Noticia biográfica del Dr. Dardo Pérez Guilhou

August 23, 2017 | Autor: Jerónimo Molina Cano | Categoría: Modern Spanish History, Spanish Monarchy, Diego Saavedra Fajardo, Dardo Pérez Guilhou
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Descripción

EMPRESAS POLÍTICAS AÑO VIII · NÚMERO 12 · 1er SEMESTRE 2009

Saavedra Fajardo y la Razón de Estado Dardo Pérez Guilhou Catedrático de Derecho constitucional. Universidad de Mendoza

[Noticia biográfica del Dr. Dardo Pérez Guilhou ardo Pérez Guilhou nació en Mendoza el 9 de enero de 1926. Bachillerato en el Colegio Nacional Agustín Álvarez (1943). Licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional de La Plata (1949). Una beca del Instituto de Cultura Hispánica le llevó al alma mater hispalense, en donde se doctoró en 1959 con una tesis dirigida por Ignacio María de Lojendio: La opinión pública española y las Cortes de Cádiz frente a la emancipación hispanoamericana, 1808-1814. Edición en la Academia Nacional de la Historia (Buenos Aires, 1981), con prólogo de Enrique M. Barba. Al regresar a Argentina ganó la cátedra de Historia de las ideas políticas de la Universidad de Cuyo, puesto en el que se desempeñó hasta 1973. A la cátedra de Cuyo acumuló también la homónima de la universidad mendocina, regentada hasta 1984, y la de Derecho constitucional, también en Mendoza, regentada hasta 2002. Pérez Guilhou es uno de los más reconocidos constitucionalistas argentinos. En su dilatada carrera académica, nunca ajena del todo al avatar político (Pérez Guilhou fue ministro de Cultura y Educación en el gobierno de Juan Carlos Onganía entre 1969 y 1970), hay una intensa relación con el mundo hispánico y una característica preocupación, como jurista político, por la historia de las ideas políticas. Ha impulsado el Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos y pertenece, como miembro de número, a las Academias Nacionales de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas de Buenos Aires, desde 1991 y 1999 respectivamente. Pérez Guilhou ha sido también camarista federal de Mendoza y juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En su extensa obra destacan, además de su tesis doctoral, los estudios sobre Alberdi (El pensamiento conservador de Alberdi y la constitución de 1853. Buenos Aires, Depalma, 20032ª) y Sarmiento (Sarmiento y la constitución nacional. Buenos Aires, Desalma, 1989). De 1995 son dos tomos, curados por él, sobre Derecho constitucional de la reforma de 1994 (Buenos Aires, Depalma). De 2005 su 1854. Dos proyectos político constitucionales: Buenos Aires y Mendoza (Buenos Aires, Instituto Argentino de Estudios Políticos y Constitucionales), un «alegato mendocino frente al pensamiento porteño». Esto reza en la amable dedicatoria que estampó el autor en el ejemplar que me envió en julio de 2008. Este libro y otros cuatro venían acompañados de una carta impagable, respuesta

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Empresas Políticas, nº 12, 1er semestre 2009, pp. 111-118

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Dardo Pérez Guilhou

a mi interés por su relación con los maestros españoles del Derecho político y por su relación con Lojendio, sobre el cual algo he publicado en Empresas políticas, en el Diccionario crítico de juristas españoles, portugueses y latinoamericanos de Manuel J. Peláez y en el Diccionario biográfico de la R. A. H. Creo que el lector agradecerá que reproduzca aquí algunos pasajes de esa carta: a) sobre sus viajes a España: «mi tercer viaje fue en 1970, cuando era ministro de Cultura y Educación en el gobierno de Juan Carlos Onganía. En esa oportunidad, como se imaginará, la visión fue muy distinta a la de mi primer viaje. Tuve en ese momento una entrevista con Franco que duró 45 minutos, cuyo contenido fue sorprendente por sus explicaciones sobre cambio de ministros y además con juicios premonitorios sobre el futuro de Perón»: b) sobre sus maestros de la hispalense: «en la obligación de aprobar materias previas a la tesis, cursé con Clavero Arévalo, Manzano y Manzano, Elías de Tejada, Jiménez Fernández, Muro Orejón, Lojendio e Irure. Trabajé en el Seminario de Gil Munilla, alterné, con provecho, con los miembros de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Morales Padrón y Collantes (…) En el caso particular de Lojendio, mi recuerdo es inmejorable. Por empezar, al conocernos él me hizo notar que ambos teníamos antecesores bearneses, lo que facilitaba una buena relación amistosa. Su curso constituyó un comentario crítico de la obra de Meinecke sobre La Razón de Estado. Allí pude apreciar su vasto conocimiento sobre la historia de las ideas políticas cuyo contenido le apasionaba. Trataba los diversos pensadores con profundidad, agregándole además, a sus comentarios (cosa que no he notado que lo destaquen sus biógrafos) un cierto estilo estético que seducía a los oyentes y denotaba que a él le agradaba (…) Me olvidaba decirle que cuando fui Decano de la Facultad de Ciencias políticas y sociales de la Universidad Nacional de Cuyo en 1966, invité a disertar en ella a Rodrigo Fernández-Carvajal, quien nos impresionó por su erudita y grata personalidad». El texto que aquí se presenta, «Saavedra Fajardo y la Razón de Estado», procede del ensayo que Pérez Guilhou redactó en el curso de doctorado impartido por Lojendio. Fue publicado originalmente en el Boletín de Estudios Políticos y Sociales (Universidad Nacional de Cuyo), nº 12, 1962, pp. 51-64. Como este diáfano texto no aparece en la bibliografía clásica de Saavedra Fajardo de F. J. Díez de Revenga nos ha parecido oportuno ofrecerlo, nuevamente, a los estudiosos del diplomático español. J. M.] ⋆ ⋆ ⋆

ara apreciar la importancia del pensamiento escrito de Saavedra Fajardo es necesario enmarcarlo en el tiempo y espacio, y señalar dentro de ellos su carrera diplomática. Don Diego nace en Murcia en 1584 siendo su cuna de muy esclarecida familia. En 1601 aparece en Salamanca como estudiante de Jurisprudencia y Cánones. A los veintitrés años es distinguido con el hábito de Caballero de la Orden de Santiago y en 1617 es agraciado con una canonjía en la Metropolitana de Santiago de Galicia1. Su célebre carrera diplomática se inicia

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cuando el embajador de España en Roma, don Gaspar de Borja, le nombra su secretario. Sigue luego don Diego al destacado purpurado a Nápoles y, en 1621 y 1623, siempre como su secretario, le sirve de conclavista en la elección de papa Gregorio XV. Luego es nombrado agente de negocios de España en Roma y desempeñando esta función pone su sagacidad al servicio del estudio de la corte romana y de la observación de sus vicisitudes diplomáticas. Esta tarea permite que pueda ser un valioso informante de su corona y

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