\"Pautas de estructuración y fosilización de los paisajes agrarios medievales. Reflexiones e hipótesis\", en El paisaje rural en Andalucía occidental durante los siglos bajomedievales. Actas de las I Jornadas Internacionales sobre Paisajes Rurales en Época Medieval

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Descripción

El paisaje rural en Andalucía Occidental durante los siglos bajomedievales ACTAS DELAS I JORNADAS INTERNACIONALES . SOBRE PAISAJES RURALES EN ÉPOCA MEDIEVAL Cádlz. 1 y 2 de abril de 2009

El paisaje rural en Andalucía Occidental durante los siglos bajomed ieva les ACTAS DE LAS I JORNADAS INTERNACIONALES SOBRE PAISAJES RURALES EN ÉPOCA MEDIEVAL Cádiz, 1 y 2 de abril de 2009

EMILIO MARTIN GUTIÉRREZ (Ed.)

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SERIE

ACTAS COLECCiÓN

Historia y Arte

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El paisaje rural en Andalucía Occidental durante los siglos bajomedievales ACTAS DELAS I JO·RNADAS INTERNACIONALES' , . SOBRE PAISAJES RURALES EN ÉPOCA MEDIEVAL . Cádiz, 1 y 2 de abril de 2009

EMILIO MARTíN GUTIÉRREZ (Ed.)

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UCA

Universidad deCádiz

Servicio de Publicaciones

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Ministerio de Ciencia e Innovación Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía Vicerrectorado de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación de la Universidad de Cádiz Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz Facultad de Filosofía y Letras Departamento de Historia, Geografía y Filosofía. Área de Historia Medieval Grupo de Investigación PAI Medievalismo Gaditano HUM 182 Primera edición: marzo 2011 Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz CI Doctor Marañón, 3 - 11002 Cádiz (España Teléf.: (+34) 956015268 www.uca.es/publicaciones [email protected]

© Servicio de Pubicaciones de la Universidad de Cádiz, 2011 © De cada capítulo su autor I.S.B.N: 978-84-9828-327-3 Depósito Legal: H 26-2011 Imprime: Essan Grane, S.L. (punta Umbría). «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográncos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra» «Esta obra ha superado un proceso de evaluación externa por pares»

Seminario Agustín de Horozco de estudios económicos de Historia Antigua y Medieval

Índice general

PRESENTACIÓN Presentación Manuel Arcila Garrido, Sr. Decano de la Facultad de Filosofía y Letras ......................................................................... 11 I Jornadas Internacionales sobre Paisqjes Rurales en Época Medieval. El Paisqje Rural en Andalucía Occidental durante los siglos bqjomedievales Emilio Martín Gutiérrez, Coordinador de las 1 Jornadas ........... 13

PONENCIAS Aproximación a los paisqjes de la Bahía de CádiZ Adolfo Chica Ruiz ............................................................................ 17 Reflexiones en torno a los paisqjes rurales bqjomedievales. Algunos r:jemplos andaluces Emilio Martín Gutiérrez .................................................................. 31 La villa medieval de Zahara de la Sierra entre los siglos XIVy XVII

Luis Iglesias García ........................................................................... S3 Patn'monio rural en la Sierra de CádiZ a fines de la Edad Media Luis Co bos Rodríguez ..................................................................... 7S Elpaisqje rural en torno a la alquería de Grañina: Pocito Chico (El Puerto de S anta María. Cádiz) José Antonio Ruiz Gil ...................................................................... 91

El paisaje histón'co de los términos de Tarifa y Algeciras según la toponimia del Libro de la Monterla en el siglo XIV Joaquín Pascual Barea .................................................................... 107 El paisaje rural en los efectos del buen y del mal gobierno de Ambrogio Lorenzetti en elpalacio público de Siena Gabriella Piccinnl ...........'................................................................ 147 La historiografía italiana y los paisajes rurales en Toscana en

la Baja Edad Media Mario Marrocchi ............................................................................. 157 Pautas de estructuración y fosilización de los paisajes agran'os medievales. Reflexiones e hipótesis Julián Clemente Ramos .................................................................. 173 El aprovechamiento de los espacios incultos en la Andalucía Medieval: el caso de la Sierra Norte de Sevilla María _Antonia CarmonaRuiz ............................................................. 193 Una descripción de Doñana por Juan Pedro Velázquez Ga=?!elu Juan Luis Carriazo Rubio .............................................................. 209

Presentación

Es un placer y una satisfacción prologar este libro. Son varios los motivos: el primero, como Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, la constatación de que esta obra que aquí se presenta es una evidencia más de la labor investigadora constante y bien hecha del profesorado de esta Facultad. En este nuevo contexto universitario se hace aún más necesario trabajos como éste que sirvan para difundir el conocimiento del ámbito disciplinario en el que trabajamos. En segundo lugar, como geógrafo, considero de gran interés el análisis del paisaje desde sus múltiples perspectivas, en este caso desde la mirada de los historiadores y en el ámbito rural, un espacio siempre menos analizado en contraposición al urbano. Estas primeras actas que se presentan tienen, como advierte el coordinador de la publicación, vocación de continuidad. La importancia del tema y las nuevas lineas de trabajos esbozadas hacen recomendable esta continuidad. Si atendemos al Diccionario de Español Actual de Manuel Seco el paisaje se puede definir como parte del terreno que se presenta ante un observador. En este manual los observadores son los historiadores que intentan a través de ejemplos concretos darnos una visión global del territorio en época medieval. Una visión básica para entender el paisaje actual que no es otra cosa que el producto del devenir histórico. Es así que el paisaje también puede ser definido como un producto histórico que ha servido de escenario a los distintos acontecimientos humanos. La historia es el principal factor para explicar las características de los paisajes actuales y un análisis integrado del mismo nos puede servir para entender una parte sustancial de la historia. A pesar de que en estas actas predominen las miradas' desde la historia también existen otras perspectivas disciplinares diferentes presentes como son la Geografía o la filología que abundan en la multitud de matices en el estudio del paisaje y hacen más completa y compleja esta mirada. En definitiva se trata de una obra que contribuye a profundizar en los estudios del paisaje, linea de investigación que ya tiene una cierta tradición en la historiografía europea, y que aporta diversos estudios de casos centrados en Andalucía e Italia. Por último solo nos queda felicitar sinceramente al coordinador de estas Actas y organizador de las 1 Jornadas Internacionales sobre Paisajes Rurales en Época Me-

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Pautas de estructuración y fosilización de los paisajes agrarios medievales. Reflexiones e hipótesis 1 ]DLIÁN CLEMENTE RAMOS 2

