Mahoma latino: la percepción del Profeta Muḥammad en las fuentes medievales. Primeras notas [C. Ferrero - Ó. de la Cruz (eds.), Vitae Mahometi: reescritura e invención en la literatura cristiana de controversia, CSIC-Madrid, 2014, 55-68]

June 30, 2017 | Autor: Ó. De la Cruz Palma | Categoría: Medieval Literature, Islamic Studies
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Vitae Mahometi: reescritura e invención en la literatura cristiana de controversia. Simposio internacional, Universitat Autònoma de Barcelona (España), 19-20 de marzo, 2013

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latino: la percepción del

en las fuentes

Profeta MuḤammad medievales. Primeras notas*

Óscar de la Cruz Palma Universitat Autònoma de Barcelona Ipsi tamen Sarraceni uolunt dicere quod sicut ista est per se uera Non est deus nisi Deus, ita ista Maccometus est nuntius Dei. Sed quantam iniuriam faciant ueritati philosophye qui iuxta propositionem uerissimam ponunt propositionem falsissimam, et quantam iniuriam faciant Deo qui iuxta ueritatem Dei ponunt falsitatem et malitiam Maccometti, quidlibet sapiens per semetipsum potest auertere. Et hoc dicentes solum credunt saluari. [Ricoldus de Monte Crucis, Itinerarium (ed. R. Kappler 1997, 172-174)] Estos sarracenos quieren decir que, como esta proposición es por sí misma verdad: No hay dios sino Dios, también lo es Muḥammad es nuncio de Dios. Pero cualquier sabio por sí mismo puede advertir cuánta injuria hacen a la verdad de la filosofía aquellos que, junto a una proposición completamente verdadera, ponen una proposición completamente falsa, y cuánta injuria hacen a Dios los que junto a la verdad de Dios ponen la falsedad y la maldad de Mahoma. Y diciendo sólo esto creen que pueden salvarse.

El comentario de Riccoldo da Montecroce a la Profesión de fe del islam (ár. shāhāda) toca en esencia y, a nuestro juicio, sirve como punto de partida para explicar en líneas generales el enfrentamiento religioso con el islam llevado a cabo desde el mundo cristiano medieval. El principio dogmático más importante de la doctrina islámica1 contiene dos afirmaciones, de las que la primera (non est *  Este trabajo ha sido elaborado dentro de las actividades del proyecto de investigación «La percepción del Islam en la Europa cristiana. Traducciones latinas del Corán y controversias islamo-cristianas», FFI2011-29696-C02-02, de la DGIGPN-MIECIC, dir. Cándida Ferrero Hernández, y del Projecte de recerca consolidat (2014 SGR 53) de l’AGAUR-Generalitat de Catalunya, dir. Dr. Óscar de la Cruz Palma. 1  Así H. Boubakeur (19932, 243-244): «Cette formule de profession de foi est le principe le plus important de l’Islam. Sans elle, toutes les autres obligations perdraient leur sens et on ne peut en ce cas et à aucun titre se considérer ou se déclarer musulman. Il y a lieu

