Los últimos 'Ariki Mau y la evolución del poder político en Rapa Nui1 Cristián Moreno Pakarati
[email protected] La versión revisada de este artículo (originalmente escrito en 2010) se sumerge en las adaptaciones efectuadas por el pueblo rapanui a nivel de organización política desde la destrucción de su orden social y cultural en la década de 1860, producida por factores externos (epidemias y cristianización). Con una comunidad reducida a algo más de un centenar de habitantes, los rapanui generaron nuevos sistemas de representación, en base a liderazgos visibles más bien jóvenes, aunque sujetos a una poderosa fiscalización, y ocasionalmente dirección, de hombres y mujeres mayores. Por otra parte, la base del poder soberano pasó a ser más “la gente” que “el territorio”, con una comunidad enclaustrada en Hanga Roa. Ciertos elementos de continuidad pueden apreciarse, de todas maneras, entre estos nuevos liderazgos y los sistemas anteriores al colapso de 1860, vinculando la dirección política de la comunidad con los tiempos de los ‘ariki mau y el tangata manu ente otros.
La visión romántica e idealizada del poder político en la antigua Rapa Nui precristiana presenta a una figura, el ‘ariki mau o rey hereditario, que tendría potestad sobre la población y el territorio de la Isla desde un punto de vista político-religioso. El término ‘ariki se usa hoy indistintamente para los soberanos antiguos, los reyes del período protohistórico y los jefes políticos de tiempos históricos lo que ha producido equívocos respecto a la verdadera naturaleza del poder de estos y las grandes diferencias que existen entre ellos. Pese a la coincidencia de nombre o “título”, los ‘ariki de Rapa Nui de los tiempos post colapso (1866-1902) forman parte de un proceso completamente diferente al de los sagrados reyes prehistóricos estudiados por las numerosas etnografías del siglo XX. No obstante, ya desde los últimos siglos previos al contacto con los europeos, los ‘ariki mau, pese a la devoción tradicional de su gente y a su aura sagrada, habían perdido progresivamente su rol estrictamente “político”. La creciente complejidad en la organización social isleña llevó al aumento significativo del poder de los jefes tribales locales (tangata hōnui), y en general, a múltiples y graduales transformaciones sociales, aceleradas en el período post-contacto (1722-1866). En los siglos XVIII y XIX, la isla pasa probablemente por una situación de crisis y recuperación de la cual los ‘ariki hereditarios salieron debilitados y los jefes tribales meritocráticos fortalecidos. El símbolo de este cambio en el balance de poder fue el afianzamiento de la competencia del hombre pájaro (tangata manu). Sin embargo los ‘ariki y su título continuaron existiendo y trascendieron incluso la desaparición del tangata manu en 1867, continuando en diversas formas hasta al menos 1902. Como se verá a continuación, las implicancias del poder político en la Isla son mucho más complejas que la simple presencia de un ‘ariki, cuyo título tiene significados muy diferentes según la realidad de cada período. Las jefaturas antiguas de Rapa Nui eran, como en el resto de Polinesia, hereditarias, y estaban originalmente asociadas al linaje principal de la tribu (mata) real de los Miru. Estos ostentaban una genealogía que ascendía hasta dioses del panteón Título original en la edición 2011: “El poder político nativo en Rapa Nui tras la muerte de los últimos 'Ariki Mau”. El texto utiliza la misma columna vertebral aunque algunas partes están reformuladas con interpretaciones nuevas y corrección de varios errores presentes en el original. Además las referencias están actualizadas al haber nuevas obras más fácilmente disponibles para el lector interesado (Mayo, 2014). 1
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polinésico como Tangaroa, Tiki Te Hatu y Rongo2. Desde el aislamiento total de Rapa Nui del resto de la Polinesia (hacia el 1350 DC), esta “realeza” pasó por grandes alteraciones con la progresiva pérdida de influencia política de los “reyes de la tierra” —‘ariki henua o ‘ariki mau—, opacada por un aumento del poder de los tangata hōnui (siglos XV al XVIII) y los caudillos guerreros (matato’a, siglos XVIII y XIX) concluyendo con el apogeo del tangata manu (siglo XIX), especie de líder políticoreligioso que poseía el poder temporal durante un año3. Sin embargo esta “natural evolución” fue bruscamente interrumpida por las incursiones esclavistas en busca de mano de obra, provenientes del puerto de Callao, a fines de 1862 e inicios de 1863. Los últimos ‘ariki hereditarios fueron llevados a la fuerza en buques a las haciendas del Perú: el viejo ‘ariki Kaimako’i y su primogénito (‘atariki), el “príncipe” Maurata. La desaparición de estas figuras tradicionales, que mantenían una enorme influencia cultural y religiosa, supuso un duro golpe a los modos de vida y creencias autóctonas. Pese a este desastre, la competencia del tangata manu continuó su curso con fines políticos. El misionero francés Eugenio Eyraud (1820-1868) arriba a la isla desde Valparaíso, vía Pape’ete, el 2 de enero de 1864 (con seis rapanui retornados), seis meses después de las últimas incursiones de barcos esclavistas (junio de 1863)4. En su confuso relato y debido a su limitada capacidad de observación parece existir un “vacío de poder” en la isla, aunque la tradición oral no señala una interrupción ni tampoco el fin del ritual anual de la competencia del tangata manu hasta 18675. Tras la extracción forzada de casi un cuarto de la población como esclavos, es muy posible que la competencia entrara en un estado decadente, radicalizándose hasta el punto de que cada año un grupo de caudillos tribales o matato’a ejercieran el poder temporal de forma muy autoritaria. No habiendo visto gobierno general para la isla, Eyraud describe en su relato la presencia de varios tangata hōnui, “jefes” como Torometi, Temanu, Pane a Pa’ohu y Tamateka6. La naturaleza del poder de estos líderes la confirmaría ya el misionero Hyppolite Roussel (1824-1898) a quien desde su cerrado ethos cultural y moral este le parecía un sistema anárquico y bárbaro que justificaba, quizás, la imposición del “superior” sistema europeo y cristiano. Ya en 1866, Roussel mencionaría a otros jefes territoriales y especificaría sus jurisdicciones, identificando a Ha’ara, jefe de Tongariki; Roma, jefe de Akahanga, Torometi de Apina, entre otros7. De esto se infiere que en la práctica, más que el tangata manu como individuo, grupos organizados de jefes de la confederación triunfadora ostentaban el poder temporal. De aquí que ninguno de los misioneros mencione a algún tangata manu en sus escritos, lo que muestra que aun cuando la competencia siguió efectuándose, después de los hechos
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Indispensable para entender la naturaleza de los antiguos reyes es el artículo de Métraux (1937). La sucesión era siempre patrilineal y los reyes asumían el trono en el momento de casarse, abdicando sus padres al cargo. Ver también Barthel (1959). 3 Véase una descripción de estos “gobiernos” en la obra de Métraux (1940: pp.135-136 y 338-339). 4 Ver la obra de Jesús Conte Oliveros (1994: Capítulos 4 y 5, pp. 32-59) 5 Véase Horley 2012. 6 El relato de Eyraud, en una carta al Superior General de la Orden de los Sagrados Corazones en París, Euthyme Rouchouze, con fecha de diciembre de 1864 se puede encontrar en varias publicaciones. Para este trabajo hemos usado la que aparece en Edwards (1918). Véase ahora Foerster et al. (2013: 14-32 [SS.CC. 36-77]) 7 Informe de Hippolyte Roussel, sin destinatario, en el Archivo General de los Sagrados Corazones, Maison Principale, Roma 75-2. Véase ahora Foerster et al. (2013: 75-78 [SS.CC. 204-209]). En Cools (1973: números 204-209, pp. 71-74).
