Pinturas rupestres esquemáticas y otras evidencias de poblamiento prehistórico en el sur de la Sierra de San Pedro (Extremadura, España)
Descripción
37 XIX International Rock Art Conference IFRAO 2015 Symbols in the Landscape: Rock Art and its Context
Editores: Hipólito Collado Giraldo José Julio García Arranz
ARKEOS
INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE
CÁCERES (EXTREMADURA, SPAIN)
Symbols in the Landscape: Rock Art and its Context Proceedings of the XIX International Rock Art Conference IFRAO 2015 (Cáceres, Spain, 31 August - 4 September 2015)
| ARKEOS 37 |
FICHA TÉCNICA
ARKEOS | perspectivas em diálogo, nº 37 Propriedade: ITM – Instituto Terra e Memória Direcção: a Direcção do ITM Editores deste volume: Hipólito Collado Giraldo, José Julio García Arranz © 2015, ITM e autores Composição: Artes Gráficas Rejas (Mérida) Fotorreprodução, fotomontagem, impressão e acabamento: Artes Gráficas Rejas (Mérida) CONSELHO DE LEITORES (referees) Abdulaye Camara (Senegal) | Carlo Peretto (Italy) | Fábio Vergara Cerqueira (Brazil) Luís Raposo (Portugal) | Marcel Otte (Belgium) | Maria de Jesus Sanches (Portugal) Maurizio Quagliuolo (Italy) | Nuno Bicho (Portugal) | Pablo Arias (Spain) Susana Oliveira Jorge (Portugal) | Vítor Oliveira Jorge (Portugal) TIRAGEM: 750 exemplares | Depósito legal: 108 463 / 97 ISSN: 0873-593X | ISBN: 978-84-9852-463-5
ARKEOS é uma série monográfica, com edição de pelo menos um volume por ano, editada pelo Instituto Terra e Memória, que visa a divulgação de trabalhos de investigação em curso ou finalizados, em Pré-História, Arqueologia e Gestão do Património. A recepção de originais é feita até 31 de Maio ou 30 de Novembro de cada ano, devendo os textos ser enviados em suporte digital, incluindo título, resumo e palavras-chave no idioma do texto do artigo, em inglês e em português. Os trabalhos deverão estar integrados na temática do volume em preparação e serão submetidos ao conselho de leitores. A aprovação ou rejeição de contribuições será comunicada no prazo de 90 dias. Solicitamos permuta | On prie l’échange | Exchange wanted Tauschverkehr erwunscht | Sollicitiamo scambio CONTACTAR ITM, Instituto Terra e Memória, Lg. dos Combatentes, 6120-750 Mação, Portugal
TOMAR, 2015
| A R KEOS 3 7 |
SYMBOLS IN THE LANDSCAPE: ROCK ART AND ITS CONTEXT | Actas del Congreso | Conference Proceedings | Actes de la Conférence | Actas de Conferência |
| Editores: Hipólito Collado Giraldo | José Julio García Arranz |
Volume editado com a colaboraçao da:
JUNTA DE EXTREMADURA
V I CER R ECT O R A D O D E EX T EN S I Ó N UN I V ER S I TA R I A
TOMAR | 2015
Pinturas rupestres esquemáticas y otras evidencias de poblamiento prehistórico en el sur de la Sierra de San Pedro (Extremadura, España) JOSÉ MARÍA MURILLO GONZÁLEZ ELENA XIOMARA PAOLETTI ÁVILA
RESUMEN: Este artículo pretende avanzar en el conocimiento de las pinturas rupestres postpaleolíticas localizadas al sur de la Sierra de San Pedro desde la Arqueología del Territorio-Paisaje. Se han desarrollado técnicas de documentación tradicionales, también se han ensayado otras más modernas como la integración en Sistemas de Información Geográfica (SIG), el realce informático de fotografías y la modelización tridimensional mediante fotogrametría. El objetivo principal ha sido actualizar la información existente sobre la Pre-Protohistoria de la zona e integrar las variables arqueológica y geográfica. Ello ha permitido una mejor contextualización de los restos antiguos, así como el descubrimiento de pautas significativas que nos ayudan a conocer mejor a estas antiguas sociedades, en el entorno concreto donde se desarrolló su existencia. PALABRAS CLAVE: Pintura esquemática, Arqueología del Territorio-Paisaje, nuevas tecnologías, SIG. ABSTRACT: This paper aims to increase our knowledge of Post-Paleolithic Rock Art located in the southern area of Sierra de San Pedro. It partakes in the theoretical and conceptual corpus of Landscape-Spatial Archaeology. Our methodology is based on the development of traditional techniques of documentation and the trial of modern techniques, like computer analysis of photographs, 3D reconstruction or GIS integration. We intend to update the archaeological information of this area, the analysis of the geographical environment and integrate the archaeological and geographical variables in order to detect meaningful spatial patterns that will allow us to increase our understanding of these ancient societies in this specific area. KEYWORDS: Schematic rock art, Landscape-Spatial Archaeology, new technologies, GIS.
