Marcharse lejos: la emigración granadina a Barcelona en la posguerra

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Descripción

Marcharse lejos: la emigración granadina a Barcelona en la posguerra* Enrique Tudela Vázquez Universidad de Barcelona Las vinculaciones existentes entre la experiencia de la II Républica, la guerra y la consolidación de la dictadura franquista en tierras granadinas, con el fenómeno de la emigración hacia tierras catalanas, concretamente Barcelona y su área metropolitana, es un tema complejo que puede ser abordado desde perspectivas muy diversas y que apenas ha sido tratado por la historiografía académica. Sin embargo, la emigración de un amplio sector de la población granadina hacia Cataluña durante el franquismo, constituye un acontecimiento fundamental en la historia social y económica de ambos territorios. Por ese motivo, un mayor conocimiento de las causas que llevaron a una parte importante de la población granadina a marcharse lejos de su tierra, plantea retos interesantes a la historiografia de las migraciones interiores durante el periodo franquista. En este trabajo vamos a tomar como referencia la situación social, económica y política en la Granada de posguerra, para analizar las causas de expulsión de una parte de su población, fundamentalmente campesina y de extracción humilde, que se instaló en Barcelona durante las décadas de 1940 y 1950. A lo largo de las siguientes páginas, trataremos de indagar cuales fueron los factores diversos que en su conjunto determinaron la decisión de emigrar de amplios sectores de la población campesina y obrera granadina durante el primer franquismo.

1- Una historia ya contada "Empujados por el hambre, la represión, la humillación y la explotación, los primeros en emigrar fueron los más castigados por las represalias de los vencedores de la guerra civil. Emigraron también los más rebeldes, pero en muchos casos éstos y aquellos eran los mismos." 1

Podría parecer un lugar común afirmar algo así al hacer un balance de las causas que motivaron el comienzo de la emigración de una gran parte del campesinado de las provincias andaluzas orientales en la posguerra, pero lo cierto es que al examinar los trabajos que han abordado la inmigración granadina a la provincia de Barcelona, concretamente a la capital y su área metropolitana, da la sensación de que las panorámicas sobre el proceso migratorio se han mantenido casi siempre en un plano técnico y poco comprometido. La mayoría de las aportaciones clásicas proceden fundamentalmente del ámbito de la demografía y tienen la ventaja de ofrecer panóramicas generales, atendiendo sobre todo a cuestiones como la redistribución de la población sobre el

territorio, los lugares de expulsión y de acogida, la composición de los flujos migratorios o los efectos sobre el crecimiento vegetativo. Sin embargo, apenas abordan causas que no tuvieran una relación directa con las transformaciones económicas macroestructurales y los desequilibrios territoriales ocasionados por el desarollo económico de la dictadura. 2 El tema parece agotarse ahi. A esto habría que añadir el hecho de que la atención de los demógrafos y la de los historiadores ha estado situada más bien en el periodo 1960-1975 y no tanto en los primeros veinte años de la dictadura franquista, por ser aquel un periodo de mayor volumen migratorio y que cuenta con una abundancia y calidad mayor de fuentes para su analisís. Cronologicamente y a grandes rasgos, puede afirmarse que un sector de la población rural granadina comenzó un proceso migratorio, cuyo destino mayoritario era Cataluña, a una escala creciente desde la década de los años cuarenta, aumentando en la de los cincuenta y masificandose a partir de los años sesenta. Al profundizar en las particularidades de la emigración andaluza de posguerra, Joaquin Recaño señaló que no hay posibilidad de seguimiento censal hasta 1970, lo cual ha dificultado conocer con detalle los lugares concretos de expulsión y absorción de la población migrante. Sin embargo, este autor constataba en su tesis doctoral que el nivel de emigración interregional fue muy superior en Andalucía oriental, un 56% más elevado. Señalaba también que en la década de 1920-1930 era Madrid el lugar de atracción de la migración interior andaluza, pero que a partir de 1940 está dinámica cambió dirigiéndose hacia Levante y Cataluña, sin que podamos tener una idea clara de por qué se produjo este cambio. Entre 1940 y 1959 aumentó el peso de Cataluña en la emigración andaluza y lo perdió Madrid, lo que le llevaría a concluir que hay que reivindicar cronológicamente un mayor protagonismo de la década de los cincuenta como iniciadora de los grandes procesos de migración andaluza. En dichos años se hallaría la clave para la comprensión del éxodo rural andaluz y su distribución espacial en regiones de acogida como Cataluña.3 De forma minoritaria existen algunas aproximaciones destacables desde el campo de la sociologia y la historia social, que serán atendidas en estas páginas más adelante. Se trata de trabajos que, apoyándose en el uso de fuentes orales, lograron en su día profundizar en otros aspectos menos conocidos del fenómeno de las migraciones interiores durante el franquismo, como son las motivaciones personales de los protagonistas de estas corrientes migratorias de posguerra, junto con aspectos de su vida cotidiana y sus formas de insertarse laboralmente en la Barcelona industrial de la posguerra.4 Por nuestra parte, y ante la evidencia de encontrarnos frente a un fenómeno muy amplio y complejo, vamos a tratar de enmarcar las causas de las migraciones en la perspectiva de las actitudes políticas frente a la dictadura.