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de 1862-1863 el poder ejecutivo efectivo era ejercido por los jefes tribales de la confederación ganadora de la competencia. Una de las consecuencias más obvias de las razias esclavistas, fue el rápido éxito de los misioneros Roussel y Zumbohm, tras su llegada en 1866, para “convertir” al cristianismo a los escasos sobrevivientes del esclavismo, la viruela y la tuberculosis. La evolución natural, el despoblamiento, las epidemias generalizadas, la cristianización y la llegada de extranjeros con ambiciones de poder fueron elementos que le pusieron la lápida a la aristocracia tradicional. Todo esto fue rematado por el establecimiento definitivo —en 1868— del aventurero y capitán francés Jean Baptiste Onésime DutrouBornier (1834-1876), quien, al igual que los misioneros intentó llenar el espacio de un poder transversal en la Isla. Entre las actividades de estos “poderes coloniales” se encontró la “fundación” del poblado de Ste. Marie de Rapa Nui, la formación de un “Consejo de Estado”, y un ascenso meteórico a través de la imposición de una nueva autoridad moral, secundada por una “policía nativa eclesiástica”. Esta última, fue diseñada por los misioneros y estaba al mando de catequistas mangarevanos y del jefe del distrito de Akahanga, Roma a Ure Mo’enga, quien había sido bautizado como Tepano (derivado de Stephanus, “Esteban”). Este guerrero había sido enemigo de la Misión, aunque con el tiempo se convirtió en el protector del padre Roussel, a la vez que formaba un grupo con otros nativos, quienes, bajo el cargo de mutoi8, combatían el paganismo todavía abrazado por la mitad de la isla. Esto reconfiguró el poder nativo ya que reunió grupos de jefes rapanui en torno a los espacios generados por los nuevos hombres influyentes extranjeros: Jean-Baptiste Onésime Dutrou-Bornier en Mataveri y el R.P. Hyppolite Roussel en Hanga Roa, los que sin embargo no tenían, en absoluto el control total de la isla. El primero era probablemente visto como un matato’a (jefe guerrero) moderno, con armamento, bienes materiales y ascendiente político y comercial; el segundo como una especie de nuevo tumu ivi atu’a (sacerdote), con ascendiente religioso, carácter fuerte e intransigente, proveedor de nuevos cultivos y con contacto directo con alguna divinidad. Quedó relegado a un tercer espacio el padre Gaspar Zumbohm (1823-1887), en Vaihū, quien tenía un carácter mucho más flexible. Durante la época en que la misión católica actuó en la isla, fueron los 3 poblados principales: Hanga Roa, Mataveri y Vaihū, donde se disputaría el control político de la isla entera. Entre 1864 y 1871, a raíz de la delicada situación provocada por las trágicas acciones de piratería, se formó una compleja distribución del poder en Rapa Nui. Es evidente que la disminuida y debilitada comunidad local había decidido formar alianzas con los llamados tangata hiva (hombres del exterior) en lugar de combatirlos en forma infructuosa. Así es como estas figuras locales, aparecen incluso inmiscuidas en la política del nuevo “Estado colonial”, algo artificiosamente en manos de los extranjeros. Algunos documentos de “compraventa” de terrenos han sobrevivido con los nombres de algunos rapanui firmantes, como miembros del “Consejo de Estado” —por ejemplo Ludovic Manu, Hina Poīe, Ure Harai y Fabiano Nga Uka—. Un documento citado por el investigador español Jesús Conte, fechado el de 5 de octubre de 1868, muestra que para esa fecha ya había algunos isleños que se habían adaptado al mundo político traído
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Mutoi = “gendarme”. Es un vocablo tahitiano, importado por los misioneros.
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por los europeos9. En cualquier caso, para fines de la década de 1860, la gran mayoría de los nativos rapanui, tanto los rápidamente aculturados como otros más tradicionalistas, ya habían decidido sacar provecho a estos hombres venidos del exterior, en lugar de combatirlos. La dinámica de esos años clave para la historia de Pascua hizo que muchos jefes locales tradicionales —ya avanzado un severo conflicto por la potestad política en la isla entre Dutrou-Bornier y los misioneros hacia 1870— tuvieran su esfera de influencia en la misma región, alrededor de la capital política, Mataveri. Hanga Roa, por su parte, pasó a ser la capital religiosa. Este hecho modificó el carácter regional del poder de los jefes locales, obligándolos a cambiar la naturaleza de su poder y convertirse en jefes de un clan familiar desapegado a su tierra. Una jefatura no territorial, sino más bien de carácter demográfico. Entre estos jefes de Mataveri alineados con Dutrou-Bornier se encontraban Ngure, Kaituo’e, Manuhiritahi, Te Haha y otros, todos de la antigua tribu real Miru, o al menos de la confederación del Oeste —llamada Ko Tu’u Aro Ko Te Mata Nui— y muchos de ellos, parientes entre sí. Este proceso ya se había iniciado con el desarraigo en 1868, propiciado por Roussel, de familias y tribus completas desde sus tierras ancestrales y su re-localización en Hanga Roa y Mataveri10. El intento del jefe Miru llamado Ngure a Pariko (c. 1832-c.1880) de restablecer —bajo su jefatura y con apoyo de Dutrou-Bornier— un poblado en Anakena en Octubre de 1869, fue rápidamente abortado por el bando anti-pagano de los matato’a eclesiásticos rapanui Tepano Roma y Urepīe Tangi-te-roa, los que arrasaron el asentamiento en marzo de 1870, obligando a su población a volver a la costa oeste11. El centralismo de Roussel y Dutrou-Bornier (que triunfó sobre el regionalismo de Zumbohm y algunos jefes nativos) es otro elemento que actuó en contra de las estructuras tradicionales del poder político nativo en la isla, pero dio un impulso a la capacidad de adaptación de los líderes locales. Un último episodio refleja la impotencia del poder y la realeza tradicional ancestral para adaptarse a este frenesí de cambios. En los primeros años del período de la Misión, se encontraba en la isla el niño Rokoroko He Tau, bautizado como Gregorio (c. 1855-1867) quien es, según algunos autores, el niño Manurangi, rescatado del barco esclavista peruano Cora en Rapa Iti (en las islas Australes de la Polinesia francesa) y llevado de regreso a Rapa Nui junto con Eyraud en su primer viaje12. Este niño era el más cercano en línea de sucesión al linaje real de los ‘ariki de la tribu Miru ya que era nieto del ‘ariki Nga’ara, y primo hermano del príncipe Maurata13. Los misioneros describen en sus cartas, cómo, a pesar de la nueva religión, los rapanui de la época le rendían ciertos honores y protestaban cuando se transgredían los tabúes (tapu) asociados a la realeza antigua. En sus cartas Roussel lo llama el “jefecito” [le petit chef]. En septiembre de 1866, el misionero escribía al obispo Etienne “Tepano” Jaussen de Tahiti las siguientes líneas relacionadas con el rey niño:
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Conte (1994: p.254). Sin embargo Hotus et al. (1988: p. 289) ponen en entredicho tal contrato. Véanse los apéndices documentales de Conte (1994) y Víctor Vergara (1939) para varios otros contratos donde aparecen rapanui como miembros del “Consejo de Estado”. 10 Para un más claro resumen de este proceso, véase el trabajo sistematizado de Cristino, et. al (1984) 11 “Relación de Hippolyte Roussel” de los hechos acontecidos de Isla de Pascua, En Foerster et al. (2013: 113). Copia en Cools (1973: pp.102-103; números 284-285). El original está en los Archivos Principales de la Congregación de los Sagrados Corazones, Casa Principal, Roma: 75-2. 12 Véase Fischer, S.R. (1993: p.64) y Conte (1994: p. 114) 13 Métraux sugiere que era nieto de Nga’ara y primo de Maurata (1940: p.93). Hotus et, al. (2007: p.497) pone a Gregorio como bisnieto y Roko-Roko He-Tau como tataranieto, lo que es evidentemente un error.
