Orígenes y Raíces número 7. Revista de la Sociedad de Estudios Historiológicos y Etnográficos. Edición Regional.

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SOCIEDAD DE ESTUDIOS HISTORIOLÓGICOS Y ETNOGRAFICOS DE LAS TIERRAS ALTAS DEL ARGOS, QUÍPAR Y ALHÁRABE

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LA SOCIEDAD DE EL ARGAR COMO ESTADO: ALGUNOS ELEMENTOS DE UN DEBATE

Eva Celdrán Beltrán1 Carlos Velasco Felipe2

Figura 1. Interior de la tumba principesca localizada en La Almoloya con inhumación doble. Se recuperaron elementos de ajuar funerario de primera categoría (Carlos Velasco ©ASOME/UAB).

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Grupo de Investigación en Arqueoecología Social Mediterránea (Universidad Autónoma de Barcelona). [email protected] 2 Grupo de Investigación en Arqueoecología Social Mediterránea (Universidad Autónoma de Barcelona). [email protected]

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INTRODUCCIÓN Almanzora (Almería), en 1984. Se plantearon a partir de distintas vías de análisis, y se plasmaron en las comunicaciones de Schubart y Arteaga (1986: 291, 296-297, 303, 305), en función de los resultados de las excavaciones de Fuente Álamo, y de Lull y Estévez (1986: 452), que partieron de un análisis estadístico de las tumbas argáricas. Schubart y Arteaga (1986: 291) defendieron para la sociedad argárica, una estructura estatal en la cual se apoyaba una organización socio-política que, en Fuente Álamo, tenía por objetivo conectar la producción agrícola de la vega con la producción minera de la serranía (esta última idea ya fue defendida por Lull en 1983). Esta organización estatal descansaba sobre una sociedad jerarquizada basada en la herencia consanguínea (es decir, la familia sería la «unidad» social de base). Las desigualdades sociales quedaban marcadas a partir de la herencia no sólo de la riqueza, sino también de la pobreza. Por otra parte, la jerarquización era patente, según ellos, tanto a nivel social como a nivel espacial (en poblados y territorio). Anteriormente, Lull (1983: 456) había definido El Argar como una jefatura con indicios de explotación. Sin embargo, como hemos comentado, a partir de un estudio estadístico sobre un amplio conjunto funerario amplió su propuesta y apostó por la estatalidad (Lull y Estévez 1986: 451-452). A ello apuntaron los siguientes indicadores: la especialización laboral (visible en el aumento de los instrumentos de producción), el desplazamiento de la fuerza de trabajo del campo a las minas (observable en la expansión argárica, en la fase de apogeo, desde el sureste hacia Granada y Jaén, donde los poblados se especializan en la explotación minera2), y el surgimiento de sistemas de acumulación y riqueza como síntomas de desigualdad (manifestado en la concentración de elementos ideotécnicos en las tumbas; vid. Figs. 1 y 2). El paso de jefatura a Estado, Lull y Estévez lo consideran dado «cuando el uso de la fuerza está institucionalizado para el mantenimiento del orden intragrupal» (ibid.: 451). Esta concepción se enmarca en la corriente teórica marxista3 y, según los mismos autores, no podría plantearse partiendo del historicismo cultural.

En una conferencia reciente, que tuvo lugar en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid), se presentaron y discutieron los hallazgos realizados en los yacimientos argáricos de La Bastida (Totana) y La Almoloya (Pliego), ambos de la Región de Murcia1. A lo largo del evento quedó patente la falta de consenso entre los investigadores acerca de lo que se entiende por Estado en el estudio de las sociedades prehistóricas, pues se manifestaron posturas contrapuestas, ligadas a marcos teóricos de tradición distinta. Es importante señalar que el concepto de Estado ha adquirido múltiples acepciones en el pensamiento político occidental desde la antigüedad griega. Fue en el siglo XVIII que del ámbito teórico se pasó al metodológico debido al desarrollo de las ciencias empíricas, entre ellas, la arqueología. Los arqueólogos se han ido decantando por distintos postulados y, con mayor o menor fortuna, han tratado de aplicar métodos de validación. La discusión sobre la estatalidad de la sociedad argárica es reciente y, en este sentido, no es de extrañar que aún no exista consenso. En el debate arriba mencionado emergieron argumentos de inclinación neoevolucionista, por un lado, y posturas de tendencia marxista, por el otro. El presente artículo tiene como objetivo introducir de manera sucinta algunas de las múltiples perspectivas existentes y hacer breves reflexiones sobre sus implicaciones (o aplicaciones) en la interpretación de la sociedad de El Argar.

LA ESTATALIDAD DE LA SOCIEDAD DE EL ARGAR: PRIMERAS PROPUESTAS Las primeras propuestas acerca de la posible estatalidad de la sociedad argárica se hicieron en el congreso «Homenaje a Luis Siret (1934-1984)», realizado en Cuevas del

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El evento tuvo lugar en el MAN, en Madrid, el 22 de octubre de 2014. La conferencia principal, El Argar en primer plano: nuevos descubrimientos en La Almoloya y La Bastida, fue impartida por Vicente Lull, Rafael Micó, Roberto Risch y Cristina Rihuete (Universidad Autónoma de Barcelona), y acompañada de otras dos: Los últimos descubrimientos en La Bastida y La Almoloya en el marco de las sociedades de la Europa continental, por Kristian Kristiansen (Universidad de Goteburgo), y El impacto de los nuevos hallazgos en la Región de Murcia para el conocimiento de las relaciones políticas de la Edad del Bronce, por Robert Chapman (Universidad de Reading).

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Este aspecto se encuentra más detallado en Lull (1983: 437). 3 En un primer momento se rechazó la propuesta de Lull y Estévez porque, por aquel entonces, se cuestionaban los enfoques tradicionalistas y el procesualismo, había entrado en su apogeo.

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de sociedades: los grupos de cazadores recolectores, las tribus agricultoras, las jefaturas y, finalmente, los estados. En su opinión, en la jefatura «las actividades sociales, políticas y religiosas» estaban centralizadas en manos de los jefes, quienes se encargaban de la redistribución de los bienes de consumo, la cual era el resultado de la especialización (Service 1962: 135, 139; 1984 [1975]: 34). En este estadio se marcaba más la jerarquía y la desigualdad. La diferencia del Estado con respecto a la jefatura radicaba en el uso de la fuerza institucionalizada para mantener el poder de los líderes y de un gobierno burocrático a su servicio (Service 1984 [1975]: 33-34). Estos fundamentos teóricos son recogidos por Lewis Binford (1968) en la llamada Nueva Arqueología o Arqueología Procesual, y, desde entonces, impregnan la práctica y teoría arqueológicas angloamericanas. En este cuadro, y asumiendo también la síntesis del arqueólogo V. Gordon Childe (1950), el Estado se manifestaría en Mesopotamia, Egipto, China, India y en Mesoamérica, donde surgen sociedades con arte desarrollado, ejércitos profesionales, escritura y burocracia institucionalizada, grandes monumentos, fastuosas tumbas, etc. (vid., por ejemplo, Chapman 2003: 185-186). Toda sociedad que no reuniera al menos una cantidad consensuada de las características propias de estas grandes civilizaciones no podía adscribirse al conjunto de los denominados Estados, quedando asignadas al estadio social inmediatamente inferior. En otra línea de pensamiento se encuentran las teorías marxistas, cuya influencia en la arqueología angloamericana, hasta la década de 1970 fue prácticamente imperceptible, con la excepción de los trabajos de Childe. En el cuadro marxista, se parte de la concepción materialista de la Historia, cuyo análisis social se basa en la producción, en la organización y en la explotación del trabajo y su excedente. El antagonismo entre las fuerzas y las relaciones de producción desemboca en cambio social. Serían las clases dominantes quienes, por medio de la coerción física e ideológica, ejercida por las denominadas «instituciones estatales» (Engels 1996 [1884]: 220-221), defienden sus intereses, representándolos como si fuesen los de todas las clases sociales (Chapman 2003: 59-60). Dentro da la arqueología procesual, descripciones como la de Cherry (1978: 423 apud Chapman 2003: 95), que hacen del Estado una forma de adaptación organizativa «altamente exitosa», dejan a un lado los efectos negativos que conlleva: las relaciones de desigualdad, la opresión, explotación y coerción de muchos para el beneficio de unos pocos. Estos problemas no fueron muy discutidos en el pensamiento angloamericano y su

Figura 2. Detalles de la tumba principesca localizada en La Almoloya con ajuares de oro y plata que acompañan a loS inhumados (Carlos Velasco ©ASOME/UAB).

LOS CONCEPTOS DE ESTADO DIFERENTES MARCOS TEÓRICOS

EN

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LOS

Por motivos de espacio editorial, presentaremos de manera sintética las distintas concepciones de Estado desarrolladas a partir de la década de 1960, cuáles los métodos que trataron de aplicarse en arqueología para justificarlas, y cómo las diferencias de pensamiento influyen en el debate sobre la estatalidad de El Argar. Concretamente, nos enfocamos en las dos corrientes de pensamiento que lo encabezan: el neoevolucionismo, plasmado en la arqueología procesual, y el materialismo histórico, inaugurado por Karl Marx. Comencemos por situar el pensamiento neoevolucionista. La idea de evolución social se retoma en Europa en el siglo XVIII, se desarrolla durante el siglo XIX (con autores como Christian J. Thomsen o Lewis H. Morgan), y renace de la mano de antropólogos norteamericanos a mediados del siglo XX. Parte de la premisa de que todas las sociedades humanas evolucionan, en estadios fijos y sucesivos, de simples a complejas, alcanzando su estadio culminante con la llamada civilización. Los conceptos del evolucionismo renovado («neo») tienen uno de sus mayores exponentes la obra del antropólogo Elman Service4. Service (1962) definió cuatro tipos o estadios sucesivos

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En este sentido no hay que olvidar que otros antropólogos neoevolucionistas también realizaron sus propuestas. Morton Fried (1967: 229), por ejemplo, propuso un modelo de evolución social divergente del de Service en cuanto a los estadios, aunque manteniendo su número: la sociedad igualitaria, la de rango, la estratificada y la estatal. Fried definió este último estadio como una sociedad de clases en la que las instituciones, que están por encima de las relaciones de parentesco, son las que marcan el ejercicio del poder.

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reconocimiento vino de la mano del materialismo histórico (Chapman 2003: 95-96, 98). También Lull y Micó (2007: 220-228) critican que la arqueología procesual recoja la idea de evolución social en estadios sucesivos fijos y afirme que la etapa última e ideal sea el Estado, sin considerar las desigualdades socioeconómicas que acarrea:

Una posible crítica es que, incluso entre los investigadores que operan en el cuadro neoevolucionista/procesualista, esta estrategia genera desacuerdo a la hora de definir cuáles y cuántas son las características que identifican un Estado. Para algunos autores, la escritura sería un marcador indispensable de las sociedades complejas o estatales5. Sin embargo, casos como el de los incas reflejan la fragilidad de su criterio. La sociedad inca se considera compleja, pero no poseía más que un sistema mnemotécnico6 de cuerdas y nudos llamado khipu (utilizado, por ejemplo, para contabilidad). Esto ha suscitado o bien contra-argumentos de que los incas son la excepción a la regla, o bien propuestas que «estiran» el concepto de escritura de modo que este pueda incluir el khipu (Cooper 2004: 93-94)7. Sin embargo, el problema de base no radica en que los investigadores embebidos del neoevolucionismo no converjan al enumerar indicadores de estatalidad, sino en el mismo hecho de que se produzcan listados de características para identificar estados por comparación. La fragilidad del método yace en la utilización algo acrítica de los testimonios dejados por las propias sociedades que sirven de término de comparación (los cuales corren el riesgo de reflejar sólo la visión de un elemento de dichas poblaciones).

«… en la mayoría de las propuestas [en el ámbito de la arqueología procesual] de los años sesenta y setenta (…), subyace el convencimiento de que la aparición de élites gobernantes y la consolidación de la desigualdad fue una respuesta frente a situaciones de necesidad y de carencia que suponían una amenaza para la supervivencia del conjunto de la sociedad.» (Lull y Micó 2007: 221)

LAS DIFERENTES METODOLOGÍAS IDENTIFICAR UN ESTADO

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PARA

Los investigadores que tratan aspectos vinculados con la evolución social se acogen a un marco teórico determinado y, a partir de éste, desarrollan una metodología que, desde la empiria, debe permitirles validar o refutar las premisas establecidas en dicho marco. En tiempos relativamente recientes se focalizaron en dos planteamientos, el neoevolucionista/procesualista y el marxista/histórico-materialista. La traducción de su metodología al ámbito de la arqueología se hace para los procesualistas por medio de la estrategia de comparación y, para los históricomaterialistas, a través de una metodología relacional (véase también Lull y Micó 2007: 21 y ss).

LA METODOLOGÍA RELACIONAL Al históricos Estado y partiendo

definir su método, los materialistas distinguen entre la estructura de un la forma material que puede tomar de una estrategia relacional:

«… una estructura estatal no reside en las formas aparentes del poder, pompa y circunstancia en forma de palacios, escritura o lujos exóticos, sino en los sistemas de explotación, extorsión y coacción física y psíquica, que, en cada caso, pueden adquirir formas distintas según las posibilidades del desarrollo social dialécticamente relacionadas con las exigencias de la clase dominante.» (Lull y Risch 1995: 108)

LA ESTRATEGIA DE COMPARACIÓN De modo conciso, se puede decir que se basa en los testimonios escritos producidos por sociedades como Egipto y Mesopotamia, en los cuales se menciona la existencia de reyes desde época muy temprana. Se presupone que, sí miembros de estas mismas sociedades se refirieron a ellas como monarquías, entonces efectivamente fueron estados. Por tanto, los investigadores de inclinación neoevolucionista asumen que los elementos producidos por estas «civilizaciones» (por ejemplo, palacios, templos, tumbas principescas, o la propia escritura) son los mismos que debe tener cualquier sociedad estatal. Partiendo de esta premisa, la sociedad argárica, aunque «compleja», debería interpretarse como una jefatura. De hecho, en la Península Ibérica no sería viable, desde este enfoque, hablar de Estado hasta el período ibérico tardío o la entrada del mundo romano.

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Esta idea fue desarrollada por Claude Lévi-Strauss (1955: 323). 6 Mnemotecnia: procedimiento de base material para facilitar la memorización de algo. 7 Nos parece apropiada la opinión de Pollock (1999: 172), según la cual la invención de la escritura no fue la causa primera de cambios sociales, económicos y políticos en las sociedades complejas, sino más bien la respuesta a otros cambios y a problemas derivados de la complejidad. Cooper (2004: 94) añade, en este sentido, que la escritura es una respuesta, pero no la única posible.

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dependencia es iniciativa del propio sector social que asume la posición de inferioridad. Recientemente, Legarra (2014) destaca para el contexto social argárico la escasez de evidencia arqueológica para siquiera tratar de plantear la organización «compleja» que presupone el Estado —haciendo eco de premisas neoevolucionistas. En su opinión, el debate sobre la estatalidad obscurece cuestiones más importantes para el entendimiento de esta sociedad prehistórica, prefiriendo enfocarse en la organización territorial. Considera que El Argar se dividía en unidades socio-políticas, más pequeñas y articuladas de manera «fluida». Mediante un método relacional, Lull y Estévez (1986) plantearon que del mundo de las tumbas y sus ajuares se desprendían datos básicos para hablar de producción, distribución y consumo en los contextos argáricos. Tras las críticas y el escepticismo mostrados en un entorno dominado por una visión procesualista, a partir de la década de 1990, el equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) mantuvo la visión de la sociedad argárica como Estado desde el enfoque marxista. Trató de hallar indicios arqueológicos de fenómenos como la división del trabajo, el desplazamiento de mano de obra campesina a zonas mineras, la concentración de la riqueza, la explotación, la coerción física por parte de una élite, etc. más allá del contexto funerario. Destaca, por ejemplo, la búsqueda de estos rasgos en estudios del territorio y los asentamientos en el marco del Proyecto Aguas (Castro et al. 1998) y del Proyecto Gatas (Castro et al. 1999), o en estudios del registro material en contextos domésticos (Risch 1995 y 2002).

