado, pero en una situación de minoría. Antes de la difusión de los préstamos subprime, de hecho, 49

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las instituciones financieras habían excluido a gran parte de los sectores menos acomodados, como por ejemplo los residentes de los barrios más segregados con predominancia afroamericana, del acceso al crédito inmobiliario: es conocido el fenómeno del redlining en el ámbito crediticio, por el cual los bancos se niegan a conceder préstamos destinados a la compra de bienes inmuebles en áreas degradadas consideradas no lucrativas. La crisis económica y financiera, que se originó por la explosión de la burbuja inmobiliaria en el 2007-08, ha sacado a la luz lo que se podría definir como la "biopolítica del neoliberalismo." Al mismo tiempo, podemos considerar la explosión de la burbuja inmobiliaria y la sucesiva fase de depresión y contracción de la actividad económica como un acontecimiento que ha dado luces sobre la imposibilidad de encausar, sin contradicciones, la vida humana en una lógica de valorización capitalista-financiaria. La "biopolítica del neoliberalismo" fue fundada, de hecho, sobre una subsunción de la vida humana (especialmente de aquélla de las clases más pobres) en los circuitos capitalistas, a través de la financiarización del habitar como se ha visto- pero también de la vida cotidiana y de la reproducción social en su globalidad, con la expansión cada vez más arriesgada y penetrante del fenómeno del "crédito al consumo", sobre todo entre las clases medias bajas. Basándonos en las reflexiones de un gran crítico del liberalismo clásico como Karl Polanyi (1944), podemos sostener la idea según la cual la financiarización de la economía se ha construido en torno a una ficción fundamental: la posibilidad de comercializar la vida humana en su integridad mediante la socialización aparente del crédito financiero. Mientras Karl Polanyi creía que la tierra, el dinero y el trabajo constituían "mercancías ficticias" en los mercados que se auto-regularon durante la época de oro del liberalismo clásico hasta la crisis de 1929, podemos decir que la reciente crisis económica ha puesto de manifiesto las contradicciones inherentes a la proposición de la vida como una mercancía ficticia de parte del capitalismo neo-liberal. En los meses sucesivos al estallido de la crisis, la opinión pública mundial ha comenzado a tomar conciencia del hecho que los países más afectados por la crisis económica fueron los que dieron vida a una desregulación y financiarización del mercado inmobiliario más arriesgada: además de los Estados Unidos, en Europa, se dio el caso de Islandia, España, Irlanda, Reino Unido. Por el contrario, se ha observado que las economías más sólidas y estables (como en el caso de Alemania) son aquéllas donde la propiedad privada de los inmuebles es menos incidente. Esta evidencia ha llevado a una amplia reformulación de la oportunidad de incentivar la home ownership como un factor clave de desarrollo económico y cohesión social. En septiembre del 2010, el Time -el conocido semanario estadounidense de orientación moderada- dedicó su portada a las contradicciones de la home ownership, acusando con el dedo al "culto 50

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de la propiedad residencial". En los Estados Unidos, el efecto combinado del incremento de la propiedad residencial y de la crisis económica, y en particular de la escasa demanda de trabajo que resulta de ésta, es el haber inhibido la propensión de los ciudadanos estadounidenses a la movilidad residencial, especialmente a nivel interregional; y hasta hoy, ésta es una característica fundamental del modelo norteamericano de desarrollo económico y movilidad social. La paradoja de la situación actual reside en el hecho que, no obstante el creciente escepticismo de parte de la opinión pública respecto a la solidez de una sociedad basada en la propiedad residencial, los gobiernos occidentales continúan proponiendo políticas de fomento a la compra de vivienda a través de préstamos bancarios. En Italia, el 2010, la Ministra de la Juventud Giorgia Meloni propuso un paquete de medidas enfáticamente titulado "Derecho al futuro", mediante el cual se presentaron incentivos destinados a parejas jóvenes (menores de 35 años) para facilitarles el acceso al crédito inmobiliario, con el fin de contrarrestar la precariedad y la baja movilidad social de las nuevas generaciones. En noviembre del 2011, el gobierno británico liderado por David Cameron, puso en marcha un ambicioso plan de housing strategy que se centra en la institución de un subsidio dirigido a quienes solicitan un préstamo, el cual debería permitir que 100.000 familias británicas construyan por sí mismas su propia casa. La continuidad sustancial de las políticas emprendidas por los gobiernos occidentales en temas de vivienda y de crédito inmobiliario contrasta, sin embargo, con las orientaciones emergentes fuera de Occidente, en un contexto general de economía globalizada marcada por relaciones cada vez más intensas de interdependencia y, al mismo tiempo, de competencia a nivel mundial. En China, a fin de no repetir los errores cometidos por los gobiernos occidentales que han conducido a la explosión de la gran crisis global, en el 2010 las autoridades políticas y monetarias de Pekín -sin cuestionar el imperativo del crecimiento económico, y precisamente con el fin de salvaguardarlohan decidido enfriar y "dar seguridad" a la economía nacional, mediante la imposición de restricciones más estrictas a la concesión de préstamos inmobiliarios, disponiendo un aumento en las tasas de interés y, al mismo tiempo, poniendo en marcha un vasto programa de construcción de viviendas públicas fundado sobre criterios de sostenibilidad energética. El reto futuro para los gobiernos occidentales será, entonces, el repensar no sólo en la política de vivienda como tal, sino también en las políticas económicas en general que guían y orientan las políticas de vivienda. Conclusiones La práctica del habitar ofrece un punto de observación importante para la comprensión de la "geopolítica urbana" en el período del neoliberalismo. Teniendo en cuenta el redimensionamiento del rol 51

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asignado al Estado-nación no sólo como regulador político-económico, sino también como depositario del monopolio de la violencia legítima, tal disciplina -o mejor dicho: subdisciplina, siendo parte del aún más amplio campo de la geografía política urbana- ve a la ciudad como un espacio de confrontación e institucionalización de relaciones socioespaciales reguladas por formas implícitas y explícitas de violencia. En las actuales ciudades capitalistas y neoliberales, el habitar es en realidad una práctica íntimamente relacionada al ejercicio material o simbólico de la fuerza: desde aquélla que se ejerce en las formas más brutales de expropiación del entorno de vida de los residentes menos acomodados en barrios "abusivos" o "degradados", a la creación de espacios urbanos estrictamente vigilados reservados a las clases más acomodadas, incluso la concesión ilusoria de la propiedad de una casa a los más pobres como resultado de la desregulación de los créditos inmobiliarios. En algunos casos, el ejercicio de la fuerza se puede disimular en las formas disfrazadas del diseño urbano, donde la creación de lugares estéticamente seguros (antes que realmente seguros) pasa a través de técnicas aparentemente pacíficas, pero intrínsecamente violentas. Por ejemplo, en los barrios del centro de la ciudad que aún conservan fuertes connotaciones populares, pero que al mismo tiempo se han convertido en destinatarios de políticas de "mejoramiento" urbano orientadas al aumento del consumo, la eliminación de los llamados "contaminantes sociales" (individuos y grupos cuya presencia amenaza las cualidades estéticas de un espacio urbano: URRY 1995) puede tener lugar mediante instrumentos soft de persuasión (incluidos los subsidios monetarios para la compra de una casa) que se utilizan para convencer a los sujetos menos agradables, pertenecientes a las clases más bajas, a trasladarse a otro lugar menos atractivo de la ciudad (como las periferias). En este contexto, el no reconocimiento de la violencia implícita en el establecimiento de un orden geopolítico de la ciudad, entre los tantos posibles, tiene el efecto de hacer que las relaciones de poder entre los grupos sociales sean invisibles, objetivos, naturales, socavando la legitimidad de los procesos de control democrático y frustrando las aspiraciones de justicia social cultivadas por los más débiles. Nuestra contribución pretende mostrar cómo la violencia implícita en la práctica del habitar en las sociedades capitalistas de liberalismo avanzado puede ser identificada no sólo en las ciudades en guerra evidente o en las operaciones urbanas que recurren descaradamente al uso de la fuerza (ver GRAHAM 2011), sino también en las situaciones aparentemente pacíficas donde el contenido de la violencia parece invisible, ocultándose en la ininteligibilidad de las técnicas y de los dispositivo de diseño y planificación urbana, o en la aparente banalidad de los mecanismos de funcionamiento del mercado de crédito inmobiliario . 52

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LA SOCIEDAD DEL MIEDO Y LA INSEGURIDAD (La construcción de un modelo político y social penalizando la pobreza y la marginalidad) Eduardo Paz Rada Universidad Mayor de San Andrés

Introducción Nunca como en la época actual las sociedades humanas, en su diversidad cultural, política, social, medioambiental y geográfica, han tenido al frente un fantasma que recorre sus entrañas más íntimas generando grandes incertidumbres y preocupaciones y produciendo guerras, violencia, aislamiento, autoeliminación, odio y desintegración y anomia social de dimensiones y profundidad que ponen en riesgo la propia convivencia entre los seres humanos en el planeta. El miedo, tanto en sus manifestaciones de presencia objetiva como en el sistema psíquico de las percepciones cotidianas, está posesionado en las prácticas rutinarias de hombres y mujeres de la más diversa índole y contexto en todo el mundo. Los medios de comunicación, la industria cultural y la instrumentalización política han conseguido imponer y utilizar, sobre las construcciones psíquicas, genéticas y biológicas sensibles de los seres humanos, el miedo y la inseguridad como "estado de existencia natural" que reivindica la concepción del "hombre enemigo del hombre" que no solamente impulsa la lucha, el recelo, la duda, el extrañamiento, la distancia y el peligro latente entre los seres humanos, sino que valida y legitima la existencia de un poder supremo que debe imponerse de manera brutal sobre las personas, para someterlas y, supuestamente, protegerlas. Esta situación marca e influye sobre los cambios y transformaciones en la evolución de las sociedades a lo largo del tiempo, lo que se manifiesta en la diversidad de formas que adquiere la relación de la sociedad con el estado y con la economía, más aún en el periodo neoliberal que instrumentalizó el estado, aparentemente prescindente, para imponer una visión ideológica de acentuado individualismo y 57

La Problemàtica de la Inseguridad

competencia sin límites entre las personas, en el marco de un capitalismo salvaje y depredador de vida social. No se trata de negar que la lucha por la sobrevivencia, por la satisfacción de necesidades básicas y de las otras, por el control y el dominio de los demás y de la naturaleza y por someter a otros pueblos, culturas, regiones y recursos, no hayan estado presentes a lo largo de la historia, sino advertir que actualmente se trata de un fenómeno que alcanza ribetes que envuelven cada vez más a la totalidad social bajo una "administración del miedo", con todos los instrumentos y procedimientos de la racionalidad instrumental que alienan y enajenan a los seres humanos. Esto no significa mirar al costado frente a las manifestaciones reales de violencia e inseguridad que asolan distintas sociedades en la actualidad. El poder establece políticas de "sembrar el miedo" como el modo de construir una sociedad de individualismo salvaje, de separación y exclusión humanas, de concentración de recursos, de aislamientos y de demarcación de espacios y fronteras reales y simbólicas y, por supuesto, de control vertical de la sociedad. Inicialmente la observación y descripción de situaciones y hechos permite poner en la misma bolsa una diversidad de fenómenos de violencia, peligro, inseguridad y miedo en distintos lugares, países, situaciones y relaciones, como anotaremos más adelante, sin embargo, el trasfondo de cada caso está relacionado a una estructura global y local que requiere de su propio análisis. La discriminación y persecución a los judíos en distintos lugares y momentos de la historia o a los gitanos en Europa Occidental durante siglos, adquiere, en este último caso, un alcance, dimensión y calidad distintos en la última década. De la misma manera la estigmatización peyorativa de los negros, de los sudamericanos, de los árabes, de los indios o de los pobres, marginados, migrantes y diferentes tiene ahora un conjunto de rasgos considerados criminalizables y penalizables, en función de la defensa de las presuntas seguridad y estabilidad sociales. En la última década, en coincidencia con la crisis económica internacional, la agudización de manifestaciones de malestar, rechazo y xenofobia frente a los migrantes extranjeros en Europa Occidental y Estados Unidos se han hecho muy evidentes, incluyendo campañas que posicionan el peligro, el miedo y la inseguridad como ingredientes principales tanto desde los medios de comunicación, como desde los partidos políticos y las instituciones sociales. 58

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

En algunos casos el tema ha sido encubierto con argumentos vinculados a la lucha entre culturas, el enfrentamiento de civilizaciones, la invasión de marginados y peligrosos provenientes de otras regiones del planeta; en otros casos el argumento era mas directo: la competencia por puestos de trabajo y la lucha por los medios de vida que daba mayores ganancias a los empresarios que podían deprimir los salarios aprovechando las desventajas de los trabajadores migrantes, especialmente los indocumentados e "ilegales". Otra faceta de la violencia y el miedo se ha manifestado claramente en la exacerbación de las mafias del narcotráfico en México y Estados Unidos, las pandillas en casi todas las ciudades del planeta, las temidas maras centroamericanas marcadas con señales en los cuerpos de sus miembros para garantizar las lealtades, los grupos terroristas y armados en varias regiones del mundo, la violencia sexual contra las mujeres y los niños y adolescentes, la impunidad policial y las acciones de intervención militar de las potencias capitalistas en distintos puntos. Las operaciones de los grupos mafiosos y de las pandillas violentas han generado un pánico social de envergadura, en tanto los gobiernos han establecido formas de administrar la violencia, la inseguridad y el miedo con fines de control y vigilancia social. Prácticamente todos los gobiernos, partidos y dirigentes políticos, desde Cameron en Inglaterra, el PS Francés, Ollanta Humala en Perú, Dilma Roussef en Brasil, hasta Obama en Estados Unidos, Hu Jintao en China, Chávez en Venezuela, Sarkosy en Francia y el emperador Akihito en Japón (véase periódicos y noticias 2010-2011) han hecho del tema de la "seguridad" la base de su agenda pública, considerado el problema central de la sociedad que debe ser enfrentado de manera drástica. De igual manera la vida doméstica y cotidiana de millones de millones de habitantes del planeta está cruzada por la preocupación y temor frente a la inseguridad, convirtiéndose ésta en el primer problema socialmente identificado como altamente peligroso en una sociedad en la que se acrecientan y multiplican los riesgos de diversa índole. Los "otros", los diferentes, son identificados como los causantes del peligro al estado de cosas vigente y al equilibrio social, las manifestaciones de xenofobia se han ido ampliando inclusive en clases y sectores sociales tradicionalmente proclives al respeto a los demás y a la tolerancia entre seres humanos. La antigua animadversión frente a los gitanos o a los judíos, o a los árabes y negros, o a los indios o amarillos desde la perspectiva de la cultura occidental, eurocéntrica y cristiana dominante, se ha ampliado a una amplia gama de grupos humanos distintos, considerados un peligro al orden establecido en la vida cotidiana, el mismo que es 59

La Problemàtica de la Inseguridad

considerado como natural y legítimo. Al frente, también las culturas de los pueblos del Tercer Mundo han creado estigmas de miedo en torno a los conquistadores, colonialistas, dominantes y opresores por sus actos y genocidio, discriminación, exterminio y exclusión, a pesar de haberles impuesto una visión de jerarquías y desigualdades marcadas por la superioridad. El marco ideológico del denominado choque de civilizaciones, del enfrentamiento de culturas, de la tendencia a la unipolaridad, está signado por el peligro identificado en la emergencia y protagonismo internacionales de otras culturas, otras religiones, otros modos de vida, otras maneras de sentir, actuar, pensar y mirar la realidad, otros idiomas y otras economías con miles de millones de personas que ponen en entredicho una hegemonía dominante que se ha considerado a sí misma como el paradigma o modelo de vida humana sobre la base de su sistema de dominación históricamente determinado. Estos patrones ideológicos han puesto en escena precisamente las bases de una concepción que, aprovechando las distintas facetas de la violencia e inseguridad, identifica la aparición y desarrollo del miedo y la violencia con los otros diferentes a quienes hay que marcar con el estigma de creadores e impulsores del riesgo para la colectividad e incluso para la humanidad. II. Manifestaciones de la violencia Las mafias europeas en Estados Unidos a principios del siglo XX conformadas por grupos de inmigrantes irlandeses, italianos de la camorra, polacos y armenios; las bandas y pandillas en Francia e Inglaterra que causaban pánico y zozobra en las ciudades; la yakusa traficante de drogas, juegos prohibidos y prostitución en Japón y otras regiones de Asia; los piratas y mercenarios, como los gurkas, al servicio del colonialismo de Europa y Estados Unidos en Africa, Latinoamérica y Asia Menor; son los antecedentes de las nuevas formas, en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI, de acciones a través de organizaciones que utilizan la violencia y el terror para conseguir sus objetivos poniendo en riesgo permanente a las sociedades contemporáneas. Así, las maras centroamericanas han sido apuntadas como un tipo de organización de jóvenes vinculados a la delincuencia internacionalizada a partir de la masiva migración de los años ochenta y noventa hacia Estados Unidos y que sus ritos de pertenencia están vinculados a la violencia y las marcas en el cuerpo con dibujos y señales que los identifican y "marcan" de manera permanente (GORZA 2011) no solamente en el sentido de reconocimiento entre ellos, sino frente a las fuerzas policiales, consiguiendo un fuerte control sobre sus miembros. Su acción tanto en las ciudades norteamericanas 60

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como centroamericanas es proverbial por el grado de violencia que emplean y el temor que crean en las comunidades. Estas características han sido remedadas por otros grupos en distintos lugares de Sudamérica y el Caribe. Sus precursores, sin embargo, se encuentran en Europa a través de los skingers, los cabezas rapadas, las pandillas y bandas de jóvenes violentos en Inglaterra, Francia y Alemania que repudian el orden existente y generan peligro y pánico a su paso, especialmente en la población inmigrante procedente del mundo árabe, africano y latinoamericano; y en Estados Unidos con las comunidades de jóvenes marginados negros y latinos que realizan sus actividades en los barrios de muchas ciudades norteamericanas. Son conocidos también los altos grados de violencia e incertidumbre que provocan los hooligans futbolísticos en Europa y las barras bravas en América Latina. Otras características tienen las mafias organizadas que operan en el mundo sobre una base nacional. Ahí están las redes internacionales con organizaciones mas sofisticadas que generan amenaza sobre la comunidad: están los ya indicados miembros de la yakusa japonesa que dominan y compiten el control de sus actividades ilegales en su país, en Asia y en otras regiones del mundo, los de la triada china que, sobre su plataforma de Shangai, cuentan con una amplia presencia en Asia, Europa y América del Norte. A estos grupos pueden agregarse los que corresponden a la mafia rusa con los grupos de solsetska y dolgo y las tradicionales asentadas en Estados Unidos y que manejan los negocios de la droga, el contrabando de armas, el terrorismo, el blanqueo de dinero, los grupos mercenarios y el narcotráfico. Administran un millón de millones de dólares anualmente y no es poco poder. Otro tipo de grupos que provocan violencia son aquellos a los que se vincula con alguna orientación política y que son considerados peligrosos de acuerdo a la perspectiva ideológica y política. Prácticamente las políticas de seguridad y control estatal a nivel mundial han sido establecidas, sobre la base de las decisiones de Washington, por el peligro que se atribuye a la red Al Qaeda, responsable de la catástrofe de las Torres Gemelas de Nueva York, en el marco de la confrontación ideológico-religiosa entre el mundo occidental y el mundo musulmán. Un marco similar se establece en torno a las guerras de intervención imperialista como en Irán o Afganistán, a los grupos guerrilleros, ejércitos de liberación, a la represión de las movilizaciones de la llamada primavera árabe, a los radicales nacionalistas y separatistas y a procesos de balcanización en distintos continentes, donde se producen guerras civiles, enfrentamientos y masacres genocidas, las formas más perversas de la inseguridad humana. 61

La Problemàtica de la Inseguridad

Si bien no son lo mismo, se incluye en un mismo tipo a un heterogéneo grupo de actividades y sectores que están vinculados a distintas formas de violencia y protesta social: delincuencial, política, étnica, racista, mercenaria, deportiva, doméstica, nacionalista y xenófoba. La experiencia de las movilizaciones sociales, especialmente de los jóvenes en los últimos años, vinculadas principalmente a la protesta social contra las políticas de los gobiernos de los países de Europa y Estados Unidos en relación al desempleo, la inflación, la falta de oportunidades y la crisis económica y financiera del capitalismo, muestra el desborde y reclamo contra los monopolios del poder y la economía que son los que deciden sobre los demás y afectan a los trabajadores, los jóvenes y la población en general. La reacción de los gobiernos es la represión y la violencia, producir temor en los movilizados. Los descontentos, los indignados, los ocupas, los movimientos reivindicativos que generan masivas protestas sociales, como las de Paris, Londres, Madrid, Nueva York y otras ciudades, o las manifestaciones de estudiantes en Chile, Egipto o Colombia, intentan ser identificadas por el poder económico, los medios de comunicación y el orden político como provocadoras de violencia con una mirada gubernamental, policial y penalizadora. Algunas investigaciones sociológicas han identificado a los distintos grupos que se han ido formando en la vorágine del crecimiento de las ciudades, entre ellos las comunidades juveniles, como las tribus urbanas que buscan espacios sociales de pertenencia con identidades y culturas de las más extrañas y diversas y como forma de defensa frente a la variedad de peligros que se presentan rutinariamente. La Doctrina de Seguridad Nacional, línea oficial de las dictaduras impulsadas por Estados Unidos entre1960-1980, es un antecedente muy claro de cómo los distintos estados, especialmente en Norte y Latinoamérica, han establecido criterios de uso de la violencia no solamente contra los grupos enemigos políticamente, en su momento la izquierda y el comunismo, sino contra todas las manifestaciones sociales de crítica al sistema, impulsando un catecismo militar, policial y judicial destinado a destruir a los denominados grupos peligrosos, con el fortalecimiento de los Ejércitos, el armamentismo, el espionaje y los grupos paralelos de paramilitares y mercenarios apoyados y asesorados por el gobierno de Estados Unidos. La identificación del enemigo externo y, especialmente, del enemigo interno con los movimientos de protesta social y política ha sido un rasgo característico en ese contexto. 62

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Ahora, con el crecimiento de la población, el aumento de la desigualdad social e internacional, la crisis del cambio climático, los desequilibrios medioambientales, la crisis del capitalismo metropolitano y la emergencia de nuevos protagonistas en la escena internacional, la disputa por el control de recursos naturales, alimentos, energía, agua y tierra se convierte en un punto de referencia primordial, creando tensiones y potenciales manifestaciones de violencia y guerra. La crisis climática trae aparejada la inseguridad y los riesgos como inundaciones, catástrofes naturales, tornados, huracanes, terremotos, maremotos, deslizamientos y una serie de fenómenos que atentan directamente contra la vida humana y que se presentan como "castigo de la naturaleza" siendo producto de la propia acción del hombre. Similar efecto producen el uso militar de la tecnología, como el ataque norteamericano con la bomba atómica en Japón, o los accidentes nucleares en Chernóbyl y Fukushima, provocando catástrofes humanas y naturales de gran envergadura. Desde los tiempos de la colonización y conquista, la segregación racial, la eliminación de los indios hasta el apartheid, las formas de violencia simbólica se han ido afianzando y naturalizando en unos casos, y en otros casos se presenta de manera brutal como el caso de los navegantes migrantes que salen de las costas del norte de Africa y recalan en islas y territorios europeos como el caso de Lampedusa (Italia) y Ceuta y Melilla (España), o la intervención militar de la OTAN sobre Libia o las torturas en la base militar de Guantánamo (Estados Unidos), o la invasión inglesa a las Islas Malvinas argentinas o el enfrentamiento entre nigerianos y gitanos, ambos grupos migrantes, en Palma de Mallorca, España en 2009 y 2011 o la aplicación de leyes antiinmigratorias en Estados Unidos con su secuela de asesinatos en la frontera con México o en la Unión Europea con la expulsión de extranjeros. La universalidad del miedo, la inseguridad y la violencia, así como de las políticas de seguridad se ha convertido en un aspecto fundamental para la comprensión de las tendencias sociales en todas las sociedades de las regiones del mundo. Como hemos señalado, desde la acción organizada de grandes mafias y corporaciones delincuenciales internacionales (droga, armas, tráfico de personas, prostitución, lavado de dinero, guerra), pasando por los terrorismos de distinto cariz, por la acción de estados preparados para controlar y someter a la sociedad, hasta las amenazas en las calles de La Paz, Londres, El Cairo, Hanoi o Estambul, donde se producen hechos de violencia y ratería cotidianos. También se ubican en esta categoría de situaciones las migraciones dentro los mismos países, el miedo a los extraños, a los diferentes, que emergen en las ciudades y en la vida pública ante la necesidad 63

La Problemàtica de la Inseguridad

de sobrevivir (GORZA 2011) Se encuentran en lucha por su existencia misma, por el consumo y ante esto las distancias y desigualdades sociales y culturales se amplían, se construyen muros de hormigón o mallas metálicas entre países, entre regiones, entre ciudades y entre barrios e incluso entre familias. III.- Amenazas y miedos en la sociedad actual Los riesgos de distinto tipo que acechan a las colectividades sociales y el miedo que caracteriza hoy a los seres humanos están ligados a la negación de la vida y la sobrevivencia físico-biológica, a la fractura o imposibilidad del bienestar, a las amenazas ciertas o supuestas sobre las personas, a los peligros que acechan cotidianamente, a la violencia real o potencial que se siente en todos los ámbitos de actividad y a la inseguridad que se establece en relaciones sociales complejas, intrincadas y diversas. El miedo como temor a sufrir, a sentir dolor, a ser vulnerable. La vida y la muerte están en la dialéctica de los seres que tienen existencia orgánica y que los condiciona inexorablemente para existir como sistemas biológico, psicológico y social a través de sus relaciones con el medio físico natural y con los demás seres vivos. La necesidad de vivir y proyectarse ha generado todos los procesos en base a los cuales los seres humanos y las sociedades han producido su existencia y su historia, han construido sus relaciones y su mundo social y también han condicionado su vitalidad frente a las reacciones del entorno, allí emergen las amenazas, los peligros y los atentados contra su vida y existencia y también las reacciones y maneras de enfrentarlos, las que tienen una base biológica, la lucha por la sobrevivencia, y una base social constituida colectivamente en largos procesos de tiempo y en contextos diversos y complejos. Además, inmediatamente, es decir simultáneamente, las fuerzas amenazantes han sido los propios congéneres, los que por el control, el uso y la administración de los recursos y medios de vida, necesarios primero y después generales, han pugnado, han luchado y se han enfrentado, construyendo social e históricamente un complejo de amenazas, peligros y temores naturales, sobrenaturales, culturales y humanos que acompañan la historia de la humanidad y de todas las sociedades. El miedo innato, el miedo que surge ante el desequilibrio o peligro biológico o psicológico ha desarrollado genéticamente en el organismo las reacciones que permitan evitar, enfrentar o controlar las amenazas y los riesgos mediante procesos fisiológicos de alerta y reacción vital como defensa propia del organismo, el mismo que va a evolucionar conjuntamente a la formación de miedos socialmente construidos, de 64

