Modo verbal y actualización del predicado. El caso de las oraciones sustantivas con \"que\"
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Modo verbal y actualización del predicado. El caso de las subordinadas sustantivas con que Serafina García Universidad de Oviedo El modo verbal es una categoría gramatical controvertida, puesto que se han dado múltiples criterios a la hora de definirlo y es variable el número de distinciones modales que se consideran1. En unas ocasiones se le relaciona con la modalidad oracional o de la enunciación; en otras se considera un reflejo de la modalidad del enunciado, y en otras se toma en cuenta la relación con la subordinación oracional. Dependiendo de qué criterio se utilice, el número de distinciones modales varía entre dos (indicativo y subjuntivo) y cuatro (indicativo, subjuntivo, condicional –o potencial– e imperativo). En concreto, si se toma como criterio la relación de las formas verbales con determinados aspectos de la subordinación oracional, solo aparece operativa una oposición binaria entre formas de indicativo y de subjuntivo, como ya notó Andrés Bello, quien define el modo de la siguiente manera:
1 Acerca de las diferentes posturas sobre la cuestión modal, véase el resumen de Brian Castronovo, «La categoría verbal de modo en la tradición gramatical española», en Ignacio Bosque (ed.), Indicativo y subjuntivo, Madrid (Taurus), 1990, págs. 66-80, y en este mismo libro, Ricardo Navas Ruiz, «El subjuntivo castellano. Teoría y bibliografía crítica», págs. 187-141.
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Llámanse modos las inflexiones del verbo en cuanto provienen de la influencia o régimen de una palabra o frase a que esté o pueda estar subordinado2.
Según este criterio, las formas comúnmente consideradas de indicativo (amo, amaba, amé) y aquellas sobre cuyo estatus modal se ha discutido (amaré, amaría)3 se comportan como pertenecientes a una única clase, frente a ame, amara (-se), englobadas sin reservas por la tradición gramatical dentro de la categoría subjuntivo4. Parece, pues, que la consideración de tres o cuatro distinciones modales en español solo es factible cuando el modo del verbo subordinado no está condicionado por ningún elemento del mensaje, esto es, cuando resulta de la elección paradigmática del hablante. Pero hay contextos –todos ligados a la subordinación oracional– en los que la oposición modal está automatizada por la construcción gramatical. En esos casos se forman solo dos grupos opuestos de formas verbales, lo cual da pie a que algunas gramáticas únicamente contemplen el indicativo y el subjuntivo como categorías modales, además de la del imperativo, cuya consideración y explicación suele mantenerse aparte. La relación existente entre los aspectos sintácticos y la significación modal ha sido puesta de manifiesto en casi todos los estudios y gramáticas; pero es tarea difícil alcanzar una sistematización satisfactoria y abarcadora de todos los casos5, de manera que los resultados suelen presentarse fragmentarios y con 2
Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, edición crítica de Ramón Trujillo, vol. I, Madrid (Arco/Libros), 1988, § 450, pág. 359. 3
El modo potencial o condicional recubre, según la mayoría de los gramáticos, una sola forma verbal (cantaría), pero para otros, las formas cantaré y cantaría forman el modo «condicionado»; por ejemplo, véase Emilio Alarcos Llorach, «“Cantaría”: modo, tiempo y aspecto», en Estudios de gramática funcional del español, 3.ª ed., Madrid (Gredos), 1984, págs. 106-119. 4 5
A las formas simples hay que añadir, obviamente, las compuestas correspondientes.
Ciertamente, el criterio seguido a la hora de la explicación del uso de los modos es siempre sintáctico, pero, creemos, no se estudia tanto la diferente estructura sintáctica como la casuística de cada una de las situaciones. Una de las primeras gramáticas donde se advierte este criterio es la de Salvador Fernández Ramírez, Gramática española, 4. El verbo y la oración (preparada por Ignacio Bosque), Madrid (Arco/Libros), 1986. Estudios monográficos posteriores siguen esta misma forma de proceder. Véanse, entre otros, los siguientes: Jesús Borrego, Julio Borrego Nieto, José Jesús Gómez Asencio, Emilio Prieto de los Mozos, El subjuntivo, valores y usos, Madrid, SGEL, 1986; Jesús Fer-
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poca relación entre los distintos contextos sintácticos. Tres son los problemas principales que, a nuestro entender, dificultan una caracterización unitaria del modo, frente a otros morfemas verbales como el tiempo o el aspecto: a) la distinta operatividad de la oposición modal dependiendo de si la oración es principal o subordinada; b) la influencia sobre el modo de la subordinada no solo del lexema verbal principal sino de otras muchas instancias de la predicación principal, como la función de la oración, la naturaleza de los transpositores, la negación del verbo, la existencia de elementos correferentes, todo lo cual provoca efectos muy variados: mantener o anular la alternancia modal, e, incluso, transformar los rasgos de contenido opositivos hasta hacerlos a veces contradictorios (§ 4) y a veces muy distintos de la oposición «primigenia» (§ 6); c) la dificultad de unificar en un valor de sistema –y por lo tanto, estable– los variados efectos contextuales o de realización de los rasgos de contenido que oponen a los términos de la categoría modal y que operan latentes en los contextos sintácticos de rección aun cuando no haya oposición paradigmática. 1. Rección y subordinación Uno de los aspectos controvertidos en relación con el subjuntivo y la subordinación oracional es la cuestión de la rección, unida fundamentalmente a las oraciones subordinadas con la conjunción que (transpositor a categoría sustantiva, según la gramática funcional), y que anula la capacidad de elección modal del hablante. Partimos, en principio, del concepto de rección que enunció Louis Hjelmslev, para quien la rección es una concordancia entre contenidos situados en distintos signos. Lo que Hjelmslev quería poner de manifiesto es que, efectivamente, la rección es una concordancia en el sentido etimológico: concordar o armonizar unidades de contenidos idénticos. Ello le hace decir lo siguiente: nández Álvarez, El subjuntivo, 1.ª ed., 1972, Madrid (edi-6), 1987; José Álvaro Porto Dapena, Del indicativo al subjuntivo, Madrid (Arco/Libros), 1991 y Aoife Ahern, El subjuntivo: contextos y efectos, Madrid (Arco/Libros), 2008.