Introducción En los últimos años asistimos a una verdadera revolución metodológica en el ámbito de la Arqueología. Las posibilidades derivadas de la utilización de las modernas herramientas digitales son enormes y favorecerán en los próximos años un avance sustancial en el conocimiento de nuestro pasado. Entre | ARKEOS 37 | 2029 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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otras cosas permitirán integrar información de muy diversa naturaleza, tanto estrictamente arqueológica como geográfica, y tanto antigua como reciente, en aras de una comprensión holística de antiguos fenómenos y procesos culturales, así como de los paisajes donde éstos se desarrollaron. El trabajo que aquí presentamos se integra en un marco teórico y conceptual propio de la Arqueología del Territorio-Paisaje. Se centra en la zona sur de la Sierra de San Pedro (Extremadura, España) durante un tramo cronológico acotado a la Pre-Protohistoria. Nuestra relación con el área de estudio se deriva de una prospección arqueológica realizada en el marco de la Tesis doctoral de uno de los firmantes, José María Murillo, vinculado al Área de Prehistoria de la Universidad de Extremadura (UEX). La constatación de pinturas rupestres en la zona, junto a otras evidencias de poblamiento antiguo, aconsejaban una lectura general susceptible de esclarecer incógnitas relativas a la contextualización del arte rupestre de este entorno, permitiéndonos a un tiempo el ensayo de nuevas metodologías de registro de la información, acordes con los nuevos tiempos. De todo ello se entiende la idoneidad de la concurrencia de este estudio al evento científico que aquí nos reúne, donde la documentación y la contextualización del arte rupestre son pilares fundamentales. Entre los objetivos que nos motivan podemos destacar: - La realización de una síntesis geográfica que sirva para contextualizar los hallazgos arqueológicos en su espacio físico concreto; en la creencia de que algunas pautas observadas responden a factores geográficos interrelacionados con otros de índole cultural. - La recapitulación de las intervenciones arqueológicas previas desarrolladas en la zona de estudio, que en definitiva han desembocado en el estado actual de conocimientos. - La presentación de información inédita derivada de la prospección realizada, centrándonos de un modo especial en aquella relativa a Azagala y Alpotreque, por su estrecha vinculación con las pinturas conocidas. - La búsqueda de patrones espaciales y/o culturales que nos ayuden en la comprensión de las pinturas rupestres, entendidas estas como un tipo más de evidencia arqueológica. - La valoración crítica de las posibilidades y limitaciones actuales del uso de las nuevas herramientas vinculadas al registro, estudio y difusión del patrimonio arqueológico. La metodología desarrollada en función de nuestros objetivos puede sintentizarse en: - La recopilación e integración en SIG de información geográfica y arqueológica, tanto antigua como reciente, del área de prospección y su entorno periférico. - La realización de una prospección arqueológica selectiva en torno al Río Zapatón y las líneas de sierra adyacentes, proyectada y desarrollada con el apoyo de SIG y Sistemas de Posicionamiento Global (GPS), con el permiso de la administración autonómica. - La documentación del Abrigo de Alpotreque mediante técnicas convencionales (calco directo y fotografías), y otras más novedosas como el realce informático (ImageJ con el plugin Dstretch) y la recreación virtual por fotogrametría (123D Catch). | ARKEOS 37 | 2030 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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- Realce informático de una selección de fotografías tomadas en abrigos de la zona.
La Sierra de San Pedro: marco geográfico Nuestro trabajo se desarrolla en la zona sur de la Sierra de San Pedro, a medio camino entre las Vegas Bajas del Guadiana y la Penillanura Trujillano-cacereña, próxima a la frontera portuguesa (Figs. 1 y 2). Primeramente concretamos del área de estudio, que cumple el doble objetivo de ser tan extensa como para permitir la observación de pautas significativas a escala macroespacial, sin llegar a desbordarnos. En función del registro arqueológico conocido se ha delimitado un óvalo de aproximadamente 54 km de longitud por 23 km. de ancho, de orientación Noroeste-Sureste y 98.732 ha., que abarca varios términos municipales fundamentalmente de la provincia de Badajoz. Cuatro son los núcleos poblacionales situados en su interior: Alburquerque, Villar del Rey, La Roca de la Sierra y Puebla de Ovando, que están interconectados por una red de carreteras perfectamente adaptada a las singularidades del relieve de la zona. En relación a los usos actuales del suelo, predominan ampliamente las superficies arboladas, con o sin matorrales, seguidas por pastizales y zonas aprovechadas en régimen de secano, especialmente en el área de influencia inmediata a los núcleos de habitación (Fig. 3). También se dan pequeñas huertas en las proximidades de las corrientes de agua principales, así como afamadas canteras de granito y pizarra en Villar del Rey, sin olvidar las explotaciones de estaño del término de Alburquerque.
FIG. 1. Localización del área de estudio dentro de la Península Ibérica.
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FIG. 2. Modelo Digital del Terreno (MDT) del territorio extremeño con la red hidrográfica principal y el área de estudio en amarillo.
FIG. 3. Mapa de usos actuales del suelo, elaboración propia a partir del Corine Land Cover (Agencia Europea del Medio Ambiente 2006).
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El área acotada acusa una cierta complejidad geológica con un predominio absoluto de materiales antiguos, como granitos, cuarcitas y pizarras, cuya disposición ha influido en la distribución de los sitios arqueológicos, junto a otros factores como los cursos de agua o el relieve (Fig. 4). La extrema rigidez de los materiales geológicos hacen frecuentes las fracturas, destacando la falla de Plasencia-Odemira. Los suelos son agrícolamente pobres en líneas generales (Guerra y Monturiol 1968; García y López 2002), de ahí su aprovechamiento preferentemente en régimen extensivo, con predominio de las dehesas, bien con ganado bovino, bien orientadas a la caza mayor. Hidrográficamente pertenece a la cuenca del Guadiana, está surcado por corrientes de agua de diferente entidad, con multitud de pequeños arroyos con sequía estival. A la altura de Villar del Rey se realizó la presa de la Peña del Águila, que embalsa las aguas del Zapatón.
FIG. 4. Geología de la zona a partir del Mapa litoestratigráfico y de permeabilidad de España (Dirección General del Agua del Ministerio de Medio Ambiente e Instituto Geológico y Minero de España 2006). Se han solapado también las evidencias arqueológicas considerados.
