M. Márquez (2005), \"Consideraciones acerca del campo léxico verbal de la muerte en la Chronica Marcellini Comitis\", Ad amicam amicissime scripta: homenaje a la profesora María José López de Ayala y Genovés, Madrid 2005, pp. 301-310

June 24, 2017 | Autor: Manuel Márquez Cruz | Categoría: Roman History, Lexicology, Semantics, Ancient Historiography
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Consideraciones acerca del campo léxico verbal de la muerte en la Chronica Marcellini comitis Manuel Márquez Cruz Universidad Complutense de Madrid

Introducción El presente trabajo persigue los siguientes objetivos: por un lado, dar a conocer a un autor, el Conde Marcelino, y una obra, la Chronica Marcellinis comitis –recogida por Th. Mommsen1 (MOMMSEN 1964: 59-108)–, que hasta ahora habían sido poco tratados en la historiografía latina; por otro lado, mostrar al lector algunos rasgos de autor en esta crónica historiográfica del siglo VI, rasgos que pocas veces aparecen en escritos de este género. Con el fin de llevar a buen puerto nuestra empresa, hemos analizado las diferencias léxicas que se observan entre aquellos pasajes con los que el autor, debido a su formación como clérigo y miembro de la corte bizantina, pudo sentirse especialmente identificado2 y el resto de la obra, tomando como base de dicho estudio el campo léxico verbal de la muerte.

1. La figura del Conde Marcelino y su entorno literario El estudio del perfil histórico y literario del Conde Marcelino se torna una tarea ardua debido a la escasez de noticias biográficas que existe sobre el mismo. Quizá sea éste uno de los factores que han generado, como ha sucedido con otros autores, esa aura de misterio que durante siglos ha envuelto la figura del cronista ilirio. Fue Casiodoro quien recogió en sus Institutiones3 los escasos datos biográficos que tenemos sobre Marcelino. De acuerdo con su testimonio, era natural de Iliria, formó parte de la corte imperial de Justino en Constantinopla y por sus servicios como cancellarius del joven Justiniano recibió el título honorífico de conde. A este nombramiento se unió el de vir clarissimus, título que, como afirma Brian Croke (CROKE 1995: XIX), indica que llegó a alcanzar la condición de senador. 1

En adelante, refiriéndonos al autor de la Chronica, citaremos “Marcell.” seguido del año y el número del párrafo en el que se describe el suceso, numeración, esta última, fruto de la edición de Th. Mommsen. 2 Nos referimos a aquellos textos que tratan la sucesión de Papas, la de emperadores, así como la perdida de destacados miembros de la familia imperial y de la Iglesia, durante los siglos IV, V y VI. 3 Institutiones 1.17.2ss.

Un dato que llama particularmente la atención, y sobre el cual ya incidió Mommsen (MOMMSEN 1961: 39-59) en la introducción a la edición de su Chronica Marcellini comitis, es la estrecha relación que Marcelino mantuvo con la Iglesia. Según el erudito alemán, nuestro autor formó parte del clero de la Iglesia Católica, al menos durante sus primeros años –esto es, a finales del siglo V–, y se sintió comprometido con sus ideales religiosos hasta tal punto que intervino con vehemencia en las disputas entre cristianos y nestorianos, a resultas de lo cual se vio obligado a abandonar el sacerdocio. Posiblemente, Marcelino se identificaba con los planteamientos más tradicionales y ortodoxos en el seno de la Iglesia Católica, según deja translucir su obra, criticando abiertamente y sin reparos tanto a los arrianos como al resto de facciones heréticas que amenazaban a la que él denomina “nuestra Iglesia”4. Tras abandonar el clero, y gracias a la fama de erudito que le precedía, fue admitido en la corte del emperador Justino como cancelario de palacio y tutor del joven Justiniano5. Sin embargo, parece que su estancia en palacio no fue completamente de su agrado, razón por la que, al poco tiempo de subir al trono Justiniano, se retiró para dedicarse a la literatura. Tales son los datos biográficos que tenemos sobre nuestro autor. No conocemos, por lo demás, ni su fecha de nacimiento, ni la de su muerte6. En lo que se refiere a su producción literaria, sabemos que, además de la Chronica, fue autor de otros dos trabajos: un De temporum qualitatibus et positionibus locorum en cuatro libros, y una descripción de las ciudades de Constantinopla y Jerusalén. De ambas obras tenemos noticia de nuevo gracias a Casiodoro7. Aunque su lengua materna era el griego, escribió en latín, como ya habían hecho anteriormente autores de la talla de Amiano Marcelino o Claudiano.

