Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina en la segunda posguerra

October 3, 2017 | Autor: Adriana Collado | Categoría: Modern Architecture, Arquitectura Moderna
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Descripción

Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina

Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina en la segunda posguerra

en la segunda posguerra

Dra. Arq. Adriana Collado Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Universidad Nacional del Litoral

“La arquitectura italiana se viene distinguiendo desde hace ya muchos años, por su esfuerzo para resolver, según una línea de pensamiento original y creador, los problemas estéticos y técnicos que plantea la arquitectura moderna. Y como país que ha soportado terribles años de guerra, ha demostrado su capacidad de esfuerzo y su inteligencia para tratar de superar con ingenio y trabajo los enormes problemas que es necesario afrontar”1. La afluencia de arquitectos italianos a la Argentina con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial constituye un acontecimiento que no ha pasado inadvertido en el marco de la historiografía arquitectónica del siglo XX en el país; si bien hubo épocas anteriores (sobre todo el período que se recorta entre las décadas finales del siglo XIX y el Centenario) en que esa afluencia resultó cuantitativamente mucho mayor, no puede soslayarse que quienes vinieron a fines de la década de 1940 fueron, casi todos, personalidades de primera línea, que ya en Italia habían desarrollado una carrera profesional o académica destacada, lo cual torna más incisiva la pregunta sobre las motivaciones que impulsaron a estos profesionales a trasladarse a nuestro país, resultando notables las múltiples afinidades y cruces que entre ellos se habían dado en su país de origen y la coincidencia temporal en la decisión, ya que la mayor parte llegó en el breve lapso de un año2. A fines de los ‘40 la producción de arquitectura en Argentina atravesaba un momento especialmente activo, por distintos factores que concurrían a apuntalar un clima renovador respecto de las prácticas precedentes. La relativa prosperidad surgida de la apertura de fronteras y la regularización de la dinámica de intercambios que acompañaron a la terminación de la Segunda Guerra Mundial, se complementaba con los cambios políticos y sociales impulsados por el peronismo, generando un contexto en el que dominaba la idea de transformación. Los tiempos se presentaban propicios para el desarrollo de proyectos de gran envergadura en la arquitectura y el urbanismo, y en general un ambiente de optimismo permeaba el mundo profesional y potenciaba el debate sobre la nueva arquitectura. En 1947 se había puesto en marcha el primer plan quinquenal del peronismo, un plan que no comprometía sólo a lo edilicio sino que preveía una actualización de la infraestructura y los equipamientos en sus aspectos técnicos y organizativos; un plan orientado a consolidar la noción de estado benefactor, atendiendo las necesidades habitacionales y al bienestar social, que habría de encarar con relativo éxito un descomunal volumen de obra. Distintos ámbitos de actuación estuvieron relacionados, en esos años, con la inmigración de arquitectos, urbanistas e ingenieros italianos: el avance del proyecto para erigir la nueva ciudad universitaria en Tucumán asociado con la irrupción de un espacio académico en el que se buscó revolucionar la enseñanza de la disciplina, como fue el Instituto de Arquitectura y Urbanismo de la misma universidad; la perspectiva de que se levantara también en Córdoba una ciudad universitaria para la antigua universidad nacional; la creación en Buenos Aires del Instituto Superior de Urbanismo; la puesta en marcha en la Municipalidad de Buenos Aires del Estudio Plan Buenos Aires (EPBA) en 1947; las obras previstas para el área de Ezeiza en el Gran Buenos Aires, con la planificación del aeropuerto internacional y la urbanización de Ciudad Evita; la reconstrucción de la ciudad de San Juan que requería la convergencia articulada de arquitectura, urbanismo y planificación, en una escala de actuación poco frecuente; la emigración, en coincidencia con el advenimiento del peronismo, de capitales italianos hacia Argentina, asociados a la creación de grandes empresas como la Techint y la Dalmine Siderca de Agostino Rocca, o la

Portada de la edición especial de Nuestra Arquitectura dedicada Italia; 233, diciembre de 1948

1. Fragmento del editorial del número especial dedicado a Italia, Nuestra Arquitectura, 233, Buenos Aires, diciembre de 1948, p.397. 2. En un trabajo anterior la autora indagó los antecedentes de este grupo de arquitectos, previos a su llegada al país. Ver: Collado, Adriana. “Ideas y experiencias italianas de la segunda posguerra. Su transferencia al urbanismo argentino”, en Méndez, Patricia (ed.). Experiencias de urbanismo y planificación en la Argentina 1909-1955. Buenos Aires, CEDODAL, 2012, pp.91-103.

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expansión de otras empresas del mismo origen como la Olivetti o Pirelli que recurren a arquitectos italianos para sus oficinas técnicas o de diseño3. Fueron éstos algunos de los episodios que operaron de focos, atrayendo estas migraciones transitorias o permanentes4.

3. Devoto, Fernando J. Historia de los italianos en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 2008, pp. 381-402. 4. Numerosas investigaciones abordaron la presencia de arquitectos y urbanistas italianos en el país; fueron referencia para este trabajo: Adagio, Noemí y Sella, Alejandra (eds.). Enrico Tedeschi, Mendoza, Idearium, Universidad, 2013; Ahumada, Hugo. “Lo regional y lo universal. La herencia de la Escuela de Arquitectura de Tucumán”, Tesis doctoral inédita: México, UNAM, 2007; Bustamante, Juana. “La figura del arquitecto italiano La Padula”, en AAVV. Arquitectura y Urbanística de origen italiano en la Argentina. Roma, Gangemi, 2010; Bustamante, Juana. “Presencia italiana en la Argentina”, DANA, Resistencia, 1989, 28/29, pp.34-39; Liernur, Jorge. “Architetti italiani nel secondo dopoguerra nel dibattito architettonico della nuova Argentina, 1947-51”, Metamorfosi 25-26, Roma, 1995, pp.71-80; Marigliano, Franco. “El Instituto de Arquitectura y Urbanismo de Tucumán. Modelo Arquitectónico del Estado y Movimiento Moderno en Argentina”, Tesis doctoral inédita: Madrid, UPM, 2003; Nicolini, Alberto y Paolasso, Carlos. “Racionalismo y arquitectura orgánica en Tucumán”, en Documentos para una historia de la Arquitectura Argentina, Buenos Aires, Summa, 1978; Viñuales, Graciela M. (ed), Italianos en la Arquitectura Argentina, Buenos Aires, CEDODAL, 2004. 5. Sobre el papel del USIS en el Manual, ver: Scrivano, Paolo. “Un país más allá de sus fronteras. Influencias e ingerencias extranjeras en la arquitectura italiana de la posguerra”, 2G nº 15, Barcelona, Gili, 2000, p.13. Ver también: Zevi, Bruno. “Town Planning as an instrument of american foreign policy”, Journal of the American Institute of Planners, v.12, nº 1, marzo de 1946, pp.34-39. 6. Benevolo, Leonardo. Historia de la Arquitectura Moderna. Barcelona, Gili, 1974, p.793.

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Los que vinieron, constituyeron un grupo en el que se reconocen ciertas homogeneidades generacionales y de producciones en común desarrolladas en sus años de actuación previa en Italia, pero el modo de afrontar la migración fue diferente; la necesidad de buscar nuevos horizontes de desarrollo es notable en las figuras de Calcaprina, Tedeschi, Devoto, Mazzocchi, Puppo o Lapadula que deciden una permanencia relativamente estable (definitiva los dos primeros), en tanto que Rogers, Piccinato, Pizzetti, Oberti, acotarán su estadía a lapsos más o menos breves y no cabe suponer que hayan tenido nunca planes de afincarse en forma definitiva. Otros pueden identificarse como viajeros de paso, portadores de un mensaje o de un saber científico o profesional, como los casos de Nervi o Zevi (y una década más tarde Argan), que una vez transmitido cumplía su cometido, sin pensar en establecerse. Para abrir el tema y visto como acción de conjunto, puede afirmarse que este grupo de personalidades abarcó campos de diversa entidad epistemológica -la crítica, la historiografía, la teoría, la práctica-, distintas escalas, desde el diseño de objetos a la planificación territorial, y distintas especificidades disciplinares -la arquitectura, la ingeniería, el urbanismo-. Pero se puede identificar como denominador común la fuerte incidencia que tendrían esas acciones diversas y polifacéticas, en el escenario argentino, sobre el cual marcaron una impronta indeleble.

