NEUROÉTICA COMO DISCIPLINA INDEPENDIENTE E INTEGRADORA: Una propuesta interdisciplinar, entre la filosofía y la neurociencia, para entender la persona humana

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Descripción

ATENEO PONTIFICIO REGINA APOSTOLORUM Facultad de Filosofía

NEUROÉTICA COMO INTEGRADORA:

DISCIPLINA INDEPENDIENTE E

Una propuesta interdisciplinar,

entre la filosofía y la neurociencia, para entender la persona humana

Profesor: P. Alberto Carrara, LC Estudiante: H. Manuel José Frutos Jiménez, LC Número de matrícula: 00012259 Asignatura: FILS1028, Neuroética. Roma, 15 de febrero de 2016.

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I.

INTRODUCCION ¿Qué es la neuroética? ¿Cuál es la definición más ajustada a la realidad

que nos encontramos? ¿Cuál es su ámbito de trabajo, su método, el enfoque que utiliza? ¿Cuál es el papel de la neuroética en el contexto de las neurociencias? En este trabajo me gustaría responder a todas estas preguntas y presentarles la definición más justa a la cual he concluido de cómo podríamos definir a esta nueva disciplina denominada neuroética.

El presente artículo es el resultado del estudio de las opiniones, teorías y trabajos científicos publicados por diversos autores contemporáneos –filósofos y neurocientíficos- abordados a lo largo de este último semestre (octubre 2015febrero 2016) en las sesiones de las clases del seminario “FILS1028 Neuroetica”, impartido por el Prof. P. Alberto Carrara, LC, como parte de los estudios de Bachillerato de Filosofía en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum.

En la actualidad, todo lo relacionado con el papel de la neuroética en el mundo de la neurociencia es considerado como «un paradigma contemporáneo interesante de la interpretación de las neurociencias aplicada al ser humano dando luz a la reflexión neurobioética que es auténtico "puente" entre las disciplinas clásicas como la bioética, filosofía y las neurociencias».1 De ahí la gran importancia que presenta el resolver donde ubicar la neuroética y, por tanto, tener claro a que debe dedicarse esta nueva disciplina y su importante papel dentro de lo que ya se viene denominando ciencias neuro –la neurociencia–.

Por ello, a lo largo del trabajo, comenzaré con un breve repaso histórico y conceptual de cómo ha surgido la neuroética, sus relaciones con la bioética, la ética y las neurociencias y cuáles son los diferentes enfoques y definiciones que se le han atribuido a lo largo de la historia. Entraré también en la discusión abierta en la actualidad sobre el ámbito de actuación y que métodos y enfoques debe utilizar

1

A. CARRARA, «Neuroetica: ponte tra Bioetica, filosofía e natura», en Studia Bioethica, vol. 6 (2013), n. 2-3, pp. 129-137.

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al afrontar sus estudios. Igualmente, se presentará las diferentes definiciones que le atribuyen para después concluir, una vez valorado en su conjunto todo ello, presentando mi propia valoración y definición de neuroética.

II.

NEUROÉTICA Y NEUROCIENCIAS. Contexto y enfoque del problema2 que abordamos Las llamadas ciencias del cerebro (neurociencias) tienen la pretensión de

convertirse en las ciencias del futuro, encargadas de desentrañar el más importante objeto de estudio todavía por explorar, el cerebro. Así lo afirma, entre otros, el neurocientífico español Francisco Mora, al indicar que el siglo XXI «será el siglo de la Biología de la Mente, un fenómeno análogo al que constituyó la Biología del Gen en el siglo XX».3

1. Neurociencia: Lo neuro es algo más que una moda La neurociencia no es una moda pasajera. Podríamos decir que ha venido para quedarse. Lo “neuro” está dentro de los vocablos que más se están empleando en la actualidad, y argumento de esta afirmación es la infinidad de neologismos neuro que se hayan en cualquier buscador de uso habitual de la red de internet: Desde la neuroeconomía a la neuromagia, pasando por disciplinas tan dispares como neuromarketing, neuropolítica, neuroética, neurofilosofía, neuroteología, neuropsiquiatría, neurosociología, neuroantropología, neuroastronomía, neurojurisprudencia, neuroestética, neuromúsica y neurogastronomía, y que podría ampliarse fácilmente a otras con incluso algo más de predicamento, como 2

En el presente trabajo abordaremos el intento de definir la neuroética: objeto de su estudio, método (o métodos) y enfoques que utiliza para ese estudio, así como otros aspectos que ayudan a conocer mejor su importante papel dentro del llamado mundo de las neurociencias. 3 F. MORA, «Neurocultura. Una cultura basada en el cerebro», Madrid, Alianza, 2007, p. 11; ERIK R. KANDEL expresa una opinión similar en In search of memory. The emergence of a new Science of mind (2006): «En el siglo XXI la biología de la mente será un fenómeno análogo al de la biología del gen en el siglo XX». Cita tomada de F. MORA, o.c., p.13.

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la neuropsicología, la neuropedagogía, la neurolingüística, la neurocomputación o la neuroetología4.

Se puede asegurar con total seguridad, y sin temor a equivocarnos, que en el paso del S.XX al S.XXI hay una fuerte tendencia a la neurocientifización del ser humano en su esencia, tanto en los ámbitos antropológicos como en los sociológicos5. La aparición no solo de los términos sino de las ciencias y actividades destinadas en esos ámbitos tan concretos de trabajo está ocasionando ciertas dificultades a la hora de interpretar no solo su capacidad de acción como disciplinas, ciencias o actividades humanas, sino también algo más importante como es su repercusión en la vida cotidiana del hombre. Se hace, por tanto, imposible dilatar por más tiempo el establecimiento del origen y las fuerzas que han producido que suceda este fenómeno, para que tengamos y desarrollemos conocimientos y acciones esenciales frente a este nuevo panorama, que nos permitan no solo responder a los desafíos que se nos abren sino también enriquecer nuestra labor humana para que podamos entender con total claridad el porqué del surgimiento y de la necesidad de una nueva disciplina de amplio espectro y de capacidad integradora a la que denominamos neuroética.

¿Qué es la neurociencia?. Como hemos dicho, la neurociencia está destacando como una de las disciplinas o ciencias más relevantes de los últimos años debido a los profundos y rápidos descubrimientos que se están llevando a cabo en dicho campo. Podríamos decir que la neurociencia se encarga de estudiar y analizar el sistema nervioso central de los seres humanos así como sus funciones, la fisiología, lesiones o patologías, etc. Dado lo complejo y extraordinario que es el cerebro alcanza no sólo las cuestiones anatómicas y biofisiológicas si no también el desarrollo de habilidades como el aprendizaje, el J.E. GARCÍA-ALBEA, «Usos y abusos de lo “neuro”», Revista de Neurología 2011; 52 (10): 577-580. También en http://www.neurologia.com/pdf/Web/5210/bf100577.pdf (consultado el 10/01/2016). 5 G.A. GARCÍA, «Neuro-siglo- XXI y la Neurocientifización del ser, del estar, del saber y del hacer: el Tsunami NEURO -mucho más que una moda-», Revista digital Iberoamericadivulga, 20 de junio de 2015, Red iberoamericana de comunicación y divulgación científica, OEI, en http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?Neuro-sigloXXI-y-la (consultado el 12/01/2016). 4

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lenguaje, etc. Al ser un campo científico muy rico y enormemente variado se clasifica en subciencias o en campos científicos que se dedican a cada una de las diferentes funcionalidades del cerebro.

Objetivo central de las neurociencias. Las neurociencias tienen por tanto como objeto de estudio comprender el complejo sistema mediante el cual funciona la mente humana, es decir, el cerebro humano, abordando ese estudio de manera científica. La neurociencia es, pues, un conjunto de disciplinas dedicadas al estudio del sistema nervioso y como en la mayoría de los casos se trata de un estudio en el que intervienen diferentes disciplinas, por ello es más correcto hablar de neurociencias, en plural. Las neurociencias incluyen desde el estudio a nivel molecular, es decir, de la conformación puramente física del sistema nervioso hasta lo que hace referencia a la conducta y cognitivo del hombre, que se refleja en las actitudes y acciones de cada individuo para con su entorno. Asimismo, las neurociencias se encargan no sólo de lo relativo al estudio de patologías sino también del desarrollo de los fármacos orientados al tratamiento de estas patologías relacionadas con la psiquis humana. Podríamos decir que su ámbito es de investigación descriptiva y aplicada.

Una mirada de la neurociencia en la historia. La neurociencia no es algo nuevo para el hombre. Se trata de un fenómeno que el hombre conoció y desarrolló desde tiempos remotos, aunque comprensiblemente con medios y formas de hacer mucho más precarias y basadas, principalmente, en la observación. En la antigüedad clásica en el mundo grecolatino, en sintonía con las teorías de la Cognición, había una fuerte división que originó dos escuelas.6, 7  la Cardiocéntrica: con personajes como Empédocles de Acragas, Demócrito de Abdera, Aristóteles, Diocles, Praxágoras de Cos, los Estoicos y los Epicúreos-, y 6

F.C. ROSE, «Cerebral localization in antiquity», en Journal of the History of the Neurosciences, 2009, 18, pp. 239-247. 7 G.G. CELESIA, «Alcmaeon of Croton’s observations on health, brain, mind, and soul», en Journal of the History of the Neurosciences, 2012, 21, pp. 409-426.

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 la Cefalocéntrica: con personajes como Alcmeón de Crotona, Pitágoras, Hipócrates, Platón, Herófilo de Calcedonia, Rufo de Efeso y Galeno. Quizás el defensor más a ultranza lo fue el médico y filósofo presocrático pitagórico Alcmeón de Crotona (520-450 a.C), quien se ha dado a considerar como el primero en identificar el cerebro como el asiento de la mente, a causa que este filósofo natural fue el primero en diferenciar en cuanto a facultades a los seres vivos, de esta suerte conceptuó una diferencia clara entre los animales y el hombre, diferenciando a este último por su propiedad de raciocinio.

De aquellos orígenes a nuestros días han pasado no solo el tiempo sino también se ha profundizado en la relación que existe entre el cerebro y la persona humana, las dolencias de índole neurológico y la manifestación de éstas en su actuar (personalidad, emociones, conducta moral,…). La neurociencia ha logrado muchos avances y ha progresado de forma exponencial en la época moderna y esto ha permitido que el tratamiento de enfermedades que antes eran insalvables pueda tener efectos verdaderos sobre la calidad de vida de los enfermos y pacientes que las sufren, por ejemplo en el caso de la esclerosis múltiple, del Alzheimer, del mal de Parkinson,… entre otras, que tienen que ver con el sistema nervioso central humano.

