Paulo Esteban Castaneda La memoria historica frente a la dictadura Argentina

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Paulo Esteban Castañeda Pontificia Universidad Javeriana Carrera de historia La memoria histórica frente a la Dictadura Argentina: tiempo comprimido, responsabilidad compartida y resistencias frente a visiones totalizantes Como es sabido la aparición de la memoria durante la dictadura militar Argentina surgió como una forma de resistencia frente al carácter clandestino de las acciones represivas ejercidas durante este régimen político, es decir la lucha por la memoria en este país surgió como una forma de confrontar lo que procuraban los victimarios: el silenciamiento y la falsificación de los hechos ocurridos durante esta. Sin embargo profundizando un poco, sobre la forma en que en el presente la sociedad argentina ha asumido y se ha liberado del dolor de la represión política y militar que sufrió, se puede decir que en ésta sociedad lo que hay es un tiempo comprimido, en donde confluyen memorias sumamente particulares y diversas que no llegan a un punto de acuerdo y que además dan la sensación de que no sólo las instituciones militares no han sido totalmente depuradas sino que el recuerdo sigue latente y que todavía no se ha cerrado la herida que en el pasado se abrió, porque no se ha formado una gran distancia entre éste y el presente. En este sentido es conveniente señalar lo que afirma Enzo Traverso ”La obsesión memorialista de nuestros días es el producto del declive de la experiencia transmitida, en un mundo que ha perdido sus referentes, ha sido desfigurado por la violencia y atomizado por un sistema social que borra las tradiciones y fragmenta las existencias”1. La atomización social producto de la violencia y el hecho de que la lucha por la memoria (al ser esta por definición: subjetiva, selectiva, indiferente a las reconstrucciones de conjunto y a las racionalizaciones globales) puede llegar a polarizar la consideración sobre un acontecimiento histórico, se refleja en muchos casos:

primero en las amenazas y atentados por parte de las FFAA hacia las

organizaciones encargadas de la protección de los derechos humanos y hacia actores políticos que apoyan dicha causa, así mismo en la aparición de una asociación como la de Familiares y Amigos Muertos por la Subversión FAMUS, la cual quería disputar la popularidad que habían adquirido las madres de Plaza de Mayo, pero que por el mismo tono beligerante de sus acciones fue desvirtuada y además de misas donde 1 Enzo Traverso, El pasado instrucciones de uso. Historia, memoria y política. Madrid, Marcial Pons, 2007. Pp. 16

sectores ultraconservadores vinculados con la dictadura, justificaban éste régimen como una respuesta frente a la amenaza de un proyecto político terrorista que buscaba eliminar las bases morales y éticas de la mayoría de argentinos, inmersa en un proceso en el “Irrumpía el propósito de una intervención ejemplarizadora sobre una sociedad infectada extensamente por esa figura ubicua de la subversión, es decir una sociedad indisciplinada, atravesada por diversas rebeldías, contestataria, insolente e imperativa en sus demandas diversas y contradictorias, y es claro que a partir de ese diagnóstico la irrupción del poder dictatorial situaba sus metas mucho más allá de las formaciones guerrilleras, en fábricas y sindicatos, universidades y escuelas”2. Esto implica que un historiador, ante cualquier tipo de estudio de la memoria “no tiene derecho a transformar la singularidad de esa memoria en un prisma normativo de escritura de la Historia. Su Tarea consiste, antes que nada, en inscribir esa singularidad de la experiencia vivida en un contexto histórico global, intentando establecer las causas, las condiciones, las estructuras, las dinámicas del conjunto” 3, porque un historiador no debe dejar de lado, el compromiso de aportar una perspectiva general que incluya los argumentos y el modo de razonar de actores sociales con los que no está de acuerdo o en este caso los victimarios, aunque sí debe hacerlo con una empatía critica, que no justifique pero que si comprenda sus acciones. ”Ya que la memoria viva es sobre todo lugar de conflicto, de disputas, no constituye una historia establecida, de una vez y para siempre, sino múltiples realidades en tensión constante. No se trata del registro pacifico del pasado, sino del espacio donde se pone en crisis la identidad de la sociedad”4 Para superar el “tiempo comprimido” que mencione anteriormente es necesario desarrollar prácticas que se apropien de ese pasado, no solo en contra de las significaciones que la dictadura trato de imponer, sino también con acciones que tengan como objetivo romper con el acostumbramiento espontáneo hacia los actos represivos que provinieron desde los medios de comunicación a través de las exhibiciones del horror. Es necesario acabar con la imagen de una violencia normalizada y verla como un fenómeno ubicado espacio- temporalmente que afecta numerosas facetas políticas, económicas y culturales de una sociedad. 2Hugo Vezzetti. Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Siglo Veintiuno editores Argentina. 2002 Pp. 47 3 Enzo Traverso, El pasado instrucciones de uso. Historia, memoria y política. Madrid, Marcial Pons, 2007.Pp. 24 4 Sandra Lorenzano. Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura. Biblioteca de Signos. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. México. 2001. Pp. 180