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“He bautizado 30 niños, entre otros el jefecito, joven de 11 a 12 años. […]Espero que más adelante, ya suficientemente instruido servirá a la Misión. […] Desgraciadamente para nosotros y para sus antecesores, no tiene más autoridad de rey que el nombre: le traen las primicias de los ñames y pulpos y se le brindan otros gestos por el estilo, pero él no tiene voz en la administración del país”14. En noviembre de 1866, los misioneros Roussel y Zumbohm, nombraron un jefe y dos jueces por cada bahía o jurisdicción (una “jefatura territorial”), con el fin evitar conflictos armados y el exceso de acusaciones derivadas hacia él. La efectividad de esta medida fue nula por la débil base cristiana de la población rapanui y quedó rápidamente obsoleta con la concentración del total de la población en Hanga Roa y Mataveri en 186815. Gregorio muere ese mismo año durante una epidemia de tuberculosis, a la edad de 12 años, como uno de los primeros rapanui bautizados, lo que señala simbólicamente el fin de la dinastía real por sucesión y el inicio del influjo cristiano en la jefatura sobre los nativos durante los años por venir. El fracaso de la Misión en la creación de su “paraíso terrenal” isleño, producto de los intereses contrapuestos y el insistente conflicto ideológico y armado contra el bando de Torometi y Dutrou-Bornier, entre 1869 y 1871, causó estragos en una Rapa Nui ya destrozada por la esclavitud y sus consecuencias16. El drama tendría un final wagneriano con la Gran Diáspora pascuense de 1871: El 20 de febrero, el Marama con John Brander a bordo lleva 28 rapanui a Tahiti para trabajar con él. El 10 de marzo, una partida de 38 rapanui llegan a Tahiti, enviados por Dutrou-Bornier, mientras que al día siguiente 160 rapanui se embarcan en el Sir John Burgoyne hacia Mangareva, enviados por los misioneros. 168 rapanui más parten con los misioneros Roussel y Théodule Escolan el día 6 de junio, también con destino a Mangareva, epicentro del catolicismo en Polinesia, aunque esta vez el Sir John Burgoyne llevaba también otros 109 isleños enviados por Dutrou-Bornier a Tahiti para trabajar con su socio John Brander en Ha’apape. Algunos isleños más son enviados en barcos siguientes hacia Tahiti, sumando un total de 571 emigrantes y dejando la isla una población total de apenas 175 personas según el obispo Jaussen17. Tras la partida de los misioneros y con una rapanui desmembrada se inicia el reinado de Jean Baptiste Onésime Dutrou-Bornier, Jean I, quien se vuelve, según los testimonios de los misioneros, mucho más autoritario, autodenominándose tāvana o gobernador y convirtiéndose en una especie de tardío tangata manu extranjero, por su forma tiránica de gobernar. No existen pruebas de que Bornier obligara a algunos rapanui a quedarse en la isla18 por lo que puede asumirse que los que permanecieron en Rapa Nui lo hicieron por voluntad propia. Sin embargo, más allá de los trabajadores 14
Carta de Hippolyte Roussel a Monseñor Tepano Jaussen. 17 junio/1 de septiembre/1 y 7 de noviembre de 1866 en Foerster et al. (2013: 39-47[SS.CC. 132-140]), también en Cools 1973: SS.CC. 132-140. 15 Relato de Hippolyte Roussel en Les Missions Catholiques, Lyon/París, 1868, pp. 178-179; En Foerster et al. (2013 : 54-55 [SS.CC. 165-166]). En Cools (1973: pp.55-56). 16 Véase un resumen de la “guerra” desde el punto de vista de Roussel en Conte (1994. 267-271). Más completo en Foerster et al. (2013: 113-129 y 135-139). La respuesta de Bornier en Foerster et al. (2013: 178-180). 17 Véase Edwards (2011), aunque con precaución debido a errores menores en las fechas por parte de la fuente original (también en este volumen). Juan E. López estima la población en 200 el año 1875 (López 2013) 18 Fischer, S.R. 2005: 115
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necesitados por John Brander, es muy probable que el aventurero francés haya encontrado la forma de “deshacerse de la competencia”, enviándola lejos. El problema de Bornier no era tanto la Misión del contumaz padre Roussel como los propios nativos. Para mantenerlos satisfechos, aceptó el paganismo y se rodeó de varios jefes locales ya mencionados más arriba, a quienes proveyó de armas de fuego para que colaboraran en sus causas. En este sentido, ¿cómo se explica que Torometi, el enemigo acérrimo de la Misión y lugarteniente del capitán francés, haya viajado junto a los padres de los SS.CC. hacia la Polinesia Francesa? Es posible que Dutrou-Bornier haya visto a estos tangata honui como figuras peligrosas, ya familiarizadas con las armas de fuego y con una creciente influencia. De esta forma, con la partida de sus rivales misioneros hacia Mangareva y Tahiti, además de todo su séquito de guerreros rapanui, Bornier ya no tendría necesidad de tener su propia guardia “pretoriana” pascuense y recuperaría el monopolio de las armas de fuego. Con el camino despejado de todo tipo de competencia Bornier gobernó en su diminuto reino pero obligado a adaptarse a la idiosincrasia local en su intento por obtener la credibilidad que no recibió antes. El francés quiso legitimar su posición tomando por esposa a una mujer local: Pua ‘Aku Renga, Koreto [del francés “Colette”] (c. 1849-c.1890), hija de Kai Ika Mata a Poreko y Nga Ara Reka. El capitán la llevó a Mataveri y la señaló como la legítima reina de Rapa Nui, enseñándole costumbres e idioma francés (como más adelante atestiguaría Alphonse Pinart y la tripulación del Seignelay, en abril de 1877). Aquí establecerían su “palacio” a la sombra de la bandera francesa que ondeaba sobre su casona. La realeza de Koreto no tenía ninguna base sanguínea ya que ella era del mata Tupahotu y nacida en el sector norte de Poīke (Englert 1964: 51). Desde luego que la improvisada realeza de Koreto fundaba una nueva “dinastía” con una ruptura brusca de las antiguas tradiciones isleñas. De ahí que resultara tan difícil para Bornier y para la misma reina imponer su voluntad sobre sus vasallos. Pese a todo, parece ser que Koreto recibía mayor