Macri presidente o el elogio de la ignorancia (publicado el 10/12/2015)

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Descripción

Macri presidente o el elogio de la ignorancia Héctor A. Palma Dos cosas antes de comenzar: la primera es que no me gusta Macri ni lo que representa. Tengo una visión ideológica, política y de la vida, del proceder profesional, de las relaciones humanas, del valor del conocimiento, de la cultura, completamente diferentes de las de él. La segunda es que estoy convencido que la crítica y las objeciones que se le pueden hacer son y deben ser políticas y no personales y para ello inauguro esta columna semanal. Sin embargo, me tomo la licencia de que esta primera entrega no vaya en esta línea y, excepcionalmente, me ocupo del personaje Macri. **** A lo largo de la historia, y en la actualidad, los distintos saberes disputan espacios en la sociedad. Siempre hay “otros saberes”, no reconocidos por los saberes legitimados que suelen calificarlos de “ignorancias”, y que pugnan por mostrarse. El romanticismo reivindica el sentimiento y lo vital por sobre la razón científica e ilustrada; la cultura en sentido restringido y elitista ha sido criticada justamente por eso, por ser elitista y por no comprender (ni ser comprendida) por las multitudes; el saber práctico y vulgar del artesano o del campesino, muchas veces resulta mejor y más efectivo que los saberes que han pasado por el prisma académico; la experiencia vital también a veces compite y en ocasiones refuerza el saber académico; últimamente hay un reverdecer ingenuo, y a veces doloso, de las llamadas “medicinas alternativas”, sin contar con las nuevas versiones mágicas acerca del mundo, la salud, la naturaleza, etc. Pero todos estos otros saberes (estas “ignorancias” según la versiones consagradas del saber y la racionalidad) hacen un esfuerzo militante y explícito por ser reconocidas y valoradas. Incluso es una verdad de Perogrullo que todos somos ignorantes de la gran mayoría de los saberes que circulan por el mundo y a lo sumo podemos dominar una pequeñísima parcela del conocimiento general. Pero aquí voy a hablar de otra ignorancia, de una ignorancia vergonzante, de la que por no reconocerse no puede pedir reivindicación alguna; de una ignorancia impune, soberbia y desafiante, desafiante hasta provocar vergüenza ajena; de la ignorancia dolosa del que no puede ignorar aquello que ignora. De la ignorancia del tilingo1 con poder que no entiende que si no se nota que dice tonterías, no es porque no las diga sino solamente porque tiene poder. También considero que Macri es un personaje profundamente inculto e ignorante en casi todos los sentidos que puedan atribuírsele a esos dos adjetivos. Pero, no es el único, incluso seguramente no sea el más ignorante si fuera posible establecer alguna gradación; al mismo tiempo, hace siglos que el poder de los gobernantes, la legitimidad de su proceder, sobreviene de la voluntad de los que lo eligen y no de su sabiduría, como gustaba exigir Platón, en su aristócrata ingenuidad, en la figura del gobernante filósofo. Ni siquiera consideraré que, en el ya lejano, olvidado e inútil debate con Scioli dijera, con toda claridad y mirando a cámara y modulando con la prolijidad del que cree estar anunciando algo trascendente: “no vinistes”. Y enseguida: “chanz” (no sé que habrá querido decir ni qué palabra creyó estar usando pero intento expresarlo como sonó). 1

El diccionario de la lengua define “tilingo” como: “Dicho de una persona: Insustancial, que dice tonterías y suele comportarse con afectación.”

No, en Macri hay algo más. No sólo transmite un mensaje más parecido a la autoayuda y al estilo de los pastores evangélicos televisivos, caracterizados, finalmente, por la peor versión de un individualismo ramplón y una espiritualidad entendida como ausencia de contacto con el afuera y lo social, sino que apenas se sale de su eslóganes vacíos y guionados, aflora la peor ignorancia. No se trata de la natural y razonable ignorancia de cualquier persona que transita la función pública y que para remediarla cuenta con ministros, asesores y colaboradores especialistas. No, como decía más arriba se trata de aquella ignorancia que se ignora a sí misma, que excluye a quien la padece de la contemporaneidad y que es culpable porque es inaceptable para alguien que es presidente. Es bueno aquí recordar algunos ejemplos que cualquiera puede ir a buscar en notas periodísticas y archivos. Hace ya un tiempo cuando circulaba una acusación de xenofobia alrededor del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y de cierta animosidad con los inmigrantes latinoamericanos, Macri aseguró que eso no era cierto, que él tenía “un empleado ecuatoriano”. El famoso latiguillo “tengo un amigo judío” (o negro, o puto o cualquier otro grupo a menudo discriminado) que ya llegó al estatuto de chiste, Macri lo usa como argumento de prueba de sus conductas, como se hacía al menos 40 o 50 años atrás. Elogiando la austeridad y la racionalidad en el gasto, en cierta ocasión señaló, que “si tu mujer viene y te pide todos los días un tapado de visón…” vos no deberías acceder. Desconozco si la mujer de Macri o sus allegados usan tapados de visón, pero la discusión sobre el uso de las pieles naturales para vestimenta está, al menos para la enorme mayoría de la población, saldada hace 30 años, sin contar con la otra situación, es decir la de la mujer mendicante, postergada y dependiente que le pide al marido que le compre un tapado. Todos recuerdan la patética imagen de un Macri balbuceante ante preguntas no preestablecidas de los periodistas y contestando textualmente lo que un asesor le susurraba al oído y a la vista de todos. En una campaña pública contra los piropos subidos de tono por agresivos y machistas señaló Macri: “A todas las mujeres les gusta que les digan un piropo. “Aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada. No puede haber nada más lindo (que un piropo), por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés, está todo bien”. Y en un alarde de sociología barata: “Nosotros somos iguales a los tanos, de españoles tenemos muy poco”. No creo que el presidente esté de acuerdo con la violencia del piropo agresivo….simplemente no lo entiende. Finalmente en los días previos a las elecciones, y en el remolino de campañas publicitarias de todos los partidos, Macri aparece sentado en el patio de una casa con una mujer en una silla cercana y la hija de esa mujer, una niña de unos 10 u 11 años apoyada contra su rodilla. La niña, ostensiblemente incómoda, quiere escaparse del presidente. A una pregunta de Macri la niña responde que vende flores para comprarse una bicicleta a lo que Macri contesta sin siquiera sospechar que el trabajo infantil no sólo es una aberración de nuestra cultura sino, sobre todo, que está prohibido por una ley de la Nación que “te compro todas”. La denigrante beneficencia en lugar de los derechos tomada como correcta política de una clase a la que el candidato pertenece. Macri se ha perdido e ignora buena parte de los debates de la cultura argentina de los últimos 30 o 40 años, atrasa indignamente, arrastra lo peor de los conservadores de la década del ’30 del siglo pasado y lo peor de la sociedad marketinera y mediática actual con su tilinguería superflua y vacía. Probablemente por haber vivido siempre en burbujas de clase inaccesibles y casi siempre ignoradas por la gente del afuera, pero que

se hacen inimaginablemente perversas cuando ese personaje es Presidente de la República.

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