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Marcell.380: Gregorius Nazianzenus facundissimus Christi sacerdos et Hieronymi nostri praeceptor ecclesia nostra aput Byzantium ab Arrianis capta plebem catholicam in beatae Anastasiae oratorio catholico cottidiana adlocutione continuit. 5 Cassiod.Inst.1.17.B: hunc subsecutus est suprascriptus Marcellinus Illyricianus, qui adhuc patricii Justiniani fertur egisse cancellos: sed meliore conditione devotus, a tempore Theodosii principis usque ad finem imperii triumphalis Augusti Justiniani opus suum, Domino juvante, perduxit. 6 Esta última se suele datar entre el 534/5 y el 550/1, fecha en la que Casiodoro accede a la obra de Marcelino, al llegar a Constantinopla como refugiado bajo la protección de Justiniano. Aunque Marcelino escribió su obra en Constantinopla, Casiodoro lo conoce sólo vagamente, lo que daría a entender que ya hacía tiempo que no residía allí, o bien que había muerto, que sería lo más lógico. Este razonamiento cuestiona la atribución a Marcelino de la tercera y última parte de la Chronica, que abarca del año 534 al 548. 7 Casiod.Inst.1.17.A: Marcellinus etiam quatuor libros de Temporum qualitatibus et positionibus locorum pulcherrima propietate conficiens, itineris sui tramitem laudabiliter percurrit, quem vobis pariter dereliqui. También Inst.1.25.A: Marcellinus quoque (de quo jam dixi) pari cura legendus est, qui Constantinopolitanam civitatem, et urbem Jerosolymorum quatuor libellis minutissima narratione descripsit.

2 Argumento literario La crónica de Marcelino arranca en el año 378, durante el gobierno del emperador Teodosio, y culmina en el 5488, con Justiniano como emperador del Imperio Oriente. En ella se distinguen tres partes, que corresponden a otras tantas fases del proceso de redacción: la primera (que abarca desde el año 378 hasta el 518) y la segunda (del 518 al 534) fueron compuestas por Marcelino en la corte bizantina, en tanto que la tercera (que recoge el período comprendido entre los años 534 y 548) es obra de un segundo autor anónimo. Desde el reinado de Teodosio hasta la caída de Roma, en 476, se recogen noticias relativas a la Urbs y a sus provincias: este procedimiento resulta llamativo, toda vez que el cronista, en el prefacio de la obra, expresa su intención de ocuparse única y exclusivamente de la historia del Imperio de Oriente. En cambio, a partir del 476, el interés se centra en los principales sucesos acaecidos en la capital oriental, mientras que las noticias sobre Roma se reducen a sucesos de naturaleza religiosa: la península itálica es ya una tierra lejana y el Imperio Romano una ilusión, a pesar de que Marcelino sigue refiriéndose a los ciudadanos de la pars Occidentis con el término populus Romanus9, como señala Teillet (TEILLET 1984: 262). A esto se une el hecho de que Marcelino es uno de los pocos historiadores de la época que emplea términos como exercitus romanus10 y gens romana11, recurriendo a un léxico aparentemente obsoleto desde hacía ya bastante tiempo. Posiblemente, el uso de este vocabulario, unido al empleo del año consular como sistema de datación, es un guiño de nuestro autor a los historiadores del Alto Imperio. Junto con la crónica –y la epístola–, el de los panegíricos es uno de los géneros literarios que experimentan un renacer durante el Bajo Imperio. Sigue el modelo creado