reconocimiento que el mismo francés: Juan E. López, capitán de la corbeta O’Higgins escribe en 1875 que: “existe actualmente una mujer a quien dan el nombre de reina, la cual vive en relaciones con el Sr. Bornier, uniendo así su autoridad con el progreso civilizador”19. En cualquier caso, las aspiraciones de Dutrou-Bornier se verán truncadas por su asesinato en 187620 y aunque por algunos pasó por la mente deshacerse de Koreto también21, la “reina” viuda logrará reinventarse y permanecer influyente durante más de una década. Cuando llegó Pinart en 1877, los rapanui parecían transcurrir en su pequeña sociedad isleña sin una cabeza política definida22, aunque Koreto seguía viviendo en el château de Mataveri con sus dos hijas. Caroline, la mayor, era considerada la verdadera reina por Koreto quien se autodefinía como “regente” y protectora de la futura reina. Caroline y su hermana Harriethe-Marthe, herederas de la dinastía del breve “período monárquico francés”, serían las matriarcas de dos importantes familias de la isla formando las actuales familias Araki y Paoa respectivamente. Su madre, Koreto buscaría infructuosamente que Rapa Nui se convirtiera en protectorado francés durante 19
López 2013. Véanse varias versiones en Estella (1920: p.135-137), Englert (1964: pp.57-58) McCall (1994: p.63), Hotus et al. (1988: pp.285-287), Fischer, H. (2001: pp.77-83) y Vives Solar (1920A). 21 Vives Solar (1920A). 22 El relato de Pinart está disponible en Foerster et al. (2013: 589-611). En inglés, se puede encontrar en Lee, et. al. (2004: 107-135) 20
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el resto de la década23. En junio de 1878, el padre Hipólito Roussel vuelve a casar a la afrancesada viuda de Dutrou-Bornier con el rapanui Ruperto Nai a Hotu ‘Iti, bastante menor que ella. Koreto muere probablemente antes de 1890, aunque la fecha errónea más citada es 191724, que corresponde en realidad a la fecha de deceso de su hija menor Harriette-Marthe (“Marta”) el 15 de marzo de ese año. La influencia francesa tendría sus últimos estertores en la década de 1880: McCall menciona una delegación rapanui que viaja a Tahiti en 1881 para pedir un protectorado francés25. Quizás por esta razón, el comandante alemán Wilhelm Geiseler señala en 1882: “Nadie ha oído sobre la reina Koreto, mencionada por Pinard (sic) en 1867 (sic)”26 Entretanto, el padre Roussel mantenía en Mangareva la misión católica, tras la diáspora de 1871 y preparaba a varios nativos rapanui para ejercer como catequistas en la Isla de Pascua cuando la situación fuera más favorable, a la vez que buscaba la forma de crear un gobierno o una nueva realeza en la isla. En el “Manuscrito A”, atribuido a Atamu Tuputahi a Hare Kai Hiva (c. 1847-1912), citado por Thomas S. Barthel27, Roussel sostiene una conversación con su alumna rapanui, María Angata Veritahi a Pengo, quien le señala que el último hombre transversalmente respetado de la isla, el tangata hōnui Ngure, de la aristocracia Miru, había muerto por lo que no quedaba nadie que pudiera gobernar en toda la isla. Roussel le respondió que entonces la haría a ella, Angata, reina. La misma fuente indica, sin embargo, que habiendo Angata —de unos 25 años en ese entonces— regresado a la isla, en octubre de 1879, entregó el derecho a regir al anciano y ma’ori rongo-rongo Ure Va’e Iko (nacido por 1803), cuyo nombre cristiano era Daniel (Barthel 1959: 6). Los misioneros comenzarían a volver esporádicamente tras 6 años de ausencia, pero sin instalar una misión permanente. En lugar de esto nombrarían autoridades religiosas y políticas dentro de los mismos rapanui. Roussel descubrió en 1878, en un primer viaje de regreso a la isla, que dentro de los pocos isleños que quedaban (unos 200 según su propio testimonio) había tomado la jefatura Mati Mereti (aprox. 18071887), perteneciente a la tribu Miru28. Roussel indica que Koreto se encontraba ya trabajando como “sirvienta” del anterior. Sin embargo no aclara bien ni el real estatus de Koreto (nombrada profusamente por Roussel) ni el “título” del anciano Mati, aunque más tarde Roussel señalaría que era un gobierno “pagano”29. Como autoridad religiosa, Tomenika Vakatukuonge (c.1843-1915) era el isleño que se encontraba a cargo de las oraciones católicas. A continuación, el sacerdote dejó a Federico Urevakapito y Emilio Pa’oa a Hitaki (c.1860-1914) a cargo del ganado de la misión, como representantes de
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La última vez en 1887, siendo rechazada por el almirante Krantz al año siguiente, dando pie para la anexión efectuada por la República de Chile. Ver Conte (1994: p.155) 24 Englert 1964: 58. 25 McCall 1997: 114. 26 Geiseler, (1883: p. 47). La persona a quien Geiseler hace referencia es Alphonse Pinart y la fecha real es 1877. Aparece también mencionado por Métraux que cuando Geiseler preguntó por Koreto, se le respondió que una reina con tal nombre jamás había existido, ver Métraux (1940: p. 92). 27 Véase una breve descripción de los primeros manuscritos escritos por rapanui en Barthel (1965) 28 Según los archivos de los Sagrados Corazones de Roma, referidos por McCall (1990: p.209) y Conte (1994: p.153). Este mismo individuo, Mati, aparece nombrado por Thomson como el hombre más viejo de la isla en 1886 con estimados más de 90 años en Thomson (1891: p. 48). Según el estudio de Edmundo Edwards sobre el censo de Salmon efectuado el mismo año, Mati tenía 66 años. 29 Carta de Hippolyte Roussel al Mons. Tepano Jaussen en Papeete desde Rikitea, 27 de enero de 1883 en Foerster et al. (2013: 217-218 [SS.CC. 507-509])