Las condiciones de la posguerra italiana Cuando en abril de 1945 termina en Italia, definitivamente, la ocupación alemana y cae el régimen fascista (Roma se había liberado nueve meses antes, en junio de 1944), el país inicia el largo final de la guerra, emergiendo como nación derrotada; en simultáneo, no obstante, se enarbolaban banderas progresistas y esperanzadas. La gran paradoja contenida en esa combinación de derrota y triunfo, generó un ambiente contradictorio pero cargado de optimismo frente a la idea del cambio y los auspiciosos resultados de las primeras elecciones de la posguerra (el referéndum de junio de 1946 que selló el final de la monarquía) no hicieron más que confirmarlo. Se hacía necesario encarar con decisión la innovación en las prácticas disciplinares, especialmente por parte de los arquitectos formados e iniciados en la vida profesional durante el fascismo. Se imponía ajustar las condiciones de producción del hábitat en un país arrasado, con una economía en crisis y tecnológicamente rezagado, a fin de dar impulso a la necesaria reconstrucción, que exigía de una actualización técnico-profesional considerable. Así, la inmediata Segunda Posguerra iba a estar teñida por el debate entre quienes impulsaban la producción en serie y la industrialización en gran escala para la edilicia de la casa (Diotallevi e Marescotti con su obra Il problema sociale, costruttivo ed economico dell’abitazione) frente a aquellos que, como Mario Ridolfi, proponían la salida mediante una producción más vinculada a lo artesanal, que ocupara mayor cantidad de mano de obra y que se adecuara con mayor realismo a las condiciones de la Italia del momento. En esta línea Ridolfi dirigió la edición en 1946 de una obra de gran trascendencia: el Manuale dell’architetto promovido por el Consiglio Nazionale delle Ricerche (CNR) y financiado por el United States Information Service (USIS) Sección Italiana; el USIS, creado para sostener la propaganda estadounidense y controlar los medios de comunicación de los países intervenidos, se instaló en Italia en 1943 y buscaba apoyar con esto las políticas de reconstrucción5. El objetivo era superar el relativo atraso de Italia en las operaciones de reconstrucción; redactado en el pragmático y prescriptivo tono de la manualística, apuntaba a una sistematización de las prácticas disciplinares y se ocupaba de la normalización de materiales y soluciones constructivas desde la propia práctica, tipificando las maneras y experiencias locales6. La elaboración del manual contó con la participación de un grupo de personalidades del campo académico y profesional, como Pier Luigi Nervi, Luigi Piccinato, Bruno Zevi y Cino Calcaprina, todos los cuales tuvieron relación directa con Argentina en los años sucesivos.

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A la cuestión de la técnica se le sobreponía, aunque en un segundo plano en este primer momento, el debate sobre la estética arquitectónica, por lo que también se buscaban ciertos consensos en las soluciones formales y expresivas, que significaran una superación de las antinomias dejadas por el período fascista. Aún en términos de antinomias, no debe pensarse en relaciones directas y lineales de causa-efecto entre reconstrucción de posguerra y antifascismo; el ambiente italiano de la posguerra era culturalmente complejo y no admitiría ese esquematismo, haciéndose necesaria una lectura que dé cuentas del panorama ideológico, cultural y político-social que se vivía7. La arquitectura y el urbanismo de vertiente racionalista habían tenido amplio espacio en Italia, tanto en la edilicia privada como en la oficial, desde mediados de los años ’20 y constituían un modelo todavía vigente, aun con las pérdidas y el desgaste sufridos durante el lapso de la guerra y con el debate planteado en la inmediata posguerra por el grupo de los “modernos orgánicos”. El racionalismo había asumido una peculiar manera de entender la modernidad mediando la relación con la historia, con las tradiciones, con lo vernáculo, que marcó a la arquitectura y al urbanismo italianos de la primera mitad del siglo XX. La militancia de Zevi por la arquitectura orgánica tuvo entonces un ámbito fértil de recepción porque, como se dijo, el ideario de la arquitectura racionalista había dado pie a interpretaciones controversiales; su regreso a Italia en 1944 marca este momento caracterizado por la aparición de la revista Metron y la fundación de la Associazione per l’Architettura Organica (APAO), que nucleaba a arquitectos y urbanistas decididos a poner en crisis el ideario más ortodoxo del Movimiento Moderno8. Para ellos, la arquitectura orgánica era una actividad social, técnica y artística simultáneamente y su objetivo fue crear las condiciones adecuadas para una civilización democrática. En estas experiencias tuvieron especial protagonismo varios de los arquitectos que poco más tarde se vincularon con Argentina, participando con notable compromiso en esa renovación coincidente con los primeros años de la posguerra. Pero sin dudas ese impulso inicial fue debilitándose por varios fenómenos, entre los que se destacan las elecciones de 1948, cuando la contundente derrota de la coalición de partidos de izquierda frente a la Democracia Cristiana, puso en evidencia un panorama político con predominio conservador, en que las transformaciones se aplacaban y quedaba al descubierto un freno en el progresismo esperado. Fueron vicisitudes que impactaron el panorama de la edilicia, con el cambio de escenario que provocó el retiro del Estado italiano como promotor de arquitectura pública, después de dos décadas de supremacía de la “arquitectura del régimen”, a lo que se agregó el hecho de que los planes se centraran en el problema de “la casa” sin atender a la ciudad integrada, orgánica, que la mayor parte de los migrantes proponían9. Es factible que, entre otras razones, este contradictorio panorama y las expectativas intelectuales propias de una generación inquieta, que estaba sólidamente formada y muy activa profesionalmente, constituyeran motivos válidos para impulsar la búsqueda de nuevos espacios de actuación, iniciando una etapa de migraciones y exploraciones.

Las migraciones hacia Argentina Es difícil encontrar un criterio único para ordenar la incidencia de estos traslados aunque, es notable la dominancia de las instituciones universitarias como promotoras de la mayor parte de estos desplazamientos. Siguiendo pautas cronológicas, se puede afirmar que el primer impacto se viviría en el Instituto de Arquitectura y Urbanismo (IAU) de la Universidad de Tucumán; allí habrían de llegar los primeros profesores italianos contratados para jerarquizar la planta docente dictando distintos cursos. El origen de las gestiones tendentes a motorizar estos traslados, fue el viaje del director del IAU, el arquitecto Jorge Vivanco a Europa, para asistir al VIº CIAM realizado en Bridgwater, Inglaterra, a principios de setiembre de 1947. El único representante italiano en Bridgwater

7. La complejidad de este tema excede largamente los alcances del presente trabajo. Puede verse: Muratore, Giorgio. “L’architettura italiana del secondo dopoguerra”, en AAVV. Modelos alemanes e italianos para España en los años de la posguerra. Actas Preliminares. Pamplona, Universidad de Navarra, 2004, pp.49-59. Material que agradecemos a la Dra. Ana Esteban (UPM). 8. Casciato, Maristella. “Gli esordi della rivista «Metron»: eventi e protagonisti”, en Rassegna di Architettura e Urbanistica, Roma, 2005, 117, pp.45-55. 9. Molinari, Luca. “Entre continuidad y crisis. Historia y proyecto en la cultura arquitectónica italiana de la posguerra”, 2G nº 15, Barcelona, Gili, 2000, pp.4-11.

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Asistentes al CIAM VI, Bridgwater, 1947. En la primera fila de ve a Jorge Vivanco, segundo desde la izquierda, ubicado junto a Le Corbusier. Fuente: Col. CEDODAL

10. Numerosos trabajos mencionan estas gestiones para la venida del grupo italiano de manera imprecisa, atribuyéndosela a Jorge Ferrari Hardoy (el otro argentino asistente al VIº CIAM). Marigliano ha estudiado en detalle la correspondencia mantenida por Vivanco con sus colegas en Argentina durante ese viaje, así como otra documentación inédita del mismo, reconstruyendo estas diligencias. Marigliano, F. Op. Cit., pp.100-106. 11. Ahumada, H. Op. Cit., p.50.

fue Ernesto Rogers. Luego del Congreso, Vivanco viajó a Italia, estableció los vínculos y formuló las invitaciones, que impulsaron las vocaciones por el traslado10. Los primeros en arribar al país fueron Cino Calcaprina y Enrico Tedeschi, en marzo de 1948; un par de meses más tarde llegarían Luigi Piccinato, Rogers y el ingeniero Guido Oberti, así como las familias de los dos primeros, entre quienes se contaba la esposa de Calcaprina, la arquitecta Margherita Roesler Franz11. Un año antes, aunque sin vínculo explícito con el proyecto tucumano, sino por motivos empresariales, llegaba Maurizio Mazzocchi a Buenos Aires. La Universidad de Córdoba motivaría en 1949 el traslado de Ernesto Lapadula en tanto que, a través de la Universidad de Buenos Aires, surgirían las convocatorias para la prolongada estadía de Giulio Pizzetti desde 1948 y las visitas académicas de Pier Luigi Nervi y Bruno Zevi, en 1950 y 51, respectivamente. Se repasarán a continuación estas trayectorias, ordenando a sus protagonistas según sus especialidades.

La arquitectura y la ciudad. Producciones y teorías Maurizio Mazzocchi

12. Maurizio Mazzochi (Milán, 1908 – 2007) estudió arquitectura en el Politécnico de Milán obteniendo el grado en 1932. Ejerció la docencia en el Politécnico y asociado con su padre, inició de inmediato su carrera profesional, trabajando en conjuntos habitacionales del régimen que se concursaban a través del Istituto di Case Popolari. Ref: Archivo del Museo di Arte Moderna di Trento e Rovereto Fondo Maurizio Mazzocchi; at. Paola Pettenella.

El caso de Mazzocchi12 difiere de sus restantes colegas italianos transferidos a Argentina en ese momento, en tanto su desempeño inicial estuvo directamente orientado al trabajo profesional en relación con empresas de capital italiano en el país; ya en Italia había tenido actividad empresarial de nivel internacional después de la Segunda Guerra, al constituir el Bureau Technique de la Reconstruction (1945-1946) junto a sus colegas suizos Bruno Giacometti y Alfred Roth.

13. “Edificios para un establecimiento textil”, Nuestra Arquitectura, 253, Buenos Aires, agosto de 1950, pp.236-243.