Esta separación, generalmente, no la hace la tradición angloamericana. Un reflejo extremo es la investigación de Flannery (1999: 15) en la que busca la expresión del Estado en el registro arqueológico sin explicar lo que, en su opinión, es la estructura estatal. A menudo, esta búsqueda de la forma de Estado se dirige a los palacios, templos y otros edificios denominados «monumentales», en términos procesualistas, pero no hacia el análisis de los medios y fines implicados en su construcción.

ALGUNOS ACTUAL

APUNTES

SOBRE

EL

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DEBATE

Además de la falta de una definición consensuada de Estado, ha quedado patente que los investigadores tampoco se ponen de acuerdo a la hora de identificar la manifestación material de una estructura estatal en el ámbito arqueológico. Los postulados metodológicos, como ya hemos dicho, son el medio por el cual los arqueólogos buscan validar empíricamente dichos conceptos. Cuando el resultado de tal intento no lo comparten ni los partidarios de otra línea de pensamiento, ni los arqueólogos del mismo marco teórico (por divergir en el método empleado), se genera la discusión. De ahí el candente debate en torno a la forma política de la sociedad de El Argar, pese a que actualmente hay acuerdo pleno en que las diferencias sociales en el mundo argárico son un hecho8. Vimos, pues, las propuestas de existencia de estructuras estatales, pero existen otras posturas, de las cuales sólo vamos a mencionar las más significativas. Gilman (1997: 88-89), arqueólogo americano que se mueve entre el procesualismo y el marxismo, admite la «presencia de clases explotadoras y explotadas» en el período argárico, pero no la existencia de una estructura estatal. Aranda (2012), por ejemplo, examina las diferencias sociales también a partir de las prácticas funerarias argáricas, pero los aspectos centrales de su análisis son lo ideológico y lo simbólico. En su opinión, determinados miembros de la sociedad buscan formar parte de una «identidad argárica», cuya base son las prácticas comensales vinculadas al rito funerario y controladas por una élite, y para ello asumen un «débito social» que genera relaciones de desigualdad. En esta perspectiva, en la cual no se discute la existencia o no de un estado, la

Figura 3. Vista, desde el nordeste, del lienzo murario septentrional de la fortificación de La Bastida, en Totana (Carlos Velasco ©ASOME/UAB).

8 Hay que mencionar que este mismo debate sobre la posibilidad de una configuración estatal se ha extendido a las sociedades calcolíticas, pero por razones de espacio no podemos desarrollar esta problemática.

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Figura 4b. Representación hipotética de la gran «sala de gobierno» de La Almoloya, en Pliego, basada en los datos arqueológicos. (Sergio Celdrán ©ASOME/UAB).

Figura 4. Vista, desde el este, de la gran sala del «complejo palacial» de La Almoloya, en Pliego (Carlos Velasco ©ASOME/UAB).

Los últimos hallazgos en el marco del «Proyecto La Bastida» (iniciado en 2008) en los yacimientos de La Bastida y de La Almoloya han sacado a la luz edificaciones de gran envergadura y carácter supradoméstico, concretamente el sistema de fortificación (Lull et al. 2014: 395-410) (fig.3), la balsa y una gran sala de reuniones en La Bastida, además de un complejo de tipo «palacial» de La Almoloya (figs. 4a y 4b). Para el equipo de investigación de la UAB, su interés no reside tanto en su monumentalidad ―en términos procesualistas― como en lo que el empleo de una estrategia relacional puede aportar. En el interior de la gran sala del complejo palacial La Almoloya, el descubrimiento de la que es, hasta la fecha, una de las tumbas más ricas de la Prehistoria reciente en Europa Continental (figs. 1 y 2) permite proponer, junto con las características intrínsecas del edificio, que el lugar era de naturaleza política. Así mismo, la fortificación de La Bastida y la poliorcética que connota ayudan a defender la idea de una sociedad que experimentaría el poder coercitivo ejercido por parte de unas élites; mientras que la balsa, por su parte, refuerza el planteamiento acerca de un control de los recursos. Partiendo de estas premisas, y siempre en el marco del materialismo histórico, la idea de que la sociedad de El Argar pudo ser un Estado cobra más fuerza.

AGRADECIMIENTOS Nuestro más sincero agradecimiento a Rafael Micó, Miguel Valério y Maria Inés Fregeiro por sus lecturas de versiones anteriores del presente texto y varias correcciones, aclaraciones y sugerencias. No obstante, destacar ante todo que la responsabilidad de las opiniones expresadas en el texto, así como de posibles errores, recae enteramente en sus autores.

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DESCUBRIMIENTOS DE ARTE RUPESTRE EN CARAVACA Y MORATALLA

Pedro Lucas Salcedo Dentro del marco de un proyecto de investigación y estudio de Arte Rupestre en las Sierras de Moratalla y Caravaca1, desarrollado por Pedro Lucas Salcedo en labores para la Sociedad de Estudios Historiológicos y Etnográficos de las Tierras Altas del Argos, Quípar y Alhárabe, han sido descubiertos para la ciencia una serie de nuevas estaciones de pinturas parietales. A los anteriormente publicados Abrigo de Salcedo y Abrigo de la Peña Rubia de Caravaca2 (imágenes 1-4) se añaden otras cuatro estaciones aun inéditas, cuya denominación y localización todavía debemos reservar, motivados por la protección de estos lugares. La memoria de prospección con un carácter más científico, será debidamente publicada en breve, pero nos hemos decidido a mostrarles las primeras imágenes a todo color impresas en papel sobre este medio.

3. Figura principal, Abrigo de la Peña Rubia

4. Imagen real del Abrigo de la Peña Rubia

Los orígenes de la investigación se remontan a estudios por parte de investigadores que dieron lugar a hallazgos en Nerpio, Moratalla, Calasparra, Cieza, Cehegín, Lorca, o la parte andaluza lindante al municipio de Caravaca, quedando ésta sin poder adscribir ningún resto pictórico prehistórico a la lista de la Unesco para el Arco Mediterráneo. De este modo, nos incorporamos a las búsquedas de alta montaña, dando como resultado una serie de nuevos motivos en lugares tan atractivos como inesperados. El primero de los descubrimientos que hemos decidido mostrar se encuentra en el interior de una cueva, a unos 4 metros desde la entrada, plasmado sobre una concavidad del techo, a color negro. El hallazgo fue llevado a cabo por nuestro compañero Bernardo Robles Marín, a partir de una labor de recogida de testimonios de pastores en los campos de Caravaca. Aparentemente se trata de un único motivo, que describe un trazo en diagonal y otro en vertical, conformando una figura apuntada. El tipo de trazo negruzco es del grosor

1. Imagen DStretch Abrigo de Salcedo, Caravaca

2. Imagen DStretch Abrigo de Salcedo

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Permiso de actuaciones aprobado en Abril de 2013. Ver Orígenes y Raíces nº 3-4.

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de un dedo pequeño, uniforme de principio a fin, aunque se pierde el trazo vertical al superar la grieta que permite la filtración que derrama el agua, y con ella una película caliza en la parte inferior del motivo, el cual, tras un análisis mas profundo, pudimos confirmar que efectivamente continuaba hacia abajo describiendo un tipo phi. De este mismo análisis espectral también se desprendió información gráfica sobre otro motivo realizado con un instrumento mas fino, en la parte superior izquierda del motivo, que describe una simple curva de unos 3 cm., también en el mismo color negro.

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pictóricos, con trazos estelados que parecen circundar la figura, siendo el trazo horizontal a la izquierda de las esferas el más evidente.

6. Imagen real de la figura del Estrecho

7. Imagen decorrelacionada con DStretch

Gracias a la misma labor de recogida de testimonio de pastores por parte de nuestro compañero Bernardo Robles, pudimos dar con una segunda cavidad en el término de Moratalla, que en la prehistoria formó abrigo de profundas dimensiones, y acabado en gruta cavernaria, pero que hoy día ha sido tapiado cerrándolo a la luz para uso ganadero, pasando de éste modo desapercibido a la vista lejana. En dicha cavidad han sido hallados dos restos pictóricos diferenciados en cuanto a realización y estilo: el primero de ellos, ubicado en la parte superior de una cavidad, presenta un trazo grueso en color negro de forma no reconocible (img. 8).

5. Imagen real (arriba) y Dstrech (abajo) del motivo único del hallazgo de Bernardo Robles

El segundo de los descubrimientos fue realizado por Pedro Lucas Salcedo en el Estrecho de la Encarnación, en un abrigo rocoso de arenisca y caliza de difícil acceso. Se trata de un único motivo que no podemos adscribir de momento a ningún horizonte cultural, pero si podemos adscribirlo dentro del arte esquemático. Se presentan en esta área del abrigo rastros en color rojo la mayoría y algunos en tonos amoratados, de difícil reconocimiento; pero si queda a la vista una figura antropomorfa que comprende dos esferas de tamaño digital, de las que se derivan en vertical sendas líneas que pierden en un apreciable desconche centenario debido a la erosión. Unos centímetros mas abajo parece continuar el rastro de restos

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8. DStretch panel con trazo negro

El segundo panel, situado en un extremo de la cavidad, aparece tan deteriorado que a penas es perceptible por el ojo humano, y sólo pudo ser localizado tras el análisis computerizado con el que barrimos todo el sospechoso mural pétreo. De esta observación pormenorizada se pudo observar trazos muy característicos del arte levantino, en cuanto a realización, estilística, tamaño, tonalidad y forma (img. 9). Una forma apuntada conforma la característica cabeza con tocado en forma de seta, de la deriva un trazo diagonal parece conformar un brazo del que se intuyen con dificultad al menos cuatro dedos. Se observan otros restos no reconocibles, y algunas formas en v curvada de tamaños inferiores a 1 cm. alrededor de esta figura.

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10. DStretch del último descubrimiento

Además de estos restos pictóricos, fue encontrado un grabado en una pared de otra cavidad en el término de Moratalla (img. 11). Un motivo central comprende una primitiva geométrica triangular, alrededor de la cual aparecen insculpidos otros motivos, como una forma angular recta, una esfera, y sobre el motivo principal, otro similar a éste, pero de menor tamaño.

11. Petroglifo de Abonaor.

9. Trazo rojo en firma lineal

El cuarto de los hallazgos fue realizado en la misma zona por parte de Pedro Lucas Salcedo, a partir del hallazgo previo. El panel se encuentra sobre una superficie porosa que ha resistido al arrastre y filtración natural de aguas, mostrando una figura serpenteante de color rojizo de tamaño de un dedo, frente a la cual se aprecian otros trazos de realización similar. La figura protagonista conforma 3 trazos en vertical unidos por la parte superior, ondulantes pero algo apuntados, irregulares en su grosor, con una longitud total de unos 15 cm.

Las nuevas tecnologías empleadas durante la investigación han sido usadas dentro de dos marcos diferentes. En primer lugar, ha sido utilizada con éxito la herramienta DStretch para el análisis de las fotografías, gracias a la cual pudimos decorrelacionar los colores hasta dar con tonalidades que permitiesen apreciar los restos de óxido de las pinturas, y poder así visualizar con mayor evidencia sus trazados y formas. Por otro lado, han sido empleadas técnicas de virtualización del Patrimonio tales como fotogrametría y modelado 3D para la total documentación gráfica de los abrigos, siendo además aprovechable para su difusión por vía telemática.

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LA EXPOSICIÓN PERMANENTE DE COIMBRA DEL BARRANCO ANCHO (MUSEO MUNICIPAL JERÓNIMO MOLINA, JUMILLA) DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO. Rosa María Gualda Bernal INTRODUCCIÓN: HISTORIA DEL MUSEO. El Museo Municipal de Jumilla se creó en 1956 gracias a la propuesta de D. Jerónimo Molina García. La colección primigenia albergaba tantos restos arqueológicos como paleontológicos y etnológicos. Debido al crecimiento continuo de las colecciones el museo pasó de ubicarse en un aula del Instituto Laboral Arzobispo Lozano al edificio sito en Plaza de la Constitución, nº 3, en el año 1969. El aumento de los materiales de todo tipo obligó a dividir el Museo en las dos secciones actuales: Arqueología y Etnología y Ciencias de la Naturaleza, ubicando este bloque en el edificio citado. La sección arqueológica pasó al rehabilitado palacio del Concejo (Plaza Arriba s/n) en el año 2001, inaugurándose la actuales instalaciones museográficas en el año 2005. Hoy día la exposición del Museo ocupa tres plantas, la primera se dedica a la prehistoria, la segunda a la cultura ibérica y la tercera al mundo romano. Además cuenta con un sótano donde se incluyen los depósitos, archivos y laboratorio mientras que en el último piso se ubican las oficinas del personal laboral. La segunda planta se dedica en exclusiva al yacimiento ibérico de Coimbra del Barranco Ancho. La estructura de la exposición en tres grandes bloques, el poblado, el santuario y las necrópolis, ayuda a la compresión de la vida en Coimbra. La disposición del plomo con inscripciones grecoibéricas, el pilar-estela de los Jinetes junto a la tumba 70, los distintos ajuares funerarios, la cerámica ático, los vasos de encargo y finalmente las armas conforman el recorrido por la sala. La riqueza de los materiales expuestos y la disposición de los mismos permiten por tanto ofrecer diferentes perspectivas de la cultura ibérica. En este trabajo vamos a analizar esta exposición desde un discurso de género. Esta temática si ha sido tratado de forma exclusiva por otras instituciones pioneras, como es el caso del Museo de Arte Ibérico de El Cigarralejo (Mula. Murcia), cuya sala VIII se dedica a la mujer. El museo jumillano al contar con menos metros expositivos se ha centrado lógicamente en un discurso más general, sin embargo el acierto tanto en su discurso expositivo como en la elección de los materiales ofrecen la posibilidad de reconstruir la vida de las mujeres íberas a través de un recorrido por esta sala. Antes de entrar en las cuestiones propias del trabajo es de reseñar que el Museo Municipal Jerónimo Molina ha sido consciente de la riqueza

de los materiales relacionados con lo femenino que conserva y de la necesidad de su difusión. Por tanto, apoyado por el Ayuntamiento de Jumilla, y en colaboración con los Museos de Albacete, de El Cigarralejo, Ullastret, Benicarló y Castellón, junto a la Universidad de Murcia y la Fundación Itma, lideró la exposición temporal Miradas a la Mujer Ibérica. La calidad de la dicha muestra se manifestó en el largo recorrido de la muestra (Page y Sanz, 2014) . LA EXPOSICIÓN PERMANENTE DE COIMBRA DEL BARRANCO ANCHO Gracias al análisis de las piezas de este yacimiento es posible reconstruir la vida de las mujeres ibéricas en diferentes ambientes. Con este trabajo pretendemos esbozar una lectura en clave de género de ciertos materiales expuestos enlazando con los contextos en el que se localizaron y paralelismos más próximos. EL POBLADO

El espacio de vida por excelencia es el poblado, y dentro de él, es en las casas donde se desarrollaba el trabajo diario, pues ahí estaban el hogar, el horno doméstico, el área de molienda y de tejido y una zona de almacenaje. Las mujeres estarían inmersas en las llamadas tareas de mantenimiento (Curiá et alii, 2000; 2005), es decir, aquellos trabajos dedicados al sostenimiento y bienestar del grupo social. Se trataría de labores relacionadas con la comida que conllevarían no sólo su preparación sino también su almacenaje, a veces en grandes vasos contenedores, además de su reparto y consumo. Seguramente el día comenzaría con la distribución de diferentes tareas como la molienda del cereal para cocinar gachas o almortas, el pastoreo de los rebaños o el cuidado de los niños.

