Pedro Mártir de Anglería: un cronista de Indias que suma y sintetiza miradas. Análisis crítico de su libro \"Décadas del Nuevo Mundo\".

Share Embed


Descripción

Pedro Mártir de Anglería: un cronista de Indias
que suma y sintetiza miradas.
Análisis crítico de su libro Décadas del Nuevo Mundo.

Luis Rafael Burset Flores


De las crónicas de Indias con las que estamos familiarizados, hemos
seleccionado para este trabajo la que se considera la primera de ellas,
después del diario de Colón: Décadas del Nuevo Mundo, de Pedro Mártir de
Anglería. [1] Nos motiva el haber reseñado anteriormente para este curso el
Sumario de la Natural Historia de las Indias de Gonzalo Fernández de
Oviedo. [2] Además, hace algunos años leímos la Brevísima relación de la
destrucción de las Indias del sevillano Fray Bartolomé de las Casas, [3]
que con su Historia de las Indias, considerada por Frank Moya Pons como "la
crónica más consultada, más leída y más respetada entre todas…", [4]
constituyen algunas de las crónicas tempranas más importantes de las
Antillas. También en otro curso analizamos la Relación de las antigüedades
de los indios, de Fray Ramón Pané. [5] Esto nos permitirá realizar
comparaciones responsables entre los textos mencionados.
Pedro Mártir de Anglería nació en Milán en 1456. Era un hombre
letrado que se desempeñó inicialmente como médico, y alrededor de 1491,
estando en España, entró a la vida religiosa. Trabajó y mantuvo
correspondencia con personajes importantes de la aristocracia y del clero
en las cortes italianas y españolas. Pasó a España en 1487, [6] y una vez
se comenzó a organizar la cosa administrativa de las Indias, fue nombrado
miembro del Consejo de Indias, y luego, cronista de Indias. Más tarde le
fue asignada la Abadía de Jamaica, puesto que no ocupó. Murió en Granada
en 1526. [7]
Anglería coincidió con Fernández de Oviedo y Las Casas en dos
importantes eventos emblemáticos de la consolidación de los reinos de
Castilla y Aragón como potencia económica y política mundial: la rendición
de Granada en 1492, y el regreso de Colón a Barcelona en 1493. [8]
Entendemos que estos hechos pudieron impactar la tónica de sus obras: los
reinos cristianos de España se hacían grandes ante sus ojos, y los escritos
sobre sus nuevas posesiones debían reflejar esa magnitud.
Hay otras coincidencias notables entre estos tres cronistas.
Fernández de Oviedo y Anglería estuvieron relacionados con el príncipe don
Juan, el primero como criado y el segundo como tutor y maestro. [9] Las
Casas y Anglería abrazaron la vida religiosa en su adultez, siendo aquél
considerado el primer sacerdote ordenado en las Indias. [10] Las Casas y
Oviedo pasaron a Indias y residieron en La Española. En sus crónicas,
tanto Oviedo como Anglería demuestran conocimiento de literatura clásica,
astronomía y navegación en sus escritos.
Anglería fue el primero de estos tres cronistas en redactar sobre las
particularidades de las tierras encontradas por Colón. Bernardo Vega
destaca que mientras Anglería comenzó a escribir sus cartas en 1494,
Fernández de Oviedo dirigió su Sumario al rey Fernando en 1526, y no
publicó la versión final y extendida hasta 1545. También considera, con lo
que estamos de acuerdo, que al escribir desde la distancia, no vio sus
escritos afectados por la subjetividad que hubiese conllevado tener que
justificar ante las autoridades castellanas una empresa conquistadora o una
gestión administrativa. [11]
