“Militar y trabajar para sobrevivir. Las mujeres de Cantoria entre la guerra civil y la posguerra”, Piedra Yllora. Revista Cultural de Cantoria, nº 4, 2009; pp. 74-82

June 4, 2017 | Autor: S. Rodríguez López | Categoría: Rural History, Spanish Civil War, Women and Gender Studies, Francoism, Andalusia
Share Embed


Descripción

Militar y trabajar para sobrevivir. Las mujeres de Cantoria entre la guerra y la posguerra Sofía Rodríguez López

a memoria colectiva de Cantoria y su pasado más reciente están marcados por la experiencia traumática de la Guerra Civil y una durísima posguerra. Por ello, no está de más volver la vista atrás y tratar de rescatar para sus habitantes algunas de las vivencias en las que la labor de las mujeres fue más significativa. Tratándose de una provincia de retaguardia, Almería sufrió las consecuencias del conflicto sin contar con frentes abiertos ni combates a cielo abierto. Fue bombardeada por tierra y mar, pero no presenció el encuentro de tropas enemigas, ni el fuego cruzado de las trincheras. ¿Significa esto que la guerra pasara inadvertida? ¿Suavizó las durísimas condiciones de seguridad y abastecimiento? ¿Acaso sus hombres no fueron movilizados por el ejército? Y las mujeres.... ¿qué hicieron las mujeres?

Grupo de jóvenes milicianas con aperos agrícolas

Después del 18 de julio de 1936, todo el país se vuelca en una “guerra total”. Un periodo caracterizado por destinar la mayor parte de sus recursos humanos, materiales e intelectuales al esfuerzo de la victoria, en uno u otro bando. Una guerra que, sin pasar inadvertida para la Sociedad de Naciones, se libraría de espaldas a las democracias occidentales, escudadas en el célebre “Pacto de No Intervención”. Este hecho convirtió al fracasado golpe de Estado en un enfrentamiento intestino, interior, íntimo… que encontraba al enemigo no sólo en la milicia, sino en la vecina, el propietario o el maestro de “La Lengua de las Mariposas”… La guerra cambió las reglas del juego. Sembró la desconfianza y polarizó las posiciones políticas e ideológicas, haciendo que la diferencia a la hora de pensar y actuar, votar y rezar, se hiciera insoportable. Patronos y obreros, propietarios y jornaleros, señoras de la casa y sirvientas o amas de cría, dejaron de quitar importancia a sus diferencias, para hacer de aquello que las separaba, la desigualdad de clase, algo imposible de superar. El proyecto de una República de ciudadanos dejó de ser tolerable para los pro-hombres que apoyaron la sublevación militar. Y el fantasma de la revolución comunista desembocaría así en una contrarrevolución invocada en nombre de Dios, la Patria y la sagrada propiedad, amenazadas por reformas populares y “extranjerizantes”. En la España que permaneció fiel al Gobierno del Frente Popular, se asistiría entonces a un proceso de radicalización en las medidas socializadoras contempladas en la Constitución de 1931 y emprendidas durante el primer bienio de Azaña en el poder. Unos cambios que, superados los meses de violencia desatada y desvertebración institucional, por el imperio de las balas y los comités antifascistas, respondían también a la urgencia bélica y la entrada de nuevos aliados políticos. Con tres ministros de la CNT-FAI y el protagonismo creciente del PCE, se explica el tránsito de la Ley de Reforma Agraria a las juntas de fincas

incautadas y las colectividades ugetistas y anarquistas. La traslación de los colegios sin crucifijo, a las escuelas de cuadros para pioneros, y la conversión del Estado aconfesional en anticlericalismo y tantas iglesias-almacén como la de Cantoria. La libertad de asociación se adulteró en sindicación obligatoria, para conseguir un empleo, y la ampliación de derechos individuales, que afectaban sobre todo a las mujeres, llegó a límites inimaginables hasta entonces, que irían desde el sufragio universal, el divorcio o la legitimidad de sus hijos, reconocidos en el Código Civil de 1932, a las “uniones libres” o la Ley del aborto aprobada por Federica Montseny a finales de 1936. Un conjunto de medidas que, en su proyección exterior, hacían de la España republicana un referente de modernidad y justicia social, a la vez que una amenaza latente como paladín de la Komitern o Tercera Internacional comunista. En las próximas líneas trataremos de explicar cómo se proyectaban estas transformaciones en la política local y, especialmente, en la población de Cantoria y el Valle del Almanzora durante la Guerra Civil. 1. Tiempo de cambios. Cantoria republicana y guerrera La Segunda República coincidió en Cantoria con un periodo de inestabilidad económica y de fuerte emigración, que trajo consigo un envejecimiento demográfico relativo. Así se pasaría de las 6.099 almas de 1920 (2.965 hombres y 3.134 mujeres), a las 5.280 de 1930 (2.610 hombres y 2.670 mujeres), y los 4.741 habitantes en 1940 (2.246 hombres y 2.495 mujeres)(1). Cifras en las que destaca la regresión causada por efecto del crack de 1929, la guerra y la represión, así como la feminización derivada de la especial incidencia de esos fenómenos entre la población masculina. Sus habitantes se dedicaban mayoritariamente a las tareas del campo, como demuestra un asociacionismo ligado a la Sociedad de Labradores desde 1899. Sería el caso también de la Sociedad Obrera Agrícola (1913-1914) o la Sociedad católica San José y el Círculo de Agricultores, creados durante la Dictadura de Primo de Rivera (19241925). En 1930 aparecería Fomento Agrario y, ya durante la Segunda República, sindicatos de clase como la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, afecta a UGT (1934), y el Sindicato Único de Oficios Varios, instaurados en 1936(2). El papel de las mujeres de Cantoria en las actividades del campo fue, sin duda, más importante de lo que demuestra su militancia o presencia en los puestos directivos de organizaciones como éstas. Con una estructura de la propiedad poco concentrada, madres, esposas, hijas y hermanas

(1) http://juntadeandalucia.es:9002/ehpa/ehpaTablas.htm (2) Archivo Histórico Provincial (AHP), Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, Cantoria (Legs. 260-444, 04-48, 04-49, 04-50, 04-51, 1030847, 1006-515, 362-148 y 362-152).

