Mito y realidad en la vida de Mencía de Mendoza, Condesa de Haro (ca. 1421-1499).

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Descripción

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO (Guadalajara, c. 1421-Burgos, 31 de diciembre de 1499) 1

Óscar Perea Rodríguez (Lancaster University)

E

spigando el diverso y abigarrado contenido del primer artículo dedicado a la biografía de Mencía de Mendoza, es bastante curioso el hecho de que su humilde y opaco autor, que no se atrevió a firmar la pieza 2, otorgase veracidad a una supuesta conversación entre la dama y su marido. Según este relato, en una de las ocasiones en que el noble guerrero hubo regresado al calor del hogar señorial, su esposa resumió los quehaceres acometidos durante la ausencia marital respondiendo a su cónyuge: “Señor, ya tenéis palacio en que morar, quinta en que cazar y capilla en que os enterrar” 3. A esta ingeniosa respuesta, a su “vivísima inteligencia” 4, debe sin duda la Condesa de Haro casi toda la fama de que goza en nuestros días. Como prueba, basta con entrecomillar la frase “tenéis palacio en que morar” y hacer una búsqueda en la fuente

1 Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación “The Cancionero del Conde de Haro (ca. 1469): A Unique Philosophical Treatise in Medieval Spanish Verses”, financiado por el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte a través del Programa Hispanex (convocatoria 2013). Quiero agradecer a Efrén de la Peña Barroso su inestimable ayuda para la consulta de la documentación en el Archivo Histórico Nacional (Toledo), Sección Nobleza (en adelante, AHN). 2

Se piensa que es Manuel de Assas y Oreño, editor de la publicación costumbrista fundada por el legendario Ramón de Mesonero Romanos [M. ASSAS Y OREÑO (1856): “Los ahorros de una Condestablesa de Castilla”, en Semanario pintoresco español, año XXI, pp. 300-301]. 3

Refiere esta anécdota F. PEREDA ESPESO (2005): “Mencía de Mendoza, mujer del I Condestable de Castilla. El significado del patronazgo femenino en la Castilla del siglo XV”, en B. ALONSO, M. C. DE CARLOS VARONA y F. PEREDA ESPESO (eds.): Patronos y coleccionistas: los condestables de Castilla y el arte (siglos XV-XVII), Valladolid: Universidad de Valladolid, pp. 9-119, especialmente pp. 11-12. 4

Cf. J. PÉREZ DE GUZMÁN Y GALLO (1925): Bajo los Austrias. La mujer española en la Minerva literaria castellana, Madrid: Escuela Tipográfica Salesiana, p. 47.

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de información por antonomasia de nuestro siglo XXI, Google, donde encontraremos alrededor de un centenar de resultados con este criterio: artículos académicos 5, monografías, enciclopedias y diccionarios biográficos 6, blogs e, incluso, la página de presentación de las escrituras para la creación de la famosa capilla de los Condestables en la catedral burgalesa a la que Mencía de Mendoza dedicó gran parte de su vida 7, todos ellos engalanan la fama de la Condesa de Haro por medio de la sutil agudeza indicada 8. Sin embargo, como cualquier lector convendrá, el que Mencía de Mendoza hubiera podido decir algo parecido a la famosa frase que se le atribuye por doquier es una sugerente hipótesis, muy atractiva, pero indemostrable. Tanto que más bien habría que blasonar a esta “manoseada anécdota, tan literaria como inservible” 9 con el cincel del conocido adagio italiano que reza si non è vero, è ben trovato 10. Pero lo realmente curioso es que otra anécdota de nuestra dama, que se verá a continuación, haya pasado casi totalmente desapercibida en el conocimiento de su vida 11. La fuente de información es una obra de un autor probablemente sevillano, pero todavía sin identificar 12, que ha

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Como el de B. ALONSO RUIZ (2001): “Palacios donde morar y Quintas donde holgar de la Casa de Velasco durante el siglo XVI”, Boletín del Museo e Instituto Camón Aznar, nº 83, pp. 5-34. 6

La frase figura también en la entrada que, de la Condesa de Haro, escribió J. Luis García de Paz [J. L. GARCÍA DE PAZ (2009): “Mendoza, Mencía de”, en Diccionario biográfico español, Madrid: Real Academia de la Historia, t. XXXIV, pp. 563-564]. 7

El documento se conserva en la Fundación Arquitectura COAM y es presentado con la famosa frase: [03/09/2013]. 8

“Figura interesante y simpática por su talento cultivado, amor a las Artes y especialmente a la Arquitectura, y fina sensibilidad, características todas que recuerdan al padre” [F. LAYNA SERRANO (1942): Historia de Guadalajara y sus Mendoza, Guadalajara: Aache, 1994, t. I, p. 90a]. 9

F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 12.

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O, como prefiere Layna Serrano, “si en este caso no es verídica, harto merecería serlo” [F. LAYNA SERRANO (1942), op. cit., t. II, p. 91a]. 11 Tan solo recoge ambas noticias Juan Agapito y Revilla [J. AGAPITO Y REVILLA (1918-1929): Anotaciones a los «Extractos de los diarios de los Verdesotos de Valladolid», Valladolid: Imprenta de E. Zapatero, pp. 56-57]. Para este trabajo he utilizado la versión digitalizada de libre acceso en la red, efectuada en Valladolid, Junta de Castilla y León, 2009-2010: [23/09/2013] 12

Se suele atribuir su redacción a Diego Fernández de Córdoba, deán de la catedral de Sevilla en los años finales del siglo XVI. Cf. C. SANZ ARIZMENDI (1917): “Memorial de algunos casos”, en Revue Hispanique, nº 40, pp. 228-255.

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llegado a nuestros días a través de tres diferentes manuscritos. En ella se nos da una visión de Mencía de Mendoza radicalmente opuesta a la dama chispeante y ocurrente de la contestación anterior: La Condesa de Haro, madre de este Condestable 13, fue extraordinariamente altiva, vana y presumida. Tuvo otra hermana tal y tan presumida como ella, Condesa de los Molares, viuda en Sevilla de D. Pedro de Ribera (de quien vienen los Marqueses de Tarifa). Avía más de veinte años que no se veían y trataron de verse, señalando un lugar para donde partió una de Burgos y otra de Sevilla. Llegadas cerca del lugar señalado, pararon ambas con un mismo reparo. Dixo la de Haro: “Si piensa mi hermana que, por ser mayor, le he yo de hazer más cortesía que ella a mí, se engaña, que ha de mirar quán mayor señora soy yo”. Dixo la de los Molares: “¿Pensará mi hermana que, porque su marido aya sido tan gran señor, no me ha de hazer a mí más cortesía como a hermana mayor? ¡Pues se engaña!, que esto es ser mayor por naturaleza y lo otro por fortuna”. Andubieron sobre este ajuste mensages de parte a parte, con demandas y réplicas; y fuese encrespando el negocio y no se pudieron ajustar, y bolviéronse sin verse 14.

Algunos años más tarde, uno de los nietos de Mencía de Mendoza, el V Condestable de Castilla, llamado también Pedro Fernández de Velasco como su abuelo, redactó una genealogía manuscrita (BETA, Manid 4639) 15, destinada en concreto a “fijar la memoria de su linaje” 16. En ella se describía a la Condesa de Haro mediante los recuerdos que habían llegado a sus descendientes: Fue muy pequeña de cuerpo, mas muy hermosa de rostro: teníale aguileño; y era muy blanca y tenía muy buena tez de rostro 17. Tenía buena boca, aunque el labio de abajo hera caído un poco. Tenía la nariz aguileña y los ojos grandes, negros y buenos.

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Con “este Condestable” el texto se refiere a Bernardino Fernández de Velasco, de quien el texto de la obra acaba de contar otra anécdota en el párrafo inmediatamente anterior. 14

C. SANZ ARIZMENDI (1917), op. cit., pp. 249-250.

15 Biblioteca Nacional de España (en adelante, BNE), Mss. 3238. Sigo el sistema de identificación de fuentes (Manid) de PhiloBiblon - BETA: Bibliografía Española de Textos Antiguos, base de datos dirigida por Charles B. FAUHABER y de libre acceso a través de esta ruta: [21/09/2013] 16

Cf. C. JULAR PÉREZ-ALFARO (2010): “Porque tengo obligación: genealogía, escritura e identidad nobiliarias. Los Velasco”, en M. CASTILLO LLUCH y M. LÓPEZ IZQUIERDO (eds.): Modelos latinos en la Castilla medieval, Madrid-Frankfurt: Iberoamericana-Vervuert, pp. 307-329. Texto citado, en p. 307. Para otra fuente de la misma obra (BNE, Mss. 2018), véase pp. 310-312. 17

Recuérdese que Diego de la Cruz, en su Misa de San Gregorio, conservada actualmente en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, representó una dama que Pereda Espeso sospecha que es la propia Condesa de Haro [F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 19-21 y pp. 76-80].

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Mencía de Mendoza, esposa del Condestable Tenía mucha grabedad y onestidad en el rostro, y así ella era muy honesta y muy bien hablada, y muy graçiosa y de muy gran autoridad, y de mucha presunçión. Hera apasionada en las opiniones que tomaba y çelosa y desabrida con las personas que no quería mucho. Hera de tan buen coraçón que le acaeçió muchas beçes en Burgos, quando abía algún ruido entre los unos y los otros de la çiudad, salir hella a despartirlos. Bestíase de muchos colores el tiempo que fue casada y, después de biuda, muy onestamente 18.

Aunque el relato de su descripción física por parte de su nieto ha sido definido como “cargado de verosimilitud, si no de un sincero afecto” 19, y con independencia de que sí parezca responder esta representación al retrato de la Condesa de Haro, caracterizada como dama orante en un lienzo dedicado a Santo Domingo de Guzmán 20, resulta bastante complejo deslindar lo real de lo legendario en estas tres noticias dispersas que nos han llegado de Mencía de Mendoza. Como es obvio, su labor en el mecenazgo artístico, imbuido dentro de las coordenadas generales del patrocinio femenino de la época 21, es lo que ha merecido más atenciones con respecto a su vida y ha sido bien analizado tanto por la erudición pasada como por la historiografía científica más reciente. Todos estos estudios han destacado el caso de la Condesa de Haro como un privilegiado escenario en el que observar cómo la promoción artística fue uno de los accesos preferentes de las mujeres al reconocimiento 18

BNE, Mss. 3238, ff. 45v-46r. Corrijo dos pequeñas erratas: presunçión por ‘persunçion’ y bestíase por ‘bestiasse’. Edita este documento Cristina JULAR PÉREZ-ALFARO dentro del proyecto CRELOC, de libre acceso en Internet a través de esta ruta: [21/09/2013] 19

Cf. F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 20.