Las técnicas de neuroimagen, un ejemplo muy clarificador. Actualmente la ciencia dispone de la tecnología capaz de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo humano, especialmente del sistema nervioso central del cerebro humano. Un ejemplo de esta tecnología es la tomografía por emisión de positrones PET (Positron Emission Tomography) que es una técnica de diagnóstico e investigación por imagen propia de la medicina nuclear y de la radiología, al combinar imágenes de TAC (ejemplos de imágenes 3D). Esta técnica de neuroimagen funcional utiliza moléculas marcadas con isótopos radioactivos, administradas a pacientes en vivo para después realizar una

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detección externa, representando en imágenes la distribución en el cuerpo humano de dichas moléculas.

La actividad neuronal se acompaña de un incremento del metabolismo, y éste a su vez, de un incremento del flujo sanguíneo para aportar oxígeno y sustratos necesarios. Así pues, actividad neuronal, metabolismo y flujo son tres procesos habitualmente acoplados. Con PET se puede estudiar tanto el metabolismo como el flujo, siendo la técnica de neuroimagen funcional que permite detectar las enfermedades más precozmente y con mayor grado de especificidad. Es una prueba no invasiva, útil en el diagnóstico y valoración del tratamiento de enfermedades que afectan al Sistema Nervioso Central.8 Despliegue económico, político e institucional en favor de la neurociencia. La importancia política, social y económica que está moviendo el desarrollo de estas ciencias es incuestionable. Las propias administraciones públicas han salido al encuentro de estas neurociencias a través de grandes programas de investigación y financiación. Tenemos dos grandes ejemplos del gran alcance que está tomando la neurociencia; tanto a nivel Europeo como en USA. Entre ambos proyectos se estima una inversión superior a los 3.000 millones de euros para los próximos 10 años y en la que están involucrados más de 500 organizaciones e Investigadores

(laboratorios,

centros

de

investigación,

universidades,

gobiernos,…):  1º) en enero de 2013, la Unión Europea anunció la concesión de mil millones de euros para llevar a cabo un proyecto de investigación, denominado The Human Brain Project (HBP) que, a

A. MALDONADO, C. TRAMPAL, F. ORTEGA, «Conferencia “Neuroimagen funcional. Indicaciones actuales de la PET en neurología”», del 15 de Octubre al 30 de Noviembre de 1998, I Congreso Virtual Iberoamericano de Neurología, en http://www.uninet.edu/neurocon/congreso-1/conferencias/p-tecnologicas-2.html (consultado el 12/01/2016). 8

Los resúmenes de las publicaciones, cursos y conferencias invitadas del congreso fueron publicados en S. MOLA, E. BOTIA-PANIAGUA, A.P. SEMPERE, «I Congreso Virtual Iberoamericano de Neurología», en Revista de Neurología, vol. 26, 1998, pp. 580-581 Fecha de publicación: 01/04/1998.

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lo largo de diez años, pretende conseguir la creación de un modelo computacional del cerebro9; y  2º) en abril de 2013, el Gobierno de EE.UU de la administración del presidente Barack Hussein Obama, hizo pública la puesta en marcha del proyecto The Brain Initiative (The Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies Initiative), dotado con más de doscientos millones de dólares anuales, durante una década, cuyo objetivo es lograr un mapa completo del cerebro humano que ayude a entender su funcionamiento, y que se encuentra bajo la dirección general de la científica Cornelia Bargmann (The Rockefeller University) y Bill Newsome (Stanford University).10

2. Interdisciplinariedad: las neurociencias fuente de la interdisciplinariedad de la neuroética Para entender la aparición de la neuroética y su amplio espectro de intervención así como su papel integrador para generar conocimiento nuevo, conviene

que

tengamos

en

cuenta

el

papel

relevante

que

tuvo

la

interdisciplinaridad en el nacimiento de la neurociencia. Una interdisciplinariedad que no solo va muy ligada a la interdisciplinariedad que detectamos en la neuroética, sino que es la causante de la misma.

La neurociencia ha experimentado un enorme desarrollo en las cuatro últimas décadas que la ha convertido en una de las disciplinas de mayor relevancia en la actualidad. Ha contribuido a ello, junto con otros factores, el

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COMISIÓN EUROPEA, Human Brain Project, última modificación en 2016, en https://www.humanbrainproject.eu/ (consultado el 15/01/2016). 10 US DEPARTMENT OF HEALTH AND HUMAN SERVICES, Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies® (BRAIN) Initiative. The Brain Iniciative, Working Group National Institutes of Health/Advisory Committee to the Director, en http://www.braininitiative.nih.gov/index.htm (consultado el 12/01/2016).

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creciente impacto de las enfermedades del sistema nervioso en las sociedades occidentales.

Un breve repaso histórico. Desde su origen, la neurociencia se ha caracterizado por un marcado rumbo integrador de todas las ciencias que trabajan en el estudio del sistema nervioso, ya sea a nivel morfológico o patológico. Esta interdisciplinariedad, con el propósito de incorporar el trabajo de científicos de distintos niveles de estudio, se puso especialmente visible en la década de los años sesenta y principios de los setenta con proyectos como la fundación de la International Brain Research Organization (IBRO), la implantación del programa docente de esta disciplina Neuroscience Research Program en el Massachusetts Institute of Technology en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos) o la creación de la Society for Neuroscience, también en los Estados Unidos.11

La inspiración común de estos proyectos era la evidencia de que la cooperación de los diversos puntos de vista científicos podía estimular el progreso en el conocimiento biológico y médico de una estructura tan compleja como el sistema

nervioso.

El

impresionante

crecimiento

experimentado

por

la

investigación neurobiológica en estos últimos cuarenta años ha demostrado que, como estrategia global para resolver un problema científico de grandes dimensiones, este planteamiento es muy útil y, probablemente, el mejor posible.12

La importancia de la metodología interdisciplinar de la neurociencia. El impresionante avance de la neurociencia en las últimas décadas debido en gran medida al acierto metodológico de abordar el estudio del sistema nervioso de un modo interdisciplinar, es decir, a través de diferentes ciencias experimentales ha cuestionado la idea de saber científico como visión especializada, precisamente

11

Cfr. S. DE LAS HERAS, J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, «Neurociencia: ejemplo del abordaje multidisciplinar como estrategia eficaz en la investigación científica», en Revista de Neurología, vol. 27, 1998, pp. 1071-1073. 12 Cfr. J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, J.I. MURILLO, «Mente y cerebro en la Neurociencia contemporánea: una aproximación a su estudio interdisciplinar», en Scripta theologica: revista de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, vol. 39, Fasc. 2, 2007, pp. 607-636.

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por su articulación unitaria de varias perspectivas. Un ejemplo muy significativo de lo que venimos diciendo se puede ver en la ineficiencia de la aplicación de la teoría freudiana a la terapéutica de las enfermedades mentales y el descubrimiento de los psicofármacos en la década de los 50 del siglo pasado.13, 14

3. ¿A que llamamos el problema de la neurociencia y el porqué de la neuroética? Fruto del éxito de aproximación metodológica de las diversas ciencias implicadas y de los impresionantes progresos tecnológicos, las neurociencias se han ido planteando cuestiones cada vez más centradas acerca de qué y quién es el hombre. En consecuencia, estas ciencias experimentales se están abriendo progresivamente a la colaboración interdisciplinar en un nivel por así decir más profundo, esto es, con las ciencias no experimentales y la reflexión filosófica.15

Podemos decir que las neurociencias, y entre ellas la neuroética, se presentan, en nuestros días, como un nuevo saber que gracias a la interdisciplinariedad de su enfoque y a la novedad de su método de estudio es capaz de hacer grandes aportaciones no sólo en el ámbito de las ciencias naturales.

Una cultura basada en el cerebro. Desde muchos y muy diferentes estudios de los investigadores neurocientíficos se nos dice incansablemente que «nada ocurre, ni nada existe en el mundo humano, que no haya sido filtrado y elaborado por el cerebro»16. Por ello, no es paradójico encontrar que desde las propias neurociencias se considera que su ámbito de actuación es amplio, llegando éstas a abarcar todos los «fenómenos del ser, del estar, del saber y del hacer

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J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, S. SÁNCHEZ-MIGALLÓN, «De la Neurociencia a la Neuroética. Narrativa científica y reflexión filosófica», EUNSA, Pamplona 2010, pp. 30-32. 14 Cfr. G.M. SHEPHERD, «Creating Modern Neuroscience. The Revolutionary 1950», Oxford University Press, New York, 2010, pp. 206–215. 15 Cfr. J.A. LOMBO, J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, «La colaboración entre filosofía y neurociencia. Una propuesta interdisciplinar para entender la unidad de la persona humana», en Cuenta y razón, Nº 34, 2015, pp. 27-32. 16 F. MORA, «Neurocultura. Una cultura basada en el cerebro», Madrid, 2007, Alianza.

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psíquico de la persona, hasta el fenómeno cultural»17, y este último campo tanto desde un punto de vista antropológico como sociológico: En este sentido, es verdad que no hay capacidad, conducta o logro de los humanos que no dependa directamente del sistema nervioso. Nadie duda ya –al menos en el ámbito científico– de que lo neuronal constituye el sustrato físico más próximo que hace posible la actividad mental (el cerebro como órgano de la mente) y, por lo mismo, la actividad social, económica, artística, religiosa, científica, etc., de los humanos. No ha habido que esperar al boom de la neurociencia para que la neurología clásica (ciencia del cerebro) y la psicología (ciencia de la mente) hayan tratado de encontrarse en esa aventura interdisciplinar de la neuropsicología, que cuenta ya con una dilatada tradición, asociada principalmente al estudio de los trastornos funcionales debidos a lesiones o malformaciones cerebrales. Su objetivo último estaba claro, dar con los correlatos neurobiológicos de nuestras funciones mentales básicas (percepción, memoria, pensamiento, lenguaje, emociones) y sus alteraciones, lo cual, en principio, habría podido servir de pauta a aquellos otros ámbitos, de las ciencias sociales y las humanidades, en que se despliegan dichas funciones.18

Sistema nervioso y conducta humana: Las neuronas espejo y la empatía como ejemplo. Las células del cerebro, llamadas neuronas, se encuentran ampliamente influenciadas por el entorno en el cual el individuo se relaciona con ese mismo entorno y con las demás personas, y es por eso que las neurociencias también tienen disciplinas enfocadas en el estudio de la conducta humana para desvelar los rasgos de las actitudes de cada persona. También, se encargan de desentrañar cómo es que se produce el proceso de aprendizaje, de archivo de información en el cerebro, y los procesos biológicos que tienden a facilitar el proceso de aprendizaje.