En paralelo, desarrolló actividad profesional independiente constituyendo la consultora OTI (Organizzazione Tecnica Internazionale), en asociación con su propio estudio que seguía activo en Milán a través de su socio, el arquitecto Giulio Minoletti. Entre sus trabajos en Argentina

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Llegó de Italia en 1947 por encargo de Durisol, una empresa suiza dedicada a la construcción con experimentación de nuevas tecnologías, que lo designó representante en Argentina. Pese a que su cometido no era prioritariamente académico, a poco de llegar dictó algunos cursos en el IAU de Tucumán en 1947, antes de la venida del grupo italiano más numeroso y participó activamente en el mundo académico y cultural de Buenos Aires.

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Proyecto de viviendas apareadas en Corrientes; arq. Maurizio Mazzocchi. Fuente Nuestra Arquitectura, 263, noviembre 1951 vale destacar los proyectos para la fábrica y las oficinas de la Sociedad Pirelli Platense en Buenos Aires; con similar programa es convocado para la empresa textil Manufactura Argentina de Mercedes, Buenos Aires13. Trabajó también para otras empresas de Techint, Cateco, Losa, etc. El trabajo de Mazzocchi se destacó por las cuidadosas e innovadoras soluciones técnicas aplicadas a los proyectos y por el conocimiento pormenorizado de los nuevos materiales, antes que por las formalizaciones arquitectónicas, convencionales para la época. En 1953 se trasladó a Brasil donde permaneció por diez años, antes de regresar definitivamente a Italia en 1963. Durante su estadía en Argentina gestionó la edición de un número de Nuestra Arquitectura, dedicado a la arquitectura italiana, en el que se publicaron sus conjuntos habitacionales de los años ’30, algunos pabellones de Minoletti para la Feria de Muestras de Milán de 1948, el monumento a los caídos en la Segunda Guerra, del estudio BBPR, viviendas y edificios para equipamiento social de distintos profesionales del norte de Italia14.

Cino Calcaprina La tarea de Cino Calcaprina fue polifacética, habiendo sido convocado al inicio como profesor extraordinario, para dictar cursos de Historia, Teoría, Arquitectura y Urbanismo, aunque luego centró su labor en el taller inicial de Arquitectura;15 como investigador del IAU, afrontó estudios de escala regional sobre el potencial de planificación de vastos territorios del NOA, especialmente en la provincia de Jujuy, a la vez que dictaba sus clases y publicaba; parte de su tarea la desarrolló en equipo con Tedeschi16. Interesa mencionar su libro Planificación Regional. Enfoque de un plan para la vida del Noroeste Argentino, publicado por la UNT en 1950; dividido en seis partes, la primera se destina al aporte de los urbanistas a la planificación, presentando una genealogía del problema y deteniéndose en algunas teorías de respaldo y en el caso del TVA (Tennessee Valley Authority) que por entonces se distinguía como un verdadero paradigma de la planificación regional; los capítulos siguientes plantean una secuencia metodológica rigurosa pero a la vez demuestran una enorme amplitud conceptual para afrontar el tema al integrar aspectos geográficos, naturales y también sociales y culturales, en sus dimensiones cuanti y cualitativas. La exposición de las numerosas referencias bibliográficas es demostrativa del manejo de Calcaprina sobre el asunto y la claridad de sus adhesiones, poniendo igualmente en evidencia la numerosa producción que el propio arquitecto había publicado ya sobre el tema17.

14. Nuestra Arquitectura, 233, Buenos Aires, diciembre de 1948. 15. Cino Calcaprina (Génova, 1911Tucumán, 1977) estudió arquitectura en Roma desde 1935, en la Facultad de Arquitectura (antigua Regia Scuola Superiore di Architettura dell’Università La Sapienza, devenida ese año en facultad) graduándose en 1940, con especialización en urbanismo. Trabajó activamente en Roma entre 1940-47, integrando la APAO y el comité editorial de Metron. Fuente: Annuario della R. Scuola di Architettura in Roma, año 1935. 16. Ahumada, H. Op. Cit., pp. 146151. 17. Calcaprina, Cino. Planificación Regional. Enfoque de un plan para la vida del Noroeste Argentino, Tucumán, Universidad, 1950. Publicó en el mismo año en coautoría con Tedeschi, otros dos libros: Urbanismo con legislación y Estadística para el urbanismo. Tres años después, Apuntes de Urbanismo. En 1958, cuando ya estaba alejado de la vida universitaria, la Municipalidad de Tucumán editó Estudio del Plan Regulador de San Miguel de Tucumán, 1956-86.

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Cino Calcaprina (primero desde la derecha) con su esposa Margherita Roesler, su hijo y su hermano, en Tafí del Valle, circa 1960. Fuente: Arch. familia Calcaprina. Gentileza Dr. Hugo Ahumada; y Casa Tedeschi en Tafí del Valle. Fuente: Nuestra Arquitectura, 381, agosto 1961

18. Calabi, Donatella. Storia dell’urbanistica europea. Milán, Mondadori, 2004, p.244. 19. Ibidem, pp.184, 256. 20. Ahumada, H. Op. Cit., p.147. 21. Marigliano, F. Op. Cit., p.110. 22. Calcaprina, Cino. “Nota Introductoria”, en Zevi, Bruno, Saber Ver la Arquitectura, Buenos Aires, Poseidón, 1951, pp. IX-XIV. 23. Enrico Tedeschi (Roma, 1910 – Mendoza, 1978) estudió en Roma desde 1928, en la Regia Scuola Superiore di Architettura dell’Università La Sapienza, egresando en 1934; en el mismo año realizó la especialización en Urbanismo y aprobó en 1935 el Examen de Estado para la habilitación profesional. Entre 1944 y 1947 compartió su estudio profesional en Roma con Zevi, Calcaprina y Silvio Radiconcini, con quienes también integró la APAO y el comité editorial de Metron. 24. Waisman, Marina. “Enrico Tedeschi. Una invitación a la historia”, Summa 216, Buenos Aires, agosto de 1985, pp.72-76. Waisman destaca en este artículo la decidida vocación de Tedeschi por trabajar en universidades del interior, cuando menciona la obtención de una cátedra por concurso en la UBA, en 1957, de la que Tedeschi nunca tomó posesión.

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En el campo de la planificación y del urbanismo, la cultura italiana de los ’40 había sido productiva, dada la necesidad de legislar acerca de los planes de reconstrucción necesarios para resolver el problema de las destrucciones bélicas. Como éstas se habían producido especialmente en las áreas centrales, el trabajo sobre las mismas no podía eludir el problema de la valorización del suelo motivada en las nuevas obras en los centros históricos, con la consiguiente alteración de los patrones de ocupación tradicionales y el traslado de los grupos sociales originales18. Pero ya desde los años ’20 se encaraban planes reguladores para las principales ciudades italianas, apelando a atender cuestiones funcionales esenciales a la vez que procurar la conservación de los centros históricos; por tanto, cuando se producen los planes de la posguerra, Italia era uno de los países que mayor desarrollo tenía para afrontar este asunto. Como principal antecedente, aparece el “Piano Regolatore della Valle d’Aosta”, impulsado por el empresario Adriano Olivetti en 1936, en el que había participado Rogers con el grupo BBPR, y que articulando planificación económica, productiva y social, pretendía dinamizar una región deprimida del norte de Italia; la principal novedad de este plan eran las inéditas investigaciones de orden geológico, ambiental y de sistema de comunicaciones, para pensar el desarrollo del hábitat19. El conocimiento que Calcaprina tenía de este plan lo confirma no sólo su propia producción, sino el hecho de que su esposa la arquitecta Margherita Roesler, hubiera sido durante algunos años, colaboradora de Olivetti en su revista Comunità20. Para la teoría y la historia de la arquitectura, se reconoce un perdurable aporte de Calcaprina en la traducción del italiano del Saber ver la Arquitectura, de Bruno Zevi; la edición italiana, dedicada por el autor a sus “amigos de la APAO”, había surgido en 1948; la primera edición en español editada en Argentina por Poseidón aparece en julio de 1951, pocos días antes de la llegada de Zevi a Buenos Aires. En la traducción, colabora con Calcaprina un estudiante español del IAU de Tucumán, Jesús Bermejo Goday21. Las pocas páginas de la “Nota Introductiva”, corroboran que Calcaprina conocía desde su génesis las ideas de Zevi y su proyecto intelectual para la historia de la arquitectura; al presentar el contexto de producción de la obra enfatiza la importancia de la formación de Zevi en la cultura “crociana” y bajo la tutela de Lionello Venturi, destacando que ese bagaje es puesto al servicio de la interpretación de la arquitectura, en especial de la moderna, sobre la cual Zevi estaría planteando una revisión sustancial, desde la rigurosidad de los métodos de la historia del arte. Tramando una relación entre las hipótesis de Saber ver… y del libro anterior de Zevi, Hacia una Arquitectura Orgánica (1947), Calcaprina postula el valor contenido en la propuesta zeviana, como superadora de las visiones canónicas de Pevsner, Giedion y Behrendt acerca de la arquitectura moderna22. El valor de la traducción de este libro no puede entenderse disociado del impacto que tuvo en el campo disciplinar la coincidente visita a Buenos Aires de Bruno Zevi, de lo que se hablará más adelante.

