MODESTO MENA, UN PLEBISCITARIO IRREDUCTIBLE DE TICNAMAR

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Descripción

Carlos Choque Mariño

MODESTO MENA Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papa Mena” de Oscar Mena

Carlos Choque Mariño, es profesor de Historia de Historia, Magister en Educación Intercultural Bilingüe de la Universidad de Tarapacá. Y Doctor en Antropología con mención en Estudios Andinos en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Con su tesis doctoral del pueblo de sus antepasados y de su niñez, Socoroma. En reconocimiento a su dedicación, logro acceder a la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla (España), gracias al apoyo de la PUCP y Fundación Carolina. Además, fue beneficiario de la “Beca Huiracocha 2010”, permitiéndole realizar una serie de investigaciones en el Archivo General de Indias en España, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima y el Archivo General de la Nación en Sucre (Bolivia). Actualmente, es académico de la Facultad de Educación y Humanidades en la Universidad de Tarapacá en el Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas. Asimismo, sigue ligado al mundo andino, en temas como la cultura y etnicidad. Actualmente, ha iniciado la ejecución del proyecto Fondecyt N° 11130024, en la misma casa de estudios.

Carlos Choque Mariño

Modesto Mena, Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papá Mena” de Oscar Mena

Carlos Choque Mariño

Modesto Mena, Un plebiscitario irreductible de Ticnamar

Un homenaje póstumo a “Papá Mena” de Oscar Mena

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Primera edición: Noviembre 2013

® Corporación Nacional de Desarrollo Indígena y autor. Todos los derechos reservados.

Financia: Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), Región de Arica y Parinacota. Oscar Mena Mena

Nombre del proyecto: “Modesto Mena Mamani: Rescate de las memorias de un ex – plebiscitario indígena “irreductible” de la comunidad de Ticnamar. Concurso de Iniciativas culturales año 2013”. Ejecutor: Oscar Mena Mena I.S.B.N.: 978-956-353-477-1 Registro de Propiedad Intelectual N° 235.021 Fotografía portada: Modesto Mena Mamani Fotografía contraportada: Matrimonio de Oscar Mena y Nora Veliz Jiménez. Fotografías interiores: Carlos Choque, Oscar Mena, Odlanier Veliz, Carlos Humire, Renzo Babilonia, Leonel Veliz, Alejandro Olivares y Cristian Albornoz Digitalización imágenes: Carlos Choque Manzano Cuidado de Edición: Yenny Manzano Manzano Diseño e impresión: Servicios Gráficos Publicitarios. Arica, Impreso en Chile

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DEDICATORIA

“[…] Por mi condición de Ex – Plebiscitario Irreductible, ya que mi vida, puedo declararla abiertamente sin temor a juicios ni observaciones venideras, la he consagrado al servicio de mi Perú, y puedo decirlo que un cautiverio largo, ni las amenazas, ni golpes que los llevo en mi cuerpo como la mejor condecoración que presento a mis conciudadanos, esas amenazas no pudieron cambiar mi peruanidad, también mostrada desde Arica”. Modesto Mena, 17 de Diciembre de 1951

“Abuelito, “Papa Mena”, cada vez que tengo en manos, tus documentos que con tanto celo conservaste y guardaste, no cayeron en manos estériles. Hoy admiro tu valentía, lucha, sacrificio y humillación, ya que nunca claudicaste ante tus enemigos. Con tu enseñanza, sigo tus pasos y mirando al cielo, te rindo homenaje póstumo con las manos en el corazón, porque eres grande y mi héroe hasta el día de mi muerte”. Oscar Mena, Nieto del ex – plebiscitario de Tacna y Arica

“A los hombres y mujeres del Tiempo Plebiscitario. A Oscar Mena Mena, por la confianza otorgada para escribir estas cortas palabras por Ticnamar, su familia y en especial por su abuelo Modesto. Gracias Oscar, por tus palabras, relatos, documentos y fotografías. A mi amada esposa e hijos”. El autor

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INDICE PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

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CAPÍTULO I ETNOHISTORIA E HISTORIA DE TICNAMAR 1.1. El entorno natural 1.2. El mundo andino antiguo 1.3. La conquista y el corregimiento de Arica 1.4. De Lagnama a Ticnamar. Las visitas eclesiásticas y vida colonial 1.5. Las revisitas de 1750 y 1772 en Ticnamar 1.6. Las tierras del “Común de Indios de Ticnamar” 1.7. Los indios de Ticnamar y la rebelión de Túpac Amaru 1.8. La vida republicana en Arica y Tacna

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CAPÍTULO II EL LINAJE DE LOS MENA 2.1. El origen de los Mena 2.2. Los Mena en el Perú

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CAPÍTULO III TICNAMAR FRENTE A LA CHILENIZACIÓN 3.1. El inicio de la guerra del Pacífico 3.2. La batalla de Arica y las comunidades andinas 3.3. El Tratado de Ancón y las “provincias cautivas” 3.4. La Chilenización de Arica y Tacna 3.5. La Chilenización en las comunidades andinas

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CAPÍTULO IV MEMORIAS DE UN INDÍGENA IRREDUCTIBLE 4.1. Modesto Mena Mamani 4.2. El plebiscito y las comunidades andinas 4.3. La persecución y exilio de Modesto Mena 4.4. Casos conocidos de muertes y desapariciones en Ticnamar 4.5. Casos en Putre y Codpa 4.6. La mujer ticnameña durante el plebiscito 11

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4.7.

Modesto Mena después el Tratado de Lima

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CAPÍTULO V OTRAS MEMORIAS COLECTIVAS DE TICNAMAR 5.1. Ritualidad y religiosidad en Ticnamar 5.1.1. Virgen de la Candelaria 5.1.2. Carnaval 5.1.3. Fiesta de San José 5.1.4. Semana Santa 5.1.5. Cruces de Mayo 5.1.6. Fiesta del Corpus Christi 5.1.7. Fiesta de San Juan 5.1.8. Fiesta de San Santiago 5.1.9. Fiesta de la Asunción de la Virgen María o “Asunta” 5.1.10. Fiesta de los Santos Difuntos 5.2. Memorias de arrierías y guaneras 5.3. Memorias de Oscar Mena

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REFLEXIONES FINALES

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REFERENCIAS CITADAS

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Figura 1. Ticnamar Viejo en la década de 1950.

Figura 2. Iglesia de Ticnamar Viejo.

PRESENTACIÓN DE LA CORPORACIÓN NACIONAL DE DESARROLLO INDÍGENA

Entendiendo la necesidad de las personas y comunidades indígenas en que se reconozca, mantenga y proyecte el amplio legado cultural ancestral indígena a las nuevas generaciones, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, Dirección Regional CONADI, Región Arica y Parinacota, en su Unidad de Cultura y Educación ha reconocido y apoyado los requerimientos de la comunidad a través de iniciativas de rescate cultural enmarcadas en el “Programa de Difusión y Fomento de las Culturas Indígenas” como es caso del proyecto denominado: “Modesto Mena Mamani: Rescate de las memorias de un Ex-plebiscitario indígena “Irreductible” de la comunidad de Ticnamar”, el cual tiene por objeto que relatos, vivencias y manifestaciones culturales de un hombre andino que vivió durante el período de Chilenización, sean incorporadas, tanto, en la educación como en las actividades de difusión regional para la puesta en valor testimonial de historias, prácticas tradicionales ancestrales y memoria colectiva de los pueblos indígenas de la región. La potencialidad cultural indígena, es una motivación para el rescate y preservación cultural en la región, situación que cuenta con un aumento en la demanda de organizaciones y comunidades indígenas quienes buscan desarrollarse socialmente con un espíritu de identidad regional. A estas necesidades de reconocimiento y desarrollo organizativo cultural, se ha buscado constantemente apoyar, otorgando herramientas para que concreten sus sueños, ideas, anhelos y puestas en escena a través del financiamiento de iniciativas que rescaten los valores andinos. En ese contexto el presente texto es el resultado de un minucioso trabajo en la sistematización y codificación del archivo documental de la familia Mena-Corro, de su legado histórico como una de las familias antiguas y tradicionales del pueblo de Ticnamar, por parte del trabajo del doctor en Antropología Carlos Choque Mariño, las cuales gracias a la recopilación de las memorias, escritos, y fotografías de Modesto Mena Mamani guardadas como un tesoro invaluable por su nieto Oscar Mena Mena, ejecutor de este proyecto, buscan visibilizar y representar una mirada colectiva del proceso de Chilenización las cuales son importantes dar a conocer a la descendencia del pueblo de Ticnamar y la comunidad en general. Finalmente, invitamos a los lectores en general y a los descendientes del pueblo de Ticnamar en particular, a disfrutar de la lectura de las memorias de Modesto Mena Mamani y a motivar a toda la juventud a escribir los relatos de sus antepasados. Maricel Gutiérrez Castro Directora Regional CONADI Arica y Parinacota

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PRÓLOGO Después de haber soplado las viejas zampoñas y ensayar huaynos y cacharpayas junto a otros jóvenes lakitas para acompañar a los alférez de la fiesta de la Asunta, Julio Mena Corró retornaba por la noche a su casa en Ticnamar. Algunos zompoñeros vieron su figura desvanecerse entre las callejuelas oscuras del poblado, cuando ya la medianoche se acercaba; pero Celestina, su madre, nunca escuchó venir a Julio. Al amanecer, ella y otros vecinos lo buscaron por la sede social, por la casa de los músicos, por las chacras y acequias, por los senderos sinuosos que conducen a Saxamar, pero nadie lo encontró. Tiempo después, tras buscar a Tiburcio Ape, otro vecino desaparecido de Ticnamar, María Ovando, esposa de Ape, hallaría en las cuevas del cerro Margarita el cuerpo mutilado de Julio. Se susurraba por toda la comarca que, los policías del retén lo habían golpeado en un callejón y torturado como venganza en contra de su padre Modesto, peruano que había huido a Bolivia por mantener su oposición a las acciones de los agentes chilenos en la precordillera ariqueña. Al igual que con Tiburcio, los carabineros se habían ensañado con Julio, destrozando su semblante hasta causarle la muerte. Su rostro ya ausente de su cuerpo cubierto con piedras andinas, mostraba las huellas de la violencia política y la xenofobia en las alturas. Julio, a sus 18 años, desaparecía en la noche larga de la chilenización. Numerosos episodios de terror que grabaron con sangre los recuerdos de mujeres y hombres de la puna, constriñendo la memoria comunitaria en torno a un plebiscito (que nunca se realizó) o a la veneración impuesta a los héroes patrios del tricolor chileno, son reeditados en este texto como parte de una construcción histórica local, donde las vivencias tienen una alta significación comunitaria. Este libro recoge aquellas voces amordazadas de aymaras y peruanos de los Altos de Arica, que sufrieron la aplicación de los dispositivos disciplinadores que el Estado chileno impuso, a través de su política administrativa, de la escuela o del reclutamiento militar, so pena de castigos o persecuciones, tal como lo acontecido con Antonio Mollo en Putre o los flagelos de Tiburcio Ape o Julio Mena en Ticnamar. Muchos otros casos quedaron silentes ante la impunidad de sus verdugos que los enmudecieron de la historia nacional, que requería reproducir el ethos de la metrópolis en el territorio conquistado tras la guerra del Pacífico. Pero, aquellas palabras no exclamadas en los aposentos de la historia oficial, quedaron impresas en la memoria de las poblaciones indígenas andinas que desde tiempos lejanos, supieron imponerse al olvido mediante complejas 16

prácticas de recordación como la oralidad desplegada en mitos, cánticos o ceremonias, incomprensibles, quizá, para los transeúntes o forasteros urbanos. El Dr. Carlos Choque Mariño, conocedor de las costumbres de Socoroma, lugar donde ciertamente se nutrió de las sabiduría de sus ancestros, asumiendo también cargos de gran responsabilidad social y religiosa como mayordomo, ha buscado en los salones de la Historia y las Ciencias Sociales, las teorías e instrumentos que permiten discutir el pasado de los pueblos andinos entre archivos y libros centenarios. Precisamente, los relatos cobran mayor sentido al ser confrontados con la documentación histórica, donde la astucia de Carlos facilita al lector el reencuentro con las personas que han modelado el devenir de las aldeas de Huaylillas, mostrando in extenso datos desde épocas precolombinas hasta la Colonia hispana, la cual replegó y redujo hacia las alturas precordilleranas a los nativos vallesteros a partir del siglo XVI. El corolario de la naciente republica peruana, envolvió del espíritu liberal a los ahora ciudadanos del Rimac, que entusiasmados con la impronta sociopolítica donde participaban como jueces de paz, alcaldes o gobernadores, comprometieron sus lealtades con el Estado nación a partir de 1821. Posteriormente, la guerra de 1879 remeció la organización republicana limense y la estructura decimonónica fundada en la vieja época colonial, dando paso a enfrentamientos, conatos e izamiento de múltiples banderas. Así, otros colores se impusieron por la fuerza, toda vez que existieron comuneros que participaron del nuevo sistema nacional. Ahora, como advierte el historiador Carlos Choque, la chilenización fue la herramienta canalizada por las autoridades santiaguinas para generar una transformación no solo política, sino que también cultural de la gente de los Andes de Arica. Pero, como ya hemos insistido en distintos tonos y momentos, si existió chilenización en Arica y sus valles a inicios del siglo XX, todavía entonces es plausible pensar que coexistió una desperuanización de la cultura republicana del Perú, y de la anterior identidad nacional de los sujetos subalternos de Azapa, Lluta, Belén, Codpa o Ticnamar, colisionando cuando celebraban cada 28 de julio o enarbolaban la bandera albi-roja durante el tiempo sagrado de las fiestas patronales, como Santa Rosa (de Lima) o Rosario. Este libro es un esfuerzo importante donde Carlos, al igual que los colegas del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá, deposita su experiencia de campo y de archivos, aportando a la comunidad regional un texto de fácil lectura, el cual entrega un sinnúmero de datos sobre un periodo serpenteante, como son las primeras décadas del siglo XX. Aquí, la chilenización violenta hacia 1925, la imposición de los héroes y el hito que significó el saturado plebiscito, relevaron a nuevos protagonistas y actores aymaras, los cuales enfrentaron con sus testimonios y 17

acciones a las huestes metropolitanas, repeliendo tal como lo realizó Modesto Mena, el apresto de la chilenización forzada, en contrapunto con la desplazada identidad peruana, imaginada allá arriba en la cordillera. En hora buena, Dr. Alberto Díaz Araya Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas Universidad de Tarapacá

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INTRODUCCIÓN El estudio de la Chilenización y las memorias colectivas de este periodo, es particularmente compleja, debido a los factores ideológicos, sociales y étnicos, que se expresaron durante el conflicto diplomático por Tacna y Arica entre los años 1883 a 1929 1. Se suma a ello, una diversidad de actores políticos que imprimieron al conflicto, sus propias visiones y soluciones, dándole a la chilenización nuevos significados, que fueron cambiando dependiendo de las motivaciones y subjetividades de los sujetos que vivieron esta confusa y violenta época. Por ello, la Chilenización de las provincias cautivas 2, demarcó un proceso que estuvo lejos de políticas y acciones homogéneas y generales, distanciándola de la ideologización de Iquique y sus zonas aledañas, pues Tarapacá estuvo condicionada por los intereses estatales de la renta del salitre. Por otra parte, en Arica y Tacna, dichas políticas se supeditaron al litigio con el Perú, por el territorio en disputa. En este contexto, Modesto Mena Mamani, representa aquellos hombres andinos, que se enfrentaron a un conflicto de identidades nacionales y fueron participes activos de las controversias desde el lejano Ticnamar como otros tantos hombres y mujeres de Putre, Socoroma, Belén o Livilcar, por mencionar algunas comunidades andinas, las que abrazaron tempranamente la causa del Perú. Hecho que les permitió generar su propia conceptualización e idea de la chilenización, que denominaron como el “Tiempo Plebiscitario” 3. Por tanto, vivieron el rigor de tales conflictos y violencias, que han sido develadas tempranamente en documentos diplomáticos e investigaciones de Portocarrero (1926), Medina (1926), Palacios (1974), Tudela (1992), Yepes (1999), González (2004), Ruz y Díaz (2012), Choque (2001, 2012 y 2013) y Díaz (2012), entre otros. Se suma, a la escena la permanente deconstrucción de la memoria y la permanente necesidad de la población andina de rememorar y registrar su historia pasada, que no está exenta de sus propias contradicciones. Si bien, se conocen diversos trabajos sobre la chilenización, elaborados desde un punto de vista disciplinario, el presente texto ofrece una lectura desde una perspectiva etnográfica y de la memoria colectiva. Alberto Díaz, ha definido 1 Litigio derivado del incumplimiento del Tratado de Ancón, firmado entre el Perú y Chile en 1883 y ratificado por los congresos de ambas naciones en 1884. 2 Tacna y Arica eran ciudades peruanas, que vivían una de la otra y eran centro comercial, político y administrativo de la zona sur del Perú. En el Perú eran llamadas las "cautivas". 3 El “Tiempo Plebiscitario”, es un concepto creado en las comunidades andinas, que corresponde al periodo de mayor violencia durante la Chilenización, es decir del año 1924 a 1926.

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la Chilenización como una construcción conceptual percibida, elaborada y/o creada por agentes estatales, políticos, periodistas, civiles o soldados peruanos para definir distintas acciones que llevó a cabo Chile en la zona de Tacna y Arica. La segunda alternativa, circunscrita a la postura chilena, define la Chilenización como las acciones para despejar la conciencia nacional peruana de los pobladores de Tacna y Arica y abrir paso a una nueva identificación nacional, en este caso la chilena (Díaz 2003)4 . No obstante, se hace necesario primeramente delimitar el significado de la memoria y sus efectos en las sociedades andinas, ya que dicha significación permitirá comprender el ímpetu y deseo de Modesto Mena y su nieto Oscar Mena en develar este periodo de la historia comunal acaecida a inicios del siglo XX. Desde la perspectiva de las ciencias sociales, Jaques Le Goff (1991b), consideró a la memoria como un concepto crucial, ya que tiene la capacidad de conservar determinadas informaciones, que son remitidas ante “todo un complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en condiciones de actualizar impresiones o informaciones pasadas, que él imagina como pasadas” (Le Goff 1991b: 131). Por tanto, este atributo le permite a la memoria tener una evolución permanente, así como lo señala Pierre Nora (1984) y que está abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia inconsciente, vulnerable a las utilizaciones, manipulaciones y repentinas revitalizaciones. Asimismo, la memoria posibilita el registro de eventos y detalles de nuestras vidas o de nuestras sociedades, que ocurren con las adquisiciones impersonales, que son originadas en los estímulos y procesos mnemotécnicos. En este mismo sentido, Paul Ricoeur (2000), concibe la memoria como parte de la historia y por ello, sometida a las controversias y reflexiones que emergen desde el corpus del conocimiento histórico. No menos importante han sido las discusiones en torno al alcance de las primacías y axiomas de la memoria, tanto en su aseveración individual como colectiva. En tales circunstancias, su significado involucra un criterio de identidad que posee extensión temporal, situación que permite un reconocimiento de la conciencia del pasado, que emerge de los almacenes mnémicos de los sujetos en los campos cognitivos y pragmáticos, que se hacen presentes al momento de indagar el conflicto de la chilenización y peruanidad de Ticnamar (Díaz y Ruz 2009; Choque 2013). 4 Agregamos a esta conceptualización que la chilenización es además, una construcción de una conciencia nacional e identidad chilena en un espacio territorial y simbólico, que posee una expresión dual de su identidad (nacional y étnica), en la cual se aplicaron políticas, cosmovisiones e imaginarios tendientes a modificar el habitus, la estructura social y las prácticas culturales mediante la aplicación del poder y la violencia (Choque 2012).

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Diversos trabajos han evidenciado que los pueblos andinos, generan despliegues narrativos dramatizados de su memoria, concibiendo impresiones veraces de la escena, convenciendo a “los sujetos que los hechos rememorados o imaginados corresponden a la verdadera realidad” (Goffman1970: 29). Entonces, el resultado de tales ejercicios mnémicos, permiten la construcción de memorias colectivas dependiendo de los intereses y motivaciones colectivas o individuales, elaborándose además, fachadas permanentes, que van traspasando el tiempo y las generaciones, todo ello, con el interés de restituir o fortalecer la historia familiar o colectiva y en particular de olvidar o rememorar hechos traumáticos o violentos 5 . En suma, la memoria colectiva es un proceso social de reconstrucción del pasado vivido y experimentado por un determinado grupo, comunidad o sociedad, como es el caso de Ticnamar. Este pasado vivido es distinto a la historia, pues se refiere a una serie de fechas y eventos registrados, como datos y hechos. Sin distinguir si han sido sentidos o experimentados por alguien. Además, la memoria colectiva es una instancia para asegurar la permanencia del tiempo y la homogeneidad de la vida, como señala Maurice Halbwachs (1950). En esta misma temática, Thomas Abercrombie (2006), reflexiona en torno a la memoria colectiva, considerándola como una forma de explorar las representaciones pasadas y presentes de la memoria en las zonas andinas, afirmando que las sociedades indígenas, distinguen claramente la memoria colectiva de las memorias explícitamente históricas y oficiales. Ello, porque las primeras, ofrecen un fundamento histórico a la existente y por lo tanto, a la propia memoria. Si bien, se evidencian claras desventajas entre las memorias colectivas frente a las escritas y archivísticas, los pueblos andinos siguen teniendo la capacidad de traer a la vida, recuerdos desde tiempos remotos (Sharon 1988; Choque 2013). Sin embargo, el uso de memorias escritas, no garantizan la evocación, pues solo en la medida, que son activadas por el sujeto o grupos sociales, van adquiriendo sentido y vigencia, cargados de necesidades sociales y valores, enmarcadas además, en visiones del mundo, pues son una construcción social 6. En consecuencia, existe una relación permanente entre las 5 La memoria colectiva se sustenta también a través de una producción continua de formas de representación. En nuestra época los medios de comunicación - y tal vez sobre todo durante la última década, de la creciente digitalización - esto genera un flujo de, y producción de memorias de segunda mano. La memoria colectiva de hoy difiere mucho de la memoria colectiva de una cultura oral, donde no existe una técnica de impresión o transporte. Esto contribuyó a la producción de las comunidades imaginadas (Véase Benedict Anderson), donde llegamos a compartir un sentido de herencia y puntos en común con muchos seres humanos que nunca se reunieron - como en la manera de que un ciudadano puede sentir una especie de "parentesco" con la gente de su nación, región o ciudad. 6 Ver Choque (2013) y Jelin (2002).

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distintas expresiones de la memoria, pues las escritas, facilitan la construcción del pasado y las colectivas permiten su continuidad fuera de los márgenes de la historia oficial 7. Desde una perspectiva metodológica el texto, es una descripción reflexiva sobre el uso de la memoria colectiva y escrita en medio de conflictos y violencia 8 . La variedad de datos etnográficos y documentales existentes, llevaron a establecer categorías analíticas y codificaciones, tal como han propuesto L'écuyer (1990), Wolcott (1994) y Holliday (2007). Además, al momento de generar las estrategias de investigación cualitativa 9, se realizó un dialogo teórico e interpretativo permanente con los mismos datos y materiales proporcionados por la familia Mena y los documentos históricos disponibles, permitiéndonos un análisis extenso del corpus de datos, tal como propuso Amanda Coffey y Paul Atkinson (2003), situación que nos permite reflexionar sobre el contenido ideológico de la chilenización, la peruanidad comunal, las memorias colectivas, conflictos y contradicciones identitarias, etc. Para la producción de los cinco capítulos del texto se recurrió a otras experiencias etnográficas y autobiográficas de hombres y mujeres andinos, que buscaron la construcción de sus memorias, tal como fue evidenciado en los trabajos de Dibbits y Peredo (1988), Vallejos (1995), Valderrama y Escalante (1992) y Choque (2012), respectivamente. En este contexto, las motivaciones de Modesto Mena en producir y recopilar documentos y memorias en su entorno familiar sobre los acontecimientos sociales, culturales y políticos de comienzos de siglo XX, fueron de tipo ideológicas y archivísticas, pues consideró que los antecedentes documentales eran esenciales para hacer presente su condición de ciudadano peruano, luego para expresar su identidad como un plebiscitario irreductible, y finalmente para hacer valer sus derechos sobre los bienes raíces heredados de sus antepasados. Dichos elementos son ilustrados en los cinco capítulos del texto. 7 La memoria escrita consta de tres partes: resumen de lo que se ha venido haciendo, crítica de lo que se ha hecho y propuesta de mejora para el futuro. Se diferencia del informe en que posee un contenido meramente testimonial, casi notarial, más concreto y conciso. 8 Goetz y LeCompte (1988), consideraron que para elaborar el diseño de una investigación se deben considerar todos los factores: la índole de los fines planteados; los supuestos y características de los distintos modelos, sus puntos fuertes y débiles y su adaptabilidad; y la posibilidad que ofrecen de realizar triangulaciones, ya que solo así, se podría determinar categorías analíticas de una investigación. 9 La investigación cualitativa posee como principal objetivo, el transformar e interpretar los datos cualitativos, de manera académica y rigurosa a fin de captar las complejidades de los mundos sociales como también de los sujetos que tratamos de comprender. Además, se incluyó la validación y comparación de las evidencias empíricas y documentales existentes, que poseen sus propias relaciones, regularidades, patrones y significados.

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El primer capítulo, “etnohistoria e historia de Ticnamar”, nos introduce a una síntesis del legado patrimonial y cultural desde los tiempos prehispánicos en adelante. Además, se evidencian diversos antecedentes sobre la historia colonial y republicana de Ticnamar, teniendo como límite temporal la década de 1960. El segundo capítulo, “El linaje de los Mena”, hace referencia a los antecedentes etnohistóricos del linaje de los Mena y su vinculación con Ticnamar desde el año 1750 a 1960. La finalidad de tales relaciones y noticias, buscan dejar de manifiesto como los linajes de las familias andinas poseen continuidad y asociación con los espacios territoriales desde la colonia a la actualidad. El tercer capítulo, “Ticnamar frente a la chilenización”, busca evidenciar la actuación de la población indígena en el conflicto militar y luego diplomático y político por las provincias cautivas. Asimismo, explica las motivaciones ideológicas que llevaron a los indígenas, abrazar la causa peruana y chilena respectivamente. Además de las expresiones de la chilenización en las provincias cautivas según los diversos antecedentes documentales y datos etnográficos que se encuentran disponibles en los escritos y memorias de Modesto Mena. El cuarto capítulo, “Memorias de un indígena irreductible”, se refiere a los antecedentes de Modesto Mena sobre la aplicación, desarrollo y efectos de la chilenización en Ticnamar y demás pueblos de la sierra, la cual se expresó como una violencia simbólica, estructural, directa y con motivaciones políticas. El último capítulo, “Otras memorias colectivas de Ticnamar”, da cuenta de los legados culturales de Ticnamar en el siglo XX, como también de los cambios, perdidos y deconstrucciones culturales, que se gestaron como producto de la chilenización y los conflictos ideológicos, que se presentaron en la comunidad. Además, se vislumbra los sistemas simbólicos y valóricos como también de los despliegues rituales y labores culturales vigentes. La diversidad de material documental y datos etnográficos disponibles han permitido presentar distintos tópicos y problemáticas sobre la expresión de la Chilenización en la sierra de Arica y en especial en Ticnamar. Por ello, la finalidad del texto “Modesto Mena, un plebiscitario irreductible”, es visibilizar como se aplicó el proceso de chilenización en la comunidad de Ticnamar, evidenciando sus diversos procesos y consecuencias a lo largo del siglo XX. Asimismo, expone como los procesos de violencia generan cambios estructurales y culturales en las comunidades andinas, que tratan de encubrir 23

estos hechos con nuevas memorias hegemónicas, que vienen a construir un pasado remoto y lejano, relegado al olvido los hechos traumáticos, que llevan a un conflicto permanente entre la memoria y olvido de tal espacio temporal. Previendo tales disputas de Mnemósine y oblitare, Modesto Mena, dejo en la década de 1960, una valiosa colección de documentos que su nieto Oscar Mena ha logrado conservar para compartirla con las nuevas generaciones de hombres y mujeres de Ticnamar que desconocen este periodo sombrío de la historia comunal y regional. Son muchas las personas que posibilitaron la culminación del presente trabajo, en primer lugar nuestro agradecimiento a: Don Oscar Mena por la confianza otorgada para escribir sobre las memorias de su abuelo y familia; La Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) y su unidad de Cultura y Educación, que financio parte importante de este proyecto; La Universidad de Tarapacá, el Archivo Histórico Vicente Dagnino y la Casa Titu Cusi Yupanqui – IECTA y el Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas, quienes permitieron complementar nuestros conocimientos con la información disponible en sus archivos y fuentes bibliográficas; y al Archivo Nacional de Chile por los valiosos documentos y textos disponibles para la construcción de nuestras etnografía y contra etnografía. También, nuestro agradecimiento al Dr. Alberto Díaz Araya, Académico de la Universidad de Tarapacá; a Maricel Gutiérrez Castro, Directora Regional de CONADI – Arica; Odlanier Veliz Mena, Gobernador Provincial de Parinacota; y un especial reconocimiento a los ticnameños que han sabido guardar sus memorias colectivas y micro historias familiares.

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CAPITULO I ETNOHISTORIA E HISTORIA DE TICNAMAR 1.1.

Entorno natural

El pueblo de Ticnamar, se encuentra ubicado en los 18º34'50.83'' Latitud Sur y 69º29'37.90'' de Longitud Oeste, en la comuna de Putre y Provincia de Parinacota10. El pueblo está a una distancia de 128 kilómetros al sureste de la ciudad de Arica y a una altura de 3.296 metros sobre el nivel del mar. Es posible acceder al pueblo por la carretera 11–CH, luego por el camino secundario A–31. La geografía que circunda Ticnamar, es producto de la acción sedimentaria y volcánica, existiendo un predominio de rocas andesiticas, erosionadas por las fuerzas exógenas y endógenas, formando con ello, valles interandinos como Oxa y Tumaya, de pronunciada pendiente y explanadas con predominio rocoso, por lo que sus suelos son pobres en nutrientes y requieren de la permanente rotación de las áreas de cultivo (Toledo y Zapater 1991). La zona origina el rio San José de Azapa11, cuyas riberas son utilizadas como corredores naturales desde tiempos prehispánicos. Ticnamar posee un clima de influencia amazónica, pues presenta efectos de las lluvias de verano, recibiendo precipitaciones que bordean entre los 150 a 200 mm. anuales, siendo estas sus únicas fuentes de recursos hídricos de “todo el geosistema árido”. Además, sus temperaturas varían entre los 3,3° C a los 15,6 ° C. Sin embargo, por tratarse de una zona marginal, presenta una serie de irregularidades en sus precipitaciones, pues se presentan años lluviosos y otros con marcada sequedad, afectando severamente la flora nativa y los cultivos agrícolas del pueblo. Esta situación, ha generado una dependencia hídrica de las precipitaciones estacionales y de algunas vertientes con aguas de origen freático. La biogeografía del pueblo se caracteriza por tener un predominio xeromórfico, prevaleciendo la tola (Baccharis Tola), tolilla (Fabiana Sp.), Chilca (Baccharis Glutinosa), la cortadera(Cortaderia atacamensis), pimiento ó molle (Schinus Poligamus), Amañoko (Ombrophytum subterraneum), tajtaja (Lophopappus tarapacanus), entre otros. Los cultivos predominantes son el maíz, ají, papa, calabazas y alfalfa, entre otros. Respecto a la fauna silvestre predominan los guanacos (Lama Guanicoe), tarujas (Hippocamelus Bisulcus), perdices y liebres. En las aves es posible encontrar al menos dos variedades de palomas andinas, además de zorzales, canarios, halcones y cóndores (Choque 1997; Inostroza 2010). 10 La comuna de Putre y Provincia de Parinacota, Norte de Chile. 11

Dicho río escurre hacia las costas del Océano Pacifico.

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Las investigaciones del académico lingüista, Manuel Mamani, proponen que el nombre contemporáneo de Ticnamar, proviene del topónimo “Tikanama”, que significa “lugar florecido”. Una versión local, afirma que su significado es “entre la cordillera y el mar”, porque sus aguas escurren en dirección a la costa. 1.2.

El mundo andino “antiguo”

La sierra de Arica es una entidad que favorece las comunicaciones e interrelaciones culturales con otras áreas ecológicas desde el periodo Arcaico hasta el Tardío, es decir desde la aparición del hombre en los Andes hasta el siglo XV. El temprano contacto de zonas como Ticnamar con los sectores altiplánicos se llevó a cabo por la utilización de portezuelos, que vincularon al territorio con la puna y luego con las costas de Arica (Muñoz y Chacama 2006). Si bien, la población de la sierra en los periodos tempranos no fue numerosa, solo las innovaciones sociales y culturales, facilitaron un aumento de población y por ende de cambios culturales entre la incipiente población andina a lo largo de los sucesivos periodos culturales, que van desde el Arcaico hasta el Tardío 12. En el contexto local, los datos son insuficientes para dar cuenta del Arcaico13, Formativo y Medio en Ticnamar, dada la escasez de materiales culturales, pues las condiciones climáticas, la acción de las fuerzas endógenas y la propia acción del hombre, han destruido las evidencias materiales de los diversas sociedades que deambularon por la sierra de Arica. No obstante, se tiene certeza, que las primeras agrupaciones humanas fueron grupos de cazadores especializados 14, que dejaron por evidencia, diversas pinturas con escenas de cacería, como las halladas en los aleros de Tangani, Mullipungo y Pampa del Muerto (Figuras 3 y 4). No obstante, cabe señalar que fue en el Formativo, que los diversos grupos de cazadores empezaron a organizarse en comunidades más grandes, construyendo los primeros caseríos y aldeas en los valles costeros y oasis del desierto (Berenguer 2007). Las evidencias materiales, para la época se expresan en la existencia de “tocados” con forma de turbantes, además de cerámicas, textiles y herramientas líticas, hecho que coincide con la domesticación de los primeros cultivos en el mundo andino15. 12

8.000 a.C. al 1.532 d.C. La disponibilidad de los recursos marítimos fue importante, porque no presentaban fluctuaciones estacionales y se extendían continuamente, constituyendo una relevante fuente de subsistencia por el efecto de la fría corriente de Humboldt. 14 En la sierra y puna el hombre andino se dedicó en este tiempo a la caza de camélidos silvestres y ciervos, recolectando además, tubérculos y raíces; sus instrumentos los fabricaban con hueso, piedra (cuchillos y puntas de proyectil) y madera. 15 El maíz fue uno de los primeros cultivos en los Andes centrales y que Galinat (1972) le dio una antigüedad de 4000 años en muestras de marlos (qoronta). 13

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Figura 3. El pueblo de Ticnamar desde el Calvario.

Figura 4. Aldea de Charcollo, sector Oxa.

En el periodo siguiente encontraremos, los cambios más significativos en los Andes, los que se manifestaron con el advenimiento de Tiwanaku como potencia hegemónica16, influenciando las costas y sierras de Arica mediante su centro de poder regional ubicado en Moquegua (Berenguer y Dauelsberg 1989). En Azapa, los dirigentes altiplánicos propiciaron la instalación de pequeñas colonias de agricultores para proveer a sus Estados con productos del valle y fomentaron relaciones de intercambio con los agricultores y pescadores locales. Las primeras colonias fueron poco numerosas y se establecieron en zonas como Carumas, Candarave, Tarata, Caplina, Putre y Ticnamar (Cavagnaro 1986:56-57). Las evidencias materiales sobre este periodo son cuantiosas para la costa, pero la sierra sigue siendo una incógnita en lo relativo a la materialidad, debido a la existencia de las lluvias estivales más prolongadas e intensas y la mayor humedad del territorio hasta el siglo X 17. Los periodos que más han proporcionado antecedentes del pasado prehispánico, son el Intermedio Tardío y el Tardío respectivamente 18. En una fecha todavía no bien establecida, que se extendió entre el 800 y 1200 d.C., Tiwanaku perdió el control de sus numerosas colonias y territorios en la costa, altiplano y selvas del oriente. La causa del colapso, es variada, ya que van desde la perdida de las rutas comerciales a los cambios climáticos y sequias prolongadas, sin considerar las variables políticas y religiosas, que se produjeron. El legado más significativo de Tiwanaku, para la sierra de Arica y Ticnamar genero el refinamiento de las tecnologías agrícolas y la consolidación del universo cosmológico andino que no poseerán significativas variaciones hasta el advenimiento de los inkas. Tras la caída de Tiwanaku, surgieron numerosos reinos independientes como los: Lupaqa, Qolla, Paqajaqi, Qaranqa y Aricas, entre otros (Figura 5). La ausencia de un poder centralizado, origino un periodo de conflictos y guerras entre las sociedades y unidades políticas que reemplazaron a Tiwanaku, pues trataron de convertirse en los nuevos centros hegemónicos. A dicho periodo también, se le conoce como el “tiempo de la guerra”, según Santa Cruz Pachacuti, dado que cada día había “encuentros y batallas sin haber paz en este tiempo de tantos combates y guerras injustas y otros jamás estaban seguros sin alcanzar quietud” (Pachacuti 1997: 8). El arqueólogo, José Berenguer, señalo que la guerra se enseñoreó en toda el área y cada región comenzó a enfatizar sus “diferencias culturales con otras regiones a través de distintivos estilos de cerámica, formas de enterramiento, modalidades de culto y maneras de vestir, 16 El periodo Medio, se le conoce como el tiempo de Tiwanaku y se extendió entre el 200 al 1.100 d.C. 17 Las lluvias estivales son conocidas popularmente como “invierno boliviano”. 18 Intermedio Tardío 1.100 a 1.400 d.C. y el Tardío desde el 1.400 al 1.532 d.C.