Exposición, casa ibera.

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con esta primera infancia es muy escaso (Chapa, 2002; 2003) En otros yacimientos ibéricos algunas formas cerámicas se han clasificado como sacaleches por su similitud con piezas mediterráneas, sin embargo en Coimbra no tenemos constancia de estos materiales. En cuanto a los juguetes es posible que pequeñas cerámicas sirvieran como tal pero es un tanto aventurado asegurar este uso exclusivamente por el tamaño.

Otra actividad importante en la vida de las mujeres sería tejer. La industria textil nunca se consideró un oficio, existieron talleres unifamiliares situados habitualmente en la entrada de las casas, la zona más iluminada de las viviendas. Se usaba el telar vertical con pesas, donde las pondera actuarían como contrapesas para tensar los hilos. Las fusayolas son el material más abundante relacionado con los tejidos, aunque habitualmente forman parte de los ajuares tanto femeninos como masculinos su uso va unido a la mujer. EL SANTUARIO

Ánfora de las Granadas

En la exposición queda reflejada esta cotidianidad a través de la reconstrucción de la habitación I del poblado. La reproducción sigue los modelos de Coimbra con una base o zócalo de piedra sin escuadrar y dispuestas a hueso y sobre este un muro elaborado con adobes unido con barro amarillo. Las techumbres se construirían con barro, cañas y ramas. El suelo de tierra cocida y apisonada podría cubrirse de esteras de esparto. Dentro de la misma se han dispuesto los enseres domésticos: vajillas, macitas y fusayolas que formarían parte de telares. Entre los grandes vasos de almacenaje destaca el ánfora de las granadas ( Izquierdo, 1997: 78-79) La maternidad sería uno de los ejes fundamentales de la vida femenina sin embargo la investigación arqueológica apenas ha prestado atención al reconocimiento y caracterización de la infancia. La dificultad de identificar los objetos ligados a los niños, como son juguetes o piezas dedicadas a su cuidado y vestido provocan la invisibilidad de la población infantil dentro del registro arqueológico. Es muy poco lo que sabemos del cuidado de los bebés en el mundo ibérico. Suponemos que la madre se ocuparía del recién nacido directamente hasta el destete. La lactancia se prolongaría el máximo posible por la calidad el alimento y evitar embarazos no deseados. Además uno de los momentos más críticos en el desarrollo infantil es el paso de ingerir nuevos alimentos. El material arqueológico relacionado

Los santuarios son los puntos de encuentro entre la comunidad y una fuerza o ser sobrenatural. Las devotas podrían comunicarse con la divinidad para aplacar sus anhelos y miedos. Las peticiones mayoritarias, protección en las guerras, salud, fecundidad, ayuda en el parto se materializan a través de ofrendas y exvotos. El santuario de Coimbra del Barranco Ancho carece de estructuras arquitectónicas, se identifica con un punto concreto donde se realizarían las diferentes ofrendas, las más numerosas son cerámicas, con las que posiblemente se efectuaban libaciones rituales de las que obviamente es imposible distinguir el género del oficiante. Este santuario carece de exvotos antropomorfos como los bronces oretanos, o los más cercanos del santuario de La Luz (Murcia) o los pétreos de El Cigarralejo (Mula) Sin embargo entre las ofrendas encontramos una íntimamente ligada a lo femenino. Se trata de un colgante de ave, posiblemente una paloma, de plata decorado con un granulado (García Cano et alii: 1992; García Cano et alii: 1997). Las aves en el imaginario ibérico van unidas a la divinidad femenina (Olmos y Tortosa, 2010). El paralelismo más claro se localiza en el santuario de La Algaida (Huelva) dedicado posiblemente a una divinidad femenina protectora de los partos. En esta cueva se encuentran abundantes anillos de chatón con forma de ave (Corzo, 2004: 147-181) En la tumba 27 de la necrópolis del Poblado de este yacimiento se encuentra otro colgante similar de dimensiones más reducidas (García Cano, 1997:228; García Cano et alii, 2008:40). El análisis del ajuar funerario de esta tumba parece femenino. Existe otro colgante similar pero de pasta vítrea en la tumba 139 de la misma necrópolis (García Cano et alii, 2008:166). De nuevo el ajuar se interpreta como femenino.

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Anillos y fíbulas, objetos personales del fiel, también pueden formar parte de las ofrendas femeninas. En el caso de las fíbulas quizás sea un manto, obviamente desaparecido, el auténtico bien que se brinda. Otros materiales para entender el universo femenino, pero más ligados a las divinidades son los pebeteros en forma de cabeza femenina. Son muy numerosos, sobre todo en Murcia y Alicante, aunque seguramente son de fabricación púnica. Se trata de terracotas femeninas con ricos tocados en forma de kalathos decorados con elementos vegetales y aves afrontadas. Estas esculturas se interpretan en muchos lugares del Mediterráneo como pebeteros, ya que en su parte superior se quemaban diferentes sustancias vegetales, especialmente plantas aromáticas. Sin embargo en la Península Ibérica aparecen frecuentamente intactos, sin huellas de haber quemado nada en su superficie, lo que hace suponer que fue su iconografía el motivo de su gran aceptación en santuarios y necrópolis ibéricas. Su fácil fabricación expandió a gran escala la imagen de esta divinidad, semejante a una Demeter-Koré mediterránea, relacionada con la fertilidad, la naturaleza y los ciclos de la agricultura de los cereales. Estos casos nos llevan a constatar como en el mundo ibérico la figuración de la divinidad y sus atributos es variada (González y Rueda, 2010: 54). En el caso de los pebeteros de Coimbra posiblemente sean de fabricación local, imitando los modelos clásicos lo que explica su peor factura (García Cano et alii: 1997:243 ; García Cano et alii: 1999:210). El santuario estaría por tanto dedicado a esta divinidad femenina, relacionada con la naturaleza, una especie de Demeter indígena. Es curioso constatar que actualmente el culto femenino pervive en este monte a través de un monasterio dedicado a Santa Ana (García Cano et alii, 1997: 246-247).

Sala de la exposición, vista general.

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LAS NECRÓPOLIS. La exposición de diferentes ajuares funerarios de la necrópolis de La Senda y del Poblado sirve para elaborar un discurso en torno a los enterramientos femeninos, aunque debemos señalar que Coimbra cuenta con una tercera necrópolis, la del Barranco, la más desconocida de todas. Las lecturas de género de las necrópolis han sido materia de estudio por parte de varias investigadoras (Prados, 2010; Izquierdo, 2007; Izquierdo y Prados, 2004; Rísquez y García Luque, 2007) Nos centraremos en los materiales de la necrópolis del Poblado, la más estudiada, también a nivel osteológico (Subirá et alii, 2008). La vitrina dedicada a la sepultura 70 ofrece una visión completa de lo que sería una tumba principesca femenina (Iniesta et alii, 1987). Es la más rica de la necrópolis del Poblado, con 94 objetos supera la media de 8,14 objetos por sepultura (García Cano, 1997) Además cuenta con un encachado pétreo de dimensiones muy superiores a la media, 420 x 380 cm. La hipótesis más aceptada asocia la tumba 70 al pilar-estela de los Jinetes, aunque con dudas sobre su posible adscripción a la tumba 22 (Muñoz, 1987), otra tumba principesca doble cubierta por un encachado de 630 x 620 cms. Los análisis osteológicos de los restos de la tumba 70 no han podido determinar el sexo del individuo, pero si estimar que se trata de una persona en edad juvenil. Son algunos items del ajuar los que indican un enterramiento femenino (Iniesta et alii, 1987; García Cano, 1997). Retomando el tema de las aves, el ajuar cuenta con un vaso plástico ornitomorfo (Page, 1984; Iniesta et alii, 1987; García Cano, 1997; Pérez y Gómez, 2004; García Cano et alii, 2008) Este tipo de askos aparece en otras dos tumbas de la necrópolis, la 150 y la 153. Son piezas usadas para contener líquidos preciados, perfumes o aceites que tendrían un uso ritual. Estos vasos no son muy numerosos en la cultura ibérica, pero si muy significativos, aparecen básicamente en ajuares femeninos de El Cigarralejo (Mula) (Cuadrado, 1987) y Cabecico del Tesoro (Murcia) (García Cano y Page del Pozo, 2004), en contextos sacros como los procedentes de El Amarejo (Albacete) (Broncano, 1985) y La Encarnación (Caravaca) y en espacios singulares de poblados, caso de La Serreta (Alcoy) (Grau et alii, 2008; Pérez y Gómez, 2004) Otro elemento importante es un punzón óseo con remate de paloma. Este tipo de objetos sirven para sujetar el pelo, usados tanto por hombre como por mujeres, pero en esta pieza el remate de ave le otorga una significación especial. En El Cigarralejo se localiza un punzón similar en la tumbas 97 y 217 (Cuadrado 1987: 230 y 399), mientras que en la tumba 150 de la misma necrópolis del Poblado se incluye otro pero de bronce (García Cano et alii, 2008:178).

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trata de una tumba masculina, osteológicamente analizada (García Cano et alii, 2008), pero que no contiene armas. Sirve por tanto para ilustrar la idea de que si bien las armas están generalmente asociadas a tumbas masculinas su falta no debe indicar obligatoriamente sexo femenino. En este apartado podemos puntualizar que en esta necrópolis se da un caso muy singular, tres tumbas femeninas, osteológicamente comprobadas que contienen armas (Subirá et alii, 2008; Gualda, en prensa). Circunstancia que recuerda a la sepultura 155 de Baza, la tumba de la famosa Dama. Sin embargo este caso excepcional de Coimbra no varía la tónica general que asocia armas con sexo masculino. No deben interpretarse como un signo de mujeres guerreras sino como un elemento de prestigio, de estatus o de pertenencia a un grupo familiar (Quesada, 2010; 2012) El ajuar de la tumba 63 también puede interpretarse como femenino, la pista la da una macita con doble cabeza de ave. Varias cuentas de collar de pasta vítrea y un colgante de plata pueden apuntar esta hipótesis. Este ajuar miniaturizado podría ser en concreto de una niña (García Cano, 1997: 192; Chapa, 2003: 128).

Panel de bienvenida. Exposición “Miradas de las Mujer Ibera”

Existen además diversos adornos personales, como más de cuarenta cuentas de pasta vítrea de diversas tipologías junto a tres escaraboide del mismo material y dos anillos de chatón. Es importante recordar que frente a las grandes joyas que lucen las esculturas de damas ibéricas, la realidad de los ajuares es mucho modesta, lo que ha llevado a concluir que esas joyas hiperbólicas son representaciones exageradas y que posiblemente el oro era un bien heredable que por tanto no se amortizaba en los enterramientos (Chapa y Pereira, 1991). El ajuar también cuenta con numerosos platos decorados y tres kantharos áticos pero es de destacar que este lote cerámico se dispuso en una zona determinada de la tumba mientras que los objetos personales aparecieron dentro de un capazo de esparto (Iniesta et alii, 1987) Teresa Chapa construye una posible hipótesis entorno a esta señora. Los punzones de hueso, el gran número de tabas naturales y trabajadas y las cajitas de madera indicarían que se trata del ajuar de una mujer joven. Tendría un estatus social relevante, y un origen externo al poblado, al que se desplazaría para casarse, pero moriría antes del matrimonio o de engendrar hijos, por lo que su ajuar se enterró con ella (Chapa, 2008:635-636). Otra tumba importante dentro del discurso de género es la nº 43. En este caso se

Ajuar funerario, tumba 63.

Vista general de la exposición

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LOS SIGNA PISTORIS DE LA REGIÓN: CLASIFICACIÓN DE LOS SELLOS DE PANADERO Teresa Fernández Azorín Introducción La iniciativa de este artículo surge del rescate del sello de panadero de Águilas de los fondos del Museo Arqueológico para exponer la pieza del mes que realiza la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Águilas. Una vez realizado el estudio y entrados en materia la curiosidad no hizo más que ampliar la búsqueda de otros ejemplos en nuestra región y los estudios sobre estos materiales. La importancia de un alimento básico como es el pan, no pasa desapercibida en ningún momento de la historia, ni de la prehistoria. Reflejado en las fuentes escritas y en los estudios de los hallazgos arqueológicos podemos vislumbrar como desde el descubrimiento de su producción el pan y todo el entorno que lo rodea, dícese del cultivo del cereal, su recolección, su molienda, cocción, etc. han tenido gran protagonismo en guerras, pactos, mantenimiento de la paz, sosiego y motivo de revueltas, siendo además de para la alimentación y supervivencia, una ofrenda para los dioses. Importancia del pan en época romana. Sin retrotraernos al principio de los tiempos, ya que las piezas de las que vamos a hablar son de época romana, nos ceñiremos a una visión general en este momento histórico.

Los romanos antes de adoptar de los griegos las técnicas de hacer el pan, tomaban los cereales en una especie de gachas o papillas. Un detalle a resaltar; en algunas zonas de la Península Ibérica ya se conocía la cocción del pan antes de la romanización, gracias a las rutas comerciales y la llegada de fenicios y griegos a nuestras costas. A principio del S. I a. C. en Roma se podían contabilizar hasta 300 panaderías dirigidas por griegos. Todo el proceso desde la molienda a la cocción se realizaba en un mismo complejo que atendía las necesidades del pueblo y las del estado. Durante la época romana las sucesivas guerras obligaban al mantenimiento de un ejército que el Estado sustentaba y cuyo principal alimento era el pan, varios estudios han revelado que la dieta de los soldados estaba compuesta en gran parte de pan y vino, de hecho para ellos se fabricaba un pan especial conocido como Panis nauticus o pan militaris, que tenía mucha duración1. La importancia del pan llego a tal punto que durante el gobierno de Trajano se fundó un colegio de panaderos que reglaba toda la profesión, debía heredarse de padres a hijos de forma obligatoria, aunque también estaban exentos del pago de impuestos y de ser reclutados para el ejército. Tal era la importancia para evitar que la falta de pan hiciera levantarse al pueblo, que como ya nos dijo el poeta latino Juvenal para tener contento al pueblo solo hace falta “panem et circenses” (pan y circo). Estos privilegios permitieron a algunos panaderos acceder a carreras políticas y amasar grandes fortunas. Como es el ejemplo de un edificio funerario en forma de horno de pan que hay a la entrada de una de las puertas principales de Roma Porta Maggiore y con una cronología de 50-20 a. C. Construido por Marco Virgilio Eurysaces, un esclavo que había conseguido la libertad (liberto), dando testimonio así de su inmensa fortuna y representando en sus paredes el oficio que le había enriquecido: panadero. Pero ya no solo a nivel social el pan era sobresaliente, también en el ámbito religioso estaba presente, por un lado aparece en los cultos a dioses como Ceres, Juno, Dionisos y por otro se repartía en celebraciones político-religiosas, como cumpleaños del emperador, votos al emperador (Conservatio Augusti), nombramiento o celebración de algún nuevo cónsul, etc.