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Enrico Tedeschi preside una de las sesiones de constitución del IIDEHA, Tucumán, 1957. A su derecha, la secretaria de actas Marina Waisman. Fuente: Col. CEDODAL

Portada de Teoría de la Arquitectura, publicado por Tedeschi en 1960

Enrico Tedeschi Enrico Tedeschi llegó a Tucumán junto a Calcaprina para incorporarse al IAU, donde tuvo a su cargo el dictado de Historia de la Arquitectura23. Ambos poseían una trayectoria y formación similares, aunque Tedeschi contaba con varios años más de experiencia profesional; desde su llegada fue una referencia ineludible para la enseñanza de la historia de la arquitectura y contribuyó al fortalecimiento de este campo de estudios en las escuelas y facultades del interior argentino, con un activo itinerario que incluyó, además de Tucumán, a Córdoba y Mendoza. Orientado por su formación en la estética “crociana”, planteará una renovación de los estudios históricos en la carrera de arquitectura, rescatando su necesidad para la producción de una obra culturalmente situada, señalando la importancia de las relaciones entre la arquitectura y el espacio histórico, la dominancia de la dimensión espacial para interpretar la obra de arquitectura y la inescindible relación entre teoría, historia y crítica24. Tedeschi confrontó tácitamente con lo que se proponía en el espacio institucional más consolidado que la historia de la arquitectura tenía entonces en el país (el Instituto de Arte Americano de la UBA creado por Mario Buschiazzo en 1946), impulsando en 1957 la creación del mítico Instituto Interuniversitario25. Su trabajo como teórico e historiador de la arquitectura dará, entre otros, dos libros que fueron claves en el ambiente disciplinar, al menos hasta los años ’80: “Una introducción a la Historia de la Arquitectura” publicado en 1951 y “Teoría de la Arquitectura”, de 1960, este último de gran difusión en el ámbito iberoamericano. La sensibilidad con que logró aproximarse a las condiciones materiales, culturales y sociales del espacio sudamericano y las notables herramientas que poseía para abordarlo, abarcando desde la dimensión del objeto hasta la escala geográfica, le permitieron teorizar sobre los valores estéticos, técnicos y paisajísticos de las arquitecturas situadas. Para la puesta en acto de sus métodos encaró numerosos trabajos de investigación de campo, entre los que se recuerda en particular su campaña de relevamiento en el Cusco iniciada en 1949, realizada con los estudiantes del IAU26; este trabajo es el origen de la publicación sobre la Plaza de Armas de aquella ciudad peruana. Desde mediados de los años ’50, Tedeschi ya no residirá en forma permanente en Tucumán y viajará sólo esporádicamente para dictar algunos cursos27. Pasó entonces a impartir docencia en historia y teoría en la Universidad Nacional de Córdoba, fijando residencia en Men-

25. Gutiérrez, Ramón y Paterlini, Olga (coords.). Historia de la Arquitectura en la Argentina. El IIDEHA. Buenos Aires, CEDODAL, 2007. 26. Nicolini, Alberto. “Enrico Tedeschi. Profesor Extraordinario de la UNT”, en Adagio, N. y Sella, A. Op. Cit., pp. 6676. Nicolini logra reconstruir diversos trabajos de campo a partir de los informes presentados por Tedeschi, obrantes en su legajo personal del archivo de la FAU-UNT; la publicación resultante es La Plaza de Armas del Cuzco, San Miguel de Tucumán, FAUUNT, 1953. 27. Ahumada, H. Op. Cit., pp.142-143.

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doza donde, en los primeros ‘60, encaró la organización de la nueva Facultad de Arquitectura en la universidad de gestión privada y laica que acababa de crearse en 1959 en esa ciudad; fue tal vez su obra más trascendente, donde no sólo impulsó los nuevos métodos de enseñanza disciplinar sino que jerarquizó el rol de la producción de conocimientos a través de la investigación, en asociación con la labor docente, creando numerosos espacios para ese fin. Tanto Tedeschi como Calcaprina construyeron poca obra de arquitectura en Argentina; otras escalas los ocuparon durante las tres largas décadas de actuación en el país. No obstante, en un momento inicial, demostraron una gran sabiduría al establecer relaciones armoniosas entre la obra y la geografía que las albergaba, siendo en especial destacables sus casas en Tafí del Valle, donde sin resignar principios de la modernidad, supieron integrarse al clima, al paisaje, con pleno un sentido de la obra en situación. En el caso de Tedeschi no puede obviarse la mención del excepcional edificio de su autoría, para la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza28. 28. Tedeschi, Enrico. “Escuela universitaria de arquitectura, Mendoza”, Nuestra Arquitectura, 433, septiembre de 1966, pp.34-36. 29. Este intercambio activo se verifica en la cuantiosa correspondencia mantenida entre ambos en ese período, conservada en el archivo de Ferrari Hardoy. Las relaciones entre el grupo del IAU y el del EPBA, aunque no son centrales para lo que aquí se trata, resultaron de gran importancia respecto de la estadía de alguno de los italianos en el país. 30. Carta de Vivanco a Ferrari Hardoy, 23-5-1948. Fuente: The Ferrari Hardoy Archive. Special Collections Dept. Frances Loeb Library. Harvard Design School. Catalog: FH-E036. 31. Ernesto Nathan Rogers (Trieste, 1909- Gardone Riviera, 1969) obtuvo su título de arquitecto en el Politécnico de Milán en 1932 y tuvo una prolífica carrera académica y profesional, como líder del estudio milanés BBPR; dirigió Domus en 1946 y Casabella Continuità entre 1953 y 1964. Fue una de las figuras más influyentes de la arquitectura italiana del siglo XX, dejando su marca en los principales críticos y arquitectos italianos que lo sucedieron. 32. Tampoco figura su nombre en el listado de profesionales participantes en el proyecto, que publicó oficialmente la UNT en 1950. Resulta extraño que estando en Tucumán un arquitecto de su relevancia, no haya sido al menos consultado. 33. Carta de Ferrari Hardoy a Vivanco, 2-6-1948. Fuente: The Ferrari Hardoy Archive. Special Collections Dept. Frances Loeb Library. Harvard Design School. Catalog: FH-E036. Lo de “sólo” con acento es literal.

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Ernesto Nathan Rogers Hacia mediados de 1948 los vínculos entre el Estudio Plan Buenos Aires (EPBA), dirigido por Jorge Ferrari Hardoy en la Municipalidad de la Capital y el grupo instalado en el IAU Tucumán, eran muy activos; al aceptar dirigir el IAU, Jorge Vivanco había abandonado su lugar en el grupo del EPBA, no obstante lo cual seguía operando como consultor de Ferrari29. Las instancias de intercambio se extendieron, por iniciativa de Vivanco, a algunos de los invitados extranjeros al IAU, previéndose que Rogers, Piccinato y Oberti pudieran desempeñar tareas en Buenos Aires en períodos que les dejaba libre el IAU. En una carta fechada en Yerba Buena, el 23 de mayo de 1948, Jorge Vivanco le da noticias sobre los italianos a Ferrari Hardoy: “Ayer Rogers dio su primera clase. Muy buena. Muy en el espíritu de lo que nosotros queremos hacer /…/ tengo la impresión de que Rogers, además de ser una persona simpática y brillante, es serio y profundo, responsable. /…/ En Tucumán deberá permanecer todo junio, septiembre y 15 días de octubre. El resto podrá ser para el Plan Bs. As./…/ Piccinato llegará en estos días, pues para el 1º de junio debería estar en Tucumán…”30 La participación de Rogers31 en el IAU, aunque su estadía duró apenas medio año, resultó memorable para quienes pudieron participar de sus clases de Teoría de la Arquitectura en los cursos avanzados; por el contrario no hay referencias de que haya participado en el proyecto de la Ciudad Universitaria que los profesionales del IAU desarrollaban contemporáneamente32. En el EPBA, tampoco la presencia de Rogers resultó todo lo productiva que esperaba Vivanco, ya que no hubo una coincidencia de métodos y objetivos entre el arquitecto italiano y Ferrari; si bien sobre fines de 1948 se insertó como jefe de sección en el equipo técnico, los acuerdos se dificultaron. En una carta a Vivanco de junio de 1948, Ferrari le comenta sus impresiones negativas sobre la participación de Rogers, y expone sus motivos: “Después de meditarlo largamente, me parece que Rogers no nos conviene /…/ él cree que su utilidad más importante está en darnos consejos y ayudar así al trabajo. Pero no es así /…/ lo que necesitamos nosotros es gente ejecutiva que se encargue de los problemas, que funcione sólo y que los resuelva, para lo cual se necesita una permanencia larga /…/ La realidad es que nosotros no necesitamos ‘astros’ (como es el caso de una universidad, en la que los cursos deben ser dictados por personas, si es posible con renombre mundial) sino gente de trabajo, más modesta, del tipo de Calcaprina y Tedeschi, que me gustan mucho”33. Tal vez el fuerte vínculo con la línea del urbanismo de vertiente CIAM que existía en el equipo argentino, donde el objetivo era tratar de articular el plan de Le Corbusier para Buenos Aires, con las posibilidades y requerimientos de la ciudad en ese momento, no se combinaron con las ideas de un Rogers que por entonces estaba poniendo en crisis los postulados más ortodoxos de la urbanística moderna, según quedaría demostrado un año más tarde, en el único congreso del CIAM realizado en Bérgamo en 1949, de cuya organización sería responsable. Su estadía en Argentina se extendió entre mayo de 1948 y febrero de 1949, ya que había sido contratado para otra etapa de trabajo de seis meses en el EPBA durante 1949, pero ésta no se con-