1. Introducción: una reflexión metodológica e historiográfica Los terrazgos medievales presentan formas variadas atendiendo a múltiples factores. De este modo, hay paisajes ordenados y regulares (openftelds centroeuropeos o ingleses) y formas con un marcado carácter individual (mezzadria italiana). En la corona de Castilla predomina desde el siglo XI un poblamiento concentrado (villas y aldeas) y unas pautas colectivas, que no planificadas, de estructuración del paisaje agrario. El poblamiento disperso se integra dentro del término del correspondiente núcleo poblacional (dehesas, casales, cortijos). El reparto de los cultivos se ajusta a una cierta racionalidad que explica su paulatina concentración. De este modo, los diversos tipos de espacios agrarios, cuya explotación se sujeta a diferentes ritmos estacionales, se sitúan contiguos. Esto permite que el terrazgo cerealista, sujeto a rotaciones bienales o superiores, pueda ser utilizado con un reducido riesgo por la cabaña local. Los fueros (siglos XII-XIII) y las ordenanzas (baja Edad Media y moderna) regulan siempre las intromisiones del ganado en huertas, viñas o tierras de pan llevar, indicando este peligro latente. Una organización desde pautas estrictamente individuales hubiera impedido o dificultado considerablemente un adecuado aprovechamiento agropecuario de las tierras cerealistas. Todo esto nos lleva a dos aspectos del mayor interés: el estudio del paisaje agrario o del terrazgo en fechas anteriores o posteriores a la reforma agraria liberal (mediados del siglo XIX) se plantea en lineas generales desde bases muy diferentes, pese a importantes excepciones y continuidades a las que los historiadores les han prestado una escasa atención. La radical oposición entre las tierras cerealistas y el resto deja su huella en el ,terrazgo, es reconocible y permite el uso, diríamos que lo requiere, de fuentes cartográficas contemporáneas que sorprendentemente apenas han recibido la atención de los medievalistas. Este hecho contrasta con

1 Proyecto "Paisaje agrario y sociedad rural en Extremadura y Andalucía Occidental (siglos XV-XVI)" HAR2010-15238 (Subprograma de Historia) del Ministerio de Ci~ncia e Innovación. 2 Área de Historia Medieval. Universidad de Extremadura.

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la importante tradición sobre el particular existente en la historiografía francesa, inglesa o centroeuropea3 • El estudio de los paisajes medievales y, en general, anteriores al periodo contemporáneo en los territorios de la antigua corona de Castilla ha atraído de forma desigual a investigadores de distintas áreas de conocimiento. Los medievalistas se han interesado por su organización desde principios de la década de los setenta4• Distintos trabajos. relativos a instituciones señoriales, desde la alta a la baja Edad Media, o a entornos territoriales precisos, regionales o jurisdiccionales, han dedicado un capítulo a esta temática. El desarrollo de las investigaciones rurales, con bastante retraso respecto de otros países europeos 5, nos ha permitido conocer la organización y la transformación de los terrazgos agrarios entre los siglos X y principios del XVI. Justo sería indicar la importancia que para esta temática, y en general para el mundo rural, tuvo la geografía, que en las décadas de los 50-60 jugó un papel de vanguardia en este campo dentro de la investigación española en un momento áureo de esta disciplina6• De todos modos, el conocimiento acumulado podemos definirlo como genérico y fundamentado de forma exclusiva en las fuentes escritas. No se ha abordado con profundidad la tránsformación de los terrazgos en periodos multiseculares y en ningún caso se ha intentado la elaboración de una cartografía precisa. El estudio del paisaje agrario requiere un salto cualitativo que obligará al uso de fuentes cartográficas y fotografía aérea, utilizadas profusamente por la arqueología, incluida la medieval7 •

3 M. BLOCH, LA tierray el campesino. AgriCtlltllray vida n/ral en los siglos XVIIy XVIII, Barcelona, 2002, 31-88, donde se recogen sus contribuciones en la revista Annales, en sus diversos formatos, entre 1929 y 1943 sobre parcelarios y catastros. El interés alemán sobre los parcelarios es incluso anterior. Su utilización, y el de la fotografía aérea, ha sido un elemento habitual en la historia rural europea. Vid. A. VERHULST, Le pqysage n/raL Les stn/ctures parcellaires de l'Europe dll Nord-Ollest, Turnhout, 1995 (Typologie des sources du Moyen Age Occidental, fase. 73). 4 El trabajo de J. A. GARCÍA DE CORTAzAR, El dominio del monasterio de San Millan de la Cogolla (siglos X a XIII). Introducción a la historia mral de Castilla altomedieval, Salamanca, 1969, marca el inicio de ~a investigación sistemática del mundo rural en el medievalismo peninsular. 5 Algunas síntesis, ya antiguas pero aún útiles, denotan este temprano interés en la historiografía europea por el estudio del paisaje agrario y la madurez de los intentos de sistematización: A. MEYNIER, Les pqysages agraires, Paris, 19592; R. DION, Essai sllr la jormation du pqysage n/ralfranfais, Paris, 1991 (edición original de 1934). 6 Posiblemente, el geógrafo que más ha influido ha sido Jesús García Fernández, al que debemos trabajos magistral~s que interesan a cualquier ruralista, geógrafo o no. Podemos citar entre los de mayor interés: Organización del espacio y economía mral en la España atlántica, Madrid, 1975; Sociedad y organización tradicional del espacio en Asturias, Oviedo, 1976; y "Champs ouverts et champs clotures en Vieille-Castille", Annales.E.S.C, 20/4 (1965), 692-718. Pueden citarse otros autores, algunos hispanistas que se incluyen dentro de otras tradiciones científicas y que han constituido una importante referencia analítica, como Ángel Cabo Alonso, Abel Bouhier, Alain Huetz de Lemps o ' José Ortega Valcarce, entre otros. 7 Sobre lá fotografía aérea, A. OREJAS SACO DEL VALLE, Del "marco geográfico JJ a la arqueología delpaisqje. LA aportación de la jotografia aérea, Madrid, 1995; centrado sobre el periodo medieval, J. BOLÓS MASCLANS, EIs orígens medievals delpaisatge

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El interés de modernistas y contemporaneístas por el paisaje agrario ha sido considerablemente menor. Los primeros se han mostrado poco interesados en esta temática. Sus aportaciones sobre la materia son limitadas cuando no irrelevantes. Interesados por fuentes cuantitativas, han establecido seri.es que permite seguir la producción rural, los precios u otras variables económicas. Un campo que presenta una lentísima o casi nula evolución y que requiere un análisis cualitativo y la proyección cartográfica de la información no ha sido para ellos de gran interés. La investigación modernista extremeña sobre historia rural en los últimos treinta años, que podemos considerar rica y cualificada, puede ser un ejemplo claro de lo que acabamos de decir. Podemos afirmar que la única aportación de cierto interés sobre la materia versa sobre las hojas de cultivo. En todo caso, se trata de informaciones genéricas sin que hayan dado lugar a un estudio sistemático de su funcionamiento, organización y, en su caso? evolución. De este modo, sabemos que en el terrazgo esta dividido en hoj as en el partido de Llerena (maestrazgo santiaguista) en el siglo XVII o en la provincia de Cáceres en el XVIII; más concretamente, había tres hojas en Montánchez B• Con todo, en algunos trabajos el terrazgo agrario se olvida. Así sucede en el estudio de José Luis Pereira Iglesias sobre la tierra de Cáceres en el siglo XVI o en el de Alfonso Rodríguez Grajera sobre la Alta Extremadura en el siglo XVII. Lo mismo sucede en la obra de Luis Vicente Pelegrí y Ángel David Martín sobre la Serena en el siglo XVIII, aunque muchas de sus afirmaciones tienen una clara relación con el terrazgo y su organización9• No seha reconstruido la organización del paisaje agrario de ninguna villa o aldea. Tierras cerealistas, viñas, huertas, hojas o dehesas parecen flotar sin concreción espacial alguna. El paisaje agrario tiene un significado diferente para contemporaneístas o historiadores económicos. El desarrollo de las reformas agrarias liberales desarrolla un terrazgo organizado desde decisiones individuales 10 • En realidad, no siempre es así.