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Siempre y cuando consideremos el Additamentum obra del autor, punto éste que no está muy claro. Th. Mommsen (MOMMSEN 1964: 42) sostiene que es un añadido posterior a la Crónica. Para ello aduce los siguientes argumentos: en primer lugar, que Marcelino no menciona dicho Additamentum en el Prefacio de su obra; en segundo lugar, que Casiodoro tampoco conoce esta supuesta tercera parte de la Crónica; finalmente, que el estilo de la narración varía con respecto al resto de la obra. 9 Marcell.389: Theodosius imperator cum Honorio filio suo Romam mense Iunio introivit, congiarium Romano populo tribuit urbeque egressus est kaI. Septembris. 10 Marcell.529: Parthis bella moventibus arma Romanus paravit exercitus finesque suos rebellans tutatus est. 11 Marcell.476.2: Hesperium Romanae gentis imperium, quod septingentesimo nono urbis conditae anno primus Augustorum Octavianus Augustus tenere coepit, cum hoc Augustulo periit, anno decessorum regni imperatorum quingentesimo vigesimo secundo, Gothorum dehinc regibus Romam tenentibus.

por Plinio el Joven en su panegírico al emperador Trajano, en el que retórica y estilística se pusieron al servicio de la adulación al emperador. Continuando esta línea, la Chronica de Marcelino no deja de ser una alabanza manifiesta a la labor de Justiniano como cónsul12 y como emperador. Del género epistolar únicamente señalamos que floreció tanto en Oriente como en Occidente, siendo uno de sus máximos representante Símaco con sus Relationes, que, dedicadas al emperador Valentiniano II, siguen también el modelo de Plinio el Joven.

3. El campo léxico verbal de la muerte La crónica histórica se presenta como género que intenta dar cuenta de los sucesos más importantes acaecidos durante un periodo determinado de tiempo, en un espacio geográfico concreto. A pesar de ser un tipo de composición con características formales muy marcadas13, que lo singularizan en el conjunto de la literatura historiográfica antigua, el empleo de ciertas figuras estilísticas entra en contradicción con el aserto de B. Croke, según el cual la Crónica es un texto pobre desde el punto de vista formal, acorde con la cultura limitada de Marcelino (CROKE 1995: 22, 257-258), miembro de una comunidad –la iliria– constituida, en su mayor parte, por refugiados y veteranos de las provincias balcánicas latinoparlantes. Sin embargo, nuestro autor recibió una correcta educación, de corte netamente latino, según se puede inferir a partir de las alusiones a los antiguos literatos –Plauto, Claudiano– incluidas en su texto, y se vio determinado, asimismo, por la cultura eclesiástica que adquirió durante el tiempo en el que perteneció al clero. Si bien es cierto que la crónica demanda un estilo claro, conciso, sencillo, casi aséptico, la riqueza léxica y el estilo del autor queda patente en aquellos pasajes del texto en los que aparecen personajes con los que Marcelino se siente especialmente vinculado. Los Papas, los emperadores, los miembros destacados de la familia imperial o de la iglesia católica ortodoxa son los únicos que gozan del ‘privilegio’ de no morir. A diferencia del resto de personajes que jalonan la obra (nobles, militares, miembros de otras iglesias, o ciudadanos corrientes), este grupo selecto de personas ‘viven’ un número determinado de años o ‘ponen fin a la vida’, con lo que Marcelino evita las connotaciones negativas que aportan verbos del tipo morior o pereor. Sirva como 12

Marcell.521: Famosissimum hunc consulatum Iustinianus consul omnium Orientalium consulum profecto munificentior his liberalitatibus edidit. 13 P.J. Galán Sánchez compendia estos rasgos diferenciadores en torno a cuatro aspectos fundamentales: la cronología, el estilo plano, el universalismo y el providencialismo (GALAN 1994: 15-40).