Mujeres en Almanzora y Cantoria realizando labores agrícolas

solían participar como mano de obra no remunerada en las explotaciones de sus familiares o aparceros. No obstante, al iniciarse la guerra y comenzar los envíos de contingentes militares a los frentes, la necesidad de hacerse cargo del cuidado de fincas y animales domésticos fue inmediata. Estos últimos exigían una atención diaria, pero reportaban otros beneficios como el estiércol para abonar la tierra, y la venta de cerdos, pollos, gallinas y huevos en el mercado. Para ello se aprovechaban del enclave estratégico de la localidad, en el centro de la provincia, como demuestra la intensa actividad comercial detectada durante toda la guerra entre Tíjola, Albox y Huércal Overa. Pese a no existir colectividades agrarias como la de Purchena, en Cantoria se expropiaron tierras de hasta 21 propietarios, entre ellos, Carmen Saavedra Fernández. Las primeras faenas importantes en el campo vinieron de la mano de la trilla y cosecha del trigo, el maíz o la aceituna, en 1937. A éstas, se unían las tareas llevadas a cabo en el pago del Bojar (Almanzora), propiedad de Francisco Bernal, donde se sembraba tomate y remolacha. Allí las mujeres tenían que arar la tierra, regarla y quitar las malas hierbas hasta el momento de la recolección, cuando se limpiaba el producto para transportarlo en burras y serones de esparto hacia la estación de Almanzora, de donde partía con destino a la Azucarera de Caniles (3) . Tan destacada fue la labor de las cantorianas, que la joven propagandista del PC, Pepita Collado, no pudo evitar citarlas durante la Asamblea Provincial Agraria celebrada en septiembre de 1938. En ella, incitó a todas las mujeres a seguir su ejemplo, ya que consiguieron adelantar la recolección hasta trece días antes que en campañas anteriores(4). Si la participación del conjunto de las

almerienses en las colectividades agrícolas se estimaba en un 75%, durante los momentos cumbre de las campañas agrícolas, se insistía aún en la necesidad de «...movilizar a todo el pueblo campesino en esta tarea fundamental de siembra; las mujeres que tan buenos resultados han dado en la recolección, en la preparación de la barbechera, en algunos pueblos como la Barriada Lenin, Cantoria, Tíjola, Níjar, donde hemos visto compañeras arando con sus yunques, es necesario que este ejemplo sea repetido en toda la provincia, incorporando día a día nuevas fuerzas a la producción...» (5) .. Quizás estas palabras fueran dirigidas a Carmen “la Paqueta”, quien suscitaba la admiración de sus vecinos cuando la veían labrar con dos burrillas, en cualquier caso, de lo que no cabe duda es que las mujeres de Cantoria no se cruzaron de brazos mientras transcurría la guerra. Había trabajo para ellas en las actividades de intendencia y en los hospitales, comedores y casas-cuna de Cuevas, Tahal, Albox, Vera o Vélez-Rubio, siendo estos tres últimos los centros más importantes de Almería. En cuanto a la participación de las mujeres en la esfera política e institucional, debemos destacar que, aunque significativa, nunca trascendió a puestos directivos. No obstante, dieron muestras tempranas de militancia, sucedidas incluso antes de que las necesidades bélicas contribuyeran al llamamiento generalizado a la población femenina, para su incorporación a todos los ámbitos de la producción y la vida pública. Desde el “verano caliente” de 1936, hubo mujeres que, por uno u otro motivo, se posicionaron entre los contendientes. Así sucedió con Francisca Pardo, la mujer del factor de la estación de Almanzora, Pedro Garrumbo, que actuó junto a su

(3) Testimonios de Baltasar Fernández Cuéllar y D.O. (4) “La Asamblea Provincial Agraria”, Diario de Almería, 2-IX-1938 (5) “Asegurar la Sementera”, “Junta política de reservas” y “Tareas del campo”, Diario de Almería, 2-X-1938, 17-IX-1938 y 11-XII-1938.

singularidad de esta red tejida en la sombra por los sectores políticos y profesionales más activos y reaccionarios de la provincia. Una organización que, partiendo de la capital, se extendía hasta Lanjarón y Cartagena, con el único objetivo de boicotear desde dentro los gobiernos de Largo Caballero y Juan Negrín.

Acto organizado por Auxilio Social a principios de los 40 ante la visita del Gobernador Civil de la Provincia

marido como miliciana cuando el comité se hizo con el poder municipal, ocupando el cuartel antiguo de la Calle Alamicos. Por parte de los que apoyaban la rebelión militar, sabemos que el 28 de junio de 1936, incluso antes de la fecha del levantamiento, el alcalde de Cantoria, Juan Cerrillo, enviaba al gobernador civil de Almería un informe sobre varios vecinos de la Diputación de Almanzora que, instigados por Juan Lozano Sáez, apoderado de Juan March, alteraban el orden público con sus provocaciones fascistas hacia la clase obrera de la localidad. En él implicaba a las hermanas del promotor, “Dª Ana María y Dª Rosa Lozano Sáez; las cuales tomaron parte en la reunión prorrumpiéndose por las personas antes indicadas en gritos de vivas al fascio y mueras a la República”(6). Que el gobierno legítimamente constituido tenía detractores en Cantoria, lo demuestra la actividad clandestina que los emboscados de derechas desarrollaron durante todo el conflicto en sus alrededores. Tanto es así, que la “quinta columna” que operó en la retaguardia almeriense durante los dos últimos años del conflicto, tuvo en esta localidad una importante base de operaciones, con una estación telegráfica, emisora de radio y varios colaboradores. Entre ellos se encontraban el ebanista Pedro Gómez, que actuó como agente de información, o Juan Jiménez Fernández, que sería detenido por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) republicano. Por último, los encargados de proteger a los escondidos mantenían el contacto con un cobrador de la línea de autobuses de Cantoria, cuya misión era trasladar hasta allí a quienes les fuesen entregados en Almería. Aunque ninguno de estos dispositivos llegó a utilizarse, por el descubrimiento de las actividades que estaban tramando, queremos destacar la