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Si se reconoce la concordancia entre la persona del pronombre y la del verbo en ego sum, [...], no se ve ningún obstáculo para admitir igualmente una concordancia entre la preposición y su caso o entre la conjunción y su modo. [...] para delimitar netamente la unidad involucrada en la rección, y para fijar en ella la unidad mínima, es más bien conveniente constatar que hay en la preposición un elemento casual y en la conjunción un elemento modal que rigen a un elemento idéntico contenido en su régimen. De esta forma, la rección se reduce a una concordancia.6
Aunque creemos que ha de mantenerse la distinción teórica entre concordancia7 y rección, sí resulta iluminadora la idea de que la rección modal no es otra cosa que una concordancia o congruencia semántica entre un contenido léxico (expresado generalmente en el lexema verbal, pero que alternativamente puede estar en otras categorías: sustantivos, adjetivos, adverbios modalizadores, preposiciones y conjunciones) y un contenido morfológico –el morfema modal– presente en el verbo de la oración subordinada y que caracteriza a toda esta predicación. Eso sí, es necesario establecer quién es el elemento regente y qué contenido de este concuerda con el modo de la oración subordinada. Tradicionalmente, la rección viene asociada a la subordinación sintáctica, en concreto, son las oraciones transpuestas por la conjunción que el contexto ideal y único que ejemplifica este tipo de relación. Se considera que el regente o dominante en la relación de rección8 es el elemento sintácticamente nuclear, 6
Louis Hjelmslev, «La noción de rección» en Ensayos lingüísticos, Madrid (Gredos), 1972, pág. 191. Fue también el danés quien desarrolló el concepto de «morfema extenso» aplicado al modo, que adoptó la gramática funcional. Véase José A. Martínez, «Glosario de términos y conceptos de Gramática Funcional», en Propuesta de gramática funcional, Madrid (Istmo), 1994, s. v. morfema extenso: «categoría de morfemas cuya expresión es componente de la del sintagma verbal, pero que o bien no caracterizan a su lexema en absoluto, o bien no lo hacen en exclusiva sino también a los demás componentes de la oración». 7 La diferencia esencial, según José A. Martínez, «Glosario», s. v. concordancia, es que la concordancia consiste en «la solidaridad entre dos conmutaciones cuyos conmutantes de contenido son morfemas que se reiteran», en tanto que la rección supone la armonización entre un elemento léxico y uno morfológico. 8
Hjelmslev considera la rección como una dependencia: «El carácter esencial de la rección es la dependencia: un término es regido por un verbo o por una preposición, eso quiere decir evidentemente que ese término complementa la significación propia del verbo o de la preposición», Principios de gramática general, Madrid (Gredos), 1976, pág. 145.
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del que se deriva automáticamente el modo de la oración subordinada. Esto se cumple cuando el regente es el verbo o un sustantivo del que depende una subordinada. Ahora bien, en el caso de que sean las preposiciones (como para o sin) o adverbios (como ojalá, tal vez) los que rigen el modo de la oración, es difícil mantener su carácter nuclear desde el punto de vista sintáctico, por lo tanto habría que mantener diferenciados ambos conceptos. Por otro lado, tal vez habría que extender la noción de congruencia o armonización semántica aplicada al modo verbal a más ámbitos de la subordinación que los de las oraciones sustantivas. En muchas ocasiones, una oración subordinada carece de posibilidad de alternancia modal porque la principal no contiene ningún elemento congruente con alguno de los contenidos modales. Dicho de otro modo, en virtud del significado modal, toda oración subordinada genera un contenido para el que ha de haber congruencia semántica en la oración principal, sea en su totalidad o sea solo una parte. Por ejemplo, en la oración de relativo siguiente se puede alternar entre indicativo y subjuntivo: 1
El hombre que veo / El hombre que vea,
porque el sustantivo antecedente hombre no condiciona a priori ninguna de las dos significaciones modales; pero cuando el antecedente es un demostrativo: 2 Este que veo / *Este que vea,
desaparece la posibilidad de alternancia porque la oración de subjuntivo no es compatible con las características referenciales de un demostrativo de primera persona. Esta anomalía es producto de la falta de congruencia semántica entre el significado modal que comporta el subjuntivo (como se postulará más adelante, la no actualización) y la exigencia de actualización en el núcleo del predicado que conlleva la deixis ad oculos del demostrativo. 2. Significado modal Otro aspecto conflictivo es el de los contenidos que caracterizan al subjuntivo frente al indicativo tanto cuando hay alternancia modal como cuando están latentes en los casos de rección.
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Una parte muy importante de la tradición gramatical opina que los rasgos que se oponen son ‘realidad’ / ‘irrealidad’, a los que se unen los de ‘objetividad’ / ‘subjetividad’. Incluso, la introducción de nociones de tipo discursivo trajo como consecuencia la consideración de la oposición ‘información conocida’ / ‘información nueva’. No faltan autores que creen que los rasgos opositivos varían en términos de sustancia de contenido según los diferentes contextos sintácticos, algo así como las realizaciones de las oposiciones fonemáticas9, lo cual no deja de tener bastante lógica. Nuestra hipótesis trata de buscar un rasgo común a todas las situaciones posibles en las que se use la oposición modal y también cuando hay rección. Todos los rasgos que se han puesto en relación con la oposición indicativo / subjuntivo se resumen en una propiedad de los morfemas: la capacidad de actualización. Pensamos, en principio, que el papel semántico de la oposición se mueve entre dos términos polares: actualización / desactualización. Lo cual nos parece que es una explicación más conveniente en términos morfemáticos; los demás valores antes aludidos son todos efectos contextuales, producto de los diferentes ámbitos de inserción sintáctica de las oraciones. La actualización consiste en «la atribución de capacidad de denotación a un sintagma»10, es decir, en dotar de capacidad de referencia a un sintagma de manera que se refiera a la realidad extralingüística. Nuestra hipótesis radica en la propia significación morfemática: lo mismo que algunos morfemas nominales (artículo, número) y verbales (persona, modo, tiempo, aspecto) sirven para actualizar las referencias, también existiría el término contrario, que, a modo de interruptor, «apaga» o corta la relación de la predicación con la realidad referida. El significado del subjuntivo sería precisamente ese, el de inactualizar –o mejor, desactualizar– la predicación. El adjetivo virtual, con el que frecuentemente se caracteriza el subjuntivo, podría también expresar el aspecto más destacado de la desactualización. En efecto, si el indicativo «realiza» –esto es, convierte en real– la predicación, el subjuntivo la virtualiza, 9 Por ejemplo, Alexandre Veiga, en «Planteamientos básicos para un análisis funcional de las categorías verbales en español», Verba, Anejo 32 (1990), pág. 242 y sigs., considera que los significados de ‘objetividad’ / ‘subjetividad’ serían algo así como los rasgos distintivos de la oposición –los valores de sistema– que tienen realizaciones diversas según los esquemas sintácticos. 10
Véase José A. Martínez, «Glosario», s. v. actualización.
