“Ortografía y DRAE. Algunos hitos en la fijación léxica y ortográfica de las palabras”, en Español Actual, 88, 2007, págs.: 11-42.

August 1, 2017 | Autor: S. Alcoba Rueda | Categoría: Lexicology, Lexicography, Ortografia, Fonetica Y Fonologia Del Espanol
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ORTOGRAFÍA Y DRAE. ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS SANTIAGO ALCOBA

Universidad Autónoma de Barcelona

RESUMEN Este trabajo es un examen del proceso de fijación ortográfica de las palabras en los DRAE. Explora el recorrido que va desde la consideración de ch y ll como variantes respectivas de c y l en Autoridades (1726-1739), justificadas con encabezamiento por su función distinta y genuina ya en DRAE (18034), hasta que, en DRAE (200122), ch y ll se definen como “letras del alfabeto español”, pero ordenadas lexicográficamente según el “orden latino internacional”. En medio veremos consolidarse ñ, hoy enseña ortográfica de la lengua, sancionada en DRAE (18034), que completa la labor de fijación ortográfica, hasta DRAE (18175), que aplica la sustitución definitiva de x por g/j para transcribir el sonido “velar fricativo sordo”, y sistematiza algunas decisiones de la Ortografía (18158). Aún se destacan las decisiones de DRAE (18378), donde se insiste en mantener las distinciones j/g, x/s y x/cs, rechazando con energía la sustitución de x por s y de x por cs. En DRAE (186911) se da por definitivo el sistema ortográfico y en DRAE (188412) se seleccionan determinadas variantes léxicas u ortográficas: b/v, j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø, de manera que podemos concluir que las formas léxicas quedan estables hasta hoy, sin alteraciones sustanciales en los dicionarios académicos: se ha cerrado la definitiva fijación léxica y ortográfica de las palabras. Hasta DRAE (200122), donde se procede a la nueva ordenación, según el “orden latino universal”, de ch y ll, aunque manteniendo su carácter de “letras distintas del alfabeto español”. PALABRAS CLAVE: Ortografía, Diccionario, Fijación ortográfica, Léxico, Letra, Alfabeto, Pronunciación, Etimología.

ABSTRACT This paper examines the process of the ortographical fixing of words in the

DRAE. It examines the path that starts with the consideration of ch and ll as

respective variations of c and l in Autoridades (1726-1739), justified by heading due to its own and different function already in DRAE (18034), until in DRAE (200122), where ch and ll are defined as “letters of the Spanish alphabet”, but are lexicographically placed according to the “international latin order”. Español Actual, 88/2007.

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In between we shall see the consolidation of ñ (today the ortographical insignia of the language), fixed in DRAE (18034), which completes the work of ortographical steadiness, until DRAE (18175), which applies the definitive substitution of x by g/j to transcribe the sound “velar fricative voiceless” and systematizes some decisions of the Ortografía (18158). Also highlighted are the decisions of DRAE (18378), which insists in manteining the differences j/g, x/s y x/cs, strongly rejecting the substitution of x by s and that of x by cs. In DRAE (186911) the ortographical system is considered as definitive and in DRAE (188412) some given lexical or ortographical variations (b/v, j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø) are selected; therefore, we may conclude that the lexical forms remain steady until today, without substantial changes in the academic dictionaries: the definitive lexical and ortographical fixation of words has been completed. Until DRAE (200122), where the new order is used, according to the “international latin order”, of ch and ll, altough keeping their character of “different letters of the Spanish alphabet”. KEY-WORDS: Ortography, Dictionary, Ortographical steadiness of words, Lexicon, Vocabulary, Letter, Alphabet, Pronunciation, Etymology.

Dada la configuración y la disposición de los textos del diccionario, es una obviedad recordar la dependencia del diccionario respecto de la ortografía. Como es un texto constituido por agregación de partes, a modo de un mosaico, si no se dispone previamente de una ortografía, de un “libro de estilo”, se corren grandes peligros de incoherencia expresiva. Y dadas las funciones y uso del diccionario, es evidente su papel trascendental en la fijación ortográfica de las palabras de la lengua y, por tanto, la dependencia de la ortografía respecto del diccionario1, y recíprocamente Es difícil decidir el procedimiento de observación de las manifestaciones de esta mutua dependencia: no es fácil elegir el enfoque y la perpectiva para mejor poner de manifiesto los sucesivos momentos y decisiones del diccionario, que han determinado algunas condiciones ortográficas de la lengua y, recíprocamente, las sucesivas alteraciones en el mapa o disposición del diccionario como consecuencia de diferentes decisiones de la Ortografía respecto al alfabeto de la lengua y la grafía sistemática de sus palabras. 1. INTRODUCCIÓN Con motivo de un par de trabajos, sobre neología y la sanción lexicográfica del neologismo, sobre la autorización del neologismo y la 1 Algunas labores fundamentales de la investigación necesaria para la realización de este trabajo han sido financiadas con una ayuda de la DGICYT para el proyecto de investigación de referencia: HUM2004-01252/FILO.

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evaluación del uso en compilaciones de textos y corpora (Alcoba, 2006b y 2006c), tuve ocasión de hacer una compilación, con el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (en adelante NTLLE) de los prólogos de los DRAE, desde Autoridades (1723) a DRAE (2001) para identificar los criterios sucesivos de incorporación de neologismos en doscientos setenta y ocho años y veintidós ediciones de los diccionarios académicos. En esos prólogos se podía rastrear la historia de los criterios, argumentos e intervenciones de los lexicógrafos académicos en la sanción, fijación y generalización de las reformas ortográficas promovidas previamente en las ortografías, desde el “Discurso proemial de la Orthographia”, de 1723, y la primera Ortografía de 1741. Así surgió el interés por el asunto de este artículo: la función sancionadora y de generalización de la ortografía y sus sucesivas reformas por parte de los DRAE2. En concreto voy a hacer un breve y rápido repaso histórico de las decisiones, adoptadas por los diccionarios en sucesivos momentos y ediciones más relevantes sobre el alfabeto y la ortografía de las palabras, tal como se declara en la literalidad de sus prólogos, en las advertencias y preámbulos introductorios al cuerpo de cada edición3. Voy a poner de manifiesto cómo en cuarenta años y cinco ediciones del Diccionario, de DRAE (18034) a DRAE (18439), se fija el sistema ortográfico de las palabras españolas en los diccionarios académicos4. Para ello voy a dar la palabra a las fuentes, a los prólogos de los diccionarios cardinales. Algunas citas pueden parecer largas, pero considero que hoy, con la existencia de una herramienta de consulta como el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE), sería inexcusable no facilitar la literalidad de las fuentes, evidentemente mucho más concluyentes que la mejor paráfrasis, y más en un trabajo como este, que trata de desvelar el proceso lexicográfico de ocaso y adveni2 En esos prólogos también se encuentran los argumentos de los lexicógrafos a favor y en contra de las sucesivas reformas ortográficas aplicadas en la edición correspondiente. Fruto de estas observaciones son mis trabajos: Alcoba (2006c) y Alcoba (2007b), sobre los argumentos y el debate sobre la reforma ortográfica del español. 3 Todas las referencias a los diccionarios académicos, que identificaré como DRAE (ya se titulen “de la lengua castellana” o bien “de la lengua española”) y la fecha de edición, indicando en superíndice la edición de que se trate en cada caso, las hago por el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, que citaré por su sigla NTLLE, accesible en a donde remito al lector interesado en más precisiones. Así, disculpo la reiterada referencia a las distintas ediciones de los diccionarios académicos, cuyos prólogos se han manejado para este trabajo: desde Autoridades (1726-1739) a DRAE (200122), y sólo citaré NTLLE, compilación de todos los diccionarios académicos, en la lista de referencias bibliográficas. 4 Si en Alcoba (2006a), (2006b) y en (2007a) estudiaba los procesos de sustitución e implantación de elementos neológicos en la lengua, aquí estudio la selección y asentamiento de variantes léxicas y ortográficas tal como se manifiesta en las publicaciones de los DRAE.