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no obstante muchos elementos culturales introducidos por Wari y Tiwanaku seguirán subsistiendo” (Berenguer 2007:36). Sin embargo, a pesar del conflicto existente, las diversas sociedades lograron mantener las redes de interacción e intercambio por medio de treguas, pactos, alianzas, negociaciones y otros procedimientos de distensión. Así también, se mantuvieron vigentes los diversos patrones de ocupación de las zonas ecológicas, tanto en su expresión de “verticalidad” y “horizontalidad” (Murra 1975; Rostworowski 1977). Muñoz y Chacama (2006), afirman que los antecedentes de orden arquitectónico, artesanal, funerario y económico, contribuyeron al establecimiento de una hegemonía cultural e ideología común, que permitió la formación de unidades territoriales, estructuras políticas y un legado cultural de identidad costera ó yunga, que hemos conocido como la “cultura Arica”. Igualmente, la zona fue denominada más tarde, como Colesuyu y se habría extendido desde las costas de Camaná hasta la Quebrada de Tarapacá por el sur, ocupando desde las cabeceras de la cuentas exorreicas, es decir, desde la precordillera hasta la costa del pacifico (Rostworowski 2005) 19. Por tal razón, este espacio cultural y sociopolítico, fue ocupado predominantemente por la población “yunga”, que debió enfrentar la expansión de los señoríos aymaras Lupaca, Paqajaqi y Qaranqa, que presionaron por instalar sus colonias en los valles y quebradas occidentales, esto último producto del potencial productivo de estas tierras (Chacama y Muñoz 2006; Berenguer 2007; Choque 2009). Coincidiendo con Berenguer, los arqueólogos Iván Muñoz y Juan Chacama, sostienen que las poblaciones locales iniciaron la construcción de asentamientos poblacionales en zonas de difícil acceso, con la finalidad de controlar los recursos productivos, llegando a controlar además, las rutas de articulación e interacción entre la costa y el altiplano. En este contexto, surgieron un número indeterminado de pucaras en los alrededores de Ticnamar y demás localidades, situación que deja en evidencia las fricciones con esos señoríos y revelan el borrascoso clima político en que se desenvolvieron las relaciones entre la población del altiplano y la población “Yunga” o “Cole”. La existencia de una cultura material costera y otra serrana como la “Charcollo”, da cuenta de esta diversidad 20. Charcollo, se encuentra localizada en las estribaciones de la quebrada de Oxa, caracterizándose por la existencia de una aldea y por una cerámica que posee una decoración negro sobre rojo, que se extendió hacia los valles costeros, adquiriendo influencias de los estilos cerámicos Chilpe del altiplano y San Miguel desde la costa (Figura 6). 19 Rotsworowski, expreso además que en el diccionario de aymara de Bertonio figura la voz Koli haque – indios yungas que estaban hacia la costa de Moquegua. 20 La Cultura Arica muestra una evolución de estilos de cerámica sucesivos (San Miguel, Pocoma y Gentilar) que no son excluyentes, sino que asocian a estilos del altiplano.

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Figura 5. “Barranco” de Tumaya, frente de pueblo viejo.

Figura 6: Mullupungo. Sector Oxa.

Las evidencias materiales sostienen además, que la población de la aldea de “Charcollo” presento mayores niveles de organización social, es decir, fue centralizada y jerarquizada, permitiéndoles una mayor disposición de fuerza laboral. Al igual, que para la “Cultura Arica”, son múltiples las explicaciones que se han formulado para la interacción entre los “Charcollo” y las tierras altas, aunque dado el carácter altiplánico de su cerámica, frecuentemente se han sugerido vínculos más estrechos con los Qaranqa o Carangas (Durston e Hidalgo 1997). El J'acha Tangani, cerro vecino al Charcollo, posee las ruinas de recintos habitacionales, morteros y restos cerámicos de la cultura Arica, que se encuentra mezclada con una de origen altiplánico o Chilpe (Aguirre 2002). La existencia de una sólida organización social, le permitió a los grupos humanos aledaños al cerro Charcollo, sustentar una economía basada en la agricultura y el pastoreo de llamas, esta última, bajo un régimen estacional como ocurre en la actualidad, que interactuó con las tierras altas (Santoro et. Al. 2004). Los avances en la agricultura, se ven expresadas en la construcción y mantención de la infraestructura de andenerías y canales de irrigación. Además, el rol de Ticnamar se vio fortalecido por su función administrativa y logística en las vías de comunicación que unieron el valle dulce de Codpa y Timar, con el altiplano occidental, por la ruta Timalchaca, Umirpa, Itiza y Surire y con el camino de la sierra hacia el norte, pasando por Belén, Pachama, Zapahuira y Socoroma. El periodo Tardío, se caracteriza por la influencia Inka y de una población altiplánica incanizada, existiendo en Ticnamar una población multiétnica (Mittani Qaranqa y agricultores Coles o “yungas”). La administración Inka se habría preocupado de controlar el uso intensivo de las quebradas y cabeceras del valle, aprovechando las instalaciones tecnológicas preexistentes y la mano de obra desarrollada previamente por los grupos locales, es decir los Coles. Las mayores evidencias de la materialidad Inka, se encuentran al norte, en el pucara de Saxamar, además de los vestigios viales, que aún se encuentran presentes. Se suma a ello, la existencia de una serie de Chullpas, en la parte inferior del rio Ticnamar, situación que da cuenta de las interacciones y complejidades culturales que afectaron a las comunidades serranas, cumpliendo un rol articulador entre las poblaciones costeras y altiplánicas a modo de “taypi” como señalan Muñoz y Chacama (2006) 21.

21 Durante el período Intermedio Tardío en la desembocadura de Camarones se detecta la interacción de grupos económicamente diferenciados en el contexto de la Cultura Arica.

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1.3.

La conquista y el corregimiento de Arica

Las “Huestes de Indias” que conquistaron el Tawantinsuyu, al mando de Francisco Pizarro y Diego de Almagro, ingresaron a fines del año 1533 a la ciudad del Cusco 22. Iniciando con ello, un periodo de profundos cambios culturales, sociales, políticos y económicos, que modificaron la vida de las sociedades andinas. Solo a mediados de 1535, los capitanes Ruí Díaz, Juan Herrada y Rodrigo Benavidez, fueron comisionados por Diego de Almagro para armar la expedición de conquista de Chile (Cavagnaro 1988). Por ello, Ruí Díaz, se dirigió al sur por el mar, Herrada por el camino que sale al sur del Cusco y Benavidez por la costa, un camino “más breve y abastecido” (Cavagnaro 1988:5). El historiador Vicente Dagnino ha propuesto como hipótesis que “los soldados de Ruí Díaz, fueron las primeras tropas castellanas que pasaron por Tacna i Arica” (Dagnino 1909:05) 23. A fines del año 1535 la totalidad de los territorios Lupaqa, Paqajaqi y Qaranqa se enteraron del paso de las huestes de Diego de Almagro y la expedición de Gabriel de Rojas por el altiplano, como también tuvieron noticias del ingreso de los españoles en el Cusco. Roberto Choque al referirse a este momento crucial nos dice que algunos pueblos de la Provincia de Paqajaqi o “Pakaxa (Qallapa, Qaqayawiri y Machaca) fueron informados sobre la llegada de los españoles a la ciudad del Cusco a través del Mallku Tikala de Qaqinkura 24, quien precisamente estuvo en el Cusco cuando se produjo la invasión hispana. Pero los Mallkus de Qallapa, Qaqayawiri y Machaca trataron de evitar la posición derrotista del referido Mallku de Qaqinkura de no prestar resistencia alguna a los españoles, porque estaban bien armados, “decidieron entonces, darle muerte a ese Mallcu y exterminar a todos los miembros de su familia”(Choque 2000:20). El paso de las huestes hispanas, por las costas de Arica y Tacna, se produjeron con la llegada de Ruí Díaz y Juan de Saavedra, quienes pudieron subir “por los valles de Sama, Lluta y Azapa; es mucho más probable que, habiendo inquirido a los naturales por el pueblo de cabecera de la provincia” (Cavagnaro 1988:17-18). Tiempo más tarde, sería el propio Almagro, quien recorrería la zona, aplicando todo tipo de violencias sobre los indios de los pueblos principales (Choque 2009). Luego de la primera guerra civil española en el Perú, que termino con Diego de Almagro fallecido, el territorio de Arica y Tacna, fue entregado como 22 La “Hueste Indiana”, era una expedición esencialmente voluntaria organizada por un caudillo que cuenta con la autorización real para llevar a cabo una tarea de conquista. 23 Sin embargo, Cavagnaro ha desestimado esta afirmación puesto que Ruí Díaz, se dirigió hacia el altiplano desde las costas de Camaná. 24 Actualmente conocida como Qaqingora, que está situada a unos 80 km. de Visviri.

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“encomienda de indios” a Pedro Pizarro en 1538 25 , en recompensa por sus servicios en la guerra en contra la rebelión de Manco Inca y por enfrentar a los partidarios de Almagro. Dicha encomienda incluyo, los indios provenientes de los linajes Copanique, que estuvieron repartidos en los: “Pagos, caseríos o lugares: Codpa, Socoroma, Chitita, Pachica, Esquiña, Aico, Timar, Cobija, Ticnamar, Timanchaca, Livilcar, Belén y Umagata cuya población complexiva no ha debido bajar a dos millares de individuos por la época del advenimiento de los españoles” (Cuneo vidal 1977:371).

Dichos indios de Codpa, tuvieron además guaneras y zonas de pesca en la caleta de Vítor. Y los de Belén, Umagata y Ticnamar, en los faldeos costeros del morro de Arica, según consta en los títulos y cedulas reales de la época (Cúneo Vidal 1977). Dos años después, el 22 de Enero de 1540, Francisco Pizarro, subdividió dicha encomienda entre: Hernando de Torres y Cervantes, Juan de San Juan, Lucas Martínez de Vegazo y Pedro Pizarro. En consecuencia, Lucas Martínez se convirtió en el encomendero de Ilo, Azapa, Lluta y Tarapacá, con unos 1887 indios tributarios. Un Documento citado por Cavagnaro dice al respecto: “Con el cacique del valle de Tarapacá, que se llama Tuscasanga, y con los pescadores, y un pueblo que se llama Pachica, e otro que se llama Pachuca, e otro Guamba, que está en el Valle de Cato, e con su señor que se llama Opo, y el valle de Caviesa y el pueblo de Ranina y el Cacique Ayavire con otro que se llama Taucari e otro pueblo que se dice Omaguata y el señor Ayavile, e otro Chuyapa con el señor Chuquechambeco, novecientos indios; y en la cabeza del valle de Asapa los indios de estos dichos valles, que tienen estancias de Coca, e ají, grana e otras cosas; e mas en el valle de Yuta con el cacique Cayoa, que es el señor del Valle, cuatrocientos y cuarenta y cuatro indios, en esta misión en un pueblo que se dice Comarasa, ciento e veinte indios, y en el valle de Asapa, diez indíos con el principal Guacocan; y en un pueblo que se dice Guator con el principal Lalio, veinte e siete indios e cabe este pueblo una estancia que pareció tener indios, y en otro pueblo de pescadores de este cacique, en el pueblo de Ariaca, en la costa de la mar, diez e ocho indios, y en dos estancias del dicho cacique que tiene el valle arriba do tiene sus sementeras en ellas, seis indios y en la otra cuatro; y en los pueblos mitimaes de ese dicho valle, en el pueblo que se dice Velevaya setenta indios, con el principal de él; y en un pueblo que se dice Abca, 25 La encomienda fue una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra forzada o de semi esclavitud de manera tal que beneficiaran a la corona española y a los conquistadores hispanos que tuvieron el privilegio de ser encomenderos.

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cincuenta indios con un principal que se dice Abca; que es natural de un cacique Cariapasa; y en un pueblo que se dice Ariaca, de pescadores, treinta indios de Tarapacá, con un principal que se dice Pano; e más el Cacique Pola, pescador, con ciento e noventa e cuatro indios, en esta manera: en un pueblo que se dice Ilo, que está a la boca del río de Moquegua, con veinte indios, tiene una estancia que se dice Chiri de pescadores, con seis indios; en un pueblo que se dice Meca, a la boca del río Irabaya con el principal de él, que se llama Casabeli, con treinta indios; y en otro pueblo que se dice Ete con el principal Guata, que está a la vera de dicho río, veinte e cinco indios; y en otro pueblo de pescadores, en la costa, que se dice Piato, con el principal que se dice Tamanco, con el principal de él, que se dice Llo, catorce indios; y en otro pueblo que se dice Parica, y es principal Moto, veinte e seis indios; y en otro pueblo de pescadores, que se llama Tacari, con el principal Machina, cuarenta indios; por esta manera que montan todos los indios que ansi os deposito, unos e otros en los dichos pueblos, mil e seiscientos treinta e siete indios ” (Cavagnaro 1988:34).

Del texto se puede inferir, que algunos de los pueblos encomendados a Lucas Martínez, fueron: Umagata, Tarapacá, los valles de Azapa y Lluta, no identificándose ningún pueblo de la sierra con sus nombres contemporáneos, tal es el caso de Ticnamar, ello porque solo desde la aplicación de las reducciones de pueblos de indios desde el año 1570, surgieron los nombres de los actuales pueblos de indios. El Quinto Virrey del Perú, Francisco de Toledo, dicto un conjunto de leyes que impulsaron el control de la población, mediante las reducciones de indios, la organización del trabajo en las mitas de Potosí, y la reglamentación del tributo indígena (Assadourian 1982). En este contexto, el visitador general, Juan Maldonado de Buendía, redujo los pueblos del “Colesuyo” a veinte y dos reducciones, estableciendo a su vez, trece doctrinas en el territorio (Vial 1984). Tales medidas, reorganizaron el sistema de relaciones sociales, el mundo simbólico y la distribución espacial de los pueblos andinos, todo ello con la finalidad de establecer un sistema de tributación indígena. Algunas noticias de pueblos cercanos a Ticnamar, se encuentran en la descripción del recorrido realizado por Pedro de Valdivia, que en el año 1540 paso por Arica, “Codpa, Esquiña, Nama y camiña…” (Hasche 1997:48). Asimismo, las cartas del indio principal de los Carangas Chuquichambi a los oficiales de la Real Audiencia de Charcas 26, da cuenta de algunos poblados que reclama como suyos y que estarían ubicados en la precordillera de Arica en 1549, mencionado a Mazcazana, Camacha, Quiaballa, Pachamama, Lizilnca, Pachapacha y Pampacamata, no obstante, no se tiene noticias precisas donde estuvieron dichos pueblos, a excepción de Tocoroma o Tocrama, que es el actual pueblo de Belén. 26

AGI, Justicia, Nº 658, f.590

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El 17 de julio de 1567, se creó el corregimiento de Arica, siendo su primer corregidor Francisco Rodríguez Almeyda. El territorio de dicho repartimiento incluyo Tarapacá, Pica, Loa, Lluta y Arica, Ilo, Hite, Ilabaya y Tacna. En la misma época, los frailes dominicos estaban instalados en Sama, realizando su labor misionera hacia “la quebrada de Malosnombres en los confines de Arica hacia el norte hasta los altos de Zama […], su trabajo se extendía también a Tacna, Tarata, Ilabaya y Locumba” (Hasche 1997: 51) 27 : Incluyendo además, a las doctrinas de Azapa y Lluta, con su sede en el pueblo de San Jerónimo de Poconchile. Por tanto, los antiguos habitantes de la zona de Ticnamar, que residieron en Vichuta, Putawa, Cerro Negro, Taracollo, Ipilla, Putuputu, Charcollo, Tangani, J'acha Tangani y Qana, estuvieron adscritos a la doctrina de San Jerónimo y tras la reducción toledana serán relocalizados en el pueblo viejo de Ticnamar entre los años 1572 y 1617. 1.4.

De Lagnama a Ticnamar. Las visitas eclesiásticas y vida colonial

Entre el año 1540 a 1570 se produjo un notable descenso de la población, pues al cabo de 30 años los indígenas habían disminuido un 36% en la antigua encomienda de Vegazo. Este descenso demográfico fue producto de los excesos, huidas y enfermedades que afectaron principalmente a los hombres en condiciones de tributar. Efraín Trelles, afirma que, la población indígena en 1570 estaba en aprietos demográficos, pues la expectativa de vida era muy baja y “[…] muy pocos llegaban a ancianos” (Trelles 1991:152). El descenso demográfico afecto a la población “Cole” y a los mittanis o colonos aymaras que aún quedaban en el territorio 28 , lo que implica que las estructuras tradicionales y las relaciones de reciprocidad que entregaban cohesión social y coexistencia a las diversas etnias se debilitaran, exponiendo a la población indígena al régimen de explotación económica de los vecinos de Arica ó a los intereses del distante Corregimiento de “Carangas” y del señor principal, Martín Chuquichambi, quien reclama a los indios de los altos de Arica, para que fuesen a Potosí y pagasen sus tributos en Carangas y no en Arica. Los problemas demográficos existentes en Arica, obligaron a la población indígena a iniciar un proceso de rearticulación de sus estructuras sociales y políticas. Por ello, los indios principales de Arica en el año 1581, unificaron sus cacicazgos, según lo señalado por el historiador Tacneño, Luis Cavagnaro: “[…] un curaca de Auzipar, nombrado Juan Pauñi; uno de Lluta, Lorenzo Chollo; de Huanta, Pedro Cachi y un Pedro Yaco de los indios Camanchacos de Arica; en 1597 un solo señor, nombrado Juan Caqui, Tauqui ó Tauquina, se hacia 27 La “Orden de Predicadores” o “Dominicos”, la orden dominica se destacó en el campo de la teología y doctrina al abrigo de figuras como Alberto Magno o Tomás de Aquino. 28 Los descendientes de la Cultura Arica, en el periodo colonial recibieron en nombre de “Coles” o “Yungas”.

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reconocer como Cacique de Azapa, Chacalluta y Lluta” (Cavagnaro 1988:330) 29.

Esta unificación de cacicazgos no fue la única, pues en la medida que la población se dispersaba o disminuía nuevamente se reorganizaba el espacio sacralizado y el territorio, impidiendo de esta manera los intentos de la elite Qaranqa o Caranga de recuperar a sus antiguos colonos, la que termino fusionándose “[…] armónicamente con la población yunga” (Cuneo Vidal 1977:378). Finalmente mencionar que los procesos de articulación, las adaptaciones y los aprendizajes socioculturales, facilitaron la regeneración del espacio andino, la cual tuvo un acento local, que culmino finalmente en el siglo XVIII, cuando “[…] el éxito del Cacique Ignacio Cañipa, acabó con la autoridad política de los carangas dentro de este repartimiento de los Altos de Arica, y los colonos carangas fueron integrados plenamente al cacicazgo de Codpa” (Gavira 2008:22) 30. En el año de 1599, Ticnamar es parte de la Doctrina de San Jerónimo de Poconchile 31, cuya jurisdicción abarcaba el altiplano, desde Caquena a la quebrada de Camarones, pasando por Ticnamar y los demás pueblos de la precordillera. En el año 1618, el religioso español, Antonio Vásquez de Espinoza, perteneciente a la “Orden de los Carmelitas Descalzos”, recorrió el corregimiento de Arica (Figura 7). El fraile carmelita ingreso a Arica por el fértil Valle de Lluta, pasando luego a: “Socoroma, Putre, Tocrama, Lagnama, Lupica, Sacsama, Timar, Codpa, Cibitaya, Isquiña, Pachica, San Francisco de Vmagata, Santiago de Vmagata, Chapiquiña, Asapa, ubicados a distancia considerable unos de otros” (Marsilli y Cisternas 2010: 467). El pueblo de Lagnama, es sin duda “Ticnamar Viejo” y Tocrama es “Belén” (Hidalgo 2004; Marsilli y Cisternas 2010). Las noticias proporcionadas por Vásquez de Espinoza, dan cuenta de iglesias abandonadas y de la ausencia de sacerdotes en numerosas comunidades, donde sus habitantes solo tienen el nombre cristiano, señalando lo siguiente: “he bautizando a muchas personas de edad bastante avanzada, mujeres paridas y muchacho de mucha edad” (Vázquez de Espinosa 1948: 481). Agregando, que en el territorio hay muchas idolatrías32, iglesias sin puertas e indios que viven en 29 A mediados del siglo XVII, el “Cacicazgo de Azapa, Chacalluta y Lluta”, paso a llamarse solo “cacicazgo de Lluta y Azapa”, ello, por la probable desaparición de los camanchacas. 30 El “Cacicazgo de Codpa” es el sucesor del “Cacicazgo de Lluta y Azapa”. El Triunfo legal de Ignacio Cañipa contra los Carangas, ocurrió en el año 1723. Dicha acción se produce después que los principales Carangas demandasen a Ignacio Cañipa por el delito de usurpación de las tierras que aun conservaban los Carangas en la cabecera de Azapa. 31 Dicha Doctrina de San Jerónimo se creó en el año 1572. 32 Idolatría, significa literalmente 'adoración de ídolos'. Dado que la adoración es la actitud de obediencia, el servir, el “hacer la voluntad de la divinidad”, idolatría sería regir la vida en base a los dictados de un ser humano o un bien material al que se "diviniza".

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concubinato, pues no tienen dispensas de matrimonio. Por lo que añade al respecto: “…Queme vn pueblo que se llama Isquiliza, porque los más eran idolatras, muchos auia confesando su vida, y de a diez, 12 y de a 20 años, y si uviera prelado en Arica, los curas tuvieran más temor y cuidado” (Vázquez de Espinosa 1948: 481).

Las noticias proporcionadas por Vásquez de Espinoza, son un reflejo de la realidad social y cultural de la época, sin considerar que parte de sus testimonios son de un origen dudoso o copias parciales de otras visitas eclesiásticas. En el año de 1660, Ticnamar pasa a formar parte de curato de Codpa, que en los años anteriores tuvo su asiento en el valle de Lluta. Hacia el año 1668, la sede de la Doctrina de Indios de Poconchile también se traslado a Codpa. En la misma época, el territorio fue afectado por numerosos terremotos, lo que provocaron numerosas destrucciones en el corregimiento y pueblos de indios, como los ocurridos en los años 1604, 1615, 1650, 1681 y 1715 (FAMSV 2010:135-136). Por ello, ha sido difícil precisar una fecha específica de construcción de la iglesia de Ticnamar Viejo, pues debió ser reconstruida en sucesivas ocasiones. Solo en 1739 se presenta una segunda noticia de la existencia de una iglesia pero sin mayores detalles o descripciones. En el año 1793, los informes del intendente de Arequipa, Antonio Álvarez y Jiménez, dan cuenta de las características de la iglesia vice parroquial de Ticnamar, que mide 16 varas de largo y 6 y media de ancho, con bautisterio, pila bautismal, sacristía, torre y cementerio de adobe, todo ello, con un estilo tipo Barroco andino (Moreno y Pereira 2011). El pueblo conto, además, con dos calvarios bellamente labrados en forma piramidal y cruz en el cerro Tangani. Respecto a Timalchaca para el periodo no se tienen mayores noticias, pues las primeras informaciones surgirán en el año 1877. 1.5.

Las revisitas de 1750 y 1772 en Ticnamar

En el año de 1750 el virrey del Perú, Conde de Superunda, instruyo la realización de una revisita, pues de la última que se tuvo referencia, se realizó en el año 1643, siendo corregidor de Arica en ese año, Dionisio López de Barreda, encargándosele la revisita al Tesorero don Joaquín Javier de Cárdenas y de la Peña, quien solo termino su trabajo en 1756, después de realizar la retasa de los tributos indios. En este periodo don Ignacio Cañipa, fue el cacique principal de cacicazgo de Codpa y tuvo adscritos unos 803 indios contribuyentes, de los cuales 736 fueron indios originarios con tierra y 67 forasteros sin tierra. Los pueblos anexos pertenecientes al cacicazgo de Codpa fueron: el ayllu copanaique y collana de Codpa33, Pachica, Esquiña, Timar, Ticnamar, Saxamar, 33

Codpa por entonces estaba divido en dos ayllus de indios.

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Belén, Pachama, Guallatire, Choquelimpie, Parinacota, Caquena, Putre, Socoroma, Sora, Livilcar y Humagata (Hidalgo 1978). La visita a Ticnamar fue realizada el 18 de mayo de 1750 y estuvieron presentes: el visitador, don Joaquín Javier de Cárdenas; el cacique principal o kuraka, don Ignacio Cañipa; el principal de Ticnamar Juan Calle; el escribano real, Sebastián Núñez Dávalos; un intérprete del aymara, Pascual Medina; el sacerdote de la doctrina de Codpa, Pedro Joaquín Cáceres y el Protector de Indios del corregimiento, Manuel Joseph Sorarte. Para los efectos administrativos, se revisaron primero los libros de bautismo y se empadrono a la población, bajo pena de privación de libertad y de ser “Castigados con todo rigor” (Hidalgo 1978: 4). La revista se realizó según la siguiente instrucción: “Escribiendo primeramente el cacique principal de aillo y su mujer si le tuviere y sus hijos, cada uno con sus edades, sacando al margen la de los barones y al otro la de las mujeres y en la misma orden proseguiréis con los demás cazados de aquel aillo hasta que se acave y luego distintamente se escribirán los viudos con sus hijos e hijas y después los solteros y luego los reservados de tributos por tener cincuenta años de edad y por enfermedad que los imposibilitan de trabajar o por prohibiciones particulares del gobierno con sus mujeres e hijos y sus edades en la dicha forma” (Hidalgo 1978: 5).

El resultado de tal visita a Ticnamar, se reflejó en la existencia de 25 indios tributarios casados, 2 viudos, 5 solteros, 5 reservados, 17 viudas, 5 solteras, 10 huérfanos y un ausente, haciendo un total de 169 personas. Los apellidos de los habitantes del pueblo que se registraron fueron: Calle, Huanca, Choque, Tarqui, Santos, Mena o Mina, Mamani, Gómez, Alanoca, Nague, Brisuela, Lopes, Cayo, Gonzales, Juan, Valdes, Cruz, Valeso, Santiago, Apaz, Condori, Sisa, Mollo, Argote, Nina, Cabana, Guarachi, Ramos, Flora, Rojas y Lanchipa. Un año antes de terminar la revisita, falleció el cacique Don Ignacio Cañipa, a fines de Diciembre de 1755, siendo enterrado en el pueblo de Livilcar. Asumiendo, la jefatura del cacicazgo, don Diego Felipe Cañipa, a la edad de 25 años de edad. En el año 1772, el Virrey del Perú, don Manuel de Amat y Juniet encargo al corregidor de Arica, realizar una nueva revisita al cacicazgo de Codpa. La orden y las instrucciones fueron expedidas el 30 de diciembre del mismo año y solo procedió a materializarla el 15 de julio de 1773. Al igual que en la visita de 1750, la comitiva era numerosa y estuvo integrada por: El Corregidor y Caballero de la Orden de Santiago, Teniente Coronel de los Ejércitos Reales, don Demetrio Egan; Don Diego de Zaconeta, cura de la parroquia de Codpa, quien llevaba los libros parroquiales; el escribano, Rafael Bahamondes; el protector de naturales, Juan Joseff de López de Santana; “el defensor de la Real Hacienda, Juan Esteban Viscarra; el Alguacil Mayor, Bernardo de Vilanova; el intérprete, Jossef Sinforiano Jiménez; el cacique principal, Diego Phelipe Cañipa” (Hidalgo et. al 2004b: 106). 40

La finalidad de esta nueva revisita fue establecer la nueva carga tributaria a los indios de los “Altos de Arica”, todo ello, con la finalidad de solventar la alicaída economía del virreinato del Perú (Figura 8). La revisita se realizó en las siguientes comunidades del cacicazgo: “La doctrina de dies y ocho pueblos cuia cavesa es el de Cotpa que tiene dos aillos nombrados Collana y Capanique el pueblo de Belén tiene otros dos que son Aransaia y Mancasaya. Los pueblos de Esquiña Pachica Timar Ticnamar Sacsamar, Guallatiri, Pachama, Socoroma, Livilca, Umagata, Sora, Putre, Parinacota, aciento de Choquelimpe y aillo de Caquena. Que se compone de estancias en la cordillera ay ha mas dos pueblos que son el de Poconchile y depende del pueblo de Belén y sus avitadores comprendidos en sus dos aillos de Aranzaya y Mancasaya y el pueblo de Churiña que se compone de tributarios del pueblo de Sora. Putre y Socoroma, a lo que ai tambien que añadir el pequeño valle de Chaca que es de esta doctrina que se compone de Hasiendas de viñas de españoles sin indio alguno” (Hidalgo et. al 2004b:200).

En los meses previos a la revisita las autoridades coloniales, se hicieron con el control de los libros de bautismos y entierros, requisando a los caciques el padrón de los indios tributarios y la última retasa publicada en el año 1756. Además se procedió a publicar el bando en Junta General de Indios, este último hecho obligaba a los vecinos de Ticnamar a participar de manera obligatoria en la revisita. También, el comisionado Hilario Marca mandatado por Demetrio Egan, procedió a declarar ante la comunidad los deslindes del pueblo de Ticnamar, como parte de la Vice parroquia del mismo nombre, expresando las siguientes palabras: “ […] La comunidad de la bice parroquia de Tignamar a quienes les doy posesión y le hago conocer sus pertenencias y les enseño en la lengua aimara, todo su contenido y hordenado por dicho señor para que le sirva de bastante instrumento y para asi conste lo huse por dilijencias en este dicho dia mes y año […]” 34.

El documento ofrece datos relevantes, no solo por los aspectos jurídicos de la posesión de las tierras del “Común de Indios”, sino además, por la constitución y pertinencia étnica del pueblo, que aquel 13 de Noviembre de1773, fue reconocido por las autoridades coloniales como “aymara”. Asimismo, se identifica a cholos, mestizos, zambos y negros en la comunidad (Cavarnaro 2005). Todo este acto, se realiza en el frontis de la iglesia. La visita a Ticnamar evidencio la existencia de los siguientes apellidos de indios originarios con tierras: Huanca, Apas, Tarque, Mamani, Cruz, Choque, Santiago, García, Veles, 35 Condori, Calle; Forasteros casados con originarios, González, Mollo, Alanoca, Apas y Barquero; Solteros con tierras; Ñabe, Choque, Mamani y Calle; Reservados, 34

AN, Conservadores Arica, 1903, N° 173, fojas 187-192.

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Huanca, Mamani, Ramos, Mena, López, Enriques y Apas; y los apellidos de viudas, Mamani, Guarcaya, Huanca, Mamani, Guarachi, Apas, Nina, Condori, Tarque e Ybañez. Haciéndose un total de 158 habitantes del pueblo de Ticnamar, 70 hombres y 88 mujeres, considerando que el cacicazgo tiene una población total de 3.522 indios 35. 1.6.

Las tierras de “Común de Indios de Ticnamar”

La Corona española puso todo su empeño en consolidar su poder en las nuevas colonias, estableciendo tempranamente el orden público y la organización del espacio, para ello, se introdujeron una serie de normas tendientes a regular el trabajo y la vida indígena. Dichas normas, se conocieron como las “Leyes de Indias”, un conjunto de legislaciones promulgadas por la corona española para regular y normalizar la vida social, política y económica de los nacientes imperios españoles de ultramar, específicamente en la parte americana. De modo general, las Leyes de Indias constituyen una recopilación de las distintas normas legales vigentes en los reinos de Indias, realizada durante el reinado de Carlos II. Básicamente estas eran las Leyes de Burgos, las Leyes Nuevas y las Ordenanzas de Alfaro. Este conjunto de normativas fueron enunciadas entre 1523 y 1542, y recopiladas a finales del siglo XVII, siendo publicadas en fecha de 18 de mayo de 1680. A los indígenas se les permitió mantener sus antiguas leyes (“Usos y costumbres”), siempre y cuando éstas no entrasen en contradicción con los intereses de la Corona o con lo que ésta consideraba como buenas costumbres. Este paternalismo colonial ofrecía a los indígenas algunas ventajas que supieron explotar durante todo el periodo colonial y así la propiedad de la tierra pudo seguir en manos de los indígenas, generándose el llamado “pacto colonial”, que no fue más que un acuerdo de tributos por la protección de las tierras comunales (Walker 1999). Por ello, todos los pueblos recibieron un estatus jurídicamente protegido como unidad básica de la república de indios; es decir, un tipo de municipio. Ningún español podía disponer de tierras que cayesen dentro de un cuadrado de 72 hectáreas (500 varas medidas a partir de la iglesia). Esta norma fue rigurosamente respetada por las autoridades coloniales, pues cada “pueblo de indios” tuvo derecho a 72 hectáreas de tierra cultivable como mínimo (Ouweneel y Hoekstra 1998). Sin embargo, en la época de dichas reformas, los pueblos de indios, tuvieron en uso muchos más tierras que, al igual que en la época prehispánica, se podían repartir entre los habitantes del pueblo. Por tal razón, fue tarea de los oidores-visitadores del siglo XVII inquirir, entre otras cosas, si las comunidades indígenas gozaban de tierras suficientes para su manutención y para hacer frente al pago del tributo. 35 Antecedentes completos de la revisita practicada por Demetrio Egan se encuentran disponibles en Revista Chungará Volumen 36, Nº 1, 2004. Páginas 103-204.

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Figura 7. Pueblos del Corregimiento de Arica sometidos a la Visita de Fray Vásquez de Espinoza.

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Figura 8. Indios del Perú en el siglo XVII, según Huaman Poma de Ayala (1615). 44

Las tierras comunales abarcaron tres sub partes: el resguardo propiamente dicho, que debía ser repartido entre los integrantes del grupo; el potrero destinado a la cría de ganados y la labranza de la comunidad, trabajada en conjunto por turnos de rotación obligatoria, cuyo producto debía destinarse a dotar un hospital, al auxilio de pobres, viudas y huérfanos y al mantenimiento del culto. Dado que los indios debían ser preferidos "en primer lugar" a fin de que sus tierras estuvieran "juntas y contiguas" a su pueblo e iglesia sin presencia de españoles u otras etnias, los visitadores ordenaban respetar estrictamente los linderos de los resguardos y daban por "nulos y de ningún valor" los títulos de tierras incluso en los límites, dejado afuera a los españoles (Mayorga 2002). En función de la tutela protectora del Estado, los resguardos de la tierra se consideraron inalienables y se prohibió su arrendamiento. Si bien en materia de ventas la prohibición se cumplió, no ocurrió lo mismo con el arrendamiento, que parece haber sido, en mayor o menor grado una práctica frecuente a lo largo del período. Era obvio que el arriendo beneficiaba a ambos grupos. A los indígenas les proporcionaba una renta extraordinaria que les permitía hacer frente con menor esfuerzo el pago del tributo, sin descartar la posibilidad de echar mano de las leyes de segregación a fin de deshacerse de los intrusos si eventualmente su permanencia se tornaba poco deseable. Y a los españoles, se les permitió gozar del bien arrendado y conseguir, para su explotación, el trabajo "concertado" de la población indígena. Sin embargo, para el siglo XVIII las medidas proteccionistas, comenzaron a debilitarse y los pueblos de indios, comenzaron a perder sus tierras producto de los arrendamientos, las ocupaciones que hacían los españoles o las ventas compulsivas, que se daban al momento de no poder pagar algunos préstamos. No sabemos, la situación puntual de Ticnamar y Saxamar, pero en 1750, ambos pueblos no son dueños de sus propias tierras comunales. No obstante, para el año 1758, según consta en la protocolización judicial de 1903 36, Ticnamar recupero el control de sus tierras con la compra realizada a dos españoles, dicho documento dice: “[…] Antonio Belasco y Lucas Madueño, vecinos del pueblo de Codpa, otorgamos y conocemos por la presente carta que vendemos y damos en venta real desde ahora para en todos tiempos y siempre jamás, al común de indios del pueblo de Tignamar y en nombre de dicho Diego Apasa, indio principal, de dicho pueblo quien está presente al otorgamiento de esta escritura para su aceptación es a saber, tres guaicos de tierra nombradas Achuma, Tumaya y Putaba, las mismas que terreno en dicho pueblo que lindan por la parte de abajo con el rio del pueblo de Sacsamar y por la parte de arriba con un serro que es cabecera de Achuma y por ambos lados con 36 Escritura pública en el Conservador de Bienes Raíces de Arica, Notaria de Jovino Troncoso, a fojas 187, N° 173. En 1909 se realiza una nueva protocolización a fojas 25 vuelta, N° 68.