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dicho de otro modo, deja lo enunciado como mero hecho sin efectividad en la realidad extralingüística. Ahí radica también la gran diferencia entre el modo potencial o condicional y el subjuntivo: el modo potencial califica una predicación de ‘posible’, en el sentido de que el hablante la imagina actualizada en algún momento; en cambio, el contenido del subjuntivo la desrealiza, no la califica ni de posible ni de imaginada ni de imposible, sino de meramente nominal11. El que en unos casos la desactualización se sustancie en un sentido de ‘futuridad’, en otras, en ‘información conocida’, e, incluso, en ‘influencia’ son efectos contextuales en los que adquiere gran importancia la inserción sintáctica de la oración. En este sentido, los modos indicativo, potencial y subjuntivo serían términos graduales en la actualización de los predicados, siendo indicativo y subjuntivo los términos polares, y quedando el potencial como término de actualización no completa o mínima. Esta sería la razón por la que únicamente indicativo y potencial se pueden usar en oraciones independientes. Y también la causa de que tengan un comportamiento uniforme en los contextos de rección, oponiéndose a las formas de subjuntivo. Asimismo explica por qué una oración en subjuntivo no tiene existencia independiente, a no ser que un adverbio –del tipo de quizá, ojalá– le dé una marca de modalidad al enunciado, presentándolo como ‘dudoso’ o ‘deseable’, o sea, con una pizca de actualización. Es obvio que un predicado inactualizado no tiene capacidad de funcionar como enunciado independiente, al no tener capacidad de referirse a la realidad extralingüística. Solo como parte de una predicación mayor puede tener sentido una oración desactualizada. 3. Papel de los transpositores en la selección modal El segundo plano en que incide la peculiaridad de la oposición modal tiene que ver con la relación entre el modo verbal y la naturaleza de los transpositores, que son los que capacitan a las oraciones para funcionar como términos subordinados a un verbo. 11
Empleamos el término nominal ‘que tiene nombre de algo y le falta la realidad de ello en todo o en parte’ como opuesto a efectivo, real.
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Son los transpositores los que median entre la oración subordinada y el verbo principal. En unos casos, de manera directa (cuando desempeña funciones oracionales), y en otros, indirecta (cuando funciona como término subordinado a un sintagma nominal). Hay que pensar, pues, que los transpositores son los responsables de ello en una primera y fundamental división: los transpositores no-relativos frente a los relativos, es decir, aquellos que no tienen capacidad pronominal frente aquellos que sí la tienen. En segundo, lugar, dentro de los no relativos, hay dos tipos: a) transpositores sin contenido léxico: que; b) transpositores semantizados: aunque, si, mientras... y preposiciones en combinación con que en función de aditamento. La naturaleza diversa de los transpositores hace que las condiciones de selección o alternancia modal cambien. En concreto, en la cuestión modal es muy relevante el transpositor a categoría sustantiva que. A nuestro modo de ver, lo que caracteriza y condiciona el modo de las oraciones subordinadas con este transpositor es que es una unidad transparente, es decir, carece por completo de significado propio y se limita exclusivamente a posibilitar el funcionamiento sustantivo de una oración. Esta característica implica que los contenidos de la oración principal interfieren en los de la subordinada y viceversa, originándose la necesidad de la congruencia semántica, que constituye la base del fenómeno de la rección. Pero no debe olvidarse que la misma razón que posibilita la rección, esto es, la transparencia de que, también obra en el sentido contrario: cuando hay condiciones adecuadas en la oración principal, el transpositor no impide que se restaure la alternancia modal en la subordinada. Es esta una diferencia crucial con otros transpositores. Por ejemplo, el transpositor a categoría sustantiva llamado si interrogativo tiene un contenido propio, que podría definirse como ‘alternancia’ y que funciona como una pantalla entre el verbo principal y el subordinado, que impide que el primero influya en el segundo y viceversa. De hecho, en estas oraciones es innecesaria la oposición modal: queda anulada por la significación de si, que implica tanto la afirmación como la negación, es decir, su no aplicación a la realidad. Por eso, aunque pueda parecer un contrasentido se usa el indicativo con el verbo ignorar: 3
Ignoro si viene (o no).
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Igualmente, la anteposición de una preposición transpositora a categoría adverbial a que (porque, para que, hasta que, etc.) impone una frontera casi impermeable con la predicación principal12. Así, la preposición final para o la negativa sin imponen una oración en subjuntivo: 4 Venía para que le arreglaran el pelo 5 Se presentó sin que nadie lo llamara,
y, en cambio, la causal por establece sus propias condiciones semánticas para la alternancia: cuando la causa se niega, se obliga a usar el modo subjuntivo, porque este morfema la desactualiza, y cuando se establece afirmativamente, va en indicativo: 6 Salió de allí no porque tuviera miedo sino porque tenía frío.
En lo que sigue, se explorarán las oraciones subordinadas con que a la luz de esta hipótesis. 4. Subjuntivo, modo obligatorio Según las habituales descripciones, el rasgo ‘subjetivo’ que se asocia a verbos de emoción, como admirar, aplaudir, lamentar, odiar, etc., –cuyo contrapunto lo constituyen los contenidos asertivos u objetivos que imponen el indicativo– es el responsable de la obligación del subjuntivo en la subordinada, lo cual implica que uno de los rasgos distintivos en la oposición modal sería el de ‘subjetivo’ frente al de ‘objetivo’. La rección se produce tanto en la función implemento como en la de suplemento: 7 Lamenta que se marchen tan pronto 8 Se lamenta de que se marchen tan pronto.
Y se extiende a veces a los casos en que la subordinada funciona como sujeto13 dependiendo de este mismo tipo semántico de verbos (por ejemplo, fascinar, agradar, molestar, encantar, satisfacer, inquietar): 12
El valor semántico es la principal diferencia entre las preposiciones transpositoras y las preposiciones regidas del suplemento, que suponen una mera extensión léxica del lexema verbal. 13
Con las construcciones a que dan lugar este tipo de verbos (molestar, agradar, enfadar...) se produce una confluencia entre la predicación desactualizada que exigen los verbos emotivos y el hecho de
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9 Me molesta que se marchen tan pronto.