Como crónica de Indias, y como resultado de su metodología de recoger
testimonios o recibir cartas, las de Anglería incluyeron una gran variedad
de temas. Escribía de todo lo que le relataban los descubridores
contratados por la Corona castellana para explorar las tierras desconocidas
en occidente encontraban. Se hacía relación de las costumbres y creencias
de sus habitantes, la vegetación y la fauna, identificado semejanzas y
diferencias con lo que les era conocido, y sobre todo, los minerales, con
particular interés en el oro. Geográficamente, relató sobre las islas y
sobre tierra firme. Quizás por su conocimiento de navegación, Anglería
cubre en detalle las rutas seguidas en los diferentes viajes de Colón y de
otros navegantes, los tiempos que les tomaron, y hasta algunas incidencias
del viaje.
Las Décadas del Nuevo Mundo están organizadas a la manera romana de
"décadas", es decir, en grupos de diez (de ahí, décadas) capítulos o
libros. El libro consta de 8 décadas, comenzando en el año 1494, con las
noticias del primer viaje de Colón. Sobre el título, debemos aclarar que
la intención expresa del autor no era hablar de un "nuevo mundo" como tal.
Anglería no dio por sentado, en un principio, que Colón hubiese llegado a
lugares desconocidos. Sus textos refieren el haber encontrado algo
desconocido, pero que siempre ha estado ahí. Lo evidencia su utilización
del nombre Antillas para referirse a las islas: "Habiendo, pues, puesto
rumbo hacia oriente, cuenta que descubrió la isla de Ofir; pero bien
examinados los diseños de los cosmógrafos, aquellas son las Antillas y
otras islas adyacentes…". [12]
El relato de Anglería se realizó a manera de cartas, escritas en el
curso de 30 años, las cuales fueron dirigidas a diferentes personajes de
los círculos de poder italianos. Unas cartas se cursaron al Cardenal y
vizconde Ascanio Sforza, quien inicialmente sugirió a Anglería a escribir.
Otras cartas fueron para don Luis de Toledo, a quien se refiere como
sobrino de los reyes Fernando II y Federico de Nápoles, y otras para el
Papa. Al parecer, éstos lo incentivaban a escribir, puesto que expresa en
una de sus cartas "Y así me forzaste a escribir a veces un libro cada día".
[13] Sus biógrafos coinciden en que la intención del milanés nunca fue la
publicación de sus cartas. De hecho, Vega afirma que la primera
publicación de éstas se realizó, según sostiene Edmundo O´Gorman,
aparentemente sin su conocimiento. [14]
Comencemos por contrastar las metodologías utilizadas por de los tres
cronistas que nos interesan. Como Tucídides, Fernández de Oviedo reclamaba
escribir principalmente sobre lo que vió y experimento en los territorios
de Indias. Fue cuidadoso de proteger su credibilidad, y cuando relataba
algo que no había visto, validar el crédito de las personas que se lo
contaron. [15] En un principio, nos pareció que esta metodología era la más
adecuada para recoger y reportar todas las novedades que se encontraban los
europeos en sus en las nuevas tierras. Las Casas, por su parte, recurrió a
la hipérbole en la Brevísima relación, presentando estadísticas exageradas
de las poblaciones aborígenes y de las muertes provocadas por los españoles
para generar una reacción en sus lectores en la corte española. Moya Pons
opina que el método de Fray Bartolomé en Historia de las Indias fue
historiográfico, convirtiéndose por ese medio en historiador. [16]
Anglería acepta que sus datos los recoge a través de los testimonios