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La identificación de la Condesa de Haro como la dama que aparece en el retrato (Ibídem, pp. 73 y 109), conservado en el Museo Cívico de Reggio Emilia, ha sido recientemente rebatida por P. LADRERO GARCÍA (2009): “Un supuesto retrato de Mencía de Mendoza y Figueroa. Propuesta de nueva identificación”, en Berceo, nº 156, pp. 149-189. 21

Para el marco europeo, aunque sin ninguna mención a la península ibérica, véase la colección de estudios editada por C. LAWRENCE (1997): Women and Art in Early Modern Europe. Patrons, Collectors and Connoisseurs, University Park: Penn State University Press.

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social 22. Se adivina, no obstante, la existencia de alguna pequeña laguna en cuanto a su devenir puramente biográfico, razón por la cual las siguientes páginas estarán dedicadas a un intento de aproximarse a su vida, sin entrar en su perfil de mecenas de artistas más que de pasada; el propósito es más bien el de intentar descubrir a la mujer que subyace detrás de las anécdotas relatadas y de los clichés más conocidos con respecto a su intervención en la arquitectura y en el arte de su época.

PRIMERAS NOTICIAS DE LA DAMA El hecho de haber nacido en el seno de uno de los linajes castellanos de mayor alcurnia, como el de los Mendoza, delimitaría muy pronto su devenir. Su padre, Íñigo López de Mendoza, no solo fue un reputado miembro de la aristocracia castellana durante el reinado de Juan II de Castilla en la primera mitad del siglo XV, sino un extraordinario hombre de letras, tratadista y poeta destacadísimo, una de las más altas cumbres de la cultura hispánica cuatrocentista. Pese a que disponemos de un gran caudal de información acerca de su vida y 23, en especial, de su obra literaria 24, son escasos los datos que nos han llegado sobre sus descendientes femeninas: no hay noticias en crónicas y biografías coetáneas y los grandes genealogistas del Siglo de Oro tampoco aportan gran cosa. De Mencía en concreto, López de Haro tan solo consignó que fue “muger de don Pedro Fernández de Velasco, segundo Conde de Haro, primero Condestable de Castilla de los de la casa de Velasco” 25; mientras que Salazar y Castro apenas añadió que “son sus descendientes Duques de Frías” 26. 22

Expresado en los términos de N. GARCÍA PÉREZ (2013): “El acceso de la mujer a la «alta cultura» en la Europa del Renacimiento”, en Arbor, nº 189, pp. 1-9. 23

Especialmente el estudio de R. PÉREZ BUSTAMANTE (1983): El marqués de Santillana (biografía y documentación), Santillana del Mar: Fundación Santillana. 24

Véase la bibliografía reunida por Ángel Gómez Moreno y Maximillian P. A. M. Kerkhof, MARQUÉS DE SANTILLANA: Poesías completas, ed., introd. y notas de A. Gómez Moreno y M. P. A. M. Kerkhof, Madrid: Castalia, 2003, pp. 67-77. Las novedades surgidas en los últimos años pueden encontrarse en la base de datos de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, de libre acceso en Internet a través de esta ruta: [31/08/2013]. 25

A. LÓPEZ DE HARO (1622): Nobiliario genealógico de los Reyes y Títulos de España, Madrid: Imprenta de Luis Sánchez, t. I, p. 243a [edición facsímil, Ollabarren: Wilsen Editorial, 1996]. Cuasi idéntica información se halla en el capítulo dedicado a los Condes de Haro (Ibidem, t. I, p. 184b). 26

L. DE SALAZAR Y CASTRO (1697): Historia genealógica de la Casa de Lara, justificada con instrumentos y escritores de inviolable fe, Madrid: Mateo de Llanos y Guzmán, t. III, p. 504.

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Sí se conoce que el matrimonio de sus padres, pactado en 1403 27, se celebró por poderes en 1408, cuando los contrayentes tenían aproximadamente unos diez años. El enlace propiamente dicho tuvo lugar en Salamanca el 7 de junio de 1416 28, una vez que, fallecido Fernando I de Aragón, a quien servía como copero mayor 29, Íñigo regresó a Castilla. El primogénito del matrimonio, Diego Hurtado de Mendoza, futuro Duque del Infantado, nació en la villa vallisoletana de Tordehumos un año más tarde, en 1417 30. Y alrededor de unos cuatro años después fue Mencía la que vino al mundo, tal como se puede deducir de la inscripción que figura en su sepulcro, situado en la ya mencionada capilla de los Condestables de Burgos: Aquí iaze la muy illustre señora Doña Mencía de Mendoça, Condesa de Haro, muger del Condestable don Pedro Hernández de Velasco e hija de don Íñigo López de Mendoça i de donna Catalina de Figueroa, Marqueses de Santillana. Murió de setenta i nueve annos, anno de mill i quinientos 31.

La fecha de muerte se puede precisar un poco más debido a que su nieto, el IV Condestable de la Casa de Velasco, dejó escrito en su relación que su abuela “murió de setenta y ocho años” 32. Sin embargo, la apertura del codicilo testamentario de la dama se hizo “en la villa de Cuevas Ruvias, en postrimero día de diciembre de noventa y nueve años” 33. Sin duda esta casualidad de haber fallecido el 31 de diciembre de 1499 fue lo que llevó a los encargados de la lápida a poner el año de 1500. Es muy probable que la dama naciera en Guadalajara 34, en las casas que sus padres poseían en la parroquia de Santa María. Se sabe con seguridad que allí, el 3 de mayo

27

He consultado la copia de estas capitulaciones, fechadas el 17 de agosto de 1403, que se conserva en la Real Academia de la Historia (en adelante, RAH), colección Salazar y Castro, M9, ff. 140v-144r. 28

R. PÉREZ BUSTAMANTE (1983), op. cit., p. 40; F. LAYNA SERRANO (1942), op. cit., t. I, p. 253a.

29

Con tal oficio aparece desde junio de 1413. Cf. A. FOLCH (1978): El Marqués de Santillana y Cataluña, Barcelona: Gustavo Gili, pp. 18-21. 30

Cf. A. DE ARTEAGA Y DEL ALCÁZAR (2001): “Herencias y legados adquiridos por don Íñigo de Mendoza”, en El Marqués de Santillana, 1398-1458. Los albores de la España moderna, Hondarribia: Nerea, t. I, pp. 89-108, especialmente p. 106. 31

Tomo el texto del epitafio de la Tabla genealógica de la familia Velasco, RAH, col. Salazar y Castro, d-47, f. 26v. 32

BNE, Mss. 3238, f. 46r.

33

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 12.

34

Así lo considera F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 16.

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Inscripción en el sepulcro de Mencía de Mendoza, en la Capilla del Condestable (Burgos)

de 1428, vino al mundo su hermano menor, Pedro González de Mendoza, el que, andando el tiempo, se convertiría en arzobispo de Toledo y Gran Cardenal de España 35. Ambos hermanos siempre tuvieron una cordial relación 36, y desde luego no hay razón para pensar que la Marquesa de Santillana, Catalina de Figueroa, residiese en otro lugar distinto siete años antes del nacimiento del que sería llamado “Tercer Rey de España” cuando nació su hija Mencía. Se podría sospechar que el Marqués de Santillana guardó cierto afecto por esta hija en tanto que eligió para ella el nombre de su propia abuela, Mencía de Cisneros, a la que siempre tuvo en alta estima y cariño por haberse criado en su casa 37, rodeado de todos aquellos libros que ilustraron la exquisita educación recibida por el ilustre representante 35

Cf. R. DE LACADENA Y BRUALLA (2005): El Cardenal de España. Retrato del más poderoso asesor de los Reyes Católicos, Barcelona: Belacqva, p. 19. 36

Sobre la relación entre estos dos hermanos, véase F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 41.

37

“Fue sin duda la promotora de su gusto por la literatura”, en palabras de A. DE ARTEAGA Y ALCÁZAR (2001), op. cit., p. 94. Con más rigor, otros investigadores extienden esta influencia cultural a “padres, tíos y abuelos” por igual. Cf. A. GÓMEZ MORENO (2001): “Don Íñigo López de Mendoza, sus libros y su empresa cultural”, en El Marqués de Santillana, 1398-1458..., op. cit., t. III, pp. 59-81. DEL

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del Humanismo castellano cuatrocentista 38. Además, Íñigo López de Mendoza, en su testamento 39, dejó a Mencía la nada desdeñable cantidad de treinta y dos mil florines como dote 40, superior a la de su hermana María, condesa de los Molares 41. Estoy casi seguro de que estos dos motivos, el llevar el nombre de su bisabuela y el hecho de que la cuantía económica del testamento paterno fuera mayor para ella que para sus otras hermanas, han hecho pensar a quienes se han acercado a su figura, desde genealogistas auriseculares hasta modernos investigadores, que la Condesa de Haro fue la hija mayor del Marqués de Santillana. Sin embargo, la anécdota antes reproducida indicaba con claridad que María, Condesa de los Molares, era mayor que ella. Si esto fuera cierto, aunque es difícil certificarlo, quizá se pueda intuir que el Marqués de Santillana privilegió a Mencía con una mayor dotación testamentaria porque consideraba al enlace con los Velasco imprescindible para acrecentar la posición de los Mendoza ante el resto de los linajes rivales de Castilla. De ser cierta esta sospecha, también estoy casi seguro de que este diferente trato en lo económico debió de ser el origen de la tirante relación entre las hermanas que subyace en la curiosa hablilla que leímos más atrás. También es factible sospechar que estos asuntos relacionados con alianzas matrimoniales estén detrás del primer testimonio escrito que se ha conservado sobre Mencía de Mendoza: las dos serranas del Marqués de Santillana “loando su fermosura” (ID 3061) 42, para “tres fijas suyas” (ID 2475) 43. El género literario de las serranas, uno 38 Así lo recordaba el Marqués en su Proemio e carta al Condestable de Portugal: “Acuérdome... siendo yo en hedad no provecta, mas asaz pequeño moço, en poder de mi avuela doña Mençía de Çisneros, entre otros libros, aver visto un gran volumen de cantigas, serranas e dezires” [MARQUÉS DE SANTILLANA: Poesías completas, op. cit., p. 654]. 39

El testamento en AHN, OSUNA, c. 1, d. 762. Sigo la transcripción de F. LAYNA SERRANO (1942), op. cit., t. I, pp. 320-326, que corrige algunas pequeñas erratas de la primera edición del documento, a cargo de R. FOULCHÉ-DELBOSC (1911): “Testament du Marquis de Santillana”, en Revue Hispanique, nº 25, pp. 114-133. 40

Cf. F. LAYNA SERRANO (1942), op. cit., t. I, p. 321a.