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miento o cristalización de algunas letras de nuestro alfabeto, de algunas variantes léxicas, por exclusión de otras variantes y por fijación ortográfica de las palabras en los diccionarios académicos desde su primera publicación hasta que se puede considerar cerrado y concluido el proceso. Desde una buena ordenación de las fuentes, la argumentación se va a fundar en la disposición de las palabras convenientemente datadas cuando convenga y aducidas con largueza. Se podría decir que este es un artículo hecho a dos voces: la voz de las fuentes lexicográficas, que hablan por sus prólogos y advertencias, debidamente diferenciadas en el texto y en las notas, y mi voz, en una labor de ordenación, disposición, y puesta de relieve de los jalones más relevantes de los diccionarios académicos, en ese proceso de “fijación ortográfica de las palabras”, hasta el momento en que el Diccionario, probablemente DRAE (188412), se ha convertido en la sanción ortográfica de referencia definitiva. Veamos primero en el Discurso proemial de la Orthographía de Autoridades (1726-1739) algunos principios y condiciones generales y la definición de algunas letras. Es la fuente ineludible de partida para señalar, por un lado, cómo se plasman esos conceptos en el primer Diccionario; y, por otro lado, para poder apreciar las vicisitudes del nacimiento y ocaso lexicográfico de algunas letras en particular. Luego veremos, entre otras, las intervenciones en la ortografía de tres ediciones capitales: la de DRAE (18034), que, a grandes rasgos estabiliza el sistema; la de DRAE (18226), que elimina un sinnúmero de dobletes por alteraciones ortográficas de pronunciación “rústica, provincial y de mal gusto”; y la de DRAE (18378), que, al tiempo que fija el uso de la letra X con contundencia, pretende simplificar la oposición J/G con un efecto no buscado que requiere la precisión y la insistencia firme en la distinción ortográfica en DRAE (18439) de ambas letras cuando son homófonas5. En su sitio, por motivos obvios, antes de DRAE (18034), voy a recordar algunas ideas de Ortografía (17755), que tengo a mano, y que debieron tener presente en DRAE (18034). También recordaré algunas reglas de Ortografía (18269) que reitera ideas, ya superadas en DRAE (18175), sobre el uso de X “velar fricativa sorda” en final de palabra y de Y en diptongos decrecientes. Del ámbito de observaciones de este trabajo, por motivos diferentes, se excluyen dos aspectos que conviene precisar desde un principio. No me voy a referir para nada al acento o sistema de acentuación orto5 Las menciones de las letras en el texto del artículo, en general, las haré con su forma de mayúsculas. En los textos de las citas se hará respetando el formato de la fuente: mayúscula, minúscula, cursiva, redonda, etc., según se encuentre. 6 Sirva también como disculpa de la exclusión del estudio del proceso de fijación del acento ortográfico el hecho de que en las ortografías académicas y tradicionales los capítulos

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gráfica de las palabras españolas6. El estudio del proceso que va desde el caos de la acentuación ortográfica en las publicaciones del siglo XVIII hasta la extremada regularidad y simplicidad con que, mediante unas pocas reglas ortográficas, se marca el acento (por presencia o por ausencia de tilde) de todas las palabras españolas merece un trabajo particular, que queda pendiente para otra ocasión. Tampoco voy a hacer aquí un estudio de la teoría ortográfica, ni de las vicisitudes de la ortografía del español, ni de las controversias entre académicos y publicistas al respecto: Gómez Hermosilla (1831), Noboa (1839), Salvà (1830), Bello (1835), Rodríguez y Martín (1835), etc. Desde ahora mismo, remitimos al magnífico trabajo al respecto de Esteve (1982), que podemos considerar enciclopédico de la materia, y que nos parece esencial para continuar o iniciar cualquier pista sobre el tema, desde el estudio de un aspecto particular como quiere ser el de este trabajo. 2. LA ORTOGRAFÍA DEL DICCIONARIO DE “AUTORIDADES” Podemos considerar el diccionario conocido como de Autoridades (1726-1739) como el primer diccionario académico, tal como se hace en el NTNLE, aunque estrictamente no es esta obra la que se conoce como primera edición del Diccionario Usual, DRAE (17801)7. Pero el Diccionario de Autoridades no es sólo el primer diccionario académico, es también la primera publicación de la Academia, anterior a la Ortografía (1742) y a la Gramática (1771). Estas tres obras son en conjunto las piezas de referencia para la fijación y normalización de la lengua, el trípode en el que se asienta una definición y explicación suficiente de la lengua en un momento de su historia. Pero el diccionario requiere una ortografía hasta tal punto que en esa edición de 1726, después del Prólogo, y de otros textos, Autoridades incluye un “Discurso proemial de dedicados al acento se incluyen en la parte dedicada a “la puntuación”, distinta de la parte que estudia el “oficio y uso de las letras”. 7 Citaré como DRAE todas las ediciones del Diccionario Usual, aunque estrictamente sólo se titulan de la Lengua Española desde DRAE (192515), tal como se declara en su prólogo, que no resisto recordar aquí en su literalidad: “Como consecuencia de esta mayor atención consagrada a las múltiples regiones lingüísticas, aragonesa, leonesa e hispanoamericana, que integran nuestra lengua literaria y culta, el nuevo Diccionario adopta el nombre de ‘lengua española’ en vez del de ‘castellana’ que antes estampó en sus portadas. La Academia, ya desde el prólogo de su primer Diccionario empleó indistintamente las dos denominaciones de lengua castellana y española, en lo cual no hacia más que atenerse al antiguo uso de nuestros autores clásicos, que también daban ambos calificativos a la lengua literaria principal de la Península. Al preferir ahora uno de los nombres, que responde mejor a la nueva orientación seguida, la Academia no desecha en modo alguno el otro, ni excluye de igual denominación a ninguna de las otras lenguas que se hablan en España, las cuales son ciertamente ‘españolas’, aunque no sean ‘el español’ por antonomasia”.

