Nihil nisi flere libet. Bernardo Clariana: Ovidio en Nueva York

July 25, 2017 | Autor: C. Mariscal de Gante | Categoría: History of Classical Scholarship, Classical Reception Studies, Catullus, Spanish poetry
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Descripción

NIHIL NISI FLERE LIBET Bernardo Clariana: Ovidio en Nueva York1 El valenciano Bernardo Clariana fue, como otros tantos, un hombre de letras republicano, poeta y latinista, que se vio obligado a abandonar su patria, al término de la Guerra Civil en 1939, para seguir escribiendo en el exilio sus poemas y sus traducciones. Gracias a una carta de Pedro Salinas a Jorge Guilén sabemos que Clariana tradujo no sólo a Catulo, sino también a Tibulo y Ausonio. Fue, también, producto de una generación culturalmente privilegiada, ya que pudo disfrutar del ambiente de la Edad de Plata de las Letras Españolas. Su temprana vocación poética fue simultánea a su militancia política, pues escribió tanto artículos en defensa de la II República, como de crítica literaria; al igual que en su poesía encontramos poemas militantes, sobre sucesos de la Guerra o bien, directamente, invectivas contra sus enemigos del bando nacional, junto con una voz lírica personal, que se va haciendo hueco poco a poco. De su faceta como poeta escribió Luis Antonio de Villena que era “un joven lleno de promesa, calidad y talento”. Esa voz personal está fuertemente ligada a su exilio, como leemos en sus dos poemarios, Ardiente desnacer (1935) y Arco ciego (1952). Este exilio le llevó del campo de concentración francés de Saint Cyprien a la República Dominicana, Cuba y, finalmente, EEUU. Allí, concretamente en el bohemio barrio neoyorkino del Village se estableció definitivamente. En sus poemas publicados entonces, además de otras tradiciones y voces, está muy presente la imagen de Ovidio, el exiliado por excelencia de la literatura latina. El exilio del poeta de Sulmona en Tomis (actual Constanza), en el Ponto Euxino, provee al poeta de hermosos versos de los Tristia y Pontica allí escritos, en los que el poeta español se reconoce. Al inicio de su primer poemario, Ardiente desnacer, leemos: vade, sed incultus, qualem decet exsulis esse (Trist.1.1.3 ) y en una carta a su amigo Vicente Llorens, el gran estudioso de los exilios españoles, cuyas Memorias de una emigración merecen atenta lectura, le resumen su situación con este verso ovidiano: nihil nisi flere libet. Sentimiento que está también descrito al inicio de uno de sus mejores poemas, “Perry street. Autobiografía”:

Esta semblanza de Bernardo Clariana fue publicada el 12 de septiembre de 2014 en el blog del prof. Francisco García Jurado Reinventar la Antigüedad. [http://clasicos.hypotheses.org/ 891]. 1

Averiguad si os es posible el logaritmo del tedio Y descubrid también si os es posible la razón suficiente de mi insobornable soledad de siempre Por más que consiguieseis formar para el futuro La democrática familia de naciones de la tierra Sonrientes lo mismo que un cartel de dentífrico Ya veis Es la edad de la físico-matemática y la psicología [aplicada la lucha contra el cáncer la democracia y la planificación [de la felicidad colectiva Y nadie sabría diagnosticarme la úlcera sentimental de mi desvío Ni por qué continúo Lector impenitente de los santos evangelios de Baudelaire [ y de Ovidio Si resido debajo de un anuncio luminoso Y el alba me sorprende dormitando en los «Metros» Atiborrados de negros que bajan desde Harlem A manejar ascensores y pulir los bares Y deliro cada vez que veo un árbol El único árbol de mi calle del Village Aquí ya sabéis en Perry Street

Como latinista sus opera magna son sus traducciones de Catulo. La primera, la traducción de Los Epitalamios, publicada por la Revista Universitaria de la Universidad de la Habana en 1941. La segunda, que lleva por título Odio y amo, vio la luz en Nueva York en 1954 en Las Américas Publishing. Ambas, aunque parciales, tienen el mérito de ser unas de las primeras traducciones del poeta de Verona, tras la de Casasús () y Petit. Odio y amo, la última de ellas, además, tiene la particularidad de ser sólo una traducción de los poemas de amor a Lesbia y Juvencio, ordenados como si estos reflejasen una una historia de amor real. Es una “traducción sentimental”, que refleja la evolución desde los poemas de exaltación del amor, pasando por los que muestran un desengaño amoroso con Lesbia y los dedicados al misterioso Juvencio, para acabar poniendo fin a su relación, poniendo como testigos a Furio y Aurelio. Clariana no sólo traduce a Catulo en Nueva York, sino que efectúa una interesante reelaboración del orden de los poemas, identificando la vida de Catulo y su poesía, precursora de la moderna “poesía de la experiencia”.

En definitiva, al hablar de Clariana estamos hablando de una personalidad enormemente interesante. Su exilio y la muerte de su amada Gabriela no le impidieron desarrollar una obra importante, como poeta y como latinista, que ha quedado preterida por haberse escrito allende nuestras fronteras. Olvido injustificable que, en la medida de nuestras posibilidades, hemos de reparar. BIBLIOGRAFÍA

EMPLEADA.

Clariana, B. (1941), Catulo. Los Epitalamios, La Habana, Revista de la Universidad de la Habana. Clariana, B. (1954), Odio y amo, Nueva York, Las Américas Publishing Co. Clariana, B. (2005), Poesía Completa, eds. Manuel Aznar y Victoria María Sueiro, Valencia, Institució Alfons El Magnànim. Llorens, V. (1975), Memorias de una emigración, Barcelona, Ariel. De Villena, L. A. (2007), “Un derrotado: Bernardo Clariana”, El Mundo 31 de enero.

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