Performance y comunicación

September 27, 2017 | Autor: Luis Fores | Categoría: Performing Arts, Contemporary Art, Body Art, Body Language, Análisis Crítico Del Discurso
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Descripción

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Performance y comunicación. Algunas notas preliminares

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Salvando el carácter evidentemente discutible de la consideración del arte de la performance como "una" de las manifestaciones adscritas al continente de las "bellas artes" y de la dificultad de su esencial indefinición específica como manifestación "estética", es necesario seguir acercándose a su esclarecimiento en la medida en que es ya una realidad insoslayable en la evolución del arte moderno y contemporáneo a partir de las rupturas en la visión del mundo que históricamente antes que él inauguraron movimientos del siglo XX - de los cuales se sabe deudor- como el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, el teatro del absurdo o el experimental, Fluxus, la Internacional Situacionista, o incluso la danza más libre o la poesía, en sus más radicales registros gráfico-fonéticos, y algunos otros posteriores.
A manera de reflexión compartida, pues, y antes de cualquier otra consideración, hemos de decir que en todo fenómeno de acción, soslayando en general sus también abundantes diferencias específicas, se nos presenta un fragmento de realidad viva, respecto al cual se hace imposible, y se vuelve además irrelevante, su repetición; en lo puro de su realizarse la repetición se vive como mera reiteración inútil a los objetivos de la presentación de un segmento real que, por definición, es irrepetible. De ahí que aquello que lo aleja del teatro -y por consiguiente de una extensión de éste, lo teatral- sea precisamente su específico carácter de irrepresentabilidad. En la acción, como en la vida, no es posible -emulando a Heráclito- bañarse dos veces en la misma agua. Esto es lo sustancial de una manifestación que opera con todos los resortes de la vida pero a lo cual añade la propia consciencia en cada uno de los segundos del proceso durante su desplegarse.
La vida, en su lectura cotidiana, se respira de modo inconsciente, intuitivo; la acción sería esa forma de plasticidad del existir humano en la cual la vida -en su lectura analógica- se respira de modo hondamente consciente. De aquí la complejidad de una definición estandarizada y del desconocido potencial transformador para los sujetos de la interacción. En ésta, no sólo el sujeto actuante sino también el testigo ponen en juego su valoración del mundo y son transformados por las implicaciones del ángulo nuevo que la acción aporta a dicha valoración. Sabemos desde Nietzsche que ninguna valoración es eterna e inmutable. Éste es precisamente el potencial que aprovecha la acción para fertilizar una transformación valorativa del mundo en quien es eficazmente absorbido por su órbita. Y esto afecta, antes que a nadie, al propio sujeto actuante. El carácter de autoexploración, y por ende autoconocimiento, es ineludible.
En la acción se pone en juego, pues, la propia visión del mundo, confiere a la experiencia de éste una mirada distinta que lo enriquece porque abre posibilidades otras de interpretación de uno mismo y del entorno. Las inagotables correspondencias que tejen lo real son puestas en evidencia grado a grado por el carácter hermenéutico que la operación abre a los sentidos y al pensamiento. Incide así como una herramienta-lente desde la cual experimentar lo poético (en el sentido de poiético) del mundo. La realidad entonces amplía sus conexiones abarcando al territorio del cuerpo, y la consciencia -incluso al nivel del placer y del dolor- es el núcleo de esta experiencia.
En los velos de lo cotidiano se abre desde la rasgadura un espacio ignoto que nos vuelve más evidente el carácter de "superficie" homogénea que los encadenamientos socioculturales despliegan sobre lo social y con los cuales, mediante la enculturación, acabamos leyendo el mundo. La homogeneidad -más o menos intencional- de los discursos del poder se resquebraja en esas zonas movedizas e inestables por las que emerge lo inauténtico y fútil de su constante maniobra. En este punto la actitud de la acción, yendo de la mano en esto con otras prácticas creadoras, contiene otros modos de conocimiento y maneja y se maneja en otra experiencia de poder, entendido éste no en tanto que dominio y control sobre lo psíquico y lo social sino -siguiendo a Nietzsche- como "potencia creadora de ser", como espacio-tiempo inabordable al concepto cuyo latido es el existir de lo real como inagotable creación.
Aquellos que han optado por esta pasión ya saben o intuyen que esa potencia creadora de ser se manifiesta y derrama de modo más profundo y puro en la materia de la vida; por tanto es ésta la que debe interrogarse, es ésta la que debe tener prioridad sobre un conocimiento "teórico" del mundo que ya desde el pensamiento socrático-platónico viene siéndonos inculcado y enquistado. Salir de esa caverna nos dará las armas para afrontar la permanente batalla contra una construcción social de la realidad sustentada sobre los simulacros. La acción, en este sentido, es una estrategia eficaz hecha forma para emerger más libres de esa caverna. Sus múltiples sendas pueden conducir no sólo hacia el fracaso de alguna no salida, hacia algún nuevo absurdo y lo que de sabiduría se alcanza con ello, sino también hacia el éxito de otras luces, hacia otras formas habitables a la hora de afrontar la vida individual y colectivamente. Y eso siempre merecerá la pena. Todo auténtico arte ha probado sus salidas. De hecho "fracaso" y "éxito" son sólo conceptos, limitados modos de expresión. Pues en la acción, el proceso mismo del existir es el relevante. La interrogación es un latir expandido, un respirar la potencia y las potencialidades transformadoras de un presente continuo que nos devuelve al verdadero existir de una vida sin atributos, la del juego inagotable del autocrearse infinito de uno mismo y del mundo.