catald. L'arqlleologia delpaisatge com aJont per a .co1Jeixer la bisto1ia de Catalll1!ya, Lérida, 2004. Vid. igualmente nota 1. 8 T. PÉREZ MARÍN, Historia mral de la bqja Extremadllra: crisis, decadencia y presión jiscal en el siglo XVII, .Mérida, 2000, 208; M. A. MELÓN Jh\1ÉNEZ, Extremadura en elAntigllo RigliJJell. Economíay sociedad en tierras de Cáceres, 1700-1814, Salamanca, 1989, 107 y 291. 9 J. L. PEREIRA IGLESIAS, Cáceresy Sil tierra en el siglo XVI. Econ01JJíaYJociedad, Cáceres, 1991; A. RODRÍGUEZ GRAJERA, LA Alta Extremadura en el siglo XVII. Evolución demográfica y estmctllra agraria, Cáceres, 1990; L. V. PELEGRÍ PgDROSA y A. D. MARTÍN RUBIO, Tierra y sociedad en LA Serena en el siglo XVIII, Badajoz, 2002. Aporta poco pese al título sobre nuestro tema de estudio, J. L. PEREIRA IGLESIAS, "Organización, dedicación y explotación del espacio agrario en la Extremadura del Antiguo Régimen", Melanges de la Casa de Velázql/e~ XXIX/2 (1993),231-252, especialmente 231244 (epígrafe: Organización espacial del paisaje agrario y dedicación del terrazgo). 10 E. TELLO, "La formación histórica de los paisajes agrarios mediterráneos: una aproximación coevolutiva", Historia Agraria, 19 (1999), 195-212; cE. también los trabajos relativos al periodo contemporáneo incluidos en R. GARRABOU y J. M. NAREDO (ed.), El paisqje en perspectiva bistó1ica. Formación y tranSformación del paisqje en elmllndo medite-

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Se mantienen muchos núcleos donde pesan aún formas colectivas de organización por la permanencia de las hojas de cultivo (rotación en hojas, derrota de mieses, etc.). En general, las estructuras agrarias tradicionales han suministrado material a etnógrafos y antropólogos, pero no han generado casi interés entre los 'contemporaneístas ni los historiadores economistas. Su investigación se ha centrado sobre los ritmos de modernización (utillaje, abonos minerales, especializaciones productivas, etc.) 11, indicando en todo caso la lentitud del proceso y el mantenimiento de formas tradicionales. Hasta mediados del siglo :xx se documenta un peso extraordinario de la agricultura tradicional. El estudio del paisaje se ha dirigido en algunos casos resaltables hacia el cartografiado de las dedicaciones productivas tomando como base los parcelarios elaborados para la contribución rústica 12 • Implícitamente se supone que estamos ante decisiones estrictamente 'individuales, lo que no sería cierto en todos los casos 13• Si consideramos que en la época medieval se estructuran paisajes que evolucionan hasta mediados del siglo XIX (fenómenos desamortizadores y reforma agraria liberal) y que mantienen permanencias en casos que no podemos considerar excepcionales ni residuales hasta mediados del siglo :xx (hojas de cultivo) debemos concluir que sólo l6s conocemos parcialmente. Prácticamente desde el siglo XVI se interrumpe su estudio sistemático. La investigación sobre esta temática en la época medieval adolece también de deficiencias metodológicas. La mera acumulación cuantitativa de nuevos trabajos no supondrá necesariamente una profundización en su conocimiento. 2. Paisaje agrario y fuentes cartográficas La profundización en el conocimiento del paisaje agrario difícilmente se logrará con la simple utilización de las fuentes escritas, aunque éstas aún ofrecen muchas

rráneo, Zaragoza, 2008. 11 R. RA.RRABOU et aL (edits.), Historia agraria de la Espa¡ia contemporánea, 2 vals., Barcelona, 1985-6; SIMPSON, J., La agricultura española (1765-1965). La larga siesta, Madrid, 1997; J. M' SUMPSI VIÑAS (coord.), Modernización y cambio estructural en la agrimltura española, Madrid, 1994. 12 M. BADIA MIRÓ Y F. RODRÍGUEZ VALLE, "Una nueva metodología para la reconstrucción de la evolución histórica del paisaje agrario", GeoFoClls, 5 (2005), 69-78, especialmente 76, 6gs. 2 y 3. 13 Se entienden de este modo afirmaciones como la de E. TELLO, "La formación histórica de los paisajes agrarios mediterráneos", 196, de que "el paisaje agrario, y los paisajes humanos en general, son una construcción histórica resultante de la interacción entre los factores bióticos y abióticos del medio natural, los usos de esas capacidades para sustentar el metabolismo económico de las sociedades humanas, y los impactos duraderos de esa intervención antrópica sobre el medio. Es el trabajo humano el que crea los paisajes, al modificar la sucesión natural y mantener estados antrópicos intermedios convenientes y previsibles para los fines humanos. El paisaje es un algoritmo socioecológico. Sin intervención antrópica ni fines humanos no habría paisajes. Sólo ecosistemas". Las coerciones y pautas colectivas de estructuración están aUllentes.

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posibilidades y serán siempre imprescindibles. Se hace inevitable incidir en dos líneas: un uso exhaustivo de las fuentes cartográficas, incorporándolas con décadas de retraso a nuestro quehacer histórico, y una explotación de fuentes escritas modernas y contemporáneas. Las áreas de conocimiento histórico tienen una tradición académica, pero no se fundamentan en diferencias de base. La baja Edad Media tiene más elementos en común con el Antiguo Régimen, al que presta sus líneas estructurales básicas, que con el periodo visigodo. Esto explica que la investigación sobre etapas determinadas no se realice prioritariamente por investigadores del área de conocimiento en que se incluyen (antigüistas y arqueólogos que estudian el mundo visigodo y la antigüedad tardía, medievalistas que cada vez se introducen más en el siglo XVI, etc.). Las Relaciones Topográficas de Felipe II o las Respuestas del Catastro de Ensenada no pueden obviarse para el estudio de periodos más antiguos, lo que no significa que se deban extrapolar mecánicamente realidades más modernas. Lo mismo podemos decir sobre la rica documentación desamortizadora. Dentro del elenco de fuentes cuyo uso nos parece imprescindible, debemos considerar en primer lugar las fuentes cartográficas. En la Corona de Castilla, salvo excepciones muy contadas, esto nos lleva a los mapas parcelarios elaborados para el Catastro de Rústica entre finales del siglo XIX y primer tercio del siglo :XX. Al margen de su interés fiscal, causa de su realización, podemos definir estas imágenes como rigurosas fuentes históricas. Con esto queremos señalar, lo que no es nuevo, que además de fijar una realidad dada perteneciente a un momento determinado, fosilizan estratos de diversa cronología que permiten su explotación sistemática. Los paisajes agrarios de la época de la desamortización son producto de la evolución de los paisajes medievales. Obedecen a unas pautas similares aunque presentan un distinto grado de evolución en algunos casos. Al analizar los parcelarios de unas décadas después, aunque el paisaje agrario en muchos casos ha pasado a constituirse sobre bases estrictamente individuales (no en todos, tengo que repetirlo) la estructura del parcelario se mantiene en sus líneas generales, dado el escaso espacio transcurrido. Y así será hasta que se acometan planes de concentración parcelaria, limitados en todo caso. Por tanto, no estamos viendo un modelo paisajístico lejano sino uno estructurado sobre las mismas pautas que analizamos. Algo distinto es la permanencia o no de formas paisajísticas premedievales en terrazgos que se estructuran a partir de la ocupación cristiana del territorio 14 •