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pastos de los mencionados indios, las cuales vendemos con todas sus entradas, y salidas, usos, costumbres, derechos y servidumbre y en cuanto en si tenemos de fecha y derecho, en precio y cuantia de cuatrocientos pesos que están abalados por personas que ambas partes nombramos con cuya tasación nos hemos conformado y emos resibido los dichos cuatrocientos pesos de mano de dicho comun de indios, en reales de contados, de los cuales por tenerlas en nuestro poder nos damos por contentos y en entregados a nuestra voluntad sobre que renunciamos las leyes de la non numerata epicunea, a prueba del recibo y demás de este caso mediante lo cual desde hoy dia de la fecha de esta carta que expresamos es otorgada, nos desistimos, quitamos y apartamos del derecho, acción a propiedad y señorio, y otras acciones reales y personales, y dichas tierras teníamos aviamos y nos pertenecia y la sedemos, renunciamos y traspasamos en el dicho comun de indios y de damos poder y acción en causa propia quan bastante de derechos se requiere y es necesaria para quede su autoridad o de las reales justicias dentren de la renuncia a la propiedad y aprovacion de dichas tierras y saneamiento de ella, en tal manera que en todo tiempo, les dara cierta y segura y bien pagada y no se le pondrá, pleito, embargo ni contradicción por persona alguna, y si se les puciesen o moviese saldremos nosotros, nuestros erederos a la vuestra y defensa del pleito, y lo seguiremos, fenesemos y acabaremos a nuestra propia cuenta asta dejarlo en quieta y pacífica posesión, y si asi no lo y icieramos, le devolveremos y pagaremos los dichos cuatrocientos pesos con más las costas, daños, intereses y menos cobros que se le originaren, regrecion de todo lo pagado llanamente y sin pleito alguno y estando presente del dicho Diego Apasa, en lo contenido en esta escritura que la a cogido y entendido, otorgo que la acepta en favor de dicho común de indios y resibo compradas las dichas tierras por los dichos cuatrocientos pesos; que por su valor se tienen dados y de su valor y bondad me doy por contento, y entregado a mi boluntdad, y nosotros los otorgantes, comprador y bendedores confesamos y declaramos ser el justo precio y balor de las dichas tierras, los dichos cuatrocientos pesos y que no balen mas ni menos y caso que más o menos balgan de la demacia o menos de su balor […] […] renunciamos todo derecho y leyes de nuestro fabor y la general renunciación que lo proibe que es fecha la carta en el pueblo de San Pedro de Tacna en veinte y ocho días del mes de noviembre de mil setecientos cincuenta y ocho y los otorgantes y el general D. Pedro Remigio Fernández Maldonado, Corregidor y Justicia Mayor en posesión de Magestad de la ciudad de Arica […].37

Al momento de la re–visita de Demetrio Egan, los ticnameños realizaron una declaración el 8 de enero de 1773, con la finalidad de ratificar la propiedad de dichas tierras ante el corregidor y su comitiva. Dicha afirmación dice: 37 AN, Conservadores Arica, año 1903, N° 143, f.187 – f.192 (Archivo Nacional de Chile).

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“Don Ramón Óseles alcalde ordinario del pueblo de Ticnamar, Martin Santiago, Ventura Apasa, Juan Mena y Felipe Apasa, indios originarios del dicho pueblo de Ticnamar, en voz y en nombre de todos los demás del común de indios, parecemos ante Nuestra Merse y decimos que tenemos comprado tres guaycos de tierras citadas en dicho pueblo en la cantidad de cuatrocientos pesos en que nos vendió a todos nuestro común, Antonio Velasco y Lucas Madueño, vecinos que fueron del pueblo de Codpa como consta de la Escritura que se nos otorgó ante el señor Corregidor que fue de esta provincia don Pedro Remigio Fernández Maldonado, lo que en debida forma presentamos con solemnidad necesaria” (Yucra 2002: 6).

La existencia de las tierras comunales quedo registrada en el manifiesto firmado por el cacique don Diego Felipe Cañipa y don Bernardo Vilanoba, quienes expresaron bajo juramento que “el común de este repartimiento ni tiene caja de comunidad ni renta alguna que solo se mantienen en las tierras de su repartimiento” (Hidalgo et. al 2004: 193). Los mismos autores, sostienen que para la época de la revisita de Demetrio Egan el pueblo de Ticnamar, “tiene sus tierras y pastos en la cordillera” (Hidalgo et. al 2004: 193). En los años subsiguientes, no se evidencian cambios significativos en la comunidad, solo las trasformaciones políticas y sociales, originadas por el proceso de independencia, que traerán consigo un paulatino quiebre de las relaciones y obligaciones comunales en Ticnamar y demás comunidades andinas, todo ello, producto de las ideas liberales y “modernidad” que comenzó a instalarse en los Andes. Para los intelectuales liberales, la protección de la propiedad de la tierra de los indígenas, configuró una dificultad para las transacciones de dichos bienes raíces en el mercado, siendo este, un viejo anhelo de los terratenientes hispanos y criollos, ya que estuvo protegida en la colonia, por el “pacto colonial” (Soux 2008) 38 . El Estado republicano se retiró del asunto de regular las categorías de las castas, pero las presiones sobre los recursos, la ideología liberal y las clases, lentamente comenzaron a afectar las actitudes, estilos de vida y estructuras sociales indígenas. De este modo, el siglo XIX, es notable no sólo como una ruptura en la erosión secular de la sociedad indígena, sino también como un interregno, que esconde el poco estudiado paso hacia nuevas formas de asimilación étnica (Gootenberg 1995). Situación, que coincidió con las nuevas normativas y constituciones políticas del Perú, que tendieron a la supresión de las tierras comunales y un fuerte empeño en la modernización de las provincias rurales, que tuvo en el acceso a la educación, una fuente de estímulos desestructurantes, que finalmente catalizaron en los conflictos comunales por 38 Avanza la república, en algunas zonas de los Andes, los indígenas asumieron que para la reconquista de sus tierras les convendría convertirse en ciudadanos y para serlo pidieron al Estado, primero, el reconocimiento del tributo como el medio de probar su lealtad a la Republica y, segundo, la creación de escuelas para adquirir la categoría ciudadanos.

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el control de las tierras del “común de indios”, que han llevado a los vecinos del pueblo de Ticnamar a tener una activa presencia en los tribunales de Arica, por el control familiar de las tierras comunales, perdiéndose el objetivo central de los deseos de los vendedores y de Diego Apasa en el año 1758. En otras palabras, el desarraigo y las perdidas culturales andinas, generaron cambios culturales en las comunidades como Ticnamar, que termino finalmente enfrentada con sus mismos comuneros hasta el presente año. No obstante, existe la predisposición de la comunidad indígena, para que todos los descendientes del “común de indios” tengan derechos sobre las tierras del “común”. 1.7.

Los indios de Ticnamar y la rebelión de Túpac Amaru

La revisita practicada en el cacicazgo de Codpa, proporciona antecedentes interesantes, ya que la declaración de Bernardo de Vilanoba y Diego Felipe Cañipa, sobre el pueblo de “Tignamar, señalan que tiene sus tierras y pastos en la cordillera” y pueblo de Sacsamar no tiene tierras y las que siembran estos indios son arrendadas (Hidalgo et. al 2004b: 193). El resultado de la revisita fue la imposición de una pesada carga tributaria y un abusivo sistema de repartos de mercancías que los indios de Arica, debían pagar al corregidor, quien sin mayores complicaciones triplico de manera ilegal, la cantidad que tenía autorizada desde Lima 39. Esto último, según Demetrio Egan, era necesario para sostener la economía de la administración colonial. El resultado, fue un juicio contra el corregidor Egan, que fue patrocinado por el cacique de Tarata, don Pedro Copaja y Ninaja en el año 1776. Los argumentos de Ninaja fueron que los “había reducido a la condición de esclavos suyos por medio del reparto” 40. En dicha denuncia, los indios principales del cacicazgo de Codpa e Ilabaya, también testificaron en contra del corregidor, sosteniendo que se les había obligado a aceptar una “cuantiosa cantidad de mulas y otros efectos, ignorándose cual sea lo que está permitido”41. Los reclamos de indios principales, no fueron menores, pues Egan por medio del reparto, distribuyo forzosamente entre los indios de Tacna y Arica: 2000 mulas, valoradas cada una de ellas en 35 pesos de plata; 1000 varas de paños de Quito valoradas a 4 pesos cada vara; 500 fichas de color musgo a 3 pesos; 40 quintales de hierro a 48 pesos; 4000 varas de ropa de la tierra a cinco reales 42 . Las primeras testificaciones fueron firmadas por don Diego Felipe Cañipa, como cacique principal y gobernador de la doctrina de Codpa, siendo acompañado por: 39 La última visita fue realizada por el intendente Antonio Álvarez y Jiménez, dando cuenta de las costumbres, economía, forma de vida y las viviendas de la población del territorio entre 1793 y 1796. 40 (Hidalgo et. al 2004b). 41 AGI, Lima 895, N° 14, f.3. 42 AGI, Lima 895, N° 14, f.4.

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Don Ramón Menacho, principal de Umagata; Don Gregorio García, principal de Timar; Don Juan Contreras y Don Ylario Ramos, principales de Belén; Don Diego Mollo de Pachamama; Don Pastor Bolaños de Sora; y don Phelipe Apas de Tignamar”.43

La totalidad de los testigos, a lo largo del juicio expresaron sus reparos por los abusos presentados por el corregidor y el enorme daño que se hacía a sus haciendas y economías, como lo testifico el principal y alcalde del pueblo de Socoroma, Inocencio Flores, quien menciona que Demetrio Egan, hizo el reparto de 300 mulas, lampas, barretas de hierro, cuchillos, Coca, paños de Quito y bayetas de castilla con todo tipo de violencias en los tres repartos que realizo. En Ticnamar, Don Felipe Apas, denuncio que en el primer reparto el corregidor entrego “sesenta y siete mulas y que todas juntas componen el número de seiscientas y seis, que repartió el denunciado corregidor en los mencionados pueblos” 44. En el año 1778, el dictamen del juicio contra Egan estableció una resolución ambigua, pues por un lado condeno el sistema de reparto, pero también, expreso su necesidad, para el sostén de la economía del corregimiento y como una forma de control de los indios Arica, que miran con desprecio a las autoridades eclesiásticas y civiles del corregimiento. Siendo, este el único mecanismo, que permite evitar que los indios se abandonen a los vicios y embriaguez 45. Otra consecuencia de la Revisita, fue la división de la Doctrina de Codpa, creándose la Doctrina de Indios del Apóstol Santiago de Belén, el 17 de Marzo de 1777, incluyendo los pueblos de Poconchile, Sora, Churiña, Belén, Putre, Pachama, Parinacota, Socoroma, Guallatire, Choquelimpie Saxamar y Ticnamar. El sistema de explotación colonial en contra de la población indígena, fue generalizado en el virreinato del Perú, siendo un hecho que motivo un descontento amplio, motivando la rebelión de José Gabriel Condorcanqui, conocido como Túpac Amaru II en 1780 en el sur del Perú. Algunas de las causas de la rebelión fueron: el reparto forzoso de mercancías, las nuevas políticas fiscales, los efectos de las reformas borbónicas, el tributo indígena, la mita minera y agrícola y la pérdida de poder que sufrían los caciques con los cambios administrativos del virreinato, por tanto, el descontento en Codpa, Socoroma, Belén o Ticnamar, era extendido en el Corregimiento de Arica. Consciente de esta realidad, el corregidor, Andrés Ordoñez y Natera, movilizo tempranamente las milicias de Arica y Tacna, al mando de los capitanes Nicolás Barrios, Silvestre Gandolfo e Ignacio Enrique Portales, contando además, con un presupuesto inicial de $18.646 pesos de plata, que obtuvo mediante préstamos y retenciones. 43 44 45

AGI, Lima 895, N° 14, f.9. AGI, Lima 895, N° 14, f.10. AGI, Lima 895, N° 15, f.10.

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Todos estos preparativos se produjeron porque la rebelión se inició en las cercanías del corregimiento, en la provincia de Chucuito (Cavagnaro 2006) 46. La rebelión alcanzo los Altos de Arica y Tacna en Febrero de 1781, pues los rebeldes provinieron de la Doctrina de Calacoto y fueron dirigidos por Juan Buitrón, que seguía las órdenes de Cristóbal Túpac Amaru 47. El 12 de Febrero, se enviaron proclamas a Belén, Socoroma, Putre, Sora, Pachama, Ticnamar y Parinacota, entre otros pueblos para que se sumasen a la rebelión en contra del rey de España y el mal gobierno. Dichas misivas colocaron plazos perentorios a los principales del corregimiento de Arica, para que se plegaran al movimiento, dejándose constancia que tendrían un plazo de 5 días. Así, el 20 de Febrero, los rebeldes se encontraron con los indios principales de cada pueblo de la precordillera de Arica, y que no solo ignoraron las misivas, sino que dieron su lealtad al rey y autoridades coloniales. Ello, inicio una fase violenta de la rebelión, afectando inicialmente al Cacique de Codpa, Don Diego Felipe Cañipa, quien espero y enfrento a los alzados en su casa, respondiendo con voz firme: “Soy cacique de este pueblo, repito y os prevengo que no tolerare en mi presencia otros vitores sino los que se den por nuestro Señor el Rey de las Españas e Indias” (Cavagnaro 2006: 58).

Entre, ¡Vivas a Túpac Amaru!, por los rebeldes y ¡Vivas al Rey!, de Diego Felipe Cañipa, el cacique fue despojado de sus insignias y vestidos, arrastrándolo a la plaza de Codpa el 23 de Febrero de 178148, donde lo amarraron de pies y manos a un palo. Acto seguido, mientras Diego Felipe, gritaba “¡Viva Carlos III!”, empezaron a cortarle a tiras la piel del cuerpo, desde la garganta hasta la planta de los pies, según Cuneo – Vidal, las últimas palabras del cacique fueron: “Viva el Rey” (Cuneo – Vidal 1977: 379)49. Luego de la muerte del cacique, su casa fue saqueada y quemada. En la misma jornada, el cuerpo de Diego Felipe, fue recogido por sus hijos y sepultado en el pueblo de Livilcar. Le sucedió tiempo después como cacique, su hijo Eugenio Cañipa y Núñez, en la práctica y en lo legal, fue el último cacique del Cacicazgo de Codpa. Sus descendientes solo usaron dicho título de manera honorifica en los años siguientes pero sin vinculaciones reales o prácticas, debido a las nuevas leyes impuestas por San Martin, quien prohibió los títulos nobiliarios para los indígenas. La muerte de Cañipa, trajo consigo una generalización de la violencia y la movilización de las milicias españolas en Arica y Tacna. La población indígena de los valles de Chaca y Lluta, se replegaron a sus comunidades de origen, 46 47 48 49

Chucuito está ubicado actualmente en el Departamento de Puno, vecino al de Tacna. Cavagnaro sostiene que Buitrón, no sería del altiplano sino un hilacata de Codpa. Paralela a la rebelión de Túpac Amaru, se produjo el levantamiento de los Katari en Bolivia. El Cacique en esa fecha tenía unos 51 años de edad.

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plegándose más tarde a la rebelión en contra de la corona española. Luis Cavagnaro, dice que para el 3 de marzo de 1871, el miedo y angustia se apodero de Arica, pues se tuvo noticias que “los indios de Ticnamar y Belén (venían) a abusar (o arrasar a) esta ciudad (de Arica) y quemar sus edificios y degollar a toda la gente” (Cavagnaro 2006: 62). La ciudad de Tacna, simultáneamente, fue amenazada por el caudillo Ali, desde Palca, donde tenía 500 indios para asaltar el valle del Caplina o Tacna, asesinado a sus opositores y colocando amenazas a quienes intentaran subir a la precordillera. Más tarde, las fuerzas rebeldes se apoderaron de Tarata y Candarave. Si bien, la rebelión se inició al sur del Cusco, esta creció rápidamente a otras regiones andinas, como los altos de Arica y Tacna, ya que por la precordillera de Arica, se encontraban las rutas del comercio de la plata y de otros bienes entre el puerto de Arica y Potosí. Según, Jorge Hidalgo, los caciques principales de Ilabaya, Tarata, Tacna y Codpa, fueron contrarios a la rebelión de modo abierto o indirecto, a pesar que en 1776 habían llevado a juicio al corregidor Demetrio Egan, la negativa de involucrarse en la rebelión se debió a que eran participes de la “arriería directa o indirecta” (Hidalgo 2004: 249), Por ello, Cañipa, un activo arriero, prefirió oponerse junto a los otros principales de la sierra de Arica a la rebelión. Posterior a la muerte de Cañipa, también fueron degollados por los rebeldes, los indios “principales” de Livilcar, Socoroma, Putre y Belén, en respuesta por la negativa de plegarse a la rebelión 50. La movilización de las milicias españolas en Arica, llevo al repliegue de las fuerzas rebeldes a los “Altos de Arica”, los primeros días de marzo, hecho que motiva, a los habitantes de la precordillera, su bajada a la ciudad de Arica, a firmar un tratado de paz y que se comprometieran a realizar los pagos de impuestos pendientes, además de defender la Corona “y al monarca católico aun a costa de sus vidas”(Hidalgo 2004: 260). Sin embargo, la paz duro solo hasta el mes de Abril, la violencia se hizo más brutal, pues fueron ejecutadas alrededor de 30 a 40 personas, atentando, incluso a los curas de Codpa y Belén. En esta fase de la rebelión, la violencia fue explicita y racial, pues se buscó eliminar a toda criatura “blanca” (Cavangnaro 2006: 68). La violencia no vino, exclusivamente de los indios, sino también de las propias fuerzas españolas, que no dudaron en aplicar los castigos más crueles e inhumanos posibles, para lograr la rendición de los indios rebeldes, tal como lo mencionara el corregidor de Arica al pacificar Tarata, “en fuerza de maltratos 50 La degollación parece haber sido reservada, tanto en los Andes como en Europa, para los individuos de rango social superior, La horca, por el contrario, era el castigo aplicado a los delincuentes de extracción baja.

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que les di y es necesario conservarlos” (Cavagnaro 2006:71). Por ello, una expedición militar-religiosa, al mando de José Cayo de Sosa 51 , recorrió los Altos de Arica, capturando a 22 indios obstinados, además se cerraron las iglesias y se retiraron los objetos sagrados, pues los indios de Putre, Socoroma, Pachama, Saxamar y Ticnamar, entre otros, estaban excomulgados de la fe católica, por haberse rebelado al monarca y atacar a la iglesia católica, provocando con ello el terror en los indios. Tras la expedición de Sosa, los indios de Codpa, manifestaron lo siguiente: “No fuimos nosotros quienes mataron a nuestro cacique y arruinaron a todos los chapetones y criollos y quemaron el pueblo de Codpa: fue el malévolo Juan Buitrón y su gente forastera” (Cuneo – Vidal 1977:381).

Para el levantamiento de la excomunión y señalar su arrepentimiento, alrededor de 900 indios de los Altos de Arica, bajaron a la ciudad y se sometieron a una ceremonia realizada frente a la iglesia de la Merced, que estaba enlutada, “de rodillas con medio cuerpo descubierto los campesinos, hombres y mujeres, fueron azotados, a la vez que escuchaban exhortaciones de sus párrocos a arrepentirse de sus pecados” (Hidalgo 2004: 261). Las consecuencias, de la rebelión fueron nefastas en materia social, política y económica para el virreinato peruano, sin considerar el costo elevado de indígenas que murieron en el bando rebelde y realista, según estudios conservadores, se calculan en 500.000, los muertos entre los años 1780 a 1785. Más aún la propia muerte de Túpac Amaru II, fue tormentosa, el 18 de Mayo de 1871, pues presenció la muerte de amigos, esposa e hijos en la plaza del Cusco, siendo finalmente descuartizado y su cuerpo repartido en los pueblos más importantes de Cusco y Puno, como símbolo del poder de España y para intimidar a los indios de futuras rebeliones. 1.8.

La vida republicana en Arica y Tacna

Trascurrido el periodo de violencia, se produjeron décadas de relativa tranquilidad en las comunidades andinas, que siguieron estando bajo el dominio español y con mayores cargas y abusos coloniales. El proceso de independencia no significo un cambio de tales realidades, pues los recuerdos y traumas colectivos, seguían presentes en los pueblos de indios, que simplemente se declararon como realistas en los conflictos que se expresaron desde 1810 en adelante. Situación que fue manifiesta durante el alzamiento de Francisco Antonio de Zela en Tacna, cuyo movimiento fue reformista y autonomista, es decir luchó contra el Virrey pero no contra el Rey. 51 La declaración de Cayo de Sosa, dice “hallándome en esta ciudad de Arica, donde resido y es mi vencidad, el año pasado de ochenta y uno […], arrastre una compañía de soldados a las serranías y doctrina de Codpa y Belén a fin de sujetar y rendir a los rebeldes”.

52

Dos años más tarde, el 03 de octubre de 1813, el teniente coronel don Enrique Paillardelle insurreccionó Tacna junto a otros patriotas, Proclamó la independencia, haciendo intimaciones a las autoridades coloniales de Arica y de las ciudades de Moquegua y Arequipa, pretendiendo que los secundasen, y previno al intendente de esta última, que le entregase a su colaborador don Manuel Rivero que estaba allí preso, amenazando en caso negativo con “pasar a cuchillo” a los españoles que hubiesen en Tacna. Sin embargo, estas fuerzas de los patriotas tacneños fue derrotada en la batalla de Camiara el 31 de Octubre de 1813. En ambos casos los indios del cacicazgo de Codpa, se mantuvieron como partidarios del Rey de España, colaborando con las tropas españolas y realistas de la provincia. Situación contraria, se vio en Tarata y Tacna, donde los caciques Ramón Copaja y Toribio Ara, fueron partidarios de la emancipación. Hacia el año 1820, Arica seguía declarándose fielmente como realista, teniendo en la ciudad el llamado “Batallón Arica” con 490 hombres en armas (Cavagnaro 2006), disminuyendo en la medida que avanzaban las fuerzas patriotas desde el Alto Perú y Chile.

En el año 1821, las fuerzas del ejército libertador del Perú, integrado por chilenos, argentinos y uruguayos desembarco en las costas de Arica, conminando a la rendición de las fuerzas realistas, ofreciendo además, “respetar las personas y propiedades, como no perteneciesen estas a los enemigos de la libertad de la América meridional” (García 1846:402). La negativa realista, trajo consigo el bombardeo de la ciudad, el 11 de Mayo y el posterior abandono del puerto de parte de los vecinos de Arica, siendo luego ocupada por el capitán Wilkinson. Paralelamente, el Mayor Soler capturo una caravana que trasportaba 120.000 pesos y 6 barras de plata, cuando estos eran remitidos a la ciudad de Arequipa. Además, se capturaron 4.000 pesos en la aduana y mercadería evaluada en 300.000 pesos, por parte del Teniente Coronel Guillermo Miller. La caída de Arica y luego de Tacna se debió en gran medida a las escasas fuerzas militares del territorio, pues gran parte de la guarnición de la provincia había sido enviada a Puno y Oruro, y no pudieron ser convocadas de manera oportuna ante la llegada de San Martin y Lord Cochrane. Se agrega a lo anterior, la traición del subdelegado de Moquegua, pues fue el Coronel Portocarrero, quien informo a los patriotas de las posiciones de las fuerzas realistas aún existentes en Arequipa, que fueron finalmente destruidas en la batalla de Mirave el 22 de Mayo. Si bien, las fuerzas realistas al mando del Coronel José Santos De La Hera 52, recobro Arica el 22 de Julio, y el 28 del mismo mes se proclamó la independencia del Perú, poniendo fin a la hegemonía hispana en la provincia de Arequipa. 52 Tras la capitulación de Ayacucho y la pérdida definitiva del Perú, le fue ordenado por el virrey La Serna pasar a servir a Filipinas como Sub Inspector General de las tropas de infantería y caballería. De La Hera, por su comportamiento durante la guerra Carlista le fue conferido el título de Conde de Valmaseda y el grado de Teniente General el 21 de mayo de 1835. Fue también senador por las provincias de Toledo y Vizcaya.

53

Si bien, las comunidades de los Altos de Arica no se vieron implicadas de manera directa en la guerra de independencia, si debieron pagar un alto costo en lo económico, pues por su territorio se movilizaron los ejércitos realistas y patriotas desde y hacia el Alto Perú. Al finalizar la guerra, la provincia estaba mal trecha en su economía y su población dispersas como en gran parte del Perú. San Martin, durante su paso por el Perú, proclamo "establecer el reinado de la razón, de la equidad y de la paz...", donde los pueblos originales deberían "recobrar los derechos que son comunes a todos los individuos de la especie humana..." y continua decretando la abolición del tributo. Acto seguido, prohibió que en adelante no se denominarán los aborígenes como indios o naturales, sino como ciudadanos del Perú. Tales medidas, involucraron la pérdida de la débil protección otorgada por las leyes de indias, iniciándose la rápida voracidad de los patriotas sobre las tierras comunales indígenas, que fueron denominadas como propiedades fiscales del Estado peruano, perdiendo así las comunidades el control legal de sus tierras comunales, que el reino de España reconoció como una propiedad indígena. Durante estos años, 1813 a 1827, la falta de curas en el territorio, motiva que el párroco de Codpa, José Cayetano Texeda, atiende a la gente de Pachica, Esquiña, Ticnamar, Timar, Livilcar, Saxamar y el distante Guachacalla en Bolivia (Hasche 1997). Periodo, que evidencia las primeras referencias del Santuario de las Peñas, de donde fueron tempranos devotos, los habitantes de Ticnamar. En los años siguientes, no se produjeron cambios significativos en las comunidades andinas, pues después de un corto periodo de prohibición de tributos indígenas, el gobierno peruano que se hallaba en bancarrota, reinstalo el impuesto colonial con el nombre de “Contribución de indígenas” en 1826. La necesidad de reestablecer el tributo indígena, se impuso por la necesidad de aumentar ingresos al Estado, ya que cargaba con altas deudas generadas por la guerra de Independencia y por el descenso de los ingresos provenientes de la minería. En el año 1854, el presidente Ramón Castilla abolió definitivamente la “contribución de indígenas” y las comunidades perderán la importancia política corporativa conservada aún en las primeras décadas republicanas. Hacia el año 1830, la comunidad de Ticnamar tiene por cura párroco a Francisco Vélez de Guevara, que tiene su asiento en el pueblo de Belén. Años antes, en 1826, las jurisdicciones parroquiales se convirtieron en distritos, pasando entonces Ticnamar a ser parte del distrito de Belén, que se convirtió en la cabecera político – administrativa de la sierra. Tal medida, fue aceptada en Ticnamar, pero en Socoroma fue rechazada, pues el “anexo insolente de Socoroma se había levantado en contra de la municipalidad de Belén y su alcalde”(Basadre 2010: 46). 54

En los años 1824, 1826, 1829 y 1831 53 , hubieron varios intentos por anexar Arica y Tacna a Bolivia, hecho que se consumó militarmente de manera temporal en 1841, tras la derrota del presidente del Perú, Agustín de Gamarra en la Batalla de Ingavi, el 18 de Noviembre de 1841. La derrota del ejército peruano, dieron al general José Ballivián y al ejército boliviano la oportunidad de contraatacar e invadir territorio peruano, acercándose al Cusco y amenazando con buscar la anexión del puerto de Arica. Las tropas bolivianas ocuparon las provincias de Tacna, Arica y Tarapacá, motivando la aparición de grupos guerrilleros azapeños en los valles y quebradas de la precordillera, al mando del mayor del Ejército del Perú, Juan Bautista Ramos. También, lo hizo José Rosa Ara, al mando de los campesinos de Tacna. Finalmente, los bolivianos abandonaron Arica y Tacna en 1842. No existen, informes documentales que den cuenta de la población de Ticnamar en este conflicto, pero dada la cercanía de Arica y el antiguo Camino Real de Plata, es posible que hayan sido participes indirectos de la guerra. Durante los años y décadas siguientes, el Perú se vio enfrentado en numerosas guerras civiles, entre el Mariscal Ramón Castilla, originario de la quebrada de Tarapacá en contra de Juan Francisco Vidal y luego con Manuel Ignacio Vivanco. Castilla, más tarde se enfrentaría a José Rufino Echeñique. La totalidad de estos conflictos, tuvieron como centro de operaciones Arica y Tacna, debido a la existencia de las aduanas del puerto, que fueron esenciales para el control y el financiamiento de los conflictos civiles del Perú. Fue en ese contexto, que Ramón Castilla, abolió los mayorazgos y el odioso impuesto a los indios del Perú, la “Contribución de indígenas” en 1854. Después de ser cinco veces presidente del Perú, Castilla, fue elegido Senador por Tarapacá y a la edad de 70 años, se rebeló en defensa de la constitución de 1860 en contra de Mariano Ignacio Prado, pero falleció mientras dirigía un pequeño ejército desde Pisagua a la ciudad de Arica. A la altura de Tiviliche, diría “Ya no puedo más”, abrazó a su ayudante y cayó muerto junto a su caballo, el 30 de mayo de 1867. Sus últimas palabras fueron “Un mes más de vida Señor y haré la felicidad de mi patria, sólo unos días más”. La muerte del Mariscal Ramón Castilla, genero conmoción en las comunidades andinas de Arica y en el Perú entero, recibiendo funerales de Estado en la Iglesia de la Merced en la ciudad de Arica, luego su cuerpo fue trasladado a Lima (Figura 9a y 9b). Su origen tarapaqueño, lo hizo popular en la población indígena y negra que vio en su obra, el rompimiento con el pasado y con las cadenas coloniales. En el contexto, del fin de la “Contribución indígena”, los ticnameños realizaron inscripción de su título ante el Juez de Paz, Anselmo Guzmán, el 3 de Octubre de 1856. Dicha inscripción dice: 53

Las primera propuesta d anexar Arica y Tacna a Bolivia fue propuesta por Simón Bolívar.

55

“Juez de Paz, Anselmo Guzmán, hice copiar el presente título de su original, para los casos que nos convenga a causa de que el original esta algo rotoso y a fin de no se pierdan sus letras, se concertó y se trasladó sin quitar ni añadir una sola palabra, y para su constancia se guardarán ambos papeles para que en lo sucesivo podamos defendernos y es hecho ante los testigos que se hallaron presentes Ronualdo Flores, Juan Tarque y Martin Ibáñez, a nombre de éstos que no supieron firmar, firmo Mariano Torres y por el Juez de Paz, testigo Cornelio Zavala, pasan al lugar nombrado, Amachuma y el cerro Márquez. Conforme a las piezas copiadas con sus originales que he tenido a la vista y que quedan archivadas en esta Notaria” (Yucra 2002: 7).

En los años siguientes Arica y los pueblos andinos de la sierra como Ticnamar, son visitados por el Obispo de Arequipa, José Benedicto Torres, quien describe minuciosamente los rituales observados y la administración de la parroquia de Belén en 187354. Los terremotos de 1868 y 1877, respectivamente, destruyeron parte importante de los pueblos e iglesias de la precodillera de Arica. Siendo, la iglesia de Timalchaca construida por los devotos de Ticnamar, según consta en las inscripciones de su portada. Asimismo, por la misma fecha la iglesia de Ticnamar es reconstruida en el año 1884 (Figura 10).

54 Para este mismo año, Alberto Díaz, Rodrigo Ruz y Luis Galdames, evidenciaron en siguiente pleito, que evidencia los cambios culturales y sociales que comienzan a surgir en el pueblo: “Ticnamar el 7 de febrero de 1873 Asunta Colque entrega un terreno en el pago de Lluscuma en el punto denominado Irana Corilarune y también higueras a favor de Mariano Colque. Dichos terrenos eran ocupados indebidamente por Bartolomé Bidaurre, quien a través de un recurso se opuso. Sin embargo, Mariano Colque se defendió al desacreditar el documento de oposición: “Es nulo el documento indicado por que es otorgado ante persona que no muestra el carácter de Juez de Paz como se supone y aparece en él , sino que lo era entonces Don Nicolás Arco, y además es mucho también, porque suponiendo que hubiera sido tal Jues de Paz el tal Tomas Alave este no podría autorizar semejante documento por ser casado con una prima hermana carnal de Bartolomé Vidaurre: Suponiendo también que hubiese Jues de Paz assidental [?] o secante, tan tampoco podía autorizar dicho documento, sin que el Juez propietario por impedimento legal no le hubiera pasado la correspondiente vista que en tal caso solo podría entonces autorizar el documento aludido. Si Tomas Alave no fue Juez de Paz cuando autorizo el expresado documento, es claro que este no tuvo facultad no fue competente para autorizar el acto que aparece practicado ante él; y por esto debe someterse a juicio al dicho Alave” (Díaz et. al 2011: 525).

56

Figura 9. Funeral de Ramón Castilla en Arica, año 1867.

Figura 9 b. USS “Wateree” y BAP “América”, varados en la playa Chinchorro, después del maremoto de 1868. 57

Figura 10. Casas del pueblo viejo de Ticnamar.

CAPITULO II EL LINAJE DE LOS MENA

2.1.

El origen de los Mena

El apellido Mena tiene diversos orígenes en España. Una primera propuesta sugiere que el apellido se originó del toponimio Vasco – castellano, que significa “mineral” o “venal de mineral” en los Municipios de Babia y el valle de Mena. La casa del solar del valle de Mena55, dio origen a Don Fernando de Mena, Comendador de Benavente y caballero de Calatrava en 1535; luego de Fernando de Mena, Camarero del rey Pedro I “El cruel”; Ruy de Mena, Recaudador Mayor del mismo gobernante y; Juan de Mena, cronista y poeta del siglo XV. Un segundo origen, se encuentra entre los judíos Sefardíes o Sefaradíes, que habitaron en España y Portugal desde el siglo VII d.C., pero durante el periodo de reconquista española, los sefardíes, fueron perseguidos por el Tribunal de la Santa Inquisición de España desde el año 1478, cuyo primer inquisidor fue el fraile dominico, Tomas de Torquemada. Este proceso origino una temprana conversión de los judíos españoles al catolicismo romano. No obstante, con el edicto de la Alhambra en 1492, gran parte de la población judía salió al exilio. Unos pocos, amparados en la conversión de manera excepcional lograron pasar a las “indias occidentales” y participar de su conquista (Figura 11). Al momento de la conquista del nuevo mundo, el apellido Mena56, está asentado en algunos poblados de Castilla y Andalucía 57. Además, este apellido tiene dos escudos heráldicos o blasones, certificado por el Cronista y Decano Rey de Armas Don Vicente de Cadenas y Vicent (1989), quien los describe como: Escudo cortado, 1º, de plata, dos lobos de sable andantes y afrontados; 2º de gules, una caldera de oro. Otros tienen: Escudo cortado, 1°, de plata con dos lobos, de sable, andantes y puestos en palos; y 2°, de gules, con dos calderas de oro, puestas también en palos. Bordura general de gules con ocho sotueres de oro. Merindad de Castilla la Vieja, en el actual partido judicial de Villarcayo, provincia de Burgos. Otro significado de Mena indica que al Norte de Egipto, Oeste de Alejandría, existe un pueblo llamado Abu Mena. En dicho lugar está la Basílica de Abu Mena. Es considerada la Iglesia Cristiana más antigua de Egipto, protegida patrimonialmente por la UNESCO. 57 Se identifican también, Menas en Canarias y las provincias catalanas en el siglo XVI. 55 56

59

2.2.

