Parientes, criados y allegados de un señor de la Tierra de Campos: el testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, señor de Grajal de Campos (1435)

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Parientes, criados y allegados de un señor de la Tierra de Campos: el testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, señor de Grajal de Campos (1435) Víctor Muñoz Gómez Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas Universidad de La Laguna

Probablemente existen pocos documentos más ricos que los testamentos para estudiar las formas de sociabilidad que afectaban a la aristocracia en el Occidente del final de la Edad Media y, más en concreto, a la de este cuerpo social en la Corona de Castilla durante esta época. En este sentido, la casa era el marco preferente para el desarrollo de esas relaciones sobre las que se sostenía su poder. Hemos de entender por casa, dentro de los diversos sentidos con los que este término se usaba en la Baja Edad Media en los medios aristocráticos, el conjunto de personas ligadas al servicio de un señor y situadas en condición de dependencia respecto a éste. Un entorno humano vinculado en términos de dependencia, cohabitación, patronazgo, servicio y retribución a la autoridad de un señor y que, en esta época, podía reunir, dependiendo del rango y calidad social de tal señor a un número variable aunque siempre importante de parientes, dependientes y allegados. Éstos a menudo son referidos por las fuentes con términos como criados, vasallos, hombres de, acostados, etc., dependiendo de las relaciones de parentesco y clientela que compartieran con su señor. Los fondos del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque albergan no pocas piezas de extraordinario valor para el conocimiento de este personal integrado en las parentelas y casas de la aristocracia de la Castilla bajomedieval y que nos ayudan a comprender mejor el funcionamiento de estas estos entornos de relación. Buen ejemplo de ello son los propios testamentos e inventarios de la casa de don Beltrán de la Cueva sus descendientes. Sin embargo, en esta ocasión nos ocuparemos de una pieza documental de notable valor en tal sentido, que nos sitúa en las primeras décadas del siglo XV en el territorio de la Tierra de Campos. Se trata del testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, señor de Grajal de Campos, en la provincia de León, un personaje de notable relevancia en su época en el reino y, de hecho, fundador del linaje de los condes de Grajal, título que terminaría incorporándose con su patrimonio y archivos a los de la casa de los duques de Alburquerque. Fernán Gutiérrez de Vega, fue un personaje perteneciente a familia aristocrática de rango medio de la zona occidental de la Tierra de Campos. Su fama y fortuna está ligada a su condición como uno de los individuos de mayor confianza de la casa del infante Fernando “el de Antequera”, hermano del rey Enrique III y tío, tutor y regente de su sobrino, el rey Juan II, durante su minoría de edad. Fernán Gutiérrez sucedió a su padre Lope Fernández de Vega, a su muerte, como repostero mayor del infante Fernando y desde entonces su carrera al servicio de su señor muestra su notable influencia en torno a éste. Así, Fernán Gutiérrez fue uno de los principales agentes del infante en los negocios que lo llevaron hasta el trono de la Corona de Aragón entre 1410 y 1412, ejerciendo como emisario ante el parlamento de Cataluña y ante los compromisarios reunidos en Caspe para dirimir la sucesión del rey Martín el Humano. Como recompensa a su buen hacer en Castilla y en la Corona de Aragón, a comienzos de 1413 el ya rey Fernando I le hizo merced de la villa de Grajal de Campos, cabeza del señorío que consolidarían sus descendientes. Fernán Gutiérrez, en efecto, siguió a su señor a la Corona de Aragón, convirtiéndose en ujier de armas de la casa del rey y miembro de su Consejo Real. Ese mismo año fue nombrado nada menos que maestre portulano del reino de Sicilia, pasando en 1414 a la isla en el ejercicio de su oficio como uno de