Ejemplo de ello es el descubrimiento en 1996 por el equipo de científicos de Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma (Italia) de unas neuronas que tenían una característica peculiar. Observaron que esta clase de neuronas se activaban cuando un animal o persona desarrolla la misma actividad que está 17

G.A. GARCÍA, «Neuro-siglo- XXI y la Neurocientifización del ser, del estar, del saber y del hacer: el Tsunami NEURO -mucho más que una moda-», en Revista digital Iberoamericadivulga, 20 de junio de 2015, Red iberoamericana de comunicación y divulgación científica, OEI, en http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?Neuro-sigloXXI-y-la (consultado el 12/01/2016). 18 J.E. GARCÍA-ALBEA, «Usos y abusos de lo ‘neuro’», en Revista de Neurología, 2011, 52 (10), pp. 577-580.

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observando ejecutar por otro individuo de este grupo. El equipo del neurocientífico italiano G. Rizzolatti descubrió este grupo de neuronas en los monos. Pudieron comprobar que cuando el animal realizaba algunos movimientos las células cerebrales se “activaban” y, lo más curioso es que también se “activaban” el mismo grupo de células cerebrales con sólo contemplar a otros monos moverse. A estas células se les dio el nombre de neuronas espejo o especulares.

El sistema de neuronas espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Y así, entonces, aprender. En las neurociencias se supone que las neuronas espejo desempeñan un importante rol dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía (capacidad de ponerse en el lugar de otro) y la imitación. De aquí que algunos científicos consideren que la neurona espejo es uno de los más importantes descubrimientos de las neurociencias de finales del siglo XX.

«Para muchos neurocientíficos, el descubrimiento del sistema de neuronas espejo demuestra que los mecanismo neuronales revelan que los humanos estamos “cableados” para la empatía, con lo que la moralidad tendría así sus raíces en la biología»19.

Con este y otros muchos descubrimientos científicos estamos viendo en qué medida los avances de las investigaciones y en las técnicas utilizadas en el campo de las neurociencias, sobre todo las de orientación cognitivista, y que además se encuentran fuertemente respaldados a nivel político y económico, nos obligan a abrirnos a un horizonte totalmente novedoso que puede constituir una auténtica revolución paradigmática neurocientifica. Así es lo que algunos estudiosos de estas ciencias del cerebro nos quieren hacer ver, acuñando para ello los nuevos conceptos neuro. Pero, no falta quien pone el signo de alarma y

19

G. OLSON, «De las neuronas espejo a la neuropolítica moral», en Polis. Revista Latinoamericana, Santiago, 2008, v. 7, n. 20, p. 313-334, en http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-65682008000100017&lng =es&nrm=iso (15 de enero de 2016).

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atención a estos hechos: «Financiar la ciencia sin ayudar el trabajo para desarrollar adecuadamente sus consecuencias sociales asegurará que la revolución neurocientífica pueda traer, junto a grandes avances científicos y médicos, mucho dolor y caos»20. Dicho con otras palabras, Henry Greely del Stanford Centre for Biomedical Ethics de la Universidad de Stanford, alerta sobre el desequilibrio que se está produciendo entre la financiación de la Neurociencia, su tecnología y avances imparables con el apoyo y respaldo de estudios que permitan controlar esas investigaciones y su repercusión en la sociedad.21

Los nuevos conceptos de naturaleza humana, primando los elementos genéticos y cerebrales, son base insuficiente de conocimiento de la auténtica realidad humana, conformada por una estructura comportamental específica, que conjuga lo biológico y lo cultural, lo innato y lo aprendido, sin que tengan en cuenta la autonomía y la libertad del individuo, condiciones necesarias para que pueda hablarse de moral y de ser humano. Pero incluso, los avances tecnológicos en neurociencia en relación con sus aplicaciones prácticas plantean grandes interrogantes sobre su aplicación.

En el año 2008, la Technology Warning Division of the Defense Intelligence Agency's (DIA), en asociación con el National Research Council y otras academias científicas en EE.UU., publicaron un manifiesto22 donde expresaban su preocupación, así como su deseo de participar en adelantos relacionados con neurociencia cognitiva y tecnología asociada, señalando la escasez de analistas capaces de comprender el significado de los recientes avances en

neuropsicofarmacología,

computacional,

sistemas

neuroimagenología

humano-máquinas,

funcional,

procesos

biología

fisio-psicológicos

relacionados con emociones, motivaciones, diferencias psicológicas entre 20

H. GREELY, «On Neuroethics», en Science, 318, 2007, p. 533. S. SÁNCHEZ-MIGALLÓN, SERGIO, J.M. GIMÉNEZ AMAYA, Neuroética, en F. FERNÁNDEZ, J.A. MERCADO (eds.), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, en http://www.philosophica.info/archivo/20092008/voces/neuroetica/Neuroetica.html (consultado 23/11/2015). 22 MEDICAL NEWS TODAY, «National Security Intelligence Organizations Should Monitor Advances In Cognitive Neuroscience Research», noticia publicada el 15/08/2008. en http://www.medicalnewstoday.com/releases/118273.php - (consultado el 15/01/2016). 21

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diferentes procedencias culturales, mejoras del rendimiento humano, valoraciones del riesgo empresarial, aplicaciones legales, usos militares, entrenamiento facilitado, etc. Y afirmaban que: Es de particular interés superar al Polygraph and Lie Detection (poligrafía y detección de mentiras), con neurología funcional, visualizando aspectos específicos de la función cerebral, o mediante la técnica de estimulación transcraneal con corriente directa, interfiriendo la actividad neuronal, retardando la habilidad, de ciertas personas, para mentir. También apuntan los investigadores a drogas que anulen o mejoren el rendimiento de las tropas y/o modulen desórdenes psicológicos, restaurando a la normalidad a enfermos. Drogas que modulen y controlen aspectos de la psicología humana. Igualmente aspectos relacionados con infusión de medicamentos (nanotecnología ayudando a cruzar la barrera hematoencefálica).23

El cerebro como herramienta y sus consecuencias ético-morales en la persona humana. Es claro que el cerebro se puede convertir en un campo de batalla (métodos para controlar la mente), que influenciarán la seguridad nacional de los países y las guerras del futuro. Se habla de interés en dispositivos adosados directamente al cerebro, operadores que controlen máquinas con la mente o amplifiquen los sentidos, Prótesis robótica, de reemplazo, para mejorar el rendimiento físico. Además, prótesis cognitivas y sensoriales. Asistentes robóticos para mejorar el rendimiento cognitivo. Tecnologías para simulaciones sociales y psicológicas. Máquinas que empleen internet para entrenarse a sí mismas o sistemas que razonen como humanos, con capacidades aumentadas. El uso de la tecnología de la neuroimagen para leer intenciones de personas ansiosas, peligrosas y hasta criminales, antes que actúen. Cámaras de vigilancia avanzadas, para detectar expresiones peligrosas. Scanners que interpreten el estado mental de ciertas personas....

23

Declaraciones del Dr. CHRISTOPHER GREEN, profesor de psiquiatría y radiología en Wayne State University y Director de Tecnologías Emergentes en el Detroit Medical Center, además preside el "Joint Independent Science Panel of the Office of the Assistant Secretary of Defense for Chemical, Biological, and Nuclear Protection" y el "National Academies' Committee on Military and Intelligence Methodology for Emergent Neurophysiological and Cognitive/Neural Science Research in the Next Two Decades".

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Avance exponencial de investigaciones en neurociencias. ¿Neurociencias para construir un soldado más eficiente? ¿Futuros ejércitos de robots? Suena a ciencia-ficción, pero, tal como indica el Dr. Jonathan Moreno24, miembro senior del Center for American Progress, hay reales posibilidades de que veamos estos y otros aspectos del desarrollo neurotecnológico en los próximos lustros.

Por ello, el interés mostrado en este trabajo se centrará en la propuesta de la disciplina denominada neuroética como respuesta ineludible para aportar soluciones ante los avances imparables de las neurociencias que pueden llegar a ocasionar graves problemas de muy difícil solución en el ámbito ético-moral en la aplicación de estos. Las respuestas y soluciones que pueda dar la neuroética ante los interrogantes que ya la neurociencia se está planteando en múltiples campos – no solo el de la ética- la hacen no solo como una disciplina necesaria sino obligada a la que acudir para obtener respuestas.

III.

UN POCO DE HISTORIA: El camino recorrido por la neuroética, visto desde dos puntos de vista. Como hemos visto, el vertiginoso progreso en la tecnología y en

investigación por parte de las neurociencias y el debate ético suscitado ante tanto avance nos da una idea de las trascendentales repercusiones que está tomando este tema y la gran importancia que adquiere en ello la neuroética sobre todo a la hora de poder afrontar los problemas a los que en la actualidad se enfrentan las neurociencias. Para ello, es necesario saber desde donde parte la neuroética y cuáles son sus herramientas si quiere verdaderamente ayudar y contribuir a su solución. Con este sentido, en este apartado afrontaremos una visión histórica de la neuroética para saber dónde se encuentra en la actualidad. 24

J. MORENO, «Mind Wars: Brain Research and National Defense, NELSI-3: Ethical Issues in the Use of Neuroscience and Neurotechnology in National Defense», George Mason University and The Potomac Institute, Falls Church, 2011, en http://www.potomacinstitute.org/index.php?option=com_content&view=article&id=915: videonelsi-3-confrence&catid=71:cns-events-publications&Itemid=103 (consultado el 20/12/2015).

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Para afrontar esta revisión quisiera mostrar de una forma resumida una descripción de los hechos históricos y de los debates que han fundamentado el nacimiento y desarrollo de la Neuroética como una disciplina independiente, que hoy en día nadie discute que tiene entidad propia y que cuenta con extraordinaria importancia en la actualidad. Para ello, y sin querer ser exhaustivo, lo trataremos desde dos posturas que pueden verse de forma paralela para su mejor comprensión. Una de ellas histórica, con datos y eventos que han ido desarrollándose en el devenir histórico-científico y que han hecho surgir la neuroética. El otro es más una revisión en el tiempo conceptual del propio significado y definición de la neuroética por diversos autores.