de personas que pasaron a Indias y participaron de los eventos que él
reseñaba. Para ello, realizaba entrevistas a individuos que regresaban de
Indias, incluyendo a Colón. Afirma: "Voy a comunicarte ordenadamente lo que
por éste y otros hombres fidedignos que respondieron a mi interrogatorio me
fue narrado; yo tomé lo que me dieron, y lo que me dieron hélo aquí". [17]
En otras ocasiones nos informa que los protagonistas de los hechos que
narra lo fueron a visitar; sobre Andrés Morales, comenta: "Vino a verme,
como suelen hacerlo algunos de los que regresan del océano". [18] De esta
manera nos están revelando su metodología de investigación.
Sin embargo, y quizás consciente de que escribe de las experiencias de
otro, reafirma periódicamente la credibilidad de sus fuentes. Sobre Colón,
protagonista principal de muchas de las hazañas que narra, señala: "El
propio Almirante, con el que me une íntima amistad, me ha prometido en una
carta tenerme al corriente con todo detalle de cuanto vaya aconteciendo".
[19] Además, "Aun el propio Almirante y otros compañeros suyos fidedignos
contáronme algo más asombroso, cuando quise saber de sus labios todos los
detalles…" [20] Añade "…yo mismo he seleccionado de los originales del
almirante Colón estos datos, con tanta rapidez cuanta tu amanuense podría
poner en la transcripción de lo que yo le dictaba". [21]
Nos deja saber que reporta lo que él entiende es meritorio de
recordar. Así lo evidencia cuando escribe a Luis de Aragón: "Estas son las
cosas que he juzgado dignas de memoria tocante al primer viaje de Colón."
A Anglería, sin embargo, se le ha criticado por pasar directamente la
información que recibía. Él mismo parece admitirlo cuando expresa: "Esto
me lo han contado y así te lo trasmito". [22] Con todo, para probar que no
era un "sello de goma" de lo que Colón reportaba o pretendía haber
descubierto, Anglería condiciona o contradice en sus informes los
argumentos del Almirante según lo estima necesario.
Tampoco parece que daba el mismo valor a los testimonios de sus
informantes. Anglería expresa que considera que es un tal Ojeda quien le
ha ofrecido los testimonios más verosímiles: "Ningún informante ha
regresado en este viaje, a quien deba dársele más crédito que a Hojeda".
No podemos cuantificar el número de expedicionarios que ofrecieron
información a su regreso a España a él o a otros cronistas, pero Anglería
los descarta calificándolos como "los demás son hombres iletrados y
desprovistos de experiencia". [23]
Hay infinidad de ocasiones donde se hace evidente este cuidado por ser
objetivo, como cuando afirma: "… y dio a la parte en que comienza el
nombre de 'Alfa y Omega', por creer que en ellas se pone el Sol, y ser el
fin de nuestro occidente"; [24] "…y creyó que por el ámbito de la tierra
inferior a nosotros había llegado no lejos del Quersoneso Aúreo, comienzo
de nuestro oriente, más allá de Persia"; [25] "Al volver el almirante Colón
del que él suponía continente índico…" [26] Finalmente, sobre la pretendida
llegada colombina a India, señala:
Los que posteriormente y por motivos de utilidad la han explorado con
mayor diligencia pretenden que éste es el continente indio y no Cuba,
como creyó el Almirante, pues no faltan quienes afirmen haber rodeado
esa región. No me meto yo a juzgar si así es en realidad, o si tales,
por envidia de tan gran descubrimiento, le buscan querella a este
hombre; dígalo el tiempo, en el cual vigila el verdadero juez. [27]