los vicerrengentes para el gobierno de este reino junto con el doctor Martín de Torres, el maestre de Montesa, el perpiñanés Llorenç Redó y el cuellarano Fernán Velázquez de Cuéllar, canciller del rey y maestre secreto del reino de Sicilia. Allí permaneció hasta la muerte del rey, ejerciendo también como castellano de la estratégica fortaleza de la ciudad de Catania y sirviendo al infante Juan de Aragón desde 1415, cuando éste se trasladó a Sicilia para ejercer como regente de este reino y se intentó sellar, infructuosamente, su matrimonio con la reina de Nápoles. Tras estos años, en 1416, fallecido Fernando de Antequera, Fernán Gutiérrez de Vega regresó, como buen número de los castellanos que habían acompañado a aquél a la Corona de Aragón, a Castilla. Allí se ocupó de administrar y seguir ampliando su patrimonio señorial en la zona occidental de la Tierra de Campos, en torno a la villa de Grajal aunque residiendo habitualmente a caballo entre sus dominios, las villas de Mayorga y Villalón y la corte del infante Juan de Aragón. Precisamente, hasta 1430 siguió al servicio del infante Juan, rey de Navarra desde 1425 gracias a su matrimonio con la heredera de este reino, Blanca de Navarra. Hay que recordar que don Juan había sido principal heredero del rey Fernando I de Aragón en Castilla, como señor de Lara, duque de Peñafiel y conde de Mayorga, entre otros títulos, siendo Fernán Gutiérrez de Vega su canciller y alcaide del alcázar de Mayorga. Tras la derrota de los “infantes de Aragón” en la guerra que los enfrentó contra el rey Juan II y el partido liderado por el valido Álvaro de Luna, Fernán Gutiérrez de Vega y su esposa María Rodríguez de Escobar fueron capaces de mantener su posición, fieles al rey de Castilla, ampliando aún más sus bienes en el valle del río Valderaduey hasta la muerte de Fernán Gutiérrez en 1435. No corresponde aquí tratar sobre los bienes reunidos por la pareja desde los últimos años del siglo XIV – asunto, por otro lado, tratado por el profesor Alfonso Franco Silva en una meritoria monografía –sino que nos centraremos en analizar el testamento otorgado en 1435 para disponer de las últimas voluntades espirituales y materiales de Fernán Gutiérrez de Vega y, más específicamente, a partir de él, ese entorno de parientes, criados y personas afines ligadas a su casa. El documento, conservado en el fondo Grajal del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque (Cª. 196, leg. 4, nº. 3), consta de 5 pliegos en papel y fue otorgado por los testamentarios de Fernán Gutiérrez, previsiblemente ante el mal estado de salud de éste como para hacerse cargo de este último negocio jurídico. Su datación concreta ha de situarse en 1435, no más tarde del 21 de septiembre de 1435, pues en esa fecha se confeccionó un inventario post mortem de las joyas que habían pertenecido a su viuda, María Rodríguez de Escobar, mencionada como viva en el testamento y que, como puede verse, siguió poco después a su esposo a la tumba (Este inventario se conserva en el Archivo Municipal de Mayorga, Cª. 469, Carp. 8). Considerando ya, pues, a las personas citadas en ese testamento de Fernán Gutiérrez de Vega y que pueden vincularse a su entorno, encontramos recogidos un número no desdeñable de individuos. Por una parte, hasta 11 parientes consanguíneos. Por la otra, más de 21 criados pero también amigos, aliados y compañeros u otro vinculados. Ciertamente, no se trata de la totalidad de su casa pero no son escasos datos, teniendo en cuenta la naturaleza del documento, su extensión y la categoría social de Fernán Gutiérrez, un señor laico de un nivel intermedio para los parámetros de la época en que vivió. En efecto, aquí hallaremos significados a los personajes más directamente ligados con el señor, aquéllos de mayor confianza, con los que se reconocían los lazos más estrechos o mayor convivencia se había tenido. Eso afectaba a que fueran rememorados en estos momentos postreros, claves para la

representación del poder de los miembros de la aristocracia de la Baja Edad Media, para la perpetuación de su memoria y para la transmisión de su legado. Así, entre sus parientes encontramos nombrados tanto a vivos como a difuntos. Primeramente, entre estos últimos se nos habla de su padre Lope Fernández de Vega, de Marina Íñiguez, su madre, y de María Íñiguez, su hermana, y Juan de Vega, su hermano, a cuenta de su entierro en la capilla que mandaba realizar para sí y sus ancestros en el monasterio de San Pedro de la Espina. Por otro lado, entre los vivos se recoge 7 personas: su esposa María Rodríguez de Escobar, sus hijos Lope de Vega y Fernando de Vega y sus hijas, María, mujer de Rodrigo de Prado, Brianda, mujer de Nuño Cabeza de Vaca, y Leonor, aún soltera. Por fin, también se refiere a su tía Urraca Fernández. Un entorno parentelar relativamente estrecho, alejado de la perspectiva amplia que podríamos manejar del linaje y que nos aproxima más a una cierta idea de familia nuclear a la que se suman un número muy restringido de colaterales próximos, en la que aparecen la viuda, los vástagos del testador y unos pocos parientes de éstos. En cualquier caso, las referencias al entierro en un panteón familiar que va a fundarse de los padres y hermanos de Fernán Gutiérrez de Vega y las referencias a los mayorazgos con que se había dotado a Lope y Fernando de Vega sí nos muestra algunos indicios de interés sobre el afán de Fernán Gutiérrez de establecer las bases que fijasen el fundamento del linaje que en torno a él y el señorío de Grajal pretendía establecer. Por lo que toca a los criados y otras personas afines, nos encontramos con el siguiente listado, 21 personas aparecen reflejadas por sus nombres, más otras tantas más que son recogidas de forma genérica. Los motivos para ello son diversos pero pueden sintetizarse en el ejercicio como testamentarios del difunto, su condición como beneficiarios de mandas señaladas por su señor o la de acreedores suyos a los cuales se ordenaba satisfacer las deudas pendientes. Se trata de: Alfonso de Urueña, abad de San Pedro de la Espina, testamentario.