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sentimientos y emociones compartidos, de miedos establecidos de manera conjunta entre los seres humanos en su propio desenvolvimiento y proyección. La historia de la humanidad es también la historia de sus miedos y temores ante diversas amenazas y riesgos, ante los cuales se han constituido grandes respuestas, desde aquellas vinculadas a los dioses sobrenaturales protectores, a la fuerza y voluntad del propio ser humano, a su capacidad de pensamiento y creación y a los recursos, instrumentos, técnicas, conocimientos, ciencias y tecnologías para protegerse y desarrollarse. Sin embargo sus propias creaciones se han convertido, en muchos casos, en nuevos peligros y amenazas, entre ellos las heterogéneas relaciones sociales, la división de actividades, la autoridad, el poder, el dominio, la desigualdad, la distribución inequitativa de recursos, el prestigio, los privilegios y el control sobre los demás controlando los medios de vida. Las amenazas se presentan como visibles y perceptibles directamente ante situaciones de riesgo a la integridad individual o grupal, se presentan como violencia, peligro, delincuencia o agresión directos, entretanto las amenazas invisibles están latentes en el medio en tanto construcciones sociales de potencial peligro sobre los seres humanos. En ambos casos la conjunción de la evidencia objetiva y subjetiva del peligro con la administración del miedo desde las instancias de poder va construyendo un sistema de control, vigilancia, orientación y regulación de la inseguridad, el peligro, la amenaza y el riesgo desde las mismas estructuras de dominación institucional hasta el campo de los aspectos más rutinarios, microsociales y cotidianos de la vida humana. De esta manera, la constitución, administración y manipulación de los miedos sociales e individuales se convierten en recursos de la política, del estado, de las instituciones, para vigilar, controlar y castigar a la sociedad o a aquellos segmentos de la misma que se considera son un peligro para determinado orden establecido, forjando así un esquema cada vez mas sofisticado de dominación, domesticación y subordinación de la colectividad al poder. Las dimensiones de la inseguridad, el peligro y la violencia se las puede ubicar de acuerdo a la extensión social, temporal y espacial en la que se presenta y sobre la cual influye en distintas intensidades en relación a los alcances que presenta. Asimismo, es posible que los tipos de inseguridad y miedo respondan a una combinación de aspectos que intervienen, desde los generados por los poderes institucionales establecidos o por los poderes criminales ilegales, hasta los vinculados a la delincuencia común, a la mafia, a la acción policial o a la agresión doméstica y personal. 65

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Las guerras mundiales, las amenazas de confrontación generalizada, las agresiones colonialistas e imperialistas, las guerras de liberación nacional, el terrorismo de estado, las guerras de agresión, el terrorismo criminal, las mafias internacionales, el trafico de drogas y de armas, las crisis económicas y financieras, las amenazas nucleares o las crisis originadas por el cambio climático tienen la mayor dimensión y alcance poniendo en riesgo grandes espacios territoriales y a millones de habitantes del planeta que advierten un peligro general, una amenaza integral que provoca inseguridad y miedo múltiple y generalizado. Los que generan y administran estas tensiones son los que detentan el poder en sus distintas formas a nivel internacional regional o nacional: las superpotencias nacionales y regionales, las corporaciones criminales, la industria militar, las mafias internacionales, las transnacionales petroleras, las organizaciones empresariales de mercenarios y las grandes cadenas mundiales de medios de comunicación social. En un escalón inferior se encuentran los procesos de amenaza y temor en las regiones y países afectando espacios nacionales donde habitan millones de personas que sufren la influencia e impacto de organizaciones del crimen, mafias delincuenciales, actividades ilegales, así como de estados y gobiernos, grupos con intereses económicos o políticos, organizaciones policiales y militares, paramilitares, policías privadas, terroristas, grupos armados y mercenarios. Algunas veces tienen vínculos regionales y responden a estrategias de control internacional mediante redes de crimen y delincuencia que generan grandes recursos económicos y vínculos con el poder político. La corrupción y las actividades ilegales son algunos de los aspectos que caracterizan este nivel, especialmente en zonas de frontera. Los impactos más directos y cotidianos de la inseguridad, el peligro, la delincuencia y los riesgos diversos para los ciudadanos se presentan a nivel local, barrial, distrital, municipal e inclusive familiar, lugares donde la repercusión es más fuerte e intensa tanto por la cercanía a las actividades cotidianas, como por la trascendencia de hechos que afectan inmediatamente, más aún tomando en cuenta las repercusiones en los medios de comunicación que se han especializado en coberturas amplias y, a veces morbosas y amarillistas en torno a temas delincuenciales. Los testimonios, las versiones cercanas y los propios testimonios de acontecimientos de violencia o delitos marcan y posicionan al miedo. Aquí la acción de pandillas organizadas, de bandas delincuenciales, de prácticas policiales irrestrictas; se combina con tribus urbanas de distintas características, de rebeliones sociales, marchas de protesta, demandas de distinto tipo, tensiones y violencias cotidianas que son experimentadas, a veces, cara a cara. 66

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Por otra parte, las peleas, riñas callejeras, violencia familiar, abuso de menores, choques interpersonales y otros en los ámbitos domésticos más cercanos, junto a los antes señalados, marcan los temores y miedos socialmente condicionados e internalizados por cada uno de los habitantes del espacio compartido. En este marco, todas las personas están afectadas y son víctimas, sin embargo son "los condenados de la tierra", los colonizados y enajenados, y "los condenados de la ciudad", los marginados y pobres, los identificados por los sistemas penales, judiciales y policiales como el peligro que debe ser controlado y destruido en el marco de la seguridad del estado y el orden establecido, debido a su condición de excluidos de la sociedad y potenciales gestores de inseguridad. IV.- Peligros y miedos en la lógica del poder La radicalización y urgencia de los problemas vinculados a la inseguridad ciudadana y social se han agudizado en los últimos treinta años, de manera coincidente con la aplicación de modelos económicos, políticos y sociales de libre mercado, de neoliberalismo, de prescindencia del estado y de crisis que, desde una perspectiva ortodoxa, obedece a la visión del "hombre enemigo del hombre", a la de un darwinismo social e internacional que fragmenta y exacerba las emociones, los sentimientos y las contradicciones entre los seres humanos, los grupos sociales, las familias, las culturas, las clases sociales, las naciones y los países. La pérdida o debilitamiento de los valores de solidaridad y convivencia, de confianza mutua y de búsqueda de bienestar y tolerancia se han convertido en múltiples desconfianzas y temores tanto por los rasgos característicos del capitalismo y la modernidad, como por la aceleración de los procesos de enajenación e instrumentalización de los seres humanos. No es casual que las tesis de Malthus a principios del siglo XIX hayan sido retomadas dos siglos después por el anterior Primer Ministro inglés, Tony Blair, cuando plantea que en el planeta existe "población excedente", lo que lleva a recordar "el gran miedo" de los años 1788-1789, como preludio de la Revolución Francesa, ante la multitud movilizada y desbordada por conseguir alimento. Al respecto Naomi Klein denuncia que para el capitalismo salvaje y neoliberal la gente es descartable, es "basura humana" que se presenta como marginada, pobre y excluida. (KLEIN 2007). Otro Primer Ministro inglés, David Cameron, luego de las manifestaciones juveniles del 2011 afirmaba "existe un colapso moral, hijos sin padres, escuelas sin disciplina, recompensa sin esfuerzo, crimen sin castigo, derechos sin responsabilidades, comunidades fuera de control" (15.8.11), entretanto el Wall Street Journal, en julio de 2011 informaba que "el 67

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94% de los millonarios temen en primer lugar a la violencia en las calles" Varios sociólogos han estudiado el tema de la inseguridad, la violencia y el miedo, entre ellos Rene Zavaleta Mercado, Ulrich Beck, Nestor Garcia Canclini, Zigmund Bauman, Loic Wacquant y otros. Zavaleta Mercado, en sus clases magistrales en la FLACSO México de 1984 y en su trabajo sobre "Las formaciones aparentes en Marx" señalaba que la ideología del miedo se convertía en un recurso poderoso del capitalismo para disciplinar a la sociedad y a los trabajadores y que la violencia inicial, como represión directa, iba menguando y retrocediendo en la medida que la memoria de esa violencia se instalaba en los cerebros y se convertía en miedo incorporado como ideología, como sentido común. Se puede concluir que la ideología del miedo como riesgo y peligro, como potencial violencia, afecta y condiciona directamente los comportamientos y conductas humanas a partir de las múltiples vías con las que el poder, institucional o no, influye sobre los cuerpos y los grupos. Siguiendo el análisis de Michael Foucault, agregaba que las formas mínimas de la vida social están atravesadas por esos poderes, esos peligros y esos miedos que penetran en la vida cotidiana de manera imperceptible, convirtiéndose en constitutivas de su existencia y reproduciéndolas de manera constante. Bauman marca los rasgos de los tiempos actuales en términos de una modernidad que ha perdido la fortaleza institucional e ideológica, provocando así la emergencia de una modernidad difusa en la que el miedo ocupa un lugar central en la vida social como "el más siniestro demonio de nuestros tiempos" (BAUMAN 2010. 42). "En la actualidad, los miedos se han instalado dentro y satura nuestros hábitos diarios" (BAUMAN 2010. 19), dice y añade que la modernidad nos ha llevado del miedo a la naturaleza al miedo al hombre, al semejante en la medida en que la sociedad ya no está protegida por el estado. En otra parte cita a Benjamín Barber "ningún niño de Estados Unidos puede sentirse seguro en su cama si los niños de Karachi o de Bagdad no se sienten seguros en las suyas" y nos permite recordar a Franz Fanon, quien en "Los condenados de la tierra" relata la conversación con niños argelinos que matan a su amigo francés, también un niño, sin sentir ningún sentido de culpa, en un contexto de persecución, tortura y genocidio de los franceses al pueblo argelino. (FANON 1961) De allí que Bauman incorpora la tesis de la "gestión de los miedos", la que considera que al reducir la política en la sociedad, avanza la 68

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creación y gestión del miedo para legitimar el poder político en términos de inseguridad del presente e incertidumbre sobre el futuro (BAUMAN 2010: 42), de donde nace la sensación de impotencia latente frente a los peligros y riesgos. El bucle acción-miedo-acción se convierte en la dialéctica que gobierna prácticamente todos los intersticios de las sociedades en el presente. A tiempo de describir los miedos a la maldad humana y el miedo a la inadecuación (BAUMAN 2010: 84) destaca que en Estados Unidos la gestión del miedo ha sido administrada desde el poder político primero y ahora privatizada y recuerda que "los miedos específicamente modernos surgieron durante la primera oleada de liberalización más individualización, cuando se aflojaron y se rompieron los lazos de parentesco y de vecindad que se habían unido a nudos comunitarios y corporativos" (BAUMAN 2010: 97). A partir de esta referencia describe y analiza los nuevos miedos y las nuevas prácticas y respuestas al respecto. De igual manera, Ulrich Beck (2006) en "La sociedad del riesgo", amplia el aspecto de los riesgos y temores que se posicionan en el centro de la vida actual, tanto en lo referido a la gestión de los conflictos, guerras y enfrentamientos nacionales e internacionales, como a los referidos a las crisis económicas, climáticas y de transformaciones tecnológicas que directamente afectan la salud, la estabilidad y la vida humanas, cuando priorizan la ganancia y el lucro. Si bien establece que el riesgo es propio de la competencia liberal, la individualización extrema de la sociedad moderna acentúa la competencia y lucha, provocando elevados niveles de incertidumbre y, por tanto, miedos acentuados. La utopía de un mundo sin incertidumbre y sin temores y riesgos se anuncia más imposible que nunca por las tendencias que se observan en todas las latitudes, pues el miedo a lo desconocido, a la falta de certezas, genera una elevada duda existencial, la que, al mismo tiempo, provoca mayores miedos. De ahí que, dice Bauman, "la tendencia de los hombres a buscar una comunidad de semejantes se convierte en una póliza de seguros contra los peligros" (BAUMAN 2010: 130) Al describir las ciudades actuales, va a destacar que las murallas fueron construidas "hacia fuera" para evitar las agresiones externas, para asegurar la defensa interior, sin embargo ahora las murallas se construyen internamente, "hacia adentro", para evitar el peligro, la violencia y la inseguridad internas, produciendo la fragmentación social y espacial en el espacio municipal, considerado el lugar común de la vida local. Se construyen fortalezas interiores, barrios de arriba 69

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y barrios de abajo, se aíslan unos grupos de otros y se forman microsociedades cerradas y, a veces, inexpugnables; en la misma perspectiva se identifica el espacio urbano como el de "la lucha por la supervivencia, con barrios y zonas separados, con guetos claramente identificados y diferenciados social, económica y culturalmente". Garcia Canclini (1990), quien, junto a Jesús Martín Barbero, ha trabajado el tema de la cultura de masas, las industrias culturales y su influencia y las culturas urbanas desde la perspectiva latinoamericana, introdujeron el concepto de "tribus urbanas" para referirse a la formación de agregados sociales y culturales, particularmente jóvenes, en la emergencia de ciudades desordenadas y heterogéneas en los países de América Latina. En este contexto adquiere un lugar de importancia la organización de las pandillas que construyen "su propio mundo e identidad" frente a un espacio que se les presenta adverso, desarrollando su propio modo de vida, de relaciones sociales, modas, música, lenguaje, valores y pautas para relacionarse con los demás. Esto provoca conflictos con las instituciones establecidas y, en muchos casos, las pandillas son consideradas como factor de riesgo y peligro por su comportamiento y accionar. A su vez Martín Barbero, en su ponencia en el Congreso de Comunicación Social señala que "la incertidumbre es el fantasma de la modernidad", argumentando que las angustias de millones de obreros sin trabajo y la inseguridad de perderlo o el desarraigo de millones de emigrantes desplazados por guerras y crisis se convierte en el punto de partida de los temores del presente. Señala que la modernidad tenía la misión de salir del caos y establecer la seguridad, sin embargo "se instaló la ideología del miedo, entendida como aquella que prohíbe todo intento de comprender las razones, los sentimientos y las demandas del otro" (BARBERO 2006: 6), ese otro que ha sufrido el "encubrimiento" como inexistente, sin historia, sin cultura, sin trascendencia, como escribe Enrique Dussel (1994). Martin Barbero presenta el dato de que, según encuestas de los medios de comunicación, lo que mas aterroriza a los suizos es la presencia de emigrantes.

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V.- Sociedades penalizadas Loic Wacquant coincide con Bauman al considerar que la retirada del estado de las obligaciones con la sociedad, aquel llamado "estado de bienestar", ha acelerado los procesos de violencia, peligro, inestabilidad, incertidumbre, temor y miedo en las distintas colectividades agravando las condiciones de vida de los abandonados, de los pobres y marginados. El neoliberalismo precisamente tiene como principio básico sacar al estado de toda responsabilidad en la vida económica y social, dejando que las fuerzas del mercado actúen libremente. Entre sus efectos más perniciosos están el haber generado elevados índices de desempleo, baja oportunidad de realización para las nuevas generaciones, grandes bolsones de pobreza urbana y rural, migraciones masivas, desestructuración de las comunidades locales y establecimiento de territorios delimitados de las ciudades para asentamientos de sectores excluidos. Estos aspectos han sido identificados por Wacquant como las cuatro lógicas estructurantes: 1.- tendencia macrosocial hacia la desigualdad social, 2.- fragmentación de la fuerza de trabajo asalariada, 3.- achicamiento del estado de bienestar y 4.- concentración y estigmatización espacial de la pobreza. Los estudios sobre la marginalidad urbana, la pobreza, la delincuencia, el peligro y la violencia han permitido a Wacquant establecer importantes aportes al respecto. Por una parte el conocer a profundidad las características sociales y culturales de las poblaciones marginadas y víctimas de los procesos de pauperización, empobrecimiento, separación y condena social y, por otra parte, las manifestaciones de la gestión y administración de gobiernos nacionales locales respecto a esta situación. Con el término gueto, tomado del aislamiento de judíos en varios lugares de Europa y de negros e indios en Estados Unidos, construye un concepto que permite conocer las formas de organización social, en términos de relaciones sociales, para analizar los territorios y espacios de marginados y empobrecidos como "instrumentos de control y encierro de dos caras" que caracterizan a las ciudades tanto de los centros metropolitanos, como de los países del tercer mundo. No es un área natural, es producto e instrumento de poder de determinados grupos sociales privilegiados que establecen fortificaciones (separación, seguridad, homogeneidad social y servicios propios) frente al "caos, suciedad y peligro de la ciudad". (WACQUANT 2004: 74-76). Los temores emergen frente a la potencial agresión personal, al robo, accidente, catástrofe, soledad, anonimato, pérdida de intimidad, multiplicación de controles, concentraciones humanas o ciudades y calles vacías, orientan a identificar la violencia urbana 71

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y ante la violencia y criminalidad, como efecto de las políticas neoliberales, se apela a un discurso de la inseguridad y el miedo y, a partir de eso, a la recurrencia de mas policía, mas justicia penal, mas prisión, mas mano dura y tolerancia cero a los extraviados del sistema, instalando un "estado penal" ante la crisis del "estado de bienestar". Los cuatro elementos del gueto son: 1.- el estigma de quienes forman parte del mismo, 2.- la restricción en sentido de identificar un territorio de movimiento limitado, 3,- el confinamiento espacial que obliga a la reproducción de las condiciones sociales en su interior y 4.- el encasillamiento institucional que permite una gestión determinada de las autoridades. En este contexto se genera una forma de violencia colectiva que articula la formación de un espacio urbano determinado con la pobreza urbana y la segregación social y cultural produciendo, dice Wacquant, una "identidad arruinada", similar a una reservación, un campo de refugiados o una prisión, que se caracteriza por la pobreza y la exclusión social. Las dos caras del gueto serían arma y escudo, que dan autonomía y protección a los grupos subordinados. (WACQUANT 2004: 79) Bajo esta mirada, parecidas condiciones son las que presentan las clases bajas (underclass) en las zonas marginadas en ciudades distintas, sean los guetos en Estados Unidos, las favelas en el Brasil, las banlieus en Francia, las villas miseria en Argentina, las poblaciones y callampas en Chile, las villas en Perú o las zonas periféricas en Bolivia. Similar situación se puede encontrar en los llamados barrio gitano, barrio latino, barrio chino, barrio turco, barrio negro, barrio indio o barrio judío en distintas ciudades del mundo. La penalización de la miseria va de la mano, dice Wacquant, de la importación y globalización de políticas de seguridad. El caso emblemático es el de la gestión de la violencia y la seguridad en la ciudad de Nueva York con William Bratton, primero responsable del Metro y después Jefe de Policía Municipal en Nueva York y Los Angeles, 2000-2004, quien impulsó la "tolerancia cero", la "limpieza de clase" y la "identificación del enemigo como parásito" impulsando la persecución a la delincuencia juvenil, a los mendigos, a los niños de la calle, a los vendedores ambulantes y a los invasores extranjeros bajo la consigna de "guerra al crimen" para reducir la violencia y administrar el miedo. Bratton ha formado empresas, como The Bratton Group y Firth Seguritý, que con su presencia ha impulsado políticas policiales y penales en América Latina, caso de ciudades de Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Brasil y Argentina.

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En esta mirada se presenta la psicosis por la compra y el tráfico de armas, caso del "Club del Rifle" en EEUU y las matanzas en escuelas o edificios públicos y otras acciones vinculadas a desequilibrios de conducta. O el caso uruguayo, donde la derecha demanda más represión contra la inseguridad frente a "la nueva pobreza que está cada vez más concentrada en áreas estigmatizadas y territorialmente separadas. La construcción simbólica de estos sectores marginalizados de la población que hacen los partidos políticos y los medios de comunicación los acerca mucho más a una definición de delincuentes que a una caracterización de explotados, oprimidos y desocupados" (RODRÍGUEZ 2011:23). Con el crecimiento demográfico geométrico de las grandes metrópolis, con migraciones elevadas y diversas, la estigmatización de los marginados y pobres como portadores del peligro y la delincuencia, el cambio en las formas y condiciones de vida en las ciudades en base a la diferenciación espacial más radical y la fragmentación social y cultural han conseguido construir socialmente un enemigo: el productor de violencia, inseguridad, peligro, temores y miedos que, para mantener un orden y un poder establecidos, permite producir una administración y gestión del miedo bajo la fórmula penalizadora, criminalizadora, persecutoria, policial de las poblaciones empobrecidas, excluidas y discriminadas articulada a las políticas neoliberales y conservadoras. En el caso europeo y norteamericano, las distintas tendencias políticas de izquierda y de derecha, en el gobierno o en la oposición, han asumido esa agenda y el discurso de la inseguridad bajo los moldes señalados; similar situación se observa en países del tercer mundo, incluida América Latina, donde el imperialismo ha identificado al terrorismo, a la movilización popular, a los procesos nacionalistas o populistas con los mismos signos. Esto permite volver a la memoria los alcances y rasgos de los procesos coloniales en América Latina, Asia y Africa (VARGAS LLOSA 2010) que estigmatizaron la cultura y sociedad de "salvajismo y barbarie" de los pueblos oprimidos y dominados por el poder imperial, procesos fundados en la violencia y vejación humanas que fueron respondidas también con violencia en los procesos de liberación nacional, como testimonia Fanon en el caso argelino. Esta fragmentación social y territorial fundada en el miedo a los otros, a los diferentes, ha generado una ideología de culpabilidad sobre los desempleados, los jóvenes, los migrantes y los "indignados", sobre movimientos sociales y acciones colectivas de protesta y demanda social, actualizándose la idea de la lucha, enfrentamiento y destrucción del hombre contra el hombre y del darwinismo social que valora el triunfo de los fuertes sobre los débiles. 73

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VI.- Gestión política del miedo La determinación y actualidad de las agendas de seguridad en los ámbitos internacional, nacional o local tienen que ver con el incremento de la violencia, el peligro, la delincuencia y las percepciones ciudadanas de una situación de crisis evidente ante la ausencia del estado como protector. También, sin duda, con la administración del miedo y la inseguridad humana que manejan los gobiernos, los poderes establecidos y, especialmente, los medios de comunicación, como parte de una concepción que establece responsables de una situación de incertidumbre permanente. Las ciudades se han convertido en los espacios urbanos "peligrosos" en los cuales se refleja con mayor impacto la inseguridad por su crecimiento y porque concentran grandes y heterogéneas poblaciones. El aumento del desempleo, la migración, la pobreza, la marginalidad y la exclusión social, precisamente en las urbes y metrópolis, ha llevado a identificar los bolsones de peligro y las acciones impulsadas por los responsables políticos nacionales o locales, con enormes acciones policiales, judiciales y penales, criminalizando y administrando los miedos de la población en la perspectiva de asumir mayor poder y control sobre las personas. La televisión y los medios de comunicación se han convertido en la influencia número uno sobre la opinión de la población y han posicionado la centralidad del tema de la violencia y la inseguridad, frente a los cuales corresponde acciones punitivas desde las fuerzas policiales y militares, desviando el tema de las responsabilidades estatales con la situación de empobrecimiento y marginalidad existentes. A su vez, las políticas públicas orientan sus decisiones hacia la solución represiva y castigadora potenciando presupuestos militares y coercitivos, buscando tranquilizar a los afectados y priorizando soluciones de fuerza y gestionando los miedos sociales. En todas partes del mundo, países centrales o periféricos, en todos los niveles de gobierno, internacional, nacional, regional o local, los dirigentes y responsables políticos y los candidatos a cualquier nivel de responsabilidad pública consideran el tema de la inseguridadseguridad como el principal en sus campañas y discursos y se empeñan en abordar el problema en términos penales y policiales y no sociales, económicos, políticos y culturales. Con solo escuchar y leer las propuestas y programas políticos se comprueba esta afirmación. Ahí emerge el problema de la gestión del miedo, que se establece como una construcción política y social en lo internacional, nacional, institucional o estatal del poder establecido frente a sus enemigos, sobre la base de consideraciones políticas e ideológicas, 74

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consideraciones de los intereses que se encuentran en juego y consideraciones sobre proyectos de sociedad. Las crisis económicas y medioambientales, el incremento de la población, el presunto agotamiento de recursos vitales hacen presumir riesgos y catástrofes cercanas, generando un alto nivel de incertidumbre y temor que impulsa a comportamientos sociales de alta desconfianza y temor, sin perspectivas de futuro. Tan diferente estado de ánimo al momento emergente de la modernidad y el capitalismo en los que el positivismo del siglo XIX se mostró como la salvación de la humanidad, en el que los proyectos utópicos se manifestaban con energía y convicción. Cuando se producen y utilizan aviones de ataque mortal sin pilotos que los dirijan, cuando se pretende controlar la vida humana con microchips, cuando se producen armas que destruyen a las personas pero no los bienes materiales, cuando se amenaza con guerras atómicas, cuando se presentan hambrunas que matan a millones de personas, cuando se descontrolan plantas nucleares, sólo la esperanza de transformaciones radicales en el orden político nacional e internacional y en la mentalidad humana abre posibilidades de reconocer la vida digna como el sentido mayor de la humanidad. El reconocimiento de uno en el otro, en el otro diferente, junto al respeto, el diálogo, la tolerancia, la convivencia mutua a través de procesos de interculturalidad que permitan construir un mestizaje universal, una raza cósmica que genere la confianza, la acción comunicativa positiva, la convivencia y la certidumbre entre familias, grupos, regiones, naciones, países y continentes son aspectos alternativos al orden de inseguridad y miedo existentes. La recuperación del tejido social de las redes comunitarias se convierte en una posibilidad cierta para avanzar (GORZA 2011), desde abajo, en el desplazamiento de la gestión que hace el poder con el miedo para convertirse en una gestión social-comunitaria del mismo, buscando nuevos mecanismo de relación social, esto significa recuperar los espacios de contacto y vínculo en base a la confianza mutua en mercados, parques, plazas, fiestas, desfiles, rituales y otras actividades de la vida cotidiana en cada contexto, construyendo y reconstruyendo los valores culturales de la sociedad. Junto a esto corresponde avanzar en la perspectiva de abrir todos los canales dialógicos de la acción comunicativa, de la des-fetichización y des-instrumentalización de las relaciones humanas (desaprender para aprender) impulsando nuevos valores de respeto, certidumbre y reconocimiento de la diversidad cultural. 75

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"El club, la esquina, la canchita, la plaza, la asamblea del barrio, el centro cultural de allá a la vuelta, el taller, la escuelita, la murga. El espacio territorial, lugar donde se construyen relaciones de poder, de organización, de solidaridad, de educación espaciosa, sin muros rígidos, sin fronteras claras. Territorios que enseñan, barrios que aprenden, ciudades que se organizan, esquinas que juegan, calles que cantan, plazas que hacen barriletes, vecinos que participan, niños y jóvenes que deciden ( ) El barrio, la calle, la ciudad; en fin, los territorios muchas veces se convierten deliberadamente en espacios políticos, pedagógicos y culturales"; ésta pertinente cita ha sido tomada por Diana Hernandez y Mariano Pacheco cuando hablan de "nueva educación para nuevos sujetos", de la Revista El Machete N. 2 de Buenos Aires (en ZIBECHI 2009: 100). La democracia radical, aquella que hace de la deliberación permanente entre todos y de la consulta y decisión en común los principios que permitan construir una vida de armonía entre seres humanos y de estos con el entorno natural y universal, forma parte de una plataforma. Sin embargo, se cierran estas posibilidades si no se desarrolla paralelamente un proceso de transformaciones profundas de las relaciones internacionales y nacionales respecto a las asimetrías económicas, a las desigualdades sociales, a las discriminaciones culturales, si no se pone fin a los colonialismos y sistemas de dominación internos y externos y a las intolerancias, si no se comparte el destino de la humanidad que se encuentra en uno de los momentos de mayor riesgo en su historia. Significa, por tanto, impulsar certidumbres y horizontes de certeza sobre el futuro (GORZA 2011) lo cual significa la formulación de políticas y acciones públicas responsables, recuperando y fortaleciendo el rol central del estado nacional en la determinación y definición de las perspectivas en función de las necesidades y demandas sociales, dejando atrás la conservadora visión de la privatización y debilitamiento del Estado que estableció el neoliberalismo para imponer un orden salvaje y destructor.