1. Recorrido de los hechos histórico-científicos de la neuroética A lo largo de la historia de la humanidad se ha deliberado sobre la relación entre el cerebro y la personalidad. El debate se ha visto incrementado por el avance del conocimiento médico, las correlaciones clínicas y patológicas entre el cerebro, el pensamiento y el comportamiento humano. En ese sentido, las primeras lobotomías frontales “modernas” se hicieron por el Dr. Egas Moniz (1935) en pacientes que tenían enfermedades psiquiátricas resistentes al tratamiento farmacológico. Cambiaron la personalidad de los pacientes y por ello suscitaron gran preocupación y fueron cuestionadas su conveniencia y predicción.25 Durante todo el s.XX hemos podido comprobar un gran desvío ético en las actuaciones científicas cuando éstas se dejaron influir por objetivos de tipo político o cultural, que nada tenía que ver con lo propio de su profesión. Un triste ejemplo de ello lo tenemos en Europa (en 1933, se promulgó la Ley de esterilización en Alemania): En Alemania, durante este periodo denominado Tercer Reich, sucedió una auténtica obsesión por la mejora de la raza humana y 25

Cfr. E. S. VALENSTEIN, «Great and Desperate Cures: The Rise and Decline of Pyschosurgery and Other Radical Treatments for Mental Illness», Basic Books, 1986, en A. CANABAL, «Origen y desarrollo de la Neuroética: 2002-2012», Revista de Bioética y Derecho, 28, 2013, pp. 48-60.

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un utilitarismo creciente que tomó un carácter extremo en la experimentación con personas humanas realizada por médicos del tercer Reich y que obviaron la dignidad del ser humano. En este caso concreto, la medicina prestó ideología científica al nazismo (a través de lo que denominaron higiene racial), eutanasia (eliminación de minusválidos), experimentación no-voluntaria y otros actos "profesionales"

aberrantes

(ejecuciones,

torturas,

ensayos

de

guerra

bacteriológica, etc.). Rudolf Hess, el segundo en el mando después de Hitler durante este oscuro tiempo de la historia, afirmó que el nazismo era “biología aplicada”.26, 27 Han pasado casi 70 años desde el Código de Nüremberg (1947) y más de 50 desde la primera Declaración de Helsinki (1964), cuyas constantes revisiones siendo la última en el año 2013 han causado polémicas interminables:

Apenas proclamada la primera Declaración de Helsinki, fue reconocida como un documento que seguirá siendo controversial que, a lo muy menos y por de pronto, demuestra la preocupación de la profesión médica mundial por los temas éticos involucrados [en la experimentación humana]. Es un reconocimiento de ineficacia y una invitación a revisiones que han resultado ser interminables. Investigadores empeñados en fortalecer la posición de una ética de investigación que reemplace la ética clínica cuando un paciente es reclutado como probando, han insistido en la necesidad de revisar aspectos “defectuosos” de la Declaración.28

Otros hitos, como el Código de la Asociación Médica Británica (1949), el Informe Belmont (1979) y la creación de Comités de Bioética en Investigación, sentaron todos los principios éticos en relación con la investigación con sujetos humanos, estableciendo unos criterios de atención a la conducta ética, tanto en la

26

Cfr. UNITED STATES HOLOCAUST MEMORIAL MUSEUM, «El estado biológico: higiene racial nazi, 1933-1939», Recursos en Español, Enciclopedia del Holocausto, en http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007585 (consultado el 20/01/2016). 27 A. CANABAL, «Origen y desarrollo de la Neuroética: 2002-2012», en Revista de Bioética y Derecho, 28, 2013, p. 51. 28 M. KOTTOW, «De Helsinki a Fortaleza: una Declaración desangrada», en Revista. Bioética, 22(1), 2014, pp. 28-33, en http://www.scielo.br/pdf/bioet/v22n1/a04v22n1.pdf (consultado el 10/01/2016).

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investigación biomédica y la práctica médica.29 Una creciente implicación de la ética en la investigación en neurociencias, tanto por neurocientíficos como por expertos en ética30 provocó una producción científica y filosófica que ha llegado a ser conocida como la Neuroética. Esta cada vez más importante investigación del cerebro y el comportamiento llevó a la creación de la “International Brain Research Organization” en 1960 bajo los auspicios de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El más importante hito en la historia de la Neuroética acontece en San Francisco (California), en 2002, con la celebración del primer congreso mundial en Neuroética. El evento llevó por nombre Neuroethics, Mapping the field y fue auspiciado por la Universidades de Stanford y California. Sobre este asunto es interesante también destacar el papel crucial que, en Mapping the field, jugó la Dana Foundation. Ésta es una de las instituciones privadas que actualmente más dinero invierten en Neurociencia. Su apoyo supuso un verdadero impasse en lo que sería, a partir de entonces, la obtención de fondos públicos y privados orientados al desarrollo de una disciplina que era, hasta entonces, prácticamente desconocida. Y no solo eso; la Neuroética dejó de concernir exclusivamente a un pequeño grupo de bioéticos y filósofos norteamericanos, para convertirse en una cuestión de primera magnitud para neurocientíficos, empresas y gobiernos de todo el mundo. Las distintas ponencias de este encuentro se transcribieron en el libro Neuroethics. Mapping the Field.31 , 32, 33

29

Cfr. COMITÉ ASESOR DE BIOÉTICA DE CONICYT, Ponencias presentadas al taller: Bioética e Investigación con seres humanos y en animales, M. KOTTOW (ed.), Santiago, 2006, en http://www.conicyt.cl/fondecyt/files/2012/10/Libro-1-Bio%C3%A9tica-einvestigaci%C3%B3n-con-seres-humanos-y-animales.pdf (consultado el 20/01/2016). 30 Cfr. D.W. PFAFF (ed.), «Ethical Questions in Brain and Behavior: Problems and Opportunities», Springer-Verlag, 1983. 31 S. J. MARCUS (ed.), «Neuroethics. Mapping the Field», The Dana Press, New York 2002. 32 L.E. ECHARTE, «Neuroética. Hacia una nueva filosofía de la neurociencia», en J.J. GARCÍA (ed.), Enciclopedia de Bioética, en http://enciclopediadebioetica.com/index.php/todas-las-voces/192-neuroetica-hacia-unanueva-filosofia-de-la-neurociencia (consultado el 20/12/2015). 33 S. SÁNCHEZ-MIGALLÓN, J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, Neuroética, en F. FERNÁNDEZ, J.A. MERCADO (eds.), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, en http://www.philosophica.info/archivo/20092008/voces/neuroetica/Neuroetica.html. (consultado el 23/11/2015).

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En ese mismo año The Economist publica “The ethics of Brain Science: Open your mind”34 y, por su parte, en la revista Nature Neuroscience aparece un artículo de Marta J. Farah titulado “Emerging ethical issues in Neuroscience”35. En el año 2003, la “Society for Neuroscience” organizó por primera vez una importante conferencia sobre Neuroética y en el año 2005 la misma sociedad empezó a convocar también conferencias sobre el diálogo entre la Neurociencia y la sociedad que han llegado a ser muy conocidas en los medios de comunicación.

A partir de este momento comienzan a proliferar publicaciones, encuentros, congresos y la creación de instituciones específicas como la International Neuroethics Society (Asilomar, California), en 2006, constituida como “un grupo de estudiosos, científicos, clínicos que, junto con otros profesionales comparten un interés por las repercusiones sociales, legales, éticas y políticas de los avances de la neurociencia”36. Un editorial de la revista “Nature”37 publicado en ese mismo año trata sobre el desarrollo de tecnologías con iniciativa privada que investigan en imagen cerebral para aplicarla como detector de mentiras u otras medidas relacionadas con la seguridad de la sociedad. Desde ese momento, algunas técnicas de imagen podrían ser utilizadas para poner de manifiesto información privada, íntima de cada uno y esto podría vulnerar derechos humanos e individuales. Otro Editorial, publicado en la revista “Science”38 (2007), sostenía que la financiación y apoyo de las instituciones a la investigación y desarrollo de la

34

THE ECONOMIST, «The ethics of brain science: Open your mind», 2002, 363(8274), p. 5, en http://web.ebscohost.com/ehost/delivery?vid=8&hid=5&sid=c902ab2a-0616-456 (consultado el 20/12/2015). 35 M.J. FARAH, «Emerging ethical issues in neuroscience», 2002, en http://repository.upenn.edu/neuroethics_pubs/13 (consultado el 10/01/2016). Artículo publicado en Nature Neuroscience, Vol. 5, 11, 2002, pp. 1123-1130. 36 A. CARRARA, «Origen y Desarrollo de la Neuroética, Neuroética y Neurociencia», 2013, en http://acarrara.blogspot.it/2013/07/a-carrara-origen-y-desarrollo-de-la.html (consultado el 23/11/2015). 37 NATURE (EDITORIAL), «Neuroethics Needed. Researchers Should Speak Out on Claims Made on Behalf of Their Science», en Nature, 441, 2006, p. 907. 38 H. GREELY, «On Neuroethics», en Science, 318, 2007, p. 533.

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neurociencia debían ir parejos con la financiación de la Neuroética, siendo ésta la única forma de regular ética y moralmente todos los descubrimientos y progresos de la ciencia.

Es en el año 2008 cuando es publicada la primera revista específica, Neuroethics, bajo la dirección de Neil Levy, autor de gran influencia en esos primeros años para el avance de dicha disciplina. Asimismo, en 2011, se publica el Handbook of Neuroethics, una guía o manual dirigido por I. Judy y B.J. Sahakian, de la Universidad de Oxford. En torno a esas mismas fechas aparecen en lengua española los primeros estudios monográficos (S. Sánchez y J.M. Jiménez, E. Bonete, A. Cortina, K. Evers…).

Actualmente existen numerosos programas de investigación en Neuroética. Entre los más prestigiosos están:  The Dana Foundation39, la Fundación Dana es una organización filantrópica privada que apoya la investigación del cerebro a través de becas, publicaciones y programas educativos.  Center for Biomedical Ethics40, en la Universidad de Stanford con una orientación de este equipo principalmente biologicista y cercana a las posiciones defendidas por Patricia Churchland.  National Core for Neuroethics41, de la Universidad de British Columbia, en Vancouver (Canadá), con Judy Illes como representante suyo, y hermanado con el anterior.  Canada Research Chair in Biomedical Ethics and Ethical Theory42, dirigido por una gran figura en Neuroética, Walter 39

THE DANA FOUNDATION, en http://www.dana.org/news/neuroethics.aspx (consultado el 15/01/2016). 40 THE STANFORD CENTER FOR BIOMEDICAL ETHICS, Universidad de Stanford, 2016, en http://med.stanford.edu/bioethics.html (consultado el 10/01/2016). 41 NATIONAL CORE FOR NEUROETHICS, Universidad de British Columbia, 2016, en http://neuroethics.med.ubc.ca/ (consultado el 10/01/2016). 42 CANADA RESEARCH CHAIR IN MEDICAL BIOETHICS AND ETHICAL THEORY, Universidad de Calgary, 2006, en www.chairs-chaires.gc.ca/.http://www.sshrccrsh.gc.ca/disclosure-divulgation/grants-subventions/2006.pdf (consultado el 10/01/2016).

