Nueva Gestión Pública y su Implementación ¿Modernización o inercia modernista?
Descripción
Tercer Coloquio Estudiantil de Ciencias Políticas. UAM Iztapalapa. 2013
Eje temático. Temas sobre Gestión y Políticas Públicas.
Nueva Gestión Pública y su implementación. Modernización o Inercia modernista. Cristhian J. Hernández Cervantes
"Pero hay algo más importante aún:
soy un ciudadano con derechos
que van mucho más allá de los de los consumidores
o incluso de los clientes."
Henry Mintzberg.
Introducción.
Dentro de los grandes temas de la administración pública a nivel global y en específico en México, la adaptación de modelos surgidos desde disciplinas tales como la gerencia privada, la economía y los negocios han aparecido en boga desde hace ya un tiempo como soluciones venidas a arreglar los desperfectos de los estados administrativos. En perspectiva con una tendencia que parece no escatimar elogios ante los modelos neo gerenciales en detrimento de una administración pública webberiana catalogada de ineficiente, costosa y vestigio de un pasado vergonzoso, cabe hoy preguntarse acerca de la veracidad de estos modelos aparentemente nuevos, por ello en este trabajo se plantean varias cuestiones, de las cuales la guía direccional es una pregunta que en parte titula a este ensayo. ¿La aplicación de la Nueva Gerencia Pública, es un acto modernizador bien pensado o sólo un reflejo modernista de estar a la par con tendencias globales? Esto sobre todo en haciendo énfasis en el contexto mexicano.
En este trabajo se busca desarrollar al menos tres temas principales:
Origen y desarrollo histórico de la Nueva Gestión Pública.
Una comparación general entre la Administración Pública de corte webberiana o burocrática en contraste a la NGP
Origen, desarrollo y discusión.
Si queremos empezar a hablar hacer de la nueva gestión o nueva gerencia publica, debemos entonces empezar a tratar acerca de ¿Qué es? Y que mejor lugar por el cual empezar sino que por el principio, es decir, de dónde surge este modelo. Para ello debemos ubicarnos en el reciente siglo XX, desde inicio de siglo se vieron un conjunto de situaciones dentro de la dinámica de los países, principalmente de aquellos industrializados que derivado de crisis económicas y sociales propició la intervención cada vez más amplia del aparato estatal, la creación de un estado interventor o un estado de bienestar fue el resultado como respuesta a estas crisis.
"El incremento notable de la presencia e intervención del Estado en los últimos cien años, sobre todo en los países industrializados, se debió, antes de la II Guerra Mundial (1939-1945), a la necesidad de superar los graves daños causados por la Gran Depresión en los sistemas económicos y sociales, y en la posguerra, a la confianza depositada en la intervención estatal."
En general este estado de bienestar o estado benefactor, es un modelo por e cual se busca una redistribución de la renta con el objetivo de garantizar la igualdad de oportunidades y la extensión de los derechos sociales a través de políticas asistenciales reconocidas cómo derechos, a su vez el papel del aparato estatal es uno mediante una participación amplia y generalizada en la economía y con una fuerte regulación sobre la actividad de mercado
Este modelo de gobierno interventor aparentemente exitoso ha tenido sin duda formas distintas de manifestarse en los distintos países, diferencias principalmente importantes entre los países desarrollados en comparación de los países en desarrollo, una de las principales distinciones es la época en que fueron implantados, ya que, si bien hacia la segunda post guerra, el modelo llevaba ya en los países como Estados Unidos o Reino Unido un importante desarrollo histórico, en países como México es a partir de esta época en que empieza a tomar fuerza un modelo de estado desarrollista, el cual es una variante del estado del bienestar muy propio de los estados latinoamericanos.
"En América Latina, la forma más avanzada de conducción política ha sido el Estado desarrollista, una versión del Estado de bienestar keynesiano. Como lo indica su nombre, existe un compromiso explícito del Estado desarrollista con el desarrollo socioeconómico del país: El estado se convierte en el motor económico del desarrollo."