2- Tierra de emigrantes La emigración había constituido desde mucho antes de la guerra civil un fenómeno socioeconómico tipico de casi todas las provincias andaluzas. Para el caso granadino, las migraciones se orientaron históricamente hacia America del Sur y Argelia desde finales del siglo XIX hasta aproximadamente 1930. Resulta curioso constatar que durante el decenio 1885-1895, la emigración andaluza a America llegó a estar subvencionada por los gobiernos argentino y brasileño. En las migraciones transoceánicas andaluzas de finales del siglo XIX, se confirma que la combinación del colapso agricola que produjo la epidemia de la filoxera junto con la crisis industrial, provocó el comienzo de un gran éxodo que afectó a la provincia de Málaga y Cádiz y a Granada en su franja litoral, a lo que habría que sumar las consecuencias nefastas del terremoto de 1885 en el Poniente granadino.5 A esto se añadirían factores expulsivos estructurales que habrían contribuido históricamente a la emigración. Entre otros es lugar común citar la incidencia del minifundio, cuya escasa productividad no era capaz de sostener económicamente el crecimiento demográfico, así como el monocultivo, el fuerte desequilibrio en la distribución de la tierra cultivable, el escaso grado de industrialización o el caracter predominantemente montañoso de Andalucía Oriental. El repertorio tradicional de estrategias de subsistencia del campesinado de muchas comarcas granadinas incluía, desde tiempos lejanos, la emigración, pero con carácteristicas diferentes a las mencionadas hasta ahora. Se trataba de una emigración temporal y normalmente protagonizada por hombres solos, ya fuera en la misma provincia o al menos en la misma región. Eran personas acostumbradas a buscar trabajo en la siega y siembra en los cortijos cercanos a sus pueblos, pero que también podían desplazarse a segar a las provincias de Córdoba o Sevilla, donde la cosecha de cereal comenzaba antes que en las comarcas granadinas más frias. De igual modo habia corrientes de temporeros para recoger la aceituna en Jaen, naranjas en Almeria, etc. Las migraciones a Cataluña en la posguerra han sido invisibilizadas con frecuencia al compararse con la gran oleada migratoria que comienza en los años sesenta. Los datos son abrumadores y hablan por si solos: si en 1940 vivian en Cataluña 96.576 andaluces, en 1975, al final de la dictadura, los residentes andaluces en Cataluña eran 982.956,6 de los cuales una gran mayoría había emigrado a partir de 1960.7 Uno de los elementos que resultan interesantes al analizar las causas de las migraciones de granadinos a Barcelona en la posguerra es el poco peso que tenían, en el caso catalan, las causas atractivas, aquellas generadas por los lugares receptores. El panorama de la posguerra en las ciudades catalanas sin duda era desolador y las condiciones de vida que esperaban a los emigrantes granadinos "distaban mucho de ser las optimas para ofrecerles un trabajo y una vivienda dignas"8. De todas maneras, un artículo publicado en 1987 por Carme Molinero y Pere Ysás ponía de manifiesto la necesidad de mano de obra que tuvo el sector textil

catalán tras la guerra civil. De hecho, en 1946 el Plan de Ordenación Económico Social de la provincia de Barcelona señalaba que la falta de mano de obra era “motivo que ha obligado a los organismos correspondientes a autorizar, en forma metódica, la inmigración y, de forma prudencial, el trabajo de las mujeres casadas”. Para estos autores, en la década de 1940-1950 se dió un saldo migratorio positivo en Cataluña de 258.000 personas, un incremento de la población activa y el crecimiento demográfico de Cataluña entre 1941 y 1950 fue un 48.55% mayor que la media española. A la luz de estos datos Barcelona se convirtió indudablemente en la primera concentración obrera industrial del Estado español9. Frente a esta realidad de falta de condiciones para el desarrollo de una vida digna, pero donde era posible encontrar trabajo estable, merece la pena atender nuevamente a las causas expulsivas, pues parecen ser éstas las que con mayor intensidad pusieron en marcha los procesos migratorios y decidieron a la gente a emigrar. En el caso de Granada provocaron que en solo veinte años, entre 1950 y 1970, se fueran de la provincia 296.798 personas, convirtiendose de esta forma en la segunda provincia andaluza, tras Jaen, con mayor número de emigrantes.10 Una inspiradora reflexión crítica sobre el cálculo de cifras de las migraciones de posguerra nos la proporcionó Martí Marín en un articulo donde abordaba la relación entre la dictadura franquista y la inmigración interior en relación con el caso de Sabadell. 11 Este autor insiste en que se tome en cuenta la extraordinaria situación de la década de los cuarenta en relación con los estragos causados por la guerra acabada en 1939: encarcelamientos, campos de concentración, batallones de trabajo, servicio militar extendido para miles de jóvenes, etc. y que sería uno de los motivos que dificultarían ubicar con precisión a una parte importante de la población durante aquellos años. Martí Marín hace referencia a una serie de circunstancias, fruto de la coyuntura de la década de los cuarenta, que dificultarían lo que él denomina “el derecho de fuga” de la población rural hacia las zonas industriales, pero que no llegarían a impedirla. En primer lugar nombra el proceso de repatriación forzada de los refugiados de guerra en 1939, para que, llegado el caso, pudieran ser depurados o juzgados en su lugar de residencia anterior. En segundo lugar menciona que mientras duró esta actividad clasificadora y punitiva, sobre todo entre 1939 y 1944, se procuró que ésta población no se desplazara, del mismo modo que entre 1945 y 1948 la actividad de las guerrillas rurales y urbanas de oposición al régimen desaconsejaron mantener elevados contingentes de población flotante. Por último, los efectos inmediatos de la llegada de migrantes a la areas urbanas catalanas, con sus consecuencias de suburbialización y miseria, llevaron a desarrollar una política por parte de las instituciones de detención y repatriación de estos inmigrantes.12 Todas estas circunstancias conjugadas provocarían que muchos migrantes del periodo 1940-1955 optasen por pasar desapercibidos y no registrarse. De este modo, concluye, un número indeterminado, pero no pequeño, de inmigrantes registrados en los años cincuenta y sesenta habrían llegado en realidad

antes, en los años cuarenta y cincuenta, hecho éste que distorsiona las cifras de las que se dispone.

3- Las migraciones en la memoria popular La evidencia de que tras la guerra hubo una importante emigración de Andalucía hacia Cataluña, que fue anterior al auge de los años sesenta, y que podían hallarse en ella causas directamente relacionadas con lo sucedido en la guerra y la implicación directa que muchos de aquellos primeros migrantes, los pioneros, habían tenido en tanto que testigos directos y participantes de aquellos convulsos años, pueden encontrarse incluso en la producción cultural de la época franquista. Un buen ejemplo de ello es La piel quemada, una pelicula estrenada en 1967 que abordaba el tema de la emigración. La obra fue dirigida por Josep Maria Forn en los años del éxodo masivo y se convirtió en un icono del cine neorealista realizado durante la dictadura. La piel quemada reflejaba las peripecias de un albañil granadino en pleno boom turistico de la Costa Brava, en un Lloret de Mar inmerso en la creciente construcción de infraestructuras turisticas. A pesar de los tópicos que salpican el metraje del film, el realismo con que Forn abordaba un dia de la vidas de José, peón de la construcción oriundo de Guadix, y de la de su familia, inmersa durante casi todo el film en un viaje de treinta horas en tren para reunirse con él en Cataluña, contrastaba con la «falsa realidad, según palabras de propio Forn, que exhibia el cine de la época»13. Considerada una de las pocas contribuciones que hasta la fecha habían hecho los cineastas catalanes a una definición de la problemática social general, se mantuvo durante cinco años en las carteleras de los cines de todo el Estado, recaudando casi el triple de lo que había costado la producción y generando un impacto capaz de hacer reflexionar a un amplio sector del público, no solo en Cataluña, sino en el resto de España. 14Esta pelicula pudo sortear la censura incluyendo alguno dialogos en catalan y otros en los cuales se presentan claramente algunas de las cuestiones que quiero abordar: la vinculación que existe entre los pioneros, es decir, los emigrantes previos a la gran oleada migratoria de los años sesenta, y lo sucedido en la Granada rural durante los años de la II Republica y la guerra. Durante algunas de las escenas de la pelicula, ambientadas en el tren que va de Granada a Valencia, la mujer del protagonista y su cuñado mantienen en momentos distintos dos dialogos con un hombre de avanzada edad, veterano emigrante, que resultan muy reveladores: Hombre Mayor (HM)- ¿A donde va usted? ¿A Valencia? Mujer Joven (MJ) -No señor, más lejos. HM- ¿A Barcelona? MJ- A la Costa Brava. El pueblo se llama Lloret. HM- ¡Ah! Muy bonito aquello, si señor, muy bonito. Yo llevo ya veinte años viviendo en Barcelona.