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sus intereses30. En paralelo, la Compañía Brander-Bornier, continuadora de la explotación del ganado por parte del asesinado francés, comenzó a ser administrada por el tahitiano-inglés Alexander Salmon Jr. (1855-1914). A pesar de esta presencia, la situación con este nuevo administrador sería mucho menos tensa que durante el “reinado” de Bornier-Koreto. En 1879 regresa Roussel, trayendo desde Mangareva a María Angata y su marido Pakomīo Ma’ori Ure Kino (c. 1836-1908), ella como catequista y él como guardián de los animales de la Misión. En enero de 1883, con una población de 167 personas, visita la isla nuevamente el padre Roussel, quien celebra 15 matrimonios. El misionero francés señala que, aprovechando su presencia, los rapanui re-organizaron un gobierno de orden cristiano para reemplazar su antiguo gobierno pagano31. Un jefe, dos consejeros de jefe y dos jueces fueron elegidos entre la comunidad. El padre Roussel ve como el elegido unánimemente como jefe era, nuevamente, un hombre de los Miru y emparentado con el linaje real, el muy católico Atamu Tekena ‘Ao Tahi (c. 1850-1892). En general muchos autores parecen haber sobrevalorado el papel de Roussel en la elección cuando ni siquiera el mismo misionero se atribuye dicho nombramiento32. Atamu Tekena será el famoso rey rapanui que firmaría con Policarpo Toro el Acta de Cesión de 1888, parte del famoso Acuerdo de Voluntades entre Rapa Nui y la República de Chile. Para la fecha del Acuerdo de Voluntades, con varios sobrevivientes del exilio en la Polinesia Francesa de regreso en su Isla, se ve una estructura nativa de poder bastante organizada, algo modificada desde la influenciada por Roussel en 1883, ya que nueve to’opae [vocablo tahitiano], notables, firman el documento. Entre ellos se encuentran patriarcas de algunas familias actuales: Hitorangi, Ika a Tu’u Hati, Keremuti y Pa’oa a Hitaki33. Esta nueva organización monárquica se vería reafirmada en su influencia católica con la presencia de Nicolás Pakarati (1855-1927; catequista y jefe religioso de la isla) como secretario del rey. Pakarati había viajado con el padre Albert Montiton en 1886 para ser preparado en la escuela de catequistas de Mo’orea y regresó a la isla justo a tiempo para la ceremonia de anexión. Tal como señala Pedro Pablo Toro, encargado de colonización en 1888, el rey Tekena sería una especie de juez de los isleños y en casos considerados graves deliberaría con sus consejeros o ministros para resolver todo tipo de conflictos entre los locales. Toro anuncia en su memoria de 1892 el carácter democrático para la elección del cargo de rey o “kin” —del inglés king— (Toro 1892: Cap. IV, 200-209). Atamu Tekena aparece a veces nombrado como Atamu Maurata Te Kena34, adoptando para sí, quizás con el fin de legitimarse, el nombre de uno de los últimos ‘ariki mau, lo que también hará su sucesor Riro tiempo después, según una de las versiones de estos hechos. Estaban ahí para velar por las propiedades de la Misión y de los nativos a la vez que para representar a su pueblo ante la ya permanente —e inevitable— presencia extranjera. La organización política isleña incluso adoptó toda la parafernalia de rigor y símbolos como una bandera propia, el reva reimiro, 30
Archivos Generales del SS.CC., Roma 81-1 y 75-2, citados por Conte (1994: p.153). Véase la carta completa en Foerster et al. (2013: 209-213 [SS.CC. 487-496]) 31 Carta de Hippolyte Roussel al Mons. Tepano Jaussen en Papeete desde Rikitea, 27 de enero de 1883 en Foerster et al. (2013: 217-218 [SS.CC. 507-509]). 32 Véanse por ejemplo McCall (1997: p. 114), Di Castri (1999) y Fischer (2005: 128) 33 Véanse más detalles en el artículo de Di Castri (1999). 34 Estella (1920: pp. 123-124 y 142), Barthel (1959: p. 7) y Tuki et al. (2003).
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reemplazaron el tricolor francés usado en los tiempos de Bornier 35. El mismo subinspector de colonización Pedro Pablo Toro Hurtado describe en 1892 esta organización con tres consejeros (o ministros), uno como delegado en Mataveri (ante la autoridad extranjera), todos elegidos por el mismo kin. Además, señala que el rey de la isla tenía una guardia personal de 6 individuos llamados vulgarmente “pacos” y que “en casos graves, el Kin se asocia además con cuatro o seis notables [¿los to’opae de 1888?] para discutir y resolver ante el pueblo reunido” (Toro 1892: 205). Basado en esta institución se generaría, casi 100 años después —en la década de 1980—, el llamado Consejo de Ancianos de Rapa Nui, supuesto heredero de esta tradición36. La “historia negra” del colonialismo en Pascua coloca al noble ‘ariki Atamu Tekena en una posición humillante, ya que supuestamente tuvo que trabajar levantando pircas como cualquier peón (Hotus et al. 1988: 301). Esta historia no es corroborada en absoluto por los documentos existentes, más bien al contrario. Pese a que para el puñado de colonos chilenos su “título nobiliario” podía ser algo nebuloso era indiscutiblemente respetado como representante de su propio pueblo junto a su Consejo de Estado. Aun así, el poder de este ‘ariki histórico se encontraba fuertemente sujetado por la división de las autoridades, una colonial y la otra local, y por la restringida distribución sobre el territorio de los pocos rapanui que quedaban. Pedro Pablo Toro señala que “la autoridad del Kin, cada día más debilitada, se ha visto, moralmente a lo menos, restringida por la presencia del representante del Gobierno de Chile, con cuyo acuerdo ha procurado proceder aquél” (Toro 1892: 205). Los bienes materiales exóticos de los colonos chilenos probablemente impulsaban a algunos rapanui a saltarse la “línea de comando” y tratar directamente con los tangata hiva. La interpretación moderna de la “historia negra” culpa a esta pérdida de representatividad al supuesto “engaño” en que habría caído el ‘ariki al ceder la soberanía de forma que los rapanui desengañados lo habrían obligado a abdicar en 1892 (Hotus et al. 1988: 301-302 y 353). En realidad, Atamu Tekena fallece ese año tras una larga enfermedad37. Pese a estar casado con Ana Eva Hei Vehi (Uka ‘a Hei ‘a ‘Arero) y a tener seis hijos con ella, el mayor, Atamu “Hango” Tekena Hei no fue reconocido como sucesor. La línea de sucesión de estos jefes tenía más en común con las jefaturas tribales de la época antigua que con las sucesiones hereditarias de los ‘ariki mau. Respecto a Atamu Tekena hay que tener en cuenta varios