En estos casos, se suele consignar la anomalía que supone el que la acción verbal de la oración subordinada sea real y no virtual. Así en 10 Lamenta que se hayan marchado tan pronto,
la acción se ha producido previamente a la predicación del verbo lamentar; no en vano se usa el morfema aspectual de ‘perfecto’. La explicación habitual es que el hablante no constata propiamente los hechos, sino que reacciona ante ellos14 o que el contenido de la oración es aducido para señalar los efectos que produce en el ánimo de alguien15. Ahora bien, esta oposición entre los rasgos distintivos ‘subjetivo’ y ‘objetivo’ es controvertida, puesto que no son fáciles de concretar como contenidos léxicos asociados a los verbos regentes correspondientes. La aplicación de conceptos de tipo discursivo mantiene que lo que opera realmente en estos casos es el hecho de que el contenido de la subordinada no se ofrece como información nueva, sino que se enuncia como hecho conocido. Y con ello, efectivamente, se explican los diversos efectos que se producen tanto en las oraciones sujeto (generalmente, temáticas) como en las de implemento y suplemento, con respecto a la falta de intención informativa. Ello sería consecuencia del tipo de verbo nuclear, los factivos o emotivos, definidos como aquellos que presuponen la certeza de su complemento, pero que no introducen contenido proposicional nuevo, sino que se usan para valorar o añadir cierta actitud proposicional16. que las oraciones sujeto sean generalmente temáticas, lo cual lleva aparejado también el uso de subjuntivo como desactualizador. 14
Véase Jesús Fernández Álvarez, El subjuntivo, pág. 31. A propósito de esta cuestión, nos parece acertada esta consideración de Ignacio Bosque, «Las bases gramaticales», págs. 16-17: «si decimos que la selección del subjuntivo en el objeto del verbo lamentar se debe a la “actitud” del hablante, estaremos ocultando que al hablante no le cabe más actitud que la de seleccionar el subjuntivo, de lo que se desprende que es más bien en la naturaleza de ese verbo (y no en la reacción particular que el hablante manifieste hacia la lamentación) donde parece estar la clave de la selección modal». 15 16
Véase Jesús Borrego et alii, El subjuntivo, pág. 34 y sigs.
Véase Ignacio Bosque, «Las bases gramaticales», págs. 29-33, y también Ignacio Bosque y Javier Gutiérrez-Rexach, Fundamentos de sintaxis formal, Madrid (Akal), 2008, págs. 662-664.
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El hecho de que el contenido de una oración no se ofrezca como informativamente relevante explicaría asimismo que casi todas las oraciones subordinadas que funcionan como sujeto, salvo excepciones17, han de llevar obligatoriamente subjuntivo porque informativamente son temáticas: 11 Que no me salude significa que ya no somos amigos 12 Que no llegasen a tiempo prueba que lo hicieron por maldad.
Nuestra hipótesis, que no contradice lo que, desde el punto de vista del discurso, se ha explicado arriba, radica en la propia significación morfemática: el efecto desactualizador del subjuntivo opera aquí para mencionar una acción, estado o proceso aludido en el lexema verbal, no para constatarlo u objetivarlo. Así pues, la explicación de que el contenido del subjuntivo bloquea la actualización de la predicación tiene la ventaja de que unifica sus efectos, aparentemente contradictorios en distintas situaciones sintácticas, como se verá más adelante. El mecanismo que está detrás de la selección modal se podría explicar de esta manera: todas las especificaciones del núcleo verbal, concretadas lingüísticamente en forma de funciones sintácticas subordinadas, han de ser congruentes semánticamente con este, puesto que se encuentran bajo el ámbito de los morfemas verbales extensos. Si se trata de elementos nominales, se necesita únicamente una congruencia léxica. Por ejemplo, el verbo lamentar selecciona como argumento semántico en el papel temático de objeto algo que sea ‘lamentable’, como venida, pérdida, caída; pero es incompatible con raciocinio o manzanas. En cambio, una oración subordinada a lamento en función de complemento directo (por ejemplo, que venga) presenta la complejidad que le da el hecho de que constituye una predicación inserta en otra, y que, además del lexema, sus morfemas verbales tienen que ser compatibles con lo expresado por el predicado verbal nuclear y sus otros adyacentes. La rección –entendida como anulación de la alternancia modal debido a la obligación de concordancia semántica– se produciría cuando hay una única po17
La excepciones son, justamente, aquellos casos en los que la información de la oración sujeto es relevante informativamente, lo cual sí viene implicado en el propio lexema verbal: Me consta que vienen; Ocurrió que el avión se estrelló.
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sibilidad de congruencia entre ambas predicaciones en relación con la actualización / no actualización; por el contrario, si la predicación principal deja abiertas las dos posibilidades, se restaura la alternancia modal significativa. En definitiva, en la cuestión modal es crucial la necesidad de congruencia entre dos predicaciones (la nuclear y la subordinada18). No siempre resulta fácil concretar qué hay en el lexema verbal que motiva que la oración subordinada se comporte modalmente de una u otra manera; es más, debería ponerse el foco de atención no solo en el verbo sino en la predicación completa. De lo contrario, por ejemplo, resultaría un problema insoluble el hecho de que un mismo verbo pueda llevar una oración como sujeto con verbo en subjuntivo, mientras que la de complemento directo va en indicativo, puesto que un mismo lexema no puede regir dos modos simultáneamente (ejemplos (11-12). El concepto de predicación incluye no solo los aspectos semánticos del lexema verbal sino también todo lo relativo a sus posibilidades combinatorias con otros sintagmas en las distintas funciones oracionales (con sus respectivos papeles temáticos), y también el resto de los morfemas verbales presentes en el núcleo oracional19. Por otro lado, como el que transpone a categoría sustantiva y son varias las funciones al alcance de los sustantivos, no es igual el tipo de especificación semántica que se hace en cada una de las funciones y por ello, la función que desempeña la oración también influye en qué tipo de congruencia semántica se
18
Distinguimos la predicación «subordinada» de la predicación «secundaria»; la primera está integrada en la predicación principal, y la segunda es extrapredicativa. Tal como la definió Antonio Fernández Fernández en La función incidental en español: hacia un nuevo modelo de esquema oracional, Oviedo (Universidad), 1993, pág. 72 y sigs., la predicación secundaria –expresada sintácticamente en la función incidental– contrasta con la predicación «matriz»; en cambio, la predicación integrada de una oración subordinada ha de guardar estricta congruencia con la principal, porque pertenece –en un nivel jerárquico más bajo– a esta, y se encuentra bajo la cobertura de los morfemas extensos del verbo nuclear. 19 No tratamos aquí los casos en que la oración subordinada por que depende de un sustantivo, aunque se reproduce mutatis mutandis el mismo proceso de congruencia en relación a la significación modal. Hay sustantivos que solo admiten una valencia combinatoria en relación al modo de la oración: el temor de que vengan; la noticia de que vienen; y, otros, que admiten las dos: le asusta la idea de que vienen / vengan. De todas formas, dado que el grupo nominal está subordinado, a su vez, a un núcleo verbal, esta circunstancia también altera la combinatoria modal.