Nuño de Mata.

Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino de Mayorga, su criado, testamentario.

Abraham Abogado, judío, vecino mayordomo de Fernán Gutiérrez.

Alfonso Iuan, vecino de Robladilla.

Juan de Nuceda, escudero que fue de Fernán Gutiérrez.

de

Grajal,

Fernán González de Villapadierna, su criado, testamentario.

Pedro Triguero, su criado.

Rodrigo de Vega, escudero suyo.

Juan Vaquero el mozo.

Rodrigo de Vega, escudero suyo.

María Juan de Valverde.

Juan de San Pedro, su criado.

Álvar Rodríguez de Escobar.

Perico de Escobar, su criado y paje.

Pedro de Caduérniga.

Pedro de Campuzano

El abad de Sandoval.

Lope Ardín

Alfonso Martínez y Fernán Pérez, tenderos, vecinos de Villalón.

Juan de Sahagún, su criado.

De forma mucho más genéricas, este elenco se amplía gracias a otras noticias recogidas en el testamento. Por una parte, la existencia de otras más deudas que pudiera haber y que afectarían por tanto a otras personas no mencionadas, de las cuales sí se reconocen al menos una de 3.300 maravedís con varios individuos no individualizados. Por otra parte, los … escuderos de tierra, con escuderos de quitaçiones, con omes de pie, acemileros, collaços, rapaçes e esclaruos… que estaban o vivían con el señor en el momento de su finamiento, normalmente para que se cumpla con el pago de lo que se les debiera hasta la fecha o bien para que los testamentarios y el principal heredero del señor tomaran cargo de estos hombres dependientes. Así pues, nos encontramos con un entorno social de relación en el que hallamos hasta 28 individuos vivos, entre parientes y otros personajes dependientes o con los que se había establecido tratos duraderos en el tiempo, si bien es evidente que esa red de relaciones de Fernán Gutiérrez de Vega circunscrita a su casa era mucho más extensa, tanto por lo que tocaba a sus yernos – aliados por matrimonio de sus hijos –, criados no específicamente nombrados y las distintas personas que a todos ellos se podían ligar. Entrando a valorar la importancia de todas estas relaciones recogidas en el testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, destaca la presencia de la viuda. Lo hace, especialmente, ligada al reconocimiento de sus derechos sobre sus propios bienes aportados al matrimonio y sobre los gananciales adquiridos por la pareja durante su vida en común. Una muestra, si se quiere indirecta, de ello puede localizarse en el inventario de las joyas que pertenecieron a María Rodríguez de Escobar, viuda de Fernán Gutiérrez de Vega, realizado tras su muerte en 1435, poco después de la de su esposa, y que recoge toda una serie de alhajas y otras piezas en metales preciosos. En el testamento de su marido se recogen de forma detallada los ajuares de cámara y de mesa, ropas de cama, mantelerías, mobiliario doméstico y revestimientos para las cámaras, equipamientos de cocina y también las piezas de vajilla de plata, de uso común por la familia señorial pero que son comprendidos claramente como un patrimonio a gestionar por el señor. También aparecen, por otro lado, los bienes particulares de Fernán Gutiérrez de Vega, entendidos como tales sus monturas – caballos y mulas – bestias de carga y las armas ofensivas y defensivas de la armería señorial – no todas usadas por él mismo, como veremos –, además de algunas joyas como collares, cuentas de oro, piedras preciosas o perlas. Efectivamente, lo que no aparece en el testamento en ningún caso son los bienes privativos de la esposa del señor y que ella gestionaba particularmente, entre los cuales han de considerarse justamente también sus vestidos o sus joyas. Entre los criados destacan escuderos, pajes, mozos y servidores o incluso vasallos y oficiales señoriales como Abraham Abogado, judío, vecino de Grajal, mayordomo de Fernán Gutiérrez de Vega. A ellos se les reconoce el pago de retribuciones adeudadas pero también la entrega de determinados bienes del testador en recompensa por la continuidad del servicio a él prestado y de cara a su establecimiento futuro tras la muerte de su señor. Incluso, la influencia de algunos de esos criados y vasallos dentro de la estructura de ejercicio del poder señorial, en paralelo a la de los parientes consanguíneos, queda remarcado con el nombramiento de los testamentarios. En este caso, fueron designados Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino de Mayorga, y Fernán González de Villapadierna, criados de Fernán Gutiérrez de Vega, junto con don Alfonso de Urueña, abad del monasterio de San Pedro de la Espina. A ellos se otorgó carta de poder de su señor para poder disponer su testamento, dejándose en este caso de lado a cualquier pariente, incluida su mujer o sus dos hijos mayores, Lope de Vega y Fernando de Vega, para los cuales se habían formado sendos mayorazgos.