Mientras tanto, el poder local seguía en manos de los partidos afectos al Frente Popular. El primero en constituirse en Cantoria fue la Agrupación Socialista Obrera, nacida en 1933 y de la que saldrían, ya en 1936, las Juventudes Socialistas y las JSU (Unificadas al PCE). No obstante, su trayectoria se vio afectada por la implantación de los comités populares, al estallar el conflicto, no pudiendo reconstituirse hasta el cinco de agosto de 1937, tras el establecimiento de los consejos municipales. Entonces, su directiva estaba liderada por Francisco Guerra Tripiana, como secretario general, seguido del administrativo, Francisco López Romera y los demás cargos de la ejecutiva: Blas Padilla Martínez, en la Organización; Juan Jiménez García, como responsable de la Agitación y Propaganda; Juan Lamarca Santos, en la Secretaría Sindical y Juan P. Sánchez López en la de Agricultura. No hubo, por tanto, mujeres en puestos de responsabilidad que compartieran la lucha política con sus correligionario(7). La Izquierda Republicana, en cambio, nombró a Pura Soriano Jiménez como vocal primera de la Agrupación de Cantoria desde su constitución, el 13 de febrero de 1938, tal y como hiciera dos años antes con Carmen Gómez Romero, secretaria de la sede de Somontín(8). Si algo descuidaron estas organizaciones fue la captación de chicas jóvenes en su filial, problema que se repite tanto en las Juventudes de Izquierda Republicana de Huércal Overa y Cantoria, aparecidas en noviembre de ese mismo año, como en las Juventudes Socialistas Unificadas de Armuña de Almanzora, que tuvieron que prescindir de un Secretariado Femenino pese a que 13 de las 34 personas asistentes a su acto fundacional, el 7 de noviembre de 1936, eran mujeres. Proselitismo y adoctrinamiento fueron aspectos que, por contra, no descuidó el Partido Comunista, quien contaba con siete alumnas entre los dieciocho miembros de su centro de formación o Escuela Provincial de Cuadros, entre 17 y 22 años. Más sobresaliente es aún el hecho de que tres de ellos fueran vecinos de Cantoria, dos mujeres y un hombre. Se trataba de: Felix Capel, oriundo de Arroyo Albanchez; Huertas Rodríguez Heredia, costurera que ejercía como secretaria femenina del Radio Comunista de su localidad, creado en 1937, y Francisca Díaz Ramírez, “sastra” y encargada de

(6) Archivo Histórico Nacional. Sección Causa General, Caja 1.157-2, Pieza 1, Tomo I, Vol. 3º (7) AHP, Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, Cantoria (Legs. 997-358, 362-150, 362-153, 362-154 y 1860). (8) AHP, Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, Cantoria (Legs. 362-151 y 362-155).

Doña Brígida López y D. Joaquín Fernández, dos maestros republicanos que sufrieron la represión

higiene, hasta ser recomendada para la Comisión de Organización Provincial, ya que pertenecía al Radio de Almanzora desde su constitución en un cortijo, en 1936(9). 2. Tiempo de silencio. Cantoria derrotada o victoriosa ¿Qué pasó con estas mujeres al término de la guerra? Qué fue de las que labraron tierras que quizá no eran suyas, de las que dejaron de ir a la Iglesia, de las que tenían a sus hombres en los frentes o, lo que es peor, las que habían militado señalándose como rojas… Cómo y dónde terminaron las que fueron calladas cuando dieron “vivas al fascio” y las únicas que ahora podían gritar… Tras el triunfo del ejército franquista no sobrevino la paz. El ansiado término de la guerra dio paso a un estado de excepción, en el que siguió vigente la ley marcial y un código de justicia militar empeñado en hacer pagar a todos los que se habían significado mínimamente por su adhesión a la República. Hubo mujeres que contaron con la ayuda de los maridos, devueltos malheridos de los frentes. Hubo jóvenes que se casaron con su novio de siempre, tras años de espera. Y hubo hasta quien se encontró con un empleo en teléfonos, un estanco o asignación económica, por heredar una condecoración de excombatiente, excautivo o viuda de guerra. No obstante, fueron muchas las que el final del conflicto les trajo sólo pena y miseria. Las que perdieron a sus hijos para siempre, y no se les permitió llevar luto, obligadas a vivir un “exilio interior” más cruel que el de los desterrados. Las que se convirtieron, por necesidad, en cabezas de familia, o acudieron, también por necesidad, a las casas de expósitos y los prostíbulos. Las que de reputadas alcaldesas o maestras, pasaron a ser depuradas, “paseadas” y/o consideradas simples “mujeres de

preso”. Mientras Felix Capel, Francisca Pardo y su marido marchaban exiliados a Francia, en un viaje sin retorno, las mujeres comunistas de Almanzora fueron reunidas para presenciar cómo “pelaban” a su “jefa” en señal de escarmiento. Y hay quien aún recuerda que la humillación no le impidió agacharse a recogerlo… práctica de resistencia ante el símbolo de la violencia de género más empleado con las vencidas, en su calidad de castigo ejemplarizante y botín de guerra. Desde abril de 1939, la población de Cantoria quedó a la merced de las denuncias y los avales políticos, convertidos en moneda de cambio de una sociedad “autovigilada”. Entre el castillo de Cuevas y la cárcel de partido de Purchena, ubicada entonces en el centro de la localidad, inició la Guardia Civil y la Falange su particular campaña de profilaxis social. Al saldo de los 21 fallecidos durante el conflicto, se habrían de unir entonces los 59 vecinos de esta localidad procesados por el Tribunal Militar de Almería hasta 1945. De ellos, cinco eran mujeres acusadas de auxilio a la rebelión: María Granero Quiles, encausada en 1939 y cuya sentencia de absolución no llegaría hasta 1941, y otras cuatro inmersas en el expediente 17.615/39: María Asunción Petra, Patrocinio Hernández Bernabé, Luisa Molina Mañas y María Torrente Sánchez, absueltas igualmente a comienzos de 1940. Mientras el peso de la venganza caía sobre los represaliados, contándose entre ellos seis cadenas perpetuas, una condena a muerte conmutada por treinta años, y el fallecimiento en prisión de Cristóbal Bervel Ortega, los viejos poderes de Cantoria iban recuperando su espacio de protagonismo. Era el caso de la Sociedad de Labradores de Almanzora, refundada en 1940(10), o del cura inmolado en septiembre de 1936, Juan Antonio López Pérez, considerado mártil por la

