Política, su señoría: espacios políticos en The Good Wife

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Versión pre-print del capítulo publicado en: La política en las series de televisión. Anna Tous (COORD.) http://www.editorialuoc.cat/la-politica-en-las-series-de-television

Política, su señoría: espacios políticos en The Good Wife Por Raquel Crisóstomo

1. Introducción: desmontando a Alicia The Good Wife (CBS: 2009-) es un drama político judicial que narra la historia de Alicia (Julianna Margulies), perfecta madre y esposa que tras trece años de matrimonio con Peter Florrick (Chris Noth), fiscal del distrito, asiste a cómo este acaba en la cárcel por diversos escándalos de sexo y corrupción. Tras la malversación de fondos cometida por su marido, Alicia se verá obligada a rehacer su vida tras la humillación de comparecer en público a su lado, ilustrando así a la perfección la conocida canción de Tammy Wynette, Stand by your man. La primera decisión y con ello los primeros desafíos: trabajar, recuperando la profesión de abogada -que nunca llegó a ejercer- en el prestigioso bufete Lockhart & Gardner, donde aprende poco a poco a sobrevivir en esa jungla de intereses, mentiras, y falsa moral que es el mundo del poder. Con esta premisa, The Good Wife se nos plantea como un flexidrama (Dunleavy, 2005: 6) que combina el drama judicial con el político, así como el formato de la anthology con el running-plot (García-Martínez, 2012: 231) del día a día de los diversos casos en los que se verá inmersa la protagonista. Mientras se nos muestra la evolución de su triángulo amoroso con Will Gardner (Josh Charles), de su amistad con Kalinda Sharma (Archie Panjabi), o de sus principios éticos: “¿Nunca has sentido que estás en el bando equivocado?”1 Estas tramas y su punto de partida de reincorporación de una mujer de mediana edad al trabajo han hecho que esta ficción se tachara de postfeminista (Pannier, 2014: 18 y Johnson, 2007: 11) o como mínimo que haya sido ubicada bajo la etiqueta de “serie para mujeres”2(Mateus, 2014: 33). La serie arranca en el punto de inflexión de la vida de Alicia, en aquella comparecencia inicial ante los medios en un acto de sacrificio social en aras de la virtud matrimonial, que en realidad será el primer reset vital de la protagonista. A partir de ahí todo será cambio, revolución. Si además se repara en que en la última temporada Alicia se presenta al cargo de fiscal del distrito, en una sociedad 1

“Did you ever feel we are on the wrong side?” “La temporada de la tontería” (“Silly season”, 2.12) En la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, dentro del curso Educación y comunicación, las competencias que se buscaban desarrollar (entre las mujeres de 19 a 24 años) a través del visionado de The Good Wife era el desarrollo de la personalidad. 2

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(la estadounidense) donde tan solo el 20% de los miembros del senado son mujeres,3efectivamente la etiqueta no tarda en aparecer: “La trama se centra en gran medida en las dificultades de conciliar los roles de esposa, madre y mujer trabajadora, por lo que puede conectar con un público femenino” (De Garay, 2011: 402). Algunas cosas no han cambiado en la representación de los personajes de abogadas en la ficción serial desde los tiempos de la feminista Ally McBeal (FOX: 1997-2002) (Hammes, 2012: 12): debe recordarse que Diane Lockhart (Christine Baranski), una de la socias destacadas de Lockhart & Gardner, aconseja a Alicia en su primer día en el bufete sobre las dificultades añadidas de su condición de fémina en ese contexto (“Piloto”,“Pilot”, 1.1). Un discurso que inevitablemente traslada al que la veterana jefa de secretarias Joan Harris le da a la novata Peggy Olson en su primer día en las oficinas de Sterling & Cooper en Mad Men (AMC: 2007-), pero con una diferencia de nada más y nada menos de 50 años. The good wife presenta un personaje femenino poderoso que conseguirá mantener un equilibrio, delicado pero constante, en sus asuntos familiares e íntimos, al contrario que gran parte de los personajes femeninos que ostentan cargos de poder en la serialidad televisiva contemporánea: “Las series nos enseñan mujeres de poder al mando de verdaderos equipos […] si destacan en el trabajo, no consiguen tener éxito en su vida personal y siempre sufren una presión masculina” (Pannier, 2014: 68). Lo mismo ocurre en Borgen (DR1: 2010-2013), donde la primera ministra de Dinamarca, Birgitte Nyborg, intenta conciliar vida personal y profesional sin éxito ya que acaba por ver como se resienten notablemente su matrimonio y la salud de sus hijos; igual que sucedía en Political Animals (USA Network: 2012), donde la secretaria de estado Elaine Barrish intentaba mantener unida a su familia. Sin embargo Alicia, tiene éxito en su vida personal y la presión que sufre viene de la mano de los estamentos o las personas poderosas, independientemente de su sexo (Joyard, 2012). Ella es la good wife del título, como a las que en 1991 la fotógrafa Judy Olausen rindió tributo en una serie de instantáneas que exploran la situación de invisibilidad en la que vivían las mujeres blancas norteamericanas de clase media durante la década de los cincuenta, aves enjauladas que sacrificaron algunos de sus sueños por aclimatarse al conformismo social, que como buenas esposas, se les pedía que se dedicaran exclusivamente a sus