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deus nisi Deus), dice Riccoldo, es completamente verdadera (uerissima), mientras que la segunda (Maccometus est nuntius Dei), completamente falsa (falsissima). Las consecuencias de esta apreciación, intuida o expresada, aunque con menos precisión, por muchos otros autores medievales, son múltiples, pero, en esencia, fundamentan la percepción del islam como una religión que es falsa solo en parte, pero también en parte verdadera. Por esta contradicción, la literatura medieval se debate desde los primeros testimonios antiislámicos en clasificar el islam como una haeresis (es decir, una doctrina posible o bien desviada de la correcta interpretación cristiana) o una secta (es decir, otra doctrina o religión, como también lo es el propio cristianismo: observemos entonces que el latín medieval prefiere la palabra secta a la palabra religio para referirse al propio cristianismo, sea la confesión que sea). Para ilustrar fugazmente este debate, puede citarse simplemente el título de Pedro el Venerable: Liber contra sectam siue haeresim Sarracenorum. No hará falta abundar en que aparecerán referencias al islam, no ya como haeresis, sino como superstitio y los sarracenos como superstites (así, por ejemplo, en Guillermo de Trípoli, De statu Sarracenorum 24, ed. P. Engels 1992, 334). Pero en el comentario de Riccoldo hay mucho más. Puede distinguirse una doble crítica a la shāhāda: por un lado, denunciando lógica y técnicamente la falacia2 que supone que se acepte como verdadera una proposición que es falsa por el hecho de estar junto a una proposición que es verdadera. Por otro lado, Riccoldo se fundamenta también en la ética: especialmente la penúltima expresión, que contrapone la ueritas Dei a la falsitas et malitia Maccometti. En suma, la crítica de Riccoldo a la Profesión de fe del islam lleva a la consecuencia de que no es cierto que Maccometus sea d’insister sur le fait que cette profession de foi comprend deux propositions qui se complètent et sont indissociables. 1) L’affirmation de l’unicité divine; 2) la véridicité de la mission prophétique de notre Seigneur Muḥammad. La profession de foi ou témoignage est un tout et elle est, en elle-même salvatrice. Prononcée sincèrement, même une seule fois au cours de toute une vie, elle peut, à elle seule justifier le salut de l’âme». 2  J. Ferrater Mora (1983), s. v. Falacia: «Se denomina a veces falacia a un aserto sólo aparente o sofisma, y también a una aparente argumentación o silogismo o silogismo sofista. Los últimos se emplean para defender un argumento falso o para convencer a otro de lo contrario, luego de una conclusión dada».

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testigo o enviado de Dios (nuntius Dei), sino que Maccometus es falso y malvado. Dicho todavía de otro modo: la destrucción crítica de la Profesión de fe del islam —que es como decir del fundamento de la religión musulmana— conlleva la destrucción del Profeta Muḥammad. El texto elegido de Riccoldo, por lo tanto, muestra con claridad la importancia del asunto que ahora nos ocupa, que es la función de las uitae Mahometi. La observación de cómo se ha traducido al latín (y al griego-bizantino) la última expresión árabe de la Profesión de fe Muḥammad rasūlu-llāh abunda en el tema: si bien Riccoldo (como también hará Guillermo de Trípoli3) traduce de manera bastante objetiva Maccometus est nuntius Dei, otras versiones resultan algo tendenciosas y abonan el terreno de la refutación: Bartolomé de Edesa dice Moυχάμετ ἀπόστολος θεοῦ - Muhamed Apostolus Dei,4 donde se detectará sin más comentarios el sacrilegio cometido por quien pretende ser llamado apostolus Dei. Otra traducción bastante documentada, como propheta Dei, será aceptable, pero, al detectar como falso el segundo silogismo de la shāhāda, abre el argumento que se deduce: el del pseudopropheta. Por lo tanto, refutando a Muḥammad queda refutado todo el islam; refutando que Muḥammad es Profeta, se refuta el islam entero, porque así lo afirma la Profesión de fe o fundamento islámico; demostrando que Muḥammad es falso, se demuestra la falsedad de todo el islam: de ahí las innumerables historias sobre sus engaños, incluyendo los que empleó para justificar que el Corán es la palabra de Dios; demostrando que Muḥammad es malvado, se demuestra la maldad del islam: de ahí los muchos episodios de la violencia de Mahoma, bien representados por el largo tema de las primeras conversiones y de la expansión del islam por timor gladii y no mediante pax euangelica. A ello se añade todo aquello de más que sirva para denostar al Profeta Muḥammad, porque así se denostará, con más argumentos aún, al islam: demostrando que es

Guillelmus Tripolitanus, Notitia de Machometo 2 (ed. P. Engels 1992, 200): Vnus est Deus et Machometus eius est nuntius. Ibid. 8 (ed. P. Engels 1992, 286). 4  Bartholomaeus ab Edessa, Confutatio Agareni 29 (ed. Kl.P. Todt 1988, 30); ed. Le Moyne - Van Gaasbeeck 1685, 339-340; PG 104, col. 1402 (versión latina). 3 

