Plateros oxomenses del Renacimiento en Burgos, Celtiberia, vol. 85-86, 1993, pp. 267-292.
Descripción
AURELIO BARRON CARCIA
'1 Plateros oxomenses en Burgos
De «CELTIBERIA,. Núm. 85 - 86 Páginas 267-292
l SOR 1 A CENTRO DE ESTUDIOS SORIANOS
1993
PLATEROSOXOMENSESEN BURGOS
Por AURELIO BARRÓN GARCÍA
E
N la provincia de Burgos el río Esgueva y una línea imaginaria que pasaba por debajo de Silos e incluía la mitad de Salas de los Infantes y Palacios de la Sierra en busca de los montes de Urbión era el límite de los obispados de Osma y Burgos.
Durante el siglo XV y principios del siglo XVI los plateros de Burgos extendieron su influencia a buena parte del obispado oxomense. La inexistencia de un centro platero propio explica que la catedral de El Burgo de Osma contratará las obras de platería en Burgos o en Valladolid. En 15 37 se concertaron con Juan de Alvear, platero burgalés, para que les hiciera una cruz de plata; es posible que fuera según el modelo de cruz de brazos abalaustrados que había aparecido en Burgos. En la catedral de El Burgo de Osma se conserva parte de un magnífico cáliz de oro con esmaltes que fue realizado por un Cerdeño .. Se ha propuesto a Diego Cerdeño, platero de Valladolid y estante en la Corte durante algún tiempo. A su favor pesa el hecho de que fueran maestros vallisoletanos quienes realizaran el retablo mayor y trascoro de la catedral oxomense a expensas del obispo Acosta, donante del cáliz. Pero tampoco se puede descartar la posibilidad de que fuera obra de Cristóbal Cerdeño, platero de oro burgalés documentado entre 1547 y 1570. A partir de 1540, aproximadamente, plateros de El Burgo de Osma o de Aranda de Duero comenzaron a atender, con carácter exclusivo, las necesidades de las iglesias del sur de la provincia de Burgos. Las parroquias debían pasar por la sede del obispado para conseguir la licencia eclesiástica que autorizara el inicio de las obras. La jurisdicción eclesiástica se superponía a la civil. Aún resultando Aranda de Duero una ciudad abierta a los plateros burgaleses,
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las obras conservadas son un claro reflejo de la importancia de los límites eclesiásticos. El Burgo de Osma era una ciudad de señorío eclesiástico. Los plateros estaban estrechamente vinculados al obispado. No tuvieron marcadores ni la ciudad usó de sello específico. Sólo se usaron marcas personales de autor; hemos encontrado las de Juan de la Peña, Melchor Díez, Marcos Díez de Goyanes y Jorge de Ortega. En los libros de fábrica de las iglesias -libros de carta cuenta- los visitadores hacían incluir licencias, recibos y otra documentación relacionada con las obras que se realizaban. Cuando se ha conservado, la documentación es muy rica. El control del provisor y de los visitadores sobre los contratos parece que se ejerció con eficacia. El señorío eclesiástico impidió el desarrollo de las instituciones urbanas.
El provisor nombraba al único tasador que peritaba las obras. No había contraste ni marcador en la ciudad. Se encargaba a cualquier platero, nombrado tasador por las partes interesadas, certificar el peso de la plata utilizada. No se ocupaba de verificar la ley de la plata empleada pues no hemos visto buriladas(1) . El provisor era quien resolvía las desavenencias sobre la tasación que se pudieran originar entre el artista y el cliente. Eran frecuentes los contratos a un valor determinado con renuncia expresa del sobreprecio en que pudiera tasarse la obra. Algunos de los plateros de El Burgo de Osma podían proceder de Burgos. Es probable en el caso de Juan de la Peña, uno de los más antiguos. La cruz de Regumiel de la Sierra, marcada con su punzón, es de tipología burgalesa. Las chapas de los brazos están repujadas con bellos grutescos. Los medallones de los extremos se sobreponen como en Burgos. Del mismo autor se conserva un extraordinario cáliz en Retuerta. En general, en la platería de El Burgo de Osma los sobrepuestos no son tan abundantes como en Burgos y los plateros demuestran tener gran pericia en el repujado. Las obras conservadas con el punzón de Melchor Díez o de Marcos Díez de Goyanes destacan por su buen acabado y por la belleza de los relevados. Excelente es la cruz que Goyanes hizo para Pinilla-Trasmonte en 1579. En casi todas las placas estampó el punzón. No existiendo marcador ni comprobación de la ley de la plata, que sepamos, habrá de interpretarse como manifestación de satisfacción y orgullo por parte del platero. En esta cruz el perfil de conchitas y la crestería interior es la de las cruces burgalesas, pero la forma de los brazos es original. Los brazos están enteramente repujados. En ( 1) Excepcionalmente en el pie de un incensario de la igl esia de Canicosa de la Sierra se practicaron dos buriladas. Lo realizó Jorge
de Ortega entre 16l0 y 1612.