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Datos extraídos del informe del Center for American Women and Politics, Eagleton Institute of Politics: http://www.cawp.rutgers.edu/fast_facts/levels_of_office/documents/cong.pdf

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hijos y marido (Crespo, 2014: 203), como Betty Draper en Mad Men o Libby Masters en Masters of

sex (Showtime: 2013-). A pesar de haber pasado una revolución

femenina y de ser hija de una mujer rebelde marcada por sus días de juventud en la década de los 604, la Alicia que conocemos al comenzar la serie está en un segundo plano, aletargada en un rol secundario y silencioso dentro de su matrimonio. La protagonista comparece en rueda de prensa como otra mujer de político que tras sufrir la humillación pública de sus infidelidades decide perdonarle y permanecer a su lado para, al menos ante la galería, amortiguar el golpe a su imagen pública. Una situación en la que se han encontrado figuras muy conocidas en la realidad, como por ejemplo Hillary Clinton lidiando con el caso Lewinsky; o en el que se inspira más directamente el personaje de Alicia, el de la esposa del ex Gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer. Estas mujeres, que permanecen estoicamente al lado de sus corruptos o infieles maridos ante la humillación mediática, inspiraron al matrimonio de guionistas Robert y Michelle King para concebir a su protagonista (Bitter Success, 2010). Caso a caso y con el paso de las temporadas, la timorata Alicia sale de su crisálida de santa Alicia (como la han bautizado los medios en la serie) para convertirse en una mujer autónoma, segura y dueña de su vida, cada vez más poderosa y con una relación cada vez más sofisticada con sus valores y su ética profesional: “Esto no es sobre las mujeres de los años cincuenta. Esto va sobre mi”5 sentencia en “Oppo research” (6.4). Alicia acabará por cerrar el círculo de su evolución personal en la sexta temporada, invirtiendo la imagen con la que se iniciaba la serie y colocando a Peter a su lado para apoyarla en su candidatura política: “No me quedaré a tu lado. Otra vez no, Peter. Ni en un millón de años”6 (“Sticky content”, 6.9). The Good Wife no es únicamente una serie de tintes reivindicativos para con el papel social de las mujeres (Hess, 2013), sino que especialmente sobre su participación del poder, un tratado de cómo funciona la política en EEUU, una minuciosa disertación sobre sus cimientos y los pilares del poder en una ciudad como Chicago, un microuniverso que en realidad ve su reflejo en el macrouniverso de la alta política estadounidense. La política en The Good Wife es un asunto público, privado y digital. 4

La madre de Alicia está interpretada por Stockard Channing, que interpretó a otro personaje de carácter, Abbey Bartlet, la primera dama de Estados Unidos en El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, NBC: 1999-2006). 5 “This isn't about women or the 50s. This is about me” 6 “I won't stand beside you. Not again, Peter. Not in a million years”

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Porque en realidad esta serie habla sobre el poder y sus distintas relaciones y expresiones en diversas esferas que están imbricadas entre ellas, tal como se verá a continuación. 2. Politics, your honour “La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”. Jacques Benigne Bossuet (1627-1704), clérigo católico francés y escritor.

