Neodesarrollismo: el porvenir es largo

September 19, 2017 | Autor: Ana Natalucci | Categoría: Kirchnerismo, Populismo, Neoliberalismo, Neodesarrollismo, Desarrollo Nacional
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Descripción

Neodesarrollismo. El porvenir es largo En el libro “Después del derrumbe. Conversaciones entre Néstor Kirchner y Torcuato Di Tella” respecto del modelo económico Kirchner sostuvo dos cuestiones. Una, que había que superar el modelo iniciado en 1976 y consolidado en los `90. Segunda, la reconstrucción de un modelo de desarrollo orientado “a la industrialización protegida por el Estado, por sustitución de importaciones, con subsidios y dirigismo gubernamental” (2003: 29). Una perspectiva que se sintetizó en el slogan “la reconstrucción de un capitalismo nacional”. Esta idea encontraba su fundamento en la reconversión de las formas de producción capitalista producida en las últimas décadas del siglo XX, cuya una de sus principales consecuencias fue la fragmentación de la clase trabajadora. Esa propuesta económica fue denominada por especialistas, entre ellos Luiz Bresser-Pereira, como nuevo desarrollismo, entendida como una estrategia de nacional de desarrollo surgida a raíz de las críticas formuladas al proceso de sustitución de importaciones como al consenso ortodoxo. Respecto de sus características, Bresser-Pereira señaló la orientación a las exportaciones de bienes manufactureros (antes que a un proceso de sustitución de importaciones dirigido al mercado doméstico), rechazo al proteccionismo, un mercado y Estado fuerte, disciplina fiscal, administración del tipo de cambio, intolerancia a la inflación, inversión en innovación empresarial, apoyo a mercados laborales más flexibles. El Estado debía conformarse en un instrumento para ese desarrollo. Asimismo, era necesaria la conformación de una alianza nacional que agrupara al sector productivo, obreros, funcionarios de gobierno, profesionales y clase media. Un afluente de esa alianza el kirchnerismo la legó del duhaldismo. Me refiero a lo que Castellani y Schorr denominaron el “grupo devaluador” conformado por un sector de la UIA – especialmente el Movimiento Industrial Nacional (MIN)–, agroexportadores (Sociedad Rural y la Federación Agraria Argentina) y la Cámara de la Construcción. Este grupo jugó un rol importante en la salida de la Convertibilidad y la reactivación del mercado interno. Kirchner heredó esta alianza necesaria para el sostenimiento del modelo. El plus k fue la convocatoria a sectores sindicales y socio-territoriales. Por un lado, promovió en 2004 la unificación de la CGT bajo la conducción de Hugo Moyano. Por otro, convocó a dirigentes sociales. Esta convocatoria tenía un sentido: articular a quienes tenían representación entre los sectores trabajadores formales e informales. Los sectores dominantes fueron los primeros en abandonar esa alianza: en 2008 las patronales agropecuarias; en 2009 la UIA. De los sectores populares, el moyanismo lo hizo en 2012. De esta manera, de esa amplia alianza sólo queda en la actualidad las organizaciones socioterritoriales y un sector del sindicalismo. No creo que esta útlima ruptura deba atribuirse a la personalidad de los dirigentes en cuestión, sino a los límites que el kirchnerismo -en tanto neodesarrolllismo- tiene. Concretamente me refiero a que esta alianza era restringida al modelo económico mas no a la política. Dirigentes que se vanagloriaban de hablar seguido con Néstor han recordado más de una vez que una de sus frases de cabecera era la de “empaten para que yo pueda desempatar”. Ahora bien, esto no implicaba una creciente participación en los procesos de toma de decisiones, por una parte, ni en el cuestionamiento a los pilares del modelo, por la otra. Esta situación generó una doble decepción, por parte de los sectores patronales acostumbrados al protagonismo adquirido en las últimas décadas de consenso ortodoxo; por parte de los sectores populares en lo que leyeron

como la posibilidad de recuperar el protagonismo que habían tenido durante el peronismo. Más allá de los errores del kirchnerismo, lo que deberíamos discutir es la característica de los modelos neodesarrollistas: la necesidad de una alianza policlasista, que no cuestione sus fundamentos y que acuerde que la conducción es exclusiva de la clase política y que, en consecuencia, la participación de los trabajadores y sectores populares es subsidiaria. Pensar lo que viene. Ese nuevo desarrollismo en 2003 y 2004 era superador de la situación inmediatamente anterior, por ejemplo generaba empleo, mejoró sustancialmente la situación cotidiana de miles de argentinos. Pero a 12 años de su implementación sabe a poco. Por las declaraciones de los candidatos peronistas (tanto Scioli como Massa) puede observarse que comparten -aún con matices- dos cuestiones: el nuevo desarrollismo como modelo económico y la conducción exclusivamente política. De hecho, sus alianzas se entablan con dirigentes y no con las organizaciones. Del kirchnerismo vamos a heredar muchas cuestiones, pero creo que dos fundamentales: una estructura societal sumamente desigual con focos de pobreza consolidados y un piso alto de expectativas de ascenso social. Por lo dicho de los límites del neodesarrollismo, no habrá posibilidades de revertir esa fragmentación societal sino es con una fuerte organización popular que intervenga en las grandes decisiones nacionales. Esa idea que hoy circula por muchas organizaciones de pasar a la resistencia en 2015 dejaría librados a miles de argentinos a su suerte. Después de 12 años de superación de expectativas, tal vez llegó el momento de pasar a la acción y recobrar el protagonismo perdido.

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