(9) AHP, Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, Cantoria (Legs. 978-186 y 362-149).

recientemente el historiador Óscar Rodríguez, al analizar las actitudes sociales ante el poder en Almería. Según el estudio de este autor, la visita del delegado gubernativo a Cantoria en 1940 sirvió para detectar una lucha entre dos bandos, alineados en torno a FET-JONS, por una parte, y la Comisión Gestora, por otra, previa a la constitución del primer ayuntamiento franquista. Una situación heredada del clientelismo endémico en la zona, donde un noventa y cinco por ciento de sus habitantes habían «seguido de siempre las orientaciones de D. Augusto Barcia Tréllez».

El aceite de oliva era lal principal mercancía de los estraperlistas de Cantoria

patria desde esntonces. De las trece escuelas creadas durante la Segunda República en el término municipal de Cantoria, saldrían parte de los 14 maestros y 8 maestras depurados, durante la guerra y la posguerra. Y aunque ninguno de ellos fue inhabilitado definitivamente, no todos fueron juzgados con el mismo rasero. María Marín García y María del Carmen García Orozco, oriunda y destinada en Almanzora, respectivamente, sumaron cargos por pertenecer a la FETE y adolecer de otros “defectos”, vinculados estrictamente a sus vidas privadas. Y es que haberse divorciado o desear el triunfo “marxista” eran imputaciones que demuestran el castigo moral impuesto, sobre todo, a las mujeres. De cuidar todas estas cuestiones se encargaría, en adelante, la Sección Femenina de FET-JONS. Según los testimonios de que disponemos, su desembarco en Almanzora fue a través del Auxilio Social. El comedor creado allí al término de la guerra, fue servido por seis cumplidoras del Servicio Social que, turnándose por días, ofrecieron la cara más amable del “Nuevo Estado”. María Encarnación Cubillas Capel y Salvadora Parra Navarro fueron dos de aquellas que, durante algo más de un año, atendieron a los niños y ancianos más necesitados, con cerca de 115 raciones de comedor y otras 30 de cocina de hermandad y centro de alimentación infantil, datos que respondían a la propaganda franquista de “Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”. El Régimen trataba así de crear una imagen paternalista, que compensara los efectos de la durísima represión que tuvo a todo el país en cuarentena. No obstante, la política autárquica y el racionamiento trajeron consigo los años de hambre más duros de nuestra historia reciente. Años de “migas con miedo”, como los ha bautizado

Los años previos a la etapa como gobernador civil de Manuel Urbina Carrera, inaugurada en 1946, fueron los más difíciles. Para entonces el alcalde, José Carrillo Picazo, un propietario sexagenario, había sorteado todo tipo de escándalos relacionados con el estraperlo, y que le afectaban a él directamente como autoridad local, jefe político, delegado y responsable de las existencias en el almacén de abastos. En 1944, los casos de ocultación elevados a la Fiscalía de Tasas fueron abultados y numerosos. Entre ellos, se descubrió el almacenamiento de maquila de aceituna molturada por vecinos de Cantoria, Lubrín, Albanchez y otros municipios cercanos, que la transportaban clandestinamente, con la connivencia de productores, molineros, arrieros y hasta de la Guardia Civil, que sobornaba para no cursar las oportunas denuncias. No obstante, un trabajo de estas características pone de manifiesto cómo, dada la extrema dureza de la supervivencia durante la inmediata posguerra, los estraperlistas y, sobre todo las mujeres, contaron con el asentimiento y colaboración de buena parte de su vecindario. Una población desabastecida, esquilmada y obligada a acudir al mercado negro, por la maquinaria demente de la autarquía. Frente a la intervención de las cosechas por el Servicio Nacional del Trigo y la Delegación de Abastecimientos y Transportes, el "matute" de las madres se antojaba como mera estrategia de supervivencia, justificada por una conciencia femenina centrada en alimentar a su prole. Tal sería el caso de Remedios J.G., Plácida G.J. y Dolores J.G. a quienes la Guardia Civil de Cantoria decomisó en agosto de 1941 doce panes de 1´300 ks., comprados a una vecina de Partaloa para ganarse una peseta en cada pieza. En septiembre de 1948, y en solo tres semanas, se llevaron acabo hasta tres detenciones de vecinos de la localidad, con una media transportada de 35 a 40 kilos de arroz y entre 150 y 300 kilos de trigo. No obstante, en esas fechas la situación económica de conjunto había mejorado sensiblemente, y las

(10) AHP, Registro de Asociaciones del Gobierno Civil, Cantoria (Leg. 1028-675).

