Murakami y Oe: Raíces japonesas en occidente.

July 14, 2017 | Autor: Francisco Villarreal | Categoría: Japanese Studies, Japanese Literature, Orientalism
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Descripción

Murakami y Oe: Raíces japonesas en occidente.
Prof. Francisco J. Villarreal
Universidad de Buenos Aires
Luego del proceso de restauración que tuvo lugar en la Era Meiji (1868-
1912), Japón abrió notoriamente sus barreras y limitaciones políticas y
sociales después de 265 años. Centrándonos en los aspectos literarios de la
época, autores como Natsume Sôseki y Ryūnosuke Akutagawa plasmaron en forma
destacada el efecto que esta transformación trajo en la sociedad japonesa,
complejizando aspectos identitarios de esta nación. Ante la negación de los
aspectos masculinos que forjaban la cultura nacional reinante (aspectos
masculinos centrados en la figura de los samurái, el shogunato y la
filosofía del bushido como ley máxima), la cultura japonesa volvió a su
centro más profundo: la literatura femenina del Siglo XI.
La obra de Murasaki Shikibu, el Genji monogatari, resultó el centro mismo
de la tradición literaria japonesa en formación que, encabezada por
Yasunari Kawabata, sería el centro mismo de esa generación. Volviendo a las
situaciones culturales antiguas y relativas a la sensibilidad más clásica
de la época de oro japonesa (Era Heian), estos autores lograrían concentrar
la esencia femenina de la observación como eje de la escritura y
desarrollar las prácticas de arte japonesa en plena modernidad. El mejor
ejemplo de esta tradicionalidad explorada como centro de la identidad
nacional japonesa serán las traducciones modernas[1] del Genji monogatari a
cargo de Yasunari Kawabata y Jun'ichirô Tanizaki.
Yasunari Kawabata sería galardonado con el premio Nobel en el año 1968,
recibiéndolo con un discurso[2] que reivindica las tradiciones propias de
Japón. Pero el rol de estas costumbres culturales se vería sometido a
juicio luego de la segunda guerra mundial: estos autores, de posiciones
nacionalistas por completo, pero que pocas veces establecieron una posición
política comprometida, quedaron en el centro de las miradas de la cultura
japonesa. A partir de ahí, decaería la importancia de esta base cultural
tradicional ligada al recuerdo de la guerra.
En 1964 Kenzaburo Oe publicaría Una cuestión personal[3], acercando a la
literatura japonesa a una crisis de identidad notable. Relatando una
historia tan dura como la personal del autor, el nacimiento de un hijo
discapacitado pondría en juicio a Bird, profesor y personaje principal, de
la novela. Aquí hay un punto central de la nueva problemática literaria
japonesa: la identidad como un acertijo indescifrable.
Una cuestión personal cuenta la historia de Bird y el nacimiento de su
primer hijo, con una discapacidad que lo deja al borde de la muerte. En
esta situación Bird se recluirá con Himiko, una vieja compañera y amante de
él. Este refugio espiritual tendrá su centro en la relación sexual y la
constante negación del recién nacido. Toda la relación que se de entre
ellos tendrá fundamento en la sexualidad, pero Bird escucha y valora las
opiniones de Himiko, cumpliendo con sus deseos (en forma similar a la que
lo hará con su suegra, figura femenina de importancia debido a la ausencia
de su esposa en la novela). Del mismo modo, el coito sexual será a través
de relaciones carnales no tradicionales, que permiten negar el origen del
niño deforme. Cuando el lector se encuentra en la disyuntiva de notar la
ausencia de mención al bebé, podemos encontrar diálogos entre Bird y Himiko
como:
- Para dominar el miedo, tienes que aislarlo (…) ¿No debería eliminar
simplemente tu vagina y el útero? – dijo Himiko (…) – si consigues
delimitar tu temor en esas zonas precisas, el enemigo sólo habitará en
ese ámbito ¿Qué elementos dentro de la vagina y el útero te
atemorizan?