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Debido a sus singularidades geológico-edafológicas, al predominio de los aprovechamientos agrarios extensivos y a la escasa densidad demográfica, el área de estudio cuenta con algunos de los espacios mejor conservados de nuestra región, caracterizados por una belleza natural innegable. La riqueza biogeográfica que hemos podido constatar es enorme y difícil de sintetizar en unas pocas líneas. Baste decir que cuesta relativamente poco imaginar su estado clímax. Eliminando los efectos derivados de la mano del hombre, estaríamos ante un típico bosque mediterráneo dominado por la encina-coscoja (Devesa 1995). En las orillas de los cursos principales se desarrollaría una ripisilva compuesta por especies con mayores necesidades hídricas (Fig. 5), y posiblemente con coníferas ocupando algunas de las zonas más elevadas de las sierras. En las alineaciones serranas, coronadas frecuentemente por farallones cuarcíticos, se desarrollan aún hoy asociaciones vegetales diferenciadas, dependiendo de si se encuentran en la solana o en la umbría. Éstas últimas mucho más húmedas por la menor insolación y con una mayor presencia de especies como alcornoques y madroños. Un panorama en definitiva mucho más rico, diverso y complejo del que suelen recoger algunas síntesis al uso (Fig. 6).
FIG. 5. Diversidad ecológica de la Sierra de San Pedro. De izquierda a derecha: llanura adehesada, bosque de ribera y roquedo cuarcítico.
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FIG. 6. Series de vegetación según Rivas (1987) y evidencias arqueológicas considerados.
Historiografía del área de estudio Las evidencias arqueológicas aquí consideradas (Fig. 7) son el resultado de una tradición investigadora cuyos inicios se remontan a mediados del siglo diecinueve. Debemos aclarar que en nuestro análisis únicamente hemos tenido en cuenta aquellas de cronología Pre y Protohistórica mejor documentadas y con una localización segura, por razones obvias. Salvo excepciones, todos los lugares han sido visitados y sus coordenadas tomadas mediante GPS. Las primeras referencias sobre vestigios prehistóricos en nuestra zona proceden de José de Viu (1852:244), quien mencionó la existencia de antas o sacelos en la encomienda de Mayorga. A pesar de ello sería José R. Mélida el primero en realizar un verdadero catálogo de dólmenes de la provincia de Badajoz (Mélida 1913), donde aparecen recogidos varios dólmenes de nuestra área-laboratorio. Años después, junto a las novedades pertinentes, pasarían a engrosar su catálogo monumental de esta misma provincia (Mélida 1925). Por esos años vio la luz la publicación de Eduardo Hernández Pacheco y Aurelio Cabrera Gallardo sobre las pinturas prehistóricas y dólmenes de la región de Alburquerque, ampliando el objeto de estudio a lo que la historiografía reciente reconoce como arte rupestre esquemático (Hernández y Cabrera 1916). Especial interés revisten las pesquisas arqueológicas de Cabrera por los alrededores de Alburquerque, donde entre otros yacimientos de cronología más reciente, consideró: dólmenes, pinturas y grabados rupestres, cuevas, una necrópolis de cistas, posibles asentamientos y lo que | ARKEOS 37 | 2035 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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FIG. 7. MDT, red hidrográfica principal y evidencias prehistóricas o protohistóricas del área de estudio. 1: Abrigo de La Carava, 2: Abrigo A de San Blas, 3: Abrigo B de San Blas, 4: Abrigo C de San Blas, 5: Abrigo A de Azagala, 6: Abrigo B de Azagala, 7: Abrigo de Alpotreque, 8: Mayorga I, 9: Mayorga II, 10: Mayorga III, 11: Argaminos, 12: Piedrabuena, 13: Rivera de Albarragena I, 14: Rivera de Albarragena II, 15: Rivera de Albarragena III, 16: Cerro Cabrita I, 17: Cerro Cabrita II, 18: Dolmen de Azagala, 19: Dolmen de Alpotreque, 20: Leoncillo I, 21: Leoncillo II, 22: Leoncillo III, 23: León I, 24: León II, 25: León III, 26: Convento de Luriana, 27: Cueva del Moro, 28: Cueva del Monge, 29: Dolmen del Portugués, 30: El Costurón, 31: El Espartal, 32: Peña Hincada, 33: Cabezo de los Marruecos, 34: Jabariega, 35: Las Mosqueras, 36: Azagala, 37: El Torrejón, 38: Covacha I de Alpotreque, 39: Fragmento de molino o moledera de Alpotreque, 40: Concentración de cerámicas de Alpotreque, 41: Covacha II de Alpotreque, 42: El Herradero, 43: Casa de Santa María, 44: Estela de Tres Arroyos.