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lujurioso, se demuestra la indecente permisibilidad del Paraíso islámico: de ahí los episodios sobre las esposas y concubinas del Profeta, así como la descripción de los goces materiales en la eternidad; demostrando su origen humilde y su falta de preparación, se demostrará mejor su interpretación incorrecta de las Sagradas Escrituras y, por lo tanto, la falsedad de los dogmas del islam; demostrando, en fin, la falta de lógica y de ética en su comportamiento, se podrá comprender que su Ley, es decir, el Corán, es irracional, como, por cierto, querrá demostrar el mismo Riccoldo con más amplitud en el capítulo octavo de su Liber contra legem Sarracenorum, al que titula «Quod est lex irrationabilis». Pero la importancia de las uitae Mahometi como estrategia para la destrucción del islam aumenta si acudimos a otras observaciones, también de carácter general. En primer lugar, podemos encontrar lugares referidos a Mahometus en todo tipo de géneros literarios —a excepción del dramático, que no aparecerá hasta época humanística—. La mayoría de fuentes son de tipo historiográfico —casi siempre crónicas—. En ellas, la uita Mahometi se presenta situando correctamente a Mahomat haeresiarches —como dice, por ejemplo, Eulogio de Córdoba, Liber apologeticus martyrum, 16 (ed. J. Gil, 1973, CSM, 483)— en época del emperador Eraclio (imper. 610641), pero cuya actitud herética —aun después de haber salvado la santa Cruz de manos de los persas— sirve para presentar la aparición del islam como consecuencia de los pecados cometidos por el mundo cristiano. En la Legenda aurea, la uita Magumethi 5 aparece incrustada dentro de Pelagius Papa (Pelagio II: reg. 579-590), pero, acudiendo a información proveniente de las crónicas, es ubicada con bastante corrección en el año 610, siendo sus contemporáneos, dice Voragine, el papa Bonifacio IV (reg. 607-615) y el emperador Eraclio, año en el que Muḥammad hace pública la proclamación del islam. El interés de las crónicas por la uita Mahometi suele ser el de poner de relieve el rápido y lamentable avance del islam, de mane-

Iacobus de Varagine utiliza la ortografía g, que justifica la expresión: Magumethus pseudo propheta et magus Agarenos siue Ismaelitas, id est Saracenos, hoc modo decepit... (ed. P. Maggioni 2007, 1414): «El falso profeta y mago Mahoma engañó a los agarenos o ismaelitas, es decir a los sarracenos...». 5 

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ra que las referencias a Mahoma suelen servir para explicar los orígenes de su peligrosa secta y cómo la gens Ismahelitarum está destruyendo la cristiandad. Pero los que hablaban de los peligros de la gens Ismahelitarum no partían de la nada, sino que se incorporaban a cierta tradición de época preislámica. Así el bizantino Sozómeno6 utilizaba avant la lettre la misma expresión. Además, esta tradición se mantenía en más de una crónica, como la de Mateo Paris Chronica maiora7 o en la profecía recogida por Guifredo de Viterbo.8 La preocupación por la amenaza del islam explica la construcción de una prosopografía de Mahoma que atestigua el origen impío del islam llevado a cabo por la ambición de poder de su fundador (sic), que ha elevado a revelación divina unos dictados arbitrarios, lujuriosos y crueles para instaurarse como señor de esos sarracenos que, desde entonces, invaden el suelo cristiano. Por lo tanto, podrá comprobarse que el discurso sobre los orígenes del islam, es decir, la explicación de la genealogía de los sarracenos y del mismo Mahoma, será un argumento que actúa con el peso de la historia y de la autoridad veterotestamentaria. La insistencia de varios autores en explicar que los sarracenos son incorrectamente llamados «hijos de Sara» (la esposa legítima de Abraham), a causa del baile entre la r/rr, y que mejor habría que llamarlos agarenos, como descendientes de Agar (la esclava de Abraham) o bien ismaelitas (descendientes del hijo de esta última), viene a poner en evidencia unos orígenes de baja condición, manchados y condenados al conflicto. Por ello, lugares como Gn. 16, 12: Hic erit ferus homo: manus eius contra omnes, et manus omnium contra eum —aquí referido a Ismael— serán argumentos de autoridad para demostrar la «genética» perversa de este pueblo. Pero la identificación de Sarraceni con tribus árabes estaba sólidamente fabricada en época preislámica: no solo en fuentes romanas —como se ve en Amiano Marcelino, XIV, 4, 1-7 (ed. W. Seyfarth, 1978)—, sino, con

Sozomenos, Historia Ecclesiastica VI, 38, 10-14 (ed. J. Bidez - G.C. Hansen 2005); PG 67, cols. 843-1630, hic cols. 1411-1414 (versión latina). 7  Matthaeus Parisiensis, Chronica maiora (ed. H.R. Luard 1876, 349). 8  Godefridus Viterbiensis, Pantheon 28 (ed. G. Waitz 1872, 196). 6 