Dos imágenes que ilustran la publicación de la conferencia de Rogers “La Arquietctura. Hacia la Casa del Hombre” en La Arquitectura de Hoy nº 14, 1949; y portada de Experiencia de la Arquitectura, Nueva Visión, 1965 cretó; sus desinteligencias con Ferrari, la merma del apoyo oficial al proyecto y el abrupto final del EPBA en octubre de 1949, pudieron incidir para que así fuera. En su paso por el EPBA, Rogers tomó con especial preocupación el tema de la vivienda y la escala del barrio; la cuestión de “la casa” en el clima de los años de la reconstrucción italiana aparecía como crucial y aunque el programa INA-Casa se haya puesto en marcha recién en 1949, ya para mediados de los ’40 quedaba en evidencia que los planes de vivienda de gran escala serían tema central en las operaciones del Estado y eran la gran promesa para arquitectos y urbanistas en toda Italia. Las investigaciones sobre “la casa” fueron tarea ineludible de los profesionales, por lo que Rogers, al asumir la dirección de Domus en 1946, impone un cambio en el nombre de la revista (que pasa a llamarse Domus, La casa dell’uomo), como un símbolo y, a la vez, una declaración de principios, sin claudicar la preocupación por la belleza. Sosteniendo esos principios dictó una conferencia a fines de 1948 en el ámbito del EPBA, bajo la consigna “La arquitectura. Hacia la Casa del Hombre”, en la cual insistió sobre las diferencias entre los estándares universales y las condiciones particulares de cada cultura y de cada situación, haciendo énfasis en que las teorías de la arquitectura moderna estaban cada vez más próximas a reconocer y trabajar para dar solución a esas particularidades sin desatender valores universales y requerimientos modélicos, al entender que las formaciones sociales determinan organismos vitales que necesitan armonizar en la ciudad desde sus propias necesidades y aprovechando las “maravillosas perspectivas” que los procesos de industrialización proponen para la edilicia34. Luego de su paso por Argentina, se publicaron en Buenos Aires en los años ’50 varios artículos suyos en revistas locales especializadas (Nuestra Arquitectura, Mirador, Nueva Visión) en los que no se hacía referencia a su experiencia en el país; en 1958 Rogers publicó Esperienza dell’architettura, que siete años más tarde sería traducido al castellano en la edición de Nueva Visión. En ese libro formula algunas apreciaciones sobre su estadía en la Universidad de Tucumán y el peculiar sentido de la propia historicidad que él había apreciado en los arquitectos argentinos, que han sido, con frecuencia, interpretadas superficialmente35. La preocupación de Ferrari por la integración de su equipo del EPBA y sus desacuerdos iniciales con Rogers lo llevaron a convocar en julio de 1948 a Tedeschi y Calcaprina, pero éstos no aceptaron dejar Tucumán; le propusieron a cambio que llamara a sus socios romanos, Bruno Zevi y Silvio Radiconcini. Le remitieron, a pedido de Ferrari, sendos resúmenes de actividad, con un listado de los principales proyectos en los que ambos habían participado, prometiendo enviarle muy pronto algunas publicaciones de Zevi que habían solicitado a Italia36. Esta gestión no tuvo resultados positivos y cuando Bruno Zevi visitó Buenos Aires en 1951, el EPBA hacía ya dos años que había sido disuelto.

34. Fue publicada por la versión castellana de L’Architecture d’Aujourd’hui e ilustrada con sugerentes fotografías de hábitat popular en La Boca. ROGERS, Ernesto N. “La arquitectura. Hacia la casa del hombre”, en La Arquitectura de Hoy, 14, Buenos Aires, 1949, pp.2-9. 35. Rogers, Ernesto. Experiencia de la Arquitectura, Buenos Aires, Nueva Visión, 1965, pp.93-96. 36. Carta de Calcaprina y Tedeschi a Ferrari Hardoy, 24-7-1948. Fuente: The Ferrari Hardoy Archive. Special Collections Dept. Frances Loeb Library. Harvard Design School. Catalog: FH-E035. Contiene cuatro folios anexos con los antecedentes de Radiconcini y Zevi.

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Luigi Piccinato disertando en el INU, 1953

Luigi Piccinato y otros. Concurso para el Barrio 17 de Octubre; primer premio. Fuente: Urbanistica 9, 1952

Luigi Piccinato Del grupo que se trasladó a Argentina, el que contaba con mayor experiencia profesional en 1948 era Luigi Piccinato37. Desde su graduación, su actividad se orientó a la escala de la urbanística, aunque realizó también algunas importantes obras de arquitectura. En la Segunda Posguerra compartió espacios de trabajo con Calcaprina, Tedeschi y Zevi, formando parte de la APAO y del grupo editorial de Metron, donde tenía a su cargo la sección de Urbanismo; participó con gran convicción de las teorías “orgánicas”, trasladándolas a la escala de la ciudad y el territorio, lo que se pone en evidencia, en especial, en su cuantiosa producción científica publicada. Desarrolló desde los años `20, la práctica docente en la Facultad de Arquitectura de Roma, en La Sapienza, que luego continuaría en Venecia y en varias universidades italianas.

37. Luigi Piccinato (Verona, 1899Roma, 1983) se graduó como arquitecto en Roma en 1923, en la Regia Scuola Superiore di Architettura dell’Università La Sapienza, previo paso por la Facultad de Ingeniería. Su enorme trayectoria excede totalmente los límites de este trabajo, por lo que aquí sólo se harán algunas referencias sobre sus aportes conceptuales y la tarea realizada en Argentina. 38. Piccinato, Luigi. Urbanistica Medievale. Bari, Dedalo, 1993. Edición original, 1943. 39. Correspondencia de Vivanco citada por: Marigliano, F. Op. Cit., p.105, n16.

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Entre 1946 y 1947 desarrolló los planes de rehabilitación de numerosas ciudades provincianas, entre ellas, Legnano (Véneto), Pescara (Áscoli) y Civitavecchia (Lazio), considerando que ese tipo de planes eran instrumentos necesarios pero no suficientes para lograr un ordenamiento exitoso; por entonces su proyecto de mayor escala fue elaborado con el Grupo de Urbanistas Romanos, el Programa Urbanístico para Roma (PUR), en el que puso a punto algunas nociones ya ejercitadas en los ´30, relativas al tratamiento de tejidos históricos frente a las necesidades impuestas por la renovación. En paralelo, Piccinato llevaba adelante estudios de historia urbana, un saber en el que confiaba por verlo como un aporte a su tarea de urbanista, como resultado del cual publicaría su libro sobre urbanística medieval. La idea de revalorizar la ciudad del Medioevo, en contraposición a la práctica usual de la tratadística italiana de considerar el tejido urbano generado a partir del Renacimiento, es coherente con la noción de “organismo” desde la que interpreta la intervención en los centros38. Piccinato fue contactado por Vivanco en Roma en setiembre de 1947, para dictar cursos de Urbanismo en el IAU; luego de entrevistarlo, Vivanco escribió a Zalba desde Italia: “…es inteligente, agudo, pero sus obras no son tan modernas como las del grupo de Milán...”39. Aunque se hizo cargo del curso previsto, de todo el grupo italiano Piccinato fue el que permaneció menos estable en Tucumán, siendo muy pronto convocado por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación para colaborar en proyectos en la zona del Aeropuerto de Ezeiza, en especial en la urbanización de Ciudad Evita.

Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina en la segunda posguerra

Luigi Piccinato y otros. Croquis para el mismo concurso

En la revista Urbanistica, órgano oficial del Istituto Nazionale di Urbanistica, Piccinato publicó en 1952 tres de sus trabajos en Argentina, que permiten recorrer parte de su trayectoria en el país40. Uno de ellos es el concurso promovido por el BHN para una urbanización en el camino a Ezeiza, el Barrio 17 de Octubre, que debía albergar 32.000 habitantes, trabajo que desarrolló en equipo con los arquitectos Adighero, Gómez, Morelli y Stortini, obteniendo el primer premio. El anteproyecto reconoce algunas preexistencias y plantea las viviendas en tres tipos edilicios (individual en una o dos plantas, vivienda colectiva en bloques de cuatro niveles y placas elevadas de alta densidad), distribuidas en cinco unidades vecinales, y con un centro de mayor complejidad, a escala del conjunto. Pese a la escasa información que brinda la nota, puede inferirse una asociación, al menos en la formalización del conjunto, entre el urbanismo CIAM y las teorías anglosajonas de la Unidad Vecinal. El segundo trabajo publicado es resultado de un concurso para un conjunto de 300 viviendas en el obrador del Dique La Florida en San Luis, presa inaugurada en 1953; con ese anteproyecto, realizado en colaboración con Alberto Prebisch, también obtiene el primer premio; en este caso, la empresa constructora pretendía construir viviendas para los operarios que permanecerían allí durante la ejecución, aunque dispuestas de modo que luego de terminadas las obras integraran una villa turística, de gestión estatal. La propuesta organiza los pequeños bloques (tiras de dúplex de cuatro o seis unidades) con un máximo aprovechamiento del potencial paisajístico. El tercer trabajo que se publica en Urbanistica, es un ensayo para un nuevo tipo de amanzanamiento y parcelamiento del suelo urbano, que confronta con el loteo tradicional de las ciudades argentinas. En la reseña profesional de Piccinato figura también su participación en el proyecto del Barrio Dalmine, para la siderúrgica Dalmine Siderca en Campana, provincia de Buenos Aires, empresa de capitales italianos que es parte del grupo empresario Techint. La empresa estaba levantando allí su nueva planta industrial, en relación a la cual construyó un conjunto de 500 viviendas respondiendo a dos tipos instituidos en ese momento en el país para la vivienda pública del peronismo: casas en lotes individuales con jardín, de tipo chalet californiano y edificios en monoblocks de 50 viviendas cada uno; el conjunto contó con un centro cívico, equipado con un hotel, la capilla y un centro comercial41.