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POLÍTICAS DE MARGINALIZACIÓN Y NUEVAS FORMAS DE CIUDADANÍA EN LAS FAVELAS DE RÍO DE JANEIRO Roberto Malighetti Universidad de Milán Bicocca

Introducción En los contextos contemporáneos los grupos tradicionalmente identificados por las categorías de la marginalidad proponen importantes contribuciones a los esfuerzos intelectuales y políticos. Presionados por la necesidad de encontrar alternativas a la violencia neoliberal tratan de emanciparse del imaginario de la globalización y de la episteme de la modernización. Contradicen a los poderes dominantes y las tentativas de promover una ideología feliz y apaciguada de la globalización como algo inevitable y ya cumplido, que resuelve los conflictos y las estratificaciones. Muestran, por otro lado, la complejidad en las prácticas y en los micro procesos de la vida del día a día, sustraídas a una sola lógica y articuladas en arenas en continua efervescencia en que diferentes visiones del mundo, intereses y poderes se conectan, chocan y coluden (APPADURAI A. 2001 [1996]; AMSELLE J.L. 2001 [2001]). Diversas experiencias subalternas encuentran espacio en las ciudades para adquirir una presencia que atraviesa los límites de la política formal, desquician a las identidades impuestas, experimentan formas de ciudadanía alternativas a los planes de integración parcial, funcionales a las condiciones de funcionamiento del sistema. Como realidades que incluyen a los sectores activos del desarrollo económico global y así las mayores contradicciones también, las ciudades son lugares estratégicos en que nuevos actores sociales adoptan prácticas que superan la exclusión y adquieren una presencia que modifica y amplia los límites de la política formal (HOLSTON J., APPADURAI A. 1996). 79

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De estas perspectivas es posible interpretar no solamente la actualidad procedente de diferentes centros urbanos, del Oriente Medio y Asia hasta las experimentaciones plurinacionales de los diferentes países de Latino América. Se pueden asimismo comprender las propuestas elaboradas en los laboratorios de las favelas de Rio de Janeiro. La centralidad de un millón y medio de habitantes que viven en 750 favelas aproximadamente (PERLMAN J. 2005) se puede pensar desde diferentes puntos de vista, culturales, geográficos, políticos y sociales. Sustrae a las favelas de la supuesta compulsory closeness (VELOSO L. 2010) dentro de la que los poderes hegemónicos quieren contener las contradicciones y los conflictos. Desmiente las ineficaces tentativas de imponer un ordenamiento segregador y formas de ciudadanía limitada, fragmentada y jerarquizada, centradas en la combinación de la violencia espectacular con la estructural (FARMER P. 2003) y sobre el gobierno de las dramáticas desigualdades de la sociedad brasileña. Laboratorios de nuevas subjetividades políticas, promueven perfiles de ciudadanía que sobrepasan los autoritarismos neoliberales y articulan la abstracta esfera de los derechos con su fundación socio-económica así como el rechazo de la simple fruición de ordenamientos y principios ya definidos a través de la participación activa a su redefinición. En este sentido conyugan la superación de los mecanismos de producción de la exclusión y desigualdad con la reelaboración del sistema económico, político y social y con su alargamiento en términos paradigmáticos para todo el planeta. Territorio de excepción Las favelas son objeto de estereotipos que funcionan como dispositivos de confinamiento, deshistorizando y despolitizando la dramática realidad de Rio de Janeiro (PERLMAN 2005)1. La articulación entre restricciones materiales esenciales, la implementación de políticas públicas especiales, la criminalización 1

He vivido e investigado en la favela de Manguinhos entre enero y marzo del 2003 para evaluar, encargado por una ONG italiana, el impacto de algunos proyectos de cooperación internacional realizados por la contraparte local, el CCAP (Centro de Cooperação e Atividades Populares), una organización compuesta por favelados que desarrolla la mayor parte de su actividad en el conjunto de las 13 comunidades que componen la favela de Manguinhos (MALIGHETTI R. 2004; MALIGHETTI R. - LAZZARINO R. 2011). Según los datos IDH (Índice de Desarrollo Humano) de 2001, Manguinhos, con 55.000 habitantes, registraba el 155° lugar entre los 161 barrios de la ciudad. Entre los datos elaborados por la Secreteria Municipal da Saude en la época de la investigación los siguientes son bastante significativos: la tasa de desempleo superaba el 30% entre los jóvenes de 18 a 24 años; el mercado informal ocupaba alrededor del 45% de la población; el rédito pro cápita mensual se fija alrededor de R$148,00 (aproximadamente 40 Euros). Aproximadamente el 30% de las habitaciones eran consideradas irregulares, provisorias y en situación de riesgo: cerca del 20% no tenía energía eléctrica; casi el 20% no poseía una red de alcantarillado y agua potable. Según los datos de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz, 80% de las muertes de jóvenes entre los 15 y los 18 años se debían a armas de fuego. El promedio de los años de escolarización era aproximadamente de 4 años. El analfabetismo llegaba casi a un tercio de la población adulta. (Relatório de Desenvolvimento Humano do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, IBGE, 2001).

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del territorio, la demonización de la pobreza y la violencia ejercitada por los poderes armados, constituyen mecanismos de apartheid de las favelas como territorios de excepción (BRASIL BUENO L. 2010)2. Siendo modalidad de ejercicio del dominio, esta iconicidad es alimentada por imágenes de violencia que estigmatizan, territorializan y homogenizan. Atribuye a las favelas la epicentralidad de todas las formas de delincuencia de la ciudad que se quisiera circunscribir y contener. Las retóricas y las prácticas de violencia construyen a las favelas según fórmulas funcionales, de forma apologética, para entregar las contradicciones estructurales a los mecanismos del control centralizado del Estado, reproduciendo el funcionamiento de los dispositivos del racismo ilustrados por Foucault (FOUCAULT M. 1978 [1976]). Sostenido por el combinado constituido por los poderes del Estado y del narcotráfico, el uso de la violencia como tecnología del poder legitima la superación de los principios del derecho por parte de las Fuerzas del Orden y funda la jurisdicción del narcotráfico. Promueve ideologías y prácticas de ciudadanía limitada, denominadas de formas diferentes como la geometria variable (LAUTIER B. 1997), regulada (SANTOS W. G. 1979), concedida (SALES T. 1994), pasiva (WERNECK VIANNA L. 1997), negativa (CARVALHO J.M. 1991), relacional (DAMATTA R. 1991), o partida (VENTURA Z. 1994). La integración asimétrica es constituida sobre dualismos simples (adentroafuera, centro-periferia, global-local, asfalto-favela, norma-deviación), caracterizando la democracia brasileña en términos disyuntivos (HOLSTON J. - CALDEIRA T. 1998) y autorizando políticas de control negociado (MACHADO DA SILVA L.A. 2002) centradas sobre la subalternidad, la jerarquización y la emergencia. El Estado, por un lado, recibe las preocupaciones de una pequeña parte de la sociedad brasileña en relación al lugar que tendría que ocupar la otra. En una sociedad marcada por fuertes desigualdades, en que el 10 % más rico gana el 50 % de la renta nacional y el 20% más pobre el 2,5% (UNDP 2003), las clases dominantes consideran a los residentes de las favelas como potenciales criminales que deben ser contenidos y reprimidos. Volcando el nexo de victimización, requieren la tutela de las intervenciones violentas de las fuerzas del orden (SCHEPER-HUGHES N. 2005 [2002]). Por otro lado el poder público configura las iniciativas en términos emergenciales, 2 "El taxista titubeó en creer que estaba yendo adentro de la favela de Manguinhos, acompañando con comentarios irónicos y fatalistas sobre mi destino, para él improbable. No quiso entrar, dejándome en el límite [ ] El ingreso estaba controlado por algo parecido a las máquinas de guerra de Deleuze y Guattari: para superar el confín impuesto era necesario mover una pesante columna de metal, y volver a ponerla inmediatamente, bajo el control de centinelas. Los espacios eran así defendidos y marcados con la imposición de obstáculos físicos construidos por los grupos criminales, desplazamiento por parte de la policía, y otras formas de apropiación de los territorios" (Malighetti R. Diario, 12/02/72003).

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transfigurando los problemas sociales en cuestiones técnicas y apolíticas y justificando la imposición de normas arbitrarias de forma totalizante, en contra de modalidades alternativas de intervención. Privilegia acciones fragmentarias y especiales, implementadas en conjunto con organizaciones no - gubernamentales y otras instituciones, en sustitución de iniciativas articuladas de forma pragmática y universalista3. Generalmente las intervenciones alimentan mecanismos garantes de orden, estabilidad y seguridad, extendiendo lo que Giorgio Agamben define zona plomo de operaciones militares, justificadas como actas humanitarias, que quitan autonomía y libertad a los actores civiles (AGAMBEN G. 2003). Mientras la ley piensa en términos de individuos y sociedad, ciudadanos y estado, el dispositivo de la emergencia permite razonar en términos de entidades abstractas que deben ser identificadas, registradas, catalogadas o curadas según las estrategias y las categorías diagnosticas de la administración. La dimensión bíopolítica evidencia las dramáticas condiciones jurídicopolíticas de las relaciones entre Estado e individuos: en nombre de la seguridad, los ciudadanos son transformados en simples cuerpos o vida desnuda (AGAMBEN G. 1995). Produce una soberanía definible, como sostiene Carl Schmitt, como el poder de suspender legalmente la validez de la ley y los fundamentos jurídicos, ejerciendo un dominio arbitrario sin alguna mediación (SCHMITT C. 1975 ]1921]; AGAMBEN G. 2003). El vuelco de la relación entre regla y emergencia acaba con el estandar y se vuelve una modalidad consuetudinaria y móvil del contrato social (BENJAMIN W. 1962 [1955]). Introduce un efecto perverso de continuidad y obicuidad de la emergencia, congruente con las estrategias de los poderes que pueden sacar provecho de la universalización de tal estado. Los narcotraficantes, por su lado, utilizan la violencia como instrumento de dominio, adquiriendo un fuerte grado de capacidad de acción en la gestión del poder que se realiza por medio del terror y expresa una

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La presencia de los poderes públicos, tanto en nivel federal, como estatal y municipal, configurada sobre todo a través de la realización de proyectos educativos, sanitarios y urbanísticos, no ha producido un mayor acceso de las población a los derechos constitucionales. Por ejemplo el programa Favela-Bairro, uno de los mayores proyectos mundiales de urbanización de las favelas, financiado por el "Inter-American Development Bank" y por las contribuciones de la "Caixa Economica National" y del gobierno municipal, no ha logrado integrar, ni siquiera físicamente, las favelas en la ciudad. Su intervencionismo selectivo y por lo tanto excluyente (ha alcanzado aproximadamente150 favelas de las más de 700 de Rio) se ha fundado sobre mecanismos opacos de selección de los beneficiarios, produciendo fuertes competiciones y una pulverización técnica e hiperlocalista de los intereses que despolitiza las reivindicaciones y obstaculiza las iniciativas solidarias de movilización (MACHADO DA SILVA L.A. 2002: 232).

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soberanía centrada sobre el bíopoder de decidir de la vida y de la muerte (DOWDNEY L. 2003)4. La violencia extrema y espectacular es utilizada para producir lo que Appadaurai (APPADAURAI A. 1998) definido como "adhesión total", que Gourevitch describió, respecto al genocidio en Ruanda, como "práctica de constitución de la comunidad" (GOUREVITCH P. 2000 [1998]) y Anderson llamó técnica para "imaginar una comunidad" (ANDERSON B. 1996 [1983]). Se sirve de la identidad para ejercer una soberanía eugenética contra las amenazas que vienen de factores exógenos y endógenos (DANIEL V. 1996; TAMBIAH S.J. 1996; APPADURAI A. 2005; REMOTTI F. 2010). El dominio totalizante del narcotráfico configura las políticas identitarias según estrategias que adquieren las figuras de contraste del cierre y de la amenaza e implican diferentes modalidades catárticas que purifiquen de lo sucio interno y de la contaminación externa, impidiendo el cambio. La construcción del alter como amenaza comporta la sospecha hacia lo que pudiera escapar del control: la policía y el Estado, los extraños y los desviantes, son considerados subversivos respecto a la relación entre totalidad y límite y se vuelven los primeros objetivos de la violencia. Permite identificar concretamente las abstractas categorías identitarias, atribuidas a un improbable idem que debe ser gobernado y, al mismo tiempo, a un alter como enemigo que debe ser pséudo-definido (ERIKSON E. 1966) y mutilado: de la humanidad, de los derechos, de la ciudadanía, de la vida o también de partes del cuerpo, exhibidas como signo concreto de la negación de su desvío 4

"He conversado con W. acerca de los narcos, chicos que han crecido con él y sus amigos. Me contó que el jefe de la favela Vila Turismo, (F. 22 años) [ ] el primer día recaudó informaciones sobre mi, advirtiendo a W. de referirme de tener cuidado con la Policía [ ] Dice que la violencia cruel es necesaria en el papel de control y de respeto de las reglas [ ] Excluye la hipótesis de que los chicos puedan tener iniciativas no decididas por el vértice. Todo está bajo control. Las actividades principales son robos y comercio de drogas. [ ] Aquí en la favela no se pueden violar las reglas, sin arriesgarse mucho (Malighetti R. Diario, 18/02/2003) [ ] Con L. hemos charlado del matadero que hay en la favela, de como los narcotraficantes descuartizan a las personas en el medio de la calle frente a todos y luego queman los cuerpos. Dicen haber visto pasar, justo ayer, una persona que empujaba una carretilla con un cuerpo adentro listo para ser cremado dentro la columna de neumáticos (técnica llamada microondas) [ ] Desaparecido el cuerpo, desaparecido el delito [ ]. Durante la noche llegó la noticia de que la Policía asesinó a 7 jóvenes en el Morro da Pedreira, en la puerta de la casa de L. quien, por eso, tuvo que pasar la noche en la sede del CCAP con su hija y su esposa [ ] L. habla de una ejecución. El ambiente en el morro (colina) es oscuro. Los narcos se estaban preparando para el ataque obligando a todo el morro a quedarse con las luces apagadas, listos para usar granadas y bombas (Malighetti R. Diario, 8/03/2003) [ ] L. cuenta de diferentes pandillas que se disputan el control del lote según lógicas mafiosas en desarrollo. No ver, no oír, no hablar es la principal regla del juego de la política del terror. La división territorial de las pandillas [ ] impide nombrar favelas rivales [ ]. L. comenta que la estrategia de la tensión prevé un control del territorio también que maneja las disputas y mantiene las reglas del juego[ ] La estructura jerárquica [ ] no ama acciones independientes fuera de su control [ ] En la base están centinelas (fulgeteros e olheiros) que constituyen el nivel de entrada en el círculo. No armados dan aviso utilizando petardos (fulguetes) de la llegada de la Policía o de pandillas enemigas. En el nivel superior están los comerciantes (aviões o vapores por su rapidez en escaparse) en las bocas da fumo, plazuelitas donde venden cocaína y marihuana. Después está la seguridad (segurança), soldados de 12-16 años armados: el gerente local (director local) es un joven que administra la distribución de la droga y sus precios; el gerente general (director general) que administra la droga, las ganancias y paga los niveles inferiores; el dono (dueño) de la favela que puede mandar en más favelas y, por último, el Chefe (jefe) del comando que controla diferentes donos y diferentes favelas" (Malighetti R. Diario, 12/02/2003).

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(FELDMAN A. 1991; MALKKI L. 1995; HAYDEN R.M. 2005 [1996]; HERZFELD M. 2003 [1997]; MBEMBE A. 2008 [2003]) 5 . El poder generativo de la violencia, plural en sus manifestaciones (KLEINMAN A. 2000), radica en la vida social y en las instituciones en términos micro-físicos. Produce relaciones sociales, economías, políticas, habitus, organiza la vida de la comunidad, se vuelve el nomos del campo político (HÉRITIER F. 2005; MBEMBE A. 2008 [2003]; BOURGOIS P. 2008). En lo que los narcos llaman territorios libres, el tráfico se substituye al Estado, reducido a poder paralelo, prácticamente ausente y de todas formas ineficaz en sus manifestaciones no violentas. Al mismo no solamente le quita el monopolio de la fuerza. Promete e impone protección, promueve la apertenencia a la comunidad, trata de ejercer, de forma clientelar y paternalista, el poder legislativo, ejecutivo, judicial, administrando posibilidades de empleo y ayudas económicas y manejando también el tiempo libre a través de actividades recreativas. A los jóvenes garantiza un acceso tan rápido como efímero a capitales materiales y simbólicos: ropa, drogas, armas, prestigio, poder, popularidad. No obstante, el acceso a dichos bienes no permite un cambio de vida radical, acumular recursos para empezar actividades licitas. Y la perspectiva de muerte es muy real6. 5

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"En la pausa del almuerzo L. [ ] decía estar curioso de ver cuantos muertos había producido el retiro de la Policía después de algunos días de ocupación de la favela Morro de Lagartixa (donde se desarrollaba la mayoría de las actividades del CCAP). Comenta que dicha ocupación, que produjo el retiro y por consiguiente el retorno de los narcotraficantes causaba, como siempre en estos casos, formas de venganzas de los narcotraficantes hacia los sospechosos de haber colaborado con la Policía. Algunas personas (comerciantes también) han sido dañadas de diversos modos por haber ofrecido tan solo el baño a los policías. Activaba, además, un mecanismo de fuga de las personas que creían ser sospechosas de traición y ajusticiadas (Malighetti R. Diario, 18/02/2003). La acusación más grave, infamante y peligrosa es ser X9 i.e. espías enemigos (de la Policía o de otros comandos) [ ]. Esta acusación puede dirigirse a los forasteros que en la favela no saben dar explicaciones validas de su presencia, y también a los favelados (especialmente si están en el grupo de los narcos) que tienden a salir del territorio sin justificaciones. Es famoso el caso de un periodista matado por los narcos porque intentó grabar algunas situaciones de manera escondida [ ], su cuerpo fue cortado en pedazos y hecho desaparecer entre las llamas del microondas" (Malighetti R. Diario, 20/02/2003). "Hemos encontrado al jefe de los narcotraficantes que controla 2 favelas [ ]. Es un joven más o menos de veinte años en moto, con una gran escopeta en los pantalones. No es un carnicero. Muy racional [ ] Obviamente estaba al tanto de mi presencia en la favela. Parece que aprecian el trabajo de la CCAP y, por lo tanto el mío también. Como una especie de alcalde él comprende las intervenciones de la CCAP (sobre todo las infraestructuras, las guarderías y escuelas) son útiles a su territorio, incluso a las familias de los narcos. [ ](Diario, 14/02/2003), [ ] Ayer he ido a un baile Funk. Niños armados (segurança), olores fuertes a marihuana y venta de cocaína (bolsas de dimensiones impresionantes). Una dosis = 1 R$. Una cerveza = 2 R$. Muy buen precio [ ]. Llegaban de diferentes partes para comprarla, un niño con escopeta, gordo y lleno de problemas. Yet con metralleta (Malighetti R. Diario, 23/02/2003) [ ] W. agrega que F., a pesar de ser el jefe, no se enriquece víctima de las estafas del tráfico y de la necesidad de dar sobornos a la Policía (una vez en que fue agarrado tuvo que pagar 20.000 R$ para no ser detenido)[ ]. Me explica los recorridos de la droga y como los traficantes de la favela, a todos niveles son realmente pobres diablos, destinados a quedarse así sin posibilidad de hacer carrera. Son detenidos y después lo dejan de hacer o son asesinados por la policía o pandillas enemigas, si no por sus ex-amigos. La plata se queda en las manos de los grandes traficantes que viven en Ipanema y Copacabana [ ] Ha comentado el hecho de que la identidad de los chicos del tráfico se funda sobre la respetabilidad y el honor y no tanto en la plata" (Malighetti R. Diario, 20/02/2003).

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Bandidos de los derechos, obstaculizados y discriminados por los habitantes del asfalto, los favelados han históricamente encontrado en la favela terrenos de socialidad, solidaridad y convivialidad. Este "orden precario" se funda en formas de remoción que permiten vivir el día a día y normalizar la situación atribuyendo un sentido que no obstante puede derrumbarse a cada instante (TAUSSIG, M. 1989: 11; VARGAS, C. 2008: 218). Produce un estado de desdoblamiento del sujeto social que se manifiesta también en la simultánea presencia, de los actores sociales, sea del deseo, generalmente imposible de realizar, de abandono de las favelas, sea frente a una adaptación a la vida comunitaria. El análisis fortalecido por el plano de desarrollo urbanístico del complejo de Manguinhos, decidido por el poder público federal, indica que los habitantes, a pesar de que consideren el miedo a la violencia la principal motivación para el cambio de residencia, creen al mismo tiempo que la calma y la tranquilidad del lugar son el principal motivo para seguir viviendo en Manguinhos. Reporta que el 70% de los habitantes está satisfecho de residir en dicho lugar (SOARES D. 2010: 17-36)7. La política de la confrontación armada con las instituciones genera un fuerte odio colectivo hacia las fuerzas del orden, cuyas respuestas militares radican y acreditan en la población la concepción de las instituciones como poderes arbitrarios, corrompidos y violentos. La "pública seguridad" es identificada a través de prácticas de ejecuciones sumarias y agresiones a los habitantes, a través de la promoción de un clima de terror congruente con los propios planes de concusión y corrupción: compra y venta de armas, intercambio de prisioneros y cadáveres, sub división de los provechos del narcotráfico y otros bienes del patrimonio público y privado. Eso contribuye, además del malestar producido por una larga historia de discriminación y por las inexistentes posibilidades de empleo, a empujar a los jóvenes hacia 7

"La favela de primera impresión me hace recuerdo a una aldea del noreste. Casas en ruina de ladrillos, gente en las calles, tiendas (Malighetti R. Diario, 12/02/2003). [ ] Empiezo a moverme desenvuelto por las favelas que son realmente una aldea o una comunidad. Relaciones entre los vecinos, economía informal, solidaridad reciproca pero sobre todo derecho consuetudinario y reglas para respetar. Se olvida estar en Rio, o mejor, Rio es esto para 1/3 de la población (Malighetti R. Diario, 13/02/2003) [ ] Entré en el laberinto de callecitas de la favela, un metro de ancho que divide casas muy apretadas. Casas equipadas de cualquier comodidad: la mía tiene un patio interno [ ], televisión a colores, estéreo [ ] y antes de ser vendida tenía la computadora también (siguen habiendo la impresora y el modem). Pude ver como la sociedad de la favela es extremadamente estratificada en su interior. Yo vivo en la parte mejor. L. me llevó entre las casas de cartón y construidas con pedazos de madera ensamblados según las posibilidades, casas construidas en las orillas del rio que es una alcantarilla al aire libre de la que sale un olor nauseabundo [ ] Fiestas de cumpleaños, gente en la puerta de casa cantando y tocando, chicos del narcotráfico con las motos en alta velocidad que cruzan peligrosamente bocina las callecitas tocando bocina y exhortando a las personas meterse milagrosamente a salvo [ ] La vida está en la calle: futbol, etc.[ ] Un grande caos (Malighetti R. Diario,, 14/02/2003) [ ] Horas 6:20 la favela se está despertando y entonces una bulla. Televisiones, estéreos etc. Todo siempre a alta velocidad. También la cercana iglesia evangélica empieza con altoparlantes. No puedo escribir más" (Malighetti R. Diario, 23/02/2003).

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las organizaciones criminales, identificadas como medio para combatir la injusticia de las instituciones. Provoca formas de solidaridad y simpatía de la población hacia los criminales, considerados menos arbitrarios en el ejercicio del poder8. El ejercicio indiscriminado de la violencia homologa policía y narcotráfico, haciendo posible su superposición, de la misma forma temibles y coludidos. Estigmatiza, territorializa y homogeniza, produciendo la deshistorización y la despolitización de la dramática realidad en la que vive la población y garantizando un orden eficaz en la contención de las posibilidades de reacción a la condición de pobreza y privación. Trata de remover los problemas estructurales en un silencio funcional a un control que, como argumenta Taussig citando en Simmel y Canetti, se funda en la opacidad, la ambigüedad y el secreto (TAUSSIG, M. 1984: 467- 497). La lei do morro (no ver, no escuchar, no hablar) no vale solo para los dominios del narcotráfico y para las prácticas de remoción y normalización por parte de los habitantes. Es aplicada también por los poderes públicos que no han considerado por mucho tiempo la misma existencia de las favelas, cubiertas por "áreas verdes" hasta los años Setenta, cuando por primera vez han comparecido en los mapas ciudadanos. E incluye las capacidades de comprender la situación por parte del investigador, cuyas reticencias y dificultades de reflexión son el resultado de dos pulsiones opuestas. La violencia resiste a su comprensión, a través de la adaptación y costumbre que caracterizan, en el campo, lo que en otro contexto he definido como enfermedad infantil del antropologismo que logra normalizar la experiencia, dificultando el pensamiento (MALIGHETTI R. 2004: 52); sea por su imponerse en términos tan exagerados y absurdos hasta impedir la racionalización ex post. Lo que Taussig llama epistemic murk hace difícil dar forma racional a la experiencia, descartando el plano emotivo y traduciendo la violencia en una narración coherente, lejana de fáciles generalizaciones, de la individualización de abstractas estructuras profundas o de rígidos 8

"Mientras charlábamos en la puerta del CCAP pasó por la calle asfaltada pero arruinada y llena de agujeros, un auto de la Policía (una camioneta Chevrolet), con un policía al lado del chofer que tenia el cañón de la ametralladora apoyado en el espejo externo, listo para disparar. El salto de la camioneta por un agujero nos hubiera matado a los cuatro, L. yo, una chica que trabaja en la Fundación Osvaldo Cruz y el maestro de Capoeira del Centro. Me explicaron que esta no era simplemente una inútil demostración de machismo militar, sino la consecuencia de una guerra que produce emboscadas. Supimos después que estos dos militares dispararon en las piernas de un chico culpable de dar aviso a sus amigos, con petardos de la llegada de los policías. El cuento de una mujer que trabaja en CCAP decía que los policías, después de dispararle, habían levantado al chico agarrándolo por la pierna herida como una cruel tortura.[ ] W. comentaba que los narcos, estas cosas no las hacen, a diferencia de los policías que tienen una conducta menos arbitraria. (Malighetti R. Diario, 12/02/72003).