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Fresco descubierto en Pompeya.

VARELA, G.; CARBAJAL, A.; MONTEAGUDO, E.; MOREIRAS, O.: El pan en la alimentación de los españoles. Editorial Eudema S. A. 1991.

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Edificio funerario en forma de horno de pan de Eurysaces. Generalidades de los sellos de panadero. Sellos de panadero en la región de Murcia. Historiografía y algunos ejemplos de signa pistoris en Hispania. La historiografía de los sellos de panadero se remonta a finales del S. XIX de mano de Overbeck (1886) y sobre una pieza vinculada al gremio de los panaderos aparecida en Pompeya, le da el uso de “marca comercial” por la escena que aparece representada de un caballo haciendo rotar un molino. A principios del S. XX en las excavaciones de Ostia Antica Pasqui (1906) hallo multitud de matrices de bulto redondo y planas vinculados con la producción panadera. La investigación de su funcionalidad empezó a realizarse a partir de este momento, Müller2 (1909) vinculó los sellos a las marcas que aparecían en los panes que se consumían en festividades del calendario romano. Drexel (1916) también continúo con esta idea, al igual que Deonna3 que siguió la misma hipótesis para ejemplares suizos. En la zona renana danubiana se hicieron la mayoría de hallazgos de estos materiales hasta el momento y Alföldi4 en su estudio en 1938 centró la intención votiva de estos a los cumpleaños del emperador o a los días vinculados a su figura. Ya en la Península Ibérica hacia 1920 aparecieron en Córdoba un conjunto de 18

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MÜLLER, A., “Die Neujahrsfeier im römischen Kaiserreiche”, Philologus. LXVIII (N. F. X-XIII) 4. 3 DEONNA, W.,”Notes d´Archeologie Suisse. Decoration murale de Corsier. Anzeiger für Schweizerische Altertunskunde, NF, 1919. 4 ALFÖLDI, A., Tonmodel und Relifmedaillons aus den Donauländern. Dissertationes Panonicae. Laureae Aquincenser. I. Leizpig, 1938.

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piezas estudiadas en 1949 por De Los Santos. En los años 50 y 60 la orientación votiva de las investigaciones es bastante general y su uso como sellos de pan está consensuado, como vemos en la publicación del sello de la Alcudia (león apostado sobre una piedra) estudiado en 1955 por Ramón Folqués o el ejemplar del Museo de Badajoz con representación de una alegoría de las cuatro estaciones estudiado por García y Bellido5 en 1957. Serrano Varez en 1987 nos presenta un sello hallado en el Cerro de los Santos de Monte Alegre del Castillo, Albacete. Se trata de un sello plano en negativo con la representación de un ciervo con la cabeza erguida vuelta a la izquierda y en acción de levantarse con un motivo vegetal a su izquierda. Aportándole un carácter religioso nos informa de una festividad local que hasta hace poco se celebraba para San Antón y San Blas en la que se regalaban panes con adornos en relieve. No muy lejos de esta localidad concretamente en Agramón se localizó en la estación un sello de panadero en negativo con la representación de un pavo real con la cola desplegada tal y como nos informan Jordan Montes, Ramallo Asensio y Selva Iniesta.6 En el Museo de Sagunt7 está expuesto un sello circular plano con un “antílope” perseguido por otro animal al que solo se le ven las patas, sobre la primera figura hay un racimo de uvas y una espiga. En la actualidad hay escasos estudios que retoman el estudio de los sellos de panadero y den un repaso a los contextos en los que aparecen, cabe citar el trabajo de Gijón y Bustamante8 que hacen un repaso general de lo que hasta ahora se conoce de los sellos de panadero y amplían información con el aporte de cinco ejemplares más que se conservan en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Los sellos de panadero tenían según los estudios realizados una doble función siendo por un lado una marca comercial para saber la procedencia del obrador y por otro lado eran improntas en los panes que se consumían en festividades concretas bien dedicadas al emperador o en honor de alguna divinidad. Sellos de panadero en la Región de Murcia.

5

GARCÍA BELLIDO, A., “Sello de panadero”. Noticiario del A. E. Arq. XXX. Madrid 1957. Págs. 237-238. 6 JORDAN MONTES, J.F.; RAMALLO ASENSIO, S.; SELVA INIESTA, A.: “El poblamiento romano en el valle de MinatedaAgramón” .Congreso de Historia de Albacete. Vol. I Arqueología y Prehistoria. C. S. I. C. 1984. págs. 211-240. 7 http://derecoquinaria-sagunt.blogspot.com.es/2013/01/signapistorum-sellos-de-panadero.html 8 GIJÓN GABRIEL, M. E.; BUSTAMANTE ÁLVAREZ, M.: “Los sellos romanos de panadero: Una aproximación a su estudio a partir de los depositados en el Museo Nacional de Arte Romano (Mérida)”. Huelva en su Historia-2ª época. Vol.13. Universidad de Huelva. 2010. 15-30.

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El estudio realizado en 1981 por Lillo Carpio es el único de estas características que tenemos hasta ahora en nuestra región, no tan solo nos presenta estos materiales si no que nos ofrece una investigación sobre sus posibles usos y significado. El conjunto de sellos de este artículo tienen algunas generalidades que nombramos a continuación. Para empezar su fábrica es en arcilla, su forma discoidal, las gráfilas exteriores que pueden ser desde una simple línea a una gráfila laureada, la representación central y la representación de motivos vegetales. Para tener una visión más clara de los sellos del sureste, siguiendo al profesor Lillo Carpio vamos a plantear una agrupación de los diferentes tipos dividiéndolos en sellos en positivo, en negativo y por ambas caras, ya que nos parece muy interesante y a tener en cuenta la reflexión de este investigador en esta catalogación citando sobre los sellos en positivo que “No es concluyente la idea de que el pan marcado hubiera de ser consumido de inmediato. El sentido del mismo y su valor mágico- religioso es evidente y esto inducía a la conservación en el hogar. Quizás se halle aquí el fundamento del origen de estas reproducciones en barro de los bollos sellados; piezas en positivo, más consistentes y con iguales propiedades que los verdaderos panes confeccionados con harina y más duraderos que los mismos”.

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2. Sello de una colección particular de Lorquí. Procedente de la Villa de los Palacios10. Representación de un pavo real marchando hacia la izquierda con la cola recogida y rodeado de motivos vegetales de vid, con tallos serpenteantes, racimos de uva y pámpanos. El pavo real es el animal que representa a la diosa Juno. Hallado en un contexto de fines del S. II a inicios del S. IV d.C.

Sello de panadero Villa de los palacios. Lorquí

3. Sello de la Colección del Instituto Municipal de Cultura de Cehegín. Procedente de las Canteras de Poyo Miñano. Representación de un macho cabrío a la carrera, marchando hacia la izquierda con fondo de vegetación, la parte inferior, al parecer, es un campo de cereal. Está circundado por una gráfila gruesa.

Signa pistoris en negativo: 1. Sello expuesto en el museo de Bullas9. Procedente del yacimiento arqueológico de El Castellar. Representación de una cesta de vendimiar rebosante de uvas inscrita en una gráfila a modo de espiga. Esta imagen aparece en diversas manifestaciones artísticas en el Imperio Romano como una alegoría del otoño, relacionado también con el culto a Dionisos y sus festividades.

Sello de panadero de Las Canteras de Poyo Miñano. Cehegín. Sello de panadero del Castellas. Bullas

10 9

http://www.bullas.es/admin/archivo/gestion/server/php/files/9 33.pdf

LILLO CARPIO, P. A.; RAMALLO ASENSIO, S.:”Aproximación al poblamiento romano en la Vega del Segura: Lorquí (Villa de los Palacios y Altos Moros)”. Murgetana, 1987. Págs. 23-32.

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4. Sello del Museo Arqueológico de Murcia. Procedente del Castillejo de Monteagudo11. Representación de un pavo real mirando a izquierda con el plumaje recogido. Motivos vegetales alrededor. Todo inscrito al interior de una gráfila de puntos. Hallado en un contexto de la primeras décadas del S. I d. C.

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Capitolina amamantando a Rómulo y Remo. Representación íntimamente ligada al culto imperial. Hallado en un contexto del S. I a. C.

Sello de panadero del Verdolay. Murcia.

Sello de panadero del Castillejo de Monteagudo.

5. Sello, pieza inédita de los Fondos del Museo Arqueológico de Águilas. Procedente de la excavación de urgencia de la Calle Mercado 4 en el caso urbano. Representación en el centro un toro hacia la izquierda con la cabeza y la parte delantera del cuerpo inclinado, en el interior de una hoja (tal vez de platanero) al exterior en la parte izquierda arriba y abajo dos delfines. Estos símbolos pueden interpretarse como una alegoría del mito del rapto de Europa. Hallado en un contexto del S. I d. C.

2. Sello de una colección particular de Murcia. Procedente del Cerro de Las Beatas de Cieza. Representación de un personaje de frente desnudo, con capa, dando de beber a un felino con un recipiente que lleva en la mano derecha y cogido a un arbolillo con la izquierda. Tema que se identifica con Dionisos con paralelos en los reversos de las monedas de Adriano y los Severos. Cronología de la primera mitad del S. II d. C.

Modelo 3D del sello de Águilas Signa pistoris en positivo o “bollos sacros”: 1. Sello conservado en el Museo Arqueológico de Murcia. Procedente de las excavaciones de la necrópolis ibérica del Cabecico del Tesoro en el Verdolay Murcia. Representación de la Loba

Sello de panadero del cerro de Las Beatas. Cieza.

3. Sello expuesto en el Museo Arqueológico Municipal Jerónimo Molina12 de Jumilla. Procedente de la Villa Romana de Los Cipreses. Representación de figura animal, posible antílope, en carrera hacia la derecha, con fondo de decoración vegetal, enmarcado todo con una línea continua a modo de orla. Cronología de los S. I- II d. C.

11

SERRANO LATORRE, M.J. (2013): Castillejo de Monteagudo. Análisis Histórico-Constructivo y de Patologías. Director: Pedro Enrique Collado Espejo. Proyecto Fin de Carrera. Cartagena. Universidad Politécnica de Cartagena. Escuela de Arquitectura e Ingeniería de Edificación.

12

HERNÁNDEZ CARRIÓN, E. et al. : Guía del Museo Arqueológico Municipal Jerónimo Molina (Jumilla). Ayuntamiento de Jumilla. Consejería de Cultura y Tuismo, 2008. Pág. 155.

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Signa pistoris en ambas caras:

Sello de panadero de Los Cipreses.

1. Sello de una colección particular de Murcia. Procedente de la Cantera de Poyo-Miñano de Cehegín. Con representaciones en ambas caras, en una un áspid erecto mirando a la derecha, hacia un haz de tres espigas y a su izquierda un recipiente de forma cerrada con asa asimilable a los contenedores de miel. En el reverso un personaje encapuchado y con larga capa se acerca por detrás a una cabra que vuelve la cabeza para mirarlo. Una paloma y una esferilla ocupan el espacio superior entre ambos. Entre las patas del animal hay otra figurilla no reconocible. Tal vez es una alegoría a la crianza de Zeus representándose a la ninfa Amaltea que amamanto al dios con leche de cabra y miel de abeja. Cronología de época imperial.

4. Sello del Museo Arqueológico de Murcia. Procedente del Castillejo de Monteagudo. Representación de una flor en vista cenital, donde entre sus pétalos se escalan espigas. Hallado en un contexto de la primeras décadas del S. I d. C.

Sello de panadero de La Cantera de Poyo Miñano. Cehegín.

Conclusión

Sello de panadero del Castillejo de Monteagudo.

5. Sello del Museo Arqueológico de Murcia. Procedente del Castillejo de Monteagudo. Representación de un conejo mirando a izquierda en carrera, con motivos vegetales, inscrito en un círculo, al exterior una gráfila laureada. Este animal se asocia a la diosa Afrodita y a Eros como símbolo del amor, en la crátera de Cabinet des Medailles de París unas ménades se la ofrecen a Dionisos13. Hallado en un contexto de la primera década del S. I d. C.

Sello de panadero del Castillejo de Monteagudo.

13

RODRIGUEZ PEINADO, L.:”Los conejos y las liebres”. Revista Digital de Iconografía Medieval. Nº3, 5,2011. Págs.11-21.

En general las representaciones que aparecen en estos ejemplares siguen la temática mitológica pudiéndolos relacionar con una función sacra en las fiestas que se celebraban durante el año de las diferentes deidades en relación con la siembra o recogida de las cosechas a excepción de la representación de la Loba Capitolina del sello del Cabecico del Tesoro del Verdolay más bien vinculada al culto imperial. Los contextos en los que aparecen son escasos ya que la mayoría provienen de recogidas superficiales o donaciones de colecciones privadas, aunque tenemos el ejemplo de los sellos aparecidos en una zona de tabernae en el Castillejo de Monteagudo. Con este superficial estudio queremos animar a la publicación y la búsqueda de otros sellos de panaderos que tal vez sigan en los fondos de los museos o de la comunidad para poder seguir concretando datos y completando esta simbólica parte de la historia ligada al principal alimento que sigue siendo hoy día: el pan. Hay que hacer referencia a un estudio concienzudo sobre los sellos de panadero que se ha estado realizando durante dos años por Jose Angel Ocharán Ibarra en los que los desplazamientos; la búsqueda y una obstinada investigación han dado como resultado un magnífico artículo que verá en breve la luz en una publicación de carácter regional y al que os remitimos encarecidamente para obtener una completa información sobre este tema.

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FIGURILLAS CERÁMICAS EN ARQUEOLOGÍA: NUEVOS EJEMPLOS PARA MURCIA (ss. XVII-XIX) Pedro Pérez Mulero Ana R. Llorach Asunción María Dolores Párraga Giménez

El Vendedor Ambulante. Francia, inicios del siglo XIX. En ALLEMAGEN, H.R., Histoire des jouets, 1902, p. 264.

LAS FIGURILLAS EN ARQUEOLOGÍA Nos referimos a juguetes, figurillas, silbatos y miniaturas realizados en cerámica en general, no obstante debemos tener en cuenta que los testimonios encontrados pertenecen a diversos períodos históricos y contextos geográficos, que son tratados de forma muy diferente en los estudios. Una característica de estas producciones es que su similitud tipológica puede esconder significaciones y usos muy diferentes según la época a la que pertenezcan y su contexto.

Las terracotas romanas han sido 1 abundantemente estudiadas por la historiografía , al parecer con un doble significado. Algunas de estas terracotas se han relacionado directamente con juguetes al aparecer asociadas a tumbas 2 infantiles . Otros ejemplares se identifican como objetos religiosos, especialmente relacionados con los lararios, pequeños habitáculos domésticos en los que se veneraban las deidades protectoras del hogar. Del mismo modo son numerosos los ejemplos medievales, siendo significativos los

1

Los ejemplos más antiguos se relacionan con el mundo de la religiosidad, no podríamos calificarlos por tanto de juguetes aunque tipológicamente sean similares. Esto se debe a que tanto el material empleado, la cerámica, como las técnicas, modelado o molde, perduran.