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la orthographia de la lengua castellana” (págs. LXI-LXXXIV), que puede considerarse como la primera versión de la Ortografía de la Lengua Castellana (1742). En esta Orthographia se distingue entre las condiciones que se refieren a la frase, “a la recta y legítima puntuación con que se deben señalar, dividir y especificar las Cláusulas y Partes de la Oración, para que lo escrito manifieste y dé a conocer clara y distintamente lo que se propóne y discurre”, (pág. LXI); y la ortografía que se refiere a las palabras, “a la observáncia de las reglas y preceptos que se deben guardar para escribir pura y correctamente las Voces, conformandolas, en quanto sea dable, al modo con que generalmente se pronúncian, y atendiendo al mismo tiempo a los orígenes de donde vienen, para no desfigurarlas”8 (pág. LXI). Esta segunda ortografía es la que nos interesa aquí, en lo que se refiere al uso de las letras (a la fijación del léxico) y en lo que ese uso afecta a la disposición de los elementos del diccionario. También en esta primera versión de la Orthographia ya se plantean los dos principios de decisión y de regularización: el etimológico o del origen de las palabras, y el fonético o de pronunciación. El primero se basa en que “Los antiguos (y en especial Antonio de Nebrixa, a quien han seguido los mas) arreglaron la Orthographía casi al méthodo de la Léngua Latina, dando por regla generál, que las voces derivadas de ella (que son las mas, como queda manifestado en el Discurso del orígen de la Léngua Castellana) se escriban conforme a sus orígenes, y las que son próprias, como se pronúncian” (pág. LXVI). Pero “los Autóres no tan solamente están entre sí discordes, sino que en sus mismas obras se hallan escritos con variedád unos mismos vocablos” (pág. LVII). Existe una gran variedad de usos9. La solución alternativa parece evidente: “Para vencer todas estas y otras diferéncias y encuentros de opiniones han sido algunos de dictámen, que la única y segura regla para reducir con perfección al papél la Léngua Castellana, es escribir lo que en ella se habla, y en la realidád se pronúncia: respecto de que esto solo es lo que legitimamente la constituye, y hace diversa de las demás. Esta opinión (vulgarmente reputada por tan clara, que paréce no se puede dudar de su firméza) pudiera tener algun fundamento si 8 Las citas del “Discurso proemial de la orthographia de la lengua castellana”, las haremos como Orthographia, y en ellas se mantienen las formas gráficas y de acento así como de formato del texto original digitalizado por el potente OCR del amigo que me lo facilitó. Las citas de otras fuentes no mantienen la ortografía acentual. 9 En Orthographia (pág. LXVII): “Esta irregularidád y defecto es tan indecoroso y ofensivo de la nobleza y lustre de la Léngua, que siendo en sí purissima, elegante y clara, la hace obscúra, intrincada y dificultosa: y al passo que dá motivo para que se dude en muchas palabras el modo con que se deben escribir, ocasiona en los extraños el embarazo de que dificulten o no alcancen lo que se quiere dár a entender, por hallarldas diversamente escritas”.

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concurrieran en el uso y practica de la Léngua Castellana las circunstáncias que son necessárias para que se manifieste, que lo que se escribe y debe escribir es conforme a lo que se pronúncia” (pág. LVII). Pero esta que podría parecer “la única y segura regla para reducir con perfección al papél la Léngua Castellana” presenta las dificultades que ya advirtieron con precisión los autores del diccionario de Autoridades en dos observaciones que valen hasta hoy: primero, las variedades de pronunciación dialectal entre castellanos, andaluces, asturianos y gallegos10. Y más en contra del principio de acordar la ortografía a la pronunciación, las variedades (sociales, culturales, etc.) de pronunciación entre los hablantes de un mismo dialecto castellano11. Y segundo, las variedades ortográficas tradicionales o de uso de determinadas pronunciaciones, según las cuales se representa una misma pronunciación con distintas ortografías impuestas por la tradición y el uso12. 10 En Orthographia (pág. LXVII): “No hai uniformidád en la pronunciación, respecto de la diversidád que se experimenta en el modo de hablar y proferir muchas voces entre los naturales de algunas Províncias, donde es común la Léngua: pues los Castellanos jamás usan de la letra H, y aunque precisamente la pidan diferentes palabras, en su boca no se oye el mas leve indicio de aspiración: lo que no sucede en Andalucía, y en casi toda la Extremadúra, donde se hábla con tan fuerte aspiración, que es dificultoso discernir si pronúncian la H, ò la J. Nadie ignora la diversa pronunciación de los Asturiános y Gallégos, y lo familiar que es entre los Andaluces el trueque de la S por C, de que nace el cecéo con que naturalmente hablan: y siendo esto tan contrário a la común pronunciación, palpablemente se reconoce que no hai uniformidád en el uso de la Léngua”. Este mismo argumento, más explícito, de la fragmentación de la lengua, se reitera ciento cincuenta años más tarde, en Suárez (1885), tal como se verá más adelante. 11 En Orthographia (pág. LXVIII): “Aun entre los mas preciados de verdaderos y legítimos Castellanos tampoco hai igualdád en el modo de pronunciar, porque lo que unos profieren con toda expressión, diciendo Acepto, Lección, Lectór, Doctrina, Propriedád, Satisfacción, Doctór: otros pronúncian con blandúra, y dicen Aceto, Leción, Letór, Dotrina, Propiedád, Satísfación, Dotór: unos especifican con toda claridád la letra X en los vocablos que la tienen por su orígen, y dicen Expressión, Excesso, Explicación, Exacto, Excelencia, Extravagáncia, Extrémo, y otros en unas palabras la mudan en c, y en otras en s, diciendo Eccesso, Eccellencia, Espressión, Esplicación, Essacto, Estravagancia, Estrémo: unos expressan las consonantes duplicadas en várias voces, diciendo Accento, Accidente, Annata, Innocencia, Commoción, Commutación, y por el contrário otros no las usan, y dicen Acento, Acidente, Anata, Inocencia, Comoción, Comutación, de suerte que es innegable la variación, y diversidád en la pronunciación”. 12 En Orthographia (pág. LXVIII): “Aun dado el caso de que todos hablen y pronuncien de un mismo modo, y sin la menor diferéncia, no es dable que en muchissimas palabras se pronuncien tan distinta y separadamente las mismas letras de que se compónen, que se conozca por sola la pronunciación quales son, y de que modo se deben escribir. Que esto sea cierto lo demuestra y convence la misma experiéncia: porque hasta ahóra ninguno, por mas vivo que tenga el oído, ha podido distinguir por la mera pronunciación de estas voces Cuenta, Qüestion, Cueva, Eloqüencia, Freqüencia, Pescuezo, Quanto, Qual, Cuajo, etc. quales son con C, y quales con Q: en estas Agente, Consejero, Aloxa, Ximiu, Xabón, Enxambre, Paja, Page, quales son con G, y quales con J, y quales con X: en estas Cidra, Cyprés, Ministerio, Mysterio,

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Estas son consideraciones generales13. Luego se despliega el cuerpo de la Orthographia, para el primer diccionario académico, en perfecta disposición lógica: primero un epígrafe donde se enuncian las causas de la variedad y confusión ortográfica y los presupuestos axiomáticos donde se funda la regularización14. Le siguen tres epígrafes sucesivos que tratan de responder a las causas de vacilación ortográfica enunciadas en el § III mediante propuestas de uso sistemático15. Aquí voy a recordar el último presupuesto de regularización, el que se refiere al Alfabeto: “El Alphabéto Castellano se compóne de veinte y seis letras, de las quales las veinte y tres son comúnes a otras Lénguas, y las tres restantes son peculiares de la nuestra. De las comúnes las cinco son vocáles, que son A, E, I, O, U, a que se añade la Y para las voces Griegas. Las demás son consonantes, regularmente divididas en mudas y semivocáles, ò como otros dicen en naturales y confusas. Las mudas ò naturáles son B, C, D, G, K, P, Q, T, Z, y las semivocáles o confusas son F, H, L, M, N, R, S, X, porque están acompañadas antes y despues de vocáles en el modo de su pronunciación. Las letras peculiares Castellanas son ç, j, ñ, assi formadas y admitidas por la especiál pronunciación que tienen en nuestra habla: de suerte, que computadas todas hacen el número que vá referido. De la manéra con que cada letra de las Latinas y Castellanas se pronúncia, y los usos que tiene y ha tenido, se trata en el principio de cada una segun su orden Alphabético en el cuerpo del