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universales empíricos y cercana, al contrario, a los puntos de vista de los actores sociales, a sus cuerpos, a sus subjetividades, al análisis del lenguaje de las atrocidades y del recuerdo. Si es verdad, como sostiene Scheper-Hughes, que el desafío irónico de la antropología consiste en la búsqueda de un sentido en un mundo que no lo tiene, tal tarea es particularmente paradojal cuando se investiga un metalenguaje para hablar de los horrores y emanciparse de explicaciones teóricas y discursos normalizantes coludentes con los del terror que de ellos se alimenta (SCHEPER-HUGHES N. 2005 [2002]: 292)9. Se vuelve extremadamente complicado evitar el riesgo romántico de estetizar y erotizar la violencia y el horror (DEI F. cur. 2005: 82; AVRUCH K. 2001: 643). o reducirlos a sus efectos pornográficos y voyeurísticos (DEI F. cur. 2005: 18). Las pocas veces en que hablé de mi experiencia en Manguinhos, la narración lograba sorprenderme también a mí mismo y adquirir una autonomía que asumía, a pesar mío, connotaciones heroicas o inconscientes. Por eso también siempre preferí eludir los efectos no deseados de producir en mi interlocutor incómodos malentendidos, sobre todo en la narración de las atrocidades a las que asistí o cuando reconducía parte de las motivaciones que llevan al investigador a arriesgar su vida, a las extraordinarias capacidades de adaptación de las que los seres humanos son dotados y que producen una fuerte confianza de tener bajo control una situación y tener la capacidad de manejar las incomodas reacciones sicosomáticas del propio cuerpo (MALIGHETTI R. - LAZZARINO R. 2011)10.

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No es caso que la literatura antropológica, aunque tradicionalmente interesada a las realidades de violencia extrema, haya ignorado este tema hasta el cambio de interpretación y las reflexiones de los años ochenta y después de las consideraciones de la experiencia personal del etnógrafo y del proceso de investigación de elementos fundamentales para la construcción del significado y de su restitución textual. Estos enfoques han evidenciado que la violencia está impermeable al optimismo cognitivo y resiste a los esfuerzos de traducir y de volver familiar al extraño y al mismo tiempo preservar y comunica dicha extrañeza (GEERTZ C. 1988 [1983]; CRAPANZANO V. 1986), o, como dice Taussig citando por Conrad, sacar el velo sin anular la calidad alucinatoria (TAUSSIG, M. 1984: 467-497).

10 "L. cuenta de ejecuciones a la pared de espiones etc. y de cuerpos cortados en pedazos con machete etc. Todo en la calle. Mal olor y terror (Malighetti R. Diario, 23/02/2003). [ ] Vivo constantemente con la preocupación y con la inquietud de que pueda pasarme algo violento (Malighetti R. Diario, 28/02/2003) [ ]. Ayer la favela fue nuevamente invadida, por la Policía. Viví unos momentos de terror. Estaba en mi baño (porque cuarto sin ventanas), barriga hacia abajo esperando a que terminen de disparar [ ]. En realidad el estrés por violencia está siempre presente y esto gasta mucha energía. Determina la limitación de la propia libertad y de las capacidades analíticas (Malighetti R. Diario, 06/03/2003). [ ] M, habla mucho y con naturalidad. Yo cambio de tema porque tengo miedo que él diga haber contado cosas que es mejor que yo no sepa (Malighetti R. Diario, 20/02/2003). [ ] Ya he dejado de escribir sobre los muertos y heridos que hay cada noche porque hacen parte de la normalidad" (Malighetti R. Diario, 07/03/2003).

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Centralidad de los márgenes y prácticas de ciudadanía En realidad, las favelas están atravesadas y constituidas por fuerzas globales y transnacionales que las relacionan tanto con los lazos espacio-temporales que entretienen con sus condiciones de origen, como con las arenas móviles de los tráficos ilícitos y lícitos. Son un lugar, donde la violencia estructural insertada en las instituciones y en las estructuras económicas y sociales se conjuga con la violencia espectacular de los tiroteos (enfrentamiento con armas de fuego entre la policía y el narcotrafico y narcotraficantes entre sí mismos para conquistar mercados). Las formas de criminalidad que existen son el resultado de antiguas formas de exclusión de los derechos y de los servicios que el Estado nunca había garantizado y tampoco realizado para la mayoría de la población. Fundado sobre la trata de los esclavos, el desarrollo capitalista de Brasil se ha construido sobre la frontera entre exclusión e inclusión, garantizando derechos y prosperidad a aquella parte minoritaria de la población que ha acumulado riquezas y privilegios a través de la explotación de la mayoría. A los contingentes de exesclavos y a los migrantes que llegaron a Rio de Janeiro entre los siglos XIX y XX, fue de hecho negada la ciudadanía, así como a los protagonistas del consistente flujo migratorio del periodo posterior a la guerra desde las áreas del Norte y Noreste, resultado de las políticas de desarrollo en favor del Sur (MARTINS J. 2002). Este ejército industrial de reserva (MARX K. 1867), confinado inicialmente en las partes más altas de los cerros y en las periferias, desarrollaba una función necesaria al régimen laboral, principalmente como mano de obra a bajo costo. En este sentido, las favelas han tenido históricamente un rol de gueto, aglomerando individuos indispensables al funcionamiento de la ciudad, integrados bajo el yugo económico e impedidos al ejercicio de la ciudadanía. La exclusión de los derechos producida por una inclusión limitada a la fuerza de trabajo y a su precaria reproducción biológica se ha sucesivamente alimentado, como en los casos analizados por Wacquant o por Bourgois en relación de los guetos de Chicago y San Francisco, con la ausencia del estado social y con el triunfo del neoliberalismo (WACQUANT L. 2008; BOURGOIS P. 2001). La precariedad de las condiciones de vida, la marginación y la pobreza pertenecen a lógicas económicas y políticas globales. Las trayectorias del mercado de la droga y de las armas pesadas, dominadas por carteles mafiosos internacionales (TORRES RIBEIRO A.C. 2000; BUENO BRASIL L. 2010; ZALUAR A.B. 1995) o los lazos del narcotráfico con sectores político económicos para el control de los 88

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recursos destinados al "desarrollo", siguen lógicas de mercado y económico-financieras que traspasan la favela y el nivel municipal y se conectan a los tráficos internacionales lícitos, incluso los de la cooperación. Lo local y lo global se encuentran, anudándose uno a otro. Según una lógica neoliberal de integración del mercado mundial, la delimitación de territorios internos corresponde tout court a pedazos de mercado global. El efecto "mariposa" de la globalización se manifiesta prepotentemente en el momento en que los estilos de vida de los países más industrializados determinan la micro geografía del terror de territorios lejanos (APPADURAI A. 2005). La violencia en las favelas no configura formas económicas y políticas contrarias al statu quo. Tanto los políticos que controlan las intervenciones estatales, como los grupos criminales que dominan los espacios y a menudo la cooptación de los líderes comunitarios, no parecen tener ningún interés en modificar la situación y transformar de forma significativa las relaciones sociales. Su control liberal de las formas económicas de privados y de mercado, se opone a proyectos alternativos y a perspectivas participativas y solidarias. Por un lado la economía política del tráfico de drogas y armas, los beneficios y las relaciones con grandes financiadores del asfalto, realiza una forma de capitalismo brutal, basado en feroces modalidades de explotación de la mano de obra. (SOUZA M.L. 1995). Por otro lado, las estrategias del terror impiden que las contradicciones políticas y económicas estructurales estallen e impongan un orden que contenga las posibilidades de reacción a la condición de pobreza y privación. Permiten el control del territorio, gestionan los conflictos y mantienen un mundo fundado sobre la exclusión. Al frente de las dramaticidades de las condiciones de sobrevivencia de la mayoría de la población, los interrogantes deberían concentrarse no tanto sobre la cantidad de violencias, sino sobre las modalidades de su eficaz contención11. 11

"Rocinha: favela de casi 150.000 habitantes, una de las más antiguas, con una densidad de población impresionante. Es una Favela vivísima. Bulla, gente en todo lado. Vida en la calle etc. Motitas etc. [ ] Se quedan a mirar desde arriba la riqueza de los que llegan en helicóptero para jugar golf en el magnífico escenario de la Barra di Tijuca ¿Cómo pueden no bajar y no pedir participar al juego? (Malighetti R. Diario, 22/03/2003) [ ] Campo de Golf São Conrado junto a la favela de Rosinha, ventanas del Sheraton de Ipanema frente a las ventanas de la favela (Vidigal). Ipanema está rodeada por la favela Pavão-Pavãozinho. Copacabana tiene su pequeña favela. La playa, bellísima porque menos poblada de São Conrado está frecuentada por favelados que te impiden entrar al agua dejando las cosas sin cuidado. [ ]. De manera desagradable para el narcotráfico las favelas amenazan la tranquilidad de las playas y de los ciudadanos. Bajan y molestan la vida cotidiana también el tráfico de los narcos [ ] Las clases privilegiadas tienen que refugiarse en casas-bunker y limitar su propia libertad (también de ostentar sus consumos: autos, relojes etc.). Favelas - no son marginadas pero determinan el día a día y las conductas de todos (miedo etc.) [ ]Downtown desierto después de las 17:00 en los fines de semana- presa de pandillas de chicos listos para asaltar a los pasantes, realizando las fantasías anticipadas por las películas hollywoodienses (como Los Angeles año 3000 etc.). Rio = modelo de problemas como la marginación y inmigración - adentro de la ciudad - no delimitable y marginable. Dicen que São Paulo es peor [ ] Se entiende la violencia de alguien que vive cerca del campo de golf o de los edificios fortalezas y no tiene que comer (Malighetti R. Diario, 23/02/2003).

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También desde un punto de vista meramente espacial, las favelas de Rio muestran toda su centralidad, colocándose encima de las zonas más ricas, como Copacabana, Ipanema, Leblon, Barra di Tijuca, donde las clases dirigentes ocupan habitaciones-bunker vigiladas constantemente por policía privadas y se desplazan sobre automóviles blindados. La violencia de las bandas criminales y del Estado, invaden constantemente la ciudad, produciendo un estado de sufrimiento ético político (BAIERL L.F. 2004) y de miedo generalizado (SOUZA M.L. 2008). Los Comandos (Comando Vermelho, Terçero Comando, Amigos dos Amigos) constituyen confederaciones y redes de alianza en conflicto entre ellos para agarrarse pedazos de mercado con la fuerza de su proprio arsenal militar y con las fuerzas del orden que penetran el asfalto, cruzan la ciudad y la región metropolitana. Desde los años Ochenta, los tiroteos en las áreas ricas y las balas perdidas se vuelven más comunes, intensificándose mayormente en las siguientes décadas. Son atacados los supermercados, incendiados los buses, tiendas, fábricas, escuelas y las instituciones son obligadas a interrumpir sus actividades, las universidades son invadidas, estaciones de la policía y de las fuerzas armadas son agredidas, sus arsenales saqueados12. En este sentido, el geógrafo Marcelo Lopes de Souza usa la expresión fobópole, para designar el espacio urbano que sufre un estrés crónico a causa de la violencia, del miedo de la violencia y del consiguiente sentido de inseguridad (SOUZA M.L. 2008: 40). La locución reafirma 12

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"Hoy la ciudad de Rio ha sido paralizada. Han sido incendiados 8 autobuses en los puntos estratégicos de la tráfico de manera que se paralice la ciudad, además de aterrorizar a los barrios de Ipanema y del centro con disparos y granadas. Diferentes supermercados han sido asaltados [ ] Según la televisión todo ha sido decidido por Fernardino Beiramar (jefe del Comando Vermelho) desde la cárcel para oponerse a la decisión de ser transferido a Sao Paulo para que los contactos con sus colaboradores sean más difíciles. Como más de una vez había amenazado, el Comando invadió la ciudad imponiendo el cierre de tiendas, escuelas etc . Pena es el ataque. [ ] por encima se iban sumando los conflictos entre los hombres del Comando Vermelho y del Terçero Comado que intentaba aprovechar de la acción que ocupaba el Comando Vermelho con la policía para conquistar sus territorios [ ] helicópteros sobre nuestras casas y policía en todo lado. [ ]. Tengo la sensación de que esta noche no se dormirá mucho. Creo que la Policía, no pudiendo quedarse sin hacer nada, quiere hacer acciones demostrativas (Malighetti R. Diario, 24/02/2003) [ ] Vimos a muchas personas correr en la favela con todo bien valioso en las manos, robado de los dos hipermercados del barrio. [ ] En Manguinhos (todo cerrado) han asaltado el supermercado a 100 m de casa [ ] y el Shop América. Ha sido aliviador ver a las personas de Vila Turismo (mujeres, hombres y niños) correr hacia sus casas con el botín en sus hombros (carne, cajas de Coca Cola, paquetes de arroz, radios etc.). Pero esto produjo la reacción de la Policía provocando una guerra que nos obligó a todos (yo, L., E., I., I., B. y el pobre L., un italiano llegado para entrevistar I. y que había renunciado a establecerse en la casa de B. en el barrio, sin duda más tranquilo de Flamenco, por razones de seguridad .) a encerrarnos en la sede de CCAP en la oscuridad, sin energía eléctrica hasta las 22:00 cuando, con cuidado, cada uno de nosotros trató de tomar el camino a su casa - sin mucha alegría. Ayer había casi 800 hombres armados entre la Policía Civil y Militar (fuente periodística). L. dice de haber contado 80 medios entre autos y buses de las fuerzas armadas, más un par de helicópteros con muchas armas listas en vuelo raso. Han invadido Vila Turismo, casa por casa, saqueando, maltratando a las personas y llevando a la cárcel cuantos podían" (Malighetti R. Diario, 26/02/2003).

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que los problemas de las favelas no pueden simplemente ser marginalizados, ordenados y circunscritos en guetos separados y con confines bien definidos y cerrados. Determinan la cotidianidad de todos los ciudadanos de la metrópoli. Sobretodo ponen en riesgo la seguridad, código supremo de la vida política contemporánea, capaz de persuadir de la necesidad de sacrificar las garantías del derecho de forma manifiestamente ineficaz pero significativamente congruente con los intereses de los grupos de poder. La centralidad de las favelas además se puede configurar no solo pasivamente, en relación a las formas de "sufrimiento socialmente estructurado" (BOURGOIS 2008). También se vuelve comprensible prestando atención a las modalidades con las que Bhabha llama minorities (BHABHA H. 2001 [1994]), que constituyen y califican el espacio urbano y social, en alternativa a las estrategias de gobernabilidad estatal y de "disposición" criminal, así como a las formas de ciudadanía limitada y a los programas de integración asimétrica. De dicha perspectiva las favelas son concebibles como laboratorios de formas de humanidad y de producción cultural que desarman los sistemas de clasificación de segregación y las identidades impuestas. En su interior se entienden diferentes formas de subjetividades que niegan la propia fundación en términos dicotómicos y esencializantes y muestran la complejidad y el dinamismo de su experiencia en las prácticas de la vida cotidiana, articulándose, en términos contingentes y precarios, como redes que involucran a una multiplicidad de posicionamientos. Generan potentes contra tendencias en relación a las estrategias globalizantes, mostrando un dinamismo construido sobre la fusión, sobre la mezcla y sobre la oposición. Buscan adelantar los acercamientos asistencialistas fracasados, las fragmentarias intervenciones de emergencia, las contradictorias y compasibles acciones humanitarias, en favor de iniciativas integradas y multisectoriales fundadas sobre el protagonismo y las potencialidades alternativas de los recursos humanos locales. Varias experiencias proponen modelos para interpretar las posibilidades abiertas a los puntos de vista de los excluidos para construir practicas innovadoras, para realizar las economías, para tratar los derechos y las necesidades fundamentales (ESCOBAR A. 2008). Sustraen a la ciudadanía a su abstracción y la configuran como espacio vivido (HOLSTON J. - APPADURAI A. 1996) y proceso de dialogo (GRILLO R. - PRATT J. 2002), analizable a través de la consideración de las dinámicas de inclusión y exclusión inscritas en las vidas de los sujetos y en los lugares, donde los derechos son negociados, realizados o negados. Reanudando los hilos de una historia interrumpida por la esclavitud, por la modernización, por la industrialización y por la urbanización salvaje, se usan para estimular un proceso endógeno 91

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de cambio y para dejar interactuar a la población de la favela con diferentes instituciones de la sociedad civil nacional e internacional13. Varias organizaciones no buscan solamente introducir en la favela la cultura del derecho y de la ciudadanía, sacando el monopolio de estos al narcotráfico y a los abusos de la policía y realizando acciones de responsabilidad civil en contra del Estado para obligarlo a poner en práctica los principios constitucionales (MALIGHETTI R. cur. 2005: 26-34). También proponen la posibilidad de articular nuevas formas de ciudadanía como instrumentos estratégicos tanto en la lucha contra la exclusión y la no-igualdad socio-económica, como para redefinir y ampliar las concepciones políticas dominantes. Fundada en el "derecho de tener derechos" (DAGNINO E. 2008) su resemantización del concepto concibe el proceso de construcción de la ciudadanía como practica de transformación, más allá de la adquisición formal y político legal de principios ya definidos. Construye e identifica activamente nuevos derechos centrados en la interconexión entre aspectos materiales, económicos, culturales, históricos, sociopsicológicos y políticos. En dicho sentido, los favelados pueden abrir espacios antropo poiéticos de construcción de formas de humanidad y adquirir una presencia que cruce las fronteras de la política formal, calificándose contingentemente según las diferentes situaciones. No reconsideran solamente el derecho de ser incluidos como miembros efectivos de la sociedad. Más bien promueven el derecho a participar en rediseñar el sistema económico, político y social. Recuperando el principio de la participación en el ejercicio y en la definición del poder previsto por el artículo 1 de la Constitución del 1988, retoman y amplían experiencias ya consolidadas como aquellas de los Conselhos Gestores de Políticas Públicas o del balance participativo - donde miembros de la sociedad civil y del gobierno, de la ciudad, del Estado y de la Unión piensan y desarrollan políticas públicas y toman directamente parte a los procesos decisionales. Anticipadas por las luchas de los años Setenta y Ochenta contra la dictadura militar y la búsqueda de construcción de una sociedad democrática, las nuevas formas de ciudadanía "desde abajo" superan, 13

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Ya durante la dictadura han emergido en la favela muchas organizaciones finalizadas a la solicitud de servicios higiénicos - sanitarios e infraestructurales, cuya acción estaba limitada sólo en nivel local (Uniões dos Trabalhadores Favelados; Associações de Moradores; Serviço Especial de Recuperação das Favelas e Habitações Anti-Higiênicas (Serfha), Coordenação de Serviços Sociais). El proceso de democratización sostuvo sucesivamente la proliferación de grupos comunitarios y sin fines de lucro (Coligação dos Trabalhadores Favelados do Distrito Federal, Federação de Favelas do Estado da Guanabara (Fafeg), Federação de Favelas do Rio de Janeiro (Faferj), Federação de Associações de Favelas do Rio de Janeiro). En los últimos años surgieron movimientos de favelados (Viva Rio, Agenda Social Rio, Frente de Luta Popular, Central Única de Favelas (Cufa), Movimiento Popular de Favelas). Algunas se han organizado en actividades culturales (teatro, danza, video, deportes) (TEIXEIRA A. C. - AMBUQUERQUE M., 2006)

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

comprendiéndo los movimientos sociales (de naturaleza étnica, de identidad racial, de género, ecologista etc.), las fragmentarias leyes especiales y acciones afirmativas que tienen el riesgo de promover, a través de la emisión selectiva de privilegios, la adhesión a los poderes hegemónicos, previniendo, al mismo tiempo, la coalición y los desafíos de los elementos contestatarios (MALIGHETTI R. 2009). Las experimentaciones articulan la lucha por derechos específicos con la más amplia búsqueda para redefinir en la arena política, sus actores, sus instituciones, sus procesos, su agenda y sus finalidades (DAGNINO E. 2008). Estas solicitudes de ciudadanía configuran la posibilidad de superar la soberanía estatal, amenazada, por un lado, por la ineficacia del consenso keynesiano sobre el que se apoya el pacto social que conjuga la pertenencia y la fidelidad al Estado Nación, en cuanto referente exclusivo de la concesión de los derechos, con la promesa de bienestar; por otro lado, por la compleja globalización económica y financiera, por los procesos de acumulación y de movilidad del capital a lo largo de tres líneas transnacionales, por las desregulaciones, por la internacionalización precaria del trabajo, por los procesos migratorios, por los sistemas de comunicación y por la acción de los organismos internacionales. Los desafíos desde las favelas dibujan nuevas geografías del poder alternativas - tanto en nivel sub-nacional, como transnacional - a la homogeneidad y a la universalidad de la nación como premisa y base del Estado (HABERMAS J. 1996). Imponen la reconsideración de los fundamentos de las relaciones entre individuos, Estado, Nación y las formas de poder más o menos ocultas que intervienen en la reglamentación de las vidas de las personas. Desde estos puntos de vista, las reivindicaciones de los favelados se vuelven paradigmáticas para comprender no solo las condiciones, a menudo diaspóricas, de los condenados de la tierra, de los pueblos colonizados y de los esclavos, de los migrantes y de los prófugos, de los refugiados y de los clandestinos, de los indígenas y de los indigentes. Sus estatutos negativos (sin tierra, sin trabajo, sin derechos, sin ciudadanía, sans papiers) permiten también interpretar las posibilidades abiertas a las subjetividades contemporáneas, descentradas y deslocalizadas por la aceleración de los mecanismos disgregadores y desplazantes de la globalización (GIDDENS A. 1992). Recorridos por diversos mundos culturales y pertenencias multisituadas, requieren dar solución a las contradicciones constitutivas de las democracias liberales, entre ciudadanía formal y substancial, entre ciudadanía como derecho humano universal y su discriminación nacional. Sugieren que las nuevas ciudadanías saltan el nivel nacional y se conectan con los derechos humanos universales teniendo como horizonte ideológico y práctico el mundo entero. 93

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DE PALERMO A CIUDAD JUAREZ: EL CRIMEN ORGANIZADO EN ITALIA Y EN MÉXICO DESDE UNA PERSPECTIVA COMPARADA Fabio Armao Universidad de Turín

Introducción Ciudades y estados en la historia del crimen organizado La razón del éxito del crimen organizado en países que pertenecen a continentes diferentes -con culturas políticas y sociales que a veces parecen tener poco o nada en común- debe buscarse principalmente en las dinámicas históricas que se instauran entre actores que compiten entre sí por el control del territorio. Las representaciones, a menudo excesivamente simplificadas, del proceso de monopolización del poder coercitivo ejercido por el Estado, han provocado que los estudiosos pierdan de vista el complejo juego de represión y de cooptación que el mismo Estado ha conducido, desde los orígenes mismos de su propia formación, respecto a los poderes locales -y particularmente a las ciudades- considerando el rol que éstas iban asumiendo en la expansión de la economía capitalista (ELIAS 1988, TILLY 2010: 265280). Precisamente este tipo de dinámicas es fundamental para el nacimiento y el desarrollo del crimen organizado (CO). En realidad, el CO no representa solamente una forma de asociación, más o menos estructurada, orientada a cometer delitos de una naturaleza y gravedad específicas1. Ni mucho menos puede ser reducido a un comportamiento, un modo de ser caracterizado por un tergiversado sentido del honor y de la justicia, como, en cambio, por mucho tiempo estudiosos y políticos en Italia han pretendido precisar en lo concerniente a la mafia. Por CO se entiende un grupo, más o menos organizado en relación al tiempo y a las necesidades, que se propone alcanzar el beneficio económico de una élite: a) a través del control 1

Como, por el contrario, ha sido establecido por las Naciones Unidas en la Convención contra la Delincuencia Organizada Transnacional, y asimismo por la Unión Europea y por el Departamento de Estado Americano.