RAMOS, M. A., “Terracotas y elementos de coroplastia”, BERNAL CASASOLA, D., RIBERA I LACOMBA, A. (Edts.), Cerámicas hispanorromanas un estado de la cuestión, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2008, pp. 775-785. 2

VAQUERIZO GIL, D., Inmaturi et innupti: terracotas figuradas en ambiente funerario de Corduba, colonia patricia, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2004, en concreto el capítulo referido a la historiografía pp.19-38.

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conjuntos islámicos expuestos en diversos museos andaluces como el de la Alhambra (Granada). Se relacionan con juegos infantiles y presentan una gran variedad: desde silbatos a figuras animales y humanas, además de la reproducción en miniatura de la vajilla en la que se alcanza gran detallismo, al imitarse las 3 técnicas decorativas . El auge de estudios de género y vida cotidiana ha llevado a los museos arqueológicos a revalorizar estos conjuntos, desarrollando una labor de divulgación con exposiciones y 4 actividades . Un ejemplo destacado de la unión entre estudio y divulgación es la exposición “Del rito al juego. Exposición de juguetes y silbatos desde el Islam a la actualidad”. La muestra contó con una amplia selección de material que fue expuesto, estudiado y publicado en su catálogo, un ciclo de conferencias, material didáctico y hasta un taller de instrumentos 5 musicales . Los ejemplares de época moderna presentan una tipología que se asemeja a la islámica e incluso a fases más antiguas dependiendo del tipo estudiado. Debemos sumar el escaso interés que tradicionalmente ha suscitado la arqueología de época moderna. El estudio de estos materiales ha sido recogido en muchos casos por la etnografía. No obstante la tendencia está cambiando y surgen estudios dedicados al patrimonio material de época moderna. Un ejemplo pionero es el estudio de los 6 hallazgos en la ciudad de Barcelona en los que se incluyen diferentes testimonios que giran en torno al juego entre los s. XVI-XVIII. Se analiza un conjunto de materiales diversos como los

3

MARINETTO SÁNCHEZ, P., “Juguetes y silbatos infantiles de época nazarí”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos. Sección ÁrabeIslam, vol.46, 1997, Granada, pp.183-205. 4

En el Museo de la Alhambra se realizaron en septiembre de 2014 unas visitas temáticas denominadas ”Deportes, juegos y diversión en la Granada nazarí”. 5

FLORES ESCOBOSA, I., NAVARRO ORTEGA, A. D., “Del rito al juego: exposición de juguetes y silbatos desde el Islam hasta la actualidad”, MUS-A. Revista de los Museos de Andalucía, año V, nº 8, julio 2007, pp.170-172.

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dados, fichas, peonzas, tabas, bolas, entre otros. Las terracotas se muestran diferenciadas, destacando las figuras zoomorfas y las antropomorfas femeninas, posibles muñecas, así como las figuras del belén. La mayoría están modeladas a mano de manera rápida, otras, más elaboradas, son fabricadas a molde y pintadas, incluso eran terminadas por una cubierta vítrea que las hacía más resistentes. Un conjunto interesante es el hallado en el Mercado del Borne, de cuerpos esquemáticos, faldas acampanadas y las manos en la cintura, a las que atribuyen una procedencia almeriense. Las formas animales están bien documentadas mediante representaciones esquemáticas de caballos, asnos, seguidos de ovejas, perros, aves y otros animales no identificados. La existencia de figuras y miniaturas en las colecciones de los museos reclama su estudio, ya que se trata en general de objetos atractivos para el público aunque correspondan a una cronología moderna y contemporánea. Como ejemplo podemos citar la exposición El juguete popular en la Manises ceramista que se ha realizado recientemente en el Museo de Cerámica de Manises (Valencia). La muestra apostaba por piezas vinculadas a aspectos lúdicos de la niñez y contaba con más de 500 de una amplia cronología, s. XVXX. La mayoría de las piezas fueron cedidas por particulares que atesoraban estos objetos de su infancia o la de sus abuelos. Miniaturas, silbatos y pequeñas figuras, la exposición evidencia la continuidad tipológica a la que nos venimos refiriendo. Debemos tener en cuenta que las fábricas de Manises, junto a las de Paterna, fueron de los más relevantes centros productores de cerámica de época moderna alcanzando una difusión muy amplia que se demuestra en la abundancia de evidencias en los registros arqueológicos. Otro aspecto a considerar es que para estudiar los juguetes y miniaturas en la España moderna, debemos contar con las evidencias en las antiguas colonias españolas en América a las que 7 llegaban como exportaciones . En las excavaciones aparecen piezas dentro del registro arqueológico de los s. XVI-XVIII que están siendo objeto de estudios, enfrentándose con dificultades similares a la investigación en España, salvo por un importante aspecto: las piezas encontradas en las colonias no pueden confundirse con objetos islámicos o romanos pues evidentemente estos contextos no se contemplan.

6

BELTRÁN DE HEREDIA BERCERO, J., MIRÓ I ALAIX, N., "Jugar a la Barcelona dels segles XVI-XVIII: objectes de joc i joguines trobats a les excavacions de la ciutat", AAVV, Jocs, triquets i jugadors. Barcelona 1700, Barcelona, Ajuntament de Barcelona, 2009, pp. 210-237, en especial pp. 225 ss.

7

RODRÍGUEZ GIL, I., QUEVEDO HERRERO, A. “Juguetes

de cerámica y fabricaciones de pequeño formato en sitios arqueológicos de La Habana Vieja”. Versión digital en: http://segundocabo.ohc.cu/usos-culturales/juguetesde-ceramica-y-fabricaciones-de-pequeno-formato-en-sitiosarqueologicos-de-la-habana-vieja/

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De ahí la importancia que la catalogación de estas piezas tiene para comprender las españolas. No obstante, no todas corresponden a importaciones sino que también son producidas en centros alfareros coloniales como en México y en otros casos proceden de otros países exportadores como Francia y Alemania. Para la Región de Murcia el estudio de las figurillas modernas debe pasar por una revisión de las piezas catalogadas como ibéricas, romanas e islámicas. La aparición de ejemplares modernos en contexto estratigráfico fechable y el estudio de los materiales modernos en las excavaciones van permitiendo un replanteamiento. Un primer ejemplo destacado para la ciudad de Murcia es el conjunto estudiado por 8 Elvira Navarro y Alfonso Robles . Los autores presentan "un depósito de terracotas: muñecas y figuras de Belén de nuestra cultura tradicional". El conjunto aparece como material de deshecho en una fosa séptica y está compuesto por más de un centenar de figurillas en bulto redondo que aparecieron junto a una moneda de Isabel II del año 1868. El hallazgo, en el que también se cuentan vasos con pigmentación y moldes de yeso, lo relacionan con la posible existencia de un taller de artesanía popular, una alfarería, cercana al recinto ferial del actual Teatro Romea. El mayor porcentaje está representado por 36 unidades de figuras femeninas interpretadas "muñecas para vestir". También destacan 43 unidades de figuras de ancianas sedentes, 10 figuras de animales para el Belén, un silbato con forma de équido, y algunas figuras humanas con peana para el Belén. En base a este hallazgo los autores reivindican una adscripción contemporánea para el conjunto aparecido en la calle Puerta de Orihuela, nº 2 de Murcia, publicadas, junto con otros ejemplares de Cartagena y Jumilla por Pedro Lillo y erróneamente comprendidas como 9 ibéricas El trabajo de Pedro Lillo al que se refieren es una recopilación y análisis de pequeñas figuras femeninas de cronología ibero-romana 10 procedentes de toda la Región de Murcia . El

8 NAVARRO SANTA-CRUZ, E., ROBLES FERNÁNDEZ, A., "Viviendas barrocas y juguetes tradicionales en las afueras de Murcia. Memoria de la excavación realizada en el núm. 4 de la calle José Antonio Ponzoa, esquina con Ángel Guirao", Memorias de Arqueología de la Región de Murcia 8, 1993, Murcia 1999,pp. 383-401. En especial pp. 395-397.

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conjunto correspondiente a la ciudad de Murcia que se pretende rectificar apareció de forma accidental y el propio Pedro Lillo se lamenta de no disponer de información estratigráfica o contexto cerámico asociado. Las piezas le merecen cierta extrañeza calificándolas de “original e insólito conjunto que 11 merece una especial atención” , principalmente debido a la ausencia de contexto ibero-romano en la ciudad de Murcia. Destaca el tamaño, su calidad estilística y la variedad de formas. Por último, en la descripción de las piezas al referirse al peinado destaca como curiosidad su similitud con el peinado tradicional murciano de “moño de picaporte”. Las dudas de Pedro Lillo y los hallazgos fechados en el s. XIX permiten un replanteamiento de estas piezas, aunque solo contamos con los dibujos que él pudo realizar. Un nuevo conjunto con contexto estratigráfico fue el que publicamos en 2011, hallado en el yacimiento de avenida Santa Clara en 12 Lorca y compuesto por figurillas y silbatos . La peculiaridad del conjunto de veintiuna piezas cerámicas reside en que apareció en un contexto de alfar de época moderna (s. XVII-XIX), donde se fabricaba todo tipo de vajilla cerámica, especialmente relacionada con el almacenamiento y el transporte. Es interesante destacar que en el mismo yacimiento se había constatado la presencia de otros dos alfares de épocas anteriores, demostrando una larga tradición alfarera. Las piezas se fabricaron en ese alfar, se trataría, por tanto, de piezas de desecho o que por algún motivo no llegaron a salir del alfar. Entre ellas podemos destacar un molde para el frontal de una muñeca, si bien muchos de los ejemplares fueron modelados a mano con un acabado tosco.

Figura 2: Conjunto de figurillas y silbatos hallado en el alfar de Avenida Santa Clara en Lorca (s. XVII-XIX)

9

NAVARRO SANTA-CRUZ, E., ROBLES FERNÁNDEZ, A., "art. cit.", p. 397.

11

12 10

LILLO CARPIO, P.A., "Las figuras femeninas en terracota relacionadas con Deméter-Ceres", Verdolay 2, 1990, pp. 213-223, en concreto pp. 219-220.

LILLO CARPIO, P.A., "art. cit.", p.219.

GALLARDO CARRILLO, J., PÁRRAGA JIMÉNEZ, Mª. D., LLORACH ASUNCIÓN, A. R., PÉREZ MULERO, P., “Un conjunto de silbatos y figurillas de época moderna del alfar de avenida Santa Clara (Lorca, Murcia)”, Alberca 9, 2011, pp. 135-161.

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2. Presentación y análisis de las piezas Pieza 1: Figura religiosa.

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Resulta complejo afirmar una determinada clasificación para esta pieza, ya que el fragmento conservado no aporta datos concluyentes. Sin embargo si atendemos a ciertos rasgos y peculiaridades de la pieza nos inclinamos por catalogarla como una figura religiosa de carácter popular, tradición que ha llegado hasta la actualidad. El empleo de una elevada peana como indica Marinetto es muy significativo en pequeñas figuras de santos de uso doméstico para formar pequeños altares en las casas14. Aunque la cronología es un dato que se nos escapa para esta figura, consideramos que contiene algunos rasgos que nos hacen pensar en una figura religiosa datada entre los siglos XVII-XVIII. El registro de materiales y en concreto la unidad estratigráfica a la que pertenece recoge materiales de diversos periodos, distinguiéndose un conjunto de cerámica bajomedieval cristiana de los siglos XIV-XV y otro conjunto de ajuar datado entre los siglos XVII-XVIII. Pieza 2: Representación masculina con uniforme militar (figura 4)

Figura 3: Figurilla procedente del Castillo de Aledo (s. XVIIXVIII)

Contexto: Castillo de Aledo13. Dimensiones: Altura máxima: 5,2 cm.; anchura máxima: peana 3,3 cm.; piernas 2,2 cm.; grosor: 0,7 cm. Descripción: Pieza incompleta en buen estado de conservación (figura 3). Se conserva la parte inferior de la figura, desde los pies hasta las rodillas. Realizada a molde. Está elaborada en pasta beige bien depurada con núcleo en tonalidad rojiza. Se encuentra elevada sobre una peana circular de gran grosor. La superficie se encuentra espatulada y en la línea que separa los pies de la peana se aprecia restos de policromía de color rojo. La parte posterior se encuentra bien trabajada indicando que se trataría de una figura exenta. Las piernas presentan una morfología redondeada separada por una acentuada incisión. Los pies se representan frontalmente y los dedos señalados con leves incisiones. El pie izquierdo se conserva completo y el derecho ha perdido el primer dedo del pie. Comentario:

13

Figura 4: Figurilla de soldado hallada en el Castillo de los Vélez, Mazarrón (s. XIX).

Contexto: Castillo Marqués de los Vélez, casco urbano de Mazarrón. Dimensiones: Altura máxima conservada: 4,1 cm.; anchura máxima conservada: 4,4 cm.; grosor: 1,2 cm. Descripción: Pieza incompleta. Se conserva el torso, desde el cuello a la cintura. Pasta de color beige, compacta con desgrasante muy fino y alguno grueso aislado. Realizado a molde. La parte posterior no está trabajada, presenta un acabado irregular y sin alisar. Esto podría indicar que la pieza corresponde con la parte frontal de un molde bivalvo.

VV.AA., “Obras de rehabilitación de las Murallas de

Aledo a través de los sentidos” XXIII Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia, 2012, pp. 139-151.

14 MARINETTO SÁNCHEZ, P., "Juegos y distracciones de los niños en la ciudad palatina de la Alhambra", Del rito al juego, Almería 2006, pp. 73-92. En concreto p. 81.

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La parte trabajada representa un torso, desde el cuello a la cintura y brazo izquierdo, conserva restos de pintura azul en el cuello. Se identifica una indumentaria militar compuesta de una casaca con doble abotonadura, cuello alto con líneas horizontales y hombreras-charreteras de flecos largos. El brazo izquierdo semiflexionado, se representa pegado a la cadera. Comentario: El uniforme militar español se institucionaliza con la entrada de los Borbones en el s. XVIII, cuando Felipe V remodela los ejércitos adaptándolos al modelo francés lo que afectará también a los uniformes. Aunque se muestra de manera esquemática, las características conservadas en la pieza permiten fecharla en el s. XIX, en especial la doble fila de botones y las charreteras. El color azul del cuello podría significar el tipo de regimiento militar al que pertenece este uniforme, acercándose más a la Infantería, Artillería e Ingenieros (azul 15 oscuro) o a la Caballería (azul cristina) . Con la entrada del siglo XIX y la Guerra de la Independencia se produce un auge de la propaganda política y militar del conflicto contra los franceses. Además el siglo XIX estuvo marcado por conflictos y guerras civiles, algo que sin duda tuvo que verse reflejado en la cultura popular. Esta pieza puede ser un buen ejemplo de ese contexto. No podemos afirmar la función de la pieza ni relacionarla directamente con un juguete, aunque sería una opción probable. En cuanto a su contexto arqueológico, se halló en el nivel superficial del Castillo de los Vélez de Mazarrón. La falta de estratigrafía dificulta su adscripción precisa. Sabemos que en el siglo XIX el castillo, ya abandonado sufre distintas alteraciones. Se utiliza como cementerio debido a la peste amarilla de 1810 y en la segunda mitad de siglo se abre un pozo 16 minero y se acondiciona para su explotación . Todo ello produce una mezcla de materiales arqueológicos, lo que facilita que muchos de ellos se encuentren en niveles superficiales, junto a otros del propio siglo XIX. Las piezas 2, 3 y 4 aparecen mezcladas con el depósito de huesos del cementerio"16.