Un elemento importante que ofreció nuevas formas de sobrevivencia, dentro de un régimen totalitario dominado por la censura y la autocensura, fue la literatura, es decir ésta se constituyo en un instrumento y en un discurso alternativo, heterodoxo, minoritario y fragmentario contra la dictadura, la cual pretendía imponer una identidad social univoca e indiscutible para los argentinos. La literatura fue un tipo de resistencia frente a la homogeneidad y la memoria fuerte e impositiva, al introducir desde una lógica antiautoritaria

nuevas voces y discursos, tanto en lo formal como en lo

ideológico, priorizando las incertidumbres y los cuestionamientos frente a las certezas y las afirmaciones. Todo ello bajo el presupuesto de negarse a la pretensión cognitiva del realismo, pues como lo expresaron algunos escritores durante la época de la dictadura “negarse al canon realista es negarse en este momento a la hegemonía de un discurso estético y a la de una interpretación homogeniza dora y simplificadora de la cultura y de la sociedad”5De esta forma, escritores como Fernando Reati y Andrés Avellaneda cumplieron con la autentica función del intelectual: encarnar la heterodoxia, la disidencia, el pensamiento divergente y el inconformismo moral y cultural, función que se hace más notoria y decisiva frente a un régimen despótico como el de una dictadura. Sin llegar a desconocer que la colaboración de la gente corriente durante la dictadura argentina fue motivada por un régimen que desde sus altos mandos corrompió al Estado y la moral pública y estimuló todas las bajezas dentro de esta, también hay que identificar como causas de estas colaboraciones las adhesiones doctrinarias, la conformidad con respecto a las presiones desde arriba y el aprovechamiento mezquino de beneficios, prebendas o ascensos que hacía alguna gente del común, a cambio de colaborar con la dictadura. Con lo que se puede constatar la poca entereza moral y el acomodamiento oportunista, que al parecer no es un carácter exclusivo de la sociedad argentina, algo que los militares de cierta forma recuerdan cuando hacen énfasis en la participación de los civiles en los golpes de Estado. La participación de la gente común durante la dictadura argentina tiene que ver con lo que Michel Lowy describe como

una de las características de la “barbarie civilizada”: la gestión

burocrática, administrativa, eficaz, planificada, “racional” de los actos de barbarie” 6. En los que la mayoría de los perpetradores eran gente ordinaria, gente que realizaba su trabajo, como parte de un ente burocrático con motivaciones, empeños y cálculos

5 Ibíd. Pp.75 6 Michael Lowy. “Barbarie y modernidad en el siglo XX”, en www.revoltaglobal.cat

ordinarios, algo que ofrece una visión más desalentadora que la imagen de unos verdugos depravados y completamente disociados de la gente ordinaria. Es pertinente hacer la diferenciación de cómo en La Argentina la culpabilidad criminal, la culpabilidad política y la culpabilidad moral, se resolvieron de diferente manera, pues aún en el primer tipo de culpabilidad, en el que supuestamente no se generan muchas discusiones, puesto que en la Argentina hubo un proceso penal, demostración de las pruebas y una condena que no fue borrada ni cancelada por los indultos, si hay una serie de problemas dentro del proceso en cuanto la definición de la amplitud de la persecución penal hacia los victimarios. En cuanto a las otras dos dimensiones de responsabilidad: la moral y la política, por un lado la sociedad es responsable no sólo por apoyar y promover la dictadura, sino por todo aquello que fue incapaz de evitar, por otro lado es indiscutible el apoyo político activo prestado por algunos partidos, grupos y círculos de poder que inicialmente tuvieron una actitud de conformidad y luego de complicidad hacia aquella “Así mismo la instauración de la dictadura fue promovida por numerosos actos de violencia ilegal, disociación y exaltación antiinstitucional en los que estuvo involucrada una gran parte de la sociedad civil y política” 7. Tantos sectores radicales de la derecha como de la izquierda preferían un régimen dictatorial a uno constitucional porque a través de aquel se podía ver más claramente al enemigo político, pues por ejemplo para una parte de la izquierda la lucha política se entendía como la sucesión escalada de la guerra hacia la toma por el poder. Para redondear buena parte de la sociedad civil, había reaccionado pasivamente, frente a una política que despreciaba las formas institucionales de la democracia parlamentaria y del Estado de Derecho. Lo que realmente vino a deslegitimar gravemente al régimen dictatorial y aún a admitir y denunciar los crímenes cometidos durante este, estuvo relacionado con la decepción que provoco la derrota frente a los ingleses en las Malvinas. La acotación que hace Gonzalo Sánchez de que la violencia hace que la historia “quede entre paréntesis, como un tiempo muerto e inmóvil que no encuentra sentido ni el pasado ni en el futuro como si nunca hubiera existido” 8 no sólo es aplicable para la historia colombiana, sino también para la Argentina, en la cual ellos se consideran como hijos de la desmemoria, como si sus genealogías estuvieran truncas y sus recuerdos familiares se estuvieran diluyendo, especialmente gracias a la inmigración que les quito las bases (como la tierra, la lengua, los espacios de la infancia) sobre las 7 Hugo Vezzetti. Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Siglo Veintiuno editores Argentina. 2002 Pp. 41 8 Gonzalo Sánchez. Guerra, Memoria e historia. Bogotá. La Carreta Editores, 2006.Pp. 49

