OBAMA Y CLINTON NEGOCIAN UN FINAL AMISTOSO PARA UN DUELO HISTÓRICO

August 16, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Barack Obama, Bill Clinton
Share Embed


Descripción

OBAMA Y CLINTON NEGOCIAN UN FINAL AMISTOSO PARA UN DUELO HISTÓRICO
Fernando Álvarez Simán*

http://mx.geocities.com/feralvarezsiman/








Lo importante no es la fuerza con la que midas el poder, sino contar con el
justo equilibrio para ejercerlo correctamente.

Tras cinco meses de lucha sin cuartel por la nominación demócrata como
candidata a la Casa Blanca, la senadora por Nueva York, Hillary Clinton, se
ha dado por vencida. La ex primera dama ha anunciado oficialmente que
abandona su campaña y ha prometido a Barack Obama que le dará su apoyo,
pidiendo a los 18 millones de personas que la han apoyado que den ahora su
respaldo al candidato afroamericano, para lograr el objetivo de que el
senador por Illinois llegue a la Casa Blanca. Nada más simbólico que
apropiarse del lema de su rival, el ya célebre "Sí, podemos", para animar a
los suyos a votar al primer candidato negro con posibilidades de llegar a
la Casa Blanca. Los seguidores de Barack Obama y de Hillary Clinton deben
entender que, pese a la lucha interna, al final son del mismo partido y que
la batería debe ser dirigida contra el republicano John McCain. Hillary
Clinton, que soñaba con ser la primera mujer elegida a la presidencia de
Estados Unidos, le dio este sábado 7 de junio todo su respaldo a su rival
demócrata Barack Obama, al finalizar formalmente su histórica campaña por
la Casa Blanca. Por otro lado Barack Obama ha decidido tomarse este fin de
semana libre, antes, de salir celebró una reunión secreta con Hillary
Clinton en Washington destinada a poner fin en los términos más amigables a
lo que ha sido uno de los grandes duelos políticos de la historia
demócrata. No ha trascendido si lo consiguió o no, pues la reunión,
mantenida en la noche del jueves, se llevó con gran discreción y sigue
siendo tratada informativamente con mucho cuidado por los representantes de
ambos candidatos pero esta encaminada hacia los trabajos que hay que hacer
para triunfar en noviembre. El lugar escogido para el encuentro fue la casa
de la senadora de California Dianne Feinstein, una buena amiga de Clinton.
Ese detalle es en sí mismo una muestra de generosidad de parte de Obama,
quien, siendo ya el candidato oficialmente ganador, podría haber forzado a
Clinton a encontrarse en sus oficinas de Chicago. Obama está haciendo
varios esfuerzos para permitir a Clinton una retirada digna. Uno de ellos
es, precisamente, el de apartarse de los focos durante un fin de semana y
dejar todo el escenario para Clinton, que hoy sábado se despide de su
público y de esta carrera en un acto que pretende ser de masas en el centro
monumental de Washington. Otro de los gestos de Obama hacia Clinton es el
de reconocerle, formalmente, sus magníficas condiciones para ser
vicepresidenta. Clinton ha correspondido a esos halagos disminuyendo un
poco su empujón para ser parte del paquete final. Ésa es una decisión que
le corresponde tomar a Obama y sólo a Obama, dijo la ex primera dama. Por
debajo de la galantería, Obama y Clinton tienen, sin embargo, una difícil
negociación entre manos. No sólo en cuanto a la vicepresidencia, que es lo
más difícil, sino en muchos otros aspectos que tienen que ver con el futuro
de Clinton, como es su situación financiera con una deuda cercana a los 20
millones de dólares. Además del dinero, Clinton intenta saber cuál será su
papel en la eventualidad de una Administración Obama. Podría conformarse
con volver al Senado y labrarse allí una carrera de prestigio e influencia,
como lo ha hecho Ted Kennedy. Pero ése no va a ser un papel fácil para una
persona tan controvertida y protagonista como Hillary Clinton. Los rumores,
colocan a Clinton, de no salir para la vicepresidencia, en un lugar de la
Suprema Corte de Justicia. Ése es un cargo con la categoría más que
suficiente para poner fin a una vida política y a una distancia prudente de
la Casa Blanca.
Para los demócratas de todas las tendencias, la conclusión de las primarias
debería alentar a la reflexión más que a la recriminación. Ahora es el
momento de escuchar el consejo calmado que no puede oírse en medio del
ruido del combate, y de pensar. Hillary Clinton tiene que pensar cómo debe
preservar lo mejor de su campaña sin arruinarlo todo. Barack Obama debe
considerar cómo lograr unir a su partido para las elecciones. Mientras
tanto, sus partidarios pueden respirar profundamente e intentar imaginar
cómo se sentirán el 5 de noviembre si John McCain gana la presidencia por