Nuevamente demostrando que no se hace eco incondicionalmente de lo que
escucha, Anglería demuestra escepticismo en cuanto la reportada abundancia
de oro: "…envió a explorar una parte de la comarca, con unos cuantos
armados, a un joven noble llamado Luján, el cual regresó contando que los
indígenas le habían referido cosas todavía más notables, pero no trajo
nada. Créese que procedía así por mandato del Almirante." [28] Al final
del libro IV de la primera década, Anglería ya se aleja del discurso
colombino sobre haber llegado a Asia.
En cuanto a la pretensión de Colón de haber descubierto las minas de
Salomón en el Cibao, que él llamaba Cipango, Anglería reacciona expresando:
"No me toca a mi decidir si es o no verdadero, aunque en mi opinión dista
mucho de serlo". [29] Sobre la posición del cronista, Juan Gil, estudioso
de Colón, ha afirmado: "Un amigo de Colón, el milanés Pedro Mártir de
Anglería, no tuvo empacho en rechazar por escrito la estrafalaria
identificación con la mina salomónica que proponía el almirante, y en lo
mismo insistió años más tarde el canónigo hispalense Rodrigo Fernández de
Santaella". [30]
Para reforzar su propia credibilidad, si ha tenido la oportunidad de
ver en la península algo de lo que relata, como una gran pepita de oro,
remata el asunto y lo establece: "…y yo soy testigo de la existencia de una
pepita, traída de allá, semejante a un guijarro de río, que pesó nueve
onzas, y que fue encontrada por Hojeda". [31] Igualmente reclama haber
visto a los caribes en Medina del Campo, abonando a la construcción sobre
su ferocidad. [32]
Jacques LeGoff sostiene que "la objetividad histórica se construye
poco a poco, a través de revisiones incesantes del trabajo histórico, las
laboriosas rectificaciones sucesivas, la acumulación de las verdades
parciales". [33] Asociamos la observación de LeGoff con la metodología de
entrevistar a varias personas. Al recoger los testimonios de varios
viajeros y protagonistas de la empresa desde el primer descubrimiento,
Anglería nos presenta, con la suma de muchas miradas y experiencias, una
visión más completa, y podríamos decir más objetiva, de los hechos que
culminaron en la colonización de las Indias. Entendemos que es ésta una de
las mayores fortalezas de su obra.
Como otra fortaleza, queremos señalar que al utilizar a varios
informantes, Anglería provee una importante dimensión a las crónicas sobre
los territorios que reseña. Por un lado, cubre una extensión geográfica y
una cantidad de eventos que difícilmente una sola persona hubiese podido
experimentar. Mientras Oviedo se abstuvo de relatar en su Sumario al Rey
detalles sobre Nueva España por ya haberlo hecho Cortés, Anglería dedica
varios libros a este tema.
Al tener acceso a variados puntos de vista, y quizás, opuestos,
Anglería está en una posición que le permite reflejar objetivamente los
conflictos entre los castellanos y los naturales de las islas. Es capaz de
ver las debilidades en las huestes de Colón, y su responsabilidad en el
alzamiento de los indígenas. En una ocasión, escribe: "A eso te responderé
lo que me dijeron. El propio Almirante Colón, interrogado acerca de estas
cuestiones, confesó que los españoles que llevó consigo eran más dados al
ocio y al sueño que al trabajo…". [34] Igual trato recibe la rebelión de
Roldán Jiménez contra los Colón, donde Anglería expone los argumentos de
cada una de las partes, aunque no puede disimular su antipatía por el
rebelde.
Dentro de su estilo de redacción, en pocas ocasiones Anglería pone
palabras a los protagonistas de las conquistas. Éste es el caso cuando
utiliza diálogos para reportar la respuesta "descarada" de Roldán al
Adelantado, y el recado que uno de los cautivos llevó de parte del
Adelantado a Maboyanex. [35] Nos recuerda a Jenofonte y los diálogos
"moralizantes" de Ciro con su padre, su tío y demás generales, aliados y
enemigos, en la Ciropedia. El cronista también salpica sus capítulos con
interesantes anécdotas sobre individuos y animales de los lugares de los
que habla, como el caso del hombre que quedó tullido por requerir a una
india realizar el acto carnal en una capilla, y el del manatí domesticado
que vivía en una laguna, al que no le gustaban los españoles.
Anglería escribía para individuos que no se encontraban en España ni
pertenecían al gobierno de sus reinos. Por lo tanto, el milanés "vendía"
las metas de la empresa colombina a manera de justificación: la
cristianización del mundo. [36] En este renglón encontramos un doble
discurso. Aunque destaca la sencillez de los naturales, que los hace más