Symbolo, Cithara, quales son con I Latina, y quales con Y Griega: en estas Agüero, Huevo, Huero, Degüello, Huella, Pingüe, Regüeldo, Hueco, quales son con G, y quales con H, y assi de otras letras que se profieren con tal igualdád, que las unas no discrepan un ápice de las otras: de que se infiere con evidéncia, que aunque haya quanta uniformidád se pueda imaginar en la pronunciación, de ninguna manéra puede servir de regla generál, para que por ella se forme y establezca la Orthographía”. 13 § II. Dificultad de fijar la Orthographía, y falsedád de várias reglas generales que han pretendido establecer algunos Autóres. 14 § III. Causa de la variedád y confusión en la Orthographía, y algunos presupuestos en que se explican y assientan várias reglas para mayor claridád de las generales, que se darán despues. En resumen, son causas de la variedad y confusión de la Orthographia: 1) el uso incierto de la letras de igual pronunciación (B y V, C y Z, etc.); 2) el uso de consonantes dobles en voces compuestas (Accessión, Immemorial, Annotar, Assentar, Dissimular, Arregla); y 3) el uso de consonantes diversas que concurren en varios vocablos (Assumpto, Sanctidád, Demonstracion, Disciplina, Redempción, Extrañeza, Excusación). Y son presupuestos axiomáticos en que se asientan algunas reglas: 1) la lengua castellana usa los caracteres latinos; 2) se han de usar algunas letras griegas (Y, K, CH, PH, TH) para voces griegas; 3) las dicciones que vienen del latín han mudado y alterado pronunciación y escritura; 4) dada la variedad de pronunciación, mejor recurrir a los orígenes y etimología; 5) la ortografía ha de ser ajustada a los usos propios o irregulares de los Autores más clásicos y juiciosos; y 6) la lista del alfabeto castellano, que se compone de veinteséis letras: veintitrés comunes a otras lenguas y tres específicas. 15 Estos tres epígrafes se refieren respectivamente a los siguientes asuntos: § IV. De las letras unísonas, ò que se equivocan en la pronunciación. § V. Del uso de la duplicación de las letras y § VI. De la concurréncia de diversas consonantes.

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Diccionario, donde lo pueden vér los curiosos. De las Griegas no se hace particular expressión, por no ser comúnes a la Léngua” (Discurso proemial, págs. LXX-LXXI). Evidentemente, en un trabajo sobre ortografía y diccionario, parece lo más oportuno usar el alfabeto como hilo conductor, y eso es lo que vamos a hacer a continuación, fijarnos en las vicisitudes de algunos elementos de este alfabeto de Autoridades (1726-1739), y de sucesivas ediciones del diccionario académico, donde se ponen de manifiesto decisiones que afectan a la fijación y ocaso de algunas letras y formas léxicas en particular. En términos generales, antes de ver qué ocurre con determinadas letras de este primer alfabeto de referencia, podemos recordar algunas observaciones del prólogo de los diccionarios de Autoridades. Sobre su función de fijación de la ortografía de las palabras: “Es mui grande el descuido, o ignorancia que se padece en la Orthographía, aunque en ninguna Lengua habrá mas tratados de esta essencial parte de explicar por escrito el Idioma, porque passan de treinta Autores los que han escrito sobre la Orthographía Castellana. La Academia no se ha introducido a impugnar, ni calificar a ninguno, y para su proprio uso ha establecido, y fijado su Orthographía, porque su intención no es enseñar, sino proceder por sí, constante en el modo de escribir, siguiendo para este fin las reglas que le han parecido más proporcionadas de los mismos Autores que han escrito de este assunto”16. Esta intención fijadora se manifiesta en las entradas: “Las voces principales, que siguen el orden alphabético, están escritas en todas sus letras, según el tratado de Orthographía; pero se debe advertir, que en la explicación de las voces, y en los textos de los Autores citados se encontrará alguna variedad, ocasionada assi por la incuria de los Impressores, como porque en algunas voces es mui dudosa la letra con que se deben escribir, hallándose en ellas B, o V, cuya determinación es de bastante estudio: y hasta que estas voces lleguen a ser principales no se pueden fijar: por cuya razón podrá suceder que se hallen con alguna variedad en lo escrito”17. Y en la segunda edición de Autoridades (17702) se insiste en la norma académica como solución de vacilaciones: “Las autoridades de voces antiquadas se ponen con la misma ortografía que tienen en las obras e impresiones de que se tomaron: y cuando hay tal variedad que no puede resolverse por el uso antiguo, se ponen conforme a la Ortografía de la Academia. Pero las autoridades de voces del uso corriente se escriben siempre con arreglo a esta, porque la variedad que en ellas se halla suele depender de los impresores 16 En § 6 del “Prólogo” de Autoridades (1726-1739). Recuérdese que en estas citas no se mantiene sistemáticamente la ortografía acentual del original. 17 En § 23 del “Prólogo” de Autoridades (1726-1739).

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o de un uso arbitrario, y no de algun particular sistema de los autores”18. En esta misma edición se confirma el orden alfabético estricto con que pasan a lematizarse hasta los participios: “En la colocación de las voces se sigue rigurosamente el orden alfabético, observando en cuanto a su ortografía las últimas reglas que la Academia ha establecido en el tratado que ha impreso: Y así se ponen los participios activos y pasivos en el preciso lugar que les corresponde, y no a continuación de sus verbos como se hizo antes”. Asistimos así, en Autoridades (17702), al nacimiento de los participios como plabras diferenciadas, como lemas (de participio, de adjetivo o de nombre). Desde esta segunda edición de Autoridades, los participios ya no son lexicográficamente sólo formas flexivas del paradigma representado por el infinitivo. Son considerados como palabras de diferentes categorías, verbal, adjetiva o nominal. 3. ALFABETO DE PARTIDA DE LOS DICCIONARIOS ACADÉMICOS Antes de pasar a ver el tratamiento de algunas letras en particular por parte de la primera edición de Autoridades, voy a recordar en la tabla (1) el alfabeto de partida. (1)

Alfabeto castellano de Autoridades (17261 y 17702) Alfabeto Castellano

Vocales Común a otras lenguas

Letras

A, E, I, O, U; Y

Cons. “mudas o naturales”

B, C, D, G, K, P, Q, T, Z

Cons. “semivoc. o confusas”

F, H, L, M, N, R, S, X

Particular de la Lengua Castellana

Ç, J, Ñ

De este conjunto nos vamos a fijar en algunos elementos en particular porque en ellos veremos cómo se manifiestan los sucesivos y más importantes cambios que se han de señalar en una consideración de las etapas o hitos de fijación ortográfica de las palabras, de determinadas formas léxicas, por parte de los DRAE, y, en definitiva, en el nacimiento y ocaso lexicográfico de algunas letras. En concreto, voy a recoger aquí la consideración en Autoridades de las letras peculiares castellanas (Ç, J, Ñ), de dos letras (K y X) singulares por distintos motivos, y el caso de los dígrafos (Ph, Th, Ch y Ll). En estos elementos se manifiesta en particular la evolución de las consideraciones de la ortografía por parte de los DRAE. 18

En “Prólogo” de Autoridades (17702).