ejemplo el uso que hace del campo léxico verbal de la muerte, repleto de metáforas y expresiones eufemísticas –unas ya atestiguadas en los diccionarios14, otras formadas a partir de la suma del significado de cada una de las unidades que forma la expresión– cuando narra la desaparición de un personaje histórico perteneciente a la alta nobleza, por el que el autor siente cierto aprecio o se le ‘obliga’ a sentirlo. Se hace patente, verbigracia, cuando narra la sucesión de emperadores, como sucede con Teodosio el Grande, Arcadio y Teodosio II, Marciano, Olibrio, Zenón y Justino15, a cuya desaparición se refiere en términos de16: - vita decessit (395.1), en referencia a Teodosio el Grande. - vitae finem fecit (408.3), en referencia a Arcadio. - vivendi finem fecit (450.1), en referencia a Teodosio II. - vitae spiritum amisit (457.1), en referencia a Marciano. - vita defunctus est (472.2), en referencia a Olibrio. - vita decessit (491.1), en referencia a Zenón. - vita decessit (527), en referencia a Justino. Como se deduce de los predicados, el emperador –gracias, suponemos, al papel político-religioso desempañado en la tierra– no mortuus est o interiit, sino que ‘se retiró de la vida’, ‘puso fin a la vida’, ‘puso fin al vivir’, ‘abandonó el soplo vital’o, en su defecto, ‘se liberó de la vida’. La muerte, ante la cual todos somos iguales –como afirmaba Jorge Manrique–, no parece ser, en el caso de los emperadores, el resultado final del proceso de la vida; en efecto, como dueños de parte del mundo, son amos y señores también de la vida, estando en sus manos la acción de abandonarla o de poner fin a la misma, pero nunca la de morir. Desde el punto de vista sintáctico-semántico, las 14

Por ejemplo decedere vita, defungere vita o diem obiere. Olibrio es el único emperador de Occidente cuya muerte se describe en estos términos. Arcadio, Teodosio II, Marciano, Zenón y Justino forman parte de la lista de emperadores de la mitad oriental del Imperio. Llama la atención el hecho de que en la Chronica, al narrar el fallecimiento de los emperadores Libio Severo y León I, emperadores de Occidente y Oriente respectivamente (461-465 y 457-474), se diga “Severus, qui Occidentis arripuit principatum, Romae interiit” (Marcell.465.2) y “Leo senior imperator Leone... morbo periit” (Marcell.474.1), en lugar de usar una expresión similar a la utilizada al narrar el fallecimiento del resto de emperadores. La situación se repite con el emperador Anastasio, que gobernó entre Zenón y Justino, de quien se dice “Anastasius imperator subita morte praeventus maior octogenario periit” (Marcell.518.2). A nuestro entender, en el caso de Libio Severo, el autor le niega un final digno de un emperador, por cuanto se había hecho con el gobierno de Occidente a la fuerza y de forma ilegítima (arripuit). En los otros dos casos, Marcelino quiere dejar claro el fallecimiento inesperado de los emperadores citados, uno atacado por una enfermedad (morbo periit), el otro por sorprendido por una muerte repentina (subita morte). 16 En adelante damos el texto y la cita –esta última entre paréntesis– que responde al año, según Th. Mommsen, en el que sucedió el acontecimiento. 15

expresiones utilizadas por Marcelino denotan un control total de la acción por parte del sujeto de la misma17. Este uso del léxico evita que el autor de la Chronica –no olvidemos que Marcelino por aquel entonces formaba parte de la corte bizantina– ‘mate’ literariamente a alguno de los ascendientes o antecesores de su emperador, con lo que mitiga el dolor que supuso en un pasado tal pérdida y adopta una posición políticamente correcta. Los eufemismos se repiten al dar cuenta de la muerte de diferentes miembros de la familia imperial. Como sucedía en el caso de los emperadores, nuestro autor tiene que desplegar sus armas literarias para describir con ‘diplomacia’ aquellos momentos fatídicos en la vida social del otrora estado imperial. La semántica de las expresiones utilizadas es prácticamente la misma que en el punto anterior: - diem obiit (404.2), refiriéndose a Eudoxia. - extremum spiritum fudit (431.1), refiriéndose a Flacila, hija del emperador Teodosio. - vivendi finem fecit (444.2) dice de Arcadia, hermana del emperador Teodosio. - beatumque vivendi finem fecit (453.5) da cuenta de la muerte de Pulcheria, esposa del princeps Marciano. - vita decessit (515.6) escribe de Ariagnis, esposa del emperador Zenón. Con respecto al tratamiento literario del resto de los nobles, sólo encontramos un parangón en toda la obra en el uso de expresiones lingüísticas similares, referido a los nobles Ariobinda y Tauro (en el texto se lee patricii18), de los que se dice “communi vita defuncti sunt” (449.3), literalmente, ‘pusieron fin a esta vida’. Marcelino añade el adjetivo comunis, -e a la expresión vita defungere, en un intento, suponemos, de trivializar todavía más la esencia de vida terrenal. Llama la atención que fueran estos dos los únicos nobles a cuya muerte se refirió el autor de la crónica haciendo uso de un eufemismo literario, por cuanto históricamente no parecen ser personajes de una excesiva relevancia, como si lo fueron otros nobles militares de la talla de Estilicón, Aecio o Belisario. Dejando a un lado a la nobleza, el estamento al que el Conde Marcelino se sintió más vinculado fue al clero. De sus escritos se deduce –como afirma Mommsen– que se identificó con aquellos sectores más tradicionales de la Iglesia Católica, defensores de 17