Los Mena en el Perú

En el año 1502 nació en Ciudad Real, Castilla la Nueva, don Cristóbal de Mena, siendo hijo legítimo de Diego Sánchez de Medina e Inés Alonso. Llego al “Nuevo Mundo” conocida entonces como las “Indias occidentales” entre los años 1510 a 1513. Para 1526 era Capitán y servía a Pedro Arias Dávila, conocido como “Pedrarias Dávila” ó “el valiente” en la conquista de Nicaragua. Este conquistador (Arias Dávila), se caracterizó por su temperamento ambicioso y la crueldad con que trató tanto a los indígenas como a los españoles que estaban bajo su mando, lo cual le mereció el apodo de Furor Domini o “Ira de Dios”. Entre otras acciones, ordenó decapitar a Vasco Núñez de Balboa, prometido de su hija María de Peñalosa, y a Francisco Hernández de Córdoba, fundador de las ciudades de León. En esta época, Cristóbal de Mena ejercía de Regidor de la ciudad de Granada, le encomendó que fuera al descubrimiento de minas. Más tarde, el gobernador Pedrarias, nombro a capitán de la mar del Sur a Francisco Pizarro y tras dos experiencias fallidas, inicio la tercera expedición al Perú, donde fue acompañado por Cristóbal de Mena en 1531. El Cronista, Cieza de León, menciono sobre Mena que se había quedado en el puerto de Realejo (Nicaragua) para recoger a los aventureros de última hora y a otros prohibidos de embarcar por no haber saldado sus cuentas de hambre en Panamá. Y como Capitán del barco partió hacia las islas de las Perlas llevando buen número de esclavos indios de Nicaragua y el 22 de Abril vendió una india a dos soldados de la expedición. Luego en Coaque vendió un caballo a crédito, quedándoselo como garantía de la deuda y fue enviado a Puerto Viejo a rechazar a los indios hostiles. A su llegada al Tawantinsuyu, participo en la conquista de la Isla de Puna y más tarde de Tumbes. En Cajamarca Mena estuvo a cargo de un escuadrón de caballería que destrozo a las fuerzas incas, acción que culminó con la captura del inca Altahualpa, obteniendo una parte del rescate, que se valoró en 8.380 pesos de oro y 366 marcos de plata, suma que consideró injusta y motivó su retiro de la empresa conquistadora. Entonces recibió varios contratos y comisiones para España. Almagro le confió en secreto un Poder para solicitar al Rey ciertas mercedes y honores cuya gestión había encargado a Hernando Pizarro, pero desconfiaba que éste las cumpliera; también le entregó 7.000 castellanos de oro en calidad de préstamo, debiendo cobrarse con algunas escrituras de deuda que Mena le dejaba y con la parte del rescate que éste aún no recibía. Los esfuerzos de Mena, le permitieron a Almagro la merced de la gobernación de los territorios descubiertos, pero los continuos conflictos entre los conquistadores terminaran con la primera guerra civil española en el Perú y la muerte de Almagro y luego de Francisco Pizarro. 60

Cristóbal de Mena, alejado de los conflictos del Nuevo Mundo, publicó en Sevilla la primera crónica de la conquista del Perú en 1534, titulada “La Conquista del Perù llamada la Nueva Castilla in Crónicas iniciales de la conquista del Perù”. La crónica de Mena o Medina, es la primera que da cuenta con veracidad y fidelidad la forma en que fue realizada la conquista, pues relata minuciosamente los viajes, enfrentamientos, la forma de vida de los indios y la crueldad de los españoles en contra de los habitantes del mundo andino. Mena es el único cronista español que se refiere las torturas impuestas por Hernando de Soto al general inca Calcuchima, para hacerle declarar donde estaban los tesoros de Atahualpa, es el primero que trae noticias de los cadáveres de indios colgados en los caminos incaicos por orden de Atahualpa y describe el tambor humano del Inca, hecho del pellejo disecado de su hermano y su vaso fúnebre labrado con el cráneo del mismo. De Mena, no se tienen mayores informaciones pues no volvió al Perú ni al continente americano, pero fue su paso el que visualizo por primera vez este apellido en el mundo andino. El apellido Mena, es preferentemente encontrado en la población indígena de Caraz y Huaras (Ancash), Cocacharcas y Cailloma (Arequipa), Lima, Omate y Puquina (Moquegua), Sandia y Orurillo (Puno), Arica y Tacna, entre otros. También, se ubica el apellido en el sur de Bolivia y en Chile 58. El uso de este apellido hispano por los indígenas se debió en parte al proceso de evangelización, a la inscripción de los indios encomendados, en servidumbre como propiedad de un conquistador o el reconocimiento que hacían algunos españoles de sus hijos bastardos, tenidos con las indias. Para nuestra región, Vicente Dagnino, da cuenta de la llegada de Juan Antonio de Mena, como Corregidor de Arica, el 20 de junio de 1721, quien previamente ejerció como Alcalde de crimen en la audiencia de Lima. Estuvo como máxima autoridad de la ciudad y sus repartimientos hasta el 9 de abril de 1722. Y tuvo un hijo natural con doña Ana María Trillo, bautizado con el nombre de Martin Mena, quien a su vez, contrajo matrimonio con doña María Josefa Ara, pariente del cacique de Tacna. Luego, con Eusebia Flores, con quien no tuvo hijos. Por otra parte, en la misma época, hubo otros Mena en Tacna, siendo el más notorio, Juan de Mena, un pardo libre 59, que fue arrendatario de la hacienda de Siascapa. 58 En España hay 20.526 personas censadas con el apellido Mena y aproximadamente 22.451 personas que llevan este apellido. 59 “Pardo” es un término antiguo de las colonias españolas y portuguesas en América que se refiere a los descendientes de esclavos africanos que se mezclaron con europeos y amerindios para formar una gente que no era mestiza, ni mulata.

61

En los documentos coloniales y republicanos se hace mención al apellido Mena en la década de 1750, fecha de realización de la Revisita de Joaquín de Cárdenas a los Altos de Arica. Fecha que identifica a un Juan Mina o Mena, de treinta y cuatro años de edad. Unido en matrimonio a Sebastiana Guarachi 60, teniendo por hijas a María Cruz de nueve años y Ana de tres. Años más tarde, María Cruz Mena contrajo matrimonio con Gregorio Mamani, un natural del pueblo de Ichuña en el partido de Moquegua 61. La menor Ana Mena, también contraerá matrimonio con Melchor Valdés, indio originario de Ichuña62. Igualmente, se evidencia la presencia de María Mena, una menor huérfana de ocho años, que está en casa de Gregorio Huanca y María Cruz 63. En la revisita de 1772, Juan Mena y esposa figuran como reservados del pueblo de Ticnamar, no constatándose la presencia de otros Mena hasta el siglo siguiente. Los padrones de contribuyentes blancos del distrito de Arica, realizado en el año 1827, muestran la presencia de los Mena, identificando a un hombre de 34 años, llamado Gregorio Mena, un vecino de Arica. Se identifica además, a una mulata libre llamada Gabriela Mena de 18 años y otra mulata libre de 34 años llamada Juana Mena. También, se identifica al matrimonio de Faustino Mena con Eulalia Cáceres y los hijos Marcelo y Petrona. También a Mariano de 76 años, Leonarda de 47 años, Mariana de 71, Juan de 49 y Hesmenegilda Mena de 46 años 64. Hacia el año 1866, en el censo general de la ciudad de Arica y provincia, se identificó a los siguientes Mena: Mercedes y Petronila, ambas de 23 años, que ejercen funciones de sirvientes, a Camilo de 23, Ildefonso de 18 y María Mena de 14, lo varones, ofician de cargadores. También al anciano Faustino y la mulata Gabriela, que fueron censados en 1827. Se agrega un tal Juan de 26 años, Jenaro de 3, la costurera María de 25; francisco de19, zapatero; el menor Fidel de un año, Manuel de 14, Calisto de 9, Margarita de 7, Eulalia de 5 y Gabriela de 6, entre otras 4 personas con idéntico apellido 65. A mediados del siglo XIX, los Mena en Ticnamar están representados por don Bernabé Mena, quien contrajo matrimonio con Paula Mamani. Dos documentos del año 1873, muestran que Bernabé, fue un comerciante prospero dedicado al comercio de productos agrícolas. El mismo, año entablo una demanda ante el Juez de Distrito de Codpa, Don Adolfo Paredes, contra 60

Ver Hidalgo (1978:79). "Perú, matrimonios, 1600-1940," index, FamilySearch (https://familysearch.org/pal:/ MM9.1.1/FNT2-P2Q: accessed 13 Aug 2013), Gregorio Mamani and Maria Crus Mena, 02 Nov 1756. 62 "Perú, matrimonios, 1600-1940," index, FamilySearch https://familysearch.org/pal:/MM9.1.1/ FNTL-SRH : accessed 13 Aug 2013), Melchor Valdes and Ana Mena, 02 Jun 1767. 63 Ver Hidalgo (1978:86). 64 Ver Díaz et. al (2009: 71,74, 87, 88, 92, 98, 112 y 146). 65 Ver Díaz et. al (2008: 133,145, 153, 177, 208, 211 y 220). 61

62

Francisco Ballesteros, reclamándole el pago de unas plantas y la entrega de tres cajones de alcohol. Más tarde, Mena acusaría al juez de no atender sus reclamaciones. El denunciante, expresa que Ballesteros, a fin de no pagar su deuda, hizo una serie de calumnias, y lo hizo remitir preso a la cárcel de la ciudad de Arica. Luego, saldría libre reanudando el juicio y reclamando sus salarios valorados en trecientos pesos y el castigo del calumniante conforme a las leyes penales. Bernabé Mena expreso además: “Por este motivo acuso a la integridad de Usted, pidiéndole se sirva mandar el inspector de Codpa me administre pronta e imparcial justicia; y para conseguirlo suplico a usted se digne a expedir la providencia que al final solicito por ser justicia. Arica, Diciembre, 1° de 1873. Bernabé Mena” 66.

El resultado de las gestiones de Mena, fue la instrucción del Juez de letras de Arica de abrir una investigación, pero al cabo de un año Bernabé reclama el nulo avance de los reclamos. En 1877, Mena recurre nuevamente al Juez de Paz, interponiendo una demanda en contra de Mariano Borquez, por un incumplimiento de una deuda 67. De la unión matrimonial con Paula, tiene cuatro hijos, dentro de los cuales esta Modesto Mena (Figura 12). De acuerdo al registro del Libro de Bautismo, número IV de Belén de los años 1880 – 1887 a fojas 43 se registra lo siguiente: “Año del sor. de mil ochocientos ochenta y tres, a beinti y dos de Mayo. Yo el cura infrascrito y vicario de la parroquia del Aposto Santiago de Belén, en la Iglesia de Belén bautice solemnemente puse óleo y crisma á una criatura nacida de tres meses á quien puse por nombre Modesto, hijo legítimo de Bernabé Mena y de Paula Mamani naturales y vecinos de Tignamar; fueron sus padrinos José Benito Villalba y Francisca Zuñiga á quien adverti sus obligaciones y parentesco espiritual que contrajeron de que doy fé, Saturnino Bernal” 68.

Si bien, el documento parroquial hace referencia al nacimiento de Modesto Mena en el año de 1883, el Salvo conducto número 4.459, emitido por la Dirección General de Registro Civil e Identificación, cuya fecha es 30 de diciembre de 1955, señala que Mena es ciudadano peruano y su nacimiento se produjo en 1875. Por otra parte, la libreta de matrimonio de Modesto Mena y Celestina Corro, señalan que la fecha de nacimiento de Mena fue en el año 1879. Si bien, los documentos señalan como fecha de nacimiento tres años distintos, nos inclinamos por ver como fiable y más realista, el certificado emitido por la parroquia del Apóstol San Santiago de Belén (Figura 13 y 14). 66 67 68

MMC, personal, 001. MMC, personal, 002. MMC, personal, 003 y 004, “Certificados de Nacimiento”.

63

A la edad de 24 años, Mena se une sentimentalmente con Celestina Corro, natural de Ticnamar, iniciando un largo periodo de convivencia, pues solo se unirán en matrimonio en el año 1921. En este periodo, tiene por hijos a Patricia, Julio, Ceferino, Margarita, Bernabé, Maximiana y Alejandro. De estos hijos, Martina y Bernabé fallecen a temprana edad. Su hijo Julio, desapareció en 1925 durante la violencia plebiscitaria. Los descendientes de Ceferina Mena, serán sus hijos naturales Oscar y Telma 69. Oscar Mena, fue hijo Rafael Centella, pero fue criado por su familia materna, convirtiéndose a temprana edad en el ayudante de su abuelo Modesto en las labores agrícolas y de arriería, en los años previos a la construcción de los primeros caminos que llegaron a las diversas comunidades andinas en la década de 1960 (Figura 15 y 16).

69

Oscar Mena es el ejecutor del presente proyecto.

64

Figura 11. Escudos de los Mena. 65

Figura 12. Certificado de Nacimiento Modesto Mena. 66

Figura 13. Libreta de Matrimonio de Modesto Mena y Celestina Corro. 67

Figura 14. Salvo Conducto N° 4459. 68

Figura 15. Genealogía de los Mena en Ticnamar, parte 1.

Figura 16. Genealogía de los Mena en Ticnamar, parte 2.

CAPÍTULO III TICNAMAR FRENTE A LA CHILENIZACIÓN 3.1.

El inicio de la guerra del pacifico

El 14 de Febrero de 1879, dos divisiones del ejército chileno al mando del Coronel Emilio Sotomayor, desembarcaron en el Puerto Boliviano de Antofagasta, ocupando además, los puertos y ciudades de Mejillones, Caracoles, Cobija, Tocopilla y Calama, iniciándose con ello, el conflicto militar conocido con el nombre de “Guerra del Pacífico”, “La Guerra con Chile” y “La Guerra del Salitre”, nombre que le asignaron las diferentes naciones en conflicto. A inicios de Marzo Bolivia rompre relaciones diplomáticas y el 5 de abril de 1879, Chile le declaro la guerra al Perú y a Bolivia respectivamente. Iniciándose, con ello, una de las guerras más sangrientas de América Latina, cuyas heridas y desconfianzas prevalecen hasta el día de hoy. Una vez conquistada la provincial del Litoral o Antofagasta, pertenecientes a Bolivia, las operaciones militares se trasladaron a las provincias del sur de Peru; Arica, Tacna y Tarapacá. La provincia de Tarapaca, la más meridional y rica en salitre, fue atacada directamente en el mes de Noviembre de 1879. Por entoncés, la provincia fue defendida por tropas peruanas, mayoritariamente indígenas, provenientes del Cuzco y al mando de la Guardia Nacional, con los siguientes batallones: Cusco, Cazadores de Acomayo, Granaderos de Paruro, Canas, Canchis, Cazadores de Quispicanchis, Chumbivilcas, Urubamba y Paucartambo, que llegaron a Tarapacá a mediados de 1879. Estaban allí también, “la Gendarmería de Puno y de Arequipa, adolescentes de la escuela de cabos, guardias nacionales que eran civiles armados y otras milicias locales” (Carpio 1991: 44) 70. Las milicias locales de Tarapacá fueron organizadas por Alfonso Ugarte, José Miguel de los Ríos y otros ricos mineros, creando dos batallones de milicias de Tarapacá, cuyo contingente fue mayoritariamente indígena, provenientes de las quebradas de Tarapacá y Aroma, Pica, Matilla, Mamiña y Quizma. En Pisagua, Germania y San Francisco o Dolores, el ejercito peruano – boliviano fue derrotado. En la batalla de San Francisco, la derrota se origino por la huida del ejercito boliviano, hecho que origino el rompimiento de las lineas peruanas. Durante la retirada, las tropas bolivianas saquearon Tarapacá y demás pueblos localizados en la ruta que lleva de Tarapacá a Colchane. Días más tarde, las tropas peruanas sobrevivientes se enfrentaron nuevamente a las chilenas, en la batalla de Tarapacá, el 27 de Noviembre, resultando vencedor el ejercito peruano, que quedo aislado, sin apoyos logísticos y refuerzos, pues la totalidad de la provincia, ya había sido tomada por las tropas chilenas, con excepción de los pueblos de la sierra. 70 Tropas bolivianas que lucharon en Pisagua, estuvieron conformadas por “indios paceños” al mando del Coronel Villamil, quien tenía una fuerza de 600 hombres de armas y cerca de 300 fleteros ó voluntarios.

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La retirada del ejército peruano se hizo por el camino de la sierra, una ruta de más de 600 kilómetros, pasando por pueblos como Pachica, Mocha, Huaviña, Limacziña, Laosana, Sibaya y Macaya, para luego tomar rumbo al norte pasando por los pueblos de Sipiza, Sotoca, Chiapa y Jaiña, pasando luego a los pueblos de la sierra de Arica. El recorrido fue realizado por las tropas sobrevivientes y un número indeterminado de soldados heridos, además de hombres, mujeres y niños, que seguían al ejército. El mariscal Andrés Avelino Cáceres describió dicho viaje: Después del largo rodeo que dimos en nuestra fatigosa marcha. En la cual empleamos veinte días, haciendo jornadas sucesivas en Pachica, Moche, Pacopilla, Zipisa, Jaiña, (donde encontramos algunos víveres enviados de Arica), Sotoca, Soga, Campiña, Moquella, otra vez a Camiña, Nama, Esquiña, Godpa (donde se paso revista de comisario el 15 de Diciembre), Chaca y Camaraca, llegamos por fin, a Arica, el 18 de Diciembre (Cáceres 1986: 98).

La llegada de las tropas peruanas a la ciudad de Arica y las noticias de la derrota sufrida en Tarapacá, acerco rápidamente el conflicto a las comunidades indígenas de la provincia, que para entonces, estaban plenamente informadas de los conflictos, dada la cercanía de Codpa con Timar, Cobija y Ticnamar. 3.2.

La batalla de Arica y las comunidades indígenas

La llegada de las tropas peruanas al puerto, fue celebrada con júbilo por los habitantes de Arica, siendo luego reubicados en los valles anexos y otros trasladados a la ciudad de Tacna. Durante su estadía en la provincia, el ejército fue reorganizado, pues se fusionaron varias divisiones, como el “Provisional de Lima” y la “Guardia Civil de Iquique”, que formaron el Batallón “Tarapacá”, bajo el mando del Teniente Coronel Ramón Zavala. Otra unidad que se formó en los primeros meses del año 1880, fue el Batallón “Iquique”, integrado por los sobrevivientes de las Columnas Cívicas de Iquique y los Gendarmes de “Tarapacá” al mando del Coronel Raimundo de la Flor. El historiador, Gerardo Vargas, señalo, que los restos del “ejército profesional peruano, que abatido en Tarapacá, fue unido a los bolivianos y a milicianos improvisados en la zona de Arica” (Vargas 1921: 63). Además, estas fuerzas carecían de servicios y, en lo absoluto, de medios de transporte para asegurar sus abastecimientos. La única fuerza móvil, que existía era un escuadrón de Caballería del Valle de Lluta, que estaba a mal traer, como la caballería de Gregorio Albarracín de Tacna. Tras la derrota aliada y el abandono de la guerra por parte de Bolivia el 26 de Mayo de 1880, las operaciones se concentraron en Arica. La Batalla de Arica, se inició el 2 de junio con el cerco de la ciudad, que fue bombardeada desde el 5 de Junio a diez y media de la mañana con breves intervalos de descanso hasta el día del asalto de la plaza. Los defensores de la 72

ciudad, estuvieron agrupados en el “Escuadrón Lluta”, las milicias de la ciudad y los Batallones: Tarapacá, Iquique, Granaderos de Tacna, Cazadores de Piérola y Artesanos de Tacna, con un total de 1600 hombres de los cuales perecieron unos mil (Vargas 1921). Terminada la batalla, dos tercios de las tropas peruanas se habían perdido, no solo se debió al repase de los heridos, sino además, producto del fusilamiento de los prisioneros que se produjo en: las gradas de la Catedral de San Marcos, los consulados de Estados Unidos, Francia e Inglaterra y otros refugiados en oficinas comerciales europeas, donde algunos fueron quemados o arrojados a las norias, dando muerte a más de 200 hombres en la plaza y calles de Arica. El explorador y botánico inglés, Sir Clements Robert Markham, mencionó en sus memorias, lo observado: “Todo no fue más que una espantosa carnicería. A más de 600 de la guarnición los pasaron a cuchillo, casi todo a sangre fría y después de rendidos” (Markham 1980: 268).

Diversos textos y partes militares, informan los apellidos de los indígenas que participaron en la defensa de Arica fueron: Mamani, Condori, Napuri, Calisaya, Catacora, Huanca, Chuquimia, Chuquimaita, Lanchipa, Alanoca, Caque, Callata, Quea, Talloca, Quelopana, Tancara, Ticona, Poma, Copaja, Mamani, Aduvire y Ara. Además de otros apellidos que son de amplio uso entre la población indígena de la sierra de Arica, tales como: Flores, Carrasco, Mazuelos, Maldonado, Zegarra, Zavala, Vásquez, Acevedo, Angulo, Barreda, Cayo, Loayza, Corvacho, Romero, Ochoa, Medina, Mena, Santos y Arias, entre otros. Todos ellos, correspondientes a las familias indígenas de los pueblos de Putre, Socoroma, Belén, Ticnamar, Livilcar y Codpa, entre otros. Situación que demuestra la vinculación ideológica y ciudadana de la población indígena y su elite en el conflicto armado (Choque 2012). En aquellos años, Bernabé Mena y pequeño Modesto, residían temporalmente en Codpa, por lo cual fueron testigos presenciales del paso del ejército peruano. En este contexto, Jorge Basadre, considero que los defensores de Arica no han sido estudiados, ya que nada se sabe de los oficiales jóvenes y soldados. Para el historiador tacneño, Jorge Basadre, “ellos eran exponentes genuinos del pueblo tacneño, tarapaqueño o ariqueño. La batalla de Arica fue, en realidad, un drama cuyos protagonistas anónimos incluyeron a gente trabajadora y representativa de distintas clases sociales” (Basadre 2005: 31). Al igual que en Tarapacá, los efectos de la guerra en la zona son inmediatos, pues la población indígena de la sierra, debió socorrer al ejército peruano en alimentos, animales de Lluta y aguardiente desde el valle de Codpa, como se mencionó en los partes militares. Además, sufrir el saqueo de sus bienes por parte de las fuerza bolivianas, que abandonaron el campo de Batalla en Tacna y salir camino a La Paz por Tarata y los “Altos de Arica” (Figura 17 y 18). 73

3.3.

El Tratado de Ancón y las “provincias cautivas”

La Guerra del Pacifico llego a su fin, el 20 de Octubre de 1883, fecha en la cual se firmó el Tratado de Ancón. Sin embargo, en la práctica el conflicto solo termino en 1884, año en el cual, las tropas chilenas se retiraron de la sierra central del Perú. Los aspectos centrales del tratado tuvieron relación con la posesión de los territorios peruanos, los cuales se expresaron en los artículos número dos y tres, que definieron el estatus de las provincias del sur del Perú. Respecto a la provincia de Tarapacá el tratado establece en el artículo número dos establece: La República del Perú cede a la República de Chile, perpetua e incondicionalmente, el territorio de la provincia litoral de Tarapacá, cuyos límites son: por el norte, la quebrada y río Camarones; por el sur, la quebrada y río del Loa; por el oriente, la República de Bolivia; y, por el poniente, el mar Pacifico. (RREE del Perú 1924: 4).

En relación a las Provincias de Tacna y Arica se menciona: “El territorio de las provincias de Tacna y Arica que limita, por el Norte, con el río Sama, desde su nacimiento en las cordilleras limítrofes con Bolivia hasta su desembocadura en el mar, por el Sur, con la quebrada y el río de Camarones, por el Oriente, con la República de Bolivia; y por el poniente con el mar Pacífico, continuara poseído por Chile y sujeto a la legislación y autoridades chilenas durante el termino de diez años, contados desde que se ratifique el presente tratado de paz. Expirado este plazo, un plebiscito decidirá en votación popular, si el territorio de las provincias referidas queda definitivamente el dominio y soberanía de Chile o si continúa siendo parte del territorio peruano. Aquel de los países a cuyo favor queden anexadas las provincias de Tacna y Arica, pagara otros diez millones de pesos, moneda chilena de plata, o soles peruanos de igual ley y peso que aquella. Un protocolo especial, se considerara como parte integrante del presente tratado, establecerá la forma en que el plebiscito debe tener lugar, y los términos y plazos en que haya de pagarse los diez millones por el país que quede dueño de las provincias […]” (RREE 1924: 4-5).

Una vez consumado la firma del tratado en los parlamentos de ambos países, este fue de conocimiento de los miles de peruanos que vivían en las antiguas provincias peruanas, siendo rechazadas en sendos memoriales que hicieron llegar a Lima, los tacneños y ariqueños mencionaron al respecto: Acordamos protestar solemnemente de la cláusula del tratado en la cual se estatuye la posesión por diez años de nuestras provincias a la república de Chile, por faltar dicha cláusula a los principios absolutos de honor patrio, razón y justicia sobre los que se basan los preceptos del derecho

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internacional. Acordamos permanecer fieles a la nación peruana, acatando sus leyes reconociendo sus autoridades legítimas. Constituidas, soportando las cargas que nos impongan y unidos siempre al Perú nuestra patria seguir junto con el la suerte que la providencia le tenga reservada (Morales 1991: 83).

El propio tratado estableció como condición la elaboración de un protocolo de acuerdo para realizar el plebiscito en las Provincias de Tacna y Arica. Sin embargo, transcurridos los “diez años” del tratado, en 29 de Marzo de 1894, el plebiscito no llego a diseñarse y menos concretarse, dando inicio a varios años de enfrentamiento jurídico entre las cancillerías, pues para el Perú el Tratado había expirado y los territorios debían volver a la soberanía del Perú, ante el nulo avance en el diseño del plebiscito y protocolo, dicho fundamento, fue avalado por Carlos Téllez en 1925, denominándola la “tesis de la mera ocupación” (Téllez 1925: 40). El gobierno chileno, por el contrario considero que no había un periodo acotado de tiempo para la realización del plebiscito en el territorio, además, las propias ambigüedades del acuerdo de paz permitieron distintas interpretaciones. Por ello, el propio tratado, permitió entender que Tacna y Arica estaban bajo la soberanía chilena, pero seguían siendo peruanas de tal modo se sustentaba “el legítimo derecho de ambos países por ese territorio” (González 2004: 28). 3.4.

La Chilenización de Arica y Tacna

La chilenización fue una política que tuvo por interés el provocar una rápida transformación demográfica y social pro-chilena a lo largo y ancho de este espacio territorial, conocido como Arica y Tacna. Desarrollándose, una agresiva de modernización de la zona con proyectos de irrigación a gran escala como: el trasvasijando aguas altiplánicas del Ushusuma o el intento de desviar las aguas del Chungará; mejorías urbanas en las ciudades de Tacna y Arica; un sistema de franquicias tributarias para facilitar el comercio, migración de familias e individuos desde la zona central de Chile; implementación en las áreas rurales de campañas de alfabetización y salubridad, etc., generando de manera directa e indirecta una clara (y a veces violenta) presencia de la agencia estatal chilena, tanto en la costa como en el interior de las mencionadas provincias (Figura 19 y 20). El sistema de representación comunal, en los primeros años de ocupación chilena, siguió sin grandes variaciones, pero luego se crearon una serie de subdelegaciones rurales y distritos a medida que se acercaba la expiración del Tratado de Ancón. Dicho tratado estableció, que al cabo de diez años los ciudadanos del territorio, debían elegir la soberanía que regiría en 75

dichas provincias. Por ello, en los primeros años, se confirmaron a las autoridades locales, pero luego, se escogieron y contrataron funcionarios chilenos venidos de la zona central, pues las antiguas autoridades indígenas, seguían siendo fervientes peruanos. Por tal razón, la elecciones de los inspectores de distrito y subdelegados, tuvo un carácter político y era autorizado por la Intendencia de Tacna y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. En casos excepcionales se siguieron privilegiando autoridades indígenas, pero eran enviadas a comunidades distantes donde no existieran vínculos consanguíneos o rituales con la población local. Frente a esta realidad, los habitantes de las comunidades, buscaron la representación en sus autoridades religiosas, quienes ejercieron un rol equivalente a las generadas por los inspectores de distrito, entrando en la mayor de las veces en abierta oposición y desobediencia frente a las autoridades chilenas. Paralelamente, las autoridades chilenas iniciaron el proceso de “Chilenización” de la población peruana del territorio con la finalidad de hacerlo proclive a Chile, frente al eventual plebiscito: No se debe temer por esto, que esos individuos [peruanos] vayan espontáneamente al plebiscito, teniendo muchos que recorrer largas distancias y perder todo el tiempo y dinero, además siendo el indígena peruano es esencialmente tímido, seria facilísimo intimidarlo haciéndoles creer por ejemplo, que se le llama para enrolarlo en el ejército o para aplicarle mayores contribuciones o bien que su vida puede correr peligro si se aventura por ciertos caminos… ” (Morales 1991: 147).

La puesta en marcha de la Chilenización, abarco desde una concepción simbólica, coyuntural y luego violenta, situación que comenzó a expresarse a partir de la reorganización administrativa del territorio. Claudio Aguirre y Carlos Mondaca, han denominado el proceso de Chilenización como un proceso de “disciplinamiento social” de la población local, cuya expresión se basa en la articulación de una participación sociopolítica de los comuneros indígenas, que son ciudadanos activos en las disputas nacionales, pues desarrollaron “estrategias políticas, económicas, sociales y culturales” (Mondaca y Aguirre 2011:7). Para los mismos autores, la Chilenización se expresó mediante la aplicación de políticas administrativas de implantación de la burocracia estatal y de una política educacional que fomento la chilenidad, del traslado de población de otras partes del país y expulsión o facilidades para la partida voluntaria de ciudadanos peruanos.

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Figura 17. Ejército Peruano en la Guerra del Pacifico.

Figura 18. Ciudad de Arica después de la guerra. 77

Figura 19. Fotografía de Arica en la década de 1910.

Figura 20. Fotografía del diario La Voz del Sur en Tacna en la década de 1910. 78

Por tanto, la Chilenización que se aplicó en las zonas andinas de las provincias de Tacna y Arica, debe ser entendida como un proceso de “construcción de una conciencia nacional e identidad chilena en un espacio territorial y simbólico, que posee una expresión dual de su identidad (nacional y étnica), en la cual se aplicaron políticas, cosmovisiones e imaginarios tendientes a modificar el habitus, la estructura social y las prácticas culturales mediante la aplicación del poder y la violencia” (Choque 2012: 200). En otras palabras se buscó construir una homogeneidad política y cultural en función de un único criterio: la adscripción de los peruanos criollos e indígenas a la nación chilena. Las acciones de las autoridades chilenas, se expresaron mediante un plan de modernización – civilización de las ciudades y comunidades rurales, todo ello con la finalidad de ganar adeptos a la causa chilena en hipotético plebiscito, construyéndose un número importante de obras como la canalización del rio Caplina, construcción de caminos y edificios, construcción del Ferrocarril Arica – La Paz, entre otras; se reformuló además, el sistema de administración pública, creándose una serie de subdelegaciones y controles policiales para mantener el control del todo el territorio en litigio (Palacios 1974; Tudela 1992). 3.5.

La chilenización en las comunidades andinas

La chilenización en sus inicios tuvo expresiones no violentas, que calaron profundamente en las comunidades andinas. Una de estas expresiones fue la chilenización simbólica de la comunidad, pues se buscó construir nuevos símbolos e identidades nacionales. Es decir, mediante los símbolos como la bandera o colores patrios, se fueron generando cambios en los pensamientos e ideales, que se expresaron en emociones y acciones. Al mismo tiempo, permitieron el almacenamiento y transmisión de nuestros sistemas valóricos en nuestra sociedad y en el caso de estudio, en Ticnamar se inició la propagación de un mundo simbólico nuevo, la chilenidad versus la identidad ticnameña y la peruanidad de sus habitantes 71. El establecimiento de nuevas normas como dar permiso para una fiesta como la Asunta ó el simple hecho de colocar una bandera chilena en las plazas de los pueblos de la sierra, implico desde ya una forma de expresión simbólica de la Chilenización como lo representan el día de hoy las franjas tricolores, que decoran los sombreros de los músicos o las cruces de Mayo. Esta afirmación de la autoridad chilena en los pueblos de la sierra se produjo de manera paralela a la ocupación de la costa. 71 En esta misma época, un funcionario de apellido Mena se encuentra trabajando para el gobierno chileno en Tacna. Se desconoce si tiene vinculación con los Mena de Ticnamar o si tiene vinculación con los Mena de Tacna. El documento en cuestión dice: “N°606, Tacna, Agosto 7 de 1885. En solicitud de Adolfo M. Mena para cambiar una cañería en la calle Zela N° 107. Infórmese al director de Obras públicas. Soffia. Isidro Becerra, Secretario. AHVD, Intendencia de Tacna, vol. 3. N° 606.

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Por lo tanto, el despliegue de nuevas formas de música y bailes o representaciones populares que trajeron las fuerzas de ocupación, represento una forma de Chilenización, que fue cambiando ideológicamente a la población de Ticnamar. Ello, también posibilito la elaboración de nuevos significados de las prácticas culturales y cambios en el habitus 72, tanto para los habitantes de la sierra como para los “vecinos chilenos” que llegaban, “los rotos”. La siguiente reflexión da cuenta del periodo y sus conflictos: “[…] Al constatar el gobierno chileno la honda lealtad de los tacneños y ariqueños a su patria, se quedaron en la zona disputada, buscaron, a través de múltiples medidas, reforzar su influencia en ella y fueron dilatando el cumplimiento del antedicho artículo tercero (Basadre 1979:1).

La existencia de calles y bustos con nombres de militares del Cuarto de Línea y personajes destacados en la historia militar chilena, asoman en los pueblos de los altos de Arica, constituyen otro ejemplo de esta forma de generar cambios ideológicos en las comunidades. Ejemplo de lo Anterior son los nombres de Baquedano, Carrera, Latorre, Riquelme, Prat y Pérez Canto entre otros que se mezclan con los nombres de los santos y zonas agrícolas en cada pueblo de la antigua 5ª Subdelegación de Belén. Otra forma de expresión de la chilenización en las comunidades andinas, se dio por el nombramiento de autoridades locales y la generación de ciertas obras públicas, que tuvieron por finalidad ganar la simpatía del ciudadano de Belén, Putre o Ticnamar. Esta situación se reflejó en oficios y decretos de la Subdelegación de Putre entre los años 1885 a 1901. Para este periodo, es posible hallar a Teodoro Huanca como subdelegado de Putre, Bernardo Yucra como Juez del Distrito de Ticnamar, Marcelino Santos en Belén, Mariano Huanca en Choquelimpie, Gregorio Yante y más tarde a Cruz Ocaña como Jueces de Codpa. Las consecuencias de estos nombramientos, fueron un aumento paulatino de los conflictos comunales, aunque en muchos casos dichas contradicciones solo duraron un breve periodo de tiempo, ya que muchas de las autoridades locales, eran cesadas de sus cargos, por tener vínculos muy próximos con la causa peruana o con parientes proclives al Perú. En este contexto, se aplicó la Ley N°2.261, permitió asignar autoridades provinciales y distritales, elegidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Más tarde, se incluyó a subdelegados, inspectores y jueces, quienes se convirtieron en los máximos representantes de las fuerzas de ocupación, que provinieron de otras provincias de Chile, tal es el caso de: Federico Klenke (Azapa), Alberto Cacés (Lluta), Bernardo Smith (Belén) y Narciso Miñano (Codpa). 72 El habitus es uno de los conceptos centrales de la teoría sociológica de Pierre Bourdieu. Por tal podemos entender esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social. El habitus hace que personas de un entorno social homogéneo tiendan a compartir estilos de vida parecidos.