interpretó como un probable templo (Hernández y Cabrera 1916; Alburquerque prehistórico y arqueológico 1918; Cabrera 1931, 1932, 1933; Palomo y Palomo 2014). También en esta época se publicó la única estela decorada encontrada hasta el presente en nuestra área de estudio, concretamente en el paraje de Tres Arroyos, la cual desaparecería años después de los fondos del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz sin volver a saberse de su existencia (Celestino 2001:340). Una década más tarde de la publicación de la estela se dieron a conocer los resultados de la labor del abate Henri Breuil en relación a las pinturas rupestres de la zona de Alburquerque, integradas en un volumen dedicado a la cuenca del Guadiana (Breuil 1933). Debemos esperar más de dos décadas hasta la siguiente publicación, que vendría de la mano de Georg y Vera Leisner, cuyo trabajo se había centrado en el análisis del fenómeno megalítico a escala peninsular, incluyendo en su estudio los dólmenes de la zona y algunos materiales asociados (Leisner y Leisner 1959: 299-303, Láminas 53, 53). Unos años más tarde, intervino en la zona Martín Almagro Basch (1965), muy interesado en el megalitismo regional. En el XI Congreso Nacional de Arqueología, celebrado en Mérida en 1968, María C. Rivero de la Higuera dio a conocer una serie de materiales procedentes del dolmen de Leoncillo I (Rivero 1970), uno de los tres o | ARKEOS 37 | 2036 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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cuatro monumentos descubiertos en la finca homónima, cuya excavación dirigió en el marco de su Tesina de Licenciatura (Rivero 1970:329). Desgraciadamente el dueño de la finca nos denegó el acceso a la misma. Nos consta que esta investigadora natural de Villar del Rey excavó también los dólmenes de Peña Hincada, El Costurón y El Espartal, información que permanece inédita a día de hoy, y que en el Cortijo de los Almorchones pudo existir otro dolmen en muy mal estado de conservación (María C. Rivero, comunicación personal 2014). Cierto interés nos suscita, por otro lado, el resultado de otra excavación suya, también inédita, acometida según parece en una zona próxima al Castillo de Azagala, donde se ha señalado el descubrimiento de un “megaron, monumento religioso de unos 4.000 años de antigüedadˮ (Bueno 2002:96). Avanzando el tiempo, a finales de los años ochenta, se dieron a conocer las pinturas rupestres de Alpotreque (Grande 1987). La deficiente documentación del hallazgo, junto a su escasa consideración en la bibliografía posterior, son cuestiones que nos movieron a documentarlas nuevamente utilizando métodos más avanzados, como tendremos ocasión de comprobar más adelante. Ya a inicios de la década siguiente se publicó una serie de dólmenes del término municipal de San Vicente de Alcántara, dotando de materialidad arqueológica a algunas de las referencias conocidas de antiguo (González 1992). A mediados de los años noventa se publicó un estudio monográfico sobre las pinturas del término de Alburquerque (Collado 1997a). Se trata del trabajo más completo sobre el particular, donde se vuelven a documentar abrigos previamente conocidos, incorporándose dos nuevos abrigos con arte rupestre situados en la Sierra de Azagala, en cuyas inmediaciones se localizaron cerámicas del Bronce Final (Collado 1997a:54-63, 89). Con posterioridad, Hipólito Collado publicó junto con otros investigadores un librito divulgativo sobre el Abrigo A del Risco de San Blas, editado a raíz de la puesta en valor y adecuación con fines turísticos de esta impresionante estación (Collado et al. 2006). No sería demasiado forzado ver en esta iniciativa una plasmación tangible de la motivación didáctica que movió a Aurelio Cabrera, décadas atrás, a abrir un museo en Alburquerque. Los últimos aportes en relación a nuestra área de estudio han sido: por un lado, el descubrimiento de El Torrejón, un poblado amurallado probablemente prerromano según Ana M. Martín (1999:158), y por otro, la mención de varios dólmenes inéditos por parte de Primitiva Bueno (2002:3637). Tras este recorrido cronológico es necesario realizar una verdadera síntesis historiográfica que nos permita comprender mejor el proceso que ha desembocado en el estado actual de conocimientos. En primer lugar señalar que la tradición investigadora en la zona se retrotrae a un momento relativamente temprano, concretamente mediados del siglo diecinueve, como mencionamos al principio. A partir de las primeras décadas del siglo veinte y hasta el presente se abre un amplio período jalonado por intervenciones arqueológicas puntuales, de escasa duración y a menudo separadas por años de inactividad. La labor de Aurelio Cabrera puede considerarse la única iniciativa prolongada en el tiempo, una verdadera excepción a la norma motivada por la vinculación personal del profesor con su pueblo natal. Las consecuencias derivadas de la Guerra Civil y la Posguerra pueden explicar, | ARKEOS 37 | 2037 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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al menos parcialmente, uno de los vacíos más significativos como ya se ha apuntado también. Por otro lado, no sólo han participado en este proceso investigadores locales como A. Cabrera o María C. Rivero, sino que también aportaron su granito de arena figuras señeras de la historiografía arqueológica nacional como Juan Cabré, José R. Mélida o Martín Almagro Basch, sin olvidar a otros con diferentes nacionalidades de origen, como el abate Henri Breuil o el matrimonio Leisner. Algunos problemas a los que se ha enfrentado la investigación han sido: el mal estado de conservación de muchos yacimientos, la escasez de indicadores cronológicos que permitiesen afinar la adscripción cronológico-cultural de las evidencias, la no publicación de los resultados de algunas intervenciones, o el importante desconocimiento de los lugares de habitación. La práctica ausencia de prospecciones arqueológicas intensivas en la zona, así como el escaso grado de alteración antrópica observado en comparación con otras áreas de la geografía regional, permiten presuponer que los vacíos arqueológicos responden más a cuestiones metodológicas y vinculadas a la dinámica investigadora, que a una ausencia real de sitios. En línea con lo dicho, la inexistencia de proyectos de investigación interdisciplinares y prolongados en el tiempo, junto a un interés especialmente focalizado en el megalitismo y el arte rupestre, son cuestiones que han contribuido a generar un conocimiento algo sesgado. Ello ha significado en la práctica, la ausencia de lecturas históricas generales y de modelos que tratasen de integrar los distintos tipos de evidencias arqueológicas interrelacionándolas con su contexto geográfico concreto, tal y como sí se ha hecho en áreas adyacentes, de cuyas dinámicas culturales nuestra zona participa plenamente (Bueno et al. 2006, 2010; Bueno y Vázquez 2008).