A partir de la post guerra y hacia finales de la década de los años setenta a raíz principalmente de diversas crisis económicas generalizadas en el mundo ( y que nuevamente parecen iniciarse en los países desarrollados) comienzan a resurgir una serie de planteamientos de la economía clásica principalmente aquellos que se preguntaban acerca del papel que debía desempeñar el aparato público. En este sentido parece haber una reconversión de la visión general aceptada, . "Entonces "lo que fue "conservador" en los 50, ya no lo sigue siendo y, dado que, en contraste con el período de postguerra, aquellos que apoyaron el Estado de Bienestar y el keynesianismo están hoy en día mayoritariamente en la "izquierda", el significado del término opuesto también ha cambiado." Comienza aquí la caída de la economía mixta y del consenso del Estado de Bienestar, ahora el aparato que antes fue visto como solución se convierte en el lastre del pasado con gobiernos caros, excesivamente extensos, poco eficientes y sin credibilidad. "[…] en los años setenta el Estado desarrollista se encuentra tensionado entre la lógica económica y la dinámica política, contradicción que conduce a la crisis del "desarrollismos" y, en definitiva, de la matriz estado-céntrica."
Hacia los años ochenta ya parece como agotada la fórmula de los éxitos y las carencias del "desarrollismo" por lo que se han de elaborar nuevas formas de conducción política. En este contexto de reciclaje de postulado de la economía clásica cómo la incompetencia del estado como agente de mercado, como proveedor de servicios y la supuesta superioridad del mercado como asignador de recursos comienzan una larga lista de cambios y recomposiciones en los estado a través de una cada vez más aceptada visión neoliberal, que promulga una reducción de las actividades del estado en favor de la esfera de lo privado en demérito de lo público.
En el contexto referido comienzan a darse en Reino Unido y bajo el gobierno de Margaret Tatcher una serie de reformas a su administración entre las cuales destacan la aplicación de un modelo basado en la consecución de objetivos, la economía, la utilización de indicadores de rendimientos así como una reducción drástica del papel del estado como agente activo y regulador de la economía. Es primordial entender que este modelo de reforma del estado impulsado por Tatcher en Reino Unido tendrá y tiene grandes repercusiones en los subsecuentes procesos de reformas impulsadas en una gran parte del resto de los países del orbe, ya fuesen de países más desarrollados como Estados Unidos, Alemania y Francia u otros como aquellos del entonces bloque sociales repitiéndose esto en casi toda América Latina
Los principios de la Administración Pública frente a los objetivos de la Nueva Gestión.
Llegados a este punto, cabe resaltar que aún no se ha pronunciado nada acerca de las diferencias, similitudes y la posible superioridad de un modelo de manejo de lo público sobre el otro. En primer lugar existe una gran diferencia en la manera de concebir el papel tanto de la economía cómo de la política, o mejor dicho, del papel que estás deben tener dentro o para la administración estatal, por un lado en la administración pública tradicional existe una tensión entre los aspectos económicos y de la propia racionalidad burocrática en relación a un papel primordial que tiene el juego político y los intereses sociales, por otro lado el neo manejo público (cómo también se le llama) está enfocado en la transferencia y adaptación de las formas medidas del sector privado, por lo que de inicio " descarta el factor político y se considera que la administración estatal puede funcionar mejor con la lógica del mercado, sin "interferencias políticas", que en países como México estamos lejos de alcanzar."
La idea de un manejo gerencial del asunto público implica indudablemente el tratamiento de dicho asunto a través de lógicas empresariales, esto sin duda conlleva una serie de contradicciones y restricciones sobre el objeto mismo de la administración. Uno de los principales puntos en la pauta reformadora es la conversión de la visión de ciudadanos por un modelo enfocado en una visión de clientes. Es claro que el concepto de ciudadano resulta demasiado anticuado para el gusto de los reformadores neo gerenciales, esto es porque no permite vincular la calidad y oportunidad de los servicios públicos con la satisfacción de los beneficiarios. La idea de cliente nos lleva inmediatamente a la condición de acceso a un servicio en función de la capacidad o derecho de acceso (derecho en un sentido de intercambio mercantil más que de prerrogativa).
El proceso de implementación, proporción de servicios y control en un sentido gerencial se alimente de la relación directa entre proveedor-cliente, donde existe una situación en que hay una recompensa de acuerdo a la capacidad de satisfacción del segundo, y según esta lógica de este modo se obligaría a la administración a adecuarse a las necesidades del segundo. Este concepto al igual que otros tales como la administración por objetivos se ha implantado en la jerga administrativa de manera forzada.
El contexto y ambiente ideal de la nueva gestión es sin dudas la globalización, es dentro de esta inercia que toma no sólo sentido, sino también que recibe un reforzamiento en su continua expansión como modelo de importación "funcional" para cada país, un modelo estandarizado de cómo manejar de forma eficiente y económica los recursos públicos. Dicho sea de paso, muchas de las principales vertebras del modelo chocan inmediatamente con los principios más básicos y profundos de la administración pública, la economicidad y la (apenas) oculta idea de ganancia no pueden tener eco en un objetivo de bien común donde los objetivos finales van siempre más allá de una simple correspondencia entre recurso y resultado, dado que los fines de esta son más complejos que la utilidad.
