Los valores de la cultura bibliográfica y documental mexicana del siglo XX algunas reflexiones para su permanencia.

September 7, 2017 | Autor: J. Palma Peña | Categoría: Mexico, Patrimonio Cultural, Patrimonio Documental, Patrimonio bibliográfico
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LOS VALORES DE LA CULTURA BIBLIOGRÁFICA Y DOCUMENTAL MEXICANA DEL SIGLO XX ALGUNAS REFLEXIONES PARA SU PERMANENCIA

Salvador Hernández Pech Juan Miguel Palma Peña Daniel de Lira Luna INTRODUCCIÓN El libro, suele ser “algo más” que información, es también un recurso de identidad cultural que nos pertenece a todos y así, una parte significativa de nuestro patrimonio que aporta a la construcción de nuestra historia. El siglo XX mexicano, al igual que en siglos anteriores, produjo una abundante variedad de recursos de información en diversos formatos. Fue el siglo de la invención y de la renovación, pues la información viajó del impreso en papel al documento electrónico. En este proceso, el libro mexicano del siglo XX es tan destacado por sus valores físicos como por sus contenido temáticos e intelectuales. Por otra parte, la literatura especializada en materia de cultura bibliográfica y documental, se ha abocado al estudio del libro antiguo y en algunas ocasiones considera hasta el libro del siglo XIX, inclusive. Consecuentemente, los impresos del siglo XX son tan jóvenes que los estudiosos apenas los toman como objeto de estudio. El objetivo de este trabajo es hacer una reflexión acerca de la situación que vive la cultura bibliográfica y documental mexicana del siglo XX. Para ello se analiza lo que se ha tratado a nivel internacional, como nacional, en lo que se refiere a preservación, conservación y difusión de la memoria documental. De igual forma se plantean algunas de las características que esta cultura posee. Asimismo se retoman los criterios de

selección de documentos que la UNESCO presenta en el Programa Memoria del Mundo, y que por su pertinencia pueden ser considerados como lineamientos fundamentales para el reconocimiento de la las expresiones culturales, artísticas e intelectuales que en esa época fueron producidos. Este documento pretende fungir como guía para las actividades que se llevan a cabo en las diferentes unidades de información y que como objetivo tengan el registrar e identificar aquella cultura bibliográfica y documental que se encuentra en sus acervos.

EL PATRIMONIO CULTURAL Y DOCUMENTAL En su devenir histórico el ser humano ha generado una gran diversidad de conocimientos, tanto en ciencias como en humanidades, mismos que se han resguardado y trasmitido en diferentes formatos, figurando el libro como el que mayor trascendencia ha tenido. Estos testimonios culturales y científicos del hombre, llegado el siglo XX, se han plasmado también en una amplia y novedosa diversidad de documentos de no menor importancia, que en su conjunto pueden considerarse como la memoria de la humanidad. Este significativo grupo documental de obras puede ser englobado dentro de un término que viene a ser representativo en lo que en materia de preservación y conservación se refiere, como “patrimonio cultural”. Así, la Conferencia General de la UNESCO de 1982, en su punto número 23, del texto de la Declaración de México, lo define como: “... las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, creencias, los lugares y

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monumentos históricos, la literatura, las obras de artes y los archivos y bibliotecas.”1

Otro significado de este mismo concepto de patrimonio cultural es el que aporta Becerril como: “ ... el conjunto de bienes y manifestaciones tangibles e intangibles, presentes o pasadas, producto de la acción conjunta o separada del hombre y la naturaleza, que tienen una relevancia histórica, estética, arquitectónica, urbanística, económica, social, política, tradicional, etnológica, antropológica, científica, tecnológica e intelectual para un pueblo.”2

Por lo tanto, podemos considerar que el patrimonio cultural está conformado por el conjunto de expresiones culturales, artísticas, científicas y tecnológicas desarrolladas en una época histórica específica que han contribuido al desarrollo del ser humano contemporáneo. Dentro de este patrimonio cultural, las obras impresas y documentales, son el testimonio del pensamiento de las sociedades; imprescindibles por su capacidad como medios de comunicación y de transmisión de conocimientos. Teniendo en cuenta que estos conceptos reflejan el beneficio que las manifestaciones culturales del hombre han tenido en lo histórico, artístico e intelectual, para ser la base de la memoria de la humanidad, es necesario comprender que una parte esencial del patrimonio cultural es el patrimonio bibliográfico y documental, que a partir de las ideas del Programa Memoria del Mundo, se identifica como el:

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UNESCO. La Declaración de México. En Salvador Díaz-Berio, Protección del Patrimonio Cultural Urbano. México: INAH, 1986 p. 259 (Colección “Fuentes”). cit. por Becerril, José Ernesto. El derecho del patrimonio histórico-artístico en México. México: Porrúa, 2003. p. 8 2 Becerril, José Ernesto. El derecho del patrimonio histórico-artístico en México. México: Porrúa, 2003. p. 10

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“... que se encuentra en bibliotecas y archivos que constituye una parte primordial de esta memoria [del mundo] y que refleja la diversidad de los pueblos, de las lenguas y de las culturas” 3

De lo anterior podemos concluir que el patrimonio bibliográfico y documental lo conforman los manuscritos, impresos y documentos que a lo largo de la historia cada pueblo ha dejado como producto y testimonio de su evolución y formación. De ahí que Fernández de Zamora considere que: “... el patrimonio documental está integrado por manifestaciones culturales y tecnológicas muy diversas, y sobre las que debemos crear conciencia para su salvaguarda.” 4

De acuerdo con lo anterior, es importante contribuir a la formación de una conciencia para la salvaguarda de este patrimonio, memoria bibliográfica y documental de la humanidad, y de México en particular. Además, estas reflexiones también están sugeridas por algunos organismos internacionales y nacionales,5 que se han dado a la tarea de normar y en algunos casos legislar en torno a la preservación y conservación del patrimonio, buscando promover el derecho al acceso y difusión de la información contenida en dichos documentos. Ejemplo de lo anterior lo reafirma la Declaración de los derechos humanos, en donde se señala que:

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Abdelaziz Abid. Memoria del Mundo: conservando nuestro patrimonio documental. México: Comisión Nacional de los Estados Unidos Mexicanos para la UNESCO: UNAM: UAEH: UAEM, 1998. p. 5 4 Fernández de Zamora, Rosa María. El Programa Memoria del Mundo de la UNESCO y los acervos patrimoniales de las bibliotecas públicas. En El bibliotecario 6, 65, noviembre de 2006. p. 16 5 Refiriéndonos a la UNESCO, IFLA, como organismos internacionales; y nacionales el CNCA, DGB, entre otros.

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“toda persona tiene derecho a la educación … toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.”6

Por su parte la IFLA establece que “... los seres humanos tienen el derecho fundamental de tener acceso a las expresiones del conocimiento, del pensamiento creativo y de la actividad intelectual... Las bibliotecas y el personal tienen que adherirse a los principios de la libertad intelectual, proporcionando el acceso a la información y la libertad de la expresión...”7 En particular, el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, íntimamente interesado por el patrimonio documental, invita a crear conciencia al respecto. Con ello, se busca conservar y facilitar el acceso a la memoria documental de la humanidad en beneficio de una amplia variedad de usuarios provenientes de la sociedad en general. Entre los escasos documentos legales nacionales que hacen mención del patrimonio bibliográfico y documental, la Ley federal de monumentos y zonas arqueológicas, en su artículo 36, únicamente los distingue como “monumentos históricos”:8 II.- Los documentos y expedientes que pertenezcan o hayan pertenecido a las oficinas y archivos de la federación, de los estados o de los municipios y de las casas curiales. III. Los documentos originales, manuscritos relacionados con la historia de México y los libros, folletos y otros impresos en México o en el extranjero, durante los siglos XVI al XIX que por su rareza e importancia para la historia mexicana, merezcan ser conservados en el país.