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necesita. Por ejemplo, con relación a los verbos emotivos o factivos, con rección de subjuntivo, se han señalado los usos hispanoamericanos (y también medievales y clásicos) en los que la oración subordinada también puede ir con indicativo, con lo cual se crearía una oposición modal entre un contenido relevante informativamente, y otro que no se ofrece como información por considerarla conocida por el oyente: 13 Me enfureció que me insultaron 14 Me enfureció que me insultaran.
Esta oposición20, en esas condiciones sintácticas, resulta extraña en el español peninsular actual, pero, en cambio, resulta natural en otro contexto sintáctico, las oraciones ecuacionales: 15 Lo que me enfureció fue que me insultaron 16 Lo que me enfureció fue que me insultaran.
El que no sea viable, en algunos ámbitos del español, la oración subordinada con indicativo y que sí lo sea en una ecuacional, muestra hasta qué punto la construcción sintáctica influye en la exigencia de congruencia semántica. La ecuacional hace pivotar la predicación en el verbo ser y, dependiendo de la posición antepuesta o pospuesta, la oración de que adopta una función temática o remática. Por eso no resulta aceptable la oración antepuesta con el indicativo: 17 *Que me insultaron fue lo que me enfureció,
y sí con el subjuntivo: 18 Que me insultaran fue lo que me enfureció,
porque lo antepuesto al verbo se trata como información conocida; en cambio, pospuesta la oración, se recupera la posibilidad de alternancia entre afirmar un contenido como información ocurrida, y simplemente mencionarlo o traerlo a colación. En la ecuacional, la oración de que ya no depende sintácticamente de enfurecieron, sino del verbo ser, y además, se equipara referencialmente a lo que me enfureció. 20
Otros ejemplos: Me alegro que conseguiste empleo; Aora me plaze que te sonries. Véase Juan M. Lope Blanch, «Algunos usos de indicativo por subjuntivo en oraciones subordinadas», en Ignacio Bosque (ed.), Indicativo y subjuntivo, págs. 180-182, donde cita algunos casos mexicanos y peninsulares, como Me da coraje que lo hizo sin mi permiso, Mucho me alegra que no ha caído en el vacío mi escrito.
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Pero también en el español de España hay verbos emotivos21 que mantienen la selección doble, tanto en función de sujeto como de suplemento, por ejemplo, reprochar y quejarse: 19 Me reprocha que no me ponga / pongo tacones 20 Se queja de que lo tratan / traten mal.
Ejemplos como estos nos llevan a pensar que la selección doble de algunos verbos, frente a otros aparentemente similares, es una cuestión de norma, más que de sistema; es decir, algunos verbos desarrollan acepciones compatibles tanto con una predicación subordinada actualizada (y, por lo tanto, esta se convierte en información) como con una no actualizada (con lo cual, se queda en una mera mención), y otros no. En esta situación estaría también otro tipo semántico: los verbos de comunicación (§ 6). El otro contenido que provoca la exclusividad de la subordinada en subjuntivo es el que tienen en común los verbos que se agrupan bajo el membrete de prospectivos, que caracteriza tanto a los llamados verbos de influencia o voluntativos: aconsejar, mandar, permitir, pedir, prohibir, rogar, como a otros muchos que no son de influencia sino meramente prospectivos, como anhelar, necesitar, intentar, lograr, atender, aspirar a, arriesgarse a, aventurarse a, propender a, tender a, evitar, conseguir, encargarse de, instar a, esmerarse en, esforzarse por, empeñarse en, preocuparse por, etc. Este grupo tiene en común el hecho de que lo enunciado en la oración subordinada siempre se produce después que lo enunciado en la predicación principal: 21 Le aconseja que se marche pronto 22 Anhela que se marche pronto.
Tampoco aquí se puede decir que el subjuntivo implica algo irreal, porque lo mencionado en la oración puede darse por ocurrido22 si se combina con perspectiva temporal de pasado: 21 22
Jesús Borrego et alii, El subjuntivo, pág. 103.
Igual ocurre con los verbos afectivos. En Lamentó que se hubiera marchado lo mencionado en la oración subordinada es compatible con el contenido morfemático de ‘perfecto’ –de ahí el uso de la forma compuesta–, y por lo tanto se presupone que ha tenido lugar.
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23 Consiguió que le hicieran caso.
Este rasgo común, de igual manera que ocurría con los verbos emotivos, es difícil encajarlo únicamente como un valor léxico verbal, no es tanto una figura de contenido presente en el verbo como un valor de la predicación, que se activa solamente cuando una de las funciones del verbo está desempeñada por una oración subordinada con que. La predicación principal obliga a la exclusión del indicativo en el complemento directo o suplemento –a los efectos argumentales se comportan de idéntica manera– en tanto que un hecho posterior nunca puede ser presentado como actualizado23. La congruencia entre predicaciones exige, pues, una única posibilidad modal. Téngase en cuenta, además, que en este contexto sintáctico y con este tipo semántico de verbos, a la exigencia de subjuntivo se le añade la de aspecto imperfectivo; por las mismas razones son anómalas también: 24 *Consiguió que le hubieran hecho caso 25 *Le aconseja que se haya marchado pronto,
dado que el contenido morfemático de perfecto implica que ha concluido antes que lo señalado por el verbo. Por lo tanto, aquí tendríamos dos recciones: la del subjuntivo y la del aspecto imperfecto. Dicho de otra manera, la concatenación de las dos predicaciones (principal y subordinada) en una estructura sintáctica unitaria por medio de que anula dos oposiciones morfemáticas verbales: el modo y el aspecto. 5. Indicativo, modo obligatorio Los significados léxicos que imponen las formas de indicativo como única elección en la oración subordinada son, obviamente, de signo contrario a los anteriores. Hay un cierto consenso en considerar que varios grupos de verbos, los de percepción física (observar, sentir, notar, escuchar...), los de lengua (afirmar, decir, 23
Otro tanto pasa en la rección de la preposición final para, cuyo valor semántico implica una predicación posterior a la de la principal.
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comunicar, replicar, explicar...), y los de percepción mental (saber, advertir, revelar, pensar, recordar, averiguar, comprender, creer, darse cuenta, imaginar...) implican una característica común: que la oración subordinada es una información que proporciona el hablante. Una denominación que nos parece conveniente es la de verbos comunicativos24. Se caracterizan por que lo enunciado en la subordinada tiene carácter de información nueva, no dada por conocida. Está muy extendida también la etiqueta de asertivos25, porque afirman o aseveran hechos o creencias, o bien porque «permiten afirmaciones como complementos»26. Sin embargo, como precisaremos más adelante, los verbos asertivos son solo una parte de los verbos de comunicación: algunos solamente transmiten información y otros, los asertivos, además, la dan por cierta. En estos casos, el valor semántico que exige la predicación principal en la subordinada, en consonancia con la estructura sintáctica en la que se inserta esta (funciones complemento directo y suplemento, pero también de sujeto27), es la de una predicación «realizada», actualizada; de lo contrario, constituiría una incongruencia semántica: 26 27 28 29
Observo que tienes hambre Afirmo que tienes hambre Sé que tienes hambre Me consta que tienes hambre.
