Pensar lo que se hace, saber lo que se piensa: Ética, práctica y colectivo profesional. III Encuentro Latinoamericano de profesionales, docentes y estudiantes de Trabajo Social, IV Congreso Nacional de Trabajo Social. UNCPBA.

June 8, 2017 | Autor: Tati Fink | Categoría: Ética Profesional, Trabajo Social
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Descripción

Resumen

El recurso de la reflexión ética implica la búsqueda de la mejor decisión
en las deliberaciones, pensando lo que se hace (el qué y para qué de la
intervención) y principalmente sabiendo lo que se piensa (el porqué y cómo
de la intervención). En este trabajo, nos abocaremos a la tarea de analizar
y problematizar: El campo como instancia reflexiva de conocimiento, las
dimensiones del Trabajo Social en la intervención profesional, y los
proyectos profesionales en tensión.

Palabras claves: ética - conocimiento - campo - intervención profesional -
proyectos profesionales

Pensar lo que se hace, saber lo que se piensa: Ética, práctica y colectivo
profesional

Lic. Tatiana Fink (UNPAZ, UNLU)

El Trabajo Social en sus orígenes construyó su identidad en el
sustento teórico-ideológico del conservadurismo, a través del cual se
privilegiaba una armonización de las relaciones contradictorias y
antagónicas del sistema capitalista y una justificación de las
desigualdades, "naturalizando" la historia y eliminando posibilidades de
transformación social. Desde una racionalidad formal-abstracta se
hegemonizó la práctica profesional y la profesión se constituyó en una
práctica profesional, principalmente de carácter operativo, reconocida
históricamente por su funcionalidad al sistema capitalista en su fase
monopólica.
Así como existió en la profesión una fuerte base conservadora, aún
hoy vemos como la misma permanece expresada a través de las
interpretaciones fragmentadas, dicotómicas, ahistóricas respecto a la
realidad social, que apenas capturan la forma de aparecer de los hechos y
los fenómenos, permitiendo que l@s trabajador@s sociales fijen los hechos
en padrones y procedimientos predeterminados, cristalizados, pero
impidiendo que avancen más allá de ellos.
La necesidad por trascender la dicotomía entre teoría-practica es una
tarea en constante desarrollo. Se debate y plantea la urgencia por romper
con las prácticas reproductoras de control y moralización, al tiempo que se
demandan "manuales de procedimiento" ante las expresiones de la "cuestión
social".
La reflexión ética es también la reflexión crítica y una forma de
entender esta doble pregunta de la indagación es a través de dos
movimientos complementarios: uno de deliberación y otro de elucidación. El
recurso de la reflexión ética implica la búsqueda de la mejor decisión en
las deliberaciones, pensando lo que se hace (el qué y para qué de la
intervención) y principalmente sabiendo lo que se piensa (el porqué y cómo
de la intervención).
Consideramos necesario en este momento aportar algunos elementos para
que como colectivo profesional asumamos un proceso de análisis y reflexión
respecto de la práctica profesional y los procesos en los cuales la misma
se desarrolla. Con estas premisas, nos abocaremos a la tarea de analizar y
problematizar: El campo como instancia reflexiva de conocimiento, y las
dimensiones del Trabajo Social en la intervención profesional vinculándolas
con los proyectos profesionales en tensión.

1. El campo como instancia reflexiva de conocimiento.

El encuentro que se produce entre trabajador@s sociales y personas
usuarias del servicio social (también denominados destinatarios,
beneficiarios) está atravesado por una tensión fundante entre los usos y
las interpretaciones que le otorgan al "estar allí" del profesional.
Tensión que la práctica reflexiva permite identificar, analizar y
(re)orientar la acción profesional. Tomaremos la noción de reflexividad
entendiendo por este concepto "la conciencia del investigador sobre su
persona y sus condicionamientos sociales y políticos" (Guber 2012:45).
El ejercicio reflexivo nos ofrece la posibilidad de transformar las
situaciones acontecidas en el campo como parte del proceso de construcción
de las estrategias y procedimientos requeridos en la intervención
profesional. Para ello, tomaremos como referencia cuatro aspectos que para
Rosana Guber (2012:104) constituyen la imagen que se construye del
investigador en campo. Estos cuatro aspectos que la autora señala: la
persona - las emociones - el género - y el origen - nos permitirán entender
al campo más allá de su noción restringida en tanto instancia de trabajo de
campo (o práctica pre-profesional) donde se despliega el ejercicio
profesional; O bien, el espacio donde se expresan las actuales
manifestaciones de la "cuestión social" y se elaboran las respuestas que
son dadas desde las instituciones públicas y/o privadas. Desde estos cuatro
aspectos, concebiremos al campo, además, como una instancia reflexiva en la
cual es posible la producción de conocimiento.