relaciones políticas y sociales comenzaban a estabilizarse. Era el inicio de la Guerra Fría y del acercamiento entre Franco y las potencias internacionales, cuando la dirección en el exilio de los partidos antifascistas quedó desarmada y sin contactos en Andalucía. Hechos que redundarían en la represión definitiva de la lucha guerrillera, como la representada en el Almanzora por “El Carbonero” y “El Espadilla”, y el adormecimiento de la oposición política a la dictadura, durante el Ministerio de Seguridad y férreo control de Camilo Alonso Vega. Era también el momento de reorganización para las instituciones encargadas de la “captación de las masas”. De obras del Movimiento Nacional, como Sección Femenina y el Frente de Juventudes que, pese a su escaso predicamento, fueron conservadas por el Régimen con la esperanza de tener controlada a la población y lograr cierto consenso con la dictadura. En 1948, en Cantoria no existía Delegación Local de Sección Femenina, como tal nombre indica. Un total de 48, de los 102 pueblos de Almería, se consideraban bajas definitivas para la única organización de mujeres legalizada por la Falange; crisis que también adolecían localidades relativamente cercanas como Castro de Filabres y Olula de Castro, Albanchez, Alcóntar, Bacares, Bayarque, Cóbdar, Chercos, Fines, Laroya, Lijar, Lúcar, Oria, Partaloa, Urrácal, Alcudia de Monteagud, Benitagla, Benizalón, Lucainena, Senés, Tahal, Turrillas, Uleila del Campo, Chirivel, Taberno, Antas, Lubrín o Mojácar. La población infantil y juvenil a la que atendía fundamentalmente Sección Femenina estaba muy afectada por el absentismo escolar y las negligencias suscitadas por el personal en la atención de sus colegios. De hecho, en 1952, varios vecinos informaban del abandono de las escuelas de Hirmes y la de Arroyo Aceituno, en Cantoria, que, servida por María Encarnación Serrano Sánchez, fue suspendida de sus haberes con un expediente gubernativo(11). La causa esgrimida por los docentes para desatender sus obligaciones eran las deudas que los ayuntamientos contraían con ellos en los presupuestos municipales. Así, por ejemplo, la maestra Remedios Carrillo Jiménez exigía al de Suflí , en 1951, las cantidades equivalentes a los dos años de alquiler en que dió clase, unas 1.241 ptas, “que, si no es cantidad de gran consideración, para una pobre maestra si la tiene”. Joaquina Jiménez García pedía lo propio al Ayuntamiento de Purchena, por el alquiler de la escuela de párvulos, con más de mil pesetas de impago, y María Gómez

Hasta bien entrados los ochenta era corriente que las mujeres amasaran el pan para su familia

al de Cantoria(12). 3. Tiempo de estabilización. Cantoria entre la tradición y la modernidad Afortunadamente, esta situación comenzaría a cambiar en los 60. En el plano escolar, coincidiendo con la nueva Ley de Educación General Básica, el estado y número de los locales de las escuelas se hizo suficiente, aunque los anejos todavía seguían sin solucionar su situación. Para los trabajadores y trabajadoras entonces se inauguraría un nuevo ciclo de emigración, cuyos destinos, según José María Pérez Lozano, se realizaban siempre desde determinados pueblos a determinados países. “Por ejemplo, los de Lubrín intentaban ir a Estados Unidos; los de Adra, a Cuba y Argentina; los de Cantoria, a Argentina; los de Albox, a Grenoble, ciudad en uno de cuyos suburbios hay tres mil almerienses del citado pueblo”. A los que quedaban en la localidad, en su mayoría mujeres, comenzaban también a abrírseles nuevas posibilidades de empleo. Situación que no pasó inadvertida para la citada Sección Femenina. Si en 1958 funcionaba apenas como departamento de trabajo y de prensa y propaganda, la estrategia nacional de acercamiento al mundo rural hizo que varias cátedras se desplazan hasta la comarca del mármol y, por supuesto, a Cantoria. En el informe de la labor desarrollada durante el curso 1966-67 en Almería, la secretaria provincial, Ángela Vega especificaba la celebración de ocho cursos-cátedra de dos meses deduración cada uno, de los cuales cuatro pasarían por Albox, Las Pocicas, Cantoria y Fines, entre el 6 de marzo y el 25 junio de ese año. Una estancia que, no resultaría desaprovechada cuando se repetió en 1971 con el objetivo fundamental de facilitar a las mujeres del campo la obtención del Servicio Social. Para entonces, Cantoria contaba con solo 2.378 habitantes que, además se vieron afectados

(11) AHP, GC 1183, Carpetillas juntas locales de Instrucción Primaria de 1952. (12) AHP, GC 1185, Juntas locales de Instrucción Primaria de 1955.

obcecada, hasta 1975, en atender al perfil de mujer tradicional (empleadas del hogar y artesanas de Albox, Huércal-Overa, Olula del Río o Cantoria), y un pequeño grupo de jóvenes de izquierdas, que llegarían hasta allí en octubre de 1977, para participar en una semana cultural bajo el lema de: “Por unos pueblos más cultos, libres y solidarios”(14).

Clausura de la Sección Femenina en Cantoria en la década de los 60

por las inundaciones de 1973. Como advertían las propias instructoras de Sección Femenina, estas repercutieron en una agricultura y ganadería deficientes por su escasa producción, a la que se unía la apatía generalizada. Algo que para el régimen significaba “ambiente bueno y sin complicaciones”. En el ámbito cultural, la localidad se vería algo más favorecida, disponiendo al fin de suficientes escuelas, docentes y hasta de un Instituto Técnico al que concurrían alumnos de los municipios limítrofes, que le hicieron aspirar a una universidad laboral que nunca se crearía. En 1973, la delegada local de Sección Femenina dejó de ser una maestra, instructora general, y cedió el puesto a la profesora de Política del citado Instituto de Cantoria y el de Huércal Overa. Si con la primera, el centro participó en los campeonatos de voleibol de 1972, con cinco equipos de segunda categoría, dos juveniles y otros dos infantiles, la segunda demostraría mayores cualidades de proselitismo por pertenecer a la última promoción de dirigentes de Juventudes. Sin local propio, en 1974 se las arregló para ocupar otro cedido por el padre de una afiliada, y en el que funcionaría durante sus últimos años el círculo de la OJEF, con un total de 14 miembros adultas y 20 flechas(13). Así las cosas, los últimos años de la dictadura transcurrieron en un ambiente de total falta de expectativas para la comarca, que sólo veía cubiertas las posibilidades de ocio y promoción en las instituciones del Movimiento. Jóvenes falangistas que, abandonado el “ardor guerrero” de la posguerra, trataban de asegurarse cierto status social en la geografía de las enseñanzas medias y las extravagantes visitas de las “cátedras ambulantes”. En ellas también se evidenciaba la escisión operada en la sociedad española entre el búnker y las fuerzas renovadoras de oposición antifranquista. La distancia estribaba entre una Sección Femenina