Salvo aquellas excepciones en las que el asesinato corta el hilo de la vida, como sucede, por ejemplo, en Marcell.472.2. 18 Marcell.449.1.

una doctrina ortodoxa y victimas en repetidas ocasiones de los ataques de arrianos y de otros ‘herejes’19 a lo largo de los siglos IV y V. Como sucedía en el caso de los emperadores y de los miembros de las familia imperial, aquellos clérigos que destacaban por su labor como defensores a ultranza de la fe católica, no podían morir, sino ‘descansar en los brazos del Señor’, ‘descansar con una muerte plácida’, ‘poner fin al acto de vivir’, ‘abandonar la vida’ o, literalmente, ‘asumir el último día de su vida’. Así sucede con San Jerónimo –noster Hieronymus, como dice Marcelino–, con los obispos Doroteo y Mena de Ankara y África respectivamente, con los obispos Alcisso y Gayano de la ciudad de Bizancio, con Flaviano, patriarca de Antioquía, o con el mismísimo San Agustín –uno de los personajes históricos de renombre de cuya desaparición da cuenta la crónica de nuestro autor. Para narrar la pérdida de hombres ilustres el Marcelino recurre a las siguientes expresiones: - in domino requievit (392.2), para San Jerónimo. - Beatissimus Agustinus... placida morte quievit (429.2), para San Agustín. - in domino requievit (512.9), para el patriarca Flaviano. - Dorotheus Ancytae civitatis venerandus... finem vivendi fecit (513), para el obispo Doroteo. - Alcissus et Gaianus episcopi ...vita defuncti sunt (516.3), para los obispos de Bizancio. - Mennam presbiterum... et ipse extremum diem obiit (add. 536.10), para el obispo Mena. Con la excepción de las formas finem vivendi fecit y vita defuncti sunt, las expresiones utilizadas para narrar la muerte de estos personajes –‘descansar en el seno del Señor’, ‘descansar con una muerte plácida’ o ‘asumir su último día’– responde semánticamente a la idiosincrasia espiritual que se supone en los mismos. Por contra, en ad. 535.420 se observa un más que evidente cambio de estilo literario: se anuncia la muerte de Epifanio –obispo de Roma– y las circunstancias que rodean dicho acontecimiento. Si tenemos en cuenta que nos encontramos en el Additamentum de la obra, es decir, en la parte que supuestamente no fue escrita por el Conde Marcelino, este cambio de estilo responde a las exigencias literarias de un autor que no es nuestro cronista, un argumento más para la defensa de la autoría ajena de esta parte de la obra. 19

Término utilizado por Marcelino en 392.2 y 512.8. Marcell. ad. 534.4: Epifanius episcopus regiae urbis ante adventum Romani praesulis moritur: cuius episcopatum contra canones Anthimus Trapezuntena ecclesia relicta invadit