Pinturas rupestres esquemáticas y otras evidencias pre-protohistóricas La existencia de un buen número de publicaciones previas, referidas en el apartado anterior, nos libera de realizar una descripción exhaustiva de los registros conocidos, lo cual nos permitirá centrarnos en las novedades que aportamos, así como en la descripción y posterior análisis de las pautas observadas. En primer lugar fijaremos nuestra atención en las pinturas rupestres de la zona, que se integran en lo que se conoce como arte rupestre esquemático. Se trata en definitiva de un ciclo pictórico de rasgos relativamente bien definidos, aunque de compleja interpretación (Collado 1999; 2000). Cronológicamente existe un cierto consenso sobre su larga duración, acotable a grandes rasgos entre el Neolítico la Edad del Hierro. Las pinturas rupestres de la zona de estudio están realizadas únicamente con pigmentos rojos, que seguramente se aplicaron con los dedos y quizás también utilizando pequeños pinceles. Los motivos representados se caracterizan por una cierta diversidad tipológica, así como un desigual grado de conservación que frecuentemente dificulta su interpretación. Se trata de representaciones con un mayor o menor grado de abstracción, donde frecuentemente pueden identificarse motivos antropomorfos, zoomorfos, así como otros de significado más incierto (puntos, líneas, tectiformes...). | ARKEOS 37 | 2038 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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La ubicación de las pinturas no es casual, pues se localizan preferentemente en las paredes de abrigos rocosos, a resguardo de las inclemencias del tiempo. El denominado como Abrigo B de Azagala podría considerarse mejor como una verdadera cueva dada su amplitud. Siempre Se localizan en la solana de los roquedos cuarcíticos que afloran en las líneas de sierra que cruzan el territorio en dirección Noroeste-Sureste, no muy distantes de brechas en las mismas utilizadas tradicionalmente como puntos de paso obligado. Dado que todas las pinturas aquí consideradas han sido publicadas previamente, nos hemos centrado en documentar el Abrigo de Alpotreque, el peor conocido. Para ello se ha recurrido a una batería metodológica a medio camino entre lo tradicional y lo novedoso (toma de fotografías, calco directo, prospección arqueológica del entorno, realce informático complejo y levantamiento tridimensional). El abrigo se sitúa en la Portilla de Alpotreque, un punto de paso obligado en las comunicaciones NorteSur de la zona atravesado por una carretera moderna y un pequeño curso de agua. La prospección arqueológica de su entorno inmediato logró documentar bastantes evidencias de ocupación prehistórica (Fig. 8). El abrigo (Figs. 9-10) cumple las pautas anteriormente descritas. Las pinturas están relativamente mal conservadas, a veces muy desvaídas y con desconchones, se observan superposiciones pictóricas, así como una gran mancha rojiza y difusa que dificulta la visión del cuadrante inferior derecho. Ha sido necesario recurrir al realce informático (Figs. 10-15), utilizando para ello el plugin Dstretch de ImageJ (Hartman). Para la realización del dibujo resultante (Fig. 16) utilizamos el calco directo de la pintura (realizado sobre un plástico transparente y rígido), un mosaico ensamblado y ortorrectificado de fotografías de detalle, y su versión realzada; todas estas capas de información se integradaron en Adobe Ilustrator, donde se dibujó lo observado. FIG. 8. Evidencias prehistóricas de Alpotreque. 7: Abrigo con pinturas, 38: Covacha I, 39: Fragmento de molino o moledera, 40: Concentración de cerámicas, 41: Covacha II.
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FIG. 9. Vista general del abrigo con pinturas de Alpotreque.
FIG. 10. Panel con pinturas de Alpotreque.
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FIG. 11. Realce de la fotografía anterior (ImageJ, Dstretch, yrd). 12. Detalle de las pinturas de Alpotreque.
FIG. 13. Realce de la imagen anterior (ImageJ, Dstretch, yrd). 14. Detalle de las pinturas de Alpotreque.
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FIG. 15. Realce de la fotografía anterior (ImageJ, Dstretch, yrd).
FIG. 16. Dibujo de las pinturas de Alpotreque.
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En líneas generales se pueden identificar: un conjunto de puntos y líneas, varios motivos semicirculares, posibles antropomorfos, así como dos motivos más complejos, consistentes en un tectiforme situado a la derecha, y otro de difícil interpretación formado por varios trazos inmediatamente bajo el anterior. Los motivos semicirculares podrían representar antropomorfos con un alto nivel de abstracción y/o mala conservación. En el centro se observa un ramiforme que podría interpretarse como un antropomorfo, así como otro que parece apreciarse a la izquierda del tectiforme antes referido. La documentación convencional del abrigo (Fig. 17) se ha complementado con la recreación tridimensional realizada mediante fotogrametría. La creación del modelo en cuestión se realizó a partir de treinta y cinco fotografías tomadas con una cámara compacta Fujifilm (13 megapíxeles), que el programa 123D Catch se encargó de analizar automáticamente, generando una recreación bastante ajustada a lo observado sobre el terreno (Fig. 18). Se trata de una técnica sencilla y de gran utilidad, capaz de captar una mayor riqueza de detalles que otras técnicas tradicionales.
FIG. 17. Planta y sección del Abrigo de Alpotreque.