14 Nos referimos al estudio de las centuriaciones romanas, que han sido objeto de un gran interés en las últimas décadas. Debemos indicar que estos estudios, al contrario de lo que pudiera parecer, no estudian los parcelarios, convertidos en herramienta más que en tema de estudio, sino formas fosilizadas. Vid. E. ARIÑO. J. M. GURT y J. M. PALET MARTÍNEZ, El pasado presente. Arqueología de los paisq}es en la Hispania romana, Salamanca-Barcelona, 2004, o la

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El interés sobre los parcelarios ha sido casi nulo en la investigación española. Incluso la geografía rural les ha prestado un interés limitado. En todo caso, no puede hablarse de un uso sistemático. Se han publicado hojas catastrales pero no se ha reconstruido, salvo escasas excepciones, parcelarios completos, algo imprescindible para su uso sistemático 15 • El medievalista Ángel Barrios García publicó, sin comentarlos, el de dos comunidades abulenses 16 • Los parcelarios permiten la realización de una cartografía precisa en cualquier reconstrucción hipotética del paisaje. Esto significa que el resultado sería aprovechable para la historia agraria en general, y en particular para la producción, y para definir con precisión las etapas de ocupación del espacio. Los medievalistas hablamos de las roturaciones plenomedievales y bajomedievales. Estas continúan en el XVI Y la segunda mitad del siglo XVIII marca un pico en el espacio agrario cultivado. Una adecuada comprensión de esta coyuntura agraria mÚltisecular requiere una cartografía detallada que precisase las fases de ocupación y transformación del espacio. Su elaboración obliga al uso de todo tipo de fuentes y, en particular, de los parcelarios disponibles. Esto nos lleva a otra cuestión que requeriría también un tratamiento pormenorizado: la necesidad para muchos estudios de abordar una aproximación multisecular que haría aconsejable la colaboración de historiadores de distintas áreas de conocimiento. Esta aproximación detallada necesariamente tendría que realizarse en ámbitos microhistóricosen los que dispusiéramos de una información privilegiada o abundante. Es una línea que intento desarrollar en Extremadura con colegas modernistas y contemporaneístas. Al margen de esta colaboración y de forma individual, he iniciado una línea de investigación sobre un núcleo rural extremeño de

recopilación de trabajos, posiblemente con hipótesis excesivas, de R. GONZÁLEZ VILLAESCUSA, Las Formas de los Paisq}es Mediterráneos (EnsC!Jos sobre las formas, fimciones y epistemología parcelalia. Estlldios comparativos en medios mediterráneos entre la antigiiedady época moderna),Jaén, 2002. 15 Hacen un uso amplio de los planos del Catastro de Rústica dos hispanistas que representan la mejor tradición geográfica francesa: A. HUETZ DE LEl'vfPS, Vignobles et vins dll nord-omst de /' Espagne, 2 vals, Burdeos, 1967, especialmente 628-740, figs. 116-134; yA. BOUHIER, La Galice. Essai géographiqlle d'al1a!yse et d'intelprétatiol1 d'lm viellx complexe agraire: La Roche-sur-Yon, 1979, figs. 27, 38-40 Y 58, con reconstrucciones completas y detalladas (se precisan las cercas y los espacios abiertos) de algunos pequeños terrazgos. Publican hojas catastrales, entre otros, A. CABO ALONSO, "El colectivismo agrario en tierra de Sayago", Estlldios Geográficos, 17 (1956), n° 65, 593-658; A. LÓPEZ ONTIVEROS, Emigración, propiedady paisqje agralio en la campiiia de Córdoba, Barcelona, 1973, p. 539-42, 557-9 Y 571, con algunas notas de interés sobre las trazas parcelarias. Los parcelarios están prácticamente ausentes de la investigación geográfica sobre Extremadura (Manuel Rodríguez Cancho, José Luis Gurría Gascón, Bienvenido García Martín, José Luis Cruz Reyes), salvo de forma un tanto cosmética en E. ALVARADO CORRALES, El sectorforestal en Extremadura. Ecologíay economía, Cáceres, 1983, 186-191, que publica algunas hojas del Mapa Parcelario Nacional y esboza algunas ideas muy someras sobre el particular que no suponen aportación alguna. 16 A. BARRIOS GARCÍA, Estmctllras agrancuy de poder en Castilla. El ~jemplo de Avila (1085-1320), 2 vals., Salamanca, 1983-1984, vol. n, 107 (parcelarios de Madrigal y Salmoral).

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la antigua tierra de Galisteo (Holguera) entre la ocupación cristiana y la década de 1960 17 • El estudio del parcelario de esta localidad (año 1927) muestra la existencia de continuidades, claramente dominantes, pero también de alguna ruptura. El espacio de huertas se concentra en el arroyo de la Ribera, que cruza al término de sur a norte. El arroyo de Cenicero (este-oeste), alberga huertos (espacios cercados de dedicación cerealista preferentemente) con algún pozo, pero los pequeños espacios de microrregadio que jalonaban su curso desde el mismo límite con Riolobos a finales de la Edad Media y principios de la Moderna han desaparecido. A ello ha debido unirse un elemento menor, posiblemente debido a la configuración de las hojas como realidades compactas: los prados que salpicaban los espacios con mayor humedad edáfica en el siglo XV han desaparecido sustituidos por una organización colectiva que expulsa cualquier aprovechamiento no cerealista fuera de las hojas de cultivo. Estos cambios pueden considerarse de orden menor. El círculo de cercas que rodea la población, la ubicación (histórica) de las viñas, el aprovechamiento hortícola de la Ribera, el espacio de las hojas (incluida las senaras, donde se asignaba tierra a los sectores más desfavorecidos y que respecto de los sexmos, subdivisiones de áquellas, tienen un carácter espacialmente marginal) o las dehesas (en particular la dehesa boyal, puesto que las demás no se vinculan específicamente a Holguera durante la época medieval y moderna) fijan límites que pueden retrotraerse sin grandes dificultades a los siglos XV y XVI. Las viñas nuevas, situadas al sur del término y lejos de la población, haciendo honor a su nombre y reciente origen, presentan un trazado alargado similar al de los campos cerealistas (cf. mapas 1,2 Y 3). El ejemplo de Holguera podemos considerarlo, de todos modos, poco significativo. La mayor parte de los parcelarios nos suministraría una información más generosa. A finales de la Edad Media, el espacio cultivado alcanza prácticamente los límites actuales. El parcelario medieval, que se genera a partir de la ocupación cristiana, se eliminó con la comunalización del terrazgo y la formación de las hojas de cultivo en la primera mitad del siglo XVI. El parcelario existente en los dos primeros tercios del siglo :xx no se establece hasta después de la desamortización. Su estructura regular, ajustada a modelos centroeuropeos (openjield, con campos alargados), nos muestra un origen estrictamente planificado. Posiblemente, aunque habrá que investigarlo con fuentes sobre todo de la primera mitad del siglo XIX, abundantes y de gran riqueza,