En la antigua Grecia el politikós era aquel hombre que se dedicaba a los asuntos de la “polis” y el idiotikós, el que se ocupaba de sus propios intereses particulares (Ardley, 1968: 39). Pero esa oposición ha quedado obsoleta: como se refleja en The Good Wife, todo es política. Desde lo que ocurre en los tribunales hasta la relación con su marido Peter, pasando por las continuas negociaciones entre bufetes y dentro de ellos. Concretamente, el reflejo del político de carrera, con experiencias y corrupciones a sus espaldas, está encarnado en Peter Florrick. El esposo de Alicia y ex procurador general del condado ha pasado un tiempo en prisión procesado por corrupción, pero no demuestra inquietud por su situación e insiste en la petición de perdón y en la reconciliación. En el primer libro de la Política, Aristóteles habla de la ciudad (polis) o de la “comunidad política” (koinonia politike) en comparación con otros tipos de comunidades y asociaciones tales como la familia y el pueblo (Ardley, 1968: 40). Comienza con la relación entre la ciudad y el hombre y, a continuación, específicamente del hogar. Aristóteles sostiene que gobernar sobre una casa o pueblo es igual, sólo cambia en términos de tamaño. En esos términos, Peter ha fracasado. Si bien fue un buen padre para sus hijos, o al menos eso nos muestran los flashbacks de Alicia en “El árbol de decisión” (“The decision tree”, 5.10), no supo ser una pareja fiel y responsable. Es más: después de la detención y de su ascenso a Gobernador, Peter en ningún momento es honesto en su relación con Alicia, ya que su matrimonio con santa Alicia ayuda a su imagen pública. Lo público y lo privado quedan irremisiblemente unidos y la política local, nacional e internacional van casi de la mano, llegando a los extremos que retrata Scandal (ABC: 2012-). Como ocurre en Boss (Starz: 2011-2012), el dibujo de las dinámicas de la política local es un eco de la política nacional y la alta política no está solo presente en los pasillos de la Casa Blanca, sino también y sobre todo en esos pequeños núcleos de 4

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poder como el Boston del alcalde Tom Kane. Lo político como muestra House of Cards (Netflix: 2013-)7, ya no solo tiene lugar en los despachos y los pasillos de las esferas políticas, sino en los entramados empresariales, en las salas de los juzgados, en internet y por supuesto en organizaciones de inmensa repercusión geoestratégica como la CIA, tal como se retrata en Madam Secretary (CBS: 2014-) o en Homeland (Showtime: 2011-). Los constantes juegos de poder no solo se escenifican en el despacho de Peter o en la fiscalía, sino en los despachos de Lockhart & Gardner; de manera ubicua, tal y como ilustra el personaje de Eli Gold (Alan Cumming), el asesor de campaña de Peter Florrick; y sobre todo en el acercamiento vital progresivo de Alicia al poder y los conflictos éticos que le acompañan. El poder político además de ser un asunto público y privado, también es fluctuante: “La política tan sólo es un juego de rampas y escaleras”8, le dice Peter a Kalinda en “Conyugal” (“Conjugal”, 1.6) casi haciéndose eco de “El caos es una escalera”9 del ladino alfil que es Little Finger en Juego de tronos (Game of Thrones, HBO: 2011-). Diane Lockhart en “La regla del séptimo día” (“The seven day rule”, 4.13) le explica a Alicia cómo funcionan los mecanismos para alcanzar el poder según su experiencia: “¿Sabes cómo llegué a ser socia? Jonas Stern fue acusado de acoso sexual y necesitaba mostrar que entre los socios había mujeres. Eso fue todo. Es un hecho muy simple. Nadie está aquí para hacer que te sientas a gusto. Nadie está aquí para consolarte, así que aquí está mi consejo, tómate un minuto, pon tu mejor voz, encuentra una manera de sobrellevar una sonrisa y entonces entra a la sala de reuniones lista para agradecer a los socios capitalistas que te den esta oportunidad. Porque lo que nos es dado nos puede ser rápidamente arrebatado”.10 La propia Diane está a punto de convertirse en jueza a propuesta de Peter (“El próximo día”, “The next day”, 5.6), algo que finalmente sacrificará para poder salvar la carrera 7