Me fui para allá el año 42. Entonces ibamos como moscas, eran los años del hambre... Y ahora ya casi hablo catalán. MJ- Eso me asusta. ¿Como me entenderé con la gente?. HM- No se preocupe, todo el mundo la entenderá. Lo malo son los primeros tiempos, pero luego se acostumbra uno. MJ- ¡Es que yo soy muy torpe! HM- ¡Bah! No tiene que preocuparse. Yo al principio lo pasé bastante mal, porque hay algunos que no sueltan una palabra de castellano ni a la de tres. Son cerrados y muy tercos. Y en la Costa Brava peor. MJ- El José, mi marido, dice que él se entiende muy bien. Pero las mujeres es diferente, es más dificil. HM- Le advierto que yo soy un enamorado de Cataluña. A mi que nadie me hable mal de Cataluña porque es lo que yo digo: aqui me moría de hambre, alli encontré trabajo y comí. ¿De donde es uno? Pues de donde puede vivir." En una escena posterior este mismo hombre habla con el cuñado de la mujer con quien mantuvo el dialogo anterior. En la conversación que llevan a cabo se intuye que están hablando de la inminente obligación que el joven tiene de hacer el servicio militar: Hombre Joven (HJ) - Intentaré librarme. Mi padre tiene más de sesenta años. Hombre Mayor (HM) - ¿De que quinta eres? HJ - De la del 68. HM - Pues yo del 18, de año que terminó la guerra. HJ - ¿Qué guerra, la nuestra? HM - No hijo, la Primera Guerra Mundial. Pero la nuestra también la hice. Estuve dieciocho meses en el frente. HJ - ¿Con quien? HM - Primero estuve en el 5º Batallón y después con Lister. Pero donde lo pasé peor fue en los campos de concentración de Francia. Ambos dialogos nos situan de lleno en cuestiones que el imaginario de la época era capaz de ubicar y relacionar entre si, como era la migración con el hambre de posguerra y a los migrantes con los perdedores de la contienda. Son escenas que remiten a la percepción de la guerra civil como un acontecimiento, en tanto que suceso capaz de alterar las vidas de millones de personas, que dejó una huella profunda e imborrable y determinó cambios fundamentales en las vidas de los que la

perdieron. A pesar de que Harmut Heine afirma que sería poco acertado sostener que la masiva corriente migratoria que a partir del final de la guerra civil se dirige desde Andalucia hacia el norte, principalmente Cataluña, fue debida a la represión, sino que lo que primaban eran los motivos socio-económicos, este autor reconoce que en numerosas entrevistas realizadas a andaluces residentes en Madrid, Barcelona o Euskadi y que alli habían desarrollado o seguían desarrollando una activa labor política o sindical, se le había destacado con gran frecuencia el hecho de que la persona entrevistada, o sus padres, habían abandonado Andalucía no sólo en busca de trabajo, sino también para escapar del ambiente de represión armada, política y laboral, que reinaba en su tierra. 15 Esta mención a las fuentes orales y a la memoria popular señala uno de los elementos que resultan indispensables para poder abordar el análisis de las causas de la migración de posguerra, más allá de los conocidos motivos económicos. Se trata de las historias de vida 16, tanto las que han sido y siguen siendo recopiladas y analizadas por los investigadores en forma de testimonio oral, como las que han quedado fijadas en memorias escritas por los testigos de la época. En el caso que nos preocupa, las fuentes orales nos estan permitiendo reconstruir las vidas de muchas personas que llegaron a Barcelona y su provincia en las décadas de 1940 y 1950. Ellas y ellos son quizas los últimos representantes de una generación que vivió de forma más directa las consecuencias de la guerra, por lo que es importante recopilar su testimonio antes de que se pierda. Se trata en su mayoría de personas nacidas entre finales de la década de 1920 y mediados de la década de 1930, que vivieron de niños la II República y la guerra. Las fuentes orales nos permiten adentrarnos en un terreno tan difícil de aprehender como es el de las percepciones de los individuos y las experiencias vividas, algo imprescindible si queremos comprender determinadas actitudes y comportamientos mantenidos por los vencidos a lo largo de la posguerra.17

4- Tras la tormenta no vino la paz Para comprender la situación en el medio rural granadino tras la experiencia de la II República y la guerra, hay que tomar en cuenta que las comarcas rurales granadinas habían experimentado durante la década anterior, de 1931 a 1939, un nivel de conflictividad extremo, relacionado con motivos laborales y sociales. Historiadores como Francisco Cobo Romero que han analizado la evolución del conflicto social campesino durante la II República, concluyen que la legislación laboral durante el primer bienio republicano fue manifiestamente favorable a los sectores más humildes del campesinado. Algunas de estas medidas fueron la Ley de Jurados Mixtos, la Ley de Laboreo Forzoso o la Ley de Reforma Agraria, destinadas, entre otras cosas, a combatir el paro agrícola. Algunas de estas medidas provocarían la hostilidad de pequeños y medianos