17 J. CLEMENTE RAMOS, "Paisaje agrario y sociedad rural en Holguera (siglos XII-XVI)", Hispania. Revista Espa¡iola de Historia, LXIX (2009), n° 231, 39-66; en la actualidad elaboramos un trabajo, parcialmente redactado, sobre "la agricultura tradicional en Holguera a mediados del siglo XX", donde intentaremos realizar una aproximación histórico-etnográfica. Diversos compromisos, más numerosos de lo que uno quisiera pero no siempre fáciles de evitar, han retrasado su finalización, aunque en esta línea de investigación no nos hemos fijado límite temporal alguno.

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la estructura de las hojas y su subdivisión en sexmos debió permanecer. Otros muchos parcelarios, sin embargo, mantienen una continuidad con las fases iniciales de ocupación cristiana, es decir, que no se han producido ninguna ruptura total, sino simplemente los cambios normales producidos por acumulaciones de propiedades y, en su caso, cambio de dedicaciones. Se trata de libros que están esperando su estudio. Una adecuada comprensión de la estructura de los terrazgos y de la explotación del espacio requiere de modo ineludible de su adecuada explotación. 3. Fosilización del paisaje agrario: cercas y ejido

Las cercas constituyen en el paisaje concentrado mediterráneo un elemento del mayor interés al constituir el componente que se fosiliza de modo más estable (cf. mapas 1 y 2)18. Su construcción, especialmente si son de piedra, es muy laboriosa. En la comarca de Sayago, una cofradía de Viñuela (Sayago) cerca una fanega de tierra (33,54 áreas) en la segunda mitad del siglo XVIII y por arrancat; acarreary poner la piedra gasta lo que en el próximo pueblo de Almeida suponía el producto de diez cosechas de centeno -veinte años de labor- en igual extensión de tierra arable. Se ha calculado que para abancalar una hectárea de tierra se necesitan entre 280-300 jornales, un año de trabajo 19. Igualmente, se tienen que remover 1.200 m 3 para una terraza de 0,3 hectáreas 20. El trabajo requerido para realizar una cerca, más aún si es una terraza, no se aplica sino por estricta necesidad. En el caso que nos ocupa se debe a que responde a las pautas de organización y racionalización del terrazgo agropecuario. Su destrucción no es menos laboriosa. Es raro que se eliminen. La adquisición de una finca contigua puede aconsejar eliminarlas parcialmente, pero no es algo habitual. Lo normal es abandonar su conservación, abrir nuevas entradas o a sobreponer cercas de alambre. Muchas paredes se caen pero el espacio cercado queda claramente precisado a través de la fotografía aérea y, por supuesto, en los parcelarios. El adecuado estudio de las cercas requiere de la colaboración arqueológica, si bien sólo en casos puntuales podremos llegar a fijar con precisión su cronología21 .

. 18 En general, ~as cercas y el espacio cercado son anteriores a la época contemporánea. Pueden darse excepCIones, a veces sufiCIentemente documentadas: B. VALLE BUENESTADO, "Campos abiertos y campos cerrados en Los Pedroches", Estl/dios Geográficos, XLVII (1986), n° 182~3, 61-5. 19 A.

CABO ALONSO,

"El colectivismo agrario en tierra de Sayago", p. 629; J.

BOLOS MASCLANS,

Els ongens medievals

delpaisatge cata/a, 329. 20 P. BALLESTEROS ARIAS, F. CRIADO Y J. M. ANDRADE, "Formas y fechas de un paisaje agrari~ de época medieval: A Cidade da Cultura en Santiago de Compostela", Arqueología espacial, 26 (2006), 213. 21 P. BALLESTEROS ARIAS, La Arql/eología en la gasificación de Galicia 17: el paistfje agrario, Santiago de Compostela, 2003, 10, señala sobre las terrazas "la falta de una cronología precisa" y la dificultad de determinar "el momento de su creación aunque no lo es tanto indagar en su proceso evolutivo y constructivo"; s. RIERA y J. Ma PALET, "Una

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Las cercas, como las murallas urbanas, son una realidad viva y es difícil establecer sus etapas de construcción. A esto se añade un aspecto que no podemos olvidar. Incluso cuando podamos precisar el origen de la cerca tal y como la conocemos, es decir, de piedra, eso no marca necesariamente su origen. La piedra es en muchos casos una etapa final precedida de otras formas (madera, setos vivos, etc.)22. Incluso, en algún caso, la protecció~ de un espacio determinado puede realizarse con una cerca colectiva23 . Se requiere una encuesta sistemática para ver las formas de cercado. Mi opinión es que evolucionan a lo largo de la Edad Media y que el cercado de piedra solo debió gen.eralizarse a lo largo de la época moderna. El caso de Galisteo muestra la importancia de las cercas de madera hacia 1500, hasta el punto de incidir en el estado del bosque. Cuando la documentación alude a las cercas de piedra posiblemente no esta manifestando sino una excepcionalidad24 . No debemos olvidar que la cerca como tal está íntimamente vinculada a la organización del paisaje agrario medieval y moderno. Permite la protección de aquellos espacios no sujetos a servidumbres colectivas y/o a un aprovechamiento pecuario. Por ello, viñas, huertas, prados y alcáceres tuvieron que protegerse de alguna manera. En primer lugar, separándolos de las tierras de cereal y concentrándolos. En segundo, buscando alguna protección. Los fueros limitan en un primer momento la segunda posibilidad a aquellos espacios no cerealistas ubicados fuera del correspondiente pago. Quizás la protección de los pagos se hiciera depender de su concentración25 . En todo caso, desde el siglo XIII hay una generalizada separación de los espacios