Ampliando el marco de análisis, ya hemos referido la existencia de otros restos prehistóricos en sus inmediaciones. En la Covacha 1 (Fig. 19), con un interior bastante reducido, se encontraron fragmentos de cerámicas realizadas a mano, uno de los cuales presentaba un motivo decorativo impreso o inciso, seguramente un espigado (Fig. 20). Inicialmente estuvimos tentados de relacionar dicha pieza con las típicas ceramicas impresasincisas de fases antiguas o medias del Neolítico, donde podemos señalar algún paralelo (Enríquez 1987:17 [número 47]), pero lo cierto es que la escasez de información no permite una adscripción segura y demanda prudencia. En sus proximidades se documentó un fragmento de molino o | ARKEOS 37 | 2043 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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FIG. 18. Modelo tridimensional del panel decorado elaborado mediante fotogrametría con el programa 123D Catch de Autodesk.
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FIG. 19. Covacha 1 de Alpotreque.
FIG. 20. Cerámicas halladas en el interior de la Covacha 1.
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moledera de granito (Fig. 21). Ya en la umbría, se localizó la Covacha 2 (Fig. 22), en cuyo interior se recogió un fragmento de cerámica a mano, amorfo. A unos pocos metros de la misma, en dirección Oeste, se localizó junto a una pared rocosa un conjunto de fragmentos cerámicos también a mano, sin decoración y amorfos (Fig. 23). Si bien la pobreza y escasa elocuencia de los restos no permiten proponer una interpretación funcional concreta ni una adscripción cronológico-funcional precisa, sirven por el contrario, para asegurar su inclusión dentro de una amplia banda temporal que iría del Neolítico al Bronce Final. A poco más de trescientos metros al suroeste del Abrigo con pinturas de Alpotreque, hemos constatado la existencia de un dolmen, lo cual enriquece aún más si cabe la riqueza arqueológica de la zona. FIG. 21. Fragmento de molino o moledera de granito hallado en las inmediaciones del Abrigo de Alpotreque.
FIG. 22. Covacha 2 de Alpotreque.
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FIG. 23. Fragmentos de cerámica prehistórica recogidos en las inmediaciones de la Covacha 2.
Previamente a la realización de nuestra prospección teníamos noticias de la existencia de cerámicas del Bronce Final recogidas en las proximidades del Abrigo B de la Sierra de Azagala (Collado 1997a:89). El rastreo de la zona nos permitió finalmente localizar el lugar referido (Fig. 24), donde procedimos a recoger cerámicas para contrastar la cronología propuesta. Los restos se encontraban dispersos por la cima y toda la ladera meridional del afloramiento cuarcítico donde se localizan los abrigos con pinturas, no observándose restos constructivos en superficie. Se trata de un enclave estatégico en alto, situado en un paso de la sierra desde el que se controlaría visualmente la confluencia de la Ribera de Albarragena en el Zapatón, actualmente bajo las aguas del embalse de la Peña del Águila.
FIG. 24. Fotografía del entorno de los abrigos de Azagala tomada desde el castillo. En rojo se señala el área de dispersión de cerámicas del posible asentamiento.
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El pequeño lote de formas recogido por nosotros (Fig. 25) se compone de cerámicas elaboradas a mano, con desgrasantes generalmente finos y tonos normalmente amarronados, en algunos casos negruzco, con acabados consistentes en buenos alisados y bruñidos. Tipológicamente se observan cuencos de distintas tipologías y formas cerradas de mayores dimensiones. La cronología del conjunto puede situarse en el tránsito del segundo al primer milenio antes de Cristo, considerando las tipologías cerámicas de la zona (Pavón 1998). Existe un pequeñito fragmento de carena de tipología frecuente en momentos anteriores (número seis), así como un borde de olla-urna encuadrable ya en la Edad del Hierro (número cinco). En consecuencia, y con toda la provisionalidad que aconseja la escasez de datos, proponemos la adscripción crono-cultural del conjunto al Bronce Final-Orientalizante.
FIG. 25. Cerámicas dibujables del posible poblado de Azagala.
La singularidad del Abrigo B de Azagala, en comparación con otros de la zona, radica tanto en su tamaño (podría considerarse una verdadera cueva), como en su difícil acceso (Fig. 26). A poco más de un kilómetro al suroeste, localizamos los restos mal conservados de un posible monumento megalítico de reducidas dimensiones, lo cual dota de materialidad a antiguas referencias sobre el hallazgo de túmulos en la zona (Cabrera 1933:39-40). Dados los buenos resultados en el realce fotográfico ensayado en el abrigo de Alpotreque, decidimos aplicar el mismo método a algunas de las pinturas del Abrigo B de Azagala, identificándose motivos prácticamente invisibles a simple vista (Fig. 27). Lo mismo hicimos en relación al Abrigo de la Carava (Figs. 28-34). La comparación de las imágenes realzadas con los dibujos previamente publicados de estas pinturas por los diferentes autores nos lleva a la conclusión de que efectivamente los potentes algoritmos de Dstretch son capaces de remarcar trazos apenas visibles por el ojo humano. La utilidad del pograma como herramienta de apoyo queda comprobada, lo cual no significa que sea totalmente infalible, pues en ocasiones el programa confunde la tonalidad rojiza de fondo con áreas pintadas. | ARKEOS 37 | 2048 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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FIG. 26. Entrada del Abrigo B de Azagala (señalada en rojo) observada desde la orilla opuesta del Albarragena.
FIG. 27. Fotografías realzadas de las pinturas del Grupo I del Abrigo B de Azagala, según nomenclatura de Collado (1997a:59). A partir de fotografías originales de Pizarro (2014) (ImageJ, Dstretch, yrd y crgb). (a) Área ampliada a la derecha, (b) Antropomorfo difícil de distinguir a simple vista.
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FIG. 28. Abrigo de La Carava.