40. Piccinato, Luigi. “Tre esperienze urbanistiche in Argentina”, Urbanistica. Rivista Trimestrale dell’Istituto Nazionale di Urbanistica, nº 9-1952, pp.49-53. Entre 1954 y 1962 Piccinato fue vicepresidente del INU. El corresponsal de la revista en Argentina era Cino Calcaprina. 41. Merlini, Chiara. “Luigi Piccinato. Una professione per la città e la società”, en Di Biagi, Paola y Gabellini, Patrizia. Urbanisti Italiani. Laterza, Bari, 1992, p.74.

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Su estadía en Argentina se extendió entre junio de 1948 y principios de 1950. Según sus propios archivos, actuó como asesor en el EPBA, aunque no se tienen precisiones sobre el alcance de su participación42. En 1949 dictó cursos en el Instituto de Urbanismo de la UBA y estaba instalado en Buenos Aires, en razón de su trabajo para el gobierno nacional. En 1950 fue convocado desde Italia por Giuseppe Samonà para ocupar la cátedra de Urbanismo en el Instituto Universitario di Architettura de Venecia, por lo que decide regresar43.

Bruno Zevi En 1951, junto a la aparición de la “Introducción a la Historia” de Tedeschi y a la edición en español de “Saber ver la Arquitectura”, traducido por Calcaprina, habría de sumarse otro hecho que marcaría al campo de la teoría y la historiografía arquitectónica en el país. Invitado por el rector de la UBA, arquitecto Julio Otaola y por el decano de la Facultad de Arquitectura, arquitecto Francisco de Montagna, llegaría a Buenos Aires Bruno Zevi44, para desarrollar un curso de historia de la arquitectura que se extendiera a lo largo del mes de agosto de ese año. Además del curso para el que había sido convocado, Zevi dictó dos conferencias abiertas –como apertura y conclusión del mismo- que fueron publicadas poco más tarde por la universidad; la segunda conferencia coincidió con la imposición del segundo doctorado honoris causa en arquitectura entregado por la UBA, con el que se quiso honrar al historiador italiano45. Portada de la publicación de las dos conferencias dictadas por Zevi en Buenos Aires en 1951.

42. No figura en el elenco de colaboradores que muchos años después publicó la Revista de Arquitectura (edición especial sobre el EPBA). Revista de Arquitectura, 376377, Buenos Aires, 1956, p.113. 43. Merlini, Ch. Op. Cit., p.35. 44. Bruno Zevi (Roma, 1918- 2000) inició sus estudios en 1936, en Roma. De origen judío, en 1938 ante las leyes raciales del fascismo dejó Italia emigrando a Inglaterra y, en 1940, a EEUU. Retomó sus estudios primero en Columbia University y luego en Harvard University. Regresó a Italia en 1944. Fue una figura relevante de la historiografía y la crítica arquitectónica italiana; referir su trayectoria excede los alcances de este trabajo. 45. Zevi, Bruno. Dos conferencias, Buenos Aires, FADU-UBA, 1951. En la primera Zevi comunicó la organización del curso: “Tendremos siete lecciones y siete seminarios sobre arquitectura griega, romana, cristiana, románica, gótica, renacentista y barroca. Veremos e interpretaremos todos estos períodos de la historia a través de la conciencia y la vida de la arquitectura contemporánea”, p.18. 46. Zevi, Bruno. “Historia de la arquitectura, Historia para la Arquitectura”, Canon 1, Buenos Aires, 1951, pp.43-45. 47. Zevi, B. Dos conferencias, cit., p.11.

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Las conferencias se refirieron a las relaciones entre historia y arquitectura y al valor que asume la crítica en la formación del arquitecto; los títulos de ambas fueron “La historia como instrumento de síntesis de la enseñanza de la arquitectura” y “La estética moderna y la historiografía arquitectónica”, cuyos contenidos se habían anticipado sintéticamente un mes antes de su llegada, en un artículo de Zevi publicado en la revista de la Facultad bajo el título “Historia de la Arquitectura, Historia para la Arquitectura”46. Pese a que en ambas conferencias hubo gestos de reconocimiento a la figura de Mario Buschiazzo por parte de Zevi, quedó en evidencia la confrontación entre diferentes maneras de entender el rol de la historia en la formación del arquitecto ya que la historia científica y documentalista sostenida en esas etapas iniciales del Instituto de Arte Americano -IAA- por Buschiazzo, no estaba en sintonía con la idea de una historia protagónica en el hacer del arquitecto contemporáneo y del rol de la crítica como “crítica operativa” que impulsaba Zevi, “… abogando por un nuevo concepto de la historia, entendida con un sentido vivo y funcional, como interpretación dinámica de la vida /…/ reanimando los elementos estancados de nuestra didáctica arquitectónica”47. Además del doctorado honoris causa por la UBA, en Buenos Aires Zevi fue distinguido como miembro honorario por la Sociedad Central de Arquitectos.

El aporte de los ingenieros Pier Luigi Nervi - Guido Oberti - Giulio Pizzetti Al momento de iniciar sus relaciones con Argentina, Pier Luigi Nervi48 era ya una personalidad muy destacada en el ambiente profesional y académico italiano, con una trayectoria de más de treinta años. Fue contactado por Vivanco en su estudio de Roma, para dictar cursos y participar en la resolución estructural de algunos sectores del proyecto de la ciudad universitaria; luego de la entrevista, el 5 de noviembre de 1947, Vivanco le escribe a Caminos: “En este momento vengo del estudio del ing. Nervi /…/ Hemos coincidido tanto en el modo de hablar, pensar, que me ayuda muchísimo en la búsqueda de profesores ingenieros…”49 Nervi no aceptó participar de manera directa en los cursos ni trasladarse para trabajar en el proyecto de Tucumán, pero propuso al ingeniero Guido Oberti, del Politécnico de Milán, quien se hizo cargo de los cursos de Construcciones II, III y V en el IAU a mediados de 1948, además de asumir la dirección del Laboratorio de Pruebas de Estructuras y Modelos directamente afectado a los trabajos de Ciudad Universitaria50. La participación de Guido Oberti51 en el equipo tucumano se destacó, en lo pedagógico, por la innovadora manera de abordar la relación del proyecto con la solución tecnológica, en una búsqueda de renovación y síntesis que estaba en

Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina en la segunda posguerra

Ciudad Universitaria de Tucumán. Maquetas de la cubierta del Centro Comunal, estudiadas por Pier Luigi Nervi en el Laboratorio de Ensayos del Politécnico de Milán. Fuente: Ciudad Universitaria de Tucumán. Ed. oficial, 1950 consonancia con las preocupaciones de la nueva enseñanza que pretendía el IAU. En el laboratorio, Oberti aportó sus ideas respecto de la optimización de la modelística estructural que venía trabajando en Italia, desvinculando al modelo de las limitaciones de los esquemas de cálculo, para referirlo, en la mayor medida posible, a la realidad que se pretendía simular; a la vez, sirvió de puente para las relaciones con Nervi, cuando se apeló a la consulta con el estudio romano. Efectivamente, según puede verse en diversos informes publicados, Nervi fue consultado por el equipo tucumano, para ensayos y verificaciones estructurales; en especial se lo convocó para el proyecto del sector del Centro Comunal de la Ciudad Universitaria, una enorme explanada donde se agrupaban, bajo una monumental cubierta sombrilla, todos los equipamientos para el esparcimiento, la administración, la sanidad y el aprovisionamiento. La gran cubierta, con posibilidad de crecimiento ilimitado, estaba constituida por una sucesión de bóvedas cáscaras de hormigón, de configuración cónica, con planta triangular de veinte metros de lado, ubicadas en alternancia de cóncavo y convexo y sostenidas por pilotis de veinte metros de altura promedio, localizados en el centro de cada bóveda52.

48. Pier L. Nervi (Sondrio, 1891Roma 1979) estudió ingeniería en la Universidad de Bolonia, donde se graduó en 1913. Su enorme y conocida trayectoria en el diseño estructural y arquitectónico excede totalmente los límites de este trabajo, por lo que apenas se darán aquí algunas referencias acerca de sus aportes conceptuales y de la tarea realizada en Argentina. 49. Correspondencia de Vivanco citada por: Marigliano, F. Op. Cit., p.105, n15. 50. Marigliano, F. Op. Cit., p.106.