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Teodoro Huanca fue Subdelegado de Putre, por un periodo breve de tiempo, siendo luego reemplazado por un ciudadano chileno, Mauricio Reynaud. Los actos de violencia en las ciudades y comunidades andinas, nos fueron evidentes en los primeros años de ocupación, pero a medida que se acercaba el fin de los 10 años establecidos en el Tratado de Ancón, los hechos de intimidación y agresiones a los ciudadanos y bienes peruanos comenzaron a aparecer con recurrencia. En este sentido, el asalto y destrucción del “Diario Caplina” de Tacna en el año 1888, marcaron el comienzo de la violencia. Una década después, fue destruido el “Diario Tacora”, el 28 de noviembre de 1910, un grupo de asaltantes forzó las puertas del diario en la céntrica calle San Martín, a dos cuadras del cuartel de policía, saqueando la casa habitación de la familia Freyre y maltrató a las personas que allí se encontraban. La venerable dama Juana Arias de Freyre, que contaba ochenta y nueve años de edad y estaba enferma e imposibilitada de moverse, fue golpeada y arrastrada por el pasadizo de la casa (Basadre 1975). Más tarde, desaparecieron “La Voz del Sur” y el “Morro de Arica”. El cierre de las escuelas y la prohibición de izar la bandera peruana se convirtió en foco de violencia en la precordillera de Arica y valles costero. Igualmente se prohibió la entonación del himno nacional ó realizar cualquier acto de carácter patriótico que fuera en beneficio del Perú. Sin embargo, estas prohibiciones eran insuficientes pues fueron ampliamente resistidas por la población indígena en poblados distantes de la sierra y el altiplano ó en territorios que habían quedado a perpetuidad para Chile después de Tratado de Ancón, como lo eran: Camiña, Tarapacá ó Haviña (Tudela 1992). En el caso de la precordillera, los ciudadanos peruanos izaron banderas o realizaron actos patrióticos como también abrieron escuelas privadas, como en el caso de Putre, donde dicha escuela le pertenecía a la sociedad de Beneficia de Putre y que funcionaba con fondos enviados desde Lima. En el año 1901 un informe del Subdelegado de Putre al gobernador de la provincia, consigno la siguiente información: “Pongo en conocimiento a Ud. que el Domingo 23 i el Miércoles 26 de los corrientes se ha cometido por los vecinos de la Subdelegación en mis manos (Putre) los delitos de sedición, atentado contra la autoridad i desacato contra la misma i además se han desobedecido sus mandatos (…) el Domingo 23 como a las 12 1/2P.M. me apercibí de que en un edificio que según se me dijo era de propiedad de don Antonio Mollo, había izada una bandera peruana, estando parapetados en la casa un grupo llamado “juventud putrense” y el cura párroco de Belén (…) lo conferencistas dijeron que no reconocían mi autoridad, que la bandera peruana permanecería izada i que ello estaban dispuestos a todo…” (Legajo nº 213, en Memoria de la Gobernación de Putre, 2 de Julio de 1901).

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El resultado de ese enfrentamiento culmino con la intervención de las tropas chilenas, que realizaron una serie de descargas de fusilería, generándose un combate que termino con un putreño muerto en la casa de Don Antonio Mollo. Las preocupaciones chilenas, sobre la ferviente peruanidad de las comunidades andinas, les obligó a intervenir sobre los templos católicos y en las fiestas católicas, pues los sacerdotes peruanos, empleaban esos espacios para mantener la presencia del Perú en la feligresía. Por ello, en 1907 se prohibió la fiesta de la Virgen del Rosario de las Peñas: En el valle de Arica, a más de 80 kilómetros de esta ciudad, está situado el célebre “Santuario de las Peñas” en que se venera una imagen de la virgen del Rosario, cincelada en la peña, para cuyo culto sus devotos han edificado un valioso templo de tres naves. Allí acudía mucha gente de Tacna, Arica y Tarapacá, en su mayoría peruanos, que engalanaban la iglesia con banderas nacionales; entre los asistentes se veía grupos de devotos, llamados morenos, vestidos de príncipes y señores medioevales, que al son de aires populares y cantos patrióticos, danzaban típicamente en la procesión. Estos morenos, cruzábanse bandas con los colores de la bandera peruana, pedían en sus cantos a la Virgen la libertad de las tierras cautivas, siendo esta la causa de que las autoridades chilenas de Arica, prohibieran esas romerías anuales, valiéndose de diversos pretextos como por ejemplo la aglomeración de fieles, desarrollaba epidemias y enfermedades contagiosas (Palacios 1974: 264).

Ante el mal estado de salud del sacerdote titular de Belén, Jesús del Carpio, el Obispado de Arequipa designo a Benedicto Rosado como cura de la Parroquia del Apóstol San Santiago de Belén, pero este fue impedido de asumir su cargo, siendo además, arrestado por el subdelegado Mauricio Reynaud y llevado a Putre. Una declaración posterior, del subdelegado este menciono sobre los hechos: “En 1906, el 18 de setiembre, siendo Subdelegado de Putre 3ª Circunscripción del departamento de Arica, los Peruanos me quemaron mi casa, por venganza, por haber sido yo el primero que obedeciendo la orden del Señor Intendente don Máximo R. Lira, cerré la iglesia del pueblo e hice cumplir una orden de prisión en contra del sacerdote señor Rosado, que ejercía de párroco sin tener el pase del Supremo Gobierno, aunque anunciado por el incendio seguí en mi puesto impertérrito. Los insultos de los peruanos eran para mi alabanza” (González 2002: 30).

Afines de la década de 1910, la violencia en las comunidades andinas se incrementó como lo informo el sacerdote español Domingo Martínez Gago, quien fue designado como cura de Putre en 1920, pero su simpatía con la 82

población local, motivo su remoción a la pampa salitrera, siendo acusado finalmente de “Peruanofilo” y expulsado de Chile. Su testimonio señala lo siguiente: “En setiembre de 1918 fui trasladado a Chile. Y ese Monseñor Rafael Edwards fue quien me nombro en 1920 capellán de Putre, en la provincia de Arica. Entonces pude comprender que si en Iquique ocurrían crímenes, los de Arica no tenían calificativo humano. He visto atropellos más grandes e inimaginables. Cada vez que los sufrían, los peruanos nativos [indígenas] venían a decírmelo, confiando en mi calidad de español. Yo les escuchaba y sentía temblar mis carnes de horror. Vi muchos. Y nunca deje de expresar mi condenación a tales desmanes. Es que yo quisiera que todo el mundo fuera a Arica a ver aquello (Palacios 1974: 218).

Los diversos niveles de violencia, se expresaron desde los aspectos más básicos y esenciales de la vida cotidiana; un ejemplo de esta realidad se expresó en las prácticas de intolerancia que se vivieron en la década de 1920 en Arica, ya que se prohibido a los ciudadanos chilenos saludar y prestar todo tipo de ayuda a los peruanos, dicha norma también se aplicó a los extranjeros residentes, el contravenir estas disposiciones significo la prisión de muchos habitantes. Por otra parte, durante las noches en las ciudades de Arica y Tacna, sirvieron para la ejecución de todo tipo de expresiones de terror, pues grupos de empleados y oficiales chilenos recorrían de noche las ciudades, dando ¡Vivas a Chile!, ¡Mueras al Perú!, golpeando las puertas y amenazando a los peruanos. En los valles y pueblos de la sierra la realidad fue más brutal, como los expresaron los “tacneños y ariqueños” en Lima: Los habitantes de los campos, no por estar lejos, se encuentran libres de las hostilidades chilenas. Bandadas de soldados recorren las chácaras, pisoteando los sembríos, arrancando, por el solo placer de hacer daño, los frutos verdes y llevándose los maduros; y ¡ay de los que se opongan!: los insultan, los hartan a desvergüenza, les pegan, y con cinismo sin nombre, cuando hablan de quejarse, les dicen que para los “cholos” no hay justicia (Exposición de los tacneños y ariqueños, expulsados de su tierra natal por el gobierno de Chile, 1920: 8).

En conclusión, El bajo impacto de política de “Chilenización” en la población rural y en menor grado la urbana, genero un periodo de hostilidad sistemática hacia los ciudadanos peruanos y simpatizantes extranjeros de la causa peruana, ya que fue tomando expresiones cada vez más violentas desde el año 1901 y que solo culminará en la década de 1940, es decir, mucho después de firmado el Tratado de Lima. Esta violencia fue particularmente desproporcionada en las vísperas del plebiscito acordado entre las naciones 83

litigantes, sin considerar que en la décadas previas se cerraron los colegios y periódicos peruanos, como también se expulsó al clero religioso de origen peruano; aplicándose además la Ley 2.207 o de “Colonización” y la conscripción militar de los indígenas del territorio en 1912; se cerraron los diarios peruanos, las sociedades de beneficencia de Arica y Putre, las escuelas y; finalmente se expulsó al clero católico dependiente del Obispado de Arequipa en 1910. En este contexto, en el año 1925, se encontraba funcionado la Escuela Mixta N° 17 de Ticnamar, cuya preceptora era doña Ema Cabrera Molina. Dicha unidad educativa, tuvo 38 alumnos y funcionaba en una casa particular y solo el 23 de Abril de 1926, comenzó a operar la escuela fiscal en la comunidad (Yucra 2002). Se sumaron a estos hechos, la expulsión de los ciudadanos peruanos al Perú y la deportación de un número aún indeterminado de hombres de las comunidades indígenas y valles cercanos, que tenían derecho a voto a las oficinas salitreras, las prisiones, cuarteles militares y barcos de la armada a lo largo de Chile. De igual forma, hasta la fecha no es posible precisar con exactitud el número de muertos y detenidos – desaparecidos de la sierra de Arica, pues los antecedentes documentales poseen una información parcial y subjetiva (Choque 2012).

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CAPÍTULO IV MEMORIAS DE UN INDÍGENA IRREDUCTIBLE 4.1.

Modesto Mena Mamani

En el capítulo II, se ha mencionado que Modesto Mena nació entre el año 1875 y 1883, siendo el único hijo varón de Bernabé Mena, quien falleció mientras Modesto era un niño. Sin embargo, tuvo otros hermanos producto del segundo compromiso de la joven viuda, Paula Mamani con Juan de la Cruz Ovando 73. Si consideramos que Mena, vino al mundo en 1875, pudo observar a las tropas peruanas conducidas por el General Buendía y Coronel Andrés Avelino Cáceres, pasando por Codpa, el 15 de Diciembre de 1879. Los acontecimientos políticos y el inicio del conflicto diplomático por Arica y Tacna, coincidieron con la mayoría de edad de Modesto Mena, quien se convirtió en ciudadano del Perú en el año 1896, según lo indicado en la constitución peruana de 1867 (Figura 21). Si bien, la infancia de Modesto, fue sacrificada, ya que el rigor propio de la post guerra y los conflictos ideológicos que luego se desataron en Ticnamar y Codpa. Al respecto Mena relata: “Cuando niño, lo mandaron muchas veces a dejar fiambre y víveres a las personas que estaban escondidos en los cerro, quebradas, cuevas y lugares inhóspitos con caminos inaccesibles por temor de ser descubierto o reclutado por su condición de ser peruano” (Oscar Mena, 70 años).

Producto de la convivencia con Celestina Corro, llego a tener siete hijos. Desde temprana edad Mena, tuvo preferencia por la causa peruana, posición que fue reforzada por las memorias de la guerra y el pasó del Mariscal Cáceres por Esquiña, Codpa y luego Arica, generando profundas repercusiones en la poblaciones locales y en el propio Mena. En el año 1886, el coronel Cáceres, se convirtió en presidente del Perú, generando una serie de medidas tendientes a sanear la economía del país; fomento la apertura de escuelas primarias; pago de la deuda externa, reorganización y descentralización fiscal; realización de obras públicas; reapertura de la escuela militar y naval; apertura del país a lo capitales extranjeros y; construyo un altar consagrado a los soldado muertos en la guerra y en especial a los caídos en Tarapacá, Tacna y Arica en el cementerio del Presbítero Maestro. Paralelamente, a estas medidas, inicio un proceso de “Peruanización” en todo el país, prestando principal atención en las provincias cautivas. La medida, más significativa que desarrollo Cáceres, fue la creación del Departamento de Tacna Libre, el 1 de Enero de 1890. Las funciones de este 73

Paula Mamani, tuvo por herencia tierras en Ticnamar y Codpa.

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departamento fue la administración de Tacna y Arica, como territorios del Perú, instalándose autoridades que se encargaron de tener una suerte de gobierno paralelo a la administración chilena para prestar servicios y gobierno a los ciudadanos de las “provincias cautivas”. La capital de este departamento fue el pueblo de Locumba y contando además con representación parlamentaria en Lima. Esta medida de alto valor simbólico y busco dar continuidad a la presencia del Perú en zonas como Ticnamar, Belén o Codpa. Dichas medidas políticas se acrecentaron en el gobierno de Nicolás de Piérola, pues instruyo al poeta tacneño Modesto Molina, la organización de las escuelas peruanas privadas en el territorio ocupado de Arica y Tacna, que ascendieron primero; a 18 escuelas ubicadas en la provincia, que luego se convirtieron en 32 escuelas: “[…] Molina eleva un informe al ministro del ramo, sobre el estado de la instrucción en Arica y Tacna, manifestando que existen 32 escuelas de uno y otro sexo. A las escuelas asisten 1,400 niños, siendo 260 chilenos y 1,140 peruanos” (Morales 1991: 121). Sin embargo, lo más significativo para los campesinos de Arica y Tacna, fue que el Cáceres después de pasar un periodo de exilio en Argentina y Europa, volvió a residir temporalmente a las provincias cautivas, para luego volver a Lima. El mariscal tuvo, una imagen indígena, una mestiza y de héroe, pues en muchos departamentos del Perú, se le considero un indígena, sobre todo en los sectores populares y rurales. En su visita a Tacna, “El brujo de los Andes”, tenía una avanzada edad, los testigos lo muestran como una persona sencilla, cercana a la gente del “pueblo común” y alejado de la “Aristocracia”. Modesto Mena fue un ferviente defensor de la causa peruana, hecho que conservo hasta su muerte el 31 de agosto de 1961. Un año antes de su deceso, el 19 de enero de 1960. Mena, tramito en el Ministerio de Interior del gobierno de Chile, una “solicitud de Permanencia Definitiva”. En dicho formulario se declara como nacido en Ticnamar, dedicado a la agricultura y con residencia irregular. Declaro además, que no posee capital y pero con una renta bruta de cinco escudos. Menciona además, que contrajo matrimonio el 12 de agosto de 1921 con doña Celestina Corro en la subdelegación de Belén, teniendo a la fecha por hijos a Patricia, Julio, Celestina, Elia, Margarita, Maximiliana, Alejandro y Martina, de nacionalidad chilena y peruana. Según el testimonio de su nieto Oscar, los hijos de Modesto, fueron primeramente peruanos, ya que se registraron en el Consulado del Perú en Arica, como es el caso de Bernabé Mena Corro, que al cumplir la mayoría de edad decidió seguir siendo peruano (Figura 22). Según Modesto Mena, decidió contraer matrimonio formal con Celestina, motivado por las presiones y arbitrariedades de las autoridades chilenas, que no dudaron en expulsarlo en el año 1918, debiendo regularizar su situación civil, casándose ante la ley Chilena en Belén. 86

Figura 21. Modesto Mena en el año 1955. 87

Figura 22. Afiche de propaganda peruana. 88

Por ello, la decisión de adquirir la permanencia definitiva en la década de 1960 responde a la necesidad de establecer certeza jurídica a su descendencia por los bienes inmuebles que posee. Los argumentos de la solicitud, fueron: “Por haber nacido en el territorio chileno, haber vivido en Chile toda una vida y tener todos mis hijos de nacionalidad chilena” 74. Anexo a dicha solicitud, un “Certificado de Antecedentes” y el “Certificado de Registro” N° 124 de la Dirección de impuestos Internos, la respuesta del gobierno chileno, le llego en los meses previos a su partida. Cabe destacar que Mena se caracterizó por su alto compromiso ciudadano con la causa del Perú, pues se consideró asimismo, como un “nacionalista peruano”, compromiso que transmitió a sus hijos, pues Bernabé Mena Corro, se dispuso a realizar su servicio militar el Ejército del Perú en el año 1937: “Señor Jefe Provincial Bernabé Mena Corro, de 22 años de edad, peruano, con domicilio en Arica, ante Ud., con el debido respeto me presento y expongo: Que el lugar de mi nacimiento es Belén, 5ª Subdelegación de Belén, perteneciente a Arica (Chile), habiendo nacido el 14 de noviembre de 1914, y figuro inscrito en el Consulado del Perú en Arica, como peruano, en razón de ser mis padres don Modesto Mena Mamani y doña Celestina Corro, de nacionalidad peruana. Informado de la ley del Servicio Militar Obligatorio, he venido a expresamente de Arica, para hacer mi servicio militar; pero sucede, que al presentarme voluntario, en el mes de setiembre último, al despacho de la subprefectura, se me manifestó que no era tiempo y que volviese en este mes. Cumpliendo esta indicación, he vuelto con el fin de hacer mi servicio y al ser examinado por un médico, resulta que me encuentro imposibilitado para hacer ejercicios militares, debido a que me hallo enfermo; en estas circunstancias, y ofreciendo comprobar este hecho, me veo en la necesidad de recurrir ante Ud., con el objeto de que se sirva elevar esta solicitud a la Superioridad, para que resuelva lo conveniente. A fin de que no se me considere como omiso al servicio militar obligatorio, cumplo en presentarme ante esa Jefatura, y con el deseo de saber la resolución que se expida en esta solicitud, suplico se digne Ud., llegado el caso, hacer comunicar al Consulado de Arica (República de Chile), para poder estar a derecho, y así poder dar cumplimiento a los requisitos que tenga que llenar. 74

AMM, personal, N° 005, “Permanencia definitiva”.

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Por tanto, A Ud., se digne aceptar esta solicitud y darle el trámite que corresponda. Es justicia. Tacna, 20 de Diciembre de 1937. Bernabé Mena C.” 75.

Una de las principales preocupaciones de Modesto Mena, fue ser considerando como extranjero en su propia comunidad, pues había avalado y participado en favor de la causa peruana, por lo cual su situación ante las autoridades chilenas era irregular, por lo tanto, la otorgación de la “Permanencia Definitiva” en el territorio chileno, represento un reconocimiento, justicia moral y el acceso a los derechos que tuvo su familia en el “Común de indios de Ticnamar”, que junto a otros vecinos del pueblo busco regularizar en bienes Nacionales. Oscar Mena, recordando los últimos años de vida, expreso: “También reclamo un montepío al Gobierno del Perú, en el cual nunca llegó; estaba viejo, pobre, enfermo y esperando que dios lo recoja en su santo reino, porque su vida fue un calvario” (Oscar, 70 años).

Por otra parte, modesto Mena, tuvo en su juventud una hija natural que no llego a reconocer legalmente, pero que siempre integro a su familia, guardándole un gran respeto. La hija fue identificada como Emilia Tarque, quien contrajo matrimonio con Cirilo Ignacio Subieta, un vecino de Ticnamar. 4.2.

El plebiscito y las comunidades andinas

En el capítulo anterior, hemos mencionado que el Tratado de Ancón, se firmó el 1883, pero solo fue ratificado en 1884, hecho que origino el retiro definitivo de las tropas chilenas desde las serranías del Perú. Dicho tratado determino además, que Tarapacá quedo bajo la soberanía chilena y las provincias de Arica y Tacna, quedaron sometidas a una estatus jurídico singular, pues solo un plebiscito determinaría su situación. Una vez, que se cumplieron los 10 años, se inició un largo conflicto diplomático que cuestiono y defendió la ocupación chilena de tales territorios. Numerosos fueron los intentos por conciliar ambas posturas, pero las posiciones irreconciliables de las partes impidieron una salida negociada al conflicto. Se suman a tales problemas, la propia situación interna de Chile y su cuestión social; y los conflictos que posee el Perú con Ecuador y Colombia, por la misma época (Calderón 2000). 75

AMM, personal, N° 006, “Carta a Jefe Provincial de Tacna”.

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Las primeras negociaciones emergieron en 1894, donde Chile propuso al Perú, adquirir los territorios disputados, pagando una indemnización de 14 millones pesos más la devolución del Monitor Huáscar, propuesta que fue rechazada por el gobierno peruano. Por ello, Chile amenazó con ceder sus derechos en el Tratado de Ancón a Bolivia, hecho que genero mayores retardos a la “cuestión de Arica y Tacna”. Un año más tarde, el embajador chileno Máximo Lira y el canciller del Perú, Ricardo Ortiz de Zevallos, entablaron nuevas negociaciones pero estas no fructificaron pues el gobierno peruano no pudo garantizar monetariamente el pago de la indemnización por la devolución de Arica y Tacna 76. En los mismos años, Bolivia busco acercamientos con Chile para garantizar su acceso al Pacifico, complicando las pretensiones peruanas. En el trascurso del gobierno de Nicolás de Piérola, Guillermo Billinghurst, un antiguo vecino de Arica (antes de la guerra), fue nombrado ministro plenipotenciario ante Chile 77, realizando varios intentos por resolver el conflicto con Chile por los territorios en disputa. Así el 9 de abril de 1898, suscribió un memorándum con el ministro de Relaciones Exteriores chileno Raimundo Silva Cruz, donde se acordó la realización del plebiscito y como árbitro se requirió a la Reina de España, María Cristina de Habsburgo-Lorena. El acuerdo se firmó en Santiago, el 16 de abril de 1898, estableciéndose también, las condiciones del plebiscito, siendo aprobado en el congreso peruano, pero no ocurrió lo mismo en el chileno, donde finalmente fue archivado, hecho que origino el rompimiento de las relaciones diplomáticas. La firma del Tratado de Valparaíso, realizado en 1905, motivo nuevas negociaciones entre Perú y Chile, a cargo de Antonio Huneeus y Manuel Álvarez Calderón, quienes acordaron inicialmente realizar una ampliación del tratado por cinco años para la realización del plebiscito, pero el requerimiento peruano de un arbitraje internacional, motivo el rechazo de Chile. Más tarde, las conversaciones fueron retomadas por Federico Puga Borne de Chile y Guillermo Seoane del Perú, pero las diferencias sobre las cuestiones previas al plebiscito como; las fechas de realización, el rol de los ciudadanos extranjeros residentes en Arica y Tacna y los requisitos de ciudadanía de los eventuales votantes, llevaron a los negociadores a un nuevo punto muerto. En 1912, se convirtió en presidente del Perú, Guillermo Billinghurst, ariqueño, quien dio amplias facultades al canciller Valera para dar a Chile una solución que le sería atractiva, sin embargo, la propuesta fue desestimada por Chile y más tarde Billinghurst fue 76 El canciller peruano Ricardo Ortiz de Zevallos propuso una solución, si Perú no pagaba una indemnización en un plazo dado, las ciudades serían devueltas. Lira se interesó mucho en el asunto, pero la propuesta fue desautorizada por el gabinete peruano. 77 Billinghurst, fue elegido primer vicepresidente del gobierno constitucional de Piérola y senador por Tacna en 1895.

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derrocado por Oscar R. Benavides. El desarrollo de la Primera Guerra Mundial y la tesis del presidente Woodrow Wilson 78, sobre los antiguos territorios conquistados por Alemania, reavivo los reclamos peruanos por los territorios de Tarapacá, Arica y Tacna, logrando el Perú, que Estados Unidos oficiase de árbitro. En enero de 1922, Estados Unidos invito a Perú y Chile a reanudar las conversaciones, bajo el patrocinio del presidente Warren G. Harding. Las primeras reuniones se realizaron en Washington desde el 15 de mayo al 20 de julio de 1922 (Laudo Arbitral) y solo en el año 1925 el árbitro, el presidente Calvin Coolidge 79, expidió el fallo final y sosteniendo que: “el Tratado de Ancón estaba vigente”; el plebiscito debe realizarse en Arica y Tacna; Tarapacá está fuera de controversia, por lo cual el Perú renuncio a todo reclamo por dicha provincia y; estableció la devolución de la provincia de Tarata al Perú, pues estaba fuera de la jurisdicción de Tacna según el Tratado de Ancón. El arbitraje otorgó derecho al votos a todos los nacidos en Arica y Tacna, así como a los residentes chilenos. En este contexto, fue designado como árbitro por el Presidente Coolidge, el General John J. Pershing, quien llego Arica en agosto de 1925 (Figura 23 y 24). El establecimiento de la “Comisión Plebiscitaria” genero importantes expectativas en las provincias de Arica y Tacna, a la población peruana y chilena. Las comunidades de la sierra, no estuvieron exenta a esta dinámica, pues se incrementaron los esfuerzos de activistas chilenos y peruanos, además, de un aumento exponencial de la violencia. Alberto Díaz y Rodrigo Ruz, señalaron sobre el periodo que: “La sombra del plebiscito –en ocasiones– generó un clima caracterizado por el conflicto de identidades (nacionales y locales) y por algunos estallidos de violencia, la que podríamos caracterizar tanto política, psicológica como social entre la población de las ciudades de Tacna, Tarata o Arica, como de las comunidades de la sierra de Huaylillas o del altiplano andino. Por lo tanto, era la población local quién decidiría los destinos soberanos del territorio en comento, incluyendo a los campesinos andinos, que para entonces, no dudaron en manifestar sus compromisos ciudadanos a favor del Perú” (Díaz y Ruz 2009: 314).

78 El presidente Wilson, redactó un discurso conocido como los «Catorce Puntos», que no era más que una serie de propuestas que permitirían desvanecer el fantasma de la guerra en todo el planeta y la conformación de un nuevo orden mundial. El discurso fue dado el 8 de enero de 1918 ante el Congreso de los EE.UU. La intención del presidente era presentar unos objetivos bélicos para la Entente que permitiesen alcanzar la paz y contrarrestar la propaganda pacifista bolchevique. 79 Ver Basadre (2005).

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Figura 23. John J. Pershing, Presidente de la Comisión Plebiscitaria. 93

Figura 24. La Comisión Plebiscitaria, Manuel de Freyre y Santander por el Perú, Agustín Edwards por Chile, John J. Pershing por Estados Unidos y Luis Barcelo, Intendente de Tacna (Chileno).

Los autores agregan que este periodo se caracterizó por una exaltación de los símbolos patrios y acciones de orden político y económico para asegurar la integración del territorio y su población a la nación, chilena. La llegada de la “Comisión Plebiscitaria Peruana”, a bordo del B.A.P. “Ucayali” al puerto de Arica, genero expectación en la población local, pues el máximo representante peruano, fue don Manuel de Freyre y Santander. En dicho, barco funciono además, el periódico "La Voz del Sur", el principal órgano de propaganda de la causa peruana en Arica, Tacna y las comunidades andinas. En este contexto, se debe considerar relevante la existencia de los organismos de propaganda de ambas naciones, ya que el 64.8% de la población indígena de la 5ª Subdelegación de Belén sabe leer y escribir, convirtiéndose en centro de interese lectoral (Díaz y Ruz 2009). La instalación de la Comisión plebiscitaria en Arica, se produjo el 5 de Agosto de 1925 en la ciudad de Arica y vino a ejecutar el acuerdo sostenido en los meses previos. Respecto a las personas que podrían votar en el plebiscito, estas serían todos los nacidos en Arica y Tacna, y los chilenos que tuviesen más de dos años de residencia antes de 1922, año en el que se suscribió el protocolo en Washington. En las semanas previas a la sesión inaugural de la Comisión, la maquinaria propagandística de ambos países ya estaba en marcha. Las primeras sesiones de la Comisión, tuvieron por finalidad discutir las atribuciones de la “Comisión plebiscitaria”, que según las autoridades chilenas, esta solo tenía funciones específicas. Sin embargo, el árbitro dictaminó que le correspondía la supervigilancia del proceso plebiscitario, con el fin de que “pudiesen votar libremente, en la necesidad de garantías y protección para los que no tenían el poder ni la fuerza de su lado, es decir, la población peruana” (Yepes 1999: xxiv). Dicha postura de Pershing, surgió por las continuas denuncias que realizaban los ciudadanos peruanos a los oficiales norteamericanos desplegados en Arica, Tacna y algunas subdelegaciones rurales. En este escenario borrascoso, la violencia fue incrementando a tal punto que el Pershing solicito el retiro de un número importante de funcionarios públicos chilenos, que instigaban o participaban de la violencia en contra de los peruanos, acusando las siguientes autoridades: Luis Barceló, intendente de Tacna; Francisco Lopehandía, subdelegado de Lluta; agregando luego al subdelegado de Putre, Azapa y Pachía, entre otros. Ante este clima, Pershing renuncio a la Comisión y fue remplazado por William Lassiter el 27 de Enero de 1926. En base a los antecedentes expuestos, cabe la siguiente interrogante ¿Qué ocurría en Ticnamar en la época? Para el año 1925, Ticnamar se encuentra sumida en una profunda división, pues parte de la población se declara partidaria de la causa peruana, teniendo como máximos exponentes a Modesto Mena, Julio Mena, Tiburcio Ape, Hermenegildo Yucra, Bernabé Mena, Bartolomé Zubieta, Paulino Sajama y 95

Zenón García 80. El creciente clima de violencia llevo a un número indeterminado de vecinos a tomar la nacionalidad chilena, situación similar enfrentaron los bolivianos residentes en Ticnamar, que solicitaron nacionalizarse en la gobernación de Arica. Dicha situación, se presentó con recurrencia en la 5ª Subdelegación de Belén, pues parte de los nuevos ciudadanos lo hicieron por miedo a los “mazorqueros” o por cierto oportunismo económico, pues ser chileno involucraba acceso a ciertos recursos de origen estatal. Una de estas medidas asistenciales fue el compromiso de construcción de una escuela en Belén y otra en Ticnamar en el año 1924, bajo el compromiso de que los vecinos de dichos pueblos costearan el transporte de los materiales de edificación desde Arica (Díaz y Ruz 2009). Oscar Mena se refiere a esta época en Ticnamar: “A la gente peruana que había renunciado a su nacionalidad, los vigilaban, tenía que mantener neutral, si los pillaban conversando con los contrarios o vecino, se consideraban hacer propaganda, entonces le caía la justicia. Prohibieron toda clase de música y baile de la zona como huayno, taquirari y canto, y todas las ceremonias ancestrales a la cosmovisión andina, que a raíz de esto, se fueron perdiendo en el tiempo, a cambio, se impusieron las tonadas y cuecas que es el baile nacional de Chile y destacar las epopeyas Chilenas en los actos cívicos” (Oscar Mena, 70 años).

Igualmente, el nieto de Modesto, expresa que en dichos años hubo personas que desparecieron o murieron, como también, de muchas personas que sufrieron diversos atropellos, golpes, amenazas injustas, prisiones o acosos por ser peruano o sospechoso de simpatizar con el Perú. 4.3.

La persecución y exilio de Modesto Mena

En el año 1918, Modesto Mena fue expulsado de Ticnamar por su condición de peruano y por tener una permanencia irregular, según las leyes chilenas. No obstante, dicha situación coincidió con la expulsión de varios indígenas peruanos del territorio. Sin embargo, la expulsión de Mena será temporal, pues volvió de manera “ilegal” a la provincia y se radico en Codpa, junto a su esposa e hijos. Durante su estancia en Codpa, se incrementó la presión y las amenazas hacia los peruanos hecho que coincidió con la aparición permanente de las organizaciones paramilitares, conocidos como “Ligas Patrióticas”, “Sociedades de Nativos” y popularmente, llamados “Mazorqueros” 81. Estas 80

AMM, personal, N° 007, “peruanos en Ticnamar y Codpa”. “Las Ligas Patrióticas provocaron la expulsión de los peruanos a través de acciones donde la violencia fue el instrumento principal. Asesinatos, robos, discriminación y abusos de todo tipo, eran cosa de todos los días (...) queda claro que se trata de sucesos dramáticos ocurridos en la comarca tarapaqueña" (Lautaro Núñez, Premio Nacional de Historia). 81

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organizaciones fueron integrados por funcionarios públicos, militares y ciudadanos chilenos del más amplio espectro, que se dedicaron a realizar actividades de propaganda, intimidación y persecución de todo ciudadano peruano, chilenos “peruanofilos” o extranjeros simpatizantes del Perú. La Comisión Plebiscitaria del Perú, en la época hizo permanentes acusaciones contra estas organizaciones, pues actuaban de manera impune, acusando además, que eran financiados por el gobierno chileno, hecho que fue desmentido por las autoridades chilenas. En el caso de las comunidades rurales, estas organizaciones operaron desde las capitales de Subdelegación, donde existía una mayor población de origen chileno, además de antiguos peruanos que optaron por nacionalizarse como “chaleno” (Choque 2012). Javier Zenis, señala que en el caso de Codpa, se organizó la primera “Junta de Nativos Chilenos” en 1924 y que fue presidida por don José Tapia Gutiérrez. Este habría viajado a Santiago en 1925, junto a una delegación de presidentes de las “Junta de Nativos” o “Mazorqueros” de todas las subdelegaciones del Departamento de Arica (Zenis 2012). Las canciones que entonaron estos “chalenos”, fueron: “Tacna y Arica serán de Chile. Pese a quien pese tendrá que ser. Somos nativos, vamos a las urnas. A dar el voto para vencer” (Zenis 2012: 86).

Las prohibiciones entre 1924 a 1926, fueron de diversa índole, pues se limitó el desplazamiento a otros pueblos o zonas de pastoreo, ya que todos los ciudadanos debían solicitar un pasaporte en los retenes de carabineros. Por otra parte, se prohibieron la extracción de leña, yareta y venta del carbón, siendo un producto de primera necesidad en cada hogar y de alta demanda en el centro minero de Choquelimpie. En este contexto, la población masculina en edad de realizar su servicio militar era enviada por vía marítima a Iquique o Copiapó con la finalidad de acelerar su Chilenización82. Caso contrario, eran expulsados como le ocurrió a Modesto Mena, que fue embarcado a la fuerza en el vapor “Perú”, el 1° de Noviembre de 1918, con destino al Puerto Mollendo: “Allá en Mollendo, fue desembarcado y dejado sin dinero, solo con lo puesto, tuvo que trabajar ocasionalmente en lo que sea para poder subsistir con la sola intención y anhelo de volver a su querida Arica y su pueblo de Ticnamar, donde lo esperaba su señora y sus hijos. Lucho en la clandestinidad para que las autoridades chilenas no lo pillaran, tanto en su paso por Tacna, Arica y el pueblo de Ticnamar, así se mantuvo durante un tiempo, en la clandestinidad, pero no faltaron los que lo denunciaron, sus propios vecinos le tenían mala” (Oscar, 70 años). 82 La labor de control cultural y socialización llevada a cabo por Carabineros y el sistema educativo chileno, interrumpió sustantivamente la transmisión de elementos culturales aymaras.

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Tiempo después, mientras residía de manera ilegal en el valle de Codpa en los predios de su madre, Paula Mamani, fue arrestado por los policías, estando detenido dos días en el Retén de Codpa y en los primeros días del mes de Julio de 1924 a las dos de la madrugada, recibió las siguientes instrucciones de uno de los guardias: “Mena, ensilla los Mulares y tu Caballo, “porque vamos a salir a terreno”, para cumplir dichas ordenes, lo mandaban con un policía de guardia, mientras cumplía su trabajo, encasillar los animales, el policía le apuntaba con el fusil, él ya había instruido que su vida llegaría hasta aquí. Los Policías tenían carta blanca en su contra y estaba condenado a ser fusilado, fue tanta su preocupación y sus ruegos a Dios, porque era creyente y muy católico, de repente se le vino a la menoría la idea de cómo fugarse. Invento el plan de fuga y le pidió al guardia el último deseo, necesito orinar, ya tenía listos los mulares, su caballo y las riendas de los animales en sus manos, en cuanto bajó el fusil con el cual lo apuntaban, rápidamente le paso las riendas y emprendió la fuga anhelada, saltando un muro de adobe de casi dos metros de alto, por suerte cayo al otro lado de la cerca de una sequía de regadío que pasaba y traía agua, por entre la sequía emprendió su fuga, mientras el policía disparaba al aire y para salir tenía que dar la vuelta a la casa, se dio el tiempo necesario para alejarse rápidamente por la sequía, mientras tanto sentía los disparos por todas parte del pueblo de Codpa y preguntaban a los vecinos que habían salidos de sus casas por el alboroto, si le habían visto” (Oscar, 70 años).

El propio Modesto Mena, confidencio años más tarde a sus nietos sobre su huida: “La oscuridad del alba me protegió hasta aclarar el día, fue entonces, sin pensar dos veces, que me subí a un árbol, era un peral viejo, donde permanecí todo el día arriba con la mirada atenta a cualquier cosa, veía como los policías subían por el camino tropero valle arriba y bajaban una y otra vez, preguntando a la gente del sector, si habían visto al tal Mena. Subí por el camino y permanecí todo el día, con el susto y el miedo, no sentía frio, ni calor, ni hambre, lo único que pensaba era que llegará la noche lo más rápido posible para emprender la huida a Ticnamar” (Modesto Mena) 83.