susceptibles a la meta evangelizadora del proyecto de descubrimiento, [37]
en una ocasión combinó los beneficios materiales con los espirituales: "así
contribuirían al aumento de la religión cristiana y podrían obtener
cantidad incalculable de perlas, aromas y oro." [38]
También desveló otras intenciones más terrenales: el celo español por
descubrir respondía a querer "evitar que otro monarca [Portugal] intentase
someter aquellas tierras a su jurisdicción…" [39] Esto contrasta con las
intenciones que el propio Colón presentaba a los indígenas. Según
Anglería, el Almirante informó a los reyezuelos indígenas que su misión era
"pacificar todas aquellas regiones del mundo, hasta entonces ignoradas, y
someter por la fuerza a los caníbales y demás indígenas criminales,
infligiéndoles los merecidos castigos…" [40]
Nos parece muy valiosa la descripción etnográfica de caribes y taínos.
Son algunas de las más tempranas que tenemos, por lo que nos parecería que
estaban libres de toda agenda propagandística contra unos o a favor de
otros. En la primera década presenta una diferenciación entre los
pacíficos indígenas y los feroces caribes. [41] De los caribes, da peso a
sus costumbres antropofágicas [42] y reporta cómo hacían las puntas de las
flechas con huesos humanos. [43] Para añadir un toque de horror, dramatiza
la normalidad con la que comían carne humana, planteando que se consumía
igual que la carne de pato o de papagayo. [44]
No obstante la aparente objetividad casi científica de la descripción
de los indígenas de una u otra cultura, Anglería es producto de la
cosmovisión de sus tiempos. Por un lado, descalifica eventos relacionados
a ellos, "por tratarse de gente desnuda e inculta". Ya pasados algunos
años de la colonización, refiriéndose a su adopción del cristianismo, los
llama "aquellas gentes, que como tablas rasas, andaban desnudas…", [45]
como si no tuviesen cultura ni historia. Sin embargo, exalta su arte para
labrar el oro, confeccionar utensilios en barro, canoas pintadas y hasta
hacer asientos de madera negra "maravillosamente labrada". [46]
Más aún, entendemos que Anglería establece los cimientos para la
construcción de la imagen del indígena como ocioso, particularmente cuando
expresa: "Es cosa averiguada que los indígenas son gente ociosa, porque a
pesar de que el intenso frío del invierno los hace tiritar en sus
montañas…, no se preocupan por confeccionar vestidos con el algodón de que
sus bosques están llenísimos". [47] No sabemos si es intencional, pero en
algunas ocasiones presenta el fenotipo de los indígenas de manera
distorsionada, pues los describe como blancos, e inclusive, blanquísimos.
[48]
Hay abundantes noticias de las creencias religiosas de los taínos y de
sus mitos. Para esto, ofrece información sobre su creencia en la vida
después de la muerte, y en un "cielo" y un "infierno". [49] Además de sus
propias anotaciones, dedica un libro completo para resumir las noticias que
ha traído de La Española el hermitaño Fray Ramón Pané. [50] Contrastando a
Anglería con la "Relación acerca de las antigüedades de los indios", de
Fray Ramón, [51] encontramos que en términos generales, con la excepción de
variaciones en los nombres indígenas, la versión de Anglería es bastante
fiel a la información provista en los capítulos 1 al 23 del frayle.
Desconocemos si Anglería tuvo acceso al escrito de Pané, pero lo
dudamos, precisamente por las variaciones en los nombres indígenas, que
parecen surgir de diferencias de "oído". A manera de ejemplo, contrastamos
algunos nombres. Mientras que Pané presenta los nombres de la madre del
ser celeste inmortal como Atabex, Yermaoguacar, Apito y Zuimaco (dice que
son cinco pero se listan cuatro, lo que puede ser un error de transcripción
o de imprenta), [52] Anglería los nombra como cuatro: Atabeira, Mamona (no
tiene parecido), Guacarapita (que parece la combinación de la segunda parte
de Yermaoguacar y de Apito, dos nombres diferentes) y Guimazoa. [53] Otra
notable diferencia es que mientras en la versión de Pané, al abrirle la
inflamación en la espalda a Caracaracol salió una tortuga, para Anglería lo
que salió fue una mujer, con la que cohabitaron los cuatro hermanos, y de
la que tuvieron descendencia. [54]
Debemos señalar, sin embargo, que según el historiador dominicano,
Francisco José Arnaiz, el escrito de Pané llegó a manos de Colón, y éste lo
llevó a la península. Señala Arnaiz: "todos los indicios son que Colón lo
trae a España. Pedro Mártir de Anglería transcribirá numerosos pasajes".