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Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículos 26º y 27º [En línea] URL: http://www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm 7 International Federation of Library Associations and Institutions : IFLANET. “IFLA/FAIFE : Free access to information and freedom of expression : statement on libraries and intellectual freedom” [En línea] URL: http://www.ifla.org/V/press/pr990326.htm

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En el contexto de esta ley de 1972, podemos constatar que jurídicamente los impresos y manuscritos que son considerados de importancia histórica corresponden a los siglos XVI al XIX, mientras que concluido el siglo XX, la extensa y valiosa producción de impresos y documentos queda fuera y sin protección, puesto que tanto las normas jurídicas como los criterios especializados de tratamiento bibliotecológico, sólo se interesan por el período descrito. El interés por el libro antiguo9 se ha convertido en el nuevo canon que dictan las corrientes de la investigación, mientras que el libro moderno del siglo XX, carece de los misterios del incunable, su morfología asociada a la acidez de sus páginas, dista mucho de la espléndida robustez y encumbramiento de las encuadernaciones conventuales, de los enigmas del latín y de las ardientes marcas de fuego; carece de antigüedad y goza de juventud. Es evidente el hecho de que en el ámbito nacional, lo trabajado en torno a la legislación del patrimonio cultural y documental ha sido poco abordado por parte de las instituciones y organismos que tienen a su cargo esta responsabilidad y que desde una perspectiva legal, ambos, el libro antiguo como el libro del siglo XX necesitan asegurar su permanencia en el mundo actual. Es oportuno reflexionar que los impresos y documentos que hoy presentan un riesgo para su permanencia, son específicamente los del siglo XX.

LA CULTURA BIBLIOGRÁFICA Y DOCUMENTAL MEXICANA DEL SIGLO XX De acuerdo con Fernández de Zamora,10 los materiales bibliográficos y documentales del siglo XX carecen de una protección legal que garantice su preservación, lo cual

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Ley federal de monumentos y zonas arqueológicas. En línea: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/131.pdf 9 “... aquel que ha sido producido desde la invención de la imprenta hasta finales del siglo XVIII ... Una definición bibliotecaria estricta sólo considera libro antiguo, a efectos de catalogación, a los impresos producidos antes del año 1801.” Checa Cremades, José Luis. El libro antiguo. Madrid: Acento Editorial, 1999. p. 9 10 Véase Fernández de Zamora, Rosa María. op cit. p. 16

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resulta contradictorio al ser éstos los que presentan un mayor riesgo para su permanencia. Lo anterior emana de los procesos industriales a que eran sometidos los libros, durante la fabricación del papel, así como en el proceso de manufactura y presentación, en referencia a las obras bibliográficas; y, por lo que respecta a los documentales, las acciones degenerativas de algunos elementos químicos que forman parte de las estructuras materiales de estos recursos documentales. Es evidente que la falta de conciencia por parte de la sociedad en general, respecto del valor que posee la cultura bibliográfica y documental mexicana del siglo XX, ha dado pie a que los interesados en materia bibliotecológica soslayen este campo de acción, manifestándose en una escasa producción de estudios académicos. El valor de estos materiales, radica en que son testimonio del desarrollo cotidiano de la sociedad y conforman físicamente la cultura bibliográfica y documental. El valor que representa un documento u obra impresa se puede interpretar de varias formas: el cultural, hablando de lo que el material representa como manifestación de una sociedad, localidad, región o país; el intelectual, que se desprende de lo relevante del tratamiento de una determinada disciplina, así como por la autoría del mismo; está también el sentimental, que se entiende como la apreciación subjetiva, sobre su manufactura tipográfica, manuscrita o mecanuscrita; y el económico, que traduce dichos valores en un esquema comercial a efectos de compra y venta. Por lo tanto, es necesario identificar una serie de características bibliográficas propias de esta cultura, que tienen que ver con elementos objetivos de carácter intelectual, material y gráfico.11 Estas características suelen pasar desapercibidas como consecuencia de la sistematización cotidiana de la organización bibliotecaria; así como también por la

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Véase Escamilla González, Gloria. Interpretación catalográfica de los libros. México: UNAM, IIB, 1995. (Instrumenta bibliographica 4 (Manuales 1)). p. 87