Mena, llego a Ticnamar al alba del día siguiente, explicándole a su esposa lo sucedido en Codpa. Acto seguido su esposa le preparo “fiambre” y algunos víveres para que emprendiera la huida hacia la cordillera 84. La policía, llego a 83

AMM, Documento, N°01, “memoria”. El fiambre, son los alimentos que son embutidos como las salchichas o pasteles de carne. En el mundo andino, el fiambre es un conjunto heterogéneo de alimentos que sirven de sustento a los campesinos. Sus ingredientes son papa, chuño, maíz tostado y carne (Cerdo, Ovino o Equino). Suele acompañarse también de carne deshidratada o “Chaqui”. 84

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Ticnamar horas más tarde, registrando la casa y desbaratando todo objeto sospechoso. Más tarde, se dirigieron a las casas vecinas y sectores agrícolas en busca del prófugo. Dicha acción, la realizaron durante al menos cuatro días, pues pensaron que Mena podría haber vuelto en la noche. Desde sectores cercanos a la cordillera Modesto, solicito la ayuda de un vecino, quien comunicó a su esposa, que le enviara ropa y mercadería antes de emprender su viaje a Bolivia. Este vecino de Ticnamar fue don Juan de Dios Cuevas (Casado con Filomena Apas) y su familia, quienes residían en el sector de Chulpa, al Este de Ticnamar. Modesto Mena llegó a un pueblo fronterizo de Bolivia, llamado Chachacumani y luego a Turco, donde ejerció de comerciante, situación que le permitió enviar mercancías a su esposa, por medio de amigos y vecinos de Ticnamar, pues nunca falto alguien que le prestara “alguna ayuda”. Según Oscar Mena su abuelo: “[…] El soñaba en las noches y rogaba a Dios, que se terminara este calvario, en el sueño, siempre se le presentaba un Señor Viejito, de larga barba blanca y lo consolaba diciéndole “hijo no llores tanto por tu familia, ellos están bien y tu hijo Julio, se preocupa y los cuida”, esto lo confortaba y a la vez lo consolaba, para seguir luchando por la vida” (Oscar, 70 años).

En la misma época de la huida de Mena, los simpatizantes peruanos de Codpa, Livilcar, Esquiña, Timar, Ticnamar, Belén, Socoroma, Putre, Pachama, o Saxamar vivían escondidos en quebradas y cerros, por miedo a ser denunciados por la “Liga Patriótica Chilena”, quienes marcaban las casas con cruces negras; los peruanos, huían por temor a ser ejecutados o perder sus bienes. Simultáneamente, no faltaron quienes se apropiaron de los bienes y propiedades de peruanos caídos en desgracia, generando largos conflictos de judiciales hasta el día de hoy en Ticnamar y otros pueblos de la precordillera. Por ello, aprovechando su red de contactos con simpatizantes de la causa peruana, que lograron huir a Bolivia. Modesto Mena, pudo inscribirse en la delegación peruana en La Paz, para votar en el plebiscito que se estaba organizando en Arica. Además, utilizando sus vínculos políticos, convirtiéndose en el encargado de los votantes peruanos de la sierra, que estaban residiendo en Bolivia. Dicha inscripción (su copia), titulada “Solicitud de inscripción del votante Modesto Mena. Plebiscito de Tacna y Arica”, proporciona datos alusivos al linaje de Mena, cita su partida de nacimiento y demuestra su relación con la 5ª Subdelegación (Figura 25). Además, integra un cuestionario extenso, que se anexa parcialmente: 1.Nombre y apellido. R. Modesto Mena Mamani 4. Lugar de Nacimiento, Provincia y Distrito. R. Ticnamar, Arica. 19. ¿Fue Ud. expulsado o nó y en qué forma lo expulsaron? R. Me expulsaron el año 1924, 5 de julio a Bolivia desde entonces me he encontrado en la frontera de Bolivia – Chachacumani.

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20. Fecha en que fue Ud. expulsado. R. También, fui expulsado al Perú el año 1918. 21. ¿Qué autoridades lo expulsaron? R. Fue la Liga Patriótica en el vapor “Perú”. 22. ¿Su expulsión fue hecha por tierra o por mar? R. Por tierra a Bolivia. 28. ¿Ha sido Ud. emplazado edictos de las autoridades militares chilenas por incumplimiento del servicio Militar en Chile, por le hecho de haber nacido en las Provincias de Tacna o Arica? R. por varias veces me han tenido preso por no hacer el servicio militar, yo nací antes de la ocupación chilena de Tacna y Arica. 44. ¿Puede Ud. indicar algún miembro de su familia que tenga derecho a votar? R. Tengo un hijo. ¿Cuál es su nombre y dirección? R. Julio B. Mena, reside en Ticnamar. 45. ¿Si tiene Ud. algún otro dato que crea Ud. interesante, sírvase Ud., consignarlo aquí? R. Al expulsarme de Arica la Liga Patriótica me robo $200 y la segunda vez cuando regrese del Perú, me expulso el día 5 de julio de 1924 a Bolivia. 46. Si tiene Ud., un retrato tamaño pasaporte, sírvase Ud., pegarlo en el sitio indicado. Firma. Modesto Mena Mamani Notas. Sírvase Ud., contestar a estas preguntas con sujeción estricta a la verdad, pues ellas van encaminadas a procurarle los comprobantes indispensables para acreditar su calidad de tacneño o ariqueño” 85 .

En los meses posteriores, centenares de peruanos comenzaron a retornar a las ciudades de Arica y Tacna, para participar del plebiscito, llegando a realizar desfiles espontáneos, pero las consecuencias serían igualmente dolorosas para aquellos ciudadanos, pues eran atacados por los simpatizantes chilenos (Figura 26): 85 AMM, Personal, N° 008, paginas 2, 3 y 4, “Solicitud de inscripción del votante Modesto Mena. Plebiscito de Tacna y Arica”.

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A la salida de la estación y en las calles de Tacna se produjo una agresión pública, brutal y prolongada, en contra de los peruanos, que intentaban trasladarse al centro de la ciudad, algunos en autos y otros a pie. Este acoso se produjo en presencia de, al menos, veinticinco policías y de una turba vociferante y hostil. Uno tras otro, los peruanos fueron separados del grupo por pandillas organizadas, cada una compuesta por entre seis y diez chilenos, y en presencia de la policía fueron golpeados en el suelo, pateados, apaleados, robados y, en general, maltratados escandalosamente. Los peruanos siguieron su recorrido, siendo apedreados. Continuaron recibiendo insultos, amenazas y agresiones similares, a lo largo de su lento avance de la estación ferroviaria a una casa en la calle Carreras, cerca de la calle San Martín, donde se refugió la mayoría de ellos. Los peruanos no pudieron defenderse de manera efectiva en contra de sus agresores. Fueron asaltados sin provocación y casi sin resistencia. Muchos peruanos resultaron heridos, algunos de gravedad. La apariencia de protección de la policía fue tan ineficiente, tan falta de entusiasmo y tan completamente ineficaz, que sugiere que la mayor parte de la policía, si no realmente en connivencia con los agresores, simpatizaba con ellos y no tenía intención de oponer resistencia real a sus ataques, o de ofrecer una real protección a los peruanos” (Wambaugh 1933: 479-480). En las subdelegaciones rurales el clima de violencia fue igualmente intenso durante estos meses, así lo corrobora la denuncia de la Comisión Plebiscitaria norteamericana, pues su acusación dice: “El arresto y golpiza de Mollo y sus compañeros fue premeditado y planificado. El teniente Alberto Carlos Toro Coronel, segundo al mando del escuadrón de carabineros de Putre, participó en la ejecución del plan para arrestar, golpear e intimidar a estos hombres […]. Sería extremadamente difícil no llegar a la conclusión que estos actos ilícitos se llevaron a cabo con el conocimiento y consentimiento del teniente Hernán Donoso Tapia, comandante del escuadrón de carabineros de Putre, y el señor Luis Luco Cruchaga, miembro chileno de la Junta de Registro y Electoral de Putre y, o en cumplimiento de un plan del que formaban parte. El señor Luco fue implicado en la intimidación de Pedro Huanca, Bernardo Villanueva y María Isabel Vásquez de Aquino y ambos, el señor Luco y el teniente Donoso, en la intimidación de Bernardo Mamani Gutiérrez. Que el señor Luco se encuentra detrás del sistema de espionaje e intimidación en Putre es la inferencia natural que se extrae de la masa de testimonios recogidos por el Inspector. Ni el señor Filiberto Ochoa, juez de la subdelegación de Putre, ni el señor Jorge Aliaga Rojas, subdelegado de Putre, han tomado medida alguna para corregir la situación en esa localidad. El mismo señor Aliaga está implicado en la intimidación de Lorenzo Humire Choque. (Wambaugh 1933: 482).

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Frente a esos hechos, el gobierno peruano en 1925, gestiono la compra de un terreno de 125.000 m2, a la Sociedad Británica Coro Coro United Copper Ltd., para alojar a los plebiscitarios peruanos, que buscaban refugio en la ciudad de Arica 86. En este clima de permanente agitación, Mena permaneció en Bolivia dedicándose a realizar sus actividades comerciales y organizar su retorno a Ticnamar, acción que solo concretaría luego de firmado el Tratado de Lima. Sin embargo, las tristezas y el dolor de la familia Mena, se acrecentaron con la ausencia de Modesto, pues en las vísperas de la fiesta de la Asunta de Ticnamar, su hijo Julio desapareció, y fue encontrado muerto en las cercanías de Timalchaca en 1927, dos años después de su desaparición. Otra de las consecuencias del exilio de Mena, fue la pérdida de sus predios, recibidos en herencia en el valle de Codpa (sector Sajima), además de dos sitios en el propio pueblo. Esto debido a la acción de su hermanastra, doña Eulogia Ovando Mamani, una adherente de la causa chilena, quien aprovecho la ausencia de Modesto y los inscribió a su nombre con la complicidad de las autoridades chilenas. Los bienes raíces de Ticnamar, los pudo recuperar años después del tratado del año 1929, gracias a la información tributaria disponible en la Dirección de Impuestos Internos (hoy Servicios de Impuestos Internos). En el año 1928, puedo obtener un permiso del Subdelegado de Belén para visitar a su esposa e hijos durante 15 días, para luego retirarse nuevamente a Bolivia87. 4.4.

Casos conocidos de muertes y desapariciones en Ticnamar

En el pueblo antiguo de Ticnamar, al igual que otros pueblos de la sierra, existió un Retén Policial. Dicho sitio de propiedad de don Agustín Sajama Corro, quien lo arrendo a la 5ª Subdelegación, empleado como cárcel del pueblo. Las calles del pueblo antiguo eran angostas, permitiendo que los abusos que se cometieron en contra de los presos (peruanos), fuesen oídos por los demás vecinos, generando una serie de rumores y miedos por las acciones que se practicaron en dicho reten. En este contexto, político y clima de miedo, se produjo la desaparición de don Tiburcio Ape y Julio Mena. Tiburcio Ape88, estuvo casado con doña María Ovando, ambos con residencia en Ticnamar. Don Tiburcio según los antecedentes proveídos por 86 El Proyecto de Ley N° 2089/2012 (Perú) del 4 de abril del 2013, incorpora la cláusula décimo séptima disposición final y transitoria, a la constitución, mediante la cual se prohíba la cesión total o parcial del territorio de Arica a una tercera potencia. 87 AMM, Personal, N° 012, “Certificado de Subdelegado de Belén”. 88 Erick Álvarez, en su genealogía del pueblo de Ticnamar, sostiene que el apellido Ape, está instalado plenamente en el pueblo en el año 1857.

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Figura 25. Pase de Quince días otorgado a Modesto Mena en Belén.

Figura 26. Papeleta de inscripción para el Plebiscito de Tacna y Arica. 104

Oscar Mena, era analfabeto, pues no sabía leer ni escribir, por ello, no existía posibilidad que participara en el mencionado plebiscito, dado que no cumplía los requisitos acordados por los gobiernos de Chile y Perú. Además, don Tiburcio, no hablaba bien el castellano, por lo cual ignoraba completamente las intenciones de los policías, sin embargo, fue acusado de espionaje y ejecutado más tarde en el retén de Guaycara como un enemigo del Estado (Figura 27). Guaycara, está ubicada en las cercanías del cerro Familiane (zona de Timalchaca), en la ruta que une Ticnamar con Bolivia. Los hechos se originaron en Ticnamar, donde los policías le ordenaron llevar una correspondencia al retén fronterizo, siendo una orden de fusilamiento para el portador de la carta. Una vez que Ape llego a su destino, los policías le instruyeron que debía ir a una colina cercana: Una vez allí, don Tiburcio, levanto los brazos como se le indicaron e hizo la señal y los policías cumpliendo la orden de ejecución, le dispararon. Así murió don Tiburcio Ape, por no saber leer ni escribir, se entregó inocentemente para ser ejecutado. Su cuerpo desapareció por encanto, nunca apareció hasta el día de hoy y estas noticias solo se saben porque los policías se burlaban y reían de este trágico día cuando estaban borrachos” (Oscar, 70 años).

Doña María Ovando, busco a su marido por cerros, quebradas, cuevas y otros lugares, sin lograrlo, con el propósito de darle cristiana sepultura. Los policías solo mencionaron que Ape se había fugado a Bolivia, pero doña María en esas diligencias, encuentra el cuerpo de Julio Mena Corro, hijo de Modesto, quien había desparecido en la primera quincena de Agosto de 1925 en Ticnamar. Julio Mena, tenía alrededor de 18 años en 1925 y desapareció una noche mientras retornaba del ensayo de la banda de zampoñas del pueblo, que se preparaba para la fiesta del 15 de Agosto (Figura 28). La banda realizaba sus ensayos en la sede social del pueblo, donde fue visto la última vez por sus familiares y amigos, que lo vieron partir a su casa. Según, Oscar Mena, su abuela Celestina, sospecho inmediatamente de los policías, sosteniendo que algunos vecinos habían visto como se llevaron a Julio, pero callaron por temor a las represalias. Las causas de este hecho, se atribuyen a una venganza, contra la familia Mena, pues su padre se había fugado un año antes desde Codpa. La muerte del hijo mayor de Modesto y Celestina, fue trágica para su familia, pues él la sostenía, ya que su padre se encontraba refugiado en Bolivia: “Él pagó las consecuencias de esta Chilenización. Un joven que estaba empezando a vivir y su vida fue truncada a tan temprana edad, dejando en

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total abandono a su madre y hermanitos, porque el como hijo mayor cargaba el peso de la casa y de la familia ya que su padre estaba en el exilio” (Oscar, 70 años).

Durante un tiempo, surgieron una serie de rumores sobre la desaparición de Julio, se creía que lo habían capturado y golpeado en el callejón cercano al retén policial. Los vecinos del pueblo, comentaban que fue golpeado en la cabeza y luego introducido al retén y desde ahí lo desparecieron, hasta que fue encontrado por doña María Ovando en las cuevas existentes en el cerro Margarita, algunos años después. Su cuerpo estaba cubierto ligeramente con piedras, siendo fácilmente reconocible por su madre y familiares. Y al igual, que en el caso de Tiburcio Ape, la policía simplemente se remitió a decir de manera grosera, que se había escapado a Bolivia junto a su padre. Los restos encontrados por doña María, correspondían a un esqueleto que conservaba sus vestimentas típicas, pero no tenía cabeza. Solo el buen estado de la vestimenta, permitió a los vecinos y familiares, reconocerlo como Julio Mena, siendo enterrado más tarde en Timalchaca. 4.5.

Casos en Putre y Codpa

El estado de violencia existente en Putre, denunciado por los oficiales norteamericanos ante la Comisión Plebiscitaria, prosiguió en los meses siguientes, pues las intimidaciones y agresiones se siguieron expresando cotidianamente contra los peruanos de las subdelegaciones rurales. Un antiguo putreño, don Ruperto Quispe Vilca, proporciona dos antecedentes difusos sobre la muerte de dos putreños, pero a su vez, muy importantes, ya que estos recuerdos son parte importante de la memoria colectiva de dicha comunidad hasta nuestros días. Según don Ruperto los hechos fueron los siguientes: El Sr. Teófilo Medina y el Sr. Huanca, salieron del valle de Lluta desde el sector Chapisca, a caballo rumbo a Putre, por la ruta tropera. Ambos viajaron toda la noche y amanecieron en un sector llamado Ora (Cercanías de Zapahuira), donde desayunaron el fiambre, que llevaban en sus alforjas. Estando en pleno desayuno aparecieron unos arrieros que iban con rumbo Arica, quienes les advirtieron del peligro que les esperaba en el pueblo de Putre. Les dijeron que no vaya porque les están esperando. Don Teófilo Medina, sin pensarlo dos veces, monto en su caballo y emprendió viaje a Bolivia, donde se asilo y se escondió hasta que pasara su persecución, por ser peruano o cholo. No se tiene conocimiento cuanto tiempo estuvo en Bolivia exiliado. Siempre estuvo recibiendo noticias de los acontecimientos y encargos de sus familiares.

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Figura 27. Ruinas del Reten de Guaycara en las cercanías de Timalchaca.

Figura 28. Tumba de Julio Mena en cementerio de Timalchaca.

Por el contrario, el Sr. Huanca, el no advirtió el peligro y emprendió su viaje hacia el Pueblo Putre, montado en su caballo y muchos lo vieron bajar la cuesta perdiéndose en el lecho del rio, su cuerpo jamás apareció a pesar que sus familiares los buscaron incesantemente por días y noches. El otro caso, es el de Antonio Mollo, que fue muerto en Putre por orden de un vecino importante del pueblo, que era apodado el “Guatón Q”. Los asesinos de Mollo, fueron dos personas del pueblo, uno de ellos de apellido Vilca, pero la policía hizo vista gorda de lo que pasaba en el pueblo” (Ruperto, 80 años).

Si bien, la información sobre Mollo contrasta con los antecedentes documentales, la versión oral se suma a otras igualmente difusas, pero son producto de las complejidades, controversias y violencias de la llamada “chilenización violenta” (González 1997). En la misma época, el Putreño. Don Manuel Jirón Tapia, quien trabajaba en el valle de Lluta, debió viajar sorpresivamente al pueblo de Putre, pues le llegaron noticias sobre el matrimonio de su madre con un vecino del pueblo, que no contaba con su beneplácito. Por ello, Jirón emprendió un viaje a caballo y tras discutir y aclarar la situación se devolvió a Lluta, desapareciendo entre Socoroma y Lluta, la gente del pueblo solo se remite a decir sobre Jirón, que “desapareció en el camino, por encanto”. En Codpa, en el año 1925, don Nataniel Jiménez Yante, se destacaba por su buen vestir y elegancia, también por ser un hombre respetado en el valle y cercano a todos los vecinos. Sus familiares lo describen como una gran persona, un caballero, las memorias familiares cuentan, que durante una madrugada, llegaron dos personas con poncho negro de castilla, y gorro pasamontaña a la casa de don Nataniel, tocaron la puerta y salió su hija Isolina, a quien le preguntaron por su padre, respondiendo que estaba durmiendo y la hicieron llamarlo, pues le tenían un mensaje urgente. Isolina, fue a buscar a su padre, quien se levantó, y salió atender a las visitas, pero cuando llego a la puerta, los dos desconocidos le dispararon a quema ropa y se fugaron. Sus familiares lo velaron y sepultaron, luego dieron cuenta al retén de policías de lo sucedido, dejando estampada la respectiva denuncia. Los descendientes de don Nataniel, sostienen que la policía simuló la investigación, pues serían ellos mismos los ejecutores del crimen, en el pueblo de Codpa. Otros hechos similares los narra, don Juan Zenis a su hijo Javier en Codpa, diciendo lo siguiente: Don Flavio Jiménez, estaba huyendo a esconderse en la Cordillera del poblado de Sucuna, pero fue intersectado por una patrulla de Policías. Este vecino iba con su esposa y dos hijas, que eran muy bonitas. Entonces tuvo

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que transar con el Sub-oficial de cargo de patrulla, entregándole una de sus hijas para que lo dejara libre y continuar su viaje. El Suboficial, se trajo a la joven a Codpa y más tarde se casó con ella. Más tarde se radico en la ciudad de Iquique (Javier, 76 años).

4.6.

La mujer ticnameña durante el plebiscito

La participación de la mujer en los conflictos bélicos y políticos ha quedado registrada en numerosos trabajos históricos y etnográficos, pues la encontramos como participe activa en los conflictos, ya sea en los cuerpos logísticos, médicos o en los frentes de guerra. Ejemplos de la incorporación de la mujer a los conflictos, son posibles encontrar en la Guerra del Pacifico, Primera y Segunda Guerra Mundial, entre otros más. La violencia plebiscitaria no solo afectara a los hombres, sino también tuvo como mudas testigos y protagonistas a la mujeres en las ciudades y comunidades de Arica y Tacna, pues debieron participar a favor o en contra de la causa chilena y peruana. Este involucramiento de la mujer, se debió en gran medida por la presión que se ejerció sobre ellas, desde las nuevas elites prochilenas, como también en el caso de las mujeres partícipes de los Comités; el involucramiento estuvo asociado al inminente acceso a nuevos recursos económicos y por el ejercicio del poder que adquirieron desde los agentes chilenos. Para Virginia Woolf, este involucramiento se debió a las razones de exclusión, que afectaron a las mujeres de Ticnamar. Sin dejar de mencionar que muchas de ellas, simplemente acompañaron en su calvario a sus esposos muertos o huidos por el periodo de violencia que se estaba viviendo. La mujer en este contexto, fue víctima y victimaria. El primer enunciado, se da porque, debió enfrentar la pérdida de un esposo, hermano o hijo, ya sea por su muerte o exilio. No obstante, la violencia en contra de la mujer puede ser simbólica o estructural, pues la condición de peruana y la mantención de su nacionalidad, genero discriminación y privación del acceso a los recursos comunales en muchas comunidades andinas, en especial luego del surgimiento de los comités pro-chilenos. Se suma a este escenario, que las mujeres de los peruanos debieron enfrentar con esfuerzo no solo “la pena” de la pérdida de un ser amado, sino también enfrentarse a las duras tareas agrícolas en las comunidades andinas. Así lo vivieron doña Celestina Corro, María Obando e Isolina Jiménez, entre otras tantas mujeres de Arica y Tacna. Por tal razón, luego de ser expulsados; los maestros, los sacerdotes y los periodistas, fueron las mujeres quienes asumieron, voluntaria y calladamente, la 110

noble tarea de mantener vivo el espíritu y el fervor patriótico entre nuestros connacionales (Palacio 1974). De esta forma el hogar pronto se convirtió en un verdadero refugio de la peruanidad, en el cual desde muy pequeños, los niños aprendían a querer y venerar todo aquello que significaba la vinculación con el Perú. Diversos investigadores peruanos afirman, que el calvario de Arica y Tacna (Morales 1991), lo vivieron también, las mujeres de estas provincias, por ello se ha convertido en referencia obligada, durante las celebraciones de la ciudad de Tacna. Los siguientes párrafos, extraídos de la misa de la catedral de Tacna en 1926, reflejan el rol e importancia de la mujer en este periodo de violencia: “¿Por qué lloráis tacneñas?, preguntaba ¿Qué agudas penas, os atenaza el corazón? Lloro por un hijo, un padre, un esposo, respondían, que de nuestro hogar arrancado fue. Lloro, porque, si victima ha caído, el sitio donde yace no sé dónde está y no puede allí ir a regar las lágrimas que derramo. Lloro y mi llanto no puede bañar la tierra que le cubre: la planta que se su corazón, sublime brotaría, en espera de mis lágrimas seca debe estar. No lloréis más, les dije. Detened el raudal de vuestro llanto. La voz de los que, antes de rendir de sus almas el albedrío, la vida no les importó perder, desde la Gloria retumba y dice: Fue por la patria y lo hecho por la patria no se llora. Nuestro sacrificio no ha sido en vano. Es el pedestal sobre el que, radiante, el pabellón peruano aquí alzará de nuevo, y en ese día desde sus tumbas ignoradas, nuestras almas vendrán a besar, llenas de felicidad, la enseña por la cual morimos” (Revista Mundial, agosto 27 de 1926).

También, hubo mujeres, que tuvieron funciones específicas en la violencia, ya que debían seguir a las “peruanas”, que salían durante la noche para proveer de alimentos a sus maridos, refugiados en los cerros. Igualmente, vigilaban los caminos de acceso al pueblo, por si aparecía algún peruano por Ticnamar. En otras palabras, fueron parte del aparato de espionaje que se instaló en las comunidades andinas, según los informes de la “Comisión Plebiscitaria Peruana” y en casos específicos fueron activas promotoras de la persecución y violencia en contra de sus antiguos vecinos o parientes. 4.7.

Modesto Mena después del Tratado de Lima

El 3 de junio de 1929 se firmó el Tratado de Lima bajo los auspicios de los Estados Unidos. Este acuerdo fue ratificado por el gobierno chileno el 28 de julio 111

del mismo año y publicado en el “Diario Oficial” Nº 15.449, el 16 de agosto de 1929. Dicho tratado determino el fin de la “cuestión de Arica y Tacna”, y la disipación del periodo de violencia que afecto a las mencionadas provincias, hecho que posibilita el retorno de Modesto Mena. En su introducción el Tratado señala: “Los Gobiernos de las Repúblicas de Chile y el Perú, deseosos de remover toda dificultad entre ambos países y de asegurar así su amistad y buena inteligencia, han resuelto celebrar un Tratado conforme a las bases que el Presidente de los Estados Unidos de América, en ejercicio de buenos oficios, solicitados por las Partes, y guiándose por los arreglos directos concertados entre ellas, ha propuesto como bases finales para resolver el problema de Tacna y Arica […]”89.

Y destacando específicamente, que queda resuelta la controversia, estableció acuerdos por89el muelle, la ciudadanía, ferrocarril, etc. Tal como se desprende de los siguientes artículos: Artículo 1º. Queda definitivamente resuelta la controversia originada por el artículo 3º del Tratado de paz y amistad de veinte de octubre de mil ochocientos ochenta y tres, que era la única dificultad pendiente entre los Gobiernos signatarios. Artículo 2º. El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas dos partes, y, en consecuencia, la frontera entre los territorios de Chile y el Perú, partirá de un punto de la costa que se denominará "Concordia", distante diez kilómetros al norte del puente del Río Lluta, para seguir hacia el oriente paralela a la vía de la sección chilena del ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella […]. Artículo 7º. Los Gobiernos de Chile y del Perú respetarán los derechos privados legalmente adquiridos en los territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías […]. Artículo 10º. Los hijos de los peruanos nacidos en Arica, se considerarán peruanos hasta los veintiún años, edad en que podrán optar por su nacionalidad definitiva; y los hijos de chilenos nacidos en Tacna, tendrán el mismo derecho”90. 89 90

http://especiales.pulso.cl/LaHaya/resource/docs/tratadoLima.pdf Ídem.

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Modesto Mena luego de retornar a Ticnamar, se dedicó a la agricultura y comercio entre su pueblo, Codpa y Belén 91. Respecto a su ciudadanía, siguió profesando su adhesión al Perú, por ello, se hizo socio de la “Sociedad Peruana de Beneficencia de Arica” en 1933. Esta organización de beneficencia opero en Arica, con la asistencia de enfermos, proveyéndolos de los servicios médicos de Tomas Aravena. En el periodo 1933 a 1935, tuvo como presidente de esta sociedad a don Félix Iturriaga, quien se dedicó a recuperar la Casa Bolognesi y el estandarte de la sociedad, que estaba en manos del guardador Gerardo Vargas en Lima. La memoria de la organización en 1935, posee los siguientes socios de origen indígena: José Ale, Raimundo Centella, Guillermo Centella, Félix Centella Mamani, Arnaldo Jiménez, Ubaldo Jiménez, Valerio Colque, Juan de Dios Corvacho, Justo Flores, Alejandro Lozano, Emilia Lanchipa, Modesto Mena, Bernabé Mena, Honorio Marca, Rolando Pérez, Esteban Quispe, Osvaldo Quelopana, Pedro Rada, Víctor Tarqui Cañipa, José Zegarra y Francisco Zavala, entre otros (Figura 29) 92. Igualmente, en este periodo, la sociedad continua manteniendo un contacto fluido con el Perú, pues no dejo de asistir a las actividades conmemorativas de las fiestas del 28 de julio y el aniversario de la reincorporación de Tacna a la vecina nación (Figura 30). El quiebre de las relaciones comunales y reciprocidad se aceleró en la década de 1920 y 1930, pues se iniciaron una serie de pleitos por tierras y pastales al interior de Ticnamar, enfrentando a la comunidad con Juan de la Cruz Yucra Choque y Hermenegildo Yucra (ex plebiscitario) y luego con sus descendientes (Figura 31) 93,94. Más tarde, nuevos juicios siguieron afectando el clima de la comunidad, pues un grupo de vecinos en 1942, solicitan una posesión efectiva de herencia, generando un largo conflicto familiar y comunal en los tribunales de justicia de Arica. Dicha situación, se agravo en 1944, pues los peticionarios reinscribieron la escritura de 1909 (Yucra 2002: 9). Los reclamos contra esta acción fueron iniciados por Modesto Mena y otros vecinos del pueblo, ya que consideraron que todos los vecinos tenían derecho sobre tales bienes (Figura 32). 91 El Tratado fijo además un protocolo complementario, que fijo no se podía ceder Arica, sin el acuerdo entre Chile y Perú a una tercera potencia parte de los territorios en disputa o construir en ella un ferrocarril. 92 AMM, Personal, N° 09, “Memoria de la Sociedad Peruana de Beneficencia Arica”. 93 AMM, PERSONAL, N° 012, “Declaración de Hermenegildo Yucra Ancase. Juzgado de la 5ª Subdelegación de Belén”. 94 AMM, PERSONAL, N° 013, “Carta de abogado Humberto Cifuentes a Cirilo Zubieta Doroteo Ramos, Maclovio Zubieta, Recaredo Montealegre y Froilán Atilano Gómez. Comunica éxito de juicio contra Yucra”.

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En 1950, con la finalidad de acceder al montepío otorgado por el gobierno peruano Modesto Mena envía la siguiente carta al General Alejandro Barco, Presidente de la Junta Calificadora y Revisora de la Campaña del Plebiscito de Tacna y Arica, que dice: “Modesto Mena Mamani, peruano, natural de Ticnamar, comprensión de Arica y con domicilio precario en el pago de Humo en el Cercado de Tacna, ante usted, respetuosamente digo: El recurrente ha sido plebiscitario en la Campaña del año 1926 y estaba a cargo de la Delegación Peruana en La Paz, Bolivia. Fui expulsado a esta localidad por la Liga Chilena el año 1924, donde he permanecido hasta la fecha del plebiscito, previo y presentación de mi declaración como votante de dicha campaña plebiscitaria, ante el señor Ministro peruano acreditado en La Paz, Bolivia, como consta de la documentación que obra en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Lima. Soy padre de numerosa familia y tengo mis pequeños terrenos y ganado en Tignamar en aquella zona de Arica y con 75 años de edad. Asimismo, he sido víctima en el mes de enero del presente años por las autoridades chilenas en dicho Ticnamar por el Juez de Distrito, don Manuel Infante, habiéndome fracturado el antebrazo de la extremidad izquierda y lesionándome ambas cejas de la cara y una lesión en el parietal derecho de la cabeza, como aparece de la denuncia que he presentado al señor prefecto de este Departamento de Tacna, a fin de que con intervención del señor cónsul peruano acreditado en Arica, me otorguen las garantías y se me indemnice los perjuicios de que he sido víctima de parte de las autoridades chilenas. En esta virtud, ocurro a usted para que se me digne disponer lo conveniente, a fin de que se conceda la correspondiente pensión. Hago presente que hasta la fecha me siguen ultrajando por sostener mi peruanidad en aquella región que fue nuestra. De acuerdo con el Decreto Ley N° 10630, reitero se me atienda con la respectiva regularización de mi citada pensión vitalicia. Tacna, 25 de Febrero de 1950” 95.

La solicitud de Mena, no tuvo los éxitos deseados, por lo cual un año después envía otra carta, pero esta vez dirigida a Remigio Loza Paniagua, pidiendo ayuda con su solicitud en Lima, dicha carta posee fecha 17 de Diciembre de 1951 y dice (Figura 33 y 34): 95

AMM, Personal, N° 10, “Carta al General Alejandro Barco”.

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Figura 29. Sociedad Peruana de Beneficencia de Arica. Memoria de 1935. 115

Figura 30. Salvo Conducto de Modesto Mena de 1947.

Figura 31. Carta de abogado Humberto Cifuentes a los vecinos de Ticnamar. 117

Figura 32. Carta de Modesto Mena al general del Ejército Peruano, Alejandro Barco. 118

Mi distinguido y buen amigo: Con mis mejores deseos que al recibo de la presente, se encuentre Ud. bien de salud, y con mis sinceros votos de su pronto retorno a esta ciudad, donde sus amigos lo extrañamos de verdad. Por serme de urgente interés, me permito rogarle muy encarecidamente se sirva Ud. informarme, el resultado de sus gestiones hechas, sobre el asunto que le tenido a bien encomendar, referente al montepío, que basado en la justicia y patriotismo, me corresponde por mi condición de Ex – Plebiscitario Irreductible, ya que mi vida, puedo declararla abiertamente sin temor a juicios ni observaciones venideras, la he consagrado al servicio de mi Perú, y puedo decirlo que un cautiverio largo, ni las amenazas, ni golpes que los llevo en mi cuerpo como la mejor condecoración que presento a mis conciudadanos, esas amenazas no pudieron cambiar mi peruanidad, también mostrada desde Arica. Como quiera que hace tiempo le entregue a Ud., conocedor de su apreciable celo y conocimiento en la materia, le entregue toda mi documentación en forma, legado debidamente informado, inclusive con Certificados expedidos por la Prefectura y Subprefectura de nuestra Tacna, a fin de que Ud., los enviara a Lima al Ministerio respectivo, para que se me oiga y se me otorgue lo que justicieramente pido, ya que a mis años de larga vida vivida, tengo derecho a pedir ayuda. Como usted recordará, le entregué todos los documentos a fin de que por su intermedio se hagan las gestiones pertinentes. Por lo que ahora, le suplico, apelando a su patriotismo inmaculado mi buen amigo Loza Paniagua, se sirva Ud. decirme en qué estado se encuentra en Lima mi documentación, que en sus manos puse a fin de percibir los goces que señala la patriótica Ley de los Plebiscitarios. Le ruego, pues me conteste a Modesto Mena Mamani, dirigido a la Subprefectura de Tacna; demás está insistir en la importancia y significado que representan para mi tal documentación, pues ella es índice de mi vida consagrada a nuestro Perú. Rogándole una vez más encarecidamente, quiera Ud. interesarse mayormente sobre lo que le pido, me despido de Ud. cordialmente. Esperando su respuesta tan valiosa y esperándole verlo en Tacna para corresponder a sus molestias” 96. 96

AMM, Personales, N° 011, “Carta a Remigio Loza Paniagua”.

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Las gestiones de Mena, no tuvieron éxito, pues una década después, aun no recibía los beneficios de la “Ley de los Plebiscitarios de Tacna y Arica”. Estos beneficios alcanzaban una cantidad de dos remuneraciones mínimas vitales, destinadas a los ciudadanos peruanos que participaron en la Campaña Plebiscitaria de Tacna y Arica de 1925. En 1992 97 solo trece ciudadanos peruanos de la ciudad de Tacna aún estaban percibiendo esta pensión y luego once en el año 2008. En el trascurso de 1953, el río Ticnamar tuvo crecidas anormales producto de las lluvias estivales, llegando a destruir siete casas, afectando a las familias de Margarita Gómez, Ángel Yucra, Eustaquio Huanca, Cornelio Quispe y José Angulo. El domicilio de la familia Mena, no fue afectado, pues se encontraba cerca del Calvario. El diario el “Mercurio”, en su edición del 13 de Marzo de 1953, consigna: “Las comunicaciones recibidas del interior, dicen que el domingo último se desencadeno una torrencial lluvia con vientos huracanados. El rio Ticnamar se salió de madre, arrastrando siete casas ubicadas en sus orillas […]. Fenómenos parecidos se han registrado en otros pueblos pequeños situados en el interior del Departamento, pero la falta de comunicaciones impide saber si han ocurrido desgracias” 98 .

En el año 1955, Modesto Mena siguió implicado en la defensa de los derechos de su comunidad, para ello recurrió a su amigo y abogado en Santiago, don Agustín Quevedo, quien le envió el 20 de Abril la siguiente carta: “Mi recordado y viejo amigo: Supongo recibiría mi carta del día 15 que se ha cruzado en el camino con la suya del día 12 (las dos por avión) y en esta carta suya venían los años que cree se efectuaron las inscripciones “del título de Ticnamar” y que son según su carta 1903 y 1908. Además yo encontré aquí entre sus papeles un pedazo del diario “El Morro de Arica” del 8 de Agosto de 1903, en que figura publicada la compra – venta que de unos terrenos de Ticnamar, la hizo Antonio Belasco y Lucas Madueño a Diego Apasa, por si y en representación del Común de Indios de Ticnamar. Esta minuta tiene fecha 23 de Julio de 1903 y está firmada por el notario don Jovino Troncoso. Para mejor le mando la copia de esa publicación en el diario “El Morro de Arica”. yo muy contento con esta publicación me fui a Bienes Nacionales y pedí los Conservadores de Bienes Raíces de 1903, sin encontrar ni rastros de que se 97 98

http://docs.peru.justia.com/federales/decretos-leyes/25811-oct-28-1992.pdf AMM, Personales, N° 018, “El Mercurio, 13 de Marzo 1953, página 8”.