Esa distancia de perspectiva es también la que existe entre Luisa María Moreno Sánchez, natural de Cantoria y defensora de la Sección Femenina, gracias a la que entró en el Departamento de Trabajo de la Mujer de los sindicatos verticales, y Martirio Tesoro Amate, presidenta del primer colectivo feminista de Almería, conocido como Asociación para la Promoción de la Mujer. Mientras la primera nos hablaba de las mujeres de su familia, en Cantoria, como un ambiente en el que las mujeres trabajaban, hablaban y discutían, la segunda veía, desde fuera, una localidad que recién inaugurada la democracia, se sentía desbordada por los aires de independencia y libertad que estas feministas desprendían. María Luisa recordaba su infancia, en el pueblo, enmarcada en un gineceo: «A los cinco años me vine con mi abuela y mi tía soltera... Mujeres muy independientes. Mi abuela era viuda... pero entonces las abuelas eran más, estaban más vividas... O sea, la generación que yo ahora veo de mi abuela y muchas mujeres más… incluso el tema del aborto... Almería fue el no va más... fue un sitio potente en ese aspecto... Yo recuerdo... cuando yo vivía todavía en Cantoria... las cosas que yo he oído... Aparte era un lenguaje mucho más fresco y se hablaba de los maridos... No se hablaba de ideas políticas... no... quizá es ahora, porque hemos separado tanto la política de la sociedad, y quizá no es bueno...» ( 1 5 ) . Para Martirio, el ambiente ideológico que se percibía en la localidad era diferente... «Era estupor generalizado que las mujeres nos atreviéramos a hablar de sexo tan a las claras. Me acuerdo... en Cantoria, conocíamos a alguien en el Instituto, entonces dijeron que preparáramos una charla sobre la discriminación de las mujeres en general, y como hablábamos de muchas cosas, pues hablábamos también de salud, “salud reproductiva”, y ya en el coloquio, me acuerdo... una profesora del Instituto dijo: “¡Hombre!, es que yo creo que esas cosas a los alumnos no se les debe de decir”... Cuando dijimos lo del derecho de las mujeres a su propio cuerpo... y, por ejemplo, explicábamos y preguntaban, y la prostitución está legalizada, es ilegal… Hablaban pues... de prostitución, de enfermedades de transmisión sexual,

(13) Archivo General de la Administración, Cultura, Sección Femenina, IDD 95 (Sig. Caja 5.855), Departamento de Coordinación. Sección de Inspecciones Provinciales, cuestionarios de 1971, 1972, 1973 y 1974 en Cantoria. (14) Programa de la II Semana Cultural de Cantoria (Archivo personal de la presidenta de la Asociación para la Promoción de la Mujer, Martirio Tesoro Amate). (15) Entrevista a Luisa María Moreno Sánchez (Almería, 4-XII-2003).

de anticonceptivos,es decir, que había muchas cosas que tocaban que en lo público nunca se habían tocado»(16). Estas eran las mujeres de Cantoria, de Almería y de España al final de la dictadura. Mujeres que, generacionalmente, habían heredado las luchas de los años treinta por conquistar la ciudadanía, y la resistencia de los cuarenta por rendirse al hambre. Mujeres que, tras la amnesia, el silencio y el miedo de la dictadura, aprovecharon los resortes que les brindaba el propio régimen para volver a socializarse en el deporte, la formación académica y el trabajo, tomando contacto con ideas que, de nuevo, sabían a liberación. Mujeres que, pese a las reticencias, volvían a la militancia volcándose en una doble lucha por la democracia y los derechos que un día les fueron robados. Primer cartel alegórico de la República. La modelo fue Engracia Moreno, segunda mujer de Ramón, hermano del Generalísimo Francisco Franco (16) Entrevista a Martirio Tesoro Amate, promotora de la Asociación para la Promoción de la Mujer y concejala socialista en Almería durante la Transición (Almería, 25 y 30 de Junio de 2003).

Bibliografía * FERNÁNDEZ CUÉLLAR, Baltasar, “La Escuela, de la República a la Dictadura”, Revista Cultural Piedra Yllora, 2008, pp. 46-50. * GÓMEZ BRAVO, Gutmaro, El exilio interior. Cárcel y represión en la España franquista (1939-1950). Madrid: Taurus, 2009. * LÓPEZ-CHIRVECHES, Juan, “Juan Antonio López Pérez. Hijo y párroco de Cantoria. Mártir de la Guerra Civil”, Revista Cultural Piedra Yllora, 2008, pp. 54-60. *MIR, Conxita, Vivir es sobrevivir. Justicia, orden y marginación en la Catalunya rural de posguerra. Barcelona: Crítica, 2000. * QUIROSA-CHEYROUZE Y MUÑOZ, Rafael, Política y guerra civil en Almería. Almería: Cajal, 1986. * QUIROSA-CHEYROUZE y MUÑOZ, R., Almería, 1936-37. Sublevación militar y alteraciones en la retaguardia republicana. Almería: Universidad de Almería, 1996. * RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar, Poder y actitudes sociales durante la postguerra en Almería (1939-1953). Almería: Universidad de Almería, 2007. * RODRÍGUEZ BARREIRA, Óscar, Migas con miedo. Prácticas de resistencia al primer franquismo. Almería, 19391953. Almería: Universidad de Almería, 2008. * RODRÍGUEZ LÓPEZ, Sofía, Mujeres en Guerra. Almería, 1936-1939. Sevilla-Almería: Fundación Blas Infante-Arráez Editores, 2003. * RODRÍGUEZ LÓPEZ, Sofía, La Sección Femenina y la sociedad almeriense durante el franquismo. De las Mujeres del Movimiento al Movimiento Democrático de Mujeres. Almería: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería, 2005. * RODRÍGUEZ LÓPEZ, Sofía, Quintacolumnistas. Las mujeres del 36 en la clandestinidad almeriense. Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 2008. * RODRÍGUEZ LÓPEZ, Sofía y RUIZ GARCÍA, Maribel, “Geografía de la represión franquista en Almería. Completando un mapa mudo con la memoria”, GÓMEZ OLIVER, Miguel y MARTÍNEZ LÓPEZ, Fernando (eds.), Historia y Memoria. Todos los Nombres, Mapa de Fosas y Actuaciones de los Tribunales de Responsabilidades Políticas en Andalucía. Almería: Universidad de Almería, 2007 (CD-Rom). * RODRÍGUEZ PADILLA, Eusebio, La represión franquista en Almería, 1939-1945. Almería: Arráez, 2005. * SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Pura, La represión de las mujeres en Andalucía (1936-1949). Sevilla, Patronato del Real Alcázar, 2008.