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gran trascendencia, en los comentarios de san Jerónimo al lugar del Génesis citado9 y otros, que son tomados literalmente y también ampliados por toda la tradición medieval, hasta ganar una inercia muy influyente por verse incorporados en la Glossa ordinaria.10 Según la conciencia común configurada por la tradición de auctoritates, podría decirse que los sarracenos ya eran peligrosos antes de la aparición del islam: faltaba que un líder como Mahoma se hiciera con el poder. Pero este era solo un catalizador del carácter de su gente, violenta y tenaz —pertinacissimos hostes, dirá Juan de Segobia11— como lo es un onagro por naturaleza. De ahí que, para algunas fuentes medievales, Mahoma sea un juguete del hereje nestoriano Baḥīra —en ocasiones una ingenua víctima de un cristianismo herético, y en ocasiones hábil y ávido de poder, malversador, sabio, pergeñador de trucos o mago—, y el suyo sea una especie de gobierno-títere del Diablo o de Satanás, e incluso precursor del Anticristo o el Anticristo en persona. Pero las uitae Mahometi no solo se encuentran en fuentes de base historiográfica. En el siglo xii tenemos las uitae Mahometi versificadas de Émbrico de Mainz (Carmen de fraudibus Mahumetis) y de Gualterius de Châtillon (Otia de Machomete), fundamentales para la tradición épica francesa del Roman de Mahomet de Alexandre du Pont o la Chanson de Rolan, poemas aquellos en los que la verdad no es el objetivo, sino el pasatiempo a costa de ese Mahoma. Aquí se busca la amplificación de pasajes ridículos, sorprendentes, de chascarrillos y de cotilleos. En estos poemas los episodios favoritos son el matrimonio con la viuda rica Khadīja y los trucos para engañar a los tontos de los sarracenos, tales como la simulación de la epilepsia para justificar las revelaciones del ángel Gabriel, o los trucos del toro y de la paloma: todo ello para corroborar la falsedad

Hieronymus, Hebraicae quaestiones Hebraeicae quaestiones in Gn. 16, 12 (ed. P. de Lagarde 1959, CC SL 72, 20-21). 10  Glossa ordinaria, in Gn. 16, 12 «hic erit ferus homo»: Uel rusticus, secundum alios. Hier. in hebraeo habetur phara quod interpretatur ‘onager’. Significat semen eius habitaturum in deserto, id est Saracenos uagos incertis sedibus, qui omnes gentes quibus desertum ex latere iungitur incursantes impugnantur ab omnibus. 11  Juan de Segobia (1456), en el prólogo a su traducción del Corán, ed. J. Martínez Gázquez (2003, 394, lín. 7).  9 

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de este pseudopropheta. Sin embargo, a pesar de lo evidente que pueda parecernos el carácter fútil de estas invenciones, no resultaba fácil descreer de ellas: la existencia de tradiciones anteriores en las que se recogían ideas semejantes las vestía de autenticidad —como ejemplifica el relato sobre el truco del toro del abad Adelphus, quizá del siglo ix, muy probablemente informado por la tradición bizantina—. Por otro lado, teniendo en cuenta el notable número de obras medievales en las que aparecen uitae Mahometi y si se piensa en la literatura antijudía, esperaríamos la existencia de más tratados doctrinales de tipo teológico y filosófico, del estilo de los de Ramon Martí. Pero en realidad este tipo de obras son escasas en el panorama antiislámico. En algunos de los tratados, la argumentación teológica avanza ilustrada con episodios de la uita Mahometi que corroboran la refutación doctrinal. Interesa la demostración de que se trata de un pseudopropheta, un falso profeta, especialmente analizando la imposibilidad de sus falsos milagros —es necesario, entonces, recordar la Quadruplex reprobatio y la Contrarietas elfolica—. O bien, resulta retóricamente eficaz la comparación con Jesucristo, paralelo que se convierte rápidamente en un tópico. Pero debemos reconocer que las obras de contenido dogmático no son la mayoría. Se corrobora que, según la tradición medieval, el lugar de mayor distancia entre el cristianismo y el islam se halla en la Trinidad y, por lo tanto, también en la Encarnación. En este caso, incluso la primera proposición de la shāhāda —que Riccoldo consideraba uerissima— es refutable, porque de ella puede deducirse la negación de la Trinidad. Sale la acusación que el islam lanza contra el cristianismo al tener la Trinidad como una forma de politeísmo (así en Uncastillo12 y en Ramon Llull13). Para refutar la negación de la Trinidad que sostiene el islam, es sinceramente difícil encontrar en los teólogos medievales menciones a Mahoma: en santo Tomás, por ejemplo, hallar referencias al islam es como buscar una aguja en un pajar; y lo que hay en la Summa contra gentiles I, 6 —definitivamente el lugar más amplio en 12  13 