aproximación multidisciplinar a la historia del paisaje mediterráneo: la evolución de los sistemas de terrazas con muros de piedra seca en la sierra de la Marina (Badalona, Dano de Barcelona)", El paiscge en perspectiva histórica, 50, sostienen como "una aproximación transdisciplinar a partir de técnicas esencialmente arqueomorfológicas y paleoambientales puede aportar respuestas a cuestiones geográficas e históricas, como el origen y la evolución de las terrazas y la configuración de paisajes mediterráneos"; más adelante (76-85) presentan conclusiones interesantes pero con una cronología imprecisa (lo que denominan la primera generación de terraZas se vincula al desarrollo de la arboricultura mediterránea en un espacio secular que se extiende entre los siglos X y XIII-XIv, periodo demasiado dilatado para un medievalista). 22 D. MARIÑo VEIRÁs, S eiiono de Santa Mana de Meim (de 1150 a 1525). Espacio mm/, régimen de proPiedady régimen de explotación en la Galicia Medieval, La Coruña, 1983, 329; J. c. MARTÍN CEA, El ml/ndo mral castellano afines de la Edad Media. El I!jemplo de Paredes de Nava en el siglo xv, Valladolid, 1991, 89-94; A. HUETZ DE LEMPS, Vignobles et vins dllnord-ol/est de l'Espagne, vol. II, 627; F. RUIZ GÓMEZ, Las aldeas castellanas en la Edad Media. Ofia en los siglos XIVy xv, Madrid, 1990, 178. 23 H. R. OLIVA HERRER, La Tierra de Campos a fines de la Edad Media. Economía, sociedad y acción política campesina, Valladolid, 2002, p. 141; A. HUETZ DE LEMPS, Vignobles et vins dl/!lOrd-ollest de l'Espagne, vol. II, 627. 24 J. CLEMENTE RAMOS, "Desarrollo agrario y explotación forestal en la tierra de Galisteo a finales de la Edad Media", IIJornadas de Historia Medieval de Extremadl/ra. Ponenciasy comunicaciones, Mérida, 2005,64. 25 Aunque en un espacio cantábrico fuera de nuestro interés directo, M" E. GARCÍA GARCÍA, San JI/an Bal/tista de Corias. Historia de I/n sellono monástico asturiano (siglos X-XlIJ, Oviedo, 1980, p. 284-9, documenta en la cuenca de Nárcea, que conoce un importante desarrollo vitícola, la existencia de pagos de viña normalmente sin cercar.

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cerealistas y no cerealistas, protegiéndose éstos de modo nitido. Las cercas son un resultado de esta realidad, aunque hayan ido cambiando a lo largo del tiempo. La mayor parte de los cercados de piedra que rodean los pueblos son precontemporáneos, pero eso no significa que nos transmitan realidades medievales de forma precisa. En primer lugar, la existencia de cercas de madera ha podido dar mayor movilidad a los espacios cercados de viña, huerta y prado. En el caso de Holguera, como hemos indicado, si sobreponemos el terrazgo actual al existente a finales de la Edad Media y principios de la Moderna vemos que algunos terrenos hortícolas se han integrado en las hojas. Las huertas de la Ribera sí mantienen una continuidad. Los antiguos pagos de viña (de Arriba y Abajo), plenamente vigentes a mediados del siglo XIX, quedan registrados en la toponimia. El uso de los parcelarios y la fotografía aérea es un punto de partida que debe someterse a la información documentaL Nos transmiten una imagen de extraordinaria importancia, imprescindible pero no suficiente. Con todo, la oposición entre el espacio cerealista y no cerealista es una de ( las realidades que ha quedado fijada de forma más rígida en el paisaje actual. La investigación sobre los diversos términos deberá precisar a que momento corresponde y la menor o estimamos que generalmente mayor coincidencia con las realidades bajomedievales o anteriores. El ejido, en singular, es un elemento central de espacio agrario tradicional, es decir, anterior a las reformas agrarias liberales. Sin embargo, es particularmente poco conocido y comprendido. Un pequeño recorrido por la investigación medieval nos va a permitir demostrar el conocimiento sólo parcial que se tiene del mismo. En la época moderna, este término se utiliza en ocasiones en.plural, aludiendo a ·una realidad no siempre coincidente con la anterior. Ángel Barrios señalaba en su estudio, por tantas razones imprescindible, sobre la diócesis de Ávila como en una primera banda la más próxima a los pueblosy la más pequeña) se combinaba) dentro de una relativa diversidacL los cultivos intensivos de huerta con los terrenos sin labrar dedicados a la recogiday trilla de las mieses) siendo la mqyoría campos cerrado.?6. Define elementos de este primer círculo, pero no utiliza, lo que es muy sintomático, el término ejido. Ideas muy similares se repiten en otros estudios más recientes, produciéndose esa incompleta comprensión de las pautas de formación y estructuración de los terrazgos medievales, en los que el ejido es una realidad ineludible. Existe una casi total coincidencia en considerar que hay una círculo de cultivos intensivos que rodean los núcleos habitados, lo que no es estrictamente incorrecto pero sí insuficiente. Veamos algunos ejemplos significativos. Hilario Casado Alonso, coincidiendo de modo casi literal con la opinión ya indi-

cada, habla de una aureola de herrenesy huertas que rodean la zona de habitación, y continúa son las superficies destinadas a los cultivos intensivos y que) en consecuencia) exigen unas labores más constantesy un mejor abonado, estando siempre colindantes con el hábitat rural y buscando muchas veces los suelos más húmedos del fondo de los valles o las riberas de ríos) arrqyos o cauce.?7. Juan Carlos Martín Cea muestra una primera aureola del terrazgo que rodea 28 Paredes de Nava compuesta por huertas, herrenes, algún linar y mimbreras • Mas recientemente, Francisco Javier Goicolea presenta una primera banda alrededor de Haro compuesta fundamentalmente de eras) huertas) frutale~ linare~ cañamales) además de algunas heredades de cerealy viñedos; señala que son tierras de regadío y estaban cercadas con valladare~ setos y estacada.?9. No sorprende que las poblaciones sayaguesas estén rodeadas por cercas 30 • José Luis Martín Martín, en su notable estudio sobre los bienes comunales, señala como el ejido está compuesto por las eras, el mercado o ferias y pastosy montes comunales. Señala, coincidiendo con los anteriores, que se desarrolla un cinturón de cercados de proPiedad privada -huerta~ herrenales) prados-) que ocupan en torno al poblado un corto radio de trazado irregular y más allá de este ámbito agrícola relativamente intenso) se encuentran las dehesas y ejido?1. En general, se presenta a grandes rasgos un espacio circular y cercado. En otras ocasiones se alude al ejido como un espacio próximo a los núcleos habitados, si bien no se comprende de forma estricta. José Manuel Mangas Navas indica que las villas y aldeas cuentan en sus aledaños y contornos con un campo que sirve para las necesidades colectivas apuntadas, campo que con más o menos precisión se a conoce desde los albores concejiles con la denominación de dido de concd032. M José Rodríguez Galdo, que posiblemente) se trataba de una porción de terreno) pegado) literalmente) a las casasy que podía albergar algún cultivo) árboles frutales o ambas cosas a la ve:?!3. Carmen Díez Herrera se refiere a él como el lugar lindero a la aldea donde se agrupaba el ganado de la comunidad o concdo para salir a los pastos) o bien el espacio donde pastaba el ganado que quedaba permanentemente en la aldea) buryes) bestias asnales) puercos) y corderos o vacas con crías)

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H. CASADO ALONSO,

S efiores, mercaderes y campesinos. La comarca de Burgos a fines de la Edad Media, Madrid, 1987,

157. 28 J. c. lvIARTÍN CEA, El mundo mral castella1lo a fines de la Edad Media, 83-4; 29 Algunos de esos pagos, sin embargo, se sitúan a más de dos kilómetros de Haro, lejos de las corrientes de agua vid. F. J. GOICOLEA JULlÁN, Haro: l/na villa riqjal1a delli1lq/e Velasco a fines del Medievo, Logroño, 1999, 66 Ymapa p. 70. 30 J. M" ARGUEDAS, Las coml/nidades de Espaiia y del Pení, Madrid, 1987 (eme. orig. Lima, 1968),53. 31 J. L. rviARTÍN MARTÍN, "Evolución de los bienes comunales en el siglo )0.1", Stl/dia HistOlica. HistOlia Medieval,

VIII (1990), 11 Y14.