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Glannon. A diferencia de los dos grupos anteriores, el bagaje filosófico de los investigadores del grupo de Glannon es mucho mayor, además de que en él se defienden tesis menos utilitaristas.  Center for Neuroscience and Society43 de la Universidad de Pensilvania, en el que trabajan neuroeticistas de renombre como Steven Hyman, Paul R. Wolpe y Martha J. Farah. Es de calado científico.  The Oxford Center for Neuroethics,44 dirigido por Julian Savulescu y Neil Levy, institución de índole principalmente filosófica. Savulescu, junto con Nick Bostrom, se encuentra entre los principales defensores de la corriente transhumanista, mientras que Levy es conocido, sobre todo, por su teoría de la Extended Mind.  Un último proyecto europeo que merece mención es de origen alemán: DISCOS45 (Disorders and Coherence of the Embodied Self). El equipo de investigadores que lo conforma, fuertemente interdisciplinar, está dirigido por Thomas Fuchs, psiquiatra y filósofo muy crítico con el enfoque positivista y pragmático de la Neuroética anglosajona.

Por supuesto, hay muchos otros centros de investigación en Neuroética y se están abriendo otros tantos, pero la mayoría de ellos se encuentran a la sombra de los anteriores.

43

CENTER FOR NEUROSCIENCE AND SOCIETY, Universidad de Pensilvania, 2015, en http://neuroethics.upenn.edu/ (consultado el 10/01/2016). 44 THE OXFORD CENTRE FOR NEUROETHICS, University of Oxford, 2016, en http://www.neuroethics.ox.ac.uk/ (consultado el 10/01/2016). 45 COMISIÓN EUROPEA, Disorders and coherence of the embodied self (DISCOS), CORDIS – Servicio de Información Comunitario sobre Investigación y Desarrollo [última modificación 24/07/2012], en http://cordis.europa.eu/project/rcn/82456_en.html (consultado el 10/01/2016).

22

2. Recorrido conceptual de la neuroética El indudable éxito inicial del término Neuroética se ha transformado en pocos años en motivo de polémica. En el ámbito académico, un nombre es únicamente importante como marca en la medida en que sirve, primero, para cohesionar y, luego, como tarjeta de presentación de quienes comparten un mismo ideario. Lamentablemente, hoy el campo de la Neuroética no cumple con ninguno de estos dos requisitos. Al contrario, son más numerosas las voces que cuestionan el uso de dicha noción y, lo que es más grave, la legitimidad de la Neuroética como área de conocimiento. Intentaremos ver esta cuestión a partir de algunas de sus definiciones más discutidas. El término “neuroética” es utilizado por primera vez por el médico Anneliese A. Pontius en un artículo46 que publicó en 1973, donde se analizaban los horizontes y riesgos de las entonces nuevas intervenciones sobre el sistema nervioso central en neonatos. Mas tarde, en 1989, el neurólogo estadounidense Ronald E. Cranford contribuyó a su difusión al hablar del neurólogo como asesor ético (neuroethicist) y como miembro de los comités éticos institucionales 47, 48.

En 1999, celebrado por la Universidad de Pensilvania con el título Perspectives on Cognitive Neuroscience: Mind, Brain, and Society aparece el primer curso especializado en varias de las temáticas asociadas a la Neuroética: dilemas éticos en torno a la investigación neurológica, al tratamiento de la información, y a la manipulación del sistema nervioso central, muerte cerebral, fisiología de la libertad y bases neurológicas de la moralidad. Tres años después, y tras lograr el patrocinio de la Greenwall Foundation (una institución que desde 1991 financia investigaciones en Bioética), la Universidad de Pensilvania A.A. PONTIUS, «Neuro-ethics of “walking” in the newborn», en Perceptual and Motor Skills, 1973, 37(1), pp. 235-245. 47 R.E. CRANFORD, «The neurologist as ethics consultant and as a member of the institutional ethics committee», en Neurologia Clinica, 1989, 7, pp. 697-713. 48 R.E. CRANFORD, «Interdisciplinary approaches for a pragmatic Neuroethics», en American Journal of Bioethics, 2008, 8(1), pp. 52-53. 46

23

organiza el primer congreso nacional. Sin embargo, en el título elegido para el congreso, Bioethics and the Cognitive Neuroscience Revolution, todavía no estaba presente la palabra neuroética. Podemos asumir que la reunión celebrada durante el mes de mayo del año 2002 en San Francisco (California) fue el comienzo oficial y programático, por así decir, de la Neuroética. En las actas del congreso Neuroethics, Mapping the field se explica el fin de esta reunión de una manera que prácticamente se ha acuñado como definición de la Neuroética: El estudio de las cuestiones éticas, legales y sociales que surgen cuando los hallazgos científicos sobre el cerebro son llevados a la práctica médica, a las interpretaciones legales y a las políticas sanitarias o sociales. Estos hallazgos están ocurriendo en campos que van desde la genética o la imagen cerebral hasta el diagnóstico y predicción de enfermedades. La Neuroética debería examinar cómo los médicos, jueces y abogados, ejecutivos de compañías aseguradoras y políticos, así como la sociedad en general, tratan con todos estos resultados.49

Tras esto, en muy poco espacio de tiempo, el término “Neuroética” pasó a primer plano siendo utilizado por muchos investigadores neurocientíficos y por investigadores de otros muy diversos campos como los humanísticos, jurídicos, sociales y periodísticos. Las definiciones de Neuroética que manejaban todos estos investigadores correspondían mucho al modo de aplicación y de ver esta disciplina con el ámbito de estudio que pretendían abordar, así como con lo que entendían por Ética en general. La definición que más se conoce es la realizada por el periodista W. Safire en el Neuroethics, Mapping the field (2002): «El examen de lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo, acerca del tratamiento, perfeccionamiento, invasiones o manipulaciones del cerebro humano»50. Esta definición se completa con la que 49

S.J. MARCUS (ed.), «Neuroethics. Mapping the Field», The Dana Press, New York 2002. 50 W. SAFIRE, «Visions for a New Field of "Neuroethics"», Conferencia del Congreso Neuroethics. Mapping the Field, 13-14 de mayo de 2002, San Francisco, California, en S.J. MARCUS (ed.), Neuroethics. Mapping the Field, The Dana Press, New York 2002.

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aportan Judy Illes y Thomas Raffin según la cual la Neuroética es «una nueva disciplina bioética que ha surgido […] para agrupar todos aquellos temas teóricos y prácticos que tienen consecuencias morales y sociales en las ciencias neurológicas, tanto en el laboratorio como en la atención sanitaria o en la vida social»51, 52. Esta definición supone, como podemos ver, una dependencia de la bioética, no obstante, la neuroética es mucho más que una «bioética del cerebro»53. Será Kemi Bevington quien amplíe la definición de Neuroetica abriendo su campo de actuación a la interdisciplinariedad, ya que hasta el momento se refería tan solo a los efectos de las enfermedades del sistema nervioso. Esta divulgadora científica define la Neuroética como: El estudio de las cuestiones éticas, legales y sociales que surgen cuando los hallazgos científicos acerca del cerebro son llevados a la práctica médica, a interpretaciones legales o a políticas sociales o sanitarias. A medida que la Neurociencia avanza en nuevos e inexplorados territorios de investigación, aumentarán también el calado y la complejidad de las cuestiones sobre la responsabilidad moral y la identidad humana; y no es nada aventurado suponer que incluso podrían surgir otros problemas referidos a la relación entre biología y las creencias religiosas.54

En plena ebullición de las neurociencias, el neurocientífico Michael S. Gazzaniga presentó a la comunidad científica, en 2006, El cerebro ético con el propósito de mostrarque los códigos de conducta anclados en el cerebro humano son parte del fundamento que sostiene a la ética y, por extensión, a la vida política y social. El trabajo de Gazzaniga —junto al de Francisco Mora o Neil Levy, entre muchos otros— abrirá la puerta a una nueva dimensión en el estudio de la 51

J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, S. SÁNCHEZ-MIGALLÓN, «De la Neurociencia a la Neuroética. Narrativa científica y reflexión filosófica», EUNSA, Pamplona 2010, p. 71. 52 Cfr. J. ILLES, T.A. RAFFIN, « Neuroethics: An Emerging New Discipline in the Study of Brain and Cognition», en Brain and Cognition, 50 (2002), pp. 341-344. 53 M. S. GAZZANIGA, «El Cerebro Ético», vol. 61 Barcelona, Ed. Paidós, 2006, p.14. 54 K. BEVINGTON, «Mindless Entertainment in the Neuroethics Era: A Review of Eternal Sunshine of the Spotless Mind», en http://www.cbhd.org/resources/movies/bevington_2004-10-01_print.htm (consultado el 23/12/2015).

25

disciplina, permitiéndole esa manera, una extensión de la neuroética más allá de la bioética. Para este investigador la neuroética se define como «un intento de proponer una filosofía de la vida con un fundamento cerebral»55. 3. Adina Roskies, Neurociencia de la ética y Ética de la neurociencia: dos posturas que pugnan en una sola neuroética

Podríamos seguir aportando en la línea de W. Safire, J. Illes y T. Raffin definiciones que se han dado sobre la Neuroética. Si hubiera sido así, la neuroética sería hoy una rama de la bioética o una vertiente más de la ética aplicada. Pero hay una segunda acepción, elaborada por A. Roskies56, que entiende la Neuroética como un árbol de dos ramas básicas e interrelacionadas: 

La ética de la neurociencia: trata de desarrollar un marco ético para regular la conducta en la investigación neurocientífica y en la aplicación del conocimiento neurocientífico a los seres humanos. Se ocuparía de la valoración ética de las nuevas técnicas, planteando cuestiones muy similares a las tradicionales en bioética como, por ejemplo, si el uso de psicofármacos amenaza nuestra concepción del yo, si en los procesos criminales pueden admitirse evidencias tomadas de imágenes cerebrales, o si los psicópatas son responsables de sus actos. La pregunta básica quedaría centrada en la corrección o incorrección ética de esas aplicaciones a los seres humanos.