TESTIMONIO

Por Alfonso Lozano Ortega Los años que duró la guerra civil y la posguerra fueron de una d u r e z a extrema, de sufrimiento y miseria donde ell pobre tenía casi la misma consideración que una bestia de carga. Y de todo esto la peor parte se la llevaron las mujeres. Soportaron con la mayor entereza posible que se llevaran a la guerra a maridos e hijos (muchos no volvieron, ni tan siquiera sus cuerpos), tuvieron que hacerse cargo de todo, de la casa, del trabajo en el campo, de los hijos y ancianos que la guerra no se pudo llevar. Cuando estalló la guerra cogió a la quinta del 36 prestando el servicio militar y ante la falta de hombres se incorporaron las del 37, 38, 39, 40, 41, y el primer reemplazo del 42. Cuando se agravó la situación fueron llamando también a las antiguas, del 35 hasta el 15 (en total 28). A las del 15 al 20 se les llamó las quintas del saco porque no llevaban maletas sino un saco para llevar la ropa y la comida. Ante este panorama desolador, sin hombres para trabajar la tierra y dar de comer a sus familias, no es de extrañar que las mujeres se lanzaran al campo. Aunque algunas prefirieron luchar en el frente arriesgando sus vidas, bien por sus ideales o por las 10 pesetas diarias que pagaban a los voluntarios, cuando los jornales normales eran de 2 pesetas y trabajando de sol a sol. Las labores agrícolas, sin apenas maquinaria, era un trabajo que requería una gran fuerza física, tareas como labrar con un par de vacas o mulos y un arado “romano” (que se componía de 13 piezas) hacían de su manejo algo muy complicado. Sembrar el maíz y el trigo, recolectar, moler.... Un tiempo en que el compañerismo y la buena vecindad para compartir las tareas del campo era vital para la supervivencia. Del 1 hasta el 20 de noviembre se sembraba el trigo. A último de febrero o principios de marzo se escabillaba (se utilizaba pequeño apero llamado escabillo para matar la hierva que nacía entre el cereal). En el mes de julio se secaba y había que segarlo a mano con hoces, hacer con el haces y llevarlo con bestias hasta la era para su trilla a finales de mes o principios de agosto (La trilla consistía en separar la paja del grano de trigo, con bestias a las que se les enganchaba el trillo. En la era se disponía en caballones y con las orcas se tiraba al aire para separar el grano de la paja. Después se cribaba para limpiarlo, llevarlo al molino, molerlo para hacerlo harina y así poder hacer pan. Entre tanto había que retirar el estiércol de los corrales, transportarlo en los serones de las bestias y esparcirlos en los bancales. Luego había

que regar las tierras en las que se habían recogido el trigo para sembrar el maíz, regarlo cada 15 días, cavarlo de vez en cuando, así hasta el mes de octubre que se secaba y recogía, se perfollaba (quitar la piel a la mazorca de maíz) y después se separaba el grano del corazón para poder molerlo y hacerlo harina para las migas, la olla de pelotas... En Diciembre, Enero y Febrero llega la recolección de aceituna, no existían los fardos, ni máquinas, se recogía la aceituna de un suelo que muchas veces estaba helado. Y el estomago vacío. ¡Y la guerra no acababa... los maridos y los hijos no volvían y había tanto que hacer!. De la cosecha, las mujeres solo se quedaban con un tercio aproximadamente, el resto era para el dueño de las tierras. Un sistema caciquil que después de tantos siglos seguían aplicando la famosa ley del embudo (Lo ancho para ellos y lo estrecho para los trabajadores). Los señores, las arrendaban a cambio de: por cada fanega de tierra, los más egoístas cobraban dieciséis fanegas de trigo y dieciséis de maíz (las dos cosechas principales del año), los moderados, ocho y ocho y los más benévolos siete y siete. El mediero tenía que poner la mano de obra, el abono, sembrar, labrar, regar, trillar... y llevárselas a casa del amo y subírselas al granero. El año que no era bueno por la sequía, por plagas... había que dar todo lo acordado, no había consideración porque como ellos decían “para eso le había quedado la paja, que era lo que comían las bestias”. Trabajar hasta reventar para quedarse sin nada. Una salida para las mujeres a esta situación durante y después de la guerra fue el estraperlo. Debido a la guerra y la falta de hombres, la distribución de productos básicos era nula, condenando a los pueblos a ser autosuficientes. Ante esta carencia surgió el estraperlo, un tráfico ilegal de estos alimentos básicos. Un “oficio” muy duro y arriesgado penado hasta con la muerte. El medio principal que utilizaban las estraperlistas para llevar y traer mercancías era el tren (el denominado Frutero). Este pasaba sobre las 11 hacia Murcia y a las 6 de la tarde hacia Baza y Guadix. Constaba de dos vagones de pasajeros y el resto de mercancías donde se transportaba de todo y era donde las mujeres escondían sus mercancías. El trabajo que hacían era llevar lo que aquí sobraba y traer lo que faltaba. La conciencia de administradoras domésticas llevó a las mujeres a realizar esta labor para que, ni en sus casas ni a los suyos les faltase comida. De aquí llevaban el aceite y fuera compraban azúcar blanca, jabón, tabaco, etc. La vigilancia policial en los trayectos de la vía férrea y las estaciones hacían de este oficio un riesgo continuo. Los carabineros y los municipales esperaban como buitres en las estaciones para