Uncastillo (ed. V. Valcárcel 2002, 243-244, líns. 36-44). Raymundus Lullus, De fine I,2 (ed. A. Madre 1981, 256, líns. 166-171).

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que el aquinate alude al islam— es realmente breve. En las obras del abad de Cluny, Pedro el Venerable, contra el islam, la uita Mahometi resulta muy poco aludida: su Summa totius haeresis Saracenorum sirve para demostrar que el islam es la última y peor de todas las herejías históricas. En este libro queda claro que Mahoma, influenciado por el hereje Sergio (es decir, Baḥīra) y los judíos e inspirado por el Diablo, sostiene la negación de la Trinidad.14 Su mencionado Liber contra sectam se dedica a instar a los sarracenos al debate teológico, cosa que, según el abad, tienen prohibido por miedo a conocer la verdad. Los argumentos principales son la imposibilidad de que Mahoma haya obrado milagros, por lo que no es un profeta, y la imposibilidad de que las Sagradas Escrituras hayan sido manipuladas para borrar el anuncio del advenimiento de Muḥammad dictado en Q. 61, 6 —según parecía desprenderse de Is. 7, 14 y su concordancia en Lc. 1, 31—. Otro ejemplo: de las casi 280 obras de Ramon Llull, casi todas presentadas para la conversión de los infieles, sólo tres o cuatro se dedican a mencionar o estudiar al Profeta Mafumet y, en ellas, ¡no siempre sale denigrado! De todas ellas, solo el op. 8 Doctrina pueril 71 contiene una breve biografía de Mafumet. Aunque en las otras tres o cuatro (esto es, con seguridad, el op. 11 Libre del gentil, el op. 122 Liber de fine, y el op. 131 Liber disputationis Raimundi christiani et Homeri saraceni) la información es relevante por su calidad, en las obras lulianas no aparece ninguna otra vez una uita Mahometi, sino solo noticias o menciones diseminadas. Aparentemente, por lo tanto, la tradición más puramente teológica va en contra de nuestra hipótesis, que es pensar que la refutación del islam se consigue refutando a Muḥammad. Pero cabe resaltar que toda esta tradición teológica, sin excepción, presenta el Corán como un invento de Mahoma. Incluso Ramon Llull, en cuyo op. 38 Cent noms de Déu los elogios hacia el estilo del Corán parecen sinceros, destina esta obra a demostrar que él mismo puede superar el estilo alcoránico y, por lo tanto, que no es dictado de Dios, sino de «altre home».15

14  15 

Petrus Venerabilis, Summa 13 (ed. R. Glei 1985, 14, líns. 1-8). Raymundus Lullus, Cent noms de Déu, pról.