arrendatarios que posteriormente serán bases de apoyo del régimen franquista. En aquellos años fue decisiva la acción reivindicativa desplegada desde 1931 por los poderosos sindicatos agrícolas, que agruparon a un porcentaje importantísimo de los jornaleros andaluces durante el periodo republicano. La acción conjunta de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT) ugetista y la anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), así como la intervención constante de los alcaldes de izquierda en la regulación de las condiciones de trabajo agrícola y la contratación laboral de los jornaleros, condujeron a una situación altamente conflictiva, provocando una elevación sustancial de los salarios medios pagados por las faenas agrícolas en la práctica totalidad de las tierras andaluzas.18 Al estallar la guerra civil tras el levantamiento militar de julio de 1936, la situación de los frentes durante los primeros meses de la guerra provocó que allí donde no triunfaron los golpistas, en las comarcas andaluzas que quedaron en la retaguardia republicana, entre ellas la gran mayoría de la provincia de Granada, se produjeran episodios revolucionarios. Estos tuvieron lugar sobre todo en los primeros meses, desde el 18 de julio de 1936 hasta los meses iniciales de 1937 y en la línea de lo que había estado aconteciendo en las comarcas granadinas desde 1931 puede afirmarse que “lo que se produjo en la retaguardia republicana andaluza, durante los primeros meses del conflicto civil fue, más que una rígida ruptura con el pasado inmediato, una profundización y una aceleración en el proceso de transformación progresiva del orden social rural tradicional (…) mediante su gradual conversión en un nuevo “orden campesino y jornalero”.19 La imposibilidad de alcanzar por tierra la seguridad de la frontera francesa desde abril de 1938, debido al corte de la zona republicana en dos tras la caida de Vinaròs, junto con la caida de los frentes en marzo de 1939, dejó a la inmensa mayoría de la población rural granadina que podía ser objeto de represalías totalmente expuesta a la represión que aconteció a partir del 1 de abril de 1939. Es muy importante tomar en cuenta que, junto a la magnitud de la represión política y fisica y la persecución de todos aquellos campesinos y miembros de los sectores sociales del mundo rural granadino que mostraron una significativa vinculación con las organizaciones políticas y sindicales republicanas o de izquierda, participaron o impulsaron la preparación de conflictos huelguisticos antipatronales durante el periodo de la II República, o formaron parte de los comites y demás organos de poder popular instaurados en la retaguardia republicana durante los años de la guerra civil, se produjo otro tipo de represión dirigida contra sectores más amplios de la sociedad. Esta otra modalidad de represión consistió en la marginación en el empleo y en la distribución de los servicios y prestaciones otorgadas por la nueva administración franquista de cuantos se habían declarado partidarios de las leyes o el espiritu reformista que predominó entre el campesinado y los sectores populares granadinos durante los periodos precedentes de la II República y la guerra civil. En el ámbito laboral hay evidencias de sobra para demostrar que los patronos condenaron a la

miseria, la postergación y el hambre a familias enteras por el sólo hecho de haber pertenecido, alguno de sus miembros, a las organizaciones politicas o sindicales de izquierda que tan influyentes fueron en el periodo inmediatamente anterior.20

5- La expulsión de los vencidos Comprender la naturaleza de la represión de los años cuarenta está resultando fundamental para realizar un balance aproximado de las causas de las migraciones interiores que amplie lo que ya se sabe al respecto. En ese sentido merece la pena insistir en el hecho de que durante la segunda mitad de los años cuarenta el poder local tuvo cada vez mayor acceso a los mecanismos creados por el poder franquista desde la guerra para la limpieza política. 21 Algunos testimonios señalan que en muchos pueblos de la geografia granadina se llegó al extremo prohibir los carnavales, anulando de ese modo espacios donde podía llevarse a cabo una desligitimación del poder. Dado que el objetivo era aniquilar a la generación que había protagonizado la movilización social durante la II República y la guerra civil, un periodo caracterizado como una crisis de hegemonía de las burguesías tradicionalmente dominantes en la Granada rural y urbana, se llega a comprender fácilmente el clima asfixiante que se llegó a vivir en muchas localidades ya que "dentro o fuera de la cárcel, en ocasiones, la diferencia no era tan grande. Las pequeñas localidades se convirtieron así en una réplica penal con muros invisibles, con guardias-vecinos, y con padres y madres encerrados con sus propias familias, desterrados en su propio pueblo. Solo la creciente emigración a partir de la década de 1950 rompió, de alguna manera, aquella sensación de angustia y claustrofobia." 22 Veamos a continuación algunas de las causas que, en el ámbito local, fueron empujando hacía la emigración a los vencidos de la guerra civil.

5.1. Provocaciones y agresiones Las provocaciones y agresiones que tras la guerra hubieron de sufrir muchos de los familares de personas que estaban encarceladas dieron lugar a númerosos conflictos. Ese es el caso de Antonio Olivares Medina, un jóven de Alhama de Granada de familia anarcosindicalista, que fue voluntario en la 195 Brigada Mixta y tenía 19 años al acabar la guerra. Emigrante años más tarde en Terrassa, dejó escrito para su familia entre 1974 y 1976 un testimonio donde revela algunas de las claves de estas situaciones conflictivas que encontraron los excombatientes granadinos al volver a sus pueblos y que, antes o después, les iban a llevar a emigrar. En su caso relata como se vió envuelto en una pelea con un falangista que había insultado a su madre, presa en la cárcel de Málaga y condenada a 12 años:

"Estando en el pueblo, un falangista de aquellos que se creían los reyes en aquellos tiempos, en la juventud, en el juego, pasó por allí un guapo y se cagó en la madre que me parió, yo tenia 19 años (1.940). Lo único que pensé fue en mi madre que estaba pagando un castigo que no se lo merecía. Pues referente al falangista le pegué unos cuantos tortazos. Tuve suerte que la querida del Sargento de la Guardia Civil estuvo presente en lo ocurrido y le comunicó lo pasado. A mí me llevaron al Cuartel, no me dijo nada más que yo no podía llevar armas de fuego y si lo veía por un lado que me fuera por otro".