INVENTARIO DE LAS JOYAS DE MARÍA RODRÍGUEZ DE ESCOBAR (1435-IX-21, MAYORGA) - 1 caja pintada en que yacían 19 tocas y 1 franja y 6 piezas de guarnición de adaraga doradas y un sello de plata de las armas de mosén Fernando con otras cosas menudas. - 1 caja de cuchillos - Otra caja negra con 8 peines. - Otra caja con 4 madejuelas de filo de oro y 2 dedales y 1 tornillo y un ganchete y una bolsa. - 4 copas con sus sobrecopas doradas y esmaltadas. - 5 copas de pies llanas. - 1 aguamanil dorado y esmaltado y un jarro blanco y un plato de plata grande y una taza pequeña; abollones en el fondón. - 22 cucharas de planta en una caja. - En una arca con un pedazo de leche de Santa María - Una cinta de caderas y un petral de 48 esslauones y 12 cencerros de plata dorados y un peso con su mazo. - 1 frutero bosslado - 1 çinta negra de cuero con se ferilla de oro e con 58 chatones de oro sin cabo. - Otra cinta de un texillo negro guarnida de plata dorada. - Una bolsa negra de seda con 3 doblas de la Banda y 1 nobre de Ingraterra y 1 real - 1 hilo de corales gruesos en que hay 130 piezas. - 1 tajuela en que yace un firmalle (joya en forma de broche) de oro que hay dos balajes y un diamante pequeño y dos perlas y una vánora de nácar guarnida de oro con siete perlas. - 1 arquilla de hueso donde yacen (9) "sortijas", 1 cornalina, 1 turquesa, 1 esmeralda

- 1 arquilla de hueso donde yacen (9) "sortijas", 1 cornalina, 1 turquesa, 1 esmeralda y 2 çafyles y 2 diamantes y 1 verga de oro y otras de plata. - 1 cruz pequeña negra guarnida de oro y 1 de oro. - 3 pedazos de cornalinas. - 1 filo de patresnostres de oro en que hay 25 patresnostres gruesos y 26 menores. - 1 guirnalda de plata dorada en que hay 16 rosas guarnidas de perlas y de piedras salvo la una que falleçe una piedra. - 1 haua de cristal guarnida de oro. - 1 pedazo de coral guarnido en plata. - 1 filo de paternostres de coral y de oro en que hay 57 corales y 75 paternostres de oro. - 1 almohanaca de aljófar toda cumplida. - 1 aluanega (un tipo de cofia) de oro y de aljofar toda cumplida. - 1 alfaite de aljófar con 6 alcorçíes y 6 rosquelas. - Otro alfaite de aljófar en que hay 9 alcorcíes - 1 red de aljófar y otro aljófar menudo que pesa todo con el paño en que está envuelto 1 marco y tres onzas poco más o menos. - Otro hilo de corales en que hay 172 corales y 23 sartas de plata doradas. - Unos paternostres negros en que hay 92 cuentas de oro. - 15 firmalles guarnidos de piedras de vidrio y de perlas según por ellas parecía. - 1 cinta de texillo negro guarnida de plata dorada con cabo y fonilla. - 1 canotillos de plata dorados en un paño ¿dorado? - 2 mangos de ¿caniuedes? de cornalinas. - 2 ¿biochaditras? de plata doradas en que hay 67 botones menudillos