Una de las razones por las que es la globalización el caldo de cultivo de las posiciones que buscan la implementación de los modos empresariales en los distintos países, es la existencia de agentes de presión (diversa) que a través de diversas tendencias y mecanismos pueden aprovechar para promover estas medidas, esto nos lleva al escenario que Omar Guerrero plantea como la existencia de estados globalizadores y estado globalizados.
Los estados globalizadores son aquellos que debido a una fuerte capacidad económica e influencia política en el contexto de las cada vez más complejas relaciones internacionales, crean pautas que aquellos otros países que tienen algún interés en manos de los primeros deben seguir como modo de adaptación.
Estos estados globalizadores están personificados por países tales lo son Estados Unidos de América, Japón, Alemania y similares, luego se debe aclarar que existe un hegemonía mundial de estos países así como una real capacidad de control sobre los organismos económicos internacionales, ha creado un poder supranacional integrado por esas organizaciones, usándolo como una inmensa red globalizadora y de supeditación de otras naciones más débiles.
"Hay que destacar, como una ironía, que en estos países existe un nacionalismo a toda prueba, la administración pública nacional goza de salud plena y la cultura política propia florece sin trabas."
Por otra parte los estados globalizados son aquellos que como México no tienen la mano más alta en el juego de las relaciones internacionales y que muchos de sus intereses están supeditados a las acciones de países como Estados Unidos o de organismos internacionales como lo son el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, los cuales implantan pautas como condicionamientos de otorgamiento de préstamos, o incluso de una forma más patética se está al albedrío de agentes calificadores internacionales privados.
El programa de implantación de la lógica empresarial sigue dos formas distintas por un lado tenemos lo que Guerrero nombra como exo-privatización y por otro lado la endo-privatización. La primera está más asociada a aspectos cómo la privatización de forma generalizada, intenta sacar del mercado al estado, sin embargo en un caso tan particular como este es ilógico pensar que para situaciones claramente distintas medidas iguales y estandarizadas puedan tener el mismo efecto, sea este cual fuera, por ejemplo la privatización que es otro de los cánones de la tendencia modernizadora se ha visto con resultados deseables en economía robustas no en economías endebles cómo la mexicana.
La segunda línea que se sigue es la de la endoprivatización que consiste en generar mercados internos dentro de la A.P. y en general en cambiar hacia una gerencia, con efectivamente gerentes en lugar de funcionarios civiles.
Tal como lo señala Mintzberg, la tendencia predominante en la actualidad es promover la privatización de los servicios públicos (en alguna de sus dos facetas) sin embargo buena parte de ella es simplemente una tontería.
Comentarios finales
Pues bien, la respuesta tentativa en este trabajo a la pregunta original, es que más que formas consideradas y sopesadas por su posible aporte y realismo de aplicación, las medidas tomas en los últimos veinte a treinta años alrededor del mundo y en especial en el país, derivadas de visiones neoliberales y empresariales parecen provenir más bien de la aparente necesidad modernista de seguir tendencias globales, de estar "a la moda" en cuanto a reformas del estado.
Esta parece ser en realidad una tendencia a de adaptarse al juego de los países desarrollados, de las empresas multinacionales cada vez más poderosas así como de los organismos internacionales, lo cual no sólo lleva a una desorientación administrativa, sino a posible conclusiones erróneas sobre las medidas que se deben tomar para mejorar y optimizar los aparatos administrativos, además permite una mayor subyugación de lo público a lo privado en detrimento del ciudadano, tomado ahora como un simple cliente, al cual se le ha de exigir más pero al mismo tiempo se le deberán otorgar menores derechos a servicios. La lógica de una democracia ha de ser la libertad de los individuos, no del mercado para maniobrar a su antojo, ni de las instituciones para deslindarse de su deber.
El Estado no puede ser un inversor más en un juego de oferta y demandas de servicios, máxime cuando el sector privado a lo largo del orbe está dictando cada vez con mayor indolencia la pauta de la acción gubernamental cada vez más ensimismada y endeble ante las fuerzas de mercado.
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Ibídem. 141
Ídem.
Mintzberg, Henry, "Gestionar el gobierno, gobernar la gestión" De burócratas a Gerentes, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, D. C. 1999, P. 197-210.
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