- Antes te lo mencioné. Intuyo que hay otro universo allí detrás.
Oscuro, infinito, atestado de cosas no humanas: un universo grotesco.
Y temo entrar en él, quedar atrapado en el espacio de otra dimensión
temporal y no poder regresar…[4]
La mujer, en la representación de su sexo tiene en sí un universo que
atemoriza a raíz del desconocimiento. Este temor, a su vez, tiene relación
directa con el nacimiento del bebé deforme (calificativo con el que se
referirán al bebé en reiteradas ocasiones) del cual también se desconoce la
razón por la cual ha nacido con tal problema. En el desconcierto y la
posibilidad de quedar atrapado en esa situación universal que puede dar
como resultado a una criatura monstruosa y dañada se enfoca el mayor
problema que presenta la novela.
Del mismo modo, la novela presentará una dilema moral de gran peso que se
limita a la posibilidad de que viva o no la criatura recién nacida. Este
dilema, a partir de la perspectiva de Brid como mayor involucrado, propone
una disyuntiva sobre los formatos familiares concebidos hasta el momento,
enfrentando una estructura tradicional con otra completamente moderna.
Este abordaje que relaciona a la mujer con situaciones monstruosas y de
gran insustancialidad, rodeado de temor y características grotescas que
toman una dimensión de la belleza nunca antes trabajada en la literatura
japonesa: la belleza como algo bestial e incomprensible.
La crisis de una definición de identidad se presenta cuando cuestiones
culturales de resolución sencilla y tradicional no encuentran esa
resolución sino un conflicto constante y profundo que plantea las
vertientes posibles alrededor de estos sucesos. Resulta ingenuo pensar que
estas situaciones no existían en la cultura japonesa de la época (o
anterior), pero se valora su importancia por estar en el centro de la
escena literaria.
After dark [5](2004), de Haruki Murakami, nos permite hacer un seguimiento
de la evolución de la problemática de la identidad japonesa. Si bien
podemos señalar obas como La mujer de la arena[6] (1989) de Kôbô Abe y El
fin del mundo y un despiadado país de las maravillas[7] (1985), también de
Murakami, que contribuyen a esta problemática central para nuestro trabajo,
debemos centralizar la importancia de la elección de esta obra en la
continuidad de esta situación cultural presente.
After dark nos presenta la historia de Mari quien, mientras se encuentra
sola sentada en un bar-restaurante, comienza a vincularse con las distintas
situaciones que presenta una zona común de Tokio y los sujetos que a esta
se acercan. En contra posición al a figura de Mari está la de Eri, su
hermana, quien se ve forzada a cruzar a un mundo de sufrimiento paralelo.
En completo contacto con un mundo fantástico, está novela nos relatará la
existencia de una joven que no encuentra un rol social determinado en el
Japón actual.
El mundo fantástico de Murakami nos permite ver las dualidades que se
evidencian en el carácter de los personajes femeninos de esta novela.
Debemos centrar la atención en las hermanas Mari y Eri.
El caso de Mari nos permite observar una persona solitaria que transita las
distintas situaciones que se le presentan con un grado de complicidad y
compromiso medido con perfecto cuidado. Pero lo fantástico interviene
particularmente en las situaciones de pensamiento y soledad, por ejemplo en
el momento en que Mari está en el baño de un restaurante y después de
mirarse en el espejo del lavabo, sale del baño y el narrador se distancia
casi cinematográficamente para decir:
"Al mirar con atención, descubrimos que en el espejo todavía se
refleja la imagen de Mari. Y la Mari del espejo está mirando hacia
nosotros desde el otro lado. Con expresión seria, como si estuviera
esperando a que ocurriera algo. Pero a este lado no hay nadie. Sólo
la imagen de Mari que permanece en el espejo del Skylark"
Esta división de la misma persona nos muestra una dualidad latente y
presente, que se ve perpetrada en cada momento de la narración como un
síntoma de su carácter y un punto central en su accionar.