FIG. 29. Pinturas de La Carava (fotografía del Grupo I de Collado [1997a:30]). 30. Realce de la fotografía anterior (ImageJ, Dstretch, lre).
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FIG. 31. Pinturas de La Carava (Grupo IIc de Breuil [recogido en Collado 1997a:32]).
FIG. 32. Realce de la fotografía anterior (ImageJ, Dstretch, crgb).
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FIG. 33. Pinturas de La Carava (fotografía de la mitad inferior del Grupo II de Collado [1997a:34]). FIG. 34. Realce de la imagen anterior (ImageJ, Dstretch, rgb0).
En relación al fenómeno megalítico cabe señalar la abundancia de registros en la zona, algunos de ellos inéditos y que serán publicados en otro lugar por razones de espacio. Los sepulcros documentados presentan notables diferencias entre sí, tanto si tenemos en cuenta su tamaño, su tipología, o los materiales constructivos. La ubicación de estas tumbas por lo general respeta una serie de directrices generales, aunque no exentas de matices, observándose además cierta tendencia al agrupamiento. Suelen situarse en llanos o al pie de las sierras, ocupando por lo general suaves lomas y no muy alejados de cursos de agua más o menos estables. En ocasiones su relación con los puntos de paso que permiten atravesar las sierras es evidente (Fig. 7). Además de los indicios de ocupación antigua de Alpotreque y Azagala, hemos de referir el descubrimiento de asentamientos prehistóricos en la zona. En el paraje de Jabariega documentamos un poblado calcolítico con indicios de muralla. Se trata de un enclave estratégico situado en alto, sobre la cima de un pico y en relación con un paso serrano. Similar patrón de localización comparte Las Mosqueras, otro poblado amurallado ubicado en un alto próximo al Zapatón. Estos poblados, junto al previamente identificado de El Torrejón (Martín 1999: 158), pueden considerarse como elementos importantes para comprender las dinámicas del poblamiento preprotohistórico de la zona. | ARKEOS 37 | 2052 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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Ya en el llano documentamos dos pequeñas concentraciones de molinos de vaivén que podrían valorarse como evidencias de antiguos asentamientos (El Herradero y Casa de Santa María) (Fig. 7). Aunque en Casa de Santa María recogimos algunos fragmentos cerámicos, desgraciadamente en ninguno de estos dos sitios se hallaron formas que nos permitieran precisar más su cronología.
La inserción paisajística de los restos antiguos: notas para un modelo No resulta sencillo articular brevemente un discurso capaz de sintetizar el devenir histórico de la zona durante la Prehistoria reciente y los inicios de la Protohistoria. La riqueza arqueológica constatada, el conocimiento limitado y parcial del registro existente, así como las muchas preguntas que aún quedan por responder, suponen un impedimento evidente. A pesar de lo dicho, lo consideramos una tarea necesaria en el momento actual, permitiéndonos desarrollar planteamientos de utilidad para otros investigadores. En general la zona estudiada participa de los rasgos geográficos y arqueológicos de otras adyacentes mejor conocidas (Galán y Martín 1991; Bueno 2002; Bueno et al. 2006, 2010), enlazando con fenómenos observados en territorio portugués (Varela 2010; Oliveira y Oliveira 2012; Oliveira et al. 2012). Por este motivo, no puede considerarse como un islote aislado, sino integrada en procesos y dinámicas culturales más amplios. Su situación, a medio camino entre dos realidades geográficas bien definidas, como son las fértiles Vegas Bajas del Guadiana y la Penillanura TrujillanoCacereña, así como sus rasgos geográficos concretos, han condicionado en buena medida el poblamiento antiguo de la zona, sin que ello implique un determinismo ambiental rígido, que sería una explicación demasido reduccionista. A una escala general, la dispersión de los yacimientos muestra la existencia de pautas recurrentes que en ningún caso se deberían al azar (Figs. 4, 6, 7). Destaca en este sentido, un evidente interés por ocupar las áreas próximas a cursos de agua de cierta entidad. También, y frecuentemente en interrelación con lo anterior, se observa una predilección por algunos puntos de paso existentes en las líneas de sierra que atraviesan el territorio en dirección Noroeste-Sureste. En la mitad occidental de nuestra área-laboratorio da la impresión de que los sitios se sitúan en relación con los bordes de un amplio batolito granítico, lo cual tiene cierta lógica, pues el granito es un material impermeable y en sus zonas de contacto con otros materiales geológicos suelen darse manantiales. A ello se une la menor calidad de los suelos asociados al granito. El interés por el agua resulta obvio, al tratarse de un recurso indispensable para la vida del hombre, los animales y las plantas. Al mismo tiempo pueden considerarse como ejes de comunicación principales (o de mínimo esfuerzo), y en sus proximidades suelen darse franjas con los suelos de mayor aptitud agropecuaria. Los puntos en que estas corrientes atraviesan las líneas de sierra son lugares normalmente fértiles desde un punto de vista arqueológico, al ser lugares de paso casi obligado. Ello explicaría la confluencia de restos pre-protohistóricos de distinto tipo en puntos concretos como Alpotreque o Azagala. | ARKEOS 37 | 2053 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |
