Macri presidente. El golpismo preventivo (publicado el 5/3/2016)

June 7, 2017 | Autor: Héctor Palma | Categoría: Sociology, Political Sociology, Latin American Studies, Comparative Politics, Political Philosophy, Political Theory, Latina/o Studies, Latin American politics, Political Science, Politics, Populism, Argentina, International Politics, Neoliberalism, Argentinean Politics, Filosofía Latinoamericana, Sociologia, Ciencia Politica, Latin America, Ciencias Politicas, Filosofia y Derechos Humanos en America Latina, Ciência Política, Historia de las ideas latinoamericanas, Sociología del Derecho, Antropología Social, Sociología, Sociología de la Cultura, Antropología, Estudios Latinoamericanos, Ciencia política, America Latina, Latinoamerica, América Latina, Antropología y Sociología Jurídica, Ciencias Políticas, Populismo, Filosofía latinoamericana y pensamiento crítico en América Latina, Sociologia Jurídica, Neoliberalism and Education, Populismo Clásico, Populismos Latinoamericanos, Neoliberalismo, Derecho Y Ciencias Politicas, Populisme, Ciencias Policas, Estudios De Latinoamerica, Political Theory, Latina/o Studies, Latin American politics, Political Science, Politics, Populism, Argentina, International Politics, Neoliberalism, Argentinean Politics, Filosofía Latinoamericana, Sociologia, Ciencia Politica, Latin America, Ciencias Politicas, Filosofia y Derechos Humanos en America Latina, Ciência Política, Historia de las ideas latinoamericanas, Sociología del Derecho, Antropología Social, Sociología, Sociología de la Cultura, Antropología, Estudios Latinoamericanos, Ciencia política, America Latina, Latinoamerica, América Latina, Antropología y Sociología Jurídica, Ciencias Políticas, Populismo, Filosofía latinoamericana y pensamiento crítico en América Latina, Sociologia Jurídica, Neoliberalism and Education, Populismo Clásico, Populismos Latinoamericanos, Neoliberalismo, Derecho Y Ciencias Politicas, Populisme, Ciencias Policas, Estudios De Latinoamerica
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Descripción

Macri presidente: los golpes de Estado preventivos Héctor A. Palma

Todo cambia, incluso los golpes de Estado. La Argentina ha sufrido en los últimos 100 años muchos y diversos golpes de Estado militares. Las Fuerzas Armadas desplazaban a las autoridades legítimas y tomaban el poder, amparadas en situaciones de inestabilidad política o económica, muchas veces fogoneadas, provocadas o reforzadas por los mismos golpistas y sus infaltables aliados civiles internos y externos. Luego, la historia conocida: anulación de las libertades y las estructuras democráticas, mayor o menor nivel de represión y violencia, libertad económica. Las cosas fueron cambiando y, en los últimos 10 o 15 años, Latinoamérica vivió una conjunción inédita de gobiernos que podríamos denominar, para evitar análisis de detalle que exceden las posibilidades de esta nota, progresistas o populistas (aquí “populista” no tiene la connotación negativa que las derechas suelen darle). Generaron fuerte crecimiento, una presencia del Estado en los resortes claves de la economía, una redistribución importante del ingreso y una baja de la pobreza y la desigualdad. También coincidieron, lamentablemente, en padecer en algunos casos con éxito y en otros no, lo que se ha dado en llamar golpes de Estado “blandos” o “suaves” o, incluso, golpes de Estado “democráticos”. No consistieron en sacar las fuerzas armadas a las calles y tomar el poder político sino en desgastar de diversos modos a los gobiernos a través de una oposición política feroz, con la complicidad de los oligopolios mediáticos internos y externos, las corporaciones económicas también internas y externas y un sistema judicial venal y adicto para que, finalmente alguna estructura de gobierno democrático como el Congreso o la Suprema Corte consiguiera derrocar al presidente y asumiera alguien de la línea sucesoria. Estos procesos destituyentes se desataron, como decía con éxito o sin él, en Bolivia, Honduras, Paraguay, Venezuela, Ecuador, Brasil y Argentina. Dos tipos de golpes de Estado, similares consecuencias. Finalmente llegamos a este momento con una novedad, la tercera forma de golpe de Estado, que he llamado “preventivo”. ¿En qué consiste? La Argentina vive hoy una situación novedosa: la derecha neoliberal por primera vez llega al poder a través del voto popular (dejaremos los casos de Menem-de la Rua para otra nota). Sin embargo no es novedoso su plan de gobierno: avasallamiento de las instituciones, redistribución negativa del ingreso, libertad económica, baja de salarios, desguace del Estado fiscalizador económicamente activo y refuerzo del Estado gendarme, alineamiento con las políticas (cada vez más impúdica y groseramente) imperiales de los EEUU. Habría que agregar una inédita concentración de medios masivos de comunicación que funcionan como actor político central en el logro eleccionario y el mantenimiento de un cerco mediático de protección y creación de un relato adicto. Las derechas neoliberales han ido aprendiendo en estos últimos tiempos, como cualquier actor político, algunas lecciones a partir de errores y fracasos. Hoy saben que ya todos sabemos. Nadie que no sea cómplice, beneficiario o ignorante cree que las políticas neoliberales puedan mejorar la situación de la mayoría, reducir la pobreza y mucho menos la

desigualdad. Los argentinos en particular ya lo hemos padecido y los más jóvenes tienen toneladas de informes y material escrito y audiovisual sobre la historia argentina reciente y no tan reciente. Como saben que sabemos, ya no se esfuerzan en convencer a la población de las bondades de la libertad de mercado; ahora sus campañas se basan, por un lado, en eslóganes vacíos, una mezcla de autoayuda ramplona y pastoral evangélica y, por otro lado en mostrar que un gobierno de tecnócratas y gerentes de grandes empresas es la única posibilidad política viable y sostenible; que cualquier otra alternativa está destinada al fracaso. En este contexto surgen los golpes de Estado “preventivos”. Consisten en una venganza inusitada dirigida a tres objetivos primordiales: destruir todos los indudables logros del gobierno anterior propiciando y sobreactuando una crisis (inexistente hasta que asumió el PRO); perseguir y denigrar a las figuras de los máximos dirigentes –hoy opositoresarmando causas judiciales de dudoso progreso judicial pero de indudable impacto mediático; destruir todos los símbolos del pasado reciente intentando mostrar que todo gobierno que pretenda apoyarse en una presencia fuerte del Estado y en valores distintos del individualismo extremo y la libertad de mercado, están destinados al fracaso porque necesariamente degeneran en sistemas corruptos. Hoy vimos como llevaban a Lula en Brasil a declarar en una causa por corrupción; está en marcha una puesta en escena para culpar a Cristina de lo que le pasó a Nisman; seguramente algo similar le pasará a Maduro cuando pierda las próximas elecciones. Veremos cómo le irá a Evo y a Correa. Los nuevos golpes de Estado preventivos los llevan adelante gobiernos elegidos democráticamente apoyados en un trípode: un sistema jurídico adicto o complaciente, las grandes corporaciones económicas y los oligopolios mediáticos. Los nuevos golpes de Estado preventivos son distintos a los anteriores porque no derrocan gobiernos legítimos, sino que persiguen a figuras opositoras de gran predicamento o candidatos futuros, forzando al límite las instituciones democráticas. Los golpes de Estado preventivos tienen éxito si la oposición se diluye, pacta o claudica. La batalla cultural sigue.

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