Sobre este sector se va a requerir la competencia de Nervi, quien en 1948 elabora una solución que estudia en el laboratorio de ensayos del Politécnico de Milán para resolver la compleja estructura, tomando como base un modelo en escala 1:2553. La propuesta y el informe de Nervi, que firma con su socio, Giovanni Bartoli, pondera la opción por un sistema prefabricado por encima de la construcción tradicional en hormigón armado, indicando las ventajas que aquélla tendría para la resolución de la cubierta sombrilla. Concluye el informe remitido a Vivanco afirmando que el trabajo le interesa y que queda a la espera de la continuidad para abocarse al nivel del proyecto.

51. Guido Oberti (Turín, 1907- 2003) obtuvo su título de ingeniero industrial en 1929 y el doctorado en Ciencias Matemáticas en 1934, ambos en el Politécnico de Milán. Fue pionero en la experimentación sobre modelos estructurales. Permaneció dos años en Argentina. Ref. Siviero, Enzo y Zampini, Ilaria. L’ingegneria italiana del Novecento. IUAV. En: http://www.aising.it/docs/ atticonvegno/p1051-1060.pdf [abril 2014].

“Como ya tuve oportunidad de decirle personalmente, el asunto nos interesa mucho y estimaríamos muy complacidos de presentarnos con nuestra organización técnica de estudio y con nuestros sistemas constructivos especiales, a la ejecución de esta hermosa concepción constructiva”54.

52. República Argentina, Presidencia de la Nación. Ciudad Universitaria de Tucumán. Ed. oficial, trilingüe, San Miguel de Tucumán, 1950, p.28.

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Pier Luigi Nervi. Proyecto de Hangar para el aeropuerto de Ezeiza. Fuente: Revista de Arquitectura 358, oct. 1950

53. Como advierte Marigliano, algunos autores interpretan erróneamente que Nervi fue el proyectista de la audaz estructura “en árbol” de los bloques de alojamiento, en cuya definición intervinieron Horacio Caminos y Eduardo Catalano, sin tener Nervi participación. Marigliano, F. Op. Cit., p.210. 54. Ciudad Universitaria de Tucumán. Op. Cit., p.31. Lo de “estimaríamos” es literal. 55. “Proyecto de hangar-taller”, Revista de Arquitectura 358, Buenos Aires, octubre de 1950, pp.302-303. 56. “Las clases de Pier Luigi Nervi en la FAU de Buenos Aires. Crónicas”, Canon 1, Buenos Aires, 1951, pp. 8-10. 57. Revista de Arquitectura 358, Buenos Aires, octubre de 1950, pp.284-306. 58. Nervi, Pier Luigi. “Las proporciones en la técnica”, en Canon 2, Buenos Aires, 1952, pp. 51-54.

Al año siguiente Nervi presentó una propuesta en Buenos Aires, en el marco de una licitación del Ministerio de Obras Públicas para el proyecto y construcción de dos hangares de 80 metros de luz cada uno, en el aeropuerto que se estaba levantando en Ezeiza; Nervi, que ya había experimentado en construcción de hangares a fines de los ‘30 en el aeródromo de Orvieto, diseñó una contrapropuesta respecto de lo que requería el programa, planteando un solo hangar de 180 metros de luz, con una bóveda reticulada de gran esbeltez y cerramientos laterales ondulados. La propuesta no pudo ser considerada porque no cumplió los plazos de presentación establecidos55. En septiembre de 1950 Nervi visitó Argentina invitado por la UBA que le entregó, de manos del rector arquitecto Julio Otaola, el primer título de doctor honoris causa otorgado a propuesta la Facultad de Arquitectura. El motivo central de la visita fue el dictado de un curso para estudiantes y graduados, donde Nervi desplegó el alto valor de innovación de sus experimentaciones estructurales con el hormigón. En el curso presentó su hipótesis “norma estática - principio estético” dominante en su concepción de lo estructural; planteó también los avances que era necesario encarar en los sistemas de prefabricación, las exigencias de la nueva espacialidad y las grandes luces como desafío para el proyecto arquitectónico y estructural; en particular disertó sobre el material que estaba investigando en los últimos años: el “hierro-cemento” y su potencial para el diseño de bóvedas cáscaras y estructuras laminares56. En coincidencia con su visita al país, la Revista de Arquitectura, órgano oficial de la Sociedad Central de Arquitectos, que hasta entonces sólo había publicado de Nervi un artículo en 1933 sobre el Estadio de Florencia, dedicó un número completo a su obra, cuya compilación estuvo a cargo del arquitecto Alfredo Villalonga, que había presidido la comisión de agasajo a Nervi designada por la FAU-UBA57; las conferencias dictadas en Buenos Aires, fueron publicadas por la Universidad en formato de libro en 1951 con el título “El lenguaje arquitectónico”.

59. Ahumada, H. Op. Cit., p.141. 60. Giulio Pizzetti (Turín, 1915- 1990) se formó en el Politécnico de Turín donde obtuvo el título en 1943, discípulo del renombrado ingeniero G. Colonnetti, experto en tecnología de los materiales. En 1945 ingresó al consejo nacional de investigaciones italiano. Ref. Siviero, E. y Zampini, I. L’ingegneria italiana del Novecento. En: http://www.aising.it/docs/ atticonvegno/p1051-1060.pdf [abril 2014].

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Después de la visita, la revista de la Facultad publicó un artículo de Nervi ilustrado con imágenes de objetos técnicos de alta elaboración (transatlánticos, coches de carrera, aeroplanos y aviones) seleccionados con un criterio genealógico de creciente sofisticación en el diseño, que en algo se parecen a las analogías corbusieranas formuladas en Hacia una Arquitectura; la preocupación de Nervi por el equilibrio entre la creatividad y la precisión ingenieril, orienta una reflexión sobre el potencial de las soluciones “tipo” que bien empleadas, lejos de limitar pueden convertirse en instrumentos creativos, cerrando con una apelación optimista respecto de las posibilidades de la tecnología58. En el ’53 la Universidad de Tucumán intenta nuevamente invitarlo, en ocasión de un viaje de Enrico Tedeschi a Italia, pero Nervi aduce estar muy atareado con el proyecto para la sede de la ONU en París59.

Migrantes, exiliados o viajeros. Trayectos arquitectónicos de Italia a Argentina en la segunda posguerra

Las lógicas relaciones que se establecen entre viajeros y emigrados se verifican una vez más; el secretario de esa comisión que había designado el decano de la Facultad en septiembre de 1950 para agasajo a Pier Luigi Nervi, era el ingeniero italiano Giulio Pizzetti60, llegado al país en 1948, que desde entonces desempeñaba tareas docentes en la cátedra de Construcciones Especiales y de asesor técnico al Consejo Consultivo de la Facultad de Arquitectura de la UBA; también en la Universidad de Cuyo dictaba la asignatura Mecánica de las Construcciones61. En el campo profesional, su labor más destacada en Argentina la desarrolló junto a Amancio Williams en el asesoramiento estructural para el proyecto de la “bóveda cáscara”. La reflexión sobre el problema del diseño estructural en Pizzetti estuvo orientada por una visión orgánica respecto de las enseñanzas que podían extraerse de las formas de la naturaleza; en un texto en el que advierte a los estudiantes de arquitectura sobre las falacias del determinismo del cálculo encuentra los ejemplos en la sabiduría que puede extraerse de las formas naturales, diciendo, por ejemplo: “…la orientación de los tejidos óseos de la epífisis del fémur, coincide con la de las isostáticas de una estructura similar cargada verticalmente”62. En ese sentido su visión era mucho más decididamente organicista que la de Nervi, para quien el equilibrio entre la razón del cálculo y la sensibilidad estética, constituían una ecuación imprescindible.

La planificación urbana Ernesto Lapadula y Lázaro Devoto Como muchos de los arquitectos de su generación, Ernesto Angelo Lapadula63 se reconocía discípulo de Giovannoni y Piacentini, aunque en una rememoración tardía incluye también entre sus maestros a Plinio Marconi y a Luigi Piccinato. Había tenido una prolongada y fructífera carrera profesional hasta la Segunda Guerra, siendo notable la disminución de su producción en los años de la posguerra, respecto de la etapa anterior. Durante la posguerra trabajó en urbanismo, con su hermano menor Attilio y con Plinio Marconi, en el Plan Regulador General de la ciudad Rimini y de la localidad de Bracciano; fue también co-autor del importante conjunto para balneario Kursaal en el Lido de Ostia, en 1946, aunque esta obra la completará Attilio cuando ya Ernesto se encuentre en Argentina. Lapadula (Bruno di Lucania, como firmaba en su juventud aludiendo a sus cabellos renegridos y a su lugar de origen) poseía una sutil sensibilidad artística y una creatividad inagotable, por lo que la alteración de la dinámica profesional lo afectaba notablemente; en lo personal, había sufrido la separación de su hermano gemelo Cesare, cuando éste, al obtener su título de ingeniero, emigrara a Argentina a fines de los años ’2064. Puede pensarse que estos factores lo llevaran a tomar la decisión de dejar Italia, al ser convocado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Córdoba para ocupar la cátedra de Composición Arquitectónica; lo cierto es que en el ciclo lectivo de 1949, ya estaba dictando clases en Córdoba65. Su tarea en Córdoba ha sido muy reconocida ya que formó parte del grupo que inició una profunda renovación en los métodos de enseñanza y en los programas de estudio. Ocupó más tarde la cátedra de Urbanismo, desde donde asoció la docencia con la investigación y con la producción de numerosas publicaciones66. Asimismo fue consultor en urbanismo en Salta, Catamarca y en la Municipalidad de Córdoba, donde a partir de 1950 se desempeñó como Asesor de Planificación y dio inicio a los estudios sobre el centro histórico. Aunque durante su período de trabajo en Italia se puede notar un equilibrio cuantitativo entre sus obras de escala arquitectónica y urbanística, en su etapa argentina no desarrolló trabajos de arquitectura y se abocó exclusivamente la planificación urbana y a la docencia. A mediados de los ’60, problemas de salud lo llevaron a regresar a Italia, donde murió en enero de 1968. El período que Lapadula permaneció en Córdoba coincidió con el paso de Enrico Tedeschi por la facultad; también coincidió con otro italiano, Lázaro Devoto67, que a principios de 1954 había llegado a Argentina contratado por la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Tucumán, como profesor extraordinario68. La convocatoria a Devoto había sido gestionada por Tedeschi, durante su viaje a Italia en 1953, considerando que además de un doctorado en