Años más tarde, a mediados de la década de los cuarenta, tras haber cumplido un larguísimo servicio militar, Antonio Olivares volvió al pueblo y allí se encontró nuevamente con la tensa situación que había encontrado al acabar la guerra: "Algunos me miraban con un poco de distancia, por lo ocurrido nuestro del pueblo me guardaban el aire. Yo cuando llegué al pueblo buscaba al chulo falangista pero cuando me veía tiraba por otra calle. Mi hermano me dijo de venirnos por aquí, pero mi hermano lo decía para despreocuparme de aquel compromiso que yo tenia pendiente, me dijo de marcharnos a Barcelona." 23

Otro testimonio escrito por un hombre procedente de Villanueva de Córdoba que relata sus recuerdos de infancia, nos da una idea de situaciones que pudieron verse replicadas en muchos pueblos andaluces: "Las personas que venían al pueblo lo hacian en aquel autocar, algunos de los viajeros eran gente que regresaban después de haber estado durante la guerra fuera o los que salían de la cárcel que regresaban con su familia. Los falangistas todas las tardes iban a la parada del coche de línea para ver quienes eran los que regresaban al pueblo y si les parecía los volvían a detener junto con la familia que salía a esperarlos. Como mínimo los tenían unas pocas semanas encerrados en los calabozos del pueblo, si no los pelaban y daban palizas."24

Ante un panorama semejante, donde se evidenciaba la dificultad extrema de volver a la normalidad, aunque las personas señaladas hubieran pagado con severas penas de cárcel, es concebible que surgiera un deseo de volver a empezar en otro lugar donde estas personas y sus familias estuvieran menos expuestos a las represalias que esperaban a todos los "rojos" en la dura posguerra. Las ciudades catalanas se convirtieron en ese momento en el lugar perfecto donde esconderse y conseguir el anonimato imposible en el pueblo de origen.25

5.2. Incautaciones Son muchos los testimonios que afirman que acabada la guerra se encontraban en la más completa ruina. El perfil del campesinado que durante la II República participó en las luchas

sociales y durante la guerra se posicionó en el bando antifascista, a menudo coincide con el de pequeños propietarios y arrendatarios que se vieron desposeidos de tierra y enseres a raiz de su movilización voluntaria o forzosa. Jorge Marco ha señalado en unos de sus trabajos que muchos de estos campesinos, más allá de sus posicionamientos políticos originales, al terminar la guerra regresaron a sus pueblos y debido a su condición de soldados republicanos fueron desposeidos de sus propiedades.26 Claudio Hernandez Burgos ha reseñado en su tesis la intensa labor que desarrollaron las Comisiones de Incautación de Bienes, confiscando las propiedades de los vencidos, que pasaron a manos de los vencedores y dejaron aún más expuestos al hambre y a la miseria que les aguardaba a ellos y a sus familias. En el caso granadino, señaló lo elevado del número de propiedades que fueron incautadas y como en 1938 el Gobernador Civil de Granada consideraba de justicia entregar unas mil fincas a los soldados rebeldes, del mismo modo que la Comisión de Incautación de Bienes de Granada no vio inconveniente en autorizar en el pueblo de Albolote “el arriendo provisional de las casas procedentes de individuos huidos al campo enemigo”, aun estando “ocupadas por parientes de los mismos”. 27 No cabe duda de que la desposesión material de una buena parte de los vencidos tras la guerra, debilitaba los lazos que mantenían éstos con el territorio y que esa circunstancia con el tiempo haría más fácil la decisión de emigrar. En sus memorias el alhameño Juan Gutierrez Arenas cuenta como el regreso de su familia de la zona republicana, sin su padre, líder socialista de Alhama de Granada y chofer de profesión, que había quedado detenido en Baza al finalizar la guerra y fue posteriormente fusilado en Granada, se tradujo en una situación de penuria económica al quedar destruida la fuente de ingresos económica de la familia. Lo habían perdido todo: “A la vuelta al pueblo ya con la guerra terminada, nos encontramos sin saber a donde meternos. El abuelo materno nos dejó aquella cueva, que él la utilizaba para meter la paja de su burra y nos cedió lo que poseía, pues no tenia otra cosa. Allí, como Dios nos dio a entender, nos instalamos sin nada, ni una mesa, ni una silla. Para dormir nos dejaron un catre en donde teníamos que dormir los cuatro, los unos por la cabecera y los otros por los pies del catre y para comer nos sentábamos en unas piedras. Este calvario se fue prolongando bastantes años.”28

Esta necesidad de recurrir a la precaria solidaridad de los vínculos familiares y la imposibilidad de poder volver a la vida anterior, condujo rápidamente a que Juan Gutierrez fuera a trabajar con apenas ocho años a un cortijo cuidando ganado y a que en 1952, con 21 años recién cumplido, emigrara a Valencia.

5.3. Hambre Desde la instauración de la dictadura amplios sectores del campesinado más humilde de la provincia granadina se verían perjudicados por la política franquista: congelación salarial, incumplimiento de las bases de trabajo, paro generalizado, inflacción galopante, problemas de abastecimiento, hacinamiento en la vivienda, miseria generalizada y, sobre todo, hambre, mucha hambre.29 La mendicidad se convirtió en algo frecuente en la provincia de Granada. Ante la desesperada situación de paro agricola en el mundo rural, se produjo una importante emigración de las clases desfavorecidas a las capitales de provincia, en 1941 y en 1946. Sin embargo, el problema hundía sus raices en el momento del estallido de la guerra. Diez años antes, el 18 de octubre de 1936, en plena guerra, el Teniente Coronel de Infantería, alcalde de Granada y presidente del Patronato de la Asociación Granadina de Caridad, Miguel del Campo Robles, había proclamado un bando donde señalaba que: "Las proporciones alarmante{s} que ha llegado a tomar la mendicidad en Granada, hace necesaria la adopción de medidas que pongan urgente remedio a esta situación anormal que tan poco dice en favor de una Ciudad de la categoría, rango e importancia como la nuestra y evite, al mismo tiempo, el bochornoso espectáculo que supone la imploración de la caridad pública por las calles, de numerosas personas que carecen de los medios económicos precisos para desenvolver su vida. Es tanto más urgente atajar lo que se refiere a la mendicidad cuanto que esta se toma como bandera por muchos desaprensivos que, aparte del triste espectáculo que ofrecen, molestan continuamente al vecindario en los lugares públicos. " 30