24
Así los denomina Ignacio Bosque en «Las bases gramaticales», pág. 44 y sigs. Los verbos comunicativos coinciden, grosso modo, con la clase semántica tradicionalmente conocida como verbos de entendimiento, lengua y sentido. La razón de unificarlos en una única categoría es que la diferencia entre si se transmite información interiorizada desde el entendimiento (por ejemplo, acordarse de algo) o tomada desde fuera o desde los sentidos (por ejemplo, contar algo, notar algo) no parece fácil de medir. 25 Tomando como base la obra de Joan B. Hooper, On Assertive Predicates, en John Kimball (ed.) Syntax and semantics, IV, 1974, New York (Academic Press), págs. 91-124. 26 Joan Bybee y Tracy D. Terrell, «Análisis semántico del modo en español», en Ignacio Bosque (ed.), Indicativo y subjuntivo, pág. 149. 27 La igualación de comportamiento modal en las funciones de sujeto y objeto muestra que es más importante la semántica verbal que los papeles temáticos de las funciones oraciones a la hora de condicionar el modo verbal.
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6. Oraciones subordinadas con «que»: alternancia modal Si bien los núcleos de predicado que exigen subjuntivo no aceptan ningún cambio modal hacia el indicativo en la oración subordinada, esto es, son inviables expresiones como *Lamenta que viene; *Anhela que te marchas, la exigencia del indicativo de los verbos comunicativos se puede alterar en diversas situaciones para dar paso de nuevo a una oposición basada en el morfema modal, lo que evita el recorte de posibilidades significativas que trae consigo la rección. La naturaleza significativa de la oposición recobrada no se aleja mucho de la primigenia, pero tiene rasgos propios, y sus condicionamientos semánticos y sintácticos son distintos a los de la alternancia libre. Hay dos contextos principales en los que esto ocurre: a) cuando los verbos de comunicación están negados: 30 Juan no afirma que todos están locos 31 Juan no afirma que todos estén locos;
b) cuando algunos de los verbos anteriores dan lugar a la oposición significativa ‘comunicación’ / ‘influencia’: 32 Le dice que viene 33 Le dice que venga.
Con respecto a los del tipo a), la oposición modal que reaparece ha sido muy bien estudiada: se debe al distinto alcance de la negación en la oración subordinada: que afecte a toda la predicación o solo al verbo nuclear28. Si le aplicamos nuestra interpretación de la significación modal, cuando la negación solo afecta al verbo principal, se mantiene la actualización de la predicación subordinada; en consecuencia, el uso del indicativo es obligado, porque, de lo contrario, se produciría una incongruencia. Pero si afecta a la predicación subordinada, se debe desactualizar esta, lo cual es congruente con el uso del subjuntivo, que deja en suspenso la referencia y, por lo tanto, su apli28
Véase Ignacio Bosque, «Las bases gramaticales», págs. 36-42.
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cabilidad en la realidad; dicho de otra manera: el hablante no afirma la realización de lo enunciado en la subordinada29. La prueba del distinto alcance de la negación, y su repercusión en el modo verbal, la tenemos también cuando se usa el conector exclusivo sino, que niega la primera predicación y afirma la segunda: 34 Juan no afirma que todos estén locos, sino que algunos están locos 35 No me consta que venga hoy, sino que tiene intención de venir hoy.
Caso distinto es el tipo b), que obliga a poner en relación muchas de las categorías semánticas de verbos vistas hasta ahora. Dentro de los verbos de comunicación que presentan rección de indicativo –verbos de lengua y de percepción física o mental– existe un grupo en el que reaparece la oposición indicativo frente a subjuntivo en la oración subordinada, en unas condiciones sintácticas determinadas y sin necesidad de que estén negados. Pero sobre todo, la significación de dicha oposición modal es única para esta situación. Los términos de dicha oposición se podrían conceptualizar como ‘comunicación’ frente a ‘influencia’ o, si se quiere, ‘informativo’ frente a ‘yusivo’. La peculiaridad radica no solo en la novedad de los contenidos, sino en que el uso del subjuntivo en la oración subordinada conlleva un cambio semántico en el verbo principal: se pasa desde una comunicación a expresar una orden. En principio, no deja de ser un cambio atípico, si se tiene en cuenta que lo que cambia no es el contenido de la oración subordinada sino el de la predicación principal. En el ejemplo siguiente, el verbo decir, de comunicar algo (expresado en una oración) a alguien (expresado en un complemento): 36 Le dice que viene,
pasa a ordenar algo a alguien, referido en el sujeto gramatical del verbo subordinado, y que es correferente con el complemento indirecto: 37 Le dice que venga.
29
Jesús Borrego et alii, El subjuntivo, pág. 86, lo formula de la siguiente manera: «el hablante no se compromete con el valor veritativo de la subordinada», lo cual, explicado en términos morfemáticos, significa que el modo subjuntivo desactualiza lo referido en la predicación.
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Ciertamente, no estamos ante una modalidad apelativa de enunciación, característica del modo imperativo. La relación entre el modo subjuntivo y el imperativo es de sobra conocida, incluso se prestan algunas formas verbales. Pero, lingüísticamente, la diferencia entre ambos es enorme: una orden mediante el imperativo (por ejemplo, comed) consiste en enunciar el verbo para conseguir que se cambie la situación de partida en el momento de la enunciación (las personas a quienes se dirige la orden no han comido aún), es decir, conlleva la significación morfemática de ‘apelación’ en el propio núcleo verbal; en cambio, el significado de apelación mediante el subjuntivo recae no en este modo sino en el lexema del núcleo principal: os ordeno que comáis. El modo subjuntivo colabora en la orden, precisamente, con el contenido de ‘no realización’, congruente con el valor de la predicación principal30. Además, hay otra gran diferencia: el modo imperativo conlleva la presencia del objeto de la orden en sus morfemas; en cambio, las órdenes mediante el subjuntivo se pueden dar en diferido o en pasado (les ordenó que comieran), porque no hay modalidad apelativa, sino enunciativa. El comportamiento y posibilidades de construcción de estos verbos de comunicación, que, a priori, no son léxicamente verbos de influencia (como lo son ordenar, pedir, exigir...), nos permite poner en relación, como complementarias, dos clases de núcleos verbales con distintas exigencias de congruencia entre la subordinada y la principal, y segregar una tercera, que participa de los rasgos de ambas. Tendríamos, pues, tres tipos de verbos comunicativos: a) Verbos de comunicación que no admiten una subordinada en subjuntivo y cuya única valencia combinatoria se establece con oraciones en modo indicativo. Entre ellos, están los siguientes: afirmar, asegurar, confesar, declarar, difundir, narrar, observar, pregonar, comprender, concluir, deducir, olvidar, pensar, saber, ver, sentir, contar, enseñar, exponer, informar, manifestar, precisar, señalar, revelar, confirmar, escuchar, notar: 38 Afirma que los niños están bien 30
Se podría decir que la apelación está desglosada en dos unidades lingüísticas (valor yusivo del lexema verbal nuclear + valor desactualizador del subjuntivo), mientras que la forma imperativa condensa ambas.