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ausencia de una serie de conocimientos respecto de la historia del libro mexicano del siglo XX. Entre las características y elementos que son propios de esta cultura bibliográfica y documental tenemos, dentro de las intelectuales, las que se refieren a la autoría del material, tratándose de lo representativo que fue el autor durante el siglo XX, tomando en cuenta además aquellos personajes que participaron en la elaboración de la obra, como son prologuistas, traductores, editores. Adquieren particular interés las obras mexicanas producidas por los creadores del libro mexicano del siglo XX, como Francisco Díaz de León, Gabriel Fernández Ledesma, Miguel N. Lira, Rafael Loera y Chávez, Vicente Rojo, Juan Pascoe, por ejemplo en el ámbito nacional y las producidas por los creadores de cada región. Asimismo, el contenido de la obra es un factor importante que debe ser considerado cuando se trata de temas trascendentales que promovieron desarrollos científicos, culturales o sociales para la nación o la región, así como por la singularidad y excelencia del tratamiento del tema12. En lo que se refiere a las consideraciones materiales tenemos los elementos de producción, ya sea el tipo de papel utilizado, su calidad y rareza, o el proceso de elaboración del mismo, manual o industrial; la notación de una primera edición especial, regular o limitada; el tipo de encuadernación y los productos que intervinieron en ésta, su ornamentación; si el material se encuentra in tonso; si el impreso está completo y conserva su cubierta original, si cuenta con guarda, camisa o caja; si los cantos del libro están pintados o dorados; la peculiaridad del formato en que se presenta el material; si la obra contiene alguna numeración; si está a la venta o fuera de comercio; la

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Escurrida y Vértiz, Manuel de. Las colecciones especiales / Margarita Mass Moreno. México: SEP, Dirección General de Bibliotecas, 1987. (Temas selectos de bibliotecología; 5). p. 33

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reputación del editor o casa editorial; la singularidad de la tipografía utilizada en el documento, entre las más destacadas. En las consideraciones gráficas están principalmente las ilustraciones y fotografía, es decir, la calidad artesanal o artística de éstas, su autoría, ya sea por personajes anónimos o célebres, que además de ser un aporte al texto, realzan su valor estético. También nos referimos a las rúbricas y otras anotaciones que aparecen en algunos materiales, hechas por el autor u otros personajes, y que por su caligrafía pueden ser consideradas como aportaciones artísticas al documento. Las marcas de propiedad, como los exlibris en estampa y manuscritos, son elementos adicionales al impreso o documento y realzan su presentación gráfica y material, lo que permite detectar su unicidad. Las características mencionadas sirven como punto de partida para analizar, identificar y registrar la cultura bibliográfica que conservan las diferentes unidades de información nacionales y que pueden conformar una colección especial, contemporánea. Aun más, la identificación de estas obras, se propone sea retomada como parte de la normativa de desarrollo de colecciones. Además, para las obras documentales, existen criterios que han sido estipulados por organismos internacionales que buscan regular la acción de seleccionar e identificar materiales bibliográficos y documentales en peligro de desaparecer. Por otra parte, dada la relativa actualidad de los impresos mexicanos del siglo XX, la fecha de antigüedad tan contrastante para estimar el valor bibliográfico, es relativa en el caso de las obras de este siglo, pues el conjunto de algunas características descritas aplicadas en concreto al análisis de un libro del siglo XX, puede ser más significativo que su fecha de publicación, puesto que no se trata de un criterio estricto de antigüedad. Uno de los principales aportes de la cultura bibliográfica del siglo XX es 9

desde luego, su valor histórico testimonial, con lo cual se comprende fácilmente el significado de su importancia como bienes de valor patrimonial

CRITERIOS DEL PROGRAMA MEMORIA DEL MUNDO “si ha de escribirse algún día la historia de nuestro país es necesario que nos apresuremos a sacar a luz los materiales dispersos que aún pueden recogerse antes que la incuria del tiempo venga a privarnos de lo poco que ha respetado todavía.” J. García Icazbalceta