Dentro de estas recompensas, cabe decir que su naturaleza era sumamente variada, tocando a patrimonios y derechos señoriales y cantidades de dinero en metálico de una cierta cuantía pero que, en la mayoría de los casos, era modesta. Hablamos de cantidades de dinero líquido entre los 5.000 y unos pocos cientos de maravedís, de cabalgaduras, armas y piezas de arnés defensivo o incluso, más raramente, alguna prenda de vestir que pertenecía a la cámara de su señor. Respecto al armamento citado, cabe señalar, además, que en muchos casos estos criados ya estaban utilizándolo en vida de su señor pese a que esos objetos perteneciesen a éste, como se detalla con la entrega de caballos, cotas, bacinetes, brazales, manoplas y fojas a algunos de estos hombres.

EJEMPLOS DE MANDAS A CRIADOS Y OTROS AFINES DE FERNÁN GUTIÉRREZ DE VEGA o

Rodrigo de Vega, escudero suyo, el potro o rucio en que andaba y las armas que tenía de su señor afuera de la cota.

Juan de Nuceda, escudero que fue de Fernán Gutiérrez, 300 mrs. por cargo del tiempo en que venía él.

o

Perico de Escobar, su criado y paje, el potro morcillo que compró en Medina de Rioseco, o armas para su cuerpo las que hubiere menester, una cota y 1.000 mrs. para vestir

Deudas con un Juan Vaquero el mozo, por las yeguas que su padre dejó y le tomó Fernán Gutiérrez.

o

o

Juan de Sahagún, su criado, 1.000 mrs. y que devuelva la cota que de él tiene. Se hagan cuentas con los escuderos de tierra, con escuderos de quitaciones, con hombres de pie, acemileros, collazos, rapaces y esclaruos que tenía Fernán Gutiérrez a su finamiento para cumplir lo que se les debía.

o

Se destinen para casar 7 mozas de sus lugares de Torre, Castrillo, Villalinvierno, Valverde y Robladilla, 600 mrs., a cada y 5 varas de paño a 30 mrs. la vara, que sean honestas, virginales y de nombre María – si no las hubiera, de otro nombre –, en devoción a la Virgen.

Por fin, merecen la pena reconocer que, para el cumplimiento del testamento, también se requiere a los testamentarios que cobren deudas que otras personas y colectivos tenían contraídas con Fernán Gutiérrez de Vega. Por esta vía también es posible reconocer algunos otros lazos de relación con otros allegados a su casa. Así, algunas de ellas podían resultar más moderadas, como las de Pedro de Cabuérniga, de 4.000 maravedís, o la del abad de Sandoval, de 5.000 maravedís. Sin embargo, en otros casos eran mucho más severas. Otro señor de la misma comarca terracampina y relevancia pareja a Fernán Gutiérrez de Vega, con el cual, además, se hallaba emparentado, Álvar Rodríguez de Escobar, le debía 300 florines de Aragón y 120 doblas baladís mientras que Alfonso Martínez y Fernán Pérez, tenderos, vecinos de Villalón, adeudaban al señor de Grajal hasta 100.000 maravedíes. Estos ejemplos nos muestran la propia riqueza en capital líquido que un señor de la influencia que podía ejercer Fernán Gutiérrez de Vega, un señor que había prosperado a la sombra de los principales parientes del rey de Castilla de su tiempo, Fernando de Antequera y luego el infante Juan de Aragón. Estos últimos ejemplos nos permiten recapitular sobre cómo también la riqueza – igual que el resto de derechos y bienes señoriales – que se traducían para los miembros de la aristocracia bajomedieval en Castilla en capacidad para atraer y movilizar en su entorno de relaciones al mayor número posible de parientes, criados y allegados posibles. El testamento de Fernán Gutiérrez de Vega es viva muestra de ello, de cómo se levaban a la práctica estos tratos sociales y de cómo sirvieron para consolidar el poder señorial de los señores de Grajal en el área circundante a su señorío en la Tierra de Campos occidental a principios del siglo XV.

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA

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Víctor Muñoz Gómez es Doctor en Historia Medieval por la Universidad de Valladolid. Actualmente es investigador miembro del Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de La Laguna y profesor del Lycée Français “Jules Verne” de Santa Cruz de Tenerife.

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