15

ALONSO JUANOLA, V., “Los uniformes del Museo del Ejército”, MILITARÍA. Revista de Cultura Militar, nº 9, 1997, pp. 149-154. 16

Figura 5: Figurilla femenina procedente del Castillo de los Vélez en Mazarrón (ss. XVIII-XIX).

Pieza 3: Representación femenina (figura 5) Contexto: Nivel superficial Castillo Marqués de los Vélez, casco urbano de Mazarrón. Dimensiones: Altura máxima conservada: 5,1 cm.; anchura máxima conservada: 5,7 cm.; grosor máximo: 2,2 cm. Descripción: Incompleta pero en buen estado de conservación. Pasta beige con interior grisáceo, compacta con algunas vacuolas. En la línea de fractura de la cabeza se aprecia una marca de óxido que corresponde con el enganche metálico del aplique plástico del cabello. Realizada a molde, se aprecia la línea de unión mediante un alisado en los laterales. El detalle de los dedos se consigue mediante incisiones lo que le confiere un aspecto tosco, en comparación con el rostro. Presenta una apariencia robusta y un tanto desproporcionada, con los brazos cortos y la cara pequeña. La parte del torso no está muy trabajada, apreciándose las líneas del pecho. En cuanto a los rasgos faciales se representa con las mejillas redondeadas, los labios cortos y el mentón marcado, la nariz alargada y los ojos rasgados. Del peinado se conservan dos mechones que caen a ambos lados de la cara y parte de un rizo. Pieza 4: Representación femenina (figura 6). Contexto: Nivel superficial Castillo Marqués de los Vélez, casco urbano de Mazarrón. Dimensiones: Altura máxima conservada: 6,7 cm.; anchura máxima conservada: 3,0 cm.; grosor máximo: 1,0 cm. Descripción: Incompleta. Se conserva en dos fragmentos. Pasta beige al interior marrón, compacta con desgrasante fino y alguno medio. Muestra posibles restos de óxido o pintura deteriorada en el lateral derecho. Parte frontal de un molde bivalvo. Se trata del tronco y las piernas de una representación femenina desnuda, en la que una línea marca la divisoria de las piernas, una “v” indica la zona genital y un punto el ombligo. En general estilizada. La parte posterior no está trabajada, presenta un hundimiento en el cual se observan digitaciones.

RAMOS MARTÍNEZ, F., GALLARDO CARRILLO, J., CÁRCELES DÍAZ, E., “Intervención arqueológica en el Castillo de los Vélez (Mazarrón, Murcia)”, XIX Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia, 2008, pp. 169173.

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durante la primavera de 201419. Un ejemplo de la popularidad de este tipo es que fue seleccionado para formar parte del cartel de las fiestas de primavera del año 2014 de la ciudad de Murcia. Su diseño realizado por Severo Almansa se basa en las pequeñas figuras de barro que se regalaban en estas fechas.

Figura 6: Representación femenina encontrada en el Castillo de los Vélez, Mazarrón (ss. XVIII-XIX).

Comentario de las piezas 3 y 4: Como hemos visto las representaciones femeninas presentan una problemática en cuanto a su datación, ya que repiten modelos desde la antigüedad. Estos dos ejemplos podríamos datarlos entre los siglos XVIII-XIX. Las piezas aparecieron en nivel superficial. Seguimos las observaciones de Elvira Navarro y Alfonso Robles en el trabajo citado. También contamos con otro conjunto hallado en la ciudad de Murcia y datado entre los siglos XVII-XIX, que, aunque no está estudiado puede corresponder con modelos similares, haciendo referencia a figuras vestidas “con ropajes y tocados propios del siglo XVIII, y otras desnudas con los brazos en cruz que parecen muñecos destinados a los juegos infantiles”17. Por otra parte, esta tipología constituye un precedente de las denominadas en Murcia “muñecas de vestir” o “muñecas del hilero”, figurillas populares que se han mantenido hasta mediados del s. XX. El trapero o hilero recorría las calles de Murcia con un puesto ambulante, en que llevaba piezas de menaje y juguetes de distinto material que cambiaba con los niños por trapos y alpargates usados18. Un ejemplo de esta muñeca ha formado parte de la exposición realizada en el Museo de la Ciudad (Murcia), Tesoros Velados

17

RAMÍNEZ ÁGUILA, J.A., "Excavaciones en dos solares unificados entre las calles Andrés Baquero, Pinares y Callejón de los Peligros de Murcia", Memorias de Arqueología 12 (1997), 2002, pp. 571-598. En concreto p. 596. 18 SERRANO VÁREZ, D., "El hilero", Cangilón. Revista etnográfica del Museo de la Huerta de Murcia, 15, 1997, pp. 22-24.

3. Consideraciones finales El estudio arqueológico de figurillas, miniaturas y juguetes es una temática en auge, pues en los últimos años están apareciendo trabajos de análisis y clasificación. Las terracotas antiguas tienen mayor tradición de estudio, aunque las catalogaciones deberían revisarse a la luz de los nuevos hallazgos. Las figuras medievales y modernas, especialmente estas últimas, cuentan con una menor producción historiográfica. En el caso de las figurillas modernas existen dos cuestiones para su estudio. En primer lugar la datación, siempre compleja, siendo clave los hallazgos con estratigrafía. En segundo lugar su interpretación que tiende a relacionarse directamente con la infancia y los juguetes. No obstante podría ser más complejo, dependiendo de la pieza. Un estudio novedoso es el realizado por R. Mills, quien ha hecho de las miniaturas su campo de estudio20. El autor revisa diversas publicaciones arqueológicas y bases de datos que hacen referencia a miniaturas de los siglos XVIII-XX y se replantea la inmediata relación que se hace de las miniaturas con juguetes de la infancia. Este autor propone una idea más general de para qué servían y quién los utilizaba. Propone la creación de una arqueología contemporánea de las miniaturas. Concluye diciendo que los arqueólogos deben evitar los estereotipos de significados asociados con las miniaturas. Las personas desde el inicio de los tiempos han necesitado tener cerca miniaturas diversas, que muestran distintos planos de la realidad: ocio, risa, nostalgia, protección, decoración, etc. Por encima de todo, para el autor, la miniatura es un objeto que transmite sentimientos, emociones, creencias e ideas. Un tema al que se le debe prestar la atención que se merece, relegado hasta ahora a un lugar anecdótico.

19

HERRERO PASCUAL, C., "Los juguetes del hilero", Colecciones del Museo. Escultura y Etnografía, Murcia, Ayunt. Murcia, 2014, pp. 40-42. 20 MILLS, R., Miniatures in historical archaeology. Toys, trifles and trinkets re-examined, University of Leicester, School of Archaeology and Ancient History, 2010.

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BESTIARIO POPULAR MURCIANO. LA PRESENCIA DE ALGUNOS ANIMALES EN NUESTRA CULTURA TRADICIONAL Gregorio Rabal Saura

Al igual que sucede en otros ámbitos y parcelas de nuestra cultura tradicional, en campos como la etnozoología o la biología popular resulta cada vez más difícil acceder a los últimos vestigios de lo que ha sido la cultura generada a partir de la estrecha y fecunda relación entre el hombre y los animales. En sociedades como la nuestra, los datos que ilustran dicha relación son cada vez más difusos y escasos, y la pérdida acelerada y definitiva de los mismos ha dejado de ser una amenaza para convertirse en una incontestable realidad. Sin duda el olvido, la falta de transmisión de la sabiduría popular generada en torno a los animales, la desvinculación y el alejamiento del hombre del entorno natural y la racionalidad que se ha ido imponiendo a la hora de analizar ciertas manifestaciones de cultura tradicional, tachadas secularmente de supersticiones, se encuentran detrás del acelerado proceso de pérdida de los elementos sustanciales, y también de los matices, que han conformado la relación hombre-animal, dejando un vago recuerdo del papel trascendental que ha tenido en la configuración del pensamiento de sociedades, pueblos y culturas a lo largo de la Historia. En este artículo queremos dejar constancia de lo que han supuesto los animales para nuestras comunidades rurales, de la significación que han tenido en aquellas facetas de su vida que trascienden los aspectos más directamente relacionados con la subsistencia material. Rastreamos, a través de la información obtenida de forma directa por medio de entrevistas con nuestros mayores, fuentes vivas de información, el simbolismo que a lo largo del tiempo han tenido los animales en la cultura, representando valores, vicios y virtudes propios del ser humano; el papel que han jugado en nuestro folclore; el valor terapéutico que se les ha otorgado siguiendo antiguas creencias relacionadas con la existencia de fuerzas ocultas que habitan en los seres y en los objetos; la generación de términos y nombres específicos, capaces de ordenar la abundante variedad de plantas y animales presentes en el entorno natural en el que el hombre desarrollaba sus actividades cotidianas, interactuando de forma permanente con ellos; entre otros muchos aspectos. Percibimos también la ambivalencia que parece haber sustentado a lo largo del tiempo la convivencia entre el hombre y los

animales, mezclándose de forma pareja, actitudes y sentimientos de repudio, de respeto, de admiración, de simpatía e incluso de dependencia no solo material, sino también religiosa o espiritual en relación a ciertos animales. La necesidad de acomodarnos a un espacio determinado nos obliga a abordar de un modo breve lo que ha sido la presencia del animal en nuestra mentalidad popular, seleccionando unas pocas especies propias de nuestra fauna, salvo el lobo, pertenecientes a los grupos más importantes del reino animal. El criterio de selección que hemos utilizado se basa en el hecho de ser especies bien conocidas y que mantienen aun la carga simbólica forjada desde hace milenios en torno a ellas, enriquecida y ampliada con el paso del tiempo hasta convertirse en imágenes estereotipadas que forman parte de nuestro imaginario colectivo. Se trata, en definitiva, de animales sobre los que recaen creencias que, a pesar del paso del tiempo y del tamiz impuesto por la cultura cristiana, nos trasladan en algunos casos y de un modo sorprendentemente casi idéntico, a creencias existentes en las sociedades griega y romana de la Antigüedad, en las que vivieron autores como Aristóteles, Claudio Eliano, Plinio, Opiano, entre otros, que en su momento dejaron constancia de ellas y que nosotros, después del tiempo transcurrido, aun las podemos traer de la memoria para convertirlas en palabra, materializándolas de algún modo y haciéndolas, si cabe, un poco más eternas.

El leopardo del Bestiario de Rochester (siglo XIII).

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CREENCIAS POPULARES EN TORNO A LOS ANIMALES Los vínculos que los hombres y mujeres de nuestros pueblos han establecido con el reino animal, se concretan en manifestaciones pertenecientes a campos muy diversos y diferentes. En general, el mayor volumen de elementos de cultura tradicional relacionados con animales pertenece a creencias de muy diversa índole, algunas de las cuales tienen que ver con aspectos como el comportamiento (alimentación, reproducción…), con la apariencia externa (plumaje, tamaño, morfología externa, etc.) y con el hábitat que ocupan y donde es más fácil su observación. Todas estas apreciaciones tienen un gran valor, pues nos permiten calibrar, entre otras cosas, el ajustado y preciso sentido de la observación del hombre del campo a la hora de describir e identificar a las especies vegetales y animales de su entorno. Por otro lado, el animal, al que se cree poseedor de propiedades innatas al igual que el resto de elementos de la naturaleza, puede convertirse, sobre todo a través de ciertos órganos, miembros o desechos corporales, en un recurso terapéutico contra la enfermedad o contra lo desconocido y misterioso, echando mano de ellos como amuleto. Además, no es menos importante el papel que tienen los animales como protagonistas de cuentos, leyendas, fábulas, canciones y otras manifestaciones de nuestro folclore más popular, muy diverso y ajustado a las especificidades ambientales y faunísticas de cada una de nuestras comarcas. REPTILES CULEBRA La culebra simboliza el principio de la renovación anual, concepto identificado en el ámbito popular con el proceso mediante el cual estos reptiles cambian anualmente su piel, la camisa como se la conoce en nuestro medio rural. Su identificación con el mal encarnado en la figura del Diablo, acompaña las referencias inmediatas al inquirir sobre las creencias y supersticiones relacionadas con los ofidios que habitan nuestros campos y montes, en especial sobre la especie Malpodon monspesulanus, la llamada culebra bastarda. En general, existe una aversión irracional hacia estos animales que lleva de forma inmediata a intentar darles muerte, pese al valor que se les reconoce como eficaces controladores de las poblaciones de roedores, tan perniciosos para la agricultura. En este sentido, en muchos lugares de nuestra Región no se molestaba a las culebras que merodeaban por los alrededores de

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las casas de campo, incluso se cogían y se soltaban en las estancias destinadas al almacenamiento de la cosecha o de la paja y el forraje para el ganado o se introducían en las galerías que excavaban los topos en medio de las parcelas de alfalfa y de otros cultivos. Sin embargo, los prejuicios generados por su simbología maligna siguen prevaleciendo sobre cualquier otra consideración, sustentando un amplio repertorio de supersticiones generadas alrededor de la imagen de estos reptiles, acuñadas muchas de ellas en los primeros siglos del Cristianismo. No enjuga esa imagen ni el hecho de ser el mejor aliado del campesino en su lucha contra los roedores, como señalábamos anteriormente, ni los beneficios para el hombre y para los animales que, presuntamente, se derivan del uso de la culebra en preparados de medicina y veterinaria populares utilizando su carne, su grasa o su piel. Pese a la imagen acuñada por la cultura cristiana, aún es posible rastrear creencias relacionadas con la culebra, pertenecientes al sustrato grecorromano de nuestra cultura tradicional. Concretamente, en El Sabinar (Moratalla) se recuerda que, antiguamente, se decía que los pelos de la cola de una caballería, tras permanecer algún tiempo en el agua, acababan convirtiéndose en pequeñas culebras. Solo sufrían esa transformación aquellos pelos arrancados de la cola del animal, cuya raíz constituía la cabeza de los nuevos seres, según opinión de nuestros informantes. Se trata de uno de los ejemplos usados por Aristóteles para argumentar su teoría de la reproducción no sexual de los animales, base de lo que posteriormente sería la teoría de la generación espontánea. También está muy presente en nuestra tradición popular la creencia que nos habla de la existencia de culebras que destacan, además de por su gran tamaño, por presentar pelo dispuesto a lo largo de su sinuoso cuerpo. Tal aseveración, como sucede con otras tradiciones y leyendas relacionadas con animales, se fundamenta como veraz al tratarse de encuentros sucedidos a personas que hemos entrevistado, capaces de describir con precisión el color del pelo y hasta su disposición sobre el lomo del animal. Se ha intentado dar una explicación racional a semejante creencia muy extendida en todo el territorio español. El propio Félix Rodríguez de la Fuente afirmó en su momento que podría tratarse de la observación de meloncillos (Herpestes icnneumon), o musarañas (Crocidura russula), animales que suelen desplazarse en fila serpenteando velozmente entre la maleza. Otros autores señalan que podría tratarse de culebras que están mudando la piel, de forma que la secreción que emiten para desprenderse de la camisa, podría mezclarse con briznas de hierba, pequeñas ramitas que al quedar adheridas al

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cuerpo del animal pueden dar la sensación de pelos o mechones. También tiene un larguísimo recorrido histórico la creencia en el poder de fascinación de la culebra, capaz de paralizar tanto a los animales que le sirven de alimento, especialmente a las aves, como a las propias personas. Para ello, se dice que la culebra “echa el aliento”, un flujo paralizante e invisible que emite el animal por la boca, en la que juega un importante papel la lengua bífida de los ofidios. Para ilustrar esta creencia traemos a colación dos ejemplos de este tipo de relato, muy difundido por toda la geografía regional. Junto a ellos, aportamos la descripción que hace Claudio Eliano sobre el mismo asunto.