Hoy como a finales del siglo XIX, estas palabras de Joaquín García Icazbalceta recuperan su vigencia para despertarnos el interés por preservar los impresos y documentos de interés local, regional o nacional, anticipándonos a revalorar la cultura bibliográfica y documental del siglo XX, por el carácter simbólico que representan. La identificación y registro de las obras bibliográficas y documentales que reúnen características intrínsecas de patrimonio y valor bibliográfico, tiene como finalidad que éstas sean asequibles y se conserven con el cuidado y atención que requieren. Esto a través de los medios más apropiados, en vista de que futuras generaciones estudien, contemplen y disfruten dicha memoria. Sobre todo si tenemos presente que: “Una parte considerable del patrimonio documental del mundo desaparece por causas naturales: el papel acidificado que se reduce a polvo, el cuero, el pergamino, la película y la cinta magnética son atacados por la luz, el calor, la humedad o el polvo.”13

Gran parte de la desaparición de documentos es producto de la acción del hombre, tanto bélica, como industrial, así como también por el desconocimiento de la cultura bibliográfica y documental que se posee, tanto en el ámbito local, regional, nacional.

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Abdelaziz Abid. Ibidem. p. 5

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Así, el Programa Memoria del Mundo se ha dado a la tarea de plantear criterios de valor mediante los cuales busca normar la actividad de selección de la cultura bibliográfica y documental que pueda formar parte de la memoria de la humanidad, registrada por dicho Programa. Estos criterios de nivel internacional se pueden pensar también desde una perspectiva local y nacional, y son los siguientes:  Influencia en la historia del mundo;  Si refleja de manera sobresaliente una época;  Un lugar decisivo de la historia o de la cultura mundiales;  Una persona o un grupo de personas que hayan hecho una contribución sobresaliente;  Un tema esencial de la historia o la cultura;  Ejemplo importante de una forma o estilo sobresaliente;  Valor excepcional, sea social, cultural o espiritual 14 Partiendo de los criterios anteriores, el ideal es que estos funjan como base, a nivel nacional y local, de las actividades que tienen como fin salvaguardar para hacer accesible la cultura bibliográfica y documental mexicana del siglo XX que se encuentra bajo el resguardo de nuestras unidades de información. Así, la influencia se puede referir a la trascendencia que los sucesos históricos han tenido en el país hasta verse reflejados en los impresos. El periodo se entiende como los momentos más connotativos en el siglo XX que son necesarios para tener un mejor contexto de los mismos y llegar a su análisis. El criterio de lugar, nos da la posibilidad de situarnos geográficamente para poder entender el impacto que tuvo en otras localidades. Por su parte la vida y obra de una persona o grupo de personas es un

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Abdelaziz Abid. Ibidem. pp. 16 – 17

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criterio práctico para la identificación de bienes bibliográficos y documentales relevantes. En lo que se refiere al asunto o tema, las obras a detectar deben tener calidad y profundidad en su tratamiento y representar una aportación en este periodo. La forma y estilo tienen que ver con el carácter artístico o artesanal de su manufactura. Por último, el valor excepcional de una obra puede apreciarse a partir de sus elementos intrínsecos y que complementariamente represente una relevancia para el grupo social en el que la obra se localice. La finalidad de esta reflexión propone a los bibliotecarios el desarrollo de una colección de obras especiales del siglo XX, que gira en torno a lo que se considera debe hacerse para reconocer, proteger y difundir la cultura bibliográfica y documental que permanece olvidada en los acervos; pensamiento de Ovidio que Fernández de Zamora retoma al decir que “... no se puede preservar o proteger lo que no se conoce...”15 Los criterios de selección planteados por la UNESCO, como las características de tipo intelectual, material y gráfico que poseen los documentos planteados, nos permite distinguir los valores bibliográficos y documentales que hacen únicas y/o especiales a las obras que conservan un significado cultural para una ciudad o un estado.

CONSIDERACIONES FINALES No podemos soslayar que aún cuando hay acciones tendientes a proteger la cultura bibliográfica y documental mexicana, las que se enfocan a la producción bibliográfica y documental producidas en el periodo cronológico y cultural que comprende el siglo XX, son menores. Consideramos necesario que las instituciones interesadas en esta

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Fernández de Zamora, Rosa María. Preservación del pasado para el futuro / Rosa María Fernández de Zamora, Clara Budnik. En 66th IFLA Council and General Conference, Jerusalem, Israel, 13-18 August. [En línea] URL : http://www.ifla.org/IV/ifla66/papers/045-163s.htm [Consultado: noviembre de 2006]. p. 7