61. Giulio Pizzetti en Canon 1, Buenos Aires, 1951, p. 65. Tuvo importante trayectoria internacional luego de su estadía en Argentina y se preocupó por asociar sus investigaciones al trabajo de arquitectos; regresó a Italia en los ’60, donde fue profesor en el Politécnico de Turín; también dio clases en la Universidad de Berkeley y en el Instituto de Tecnología de Massachussets, EEUU, así como en la Hochschüle für Gestaltung de Ulm, Alemania. 62. Pizzetti, Giulio. “La lección permanente de la naturaleza”, Canon 1, Buenos Aires, 1951, pp.64-65. 63. Ernesto Angelo La Padula (Pisticci, Matera, 1902- Roma, 1968) inicia sus estudios en la Accademia di Belli Arti de Roma en 1924 y simultáneamente se inscribe en la Regia Scuola Superiore di Architettura dell’Università La Sapienza, egresando en 1931 con el título de arquitecto; durante todos sus años de estudio fue compañero de Ernesto Puppo y de Mario Ridolfi, con quien compartió trabajos profesionales y concursos luego de graduados. 64. Casciato, Maristella y Poretti, Sergio. Il Palazzo della Civiltà Italiana. Roma, F. Motta, 2002. Nota biográfica de Ernesto Lapadula, pp.232-235. 65. Bustamante, Juana. “La figura del arquitecto italiano La Padula”, en AAVV. Arquitectura y Urbanística de origen italiano en la Argentina. Roma, Gangemi, 2010, p.113-124. Este trabajo analiza de manera pormenorizada el desempeño de Lapadula, en especial su aporte a la planificación urbana en Córdoba y a la enseñanza universitaria. 66. Se destacan, entre otras: Lineamientos del Plan Regulador de la Ciudad de Córdoba (1957); La edad moderna y el urbanismo contemporáneo. Metodología del planeamiento regional y urbano (1964); Orden y destino de la ciudad de Córdoba (1963); Origen de la ciudad hispanoamericana (1963); fue editor de “La Ciudad Argentina”, número especial de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba (1963). 67. Lázaro Devoto (Génova, 1908Córdoba, 1995) realizó su carrera de ingeniero en el Politécnico de Turín, donde se graduó con el doctorado en ingeniería en 1935; también tuvo formación en urbanismo. 68. Ahumada, H. Op. Cit., p.77.

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ingeniería, Devoto tenía formación en urbanismo y la universidad aspiraba que se constituyera en un referente para reactivar el frustrado programa del IAU, desarticulado dos años antes. Con la caída del peronismo en 1955, como todas las universidades nacionales, la UNT sufrió profundos cambios que afectaron también a la Facultad de Arquitectura y así, el grupo italiano se desarticuló, con el retiro de Calcaprina de la vida académica y las cada vez más frecuentes ausencias de Tedeschi. En 1957, Devoto fue designado interventor en la Facultad, pero poco después se instaló en Córdoba, con una cátedra de Urbanismo en la Facultad de Arquitectura, donde permaneció hasta su retiro, ocupando también la dirección de la oficina de planificación municipal69. En Argentina también trabajó profesionalmente en obras del grupo Techint en la provincia de Buenos Aires.

Para cerrar. Otros trayectos Portada de la edición especial de Casabella Continuità dedicada Argentina; 285, marzo de 1964

69. Bustamante, J. Op. Cit., pp.114-115. 70. SEGRE, Roberto. “Significação da cultura italiana na historiografia da arquitetura na América Latina. Ensaio Autobiográfico”, Cadernos do PROARQ, Rio de Janeiro, Universidad Federal de Rio de Janeiro, Programa de Posgraduación en Arquitectura, 19, diciembre 2012. 71. Roberto Segre (Milán, 1934 – Niteroi, 2013). Estudió arquitectura en Buenos Aires, graduándose en 1960; fue uno de los más importantes y prolíficos historiadores y críticos de arquitectura latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, desarrollando actividad principalmente en Cuba y en Brasil. 72. En el ensayo citado Segre relata que en el verano de 1952, antes de iniciar sus estudios, realizó un viaje a Italia, donde su tío lo aguardaba con un regalo: el ejemplar en edición italiana de Saper vedere l’architettura, con una emotiva dedicatoria: “A Roberto, futuro grande architetto”. 73. “Saggi sull’Argentina”, Casabella Continuità nº 285, marzo de 1964. 74. SEGRE, Roberto. “Introduzione storica alla architettura di Buenos Aires”, en Casabella Continuità nº 285, cit, pp. 6 a 15. 75. PEANI, Gian Lodovico. “L´Architettura Moderna in Argentina”, en Casabella, cit., pp. 16 a 31. Efectivamente, Peani era un arquitecto italiano que había llegado al país en los años ´40 y trabajaba, para la fecha de este artículo, asociado con Ernesto Katzenstein. 76. SEGRE, Roberto. “Lo sviluppo urbanistico di Buenos Aires”, en Casabella, cit., pp. 32 a 42.

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Cuando Bruno Zevi dictaba su curso sobre historia de la arquitectura invitado por la Facultad de Arquitectura de la UBA, un joven italiano que estaba terminando su bachillerato en el Nacional Buenos Aires se acercó a escuchar una de sus clases; se llamaba Roberto Segre y buscaba con avidez orientaciones para encauzar los estudios universitarios que pensaba iniciar. 70 Segre71 se encontraba en Argentina por el doloroso exilio provocado por el fascismo, ya que su familia, oriunda de Milán y de origen judío, había tenido que emigrar en 1938, con las leyes raciales de Mussolini; llegado a Buenos Aires a los cuatro años, su educación se había desarrollado en Argentina, pero manteniendo fuertes lazos con su lugar de origen y con los familiares que permanecían en Italia. Naturalmente inclinado hacia las disciplinas humanísticas y la producción artística, el joven Roberto, admirado por la apasionada y brillante exposición de su compatriota, decidió aquel día de agosto de 1951, con 17 años, que su camino era estudiar arquitectura.72 Por las aptitudes y vocación manifiestas durante su carrera, tomó contacto con alguno de los arquitectos italianos residentes en el país, entre ellos, Enrico Tedeschi, con quien trabó amistad en 1957. Al finalizar sus estudios, ya integrado a una cátedra de historia de la arquitectura de la FAU-UBA, participó del recordado curso que dictó Giulio Carlo Argan en la Universidad de Tucumán en 1961, organizado por el Instituto Interuniversitario de Historia de la Arquitectura. Sobre el final de ese mismo año, Segre decidió viajar nuevamente a Europa, para encarar una larga estadía de estudio; una vez en Italia, con las referencias y contactos que le diera Tedeschi, entrevistó a Ernesto Nathan Rogers que por entonces dirigía Casabella Continuitá. De esa visita surgiría la idea de editar un número especial de Casabella, dedicado a Argentina. “Saggi sull’Argentina”73 como se tituló la edición, salió finalmente a principios de 1964, abriendo con una nota editorial de Rogers. El primer artículo de Segre, dedicado a la arquitectura de Buenos Aires, reseña el proceso de modernización con la producción del eclecticismo vinculada a la expansión metropolitana de la ciudad74. A continuación, Gian Lodovico Peani en “Arquitectura Moderna en Argentina”, siguiendo un derrotero genealógico, parte de los modernos de los ’30 y llega a la arquitectura contemporánea, con la que estaba operativamente comprometido75. Como cierre, Segre vuelve a la escala de la ciudad, revisando los planes urbanísticos a partir de las ideas iniciales de Le Corbusier de 1929.76 En un juego de idas y vueltas, de trayectos arquitectónicos, un número especial dedicado a Argentina en Casabella, era el reverso de aquella edición dedicada a Italia por Nuestra Arquitectura en 1948, que se citó al inicio; para Segre fue un momento de apertura al mundo de la crítica que siempre recordó y ponderó dentro en su trayectoria. Para Rogers, pudo haber sido un cierre de ciclo de aquella aventura iniciada en 1948 junto a un grupo de italianos inquietos por encontrar nuevos escenarios de actuación.

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