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haya inscrito esa compraventa que dice la publicación. Los busque por los nombres Apaz – Apasa – Belasco – Madueño y Tignamar”. Pero no hay nada. He estado hoy desde las 9 ½ hasta las 12, que es la hora que cierran la oficina, dando vuelta los registros de 1903 y de 1908, pues Ud., en su carta me indica ambos años. Yo no se que hacer, pero de todos modos volveré mañana a ver los registros de 1906 y 1907, pues en el registro revise de 1903, están también los años 1904 y 1905, sin encontrar tampoco nada en estos años. Si alcanzo a revisar mañana 1906 y 1907, le volveré a escribir lo que resulte. Paciencia, pero por mi parte no puede quejarse pues día a día me estoy preocupando de este encargo suyo por sus paisanos de Ticnamar. Ojala que logre encontrar lo que me piden. Yo no me explico que puede haber pasado al no figurar la inscripción en el año de la publicación (1903) ni en el otro año indicado por Ud. (1908). Busque más datos entre la gente antigua de allá pueda ser que descubramos donde puede estar el enredo, que es muy raro. Escríbame largo y bien claro. Yo le repito que voluntad y tiempo me sobran para atenderlo, pero no puedo hacer milagros. No puedo encontrar lo que no existe. Su hija Bernarda vino a conversar conmigo el sábado 16 de este mes y le dije lo que pasaba con la búsqueda del título en bienes nacionales y que los papeles suyos los iba a buscar porque con el cambio de casa aún no los encontraba. Quedo de volver el próximo sábado 23. Desgraciadamente no le podre entregar más que su libreta de matrimonio, pues el testamento, una escritura pública de compra de unas tierras en Ticnamar, etc. De que usted me habla no existe en mi poder. No sé si esos documentos sean testamentos e inventados los poderes de Hermenegildo Menacho Corro y sus hermanos Olga y José otorgado por Dolores Corro de Menacho y Hermenegildo Menacho Aso, pues estos documentos según certificado del que fue Subdelegado de Belén don Nolasco Donoso, que le acompaño estaban en poder de dicho Subdelegado, pero yo no los tengo. Ud., debe averiguar con la viuda de Donoso que debe vivir por allá. De manera, mi amigo Mena, que fuera de su libreta de matrimonio no hay en mi poder más documentos importantes suyos. Si mañana encuentro algo en Bienes Nacionales, se lo anunciare al final de esta carta como asimismo la fecha en que me entregaría las copias y su valor. De mis honorarios hablare cuando se terminen mis trabajos, encontrados o no encontrados los títulos. De todos modos espero mayores datos de su parte, pues no es posible que todo se haya quedado en la publicación y no se haya hecho la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces. Con saludos y cariños para Ud., y amigos, se despide atte. un amigo suyo.

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Agustín Quevedo Nota: 21 de abril, 6 de la tarde. Fui a Bienes Nacionales y como aún no había encontrado la inscripción que necesitaba, pedí el Registro de Escrituras Públicas de 1903 y vi la protocolización de la compra venta de Ticnamar, que aparece adjudicado por el Juez Letrado mandando protocolizar la escritura indicada en que aparecen como vendedores Antonio Velasco y Lucas Madueño, indios principales de Ticnamar y como compradores: Vicente Flores, Bartolomé Zubieta, Mariano y Juan de la Cruz Yucra, Rucendio Apas y Toribio Ponce. Junto a la protocolización un documento o título también de Ticnamar, constituido hacían 130 años en esa fecha. Los deslindes de estas tierras los copio a la vuelta del papel de f. 1. De esta carta. Bueno mañana después que vaya a Bienes Nacionales le volveré a Escribir” 99.

El anexo a la carta que se envió a Modesto Mena, estuvo compuesta por una trascripción de la publicación realizada en el diario “El Morro de Arica” el 8 de agosto de 1903, en la sección de “Avisos”, que dice lo siguiente: “Compra – venta Don diego Apasa, por sí y en representación del Común de Indios del pueblo de Ticnamar, por la compra hecha a don Antonio Belasco y a don Lucas Madueño, vecinos del pueblo de Codpa, es dueño de unos terrenos ubicados en Ticnamar, quinta Subdelegación de este Departamento, cuyos linderos son: Por el Norte, pampa llamada Ancocalán y laguapachita, habrá de Controve, Caimuta, Colabarato y cuchilla de Taracollo y el rio de Umapalca; Por el Sur, quebrada llamada Marqueza, Amachumo y el cerro Márquez, lagunilla Sagueshuano, la apachita de Agua Milagro; Por el Este, la quebrada de Chano y Bichuta y; Por el Oeste, cuesta llamada Tizane y caminos a Belén y Arica, llamado Challacagua y la apachita de Butigalaca. Así consta de escritura pública de protocolización de compraventa otorgada en esta notaria con fecha de hoy. Se da este aviso por los efectos de su inscripción. Arica, 23 de Julio de 1903. Jovino Troncoso N. I. y C.”100. 99

AMM, Personales, N° 014, “Carta a Modesto Mena. Títulos de Ticnamar”, paginas 1 – 4.

100 AMM, Personales, N° 015, “Compraventa publicada en el diario El Morro de Arica, 8 de agosto de

1903”.

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Además, Agustín Quevedo, agrego una transcripción de la protocolización de 1903 101. El 9 de Mayo, le envió una nueva carta Mena informándole que le acababa de solicitar copia de la escritura de protocolización de compra venta de Antonio Velasco y Lucas Madueño al Común de Indios de Ticnamar 102 , solicitándole él envió del dinero para cancelar la tramitación, el pago de los honorarios e informándole de los tramites que se estaban realizando en el Ministerio de Tierras, respecto a informes sobre adjudicaciones de tierras en 1946. Advirtiéndole además, que dichas copias de las escrituras demorarían unos 15 días y que solo los documentos del Ministerio de Tierras se podrían obtener antes. Agregando a su misiva un detalle minucioso de los gastos incurridos por la búsqueda de las escrituras de la Comunidad de Ticnamar, los cuales ascendieron a $1.516 pesos 103,104 . En sus últimos años de vida a Modesto Mena, le toco observar la destrucción de su amado pueblo de Ticnamar, pues en marzo de 1958, nuevas lluvias torrenciales provocaron un nuevo desbordamiento arrastrando casas, chacras y corrales de ganado (Figura 35). Un año después, el 19 de marzo de 1959, la crecida del río arraso con el cementerio, la escuela y un número importante de casas. Mireya Yucra Ape, consigna los siguientes testimonios: “Cerca de las 18 horas bajaba caudaloso el río, algunos miraban de lejos, poco a poco nos dimos cuenta que el río, empezaba a crecer más de los normal, inmediatamente empezamos a tratar de sacar lo que se podía, más tarde el río arrasó con todo y la gente tuvo que contemplar como todo su esfuerzo por construir su casa propia se iba en medio de las aguas achocolatadas. Vivíamos cerca del río y éste pasaba dos pies del barranco, el resto era una pequeña planicie donde se ubicaba el pueblo, el cual se formaba por dos corridas de casas y tres calles, la escuela atravesaba la calle y frente a ella estaba la plaza, más allá la iglesia y al costado el cementerio” (Yucra 2002:19).

En las semanas siguientes con la ayuda de los funcionarios de Bienes Nacionales, se identificaron tres sectores posibles para la construcción de un nuevo pueblo, por ello se eligieron los siguientes sectores: Cayllima, Upulla y 101

Ídem. AMM, Personales, N° 016, “Informa tramitación de copia de escritura de Ticnamar”. 103 AMM, Personales, N° 017, “Cuenta de la Comunidad de Ticnamar”. 104 Entre 1984 a la actualidad ha habido una serie de intentos por normalizar la situación interna de Ticnamar así como del saneamiento de los títulos. Fue en este contexto que se constituyó la Corporación de Desarrollo de Ticnamar”, bajo el auspicio del Ministro de Fe, el Notario Víctor Warner, quien acudió al pueblo. Años después, se creó la comunidad indígena. 102

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Tacna; Cayllima, fue rechazado por tener muchas piedras; Upulla, fue desechado por no tener acceso al agua y; Tacna, fue un sector que era empleado como cancha, siendo finalmente el escogido para edificar el nuevo pueblo (Figura 36) 105. Así, el 18 de Septiembre del mismo año, Bienes Nacionales, hizo las mensuras y trazado del nuevo pueblo, debiendo los vecinos canalizar las aguas del Tumaya, para luego, iniciar la construcción de casas, iglesia, escuela y sede social. El pueblo nuevo de Ticnamar, fue inaugurado finalmente en 1961. Fue en este contexto, del renacimiento de Ticnamar, que don Modesto viaja al santuario de Copacabana junto a su esposa a saludar a la Virgen de Copacabana (Candelaria), meses después muere, a la edad de 86 años, en el extremo sur de la antigua provincia peruana de Arica, Ticnamar. Horas antes de su deceso, don Modesto salió a la calle del pueblo viejo, se arrodillo mirando la cordillera, rezando largamente a la Virgen de la Asunción, despidiéndose luego de su pueblo y de los vecinos que estaban construyendo sus nuevas casas en el sector llamando “Tacna”. Al atardecer, comenzó a sentirse mal y falleció ese mismo día 31 de Agosto durante la noche106, el azar del destino, le llevo a pasar los últimos instantes de su vida pensando en su Ticnamar y en esa Tacna cercana, donde renacía su pueblo. Este nuevo Ticnamar, simbolizo la lucha de sus ideas, convicciones y lealtades a su amado Perú, por el cual vivió penurias, miedos, la pérdida de su amado primogénito Julio y el porvenir de su familia. Corresponde mencionar que hasta ese año de 1961, Modesto Mena no dejo de izar su bandera peruana, junto a la chilena en aquellas fechas conmemorativas al igual que muchos hombres y mujeres aymaras que abrazaron la causa del Perú. “Todo fue por ella… por la patria”, dijo este plebiscitario irreductible, que es un ejemplo de convicciones, que no solo deben ser entendidas por el devenir de las ideologías nacionales que lo asecharon, sino porque Mena lucho por la integridad y cuidado de ese otro Perú imaginado, que está amparado por el J'acha tangani, sus cerros y quebradas. Ese otro Perú, esa “matría” 107, se llamó Ticnamar.

105 En el sector de “Tacna” habitaban la familia Mamani, los parientes maternos de Modesto por línea materna. 106 En la actualidad el sector de “Tacna” se llama “Pueblo Nuevo de Ticnamar”. 107 Para Miguel de Unamuno, tal término evocaría la feminización de los atributos asociados a la nacionalidad.

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Figura 33. Carta a Remigio Loza Paniagua. 125

Figura 34. Carta de Bernabé Mena Corro al Prefecto de Tacna. 126

Figura 35. Pueblo de Ticnamar después de ser destruido por las crecidas del rio en 1959.

Figura 36. Sector de “Tacna”, antigua estancia de Ticnamar Viejo, que se convirtió en el actual pueblo nuevo de Ticnamar.

CAPITULO V OTRAS MEMORIAS COLECTIVAS DE TICNAMAR 5.1.

Ritualidad y religiosidad en Ticnamar

Ticnamar al igual que el resto de las comunidades aymaras de la región, poseyó en el pasado numerosas fiestas rituales y religiosas, directamente relacionadas con las actividades agrícolas y ganaderas de su espacio territorial. No obstante, en las últimas décadas se han acrecentado las perdidas culturales, como consecuencia de los cambios ideológicos generados por el liberalismo político de finales del siglo XIX, la chilenización, la destrucción del pueblo entre 1953 y 1962 por las crecidas del río y finalmente por los cambios culturales generados por el estrecho contacto con el discurso de modernidad y progreso que se propago por los Andes en la década de 1960 (Figura 37,38, 39 y 40). En este contexto, la continuidad del despliegue ritual y festivo de Ticnamar ha tenido contracciones, pues de las diez fiestas importantes que existieron a mediados de la década de 1950, solo persisten el Carnaval, la Semana Santa, las Cruces de Mayo, San Juan, San Santiago, la Asunta, los Santos difuntos y la virgen de los Remedios. No obstante, algunas de estas fiestas, han comenzado a desaparecer paulatinamente en las últimas décadas. En este contexto, a continuación se describe el calendario ritual de Ticnamar. 5.1.1. Virgen de la Candelaria La Virgen de la Candelaria es una de las advocaciones de la Virgen María, que se celebra los primeros dos días de Febrero, siendo el segundo, el día central. La historia de esta imagen está unida íntimamente a la historia de las Islas Canarias y especialmente con la isla de Tenerife pues fue el lugar donde se dice que apareció, llegando más tarde al continente americano. Según, Julio Elías, fueron los dominicos, quienes propagaron la profunda devoción a la Virgen María en toda esta región (Elías 1978). Así, su culto se extendió desde Puno a Copacabana y luego al resto de los Andes. Es probable que el culto a la Candelaria haya llegado entre el siglo XVII y XVIII. En la antigua religión andina, la Luna fue considerada una deidad, llamada Mama Quilla por los cusqueños y Phaxsi mama por los aymaras. Esta deidad, es la guardiana y protectora de todas las manifestaciones y aspectos femeninos, además de ser dueña de la riqueza. Por ser una deidad del Alax Pacha, fue motivo de culto en parte importante de los Andes. Siendo en la “primera” evangelización, su culto asimilado a la Virgen de la Candelaria. Es decir, el sistema de creencias religiosas de Phaxsi Mama fue reinterpretado, pasando a llamarse “Candelaria” en la totalidad de los Andes. Similar ocurrió con la Virgen del Rosario, que en muchas regiones de los Andes, es la personificación de la diosa Pachamama. 129

Los datos etnográficos proporcionados en Ticnamar dan cuenta que el culto y las fiestas a la Virgen de la Candelaria, dejaron de practicarse entre el año 1961 y 1962. La estructura de la fiesta, no tuvo grandes diferencias en relación a la festividad de la virgen de los Remedios o la Asunta 108, pues debió tener su: Ch'alla o p'awa de Mercaderías y “chuwa” en la antevíspera; wilancha y alba; aseo de la iglesia; Ch'alla o p'awa de Mayordomos y alférez; entrada de ceras; misa; fiesta de víspera; nuevamente el alba de fiestas y; fiesta principal, entre otras actividades relevantes. 5.1.2. Carnaval Al igual que en el resto de los Andes, las fiestas de Carnaval se realizan en los 40 días previos al inicio de la Semana Santa, hecho que motiva una variación en su fecha de celebración. Esta fiesta, según Hans van der Berg, es uno de los ritos de pre-cosecha más importante de los Andes, pues se produce en un tiempo de fertilidad. Coincidiendo, además, con un periodo de florecimientos de los campos de papa y maíz. Para el autor, el Carnaval o Anata, es un término relacionado con el juego y con la festividad ritual destinada a los cultivos. Berg, también describe la Anata como una figura vaga que no aparece en otro contexto ritual y que es representada como un “viejo y joven al mismo tiempo” (Berg 1989: 88). Además esta figura toma el nombre de José Domingo Carnavalón en otras comunidades, respecto al mismo tema, Vivian Gavilán y Ana María Carrasco, la han definido como un espacio de reproducción social de la comunidad (Gavilán y Carrasco 2009), atribuyéndola como, un tiempo propicio de la fertilidad humana e inicio sexual, pues esta fecunda los campos y cultivos. En Ticnamar el carnaval estaba a cargo de un alférez o “capitán”, acompañado por los mayordomos. El domingo, los jóvenes sacaban el carnaval, pues ellos son los responsables de iniciar la festividad (Yucra 2002; Veliz y Veliz 2003). Las actividades se iniciaban con la selección del cordero y la preparación de la Guatia. En las últimas décadas se ha generado una reinterpretación de los ritos o se le han adosado otras actividades como las deportivas, que están ausentes en los otros pueblos durante el primer día de fiesta. La música de carnaval, se expresa con instrumentos de cuerda, vientos y percusión (guitarras, violines, bandolinas, quenas y bombo), ejecutadas por los “guitarreros”. El inicio del carnaval comienza formalmente, con el desentierro del abuelo de carnaval. Al producirse una perdida en la estructura ritual y religiosa, los ritos de inicio de la fiesta se han simplificado teniendo como epicentro la sede social y al alférez o “capitán”. Así, el desarrollo del carnaval de Ticnamar le entrega un rol más protagónico a los jóvenes, los días domingo y lunes, a diferencia de pueblos 108 La estructura de la Fiesta de la Virgen de los Remedios, remitirse al trabajo de Rodrigo Ruz, Alberto Díaz y Rodrigo Fuentes (2011).

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como Putre y Socoroma, que solo permiten un despliegue altamente jerarquizado de las autoridades civiles y religiosas, pues, el alférez solo puede iniciar la fiesta cuando se encuentre acompañado de los mayordomos, que ocupan posiciones jerárquicas específicas, y solo después se agrega la comunidad. En el caso de Ticnamar, el día martes de Ch'alla, está destinado a la participación y dirección de la población adulta, llamada el “día de los casados”. Destaca en este día, las libaciones con vino y el mastique de hojas de coca, consumidos comunitariamente. Los días miércoles y jueves, se destinan a la visita de las casas del pueblo, oportunidad en la cual cada anfitrión agasaja a toda la comunidad con su “cariño respectivo” (comida, alcohol). El día viernes es muy especial para el catolicismo en el mundo andino, pues constituye el primer viernes santo, prohibiéndose todo tipo de manifestaciones hasta después de la misa y procesión. No obstante, en otros pueblos reinician la fiesta del carnaval a las cero horas, pudiendo extenderse hasta el amanecer. En Ticnamar el sábado es el último día de la fiesta, pues al atardecer se entierra el abuelo al pie del calvario, otros personajes, que destacan en el carnaval son el “abuelo” y la “abuela”, personificados por dos varones de la comunidad, que realizan un performance jocoso y festivo, pero de alta significación ritual, que ha sobrevivido en Ticnamar, mas no en otros pueblos, igualmente, la figura del “aychi”, impone orden moral y social, impidiendo la burla hacia los “abuelos” (Yucra 2002), sintetizando las creencias más profundas de la cosmovisión andina, pues se refiere a ese pasado remoto y a la dualidad del espacio sagrado, que aun sobrevive. El uso de membrillos adornados con flores, en el último día de fiesta es obligatorio, pues son arrojados con ondas, invocando al “señor, la virgen, los santos, los cerros; lejos quedan los membrillos y las flores, así se hace el despacho, como ya no salen los abuelos se manda antes que caiga la lluvia” (Yucra 2002: 31). Previo al despacho según Yucra, se preparan maíz con agua bendita en dos tarros o vasijas, se hacen figuras de llamas con unt'u (grasa de animal) y se aflojan las tapas del licor a ofrendar, toda la ofrenda luego es enterrada al pie del calvario para que los cerros sagrados de Ticnamar y la Pachamama los consuman. 5.1.3. Fiesta de San José El día 19 de Marzo se celebra la fiesta de San José, en el mundo católico. Este santo es el patrono del Perú desde 1828, aunque también se le rindió un importante culto en el Perú virreinal, tras múltiples manifestaciones de devoción del Congreso Constituyente, San José obtuvo una serie de cofradías, decretos 131

conciliares y sinodales, su presencia en la toponimia y numerosos patronazgos de la patria, capillas, centros educativos, seminarios, monasterios, congregaciones, instituciones de obras sociales y benéficas109. El olvido de esta fiesta parece estar asociada a los cambios ideológicos que se originaron tras la guerra del pacífico, la Chilenización y la pérdida definitiva de estos territorios para el Perú. 5.1.4. Semana Santa La celebración de Semana Santa, en el calendario litúrgico está integrado por una serie de actividades religiosas, que se inician con el Domingo de Ramos y concluyen el Domingo de Pascua o Resurrección. La liturgia del Domingo de Ramos es una de las más intensas de la Semana Santa y del año litúrgico, que junto el Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección forman las celebraciones principales del mundo cristiano. El Domingo de Ramos es un día alegre y triste a la vez, la liturgia comienza con la bendición de las palmas y ramas de olivo. Los sacerdotes entran en procesión (la cual suele ser más larga que lo habitual) a celebrar la Misa. La procesión litúrgica hace referencia a la entrada triunfal de Cristo en la ciudad de Jerusalén. El Lunes Santo, es el segundo de los días de la Semana Santa, durante la cual, los cristianos conmemoran la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. En la procesión, Cristo es acompañado por Juan Evangelista, Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores, al compás de las bandas de zampoñas o de bronce. El Martes Santo, se caracteriza por la reflexión de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Son días propicios para la meditación profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última llamada” para acercarnos al sacramento de la confesión, con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. Simultáneamente se realizan diversos altares en la iglesia, pues toda la Semana Santa, dicho altar tiene distintas disposiciones.

109 Años más tarde la Asamblea Episcopal peruana a solicito al sumo Pontífice en 1957 que “confirmase la elección del Celestial Patriarca como Patrono de la República Peruana”, a la cual el Santo Padre Pío XII accedió emitiendo el 19 de Marzo del mismo año el Breve Apostólico con el cual declaró al “Patriarca San José, Esposo de la Virgen María, principal Patrono ante Dios de la Nación Peruana, con todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden a los Patronos de los lugares”.

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Figura 37. Profesor Leonel Veliz, vecinas y niños de Ticnamar, año 1958.

Figura 38. Alcalde de Arica, Oscar Belmar de visita Ticnamar en el año de 1958.

Figura 39. Oscar Mena en uniforme militar de Ejército de Chile. 135

Figura 40. Matrimonio de Oscar Mena y Nora Veliz. 136

El Miércoles Santo, marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua, es el día, en que se reunió el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús. En este día se realizan en pueblos como Belén, Putre y Socoroma, el oficio divino "de las tinieblas". En este ejercicio, se pone delante del altar o “Ara” un candelabro triangular con velas que se apagan sucesivamente a cada salmo, porque se acerca la muerte del redentor. Sólo una vela se mantiene encendida y se esconde debajo del altar o guarda en él baptisterio, pues dicha “luz” representa a Jesucristo que estando muerto no se separa de la divinidad de su alma y cuerpo, pues volverá al tercer día. Al final del oficio se apagan todas las luces dando lugar a la prodigiosa oscuridad. En este proceso el cantor del pueblo canta el Salmo 50, “Miserere Mei Deus”: “Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam. Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam. Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me. Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper. Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris. Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea. Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi. Asperges me hyssopo, et mundabor: lavabis me et super nivem dealbabor. Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata. Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitate meas dele. Cor mundum crea in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis.

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Ne projicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me. Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me. Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur. Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae et exsultabit lingua mea justitiam tuam. Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam. Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis. Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum et humiliatum, Deus, nos despicies. Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua sion: ut aedificentur muri Jerusalem. Tunc accetabis sacrificium justitiae, oblationes et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos”(Officia Propria Sanctorum MDCCCLVII:59) 110,111.

Luego, la vela encendida retorna, para ponerla sobre el ara, representando con ello la resurrección. Además, este día se caracteriza por la realización de diversas procesiones de “encuentro” entre Cristo, el Nazareno y la Virgen Dolorosa. En Ticnamar, el Miércoles Santo, la gente suele reunirse en la iglesia durante tres noches, para rezar el rosario y conmemorar los quince misterios de la virgen. En el Encuentro de la Virgen y el Cristo participa también, “San Juan” (Yucra 2002). El Jueves Santo, es una fiesta cristiana donde la celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde del Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús. Al igual que en los días previos se realiza una Misa y procesión. 110 111

Funciones propias, Santos de España, año 1857 (MDCCCLVII). Entonación de “Miserere Mei Deus” en https://www.youtube.com/watch?v=CPvi_x9CO08

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En el caso de las comunidades andinas, el despoblamiento ha ido generando una contracción de los ritos de Semana Santa, pues solo se concentran en el Viernes Santo y Domingo de Resurrección. En Ticnamar, las oraciones son parte importante de la tradición de este rito, siendo además, un día de preparación del Vía Crucis. El Viernes Santo, es el único día del calendario litúrgico católico, en que, no se celebra la Misa, como luto por la muerte del Señor. Las campanas permanecen mudas, siendo sustituidas en algunos pueblos por matracas de madera, tampoco el órgano suena, excepto para marcar el tono, y se evita el canto polifónico. En Ticnamar los vecinos se reúnen en las cuatro esquinas de la plaza para preparar los altares, cada esquina reúne a un número indeterminado de familias. Los altares son preparados con mantas, palos y flores, entre otros (Veliz y Veliz 2003). La finalidad de los altares, es recibir al Santo Sepulcro durante la procesión. La festividad está a cargo del alférez de la fiesta de la Asunta, ya que no existe, la figura del Fabriquero o mayordomo, como suele ocurrir en otras comunidades, en este sentido el alférez pasa a tener un rol jerárquico de importancia. Ante la posibilidad de inexistencia de esta figura, los mayores del pueblo o los habitantes con más experiencia dirigen colectivamente las actividades. La procesión es apoyada por los varones y mujeres que voluntariamente se ofrecen para cargar el Santo Sepulcro y Virgen Dolorosa, quienes previamente han realizado una Ch'alla o P'awa en la sede social del pueblo. Durante la tarde del día viernes, se realiza la representación del "descendimiento", acto en el cual la imagen del cuerpo de Cristo es retirada de la cruz para ser colocada en el sepulcro. Al igual, que en otros pueblos los ritos de golpear la puerta con puños o látigos, se repite hasta iniciar la preparación del traslado del cuerpo de Cristo. Durante la procesión, los varoneros dejan el sepulcro de cristo dentro de cada altar, y puede servirse “caliente, té preparado con canela, azúcar y licor” (Yucra 2002:32). Mireya Yucra, sostiene que una vez finalizada dicha procesión los varones deberán hacer el mismo recorrido llevando la cruz y arrodillándose en cada esquina entonando cantos de alabanzas en señal de reverencia al ir borrando los pasos del señor (Yucra 2002). La procesión, termina al alba del día “sábado de gloria”. Finalmente, a la virgen se le retiran los adornos de hortalizas que la adornan, que son repartidos entre los asistentes y preferentemente entre quienes cargaron a la Virgen. Igualmente, al final, se suele compartir un plato de Kalapurka con los varoneros y mujeres que cargaron a la Virgen Dolorosa en casa del alférez de la Virgen de la Asunción (Veliz y Veliz 2003). 139

El Sábado Santo es un día de luto, en la Iglesia Católica también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan. Pueden ser expuestas en la Iglesia, para la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo. Ese mismo día, en Ticnamar el Alférez y antes los mayordomos preparan una guatia en agradecimientos a los varoneros por su participación en la actividad religiosa. Por lo general, este día está destinado para compartir en comunidad, y para visitar a los difuntos en el cementerio del pueblo. El domingo Santo o Pascua marca el final de la Semana Santa, en la que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. Antiguamente, en los pueblos tradicionales se daba la "misa de gallo" a las cero horas del domingo de Pascua. En general, este es un día festivo, por la resurrección del señor, que suele ser en algunos casos liderados por el Mayordomo de Cristo Crucificado. 5.1.5. Cruces de Mayo A fines de abril y durante mayo, gran parte del mundo andino vive el periodo de mayor alegría, pues los campos se caracterizan por las flores que adornan las terrazas de cultivo y las pequeñas chacras, con la papa, maíz, oca, habas, zapallos y frutas en general, que están listas para la cosecha. La Fiesta de la “Cruz de Mayo”, es por tanto, una ocasión destinada a celebrar las cosechas y tiene como principal destinatario al Inti Tata (cuando se ofrece incienso mirando hacia el sol en el calvario), la Pachamama, los santos y fundamentalmente la cruz, que simboliza a los dioses ancestrales de cada comunidad y los Achachilas (que representan a los espíritus ancestrales de cada comunidad y pueden ser muchos con distinta jerarquía). Por lo tanto, es una fiesta de mucho recogimiento, fe y alegría donde las familias deben reencontrarse y buscar la armonía entre sí y con el espacio sagrado. En Ticnamar esta fiesta se realiza el tres de Mayo. En la víspera, las cruces traídas de los diferentes sectores de la comunidad son vestidas con flores multicolores, diversas cintas y géneros bordados. Al atardecer, como en gran parte de los Andes, los ticnameños participan de una misa y procesión con sus cruces, predominan en las cruces arreglos florales de papel y últimamente con flores artificiales. El ambiente, festivo es acompañado de música y distintos fuegos pirotécnicos o petardos 112, arrojados a medida que avanza la procesión, por las calles del pueblo. Al finalizar la procesión, los alférez de cada cruz realizan una atención a la comunidad con kalapurka y una fiesta bailable. Las cruces más importantes, son San Santiago y San Juan, que han tenido siempre 112 Los petardos pueden clasificarse, según su potencia o sonoridad, en petardos suaves, petardos fuertes y contardos.

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una mayor cantidad de pretendientes y ofrecimientos de devoción entre los vecinos del pueblo. La subida de la Cruz en el pasado se hacía como en gran parte de las comunidades a los ocho días, pero en la actualidad según lo informado por Oscar Mena, se realiza el día 3 de Mayo. Cabe hacer notar, además, que en el pasado se rendía culto a 10 cruces y en la actualidad, el pueblo nuevo ha reducido el culto a comunal a solo tres, que están ubicadas en Cayllima, otra camino a Saxamar y la más importante, en el calvario del pueblo viejo, en el J'acha Tangani. Al igual que en el resto del mundo andino, la fiesta es coronada con el disfrute de una guatia comunitaria, preparada por los alférez de las cruces importantes o de mayor jerarquía del pueblo. 5.1.6. Fiesta de Corpus Christi La fiesta de Corpus Christi, tiene como finalidad proclamar y aumentar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a cabo el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, correspondiendo al domingo siguiente a Pentecostés 113. En el mundo andino, esta fiesta fue instaurada por el virrey del Perú, Francisco de Toledo en 1572 y luego se propago por el resto del mundo andino. En algunas regiones del Perú se elaboran alfombras hechas de pétalos de flores y en Ticnamar las alfombras fueron mantas tejidas por donde pasaba la procesión del Santísimo y el señor. Asimismo, los vecinos llevaban cada uno, la chuwa e incienso (Yucra 2002). Al finalizar, el alférez y mayordomo, solían invitar a la feligresía a una fiesta comunitaria, que actualmente no se realiza. 5.1.7. Fiesta de San Juan La noche de San Juan es una festividad de origen pre-cristiano y está ligada a encender hogueras o fuegos, cuya finalidad es celebrar la llegada del solsticio de verano, aunque corresponda al 21 de junio. Este rito busca "dar más fuerza al sol”, simbólicamente el fuego también tiene una función "purificadora" en las personas que lo contemplan. En el mundo andino, tuvo interpretaciones similares, pues las hogueras de San Juan, fueron consideradas por los indígenas como un proceso de regeneración de la naturaleza. El viajero, Alcides D´Orbigny describió la fiesta en 1830 de la siguiente manera: "La tarde del 24 de junio me brindó un espectáculo imponente. Introducida en América por los españoles la antigua costumbre de celebrar la fiesta de San Juan por medio de hogueras, debía fácilmente encontrar imitadores en los indígenas. Estos, que habitan las alturas, en los paredones de la quebrada 113 Es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección.

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de La Paz, gozaron transportando combustible a todos los lugares poco accesibles, y como por encanto, en el mismo instante, la profunda oscuridad de la quebrada fue reemplazada por centenares de fogatas..." (D´Orbigny, Wiener y La Condamine1958: 578).

El fuego de la noche de San Juan, lejos de destruir definitivamente la vegetación y esterilizar el suelo, posee la virtud, concedida por el Santo, de hacerla rebrotar con más lozanía y exuberancia y que los pastos nuevos tengan mayor vigor y fuerza nutritiva para el ganado, que en el caso de Ticnamar fueron numerosos en las décadas pasadas. Además, los campesinos del mundo andino, mantienen la convicción, de que el fuego de San Juan, limpia la tierra para que al poco tiempo, se cubra de verde césped y se engalane de fragantes flores y plantas para el ganado. En Ticnamar la acción de prender fuego, se realiza también, en ambos costados de la iglesia. Asimismo, en las vísperas se reza el Santo Rosario y se suele sacar la tradicional procesión por las calles del pueblo, para terminar en la tradicional fiesta otorgada por el alférez. Mientras tanto, otros vecinos prenden los fuegos en la plaza y cerros cercanos. Al día siguiente, los que hicieron los fuegos concurren al río a lavarse las cenizas, para luego concurrir a la kalapurka en casa del alférez. Más tarde, la fiesta se reinicia con la misa y procesión de San Juan. Además, en estas fechas los campesinos se preocupan de realizar el marcado y K'illpa del ganado, llamado también “areteo”, realizado al ganado ovino y bobino, pues se tiene la creencia que dichos animales están protegidos por San Juan. Con la finalidad de reafirmar estos vínculos, los vecinos acercan la procesión a los corrales próximos al pueblo, para lograr generar una vinculación espiritual y ritual del santo con los animales. Al finalizar la procesión, los vecinos disfrutan de la fiesta comunitaria en casa del alférez o en la sede social. 5.1.8. Fiesta de San Santiago Juan García, sostiene que Santiago Apóstol forma parte del sentimiento andino y se ha posicionado como sagrado y profano. Al mismo tiempo, las diversas facetas y atributos que le proporcionan los creyentes y aliados, lo configuran como un símbolo cristiano/pagano, mundano/espiritual, subversivo/ordenador que, con su presencia o ausencia, interviene en los pueblos y sus maneras de vida (García 2011). En los pueblos andinos, Santiago ha sido configurado como protector de los animales domésticos y regulador del comportamiento climático, procurador de las lluvias, controlador de las heladas, promotor de la fertilidad y es el centro 142

de ceremonias rituales, lúdicas, productivas, reproductivas y festivas. Por tal razón, se le puede encontrar en casi la totalidad de comunidades, donde ocupa un sitio de privilegio en los altares de las iglesias, frente a otras imágenes sagradas. Santiago Apóstol ha sido incorporado y reinterpretado como símbolo de la producción en la espiritualidad andina; asociado al comportamiento agroclimático como procurador y regulador de las aguas naturales. Además, la relación de Santiago con las aguas naturales se explica por tres aspectos básicos. Primero, la calificación recibida como “Hijo del Trueno”, fue asociado al dios “Illapa” o relámpago en los pueblos andinos, dado que este santo usa arcabuz. Segundo, el “Illapa” con su resplandor está asociado al rayo, al trueno y a las centellas que se presentan precediendo a las lluvias, granizadas, ventarrones, tempestades. Y finalmente, Santiago es un agente que anuncia, regula y controla el comportamiento de las precipitaciones pluviales en el mundo andino (García 2011). La fiesta de San Santiago, posee la misma estructura litúrgica y ritual, es decir, posee: P'awa o Ch'alla de mercaderías, Alba, Aseo de la iglesia, entrada de ceras, misa, procesión, fiesta, etc. Y al igual que en el pueblo de Belén y Caquena, en esta fiesta los ticnameños realizan la “carrera de gallo”. Este rito de origen español, se práctica todavía en varias provincias de Castilla – La Mancha y Andalucía, durante las fiestas patronales (Figura 41). La carrera consiste en la participación de un número indeterminado de jinetes, que montan sus caballos o yeguas de bonita estampa. La calle en cuesta que da acceso a la población es el escenario para este rito y en otros casos se realiza en las plazas. Allí se colocan dos mástiles de unos 4 metros de altura y separados alrededor de 6 metros de distancia de uno al otro. En la punta de ambos mástiles es sujetada la soga sobre la que irán enganchadas las aves, y que puede ser tensada desde la base de uno de ellos: “La fiesta comienza al atardecer, con el anuncio de los cohetes lanzados al aire y la banda de música que anima a acudir al lugar. La gente se arremolina alrededor, dejando un amplio pasillo para que puedan circular por él los jinetes. Se sujetan varios gallos por las patas a la soga mediante unas pequeñas lices y así cuelgan en el aire cabeza abajo” (Quijera 1990: 199).