Si fue así, entonces no podemos entender la razón para las variaciones
entre los nombres "escritos" por Pané y "escritos" por Anglería, si uno
escribió sobre el texto del otro. [55] La única justificación podría
hallarse en transcripciones posteriores que alteraran los nombres indígenas
originales.
Nos parece de particular interés el registro que realizó Anglería de
cada viaje de Colón, y los de otros pilotos. Para ellos, reporta las
fechas y puertos de salida, el número de embarcaciones, la cantidad de
hombres que acompañaron a Colón, los tiempos de navegación con sus paradas
en Canarias, y las fechas de regreso, y en ocasiones, hasta el número de
islas descubiertas. Conocimos que la condición de salud de Colón fue un
obstáculo que a veces le impidió completar sus expediciones descubridoras.
[56]
En vista de que la intención, desde el segundo viaje, era la de
establecer poblaciones permanentes en las nuevas tierras, Anglería reporta
a los experimentos iniciales, que durarían varios años, por cultivar trigo
en ellas, y la "inaptitud" de las tierras para el grano. [57] El
historiador español Justo del Río ha asociado los esfuerzos castellanos de
lograr la siembra de trigo y de otros cereales, además de la vid y del
olivo, en las Antillas con lo que llama "crisis cerealera" en Andalucía a
principios del siglo XVI. [58]
Consideramos que la cronología del relato es una de las debilidades de
"Décadas del Nuevo Mundo". Aunque reconocemos que no fue Anglería quien
editó sus cartas, quien lo hiciera siguió un orden que combina eventos de
diferentes años, generando confusión. Concretamente, en ocasiones no
sabemos si está hablando de eventos recientes o remotos, pues en un mismo
capítulo se refiere igualmente al año 1501 que al 1495. [59]
En otras décadas sucede lo mismo, donde no hay referencias a fechas
con las que podamos relacionar o temporalizar los eventos narrados. Al
escribir según le eran contadas las cosas, encontramos repetición de temas,
como el caso de La Española. Los temas relacionados a esta isla cubren los
primeros libros de la primera década, pero Anglería regresa a ella con
información geográfica e hidrográfica en la tercera década, haciendo
repetitivo y pobre la organización general de temas.
También consideramos una debilidad la pesada utilización de términos
náuticos para referirnos a la localización de diferentes lugares cuyas
historias narra. Confesamos que nos confunden los términos septentrional,
meridional, grados, el polo ártico, e inclusive, la utilización de
topónimos indígenas. En función de la localización geográfica de las
tierras descubiertas por Colón, hay una discusión sobre la posición de la
estrella polar que no pudimos entender. La suma de todo esto resulta en
una confusión que nos incapacita para poder localizar mentalmente en qué
partes del continente suramericano se desarrollaban los hechos relatados.
Anglería parece perder el norte en ocasiones, seducido por su vasto
conocimiento de geografía y astronomía. Vemos esto cuando detalla la ruta
seguida por Colón, que lo lleva a las Canarias, se desvía y aborda el tema
de la conquista y población de las islas. [60] Repite la digresión cuando
se refiere a las Islas de Cabo Verde, su posición y pertenencia. [61] Él
mismo se llama la atención cuando cae en esta práctica: "Pero volvamos a
las cosas dignas de contarse que fue hallando en el transcurso del viaje".
[62]
Las Décadas del Nuevo Mundo nos han sorprendido como una lectura
intrigante, cargada de valiiosas estadísticas y de datos relacionados a las
expediciones descubridoras. Esta obra nos permite conocer las experiencias
de personas con diferentes posiciones y responsabilidades en los procesos
de conquista y colonización de las Indias. La narración de Anglería
homogeniza todas estas miradas para presentarnos un relato consistente que
nos inspira credibilidad, aun tomando en cuenta que ésta se encuentra
condicionada por la cosmovisión medieval del autor.
Al final de la lectura, debido a la metodología utilizada por el
autor, que suma las miradas de varios protagonistas de la empresa
colombina, sentimos que hemos tenido acceso a una visión mucho más completa
del temprano proyecto de descubrimiento, conquista y colonización de las
Indias. Coincidimos con la apreciación de Bernardo Vega en cuanto a que, a
pesar del valor de estas crónicas, su utilización en la historiografía
dominicana ha sido muy pobre, apreciación que extendemos a la de nuestro
país.
Bibliografía
Anglería, Pedro Mártir de. Décadas del Nuevo Mundo. Santo Domingo: Sociedad
Dominicana de Bibliófilos, 1989.