No es muy distinto el caso de Eri quien está dormida desde hace mucho
tiempo y vive una situación de traslación a través de la televisión, pero
lo que nos interesa no pasa por la situación de traslación sino por su
sueño que está presentado en una forma diferente a la de cualquier otro
sueño que puede tener una joven, así lo presenta Mari:
- Hay algo que tampoco le he contado nunca a nadie. ¿Puedo contártelo
a ti?
- Claro. Dime – Responde Kôrogi.
- Tengo una hermana. En casa somos dos chicas. Ella es dos años mayor
que yo.
- ¡Ah!
- Pues bien, hace dos meses mi hermana nos dijo: "Me voy a la cama.
Hoy dormiré de un tirón.". Lo anunció a toda la familia después de
cenar. Nadie le dio importancia. Eran sólo las siete de la tarde,
pero mi hermana tiene unos hábitos de sueño poco regulares y nadie
se sorprendió. Le dimos las buenas noches y no pensamos más en
ello. Casi sin cenar, mi hermana se fue a su habitación y se
acostó. Y desde entonces duerme sin parar.
En otro momento, Mari se tomará la libertad de definir el sueño de Eri como
una clara demostración de voluntad, ella no despierta porque no le
interesa. Esto no sólo habla de una situación social que vive Japón frente
a su cultura y sociedad, sino también un problema originado en la
definición de una identidad: Eri está en conflicto con sus decisiones, con
el estilo de vida que lleva y Mari lo plasma perfectamente cuando plantea
que la diferencia entre las dos hermanas se centra en la tensión que genera
la diferencia entre las dos, diferencia centrada en voluntades y
personalidades.[8]

Conclusiones
La problemática literaria japonesa en torno a la identidad encontró el
inicio de su crisis en la apertura política y el fin de una era que lo
caracterizaba mundialmente, afectando la continuidad de una tradición a
través de la intervención internacional (centrada en los EE. UU.).
Con el paso del tiempo la literatura encontró un origen puramente cultural
en las obras de Murasaki Shikibu y un compromiso con su propia tradición,
aquella que le dio lugar central en el mundo como una nación con rituales y
ceremonias que abarcaban lo doméstico, lo social y lo político a través de
su historia. El compromiso que esta postura tomó alrededor de situaciones
políticas e históricas del tiempo que transitaban puso en conflicto el
origen histórico y el cultural de la tradición japonesa, dejando a una
literatura huérfana de ejes sobre los cuales moverse alrededor.
Así, encontramos un tiempo en el que la identidad dejó de ser algo
definible para convertirse en una eventualidad, en una búsqueda constante a
la que se enfrentan los sujetos en forma individual y definen el formato de
la misma para caracterizar la cultura en base a este individualismo. De
este modo, podemos corroborar en estas obra que la cultura japonesa actual
no tiene una identidad particular, sino que tiene la pérdida y la búsqueda
como epicentro cultural y fundacional de sus obras.
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[1] El japonés antiguo presenta numerosas dificultades para la lectura de
un hablante de japonés actual, debido a la complejidad que presentan los
ideogramas (kanji) con los que se escriben.
[2] Kawabata, Yasunari, El bello Japón y yo. Eudeba, Buenos Aires: 1968.
[3] Oe, Kenzaburo, Una cuestión personal, Anagrama, Buenos Aires: 2003.
[4] Oe, Kenzaburo, Una cuestión personal, pp. 105-106, Anagrama, Buenos
Aires: 2003.
[5] Murakami, Haruki, After dark, Tusquets, Buenos Aires: 2008.
[6] Abe, Kôbô, La mujer de la arena, Siruela, Madrid: 1989.
[7] Murakami, Haruki, El fin del mundo y un despiadado país de las
maravillas, Tusquets, Buenos Aires: 2009.
[8] Murakami, Haruki, After dark, pp. 153-160 Tusquets, Buenos Aires: 2008.
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