Véase el análisis de Jorge Martínez Lucena en este mismo volumen. “Politics is just a game of chutes and ladders”. 9 “Chaos is a ladder”. 10 “You know why I was made partner? Jonas Stern was sued for sexual harassment, and he needed to show that he had a female partner. That's all. When the door that you have been knocking at finally swings open, you don't ask why, you run through. That is the simple fact. No one is here to make it comfortable for you. No one is here to appreciate your moping, so this is my advice to you, take a minute for yourself, put on your best gracious voice, find a way to wear a smile, and then come into the conference room ready to thank the equity partners for giving you this opportunity. Because what is given can quickly be taken away”. 8

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de su socio y amigo Will Gardner. Por lo tanto el poder político es reflejado como algo circunstancial, incluso en ocasiones fruto de la casualidad, que en muchas ocasiones no es fruto de los méritos personales, como ocurría en El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, NBC: 1999-2006), sino que se debe a intereses y simpatías como en House of Cards, o incluso a métodos ilegales como en Scandal. La política en The Good Wife suele ir acompañada de la sombra de la sospecha. La serie profundiza en el desarrollo de las campañas electorales, desde los inicios hasta su desarrollo final; así como todos los acontecimientos de los que éstas puedan rodearse: polémicas e intereses personales o acusaciones de compra de votos. La de la legitimidad en la elección electoral por ejemplo y que se cierne en casi todas las series políticas contemporáneas, como ocurre con la manipulación de las máquinas de votar en Scandal. Concretamente en el episodio final de la cuarta temporada de The Good Wife (“Lo que hay en la caja”, “What’s in the box”, 4.22) vemos como se plantea la posibilidad de que se haya cometido fraude electoral en las elecciones en la que Peter se enfrenta al candidato Mike Kresteva (Matthew Perry), de la mano de Zach (Graham Phillips) que al ir a votar por primera vez en su mayoría de edad, se percata de que una de las cajas donde guardan los votos tiene el sello roto. El personaje que mejor encarna la eterna suspicacia política es el taimado jefe de campaña de Peter Florrick y posterior socio capitalista del bufete Lockart & Gardner, Eli Gold, una suerte de reelaboración sarcástica del judío avaro, un hombre hecho a sí mismo, de temperamento cáustico aparentemente frío y calculador, pero que en realidad es un leal profesional siempre alerta de todo aquello que pueda perjudicar a la campaña de su cliente desde un profundo desprecio hacia los votantes: “Los votantes son como amebas; lo chupan todo y ni siquiera distinguen”11 (“Canción asesina”, “Killer song”, 2.18). Este spin doctor está notablemente inspirado en Rahm Israel Emanuel (Colomé, 2012: 258), político estadounidense del Partido Demócrata, alcalde de Chicago y mano derecha de Obama, conocido por su extrema habilidad para la recaudación de fondos, al igual que Eli, que en alguna ocasión incluso se llega a ver acosado por el Departamento de Justicia (“A por el oro”, “Going for the Gold”, 4.15). Desde el final de la segunda administración del presidente Bartlet en la idealista El ala oeste de la Casa Blanca la ficción televisiva no había visto un profesional de la política tan despiadado como él

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“Voters are like amoebas, they suck everything up and don’t distinguish”

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siendo un personaje positivo, con la diferencia de que en la serie de Aaron Sorkin siempre era en aras de un fin más elevado. Sin embargo el expeditivo Gold no duda en tomar decisiones carentes de ética para lograr sus fines, como desechar al consejero espiritual negro de un candidato para atraer a los votantes racistas o presionar a la novia del hijo de su cliente para que niegue que se ha practicado un aborto. Precisamente esta predisposición maquiavélica in stricto sensu a hacer lo que haga falta es uno de los puntos de conflicto iniciales con santa Alicia, aunque la ética de la protagonista será también lo que se gane el respeto y el aprecio del jefe de campaña, así como lo cautelosa que esta es, a diferencia de Peter