a) el concepto persona, etimológicamente remite a per sonare que procede de
la palabra phersu por su asociación a la mascara dramática (teatro). Guber
remarca que el investigador social moderno actúa como un individuo que,
independientemente de su sexo, raza, o ideología política, acomete la
búsqueda desinteresada e impersonal del conocimiento. Esta representación
de la persona se pone en escena en el campo constantemente, la cual es mas
evidente al primer encuentro porque tanto el investigador como el
informante interpretan sus papeles (roles) y estatus formales según el
"deber ser" que establecen sus respectivas sociedades y culturas. Es decir,
para el caso de nuestra disciplina podríamos pensar que en el encuentro
entre profesional-usuario/a, se actúan roles tanto por parte del
trabajador/a social "portador del recurso" como del sujeto usuario/a
"portador de x necesidad".

b) Las emociones (siguiendo con Guber) van más allá de la responsabilidad
profesional (académica) ya que éstas cuestionan las fibras más intimas del
trabajador en campo. Afirma la autora, "lo que nos jugamos en el campo,
cada uno en su solitaria y frecuentemente incomprendida individualidad, es
nuestro carácter de representantes de una utopía de solidaridad social y
cultural, por cuanto somos nosotros quienes estamos dispuestos a escuchar y
a entender lo que otros no escuchan ni entienden." (Guber 2012:116)
Aparece aquí una dimensión de la perplejidad, la que esta
generalmente ausente de la mayoría de los manuales de hacer ciencia. Las
emociones: temor, ansiedad, angustia, amor, bronca, desolación, alegría…
caben en una categoría sistemáticamente negada por la metodología de
investigación e intervención social. La lógica académica, para la cual la
razón es el principal vehiculo y mecanismo elaborador de conocimiento, deja
completamente de lado la pasión, la frustración, la fe, asignados todos
estos al reino del cuerpo, el espíritu y la psiquis. De allí quizás el auge
de conceptos como "síndrome de burnout", "stress laboral" entre colegas que
analizan la intervención profesional. Desde estas categorías
(concepciones), se trata al componente emocional como una expresión de tipo
personal, sin considerar que las emociones expresan además un aspecto
central de la complejidad en la que l@s trabajador@s sociales desarrollamos
la intervención profesional. Es preciso, entender la emoción como un
fenómeno socio-cultural con distintas expresiones y fundamentos a fin de
replantear estrategias profesionales, así como revisar el status de
profesional interviniente en x situación problemática/ demanda/caso.

c) la cuestión del género, término adoptado a partir de la irrupción de los
estudios de la mujer en los años sesenta cuyo objetivo fue hacer visible a
la mujer en la sociedad y explicar su opresión; es otra de las vías de
acceso a la reflexividad en campo. El sustantivo neutro o no marcado de
"investigador" remite a una idea de "occidental, individual, adulto,
racional, moralmente responsable y masculino" (Guber 2012: 119)
El género no es una categoría descriptiva sino que es profundamente
analítica. En ese sentido, y teniendo en cuenta la particularidad del
Trabajo Social en la cual la tendencia a la feminización de la profesión
marca rasgos identitario en sus orígenes, es preciso que la cuestión del
género sea tenida en cuenta en los ejercicios de reflexividad en campo. No
da igual que un profesional "hombre" acuda a un domicilio a realizar una
entrevista a una mujer que quizás se encuentre sola, o la inversa. Una
profesional "mujer" acuda al domicilio de un hombre bajo "tutela" para
realizar un seguimiento institucional. Estos aspectos ponen seguramente en
tensión las situaciones que acontecen en el campo.

d) Por ultimo, el origen remite a expresiones de pertenencia -como el color
de la piel, la clase social, la cultura de origen, y la nacionalidad. Todas
estas clasificaciones se ponen en juego dentro del campo, y el hecho de que
profesional y usuario habiten la misma secuencia temporo-espacial, no
significa que los sentidos que se le impriman a esa experiencia sean los
mismos. Los sistemas de clasificación de lo propio y lo extranjero en cada
sociedad varían según el contexto y la experiencia de los sectores sociales
a quienes brindan l@s trabajador@s sociales sus servicios profesionales.
Ser trabajador/a social del Estado no da lo mismo que ser de la ONG o la
Iglesia. Como puede también suceder que ser profesional de determinada
nacionalidad en contextos donde prevalece la xenofobia, no da igual.

