Macri presidente. Un perro en el sillón de Rivadavia (publicado el 10/2/2016)

June 9, 2017 | Autor: Héctor Palma | Categoría: Sociology, Latin American Studies, Comparative Politics, Political Philosophy, Latina/o Studies, Latin American politics, Political Science, Politics, Argentina History, Populism, Argentina, Neoliberalism, Filosofía Latinoamericana, Sociologia, Ciencia Politica, Latin America, Ciencias Politicas, Filosofia y Derechos Humanos en America Latina, Ciência Política, Historia Argentina, Sociología, Sociología de la Cultura, Estudios Latinoamericanos, Ciencia política, America Latina, Latinoamerica, América Latina, Ciencias Políticas, Populismo, Facultad de ciencias politicas y sociales, Filosofía latinoamericana y pensamiento crítico en América Latina, Neoliberalism and Education, Populismo Clásico, Derecho y ciencia política, Populismos Latinoamericanos, Neoliberalismo, Derecho Y Ciencias Politicas, Neoliberalizm, Ciencias Policas, Estudios De Latinoamerica, Facultad De Ciencias Políticas Y Sociales, Latin American politics, Political Science, Politics, Argentina History, Populism, Argentina, Neoliberalism, Filosofía Latinoamericana, Sociologia, Ciencia Politica, Latin America, Ciencias Politicas, Filosofia y Derechos Humanos en America Latina, Ciência Política, Historia Argentina, Sociología, Sociología de la Cultura, Estudios Latinoamericanos, Ciencia política, America Latina, Latinoamerica, América Latina, Ciencias Políticas, Populismo, Facultad de ciencias politicas y sociales, Filosofía latinoamericana y pensamiento crítico en América Latina, Neoliberalism and Education, Populismo Clásico, Derecho y ciencia política, Populismos Latinoamericanos, Neoliberalismo, Derecho Y Ciencias Politicas, Neoliberalizm, Ciencias Policas, Estudios De Latinoamerica, Facultad De Ciencias Políticas Y Sociales
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Descripción

MACRI PRESIDENTE. UN PERRO EN EL SILLON DE RIVADAVIA Héctor A. Palma Hace unos días circuló por los medios y por las redes sociales una foto del perro de Macri (bautizado “Balcarce” en alusión a la calle en la cual se encuentra la Casa de Gobierno, antes de las elecciones) sentado en el sillón presidencial (todos sabemos que, en verdad, no es el sillón de Rivadavia que ya no existe, si es que existió, pero así se lo conoce). Hubo algunas reacciones de aprobación y simpatía y también otras adversas pero banales porque las quejas por “la falta de respeto” no hacían más que reforzar la intención del presidente y su oficina de propaganda: mostrar que Macri es una “persona común” con los mismos deseos, afectos y emociones que el resto, en línea con la serie de fotos con su bella hijita y su, también bella, pero esclavista y omnisonriente esposa, es decir desolemnizar o desacartonar la figura presidencial. Pues bien, varias cosas pueden decirse. En primer lugar, y lo más obvio es que el presidente no es, nunca, una persona común. De sus decisiones depende la vida, la felicidad, la salud y el futuro de millones de personas, de modo que decir que es una persona común no es más que tilinguería y desprecio por la política. Todos sabemos que Macri es una persona muy inculta e ignorante, con un vocabulario que no llega a 200 palabras. Pero sobre todo tiene, poder mediante, la brutalidad del que desprecia el conocimiento y la cultura y agrega la impunidad de la ignorancia que, si se tratara efectivamente de una persona común no sería grave; pero se trata del presidente de la Nación. En esa ignorancia confunde (él o sus propagandistas, da lo mismo) desolemnizar o desacartonar con banalizar o bastardear. A lo que se suma que el desacartonamiento es sólo un gesto vacío y superfluo porque proviene de alguien que es completamente conservador y reaccionario ideológicamente y absolutamente ortodoxo en su pensamiento liberal en lo económico. En segundo lugar, salvando las distancias, uno no puede menos que evocar al emperador Calígula (12-41) quien amaba tanto a su caballo Incitatus, que no solo lo hacía dormir con mantas púrpura (el color más caro en Roma) y llevar collares de piedras preciosas sino que (según cuenta Suetonio) lo quiso nombrar Cónsul. Huelga señalar que aún recordamos a Calígula a 2000 años de su muerte y que Macri solo quedará en un oscuro rincón de la historia de la tragedia argentina, pero en ambos casos se evidencia un desprecio por las instituciones y la política. Y no estoy exagerando, porque no llamar a extraordinarias del Congreso y sacar por Decreto una enorme cantidad de medidas realmente importantes, avasallar leyes votadas democráticamente y por amplísimas mayorías luego de años de debate plural, perseguir y acallar voces opositoras, violar la intimidad de las personas, amparar (y mantener) una cobertura mediática cómplice, son las caras concretas del desprecio por lo institucional. En tercer lugar, que se pueda poner un perro en el sillón presidencial indica, con absoluta claridad, que allí no está el poder. Allí puede haber un perro, un ornitorrinco, un señor llamado Macri…o nadie. Y no es un acto de modestia lúcida de Macri, él sabe que el poder está en otro lado y que es sólo un gerente. Es parte de esos grupos que han gobernado la Argentina casi siempre (con la excepción de los últimos 12 años) pero también es su delegado. Él sabe que tiene muchas deudas de clase y de campaña y las está pagando con creces rápidamente transfiriendo monumentales cantidades de dinero, cediendo lugares y puestos estratégicos, facilitando negocios de toda clase. Es entonces, un mensaje doble: de

reconocimiento y sumisión hacia el poder real por un lado y por otro hacia los habitantes de este país para que refuercen su desprecio por la política. Se lo mire por donde se lo mire, se trata siempre del desprecio por la política que tiene al menos tres objetivos claros: el primero es el inicio de una campaña de desprestigio y persecución de los funcionarios del gobierno anterior y de sus más caros símbolos (los derechos humanos, la redistribución de la riqueza, la presencia activa del Estado en la economía); el segundo es provocar un escepticismo paralizante en la población que, luego del 2001 y el “que se vayan todos” había vuelto a creer que con la política se puede transformar la realidad en favor de las mayorías luego de décadas de frustraciones; y tercero, instalar un orden de hecho y de derecho para que nunca más puedan gobernar proyectos progresistas e incluyentes. La batalla cultural sigue: el neoliberalismo individualista del sometimiento externo, alta desocupación, salarios bajos y del Estado gendarme, aún después de dos experiencias siniestras para nuestro pueblo (Dictadura Militar y gobiernos de Menem-de La Rúa) goza de buena salud. Veremos si los excepcionales 12 años que pasaron generaron la capacidad de reacción suficiente y los dirigentes de la oposición están a la altura de la cita con la historia.

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