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La Chronica recoge el elenco de Papas ungidos21 entre los años 382-548. El estilo que se aprecia en dichos pasajes presenta un esquema fijo de redacción, que se repite en la declaración de cada uno de los pontificados de los que la obra da cuenta. Verbos del tipo emorior, morior, extabesco o pereo, que se leen insistentemente en distintos pasajes de la obra, al parecer, tienen vetada su aparición en este tipo de contexto22, debido a la connotación negativa que aportan. Marcelino prefiere el uso de expresiones del tipo ‘descanso junto al Señor’, o ‘vivió tres años’, en lugar de ‘murió’ o ‘falleció a los tres años’. La expresión del autor responde a un estilo totalmente formular: nombre del Papa, número del pontificado –a partir del primero de ellos, esto es, el de Pedro– y años de duración. El estilo permanece inalterable con dos excepciones: los pontífices ungidos en los años 383 y 525. El de 383 corresponde al pontificado del Papa Dámaso, trigésimo quinto pontífice de la Historia23 y primero de los aparecen en la obra. En este caso, se menciona al Papa Dámaso para notificar su defunción, haciendo uso de la fórmula in domino requievit, que, como observamos, difiere notablemente del resto de expresiones léxicas utilizadas para dar cuenta de sucesos similares. En el año 525 fue ungido Papa Juan I; sin embargo, Marcelino no conoce la longevidad del pontificado, por lo que utiliza un estilo distinto al del resto de la crónica. De este hecho se deduce que la segunda parte de la crónica –la que ahora nos ocupa– fue escrita durante el pontificado del mencionado Papa. Por otro lado, el obispo Juan I es el primero que recibe en la Chronica el título de ‘Papa’. La siguiente tabla recoge cada uno de los pontificados y la expresión formular utilizada por Marcelino para dar a conocer al lector la duración de los mismos:

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Expresión Formal

Cita Textual

Papa

vixit annos quindecim

383.1

Sirico

vixit annos quattuor

398.1

Anastasio I

La cronología de los Papados presenta ciertos desajustes con respecto a las fechas ofrecidas por otras obras (RENDINA 1993), debido, suponemos, al uso por parte del Conde Marcelino de dos procedimientos utilizados para la datación, esto es, la indicción y el consulado. Ambos definen un período anual, pero en tanto que la indicción cuenta desde el 1 de septiembre hasta el 30 de agosto, el consulado se inicia el 1 de enero y concluye el 31 de diciembre. 22 De hecho, el reciente fallecimiento del pontífice Juan Pablo II fue notificada públicamente por los distintos medios comunicativos, tanto italianos como vaticanos, haciendo uso de la siguiente expresión: “Il nostro Papa é tornato alla casa di Dio”. En ningún periódico o emisión televisiva italiano se escuchó el término ‘muerte’ o ‘morir’ en referencia al Papa. 23 Otras fuentes atestiguan a este Papa como el trigésimo séptimo en la historia de los pontífices (RENDINA 1993: 72). El número de los pontificados que aparece en la Chronica de Marcelino varía con respecto al de otras fuentes en dos.