puntos relacionados con la naturaleza de su “reinado”. En primer lugar, es importante diferenciar a este rey de los antiguos ‘ariki mau, analizando el aspecto de territorialidad. Los “reyes” isleños de antaño eran llamados también ‘ariki henua, “reyes de la tierra”, lo que implica un sentido de territorialidad. Eran reyes de “la isla”, que dominaban el territorio de la Isla. Dicha territorialidad se esfumaría progresivamente con la llegada de los misioneros y la de Dutrou-Bornier con sus políticas centralistas y había casi desaparecido para la época de Atamu Tekena. Teniendo la isla vastas extensiones de terreno como propiedad privada de explotadores extranjeros, el rey había dejado de ser un “rey de la isla” (en el sentido territorial) y había pasado más bien a ser un “rey de los rapanui” que no controlaba todo el territorio. Su poder dejó de tener este carácter territorial y Tekena pasó a tener poder relativo sobre su gente, más no ya sobre el territorio, gran parte del 35
Véase la historia de la bandera de Rapa Nui o reva reimiro en Hotus et al. (1988, p. 3) La historia de esta institución aparece detallada en el libro Te Mau Hatu ‘o Rapa Nui, escrito por Alberto Hotus y otros (1988: 351-382). 37 Véase Castillo (1892). 36
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cual correspondía a la compañía de John Brander, administrada por Salmon, la cual no reconocía esta autoridad. Atamu Tekena era un ‘ariki más no un ‘ariki henua. Los sucesores de Tekena verían aún más limitado este aspecto, en especial con la isla bajo la égida de Enrique Merlet, futuro arrendatario de ésta, quien terminaría, en la década de 1890, recluyendo a los rapanui en el espacio de Hanga Roa, quedando el resto de la isla deshabitada y usada exclusivamente para la explotación ganadera de la Compañía. Ante el vacío en el poder, debido a la enfermedad y muerte de Atamu Tekena, el pueblo rapanui se organizó rápidamente y en marzo de 1892 asume el joven Simeón (Timeone) Riro Kāinga (c. 1868-1897). Su padre fue el ya nombrado Ngure a Pariko, un tangata hōnui Miru aliado de Dutrou-Bornier en Mataveri; y su madre Nene Pōike. Su ascenso al “trono” fue descrito por el comandante de la corbeta Abtao, José María Villarroel, y citado por el contralmirante y comandante en jefe de la escuadra Luis Anacleto Castillo en su informe titulado “Viaje a Isla de Pascua”38. Fue la primera elección democrática de Isla de Pascua y aparentemente por sufragio universal. La relación citada por Castillo indica que el rival de Riro, un hombre maduro, laborioso y de buenas costumbres tenía el apoyo mayoritario en un principio (Castillo 1892: 1777). Este rival era un noble (ariki paka) llamado Ika a Tu’u Hati, bautizado Enrique, también Miru de sangre real y el isleño de linaje más cercano a los antiguos reyes en 1892. Ika, nacido hacia 1859 en Anakena, era hijo de Hua ‘Anakena a Hatu’i y Mata a Puhirangi, siendo el ancestro común de la actual familia que lleva ese apellido.39. Como se vio más arriba, Ika había sido parte de los consejeros o to’opae de Atamu Tekena. La victoria de Simeón Riro Kāinga, entonces de 23 o 24 años, en la elección se debió al apoyo casi irrestricto del electorado femenino, el cuál influyó en la votación masculina también40. Riro era de una rama de los Miru (los Miru o Kao) que no tenía relación directa patrilineal con los antiguos ‘ariki, sino que eran tumu de éstos (sus mujeres se casaban con los hombres del linaje real). Lo más probable es que, dada la fecha de su nacimiento, haya nacido en Mataveri, donde se trasladó su padre para formar parte de la “guardia” de Dutrou-Bornier. En 1889, con 20 o 21 años, se casó con Verónica Hitiairangi Renga Mahute (1874-1947), joven rapanui de 15 años, de linajes Tupahotu Ngaruti y Koro Orongo, quien había nacido en Tahiti de los rapanui Mahoni a Mahute y Marta “Marate” Paruvaka. Steven Roger Fischer asegura que Riro fue patrocinado por la cada vez más influyente catequista María Angata Veri Tahi — pariente cercana de Ngure, el padre de Riro Kāinga— lo que fue clave para la obtención de su triunfo en la elección (Fischer, S.R. 2005: 147). La influencia religiosa se hacía sentir, a pesar del carácter más “laico” de Riro respecto a su antecesor. Ika a Tu’u Hati pasó a ser su “primer ministro” (Castillo 1892: 1777). La gestión del Kin Riro, como la de Atamu Tekena, fue bastante sencilla y jamás tuvo pompa real alguna, cuestión lógica considerando el estado del “reino”. Sin embargo, la organización política se mantenía sólidamente y Riro tomó un papel más confrontacional que su antecesor, como atestiguan testigos presenciales: el diario de la corbeta Abtao (Castillo 1892: 1777) y el del administrador chileno del fundo ovejero, 38
En Castillo (1892). Ika se casó el 9 de Marzo de 1879 con la mujer Tupahotu llamada Renga Hopuhopu a Tetono (c. 18571942), bautizada Anastasia. La tradición oral dice que Ika recibió el patronímico de Tu’u Hati, su tío, quien logró salvarlo de la muerte que perseguía a todos los nobles hijos recién nacidos de Hua ‘Anakena Véase Hotus et al. (2007: 531). 40 Véase sobre la vida de Riro en McCall (1997) y (2001) 39