41

Madre de otra gran mecenas femenina del siglo XV hispánico: Catalina de Ribera, fundadora del Hospital de las Cinco Llagas e impulsora de la rehabilitación de las Casa de Pilatos. Véase A. ARANDA BERNAL (2005): “Una Mendoza en la Sevilla del siglo XV. El patrocinio artístico de Catalina de Ribera”, en Atrio, nº 10-11, pp. 5-16. 42

Sigo, como es preceptivo, el sistema de siglas y de números de identidad (ID) diseñado por B. DUTTON (1990-1991): El Cancionero castellano del siglo XV (c. 1360-1520), Salamanca: Universidad de Salamanca-Biblioteca Española del Siglo XV, 7 vols. 43

Pueden leerse en MARQUÉS DE SANTILLANA: Poesías completas, op. cit., pp. 101-105. La segunda composición, en el Cancionero de Palacio (SA7), aparece atribuida a otro poeta, Suero de Ribera [cf. B. DUTTON (1990-1991), op. cit., vol. VII, p. 119].

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Detalle de una dama, tal vez Mencía de Mendoza, en la capilla de los Condestables (Burgos)

de los más cultivados por su padre 44, no solo presenta a las futuras Condesas de Haro, de los Molares y Medinaceli con la consabida caracterización idealizada de la belleza femenina medieval 45, sino que, en uno de ellos, Santillana utiliza el conocido recurso lírico de la intertextualidad 46, en este caso poniendo en boca de cada una de las hijas una canción que aquellas interpretaban cuando el yo poético del Marqués las estaba observando. No parece un hecho casual que Santillana haga entonar a una de sus hijas, en concreto la que canta en primer lugar, la canción “Aguárdanme a mí, / nunca tales guarda vi” (ID 2476), sino que muy posiblemente contenga una alusión implícita al ya mencionado anhelo por parte del cabeza del linaje Mendoza de un compromiso entre su hija y el Conde de Haro para cimentar aún más su posición política. Es correcto suponer que Mencía se educó en la corte alcarreña de los Mendoza, pero, como en otros tantos casos, no se tienen noticias ni certeza de cómo se llevó a cabo 47. Lo más probable es que permaneciera en la casa paterna hasta que contrajo 44

Cf. M. A. PÉREZ PRIEGO (2001): “La obra literaria del Marqués de Santillana”, en El Marqués de Santillana, 1398-1458..., op. cit., t. III, pp. 83-99. 45

Remito al estudio de M. E. LACARRA (1995): “Representaciones femeninas en la poesía cortesana y en la narrativa sentimental del siglo XV”, en I. M. ZAVALA (ed.): Breve historia feminista de la literatura española (en lengua castellana), II: Las mujeres en la literatura española, Barcelona: Antrhopos, pp. 159-175. 46

Explicado este fenómeno en los términos descritos por C. SEGRE (1985): Principios de análisis de texto literario, Barcelona: Crítica, pp. 91-96. 47

Véase el estudio de I. BECEIRO PITA (1999): “Modelos de conducta y programas educativos para la aristocracia femenina (siglos XII-XV)”, en M. T. LÓPEZ BELTRÁN (coord.): De la Edad Media a la Moderna: mujeres, educación y familia en el ámbito rural y urbano, Málaga: Universidad de Málaga, pp. 37-72.

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matrimonio, en una fecha que no se sabe con exactitud pero que se puede deducir por analogías y conexiones familiares. Por ejemplo, se ha conservado una escritura de los Condes de Medinaceli, fechada el 25 de noviembre de 1433 48, sobre la boda entre el primogénito del linaje de Medinaceli, Gastón de la Cerda (1414-1440), y Leonor de la Vega y Mendoza, hermana de Mencía, cuyo enlace por poderes parece haberse celebrado ese mismo año. Pese a ser mayor que Leonor, a Mencía de Mendoza no le llegó una propuesta similar hasta dos años más tarde, en 1435, cuando la Duquesa de Arjona, Aldonza de Mendoza, quiso firmar un pacto con su hermanastro, el Marqués de Santillana, para dejarle la mitad de bienes “con condiçión que Doña Menzía, fija del dicho Íñigo López, casase con Alfón, fijo de la dicha Duquesa” 49. A este pretendiente, probable hijo natural de la Duquesa, se le conoce como Alfón el Doncel 50, aunque en ocasiones también se le denomina Rodrigo de Mendoza 51. No sabemos demasiado sobre esta petición matrimonial a la que en ocasiones se ha calificado de chantaje 52, pues el documento no especifica nada más 53; pero precisamente tenemos constancia de que el pacto quedó en nada por el subsecuente pleito abierto por la posesión de los bienes muebles e inmuebles de la Duquesa de Arjona a 48

AHN, OSUNA, c. 1776, d. 4. Copia en RAH, col. Salazar y Castro, M-9, ff. 148-151. Regesta el documento R. PÉREZ BUSTAMANTE (1983), op. cit., p. 210, d. 88. 49

AHN, OSUNA, c. 1767, d. 1-1, f. 5r. El documento es una concordia entre el propio Marqués de Santillana y Juan de Contreras, albacea testamentario de la finada Duquesa de Arjona, fechada en Segovia el 26 de septiembre de 1435. Hay otra copia del documento en la misma caja, (Ibidem, d. 3-2). 50

La noticia, en C. DE ARTEAGA Y FALGUERA (1940): La Casa de Infantado: cabeza de los Mendoza, Madrid: Duque del Infantado, t. I, pp. 106-107. 51

R. PÉREZ BUSTAMANTE (1983), op. cit., p. 58. Aldonza lo llama “primo” en su testamento y es, con mucho, el mayor beneficiado de su última voluntad. Este testamento ha causado incluso teorías estrafalarias sobre un supuesto origen alcarreño de Cristóbal Colón: véase José Luis GARCÍA DE PAZ: “Los inicios de la familia Mendoza”, en su página web personal [25/09/2013]. El documento, fechado en Espinosa de Henares el 16 de junio de 1435, se conserva en AHN, OSUNA, leg. 1767, d.2-1 y 2-2; lo transcribe L. SALAZAR Y CASTRO (1694): Pruebas de la Casa de Lara, Madrid: Mateo de Llanos, pp. 252-255. 52

F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 17.

53 Literalmente se refiere a él Arteaga como un “testimonio original, escrito en papel de cuartilla, sobre una cláusula del testamento de la Duquesa de Arjona, 26 de septiembre de 1434”. Ese documento original que vio Arteaga se encuentra actualmente en pésimo estado de conservación, con folios deteriorados y con la tinta gastada, pero se puede consultar una copia en papel del s. XVI con el mismo contenido, el ya citado en n. 51.

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su muerte 54, evento tan importante que hasta las crónicas de la época lo reflejan 55. En lo que más nos interesa, podemos confirmar que Mencía seguía soltera aún en el año 1444, puesto que el Marqués de Santillana escribió que su hija se encontraba, junto a su madre y a sus dos hermanos, Juan Hurtado de Mendoza y Pedro Hurtado de Mendoza, en el alcázar de Guadalajara, a donde habían sido llevadas “por vuestra seguridat, en tanto que yo me parto d’esta villa en serviçio del dicho señor Rey” 56, es decir, al tiempo que el Marqués se aprestaba a pelear en las campañas previas a la famosa batalla de Olmedo ocurrida el año siguiente.

MATRIMONIO Y PERIPECIAS VITALES COMO CONDESA DE HARO La incierta fecha de las nupcias se suele situar en los primeros años de la década de los 50 del siglo XV 57, como se colige de la existencia de unas capitulaciones matrimoniales fechadas el 26 de enero de 1449 en Coruña del Conde 58. Sin embargo, el mismo día se expidió una carta en la que el esposo, Pedro Fernández de Velasco, reconocía haber recibido ya la cuantía económica de la dote por parte de su suegro, el Marqués de Santillana 59. En este último documento, el futuro Condestable Velasco, aunque insiste en que “eran tratadas palabras de casamiento e matrimonio”, se refiere a Mencía de Mendoza como “mi esposa”, por lo cual quizá sea lógico pensar que el 54

Hay abundante documentación al respecto en AHN, OSUNA, c. 1767, d. 1-1 y 2-1. De igual forma, los originales están muy deteriorados y apenas legibles, pero hay copias notariales en mejor estado de conservación. 55

Cf. P. CARRILLO DE HUETE: Crónica del Halconero de Juan II, ed. de J. de Mata Carriaz,. Madrid: Espasa-Calpe, 1946 [ed. facsímil, ed. de R. Beltrán, Granada: Universidad de Granada, 2006], cap. 258, pp. 209-211. 56

AHN, OSUNA, c. 1876, d. 17. Editado por R. PÉREZ BUSTAMANTE (1983), op. cit., d. 157, pp. 284-286. 57

Cf. A. FRANCO SILVA (2006): Entre los reinados de Enrique IV y Carlos V. Los Condestables del linaje Velasco (1461-1559), Jaén: Universidad de Jaén, p. 74. 58

AHN, FRÍAS, 597, d. 46 (olim FRÍAS, leg. 179, nº 27a). Por la existencia de estas capitulaciones de 1449, se hace extraño que García de Paz indique que la boda se celebró en 1436 [J. L. GARCÍA DE PAZ (2009), op. cit., t. XXXV, p. 563b], salvo que se trate de un pacto previo al matrimonio cuya existencia desconozco. 59

AHN, FRÍAS, 597, d. 45: “200 florines de oro de la ley y cuño de Aragón, estimados a razón de 80 maravedíes cada un florín, que montó en ellos 1 qüento y 600 maravedíes de la moneda corriente”. Hay copia del documento en RAH, col. Salazar y Castro, M-92, ff. 61r-65v.