vixit annos quindecim

402.1

Inocencio

vixit annos tres

417.3

Zósimo

vixit annos tres

420.1

Bonifacio I

vixit annos novem

423.1

Celestino I

vixit annos octo

432.1

Sisto III

vixit annos viginti unum

440.2

León I

vixit annos sex

461.1

Hilaro

vixit annos quindicem

467.2

Simplicio

vixit annos duodecim

482.1

Félix III

vixit annos quattuor

494.3

Gelasio I

vixit duos annos

498.1

Anastasio II

vixit annos quindecim

500.1

Símaco

vixit annos novem

515.1

Hormisda

Una vez analizadas las expresiones compuestas que Marcelino utiliza para notificar la muerte de los más destacados miembros de la sociedad de los siglos IV, V y VI, concluimos dejando constancia del resto de predicados verbales usados por el autor para dar cuenta de la muerte otros tantos personajes históricos que jalonan la obra: amitto, mittere, misi, missum: perder vidas (501.3; 505) cado, cadere, cecidi, casum: morir (399.3) confodio, fodere, fodi, fossum: atravesar, apuñalar (454.1; 468; 493.2; 520) decedo, ere, cessi, cessum: morir24 (476.2) decollo, are, avi, atum: decapitar (488.1; 497.3) defungor, defunctus sum: morir25 (382.2; 408.1; 424.3; 457.1; 472.2; add. 536.5) demergo, ere, mersi, mersum: hundir (400) discerpo, discerpsi, discerptum: despedazar (455.2) emorior, emortuus est: morir (432.3; 516.2) eneco, are, avi, atum: matar (505) exstinguo, ere, stinxi, stinctum: aniquilar, dar muerte (392.1; 420.2; add. 537.4) extabesco, bui: consumirse (476.1; 497.3) intereo, ire, interii, interitum: morir (391.2; 465.2; 471; 481.1; 493.2) 24 25

Uso nominal. Prescinde del complemento vita. Confer. nota 24.

interficio, feci, fectum: matar (394.2; 413; 422.2; 429.1; 438.1; 489; 499.1; add. 539.3; add. 541.3) interimo, imere, emi, emptum (emtum): matar (435.2; 440.1; 441.2; 445.1; 447.5; 450.3; 461.2; 473.2; 499.1; 512.4; 520; 530; add. 545.2) iugulo, are, avi, atum: degollar (514.3) morior, mortuus sum: morir (398.4; 403.3; add. 535.4) neco, are, avi, atum: matar (454.1; add. 545.1) obeo, obire, obii (obivi), obitum: morir (404.2; 474.2; add. 536.10) obtrunco (optrunco), are, avi, atum: matar (444.4; 502.2) occido, ere, cidi, casum: matar (383.3; 400; 408.1; 411.3; 412.1; 425.1; 430.2; 444.4; 445.2; 447.5; 464; 472.2; 477; 480.2; 501.2; additamentum; add. 536.6; add. 541.2; add. 542.2; add. 545.2; add. 547.6) percello, cellere, culi, culsum: abatir (394.2; 512.3) perdo, perdere, perdidi, perditum: perder (505; 532) pereo, perire, perii, itum: desaparecer (444.3) / perecer (381.2; 423.4; 443.1; 445.2; 455.1; 474.1; 476.2; 499.1; 512.2; 518.2; 519.2) relinquo, linquere, liqui, lictum: abandonar la vida (412.2) requiesco, quiescere, quievi, quietum: morir (516.3) strangulo, are, avi, atum: estrangular (391.2; 398.4) suffoco, are, avi, atum: ahogarse (388.2) trucido, are, avi, atum: acuchillar, matar a espada (395.5; 398.4; 431.2; 454.2; 476.2; 492; 504; 517; 519.2; 530; 532 ) trunco, are, avi, atum: matar (455.1) Utilizando un predicado simple, el autor limita su expresión a notificar que un determinado personaje ‘murió’, ‘pereció’, ‘fue asesinado’, ‘se ahogó’, ‘fue apuñalado’, etc. Sólo se observan tres excepciones, quizás con el objetivo de resaltar la pena con la que se castiga la traición y la perfidia de los ciudadanos: vitae relictus est26 (412.2), referida a un personaje de nombre Átalo, al que se acusa de rebeldía; gulam frangi (490), aludiendo a Pelagio, un traidor; igni suspendioque expensi sunt (523), en referencia a las penas con las que se castigó a los que el autor acusa de ‘pérfidos ciudadanos’. 26

Literalmente ‘fue obligado a abandonar la vida’, que presenta matices semánticos diferentes con respecto a la expresión vita decedere, por cuanto el sujeto de la primera expresión realiza la función de paciente, frente al de la segunda que es agente.

BIBLIOGRAFÍA Cassiodoro (1937): Institutiones divinarum et saecularium litterarum, Oxford. Croke, B. (1995): The Chronicle of Marcellinus, Sydney. Galán Sánchez, P.J. (1994): El género historiográfico de la chronica. Las crónicas hispanas en época visigoda, Salamanca. Mommsen, Th., (1961=1894): Chronica Minora. Monumenta Germaniae Historica AA XI, Berlín1961. Rendina, C. (1993): I Papi. Storia e segreti, Milán. Teillet, S. (1984): Des goths a la nation gothique, París.

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