La neurociencia de la ética: se refiere al impacto del conocimiento neurocientífico en nuestra comprensión de la ética misma, ocupándose de las bases neuroquímicas y neuronales de la actividad moral y de su sujeto agente. Obviamente, si la neurociencia de la ética afecta a la comprensión misma del sujeto agente de la moralidad, entonces ya no es una rama más de la ética aplicada, sino su eje central, porque arroja

55 56

M.S. GAZZANIGA, «El Cerebro Ético», vol. 61, Barcelona, Paidós, 2006, p.14. A. ROSKIES, «Neuroethics for the new millenium», en Neuron, 2002, 35, pp. 21-23.

26

luz sobre temas tan intrincados como responsabilidad, conciencia, libertad, elección y racionalidad. En otras palabras, se propone dar un enfoque innovador a la ética y, además, proporcionarle un nuevo fundamento inédito hasta ahora.

Esta definición de Adina Rosikes de neuroética basada en dos planos será el objeto central de nuestras reflexiones, a partir de ahora, en este trabajo.

IV.

NEUROÉTICA COMO DISCIPLINA INDEPENDIENTE E INTEGRADORA: Una oportunidad para un dialogo interdisciplinar Como fruto de la interdisciplinariedad de la neurociencia, el papel al que

esta llamada la neuroética se entiende igualmente interdisciplinar. El papel interdisciplinar de la neuroética en su enfoque de trabajo es claro, y se supo desde sus comienzos. En todas las definiciones que hemos examinado vemos de alguna forma traslucir la importancia del trabajo interdisciplinar que hay detrás en el papel que juega la neuroética. Y en sus orígenes también se ve con claridad este aspecto. Como resultado del congreso de San Francisco, surgió un plan de trabajo que divide la neuroética en cuatro bloques. Los cuatro grandes bloques fueron: (a) la ciencia neural y el yo; (b) la ciencia neural y las políticas sociales; (c) ética y la práctica de la ciencia neural; y (d) la ciencia neural y el discurso público.57

En un artículo más reciente, J. Illes y S. J. Bird, siguiendo una clasificación de temas neuroéticos muy similar, han articulado estos cuatro grandes apartados de una manera más concisa y elegante. Según estos autores, los cuatro grandes objetivos de la Neuroética se reducen a: (1) Neurociencia del yo, del actuar y de la responsabilidad; (2) Neurociencia y políticas sociales; (3)

57

Cfr. J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, S. SÁNCHEZ-MIGALLÓN, «De la Neurociencia a la Neuroética. Narrativa científica y reflexión filosófica», EUNSA, Pamplona 2010, pp. 9293.

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Neurociencia en la práctica clínica; y (4) Neurociencia en el discurso público y en la formación.58

Interdisciplinariedad y unidad de la neuroética en dos planos. La Neuroética surge, por tanto, como una disciplina de carácter interdisciplinario que busca reflexionar en torno a una gran variedad de problemas que tocan aspectos muy diversos del hombre, lo que ha provocado ahondar en su estudio y reflexión desde enfoques variados que han conducido a la creación de distintas organizaciones mundiales dedicadas al estudio interdisciplinario entre la neurociencia y la filosofía. De igual forma, encontramos a muchos profesionistas, médicos y filósofos principalmente, que dedican sus esfuerzos al desarrollo pleno de la Neuroética. Algunos ejemplos destacados son R. E. Cranford, Patricia Churchland, A. Pontius, Steven J. Marcus, William Safire, Charles Dana, Mariano Artigas y Eric Kandel, entre otros más. Podemos deducir de aquí, y relacionándolo con la definición vista de neuroética de Adina Roskies, que la neuroética aborda un enfoque interdisciplinar desde dos planos:  Plano Científico-experimental-aplicado: Por un lado tenemos un enfoque interdisciplinario desde una perspectiva puramente científica y experimental, donde trabaja neurociencia a través de los estudios genéticos, moleculares o celulares sobre el tejido nervioso. En este plano, se trataría de todos aquellos problemas predominantemente prácticos de los criterios éticos de aplicación de la neurociencia en su tratamiento con pacientes o sujetos experimentales.  Plano

Reflexivo-filosófico-científico:

Por

otro

lado,

esta

interdisciplinaridad conectaría a la neuroética con conocimientos no científico-experimentales como los de la ética y la antropología entre otros. Este enfoque interdisciplinario permitirá a las ciencias neurales interactuar con distintos ámbitos del conocimiento para alcanzar una meta en común, a saber: conocer qué es el hombre. Se

58

Cfr. J. ILLES, S.J. BIRD, «Neuroethics: A Modern Context for Ethics in Neuroscience», en Trends of Neurosciences, 29, 2006, pp. 511-517.

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trata pues, de abordar todas aquellas cuestiones relativas al ser y actuar humanos. De esta forma, utilizando ambos planos de enfoque y estudio, se pueden profundizar en los descubrimientos y realidades humanas antes desconocidas que afectan a la reflexión filosófica desde una perspectiva científica y experimental, como son la genética y las neurociencias.

Para Neil Levy, otro de los referentes contemporáneos en neuroética y neurociencia, la posibilidad de la neuroética como una disciplina independiente se justifica por un lado porque la neuroética hace referencia a la reflexión ética sobre las nuevas técnicas y tecnologías producidas por la neurociencias. En este punto habría una cierta analogía con los temas tratados en bioética y en la tecnología biomédica. Sin embargo, el segundo enfoque de la cuestión es muy distinto del primero, y hace referencia a la forma en que los nuevos conocimientos nacidos de las ciencias de la mente iluminan temas tradicionales de la filosofía: naturaleza de la moralidad, pérdida del autocontrol, justificación de las creencias, libre albedrío, etc. Estas cuestiones no poseen una analogía en la bioética59. Kathinka Evers en su libro “Neuroética. Cuando la materia se despierta” denomina a estos dos planos por los que discurre el estudio de la neuroética como «neuroética aplicada» y «neuroética fundamental». La neuroética aplicada está relacionada con los problemas prácticos de la bioética y la biotecnología, es decir, problemas éticos originados por el uso de las técnicas de neuroimágenes, la mejora cognitiva o el uso de la farmacología, etc. aplicado a las neurociencias. En cambio, la neuroética fundamental se ocupará de cómo el conocimiento del funcionamiento del cerebro y su evolución pueden ayudarnos en la comprensión de nuestra identidad personal, la conciencia y la intencionalidad, asimismo, el desarrollo del pensamiento y la formación de juicios morales60.

59

Cfr. N. LEVY, «Introducing Neuroethics», en Neuroethics, 1, n°.1, 2008, pp. 1-8, en http://dx.doi.org/10.1007/s12152-008-9007-7 (consultado el 15/01/2016). 60 Cfr. K. EVERS, «Neuroética, cuando la materia se despierta», Katz editores, Buenos Aires, 2010, p.13.

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Estas dos ramas o planos de la neuroética interactúan produciendo un conocimiento nuevo e integrador, un territorio común compartido por neurocientíficos, filósofos, psicólogos, sociólogos, abogados, economistas, etc. a la que sin duda la bioética tiene mucho que aportar, pero que, de momento, marcha por un camino paralelo.

La bifurcación de la neuroética en estos dos planos, ya sea como «ética de las neurociencias y neurociencia de la ética» de A. Roskies ò como «neuroética aplicada y neuroética fundamental» de K. Evers, (o como en este trabajo he denominado: plano científico-experimental-aplicado y plano reflexivo-filosóficocientífico) es un aspecto transversal que recorre toda la disciplina, dejando en un lugar aparte el lenguaje y los problemas conceptuales de cada autor. Los diversos trabajos y autores consultados que relatan los inicios de la neuroética convienen en señalar esta bifurcación al instante de tomar uno u otro camino, eso sí, en donde cada de los investigadores lo entiende a su manera, como bien se puede comprobar en las obras de A. Roskies, A. Cortina, K. Evers, M.S. Gazzaniga o P.S. Churchland. Por este motivo, podemos entender estos dos ejes como complementarios sin los cuales no se podría entender el alcance total de las investigaciones que se están llevando a cabo bajo la denominación «neuroética».

V.

NEUROETICA, LA RESPUESTA A LA NEUROCIENCIA PARA ENTENDER MEJOR LA PERSONA HUMANA Los progresos que las neurociencias están acumulando en estas últimas

décadas, así como los desafíos a los que se enfrentan por culpa de estos mismos descubrimientos provocan la necesidad de inspirar nuevas disciplinas que les ayuden a comprender mejor y superarlos. Una de estas disciplinas es la neuroética, que trata acerca de los beneficios y los peligros potenciales de las investigaciones modernas sobre el cerebro, e igualmente se interroga sobre la conciencia, sobre el sentido de sí y sobre los valores que el cerebro desarrolla. «En un ambiente de interdisciplinariedad, como dice A. Carrara, la neurobioética

30

[o neuroética] trata de recoger, seleccionar, evaluar e interpretar los datos neurocientíficos a disposición, subrayando, a la vez, las cuestiones éticas más sobresalientes por medio de una metodología multidisciplinar, y resaltando el papel central que la persona humana ocupa en su individualidad, valor y dignidad intrínseca, en cualquier ámbito de la investigación neurocientífica»61.

En este contexto de continuos avances científicos e imparables carreras de investigación, las neurociencias han descubierto nuevos escenarios de la dimensión humana antes desconocidos que afectan a la reflexión filosófica y concretamente, en mayor medida, a la ética. Ya no se trata solo del análisis de las implicaciones éticas de la práctica clínica y los dilemas surgidos en este ámbito, como son la neurotecnología y los tratamientos asociados, así como al análisis de las implicaciones éticas de las neurociencias en los contextos social, económico, cultural y político. A lo cual podríamos denominar con la terminología de A. Roskies como ética de la neurociencia. Se trata de ir más allá. Se trata de ayudar y clarificar en el estudio de las bases neuronales del comportamiento ético, el libre albedrio, la conciencia, el autocontrol, la moral y la conducta sustentada en preceptos y valores. Es decir, en este caso el cerebro es el objeto de estudio para dilucidar donde y como se genera un comportamiento ético en el encéfalo humano. Volviendo a la terminología de A. Roskies, estaríamos hablando de la neurociencia de la ética. De ahí que la ética requiera conocer cómo funciona el cuerpo humano –el cerebro–, la biología humana en general, para dar respuestas a conductas morales relacionadas con la libertad, la responsabilidad, la mente, el yo y la conciencia62.