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Entre las letras consideradas “peculiares castellanas”, la Ç tiene un humilde catafalco en Autoridades (s.v. C) que la considera “superflua”, “defectuosa” e “inútil”, frente a la Z (homófona) del alfabeto común con otras lenguas19. Si el humilde monumento funerario de la Ç no merece letra capitular y se encierra en el artículo correspondiente al lema de la C, la nota “necrológica” de esta defunción está en el § 31 del Discurso proemial de la Orthographía, donde se concluye que puede ser suplida por Z, una letra del alfabeto común, y en los usos que se le asignan sólo se puede emplear en las palabras genuinamente castellanas para distinguirlas de los “vocablos Griegos y Arábigos”20. A diferencia de la anterior, la J, también particular castellana en algunos usos, merece letra capitular y artículo específico: “Décima letra 19 En Autoridades (1726-1739), s.v. C: “Si a la c se le añade una virgurilla por abaxo en esta forma ç, se constituye nueva letra propria y peculiar de la lengua, llamada comúnmente cedilla, y de algunos c caudata, la qual entre los Castellanos se pronuncia generalmente del mismo modo que la z, y sin la menor distinción. Esta sólo puede tener uso antes de las vocales a, o, u, diciendo ça, ço, çu, a fin de que se distinga de la propria y natual pronunciación de la c, porque siguiéndose las otras vocales e: i, es superflua, respecto de que en este caso, ni se muda, ni altera la pronunciación. Por este motivo, y ser letra defectuosa, que no se puede usar en todas ocasiones, la ç se ha reputado por inútil en el uso de nuestra lengua”. 20 En Orthographia § 31 se lee lo siguiente: “Igual, y aun mayor diversidád se ha considerado entre la ç, y la Z, sobre cuyo uso ha havido, y hai notable variedád y dispúta: porque unos son de dictámen de que la ç, como letra própria y especiál de la Léngua Castellana, debe ser en todo preferida, y por el contrário otros la pretenden excluir, por ser letra defectuosa, y ocasionada a ridículas y raras equivocaciones, por no ser letra enteramente formada, y finalmente no incluida en el número de las de la Cartilla o Alphabéto común, como lo está la z. En lo antiguo se usó mucho de la ç, porque la z se reputaba por letra extraña y própria de los vocablos Griegos y Arábigos; pero estando yá tan introducida y tan familiar en la Léngua, tanto que promiscuamente los mas sin hacer distinción usan yá de la una, yá de la otra: de necessidád se debe atender a su conservación, tanto mas siendo precisa para las expressiones de muchas palabras Castellanas, que sin ella no se pueden formar ni especificar. En fuerza de esto, y de que algunos han considerado no ser en la substáncia dos letras diversas, sino una diferentemente figurada: cuya opinión se califica y comprueba con el uso promiscuo de entrambas, aunque se puede dár facilissimo medio para conservar a cada una de por sí, y señalarles sus usos separados (qual es usar de la ç en medio de las palabras todas las veces que precede consonante, como en Bonança, Esperança, Fuerça, Ensalçar, Dulçura, Confiança, y de la z siempre que precede vocal, y en el princípio de las dicciones, como Razón, Pureza, Riqueza, Gozo, Zelo, Zapato, Zumba, Zorra, y del qual se puede usar con seguridád) no obstante el medio mas conveniente y oportúno es retener la z, y no usar de la ç: lo uno, porque la z es letra generál para princípio, medio, y fin de qualesquiera vocablos, lo que no compete ni es capáz de adaptarse a la ç, respecto de que muchas veces en el medio no se puede usar de ella, y en el fin nunca, porque nadie ha escrito Mayoraçgo, Hallaçgo, Almirantaçgo, Mereçca, Padeçca, Paç, Veç, Desliç, Veloç, Luç, &c. y lo otro, porque haviéndose inventado la ç unicamente para suplir al defecto de la combinación del Ce, Ci en las tres vocáles a, o, u, a fin de pronunciar ça, ço, çu en lugar del Ca, Co, Cu: lográndose esto mismo, y con la misma igualdád y blandúra el dia de óy con la z, realmente se puede reputar por supérflua la ç, tanto mas no sirviendo para las voces Griegas y Arábigas, por deberse escribir con z, como en Zelo, Zodiaco, Zizaña, &c.”

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de nuestro Alphabeto: que aunque algunos la confunden con la Y, debe distinguirse, porque la J sirve siempre de consonante y su pronunciación es gutural, como la propria y natural de la X: por cuyo motivo irán puestas en esta letra solamente las voces que no tienen x por su origen, conforme a lo dispuesto en el tratado de Orthographia”21. La Ñ tampoco merece letra capitular en Autoridades, que la define en el artículo de N: “Con una tilde o circunflexo encima, equivale a las dos n n Latinas, que en lo antiguo se pronunciaban como tales: y el uso las suavizó con una pronunciación particular de la que llamamos ñ, que tambien se usa en otras voces que no tienen las dos”22. Pero lexicográficamente tiene condición de letra distinta cuando en Autoridades (1726-1739) se ordenan los lemas de ñagaza, ñaque, etc., después de nyimpha, nyimphea, y nyimpho, por un lado; y aña y añada, después de anzolero y anzuelo23. De las letras que hemos distinguido como de uso singular, la K se considera en el volumen correspondiente de Autoridades (1726-1739) como totalmente prescindible24. Se mantiene en las sucesivas ediciones del DRAE (de 18034 a 18378) con la precisión de que “sólo se usa en algunas voces tomadas de otros idiomas”. Desde DRAE (188412) esta precisión se incrementa: “No se emplea sino en voces de evidente pro21 En Orthographia de la Orthographía de Autoridades (1726-1739), § 33. “La j, y la x son iguales en toda la combinación de las cinco vocáles, porque del mismo modo que se pronuncia Ja, Je, Ji, Jo, Ju, se pronúncia tambien en muchas dicciones la x. […] Siendo, pues, la duda principal entre estas dos letras: el medio para no confundirlas es atender a las raíces de las palabras, porque si tienen x, como en Vexación, Relaxación, Execución, Exemplo, Exido, Vexiga, Perplexo, Enxundia, no hai motívo para desfigurarlas escribiendolas con i, respecto de estar comunmente admitida la pronunciación aspirada de la x en estas y otras dicciones”. 22 En Autoridades (1734), s.v. N. Ya se alude aquí a un primer argumento “etimológico” para considerar la Ñ con entidad propia cuando aduce que así “consta en el discurso proemial de las etymologias, que esta puesto al principio del Tomo primero deste Diccionario, num. 53”. Donde, literalmente, dice: “la pronunciación particular de las dos nn por ñ nace de dos nn: como Annus Año, aunque también suele salir de otras letras: como de Aranea Araña, de Autunnus Otoño, de Hispannia, España, de Damnum Daño, de Vinnea Viña: y como esta es pronunciación nacional propria, se ha acomodado, según que la Lengua se proporcionó a ella, o según la dificultad que encontraban los Españoles en la pronunciación latina”. 23 De todos modos, la Ñ tiene esta misma consideración lexicográfica de variante de la N, aunque tenga entidad propia en la ordenación alfabética de los lemas, durante las tres primeras ediciones de los DRAE (17801, 17832, y 17913) hasta (18034), donde aparece la definición de la Ñ, que veremos más adelante. 24 En Autoridades (1726-1739), s.v. K se lee: “Es la octava de las consonantes, y pertenece a la classe de las mudas por su pronunciación, que es como la de la C fuerte. Es tomada del Latín, y este la tomó del griego kappa. Tiene poquíssimo uso en nuestra Lengua, y solo en aquellas voces que se toman de otro idioma, y absolutamente se pudiera excluir de nuestro Alphabeto, pues su pronunciación se podía suplir, ó con la C fuerte, como queda dicho, con las vocales a, o, u, o con la C aspirada en todas: como charidad, cherubín, chimera, choro, chylo, o con la Q en las vocales e, i”.