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serafina garcía 39 *Afirma que los niños estén bien.
Estos serían los verbos propiamente asertivos, porque no solo comunican algo, sino que positivamente lo dan por cierto. La única posibilidad de llevar una subordinada en subjuntivo es la de la circunstancia –arriba señalada– de la negación del núcleo verbal principal, donde como se ve, no se produce ningún cambio semántico de asertivo a yusivo, sino que la negación de la afirmación (aunque pueda parecer un contrasentido) puede conllevar la desactualización de esta31: 40 No afirma que los niños estén bien.
b) Verbos de influencia32 (aconsejar, mandar, permitir, pedir, prohibir, rogar...), que obligan al uso del subjuntivo en la subordinada y, léxicamente, indican una orden. Una circunstancia sintáctica añadida es la obligada correferencia entre el complemento y el sujeto de la oración subordinada: 41 Les prohibió que hablasen 42 Nos propone que nos quedemos,
cuya ruptura da lugar a secuencias anómalas: 43 *Les prohibió que habláramos 44 *Nos propone que os quedéis.
Y solo en circunstancias muy peculiares, tales como órdenes inducidas en las que hay un proceso de reducción de un verbo dicendi, podrían ser consideradas válidas secuencias como estas: 45 Nos pide que (os diga que) os quedéis 46 Me ordenan que (les diga que) todos ustedes salgan de aquí.
Al mismo tiempo, incurren en asemanticidad cuando toman como oraciones subordinadas predicaciones no susceptibles de ser puestas en forma apelativa (véase más adelante): 47 *Me piden que esté equivocado 31
De hecho, son complementarios léxicamente y se comportan igual modalmente no afirmar y negar: No afirma que vengan / vienen y Niega que vengan / vienen. 32
Más arriba, en § 4, los hemos agrupado con los verbos prospectivos.
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48 *Nos prohíben que seamos guapos33.
c) La tercera clase, intermedia entre los verbos de comunicación y de influencia, está constituida por los verbos de comunicación cuya significación – menos marcada léxicamente– mantiene abierta la posibilidad de establecer dos sentidos de la comunicación en la predicación subordinada con que: ‘afirmación’ o ‘aserción’ / ‘mandato’. Su ambivalencia sintáctica –y léxicamente, su doble acepción– solo se pone de relieve en construcción con una oración subordinada. Son, entre otros muchos, estos: advertir, añadir, comunicar, decir, indicar, notificar, replicar, responder, gritar, repetir, insistir en, persuadir y recalcar. La diferencia de comportamiento entre los verbos que cambian de comunicativos a yusivos (decir, comunicar, advertir, añadir...) y los que son exclusivamente asertivos o afirmativos (afirmar, asegurar, confesar, declarar...) se manifiesta cuando se construyen con una oración subordinada en función de complemento. Los que son positivamente asertivos, además de comunicar algo, lo dan por cierto; por ello, solo son congruentes con una predicación actualizada. El verbo paradigmático es afirmar. Los que se limitan a transmitir información permiten que el sentido final de la comunicación resida en la modalidad de la oración subordinada34, que activa una de las dos posibles variables: ‘comunicación’ / ‘influencia’. El verbo paradigmático es decir. En definitiva los verbos de los tipos (a), (b) y (c) tienen en común el hecho de ser verbos de comunicación. Sus diferencias se muestran en tres clases de relación con el modo de su subordinada: a) los que son exclusivamente asertivos (tipo a), y seleccionan el indicativo; b) los que son exclusivamente de influencia (tipo b), y seleccionan el subjuntivo; c) los de dejan abierta la posibilidad de explicitar una de las dos acepciones en el modo de la subordinada (tipo c). 33
Obsérvese cómo, si cambian las condiciones de la predicación subordinada, ya es plenamente aceptable: Nos prohíben que nos pongamos guapos. 34
Solo la predicación subordinada con que permite diferenciar tales contenidos. Cuando el complemento está desempeñado por un sustantivo, la diferencia entre decir, comunicar, asegurar, confesar... se limita a sus diferencias léxicas, pero todos son meramente comunicativos: nos dijo / comunicó / aseguró / confesó la verdad.
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Podría decirse que en estos últimos, el modo de la subordinada es la clave para desambiguar su amplio valor léxico. Dicho de otro modo, estos verbos soportan dos posibles predicaciones subordinadas: una actualizada y otra inactualizada, con el consiguiente cambio de contenido en la predicación. En estos casos de selección doble, lo peculiar, frente a otras construcciones con alternancia modal (piénsese en las oraciones de relativo, concesivas, etc.), es que el modo de la subordinada obliga al reanálisis de la predicación principal35. Descartada la homonimia36, pensamos que lo que permite el reanálisis es el hecho de que son oraciones transpuestas por la conjunción que. Esta unidad permite el intercambio de contenidos entre dos predicaciones, y justamente aquí, la dirección de la exigencia de congruencia se invierte: desde la predicación subordinada se modifica la principal. Cuestión distinta es por qué solo algunos verbos de comunicación, en concreto, los del tipo (c), han adquirido dos acepciones. El uso del subjuntivo y la consiguiente oposición que se forma con el indicativo viene propiciada por la amplia gama de posibilidades de desarrollo argumental de algunos de ellos. Una de sus características es la de construirse con un complemento (indirecto). En cambio, algunos verbos de comunicación incluidos en (a) (afirmar, saber, olvidar, pensar...) no se construyen con complemento, lo cual anula la posibilidad de aceptar una predicación en subjuntivo con el valor de ‘influencia’. Es cierto que otros de ese mismo grupo (asegurar, contar, enseñar...) sí tienen esa posibilidad constructiva: 49 Le aseguro que tiene dinero,
pero, aun así, no aceptan el subjuntivo (*Le aseguro que tenga dinero). Estos casos habría que explicarlos únicamente por la vía de la especialización léxica en el contenido de ‘afirmación’ o de ‘aserción’.