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La lógica y la redacción de todas estas obras teológicas inducen a lo siguiente: las doctrinas islámicas son falsas porque están inventadas a partir de las interpretaciones falsas de Mahoma, es decir, por su carácter herético. He aquí, pues, que en todos ellos el objetivo es la denostación de las falsedades que Mahoma incluyó en su libro y, por lo tanto, su detección como pseudopropheta. O, volviendo al citado comentario de Riccoldo del que partíamos: la demostración de que Mahoma no es nuntius Dei. Antes de mencionar el último grupo de textos al que quiero hacer referencia, que son los provenientes directamente del árabe al latín, cabe resaltar la necesidad de tener en cuenta la existencia de la información sobre el Profeta que viene transmitida desde el mundo bizantino. Por los textos que he podido conocer, descubrimos que casi la totalidad de los tópicos sobre Mahoma que circulan en la latinidad están también en Bizancio. Algunos textos son enormemente trascendentes, como las noticias de Teófanes el Confesor, que fueron tomadas de la versión griega original por Hamartolo para su Chronicon breue, y de la versión latina poco posterior de Anastasio el Bibliotecario por muchos otros, como Pedro el Venerable y Lucas de Tuy. Otros, aunque importantísimos para la tradición bizantina, como los de san Juan Damasceno, aunque bien conocido en Occidente, no se encuentran citados en latín. Probablemente, las informaciones de las uitae Mahumeti del abad Adelphus, del manuscrito anónimo de Pisa o, quizá, de Uncastillo, también son, al menos en parte, de origen bizantino. No es imposible que las argucias del toro que presenta el Corán atado a los cuernos y de la paloma adiestrada, reflejados en algunas fuentes latinas, también lo sean. Aunque es necesario conocer los textos antiislámicos de la literatura griega para el estudio de las uitae Mahometi que circulan por la Edad Media latina, uno de los problemas de fondo, según creo haber percibido, es explicar las numerosas coincidencias entre la información sobre Mahoma que circula por el mundo Bizantino y por la Latinitas. Excepto en casos claros como el de Teófanes el Confesor, la explicación por influencia de los autores griegos sobre los latinos suele no estar demostrada o, simplemente, es no-identificada. Por ejemplo, si vemos la construcción del antiguo (siglo vii) e influyente Ps.-Methodius Apocalypsis 11, 3 (ed. B. Garstad, 2012, 110): In hac itaque Gabaoth cadent in ore gladii [...] a semine Is-

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maheles, qui appellatus est «onager», eo quod in ira et furore mittuntur super faciem totius terrae, super homines quoque et iumenta et bestias silue et super omnem saltum et plantariam et super omnem nemorum et in omnem speciem fructiferam. ¿No se percibe aquí el Génesis 16, 12, y no coincide con el comentario de san Jerónimo: Pro rustico scriptum habet in hebraeo fara, quod interpretatur onager, que, recordemos además, fue incorporado, como hemos dicho, a la Glossa ordinaria? Por lo tanto, junto con la influencia de autores, hay que considerar también que vías diferentes llevaban al mismo lugar: a la destrucción del Profeta. El problema de la configuración e influencia de las fuentes bizantinas gana mayor complejidad si se tienen en cuenta las fuentes cristianas orientales expresadas en lengua árabe y siríaca, la mayoría de ellas ofrecidas por la formidable Patrologia Orientalis. La información sobre los árabes y Mahoma del melquita Agapius (siglo x) en su informe árabe titulado Kitab al-‘unvan [Historia Universal] es breve, pero precisa y objetiva —es decir, contrastable—. Y lo mismo ocurre con la anónima Historia Nestoriana, fechada de manera demasiado imprecisa entre los siglos ix-xiii —quizá porque el texto va creciendo en su transmisión—, cuya información sobre el islam está claramente destinada a preservar memoria de viejos pactos entre cristianos y musulmanes de cara a sus propios tiempos, que carecían de calma. En tercer lugar —y no citaremos más ahora—, situados a mediados del siglo ix, las respuestas por medio de cartas a la demostración científica por parte del musulmán Ibn al-Munağğim de que Muḥammad es realmente un profeta de Dios, respuestas firmadas por los sabios árabe-cristianos Qusṭā ibn Lūqā (m. c. 912) y Ḥunayn ibn Isḥāq (m. 873), ambos traductores al árabe de obras científicas de herencia griega, próximos al califa de Bagdad. Realmente las respuestas mantuvieron un alto nivel filosófico y de franco respeto por los dogmas musulmanes a los que hacían frente. Será, en conjunto, un tipo de objetividad que tiene su naturaleza no solo en la talla intelectual de sus autores —cosa que, como es sabido, no exime de maldad—, sino más bien por el contacto directo y el conocimiento de la cultura árabe. Y, si no, ¿qué decir ante la oración cristiana del palestino anónimo del siglo viii?:16 16 

Palestino anónimo, «preghiera», 49-50.

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Tu sei il Clemente, il Misericordioso, il Clementissimo, l’Assiso sul Trono, Tu ti innalzi sulle creature riempiendo ogni cosa...