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Haciendo referencia a la concreta "poliacción" de "debate" performático llevada a cabo en el centro cultural Espacio B se ha se comentar que el objetivo, desde mi perspectiva, consistía en recuperar una vez más el nivel de lucidez crítica y de juego que el lenguaje, en tanto que acción de habla, contiene. Anteponer con ello, además, los valores de transgresión respecto al discurso culturalmente dominante dentro de una serie de condiciones y coordenadas contextuales de "seriedad" simbólica que la escenificación del propio discurso lleva implícita. Toda la operación se concibió, así, para ser oficialmente mimética en su estandarización reconocida: los ponentes, el currículum de los ponentes, el público conocedor y amater, el escenario para la exposición del propio saber enciclopédico…; y sin embargo lo que resultó sería su inesperado negativo, la negación de las expectativas referentes a la eficacia simbólica de esa legitimación del saber experto en el sentido previsto para esa puesta en escena. De la acción pueden leerse, por tanto, dos evidentes residuos: el carácter conscientemente lúdico del proceso y lo liberatorio que toda transgresión de la norma, de lo normativizado, contiene.
Siguiendo la estela de algunas de las actitudes históricas ya antes mencionadas, esta acción colectiva pretendía explorar cómo el discurso cultural dominante, y las consiguientes puestas en escena que se despliegan para legitimarlo, hacen que el observador -incluso cuando se trata de un público "experto"- condicione sobremanera su mirada ante el mundo. En el caso de la propuesta que nos ocupa la meta era precisamente poner en evidencia su negativo y acabar convirtiendo el registro legitimatorio en su lúdico y lúcido contrario. Algo que nos parece esencial para la deconstrucción de una mirada culturalmente estandarizada y la potenciación de las necesarias capacidades deslegitimatorias del individuo en su exploradora experiencia sobre sí mismo y sobre lo que le rodea.
Así, en correspondencia con lo que Martel calificaba de "alternativas dialécticamente críticas", no sólo con respecto a la estructura "discurso cultural dominante" sino también a la "institución arte" a él asociada, añadido a su vez a prácticas lúdicas de "provocación" y "transgresión", la acción realizada ha querido encarnar una cierta alternativa crítica que se planteaba como propuesta la vivencia jovial -desde la participación con el público y la propia interacción polidireccional- de unas prácticas conscientes sustentadas sobre la autonomía como acción, confrontada a la heteronomía como reacción que los discursos culturales dominantes, y dentro de ellos el de la institución arte, imponen a los sujetos en general y al sujeto creador en particular.
Pretendíamos mantener durante un tiempo suficiente el inicial estado de estupefacción de los asistentes y recuperar después, para la reflexión sobre el papel social y el sentido del arte de nuestro tiempo, unas prácticas en nuestro caso compartidas donde se pone en tela de juicio la legitimidad sociopolítica y cultural de otras prácticas -estructurales y estandarizadas- escenificadas por el llamado "gran arte", precisamente el gestionado por las instituciones sociales y sus discursivos rituales de poder. Defendiendo con ello una actitud indisimulada, frontal, de rechazo elocuente hacia el concepto postmoderno de "intelectual", incardinado ideológicamente en el corazón del sistema como "profesional orgánico" al servicio de la estructura de poder. El servil "funcionario de las ideas" que bajo órdenes ajenas gestiona y traduce el discurso del propio poder en todas sus formas. Y, en tantos casos, el incondicional afín que ni siquiera necesita de órdenes ajenas porque ya ha internalizado en su estructura moral los objetivos ideológicos en la defensa de ese sistema.
Como ya sostuviera Deleuze, el poder a través de su discurso dominante experimenta con los receptores de ese discurso; sin embargo, en esa dialéctica receptor-poder surgen experimentadores de otro cuño, elementos activos no "catalogables" que no reciben esa experimentación como latidos de legitimación sino que, más bien al contrario, abren horizontes donde lo previsible anhela hacerse imprevisible, lo atado lucha por ser desatado y la luz de lo legitimado descubre dentro de sí prometedoras sombras de deslegitimación. Esta era también nuestra frontera…


Luis Fores


Martel Richard, "Editorial", Inter, Nº 39, primavera 1988.
Deleuze G. y Parnet C., Diálogos, Pre-textos, Valencia, 1997, p. 165.



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