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La existencia de un buen número de dólmenes dispersos por los llanos de la zona y al pie de las sierras sería indicativa de un cierto solapamiento entre el mundo de los vivos y el de los muertos en las comunidades megalíticas, en línea con los planteamientos de Primitiva Bueno (2002:70). Los dólmenes, además de tumbas, serían hitos artificiales que actuarían como referentes paisajísticos. En este sentido, su visibilidad hubiera sido nula de no ocupar espacios antropizados, despejados de vegetación arbórea y arbustiva. La ocupación de los llanos tiene múltiples ventajas, pero cuando existen razones defensivas y/o estratégicas vinculadas al control del territorio y las vías de comunicación, se prefieren los lugares en alto, especialmente junto a puntos de paso en las líneas de sierra, y a poder ser no muy alejados de cursos de agua. Ello se observa en poblados de cronologías diferentes, tanto en el Calcolítico Pleno (Jabariega), hasta el tránsito del segundo al primer milenio antes de Cristo (Las Mosqueras y Azagala). Lógicamente, el interés por puntos estratégicos no es exclusivo de la Pre-Protohistoria, lo cual explica la existencia de castillos medievales en Azagala, Alpotreque y Alburquerque, no muy distantes de las pinturas rupestres aquí consideradas. La asociación recurrente entre castillos y pinturas no es exclusiva del área de estudio, sino que ya fue detectada en relación a otros yacimientos extremeños (Collado y García (coords.) 2005:46). Por otra parte, los poblados en altura eran visibles en ocasiones desde kilómetros de distancia, actuando como referentes paisajísticos destacados. Las pinturas rupestres, por el contario, no son visibles a larga distancia, pero sí los peñones donde fueron realizados, lo cual puede ser una clave fundamental para comprender su inserción paisajística. A medida que avanza la investigación es más frecuente el hallazgo de indicios de ocupación prehistórica próximos a pinturas rupestres en el territorio extremeño (González 1999; Sauceda 2001; Collado et al. 2013:1455-1456; 2014), de un modo parecido a lo observado en Azagala y Alpotreque. Ello nos podría estar indicando que las pinturas probablemente se realizaron en estrecha dependencia con los lugares habitados y/o más transitados en el pasado. Por otro lado, a pesar de que en nuestra zona de estudio todas ellas se localizan sobre afloramientos de cuarcita de las líneas de sierra, concretamente en la solana, en otros lugares de la geografía extremeña también se han documentado sobre granito (Sauceda 2001; Collado y García 2009). En la zona de estudio, se localizaron grabados en un afloramiento de granito conocido como Piedra de las Herraduras, según parece al norte de la Sierra de la Carava (Hernández y Cabrera 1916:5-6; Alburquerque prehistórico y arqueológico 1918; Collado 1997b:17-18; Palomo y Palomo 2014). Manifestaciones similares se han hallado en territorios próximos (Bueno et al. 2006, 2010; Varela 2010). Dos son los horizontes cronológico-culturales mejor constatados durante nuestro trabajo: el Calcolítico Pleno y el Bronce Final. El poblado de Azagala podría situarse en un Bronce Final-Orientalizante, al que también podría adscribirse la estela de Tres Arroyos, considerando la cronología propuesta para el tipo donde se integra (Celestino 2001). Si bien está comprobada la relación del fenómeno megalítico con el Calcolítico (así
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como con el Neolítico), las pinturas rupestres parecen abarcar unos márgenes temporales que comprenden toda la secuencia entre el Neolítico y la Edad del Hierro. Sería muy sugerente vincular las pinturas de la zona con el Calcolítico y el Bronce Final o Bronce Final-Orientalizante, sin embargo, la datación por asociación a yacimientos próximos es problemática, sobre todo cuando existen patrones compartidos a lo largo del tiempo que podrían estar condicionando la concentración de evidencias de diferentes cronologías en puntos de especial interés. Durante el Bronce Final nuestra área se situó a medio camino entre dos áreas de ocupación bien constatada, como son el entorno de Badajoz (Almagro Gorbea 1977:18-22; Enríquez y Domínguez 1984; Enríquez et al. 1998; Pavón 1998: 80-81) y Aliseda (Rodríguez y Pavón 1999). Parece ser que los ríos Gévora y Zapatón pudieron actuar como canales de comunicación entre zonas geográficas diferenciadas. La existencia de estaño no muy distante del lugar donde se descubrió la estela de Tres Arroyos abre la posibilidad a la explotación antigua de este mineral en la zona, no existiendo a día de hoy datos que la avalen. Desde un punto de vista económico, no podemos caracterizar el área de estudio como de alto potencial agrícola, como sí lo serían las Vegas del Guadiana. A partir de este dato sería quizás arriesgado proponer la existencia de una serie de rasgos geográficos que determinarían de manera más o menos rígida un aprovechamiento fundamental o exclusivamente ganadero. En nuestra opinión uno de los rasgos más recurrentes de las comunidades campesinas tradicionales, ha sido el desarrollo de estrategias económicas diversificadas y complementarias, donde tendría cabida la agricultura, la ganadería, la caza, la pesca y la recolección. El grado de fijación al territorio de las comunidades que ocuparon la zona sería destacado, como ponen de manifiesto indicios arqueológicos relacionados con la idea de perduración (poblados amurallados, dólmenes, pinturas rupestres, grabados...). En líneas generales, puede afirmarse que el análisis espacial del registro arqueológico aquí considerado, compuesto por evidencias de distinto tipo y cronología, ha permitido señalar la existencia de pautas recurrentes en las comunidades que habitaron esta área entre la Prehistoria y la Protohistoria. Ello se debería en parte a la existencia de necesidades similares, así como al condicionamiento de la geografía de la zona. Por nuestra parte, esperamos el desarrollo de nuevos trabajos que permitan profundizar en el conocimiento del pasado de estos bellos parajes.
Agradecimientos Este trabajo se ha realizado gracias a una ayuda predoctoral FPI (BES2011-043951), en el marco del Proyecto “El tiempo del tesoro de Aliseda” (HAR2010-14917) del Plan Nacional I+D+i del MINECO.
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