Biologización de la ética. El problema que corre la neuroética al adentrarse en este campo es en caer en una ética materialista en la que la reflexión se apoye exclusivamente en los datos de las ciencias experimentales. Ya algunos autores

61

A. CARRARA, «Neuroética: ¿mi cerebro me controla?», Catholic.net Inc., 2010, en http://es.catholic.net/imprimir/index.phtml?ts=28&ca=436&te=1219&id=48581 (consultado el 15/01/2016). 62 R. RAMOS-ZÚÑIGA, «La neuroética como una nueva perspectiva epistemológica en neurociencias», en Revista de Neurología, 2014, v. 58, pp. 145-146.

31

han venido en llamar este camino como “biologización de la ética”63. Este concepto de biologización profundiza en la importancia de la naturaleza biológica de la moral en el hombre, y la eleva a un rango que no le corresponde, llegando a entender esta necesaria colaboración entre filosofía y ciencia en sentido reduccionista. Esta visión cientificista nos reduce todo a la materia.

Uno de los principales defensores que promueven la neuroética como una ética fundada en el cerebro, a la que denomina ética universal, es Michael S. Gazzaniga. En 2005, publicó The Ethical Brain con el propósito de sentar los fundamentos de universalidad de una ética fundamentada en el cerebro. El autor afirma que la neuroética posee un terreno fértil más allá de la bioética del cerebro humano, es decir, un espacio adecuado para encontrar un «equilibrio dinámico entre la ética y las neurociencias»64, ya que éstas pueden aportar muchos datos concretos y crear una influencia positiva sobre las cuestiones éticas. Se puede así caer en el extremismo de reducir la riqueza de la experiencia humana a ámbito de lo meramente biológico y llegar a sostener que nuestras decisiones libres y voluntarias son causadas a nivel de la fisiología cerebral.

Monismo versus dualismo. Los estudios y avances alcanzados por la neurociencia en neuroimagen ha reabierto el debate relativo a mente-cerebro, volviendo a hacer aflorar en nuestros días la manida disputa entre monismo y dualismo, asomando estas posturas en las diferentes interpretaciones a los resultados científicos resultantes. El monismo defiende que el cerebro es el que realiza completamente las funciones biológicas e intelectuales. Para esta posición, todo son procesos físicos y biológicos. Es el cerebro el que piensa. En cambio, los dualistas afirman que se trata de dos actividades distintas. Por una parte las

63

A. MORENO, «Biologización de la Ética», en Bioética Selecciones, 17, 2011, Bogotá, Ed. Cenalde. En este trabajo, A. Moreno Lax presenta tres éticas con “un fundamento material de tipo biológico”, cuyos autores son: HANS JONAS “El principio de responsabilidad”, J. HABERMAS, “El futuro de la naturaleza humana”, y E. DUSSEL “Ética de la liberación en la época de la globalización y de la exclusión”. Por otra parte, dice MACINTYRE (2001, p. 187): “La ética de Aristóteles, expuesta como él la expone, presupone su biología metafísica”. 64 M.S. GAZZANIGA, «El Cerebro Ético», Vol. 61. Barcelona, Ed. Paidós, 2006.

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biológicas, transmisión eléctrica de los impulsos del cerebro, contracciones musculares, y otras totalmente distintas, las mentales e intelectuales.

El riesgo de la definición de persona humana. Lo que está en riesgo con la búsqueda del correcto enfoque y ámbito de actuación y estudio de la neuroética, y por tanto su correcta utilización como herramienta útil y necesaria a la hora de aportar soluciones a los problemas que surgen de los resultados y avances obtenidos por las neurociencias en nuestros días, es la propia definición de persona humana, su dignidad, en definitiva, saber quién es la persona humana.

La tradicional, y más que valida, definición de hombre que ofrece Boecio es «naturae rationalis individua substantia, sustancia individual de naturaleza racional»65. Parece a simple vista una definición de mínimos, pero encierra en ella todos los elementos necesarios para poder argumentar del hombre su doble naturaleza (material y espiritual) en una unidad personal (la persona humana). Por eso es considerada la más honda, radical, exacta y ajustada desde el punto de vista metafísico de cuantas se han propuesto a lo largo de la historia.

Boecio y, con él, Tomás de Aquino, define la persona como «sustancia individual de naturaleza racional». Pero ¿en cuál de estos elementos hemos de ubicar el constitutivo formal de la persona?, ¿en la subsistencia?, ¿en la individualidad?, ¿en la naturaleza?, ¿en la razón? Para entender la definición en su auténtico sentido y, de este modo, responder a estas preguntas correctamente, sería preciso estudiar cada uno de sus términos de modo pormenorizado, lo cual no es objeto de este trabajo. En este sentido, podemos afirmar que, «la diferencia que permite denominar persona a un individuum es la racionalidad (la apertura). Para poder hablar de persona humana se precisa la naturaleza racional; es éste el dato distintivo de la persona respecto a los otros seres sustanciales»66, dicho en dos palabras, la reditio completa, que es propia solo del hombre y que implica un 65

BOECIO, «De persona et duabus naturis», cap. 3; PL 64, 1343. Cfr. TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae I, q. 29, a. 1. 66 R. LUCAS, «El hombre espíritu encarnado. Compendio de filosofía del hombre», Sígueme, Salamanca, 2003, p.235.

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retorno del hombre sobre sí mismo, una capacidad de ser presente a sí mismo que se verifica en dos sectores: la autoconciencia y la autodeterminación. Eso sí, la persona no pierde la propia constitución por el hecho de no ejercitar la autoconciencia y autodeterminación.

Dualidad en unidad. Por todo lo visto podemos aseverar que ni dualismo ni monismo. Pero sí que debemos aceptar que el cerebro es un instrumento de la mente, y su relación es incomprensible todavía. El hombre es pues una dualidad en una unidad: material y espiritual, cuerpo y alma. «El organismo viviente funciona como un todo; es un unum per sé en el que todas las funciones están armonizadas en un sistema unitario» y que «esta unidad funcional del organismo humano, ya desarrollado y diferenciado, depende esencialmente del encéfalo»67, sin que esta dependencia que existen suponga nunca identidad. El hombre no es solo su cerebro, el hombre es un espíritu encarnado. Insiste R. Lucas diciendo: «el hombre es un ser en el que se hace patente la espiritualidad no sólo en su inteligencia y voluntad, sino también en su estructura biológica. Su precariedad instintiva requiere la presencia del espíritu para poder sobrevivir y dejar espacio al pensamiento y a la libertad»68.

No obstante, no se puede negar una interrelación entre el cerebro y la acción cognitiva del hombre, pero dejando claro que una cosa es el aparato y otra la persona que crea el mensaje, lo envía y lo comprende. El aparato lo transmite, la persona necesita el aparato. Las neuronas son nustras, el cerebro es nuestro, pero las neuronas no piensan, pensamos nosotros. Es evidente que la parte anatómica condiciona los procesos mentales e intelectuales de alguna forma, pero no deja de ser la infraestructura fisiológica de la mente. El cerebro no es la mente.

67 68

R. LUCAS, «Explícame la persona», ed. ART, Roma, 2010, pp.253-254. R. LUCAS, «Explícame la persona», ed. ART, Roma, 2010, pp.203.

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VI.

CONCLUSION: UNA DEFINICION DE NEUROETICA Nuestro itinerario llega a su fin. En él he querido exponer parte de esta

incipiente disciplina, que no está exenta de grandes discusiones y controversias, como hemos podido comprobar.

A lo largo de este trabajo se ha querido presentar una visión amplia de la neuroética desde su origen histórico a sus implicaciones de más calado ontológico con la persona humana. He intentado mostrar la disciplina de la neuroética intentando responder a estas tres preguntas: ¿De dónde viene? ¿Cómo actúa? ¿Para qué actúa? a través de los conocimientos adquiridos de los diversos textos y trabajos de los autores estudiados durante el curso. Tras este estudio puedo concluir con una definición que sin querer ser exhaustivo puede dar, desde mi opinión, una idea clara de que es la neuroética:

Definición de neuroética. La neuroética es una disciplina independiente que, desde un marcado carácter interdisciplinar repartido entre la reflexión filosófica y el trabajo experimental-científico-tecnológico,

y

enfocando

su

trabajo

de

forma

interdisciplinar en diferentes planos de estudio (tanto reflexivo como experimental), siendo éstos no excluyentes entre sí, sino que se alimentan el uno al otro, complementándose e interactuando en la consecución de nuevo conocimiento tiene bajo su estudio a la persona humana, igualmente, desde un doble plano: 1°) Plano próximo: cuerpo-cerebro y 2°) Plano remoto: hombre concebido en su totalidad (material, mental y espiritual), abarcando todas las posibles implicaciones del hombre, ya sea, consigo mismo, con el entorno y con los demás, así como con lo Absoluto. El estudio del cerebro y de las bases neuronales del ser humano se realizaría siempre en orden a la persona humana considerada en su totalidad.

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Notas características de la neuroética. Bajo esta definición podemos destacar las siguientes notas que desde mis conclusiones la caracterizan:  Disciplina independiente. La neuroética es una disciplina incipiente que está logrando su consolidación, sobre todo, a partir del desarrollo de las ciencias empíricas de la naturaleza, la psicología y las neurociencias. La rapidez de la creación, desarrollo y progreso técnico-científico empuja a la neuroética hacia la investigación interdisciplinaria, pues es necesario abordar las investigaciones desde diversos puntos de vistas que están en constante movimiento.  Objeto formal quo - Método - Carácter interdisciplinar. Cuando hablamos de neuroética no lo hacemos desde un saber único que se distingue claramente entre otros, sino desde una disciplina que abarca un conjunto de ciencias y disciplinas que trabajan de forma interdisciplinar, lo cual nos da una idea de la complejidad de los diferentes temas y su estudio. El neuroético ha de trabajar por igual de forma repartida entre la reflexión filosófica y los trabajos experimentales en los laboratorios científicostecnológicos.  Objeto formal quod - Enfoque - Dos planos de actuación. La doble vertiente de la neuroética (ya sea como «ética de las neurociencias y neurociencia de la ética» de A. Roskies ò como «neuroética aplicada y neuroética fundamental» de K. Evers) no representan dos elementos excluyentes, sino todo lo contrario, son partes complementarias que interactúan en la obtención de un conocimiento nuevo. El campo de estudio de la neuroética es un territorio común que es compartido por neurocientíficos, biólogos, filósofos, psicólogos, sociólogos y juristas, entre otros. Nos movemos, pues, ante un enfoque de trabajo en el que prima la integración, el diálogo, la cooperación, el «ponerse cada uno en el

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lugar del otro»69, donde se hace patente la necesidad de establecer un marco conceptual que permita interpretar adecuadamente las funciones del sistema nervioso y su relación con el comportamiento humano.  Objeto material – La persona humana como objeto de estudio.