Las ceremonias previas a la “carrera de gallo”, se realizaban a un costado de la torre de la iglesia, donde se realizaba la P'awa o Ch'alla y después, los gallos serán sacrificados y su sangre ofrendada a la torre. Para luego realizar las carreras, llevándose el gallo, los jinetes ganadores, que deben además, proteger sus trofeos de los otros jinetes. Finalmente, al igual que la costumbre española, el ganador consume el gallo en su hogar. 143

5.1.9. Fiesta de la Asunción de la Virgen María o “Asunta” El catolicismo considera la fiesta de la Asunta, como un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Sin embargo, el significado en los Andes, es más complejo, pues la Mamapacha o Pachamama es el concepto más importante de la religiosidad andina. Representa al mundo profano y sagrado. La Pachamama, es un ser femenino y cumple las funciones maternales porque cuida a sus hijos, que son los hombres, y a todos los seres vivos que moran en ella. Por esta razón se la identifica como a la madre, por ello se le debe respeto y cariño recíproco y el hombre le ofrece siempre el primer bocado de sus productos obtenidos en los campos. La Pachamama es una deidad, que produce y engendra, a ella se le “invocaba para antes de sembrar, cuando se salía de caza, y en algunas enfermedades" (García 1998: 52). También, la Pachamama es reconocida como la Virgen María. La fiesta de la Asunta se inicia formalmente, en la antevíspera, es decir el 13 de Agosto. Odlanier y Alejandra Veliz, proporcionan detalles sobre este día (Figura 42): “Primero se colocó todo lo que se va a utilizar (harina, levadura, sal, agua y manteca), acompañado una aguayo con Coca, azúcar, pastillas y un litro de licor o bebida, para realizar la P'awa y todo salga bien, no haya contrariedades, el pan sea abundante, rico y blando. Lo mismo se hace con el horno y la leña, para que caliente bien y no se queme el pan” (Veliz y Veliz 2003: 5).

Además, se solicita a la Virgen mediante la P'awa, que todos los alimentos sean propicios y principalmente que sean suficientes para agasajar a todos los feligreses. En este mismo día, se adorna la casa del Alférez con guirnaldas de papel y serpentinas. Asimismo, el Alférez puede adornar la iglesia, la plaza y la portada del pueblo. En este mismo contexto el pasante, debe proveer con alimentos y licores a los vecinos y parientes que se encuentran colaborando en la preparación de la fiesta. El mismo día, se realiza uno de los ritos más importantes de la antevíspera, la preparación de la Ch'uwa. La Ch'uwa, consiste “en la preparación de una infusión consistente en pastillaje, Azúcar, canela y agua depositado en dos frascos de vidrio el que debe ser santificado por la Virgen durante la noche” (Ruz et. al 2011: 56). El rito al igual que en las demás comunidades andinas se realiza al interior de la iglesia, después de la P'awa. Los participantes en dicha fiesta son el alférez y su círculo 144

más allegado. En algunas comunidades andinas, suele agregarse un ingrediente también importante y significativo, el maíz. Los granos de este cereal, son cuidadosamente seleccionados y luego molidos en la iglesia, que más tarde se unen a la bebida libatoria. En el caso de Ticnamar, el maíz parece estar omitido u olvidado en los últimos años. La preparación de la Ch'uwa consiste en la selección del pastillaje, que es separado por colores y números pares, para luego ser molido al igual que la canela. Finalmente, los ingredientes son depositados en un par de frascos o jarras, y dejados en la iglesia para que “serenee” durante la noche, siendo consumidas por los alférez al día siguiente. Este rito reviste mucha importancia, para las comunidades andinas, pues da inicio a los vínculos sagrados con la Virgen y por ello, se realizan en un ambiente emotivo y sacralizado. Durante el día de víspera, el alférez suele realizar una Wilancha, que tiene por finalidad, establecer los nexos con el espacio sagrado y en especial para solicitar a los antepasados, la protección de la comunidad y de los celebrantes durante los días de fiesta. Al igual, que los ritos andinos, la P'awa es obligatoria. El animal sacrificado es presentado a los pies de la torre de la iglesia y puede corresponder a un llamo o cordero blanco, que será “entregado” más tarde a los pies del calvario del pueblo, y después de ser presentado a la iglesia del pueblo antiguo. El sacrificio debe producirse al alba, es decir no más allá de las seis de la mañana. En esta ceremonia los alférez, tienen que “novenarse” tres veces de rodillas “alrededor del animal” (Veliz y Veliz 2003:6). Luego de la Wilancha, realizada por un yatiri, el alférez y los acompañante inician la actividad libatoria con la Ch'uwa, licores y comida. Un testimonio tomando por Mireya Yucra, nos dice: “Al otro día temprano se wilancha corderito o llamo, le tienden en frazada, le amarran su cabecita, hay que pautar, el alférez tiene que ir primero echándole con el tarrito dándole vuelta el llamo no está cortado todavía, está vivo, ahí tienen que perdonarse como son las costumbres de nuestros antiguos, todos los que estamos ahí nos pedimos perdón, después de eso le llevan detrás de la torre, ahí lo carnean. Una vez que la Ch'uwa se hecha en la iglesia se empieza a repartir a la gente conforme van llegando, el maíz molido y disuelto le vamos echando dando vueltas a la iglesia” (Yucra 2002: 38).

La mezcla de maíz molido, claveles rojos y agua recibe el nombre de Llumpaqa (Ruz et. al 2011: 59). La Llumpaqa, es rociada en el contorno de la iglesia por el alférez y los acompañantes, en una secuencia contraria a las manillas del reloj. El animal sacrificado en los Andes, representa un acto de fé, pues la llama o la oveja, llevan las oraciones y súplicas al espacio sagrado y por 145

tal razón, el animal no debe tener sufrimiento, más aún en los momentos previos al sacrificio, también deben participar de las actividades libatorias (beber) y masticar hojas de Coca 114. En el trascurso del día, durante la tarde se realiza la entrada o “levantamiento de ceras” (velas, cirios, etc.), por las calles del pueblo, que culmina finalmente en la iglesia. Igualmente, se realiza la preparación de la virgen, que consiste en vestirla y disponerla en las andas. Otra actividad no menos importante, es la llegada de la banda o la música del alférez al pueblo, que acompañará a la procesión y la fiesta bailable de la noche del Catorce de Agosto hasta el día de cacharpaya el dieseis por la tarde. Más tarde, durante el desarrollo de la misa, el alférez se ubica en el centro del templo cerca del altar mayor, el hombre con el estandarte y la mujer con los cirios. Luego, la procesión es encabezada por la pareja de alférez, la Virgen de la Asunta y San Santiago, que se dirigen por las calles del pueblo (Figura 43 y 44). Al terminar la procesión, el alférez invita a la comunidad a la realización de la luminaria en la plaza del pueblo, iniciándose así la actividad bailable que dura hasta las seis de la mañana, tiempo en el cual el celebrante comparte con la comunidad, una variedad de licores, destacándose el Pintatani. Las actividades libatorias son extensas, no solo por el carácter festivo, sino por el clima durante su desarrollo, siendo relativamente frio en el pueblo. Alrededor de las seis de la mañana se inicia al alba y saludo a la Virgen, iniciando así un nuevo recorrido litúrgico, ritual y festivo. Durante el día quince, luego del alba, se disfruta de la tradicional kalapurka, se realiza un desfile cívico, misa y fiesta principal, por ser el día de la Virgen. Durante la misa de ese día, se presenta el nuevo alférez ante la Virgen y comunidad. Y finalmente, el ultimo día se caracteriza por la realización del buenos días, la visita al cementerio donde se depositan ofrendas florales, velas y licores. Al atardecer, el alférez saliente y el entrante, más los cabecillas (devotos que realizan donaciones y aportes al alférez), inician la cacharpaya, actividad que puede durar desde un par de horas hasta entrada la noche. Es característico de las comunidades andinas, que los músicos reciban obsequios de productos locales, llamados “anguñas” (Veliz y Veliz 2003). 5.1.10. Fiesta de los Santos Difuntos El ciclo de la vida y la muerte, juega un rol crucial en las comunidades aymaras, pues desde el momento previo a la procreación hasta después de la muerte, se ejecutan diversos ritos de índole familiar y comunal. Hans Van Der 114 Pijchar, equivale a masticar Coca con fines rituales.

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Berg (1989), expresa que los aymaras del altiplano ejecutan una serie de ritos para: El nacimiento, matrimonio y muerte; La preparación de la tierra de siembra, viajes, corte de pelo o enfermedad; entre otros. En consecuencia, el hombre andino requiere de una permanente relación con las fuerzas antinómicas (naturaleza y sociedad extra humana), pues concibe la vida y cosmovisión como una totalidad orgánica e interdependiente. Durante la celebración los santos de la iglesia son cubiertos con velos negros, en la parte superior del altar se colocaba una calavera simbolizando la totalidad de las almas o ánimas. En décadas pasadas, el día primero de noviembre se colocaban las ofrendas, en formas de t'anta wawas o panes con forma de palomas, escaleras, wawas o animales, galletas, sopaipillas, quesos, bebidas, licores, etc., en las paredes de las casas y para que los vecinos y parientes recen por el difunto, para luego ser repartidas entre los diversos rezadores. Al atardecer, los vecinos realizan la visita al cementerio, donde los dolientes celebran a sus difuntos de manera festiva. En la actualidad el rito se ha simplificado, pues las familias no realizan las mismas ofrendas o ceremonias junto a la comunidad. Tal como lo evidencia un testimonio recopilado por Mireya Yucra: “El día 2, las familias que tenían difuntos recientes cocinaban como si se tratara de una fiesta, invitaban a las almas, es decir, personas que encontraban en la calle para que vaya a almorzar y después ellos rezaban al difunto y la familia le retribuía a los rezadores con bolsas de alimentos, para cada invitado le preparaban su paquete de fiambre. Ahora ya no hacen como antes” (Yucra 2002: 40).

En conclusión el calendario festivo de Ticnamar ha sufrido una permanente erosión por la pérdida cultural, pues las fiestas se han simplificado, debido a que el control social y litúrgico que realizan los mayordomos y fabriquero no existe, motivando una práctica cultural que depende de la capacidad de hacer memoria del alférez celebrante, cuya consecuencia ha propiciado una reinterpretación de los ritos y abandono de otros, como el caso de las fiestas de San José, San Juan, Virgen de la Candelaria, San Santiago (El patrón de Ticnamar), Virgen de Copacabana o el “baile al niño”, quedando vigente, solo las fiestas grandes como Asunta o Virgen de los Remedios 115. El efecto de la perdida de las festividades, ha originado un deterioro profundo en la identidad de la comunidad, pues la menor cantidad de celebraciones no solo, ve comprometida la futura identidad de la comunidad, sino también su relación con el espacio sagrado, por ello, resulta de suma importancia que los vecinos de 115 Para la fiesta de la Virgen de los Remedios, ver trabajo de Rodrigo Ruz, Alberto Díaz y Rodrigo Fuentes (2011).

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Ticnamar recuerden y recuperen sus festividades, pues de esta forma lograrán proyectarse en el tiempo (Figura 46 y 47). 5.2.

Memorias de arriería y guaneras

En Ticnamar y su entorno existieron diversos caminos troperos para animales de carga y arrieros, que tenían en este pueblo, su nodo de interconexión con rutas que llevaban a los viajeros a comunidades del altiplano, precordillera y valles costeros. Estas rutas tuvieron su origen en el pasado prehispánico y fueron construidas por las sociedades pre-incas de la región. La dinámica económica impuesta por el régimen colonial, le otorgo a estas rutas su sello característico, pues las llamas fueron reemplazadas por acémilas y caballares, convirtiendo a Ticnamar en un centro obligado de pernoctación y alimentación de animales. De acuerdo a Javier Zenis, existieron dos tipos de arrieros que ocuparon las rutas troperas, “el patrón” y “el común” (Zenis 2012). El primero se distinguió por ser dueño de tierras, mercancías y numerosos animales de carga que podía desplazar en viajes de larga distancia. Este arriero, ocupaba en Codpa y demás pueblos de la sierra, un sombrero de paño, poncho color vicuña y espuelas de plata, además, de estribos bellamente decorados o en ocasiones de plata. El “otro arriero”, era un simple agricultor que practicaba la arriería para complementar su economía doméstica. En el caso de Ticnamar, el grueso de los arrieros correspondieron a la segunda categoría, pues gran parte de ellos, se movilizaron en busca de guano, frutas u otras mercancías para su sustento, solo aquellos vecinos, que estuvieron emparentados con algunos ricos vecinos de Codpa, escaparon a esta categoría. Se pueden distinguir rutas locales y regionales en la zona de Ticnamar, como zonas locales, podemos identificar las siguientes: a) Ruta Ticnamar/Livilcar/Arica, que baja por el río Ticnamar hacia la Estrella, Purumpampa, Quero y los altos de Livilcar. Desde el pueblo de San Bartolomé de Livilcar hacia, Las Peñas, Umagata, Azapa y Arica; b) Ruta Ticnamar/Oxaya/Arica, desde el cruce de Purumpampa, el camino sigue por los cerros de Cana y pampa Oxaya, uniéndose al camino que viene del pueblo de Belén Arica. esta ruta pasa por Challacagua, lomas de Oxaya y Quero, bajando luego hacia el camino de Azapa; c) Ruta Ticnamar/Codpa, sale este camino por la quebrada Oxa y sube a la Pampa del mismo nombre, pasando por los faldeos del Cerro Márquez, quebrada Amachuma, Yerbabuenane, Pampa Marqueza, cuesta Capercolloy, lugar del Padre Muerto y se une con el camino que viene de Timar a Codpa, bajando finalmente por la cuesta de Apanza. Esta ruta fue muy importante desde el punto económico, ya que permitía acceder a la producción frutícola y vinos del valle de Codpa; 148

d) Ruta Ticnamar/Timar/Codpa, la ruta es la misma que va hacia Codpa, pero a la altura de la quebrada el Cóndor se desvía, pasando por la quebrada Amachuma, Planchone, y la cuesta Viscachane, llegando a la quebrada del Pueblo de Timar y; e) Ruta Ticnamar/Putre, une los extremos norte y sur de la actual comuna de Putre. Sale por la parte baja del Pueblo de Ticnamar, llamada Opuya, pasando por el rio Saxamar, subiendo luego la cuesta Lupica, Tojotojone, Trigal pampa, Pueblo de Belén, Pachama, Murmuntani, Zapahuira, Socoroma y Putre. Las rutas regionales son diversas y vincularon Ticnamar con la ciudad de Arica o la frontera boliviana. a) El recorrido de la ruta pasó por Guallatire, Rio Lauca, Cuesta Vichuta, Pampa Ancolacane, cuesta caravilque, Codillera Contrave, Aura Contrave, bajando cerro mina Santa Rosa, caimuta, Cerro Calabarata, bajando la cuesta Tumaya hasta llegar al rio del mismo nombre y llegar al Pueblo de Ticnamar; b) Ticnamar/Isluga, el camino se inicia en Ticnamar, quebrada Oxa, Chucaya, apacheta Jaruma, Pampa Márquez, Calolojo, Angustura, Timalchaca. En el río se enfila hacia Chilcaya, el apacheta de Lagunilla, dirigiéndose luego a Mullure, Parcohaylla e Isluga. Otras rutas llevaron a los Ticnameños hacia la costa en busca de un preciado fertilizante, el guano de pájaro, extraído desde los acantilados ubicados entre caleta Vítor y el sur del morro de Arica. La extracción del guano, reviste un gran riesgo, pues los campesinos deben descolgarse y luego escalar a la cima de los precipicios y acumular el guano, que más tarde cargaran en mulas y asnos. El viaje es considerado de gran sacrificio, pues tanto los animales como los campesinos, pasan parte del tiempo privados de alimentos y agua, solo pudiendo encontrar estos en Chaca y algunos abrevaderos aislados, eventualmente se llevaba algo de forraje para los animales. Por otra parte, el viaje de ida dura unos dos días hasta las guaneras. Además, el frío costero y la gran cantidad de insectos anofeles existentes en las cercanías de Azapa y Vítor. Oscar Mena se refirió de la siguiente manera sobre este esforzado viaje: “El hombre andino y de los valles, están templado para estos trabajos duro y fuerte, porque la sobrevivencia es parte de la vida y hay que adecuarse. A veces por descuido los animales nos dan vuelta los tiestos de agua o se comen los víveres que tenemos para prepararnos alimentos, entonces hay que moldarse a la sobrevivencia pasando frío, hambre y sed” (Oscar, 70 años).

Las guaneras más importantes están en los sectores de Corazones, Cutipa, Cruzane, Anzota, más allá del valle de chaca, están “Camaraca” y Ofeico, que son muy populares por la calidad de su guano y por su lejanía. El camino 149

que toman los vecinos de Ticnamar para las guaneras, es el mismo que se dirige a Codpa, es decir el que va hacia Chaca, llegando al sector de Vila vila, rico en tréboles y agua, además de camarones de río, sirviendo de descanso para los campesinos. Estas rutas fueron recorridas por Modesto Mena y por don Victor Ñave Ape, en sus viajes para la recolección de “guano de pájaro”. En fin, dichas rutas fueron muy relevantes en décadas pasadas, pues cumplieron un rol articulador de la economía, cultura y dinamizaron de la vida política de la población andina, pues por el transitaron mercancías, noticias y nuevas expresiones culturales, como también, fueron rutas que emplearon hombres y mujeres que huyeron de las violencias del pasado. Desde la década de 1960, estas vías de comunicación comenzaron a ser abandonadas por la construcción de las carreteras A-35 y A-11. Además, la continua inmigración de la población indígena hacia la ciudad acrecentó el abandono de estas rutas de intercambio y complementariedad económica, pasando a ser solo una memoria colectiva de tiempos pasados. 5.3.

Memoria de Oscar Mena

Oscar Omar Mena Mena, nació el 4 de Julio de 1943, hijo natural de doña Elia (Ceferina) Mena Corro, ticnameña, su padre biológico fue don Rafael Centella Huanca, un vecino de Livilcar. Su abuelo y madre no quisieron que fuese reconocido por su padre en el registro civil. Para su abuelo, fue “un nieto regalón, pues desde niño le brindo protección y enseñanza de buenos modales y valores, como respeto a las personas mayores” (Oscar, 70 años). En la niñez, los nietos de Modesto, lo apodaron como “Papa Mena”. Fue en esta época, que Oscar, se convirtió en el acompañante de Modesto, en sus largos viajes hacia Livilcar y Codpa. En Livilcar, pudo conocer en mayor profundidad a su abuelo y sus historias, pues las largas estancias en el cuidado de la propiedad de los Menacho Corro y la supervisión del trabajo de los peones, en la siembra del maíz y producción de alfalfa, cuyos frutos fueron comercializados en los pueblos de la pre-cordillera. Además, fue en esta época donde pudo el pequeño Oscar, conocer el oficio de la arriería, ya que su abuelo, tenía varios mulares, burros y caballares, que debían ser alimentados y cuidados, mientras su abuelo realizaba otros oficios. Fue en este mismo contexto, que pudo visitar tempranamente el santuario de las Peñas y las rutas de arrieros, que unieron Ticnamar con Arica, Oscar proporciona los siguientes datos sobre este periodo de niñez y viajes con su abuelo: 150

“En estas actividades aprendí am anejar el sistema de cargas y descarga de los animales de varias maneras de aplicar las cinchas y reatas. En otras ocasiones viaje de Ticnamar a Arica, por las rutas de Quiero y Oxaya, ida y vuelta, viajando dos días de camino para llegar y dos días para regresar, eran viajes muy sacrificados y cansadores. También, tuve la oportunidad de viajar al valle de Codpa, a vender productos que allí necesitaban y comprar frutas frescas. Allá alojamos donde don “Lucho” Albarracín, de ida y regreso siempre me indicaba los lugares por donde pasábamos” (Oscar, 70 años).

Estos tempranos viajes de Oscar, le permitieron el reconocimiento de parte importante de Codpa, valle en el cual, conocería más tarde a su esposa Nora del Carmen Veliz Jiménez. Dicho matrimonio se extendió por unos 42 años, pues doña Nora, falleció en el año 2012, dejando cuatro hijos y tres nietos. Estos largos viajes, llevaron después a Oscar, al pueblo de Socoroma, Lúpica y Belén durante siete días. Otros viajes, se extendieron también, hacia la cordillera donde debía buscar el ganado vacuno y ovino que pastaba temporalmente en las tierras de la comunidad. Fue en este periodo de niñez, que pudo acompañar a su abuelo a Tacna, donde Modesto tenía numerosos compadres y amigos. Al fallecer su abuelo Modesto, Oscar se encontraba en Arica y vivió una experiencia extraña y especial, según su propio testimonio: “Yo caminaba por la calle Patricio Lynch a la altura de la calle 18 de Septiembre, rumbo al colegio porque yo estaba internado en el Instituto Comercial y de un momento a otro comencé a sentir una pena muy grande y profunda con ganas de llorar y se me llenaron los ojos de lágrimas. Llegue al “Comercial”, me llama el señor inspector general don Luis Álvarez Miranda, y me dice que murió tu abuelito y tienes permiso, te esperan tu tía, porque tienes que viajar con el ataúd a Ticnamar. Fue así entonces, que acompañe con mucho dolor su sepelio en el cementerio de nuestro pueblo. De igual manera fue dolorosa la partida de mi abuelita Celestina Corro, quince días después de la muerte de mi abuelito” (Oscar, 70 años)116.

Oscar, sostiene que su educación fue producto al esfuerzo de su madre, quien siempre procuro solventar sus estudios, en una época donde era complejo y no exento de dificultad acceder a una formación profesional, en especial a la población de origen aymara. Igualmente, Oscar, afirma que sus logros se los 116 Luis Álvarez Miranda, profesor y arqueólogo de la Universidad de Tarapacá, formo parte de la primera comunidad científica que se organizó a fines de la década de 1950 en Arica. Fue un hombre que amo los trabajos de campo, pues gusto de los recorridos por quebradas, serranías y punas. También, fue un profundo conocedor de la costa, hecho que motivo el cariñoso seudónimo de “El chango Álvarez”.

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debe a su hermana Telma Mena, quien junto a su madre le ayudaron para lograr ser Contador General. Fue en este contexto, que Oscar recibió de su madre un cajón de madera, que contenían los documentos de su abuelo, sus fotografías y la bandera del Perú, este significante acontecimiento le permitió comprender a cabalidad todas aquellas historias que escucho en su niñez sobre su abuelo y Ticnamar. Fue así que Oscar, dedico los años siguientes de su vida hasta la actualidad a buscar todos los antecedentes sobre su abuelo y de los títulos de la comunidad en el Archivo Nacional, logrando obtenerlos solo 45 años después de la búsqueda iniciada por su abuelo Modesto Mena y al igual que su abuelo, dichos documentos fueron obtenidos con un gran costo personal y familiar. En 1996, Oscar se convierte en presidente de la comunidad indígena de Ticnamar y desde entonces, ha buscado inscribir el título de “Diego Apasa y el común de indios de Ticnamar” a nombre de la referida comunidad. Muchos han sido los tropiezos y pocas las alegrías en este largo caminar, pero todo esfuerzo es por el pueblo. Las palabras de Oscar propician este trabajo, ya que sin ellas ni sus tempranos borradores y documentos no habrían sido posibles. Sus palabras finales para el texto así lo dicen: “Este relato que me toco escribir, los hice con el mayor anheló y lealtad a mis conciudadanos ticnameños, ¡Viva Ticnamar!”.

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Figura 41. Peregrinos llegando al pueblo de Ticnamar.

Figura 42. Vecino preparando pan para la fiesta.

Figura 43 y 44. Familia Mena en la fiesta de la Asunta en década de 1970 y 1990. 155

Figura 45. Familia Mena en víspera de fiesta de la Virgen de los Remedios.

Figura 46. Celebración de Semana Santa.

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Figura 47. Compañía N°1 de Morenos de Ticnamar.

REFLEXIONES FINALES Las memorias de Modesto Mena Corro, constituyen una ventana que permite conocer la identidad e historia de Ticnamar, por ello, el presente, texto no pretende construir la verdad de aquellas historias y memorias, sino más bien extraerlas de la subalternidad y olvido. Además, de motivar a los ticnameños para explorar en su glorioso pasado y acudir al auxilio de su memoria, identidad y cultura, pues existen pasajes importantes, que en otros pueblos ya han desaparecido. La ubicación privilegiada de Ticnamar con las rutas hacia la costa y altiplano, le permitieron una temprana vinculación con los cambios culturales e innovaciones que se fueron construyendo en otras regiones de los Andes. Así la zona vio el paso de cazadores y luego sus quebradas evidenciaron el trabajo de los primeros agricultores; el paso de caravanas desde la costa hacia la precordillera en busca del maíz, dando paso luego a las caravas de larga distancia que unieron a Tiwanaku con sus colonias periféricas. Serian estas mismas rutas andinas, que utilizaron los reinos aymaras e incas en su avance al Colesuyu en el siglo XV. Sin duda, los efectos de la conquista hispana se sintieron tempranamente en Ticnamar o Lagnama como lo evidencio más tarde Fray Vásquez de Espinoza. El nacimiento del pueblo de indios de Ticnamar, tuvo las mismas expresiones en el resto de los Andes, pues nace a partir de las acciones coercitivas de la encomienda y luego de las reducción de indios, que tuvieron como única finalidad controlar política, económica y religiosamente a la población indígena, que por entonces, vivía repartidas en pequeñas aldeas cerca de las diversas áreas de cultivo en Tumaya, Oxa, Achuma y Chucasiña, entre otras. Desconocemos, las circunstancias que llevaron al “Común de Indios de Ticnamar” a desprenderse de sus tierras comunales, pero probablemente fue a inicios del siglo XVIII, recuperada por Diego Apasa en 1758. Este hecho no es menor, en el mundo andino, pues la tierra para las comunidades representa la vida y es fundamento de la existencia de la identidad. Por idénticas razones ha sido motivo de arduas disputas en el último siglo, que esperamos disminuya y decante, pues el quiebre comunal solo contribuye a la perdida cultural y por ende, expone a Ticnamar a la pérdida de identidad e historia en las próximas décadas. Diversos documentos coloniales evidencian que parte de la población indígena, posee tempranas vinculaciones culturales y políticas con los altos de Arica, como es el caso del apellido Mena, Corro, Mamani, Yucra, Huanca, Conde, 159

Subieta, Ñave, León, Centella, Calle, Veliz y Cruz, entre muchos otros. Otros muchos, de indios forasteros, convertidos en “originarios”, según la clasificación hispana, situación manifestada hasta el siglo pasado. Hechos que nos permite concluir, que la condición de ticnameño y su identidad, no solo está asociado a las lógicas del “Ius Solis” o “Ius Sanginis”117, sino que tienen un elemento adicional de suma importancia, la práctica cultural. Por tanto, la identidad debe ser sentida, pensada, imaginada y compartida en la vida cotidiana, tanto en las esferas privadas y públicas. En otras, palabras la construcción de la identidad, se produce con prácticas concretas, intereses, ideologías, ritos e imaginarios colectivos, que propician la diferenciación étnica y sus significaciones. Por ello, el binomio identidad y etnicidad, tuvo fuertes implicancias en hombres como Modesto Mena, pues apelo a aquellos orígenes lejanos de su identidad, que luego vincula a la nueva comunidad imaginada, el Perú. La Guerra del Pacifico y en particular la batalla de Arica, generó un amplio interés y adherencia de la población indígena por el Perú. Estos vínculos, no solo fueron políticos, sino también emocionales y culturales, pues Ticnamar y los Altos de Arica, estuvieron ligados durante más de tres siglos a la ciudad de Arequipa. Asimismo, el paso del vencido ejército peruano y su trágico fin en Arica, no hizo más que animar y exacerbar los lazos con esta nación caída en desgracia. La postura de Modesto Mena y otros miles de ariqueños, fue idéntica al menos hasta la década de 1910, la cual fue cambiando en la medida que los efectos de la “chilenización” se instalaron principalmente en la costa, para luego comenzar a extenderse a valles, pre-cordillera y altiplano. No obstante, el cambio ideológico, fue más tenue y lento en las subdelegaciones rurales, pues la existencia de una elite indígena fuertemente vinculada con el Perú, impidió un cambio rápido. Los factores que contribuyeron con los quiebres comunales y el cambio de lealtades nacionales, fue el efecto de la violencia en las comunidades y el surgimiento de una nueva elite al servicio de los intereses nacionales. Sin embargo, estos cambios ideológicos, no pudieron ser efectivos sin la acción de la “mazorca” o ligas patrióticas, que no solo intimidaron a la población peruana, sino que su accionar violento motivo estos cambios o huidas hacia Bolivia. Las consecuencias de la Chilenización en Ticnamar y en el resto de la provincia son diversas, ya que implicaron cambios culturales y modificación la estructura social y política población indígena, ya que se aplicó una “dialéctica 117 Ius Sanginis, es un criterio jurídico que puede adoptar un ordenamiento para la concesión de la nacionalidad. Según el Ius Sanguinis, una persona adquiere la nacionalidad de sus ascendientes por el simple hecho de su filiación (biológica o incluso adoptiva), aunque el lugar de nacimiento sea otro país. Ius Solis, su traducción literal es “derecho del suelo” (significando 'derecho del lugar'), y que es un criterio jurídico para determinar la nacionalidad de una persona física. Este criterio puede ser contrario y contradictorio con el Ius Sanguinis.

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de la dominación”, que erosionó los saberes, los valores y la cultura de la población. Estos efectos son medibles y observables en Ticnamar, pues parte importante de su calendario ritual ha sido afectado, generando una contracción del calendario ritual a partir de la década de 1940 en adelante. La vinculación de la identidad comunal fue equivalente a la identidad peruana, es decir, las autoridades chilenas, asociaron la etnicidad con la identidad nacional, así todo lo indígena se asimilaba a lo peruano. Modesto Mena, fue tempranamente consiente del efecto de la Chilenización, por ello se esforzó en dejar evidencia documental de su lealtad al Perú, como tambien denuncio tempranamente los atropellos y persecuciones que le propinaron. Tambien, resulta interesante ver como dos plebiscitarios, Modesto y Hermenegildo, fueron solidarios y víctimas del mismo proceso de violencia, pero terminaron finalmente distanciados por la administracion de los recursos comunales y la inscripcion de las tierras del común, donde tal vez las propias heridas de la chilenización hayan motivado distintos y opuestas reacciones por justicia. En tal sentido, destaca la posicion de Mena, pues no solo fue victima de la expulsión a Copiapo, luego deportado a Mollendo y finalmente termina huyendo a Bolivia, donde encontró refugio, pero perdería a su amado hijo varón Julio y años más tarde a Bernabé. Igualmente, la entereza y el valor de las mujeres como Celestina Corro, María Ovando e Isolina Jiménez, entre centenares de muchas otras. Un tema pendiente en la historiografía regional, pues si bien, la mujer no podía votar en el plebiscito que nunca se realizó, debió llevar el peso del hogar por el marido, el padre o hermano ausente. Sin dejar de lado, que como en todos los conflictos fue víctima de la violencia sexual. La totalidad de los conflictos armados y violencia generan en hombres y mujeres distintos grados de alteraciones psicológicas. Denominando a estas consecuencias, como experiencias traumáticas, que son vividas como una ruptura de su proceso vital. El impacto y la intensidad de los hechos de violencia ha tienen un carácter desestabilizador y desestructurante en los sujetos, pues terminan superando su capacidad de tolerancia y defensa, generando: sufrimiento físico y emocional. Los cuadros típicos que viven las víctimas de la violencia son: inseguridad, desamparo e impotencia y, en algunos casos, un trastorno duradero de la organización psíquica. Un factor decisivo del carácter traumático de dichas experiencias fue la imposición del silencio y del propio auto silencio, pues en el caso de Ticnamar, reinaba el temor de ser delatado y acusado de espía y sufrir las consecuencias como don Tiburcio Ape y Julio Mena. Por ello, las prohibiciones y amenazas, suscitaron miedo y silencio. De ese modo, la vivencia traumática en muchos casos quedó encapsulada, incapaz de ser elaborada personal y colectivamente. 161

¿Cómo enfrento este proceso Modesto Mena? Una descripción cabal de las secuelas de la violencia incluye necesariamente la compresión de los esfuerzos personales que llevan a la práctica los sujetos para semejante situación. Aun en medio del impacto traumático de los hechos que se manifestaron en Ticnamar, fueron las capacidades y recursos, tanto individuales como comunitarios y las solidaridades directas o encubiertas, que permitieron responder a la amenaza y el terror. Gracias a ello, muchas personas sobrevivieron a los actos violentos y sus secuelas. Del cual, no cabe la menor duda, dando cuenta los diversos reportes documentales, informan que el miedo, fue generalizado entre 1924 y 1926, en las diversas comunidades andinas, por lo que la resiliencia constituyo una herramienta eficaz para sobrevivir a las secuelas y traumas. La resiliencia reside en el “yo”, pues solo ahí existe la fuerza necesaria para superar la adversidad, aprender de ellas y salir fortalecido, luego de vivir experiencias traumáticas. La adquisición de la resiliencia ocurre en la niñez y va evolucionado en la medida que se toma conciencia y se llega a la edad adulta. En otras palabras, la superación de las adversidades de la niñez ante la temprana muerte de su padre Bernabé Mena y los estímulos de su madre, Paula Mamani, forjaron en Modesto el carácter y temple que le permitió superar las adversidades de aquellos años complejos y sombríos en Ticnamar. Igual proceso, ha vivido Oscar su nieto, aprendiendo precozmente los rigores de la vida, poseyendo a su vez a Modesto como su guía espiritual y mentor. Finalmente sostener que, Modesto Mena representa, aquellos hombres andinos, que fueron extraordinarios, luchadores y ardientes defensores de sus convicciones e ideas, que ni el miedo o muerte puede doblegar. Por ello, hablar de Modesto, es también, rendir un homenaje a todos esos hombres y mujeres de Ticnamar y demás pueblos andinos que compartieron similares tragedias, por la defensa del Perú. No obstante, cabe destacar que la lucha real de Modesto, fue más que dedicada al Perú, a una comunidad imaginada, más cercana, vivible y observable, su Ticnamar y la defensa de ella, por ello, después de retornar de su exilio siguió luchando infatigablemente por su amado pueblo con aquellas ideas y principios de tiempos coloniales, donde el bien comunal se anteponía a los interés individuales o personales, por lo que durante sus diez últimos años de vida, busco afanosamente los títulos del “Común de Indios de Ticnamar”. Dichos títulos los logra encontrar por fin en 1955, pero los años de vejez y el quiebre comunal impidieron que se registraran a nombre de la comunidad. Modesto Mena, fue entonces, un hombre que lucho por la defensa de su tierra, pero no solo vista como un bien raíz, sino por su implicación mágico – 162

religiosa, pues fue un devoto practicante de los ritos y liturgias aymaras. Más aún, su propia muerte, no solo debe ser vista como un hecho fortuito o producto de una neumonía feroz, sino como una muerte honorable y mística, pues tiempo antes de fallecer visito el templo más sagrado de los Andes, Copacabana para despedirse de la Virgen de la Candelaria, es decir de Phaxsimama. Y el día de su partida, tiene un fuerte simbolismo, pues se arrodillo y rezo al espacio sagrado aymara, entrando en comunión espiritual con Dios, la virgen, los cerros, la Pachamama y sus antepasados, y como todo hombre andino solicito el bien para sus nietos y tataranietos. Modesto Mena, es un ejemplo de valentía, honor y representa a esa estirpe de hombre, que tal vez, ya casi no existe en nuestros Andes (Figura 48 y 49).

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“En cuanto me ha tocado participar en todas las instancias para buscar documentos que nos pudieran ayudar fui al Archivo de Tacna, allí hay documentación del periodo colonial del ayllu de Ticnamar (de la comunidad), hay nombres de las poblaciones y censos. La documentación que me entrego mi madre doña Elia Mena Corro (W.E.P.D.), que eran de mi abuelito fue algo que aprendí de su vida, su biografía, los papeles, cartas, documentos del tiempo del Perú, todo fue una historia viviente que me contagio y me impregno de una fuerza mística, de una sabiduría para luchar, pelear en buena lid y con transparencia por el bien de mi pueblo”. Entrevista realizada por Mireya Yucra Ape, en Febrero del año 2002 a Oscar Mena.

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Figura 48. Modesto Mena y Celestina Corro en la década de 1960.

Figura 49. Oscar Mena y los Ex - Plebiscitarios de Tacna y Arica (2013).

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nuestra identidad regional

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Este texto fue posible gracias a la monografia de Oscar Mena Mena, dedicada a su abuelo Modesto, títulado “Memorias de un aymara en tiempos de la chilenización, Ticnamar (1875 - 1961)”. Además, Oscar proveyó una cantidad importante de documentos de la época, fotografías y otros objetos de su abuelo. Vaya a Oscar y su familia un merecido tributo, por esa lucha inagotable por conservar estas memorias e historias de Ticnamar. “Mi esposa me está esperando en el cielo y yo solo espero, el día en que me toque partir a su lado, pero antes quiero dejar estos relatos sobre mi abuelito “Modesto Mena”, que en vida me contó, que no supe comprender en esos años y no le di importancia y hoy quiero compartirlos con mis hijos, parientes y vecinos de Ticnamar. Mis escritos y relatos los hice con el mayor anheló y lealtad a mis conciudadanos ticnameños, ¡Viva Ticnamar!” Oscar Mena, nieto de Modesto Mena Mamani, el plebiscitario irreductible de Ticnamar.

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