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La Problemàtica de la Inseguridad

y/o de la conquista de posiciones de poder político, b) la gestión directa y masiva de los mercados ilegales y además el uso instrumental de sectores crecientes de mercados legales, c) la anulación de las relaciones de solidaridad de la sociedad civil, utilizando como medio no exclusivo, pero especifico, la violencia (ARMAO 2000). En otros términos, el CO es un particular tipo de sistema orientado a la asignación autoritaria de los recursos políticos, siempre y cuando contribuya con éxito al control de un determinado territorio, utilizando la violencia para garantizar sus propios "estatutos". El CO no puede carecer de un territorio de asentamiento, aunque éste sea uno limitado a unas pocas cuadras de una ciudad, sobre el cual pueda ejercer su poder a través de un mecanismo de extorsión-protección: la imposición al comerciante, al empresario o al simple campesino de un "chantaje" para así poder garantizarle la seguridad de sus bienes y de sus negocios. Como el Estado, y en competencia con éste, el CO se propone como garante de la integridad física de los individuos y de la validez de sus contratos (TILLY en EVANS, RUESCHEMEYER, SKOCPOL 1985: 169-191). Sin embargo, a diferencia del Estado, el CO alimenta cotidianamente la inseguridad, de la cual hace surgir la demanda misma de protección. Como en un mercado perfecto, el CO es capaz de fijar el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda que más le conviene, pues controla ambas. La literatura sobre el CO ha sufrido de un prejuicio anti-urbano en muchos aspectos similar al que ha caracterizado, en líneas generales, a la investigación sobre los actores armados no estatales (DAVIS 2010: 397-413). Durante años, las investigaciones sobre la mafia siciliana, por ejemplo, han insistido que este fenómeno tenía orígenes rurales; identificando, empero, la transición a una fase empresarial en los primeros años de la década de 1960. E incluso eruditos prestigiosos han alimentado la idea que la mafia siciliana era un producto del subdesarrollo, una especie de residuo feudal destinado a extinguirse con el establecimiento de los procesos de industrialización y de democratización. O bien, aún, han terminado alimentando los prejuicios culturalistas sobre los sicilianos (ARLACCHI 1983, CATANZARO 1988, HOBSBAWM 1986, BLOK 1986). La ciudad, por el contrario, constituye la cuna del CO, el lugar en el cual aquéllos logran conseguirse un propio espacio específico desde el mismo inicio. El CO no constituye, para las ciudades, un obstáculo a su desarrollo o un intento de mantenerlas atadas al pasado y sujetas al control de las fuerzas retrógradas del campo. Al contrario, el CO representa, a su manera, una oportunidad que encarna la expresión más desinhibida y violenta de la acumulación capitalista de los recursos. Los mafiosos, en Sicilia, aún cuando nacen como los guardianes de la propiedad de los ricos latifundistas 100

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

(quienes estaban más habituados a pasar su tiempo en los lujos citadinos), se sirven de este poder que les fue delegado para construir una red de tráficos lícitos e ilícitos con la ciudad. Sicilia ha sido durante siglos exportadora de bienes alimentarios y enlace esencial de la red de los comercios mundiales, y los mafiosos emergen, en realidad, como capitalistas intermediadores, dándose a conocer como una fuerza de mercado de vital importancia y plenamente avanzada (SCHNEIDER, SCHNEIDER 1989). La ciudad, por lo tanto, es el lugar de preferencia del CO. Y sus barrios, primeramente, ofrecen oportunidades de enriquecimiento sin precedentes, a través de la extorsión o la venta de bienes y servicios ilícitos. Pero sus hubs comerciales, en segundo lugar, permiten a gangs y a clanes introducirse en las redes transnacionales de la economía-mundo y asumir aquel rol de "comerciantes a larga distancia" que ha sido, por ejemplo, brillantemente interpretado por las compañías comerciales privilegiadas en siglos pasados. (BRAUDEL 1988)2. Desde este punto de vista, la conveniencia del CO para el capitalismo resulta evidente, ya que aquél favorece en cualquier modo la circulación de mercancias y dinero. Esencialmente las largas cadenas comerciales que es capaz de construir y de alimentar están compuestas por mercancias - drogas, armas, esclavos - cuya peculiaridad es costar poco a la fuente, pero rendir enormemente en el lugar de desembarco. Y esto concede amplios márgenes de ganancia incluso a los grupos que intervienen en los lugares intermedios de esta cadena comercial. 1. Palermo, la capital: el paradigma de la mafia política. La ciudad de Palermo y sus suburbios constituyen el escenario en el cual, a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, se ha conformado la organización mafiosa que será señalada con el nombre de Cosa Nostra. Y no es que la presencia mafiosa no fuese visible ya mucho antes; al contrario, en Sicilia ya en el período inmediatamente sucesivo a la unidad de Italia existen bandas territorialmente circunscritas que despliegan actividades económicas, las cuales las tornan extremadamente dinámicas: robo (y posterior traslado) del ganado, control de los mercados mayoristas, organización de los flujos migratorios. Los partidos políticos nacionales emplean desde el inicio la estrategia de la cooptación de los poderes locales, en vez de su represión; fomentan la formación de clanes rivales al interior de los pueblos, pero favorecen también las alianzas entre clanes de distintos pueblos (SCHNEIDER, SCHNEIDER 1989). La participación de la mafia en la competencia política, por lo menos a nivel local, es un fenómeno ya conocido y en cierto modo legitimado por la élite liberal 2

Sobre el rol de las mafias en el mercado capitalista, véase F. Armao, Il sistema mafia, cit., especialmente el cap. 4.

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que está en el gobierno (PEZZINO 1990). E incluso el advenimiento del fascismo cambia la situación mucho menos de cuanto, con mucha superficialidad, se haya creído por mucho tiempo. La tan promocionada guerra a la mafia, encomendada por el régimen a la sabia dirección del prefecto Mori, afecta a algunos exponentes de la criminalidad local y no a los poderosos bosses (jefes) mafiosos. Éstos, en realidad, escogen una estrategia mediocre: no se oponen ni se esconden; simplemente, desde una óptica de fundamental preservación de su poder, aceptan el leadership del partido fascista (DUGGAN 1986; RAFFAELE 1993). Y en efecto, al desembarque de las tropas aliadas en 1943, muchos de ellos están dispuestos a asumir los cargos administrativos que los representantes de los servicios secretos británico y americano (plenamente conscientes de su pertenencia a la mafia) están dispuestos a asignarles (CASARRUBEA 2005). Se trata de un paso histórico fundamental, determinante en términos de legitimación política del poder mafioso ad opera, en este caso, de las potencias victoriosas. Desde las administraciones locales, pasando a través de la experiencia del movimiento separatista filoamericano, muchos exponentes de renombre de la mafia se afiliarán sucesivamente al partido de gobierno: La Democracia Cristiana. La participación en la política nacional, sin embargo, no es su verdadero objetivo; más bien, le es muy conveniente para que el crimen organizado obtenga provecho. Constituye el elemento superestructural de una estrategia mucho más elaborada que permite a Cosa Nostra llegar a obtener un control totalitario del territorio, primeramente de la ciudad de Palermo, después de Sicilia Occidental y finalmente de toda la isla. Ya a partir del año 1950, los bosses (jefes) comienzan a efectuar una repartición de los barrios, lo que parece reproducir las prácticas de enclosure del capitalismo incipiente, es decir la demarcación y la apropiación, por parte de particulares, de espacios hasta aquel momento considerados suelo público. En 1962, este proceso de enclosure adopta la forma incluso de una nueva planificación urbanística, aprobada de noche, casi clandestinamente, por el consejo municipal. Con este acto se da, formalmente, inicio a un proyecto edilicio que entrará en la historia como "il sacco di Palermo" (el saqueo de Palermo): la demolición sistemática de barrios enteros, algunos incluso de gran valor histórico-arquitectónico, para dar lugar a nuevos edificios construidos por empresas de propiedad mafiosa -obviamente, sin ningún análisis de impacto ambiental, sin ningún respeto de los requisitos de seguridad (Sicilia es una zona altamente sísmica), sin proyectar la creación de servicios públicos (escuelas, transportes, etc.), sin ni siquiera preocuparse de predeterminar el sistema de alcantarillado ni el sistema de iluminación pública. Vale la pena señalar, en este sentido, que la infiltración en el sector de la construcción 102

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constituye una constante en la evolución de todos los grandes grupos del CO -como una adicional confirmación de su carácter intrínsecamente urbano. En Italia también otras organizaciones criminales siguen el ejemplo de la mafia siciliana: por ejemplo, la Camorra en Nápoles se enriquece gracias a los fondos públicos destinados a la reconstrucción de los edificios destruidos en Irpinia por el terremoto de 1980; y también se evidencian infiltraciones mafiosas en los trámites de adjudicación de obras para la reconstrucción de l'Aquila, después del terremoto del 2009. En efecto, parece que no existe grupo del CO que no pretenda tomar parte activa en la lotería de las especulaciones inmobiliarias que acompaña históricamente a los procesos de urbanización. Y las razones, por lo demás, son bastante evidentes. En primer lugar, el sector de la construcción provee a las mafias una amplia red de lugares donde establecer un "ejército de reserva" absolutamente conspicuo. Poniendo a disposición un número elevado de puestos de trabajo de baja cualificación profesional, ofrece una cobertura ideal para los miembros pertenecientes a los estratos más bajos de la jerarquía mafiosa. En segundo lugar, tal sector resulta ser la vía de acceso más rápida y eficiente a los niveles más elevados de la economía legal, porque hace interactuar a las grandes empresas (por lo general "limpias") que administran las concesiones públicas con las pequeñas y medianas empresas que pertenecen a la mafia, a las cuales se les encomienda concretamente los trabajos en sub-concesión. En tercer lugar, la construcción es el nexo ideal entre las mafias y los administradores locales, quienes son determinantes en la adjudicación de obras. Por último, el sector inmobiliario ofrece un acceso fácil y conveniente a las instituciones bancarias y no bancarias, que están involucradas en aquel mercado, permitiendo al CO administrar en el modo más eficiente incluso la transición a una fase de financiarización de sus negocios ligada ya sea a las exigencias normales de reinversión de sus utilidades o, sobre todo, a la necesidad de lavar el dinero sucio proveniente del tráfico ilícito. Las dimensiones de esta empresa y de los intereses en cuestión contribuye a explicar el intenso proceso de institucionalización que Cosa Nostra enfrenta a partir de los años 1960. No nos referimos aquí a la presunta existencia de una cúpula capaz de gobernar por entero el aparato mafioso o de un tercero (o cuarto) nivel oculto que encubriría a los verdaderos directores de la mafia: políticos, capitalistas y empresarios de apariencia intachable. Esta hipótesis, aunque no del todo carente de fundamento, parece de todos modos limitativa e irrelevante para comprender el fenómeno de la mafia. Más bien, cuenta el hecho que Cosa Nostra tiende a convertirse con el tiempo 103

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en una organización estructurada por clanes según los principios clásicos de todas las asociaciones secretas: la existencia de un rito de iniciación para marcar el ingreso de nuevos asociados, la creación de células que no se comunican entre sí, el acceso controlado a los grados superiores de la jerarquía. El nivel de impermeabilidad y de secreto, así como también el grado de centralización, de esta organización puede variar según los períodos, la propagación del fenómeno de los "arrepentidos" en los años 1990, por ejemplo, impulsa a los jefes a extremar los criterios de reclutamiento de sus hombres. Las investigaciones, además, han registrado en algunas ocasiones la existencia de comisiones provinciales o regionales, a veces abiertas a la participación de representantes de otros grupos del CO. Pero esto, más bien, muestra la gran capacidad de Cosa Nostra para adecuar su propia estructura a las exigencias del momento. El proceso de institucionalización, sin embargo, se consolida en el extraordinario arraigo social de la mafia en la sociedad palermitana, resultado de un empleo combinado de las estrategias de construcción del consenso, por un lado, y de la violencia feroz, por el otro. Cosa Nostra alimenta en sus asociados la convicción de que éstos forman parte de una élite a través de la invención de un mito fundacional - ser los herederos de una antigua sociedad secreta, los Beati Paoli, instituida para vengar los atropellos sufridos por los pobres- y la elaboración de un código de honor fundado en el respeto de los valores tradicionales de la familia y de la amistad. Sus miembros ostentan públicamente sus sentimientos de religiosidad participando en las procesiones y dando ofrendas a la iglesia; además reivindican su rol de mediación social, ofreciéndose como intermediarios en toda clase de conflictos que pudiesen surgir entre los habitantes de su barrio. Detrás de esta barniz a todos los efectos ideológico, la realidad presenta una estructura clientelar muy sólida en la cual el mafioso se sitúa en el ápice de una relación tríadica - y no, por lo tanto, diádica c o m o e n l a s r e l a c i o n e s t r a d i c i o n a l e s pa t r ó n - c l i e n t e . Él, para dar el ejemplo más común, se interpone entre el candidato y el elector: al primero le ofrece votos seguros, al segundo, la posibilidad (o, lo que es más frecuente, solamente la ilusión) de promover su causa ante el político. Con el tiempo, el control amplio de todas las actividades presentes en el territorio de su competencia ha permitido a los clanes garantizar a esta red clientelar una difusión inimaginable en cualquier otro contexto; asegurándole su estabilidad además con la violencia. Los clientes, sin embargo, no son libres de salir de la red, en caso de que estén insatisfechos o simplemente sean contrarios a mezclarse con los mafiosos. Pueden rebelarse, cierto, pero a costa de la vida. 104

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Palermo, así, se manifiesta en los años 1990 como una ciudad dominada por una "burguesía mafiosa" arrogantemente orgullosa de sus privilegios e intencionalmente ajena a los cadáveres que han colmado su enriquecimiento: policías, magistrados, periodistas, empresarios y políticos (SANTINO 2006). Ciertamente, no faltan las guerras internas entre clanes; la primera entre 1962 y 1963, culmina con la masacre de Ciaculli, donde un auto cargado de explosivos mata a siete miembros de las fuerzas del orden que acudieron al lugar. La segunda, a principio de abril de 1981 y finales de 1984 registra 150 muertos en 1982 y 113 en 1983 [y en 1982 se calcula que los desaparecidos hayan sido por lo menos 200, víctimas de la "lupara bianca" ('escopeta blanca', hacer desaparecer a una persona sin dejar rastro)]3. Pero es la sistemática eliminación física de sus "enemigos" de entre los simples ciudadanos y los representantes de las instituciones lo que acentúa el carácter político del paradigma mafioso representado por Cosa Nostra; consolidado por la pronunciada propensión de todas las coaliciones que suceden al gobierno en aquellos años a dejar hacer, interviniendo lo menos posible y solamente en respuesta (en modo oportunista, se podría decir) a las oleadas de indignación de la opinión pública. La historia de Cosa Nostra en el curso del siglo XX resulta también interesante si se presta atención a las modalidades de su expansión, primero hacia las vecinas regiones meridionales, después hacia la Italia septentrional e industrializada y finalmente hacia los países europeos de fuerte inmigración siciliana, como, por ejemplo, Alemania; y sobre todo si se observan las relaciones que instaura con los otros grupos del CO. Por algunos años Cosa Nostra, la organización tradicionalmente más estructurada y con los vínculos más sólidos en el mundo del tráfico ilícito internacional, ejerce un tipo de hegemonía respecto a la Camorra Napolitana; ciertamente, no en lo atinente a la administración del territorio, que continua bajo la competencia de los clanes locales, sino más bien en relación a las posibilidades de acceder a los circuitos del contrabando de cigarrillos primero, y del narcotráfico después. Inicialmente, en los años cincuenta, son los

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Es ésta, la guerra que marcó la conquista de la capital por los villani (campesinos) de Corleone, con la eliminación de los bosses más importantes de Palermo por el partido de Totò Riina y Bernardo Provenzano que regirá el destino de Cosa Nostra en la década siguiente refrendando la temporada de masacres de 1992-1993. En esos dos años se perpetran cuatro atentados dinamiteros, dos de los cuales, por primera vez en la historia de la Cosa Nostra, fuera de Sicilia. El 23 de mayo de 1992, en Capaci, mueren el juez Giovanni Falcone, su esposa Francesca Morvillo y tres guardaespaldas. El 19 de julio, en vía d' Amelio, es asesinado su colega y amigo Paolo Borsellino junto a cinco agentes guardaespaldas. En 1993, el 27 de mayo cinco personas son asesinadas por una explosión en vía dei Georgofili en Florencia; y el 27 de julio otras cinco mueren en un atentado en vía Palestro en Milán.

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mafiosos sicilianos enviados al "soggiorno obbligato" en Nápoles4 y sus alrededores quienes se sirven de sus contactos con el CO de Córcega para organizar el comercio ilegal de los cigarrillos; y en 1971 es un boss siciliano de la talla de Gerlando Alberti quien dirige, desde las faldas del Vesuvio, la conversión al tráfico de drogas, cuando la "French Connection" es desmantelada por la intervención de la Task Force One ordenada por el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon y dirigida por Henry Kissinger (BEHAN 1996). Del mismo modo, la contribución de Cosa Nostra y de la Camorra resultó ser indispensable para garantizar a las organizaciones mafiosas ya presentes en Calabria (la 'Ndrangheta) y en Puglia (la Sacra Corona Unita) la expansión de su campo de intereses y, aún más, su radio de acción. Esto no significa que la 'Ndrangheta y la Sacra Corona Unita sean una pura y simple gemación de Cosa Nostra y/o de la Camorra (cada una de estas entidades puede tener orígenes propios y tradiciones propias). Más bien, cada uno de estos grupos del CO de más reciente formación, por una lado, se enraíza cada vez más en su propio territorio, fortaleciendo su red clientelar con un número creciente de actores de los sistemas político y económico locales (exactamente como sucedió en los años anteriores en Palermo). Por otro lado, tratan de extraer la máxima ventaja posible de las interacciones con los otros grupos del CO, procurándose después áreas de específica competencia. Se explica entonces porqué en los años 1970 los frecuentes vínculos con la mafia siciliana y con la Camorra Napolitana representen un salto de calidad para la 'Ndrangheta; y no debe sorprender que por un cierto período las bandas calabreses participen de esta asociación en función subalterna, para después ir adquiriendo cada vez más un mayor grado de autonomía. Del mismo modo, en Puglia, la Sacra Corona Unita acepta por años operar bajo el control de la Camorra Napolitana para después emerger como una realidad asociativa del todo autónoma (CICONTE 1992; MASSARI 1998). Con el tiempo, Cosa Nostra ha perdido la leadership de las mafias italianas en lo que respecta a la participación en los grandes tráficos ilícitos. Hoy es la 'Ndrangheta la organización mucho más temida y poderosa, la más difundida en la Italia Septentrional y en Europa y la que ostenta la mejor red global de narcotráfico -con contactos incluso en México, particularmente con La Familia del estado de Michoacan (FINNEGAN 2010). Pero esto no ha debilitado en lo más mínimo su poder y, lo que es más importante aún, ha contribuido a acentuar su rol político - a partir de Sicilia, donde su dominio ha asumido características siempre más totalitarias. 4

La estadía obligada (o confinamiento) es una disposición judicial que obliga a residir durante un cierto período de tiempo en una determinada localidad establecida por las autoridades. Utilizada durante el fascismo contra los presos políticos, ha sido adoptada por mucho tiempo en la Italia Republicana para alejar a los mafiosos de su lugar de residencia. Esta medida, que en la intención de los legisladores debería haber permitido poner fin a la relación entre el mafioso y su clan, al final terminó favoreciendo la expansión de la mafia a las regiones continentales.

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2. El rol de la América Latina en el mercado mundial de las drogas América Latina entra irrefrenablemente en el mercado global de las drogas especialmente a partir de los años ochenta del siglo pasado. La cocaína, en particular, se convierte en uno de los productos más rentables de la economía del narcotráfico y genera una densa red de nuevas rutas comerciales entre algunas zonas, hasta entonces marginadas, del área andina y las principales ciudades norteamericanas y europeas. Se trata, de alguna manera, de un retorno al pasado: el tabaco, café, cacao y azúcar provenientes de los países latinoamericanos, además de la plata naturalmente, habían estado por siglos entre los productos más cotizados por los consumidores occidentales. Asimismo, el "descubrimiento" de la cocaína no debería sorprender si se considera que la mayoría de las sustancias psicoactivas conocidas en el mundo (plantas alcaloides, semillas, hongos, cactus como el peyote y vides como el yagè) provienen de esas áreas y que su consumo está profundamente enraizado en las culturas indígenas y en el chamanismo. Dinámicas de mercado -ampliadas por el mito que la cocaína es una droga "limpia" y menos dañina que la heroínaen pocos años transforman un circuito asignado a centenares de pequeños y anónimos contrabandistas en una de las industrias más eficientes y mejor organizadas de la economia ilícita. Y Colombia, que hasta principios de 1970 no había tenido nada que ver con la cocaína, producida principalmente en Perú y Bolivia, se convierte en un brevísimo tiempo en el núcleo de esta nueva industria (GOOTENBERG 2008; THOUMI 2003). Las dos ciudades de Medellín y de Cali, que dieron nombre a los carteles homónimos, representan mejor que cualquier otro ejemplo la gradual transición del paradigma de la mafia política al paradigma del assembled crime, y ambas se ubican a mitad del camino entre Palermo y Ciudad Juárez. La primera, Medellín, propone aún un modelo de ocupación territorial similar al de Cosa Nostra. Particularmente en la década de 1980 durante la asunción y el dominio de Pablo Escobar, Medellín llega a ser casi una especie de laboratorio social. El narcotráfico y todas las actividades económicas generadas por éste ofrecen oportunidades de empleo, especialmente a los jóvenes desempleados a consecuencia de la crisis de la producción industrial. Y la fuerza militar de la que llegan a disponer les permite abandonar comunas de origen, ubicadas en la colina, para ir al ataque del centro, del cual habían sido siempre excluidos. E incluso los corolarios de este "teorema" son los mismos: por un lado, la violencia sin escrúpulos ejercida contra cualquiera que trate de obstaculizar su camino; por otro lado, la respuesta oportunista de muchos exponentes destacados de la burguesía, listos para ponerse 107

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de su lado, ofreciendo sus servicios como abogados, contadores y banqueros comerciales, tan pronto se dan cuenta que pueden aumentar, así, sus ganancias (ROLDÁN en GOOTENBERG1999: 165-182; ROLDÁN en ARIAS, GOLDSTEIN 2010: 63-83)5. Es también significativo el hecho que la muerte de Pablo Escobar, en diciembre de 1993, da origen a una nueva fase de verdadera anarquía. El "estado al interior del estado", aquél orden que todas las grandes organizaciones del CO se jactan de saber mantener sobre su propio territorio, da lugar a una guerra de todos contra todos durante la cual, en Medellín, se enfrentan criminales dedicados a secuestros y robos y las milicias incipientes de ciudadanos pertenecientes a diferentes inspiraciones ideológicas (desde la guerrilla marxista al radicalismo cristiano) (ECHANDÍA CASTILLA 2006; DUNCAN 2006) 6 . En la ciudad de Cali, el poder de los narcotraficantes asume perfiles menos definidos, con un menor control del territorio y un uso más moderado, y sobre todo más estratégico de la violencia la cual es subrogada a individuos externos, los cuales se muestran completamente mercenarios. El CO tiende a hacerse una organización más encubierta y menos estructurada jerárquicamente y adopta sistemáticamente la estrategia de infiltrarse en las instituciones en lugar de luchar contra ellas, sirviéndose de las crecientes ganancias de las que dispone para corromper a políticos y a funcionarios de las fuerzas del orden. Lo que más cuenta, sin embargo, es que el cartel de Cali invierte muchos más recursos en la creación de redes internacionales: expandiéndose en los Estados Unidos y entrelazando relaciones con organizaciones de otros países, como por ejemplo la mafia rusa (BUNKER, SULLIVAN 2010: 30-54). En otras palabras y retomando lo afirmado en la introducción sobre las dinámicas de enraizamiento y expansión que caracterizan a los diferentes grupos del CO - el cartel de Medellín muestra una fuerte tendencia a favor de la primera estrategia y el cartel de Cali a favor de la segunda. El deseo de imponer su dominio sobre la ciudad pasa a un segundo plano respecto al alcance de sus intereses comerciales. 5

Y no se debe olvidar que incluso Pablo Escobar interpreta exitosamente el rol del líder populista y benefactor que se opone al estado de deterioro y abandono de las comunas. De hecho, él organiza movimientos como Medellín sin Tugurios o Civismo en Marcha y se muestra extremadamente generoso con su comunidad, utilizando las ganancias del narcotráfico incluso para la construcción de casas y escuelas.

6 Esto, dicho sea de paso, es el modelo que tiende a establecerse en toda Colombia, donde la privatización de la violencia ha sido aceptada (si es que no alimentada) por mucho tiempo por el mismo gobierno. A las fuerzas armadas normales, a los narcotraficantes y a los tres principales grupos guerrilleros (las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional y el Ejército Popular de Liberación) hay que añadir los numerosos grupos de autodefensa creados por cada uno de los municipios para defenderse de los ataques de la guerrilla: alrededor de 200 en 1990. Entre 1988 y 1998 se estima que estos actores hayan asesinado a 24.751 personas (pero la cifra de las víctimas reales podría ser mucho mayor): 3.884 la guerrilla, 20.887 las otras organizaciones al servicio de otros intereses. Entre 1999 y 2005, sin embargo, 25.000 llegó a ser, grosso modo, el promedio de víctimas anuales; la gran mayoría de ellos civiles desarmados.

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Gracias al cartel de Cali, y a la intensificación de la guerra contra las drogas en Colombia llevada a cabo por la Drug Enforcement Agency (Agencia de Lucha contra las Drogas) de los Estados Unidos, se logra, principalmente, la apertura de nuevas rutas a través de México que contribuyen a explicar el nacimiento de los carteles del Golfo, Tijuana, Sonora y Juárez7. Pero no debemos olvidar que las dinámicas regionales de América Latina - como también aquéllas marcadas por el incesante crecimiento de la demanda de cocaína en EE.UU. y Europa - intervienen en un contexto local que, una vez más, está determinado por las peculiaridades históricas del proceso de statebuilding y, especialmente, por las relaciones entre centro y periferia. México, al igual que Italia, llega muy tarde a asumir un orden constitucional definitivo, en 1857. Y, como Italia, encara un evento revolucionario que, aunque de signo político opuesto, termina produciendo resultados similares, en algunos aspectos, a aquéllos italianos. Por ejemplo, la necesidad de conciliar el proceso de formación del Estado, todavía en curso, con las exigencias de control social dictadas por la industrialización y por los consiguientes fenómenos de urbanización genera en ambos países, si bien en medida diversa, actitudes autoritarias. Asimismo, la falta de legitimidad del estado, y sobre todo, su incapacidad para garantizar la seguridad a todos, sin distinción de sus ciudadanos, deja amplios márgenes de acción tanto a los gobiernos locales que sobrevivieron al proceso de monopolización de la fuerza como a los nuevos actores del mercado de la protección privada. Esto contribuye a explicar porqué, en ambos países, el CO s o b r e v i v e a c u a l q u i e r t e n ta t i v o d e d e m o c r a t i z a c i ó n . En Italia, la mafia sobrevive a la mayor presencia de los partidos de izquierda que se han afirmado a partir de los inicios de la década de 1960, primero con el ingreso al gobierno de representantes del Partido Socialista y luego, en 1976, con apoyo externo garantizado por el Partido Comunista (GINSBORG 1989)8. Y cuando una buena parte de las instituciones del Estado sufre una crisis de legitimidad sin precedentes, a causa de la explosión del escándalo de las coimas a 7

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Particularmente en el caso de México, el término "cartel" debe ser usado con precaución. En primer lugar, de hecho, se aplica solamente a las principales organizaciones del narcotráfico y no a los muchos grupos pequeños que operan bajo dependencia o de una forma totalmente autónoma. En segundo lugar, no debe empujar a pensar en la existencia de estructuras rígidas y fuertemente jerarquizadas. A menudo, en efecto, se trata solamente de grupos temporalmente determinados por un conjunto de factores contingentes: por el contexto político más o menos favorable, o por las estrategias de represión que pueden imponer modificaciones en las rutas de los tráficos y reales cambios de leadership si un señor de la droga fuere encarcelado o asesinado (CAMPBELL 2009). Se trata de la fórmula , inédita en Italia, de la "non sfiducia" (no desconfianza) que posteriormente evoluciona como el "gobierno de solidaridad nacional." Dicha colaboración fue posible gracias a la convicción del entonces Secretario del Partido Comunista, Enrico Berlinguer, que: el "compromiso histórico" con la Democracia Cristiana fuese la única estrategia para contrarrestar la amenaza terrorista. Poco después, en 1978, las Brigadas Rojas secuestraron y asesinaron a Aldo Moro, presidente de la DC y partidario también de este compromiso.