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Documento de Mencía de Mendoza, en la Real Academia de la Historia, Madrid

matrimonio se celebró casi al mismo tiempo que estos documentos se expedían, es decir, en los primeros meses de 1449. El elegido para acrecentar la ya existente alianza entre los linajes de Velasco y Mendoza, objetivo máximo de este enlace 60, fue Pedro Fernández de Velasco 61, hijo homónimo del Buen Conde de Haro y 62, por tanto, heredero no solo de diversos oficios en la curia regia castellana 63, sino también de un amplio patrimonio territorial centrado 60 “La unión de los padres hiciéronla aún más firme los hijos, si cabe, hasta el punto de parecer el esposo de doña Mencía más hermano que cuñado de los hijos del primer marqués de Santillana, formando gustoso en el bloque indestructible de los Mendozas alcarreños” [F. LAYNA SERRANO (1942), op. cit., t. II, p. 90a]. En la misma línea se manifiesta F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 13-14. 61

El más actual de sus perfiles biográficos es el trazado por A. FRANCO SILVA (2006), op. cit., pp. 13-79. 62

Véase la semblanza que le dedicó Hernando del Pulgar [H. DEL PULGAR: Claros varones de Castilla, ed. de J. Domínguez, Madrid: Espasa-Calpe, 1954, pp. 29-34]. 63

En especial, el de Camarero mayor. Cf. J. DE SALAZAR Y ACHA (2000): La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, pp. 250-253. Hay abundante documentación con la concesión de todos estos títulos y prebendas en AHN, FRÍAS, c. 597 (olim FRÍAS, leg. 179).

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en los señoríos de Villadiego, Briviesca, Haro y Medina de Pomar 64. Es probable que en ese mismo año la futura Condesa pasara a residir en aquella última villa, centro del entorno cortesano de los Velasco, donde tal vez hubiera podido entrar en contacto con los trovadores y poetas de la corte literaria del antiguo Buen Conde 65, aunque no se posean pruebas documentales efectivas para afirmarlo con rotundidad. Tan solo conocemos que Lope García de Salazar, el famoso cronista y bibliófilo vasco 66, se crió en aquella corte de los Condes de Haro, y fue su propio padre, Lope García de Salazar, quien lo llevó ante “la Condesa de Haro estando ella en Ferreras, que es en Campos, en la casa de Ferrera e ante la Condesa en su cámara” 67. A pesar de que lo más frecuente en la Edad Media era que las mujeres pasaran de la autoridad paterna a la marital tras las nupcias, lo cierto es que nuestra Condesa de Haro dispuso de bastante independencia, sobre todo en el plano económico. Por ejemplo, con ocasión de la muerte de su madre, en 1456, aparece en la documentación como una de las beneficiarias de parte de la herencia 68; dos años más tarde su hermano, Diego Hurtado de Mendoza, firmó como sucesor en los títulos paternos un documento comprometiéndose a abonar las citadas dotes que el fallecido Marqués había dejado a sus hermanas, Mencía, María y Leonor 69. Más adelante, el primer documento en que encontramos una donación a favor de la futura Condesa de Haro es del 3 de marzo de 1471, cuando el monarca castellano, Enrique IV, otorgó un privilegio de confirmación de un juro de heredad, por valor de 200.000 maravedíes, “para vos, vuestros herederos e subçesores”, situado en las alcabalas y tercias de varias villas castellanas, en especial la de Villadiego 70. 64 Cf. F. J. GOICOLEA JULIÁN (1999): Haro: una villa riojana del linaje Velasco a fines del medievo, Logroño: Gobierno de La Rioja-Instituto de Estudios Riojanos; y R. SÁNCHEZ DOMINGO (1999): El régimen señorial en Castilla Vieja. La Casa de los Velasco, Burgos: Universidad. 65 De Mencía de Mendoza se ha escrito, pero sin documentar la fuente, que “recibió los homenajes de la mayor parte de los poetas cortesanos de su siglo, que en ella admiraban las aptitudes de una inteligencia vivísima, iluminada por los esplendores de la más sólida literaria ilustración” [J. PÉREZ DE GUZMÁN Y GALLO (1925), op. cit., p. 47]. 66

Véase G. AVENOZA (2006): “Lope García de Salazar: la formación de un bibliófilo y de su biblioteca, una visión general”, en eHumanista. Journal of Iberian Studies, nº 6, pp. 34-67. 67 El texto citado por S. AGUIRRE GANDARIAS (1994): Lope García de Salazar. El primer historiador de Bizkaia (1399-1476), Bilbao: Diputación Foral de Bizkaia, p. 210. Parecida información se repite en p. 219. 68

RAH, col. Salazar y Castro, M-10, ff. 31r-35r.

69

Ibidem, M-23, ff. 98r-98v.

70

AHN, FRÍAS, c. 499, d. 1. El documento se encuentra inserto en un traslado autorizado por el escribano Juan de la Torre el día 6 de febrero de 1478.

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Tal vez esta independencia económica se deba al riquísimo patrimonio de su esposo, heredero, entre finales de 1469 y principios de 1470 71, de toda la suculenta remesa de rentas de los Velasco en tierras de la meseta norte. Además, tan solo tres años después fue honrado por Enrique IV con la condestablía castellana 72, sustituyendo al recientemente fallecido Miguel Lucas de Iranzo 73. Como quiera que el oficio de Condestable consistía en ostentar la comandancia del ejército regio en el campo de batalla, a partir de esta década de los 70 del siglo XV debieron de comenzar las ausencias del Conde de Haro y, por lo tanto, la delegación en su esposa de muchos de los asuntos de gobierno condal. El más temprano ejemplo que he encontrado al respecto es de principios de enero de 1471, cuando los regidores de la villa de Haro se dirigieron a la Condesa para que resolviese una disputa entre dos aspirantes a la alcaldía, Pedro López de Ayo y Fernando Sánchez de Hita. Sorprende un tanto, por su equidad y por salirse de lo habitual, la salomónica decisión tomada por Mencía de Mendoza: que, para evitar problemas, durante un año ocupasen ambos la alcaidía 74. Sin embargo, la solución propuesta por la dama no satisfizo a los miembros del concejo de Haro, quienes finalmente presionaron para que el primero de los candidatos arriba mencionados fuera el elegido. No obstante, hay que apuntar en el haber de la Condesa que su decisión fuera “un precedente de la reforma [del procedimiento de elección] que se llevará a cabo algunos años más adelante” 75, efectuada en el año 1483 76. Pero este fracaso, tal vez, espoleó el hecho de que, durante toda la época de gobierno del II Conde de Haro, los asuntos de la villa los dilucidó su primogénito, Bernardino Fernández de Velasco, que fue quien regularmente 71

El Buen Conde de Haro murió a finales de 1469. Cf. A. DE PALENCIA: Crónica de Enrique trad. de A. Paz y Meliá, Madrid: Atlas, 1975, t. I, p. 302b; y A. LÓPEZ DE HARO (1622), op. cit., t. I, p. 183.

IV,

72

Para todo lo relacionado con su labor al frente de este oficio, véase J. TORRES FONTES (1971): “Los condestables de Castilla en la Edad Media”, en Anuario de Historia del Derecho Español, nº 41, pp. 57-112, especialmente pp. 98-100. 73

Cf. P. SALAZAR DE MENDOZA (1794): Origen de las dignidades seglares de Castilla y León, Madrid: Oficina de Benito Cano, p. 324 [ed. facsímil, con prólogo de E. Soria Mesa, Granada: Universidad de Granada, 1998]. A. LÓPEZ DE HARO (1622), op. cit., t. I, p. 184b consigna el año 1472 como el de la concesión de la dignidad, error que desde él se ha perpetuado incluso en estudios recientes como el de H. NADER (1986): Los Mendoza y el Renacimiento español, trad. de J. Valiente Malla, Guadalajara: Institución Provincial de Cultura «Marqués de Santillana», p. 148. 74

Cf. F. J. GOICOLEA JULIÁN (1999), op. cit., pp. 167-168.

75

Ibidem, p. 167.

76

El documento donde puede leerse esta reforma en AHN, FRÍAS, c. 414, d. 11 (olim FRÍAS, leg. 96, d. 9).

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visitaba al concejo para velar por los intereses de su linaje 77, lo cual, a su vez, pudo ser el origen de las tensas relaciones que el primogénito de los Velasco mantendría con su madre. En el reinado de los Reyes Católicos, los Condes de Haro fueron de los nobles que con mayor rapidez aceptaron a Isabel I como legítima heredera de la corona castellana, lo que les valió ser favorecidos por los nuevos monarcas. Tal vez no haya una mejor prueba de esta solidez y cercanía del matrimonio Velasco-Mendoza a los monarcas de Castilla y Aragón como el hecho de que fuese el Conde de Haro uno de los cinco padrinos del príncipe Juan, bautizado en Sevilla el 9 de agosto de 1478 78. Estas buenas relaciones también se vislumbran en los reajustes económicos que los Reyes Católicos obligaron a hacer a todas las familias de la nobleza castellana: las famosas reducciones de juro del año 1480. En ellas, a pesar de que la pareja condal figura con unos altísimos ingresos de casi millón y medio de maravedíes 79, el recorte que la monarquía los obligó a aceptar fue de apenas 300.000 80, una cantidad sin duda importante pero que no supuso una significativa merma de sus rentas, como sí lo fue en otros casos. En esta misma época, la década de los 80 del siglo XV, ya era evidente que, ante las ausencias de su marido, partícipe pleno en los conflictos militares del reinado de los Reyes Católicos, la Condesa de Haro ejercía un notable papel en la administración señorial de los Velasco, incluyendo los asuntos relacionados con el patrocinio artístico 81. Son varias las pruebas documentales que certifican que, en efecto, así fue. Para empezar, en las actas capitulares de Burgos del 1 de julio de 1482 se señala específicamente que, en relación con la construcción de la capilla 82, el cabildo burgalés había enviado: 77

Cf. F. J. GOICOLEA JULIÁN (1999), op. cit., p. 171.