Arnaiz, Francisco José, S.J. Bitácoras, yelmos y cruces. Santo Domingo:
Colección Quinto Centenario, 1992.

Centro Virtual Cervantes. Pedro Mártir de Anglería y su obra "De Orbe
Novo". Nota biográfica en el Thesaurus del Boletín del Instituto Caro y
Cuervo.
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/12/TH_12_123_141_0.pdf
Capturado el 5 de noviembre de 2013.

Del Río Moreno, Justo. Los inicios de la agricultura europea en el Nuevo
Mundo. 1402-1542. Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2012.

Fernández de Oviedo, Gonzalo. Sumario de la natural historia de las Indias.
Edición de Manuel Ballesteros Gaibrois. Madrid: Dastin, sin lugar, 2002.

Gelpí Baíz, Elsa. De crónicas, cronistas, memorias y algo más. Ponencia
realizada ante la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía el 23 de octubre de
2010.

Gil, Juan. Columbiana. Estudios sobre Cristóbal Colón. 1984-2006. Santo
Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2007.

Las Casas, Bartolomé de. The Devastation of the Indies. A Brief Account.
Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1992 (traducido al ingles
por Herma Briffault).

----------. Historia de las Indias. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de
Bibliófilos, 1987.

Le Goff, Jacques. Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso.
Barcelona: Editorial Paidos, 1991.

Moradiellos, Enrique. Las caras de Clío. Una introducción a la historia.
Madrid: Siglo XXI, 2009 (segunda edición).

Pané, Fray Ramón. "Relación de Fray Ramón Pané acerca de las antigüedades
de los indios". Eugenio Fernández Méndez, compilador. Crónicas de Puerto
Rico. Desde la conquista hasta nuestros días (1493-1955). Río Piedras:
Publicaciones Gaviota, 2007.