26

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A. BARRlOS GARCÍA,

Estmctllras, II, 90.

32 J. M. MANGAS NAVAS, El régimen cOlllllllal agrario de los concl!fos de Castilla, Madrid, 1981, 155. 33 M" X. RODRÍGUEZ GALDO, S eiioresy campesinos en Ca/ida. Siglos X1V-Xl/I, Santiago, 1976, 114. Es llamativo que los huertos a veces se denominen en Galicia eidos, eixidos o circundados. Vid. P. BALLESTEROS ARIAS, La Arql/e%gja, 19.

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que debían dormir en las cuadra.f34. En las reconstrucciones ideales que se han realizado del paisaje agrario, el ejido no aparece de forma habitual3s • Todos estos aspectos nos permiten hacer la siguiente conclusión. En los diversos terrazgos de villas y aldeas hay un primer círculo de espacios cercados que rodea las poblaciones donde se asientan los cultivos intensivos (huertas linares viñas a veces etc.). Puede haber algún espacio designado como ejido. Mas alejados :e sitúan los es~ pacios de cereal y, a veces, viñedo. Este modelo tiene un carácter estático, ciertas incorrecciones y una insuficiente comprensión de la formación de los paisajes medievales. Investigaciones de base me convencieron de que algunas realidades como el ejido no podía entenderse como algo estático sino dinámico. Un conflicto entre las aldeas de Guareña y Valdetorres, integradas en la tierra de Medellin, define con claridad lo que aquí denominamos ejido en sentido estricto. En la probanza presentada por Guareña se afirma que Valdetorres y el resto de aldeas de Medellin no tienen ni pueden tener exido ninguno mas del que se dizen e nonbra exido ansarero, que es a la redonda del lugar cantidad de un tiro de ballestc?6. Aunque los testigos presentan distintas extensiones (tiro y medio o dos tiros de ballesta como distancias alternativas a la indicada), el ejido ansarero se presenta como una realidad generalizada. Su estructura circular está fuera de toda duda. En el contexto de la presión señorial realizada por el conde de Medellin hacia 1530, asistimos a una sucesión de numerosísimos pleitos sobre apropiación de cercas en el ejido de Miajadas. Se trata de más de un centenar 'de apropiaciones. En las escasas ocasiones en que se nos precisa su extensión alcanzan normalmente las cuatro fanegas. Considerando que no estamos ante todas las apropiaciones realizadas sino solamente ante muchas, posiblemente la mayor parte, de las realizadas entre 1480/90 y 1538, podemos hablar de una extensión global considerable de más de cuatrocientas fanegas (cercana a las doscientas hectáreas o los 2 km~37. No debemos olvidar que se habrían realizado apropiaciones con anterioridad y que, por otro lado, se conceden legalmente pequeños

34 C. DÍEZ HERRERA, La formación de la sociedadfel/dal en Cantabria. La organización del territono en los siglos IX al XlV, Santander, 1990, 115-6. 35 A. BARRIOS GARÓ¿, Es/mctl/ras agrariasy de poder en Castilla, n, 97 (modelo de ordenación del espacio de la zona norte de la diócesis de Avila, e. 1300); E. RODRÍGUEZ-PICAVEA, La formación delfeudalismo en la meseta meridional castellana. Los seiloríos de la Orden de Calatrava en los siglos XII-XIII, Madrid, 1994,208 (ordenación del espacio agrario de la aldea de Polán, c.. 1270); H. CASADO ALONSO, S elJores, mercaderes y caJJJjJesinos, 151 (Quintanaortuño, siglo XV). Si aparece en A. BERNAL E~TÉVEZ, Poblamiento, transformación y organización social del espacio extremellO (siglos XIII al XV), Mérida, 1998, 233 (V~enCla de ~cántara, siglo XV), y en J. M" MO~SALVO ANTÓN, "Paisaje agrario, régimen de aprovechamientos y camblO de propIedad en una aldea de la tierra de Avila durante el siglo xv: La creación del término redondo de Zapardiel de Serrezuela", CI/ademos Abl/lenses, 17 (enero-junio 1992), 98, que presenta una clara estructura circular alrededor de la aldea.

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espacios para dedicación agraria o como solares. En la mayor parte de las cercas señaladas, la condena obliga a la destrucción de la cerca y a su apertura al pasto comunal en cuanto ejido del lugar. Si invertimos esta evolución, resultaría un paisaje abierto circular (ejido) de preferente dedicación pecuaria y de una extensión importante. En la corona de Castilla (aunque no sólo en ella), se ha desarrollado alrededor de los núcleos habitados una estructura circular que ha recibido el nombre de ejido, es decir, la salida. Este espacio es comunal y tiene una prioritaria dedicación pascícola. Los vecinos llevaban allí su ganado, la cabaña estante, lo que no es incompatible con el aprovechamiento de zonas más alejadas. Inicialmente, incluso los bueyes se mantendrían en gran medida sobre este espacio, puesto que las dehesas boyales se desarrollan más tardíamente. La apropiación de terrenos dentro del ejido, legal o ilegalmente, obliga a su cercado para su adecuada protección. Los fueros señalan la necesidad de cercar aquellas propiedades que lindan con zonas pecuarias. Espacio cercado, pero no siempre y en todos los casos con una dedicación agraria intensiva. Este proceso de concesión de terrenos agrarios o de solares para casas, a unir a las apropiaciones ilegales, en una población que se dobla o multiplica generosamente entre los siglos XV y XVIII, redujo su extensión de forma considerable, hasta hablarse del ejido como un espacio concreto y no como una estructura circular. En otros casos, obligó a la creación de nuevos ejido s ante la imposibilidad de atender con el existente determinadas necesidades. Esta dinamica explica que el término pierda precisión y se confunda de modo general con espacio de past0 38 • El resultado final de una evolución que se inicia pronto pero que debió intensificarse desde finales de la Edad Media es el desarrollo de una estructura circular cercada alrededor de los núcleos de población. Se genera, con el proceso indicado, una realidad fosilizada que se mantiene en los paisajes actuales. Su permanencia, cuando ya no cumple ninguna función, sólo se explica por la dificultad de eliminar las cercas. En todo caso, las cercas tal y como hoy las vemos no tienen que ser necesariamente una realidad medieval, pero sí lo es su generalización en el espacio que circunda a los núcleos de hábitat desde finales de la Edad Media. Estamos ante una realidad fosilizada que podemos cartografiar y que en casos privilegiados nos permitiría hacer un análisis espacial detallado.