78

Así lo indica A. BERNÁLDEZ: Memorias del reinado de los Reyes Católicos, ed. de J. de Mata Carriazo y M. Gómez-Moreno, Madrid: Real Academia de la Historia, 1962, pp. 73-75. 79 Cf. A. MATILLA TASCÓN (1952): Declaratorias de los Reyes Católicos sobre reducción de juros y otras mercedes, Madrid: Imprenta Sánchez Ocaña, pp. 118-119. 80 Recoge el dato D. CLEMENCÍN (1821): Elogio a la Reina Católica doña Isabel, al que siguen varias ilustraciones sobre su reinado, Madrid: Imprenta de Sancha, p. 148. Para este trabajo he utilizado la versión digitalizada de libre acceso en la red, efectuada en Valladolid, Junta de Castilla y León, 2009-2010: [22/09/2013]. 81

E. ALEGRE CARVAJAL (2009): “Prestigio, ciudad y territorio. El papel de Berlanga de Duero dentro de la estructura de poder de los Velasco, Duques de Frías”, en Tiempos Modernos, vol. 6, nº 18, de libre acceso en la red: [07/09/2013]; E. ALEGRE CARVAJAL (2012): “Utopía y realidad. Mujeres Mendoza constructoras de la ciudad renacentista”, en A. SERRANO DE HARO SORIANO y E. ALEGRE CARVAJAL (eds.): Retrato de la mujer Renacentista, Madrid: UNED, pp. 45-65. 82

Para las reformas incluidas, véase F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 51-53.

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Capilla de los Condestables, Catedral de Burgos 111

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deputados que fablasen con la muy magnífica señora Condesa de Haro del logar en esta santa iglesia donde pudiese edificar una capilla, con su sacristanía, para la sepultura del muy magnífico señor Condestable de Castilla, su marido, e de ella e los otros sus descendientes 83.

Fuese por ausencia de su marido o por delegación de aquel, lo cierto es que otros documentos también demuestran que Mencía de Mendoza poseyó plenos poderes para hacer y deshacer en la administración de la casa de Velasco. Así, el 20 de agosto de 1482, meses más tarde del documento antes reproducido, el Condestable de Castilla, que confesaba estar tanto a punto de “entrar en tierra de moros, enemigos de nuestra fe católica” como preocupado por su testamento “porque al presente yo no lo puedo así hazer como conbiene a última disposiçión de mi fazienda”, otorgaba un poder a su mujer, en documento con firma autógrafa, para que ella pudiese alterar o modificar la última voluntad del guerrero en caso de fallecer en el campo de batalla. Las razones del Conde son esclarecedoras de la confianza que depositaba en su esposa: Porque lo tal [i.e., el testamento del Conde de Haro] muchas veces he platicado e comunicado con la Condesa de Haro, mi muger, e ella sabe mi entinçión y voluntad última en esta parte; e confiado de su virtud, seso e linage..., dó e otorgo mi poder complido en la mejor forma y manera que puedo, e de derecho, a la dicha Condesa, mi mujer 84.

Al margen de las fuentes escritas, también hay otro tipo de testimonios, como los epigráficos, que demuestran con claridad suficiente el componente personal de Mencía de Mendoza en sus labores de mecenazgo. Es el caso de la inscripción gótica grabada en el sepulcro de San Pedro Regalado, situado en el convento de la Aguilera (Burgos), mausoleo en el cual participó activamente la Condesa de Haro pese a que la fama de su construcción y responsabilidad haya pasado, en fechas algo posteriores, al haber patrimonial e impulsor de Isabel I de Castilla y León 85. Sin embargo, el caso es que no hay rastro material de que la intervención de la Reina Católica se hubiese producido, mientras que la parte final de la inscripción del citado monumento reza: “Comitissa de 83

Archivo de la Catedral de Burgos, reg. 22, f. 38v. El texto es manejado por P. SILVA MAROTO (1988): “Patronazgos en la catedral de Burgos en el siglo XV”, en Patronos, Promotores, Mecenas y Clientes. Actas del VII Congreso CEHA, Murcia: Universidad de Murcia, pp. 93-100, especialmente p. 99. 84

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 3. Como curiosidad añadida a esta confianza mostrada por el Conde de Haro hacia mujeres de su entorno familiar, el mismo documento establece que si la Condesa Mencía de Mendoza “no quisiera o no pudiere hacer lo suso dicho, dejo este mi poder (…) a mi ermana, la abadesa de Santa Clara de Medina de Pomar”. 85

112

Como bien indica F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 29-33.

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Haro adornavit sepulcrum qui, in praemium, orat pro ea assidue” 86, es decir, “la Condesa de Haro adornó el sepulcro de quien, como premio, reza por ella de forma continua”. De lo que no hay duda es de que las buenas relaciones entre ambas mujeres, Mencía de Mendoza y la reina Isabel I, continuaban durante estos años. Así cabe interpretar la confirmación, el 20 de abril de 1483, de los famosos y ya mencionados atrás juros de heredad que la Condesa de Haro tenía situados en la merindad de Villadiego; además, la Reina Católica ordenó a sus contadores que emitieran cartas de privilegio tan rápido como les fuese posible para certificar esta confirmación 87. Todas las pruebas documentales mencionadas hasta aquí ponen de relieve no solo su independencia económica, sino también el soporte financiero con que contó la Condesa de Haro para ser mecenas del arte y de la arquitectura de su siglo 88, configurándose como pionera en la adopción de las corrientes artísticas procedentes de Europa occidental 89. Es curioso el hecho de que, en diversas ocasiones, se suela referir la fecha de los dos primeros documentos mencionados, 1482, como la del inicio de su papel preponderante en diversas construcciones artísticas 90. En especial, se ha destacado su determinación en construir la popularmente llamada Casa del Cordón, que debe su nombre a la presencia de “un bizarro cordón esculpido que enmarcaba y coronaba la portada” 91, posible reflejo de la devoción franciscana de la Casa de Velasco 92, ligada en especial a la reforma de Pedro de Villacreces 93. El famoso palacio urbano burgalés ha 86 Tomo la inscripción de M. SANGRADOR VÍTORES (1859): Vida de San Pedro Regalado, patrón de Valladolid, Oviedo [ed. facsímil, Valladolid: Maxtor, 2002], p. 134. 87

AHN, FRÍAS, c. 504, d. 3.

88

Cf. B. ALONSO RUIZ (2003): Arquitectura tardogótica en Castilla. Los Rasines, Santander: Universidad de Cantabria, pp. 73-106. 89

Véase el reciente trabajo de D. MARTENS (2013): “Los primitivos flamencos y la recepción de sus propuestas en el reino de Castilla”, en Boletín de la Institución Fernán González, nº 246, pp. 119-150. 90

Así lo hace I. CADIÑANOS BARDECÍ (1983): “Felipe Bigarny, Alonso Berruguete y los sepulcros de los Condestables en Burgos”, en Archivo Español de Arte, t. 56, nº 224, pp. 341-354, especialmente p. 343. 91

J. YARZA LUACES (1993): Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía, Madrid: Nerea, p. 235. 92

R. SÁNCHEZ DOMINGO (1999), op. cit., p. 127; amplía la información respecto F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 21-25. 93

Cf. E. PAULINO MONTERO (2013): “Patrocinio religioso, patrocinio artístico e identidad familiar a finales de la Edad Media. El caso de los Fernández de Velasco”, en eHumanista. Journal of Iberian Studies, nº 24, en prensa.

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Casa del Cordón, Burgos

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Escudos en la Casa del Cordón, Burgos

sido convenientemente analizado en diversos estudios 94, así que solo destacaré, una vez más, la intensa participación de la Condesa en su edificación 95. Es preciso también subrayar que el nombre de Mencía de Mendoza va unido de forma indisoluble al de la capilla de los Condestables de la catedral de Burgos, cuya construcción emerge como su peripecia vital más importante 96, y también aquella a 94

Cf. B. ALONSO RUIZ (2003), op. cit., pp. 79-80, y la bibliografía remitida por ella.

95

E. ALEGRE CARVAJAL (2012), op. cit.

96

Tal como refieren H. NADER (1986), op. cit., p. 218; y B. ALONSO RUIZ (2003), op. cit.,

p. 77.

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la que más estudios se han dedicado, en especial desde la perspectiva de la Historia del Arte, aunque no tanto en lo relativo a la participación efectiva de la Condesa de Haro en la evolución de este gran hito artístico del siglo XV hispánico 97. En principio, cabe decir que el factor esencial de la capilla de los Condestables es el hecho de que los Velasco dejasen de ser sepultados en Medina de Pomar, donde se hacía “el enterramiento principal de nuestro linaje”, en palabras del Buen Conde de Haro 98, para pasar a Burgos. Cierto es que la urbe burgalesa era cabeza del reino y lugar habitual de residencia de Mencía y de su esposo 99, pero el hecho de modificar la preferencia funeraria de la familia Velasco por un lugar más recóndito y apartado, tal como solía ser frecuente en la época 100, es, desde luego, un cierto efecto de “distanciarse de sus ascendientes Velasco” 101 deseado por Mencía de Mendoza. Sin embargo, no es el único factor que se ha de tener en cuenta, pues esta acción se inscribe de pleno en la conocida querencia de la aristocracia cuatrocentista castellana por abandonar sus dominios señoriales y abrazar la vida urbana 102, además de la cada vez mayor necesidad nobiliaria de crear un efecto positivo tanto en el prestigio del linaje como en su poder efectivo mediante la participación en las políticas locales y del reino 103.

97

Sobre este aspecto, sigo fundamentalmente el estudio de A. FRANCO SILVA (2010): “Notas sobre la capilla del Condestable de la catedral de Burgos”, en El Condado de Oropesa y otros estudios de Historia medieval, Jaén: Universidad de Jaén, pp. 545-563. 98

Citado por B. ALONSO RUIZ (2003), op. cit., p. 75.

99

Se sospecha que hacia 1480 los Condes de Haro ya habían trasladado su residencia a la ciudad de Burgos. Cf. A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., pp. 547-550. 100

Cf. P. SILVA MAROTO (1988), op. cit., p. 95.

101 En palabras de B. ALONSO RUIZ (2005): “Arquitectura y arte al servicio del poder. Una visión sobre la Casa de Velasco durante el siglo XVI”, en B. ALONSO, M. C. DE CARLOS VARONA y F. PEREDA ESPESO (eds.): Patronos y coleccionistas..., op. cit., pp. 121-206, especialmente p. 131. 102 Para el mecenazgo del Condestable y de su esposa, Mencía de Mendoza, se ha señalado una “intención política de propaganda y prestigio del linaje en las fundaciones de la familia Velasco”, en contraste con las “fundaciones benéfico-religiosas” del anterior ocupante de la dirección del linaje. Cf. B. ALONSO RUIZ (2003), op. cit., pp. 76-77. Véase también E. PAULINO MONTERO (2013), op. cit., passim. 103

A este respecto y para el período inmediatamente anterior a la Condesa de Haro Mencía de Mendoza, véase el estudio A. MORALES MÁLGA (2012): El linaje de los Velasco y la ciudad de Burgos (1379-1474). Identidad y poder político, Madrid: La Ergástula Ediciones. Para el periodo posterior véase E. ALEGRE CARVAJAL (2009), op. cit.