no ponerse de acuerdo. Nada podría ser más ingenuo que esperar que la
política sea gobernada por la ley de oro, aun dentro de un partido cuyos
líderes y activistas supuestamente comparten los mismos ideales. Pero como
ejercicio mental, creo que los partidarios de Clinton y Obama deben pensar
cómo desearían que se comportase su adversario si se revirtieran las
posiciones, si de alguna manera ella lo hubiese derrotado por una mínima
diferencia. ¿No esperaría la gente de Clinton que sus opositores aceptasen
y hasta celebraran el carácter histórico de su triunfo? ¿No esperaría la
gente de Obama que su hombre fuese el primero en la lista para la
nominación vicepresidencial y tal vez hasta hicieran circular una petición
a su favor? ¿No buscarían los perdedores magnificar el significado de su
cruzada? ¿No esperarían los ganadores que este esfuerzo no opacase su
victoria? Es natural lamentarse en la derrota. Pero todavía hay unas
elecciones en el futuro cercano con las consecuencias más profundas para
las mujeres, las minorías, las familias trabajadoras de todos los orígenes
étnicos y credos y, para el caso, también para el resto del mundo. La
decadencia generada por la administración Bush deja poco espacio para la
indulgencia en las luchas partidistas y la política de identidad entre hoy
y el día de las elecciones. La razón comienza con el reconocimiento de que
Obama ganó justamente la nominación demócrata, de acuerdo a las leyes y
reglas que han gobernado al partido demócrata por años, y que todos los
candidatos aceptaron cuando comenzó este ciclo. Él recaudó más dinero que
Clinton, a pesar de los alardeos tempranos de su campo cuando afirmaron que
sólo su recaudación de fondos aseguraría su nominación, y organizó su
campaña más metódica, estratégica y efectivamente que ella. Obama reconoció
que la atmósfera política en Estados Unidos había cambiado, ella no lo
hizo, o al menos no hasta que fue demasiado tarde. Ciertamente, Obama se
benefició de la misoginia y la mala educación de los reincidentes golpes a
Clinton en los medios y del amplio sexismo cultural. Pero él no puede ser
más responsabilizado por la deplorable existencia de todo ello, de lo que
Clinton puede ser culpada por el racismo que motivó a algunos de sus
votantes. La campaña de Obama se hubiera podido comportar más atenta y
consistentemente en ciertos momentos pero, nuevamente, se puede decir lo
mismo de la de Hillary. Si los partidarios de Clinton deben aceptar que la
victoria de Obama es legítima y justa, entonces los de él deben evitar
exigir una rendición total e inmediata. Clinton debe esforzarse por igualar
la magnanimidad del maravilloso discurso de Obama el 3 de junio por la
noche. Y los partidarios de ella muy bien podrían acabar con la campaña
contraproducente para la nominación vicepresidencial, que sólo hace que esa
opción sea menos atractiva y más difícil. Durante los últimos días, Clinton
parece haberse dado cuenta de que tratar de negociar con el nominado de su
partido sólo la hace ver presuntuosa y a él débil. Sin embargo, no tendría
nada de malo que Clinton conserve intactos a sus delegados hasta la
convención, y hasta podría someterse a las votaciones que perderá,
simplemente para que quede el registro de lo cerca que estuvo una mujer de
ganar esta contienda, siempre y cuando sea ella quien ceda su lugar
aceptando que la convención nomine unánimemente a Obama con una aclamación.
Ella se ha ganado ese honor. Sin duda, los partidarios más fervientes de
Clinton se sentirán desilusionados, y tal vez hasta estafados por la suerte
durante semanas. Tienen que levantar la cabeza y mirar a su alrededor, a un
mundo que simplemente está sorprendido de lo que ha hecho Estados Unidos.
Se deben dar cuenta de que sin importar lo que no les haya agradado de
Obama o su campaña, todo es trivial comparado con el logro de las
aspiraciones que comenzaron en 1872, cuando Victoria Woodhull (mujer
liberal) y Frederick Douglass (escritor de color) contendieron juntos en la
boleta del Partido de Derechos Iguales. Los Clinton, junto con muchos otros
activistas cercanos a ellos, son los veteranos de la lucha de los derechos
civiles Lo que representa Obama es un futuro por el cual otros lucharon
valientemente antes de que él naciera. Es irónico, por supuesto, que el
precio de ese triunfo haya resultado ser tan alto para ellos personalmente.
Pero con el tiempo, ellos y sus amigos se darán cuenta de que aunque la
derrota siempre es muy amarga, podría haber maneras mucho peores de perder
que ésta.
* PROFESOR INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHIAPAS


Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.