2. Las dimensiones del Trabajo Social en la intervención profesional y su
vinculación con los proyectos profesionales.

Partiremos del análisis desarrollado por Guerra Yolanda (1999) la
cual considera que existen tres tendencias que acompañan la trayectoria
profesional en lo referente a entender la teoría y la práctica. (Fink 2009:
63)
La primera encierra "los profesionales que toman la práctica como el
fundamento de la determinación de sus acciones, las teorías no pasan de
construcciones abstractas, ya que se sitúan secundariamente frente a la
práctica, cabiéndole a ésta en última instancia, proveer indicativos sobre
los instrumentos operativos capaces de posibilitar una acción efectiva en
las situaciones concretas. (...) De este modo de ver la relación teoría-
practica, cuyo sustrato se localiza en el empirismo positivista de un lado
y en el pragmatismo del otro, se deriva que estas dos determinaciones
singulares, son tomados sin las debidas articulaciones con lo particular y
con lo universal, y aún así, las acciones inmediatas desencadenadas sobre
la realidad son identificadas como práctica profesional."[1]
La segunda tendencia estaría compuesta por "los profesionales quienes
consideran que las construcciones teóricas son determinaciones de la
práctica, la opción del profesional por una teoría pasa a constituirse en
su "camisa de fuerza" (...) exigiendo de ella respuestas e instrumentos
capaces de colocar la "teoría en acción". El valor de la teoría, en este
caso, consiste en construir un cuadro explicativo del objeto que contemple
un conjunto de técnicas e instrumentos de valor operacional."[2]
En cuanto a la tercera tendencia, la autora sostiene que ésta difiere
de las anteriores ya que la concepción de teoría es distinta. Por lo tanto,
esta vertiente "reconoce la teoría como procesos de reconstrucción, de
refiguración de la realidad por el pensamiento, vinculada a proyectos de
sociedad determinados, a visiones de hombre y mundo –frente a los cuales el
profesional asume una posición-, y a determinados métodos de conocimiento e
interpretación de la sociedad. Aunque se las dimensione coherentemente,
también reclama la ausencia de indicativos teórico-prácticos que
posibiliten romper con el anticuado conservadurismo que acompaña la
trayectoria de la profesión."[3]
Teniendo en cuenta las dos primeras tendencias que menciona la
autora, podríamos decir que estas formas de considerar la teoría y la
práctica se basan en una racionalidad conservadora y de un claro corte
positivista. Entonces, cabe pensar que así como existió en la profesión una
fuerte base conservadora, aún hoy vemos como la misma permanece expresada a
través de las interpretaciones fragmentadas, dicotómicas, ahistóricas
respecto a la realidad social.
Es importante remarcar que el Trabajo Social en sus orígenes
construyó su identidad en el sustento teórico-ideológico del
conservadurismo, a través del cual se privilegiaba una armonización de las
relaciones contradictorias y antagónicas del sistema capitalista y una
justificación de las desigualdades, "naturalizando" la historia y
eliminando posibilidades de transformación social. De esta manera, es la
racionalidad formal-abstracta la cual hegemonizó la práctica profesional y
en este sentido, es sabido que la profesión se constituyó en una práctica
profesional, principalmente de carácter operativo, reconocida
históricamente por su funcionalidad al sistema capitalista en su fase
monopólica.
En esta línea de reflexión, consideramos que la racionalidad formal-
abstracta, racionalidad hegemónica del orden burgués y de base positivista,
ha ejercido una preponderancia en relación a cómo explicar la Sociedad y
cómo intervenir profesionalmente. Si comprendemos que el Trabajo Social en
sus orígenes construyó su identidad en el sustento teórico-ideológico del
conservadurismo, es posible considerar que la intervención profesional es
dimensionada tanto en lo teórico-metodológico, lo operativo-instrumental y
lo ético-político, a partir de la racionalidad formal-abstracta y por lo
tanto con una racionalidad que captura apenas la forma de aparecer de los
hechos y los fenómenos, permitiendo que l@s trabajador@s sociales fijen los
hechos en padrones y procedimientos predeterminados, cristalizados, pero
impidiendo que avancen más allá de ellos. El ingreso a la máquina
burocrática, ritualista e inmediatista reproduce mecanismos de control
social y de dominación que claramente son funcionales a mantener el status
quo.
Es importante identificar aquellos procesos de moralización,
normatización y normalización presentes en la intervención profesional a
fin de emprender la búsqueda de alternativas que superen y evadan estas
acciones que difunden, reproducen y legitiman el ejercicio del poder de
clase. Asimismo, es preciso también romper con ejercicios de poder para
con los propios profesionales, ya sea por subordinación o por falta de
jerarquización de la profesión en el espacio profesional.
Pareciera que la necesidad por trascender la dicotomía entre teoría-
practica es una tarea en constante desarrollo. Hay profesionales que
debaten y plantean la urgencia por romper con las prácticas reproductoras
de control y moralización, poniendo especial énfasis en la actitud
investigativa, la problematización constante y el fortalecimiento del
ejercicio ciudadano. El ejercicio de una práctica profesional comprometida
con una opción teórica, metodológica y ético-política conciente y al
servicio de la población usuaria, fortalecerá procesos emancipatorios, en
los que sea posible la diversidad y pluralismo.
Desde esta perspectiva, la "reflexión ética" es también la "reflexión
critica" y una forma de entender esta doble pregunta de la indagación es a
través de dos movimientos complementarios: uno de deliberación y otro de
elucidación. (Heler en Fink 2009:68)
El recurso de la "reflexión ética", tal como la entiende Mario Heler
(2002:121) implica sostener actitudes de tolerancia y respeto al pluralismo
teórico e ideológico, el reconocimiento de la diversidad y la diferencia,
el rechazo de la discriminación y de los prejuicios. En este sentido, es
importante rescatar la noción de "elucidación" en la búsqueda de la mejor
decisión en las deliberaciones, pensando lo que se hace (el qué y para qué
de la intervención) y principalmente sabiendo lo que se piensa (el porqué y
cómo de la intervención). Asimismo, la reflexión ética como recurso orienta
a los profesionales en la deliberación por un posicionamiento teórico-
metodológico particular el cual definirá y dimensionará la intervención
profesional desde lo operativo-instrumental y lo ético-político.
Tal como sugieren Cavalleri y Parra (2007:5) podemos comprender que
las profesiones no constituyen estructuras estáticas ni homogéneas, y esto
es necesario remarcarlo enfáticamente, puesto que las respuestas que son
generadas frente a dichos procesos son heterogéneas, dado que la profesión
está integrada por una pluralidad de sujetos sociales que piensan e
intervienen sobre dicha realidad –y, en consecuencia, la transforman- desde
diferentes posiciones teleológicas.
Es así que en este doble movimiento, al modificarse y alterarse el
proceso de
producción y reproducción de las relaciones sociales se modifican y alteran
los fundamentos sobre los cuales se basa el ejercicio profesional, el
mercado de trabajo de los propios profesionales y la misma intervención
profesional. En consecuencia, en la interrelación entre Estado, sociedad
civil y mercado, y desde las diversas matrices de conocimiento de la
realidad social –desde las cuales el Trabajo Social explica e interviene
sobre esta realidad- es posible aprehender la direccionalidad del ejercicio
profesional.
Así, al referirnos a los proyectos profesionales estamos haciendo
alusión a las diferentes respuestas que las diversas profesiones, en cuanto
sujeto colectivo, generan ante los procesos sociales y las transformaciones
societales. Estos proyectos, en cuanto construcción colectiva de una
determinada categoría profesional, expresan la direccionalidad del
ejercicio profesional de acuerdo a determinadas opciones teórico-
metodológicas, ético-políticas y operativo-instrumentales frente a estos
mismos procesos sociales. Es posible encontrar, por lo tanto, diversos
proyectos profesionales que expresan la diversidad y la heterogeneidad de
respuestas frente a los procesos sociales macroscópicos. Estas respuestas,
que son generadas al interior de las profesiones, están de acuerdo a
determinados cuerpos teóricos y prácticos que, a su vez, condensan en sí
mismos proyectos societales. Proyectos societales que, en nuestra sociedad,
implican proyectos de clase.





