4. Co~dusiones y reflexiones Los estudios de historia rural medieval se han centrado de forma demasiado unilateral en las fuentes escritas coetáneas. Aun considerando el carácter central de las mismas para la plena y baja Edad Media, supone no aprovechar las posibilidades de

36 A. Chane. Granada, lego 31, fol. 235r. 37 A. G. Simancas, Consejo Real, legs. 230 y 231. Nos proponemos en breve abordar el estudio de esta rica documentación. 184

38 J M·

lvlANGAS NAVAS,

El régimen cOJJJl/nal agrmio, 156. 185

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otras fuentes de gran interés. Los paisajes medievales, no debemos olvidarlo, se fosilizan y son reconocibles incluso visualmente en la actualidad. Algunas de sus pautas de funcionamiento se han mantenido en bastantes casos, con mayor o menor pureza, hasta la década de 1960. El medievalismo debe incorporar nuevas fuentes para profundizar y abordar adecuadamente el estudio de los paisajes agrarios. El papel de las fuentes cartográficas y particularmente de los parcelarios es fundamental. Se, haya mantenido o no el paisaje que se genera con la ocupación cristiana plenomedieval, diversos elementos quedan fijados y son reconocibles. La separación entre los diversos tipos de cultivo tiene tendencia a mantenerse a grandes rasgos, realidad compatible con cambios y rupturas. Esto es debido no tanto al espacio cerealista, habitualmente abierto, como al cercamiento de viñas, huertos y prados. Aunque estos espacios han podido cambiar de uso en la época contemporánea, la toponimia fija su dedicación histórica o tradicional. Frecuentemente, las cercas forman una aureola alrededor de los núcleos habitados. Las concesiones o apropiaciones de terrenos en este espacio pecuario requieren su cercado para una adecuada protección. El resultado es un ejido constituido por un espacio limitado, reducido al uso de eras u otros muy puntuales, y la fosilización de un ejido ansarero que ha perdido su carácter inicial. Se trata de una realidad cuya constitución deriva de las formas de organización de los terrazgos medievales. Este espacio circular puede ser relativamente amplio, aunque sólo representa una parte menor del término local en cadá caso, e integrarlas viñas, que de este modo no comparten con el cereal un segundo y más lejano círculo de cultivos. Los parcelarios que no han sufrido rupturas desde la ocupación cristiana del territorio guardan una enorme información. Sus diferentes trazados pueden ser indicadores cronológicos y ayudarnos a fijar la evolución del espacio cultivaclo. Paisaje y actividad económica se funden de este modo. La proliferación de análisis microhistóricos permitiría contextualizar mejor la conformación de los terrazgos y las fases de su constitución. Nos permitiría precisar con más detalle la incidencia sobre el espacio cultivado de coyunturas expansivas o de crisis que se suceden entre los siglos XI y principios del XIX. La explotación del espacio se situaría en una escala multisecular en la que deben superarse las barreras académicas. Las reconstrucciones hipotéticas del paisaje agrario, que han supuesto los esfuerzos más consistentes para precisar su estructura, no deberían realizarse siempre que sea posible sm sobreponer la información disponible sobre un parcelario. La extensión de las diversas dedicaciones tendría mucha mayor precisión. El estudio de la estructuración del paisaje agrario, la explotación del espado y la producción rural se verían favorecidos. Estas vías de estudio requieren la elección de contextos muy precisos que dispongan de una rica base documental. La aproximación microhistórica y la superación de barreras cronológicas de carácter académico nos parecen imprescindibles. 186

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Mapa 1. Holguera: El espacio cercado (1927)

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Hoja de Vaciatrojes

Viñas de Arriba

Viñas de Abajo

Viñas del Camino de Torrejoncillo

Hoja de Valdelavaca (San Marcos)

Viñas Nuevas 1 km. Mapa 2. Holguera: Las viñas (1927)

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1 km.

Mapa 3. El espacio cerealista en Holguera: la Hojilla (1927)

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5. Comentarios a los mapas

Holguera está rodeada por espacios cercados individual (huertas -regadío -, huertos -secano -, prados) o colectivamente (viñas). Este espacio ha quedado al margen de la concentración parcelaria que precedió a la implantación del regadío en la década de 1960. Hasta entonces se ha mantenido el sistema de tres hojas creado en la primera mitad del siglo XVI, con el único cambio de la rotación (al tercio hasta el siglo XIX; trienal con barbecho parcialmente trabajado desde un momento que no podemos precisar después de la desamortización y antes de la Guerra Civil). El espacio cercado (mapas 1 y 2) engloba espacios de muy diversa naturaleza. Viñas y huertas requieren un trabajo intensivo. Los huertos son espacios cercados de secano y, al margen de que no se sujetan a ninguna rotación colectiva, se cultivan del mismo modo que las tierras integradas en los sexmos cerealistas. El espacio intensamente trabajado que rodea a las poblaciones, idea repetida entre los medievalistas, no se ajusta a la realidad. Su carácter en líneas generales circular debe mucho al ejido primigenio. Las cercas que se sitúan en la zona sur del término son más recientes, como la toponimia precisa con claridad (Viñas Nuevas). Lo mismo sucede con otros espacios situados en la Ribera, cuyo trazado se ajusta en cierta medida al de los sexmos cerealistas, lo que permite situar la construcción de las cercas en un periodo cercano, posiblemente en la segunda mitad del siglo XIX. En general, el trazado del espacio cercado es predominantemente irregular, sobre todo si lo comparamos con las tierras de cereal, que se ajustan a una estricta planificación. Es llamativo el espacio cerealista denominado Centeneras, incluido en el mapa 1, puesto que su trazado es diferente y similar al de los huertos. Sin duda estamos ante un espacio que; por su proximidad al pueblo y quizás por la existencia de algún antiguo tipo de cercado, ha escapado a la comunalización de las tierras de cereal (siglo XVI) y a su posterior venta (Desamortización), compra y parcelación estrictamente regular. El espacio cerealista (ejemplo en mapa 3) ha conocido la sucesión de cuatro parcelarios entre la ocupación cristiana yla actualidad: el resultante de la inicial ocupación cristiana (siglos XIII-XV), las hojas comunales con reparto anual y sin parcelario fijo (siglos XV-XIX), openfields con parcelas muy alargadas y estrechas (2.a mitad del siglo XIX-década de 1960), y el actual, resultado de la concentración parcelaria y el regadío. Mucha de la información del primer parcelario se ha perdido, aunque en un término en que el espacio cultivado alcanza los límites actuales a lo largo del siglo XV su conservación no nos permitiría definir las fases de la ocupación y explotación del espacio. Los sexmos que conforman las hojas parecen mantener un continuidad entre el parcelario 2 y 3. La permanencia de las senaras, tierras que quedaban fuera de los espacios repartidos entre los que disponían de bueyes y que debieron gestarse

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en el siglo XVI, nos permite cartografiarlas con precisión y entender su naturaleza como tierras espacialmente marginales. La existencia de un parcelario cerealista estrictamente regular muestra su origen planificado. El carácter alargado de las parcelas, que se ajusta a modelos dominantes en el norte de Francia, Europa central o Inglaterra, no deja de ser un elemento destacable que requerirá atención y estudio.

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