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actividad trabajen en lo individual y en lo colectivo para contribuir a un fin común, el cual es salvaguardar la cultura bibliográfica y documental mexicana de este periodo, puesto que la formación de una colección de esta naturaleza exige lograr la unidad e integración de una colección que hoy se haya dispersa. Asimismo, es conveniente una revisión y actualización de un referente legal que podrá ser el complemento de estas acciones que por principio demandan un trabajo de selección exclusivo de los directivos de las bibliotecas y del personal bibliotecario en general, para poner a salvo muchos de los materiales que hoy se pueden localizar con relativa facilidad. Nos gustaría pensar que estas reflexiones pueden despertar el interés activo de los presentes para que una vez de regreso a los centros de trabajo se emprendan proyectos que contribuyan a este rescate bibliográfico y documental, ya que se trata de un tema de suma relevancia para conservar lo más completo posible la memoria documental de nuestro país, en nuestro país.

OBRAS CONSULTADAS Abdelaziz Abid. Memoria del Mundo: conservando nuestro patrimonio documental. México: Comisión Nacional de los Estados Unidos Mexicanos para la UNESCO: UNAM: UAEM, 1998. Arnal, Mercedes. Mesa redonda sobre colecciones especiales de libros y documentos raros y valiosos. En: Memorias: XVII Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía: 28 de abril al 2 de mayo de 1986, Puebla, Pue. México : AMBAC, 1988. Becerril Miró, José Ernesto. El derecho del patrimonio histórico-artístico en México. México: Porrúa, 2003. Declaración universal de los derechos humanos. [En línea] URL http://www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm [Consultado: enero de 2007]

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Fernández de Zamora, Rosa María. El patrimonio bibliográfico de México. En: 67 th IFLA Council and General Conference, August 16-25, 2001. [En línea] URL : http://72.14.253.104/search?q=cache:e0ubpJ3KWZUJ:www.ifla.org/IV/ifla67/papers/ 14213

123s.pdf+El+patrimonio+bibliogr%C3%A1fico+de+M%C3%A9xico&hl=es&ct=clnk&c d=1&gl=mx [Consultado: enero de 2007] - - - - - - -. El Programa Memoria del Mundo de la UNESCO y los acervos patrimoniales de las bibliotecas públicas. En: El bibliotecario. 6, 65, noviembre de 2006. - - - - - - -. Preservación del pasado para el futuro / Rosa María Fernández de Zamora, Clara Budnik. En: 66th IFLA Council and General Conference, Jerusalem, Israel, 1318 August. [En línea] URL: http://www.ifla.org/IV/ifla66/papers/045-163s.htm [Consultado: noviembre de 2006] Floren, Marisol. La importancia de la información en la conservación y transmisión del acervo cultural de los pueblos. San Juan, Puerto Rico: Asociación de Bibliotecas Universitarias de Investigación e Institucionales del Caribe, 1982. International Federation of Library Associations and Institutions : IFLANET. “IFLA/FAIFE : Free access to information and freedom of expression : statement on libraries and intellectual freedom” [En línea] URL : http://www.ifla.org/V/press/pr990326.htm [Consultado: enero de 2007] López López, Lourdes. Patrimonio cultural en las bibliotecas públicas del Distrito Federal. En: Memoria del Quinto Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas: hacia la consolidación de los servicios bibliotecarios (San Luis Potosí, S.L.P., del 8 al 10 de Septiembre del 2005). México: CONACULTA, Dirección General de Bibliotecas, 2005. Martínez Rider, Rosa María. La Biblioteca Pública como derecho cultural. En: Memoria del Quinto Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas: hacia la consolidación de los servicios bibliotecarios (San Luis Potosí, S.L.P., del 8 al 10 de Septiembre del 2005). México: CONACULTA, Dirección General de Bibliotecas, 2005. Mercader Martínez, Yolanda. Mesa redonda sobre colecciones especiales en bibliotecas. En: Memorias: XVII Jornadas Mexicanas de Biblioteconomía: 28 de abril al 2 de mayo de 1986, Puebla, Pue. México: AMBAC,1988.

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