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los políticos en 1992, el poder de las organizaciones mafiosas se fortalece y se prepara para una nueva era de acuerdos con las caras nuevas de la así llamada Segunda República. En México, el proceso de democratización iniciado en los años 1990 con la introducción del multipartidismo parece empeorar, en vez de resolver, los problemas de la impunidad y de la violencia generalizada -en sólo tres años, entre 1995 y 1998, la tasa de criminalidad en la Ciudad de México casi se triplica (DAVIS en ARIAS, GOLDSTEIN 2010: 35-62). Esta aparente paradoja se explica fácilmente con el hecho de la pérdida del monopolio del PRI (Partido Revolucionario Institucional), lo cual desencadena la competencia entre los actores, antiguos y nuevos, presentes en el territorio. Y, en esta competencia, los que tratan de cambiar el flujo de la historia mediante la introducción de prácticas virtuosas están destinados a sucumbir ante quienes, en cambio, quieren continuar siguiendo dicho flujo. En un ambiente tradicionalmente dominado por la corrupción policial y por el alto nivel de conflicto entre ésta y las fuerzas armadas, por citar un ejemplo, es realmente mucho más difícil reformar radicalmente estas instituciones que apoyar su naturaleza. En este contexto, el CO tiene todas las de ganar en el incremento posterior de la disgregación social: alimentando la corrupción y la rivalidad entre los órganos del Estado, a fin de consolidar en los ciudadanos la idea que éstos no son fiables, para después proponerse como el nuevo garante de la seguridad. Del mismo modo, en una sociedad dominada por una economía que, especialmente a nivel urbano, tiende cada vez más a asumir la apariencia de empleos informales, en la frontera entre lo lícito y lo ilícito, cualquier intento de imponer nuevas reglas, si es que no es apoyado por una adecuada oferta de ocupaciones alternativas, se tropezará con la determinación de los mismos trabajadores de defender sus propios beneficios, aunque sean modestos y de dudosa procedencia. El CO, sin embargo, ha inventado la economía sumergida y está en condiciones de proponer siempre nuevas variantes, llegando a configurar modelos de explotación extraordinariamente bien integrados. 3. Ciudad Juárez, la ciudad fronteriza: el paradigma del crimen maquillado Este es el caso de Ciudad Juárez, donde una serie muy compleja de circunstancias -geográficas, históricas, políticas y económicasconcurren en la determinación del valor de paradigma del CO en el período de post - Guerra Fría: 1. El confín: Juárez es una ciudad de casi 1,5 millones de habitantes al interior de un área metropolitana que se extiende, sin interrupción, hasta abarcar a El Paso, en Texas, llegando así a sobrepasar los 2 millones de habitantes. Se sitúa en el corazón de una región más 110

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amplia que llega a comprender 14 millones de habitantes, pero también al centro de toda la frontera de más de 3.000 km (1.900 millas) sobre el cual se asoman diez estados (4 en los Estados Unidos y 6 en México) con un total de más de 80 millones de habitantes. Rodeada por montañas rocosas y por el desierto, está conectada por cuatro puentes que cruzan el Río Grande, por una densa red ferroviaria y por varios túneles y canales de desagüe. Se ha calculado que a través de estas vías pasan hacia el norte más de 8 millones de peatones y 16 millones de vehículos (con más de una persona a bordo) en un año (STAUDT 2008; CAMPBELL 2009). La orografía del territorio ayuda a comprender mejor el destino de esta ciudad, que representa sobre todo el principal punto de acceso entre estos dos países. Si bien las fronteras han contribuido a hacer la fortuna de los grupos del CO, tornando extremadamente lucrativo el contrabando de mercancías y de personas, la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso puede bien ser considerada como su Dorado. 2. La tradición criminal: la ubicación geográfica de la ciudad ayuda a explicar la presencia de grupos estructurados de narcotraficantes, por ejemplo, desde los años 20 del siglo pasado, después de que la prohibición de la producción y del tráfico de opio con fines no médicos, primero en los Estados Unidos y luego en México favorece la creación del mercado negro. Juárez llega a ser ya en ese entonces un punto de tránsito del opio y de la morfina que provienen de Europa o de la India y de Birmania, pasando por el puerto de Shanghai en China y posteriormente por el puerto de Los Angeles. Algunos bosses, que pueden contar con las ganancias provenientes de los juegos de azar y la prostitución, usan su poder para corromper a políticos, policías y periodistas; y con sus actividades filantrópicas conquistan incluso el consenso de la población local (MOTTIER 2009:19-46). 3. Las dinámicas con los estados: de hecho, desde principios del siglo XX, el CO confirma ser el actor que logra obtener las mayores ventajas del doble rol que juega, por un lado, a nivel interno, respecto al Estado de Chihuahua y al gobierno federal mexicano y, por otro, a nivel internacional, respecto a los Estados Unidos. Las licencias extendidas para la apertura de nuevos casinos en la ciudad y las ganancias que se obtienen de éstos proveen a las arcas de la administración local y del estado recursos suficientes para financiar obras públicas y salarios de funcionarios por lo menos hasta 1934, cuando se prohíbe el juego de azar. Lo que más importa, sin embargo, es que esta sustancial autonomía presupuestaria fortalece el poder de las oligarquías locales que, incluso después de la revolución, logran frustrar el tentativo del gobierno federal de imponerles su ley (WASSERMAN 1993). Ni siquiera el largo mandato de poder, el cual concluyó con la derrota del PRI en las elecciones del 2000, logra 111

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eliminar completamente esta especie de condición de extraterritorialidad de la cual goza Ciudad Juárez. Y esto gracias también al hecho que esta ciudad no ha dejado nunca de jugar su segundo rol respecto a los Estados Unidos, aquél de "paraíso del vicio". La idea misma de cruzar la frontera asume una gama de nuevos significados: lo que está prohibido por la ley y/o por la moral en El Paso -en un determinado momento, por ejemplo: los juegos de azar, el consumo de alcohol, la prostitución, incluso el divorcio- llega a ser completamente lícito en Juárez, una ciudad capaz de garantizar calidad en los servicios y, sobre todo, anonimato a los ciudadanos estadounidenses. 4. Las maquiladoras: el gobierno federal de México y de los Estados Unidos tratan de extender rápidamente esta idea de "paraíso" también a la economía. A partir de 1965, México lanza un Border Industrialization Program (Programa de Industrialización Fronteriza), que pretende dar respuesta a la profunda crisis ocupacional masculina (que en esos años alcanza el 50 por ciento). Dentro de este programa, las maquiladoras, principalmente fábricas textiles o de ensamblaje de componentes mecánicos y electrónicos, están específicamente proyectadas para facilitar el empleo de mano de obra barata9 -en Ciudad Juárez se pueden encontrar más de 300 de éstas en los años 90. Contrariamente a lo esperado, sin embargo, la mano de obra persiste por mucho tiempo predominantemente femenina (con un porcentaje del 80-90 por ciento en los años 70, destinada a descender gradualmente hasta establecerse en un 60 por ciento en el año 2000). Los Estados Unidos, en cambio, hacen de la frontera el principal campo de prueba del nuevo régimen de libre intercambio, obteniendo de México la desgravación a las utilidades para las corporaciones norteamericanas que subcontratan la producción de las maquiladoras locales (LUGO 2008; STAUDT 2008)10 Este conjunto de circunstancias ha transformado en las últimas décadas a la Ciudad de Juárez en un extraordinario punto de atracción (especialmente de muchachas y de mujeres, provenientes de los estados pobres del sur) para las masas. Al mismo tiempo, sin embargo, la ha hecho un punto igualmente extraordinario de difusión de bienes y de seres humanos hacia el norte. La ubicación geográfica parece darle una función de punto central, de eje, entre las dos partes del continente que le está permitiendo alterar las tradicionales relaciones de poder con los dos centros: el Gobierno Federal de México y los Estados Unidos. Y no sólo en sentido metafórico, la creciente 9

El equivalente a 4-8 dólares por día, menos de 50 dólares por semana. En los últimos diez años este valor se ha reducido aún más por la devaluación del peso mexicano y por la ineficaz adecuación de los salarios a la inflación. 10 En 1984 México llega a formar parte del General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) y en 1994 se adhiere al North American Free Trade Agreement (NAFTA).

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militarización de la frontera que la separa de Texas es la demostración más clara. El presidente mexicano Felipe Calderón, quien a finales del 2008 envió al ejército, la administración estadounidense le respondió con el reforzamiento de los servicios de inteligencia, con el reclutamiento de nuevos hombres en la U.S. Border Patrol (Patrulla Fronteriza de Estados Unidos), con el envío de tropas de la Guardia Nacional. Y con la construcción de un costosísimo border wall (muro fronterizo) con sofisticados sistemas electrónicos de video vigilancia, de sensores térmicos y luces de alto potencial de iluminación (NEVINS 2008)11. Pero este verdadero aumento de las fuerzas y mecanismos de seguridad de ambos países, no anuncia una nueva guerra entre los dos estados, sino una santa alianza entre los mismo contra una sola ciudad, dentro de cuyos límites las cuatro circunstancias anteriormente mencionadas han creado condiciones de violencia y de ingobernabilidad de territorio, las cuales no parecen, por el momento, tener comparación en otros países - y justamente por esto asumen un valor paradigmático. En Ciudad Juárez, a partir de 1993, más de 500 mujeres han sido violadas y asesinadas, y sus cuerpos han sido encontrados en el desierto, muchos de éstos horriblemente mutilados (FREGOSO, BEJARANO 2010; DOMÍNGUEZ-RUVALCABA, CORONA 2010). En el 2008, se han registrado 1.620 asesinatos relacionados con el narcotráfico; y en el 2009 esta cifra ascendió a 2.660 (WILLIAMS 2009: 323-336)12. Un balance de guerra civil para un contexto en el que, por el contrario, la violencia no llega nunca a asumir connotaciones etno-políticas o religiosas. La responsabilidad de esta masacre cotidiana aparentemente parece fácilmente atribuible al CO y, especialmente, a las maras, la versión latinoamericana de los gangs estadounidenses o de la mafia italiana. Constituidas entre finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado en El Salvador, Honduras y Guatemala por individuos desmovilizados de la guerrilla y de los escuadrones de la muerte, las maras se han establecido en Los Ángeles y otras ciudades de Estados Unidos, donde han sabido imponerse como protagonistas del narcotráfico, dotadas principalmente del conocimiento de las rutas por las que viajaba la cocaína colombiana. Desde entonces, su poder de reclutamiento en las calles y en las cárceles ha aumentado notablemente, a la par del aumento exponencial de sus ingresos, impulsándolas a lanzar una especie de campaña de recolonización 11 A lo largo de este muro, entre 1995 y 2006, el número de muertes confirmadas ha sido de más de 350 por año; con un promedio anual que se ha duplicado entre 1999 y el 2005. En las estadísticas, sin embargo, no figuran las personas desaparecidas en el desierto, sobre las cuales no existen cifras fehacientes. 12 Téngase en cuenta que en todo Méjico, en el 2008, las víctimas asesinadas por delitos relacionados al narcotráfico han sido alrededor de 6.000; una cifra superior en un tercio al número de militares estadounidenses caídos en cinco años de guerra en Irak.

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La Problemàtica de la Inseguridad

de toda la América centro-meridional, comenzando precisamente por México, a través del cual pasa hoy en día el 80 por ciento de la droga que se consume en los Estados Unidos (RODGERS, MUGGHA 2009 301-317)13. Esto ha llevado a la creación de asentamientos estables destinados evidentemente a incrementar el nivel de confrontación con el Estado, también a alimentar la corrupción y el desarrollo de vínculos clientelares con políticos, administradores y empresarios del área; y, a veces, a implementar formas de welfare (bienestar) para los afiliados o para otros miembros de la comunidad, a fin de fortalecer su dominio mediante la búsqueda del consenso14. Sin embargo, el nivel de institucionalización alcanzado por estos grupos del CO no basta para explicar la violencia; más bien, si se observa la experiencia de la mafia política de Cosa Nostra, ésta parece afirmar exactamente lo contrario: la violencia disminuye con el aumento del arraigo en el territorio y es reemplazada por formas más sofisticadas de disuasión y, sobre todo, que no llamen la atención de los medios de comunicación ni del gobierno, pues esto podría dañar la buena gestión de los negocios. Por otro lado, ni siquiera son plausibles las interpretaciones culturalistas que atribuyen la crueldad de estos comportamientos al carácter innato de los mexicanos (como se vio anteriormente, en Italia, con los sicilianos). El machismo es un carácter intrínseco y constante en todos independientemente de los grupos del CO, donde se admite a la mujer sólo si acepta desempeñar una función doméstica (de mera reproducción o de pasatiempo sexual) o, a veces, si acepta adecuar su imagen y sus comportamientos a los masculinos. De este modo clanes y gangs de cada país coinciden en el trayecto de socialización a la violencia que acompaña al nuevo miembro desde el momento de su ingreso, marcado por un propio y verdadero rito de iniciación, hasta el momento de su salida de la organización, que a menudo coincide con su muerte (ARMAO 2000). Lo que realmente distingue a Ciudad Juárez es que todo gira en torno a la organización de la violencia y todo está orientado a su reproducción. La violencia es la fuente directa de ingresos para una amplia gama de personajes: desde los sicarios independientes hasta los miembros de las maras, desde la policía local y federal hasta los empleados de 13

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El carácter transnacional es precisamente lo que distingue a las dos maras más importantes -la Dieciocho y la Salvatrucha - de las simples pandillas, las cuales tienen una matriz puramente local y se han desarrollado en otros países como Nicaragua. También debe tenerse en cuenta que su propagación en México y en América Central ha sido fomentada por las nuevas normas sobre la inmigración ilegal introducidas en 1996 en los Estados Unidos, lo que condujo entre 1998 y el 2005 a la expulsión de casi 200.000 individuos, un cuarto de los cuales, hasta aquel momento, estaban recluidos en las cárceles americanas. Esta evolución vaticinaría, según algunos autores, el ingreso de los cárteles mejicanos a una fase de desarrollo en el que el potencial de la insurgencia criminal podría alcanzar tales niveles que amenazaría la estabilidad misma del Estado Mexicano (BUNKER, SULLIVAN 2010).

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

las compañías de seguridad privada. La violencia se vende bajo la forma de servicios de protección a cualquier persona que esté en condiciones de pagarla. La violencia es el instrumento para alimentar el mercado de la inseguridad y, con eso, el consumo de armas que debe ponerle remedio. La violencia es el instrumento para llamar la atención de una audiencia diferente y más amplia respecto al objetivo, el cual es a menudo totalmente ingenuo e indefenso. En Ciudad Juárez la violencia no obedece a ninguna estrategia política: es el efectivo el que regula las transacciones en la zona de libre comercio, es uno de los costos agregados del trabajo en los dos tipos principales de empresa del área: las maras, por supuesto, pero también las maquiladoras. Las víctimas del feminicidio, de hecho, son casi en su totalidad jóvenes obreras, secuestradas en su mayoría en el momento de la salida del sus puestos de trabajo. La explotación sexual ejercida sobre ellas, hasta el punto de hacer estragos con sus cuerpos, no representa más que la arrogante pretensión de los hombres de extender a las relaciones de género la misma lógica que rige las relaciones laborales en una economía que tiende cada vez más a reproducir a nivel urbano el modelo de explotación (la mano de obra esclava), que se aplicó en los campos de concentración nazi (SOFSKY 1995). En un contexto similar, no sólo resulta imposible identificar una estrategia política precisa, sino pierde cualquier significado real incluso la idea de reconstruir los eventos en términos de conflicto (por el control del mercado del narcotráfico) entre facciones opuestas. Son ya muchos los grupos involucrados y cada día pueden surgir nuevas alianzas consideradas inimaginables anteriormente, así como también pueden presentarse imprevistos cambios de actitud. Además, las mismas fronteras del CO pierden su nitidez porque incluso individuos externos forman, siempre en mayor grado, parte activa en la comisión de delitos, incluso de sangre. Como en el caso del feminicidio, en el curso de los años se pudo observar (sin éxito) en las investigaciones que estaban involucrados jefes del narcotráfico, pero también miembros de la policía y representantes de la élite social y empresarial de la ciudad. Empero, existe aún un principio de organización que gobierna la violencia en Ciudad Juárez y que también explica la capacidad de resistencia del CO a la acción represiva combinada de los gobiernos de México y de los Estados Unidos. Y es el mismo que domina la producción al interior de las maquiladoras y que ha determinado su éxito: el ensamblaje. El CO, en otras palabras, parece seguir una lógica que ya no tiene nada que ver con grandes proyectos políticos de control territorial, ni con la construcción de grandes redes transnacionales. La prioridad llega a ser el producto: la acción criminal. Como en las maquiladoras donde se limitan a armar piezas, sin 115

La Problemàtica de la Inseguridad

importar quiénes o dónde las realizaron, el CO ensambla delitos individuales. Las ventajas de este modo de proceder son muchas: la posibilidad de cambiar fácilmente de producto y de proveedor (en el caso de las drogas, por ejemplo), de modificar a voluntad la línea de montaje (de redistribuir las tareas a gangs diferentes y de rediseñar las jerarquías entre ellos según las necesidades, de poder servirse de la mano de obra barata puesta a disposición por un rico ejército de reserva de trabajadores precarios del crimen (muchas funciones en la industria del CO, no requieren en lo absoluto personal altamente calificado). Conclusión. Reconstruyamos redes de confianza no coercitivas Pensar en combatir esta realidad con los instrumentos tradicionales de represión, tal vez volviendo a proponer nuevas campañas de guerra a las drogas, parece más ilógico que inútil. La violencia del Estado, en realidad, va exactamente en la misma dirección que la del CO. Se suma a ella, multiplicando sus efectos en términos de disgregación del aparato social: no es una casualidad que las muertes en Ciudad Juárez se hayan incrementado después del envío del ejército15. Asimismo, una estrategia similar se tropezaría con la dificultad concreta de identificar el blanco a ser alcanzado: como se ha visto, el CO se configura como un poder invisible, oculto; puede contar con una amplia red de complicidades en la sociedad civil y en el Estado; y sobre todo, conoce el terreno de enfrentamiento mucho mejor que sus oponentes. La demostración más evidente de este hecho es la capacidad de los jefes de la mafia y de aquéllos de los carteles mexicanos de escapar, a veces durante décadas, a las capturas sin la necesidad de abandonar jamás sus lugares de origen. Charles Tilly, en su última obra, enriquece el análisis de las dinámicas históricas entre la ciudad y el Estado mediante la inclusión de un tercer actor: los trust networks (las redes de confianza). Si la función específica de la ciudad es la acumulación y la coordinación del capital y la del Estado es la acumulación y coordinación de la coerción, a las trust networks corresponde acumular y coordinar el compromiso. El comercio a larga distancia, por ejemplo, ha sido sostenido durante siglos por redes de grupos organizados sobre una base étnica, esparcidos en diferentes ciudades del mundo. Históricamente, además, el encuentro entre estas tres entidades ha dado lugar a conflictos que los miembros de las trust networks han enfrentado adoptando casi siempre cuatro estrategias diferentes: la evasión (la 15

El gobierno italiano envío también el ejército a Palermo después de los atentados de 1992, pero con una función meramente simbólica y no represiva, más o menos para demostrar la "reconquista" del territorio de la ciudad de parte del Estado. La medida no tuvo ningún efecto real, salvo, probablemente, la limitación de la libertad de acción de la delincuencia común.

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

ocultación o la disimulación), la integración (a través de la conquista de posiciones de poder o de la aceptación de las posiciones de repliegue), el patrocinio (hacerse proteger por un intermediario lo suficientemente poderoso) o la resistencia (el enfrentamiento directo, la opción más arriesgada) (TILLY 1985). A un CO que compite con la ciudad y con el Estado para la acumulación y la coordinación del capital y del poder coercitivo - frecuentemente en condiciones de igualdad y también en ocasiones en condiciones de ventaja - sólo se puede contraponer trust networks de ciudadanos capaces de reconstruir el patrimonio de lazos sociales que fue destruido, sin recurrir a la violencia. La "primavera de Palermo" de los años 80 y el movimiento antimafia generado por los asesinatos de Falcone y Borsellino han representado intentos extraordinariamente exitosos de ello, al menos hasta que la cohesión interna les permitió adoptar una estrategia de resistencia y no ir en busca de patrocinios políticos (SCHNEIDER, SCHNEIDER 2003). Pero incluso en Ciudad Juárez la construcción de estas networks ha tenido un progreso considerable, gracias en gran medida a las mujeres, madres y abuelas de las víctimas del feminicidio, cuya rebelión pacífica ha tenido eco en los medios de comunicación, logrando movilizar redes de activistas incluso en los Estados Unidos y en Europa (STAUDT 2008). Esta idea de Tilly debe ser retomada y desarrollada por los científicos sociales, quienes también están de todas maneras constreñidos a comprometerse con estas trust netwotks, en un intento de dar una respuesta al menos teóricamente plausible al CO, para luego evaluar cuáles son las mejores condiciones empíricas de su factibilidad.

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

INSTITUCIONALIDAD DISFUNCIONAL Y AUTORECLUSION SOCIAL FRENTE A LA INSEGURIDAD CIUDADANA EN BOLIVIA Joaquín Saravia Calderón Universidad Mayor de San Andrés

Introducción ¿Vale la pena realizar investigaciones académicas sobre inseguridad ciudadana? ¿Tiene alguna utilidad la realización de estudios sobre inseguridad ciudadana? ¿Acaso los estudios ayudan a resolver el problema de la inseguridad ciudadana? Comenzamos con esas preguntas el desarrollo del presente artículo a raíz del escepticismo de algunos profesionales, periodistas y ciudadanos bolivianos que acuden a la evidencia de la observación cotidiana o experiencia directa para justificar la prescindencia de estudios y demandar más bien acciones institucionales prácticas. Paralela a aquella apreciación se plantean soluciones basadas en el sentido común encaminadas al incremento de efectivos policiales y al endurecimiento de sanciones para los infractores de la ley. Socialmente es la posición más compartida y generalizada. La creciente amenaza del delito percibida por la población, a la que se suma la resonancia ocasionada por los medios de comunicación, han hecho que el delito sea visto como un problema por sí mismo, tan inobjetable - se dice - que no hace falta diagnósticos para darse cuenta de su evidencia. Curiosamente, el reclamo social de urgentes medidas de intervención institucional no tiene relación con una apropiada y suficiente cantidad de estudios serios y planificados. La Encuesta Internacional a Víctimas del Delito, tan difundida en varios países del mundo, aún no ha podido ser aplicada en su integridad en Bolivia. Cabe destacar que la misma constituye un ambicioso instrumento para un gran número de países por su metodología común y porque permite la recopilación de información sistemática y estandarizada. En nuestro país una de las 122

La Problemàtica de la Inseguridad

primeras encuestas de cobertura nacional fue ejecutada por el PNUD en el 2006 donde se tocó algunos tópicos de la inseguridad ciudadana. En este mismo periodo se registraron otros trabajos, aunque como estudios de caso, insuficientes todavía para transformarse en instrumentos de monitoreo. Los vacios sobre el tema generan licencias de todo gusto sobre las acepciones conceptuales ligadas a la inseguridad ciudadana, entendida muchas veces como sinónimo de seguridad ciudadana o delincuencia. En Bolivia el apelativo de seguridad ciudadana o inseguridad ciudadana fue entronizado bajo el actual gobierno de Evo Morales, ¿significa esto que antes del mismo no existía la inseguridad ciudadana como problema social? De ninguna manera, sólo que el denominativo corrientemente utilizado era delincuencia, su reemplazo por el mencionado apelativo obedeció a la internación al país de materiales de carácter académico y técnico promovidos por organismos internacionales y por el intercambio de información con otros países. Ahora bien, por más que buena parte de la población boliviana y autoridades basan su opinión en la evidencia de los hechos y en la adopción de medidas drásticas, aquí se insistirá en el valor del conocimiento basado en la investigación y reflexión, además ya se conocen los resultados de aquellas medidas que presentadas inicialmente como soluciones en otros países no han logrado solucionar ni reducir el problema, razón por la que persisten las preguntas sin respuestas que no pueden ser salvadas sino por el esfuerzo de la investigación El presente análisis asume un enfoque integral que va más allá de las visiones policiales, normativistas o de sentido común sobre la seguridad ciudadana. Como dice Bernardo Kliksberg, "El abordaje de sentido común de la seguridad ha llevado a los gobiernos de los países de la región a cometer grandes errores en sus políticas de seguridad" (Kliksberg 2009). Para operativizar aquel enfoque se tratará a los diferentes factores inmiscuidos de manera directa e indirecta en el tema; para ello se hará uso de los resultados de una encuesta sobre inseguridad ciudadana aplicada el 2011 en todo el territorio boliviano con la finalidad de ilustrar el análisis y se matizará el trabajo con material hemerográfico, que a fin de cuentas viene a ser un interesante termómetro social de medición. 1.