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óvalos y círculos se enmarcan los temas figurativos y el resto se cubre con labor de lazo y cueros recortados. Del mismo autor se conserva un cáliz magnífico en Gumiel de Hizán. Suyo podría ser otro de la iglesia de Quemada. La iglesia de Castrillo de la Reina guarda un cáliz de Melchor Díez. Originalmente era un cáliz-custodia pero la sobrecopa está desfigurada. El pie y el astil del cáliz recuerdan las formas de los cálices burgaleses de Juan de Alvear, platero que trabajó en El Burgo de Osma y en el monasterio de La Vid. Con Jorge de Ortega se introdujeron las formas cortesanas. Un cáliz de la iglesia de Hacinas con la fecha de 1616 tiene las características del cáliz castellano, aunque el primer círculo del pie es pequeño y el gollete bastante alto. Para decorar las obras de mayores pretensiones no renunció a los motivos manieristas que se funden en una misma obra con los espejos ovales, boliches y otros elementos del repertorio de la platería cortesana, como se comprueba en la custodia de Palacios de la Sierra, en el incensario de Hacinas y en el portapaz de Canicosa de la Sierra. En la zona de Aranda se conservan algunas crismeras que están unidas a un cañón, o han sido unidas posteriormente. Este tipo de crismeras debió ser el más corriente en la zona de El Burgo de Osma.
1.-DATOS BIOGRÁFICOS Diego de Aragón (1573-1591) Platero de El Burgo de Osma. El mayordomo de la iglesia de Castrillo de la Reina, en cumplimiento de lo ordenado por el visitador el 6 de agosto de 1572, dio a hacer unas crismeras a Diego de Aragón, platero de El Burgo de Osma. El contrato se firmó en El Burgo de Osma el 3 de noviembre de 1573, estando presente Bernardino de Mena, provisor general en el obispado de Osma. Acordaron que las crismeras habían "de ser de peso de doce ducados y siete de hechura, con sus tres vasos puestos en un cañon de plata"; las debía entregar para el día de pascua de Resurrección del año 1574, bien hechas y a vista de oficiales nombrados por el provisor. Si se tasaban en más de siete ducados no se pagaría cosa alguna. Por el contrario, si se tasaban en menos, se le descontaría. Para comenzarlas a hacer le había de dar el mayordomo doce ducados en el plazo de nueve días. El contrato fue aceptado por las partes y Diego de Aragón presentó como fiador a Melchor Díez, platero de El Burgo de Osma.
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El mayordomo anterior había dado a hacer las crismeras a Andrés de Soria, platero de Salas de los Infantes. El nuevo mayordomo acudió a El Burgo de Osma para que le dieran por libre y quito del compromiso con dicho Andrés de Soria. Así lo hizo el provisor "por quanto se dieron a hacer sin lifenfia de su señoria" y el dicho Francisco de Iñigo había hecho ante él contrato de hacerlas con Diego de Aragón. En 1573, la iglesia de Castrillo de la Reina le pagó los doce ducados del peso y otros nueve más a cuenta de las crismeras; algo más de lo establecido, pero sospechamos que el platero pudo firmar haber recibido una cantidad que en realidad no se le dio en el acto. Así se comprende que todavía el 15 de octubre de 1574 le pagaran 1.700 maravedís por las crismeras y el 18 de noviembre de 1574 otros 765 maravedís con los que se le acabaron de pagar. El 17 de noviembre de 1574, en El Burgo de Osma, se tasaron las crismeras estando presente el provisor Mena y las partes interesadas. Jerónimo de Bastida, platero de Soria, realizó la tasación por encargo del provisor. Las tasó en seis ducados y medio, "antes más que menos". El platero protestó la tasación porque había hecho las crismeras dos veces ya que con la primera forma no había estado conforme el provisor. Se le pagaron los siete ducados que señalaba el contrato
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