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Detalle de la Capilla de los Condestables, Catedral de Burgos

Aunque el encargo de construcción de la capilla se ha fechado bastante años antes 104, el documento de fundación, que data del 20 de septiembre de 1487 105, contiene una curiosa advocación trinitaria, que parece haber sido muy del gusto femenino en el siglo XV castellano 106. Al margen de las inherentes preocupaciones en documentos de similar 104

Chueca Goitia cita textualmente un documento fechado en 1468 en que los Condes de Haro habrían ordenado la edificación de la capilla “para nuestro enterramiento y sepulcros cuando a Nuestro Señor plugiere [sic] de nos llevar de esta vida presente”. No obstante, no especifica de qué documento se trata y yo no he podido hallar nada parecido. Cf. F. CHUECA GOITIA (1965): Historia de la arquitectura española: Edad Antigua y Edad Media, Madrid: Dossat, p. 557. 105 AHN, FRÍAS, c. 387, d. 1-2 (olim FRÍAS, leg. 84, nº 1-2). Los documentos digitalizados se pueden consultar en PARES: Portal de Archivos Españoles [22/09/2013] 106 Una panorámica general de estas advocaciones puede leerse en el estudio de I. BECEIRO PITA (2010): “La aristocracia de Castilla y sus abogados celestiales”, en Estudios de Historia de España, nº 12, pp. 27-48. Para el caso concreto de la devoción trinitaria de la famosa Leonor López de Córdoba, privada de la reina Catalina de Lancaster, véase mi propio trabajo, O. PEREA RODRÍGUEZ: “Por mi Señora, la Reina Catalina. Las donaciones de Leonor López de Córdoba al monasterio cordobés de San Pablo (1409)”, en prensa.

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calado 107, lo que importa en este caso es destacar que se le atribuye a Mencía de Mendoza una especial dedicación para que la capilla burgalesa se terminase de construir 108: Nos, el Condestable de Castilla, don Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, e yo, la Condesa doña Mençía de Mendoça, su mujer, fecimos e mandamos facer e edificar, e edificamos, una capilla en la iglesia de Burgos 109.

Algunos investigadores, basándose en la ya mencionada fuente de las actas capitulares burgalesas 110, atribuyen a la Condesa de Haro la decisión directa de contratar a Simón de Colonia, maestro de la catedral de Burgos, para construir la capilla 111, siendo esta decisión una de las principales pruebas de su patronazgo activo 112. Con el gran artista al mando, las obras avanzaron a buen ritmo, de forma que en 1486 el Sumo Pontífice, Inocencio VIII 113, garantizó la concesión del permiso para edificarla, seguramente impresionado por los más de 4.000 ducados de oro que los Condes de Haro llevaban ya invertidos en su construcción 114. En cuanto a lo puramente artístico, resulta digno de mención el hecho de que, al contrario de los aires italianizantes preferidos por otros miembros de la familia Mendoza, la Condesa Mencía “optó por los artistas más reputados en Burgos entonces” 115, como el ya referido Simón de Colonia o Gil de Siloé 116.

107

A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., pp. 550-554, sintetiza de forma concisa todas sus disposiciones. 108

Más información al respecto en J. YARZA LUACES (1993), op. cit., pp. 252-273; y A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., pp. 554-555. 109

AHN, FRÍAS, c. 387, d. 1 (olim FRÍAS, leg. 84, nº 1), ff. 5r-v.

110

P. SILVA MAROTO (1988), op. cit., pp. 99-100.

111

B. ALONSO RUIZ (2003), op. cit., pp. 77-78.

112

Cf. N. GARCÍA PÉREZ (2013), op. cit., p. 6.

113 Para la participación de su hermano, el Conde de Tendilla, en la empresa, véase F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 51-52. 114

Recoge la noticia F. CHUECA GOITIA (1965), op. cit., p. 557.

115

P. SILVA MAROTO (1988), op. cit., p. 100.

116

Diferentes lecturas de la capilla en F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 52-59; y F. CROSAS (1997): “Las lecturas de doña Mencía: la iconografía del retablo de Santa Ana de la capilla del Condestable de la Catedral de Burgos”, en Scriptura, nº 13, pp. 207-216.

118

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO

LOS PROBLEMAS DE LOS ÚLTIMOS AÑOS Este empeño de la Condesa por construir tal capilla es mucho más importante si se tiene en cuenta que su esposo, el Conde de Haro y primer Condestable del linaje Velasco, no pudo verla finalizada, puesto que falleció en los primeros días de 1492, apenas unos días más tarde de recibida la noticia de la definitiva toma de Granada por parte del ejército de los Reyes Católicos 117. El último documento en que se menciona al matrimonio Velasco-Mendoza unidos está fechado el 25 de agosto de 1488, y se trata de una venta otorgada a su favor por parte del monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar del lugar de Hoz de Arreba, con sus torres y fortalezas 118. La habitual concordia entre Conde y Condesa continuó por buena senda hasta la muerte del Condestable, momento en el cual, como han señalado diversos investigadores, comenzaron los graves problemas entre ella y su hijo primogénito 119. Para Franco Silva, es evidente el “desinterés que mantuvo siempre su hijo... por la obra iniciada por su padre, mucho más preocupado por engrandecer su patrimonio que por la erección de monumentos funerarios” 120. Pereda Espeso, por su parte, señala que esta “lucha contra los derechos legales de su primogénito” es un asunto “especialmente interesante para el estudio del patronato femenino” 121. La relación entre madre e hijo fue especial desde el principio, y es de suponer que comenzase en parámetros afectivos radicalmente opuestos a cómo iba a finalizar. Esto es debido a que el primer varón del matrimonio se hizo esperar bastantes años, pues no fue sino nacidas todas las hijas cuando vino al mundo. En su nombre, Bernardino, se puede observar la devoción que los Condes de Haro tuvieron por este santo italiano 122, visible 117 “Fallesció este condestable en Burgos a seis de enero, día de los Reyes, año de mill cuatrocientos noventa y dos”, cf. L. GALÍNDEZ DE CARVAJAL (1851): Adiciones genealógicas a los “Claros varones de Castilla” de Fernán Pérez de Guzmán, Madrid: Viuda de Calero, pp. 423-536. El texto citado, en p. 454. La misma información recoge el cronista ALONSO DE SANTA CRUZ: Crónica de los Reyes Católicos, ed. de J. de Mata Carriazo, Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1951, t. I, p. 76. Para los gastos de sus exequias pagados por la villa de Haro, véase F. J. GOICOLEA JULIÁN (1999), op. cit., p. 226. 118

AHN, FRÍAS, c. 399, d. 5.

119

Sobre la descendencia de los Condes de Haro, véase A. LÓPEZ DE HARO (1622), op. cit., t. I, pp. 184b-185a; y F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 18. 120

A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., p. 554.

121

F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 13.

122

Cf. F. COLOTTA (2013): “Bernardino da Siena: la forza delle parole”, en Medioevo, vol. 16, nº 9, pp. 44-55.

119

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de igual manera en algunos de sus patrocinios artísticos 123. Desde esta hipotética pero lógica alegría materna por el nacimiento del heredero primogénito que aseguraba la sucesión natural del linaje, no disponemos de muchas pruebas para conocer si la relación fue recíproca en términos de amor filial, salvo cierta sospecha, ya indicada páginas atrás, de que no debió de sentar muy bien a Mencía de Mendoza el dejar de intervenir en los asuntos concejiles de la villa de Haro para dejar paso a su hijo mayor. En este sentido, sí es un tanto extraña la presencia de los tres personajes, Pedro, Mencía y Bernardino, en un documento de 1490 mediante el que se comprometen con los Condes de Aguilar a no firmar una alianza matrimonial en su contra y a favor del Duque de Nájera 124. Aunque de forma sinuosa y opaca, quien consulta la documentación de la Casa de Velasco puede percibir un más que probable mutuo recelo y desconfianza entre madre e hijo en algunas de las decisiones políticas del linaje durante los últimos años de vida del primer Condestable de este linaje. Con todo, el 27 de noviembre de 1493 los dos hijos varones del matrimonio, Bernardino e Íñigo, se comprometieron por escrito con su madre para cumplir las cláusulas testamentarias de su fallecido progenitor 125, lo que, en principio, es indicativo de que ambos se obligaban de buena gana y con filial respeto a guardar las postreras disposiciones paternas. Pero los problemas comenzarían muy pronto, influidos seguramente por ciertas irregularidades que, según todos los indicios, cometió el heredero de la Casa de Velasco con el testamento de su padre 126. Bernardino debió de estar en total desacuerdo con la forma en que fue redactado 127, y muy probablemente culpase a su madre, Mencía de Mendoza, de aquella redacción, en tanto era lesiva para sus intereses como primogénito al enajenar bienes que correspondían al mayorazgo.

123

Cf. F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 18 y pp. 25-28; y E. PAULINO MONTERO (2013), op. cit., passim. 124

RAH, col. Salazar y Castro, K-37, ff. 180r-180v. Extracta el documento L. DE SALAZAR Y CASTRO (1697): Historia genealógica de la Casa de Lara..., op. cit., t. II, p. 120. 125

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 21.

126 Cf. A. FRANCO SILVA (2006), op. cit., pp. 77-79. Como señala F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., p. 60, el testamento del II Conde de Haro no está localizado, seguramente por esta manipulación efectuada por su primogénito. Se conoce algo más de él por una reclamación de su hija, Mencía de Velasco y Mendoza, sobre posesiones paternas efectuada el15 de marzo del mismo año (AHN, FRÍAS, c. 599, d. 8), y sobre todo, por una declaración de esta misma dama aceptando las cláusulas testamentarias, efectuada el 2 de octubre de 1493 (Ibidem, d. 9). 127

Hay una gran actividad de reclamaciones por su parte entre 1492 y 1495. La documentación se puede seguir en AHN (Ibidem, d. 1-21).