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cedencia extranjera, y durante no pocos años ha estado en desuso”, que no creo que se deba entender en sentido estricto, sino en lo que se refiere a nuevas incorporaciones en el Diccionario. Consideramos también singular a la X por su polifonía25. Pero también por las vacilaciones ortográficas de uso, que requiere de unos cuantos párrafos en Orthographía para fijar su uso cuando aparece en concurrencia con otras consonantes: primero, X ante C o Q26. Luego X ante grupo consonántico27. Recordamos la literalidad de las propuestas en las notas anteriores porque se han de tener en cuenta para entender, más adelante, las admoniciones de DRAE (18378) ante los usos vacilantes, de ortografía fonética, de X en posición intervocálica. Lo que ahora se conoce como dígrafos Ph, Th, Ch, y Ll, algunos de los cuales han tenido consideración lexicográfica propia en los DRAE, En Autoridades, s.v. X, se dice: “Es semivocal, y tomada de los Latinos, entre los quales tenía el valor de dos consonantes: y unas veces la fuerza de c, y s, y otras de g, y s. En Castellano conservamos el sonido de la c, y s: como en Examen, Exótico; pero el de la g, y s le convertimos en otro mucho más fuerte, y gutural, tanto que no la distinguimos de la j, o g fuerte, como en Xamugas, y Exército”. Esta misma definición se mantiene en las sucesivas ediciones de 17801, de 17832, de 17913 y de 18034. 26 En Orthographía, § 54, se lee: “La última dificultad es tocante a la X, que concurre con diversas consonantes, y con variedád en muchos vocablos. El modo priméro es de x, y c entre dos vocáles, como Excelso, Excelente, Excidío, Excomunión, Excusar. En estas y sus semejantes no se debe hacer variación escribiéndolas con s en lugar de la x, o con c, como hacen algunos, diciendo Escomunión, Escusar, Eccelso, Eccelente, porque claramente se vá contra sus orígenes, y contra el modo común con que se pronúncian: y aunque es cierto que el verbo Excusar, y sus derivados Excusa, Excusable, Excusación, Excusado, se hallen muchas veces, ò las mas escritos con s, diciendo Escusar, Escusa, &c. no siendo generál el estílo, y conforme el uso en contrário, paréce justo no desfigurados, y retener la x”. Y en § 57: “En lo que mira al quinto modo de la X, y de la Q, que se hallan en los vocablos Exquisito, Coxquear, tambien se debe estar à sus raíces, y no escribirlas con s, como se hallan en algunas obras, porque es su pronunciación con la x: lo que no se debe hacer con las palabras Cosquillas, y Cosquilloso, aunque en los libros antíguos se hallen escritos con x, respecto de no pronunciarse con la fuerza que pide esta letra, y estar el uso en contrário”. 27 En Orthographía, § 55, se puede leer: “El segundo modo es de XCL, y de XCR, como en estas palabras Exclamar, Excluir, Excremento, En estas no hai que hacer novedád, porque será raro el que las altére, y vaya contra el estílo y méthodo generalmente admitido: en medio de que no ha faltado quien mude la x en s en el verbo Excluir, y sus derivados, porque en su pronunciación no se pone tanta fuerza en la expressión de la x”. Y en §56: “Lo mismo se debe observar en el tercero, y quarto modo en que se halla la x junta con la p sola, con pl, ó pr, como en Experiencia, Exposición, Expediente, Explanar, Explicación, Explorar, Expressión, Exprimír: porque fuera novedád reparable desfigurar estas voces contra su pronunciación, por mas que algunos procúren usar de blandúra en el modo de hablar”. Y en § 58: “El sexto y septimo modo es de XT, y de XTR, como en Extender, Extenso, Exterioridád, Extinguir, Extirpar, Extrañar, Extraño, Extraher, Extrajudicial, Extrémo, Extrangéro, Extraordinário, Extrinseco. En el uso de estas voces hai grande variedád, y aun contradicción, porque se hallan freqüentemente escritas las de un mismo orígen unas veces con s, y otras con x, como Estender, y Extenso, Estrangéro, y Extraño, Estremado, y Extrémo: y assi para quitar toda diversidád y confusión se deben guardar sus raíces, y escribir uniformemente todos estos vocablos con x, por no haver violéncia en su pronunciación”. 25

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son en Autoridades meras variantes de la respectiva letra inicial. Así, Ph se entiende como una P que “Junta o aspirada con la H tiene la fuerza y pronunciación de la F, y se usa en las voces que trahen su origen del Griego: como Phantasma, Phenómeno, Philosophía”. Su uso se justifica por el segundo presupuesto de la Orthographía enunciado en el § 22: “Se debe suponer y sentar, que igualmente se han conservado para la expressión y notoriedád de las voces Griegas admitidas en nuestra Lengua algunas letras suyas, quales son la Y, K, Ch, Ph, Th, y esto no porque se necessite de ellas para su pronunciación, sino para que se distingan y conozcan, a imitación de lo que acostumbraron los Latinos, de quienes las hemos tomado, y de lo que hacen otras Naciónes que tambien las mantienen, aunque para pronunciarlas no las necessitan”. En parecidos términos podemos referirnos al dígrafo Th, considerado variante de T 28. Ambos, Ph y Th, duran poco: no tienen justificación fonética, de pronunciación, y el fundamento etimológico se basa en el escasísimo rendimiento de los grequismos en la lengua científica, técnica, académica, de poca trascendencia en la lengua general. Un caso distinto es el de Ch29. El fundamento etimológico de la llamada “C aspirada”, frente a la K, se basa en su función de distinguir las voces de origen griego: charidad, cherubín, chimera, choro, chylo, de las voces castellanas, que usarían “C fuerte” ante a, o, u; o bien Q, ante e, i. La Ch se justifica como representante de la pronunciación “africada”, genuina y distinta, “al modo que los italianos pronuncian la C” lo que salva al dígrafo Ch, pues sus usos de fundamento etimologista para la escritura de los grequismos, desaparecerán de los DRAE con los de Ph y Th30. A diferencia de lo que ocurre con la Ñ, la Ch sigue la ordenación 28 “[La T] escríbese aspirada en algunas voces, que vienen del idioma Griego: como Thesoro, Throno (aunque sin mudar su pronunciación) por no desfigurarlas de su origen”. Esta “T aspirada”, o Th, desaparece en DRAE (1780). 29 En Autoridades (1726-1939), s.v. C, “Quando la c precede a la h en cualquiera de las vocales de este modo cha, che, chi, cho, chu, tiene particular pronunciación en nuestro idioma: la cual se forma echando con violéncia el aliento, y haciendo fuerza con la punta de la léngua en los dientes de abaxo, al modo que los Italianos pronuncian la c, cuando se siguen la e o la i: esto se entiende y observa en todas las voces castellanas, que no trahen origen de la Léngua Griega: como chapa, chico, choza, chuzo, porque si el origen es Griego como en charidad, Christiano, Monarcha, chímica, &c. se pronuncian como K”. 30 A continuación, apunto la fecha del primer registro en un DRAE separado por el símbolo CUa/o. Literalmente, s.v. Q, se dice: “En castellano a imitación del latín nunca se usa de la q sin poner después de ella la u, la cual se elide y suprime en la pronunciación; y por esta causa se remitirán a la c todas las voces en que suene o se pronuncie esta vocal”48. También en se ha hecho ya con las palabras que podían reducirse y se han reducido en efecto a la combinación ca. Por igual razón de conservar a la ch solamente el sonido de cha, se ha suprimido la h en todas las voces en que no tiene este mismo valor, como en Cristo y sus derivados; pues no hay diferencia alguna entre ellas y las demás que según los principios establecidos, se han trasladado a otros caracteres equivalentes, para excusar equivocaciones y hacer mas fácil y corriente la escritura”. 45 En “Prólogo” a DRAE (18034): “A esta clase pertenece también la ph, cuyo sonido se expresa igualmente con la f, por cuyo motivo se han colocado en esta última letra las palabras phalange, phalangio, pharmacéutico, pharmacia, phármaco, pharmacopea, pharnacopola, pharmacopólico, phase y philaucia”, palabras que sólo aparecen en las ediciones de [1737 < 1791]. 46 En “Prólogo” a DRAE (18034): “Últimamente se ha excluido la k de todas nuestras voces, poniendo las que antes se escribían con ella en las combinaciones ca, cu y que, qui, que son de una pronunciación equivalente. Pero se ha conservado su figura y noticia en el Diccionario, para saber su valor en los nombres extrangeros, en que se usa de ella, los quales si no, podrían desconocerse fácilmente”. 47 En “Prólogo” a DRAE (18175): “Hubiera sido inconsecuencia inexcusable el que la Academia no siguiese con puntualidad en su diccionario las reglas que tiene prescritas en su tratado de Ortografía. Algunas de ellas se han simplificado y perfeccionado en la última edición hecha en el año 1815 y esto ha obligado en el Diccionario a variaciones que siempre son de mucha consideración en obras donde esto influye y de tanta importancia es el orden alfabético”. 48 Así, tenemos quanto, qual, quatro, quociente, quota, quotidiano en las ediciones (17391 < 18075), mientras que a partir de la edición de (18134) tenemos cuanto, cual, cuatro, cuociente, cuota, cuotidiano.