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Alberto Sánchez Manterola (Conte 1994: 323-324). El rey Riro salía en un bote a recibir cada barco que llegaba como e incluso participaba de operaciones de rescate en el caso de naufragios, como por ejemplo el del Apolline Emilie en julio de 189641. En esto Riro Kāinga tenía mucho más de los jefes tribales meritocráticos que de los antiguos ‘ariki hereditarios. El joven Kin se tomaba en serio su cargo y hacía de vocero de los nativos y participaba activamente de actos de resistencia cuando consideraba que quienes explotaban la Isla cometían injusticias, especialmente ya en los tiempos de la oscura égida de Enrique Merlet como dueño de la compañía explotadora. Aún existía un cierto reconocimiento a su autoridad de parte del administrador Sánchez Manterola como lo ilustra lo ocurrido tras el crimen de un empleado de la Compañía. El nativo Simón “Timona” Te’ao Kirokē, había sido asesinado por un hombre llamado Felipe Rehhoef, y el administrador lo entregó al kin Riro para que los isleños lo recluyeran bajo sus leyes42. Los extranjeros también lo reconocían como la autoridad de la isla. En mayo de 1897 encalla en la isla el barco de carga Nomantum dejando varios tripulantes trabajando para la Compañía de Merlet hasta noviembre de ese año cuando emprenden el regreso. Llegados a San Francisco en enero de 1898, los marineros O’Neill, Dolles y Smith aseguraban haber sido tratados espléndidamente “por el rey de la isla y sus 150 súbditos”43. Los norteamericanos no mencionan en absoluto al administrador de la compañía ovejera, con presencia en la isla desde 1896. Todos estos episodios sostienen la visión de los rapanui sobre la gestión de Riro Kāinga como rey, con una valoración positiva que se puede constatar en varias publicaciones44. La contraparte puede apreciarse en la narración de Sánchez-Manterola “Cinco Años en Isla de Pascua” publicada por Conte Oliveros (1994: 315-326). La administración del “rey electo” Simeón Riro Kāinga duraría algo más de cinco años que pueden dividirse en tres períodos de desigual duración. Los primeros seis meses de su gobierno transcurrieron ayudando a sobrevivir a la decadente y abandonada colonia chilena liderada por Pedro Pablo Toro. Durante los tres años y medio siguientes, la administración se daría sobre una Rapa Nui desconectada de Chile y prácticamente sin colonos ni misioneros interfiriendo en la política interna isleña. El último año y medio sería el más convulsionado, con una comunidad local enfrentada a una empresa que venía a adueñarse del territorio y de los animales en Rapa Nui tras una negociación con el Estado en el continente: la compañía de Enrique Merlet, llegada en marzo de 1897. Los representantes de Merlet en la isla en ese año y medio fueron Alberto Sánchez-Manerola y su reemplazante por un breve período Benjamín Donoso. Cansado de las prácticas abusivas de la Compañía, que buscaba aplastar el liderazgo de Riro Kāinga, el kin viajó a Valparaíso, en contra de las advertencias de la población rapanui. La intención del rey era hablar directamente con el Presidente de la República y para tal efecto iba cargado de regalos (tallados de madera) 45. Fue acompañado por Juan Tepano Rano (1872-1947)46, Juan “Ioane” Araki Ti’a (186641
Véase Vives Solar 1917b. Esto aparece en la ya citada narración de Sánchez-Manterola en Conte (1994: p.321). Véase el análisis de Fischer (2001: 133) 43 Diario Lewiston Saturday Journal, 31 de enero 1898. 44 Estella (1920: p.142-145), Hotus, et al. (301-303) e informe de Mario Tuki Hey et al. para la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato (2003: p. 456) 45 Vives Solar 1920b. 46 Estella (1920: p. 144). En Placilla aún se recuerda, mitológicamente, a Tepano como sargento en la época de la Guerra Civil de 1891. Según Juan G. San Martín, los tres participaron en la guerra del 42
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1900), y José Tairenga Pirivato (1868-¿1902?)47. Las razones para la selección de esta “delegación diplomática” que acompañaba a Riro no están claras del todo48. Seguramente los jóvenes acompañantes formaban parte del Consejo de Jefes. En circunstancias poco claras, el grupo se divide tras su llegada al puerto en Valparaíso: Riro quedó solo, en manos de los hombres de Merlet y de la Compañía. La versión más conocida en Rapa Nui, dice que murió envenenado después de un par de días en el puerto chileno. McCall (1997: 116), Estella (1920: 144-145) y Hermann Fischer (2001: 135) adhieren a esta postura, mientras que Vives Solar (1920b), Métraux (1940: 93) y Steven Roger Fischer (2005: 153), por su parte, especulan que el kin murió a causa de un frenesí alcohólico, con certeza inducido por los esbirros de Merlet. Desde luego esta segunda versión de la “intoxicación alcohólica” aunque sin mencionar la participación de los accionistas y empleados de la empresa fue difundida en la Isla por los testaferros de Merlet. Nadie ha encontrado el parte del hospital San Juan de Dios, aunque está meridianamente claro que la mano de la Compañía está detrás de todos estos eventos como puede inferirse del ya citado relato de Sánchez Manterola sobre la muerte de Riro. Tal como en el caso de Atamu Tekena, el hijo mayor de Riro, Simeón Riroroko Mahute (1890-1950), no sería reconocido nunca como legítimo rey dentro de la comunidad49. Con el tiempo Simeón Riro Kāinga pasaría a ser conocido como Riroroko, actualmente uno de los apellidos más comunes en Rapa Nui. El origen de este apellido tiene dos versiones contradictorias. Según los más ancianos de la familia Riroroko es una modificación que Riro habría efectuado al tomar el poder. Siguiendo el uso de estos nuevos reyes de adoptar nombres de antiguos ‘ariki mau, instaurado por su antecesor Atamu Tekena (Atamu “Maurata” Tekena), Riro habría adoptado como apellido Rokoroko He-Tau, en homenaje al rey niño Gregorio, último rey “antiguo” de la isla (McCall 1997: 115). De aquí Riro Rokoroko He Tau pasó a ser simplemente Riroroko. En esto se nota una intención de conectar la nueva realeza con los reinados de los antiguos ‘ariki mau. Por otra parte, el Consejo de Ancianos Rapa Nui en la segunda edición de su libro “Te Mau Hatu o Rapa Nui: Los Soberanos de Rapa Nui” señala que: “El apellido del Rey Simeón Riro Kainga fue ‘castigado’ a manera de burla por los ancianos de Rapa Nui cuando quiso recurrir a las autoridades chilenas, al viajar a Valparaíso, para exigir los derechos de los rapanui. Luego, en vez de llamarlo Riro Kainga, lo llamaron Riro Roko (loco)”50. Esto es en consideración con las dificultades para pronunciar a letra “l”, que en Pascua tiende a ser transformada en una “r” suave. Otras versiones que se oyen en la isla sostienen que fueron los miembros de la Compañía de Merlet los que le pusieron el mote de “loco” al kin isleño. A Riro lo sobrevivió su esposa Verónica, aun llamada por algunos “la reina” en la década del 30 y del 40.