Esta observación —mucho más que estrictamente ética— debe tenerse en cuenta para un cierto número de textos que parten de información extraída directamente de la tradición árabe islámica. Así las citas de hadices, dadas con precisión por Juan Andrés, Riccoldo da Montecroce, Ramon Llull o en la Quadruplex reprobatio; o bien la enumeración comentada de las expediciones del Profeta que aparecen en el Pantheon de Guifredo de Viterbo, en la Chronica maiora de Mateo Paris y —de manera independiente a estos— en la Chronica mendosa. Pero los más notables son aquellos textos latinos que son resultado de la traducción de textos árabes islámicos: nos referimos a las traducciones completas o parciales del Corán al latín; las dos epístolas del Liber Alquindi o la mayoría de contenidos de la Contrarietas elfolica; los informes históricos o etnológicos (como la Chronica mendosa o la información que ofrece Riccoldo da Montecroce) o de tema piadoso (como el Liber scalae Machometi, el Liber de generatione y el Liber de doctrina Mahumet). También depende de la lectura directa de fuentes árabes buena parte de la información que transmiten el conjunto de crónicas asturianas y de los mártires de Córdoba, quizá en parte la Vita Machometi de Uncastillo y habría que ver si el informe del abad Adelphus. Apoyados todos ellos en citas alcoránicas contestadas con la lógica cristiana y contrapuestas a las auctoritates evangélicas, los temas que ocupan mayor atención son las referencias genealógicas (que pueden llegar a ser espectaculares, como en la Chronica mendosa, en el Liber de generatione y, en menor medida, la que ofrece la Crónica profética, que sirven, todas ellas, además de remitir a los ancestros veterotestamentarios del Profeta, para emparentar a los califas con Muḥammad), los episodios de la influencia de Baḥīra, de las esposas de Muḥammad, de los milagros que se le atribuyen y las descripciones del Paraíso. El caso del Liber de generatione es conmovedor, porque, siendo central el tema de la luz mística del Profeta Muḥammad, amplía hermosamente los episodios de su infancia con la nodriza Ḥalīma. La versión que le corresponde en la tradición aljamiada del Libro de las luces de al-

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Bakrī17 demuestra su calado popular. Igualmente ocurre con el Liber de doctrina Mahumet. Con alguna excepción, la mayor parte de las obras de este último grupo de textos provenientes del árabe también corroboran nuestra hipótesis, porque los episodios que aparecen en las respectivas uitae Mahometi suelen ser amplificaciones perfectamente documentadas de aquellos lugares que mejor demuestran la falsedad de Mahoma. Esto es, por inventar una genealogía abrahámica o pretender estar emparentado con Adán; por ver en Mahoma una víctima de la influencia del hereje Baḥīra; por resultar lujurioso; por pergeñar milagros o por inventar una doctrina encaminada a seducir o engañar a los árabes. Curiosamente, algunos de estos textos que son resultado de la traducción directa del árabe parecen haber sido dejados de lado por la tradición latina: excepto los casos del Dialogus de Pedro Alfonso y el Liber Alquindi —y de este, sobre todo el rescriptum christiani—, resulta francamente difícil encontrar citados o detectar la influencia de los demás textos que acabamos de referir. Pedro el Venerable mismo apenas utiliza las valiosas fuentes que ha obtenido del árabe. Y así como Riccoldo da Montecroce y Ramon Martí utilizan y comentan obras como la Contrarietas elfolica o la traducción del Corán elaborada por Marcos de Toledo, la mayor parte de este tipo de textos muy fieles con la tradición árabe aparecen poco citados. Ramon Llull conoció la Contrarietas elfolica y el Alquindi, a los que recomienda leer junto al Liber de gentili,18 pero detectarlos citados en sus obras es leerlas con lupa. Quizá porque, en realidad, textos tan exhaustivos con el islam y con la historia de los musulmanes no resultaban útiles. En el torrente de la polémica antiislámica y con la voluntad de denostar al islam, a mediados del siglo xii, parece contrario a este propósito la traducción de Hermán de Carintia titulada Liber de generatione, según una fidelidad ciertamente alejada del tono denigratorio:19

Para la identificación con el Liber de generatione, cf. Ó. de la Cruz Palma (2011). Para la identificación del texto árabe, cf. B. Shoshan (1993). 18  Raymundus Lullus, De fine II, 6 (ed. A. Madre 1981, 283, líns. 1081-1088). 19  Edición propia (en preparación). 17 

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Liber generationis Mahvmet nvncii Dei oratio Dei super eum et salus, ab Adam et Eua per ordinem parentum utriusque sexus, usque ad tempus quo produxit eum Deus perfectum, gratiosum et idoneum sibi. Libro de la genealogía de Muḥammad, el enviado de Dios (oración de Dios sobre él y salvación), desde Adán y Eva, siguiendo el orden de los progenitores de ambos sexos, hasta el momento en que Dios lo creó perfecto, gracioso y digno de Él.