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esta edición del Diccionario se reducen los usos vocálicos de Y a la posición final de palabra (buey, rey): se sustituyen sistemáticamente las formas ymagen, ayrazo, ayre, ayrearse, ayrecillo, ayroso, que aparecieron hasta (18034), por las respectivas con I latina: imagen, airazo, aire, airearse, airecillo, airoso, que aparecieron, algunas, en (17261), y luego a partir de (18175). Por último, se zanjan en DRAE (18175) las vacilaciones de los autores entre X, G y J, estudiadas en Cotarelo (1909), que concluye destacando cómo “Santa Teresa, al igual que Tirso, apenas usó la x como consonante simple”49. En efecto, la sustitución de X > J/G propuesta en Ortografía (18158) se sanciona en DRAE (18175), donde s.v. X, se puede leer lo siguiente: “El sonido gutural que la x ha tenido hasta ahora en algunas voces, y nos vino del árabe, debe remitirse en adelante a la j y a la g en sus casos respectivos”. Así se establece la sanción lexicográfica definitiva de la sustitución ortográfica. Hoy, con el NTLLE es fácil fijar la historia lexicográfica de la ortografía de X frente a J para la pronunciación “velar fricativa sorda” en los diccionarios50. Ante las vacilaciones ortográficas (J/G) y (C/Z) debidas a la contraposición e imprecisión de los tres principios rectores de referencia para la fijación ortográfica: etimología, pronunciación y uso, esta edición deja la sanción definitiva para la resolución de las dudas al “uso de las personas instruidas y de los buenos impresores”51. 49 Cfr.: Cotarelo (1909: 106-152) y el Apéndice II de “Pruebas relativas a la g, j y x”, págs. 215-222, con datos desde 996 al 1596. 50 Así, tenemos: axuar (1726 < 1803 ), ajuar (1726 < 1791 v. axuar; 1817 x o bien q > k). Excluyo variaciones de categoría, de sentido o simples erratas evidentes. Las fechas de registro (de entrada y salida) en los diccionarios se anotan como prueba, precisamente lo más significativo, para ver la duración y extensión de las vacilaciones así como las ediciones más activas en innovaciones y actualizaciones, cuya advertencia dejo, con estas dataciones, a la curiosidad del lector. Los lemas proceden respectivamente del cotejo de Rodríguez y Martín (1885) entre estas ediciones: DRAE (186911) / (188412): albalado [1869] / albanado [1726 < 1992]; alfageme [1726 < 1869] / alfajeme [1884 < ]; alhageme [1770 < 1869] / alhajeme [1726, 1884 < ]; aljez [1817 < ] / algez [1726 < 1803, 1884, 1899]; aljezero [1817 < 1869] / algecero [1826 < 1899]; anafaya [1726 < ] / anafalla [1783, 1884< ]; añuscar [1832 < 1869] / añusgar [1726 < 1984]; argilla [1726 < ] / argila [1884 < ]; balija [1726 < 1869] / valija [1880 < ]; bedija [1726 < 1869] / vedija [1739 < ]; bedilla [1770 < 1869] / vedilla [1884 < 1989]; beguer [1803 < 1869] / veguer [1803 < ]; belorta [1817 < ] / velorta [1884 < ]; cabial [1729 < 1869] / cavial [1884 < ]; canjilón [1843 < 1927] / cangilón [1739 < ]; cañiherla [1852 < ] / cañierla [1803 < 1899]; carcaj [1832 < 1869] / carcax [1729 < 1984]; cerraurjal [1729 < 1936] / cerraurgal [1884]; chichisveo [1729 < 1869] / chichisbeo [1884 < ]; confredía [1852 < 1869] / confradía [1729 < ]; construpador [1780 < 1869] / constuprador [1884 < ]; construpar [1729 < 1869] / constuprar [1884 < ]; desbalijar [1729 < 1869] / desvalijar [1884 < ]; elisios [1832 < 1869] / elíseos [1837 < 1869]; embalijar [1732 < 1869] / envalijar [1884 < ]; embero [1726 < ] / envero [1884 < ]; engertar [1817 < 1869] / enjertar [1884 < ]; engerto [1817 < 1869] / enjerto [1884 < ]; escandecencia [1732 < 1884] / excandecencia [1884 < ]; escandecer [1732 < 1884] / excandecer [1899 < ]; esmereon [1843 < 1869] / esmerejón [1732 < ]; estivador [1803 < 1869] / estibador [1884 < ]; estivar [1732 < 1869] / estibar [1884 < ]; eteromancia [1732 < 1869] / heteromancia [1884 < ]; expeliente [1732 < 1869] / expelente [1884 < 1989]; follatería [1837 < 1869] [ < ] / follajería [1832 < ]; herrujento [1843 < 1869] / herrugento [1803 < ]; herrujiento [1843 < 1869] / herrugiento [1803 < ]; hugier [1852 < 1869] / hujier [1837 < ]; inexausto [1869] / inexhausto [1734 < ]; ingertar [1822 < 1869] / injertar [1817, 1884 < ]; ingerto [1734 < 1791, 1822 < 1869] / injerto [1817, 1884 < ]; jiraldete [1843 < 1869] / giraldete [1734 < 1837, 1884 < 1869]; kermes [1780 < 1791, 1869 < ] / quermes [1817 < ]; linueso [1852 < 1869] / linuezo [1884 < ]; majarrana [1734 < 1869] / maharrana [1884 < ]; manijero [1780 < 1869, 1899 < ] / manigero [1884, 1925 < ]; marzear [1803 < 1869] / marcear [1734 < 1791, 1884 < ]; orbayar [1737 < 1869] / orvallar [1884 < ]; orbayo [1737 < 1869] / orvallo [1884 < ]; oxizacre [1780 < 1869, 1899 < ] / oxisacre [1884]; 75 76