120

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO

Sepulcro de Mencía de Mendoza y su esposo en la Capilla de los Condestables, Catedral de Burgos

Buena prueba de este enfrentamiento es un documento de 1493, en el que el nuevo Condestable y Conde de Haro sugiere con claridad el efecto negativo emanado de aquella confianza conyugal de su padre. Bernardino acusa sin ambages a su madre de poner en peligro las cuentas del linaje por culpa de su afán de patrocinio y de ir en contra de los deseos de su abuelo, el Buen Conde, en cuanto a la elección de sepulcro. En palabras del despechado hijo, su padre habría accedido a construir la capilla por: el entrañable amor que, con mucha raçón, tenía e tobo siempre a su señora, cuya compañía quiso perpetuar por la dicha sepultura, no pudiéndolo ni deviéndolo hazer segund la disposiçión del fundador del mayoradgo, e poniéndose en aventura de perder el dicho mayoradgo 128.

Resulta difícil discernir si tal acusación es cierta y, en efecto, el Condestable habría dejado hacer a Mencía a su antojo lo relacionado con la capilla hasta el punto de poner en peligro la viabilidad económica de los Velasco. En cualquier caso, la Condesa viuda centró su objetivo en asegurar las rentas que se usaban para financiar la construcción, sobre todo conseguir que parte de los jugosos diezmos de la mar deberían

128

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 23 (olim FRÍAS, leg. 180, nº 21). En esta misma caja 599 hay otras copias notariales de este documento, Ibidem, d. 24-26 (olim 22-24), fechadas en épocas posteriores.

121

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dedicarse a este menester 129. Fue, sin duda, el empeño personal de Mencía de Mendoza lo que hizo posible que la construcción continuase 130, si bien con retrasos y de forma mucho menos fluida que antes de 1492 131, e incluso forzó la situación hasta el punto de que, tras años de litigio 132, al final fuera posible firmar una concordia, fechada el 5 de noviembre de 1495 133, en la que se clarificaban por completo las responsabilidades financieras de Bernardino con respecto a las mandas testamentarias de su padre, en especial las relativas a su enterramiento. Como prueba de esta mejora de las relaciones, el cadáver del finado Condestable se trasladó a la que sería su sepultura eterna, aún no finalizada, por lo que tuvo que reposar de forma provisional en el coro de la catedral burgalesa 134. Hay que destacar, en cualquier caso, que la voluntad de la Condesa de Haro fue invariable: no cejar en el empeño de continuar con la obra de la capilla, para lo cual contó siempre con el apoyo moral de los Reyes Católicos. Esto se ve con claridad en una carta, fechada en marzo de 1494, en la que los monarcas conminan a los miembros del Consejo de la Orden de Calatrava a que, desde su cuartel general de Almagro, estuviesen pendientes de que un comerciante, de nombre Alonso Martínez de Begíjar, suministrase a Mencía de Mendoza piedra de las canteras situadas en la entonces enclavada en el reino de Granada y hoy almeriense sierra de Filabres, material que estaría destinado, como cualquier lector puede suponer, a la construcción de la capilla 135. Al mismo tiempo, la Condesa de Haro hizo un gran esfuerzo al dedicar gran parte de sus propias rentas para el mismo fin, tal como ha llegado en un documento de confirmación de donaciones posterior, del año 1500 136, pero que se refiere a una disposición de la condesa viuda efectuado en 1496. En este documento se observan trazas de una 129

Cf. A. FRANCO SILVA (1989): “Los condestables de Castilla y la renta de los diezmos de la mar”, en En la España Medieval, nº 12, pp. 255-284; recogido en el libro del mismo autor A. FRANCO SILVA (1996): La fortuna y el poder, Cádiz: Universidad de Cádiz, pp. 465-497. 130

J. YARZA LUACES (1993), op. cit., p. 252.

131

F. CHUECA GOITIA (1965), op. cit., p. 557.

132

Explica en detalle estos conflictos F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 49-50 y 59-63.

133 El documento y sus copias, citados en la n. 124, lo sintetiza A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., pp. 555-556. Hay un extracto de este documento, autógrafo de Luis de Salazar, en la RAH, col. Salazar y Castro, M-56, ff. 207r-209r. 134

Cf. I. CADIÑANOS BARDECÍ (1983), op. cit., p. 343.

135

Archivo General de Simancas (en adelante, AGS), Registro General del Sello, leg. 1494.03, d. 237. 136

AHN, FRÍAS, c. 387, d. 2 (olim FRÍAS, leg. 84, nº 2). De nuevo sintetiza los datos de este documento A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., pp. 557-560.

122

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO

mujer decidida y valiente, aunque un tanto díscola y obstinada, en llevar a cabo la erección de la capilla fuese como fuese, incluso a costa de continuar creando problemas familiares 137. No solo invirtió en ella algunas mercedes reales, como un juro en las tercias de Villahizán (actual villa burgalesa de Villahizán de Treviño) obtenido por merced de la Reina Católica 138, sino que tampoco dudó en arriesgarse a adquirir algunas rentas para poder sufragar el enorme gasto de la capilla de los Condestables, como, por ejemplo, la renta de las alcabalas de la carne de la ciudad de Burgos, compradas por ella a Martín de Tovar, señor de Cevico de la Torre 139. En algunos casos, la documentación llega a precisar la cantidad de bienes y los destinatarios, como es el caso, entre otros, del juro a favor de los capellanes burgaleses, 50 cargas de trigo y 125 fanegas de pan, que el matrimonio dejó ordenado pagar anualmente 140. En definitiva, la Condesa de Haro jamás dejó de ocuparse de engrandecer sus colecciones artísticas 141, y tampoco abandonó la labor de supervisión testamentaria que, confiado en su “virtud, seso y linaje”, su marido le había encomendado años atrás, tal como se denota en el documento del 4 de junio de 1498 mediante el que daba su visto bueno al testamento de una de sus hijas 142, Catalina de Mendoza 143. Por todos estos enfrentamientos y problemas familiares relatados hasta aquí, se tuvo que vivir una situación algo tensa durante la primavera de 1497, cuando los Reyes Católicos y la familia regia se hospedaron en el Palacio Real de Burgos 144, es decir, en la Casa del Cordón, con motivo de la celebración de la boda del heredero de la monarquía hispánica, el príncipe Juan, con la archiduquesa Margarita de Austria 145, 137 No sólo los ya citados con Bernardino, sino también con su hija homónima, como indica F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 64-66. 138

AHN, FRÍAS, c. 387, d. 2 (olim FRÍAS, leg. 84, nº 2). Cf. A. FRANCO SILVA (2010), op. cit.,

p. 559. 139

Ibidem, p. 558.

140

El documento, sin fecha, en AGS, Contaduría Mayor de Hacienda, leg. 20, d. 36.

141

Sobre este tenor, F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 66-70 y pp. 81-119 completa el estudio de M. A. ZALAMA y P. ANDRÉS (2002): La colección artística de los Condestables de Castilla en su palacio burgalés de la Casa del Cordón, Burgos: Caja de Burgos. 142

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 10.

143 Condesa de Miranda del Castañar merced a su matrimonio con Pedro de Estúñiga y Avellaneda [A. LÓPEZ DE HARO (1622), op. cit., t. I, 184b]. 144

Cf. B. ALONSO RUIZ (2005), op. cit., pp. 128-129.

145

Cf. A. ALCALÁ y J. SANZ (1999): Vida y muerte del príncipe don Juan. Historia y literatura, Valladolid: Junta de Castilla y León, pp. 168-169.

123

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certificando con notoria evidencia las impecables relaciones de los Velasco con la casa real Trastámara 146. Estas fastuosas celebraciones fueron narradas por una diversa variedad de fuentes, desde crónicas a epístolas 147; y precisamente uno de estos testimonios, fiable aunque algo tardío a los eventos, señala un aspecto fundamental de estas fiestas nupciales: que fue Mencía de Mendoza quien ejerció en la ceremonia como madrina del príncipe Juan 148, tal vez porque, como ya se ha mencionado, su esposo había sido su padrino de bautizo y los Reyes Católicos quisieron honrar con idéntico detalle a la viuda de uno de sus más preciados colaboradores. Y esta confianza no fue solo gestual, pues poco antes de la boda, el 20 de febrero de 1497, la monarquía volvió a confirmar a Mencía de Mendoza sus juros situados en los diezmos de la mar 149: el triunfo completo de sus pretensiones sobre las de su primogénito. En esta última fase de su vida, en la cual se dedicó a engrandecer su labor de mecenazgo mediante el apoyo a diversas ermitas 150, la Condesa viuda contó con la ayuda de algunos agentes y colaboradores de los que apenas se conocen datos biográficos, como por ejemplo Gutierre Pérez de Mier, señor de Cervera del Río Pisuerga, que fue camarero de la dama y uno de sus ejecutores testamentarios 151. También destaca el cuñado de éste, llamado Antonio de Orenes, criado y representante de la Condesa en asuntos relacionados con sus dominios del norte 152, y otro agente, probablemente hermano de Antonio, llamado de Pedro de Orenes, que todavía en 1507 continuaba cobrando deudas de la dama situados en diversas rentas de Burgos 153. Conocemos 146

Véase F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 73-74.

147

Maneja estas fuentes M. C. PORRAS GIL (2010): “El arte de recibir: fiestas y faustos por una princesa. El condestable don Bernardino Fernández de Velasco y la ciudad de Burgos”, en M. A. ZALAMA (dir.): Juana I en Tordesillas: su mundo, su entorno, Valladolid: Ayuntamiento de Tordesillas, pp. 239-258. 148 Cf. J. AGAPITO Y REVILLA (1918-1929), op. cit., p. 18: “Velose el príncipe, nuestro señor, lunes 3 de abril de 97. Fue su padrino el Almirante D. Fadrique y madrina la Condesa de Haro, Dª Mencía de Mendoza, muger del Condestable Dn. Pedro Fernández de Velasco”. 149

AHN, FRÍAS, c. 551, d. 33.

150

F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 70-73.

151

Más conocido por haber financiado la construcción de la iglesia de la localidad palentina, donde figura una discutida obra de Juan de Flandes. Además de Ibídem, pp. 73-76, véase el trabajo clásico de I. VANDEVIVERE (1967): Les primitifs flamands. La cathedrale de Palencia et l’église paroissiale de Cervera de Pisuerga, Bruxelles: Centre National de Recherches. 152

Cf. VV. AA. (1890): De Cantabria. Letras, artes, historia. Su vida actual, Santander: Imprenta el Atlántico, pp. 200-202. 153

124

AHN, FRÍAS, c. 600, d. 8.