La

neuroética tiene dos niveles de objeto material. Un objeto material próximo que es el cerebro y el sistema nervioso humano, el cual se ordena a un objeto material remoto que se trataría de la persona humana en su conjunto, integrando todas las dimensiones del hombre.  El modelo de la neuroética es similar a un Modelo Input-Output70, y no sistemático. El Modelo Input-Output de la neuroética podría basarse en el modelo desarrollado por Wassily Leontief por el cual obtuvo el Premio Nobel en el año 1973. El propósito esencial del modelo Input/Output es analizar la interdependencia de diversas industrias en una economía. El modelo viene a mostrar como las salidas de una industria (outputs) son las entradas de otra (inputs), mostrando una interrelación entre ellas.

Ahora bien, ¿Cómo este modelo encaja en la neuroética? Pues precisamente por su interdisciplinariedad, carácter abierto y porque el objeto de estudio de la neuroética está centrado en la persona humana en su totalidad, es decir, en el estudio por igual de la relación del cerebro y el sistema nervioso con: la vida física (vida fisiológica), la vida psíquicasensitiva-social (sentidos, tendencias, instintos, afectividad,…), y la vida psíquica-espiritual (inteligencia, voluntad, sentimientos espirituales,…). Todas estas actividades del hombre (física, psíquica, espiritual), así como sus propiedades y funciones de alguna forma afectan al sistema como unidad, es decir a la persona humana, y además se interrelacionan entre ellas interaccionando y afectándose unas a otras. Se trata pues de un 69

J.A. LOMBO, J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, «La colaboración entre filosofía y neurociencia. Una propuesta interdisciplinar para entender la unidad de la persona humana», en Cuenta y razón, Nº 34, 2015, p. 28. 70 Cfr. J.S. PAUTASSI, «Desde la bioética a la neuroética: ¿neuroética o personoética?», en Revista Latinoamericana de Bioética, Vol. 13, nº 2, ed. 25, 2013, p. 48-59.

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modelo que trata como “piezas” de un sistema complejo a estas tres dimensiones de la persona humana que interactúan entre sí, dentro de este sistema general que es afectado, a su vez, por cada una de ellas, y que en su conjunto se mantiene en un equilibrio general. (Ver Gráfico 1. El Sistema Persona71).

El modelo de la neuroética es un Modelo Input-Output, y no sistemático.

Estas tres dimensiones se integran en la persona humana concreta que es cada sujeto con su vida fisiológica (cuerpo-cerebro), su contexto psicosocial y su dimensión espiritual. «El conocimiento humano es a la vez cultural, espiritual, cerebral»72. De esta manera superamos tanto el reduccionismo biologicista (el entenderlo todo a causa de un determinismo de los genes), como el consciencialismo racionalista (espiritualista) y el sociologismo conductual (la determinación del ambiente social), pues la vida de la persona humana es a la vez biológica, sociológica y espiritual. 71

J.S. PAUTASSI, «Desde la bioética a la neuroética: ¿neuroética o personoética?», en Revista Latinoamericana de Bioética, Vol. 13, nº 2, ed. 25, 2013, p. 58. 72 E. MORIN, «El Método 3: El conocimiento del conocimiento», Cátedra, Madrid, 1999.

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Las diversas actividades, los diferentes procesos y capacidades son generados por un sujeto del cual proceden, la persona humana en sus tres dimensiones: físico-biológico, psicosocial y espiritual. No es el ojo quien ve, ni la inteligencia quien piensa, ni la voluntad quien quiere, sino que es el hombre quien ve, piensa y quiere73. En la persona no solo hace simbiosis la naturaleza y la cultura, sino que a partir de allí, ella aporta como un todo al sentido de la propia vida y a la vida social. Como dice A. Damasio: Aunque la biología y la cultura suelen determinar nuestro razonamiento, directa o indirectamente, y puede parecer que limitan el ejercicio de la libertad individual, hemos de reconocer que los seres humanos tenemos realmente un cierto margen para dicha libertad, para desear y realizar acciones que pueden ir en contrapelo de la biología y la cultura.74 Es interesante también dejar claro que aunque «es cierto que puede haber ciertos inputs y outputs que pueden influir en nuestro modo de pensar», y por tanto en nuestro actuar posterior en base a estos razonamientos y juicios, ello no nos determina debido a que «no son más que condiciones que influyen en nuestros procesos intelectivos, no son causas directas de ellos»75. La neuroética, es una disciplina abierta que no pierde de vista la perspectiva y el horizonte de la vida en su totalidad. De lo contrario quedaría cerrada en los datos neurológicos que observa por las tecnologías y de este modo traicionaría a la ética como dimensión de la persona humana, cayendo en un reduccionismo materialista y en un monismo metodológico. Por otra parte, tampoco se puede quedar con la sola reflexión filosófica sin considerar los datos científicos, pues para lograr aportar respuestas validas a los interrogantes que se nos plantean es necesario "reconciliar el humanismo tradicional con la ciencia moderna", [A. Damasio, en El error de Descartes]. 73

R. LUCAS, «El hombre espíritu encarnado. Compendio de filosofía del hombre», Sígueme, Salamanca, 2003, p.252. 74 A. DAMASIO, «El error de Descartes», Crítica, Barcelona, 2003. 75 A. CORTINA, «Neuroética y Neuropolítica. Las bases para la educación moral», Madrid, Tecnos, 2011, pp. 195-198.

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Conclusión. Para concluir, tan solo decir, que sobre esta temática se podría seguir escribiendo y profundizando sobre muchos aspectos, cosa que me gustaría, pero ciertamente este trabajo se extendería demasiado. Dejo la posibilidad abierta de profundizarlo en posteriores trabajos. Queda patente que la aparición de la neuroética, como una disciplina independiente, integradora e interdisciplinar en si misma, tiene un papel importante para contribuir a ayudar al esclarecimiento de todos esos interrogantes que desde las neurociencias afloran y que éstas no pueden resolver, aportando perspectivas de estudio que solo la neuroética puede ofrecer. Vemos como la biología, la ciencia y las neurociencias nos muestran una visión anatómica, fisiológica, morfológica y funcional del hombre (material). La filosofía nos aporta unas posiciones que no se explican por la materia. La ética, por su lado estudia la conducta humana, y el cerebro es condición principal de esa conducta. La neuroética representa un lugar inclusivo de encuentro, discusión y análisis de todas las contribuciones que las diferentes disciplinas implicadas pueden aportar. La neuroética permite que la comunidad científica, comunidades académicas, la sociedad, los medios de comunicación, las ciencias sociales y las humanidades tengan su lugar en este dialogo interdisciplinar. Y todo ello, la neuroética puede llevarlo a cabo gracias al método y enfoque de interdisciplinariedad que presenta en su naturaleza misma como disciplina científica. El objetivo de estudio común de esta forma puede ser comprendido de modo más realista al ser abordado desde diversas perspectivas. La interdisciplinariedad que la neuroética presenta en su propia constitución como disciplina independiente e integradora ilumina a todas y cada una de las demás disciplinas y ciencias implicadas en el trabajo de investigación al que se enfrentan, y ello ayudará a entender mejor la persona humana y todas sus implicaciones. «La comprensión unitaria del ser humano requiere descubrir y articular sus múltiples dimensiones sin separarlas»76 acercándonos a los problemas límite de su existencia con una metodología más adecuada y realista.

76

J.A. LOMBO, J.M. GIMÉNEZ-AMAYA, «La colaboración entre filosofía y neurociencia. Una propuesta interdisciplinar para entender la unidad de la persona humana», en Cuenta y razón, Nº 34, 2015, p. 28.

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INDICE I. INTRODUCCION......................................................................................2 II. NEUROÉTICA Y NEUROCIENCIAS. Contexto y enfoque del problema que abordamos.................................3 1. Neurociencia: Lo neuro es algo más que una moda................................3 a. ¿Qué es la neurociencia?.....................................................................4 b. Objetivo central de las neurociencias………………………….…….5 c. Una mirada de la neurociencia en la historia……………………….5 d. Las técnicas de neuroimagen, un ejemplo muy clarificador……...…6 e. Despliegue económico, político e institucional……………………...7 2. Interdisciplinariedad: las neurociencias fuente de la interdisciplinariedad de la neuroética.........................................................8 a. Un breve repaso historico...................................................................9 b. La importancia de la metodología interdisciplinar en la neurociencia………………………………………………………….9 3. ¿A que llamamos el problema de la neurociencia y el porqué de la neuroética?.................................................................................................10 a. Una cultura basada en el cerebro.....................................................10 b. Sistema nervioso y conducta humana: las neuronas espejo y la empatía como ejemplo………………………..…………………….11 c. El cerebro como herramienta y sus consecuencias ético-morales en la persona humana…………………………………………………14 d. Avance exponencial de investigaciones en neurociencias…………15 III.UN POCO DE HISTORIA. El camino recorrido por la neuroética....15 1. Recorrido de los hechos histórico-científicos de la neuroética...........16 2. Recorrido conceptual de la neuroética…………………………..…..22 3. Adina Roskies, Neurociencia de la ética y Ética de la neurociencia...25 IV. NEUROETICA, DISCIPLINA INDEPENDIENTE/INTEGRADORA: Una oportunidad para un dialogo interdisciplinar...............................26 1. Interdisciplinariedad y unidad de la neuroética en dos planos.............27 V. NEUROETICA: La respuesta de la neurociencia para entender mejor la persona humana..……………………...................................................................29 1. Biologización de la ética........................................................................30 2. Monismo versus dualismo.....................................................................31 3. El riesgo de la definición de persona humana.......................................32 4. Dualidad en unidad................................................................................33 VI. CONCLUSION: UNA DEFINICION DE NEUROETICA..................34 1. Definición de neuroética……................................................................34 2. Notas características de la neuroética...................................................35 BIBLIOGRAFIA............................................................................................40

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