cuales afirmar su memoria colectiva. Además esta desmemoria, oculta desde el punto de vista social las marcas de horror sobre las que se ha construido según Sandra Lorenzano la nación Argentina. Como lo explica Enzo Traverso “la memoria es una construcción, siempre filtrada por conocimientos adquiridos con posteridad, por la reflexión que sigue al suceso, por otras experiencias que se superponen a la originaria y modifican el recuerdo” 9Lo que con respecto a la dictadura Argentina, se evidencia cuando el Marino Adolfo Scillingo, confesó en medios televisivos en 1995 su participación en los “vuelos de la muerte” en los que muchos desaparecidos fueron lanzados vivos al mar, lo que causo gran conmoción ya que era la primera vez que se confesaba públicamente en un medio masivo de comunicación la realización de dichos vuelos y además en el hecho de que el jefe del Ejército: Balza en un programa periodístico, reconociera las violaciones a los derechos humanos cometidos por las Fuerzas Armadas Argentinas. Frente a estas declaraciones cabe preguntarse si son autocríticas sinceras, se fundamentan en un autoconvencimiento

real

de

sus

actos

de

barbarie,

o

simplemente

son

acomodamientos tácticos frente a situaciones nuevas y adversas como lo ha sido la transición hacia un régimen democrático para los militares. De todas formas hay que reconocer que las acciones lideradas por agentes sociales que luchan por los derechos humanos, han tenido algunos logros que no es justo desdeñar, por ejemplo uno ha sido la ampliación de la noción de exceso puesto que “los militares admitían la posibilidad de haber cometido excesos en el marco de la lucha-antisubversiva, pero en los años noventa se reconoció la clara ilegitimidad de dichos excesos”10. Por otro lado hay que tener en cuenta que para los militares ceder en torno a cómo la memoria e historia nacional argentina los valoraba en cuanto su accionar durante la dictadura, los haría aceptar propuestas de justicia y reparación o reformulación de la institución con las que no hubieran podido estar de acuerdo.

Pues gracias a la

mentalidad de los miembros de la institución militar (intransigente y privilegiada frente a la sociedad civil), no hubo grandes cambios en la historia, en cuanto la política de la memoria de los militares, sino repeticiones de sus fuertes y acaloradas afirmaciones que habían desarrollado durante las dictaduras. 9Enzo Traverso, El pasado instrucciones de uso. Historia, memoria y política. Madrid, Marcial Pons, 2007. Pp. 22 10 Eric Hershberg y Felipe Agüero. (Comps.) Memorias militares sobre la represión en el cono sur: visiones en disputa en dictadura y democracia. 6. “Vencedores vencidos: las respuestas militares frente a los informes “Nunca Más” en el cono sur”. Aldo Marchesi. Siglo XXI editores. Argentina Pp. 203

Bibliografía

Enzo Traverso, El pasado instrucciones de uso. Historia, memoria y política. Madrid, Marcial Pons, 2007. Gonzalo Sánchez. Guerra, Memoria e historia. Bogotá. La Carreta Editores, 2006.

Enzo Traverso. La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales. Barcelona, Herder, 2001. Michael Lowy. “Barbarie y modernidad en el siglo XX”, en www.revoltaglobal.cat Eric Hershberg y Felipe Agüero. (Comps.) Memorias militares sobre la represión en el cono sur: visiones en disputa en dictadura y democracia. Siglo XXI editores. Argentina Hugo Vezzetti. Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Siglo Veintiuno editores Argentina. 2002. Sandra Lorenzano. Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura. Biblioteca de Signos. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. México. 2001.

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