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reproducción vivípara de este reptil y, por otro, con el enfrentamiento entre la víbora y otros reptiles, habitualmente con un lagarto.

Una mujer “venía por en medio de dos bancales de trigo, que estaba el trigo alto, alto, y la mujer dice que se le pararon los pies y que no podía andar y ella querer andar y viéndolo todo, y dice: “¿Qué me pasa a mí?” Y entonces miró un poco más adelante y por encima del trigo dice que vio un pájaro revolar, revolotear, el pájaro sin irse na más que revoloteando (…) y entonces dice que vio la cabeza de la culebra así por encima del trigo. Cuando el pájaro descendió, la culebra desapareció y la mujer siguió andando (…)” (Recogido El Sabinar, Moratalla). “(…) una persona, por ejemplo andando, y de momento no poder caminar, no poder porque había una culebra echándole el aliento y no puede moverse (…). Siempre decían: “Ten cuidao con la culebra que si te echa el aliento te paraliza y hace lo que quiere de ti”” (Recogido en Mazuza, Moratalla). “(…) apoyan en tierra parte de sus anillos y, levantando el resto del cuerpo y extendiendo quieta y silenciosa el pescuezo, abren la boca y, con su aliento, que es como un hechizo, atraen a los pájaros. Y los pájaros descienden, enteritos y con sus plumas, a sus estómagos, atraídos por el aliento de la serpiente” (Claudio Eliano, Hist. Anim. II, 21). VÍBORA La imagen de este reptil se configura básicamente en relación a su carácter venenoso y al peligro que suponía recibir su picadura en medio del campo, lejos de cualquier caserío o aldea. Algunas tradiciones se centran en la exageración de ese carácter ponzoñoso y en destacar algunos rasgos de su morfología, como el tamaño, la forma de la cabeza o las supuestas diferencias entre ejemplares macho y hembra. Sin embargo, lo más destacado de la víbora en nuestra tradición popular son dos relatos que tienen que ver, por un lado, con la

Imagen de víbora en la Nariz de Salchite, (@J. Ocharán Ibarra)

El primero de ellos está basado en la teoría transmitida desde la Antigüedad, según la cual la víbora concebía por la boca, cortándole la cabeza al macho en el momento de la cópula. Más tarde, los viboreznos se encargarán de vengar la muerte del padre, desagarrando el vientre de la madre al nacer. Al parecer es Heródoto (Hist. 3. 109) el primero en hacerse eco de esta forma de reproducción de la víbora, transmitiéndose a través de otros autores griegos hasta llegar al mundo romano. Plinio el Viejo la menciona en Hist. Nat., X, 169, deteniéndose en explicar la causa de la muerte de la víbora en el momento del parto: la impaciencia de los últimos viboreznos en nacer, los cuales, ante la lentitud en salir (a razón de uno por día, según el propio Plinio) de sus hermanos, desgarran los costados de la madre causándole la muerte. El relato que hemos recogido en la comarca del Noroeste, se formuló incluso en forma de adivinanza, como la que nos referían en El Sabinar:

“Una doncella muy bella, en un jardín muy florido al quedarse embarazada, le da muerte a su marido. Los hijos que se enteran de la muerte de su padre, antes de venir al mundo, le han dado muerte a su madre.”

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El otro relato, narra el enfrentamiento entre la víbora y el lagarto, sustituido en alguna versión por una culebra. El lagarto, como contrincante más débil, abandona de vez en cuando la lucha para restregarse en una planta que el propio animal reconoce como antiponzoñosa, en la que deja el veneno inoculado por la víbora, adquiriendo fuerzas renovadas para regresar al combate. El lagarto perece cuando alguien que está observando la escena, arranca la planta evitando así que el animal se beneficie de las supuestas virtudes de la planta contra el veneno. En nuestra región esa planta es Eryngium campestre, panicardo, cardo de sombrilla, cardo setero o cardo blanco, según nuestra terminología popular. El relato, que encontramos en Claudio Eliano y en Plinio, reproduce una teoría muy arraigada en el mundo antiguo, el propio Aristóteles la formula y la ilustra con numerosos ejemplos, según la cual los animales reconocen, al igual que el hombre, aquellas plantas medicinales que presentan virtudes curativas, capaces de curarles cuando se encuentran enfermos o, como en este caso, para restañar las heridas producidas en enfrentamientos y combates con otros animales.

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SAPO En nuestra tradición popular el sapo, conocido con el nombre de escuerzo (Bufo bufo, Bufo calamita) destaca por el poder de su veneno; por su aspecto desagradable y por las secreciones de su piel. En este sentido, es creencia generalizada que lanza su veneno, conocido con el nombre de zamploña, cuando se le incomoda o molesta. Por tratarse de un animal nocturno y venenoso se le ha encuadrado dentro del grupo de los animales vinculados con el Maligno y sus siervas las brujas. Durante la Edad Media, la presencia de sapos en las casas de supuestas brujas, era prueba irrefutable de trato con el diablo. En el Noroeste se recuerda que algunas vecinas que habitaban en algunos de los caseríos más apartados de ese entorno, guardaban en su casa escuerzos que utilizaban en la preparación de pócimas y hechizos, una utilidad no muy distinta a la que le dieron las mujeres tildadas como brujas en los siglos oscuros del Medioevo. En otros relatos, se pondera la imagen negativa del sapo destacando su carácter vengativo.

ANFIBIOS SALAMANDRA A la salamandra (Salamandra salamandra) se la conoce en todo el Noroeste murciano con el nombre de tiro. Su carácter venenoso, anunciado por medio de su piel caracterizada por una llamativa distribución de manchas amarillas sobre un fondo negro, se ha formulado en expresiones como “el tiro, un suspiro”, o “la picá del tiro, un suspiro”, aludiendo a la rapidez con que llegaba la muerte después de la picadura, o esta otra: “el tiro, la aguja y el hilo”, en alusión a que el afectado ya podía ponerse a la tarea de coser la mortaja. El líquido lechoso que exuda a través de sus glándulas parótidas y otras distribuidas por su cuerpo, calificado de altamente tóxico, hace de la salamandra un animal especialmente peligroso en nuestra tradición popular. Sin embargo, en ninguna de las poblaciones donde hemos recogido información de este anfibio, se alude a ello. La peligrosidad se relaciona con la capacidad del animal de lamer la piel de una persona hasta hacerle sangre, momento en que se producía el envenenamiento. Una explicación formulada en la línea de lo expresado por el médico griego Dioscórides en su Materia Médica, al destacar la capacidad de la salamandra para corroer y llagar la carne.

Especie de sapo aparecido en Águilas AVES CUERVO En nuestro imaginario popular, el cuervo (Corvuscorax), conocido también con el onomatopéyico nombre de Juan, tiene una imagen negativa forjada a partir del color de su plumaje uniformemente negro, color relacionado con la muerte. También por aprovechar como alimento la carroña de reses y caballerías que al morir eran abandonadas en medio del campo, lejos de aldeas y caseríos. Recordemos en este sentido, que la carne de cuervo no se comía precisamente por el tipo de alimentación del animal, aunque se enmascare este tabú con una serie de creencias que hacían del cuervo un ave a la que no se daba caza, contraviniendo así el viejo refrán: “ave que vuela, a la cazuela”. Como ejemplos, podemos señalar aquellas creencias que consideran al cuervo como un animal sagrado, al afirmar que el color

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negro de su plumaje es una muestra de luto por la muerte de Jesucristo. En Morata (Lorca) es el argumento que explica por qué a los cuervos no se les disparaba. Pero también las hay que lo identifican como un ave funesta, como en Campos del Río, donde creen que el cuervo formaba parte de la cohorte de animales ominosos que acompañaban a las brujas en sus desplazamientos nocturnos. Concretamente, señalan que su presencia anticipaba la llegada de las brujas a un determinado lugar. En este sentido, en Doña Inés (Lorca) el cuervo tiene una consideración de ave maldita que arranca también del suplicio de Jesús en la cruz. Allí, explican que nadie quiere al cuervo, que su carne es despreciable debido a lo siguiente: “Cuando el Señor lo crucificaron, estaba muerto de sed y le pidió agua (al cuervo) y dijo que iba a darle. Y entonces en puesto de darle agua, le llevó hiel y vinagre, el cuervo al Señor. Y entonces el Señor le dijo: - Maldito seas. Por eso la carne de cuervo ni se come, ni ná…”

Cuervos en silueta al atardecer

A todo ello se añade el papel de ladrón que también se le atribuye en nuestra tradición popular. No obstante, en ocasiones se le aprecia por su inteligencia, una cualidad, por otro lado, propia del pícaro, del ladronzuelo, de la que participan otros córvidos que habitan nuestros campos y montes, especialmente la urraca (Pica pica); y por extraer de él algún que otro recurso terapéutico de medicina popular vinculado con la lactancia materna. Sus graznidos se han interpretado como anuncio de infortunio y calamidad, como así se desprende de la locución “cuervos en bandá, hambre y mortandad”, ampliamente conocida en todo el territorio regional. Además, su presencia en los tipos del cuento folclórico de temática animal es amplia. Así, lo vemos enfrascado con su comadre la zorra en la disputa por un queso o un pan; invitándose mutuamente a comer gachas;

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fingiéndose desvalido para medrar gracias a los cuidados de otros congéneres; huyendo a terrenos más abiertos y despejados para evitar los disparos de los cazadores; o vengándose de la raposa al invitarla a unas ficticias bodas en el cielo. En definitiva, son muchos los elementos de folklore que hemos recogido sobre este gran córvido, pero entre todos ellos merece la pena que nos detengamos en una creencia que aún se conserva entre los habitantes de las aldeas y caseríos del Campo de San Juan (Moratalla) según la cual el cuervo no bebe agua en los meses de verano. La explicación, aunque imprecisa, parece apuntar como causa de semejante comportamiento el castigo infringido por Dios al ave por incumplir una tarea que se le había encomendado, que en la mayoría de relatos suele ser comprobar que ha cesado el diluvio y que vuelve a haber tierra firme. En el lenguaje coloquial de la zona, cuando una persona incumple un mandato o un encargo se dice que “ha hecho como el cuervo: irse y no volver” Nos encontramos ante una creencia que presenta una inequívoca vinculación con antiguos mitos y relatos de la antigüedad clásica protagonizados por el cuervo. Claudio Eliano nos dice (Hist. Anim. I, 47) que “a lo largo del verano la sed implacable atormenta al cuervo y, graznando, declara, según dicen, su tormento”. La causa, según Eliano, se debe a que Apolo, que tenía al cuervo por criado, lo envió a que acarreara agua, pero el cuervo voló hasta un trigal olvidándose del encargo. Por este motivo, el dios lo castigó a pasar sed en verano. En otros autores, se encuentra con una higuera cuyos higos estaban verdes, permaneciendo en lo alto del árbol hasta que los higos madurasen. Plinio el Viejo, señala que “los cuervos están enfermos sesenta días al año, sobre todo de sed, antes que maduren los higos en otoño” (Hist. Nat. XXIX, 56). LECHUZA Se trata de una rapaz nocturna que ha despertado una cierta fascinación entre las gentes de nuestro medio rural. La forma de su rostro, al que comparan con la cara de una persona, es uno de los rasgos más destacados de este ave y, aunque no se formule en términos simbólicos, tras esa personificación se encuentran antiguas ideas relacionadas con la mirada reflexiva, sabia y expectante que se atribuye a la lechuza, a lo que se añade la capacidad de ver en la oscuridad. Su vida nocturna, su aislamiento así como su carácter misterioso y huraño y, sobre todo, su voz lastimera, han sido algunos de los elementos sobre los que se ha forjado la imagen de la lechuza como un ave de mal agüero, desempeñando junto con otras rapaces nocturnas como el mochuelo (Athene noctua), un papel negativo en nuestra tradición popular. En este sentido, se dice que alguien va a morir cuando una lechuza se posa cerca de su casa emitiendo un canto lúgubre y lastimero, semejante al llanto de una persona.

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También se cree que la lechuza, a través de los distintos tonos de su voz, canta, llora y ríe en función de la edad de la persona a la que anuncia su muerte. Así, cuando se iba a morir un niño lloraba, cuando era un viejo al que anunciaba su muerte reía, y cuando era un joven el difunto, cantaba. Además, existe un carácter ambivalente en la interpretación del canto de la lechuza: cuando alguien iba a morir, su canto se identificaba como un llanto, mientras que cuando se esperaba el nacimiento de una criatura, se interpretaba que cantaba. Por otro lado, en toda la geografía española se achaca a la lechuza una especial afición al aceite de las lámparas que en otro tiempo iluminaban nuestras iglesias y cementerios. A esos lugares se cree que a acudían las lechuzas a bebérselo. Esta creencia, además de ser del todo incierta, tiene una explicación natural y es que las aves se acercaban a esos lugares con el fin de capturar las polillas nocturnas que acudían a la luz mortecina de mariposas y velas. MAMÍFEROS LOBO Solo en el Noroeste se mantiene vivo aun el recuerdo de las andanzas de los últimos lobos que deambularon por nuestra región. A alguno de esos lobos la familiaridad sustentada en una vecindad forzada y en permanente conflicto, hizo que llegaran a identificarlo con un epíteto específico, tal es el caso del llamado lobo Cano de cuya existencia nos hablaban en Otos (Moratalla). Entre las escasas tradiciones que aún se conservan de este mítico animal, destacamos una que lo caracteriza como un ser astuto y malvado, en la línea de la imagen que nos transmite el Physiologus y que posteriormente se generalizó en los bestiarios medievales. En las aldeas del Noroeste murciano se alude al gesto inocente, juguetón incluso, del lobo que finge revolcarse inocentemente y sin aparentes malas intenciones cerca de un caballo, de una mula o de un asno. Éstos, convencidos de la inocencia demostrada por su ancestral enemigo, se relajan y le imitan confiados, momento que aprovecha la fiera para atacarles y devorarlos. Se trata de un planteamiento simbólico que en nuestra cultura popular se centra en la relación entre el lobo y sus potenciales presas, pero que desde la tardoantigüedad se formula como la actitud manifestada por algunos: el lobo, malvado, astuto, maligno, se finge inválido para luego atacar. De igual modo actúan las personas astutas y tramposas con respecto a las personas buenas y confiadas.