Bibliografía

CAVALLERI M. Silvina y PARRA Gustavo. Aportes en torno al pluralismo para
analizar el debate contemporáneo en el Trabajo Social argentino . Ponencia
presentada en II Congreso Nacional de Trabajo Social y Encuentro
Latinoamericano de docentes, profesionales y estudiantes de Trabajo Social
"Las prácticas en la formación y en el ejercicio profesional". Tandil.
Buenos Aires. 2007

FINK, Tatiana. La construcción de identidad profesional en el
neoliberalismo, un desafío ético. PEFTS - Programa de Estudios sobre
Fundamentos del Trabajo Social - Colección Alejandría, Editorial Mate.
Buenos Aires, julio de 2009.

GUBER, Rosana. La etnográfica. Método, campo y reflexividad. Siglo XXI
editores, 2011.

GUERRA, Yolanda. Elementos para la comprensión de la instrumentalizad del
Trabajo Social. Escuela de Trabajo Social–Universidad de Costa Rica-
Boletín electrónico Surá N° 30. 1999.

HELER, Mario. Filosofía Social y Trabajo Social. Elucidación de un campo
profesional. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2002.



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[1] Citado en Fink Tatiana. La construcción de Identidad Profesional
en el Neoliberalismo, un desafío ético". PEFTS - Programa de Estudios sobre
Fundamentos del Trabajo Social - Colección Alejandría, Editorial Mate -
julio de 2009
[2] Guerra Y. (1999) en Fink T. (2009:64)
[3] Guerra Y. (1999) en Fink T. (2009:64)
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