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No hay más referencias ortográficas en los prólogos de ninguna de las ediciones posteriores a DRAE (196911)77. La última gran intervención lexicográfica en el Diccionario por motivos ortográficos es la de DRAE (200122): “Las entradas están dispuestas de acuerdo con el orden latino internacional. Por acuerdo del X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Madrid, 1994), las voces que contienen las combinaciones ch y ll se sitúan en sus lugares correspondientes dentro de c y l respectivamente, con un encabezamiento (CH, LL) que recuerda su condición convencional de letras del alfabeto español.” La Ch y la Ll vuelven a la ordenación alfabética de Autoridades (1926-1939), al “orden latino internacional”. Pero con la debida precisión entre orden lexicográfico y condición ortográfica de “letras distintas del alfabeto español” que se reconoce “con un encabezamiento (CH, LL) que recuerda su condición convencional de letras del alfabeto español”. Para concluir, podemos recordar en el cuadro adjunto de (2) los principales hitos del Diccionario en la fijación ortográfica de las palabras: los jalones más destacados y sus respectivas intervenciones en el sistema ortográfico español.

parelia [1803 < 1869] / parhelia [1884 < ]; parilera [1817 < 1869] / parhilera [1884 < ]; ugier [1739 < 1832] / ujier [1817 < ]; vagamundo [1739 < 1869, 1899 < ] / vagabundo [1739 < ]; varasceto [1739 < 1869] / varaseto [1884 < ]; varendaje [1832 < 1869] / varengaje [1884 < 1914]; zénzalo [1739 < 1869] / cénzalo [1843 < ]; zinc [1817 < ] / cinc [1884 < ]. 77 Respectivamente de 188412, 189913, 191414, 192515, 193616, 193916, 194717, 195618, 197019, 20 1984 , 199221.

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(2). Hitos lexicográficos en la fijación léxica y ortográfica de las palabras Añoed

Intervenciones Discurso Proemial de la Orthographía.

1726 1726-1739 , AUT 1

Ch y Ll variantes respectivas de C y L y en orden alfabético internacional. Nacimiento lexicográfico de la Ñ.

17702,

AUT

1775

Ortografía de la lengua castella

5

17801, 17832, 17913 18034

Nacimiento lexicográfico de Ch y Ll. Sanción de Ñ. Se excluye la K

18158

Ortografía de la lengua castella

1817

Sanción de Qua > Cua, de Y > I y de X > J/G. Advertencia de vacilaciones J/G, C/Z

18226

Eliminación de dobletes de fonología provincial, rústica, de mal gusto; o bien de versión neolatina cultista.

18269

Ortografía de la lengua castella

5

1832

7

18378

“Sustituye la J a la G fuerte en gran número de voces”. Adevertencia contra X = S y contra X = CS

18439

Advertencia e insistencia en mantener J y G

185210 186911

Cierre del “sistema ortográfico”

1884

Fijación de variantes léxicas u ortográficas: b/v, j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø, de acento, de derivación, de silabificación.

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189913, 191414, 192515, 193616, 193916, 194717, 195618, 197019, 198420, 199221 200122,

Ch y Ll en el orden latino universal de C y de L

En resumen, parece que hemos llegado al punto de partida, y en cuarenta años y cinco ediciones del Diccionario, de (18034) a (18439), con la edición particularmente modernizadora de (188412) se alcanza la perfección en la lista alfabética y en los usos de algunos elementos más vacilantes. En el cuadro anterior, con la lista de todos los diccionarios académicos y sus respectivas aportaciones en el asunto que nos ocupa, se citan algunas ortografías señeras al respecto, como las de (1726) y la de (18158), que establecen el marco de referencia para las actuaciones lexicográficas. Este cuadro panorámico permite apreciar cómo el Diccionario responde al lema académico depurando con precisión, mesura y fundamento argumentado las vacilaciones y dobletes del lexicón español en unas pocas ediciones señeras: (18034), (18175),

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ALGUNOS HITOS EN LA FIJACIÓN LÉXICA Y ORTOGRÁFICA DE LAS PALABRAS

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(18226), (18378), y (188412), hasta concluir su labor de fijación léxica y ortográfica de las palabras de la lengua. 7. CONCLUSIÓN El camino recorrido en este trabajo sobre el proceso de fijación ortográfica de las palabras en los DRAE se podría resumir diciendo que va desde la Ch y la Ll como variantes respectivas de C y L en Autoridades (1726-1739) hasta la Ch y la Ll como “letras del alfabeto español” en DRAE (200122); pero ordenadas lexicográficamente según el “orden latino internacional” y justificadas con encabezamiento por su función distinta y genuina desde DRAE (18034), que las alumbró. En medio vimos la pronta desaparición de otros dígrafos cultistas, Ph y Th, y de Ç, una grafía particular del castellano. En particular, hemos de destacar la gran labor normalizadora de la ortografía en la edición del DRAE (18034): desaparecen definitivamente Ph, Th, Ç, K y algunos usos de Y (vocal en diptongo decreciente interior de palabra). Por su parte DRAE (18175) sanciona la definitiva conversión X > J en la escritura del sonido “velar fricativo sordo” en interior y final de palabra. Es su acta de defunción. Por el contrario, en esta misma edición del Diccionario se alumbra definitivamente la Ñ (ya diferenciada en Autoridades), con la Ch, la Ll y la J como sustituta de la X “velar fricativa”. La labor de fijación ortográfica podemos decir que se completa en esta 4ª edición de 1803. Después, en (18175), se sancionan algunas decisiones de Ortografía (18158): la sustitución de Qua…, Quo… por Cua…, Cuo…; la de Y vocálica por I en todas las posiciones salvo en final de palabra; y la sustitución definitiva de X (de pronunciación velar fricativa sorda) por J/G según corresponda (salvo en algún topónimo como México y Oaxaca); y resuelve algunas vacilaciones de J/G y de C/Z. En (18378) se insiste en las alternancias J/G, X/S y X/CS, rechazando estas dos últimas con energía. En (18439) se reitera lo dicho en la edición anterior sobre el uso de J/G y se insiste en que no se ha decidido la confusión y que se ha de prestar atención al fundamento etimológico frente a algunos excesos simplificadores. En DRAE (186911) se da por definitivo el sistema ortográfico. Tras las depuraciones de DRAE (186911), donde se seleccionan determinadas variantes léxicas u ortográficas: b/v, j/g, s/x, s/z, y/ll, bs/s, h/Ø, de acento, de derivación, de silabificación, las formas léxicas quedan estables con su versión actual, sin alteraciones sustanciales en catorce ediciones sucesivas de los diccionarios académicos, hasta la nueva ordenación, según el “orden latino universal”, de Ch y Ll en DRAE (200122), aunque manteniendo su carácter de “letras distintas del alfabeto español”.

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SANTIAGO ALCOBA

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