(Murfett, 2014). Eli es el verdadero

estratega político de la serie y es el único que sabe que, como en el estrado, todo es cuestión de interpretaciones y de posesión de la información por nimia que sea, como deja claro la premisa de Boss, donde Tom Kane, el despiadado alcalde de Chicago, trata de mantener su poder y status después de serle diagnosticada una grave enfermedad degenerativa, ocultando a toda costa su problema a la prensa a la opinión pública. De manera similar al caso del Presidente Bartlet de El ala oeste de la casa Blanca, quien de igual forma esconde su esclerosis múltiple. La amenaza latente de que lo privado es o puede ser público en política es algo que queda claro en todas estas ficciones, una espada de Damocles que hay que saber gestionar para no morir políticamente y a ser posible salir reforzado de ello. Cuando Claire Underwood reconoce haber abortado ante los medios en House of cards, la jugada política es impecable, una posición ética que a Alicia por ahora le queda muy lejos. El ámbito privado adquiere tal importancia que incluso una broma privada con Grace, en “The Trial” (6.10), o los asuntos religiosos son una cuestión capital a la hora de ganar votantes. Alicia es una atea convencida -“Creo que Jesús es alguien que vivió hace 2000 años y que por lo tanto tiene poco que ver conmigo”12 (“Bala de plata”, “Silver bullet”, 2.15)- que es capaz de separar su posición religiosa de sus decisiones políticas, sociales o jurídicas, a la vez que respeta las creencias de su hija Grace, quien se convierte al cristianismo durante la segunda temporada. Sin embargo, en “Old Spice” (6.6), el asesor de campaña Johnny Elfman le espeta a Alicia que los votantes no votan a los ateos y que necesita convertirse en alguien que no es. Palabras que recuerdan mucho a lo sucedido en “La regla de los siete días” (“Seven day rule”, 4.13) cuando Maddie Hayward rivalizaba con Peter para el puesto de gobernador: “Los votantes odian a los 12

-“I think Jesus is someone who lived 2,000 years ago and has very little to do with me”.

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ateos”13, le confesó entonces Eli a Alicia. En un país en el que los resultados de las encuestas concluyen que el 56% de los americanos afirman que la religión es muy importante en sus vidas y que solo un 5% se declaran ateos (Hoffman, 2012), la importancia del papel de la religión en lo político ha sido abordada en consecuencia en numerosas ocasiones por la serie: durante la segunda temporada, cuando Peter vuelve a la vida política lo hace apoyándose en la conversión religiosa, de la mano del Pastor Jeremiah, el mismo del que Alicia necesitará respaldo durante la sexta temporada porque “Solo las personas religiosas son abiertas de mente”14. De ahí que los personajes se creen máscaras que intentan ocultar lo privado de lo público en lo político, al igual que ya lo hacían en la primera temporada en la corte personajes como Louis J. Canning sacándole partido a su enfermedad; la abogada Patty Nyholm que es una abyecta madre que lleva a sus hijos a las reuniones de trabajo para distraer al contrario; o la inocente Nancy Crozier, una chica de pueblo a la antigua usanza que acaba de llegar a la ciudad. Las máscaras de Alicia hasta la sexta temporada no eran demasiadas: ella encarna a una nueva mujer poderosa que ha aprendido a serlo dentro de los juzgados durante cuatro temporadas; en la quinta aprende a volar sola levantando un nuevo bufete entre ella y Cary Agos; y en la sexta emprende el vuelo con soltura y ligereza al optar por presentarse a la candidatura a la fiscalía, una idea que cuando le es sugerida por Eli Gold en el cliffhanger del final de la quinta temporada a la protagonista le parece de lo más estúpido que el asesor haya dicho nunca (Slezak, 2014). Alicia disfruta con la ley pero también le gusta hacer el bien; ella quiere a alguien digno en ese cargo y ha aprendido a entenderse con Eli. Es un paso natural en su ascenso como personaje, no sólo porque es brillante y carismática, sino porque al no divorciarse nunca ha dejado de estar vinculada a la esfera política, algo que no ha hecho sino retroalimentar desde su trabajo legal y sus continuos enfrentamientos con la fiscalía. Las motivaciones de Alicia, al menos inicialmente, no son ni la ambición ni la competitividad, sino que son muy distintas. En primer lugar las triquiñuelas elaboradas por James Castro, el actual fiscal que pretende perjudicarla al verse amenazado por los meros rumores de que Alicia se presenta a su puesto (llegando incluso a recordarle a Alicia cómo acabó Will Gardner). Y desde luego, el coraje que le infunden dos mujeres que para ella representan unos ideales a seguir: los cameos de Valerie Jarret, asistente del Presidente

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“Voters hate atheists”. “Only religious people are open-minded”.