Para ver mayor aceptación de este y otros textos semejantes, habrá que esperar a época premoderna o moderna: a Alfonso de Espina, a Dionisio el Cartujano, a Nicolás de Cusa, a Tomasso Campanella, o a Guillaume Postel, mientras que la insuperable antología publicada por Bibliander en 1543 les dio un impulso que los hizo accesibles hasta la actualidad, cuando no solo sigue siendo útil, sino también imprescindible. Para finalizar, viendo el panorama de textos medievales que contienen información sobre el islam y sobre el Profeta Mahoma, podemos llegar a afirmar que la Latinitas estaba muy bien informada. La afirmación de Norman Daniel sigue en pie: Pourtant, les fondements de l’islam furent bien compris par un grand nombre d’auteurs et interprétés délibérément à contrasens par la plupart.20

Ahora bien, puesto que la mayor parte de esta información viene presentada retóricamente para la finalidad de la refutación del islam, esta información, ciertamente ingente, pierde valor histórico para ganar peso como tópico retórico de denostación. Es cierto que una parte importante de la información sobre Muḥammad es infundada —como la presencia de Mahoma en Hispania, según relata la Vita Isidori— y otra carece de realidad en el islam —como el 20  N. Daniel (1993, 35). Preferimos leer la traducción francesa de A. Spiess, por la labor de actualización del autor mismo sobre la edición inglesa original Islam and the West. The Making of an Image, Edinburg, 1960, donde, en cuanto a la frase citada, había escrito de manera menos específica (1960, 17): «In despite of this, the basic tenets of Islam were well understood by a great number of writers».

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tópico de la epilepsia de Mahoma—; pero, filtrada de la adjetivación denigratoria, la mayor parte de las referencias al Profeta pueden situarse al lado de las biografías árabes, revelándose como información «básicamente correcta». El tópico del timor gladii, por ejemplo, es decir, de la conversión del islam por la espada —ya presente en los primeros autores como Eulogio de Córdoba, y continuado por casi todos los demás que se refieren al Profeta— se fundamenta en varios episodios en los que Muḥammad se enfrenta a la disensión de los de su entorno. Por ejemplo, ante la disensión del tío de Muḥammad, Abū Lahab, nombre que da título a la sura Q.111 y a quien el islam denosta exclamando sobre él expresiones como «¡condenado sea!», que tienen su reflejo en la tradición latina, como hace el Liber de generatione, donde Abū Lahab (Abulheb) es malignus et infidelis y como Egidio de Viterbo (ms. M) Q. 111, 1: perditus est!21 La narración del bizantino Bartolomé de Edesa es un ejemplo claro de ello, basada tanto en el mismo Q. 111, como en los comentarios (tafsīr) y la sīra del Profeta22. Y ello no solo, como hemos dicho, se fundamenta en el Corán mismo (en este caso, sura Q. 111), sino en varios episodios de la biografía del Profeta, como recoge, por ejemplo, Ibn Isḥāq (vol. I, 270-271), respecto a la conversión con la espada en la mano de su tío ‘Umar ibn al-Khaṭṭāb, que también sale mencionado en la Contrarietas elfolica. Pero, naturalmente, el transfondo árabe del tema de la espada en la mano —según el ejemplo tomado— dio rienda suelta para tildar el islam de violento, en unos términos que jamás se avienen con la realidad histórica ni doctrinal del islam. Volviendo al principio. A nuestro juicio, la explicación de Riccoldo refleja la dificultad mayor a la que se enfrenta la interpretación cristiana cuando pretende atacar al islam, esto es: si la afirmación de la Profesión de fe del islam es completamente verdadera en su primera proposición (uerissima), ¿por qué no lo es en la segunda?

21  22 

Ed. de K.K. Starczewska (2012). Bartholomaeus ab Edessa, Confutatio Agareni 56 (ed. Kl.P. Todt 1988, 78).

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