En una situación de extrema pobreza, algunos historiadores afirman sin tapujos que morir de hambre llegó a ser algo corriente para algunos grupos sociales en la España de Franco y que las consecuencias políticas del hambre llevaron a amplias capas sociales a no aspirar a otra cosa que a sobrevivir bajo el régimen.31 Las condiciones de miseria y necesidad crearían un marco perfecto para que los españoles pusiesen el objetivo de sobrevivir en el centro de sus necesidades, dejando a un lado el compromiso politico.32 Ante este panorama, las desigualdades entre ricos y pobres, entre vencedores y vencidos, se iban ensanchando. En el año 1941 el periódico Ideal publicaba en la sección de noticias y avisos, que la Jefatura Provincial de Abatecimientos y Transportes disponía la prohibición de ostentar en escaparates articulos alimenticios "en proporciones tales que constituya un alarde de abundancia" asi como la freiduria, asados y cocinados en general a la vista del público de la calle. Asimismo ponía restricciones a la carta para disimular la abundancia y no se permitía en los hoteles, restaurantes y establecimientos similares que se consumiera más pan que el que correspondiera por racionamiento.33 Cuatro años más tarde, en 1945, uno de los años más duros de toda la posguerra

debido a una gran sequia, un estudio de la Hermandad de Labradores publicado por el mismo diario Ideal el 28 de noviembre reconocia que aquel había sido un "año de calamidad pública". Las consecuencias que tuvo para la población rural fueron espantosas ya que en la provincia de Granada, según el informe, "el 95% de los municipios son poblaciones rurales y más del 70% verdaderas aldeas que viven exclusivamente de la labranza y ganaderia". Tras hacer un balance de perdidas el mismo informe afirmaba: "lo que interesa ahora es impedir por todos los medios que los productos existentes sean objeto de un comercio clandestino, en manos de especuladores sin conciencia, que son algo peor que criminales de guerra". 34 Los años del hambre y el estraperlo estaban instalados como una losa en la Granada franquista e iban a dejar una huella imborrable en su población.

5.4. Guerrilla Un elemento que también iba a resultar fundamental para decidir a amplios colectivos del campesinado granadino a emigrar, fue la conflictiva situación que se vivía en muchas comarcas, agudizada especialmente desde la segunda mitad de la década de los cuarenta, debido a la actividad guerrillera y la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad del Estado, en particular la Guardia Civil. En el caso de la provincia de Granada, factores como su geografia montañosa y la existencia de numerosas personas que habían huido a las montañas para escapar de las represalias franquistas y que con el tiempo habían ido integrando las diversas partidas guerrilleras, propiciaron que se convirtiera en uno de las principales focos de actividad guerrillera de todo el Estado. Las prácticas contrainsurgentes que puso en marcha la dictadura para acabar con esta amenaza, fueron progresivamente fijando sus objetivos en las bases de apoyo de la guerrilla, los enlaces. Las consecuencias de esto fueron nefastas para la vida de muchas personas. Algunos ejemplos del impacto que tuvo esta violencia ejercida por la Guardia civil contra los familiares de los huidos en la sierra y que incluía, entre otras cosas, la obligación de presentarse en los cuarteles, los registros nocturnos, las detenciones y las palizas, nos los proporcionan estos testimonios recogidos de las memorias recientemente publicadas por Juan Gutiérrez Arenas, oriundo de Alhama de Granada y emigrado a Valencia en 1952: "Una vez cogieron (la Guardia Civil) a un jóven conocido con el apodo de Espartillo. Se contaban muchas cosas, que a fuerza de tantos malos tratos delató a mucha gente. No sabemos los métodos que emplearon con él, pero lo cierto es que empezaron a detener a obreros. Hoy a unos, mañana a otros y aquello formó un revuelo en el pueblo. Prueba de ello es que la gente empezó a marcharse, unos a Cataluña, otros al Pais Vasco."35 "A un amigo mio, también leñador como yo, un día lo cogieron los civiles en la Sierra Tejeda, en donde el tenia costumbre de ir con su burra a por leña cada día. Parece ser que lo maltrataron física y

moralmente. El muchacho cogió miedo, pues ya no se atrevía a subir por allí. Un día vendió su burra y con el dinero que recogió se fue a Barcelona, a donde ya empezó a marcharse mucha gente de Alhama. Poco tiempo después recibimos la mala noticia de que se lo habían encontrado muerto en un banco de la plaza Cataluña u otra plaza. El caso es que este muchacho joven y soltero, sin ninguna experiencia en la vida de las grandes ciudades y sin dinero, se marchó con otro y andaban deambulando para poder trabajar. En espera dormían y comían donde podían y tuvo mal fin. Estas experiencias las hemos pasado muchos." 36

Como vemos, la larga sombra de la guerra que se extendió hasta la década de los cincuenta, debido a la persistencia del fenómeno de la guerrilla en muchas comarcas granadinas, tuvo un papel fundamental a la hora de determinar la emigración de muchas personas.

5.5. Destierros Otro factor importante a tener en cuenta fue la política penitenciaria franquista y como ésta incidió en el alejamiento de determinados miembros de las comunidades rurales de sus localidades de origen, muchas veces de forma definitiva. El martes 1 de abril de 1941 en Granada, fecha del segundo aniversario de la victoria franquista, se anunciaba en el periodico IDEAL una noticia que habría de ser publicada en el Boletin Oficial del Estado el 2 de abril de 1941 y que informaba sobre la posibilidad de acceder a la libertad condicional para los condenados por rebelión a menos de doce años. En la noticia se especificaba que deberían residir a 250 kilometros del punto en que delinquieron entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939: "Los que obtengan la libertad, previa conformidad de la autoridad judicial militar, quedaran desterrados durante el tiempo que les reste de condena a más de 250 kilometros del núcleo de población en que hubieran cometido el delito o que constituyese su residencia habitual. " 37

Para realizar su investigación sobre los granadinos de Pedro Martinez que residían en el barrio de Torre-Romeu, Sabadell, la historiadora Angelina Puig pudo acceder, en la época en que realizó sus entrevistas, entre 1984 y 1987, al testimonio de personas que habían hecho la guerra como adultos y que señalaban la suma de inconvenientes que tuvo su generación para poder volver a residir en sus localidades de origen tras cumplir condenas de cárcel. Este fue el caso de J. Ramón Valle, nacido en 1917: "...estalló la guerra, me fui voluntario a la guerra ¿eh?. Luego se acabó la guerra. A los tres meses me metieron a la cárcel, hasta el año 43, del día tres de marzo del año 43 que salí en libertad. Luego en el mes... del 44, salió el juicio y me desterraron. En el 45 me llevaron en un batallón de "penaos" a Murcia. En la provincia de Murcia a un pueblo que le dicen el Almendrico, y tenía de presentarme en Lorca ¿eh?. Y luego de ahí al año me recogieron "pa" ir a la mili en el batallón de "penaos" y estuve ocho meses. A los ocho

meses me licenciaron y luego me tuve que ir a recuperar otra vez a donde tenía el destierro y a los cinco meses de estar allí me levantaron el destierro y me fui al pueblo. Esto fue en el año..., porque la quinta del 45 me "arrecogieron" a mí "pa" hacer la mili y estuve ocho meses y en el 47 me levantaron el destierro y me fui otra vez al pueblo..."38

Un alejamiento forzado del lugar de residencia, unido a las dificultades antes reseñadas para regresar a sus hogares y reconstruir sus vidas bajo la vigilancia de las nuevas autoridades franquistas, que supuso otro impulso añadido para dirigir a muchas familias hacia la emigración y que ocasionó transformaciones en la percepción del mundo que tenía el campesinado granadino en la deñcada de 1940.