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO

Mencía de Mendoza y su esposo en el sepulcro de la Capilla de los Condestables, Catedral de Burgos

también que Juan de Mier y Cosío (a veces solo llamado Juan de Cosío), cuyo linaje se asentó principalmente en el valle de Cabuérniga 154, fue su secretario personal; y en un documento del año 1512 aparece un bachiller Diego López de Villalpando, que se declara como testamentario de la Condesa, defendiendo sus intereses en cierto pleito con la villa de Cuenca de Campos 155. Obviamente, indagar más datos de estos agentes y también estudiar sus relaciones personales serían, desde luego, puntos todavía por hacer para esclarecer por completo la vida de la Condesa de Haro. El documento más importante que hemos conservado de ella es su testamento, otorgado en Covarrubias el 5 de septiembre de 1499 156. Esta extensa última voluntad merecería ser estudiada con mayor profundidad, puesto que, con la excepción de lo relativo 154 Cf. V. CALVENTE IGLESIAS (2011): “Las Casas de Terán y Calderón, dos mayorazgos en el valle de Cabuérniga, y una rama de segundones, los Mier y Terán de Ruente”, en ASCAGEN. Revista de la Asociación Cántabra de Genealogía, nº 5, pp. 11-23. 155

AHN, FRÍAS, c. 527, d. 28

156

Ibidem, c. 599, d. 2 (olim FRÍAS, leg. 180, nº 2).

125

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a su patrocinio artístico, objeto frecuente de la atención de historiadores del Arte 157, en el resto de las disposiciones se revelan bastantes detalles importantes de la Condesa de Haro que, hasta ahora, han pasado desapercibidos. Vayan dos pruebas mínimas a favor de esta afirmación: primero, habría que atender a la especial relación que unió a Mencía de Mendoza con las abadesas del monasterio burgalés de Las Huelgas de la casa de Velasco, su cuñada y su nieta, así como con su hermanastra Leonor de Mendoza, hija ilegítima del Marqués de Santillana 158, también abadesa de ese cenobio. En segundo lugar, sería preciso averiguar más detalles de sus acciones contra su hijo Bernardino, a quien parece que no perdonó los problemas habidos jamás: en el testamento no solo le descontó de la legítima (que correspondía al primogénito) todo el dinero que ella había gastado en la construcción de la capilla de los Condestables, y que él no quiso pagar como heredero de su padre 159, sino que además, y lo que es más interesante, le ocultó al sucesor del Condado de Haro bastantes bienes materiales mediante un curioso mecanismo, como fue el donarlos para su custodia al ya citado monasterio de Las Huelgas 160. Esto último se sabe porque, un año y unos meses más tarde del deceso de Mencía de Mendoza, en concreto el 21 de mayo de 1500, el escribano burgalés Diego de Briviesca, ante la petición de sus herederos, llevó a cabo un exhaustivo inventario de los bienes de la fallecida 161. Como es obvio, un análisis pormenorizado de este otro extensísimo documento, de casi medio centenar de folios, podría arrojar mucha más luz sobre sus vivencias personales. Para finalizar este trabajo he escogido otro testimonio importante sobre Mencía de Mendoza, pues es la que considero más fiable descripción de la Condesa de Haro que ha llegado a nuestros días. Su autor fue el genealogista madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo y la escribió en sus Batallas y Quinquagenas, una colección de recuerdos de sus vivencias personales compuesta en el siglo XVI, aunque solo hasta tiempos muy recientes ha sido editada al completo y con rigurosos criterios científicos 162. Al describir 157

Cf. F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 42-45.

158

Ibidem, p. 17 y pp. 45-47.

159

Ya señaló este aspecto A. FRANCO SILVA (2010), op. cit., p. 557.

160

F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 46-47.

161

AHN, FRÍAS, c. 599, d. 35 (olim FRÍAS, leg. 180, nº 26). Otros dos documentos relacionados con sus bienes, posteriores a su muerte, son una tasación económica de los mismos efectuada en 1516 (Ibidem, c. 602, d. 1-4) y la reclamación por parte de los herederos de Mencía de Mendoza a Juana I, Reina de Castilla, por unos juros que no se habían pagado aún en 1512 (Ibidem, c. 600, d. 35). 162

J. B. DE AVALLE-ARCE (1974): “La semblanza de la dama”, en Las memorias de Gonzalo Fernández de Oviedo, Chapel Hill: North Carolina: Studies in the Romance Languages and Literatures, vol. II, pp. 666-667.

126

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a varias damas que alcanzó a conocer en la corte de los Reyes Católicos, Fernández de Oviedo realiza una ajustada semblanza vital de la esposa del segundo Conde de Haro: Doña Mençía de Mendoça, Condesa de Haro, muger del primero Condestable, Conde de Haro y Duque de Frías [sic] 163, don Pero Fernández de Velasco, padres que fueron de los muy illustres y memorables Condestables don Bernaldino y don Íñigo de Velasco. La qual señora fue contemporal con las susodichas y, d’este jaez, de las más exçelentes mugeres de quantas señoras tuvo España en nuestros tiempos, y no de menos méritos que las muy famosas, antiguas y presentes. Fue hija del muy illustre y famoso Marqués de Santillana, el de los Proverbios, don Íñigo López de Mendoza; muger fue que onrró mucho nuestra naçión con sus grandes virtudes y hizo aquella insigne capilla y capellanías d’ella en la Iglesia mayor de Burgos, donde con su marido está sepultada, y se entierran y son enterrados los Condestables de Castilla, sus subçesores. La qual morada y enterramiento es el más notable de quantos ay de Señores en España, atentas las calidades de su sumptuoso edefiçio y renta, y del serviçio del culto divino, y muchas misas y limosnas que de la dicha capilla resultan ordinariamente. Fue muy querida y onrrada y estimada de la señora Reina doña Isabel, la qual dezía que avié muchas reinas y mugeres de más estado y rentas en el mundo que la Condesa de Haro, pero que, en virtudes, la que fuesse tan bastante como ella se podía tener por muy bien eredada y amiga de Dios. Junto con ser acatada en gran manera de quantos Señores y Grandes avía en España, fue tan soçiable y umilde con los pobres, y tan gran limosnera, que ninguno se partía d’ella sin ser socorrido y ayudado; y eran sus limosnas secretas muchas más y mayores que las públicas. Y así, se cree que goza de la gloria eterna y, por tanto, es muy dina d’estar en el número d’este muy illustre y famoso calendario 164.

Si por un lado la historia del Arte ha puesto de relieve que el mecenazgo artístico, cuando son mujeres sus responsables 165, tiene mucho de autoría, no cabe duda de que Mencía de Mendoza ocupa un lugar estelar en cuanto a las mujeres hispánicas a caballo entre el Medievo y el Renacimiento, puesto que su labor fue de primera magnitud. El matiz por valorar en este caso no es en el hecho –frecuente en la época, por otra parte– de que no llegase a ver la capilla terminada en vida, pues hasta 1522 no finalizaron las obras 166, sino en algo más importante en mi opinión: el que ningún 163 Como bien anota J. B. DE AVALLE-ARCE (Ibidem, vol. II, p. 666, n. 718), se trata de un error en la proverbial buena memoria del genealogista madrileño, ya que la Condesa de Haro no fue mujer del Duque de Frías, sino su madre. 164 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO: Batallas y Quinquagenas, BNE, Mss. 2219, ff. 84v-85r. Edito el texto de acuerdo con mis criterios de edición, que son ligeramente distintos a los de J. B. DE AVALLE-ARCE (1974), op. cit., II, pp. 666-667. 165

Cf. F. PEREDA ESPESO (2005), op. cit., pp. 15-16.

166

Cf. B. ALONSO RUIZ (2005), op. cit., p. 131.

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otro condestable Velasco se enterrase allí, siguiendo su estela y la de su marido. Todos los sucesores del linaje Velasco volvieron a la anterior costumbre funeraria de ser sepultados en el convento de Santa Clara; incluso Íñigo, hijo de Mencía, que sí quiso hacerlo en la capilla burgalesa, hubo de claudicar y ser enterrado en Medina de Pomar, junto a su hermano Bernardino y al resto de miembros del linaje 167. Este hecho incontestable refuerza la idea que hemos visto a lo largo de estas páginas: la férrea voluntad de la Condesa de Haro por marcar su sello propio en el linaje Velasco, cristalizado sobre todo en el patrocinio de varias obras artísticas de entre las cuales la capilla de los Condestables es la culminación de toda una vida y de toda una personalidad 168. En este esfuerzo hay incluso varias victorias póstumas de la Condesa, relacionadas con la obtención de fondos para su labor de patrocinio. Es el caso, entre otros, del entablado con la vallisoletana villa de Medina de Rioseco sobre la exención de portazgo, montazgo y otros tributos 169, resuelto a su favor el 4 de junio de 1502, o la disputa con Alcalá de Guadaira por diversas alcabalas 170, resuelta el 1 de enero de 1500, casi al mismo tiempo en que la Condesa fallecía. Con su muerte desaparecía una figura casi única en su siglo, de quien se conoce muy bien su devenir como mecenas y patrona de las artes, pero no tanto lo relativo a las vertientes personal y política, que quizá merecerían la pena ser indagadas más fondo. Ojalá este trabajo haya servido para mostrar un poco de ambos aspectos y, sobre todo, para estimular una ulterior y más profunda investigación que acabe por situar a la Condesa de Haro en el lugar que con justicia merece dentro de la galería hispánica de ilustres personajes.

167

Cf. I. CADIÑANOS BARDECÍ (1983), op. cit., p. 344.

168

Comparto la opinión de E. PAULINO MONTERO (2013), op. cit., passim.

169

Conservado en el Archivo de la Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, c. 170,

d. 19. 170

128

AHN, FRÍAS, c. 1434, d. 5.

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MENCÍA DE MENDOZA, CONDESA DE HARO

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ÓSCAR PEREA RODRÍGUEZ

M. A. ZALAMA y P. ANDRÉS (2002): La colección artística de los Condestables de Castilla en su palacio burgalés de la Casa del Cordón, Burgos: Caja de Burgos.

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