Evolución de la inseguridad ciudadana

Sin lugar a dudas, la criminalidad en este momento forma parte ya de la reproducción social y del imaginario colectivo boliviano en forma superlativa no sólo por su extensión sino por su diversificación. Con ella, el miedo se ha incrustado en la vida cotidiana de las personas 123

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

y ha alterado hábitos urbanos de conducta. ¿Pero cuál es el estado, nivel y tipo de criminalidad de nuestro país con respecto a otros? ¿Cómo determinar si nuestra situación de criminalidad se encuentra - como diría Durkheim - dentro los marcos de la "normalidad"? Algunos datos utilizados comparativamente permitirán saber esa situación. Una primera comparación de hace pocos años sobre el índice de criminalidad toma en cuenta a los países de América Latina y otros pertenecientes a Europa. En países latinoamericanos el índice de criminalidad alcanza al 25.1 por cada 100.000 habitantes al año, mientras que en países como Noruega, Dinamarca, Suecia y Canada al 0.9 a 2.2(SAIN 2009). Obviamente, Bolivia se halla dentro de esa relación, puesto que forma parte de América Latina. Aunque aquel dato es llamativo, su valor se incrementa más cuando se estima sus implicaciones expresadas en costos tangibles (pérdidas económicas y de vida) y los costos intangibles (miedo, terror y deterioro de la calidad de vida) que aumentaron en América Latina y que refieren a sus condiciones sociales de vida. No podía ser de otra forma, porque si se tuviera que tomar en cuenta, comparativamente también, los indicadores socio-económicos de los países citados, saltaría a la vista las distancias que separan a ambas realidades y se expresan en los polos opuestos de pobreza - riqueza, determinantes en el ritmo y nivel de la criminalidad. En lo que hace al tema de la delincuencia latinoamericana, diversos estudios demostraron reiterativamente la enorme preocupación sentida por la población y la prioridad declarada por los gobiernos con miras a combatirla. Ya el latinobarómetro de 1995 señalaba que algo menos del 80% de sus ciudadanos consideraban que la delincuencia había aumentado, a finales del 2001 quienes pensaban así sobrepasaban el 95%. Pero también el delito objetivo se había incrementado alarmantemente. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reportó que los homicidios en América Latina se duplicaron en los años de 1980 a 1990 (SAIN 2009:47). En ese mismo sentido la delincuencia fue escalando en importancia hasta convertirse ahora en una de los problemas centrales. ¿Y qué pasa en Bolivia? Tres frases pueden resumir el estado de la delincuencia: a) Ascenso paulatino de la delincuencia hasta posicionarse como problema central, b) crecimiento moderado del delito objetivo y c) inflación subjetiva del delito. Pasemos a desarrollar cada uno de estos puntos. a) Sobre el ascenso en importancia lograda por la delincuencia, los resultados de una encuesta aplicada el 2006 por el Programa de 124

La Problemàtica de la Inseguridad

Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ubicaba a la delincuencia en el sexto lugar de importancia, detrás del problema económico, desempleo, corrupción, pobreza y problemas políticos (BOLIVIA 2010). Por su parte, la encuesta realizada por CIES Internacional el 2010 en cuatro ciudades del eje central de Bolivia, revelaba que la población sentía mayor inseguridad que hace diez años1, la causa de ella se debía a los robos, asaltos, consumo de alcohol en vía pública y la existencia de pandillas. A estas alturas las estadísticas y estudios efectuados por diferentes instituciones ubican a la inseguridad ciudadana en los primeros lugares de preocupación social. De acuerdo a la encuesta nacional ejecutada el 2011 por el Proyecto de Seguridad Ciudadana de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) los problemas más importantes detectados por la población boliviana fueron los siguientes: Cuadro 1 ¿Cuál es el problema que más le preocupa a usted actualmente ? PROBLEMAS La inseguridad ciudadana La pobreza El tráfico y consumo de drogas El desempleo La contaminación ambiental La corrupción Los problemas de salud Otros No responde Total

PORCENTAJE 35,6 18,7 13,4 10,4 10,1 7,4 2,4 1,4 0,5 100

Como se puede ver, en esta oportunidad la inseguridad ciudadana ha terminado por desplazar en importancia a otros problemas que en el pasado motivaban la preocupación de la población, es el caso del desempleo y la corrupción. Sin embargo, no se debe confundir el dato como sinónimo de incremento real de la delincuencia, puesto que el dato tiene que ver más bien con la impresión de las personas. Lo interesante de la información es que en los últimos cinco años los mapas mentales colectivos sufrieron una modificación que influyeron en el posicionamiento de los problemas sociales.

1

"En el eje central sienten que hay más inseguridad que hace 10 años". La Razón. 18-06-2010. p. A10.

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b) Ahora bien, si la inquietud por la inseguridad ciudadana ha trepado visiblemente ¿cuánto ha crecido la delincuencia objetivamente? Es complicado dar una respuesta para el caso boliviano, considerando la precariedad, insuficiencia y contradicciones que existen en el manejo de datos por parte de diferentes instituciones. El Plan Nacional de Seguridad Ciudadana del gobierno de Bolivia, basándose en la información manejada por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), señala que en el último quinquenio la delincuencia registró un incremento general a la par del crecimiento demográfico, la migración campo-ciudad, migración ilegal de ciudadanos extranjeros, pobreza, fragilidad normativa penal, etc. (BOLIVIA 2010) vale decir, la delincuencia tuvo un crecimiento "normal" con arreglo a la variación de otros indicadores sociales. En términos cuantitativos, el incremento acumulado habría sido del 5.52% hasta el 2009, La Paz es el departamento que registra más casos, seguido de Santa Cruz y Cochabamba. Por nuestra parte, utilizando la misma información de la FELCC, para el periodo 2006-2010, se nota un progreso sostenible de la delincuencia a nivel nacional. Gráfico 1 Frecuencia de casos por años a nivel nacional 2006 - 2010 49519 50000 45000 40000 35000 30000 25000 20000 15000 10000 5000 0

41770 33096

44076

36721

Gestión 2006 Gestión 2007 Gestión 2008 Gestión 2009 Gestión 2010

Contrariamente a la percepción colectiva del aumento subjetivo de la inseguridad, el aumento objetivo de la delincuencia no mantiene proporción con aquella. ¿Qué ha sucedido entonces? He aquí un vacío, que más allá de la veracidad de los datos, invita a buscar respuestas mediante investigaciones interdisciplinarias desligadas del sentido común. ¿Cuál es la estructura delictiva de casos? La mayor parte de los delitos tiene que ver con robo, hurto y robo con violencia. Los objetos del delito suelen ser muchas veces celulares, sombreros, billeteras y otros adminículos de baja cuantía. Una mirada de trasfondo hará notar que ellos provienen de la pobreza; irónicamente Bolivia cuenta con una delincuencia pobre. La situación de subdesarrollo marca un tipo de 126

La Problemàtica de la Inseguridad

delito predominante cometido secularmente. Siempre fue así. Los archivos históricos de La Paz ratifican aquel hecho cuando a principios del siglo XIX los delitos más comunes eran los mismos que los que se comenten actualmente en su mayoría. La impronta y secuelas del régimen colonial y una sociedad plena de exclusiones, injusticias y racismo empujaron a muchos a la comisión de delitos en los cuales no era extraño encontrar a indios y mestizos como autores de los mismos. La reclusión y hacinamiento en sitios precarios insalubres era tan igual como ahora, por eso es que durante la rebelión comandada por Tupaj Katari en 1781 una de las demandas de los indios era la destrucción de las "cárceles inmundas"(QUISPE 2011). En la actualidad la situación no ha cambiado mucho si se considera que la población sin sentencia ejecutoriada y que vive hacinada en las cárceles bolivianas llega al 70% y donde la mayoría es de extracción indígena y mestiza, acusada por delitos menores; delitos de la pobreza. A continuación presentamos, a manera de ejemplo, un mapa de zonas crimípetas (lugares que atraen delitos) en la ciudad de La Paz (sede de gobierno). Mapa 1 Zonas crimípetas en la ciudad de La Paz

Fuente: La Razón. 8-07-2007

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

c) Que sucede ahora con el comportamiento de la inseguridad desde la percepción de la población? Acudiendo otra vez a los datos de la encuesta de la UMSA se tiene el siguiente cuadro: Cuadro 2 ¿Cuál es su percepción sobre el comportamiento de la inseguridad ciudadana en el último año? Respuestas Ha aumentado Se ha mantenido Ha disminuido No sabe No responde Total

Porcentaje 85,4 11,7 2,5 0,7 0,1 100

Si por un lado el delito objetivo acusa un aumento constante, la percepción sobre el aumento de la inseguridad se dispara abruptamente (85.4%), sólo una pequeña fracción sostiene que la misma se ha mantenido (11.9%), aún así, este porcentaje es superior al delito objetivo analizado líneas arriba. En consecuencia, en Bolivia la inseguridad no sólo ha escalado al primer lugar de importancia entre otros problemas sociales (sentido vertical), sino también se ha generalizado en cuanto a su percepción (sentido horizontal). La poca información existente refleja igualmente el sitial de importancia que ha ido cobrando la delincuencia en la percepción de la población. 2.

Causas para el incremento de la inseguridad ciudadana

Un vistazo global permite fácilmente identificar numerosas y diversas causas que desde la opinión de los encuestados se relacionan con la inseguridad. Algunas de ellas despiertan sorpresa por cuanto contradicen a los datos que a veces oficialmente se muestran públicamente como reales. Nuevamente emerge la pregunta relativa a la validez de ellos. ¿Cuán reales son los datos manejados por autoridades de gobierno o los percibidos por la población en torno a los problemas mencionados en el cuadro? ¿Existe correspondencia entre grado de percepción ciudadano y el registro estadístico gubernamental? Estas preguntas se formulan a raíz de la ratificación, por ejemplo, de la importancia cobrada por el desempleo dentro las preocupaciones colectivas cuando por su lado el gobierno de Evo Morales sostiene haberlo reducido a un 6%. Si esto es así la incidencia del desempleo sobre la inseguridad ciudadana sería falsa o no muy cierta, si eso no es así cobraría validez la percepción donde la 128

La Problemàtica de la Inseguridad

inseguridad es efecto en parte del desempleo. Ante tal situación probablemente algunos sientan la tentación de explicar el problema apelando a conceptos de inflación de percepciones o manipulación estadística; como no es nuestra intención participar de ese debate, orientamos más bien nuestro interés en otros focos de atención presentes en el cuadro. Cuadro 3 Causas para la existencia de la inseguridad ciudadana Causas Porcentaje El desempleo 35.8 La pobreza 12.9 La ineficiencia policial 12.1 Falta de valores 10.2 El alcoholismo 7.2 El tráfico y consumo de drogas 6.6 Falta de control a los hijos 5.3 La presencia de pandillas 3.3 La migración de extranjeros 1.1 La mala gestión de gobierno 1.8 La mala administración de justicia 1.8 No sabe 0.8 La falta de organización vecinal 0.5 No responde 0.3 Influencia de los medios de comunicación 0.2 Crecimiento demográfico 0.2 Discriminación 0.1 Total 100 Las opiniones de los encuestados, en su tipología y carácter, sugieren una estrategia interpretativa en dos dimensiones: de forma y de trasfondo. La primera tiene que ver con el análisis de las variaciones y comparaciones porcentuales, la segunda esconde un estado de situación sobre el problema que sólo puede visibilizarse descifrando lo que hay detrás de los datos. Comencemos con esta última. 2.1. Raíz estructural de la inseguridad ciudadana Líneas arriba se decía que el análisis la inseguridad ciudadana se abordaría con un enfoque integral para su comprensión y resolución, veamos si en las apreciaciones de los ciudadanos es posible encontrar otras causales no siempre vinculadas a factores criminalísticos y normativos. Para ello se realizará un reordenamiento de tipo significativo de las causas a partir de las respuestas dadas por los encuestados 129

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

con la finalidad de convertirlas en indicadores. Causas

ESTRUCTURALES

POLÍTICAS PÚBLICAS

DESEMPEÑO INSTITUCIONAL

SOCIALES

Descripción Problemas crónicos de larga duración que influyen en el moldeamiento del tipo de Estado y de sociedad. Conjunto de acciones desplegadas desde el Estado con el fin de mejorar las condiciones de vida de la población bajo la responsabilidad de autoridades que eventualmente se encuentran en conducción de gobierno.

Indicadores * Desempleo * Pobreza *

Tráfico de drogas * Migración de extranjeros * Mala gestión de gobierno * Crecimiento demográfico

Modo de ejercicio de las funciones asignadas formalmente a las diferentes instituciones de carácter público y privado con miras a cumplir sus objetivos y a satisfacer las necesidades de la población.

* Ineficiencia policial * Influencia de los medios de comunicación * Mala administración de justicia

Conjunto de comportamientos individuales y grupales relacionadas, por un lado, con la responsabilidad del tipo de Estado y de las políticas públicas aplicadas, y, por otro lado, con responsabilidades de las acciones tomadas por los actores sociales frente a las condiciones institucionales.

* Falta de control a los hijos * Presencia de pandillas * Discriminación * Falta de organización vecinal * Alcoholismo

Una visión sincrónica y diacrónica de la inseguridad ciudadana brinda la posibilidad de contar con una evaluación donde la misma queda condicionada a la persistencia de problemas seculares e irresueltos, como el caso del desempleo y la pobreza. A ello se añaden los factores provenientes del contexto actual incidiendo en la inseguridad. El trasfondo histórico y coyuntural brinda a su vez la oportunidad de comprobar que las soluciones al problema de la inseguridad tiene un profundo anclaje de difícil remoción y resistente a las meras soluciones normativistas y criminalistas; del mismo modo, se advierte estructuras de responsabilidades diferenciadas para la inseguridad, que secuencialmente parte desde el Estado hasta llegar a los mismos ciudadanos. La interpretación de campos cruzados de responsabilidad 130

La Problemàtica de la Inseguridad

(Estado-sociedad; sociedad Estado) coadyuvaría a diferenciar y priorizar soluciones. Dentro de este marco se pasará ahora al análisis de forma, para lo cual se acudirá a los datos del cuadro.

2.1.1. Los factores estructurales El enfoque que se otorga en este momento al tratamiento de la inseguridad ciudadana por parte de las autoridades es de carácter cortoplacista, de hecho, es la tradición que siempre ha prevalecido, de ahí los famosos "planes de contingencia" aplicados en todo el país durante fechas festivas. Los planes de larga duración con medidas estructurales condignos a las raíces estructurales del problema aún están pendientes. Los resultados de la Primera Cumbre de Seguridad Ciudadana realizada el 2011 recoge la impronta cortoplacista de tipo administrativo simplemente. Las acciones aprobadas en esa cumbre son de corto plazo, pues se vinculan al fortalecimiento del sistema normativo, como la aprobación de la "ley de posesión de armas y explosivos", "ley contra el consumo y expendio de bebidas alcohólicas", "contra el robo de vehículos y autopartes", "la justicia penal juvenil", "la imprescriptibilidad de los delitos de narcotráfico" y la "seguridad en las carreteras". A estas decisiones se acompañan otras que siempre se las mencionan en los discursos pero permanecen pendientes en su aplicación o están parcialmente ejecutadas, por ejemplo, la modernización de los centros penitenciarios, la rehabilitación social en las cárceles, etc. Vistas las cosas así, el delito pareciera ser "culpa de alguien", de "los otros" (los delincuentes) en el presente y no así el resultado de un procesos estructural, al menos no aparece con énfasis este aspecto en el análisis efectuado en la cumbre. Por si eso fuera poco, como es normal en la tradición administrativa boliviana, las normas aprobadas no se caracterizan por su cumplimiento, o se lo hace parcial o defectuosamente, así lo corroboramos en nuestra gira por las ciudades del interior de Bolivia y con las entrevistas dirigidas a las autoridades. En lo que hace a las dirigencias vecinales, muchas de ellas señalaron no conocer siquiera los resultados de aquel evento.

a) La influencia del desempleo y la pobreza Si las incumplidas decisiones prolongan la inseguridad, no menos grave resulta el desconocimiento (consciente o no) de los factores estructurales que influyen para su existencia, es el caso del desempleo y la pobreza. Es muy probable que un policía o un juez no puedan incorporar en sus reacciones inmediatas contra la delincuencia consideraciones teóricas sobre el empleo o la pobreza, la dimensión de su tratamiento es otro, éstas merecen estar insertas en las políticas elaboradas por expertos de formación interdisciplinaria. Aunque fuera eficiente la labor de los policías en detener al delincuente ello no 131

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

significa pensar en la contención de los efectos provenientes de las condiciones estructurales, que es de donde procede la pobreza y delincuencia. La ecuación pobreza=delincuencia o desempleo=delincuencia se mantiene aún en la agenda de problemas atávicos de Bolivia. La impronta de necesidades insatisfechas afecta todavía a la mayoría de los bolivianos, a pesar de que el presidente de Bolivia declare que en los últimos cinco años un millón de bolivianos pasaron de pobres para ser parte de la clase media. El predominio del tipo y cantidad de delitos menores no hacen otra cosa que denunciar la persistencia de la pobreza boliviana. Por otro lado, a pesar del 6% de desempleo indicado por las autoridades de gobierno, no se hace en contrapartida mayores referencias a la calidad del empleo que en su versión de desempleo visible e invisible cobró amplitud en los últimos años. ¿Cómo eludir este aspecto cuando el modelo económico boliviano tiene basamento primario exportador en los sectores de la minería e hidrocarburos saturadas de mano de obra e imposibilitadas de absorber más? ¿Cómo soslayar a una gran parte de la población marginada del empleo formal y obligada a migrar al sector informal que en el momento bordea el 70% de la economía boliviana?. ¿Cuál es la relación de aquellas situaciones con la delincuencia y la inseguridad ciudadana? Si asumimos como válida aquella ecuación la conclusión sería que se tendrá delincuencia e inseguridad para rato en tanto las políticas públicas sean reducidas simplemente a planes de contingencia y no orientadas a modificar las seculares estructuras sociales de desigualdad. Durante siglos el modelo económico de Bolivia siempre ha sido el primario exportador y el rostro social siempre ha sido el de la pobreza, por eso es que la calidad y tipo de delitos reciben a su vez la impronta de esas características socio-económicas.

2.1.2. Los factores coyunturales a) La implementación de políticas públicas Así como existen causas estructurales para explicar la inseguridad, las hay también de tipo coyuntural, es decir, aquellas que -según las personas consultadas- tienen origen en las condiciones presentes de la sociedad, pero específicamente en la manera como se elaboran y toman acciones para enfrentar la misma, ya sea de manera directa o indirecta, es el caso de las políticas públicas, no consideradas muchas veces en los planes de seguridad ciudadana con un enfoque de impacto directo y no tangencialmente. Veamos que causas 132

La Problemàtica de la Inseguridad

identificaron las personas dentro de esta categoría creada para fines analíticos. Sobre el tráfico de drogas, la población asocia su existencia a la inseguridad ciudadana. Si esto es así ¿qué tiene que ver el tráfico de drogas con las políticas públicas? Todos en Bolivia saben que la cocaína está vinculada a la provisión de la coca, de la misma manera que se sabe que existen normas para su producción y su comercialización. Varios gobiernos elaboraron diferentes planes que incluyeron no solamente la producción sino la erradicación de la misma en vista de haberse registrado producción excedentaria. Aunque no se tienen datos exactos por razones técnicas, pero sobre todo por razones políticas, todos los estudios coinciden en el crecimiento de la frontera agrícola de la coca, que, entre los datos más altos apuntan a las 40.000 hectáreas cuando lo legal es de 12.000 hectáreas. El actual gobierno, pese a algunas incautaciones de cocaína y procesos de erradicación no ha logrado nivelar la producción de coca a la autorización legal, razón por la cual los conflictos sociales con los cocaleros, particularmente del Chapare, fueron inexistentes y no frecuentes como en anteriores gobiernos; eso ha sido así porque los cocaleros constituyen la influyente base social y política del gobierno. Y es aquí justamente que brota la primera gran contradicción en el discurso de la inseguridad ciudadana, pues mientras se pretende aprobar una ley de imprescriptibilidad de los delitos de narcotráfico, se permite y se tolera la existencia de coca excedentaria, fuente de la cocaína. Entre otros datos que provoca reflexión es que 3 de cada 10 delitos se cometen bajo la influencia de las drogas; además se calcula que en los últimos cinco años aparecieron 20.000 nuevos adictos a la droga. Pero si bien los delitos están relacionados con el consumo de drogas, especialmente de cocaína, ésta a su vez se halla vinculada a la ampliación de los cultivos de coca, que según el Centro Latinoamericano de Investigación Científica en Bolivia (CELIN) se elevó en un 21.66% entre el 2005 y el 2010. Este dato es otra forma de entender la delincuencia y la inseguridad, su relación debe ubicarse en el marco de las políticas públicas, que para el caso del Gobierno actual adolecen de incoherencias. Aquella contradicción ha agudizado y creado nuevos problemas. Por un lado, está lo que se ha venido a llamar como "narcoviolencia", especialmente en la ciudad de Santa Cruz, lugar de circulación de la droga, donde el ajuste de cuentas entre clanes por el control del tráfico de drogas ha cobrado la vida de personas a plena luz del día y donde también jueces y policías se hallan comprometidos. Además, 133

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

el problema ha trascendido más allá de las fronteras nacionales hasta cobrar alcance internacional, por eso países vecinos como Chile y Brasil manifestaron su preocupación por el tráfico de drogas. Pero el principal problema se manifestó en el deterioro de las relaciones diplomáticas entre Bolivia y EE.UU. a causa de la producción de la coca y el tráfico de drogas hacia este país. De esta manera, la inseguridad ocasionada por las drogas no solamente se ha convertido en un problema nacional, sino internacional. La inmigración de extranjeros representa otro aspecto de las políticas públicas, desde la óptica de la población el fenómeno ha ido ganando calificación negativa al tipificar a los extranjeros como una amenaza. En el caso particular de los peruanos, se ha formado un estereotipo por el cual aparecen ligados a la delincuencia a partir de algunos casos, donde evidentemente, estuvieron involucrados y porque representa a una de la comunidades extranjeras más grandes, especialmente en la ciudad de El Alto, que cobija a siete organizaciones peruanas que hacen vida económica, social y cultural de forma orgánica. Los delitos en que se vieron envueltos residentes peruanos crearon la imagen del "otro", el peligroso, el amenazante y el culpable de la inseguridad. Más allá de los delitos mencionados, lo que llama la atención es la débil política de fronteras en Bolivia, tanto las salidas como los ingresos tienen en frente insuficientes, franqueables y manipulables mecanismos normativos que indirectamente influyen en la inseguridad ciudadana; la presencia de extranjeros en el tráfico de drogas y las mafias alrededor de él es otro ejemplo. La gestión de gobierno viene a ser otro objeto de críticas por parte de los encuestados, es muy probable que las mismas estén asociadas a todo cuanto se ha dicho hasta ahora y las contradicciones existentes entre el discurso gubernamental y la realidad.

b) El desempeño institucional En opinión de las personas existen dos instituciones que no estarían cumpliendo adecuadamente sus funciones y roles, tradicionalmente han sido la policía y la justicia, a las cuales se imputa negligencia en la atención de casos de seguridad ciudadana. En los siguientes puntos se abundará en detalle sobre el funcionamiento de esas dos instituciones.

c) Las causas sociales

Otra de las causas de la inseguridad ciudadana es la falta de control a los hijos. ¿Qué situación subyace en este razonamiento de la población? ¿Cuál es la relación entre familia e inseguridad?, 134

La Problemàtica de la Inseguridad

establezcamos algunas relaciones. Según la Cooperación Técnica Alemana (GTZ ), el 72% de los matrimonios en Bolivia termina en divorcio2. Colateralmente, hay cada vez más familias monoparentales, la mayor parte de éstas con jefatura femenina. Los principales motivos para la desintegración familiar son la crisis económica, la violencia, la migración e incompatibilidad de caracteres. De aquella realidad emergen dos situaciones vitales ligadas al control de los hijos. Primera ¿Cómo ejercer el control de los hijos cuando la responsabilidad recae solamente en uno de los padres, especialmente en las madres? La conducción de los hogares solamente por mujeres genera muchas veces problemas de autoridad al interior de las familias donde muchas veces los hijos tienden a asumir decisiones personales y alejados de la potestad materna. Segunda, las funciones paternas y el trabajo de los padres termina repercutiendo en el control de los hijos. La falta de trabajo obliga a los padres a salir de la casa con el fin de garantizar la provisión de los medios de subsistencia, labor a la que se suman a veces los hijos cuando la capacidad para hacerlo es deficiente ¿cómo tener un adecuado control de los hijos bajo estas condiciones? La situación empeora en familias monoparentales con jefatura femenina, donde las mujeres ocupan la mayor parte del sector informal (80%) con un promedio de ingresos nacional más bajo con relación a los hombres (PNUD 2010); consiguientemente el trabajo fuera del hogar y las jornadas laborales extensas dificultan la tarea supervisora a los hijos. Pero en la búsqueda de soluciones a la inseguridad ciudadana se menoscaba la importancia de las condiciones estructurales del país y de las políticas públicas vigentes, esta actitud oculta a su vez procesos sociales que inicialmente discurren invisibilizados para luego materializarse en problema social. La desintegración familiar ocurrida en otras sociedades similares a la boliviana podría anunciar posibles desenlaces para los hijos. Por ejemplo, detrás de la violencia que vive México a causa del narcotráfico, en especial en la ciudad Juárez, existe un fondo socio-familiar que le acompaña. El machismo, la violencia familiar, la desocupación y la consecuente desintegración familiar marcaron la vida de varios hijos, cuyo destino no fue otro que la incorporación en las redes del narcotráfico dadas las escasas oportunidades laborales y las excluyentes estructuras sociales. Para muchos, la única vía de movilidad social estuvo representada en el narcotráfico. Acerca de las pandillas juveniles, muchas de éstas deben su existencia a la desintegración familiar por la cual varios niños, adolescentes y jóvenes han visto como alternativa insalvable de sobrevivencia la 2

"El 72% de los matrimonios en Bolivia termina en divorcio .La Razón. 7-08-2011.

135

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

calle y el delito. No es casual que las autoridades policiales señalen que en la actualidad la delincuencia tiene cada vez más un rostro joven. Se calcula que en Bolivia existen aproximadamente 700 pandillas dispersas en todas las ciudades, aunque en los últimos años su proliferación ha estado también alimentada por la desintegración familiar causada por las migraciones campo-ciudad. Pero al margen de aquellas situaciones existen catalizadores de los delitos y la violencia en el accionar de las pandillas que hoy por hoy provocan miedo en la población boliviana, el incremento del consumo de drogas, señalado anteriormente, es uno de ellos.De acuerdo al CELIN, en 1992, el 58% de la población escolar ya había consumido algún tipo de droga, en el 2002 el 71%. A esto se añade una cultura extendida del consumo de alcohol, donde 6 de cada 10 personas adultas beben en Bolivia, cada vez a edades más tempranas y sin control. Sin duda, la desintegración familiar y el desempleo tienen su respectiva injerencia en el esbozo de esa realidad, que no solo es exclusiva de Bolivia sino de América Latina, puesto que en esta región el desempleo juvenil es 2.5 veces mayor que el desempleo promedio y uno de cada cuatro jóvenes latinoamericanos está en situación de exclusión (Kliksberg 2009: 32 - 33). El consumo de alcohol comienza a tornarse un problema social y de urgente tratamiento dentro las políticas públicas. En este momento se prepara una ley contra el consumo y venta de bebidas alcohólicas, pero de entrada ya se presenta otra contradicción de carácter social que tiene que ver con su restricción y la proliferación de festividades culturales, en las cuales el consumo de bebidas alcohólicas forma parte de los rituales folklóricos. Las festividades culturales se han transformado en espacios crimípetos, es decir, en lugares de atracción del crimen y del delito acompañado del consumo y venta de bebidas alcohólicas. Si bien las políticas públicas podrían atacar el problema, habría que pensar su aporte en la modificación de las pautas de reproducción del modo de vida colectivo alrededor de la cultura y el folklore tan generalizado en este momento en Bolivia.

3.

El proceso de desinstitucionalización

El panorama dibujado hasta ahora, correspondiente al punto de vista de los ciudadanos, permite ver una institucionalidad fragmentada e improductiva, así como a una sociedad víctima y vulnerable a las amenazas del entorno. Si esta es la situación percibida ¿qué garantías de protección consideran cercanos a ellos para garantizar su integridad? Veamos a continuación aquellas instituciones que en opinión de las personas resguardan su seguridad? 136

La Problemàtica de la Inseguridad

Cuadro 4 ¿Qué institución se preocupa más por la seguridad de la población? RESPUESTAS Los mismos vecinos Ninguna La policía Medios de comunicación Alcaldía Tribunales de justicia El gobierno Otras organizaciones No responde TOTAL

PORCENTAJE 38,2 18,2 14,4 8,2 8,0 4,5 4,2 2,3 2,0 100

De la lectura de los datos salta a la vista tres aspectos estructurales no solo por su valor cuantitativo, sino por su mensaje cualitativo, ellos son: a) la autodefensa ciudadana, b) la desconfianza social y c) la deslegitimación de las instituciones llamadas a velar por la seguridad de las personas. Veamos.