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para la Oficina de Compromiso Público y Asuntos Intergubernamentales de la administración de Obama; y Gloria Steinem, la escritora judía considerada como un icono del feminismo, así como una de las principales activistas de los derechos de la mujer: “If you will do a good job, why not run?” (“Dear god”, 6.3). La admiración de Eli Gold por Alicia Florrick (y su cierta desesperación por encontrar un fiscal del distrito) le lleva a proponerle que opte al puesto. Todo ello y las perspectivas de éxito rotundo en los estudios preliminares realizados por Eli hacen que Alicia finalmente pregunte “If I ran, what's the plan?” (“Dear God”, 6.3). El planteamiento ético y moral de esta serie está teñido por los mismos colores que el de lo judicial y lo político: una extensa gama de grises, aunque al final, el sistema demanda decantarse por el blanco o el negro. Precisamente por ello es necesario señalar la variedad de matices, repercusiones, consecuencias y daños colaterales que hay que tener en cuenta para alcanzar finalmente una respuesta, ya sea en lo judicial o lo político, algo que se aprecia en numerosas ocasiones de la mano de la conservadora Alicia (no en balde la serie se emite en la cadena NBC), que sin embargo a pesar de serlo y de intentar ser fiel a sus convicciones, lidia con defender al asesino Colin Sweeney, al narcotraficante Lemond Bishop y mantiene una relación amorosa extramatrimonial con su jefe Will Gardner. En el comentado capítulo “Oppo research” se pone de manifiesto que Alicia se acerca progresivamente a la postura maniquea de Eli Gold que ella había despreciado en anteriores temporadas, a raíz de su inmersión definitiva en política: para proteger a la santa, deberá convertirse en pecadora.

3. Lo tecnológico como poder político en The good wife “There are no saints. The smaller the sin the larger you got to make the magnifying glass”. Eli Gold en “Pastilla envenenada” (“Poisoned Pill”, 2.6).

En esta serie los géneros ficcionales televisivos se hibridan de manera que queda claro que las posibilidades para alcanzar el poder político en el condado de Illinois (expórtese allí a donde sea necesario) son múltiples. Quizás la que más veces se ha visto reflejada ha sido la vía tecnológica: los mass media también están presentes con sus posicionamientos respectivos en cuanto al tratamiento político; así como el nuevo papel que internet y las nuevas tecnologías protagonizan en las últimas campañas y en el 9

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ejercicio de su poder, vehiculado a través de las nuevas generaciones como la que encarna Zach Florrick, que habla de pantallas, de estrategias de comunicación y de reputación digital. De la mano de Zach como descubridor, el espectador y no solamente su madre reciben un curso acelerado sobre las posibilidades del uso de la imagen en el nuevo mundo digital para fines políticos, como ocurre con el planteamiento de la campaña de Alicia, en la disquisición moral de si usar o no la muerte de Will para ello; y con un tono sorprendentemente parecido a la efectiva campaña real de Bill de Blasio sobre su familia en las elecciones de 2013 para la alcaldía de Nueva York, donde su hijo quinceañero Dante hablaba en favor de su padre para las primarias demócratas (Freedlander, 2013). La omnipresencia de pantallas casi orwelliana que tantos quebraderos de cabeza han traído a los personajes tanto en las urnas (en el mencionado caso del fraude electoral de la candidatura de Peter), como en la campaña de Alicia (con esa foto falsamente comprometedora de su amigo Finn Polmar saliendo de su casa a primera hora de la mañana en “Oppo research”, 6.4), entre muchas otras. Las pantallas revelan información pero también mienten, como decía Susan Sontag al referirse a las fotografías en Ante el dolor de los demás (2003) y nos han ilustrado abiertamente ficciones políticas como la anteriormente nombrada House of Cards o la distópica Black Mirror, especialmente en su primer episodio “El himno nacional” (“The national anthem, Channel 4: 2011-). Uno de los ejemplos más ilustrativos de una serie precedida por su fama de realista y fidedigna con los temas políticos (Ambinder, 2014) es el uso de la propaganda digital elaborada por las PACS15 no producidas ni concebidas en el seno de la campaña, sino por grupos de apoyo al candidato. Así sucede en el capítulo anteriormente mencionado “Contenido Pegadizo”, donde la protagonista intenta negociar una campaña limpia con su adversario, el presentador de televisión Frank Prady, para percatarse al final del capítulo de que la decisión no es suya ni de su gabinete. De hecho ni siquiera la campaña en realidad le pertenece, como se ha subrayado tantas veces en Scandal: el candidato es solo una cara visible de los complicados entresijos políticos, que en los últimos tiempos digitales además también incorporan a las personas anónimas de una manera activa. Igual que surge el periodismo ciudadano, existe la política ciudadana (López, 2005): lo digital ensalza así la democratización participativa de las campañas, con los peligros que conlleva: “Stupid is sticky”, sentencia en el citado episodio el inteligente jefe de campaña Eli Gold. Asimismo, las pantallas también revelan la tecnología exacerbada que rodea nuestros días, como se ilustra en muchas de las tramas semanales, de la mano de la actualidad e 15