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Lobos en la nieve

En los cuentos populares, la imagen de criatura peligrosa, voraz, presta a urdir cualquier treta para devorar a las ovejas, por ejemplo disfrazándose de pastor, dejando cualquier otra tarea cuando percibe que el ganado está cerca o modificando rasgos como la voz o el color del pelo como sucede en el popular relato del Lobo y los Siete Cabritillos, un magnífico ejemplo de resurrección mágica, se desmorona cuando comprobamos que lo que realmente nos transmiten es el escarnio, el fracaso en las empresas que inicia. En definitiva, la imagen que realmente se proyecta es la de un animal perdedor, del cazador burlado, a pesar del carácter de alimaña con el que se nos presenta. INSECTOS De este amplísimo grupo del reino animal, destacamos a la mariquita (Coccinella septempuntctata) como el insecto que ha tenido un importante protagonismo en nuestro folclore infantil. En todo nuestro medio rural esta especie despierta, de una forma espontánea, una enorme simpatía, sin que se manifiesten opiniones de aversión o rechazo hacia ella. Tal vez, la causa se encuentre en sus efectos beneficiosos para la agricultura, al tratarse de una eficaz devoradora de pulgones y cochinillas, dos de las plagas más frecuentes y perjudiciales para nuestros cultivos. Además de la variedad de fórmulas empleadas hace décadas por nuestras niñas y niños mientras conminaban a la mariquita a que alzara el vuelo, de las que a continuación presentamos algunos ejemplos, también llama poderosamente la atención el amplio número de términos vernáculos que hemos recogido en los distintos puntos de la región, la mayoría de los cuales hacen referencia a Dios o a San Antonio, utilizando también la forma coloquial Antón. Cuquico de San Antón, cuquico del Señor, marranica de Dios, palomica de San

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Antón, serían algunos de los nombres murcianos que designan a este insecto. En sus juegos, los niños cogían una mariquita y poniéndose de cara al sol, recitaban alguna de las siguientes fórmulas mientras empujaban al insecto hacia el extremo de un dedo desde donde alzaba el vuelo. “Cuquica de San Antón, abre las alas y verás a Dios” “Cuquico de San Antón, abre las alas y vete al sol” “Marranica de San Antón, abre las alas y vete con Dios” “Marranica de San Antón abre las alas y vete con Dios y le das recuerdos a nuestro Señor” “Mariquita, ponte el manto y vete a misa” “San Antonio bendito, ramo de flores, a los descoloridos/amarillitos dales colores” Para algunos autores los nombres y las fórmulas usadas para la mariquita, así como aquellas otras canciones y fórmulas dedicadas a otros animales, serían los restos de antiguos ritos en los cuales la recitación de una fórmula constituiría el procedimiento mágico por medio del cual se pretende obtener, en su origen, un fin determinado. Por otro lado, cuando una mariquita se posaba sobre alguien, se creía que era un indicio de buena suerte que podía materializarse en la obtención de un premio en la lotería o en cualquier otro juego de azar. Concluimos esta breve aproximación a nuestra zoología popular recalcando las semejanzas, fácilmente reconocibles, que aún podemos rastrear entre muchos elementos de nuestra cultura tradicional y sus orígenes grecorromanos, sin olvidar la impronta que, a partir de la Edad Media, ejerció el pensamiento cristiano dominante.

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Constatamos una irreversible pérdida de tradiciones, creencias y folclore relacionado con los animales, que podemos asociar con el alejamiento del hombre de su entorno. Un desapego que no es sólo físico, sino también mental e ideológico, que se traduce en ocasiones en cierto rechazo puesto de manifiesto cuando nuestros informantes cuestionan las tradiciones relatadas, o bien cuando se afanan en sustituir la terminología vernácula popular por otra más normativa aunque menos ajustada a la realidad cultural y ecológica del hablante. También en la implantación de un escepticismo que ha calado a lo largo de los años entre la población que en su juventud valoró como ciertas e incuestionables las creencias que actualmente se cuestionan y ponen en duda. La labor de recopilación de los elementos de zoología popular murciana que iniciamos hace un par de décadas, ha puesto de manifiesto la existencia de un rico patrimonio de cultura popular, apenas percibido, cuyo valor reside no solo en el hecho de ser las últimas muestras de un mundo simbólico forjado alrededor de los animales, en el que se mezclan la magia, el mito y la leyenda, sino también en trasladarnos a un pasado remoto cuyos límites podemos fijar en la cultura romana como catalizadora de influencias procedentes de las grandes civilizaciones mediterráneas. La exhaustividad del trabajo que estamos realizando, la aplicación de nuestro método a un marco espacial amplio que pretendemos abarque todo el territorio regional, tal vez nos permita ofrecer, casi a modo de testimonio final, la imagen de lo que pudo ser la mentalidad de nuestras generaciones pasadas en relación con los animales.

Imagen del “Historia Naturae” de Plinio el Viejo

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SOBRE LA PRODUCCIÓN ACTUAL DE CERVEZAS ARTESANAS Cervezas Yakka es a dia de hoy una pequeña empresa que elabora y distribuye cerveza artesana y orgánica prioritariamente en la zona de Murcia. Hacer cerveza, como en verdad hacer cualquier cosa, puede ir desde una mera ocupación parcial del tiempo sin apenas relevancia hasta una actividad profunda sin la que dificilmente puedes definirte y entenderte. Precisamente para “entender” o para abrir un poco la perspectiva cervecera antes de extenderme más en lo que ha sido y es Cervezas Yakka, comenzaré por hacer una exposición de los aspectos más generales de este preciado liquido partiendo de diferentes enfoques. Si además el lector puede beberse una buena birra artesana mientras lee estas páginas entonces quizá consiga no aburrise del todo... • Desde un punto de vista antropológico, se puede constatar como la humanidad ha tenido desde sus origenes una clara tendencia a “drogarse”, a ingerir diferentes sustancias de la naturaleza que provocan estados alterados de conciencia, modificaciones en el metabolismo, cambios fisicos y psiquicos, giros personales, movimientos de recuperación y sanación de enfermendades... Para ello cada cultura ha desarrollado un conocimiento no solo en la búsqueda y la utilización de estas sustancias, sino también en las diferentes prácticas, en complejos métodos de reproducción o de elaboración de sustancias complejas. Desde las culturas chamánicas, tribus aborigenes de australia, indios americanos, medicina tradicional china, tradición ayurvédica, alquimistas medievales, farmacos actuales, laboratorios piratas de LSD ... en definitiva, en cualquier momento histíorico, en cualquier posición social y en cualquier punto de lo ancho de este mundo puede observarse con cierto deleite como la humanidad trata continuamente de conectarse con ese otro mundo incierto a través de sustancias y más aun, a través de todo tipo de rituales, de utilizaciones y de tomas colectivas en las que es el grupo entero, la cultura en cuestión la que regula qué y cómo se recorre este subjetivo camino. De esta forma, la cerveza, y luego ahondaremos un poco en sus origenes, no es sino otra de estas búsquedas que concluyó con éxito y que dio lugar a la elaboración de una bebida alcoholica proveniente de la fermentación de los azucares derivados de los cereales y que desde siempre ha estado asociada a la celebración, al encuentro y a la sociabilidad.

Elaboración de la cerveza

• Desde una perspectiva histórica, la cerveza tal y como la conocemos hoy, con los 4 ingredientes básicos (agua, cereal casi siempre malteado, lúpulo y levadura) empezó a elaborarse en centroeuropa hacia el siglo IX. Es en esta fecha en la que se encuentran los primeros campos de cultivo de lúpulo en los alrededores de monasterios y lugares en los que se fabricaba cerveza. Previo a este momento, lo que encontramos son diferentes bebidas alcohólicas fermentadas desde el cereal y aderezadas con diferentes raíces y plantas del terreno que dan lugar a un abanico si cabe aun más amplio que el actual en cuanto a diferentes tipos y clases de cerveza. Las primeras referencias históricas sobre la elaboración de cerveza apuntan a los pueblos egipcios y sumerios hacia el año 3.500 a. C., donde por lo visto la cerveza era el resultado de fermentar el caldo que resultaba de meter en agua panes de cebada. Sin embargo la mayoría de los historiadores coinciden en que bebidas más o menos parecidas a este caldo llevaban acompañando a los pueblos desde el 6000 o 10.000 a. C. a la par que la incorporación del pan como alimento. Más allá de la discusión infructuosa sobre el año de origen, lo que esto viene a evidenciar es la gran importancia de esta bebida en nuestra Historia y como a través de su estudio pueden entablarse estrechas conexiones y entenderse interesantes capítulos de nuestro pasado. Acercándonos a nuestra geografía, la cerveza tiene relevancia en la península ibérica desde los pueblos celtas con tradición europea. Sin embargo los años de provincia del imperio romano introducen una fuerte cultura vinícola donde los saberes, los cultivos y los esfuerzos se redirigen a este nueva bebida (prima hermana por otro lado de la cerveza en tanto que fermentable) sentando las bases de la gran cultura, conocimiento y afición que se tiene en la actualidad por este preciado brebaje.

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La tradición cervecera por tanto en España, salvo algún episodio anecdótico como el reinado de Carlos V, es casi inexistente hasta que a finales del siglo XIX con la revolución industrial empiezan a abrir las principales fábricas de cerveza de la actualidad (Moritz, Mahou, Cruzcampo...).

Consumo colectivo de cerveza artesana en Bar Abrewadero

• Todo lo anterior nos lleva a un ultimo enfoque más situacionista del aquí y del ahora donde podemos ver que la llegada en España de las industrias cerveceras no es como en otros países europeos (que mejor ejemplo que Bélgica) donde la tradición popular y la elaboración artesanal de cerveza van dando un giro (más o menos brusco) hacia una sofisticación y rentabilización de los procesos de producción con un aumento incluso de la calidad, la posibilidad de recuperar recetas antiguas, etc, sino que en la Península, al carecer de esta cultura cervecera, la industrialización llega con un claro propósito económico, a manos de gente que sabe hacer dinero más que cerveza y que termina ofreciendo un producto de calidad mala que solo hará que empeore, de coste bajísimo y de paladar aburrido. Sin embargo, este panorama de una industria cervecera que aplicando criterios de rentabilidad va poco a poco minando la tradición cervecera y monopolizando el mercado cervecero con una oferta pobre y reducida va a sufrir en la época más reciente un cambio brusco. Es en Norteamérica en los años 70 del siglo XX cuando se produce un fenómeno cultural generalizado en el que desde el ámbito doméstico hasta la industria cervecera comienza a rescatarse la cerveza artesanal y por tanto la cultura cervecera en general. Este proceso que arranca en esa década tiene una evolución frenética (en EE.UU se ha llamado Revolution Craft Beer) y sigue creciendo a día de hoy ampliando cada vez más el interés de los consumidores en las cervezas de calidad, conquistando una considerable cuota de

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mercado y generando una oferta cervecera donde los diferentes estilos, versiones, recuperaciones de recetas clásicas, e innovaciones están la orden del día. Esta “Revolución cervecera” no solo crece en el país pionero sino que rápidamente se extiende a otros países de Europa como Italia, y en ultimo lugar España, en los que rápidamente se despierta esta nueva forma de entender la cerveza, desde la elaboración hasta el consumo. Este apresurado resumen, no falto de huecos y lagunas, pone de manifiesto que elegir a día de hoy el oficio de cervecero, fundar tu propia cervecera o simplemente aficionarte a beber buena birra, es formar parte de una compleja historia y tener la suerte de poder escribir tu propio capitulo y de hacer tu humilde pero inigualable aportación. El capitulo de Cervezas Yakka comienza supongo en su primer lote, Junio de 2009. No obstante, nuestro primer contacto con la cerveza artesana se remonta al año 2001 a un viaje a Cataluña, pionera del sector dentro de la península. Desde entonces un sueño aletargado y bien conservado ve la luz años después tras algo de formación autodidacta y partiendo de una inversión de no más de 500€.

Taller de elaboración del producto cervecero

Desde un principio el propósito fue elaborar y disfrutar de cerveza buena, elaborada artesanalmente, con recetas creativas diseñadas en exclusiva para ir sorprendiendo (nos) con diferentes sabores, matices, sensaciones, y colocones que dan mil vueltas al espectro clásico ofrecido por las grandes cerveceras. En 2010 se funda Iniciativas Ecológicas Yakka, la asociación que dará consistencia, respaldo y vida a la marca hasta la actualidad. Los socios/as han ido aumentando en número (al igual que el interés por el sector en los últimos años), mientras que la parte estrictamente laboral se ha ido concentrando básicamente en un modelo de empresa familiar, pequeña y sostenible. El desarrollo de proyectos de este tipo encierra grandes dificultades. Por una lado está la poca viabilidad que proyectos locales, sostenibles,

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de economía social, respetuosos con el medio, con relaciones laborales dignas, etc... tienen en la actual crisis generada por unos poderes políticos que han guiado nuestros países y economías según las directrices de los grandes mercados globalizados. Los pequeños comercios, las empresas locales, las iniciativas decentes han caído bajo el yugo de sistemas que favorecen la gran superficie, la competencia agresiva, los comercios multinacionales .... En el gremio cervecero, la mayoría de la cerveza que bebemos en este país nutre economías de grandes grupos cerveceros pertenecientes a su vez a grupos todavía más grandes que monopolizan la oferta cervecera con sus aburridas rubias de lata, pilsen sin alma tan malas como baratas. Por otro lado, el elemento geográfico, el tratar de crear una marca de cerveza en “tierra de vino” conlleva la complicación de trabajar en un país con una cultura cervecera casi inexistente en el pasado y acaparada por el consumo de las lager al uso en el presente. Y por ultimo, otro elemento más legal o incluso político que hace pasar serias dificultades a las cerveceras artesanas al tener que cumplir y regirse por las normativas y los requisitos legales aprobados a medida de las grandes cerveceras que suponen no solo un coste económico y un esfuerzo desproporcionado por parte de los cerveceros, sino también una intromisión en las maneras propias de trabajar de cada cual, en las especificidades de cada proyecto local, en las decisiones últimas que cada cervecero toma acerca de su producto y de sus quehaceres. No hay que olvidar que el sistema económico esta hecho a medida de comidas, bebidas y productos fabricados a gran escala, sin personalidad, sin especificidad que promueven una homogeneización social en las formas de vida y de alimentación, y que financian grandes sistemas de producción y en muchos casos de explotación de los recursos naturales incluidos los humanos. Así, en este contexto tan interesante, hemos venido desarrollando nuestra actividad durante los últimos 5 años largos. Hemos asistido al desarrollo espectacular de este sector que ha pasado en los últimos 5 años de contar con varias decenas de cerveceras en toda España a haber superado las 300 cerveceras, con miles de referencias en la calle. Hemos trabajado duro y ya tenemos a nuestra espalda un largo camino, más de 200 lotes elaborados, decenas de recetas, decenas de miles de litros de cerveza repartidos, una marca con cierto reconocimiento local y nacional y sobre todo mucha gente ya cruzada en el camino desde compañeros de gremio hasta

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consumidores puntuales que han ido poniendo el sentido final a lo que hacemos. Y sin embargo, pese a esta “antigüedad”, estamos todavía empezando, seguimos encontrando nuestro hueco, haciendo las cosas con cariño y aguantando chaparrones como podemos, sabedores, eso si, de que las penas con buena birra, son menos.

Los cinco tipos de cervezas Yakka

Centrándonos un poco en nuestra oferta cervecera, tenemos unos 6 tipos diferentes de cerveza en el mercado: La HUMO, una rubia de trigo con una final ahumado, YAPALE versión de una pale ale inglesa con fuerte lupulización, GERMAN ALE en producción ecológica tostada amable, YAKKA BROWN oscurita, algo más alcohólica y con un macerado de ron, madera y vainilla y la BEYAKKA, una negra intensa que apuesta fuerte a todos los palos. Sacamos a la calle unos 1000 litros mensuales parte de los cuales los servimos directamente en una docena de ferias cerveceras en diferentes lugares, organizamos nuestro propio festival cervecero anual en Murcia (el YAKKA FESTIVAL), tenemos nuestro propio tema cervecero (puedes oirnos en https://www.youtube.com/watch?v=KOyD5C6e6oA ), damos cursos de formación y de elaboración, asistimos a jornadas y encuentros y tratamos en definitiva día a día de seguir ofreciendo no solo buena birra sino también una aportación más integra en la que sintamos que hemos puesto nuestro grano de arena en este gran cambio cervecero al que pertenecemos.

Luis, maestro cervecero.

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