-----------------------
[1] Pedro Mártir de Anglería. Décadas del Nuevo Mundo (Santo Domingo:
Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1989).
[2] Gonzalo Fernández de Oviedo. Sumario de la natural historia de las
Indias. Edición de Manuel Ballesteros Gaibrois (Madrid: Dastin, sin
lugar, 2002).
[3] Bartolomé de Las Casas, Bartolomé. The Devastation of the Indies. A
Brief Account (Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1992).
Traducido al ingles por Herma Briffault.
[4] Bartolomé de las Casas. Historia de las Indias (Santo Domingo: Sociedad
Dominicana de Bibliófilos, 1987), xv.
[5] Fray Ramón Pané. "Relación de Fray Ramón Pané acerca de las
antigüedades de los indios". Eugenio Fernández Méndez, compilador.
Crónicas de Puerto Rico. Desde la conquista hasta nuestros días (1493-
1955) (Río Piedras, Publicaciones Gaviota, 2007).
[6] Centro Virtual Cervantes. Pedro Mártir de Anglería y su obra "De Orbe
Novo. Nota biográfica en el Thesaurus del Boletín del Instituto Caro y
Cuervo.
http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/12/TH_12_123_141_0.pdf
Capturado el 5 de noviembre de 2013.
[7] Anglería, 9-15.
[8] Elsa Gelpí Baíz. De crónicas, cronistas, memorias y algo más. Ponencia
realizada ante la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía el 23 de octubre
de 2010. Entonces, también coincidieron en la corte con don Alonso Manso,
quien fue capellán del príncipe hasta la muerte de éste en 1494.
[9] Ibid. El término criado no significa sirviente, como lo conocemos hoy.
Era un allegado o pariente que se convertía en miembro de la casa de su
protector.
[10] Las Casas, The Devastation of the Indies, 19. En la introducción de
Bill M. Donovan, se establece el año como 1512, aunque entre 1506 y 1507
había sido ordenado diácono en Roma.
[11] Anglería, 5.
[12] Anglería, 105.
[13] Anglería, 127. En la página 199 añade "Desde los orígenes mismos, y
reciente aun el designio de Colón de acometer la empresa del Océano,
amigos y príncipes me estimulaban con sus cartas desde Roma a escribir lo
sucedido, declarando la gran admiración que les había causado el
descubrimiento de tierras y gentes nuevas, que pasaban su vida desnudas y
contentas con lo natural, y el ardiente deseo que les cuciaba de conocer
estas cosas."
[14] Anglería, 11.
[15] Fernández de Oviedo, 185.
[16] Las Casas, Bartolomé de. Historia de Indias, xi-xii. Introducción por
Frank Moya Pons.
[17] Anglería, 113.
[18] Anglería, 349.
[19] Anglería, 125.
[20] Anglería, 166.
[21] Anglería, 127.
[22] Anglería, 109 y 117.
[23] Anglería, pp. 124-125.
[24] Anglería, 133. Énfasis nuestro.
[25] Anglería, 134. Énfasis nuestro.
[26] Anglería, 143. Énfasis nuestro.
[27] Anglería, 170.
[28] Anglería, 132.
[29] Anglería, 150.
[30] Juan Gil. Columbiana. Estudios sobre Cristóbal Colón. 1984-2006 (Santo
Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2007), 107.
[31] Anglería, 124.
[32] Anglería, 118.
[33] Jacques Le Goff. Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso
(Barcelona: Editorial Paidos, 1991), 22.
[34] Anglería, 146.
[35] Anglería, 161 y 172.
[36] Anglería, 109.
[37] Anglería, 121.
[38] Anglería, 103.
[39] Anglería, 133.
[40] Anglería, 141.
[41] Anglería, 107.
[42] Anglería, 107.
[43] Anglería, 114-115.
[44] Anglería, 115.
[45] Anglería, 209.
[46] Anglería, 154 y 158.
[47] Anglería, 132.
[48] Anglería, 154.
[49] Anglería, 140-141.
[50] Anglería lo llama Fray Román.
[51] Fray Ramón Pané. "Relación de Fray Ramón Pané acerca de las
antigüedades de los indios". Eugenio Fernández Méndez, compilador.
Crónicas de Puerto Rico. Desde la conquista hasta nuestros días (1493-
1955) (Río Piedras: Publicaciones Gaviota, 2007).
[52] Ibid, 13. Es posible que haya un error de transcripción, porque
Yermaoguacar podría ser dos nombres separados: Yerma o guacar.
[53] Anglería, 191.
[54] Pané, 18; Anglería, 194.
[55] Francisco José Arnaiz, S.J. Bitácoras, yelmos y cruces (Santo Domingo:
Colección Quinto Centenario, 1992), 141-142.
[56] Anglería, 142.
[57] Anglería, 130.
[58] Justo del Río Moreno. Los inicios de la agricultura europea en el
Nuevo Mundo. 1402-1542 (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia,
2012).
[59] Anglería, 147 y 150.
[60] Anglería, 104.
[61] Anglería, 133 y 164.
[62] Anglería, 134.
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.