Las PACS (Political Action Commitee) son comités de acción política, organizaciones privadas que tienen el propósito de ayudar o interferir en las elecciones y apoyar o criticar la adopción de ciertas leyes.

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incluso en ocasiones, casi predictivas con lo que iba a suceder en breve (como con el caso Strauss Kahn16 o los ataques contra civiles llevados a cabo desde drones17). En The Good Wife se ha hablado por primera vez de temas tecnológicos desconocidos para el espectador medio que sin embargo tienen un creciente poder económico y por tanto político, siendo descrita como “el programa de televisión que mejor entiende la tecnología”18 (Thompson, 2013) como en “Shiny objects” (6.5) cuando el bufete Florrick-Agos ve como sus archivos quedan secuestrados por un hacker. Incluso cuando en “Bitcoin para torpes” (“Bitcoin for Dummies”, 3.13) se pone sobre la mesa el anonimato bajo el que se halla el creador de la divisa electrónica real Bitcoin y las implicaciones que este tipo de moneda digital conlleva para el sistema mundial, explicando de forma sencilla cómo funciona esta moneda P2P y los motivos por los que las autoridades americanas no están precisamente conformes con su existencia. También es recurrente la presencia del buscador de internet ficcional Chumhum en clara alusión a Google, con problemas legales habituales, ya sean conflictos menores como hundir los resultados de una pequeña start up que ha rechazado su oferta de compra; o por cuestiones que hablan de la importancia geoestratégica y política de este tipo de gigantes tecnológicos al ser acusados de vender datos personales a los gobiernos chino y sirio. Destacable también el capítulo “Net Worth” donde Patrick Edelstein, el fundador de una popular red social demanda a los productores de una película sobre su vida al considerar que se trata de difamación, de manera similar a las críticas que Mark Zuckerberg elevó contra La Red Social (The social network, David Fincher, 2010). Y en “The Deep Web” el hijo de uno de los clientes de Alicia es acusado de ser el responsable de Silk Road, una web de la red Tor dentro de lo que se conoce como la deep web. Silk Road en la realidad fue fuente de una gran polémica después de que en octubre de 2013 el FBI cerrara la página y detuvieran a Ross William Ulbricht, supuesto fundador de la misma, al que acusaron adicionalmente de contratar asesinos a sueldo19. Si la “política es algo en principio próximo a la moral, por cuanto considera también a los individuos o grupos sociales atributivamente, pero esta vez no en torno a la idea de justicia sino en torno al simple “buen orden social” (Castillo, 2010: 168), como hemos visto The Good Wife sabe ilustrarlo bien y plantea el conflicto en todos los sentidos, en el de lo judicial, lo político y lo tecnológico, con importantes disquisiciones éticas latentes en lo que parecía (pero no es) una serie de abogados más.

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“Tratamiento VIP”“VIP treatment”, 2.5. “Whisky Tango Foxtrot”,“Whiskey Tango Foxtrot”, 3.9. 18 “The most tech-savvy show on TV”. 19 http://www.fbi.gov/newyork/press-releases/2013/manhattan-u.s.-attorney-announces-seizure-ofadditional-28-million-worth-of-bitcoins-belonging-to-ross-william-ulbricht-alleged-owner-and-operatorof-silk-road-website 17

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