35
Recuérdese un proceso similar con los ejemplos de verbos factivos o emotivos que se convierten en comunicativos (reprochar, quejarse), y que incluso amplían la nómina en otras latitudes geográficas del español (§ 6). 36 Véase Narciso Manteca Alonso-Cortés, Gramática del subjuntivo, Madrid (Cátedra), 1981, págs. 56-57, cuya prueba para descartar la homonimia es concluyente: es posible coordinar dos oraciones en indicativo y subjuntivo, por ejemplo, Su padre le dice que él vota al PSOE y que él vote al PSA.
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Téngase en cuenta que para los verbos del tipo (c), que aceptan la doble selección, solo hay un contexto sintáctico en que el modo diferencia ‘comunicación’ o ‘influencia’: cuando el complemento de la principal y el sujeto de la subordinada son correferentes: 50 Nos comunica que viajamos / viajemos en tren 51 Les respondió que salían / saliesen en ese momento.
La ruptura de la correferencia con la oración subordinada en subjuntivo trae consigo una secuencia agramatical, porque estamos ante una estructura léxicosintáctica asociada a un contenido determinado, en este caso, el de ‘influencia’: 52 *Nos dijo que saliesen 53 *Me comunican que Juan nos diga algo.
No ocurre lo mismo con la oración en indicativo, que acepta tanto la estructura correferente como la no correferente: 54 Nos dijo que salíamos / que los alumnos salían 55 Me comunican que estoy excluida de la prueba / que Juan nos dice algo.
Cuestión distinta es la asemanticidad o incompatibilidad semántica entre el verbo y el contenido de la oración subordinada. No siempre que hay correferencia es posible el cambio al subjuntivo con valor de ‘influencia’: 56 *Le dijo que tuviera muchas posibilidades 57 *Nos gritó que estuviéramos equivocados.
Para que sea posible es necesario que el contenido de la oración subordinada sea susceptible de ser puesto en modalidad apelativa con el imperativo; es lo que ocurre en los ejemplos (50) y (51): Viaja en tren; Sal en este momento. Pero los contenidos de (56) y (57) son incompatibles con una apelación (*Ten muchas posibilidades, *Estad equivocados). La razón es que estas oraciones no aluden a una situación para la que se pueda solicitar un cambio. Tener en cuenta la dirección de la imposición semántica desde la subordinada a la principal puede parecer poco habitual; sin embargo, parece normal como explicación para casos como estos, en los que el significado de la oración subordinada ‘tuviera muchas posibilidades’ no es asumible como una orden, lo que impide que haya congruencia semántica entre ella y una predicación como
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le dijo. De hecho, esta explicación es la que se aduce normalmente para explicar la anomalía de las oraciones anteriores. Por último, la dualidad sintáctico-semántica de este grupo de verbos de comunicación provoca cruces entre este condicionamiento puramente sintáctico de alternancia y el que se produce cuando el verbo está negado. Cuando no son correferentes el complemento y el sujeto de la subordinada, no se activa la distinción entre ‘comunicación’ e ‘influencia’, sino solamente entre que la negación afecte únicamente al verbo o a toda la predicación subordinada: 58 No nos dice que Juan esté / está en casa 59 No les avisó de que el avión se retrasara / retrasaba.
Ahora bien, cuando hay correferencia y es un contenido susceptible de convertirse en una orden, prima el valor de influencia sobre cualquier otro: 60 No les dije que estuviesen preparados 61 No nos gritó que pasásemos el río;
de hecho, el ejemplo (56), visto como incongruente como orden, es viable entendido como resultado de un verbo dicendi negado: 62 No les dije que tuvieran muchas posibilidades, sino que había alguna esperanza.
En resumen, la oposición modal en español se caracteriza semánticamente por la gradualidad en la actualización de lo predicado por el verbo, lo cual es compatible con la significación general de los morfemas. Los tres términos oscilan entre la actualización o realización máxima (indicativo), la actualización intermedia, vista como imaginada o posible (potencial), y la desactualización (subjuntivo). Por ello, las oraciones con verbo en subjuntivo no pueden ser enunciadas sin ninguna marca de modalidad adicional o sin depender de una predicación principal, de la misma manera que los sustantivos no pueden ser sujetos sin ninguna marca de actualización. En el caso de las oraciones subordinadas con que, la triple oposición se polariza en dos significaciones: por un lado, las que suponen la actualización máxima o mínima de la referencia (indicativo y potencial) se agrupan en dependencia de determinados verbos, mientras que el subjuntivo constituye el polo opuesto de no actualización o desrealización.
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En relación con este contexto, las oraciones transpuestas por la conjunción que manifiestan, debido a la falta de carga semántica del transpositor, diversas situaciones en relación con la congruencia semántica que ha de haber entre la predicación principal y la subordinada. Normalmente es el verbo nuclear el que determina el valor que ha de tener la predicación subordinada, pero la exigencia de congruencia puede ser recíproca: los predicados nucleares ajustan a veces la significación a las modulaciones modales, aunque otras veces imponen una única solución, interpretada por las gramáticas como rección, que termina configurándose como una concordancia (obligada) entre un contenido léxico y otro morfológico o gramatical. Así, una subordinada desactualizada por el subjuntivo provoca las siguientes situaciones: a) con los verbos factivos la desactualización se concreta en la falta de valor informativo (de elección única); b) con los verbos prospectivos y de influencia la desactualización se concreta en que lo enunciado siempre es posterior al punto indicado en la oración principal (de elección única); c) con los verbos asertivos es incongruente semánticamente, y de resultas, se considera agramatical. Y una subordinada actualizada por el modo indicativo y el potencial provoca estas otras: a) con los verbos factivos es incongruente y de resultas, agramatical, porque no se necesita la actualización de la predicación; b) con los verbos prospectivos es incongruente y de resultas, agramatical, porque no se necesita la actualización de la predicación; c) con los verbos asertivos es congruente semánticamente, y, por lo tanto, aceptable. Ahora bien, como no son solo los verbos los que exigen congruencia sino toda la predicación principal, algún cambio en esta, como la negación, convierte la incongruencia en concordancia semántica. Es lo que ocurre con los verbos de comunicación, que restauran la alternancia con el significado de ‘desactualización’ cuando van negados y de ‘actualización’ cuando se afirman.
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La situación más compleja se corresponde con los casos de selección doble: algunos verbos desarrollan –o han desarrollado en algunas normas geográficas– acepciones compatibles con cada uno de los significados opositivos modales. Esto ocurre tanto con algunos verbos factivos o emotivos, que pasan a ser comunicativos, como con algunos de comunicación, que pasan a ser de influencia o yusivos.
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