5.6. Transformaciones mentales en el campesinado Si consideramos la guerra civil como un punto de inflexión en la vida de millones de personas, no cabe duda de que hay que valorar las transformaciones mentales que sufrió el campesinado granadino a raiz de la contienda, como un elemento determinante para empujarles a ejercer un "derecho de fuga" ante una situación que, sin duda alguna, era percibida por muchos como insoportable. La citada obra de Angelina Puig se hizo eco de la evidente falta de perspectivas fruto de la derrota del proyecto republicano tras 1939 y de cómo ello habría motivado el comienzo de una emigración masiva, afectando no solamente a aquellas personas que habían militado en organizaciones politicas de izquierdas durante el periodo republicano y la guerra, sino al conjunto de una buena parte de la sociedad granadina de los años cuarenta. Los años previos de la II República habían constituido una razón para no emigrar, en vista de los cambios sociales y económicos que se esperaban, pero el regreso a sus pueblos tras la guerra y el retomar la normalidad de sus vidas, hecho que no sucede en muchos casos hasta mediados de la década de los cuarenta, fue una experiencia devastadora. Bajo una dictadura donde las oportunidades laborales estaban muy reducidas y donde se llegaron a vivir graves crisis de subsistencia, como la del año 1945, para unas personas que habían vivido unas experiencias marcadas en muchos casos por los conflictos del periodo repúblicano, la guerra, la prisión o el destierro, un recurso para superar esto fue tomar el camino de la emigración “cansados de aguantar humillaciones, pobreza y miseria”. En esta circunstancia vino a incidir un fenómeno de cambio cultural en los patrones de movilidad de la población, ocurrido como resultado de la guerra y las movilidades forzadas por la represión de la posguerra, destacando en cualquier caso el efecto que estas movilidades tuvieron en la percepción psicológica del mundo para comunidades campesinas como mucho acostumbradas a

pequeñas migraciones temporales, pero que concibieron a partir de conocer a otras personas y otros paisajes, de “ver mundo” en suma, que existían posibilidades de supervivencia más digna en lugares alejados, donde además podrían beneficiarse de las ventajas del anonimato. Estos lugares serían en este caso Barcelona para muchos campesinos granadinos y este cambio cultural acontecido sería uno de los factores explicativos del por qué en territorios sin tradición emigrante hacia Cataluña, como eran la mayoría de las comarcas granadinas del interior, se produjo un cambio en la dirección del movimiento migratorio tras la guerra civil.39 Resulta muy interesante observar como este factor cultural también se destaca en la obra de Mariá de Bolos,40 publicada en 1959, quien destaca el impacto del servicio militar y la guerra civil como formas de acceso al conocimiento de la ciudad de Barcelona por campesinos de todo el Estado. Tanto las masas de refugiados que llegaron para establecerse en Cataluña durante la contienda, como los grandes contingentes de tropas republicanas y franquistas que pasaron por Barcelona y se establecieron en ella, entre 1936 y bien entrada la década de los cuarenta, tuvieron ocasión de conocer la ciudad y establecer comparaciones con sus lugares rurales de origen. Estas experiencias que los excombatientes llevaron a sus pueblos de regreso en 1939, independientemente de en que bando hubieran luchado, influyeron también, que duda cabe, en ampliar su visión del mundo, dado que muchos habían salido por primera vez de sus municipios, eran jóvenes y tenían la vida por delante.

6. Conclusiones provisionales Podemos considerar que el panorama de las investigaciones sobre la emigración granadina en Barcelona durante el primer franquismo está pendiente de nuevos trabajos, que alumbren parcelas hasta ahora poco estudiadas y que nos ayuden a responder mejor a las multiples preguntas que este tema suscita en los investigadores de la dictadura. El objetivo de esta comunicación ha sido buscar en la biografía de los emigrados durante el primer franquismo las huellas de una experiencia vital marcada por la historia de una derrota: la del proyecto social de la II República y la de la guerra civil que se libró para defenderlo del levantamiento militar encabezado por Franco y, en algunos casos, superarlo mediante una revolución social. De hecho, si nos interrogaramos sobre el destino del campesinado socialista, comunista y anarcosindicalista granadino que tan activo se mostró durante la II República y la guerra, probablemente llegariamos a unas conclusiones cercanas a las que llegó Angelina Puig cuando estudió el caso de los emigrados de Pedro Martinez en Sabadell: una buena parte de ellos emigraron a Barcelona y alli rehicieron sus vidas lo mejor que pudieron. Falta, sin embargo, poder extender ese análisis a la totalidad de las provincias de Granada y Barcelona, así como ahondar en el estudio de fuentes diversas y tomar en cuenta los valiosos

avances que ha llevado a cabo la historiografia general de la guerra y la posguerra, y en particular los estudios locales tanto en el caso andaluz y granadino como en el catalán y barcelonés. La clave de un trabajo así está, en cualquier caso, en comprender el problema humano que la guerra ocasionó, destruyendo y desintegrando la estructura de la vida de las comunidades rurales granadinas y preparando el terreno para que aquellos emigrantes pioneros de la oleada migratoria de posguerra arrastraran tras de si a las grandes masas del periodo 1960-1975, llevando a cabo, de ese modo, su particular exilio hacia tierras catalanas.