3.1. La autodefensa ciudadana ¿Formalmente, ¿cuál es la institución por excelencia llamada a velar por la integridad de las personas?: La policía. Sin embargo, este simple razonamiento no se refleja en la información obtenida de las encuestas y coloca más bien a los mismos vecinos como responsables de su seguridad con el porcentaje más elevado (38.2%). ¿Qué consecuencias puede traer ésta auto responsabilidad de seguridad frente a la inacción de las instituciones legales? Los últimos años fueron testigos del incremento de linchamientos en centros urbanos por la falta de presencia de policías o por la imagen de negligencia que comúnmente le suele imputar la gente. Los linchamientos han venido a mostrarse como una forma de prevención y castigo a los delincuentes, aunque en los hechos su frecuencia se ha desbordado al campo social y político, cuyas víctimas han sido también dirigentes y autoridades locales. Cada vez más la dejadez institucional termina por convencer a una parte de los ciudadanos que son estos los facultados a imponer inobjetablemente justicia de facto y por mano propia. No sólo la negligencia policial sino el letargo en la administración de justicia están popularizando la práctica de la justicia por mano propia 137

Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

como parte de las relaciones sociales cotidianas donde la intervención de la policía es virtualmente nula o escasa, por tal motivo, la apelación a la intervención policial con fines de esclarecimiento o resolución de delitos es mínima. Existe la idea de que denunciar los delitos a la policía constituye una decisión ingenua o una pérdida de tiempo, cuando no de injusticia al resguardar más los derechos de los infractores que de los ciudadanos afectados. Pero la intensidad del desborde social no se queda ahí, el último año la sociedad ha sido testigo de tendencias grupales autodefensivas mediante el uso de armas. Es más, algunos sectores, como el de los chóferes, presentaron un proyecto de ley para legalizar el uso de ellas con fines de autodefensa. Todas estas acciones fueron tomadas por iniciativa propia como una forma de reacción a la ineficiencia institucional formal.

3.2. La desconfianza social No podría explicarse aquel hecho sin referirse a las modificaciones subjetivas en la población y, en especial, a la desafección frente a la institucionalidad, eso se infiere cuando una parte interesante de la población consultada no manifiesta confianza en ninguna institución de entre todas las mencionadas para garantizar seguridad (18.2%). Su segundo lugar en el cuadro no implica realizar una reflexión separada, puesto que su relación con el primer dato (autodefensa ciudadana) puede conducir a una relación estrecha en los hechos. Ciertamente, quienes optaron por la autodefensa lo hicieron porque perdieron toda confianza en las instituciones designadas formalmente a ofrecer seguridad, porque concluyeron también que ninguna institución se preocupa por su seguridad. Si se sumara los porcentajes de ambas respuestas se tiene que más de la mitad de la población delata con su percepción un estado de desinstitucionalización en materia de seguridad.

3.3. La deslegitimación de las instituciones. En este punto es de vital importancia referirse a dos instituciones emblemáticas de la justicia que en la óptica de los encuestados se preocupan escasamente de la seguridad ciudadana: la policía (14.4%) y los tribunales de justicia (4.5%). ¿Qué puede significar esto? A los ojos de los ciudadanos ambas instituciones no acatan sus propios principios y tampoco cumplen sus obligaciones, lo que estaría dando lugar a un proceso de desinstitucionalización de la justicia, legalmente constituida, pero legítimamente cuestionada por la sociedad. En lo que hace a la policía, con toda seguridad su porcentaje tan bajo tiene que ver también con los casos delictivos en los que se ha visto involucrada en las últimas décadas como institución, pero también 138

La Problemàtica de la Inseguridad

de forma individual, vinculada a la micro criminalidad. Son varios los encuestados que señalaron haber sido víctimas de algún delito por parte de la policía, tales como "extorsión", "abuso de autoridad" y "maltrato físico". Para descargo de ella habría que decir que la situación no es tan grave como en otros lares, por ejemplo, México, donde una parte de la policía se fue "al otro lado" para encargarse de la persecución y asesinato de quienes se oponen al poder del narcotráfico. En la policía boliviana es preciso tocar cuatro aspectos que definen actualmente su situación. Primero, desde hace tiempo se advierte un descontento al interior de la policía, especialmente en los sectores subalternos, no solamente por su deteriorada imagen sino por sus carencias y limitaciones para el cumplimiento de sus funciones. Según el sondeo de opinión aplicado por el PNUD a 100 efectivos de la policía de la ciudad de La Paz3, se obtuvieron los siguientes resultados conforme a la gravedad de problemas: el 96% considera urgente un programa de reformas, el 39% dice que los problemas son corrupción, clientelismo y manejo de destinos, el 38% los salarios bajos y falta de beneficios sociales y un 27% la falta de equipamiento. Se apuntó inicialmente a un proceso de desconcentración mediante la creación de módulos en diferentes puntos de las ciudades, sin embargo, las limitaciones presupuestarias terminaron por cancelar o hacer fracasar los planes de modernización. Los módulos policiales que inicialmente se crearon fueron abandonados paulatinamente o carecieron de equipamiento o, finalmente, desaparecieron éstos sin mayores explicaciones. Según la vecina Angélica Quispe "Los policías se fueron hace un año porque vivían en un solo cuartito y no recibían alimentos, (los vecinos) los ayudábamos alguna vez"4. Según la misma vecina, eran habitaciones de dos por dos metros, donde estaban las camas, la cocina y el área de aseo. Allí mismo se hacían las conciliaciones y se tenía en calidad de aprehendidos a algunos infractores. Por si fuera poco, el Comando Departamental no entregaba refrigerio para la alimentación de los oficiales. Se construyeron otros nuevos sobre 50 metros, pero eran muy pocos. Al final, algunos de esos módulos se convirtieron en refugio de los delincuentes.

3 "Los policías no están satisfechos con su institución". 23-06-2005. La Razón. p. A 18. 4 "La policía abandona nueve módulos construidos con fondos de la ciudad". La Razón. 30-10-2011. P. A16. p. A 12.

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Para el Debate: Diálogo entre dos Occidentes

Foto 1 Ambiente de trabajo de los policias zona plan autopista

Fuente: La Razón. 3-10-2011.

Foto 2 Ambiente de trabajo de los policias

Fuente: La Razón. 3-10-2011.

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La Problemàtica de la Inseguridad

Segundo, como en otras instituciones bolivianas, la corrupción y otras taras crónicas constituyen prácticas regulares en su interior. Se observa estancos sociales diferenciados en las que una cúpula goza de más privilegios en detrimento de la mayoría de la oficialidad. A pesar que siempre se dijo que se desterraría tales prácticas, en los hechos se mantuvieron vigentes, por ejemplo, es común escuchar cada año denuncias en sentido de que algunos de sus miembros pagan dinero para evitar cambios de destino5. También han existido denuncias relativas a los ascensos de cargo basados en el flujo de dinero. Esto se ha producido en medio de discursos evocadores a la transparencia e imparcialidad por parte de autoridades policiales y ministros, que dicho sea de paso se caracterizan por tener cargos de corta duración por las acusaciones de irregularidades o negligencias cometidas bajo su gestión. Al fin y al cabo las buenas intenciones de diferentes autoridades siempre estuvieron presentes, como en el caso del anterior Ministro de Gobierno, Wilfredo Chávez: "Esto permite que quienes accedan a los cargos policiales, lo hagan solo por mérito y no por algún otro favor. Eso lo legitima y le da una independencia absoluta al futuro oficial de la policía"6, pero la población siempre escuchó frases de buena intención de autoridades que a la postre fueron cambiadas. Tercero, No sólo algunos policías están involucrados en la microcriminalidad, sino también en la macrocriminalidad, de carácter institucional, de hecho, se podría decir que no hubo gobierno desde la recuperación democrática que no hubiera registrado algún caso de delito institucional. Veamos el cuadro 5. Como se puede ver, no hubo gobierno alguno donde la policía no hubiera comprometido su institucionalidad al verse protagonista de diferentes delitos, y lo peor, en medio de una danza de miles de dólares y una presencia notable de la cúpula policial. Pero lo que más llama la atención son las reiterativas propuestas de cambios de imagen de la policía que nunca tuvieron efecto, las restructuraciones, cambios de imagen y los cambios de autoridad no detuvieron los variados delitos en los que se vio la institución policial. Cuarto, si bien el rol de la policía estuvo marcado por la injerencia política en distintos gobiernos, ha sido en el gobierno de Evo Morales donde su politización asumió un grado superlativo, especialmente en cuanto a su uso para fines políticos y para la represión de acciones opositoras al gobierno. 5 6

Una de esas típicas denuncias del último año fue publicada por la prensa donde efectivamente la denuncia da cuenta del pago de $us. 300 por cada policía que pretendía evitar el cambio de destino. La Razón. 15-05-2011. p. A 12. "Nos quieren vincular (al gobierno) con el terrorismo y el narcotráfico". La Razón. 30-10-2011. P. A12.

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CUADRO 5 DELITOS COMETIDOS POR LA POLICIA

Gobierno

Causas

Propuesta

Siles Suazo (1982-1985)

Imponer disciplina para Corrupción y faltas a la moral mejorar la imagen policial

Paz Zamora (1989)

Maltrato y asesinato en granja "Los R e f o r m a a l a L e y Espejos" orgánica de la policía

(1991)

D.E.A. entrega lista de 40 policías Depuración de los 40 ligados al narcotráfico policías

(1992)

Reestructuración en Caso "Panoso": Corrupción y vínculos formación educativa, con el narcotráfico asuntos internos y finanzas

Sánchez de Lozada (1993-1997) Bánzer Suárez (1997)

(1999)

Items fantasmas cobrados en el C a m b i o d e i m á g e n comando general Se inicia plan de Malversación de fondos en MUCOPOL seguridad y protección por el comandante de la policía ciudadana. Promulgación del Reincorporación de policías dados de Descreto 25477: Plan de baja. Caso Freddy Cano reestructuración

Quiroga Ramirez (2001-2002)

Asalto a prosegur. Criminales dirigidos D e s p o l i t i z a r por ex policías institucionalizar

Mesa Gisbert (2003-2004)

Acusación de corrupción contra general Plantear reformas para de la policía. la constituyente

Morales Ayma (2007)

Caso de asesinato de extranjeros L u c h a r c o n t r a austriacos corrupción

(2010) (2011)

e

la

Suspensión de siete Caso Olorio Apaza. Tortura y asesinato policías implicados en el del atracador caso. Caso del general René Sanabría Cambio de comandante acusado de tráfico de drogas

Por si fuera poco, sus máximas autoridades comenzaron a adoptar los lemas políticos del gobierno actual referidos al cambio y hasta los ademanes y señales de la toma de juramentos y saludos ceremoniales; por tal motivo, la policía empezó a preocuparse más por temas políticos que por la seguridad ciudadana, lo que además provocó consecutivas remociones de autoridades por razones políticas.

142

La Problemàtica de la Inseguridad

En suma, podría decirse que el funcionamiento y cambio de la policía va más allá de las voluntades personales, después de todo es una más, entre muchas instituciones de la sociedad, que ha recibido la herencia de pautas de comportamiento coloniales o como dice Fernando Calderón, que responde a un patrón histórico de larga duración marcado por el prebendalismo, clientelismo y populismo cuya fuerza parece contrarrestar cualquier intento de transformación institucional (CALDERON 1995). Pasando ahora al problema de la administración de justicia, la situación es casi similar a la de la policía. En el imaginario de la población la administración de la justicia está adosada de tradicionalismo, corrupción e ineficiencia. El sistema judicial funciona con 729 juzgados, pero se necesita más. En Bolivia hay 425 fiscales, número insuficiente con relación al crecimiento de la población y de los índices de criminalidad7. En la sede de gobierno una sola autoridad judicial llega a atender más de 1000 casos por mes, a veces debe llevar a su domicilio los expedientes correspondientes. La cantidad limitada de fiscales provoca la consecuente retardación de justicia; si antes tenía que atender 100 casos ahora debe atender 200. Ni siquiera la modernización de la justicia ha tenido el éxito que se esperaba. La habilitación de jueces ciudadanos fue una de las apuestas innovadoras del Nuevo Código de procedimiento Penal en 1999 con el fin de contar con una forma de control social de los procesos y evitar la retardación de justicia. Pero esto no se cumple plenamente, por ejemplo en La Paz, por día se notifican a 400 personas con el propósito de fungir como jueces, de ellas solo la mitad o menos de la mitad se presentan para encaminar los procesos judiciales8. A lo anterior se suma la falta de recursos e infraestructura. Para la optimización de su trabajo la fiscalía requiere 208 millones de bolivianos, destinados a fortalecer áreas especializadas: delitos de corrupción, sustancias controladas, aduanas, trata y tráfico de personas y atención a víctimas. Pero requiere igualmente la renovación de su equipamiento. El 80% de sus equipos de computación son obsoletos, continúan usando modelos pentium I y II9. Los casos de corrupción no han sido ajenos a los administradores de justicia. Varios fiscales fueron sentenciados a prisión por cohecho, 7 8 9

La Razón. 14-08-2010. p. A 10.17 La Razón. 14-08-2010. p. A 10. "Advierten que jueces ciudadanos ahondan la retardación de justicia". La Razón. 20-11-2011. p. A8. Ibid.

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es decir, exigiendo dinero para favorecer imputaciones, "jueces y fiscales fueron detenidos por incurrir en prevaricato, incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la constitución" 10 . La administración de la justicia ha sentido la misma politización experimentada por la policía ante la injerencia del Poder Ejecutivo en la aplicación de leyes, que en el orden político implica presiones hacia opositores políticos, ocasionando también inseguridad política. Pero la máxima expresión de esta politización se registró durante las Elecciones Judiciales, cuando los candidatos fueron preseleccionados en el órgano legislativo de mayoría oficialista, asegurando a su vez la elección de magistrados afines políticamente al gobierno de Evo Morales. Por todo lo dicho, sería muy ingenuo pensar que un cambio en la administración de justicia a través del endurecimiento de normas sería la solución para la inseguridad ciudadana. Una de las instituciones nombradas por los encuestados y que llama la atención por su vinculación con el resguardo de los ciudadanos son los medios de comunicación, aunque desde la óptica del gobierno se han hecho merecedores de severas críticas a causa de las reiteradas veces que se pasa por las pantallas de televisión los delitos ocurridos en la sociedad. Más allá de todo eso, lo cierto es que en Bolivia el último año los medios de comunicación se han convertido en un agente central en el problema de la inseguridad ciudadana.

4. Retraimiento y ofensiva social 4.1. La inseguridad y la renuncia a los derechos ciudadanos La sensación de inseguridad ciudadana, real o ficticia, está produciendo modificaciones en el comportamiento de las personas, es más, algunas veces la vida misma de las personas ha sido objeto de cambio radical. El miedo, al internalizarse en la subjetividad individual y colectiva altera las percepciones del presente y del futuro deteriorando de esta forma la calidad de vida. Por eso se hace importante conocer la percepción sobre el futuro en atención a la amenaza del delito. Que lo veremos en el cuadro 6. Nuevamente aparece en la población un estado de zozobra y miedo a través del cual mira su futuro inmediato amenazado por el delito (60.6%); vivir sobresaltado no es vivir bien. Sólo casi una cuarta parte declara no ser víctima del delito en los próximos doce meses (24.4%). 10

"Mayoría de jueces y fiscales se hallan manchados por corrupción". El Diario. 17-07-2011. Primer cuerpo, p.7.

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Cuadro 6 ¿Cree usted que podría ser víctima de algún delito en los próximos doce meses? Respuestas

Porcentajes

Sí No No sabe No responde Total

60,6 24,4 14,0 1,0 100

De pronto, un dato como aquel, y otros ya tratados, obligan a repensar algunos indicadores macroeconómicos que - a decir de las autoridades de gobierno - estarían ofreciendo a los bolivianos un aumento de su nivel de vida; los 22.000 millones de dólares del Producto Interno Bruto, los 12.000 millones de dólares de reservas internacionales, incluso -según el Presidente de Bolivia- los más de un millón de bolivianos que habrían pasado a las clases medias, no mantienen relación con la calidad de vida concerniente a la salud subjetiva de la población. Es aquí donde la inseguridad ciudadana adquiere mayor expresividad frente al delito del presente y del potencial delito a sufrir en el futuro. Ahora bien, la sentida vivencia de inseguridad ha conducido a las personas a un cambio de hábitos de conducta en su vida cotidiana; como son cambios individuales no parecen adquirir importancia Cuadro 7 ¿Qué ha dejado de hacer para no ser víctima del delito? No usar joyas

No llevar dinero en efectivo

No llegar tarde a casa

No salir de noche

No usar lugares públicos

No estar solo en casa

100

100

100

100

100

100

75%

41%

40%

40%

14%

13%

social, pero representados todos en datos brindan valiosos mensajes sobre lo que está sucediendo en la sociedad boliviana, eso se advierte con el siguiente cuadro. Más allá de la representación cuantitativa de los datos, lo importante es descifrar lo que existe detrás de ellos. Por lo tanto, si bien algo más de dos tercios de los bolivianos ha dejado de portar dinero en efectivo (41%%) para no ser víctima del delito, el no llegar tarde a 145

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casa (40%) y no salir de noche(40%) está delatando la existencia de un fenómeno de autoreclusión; en la población boliviana se advierte un proceso de retraimiento al ámbito privado. En el imaginario colectivo, la noche es asociada al delito, perdiendo de esta manera su carácter romántico que inspiró muchas canciones a intérpretes del pasado. Pero paradójicamente, existe un grupo que señala no querer estar solo en casa (13%), no importa la expresión porcentual, importa el mensaje que se desliza a través de ella al mostrar a la casa no siempre como un lugar seguro, sino susceptible de ser violado por el delito. Con esto, aquella frase clásica de "hogar, dulce hogar" ha perdido su significado original. No en vano, la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, ha denunciado que de cada diez abusos sexuales, 9 provienen del entorno familiar, lo que transforma al hogar en un espacio de inseguridad. Otro dato ilustrativo tiene que ver con no usar lugares públicos (7%). Este hecho refleja otra situación sociológica correspondiente a la renuncia indirecta de los derechos individuales ¿por qué abstenernos del derecho de hacer uso de los espacios públicos para disfrute propio o familiar11 si son públicos? No gozar de plazas y parques; no disfrutarlos, delata un deterioro en la calidad de vida a causa de la inseguridad.

4.2. Estrategias defensivas y costos de la inseguridad ciudadana Pasemos ahora a ver otra faceta de la inseguridad, esta vez unida a las estrategias utilizadas por la población encuestada para disminuir la inseguridad. Nuevamente aquí es imprescindible efectuar, no solo una lectura cuantitativa del dato, sino un análisis interpretativo y constructivista del mismo. Vamos descomponiendo el mismo en una serie de ideas. a) La paradoja de combatir un problema con otro problema.- De acuerdo al cuadro, casi la mitad de la población adquirió en el último año un perro para la protección de su domicilio (42.8%), es una de las salidas más comunes y más barata, aunque quizá no sea la solución, porque, según autoridades sanitarias, las mordeduras de perros a seres humanos se ha incrementado junto a los casos de rabia. En La Paz, por ejemplo, el 50% de los canes son vagabundos, un 20% tiene dueños pero son echados a las calles, 11

"9 de cada diez abusos sexuales provienen del entorno familiar" La Razón. 6-07-2005.

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Cuadro 8 ¿Qué medidas ha tomado usted en el último año para proteger su domicilio? Respuestas

Comprar un perro Instalar rejas Ninguna Instalar alarmas Contratar seguridad privada Otras Comprar armas Contratar seguro No responde Cambiar de domicilio TOTAL

Porcentajes 42.8 16.4 13.3 10.7 5.6 4.1 2.3 1.8 1.6 1.4 100

consiguientemente el 70 % de los canes son callejeros12. No ocurre eso sólo en La Paz, sino también en la ciudad de El Alto, en ésta última existe un can por cada cuatro personas. Los más pobres tienden a adquirir canes por su bajo costo, pero al mismo tiempo son ellos mismos quienes sufren las consecuencias de su crianza. b) El negocio del miedo.- El sociólogo Durkheim decía: "un hecho social se explica por otro hecho social", vale la frase en este caso para referirse a un gran negocio que solo es explicable por el incremento de la inseguridad ciudadana. ¿Cómo es esto? Según los encuestados, en el último año instalaron rejas (16.4%) y alarmas (10.7%) para proteger su domicilio. Esto no es gratis, supone disponer de recursos económicos propios; obviamente, quienes más se benefician del negocio son los comerciantes de esos artículos, en tanto que para los ciudadanos implica incremento de gastos económicos o la contracción de sus ahorros. En aquella lógica se encuentra la proliferación de la seguridad privada, que no es otra cosa que la ratificación de la ineficiencia policial y de su descrédito generalizado. Los gastos privados para seguridad se han incrementado no sólo en Bolivia, sino en otros países de América Latina. Los costes de los ciudadanos para pagar su propia seguridad mediante el servicio privado se

12

"El 70% de los canes son callejeros". El Diario. 4-12-2011

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encuentra entre 8% y 35% del PIB (CURBET 2005). ¿Si el Estado no se ocupa de la seguridad ciudadana entonces quien se ocupa de ella? Otro negocio floreciente es la venta de micro seguros ofrecidos por un sector de la banca comercial. La oferta cubre la protección a carteras, protección integral en caso de robo y asalto que ocasionen la pérdida de documentos y objetos (celular, cosméticos, lentes de sol, etc.). Si el robo fuera violento se paga gastos médicos y la reposición de las pertenencias. Los interesados por la póliza cuentan con una prima de Bs. 1013. c) ¿Contra quiénes se arman los bolivianos?.- Otro dato, aunque pequeño, que despierta curiosidad es la compra de armas (2.3%). Tomando en cuenta la reclusión en la casa y la compra de armas, da la sensación que los bolivianos se estarían atrincherando y preparando para una guerra, ¿contra quién? Se dirá contra los delincuentes, sólo que sociológicamente el atrincheramiento dibuja una ciudad con estancos domiciliarios, fragmentada y dividida. Combatir a los delincuentes implica indirectamente poner cercos sociales de unos contra los otros. El "otro" se alza amenazante, el "otro" provoca desconfianza. Los lazos de identidad originales se están rompiendo como consecuencia de una urbanización donde el control del medio ha sido reemplazado por el control del miedo. El hecho es sumamente llamativo si se considera, por ejemplo, que en la región altiplánica de Bolivia los lazos de solidaridad de poblaciones autóctonas han dado lugar históricamente a solidas instituciones de parentesco, paisanaje y compadrazgo, que teniendo como origen las áreas rurales se extendieron a las zonas marginales de las ciudades. Hasta la década del ochenta aquél rasgo sobresalía en los sectores urbano-populares del área occidental, pero paulatinamente fue perdiendo fuerza ante el embate de la globalización y el individualismo. Poseyendo como herencia un valioso capital social de siglos, Bolivia registra ahora una descomposición de los lazos comunitarios de raíz autóctona la causa del particularismo y egoísmo.

13

"La inseguridad ciudadana dispara el interés ciudadano por los microseguros". La Razón. 14-03-2010. p. A 16.

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La exacerbación individualista ha provocado en los países europeos varios debates y la aparición de otro tipo de inseguridad no siempre vinculada a la delincuencia, sino a miedos inasibles y multifacéticos. En buena parte de los análisis se destaca con preocupación la desaparición de los lazos de unidad, preconizándose como una salida la convivencia social en aras de rescatar las solidaridades primigenias. Una forma de mitigar la inseguridad sería incrementando la sensación de cohesión y confianza entre vecinos; para ello se proponen encuentros públicos a efecto de restablecer los lazos de pertenencia que la metropolitanización, globalización y totalización han quebrado. Filósofos europeos como Lefebvre refieren a la cotidianidad y el espacio social como una forma de lograr resistencia y recrear la convivencia social. Habermas, plantea la acción comunicativa desde el mundode la vida, que no significa otra cosa que recuperar los valores vitales con autonomía y solidaridad. Seguramente para los bolivianos no sería difícil cumplir aquellas sugerencias por cuanto sus tradiciones culturales y sociales contienen formas convivenciales de vida; vividas en las áreas rurales, susceptibles de ser reeditadas en áreas urbanas. Por tanto, la solución está en los mismos bolivianos y su propio acervo histórico. Para terminar este pequeño análisis basado en algunos datos preliminares de una encuesta que contiene 80 preguntas, vale la pena recalcar el carácter integral del abordaje y solución del problema de inseguridad ciudadana, que no debe ser reducido al rol de la policía ni a sus infructuosas reestructuraciones, ni a la elección de nuevos jueces, aunque éstos sean más indígenas. La inseguridad requiere de un enfoque integral y de largo plazo; requiere de una visión interdisciplinaria y de una estrategia participativa, no política, sino social y democrática.

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CURBERT, J. 2005.

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KLIKSBERG, B. 2009. QUISPE, W.F. 2011 SAIN, M. 2009

Disertación inaugural foro "Hacia un desarrollo integrado e inclusivo en América Latina". En: Seguridad ciudadana y medios de comunicación. Paraguay: PNUD. "Robos y asesinatos en La Paz al inicio del siglo XIX". La Paz: La Razón. "Gobernabilidad de la seguridad ciudadana: experiencias regionales". En: Seguridad ciudadana y medios de comunicación. Paraguay: PNUD.

Material Hemerográfico "9 de cada diez abusos sexuales provienen del entorno familiar" 2005 La Razón. (6 de Julio-07) "Los policías no están satisfechos con su institución". 2005. La Razón. La Paz (23-de Julio) A18. "La inseguridad ciudadana dispara el interés ciudadano por los microseguros". 2010 La Razón. La Paz (14 de Marzo) A16. "En el eje central sienten que hay más inseguridad que hace 10 años". 2010 La Razón. La Paz (18 de Julio). A10. "La policía abandona nueve módulos construidos con fondos de la ciudad". 2011 La Razón. La Paz (30 de Octubre) A16. "Nos quieren vincular (al gobierno) con el terrorismo y el narcotráfico". 2011 La Razón. La Paz (30 de Octubre) A12. "Advierten que jueces ciudadanos ahondan la retardación de justicia". 2011 La Razón. La Paz (20 de Noviembre) A8. "Mayoría de jueces y fiscales se hallan manchados por corrupción". 2011 El Diario. La Paz (17 de Julio) Primer cuerpo, p.7. "El 70% de los canes son callejeros". 2011 El Diario. La Paz (4 de Diciembre).

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