quitarles lo que llevaban, se subían al tren y lo removían todo. Las mercancías eran para dar de comer a sus hijos y si sobraba algo se vendía para seguir con el negocio. Porque ellas traían no robaban, lo compraban. Ante el acoso de los cuerpos de seguridad, las mujeres cambiaron de estrategia, acordaron con niños y vecinas que esperasen antes de llegar a la estación (a un Kilómetro y medio aproximadamente) donde el tren empezaba a reducir velocidad. Las estraperlistas tiraban los paquetes a sus compinches y lo escondían en sus casas. Cuando el tren llegaba a la estación la mercancía estaba a salvo y si los carabineros cogían algún paquete, este no se sabía de quien era. Cuando la mercancía entraba en sus casas entonces respiraban aliviadas. Por unos días tendrían algo que comer. De aquella época puedo contar multitud de casos y anécdotas. Como cuando dieron la orden de que todas las quintas que pudieran ser llamadas a filas tenían que hacer instrucción para ir preparadas al frente. Fue un municipal de cortijo en cortijo citándonos para una reunión en el Ayuntamiento y en el nos dijeron que teníamos que ir todas las mañanas de 11 a 1 de la tarde a hacer instrucción a Cantoria en una explanada de la Avda. España. El gobierno en esta comarca no estaba muy seguro pero había que obedecer aunque para nosotros era casi imposible porque trabajábamos la tierra de sol a sol. Y los que tomaron el mando eran precisamente los más incultos. Los que veníamos de los cortijos perdíamos mucho tiempo en ir y venir y no nos daba tiempo de hacer luego las tareas del campo. Ante esta situación tuvimos una reunión para hacer que los instructores fueran a dar las clases a la Hoya. Al día siguiente no fuimos y a las dos de la tarde vinieron los carabineros y nos llevaron detenidos a todos al Ayuntamiento. Eran las cuatro de la tarde y todavía no habíamos comido y protestamos. A esa hora pasaba el tren hacia Murcia y los municipales y carabineros se presentaron en la estación a realizar un registro con tan buena suerte que encontraron una gran cesta de huevos. La mercancía se llevó al Ayuntamiento y el alcalde nos dijo que nosotros pusiéramos el vino y ellos hacían una fritada con lo incautado para almorzar todos juntos. En la comida solicitamos al alcalde que se diera instrucción en la Hoya y este accedió e incluso yo mismo me convertí en instructor. Este ambiente de compañerismo duró hasta las dos de la mañana en que nos mandaron a nuestras casas. Se pensaba que después de la contienda la cosa mejoraría, pero lo que vino después fue la estela del rostro amargo que deja una guerra, los desaparecidos, los heridos, los enfermos, la represión franquista, acusaciones, denuncias, odios, venganzas, que sin duda saca lo peor de un ser humano... De los que vinieron, muchos fueron detenidos y encarcelados en campos de concentración. Yo conocí a un hombre que le salvó la vida a otro una noche que vinieron los milicianos a matarlo. Cuando acabó la guerra, en agradecimiento lo denunció y lo metieron en la cárcel.

Otro caso ocurrió en la Hoya de Cantoria, en el cortijo de unos vecinos que tenían tres niños pequeños. Una mañana mientras la madre hacía las migas para la comida, su marido fue a una parcela de tierra que tenía cerca del cortijo. En aquel momento pasó cerca la guardia civil haciendo el recorrido de costumbre. Al pasar dieron los buenos días y siguieron con su camino, pero uno de los guardias, que llevaría algún “títere” en la cabeza se volvió cuando ya se habían distanciado bastante y detuvo al pobre hombre. Lo metieron en la cárcel durante mucho tiempo. Ese hombre no hizo nada malo y a su casa trajo la ruina. O el caso de una joven que tenía un novio que lo encarcelaron nada más acabar la guerra. Ella le escribía con asiduidad y en una de las cartas pintó un hombre con dos cuernos en la frente y la siguiente leyenda “Franco es un cornudo”, echó la carta al correo, y esta pasó por las manos de la censura. Esto le costó unos cuantos años en un campo de concentración. Las primeras medidas que tomó Franco una vez finalizada l aguerra fueron, por un lado, anular el dinero emitido por el Gobierno de la República dando la orden de entregarlo a las autoridades, y por otro, la obligación de declarar todo lo que se producía en las tierras y cortijos para entregar una buena parte al Estado a través de unos vales. Los pobres que trabajaban la tierra de los ricos, tenían que repartir entre los amos y el Estado, ¿y que le quedaba al campesino? hambre, para él y los suyos. Por eso no es de entrañar que no se declaraba todo. Cuando se iba a moler el trigo, el maíz o el aceite lo hacías a escondidas y la mayoría de las veces de noche y siempre con miedo a encontrarse con la guardia civil. Si te registraban y no llevabas el vale acreditativo te quitaban la mercancía. Te pegaban una paliza o te detenían... Por eso el estraperlo tomó tanta fuerza. A principios de los 40 el estraperlo se intensificó, las mujeres en los trenes y los hombres con las bestias. El radio de acción era las provincias de Murcia, Granada y de Jaén. En Jaén del pueblo de Castilleja se traían el trigo, maíz, garbanzos, habichuelas, lentejas. Los dos caminos del estraperlo eran duros y muy vigilados. Las injusticias con la mujer han sido una constante hasta nuestros días, es raro no ver un noticiero en que no aparezca la muerte de una mujer a manos de su marido o novio. Durante la etapa histórica que nos lleva este artículo, muy poca gente tenía una parcela y un cortijo para vivir, la mayoría vivían de medieros en cortijos de otros más ricos a cambio de dejarse la piel. Pero eso no era todo, si el mediero tenía la mujer o alguna hija de buen ver y al amo le llenaba el ojo, esas se las saboreaba y no se enteraba ni la tierra, solo les quedaba callar y aguantar. Y yo me pregunto ¿hasta cuando el hombre va a poner a la mujer en el centro de sus deseos, iras, fantasías y frustraciones?.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.