* Esta comunicación fue presentada en el XII Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea y forma parte de la tesis doctoral en curso "Las migraciones granadinas a Barcelona durante el primer franquismo. 1939-1959" dirigida por la Dr. Cristina Borderias Mondejar, co-dirigida por la Dr. Teresa Maria Ortega López e inscrita en la Universidad de Barcelona. 1 Ernesto CABALLERO CASTILLO:Vivir con memoria. Córdoba, Editorial El Páramo, 2011. 2 Anna CABRÉ e Isabel PUJADES: “La població: immigració i explosió demogràfica”, en Historia econòmica de la catalunya contemporània, vol. 5, Enciclopèdia Catalana, Barcelona, 1989; Joaquin RECAÑO VALVERDE: La Emigración andaluza, 1900-1992: cronología, aspectos demográficos, distribución espacial y componentes socioeconómicos de la emigración andaluza en España. Tesis doctoral. Universitat de Barcelona. 1998; Carmen CARVAJAL GUTIERREZ: Población y emigración en la provincia de Granada en el siglo XX, Granada, Diputación provincial de Granada, 1986; Mariá DE BOLOS I CAPDEVILA: La inmigración en Barcelona en los dos últimos decenios, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, 1959; Antonio LOPEZ GAY: Canvis residencials i moviments migratoris en la renovació poblacional de Barcelona, Barcelona, Consell de Treball Economic i Social de Catalunya, 2008. Alfonso GARCIA BARBANCHO: "Los movimientos migratorios en España", Revista de Estudios Agrosociales, nº 33, (1960). pp 8-84. 3 Joaquín RECAÑO VALVERD:, La emigración andaluza..., pp 150-160. 4 Elvira CASTRO CHICO:Aspectos sociológicos de la inmigración granadina a Barcelona, Tesis doctoral, Universidad de Barcelona, 1967 ; Angelina PUIG VALLS: De Pedro Martinez a Sabadell: l’emigració, una realitat no exclusivament econòmia, 1920-1975, Tesis doctoral, UAB, 1991. 5 Elias DE MATEOS AVILÉS: La emigración andaluza a América, Málaga, Editorial Arguval, 1993. 6 Joaquín RECAÑO VALVERDE: La población andaluza..., pp 78. 7 Alfonso GARCIA BARBANCHO: La población andaluza. Universidad de Granada, Granada, 1980, p 46. 8 Ivan BORDETAS: "Habitatge i assentaments, de la posguerra a l'estabilització, en Marti MARIN (coord): Memòries del viatge (1940-1975), Barcelona, MHIC, 2009. 9 Carme MOLINERO y Pere YSAS, “La població catalana de la posguerra, creixement i concentració, 19391950”, L’Avenç, 102, 1987. 10 Teresa María ORTEGA LÓPEZ:Del silencio a la protesta. Explotación, pobreza y conflictividad en una provincia andaluza, Granada 1936-1977. Granada, Universidad de Granada, 2003. 11 Martí MARIN I CORBERA: “Franquismo e inmigración interior: el caso de Sabadell (1939-1960)”, Historia Social, nº 56, (2006), pp. 131-152. 12 Inma BOJ LABIÓS y Jaume VALLÉS AROCA: “El pavellóde les missions: la repressió de la immigració", L' Avenç, 298, (2005), pp 38-44. 13 G. VIDAL: "La piel quemada» torna als cinemes fent valer la seva imperiosa actualitat", El Punt-Avui, 2009, http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/5-cultura/19-cultura/68693-lla-piel-quemadar-torna-als-cinemes-fentvaler-la-seva-imperiosa-actualitat.html 14 Miquel PORTER MOIX y María Teresa ROS VILELLA: Història del cinema català, Barcelona, Taber, 1969. 15 Harmut HEINE y José María AZUAGA RICO: La oposición al franquismo en Andalucía Oriental. Madrid, Fundación Salvador Seguí, 2005. 16 “Al multiplicar los relatos de vida de personas que se hallan o se han hallado en situaciones sociales semejantes, o participado en el mismo mundo social, y al centrar sus testimonios en esas situaciones se trata de sacar provecho de los conocimientos que ellas han adquirido mediante su experiencia directa de ese mundo o de esas situaciones, sin enredarse por ello en su necesaria singularidad, ni en el carácter inevitablemente subjetivo de su relato.” Daniel BERTAUX: Los relatos de vida, perspectiva etnosociológica. Barcelona, Bellaterra, 2005. 17 Claudio HERNANDEZ BURGOS: Las bases sociales de la dictadura y las actitudes ciudadanas durante el régimen de Franco. Granada (1936-1976). Tesis doctoral, Universidad de Granada, 2012. 18 Francisco COBO ROMERO: Revolución campesina y contrarrevolución franquista. Conflictividad social, violencia política y represión franquista en el mundo rural andaluz, 1931-1950. Universidad de Granada. Granada,. 2009, p 69. 19 Francisco COBO ROMERO y Teresa María ORTEGA LÓPEZ: Franquismo y posguerra en Andalucía Oriental. Represión, castigo a los vencidos y apoyos sociales al régimen franquista, 1936-1950. Universidad de Granada. Granada. 20 Ibid., pp. 71. 21 Gutmaro GÓMEZ BRAVO y Jorge MARCO: La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista, Ediciones Península, Barcelona, 2011. 22 Ibid., pp 130. 23 Testimonio escrito por Antonio Olivares Medina, nacido en Alhama de Granada en 1921. Facilitado por su hijo Juan Antonio Olivares. 24 Ernesto CABALLERO CASTILLO: Vivir con memoria..., pp.121. 25 Marti MARIN i CORBERA: De inmigrants a ciutadans. La immigració a Catalunya, del franquisme a la recuperació de la democràcia. Barcelona, MHIC, 2004. 26 Jorge MARCO: Guerrilleros y vecinos en armas. Identidades y culturas de la resistencia antifranquista. Granada, Comares, 2012. 27 Claudio HERNANDEZ BURGOS: Las bases sociales de la dictadura..., pp 112.

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Juan GUTIERREZ ARENAS. Los hijos de Lucas Gutierrez López. Una historia de la gente de Alhama de Granada. Granada, Ediciones La Peña, 2012. Miguel Angel DEL ARCO BLANCO: Hambre de siglos. Mundo rural y apoyos sociales del franquismo en Andalucía Oriental. Granada, Comares, 2007. "Expediente sobre Asociación Granadina de Caridad 1934-1936". Archivo Municipal de Granada. ES. 18087. AMGR. Información facilitada por Manuel Hendriks. Miguel Angel DEL ARCO BLANCO: Hambre de siglos..., pp 315. Ibid., pp 319. Ideal 29 de abril de 1941, pp 2. Ideal 28 de noviembre de 1945, pp 5. Ideal 1 de abril de 1941 y Gutmaro GÓMEZ BRAVO y Jorge MARCO: La obra del miedo..., pp. 298. Juan GUTIERREZ ARENAS. Los hijos de Lucas... pp. 56 Ibid., pp 145. Angelina PUIG VALLS, De Pedro Martinez a Sabadell.... Ibid., pp.147. Mariá DE BOLOS I CAPDEVILA,: La inmigración en Barcelona..., pp. 79.

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