Pacífico, pero el Departamento de Historia Militar no encontró información al respecto. Véase San Martín (2002) y Departamento de Historia Militar (2006: pp.72-73) en la bibliografía. 47 En El Mercurio de Valparaíso del 8 de Abril de 1900 se menciona a este trío como “príncipes” y “ministros de Estado”, siendo Araki sucesor al trono por ser el mayor. Juan Araki Ti’a muere el 20 de abril de 1900 en Los Andes, de tuberculosis. Los otros dos regresaron a la isla el mismo 8 de abril. 48 Rolf Foerster postula la posibilidad de que haya sido una deportación de elementos molestos para la Compañía. Véase su publicación en Rapa Nui Journal: Foerster (2010a). De todos modos nos parece dudoso que la Compañía tuviera la capacidad coercitiva de imponer una deportación así en esa época. 49 Vale la pena mencionar que el nieto de Riro, Valentín Riroroko Tuki (hijo del hijo menor del antiguo ‘ariki), ha sido reconocido como “rey” por la organización Parlamento Rapanui. Aunque este “reconocimiento” poco tiene que ver con la forma de elegir ‘ariki que se empleaba en esos años. 50 Hotus, et al. (2007: p.528)
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Atamu Tekena y Simeón Riroroko son generalmente los dos hombres de los que se habla en la Isla como los últimos reyes de la Rapa Nui hoy por hoy. Ambos tienen monumentos en Hanga Roa, uno en la plaza central y el otro en la plaza de la Gobernación Provincial y son figuras relativamente populares dentro del imaginario histórico rapanui. Sin embargo, como dice Métraux: “Although the islanders of to-day speak of the late kings, Atamu Te Kena and Riroroko, as if they were really kings, informants make it clear that they have little in common with the ‘ariki of the olden days. Their power was of an indefinite and dubious nature, and they seem to have enjoyed few of the prerogatives of the former ariki”51. Las razones son evidentes. En primer lugar, Atamu Tekena tuvo un período complejo, apoyado por la iglesia católica, pero restringido a una comunidad ínfima, desarraigada de sus tierras ancestrales y debatiéndose entre sus tradiciones y los elementos foráneos como el cristianismo. Posteriormente debió enfrentarse a las consecuencias del Acuerdo de Voluntades de 1888 y consensuar decisiones con el inspector de colonización. En cuanto a Simeón Riroroko, su base de apoyo parece haber sido superior a la de Tekena, sin embargo en el último año y medio debió enfrentarse al sabotaje y la conspiración de los nuevos “dueños” de la isla: la Compañía de Merlet. Una comunidad local organizada era incompatible con un fundo ovejero ya que la explotación comercial requería simplemente inquilinos, no líderes que exigieran respeto y derechos. Ambos líderes democráticos muestran grandes diferencias respecto a los antiguos ‘ariki mau y muchos más elementos en común con los tangata hōnui y jefes de linajes. En esto juega un rol no menor el hecho de que la población que los reconocía como líderes no estaba en el rango de miles, sino que era menos de doscientas personas. Los ‘ariki mau antiguos siempre gobernaron un territorio mucho mayor y que abarcaba varios miles de personas. Los tangata hōnui como jefes de linaje abarcaban espacios menores de terreno (kainga) y lideraban grupos reducidos como clanes o familias extendidas. Esto coincide con el espacio de Hanga Roa y la población de las décadas de 1880 y 1890. Ambos ‘ariki eran jóvenes y sus cargos eran elegidos, no hereditarios. Sin embargo, tanto en Tekena como en Riroroko se puede apreciar una evolución notable respecto a los últimos ‘ariki mau antiguos. Barthel señalaba en 1959 respecto a los reyes pre-cristianos que “no hay duda de que en los últimos tiempos el rey tenía una función más bien sacerdotal, careciendo de cualquier poder político”52. Esto definitivamente no se aplica a Tekena y Riroroko quienes sí poseían cierto poder político, si bien originado a partir de la misma comunidad (no desde lo “divino” y por herencia), y con un ejercicio del poder en estrecha colaboración con ésta. Volviendo a los antiguos ‘ariki mau, Barthel agrega que “su supuesta posición más fuerte en períodos más tempranos de la historia isleña fue completamente opacada en la conciencia de la gente por las cambiantes realidades bélicas de los siglos XVIII y XIX”53. Es posible que la posición fuerte de Riro y Tekena haya sido opacada recientemente por la idealización del pasado Métraux (1940: p.92). Trad: “Si bien los isleños de hoy hablan de los reyes tardíos Atamu Te Kena y Riroroko como si hubiesen sido reyes verdaderos, los informantes dejan muy en claro que sus poderes tenían poco en común con los reyes de la antigüedad. Su poder era de nautraleza poco definida y dudosa y parecen haber gozado de pocas de las prerrogativas de los ‘ariki anteriores”. 52 Barthel (1959: p. 16). 53 Ibid. 51
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remoto de Rapa Nui y los cambios de la realidad globalizada en una isla abierta al mundo. Después de la muerte de Riroroko, la administración de la Compañía hizo todo lo posible por dar término a la organización política de Rapa Nui. No parecía difícil considerando que la población de la isla tenía apenas 64 hombres y 54 mujeres adultos54. Pero esto no estuvo exento de dificultades para los explotadores extranjeros ya que la pequeña comunidad volvería a sacar algunos ases bajo la manga. Los isleños le dijeron a Bienvenido de Estella, que cuando llegó a Rapa Nui la noticia de la muerte del kin Riro [aparentemente en marzo de 1899], el administrador Sánchez Manterola fue a hablarles y señaló: “Ya no hay más rey en la isla. ¡Yo mando!”. Sin embargo, el primer ministro Enrique Ika a Tu’uhati, de noble linaje Miru, habría respondido: “No, todavía hay rey: yo lo soy” (Estella 1920: 145). En enero de 1900, Ika —de 40 años— fue proclamado por los isleños como ‘ariki y sucesor de Riro Kāinga. Durante algunas semanas los isleños liderados por su nuevo rey se “amotinan” contra las autoridades de la empresa explotadora, llevando, entre otros episodios, a una violenta escaramuza contra Sánchez Manterola y sus guardias. Con el administrador encerrado en Mataveri, la revuelta continuó algunos días y la situación se mantuvo tensa durante semanas. A fines de marzo, la “resistencia” del nuevo gobierno isleño fue aplastada con la llegada de la goleta María Luisa con Enrique Merlet a bordo, trayendo armas de fuego y guardianes. Merlet terminaría incluso quemando las plantaciones de los rapanui para volverlos dependientes de la pulpería55. En mayo de 1900, los isleños se quejarían amargamente ante el capitán de la Baquedano, Arturo Wilson, de que la administración de Sánchez “no reconocía a su rey”56. Curiosamente Sánchez Manterola menciona a un policía chileno, empleado de la Compañía llamado Manuel Vega, mostrándolo como alguien que aspiraba a ser el legítimo sucesor de Riroroko. Esto se dio porque Vega, trabajador chileno continental de la Compañía, se casó con la viuda del kin, Verónica Mahute el 29 de enero de 1900 durante el reinado de Enrique Ika. Vega habría decidido tomarse en serio su papel de marido de la “reina” viuda, de apenas 26 años en ese entonces. El chileno inició una efímera revuelta contra el encargado de la Compañía, en conjunto con su colega de apellido Zamorano57 y, aparentemente, apoyado por los rapanui en su condición de marido de la “reina”. Sánchez Manterola en sus memorias, señala que, tras el fracaso de esta conspiración y la deportación de Zamorano hacia Tahiti, Vega volvió a la natural sumisión ante su jefe y se separaría de Verónica Mahute. Sin embargo, esto es impreciso ya que Vega seguirá en la isla, emparejado con Verónica Mahute hasta después de la partida de Sánchez y volverá a las andanzas algo después. Aparentemente a mediados de 1901 habría intentado una nueva revuelta a favor de los rapanui y en contra del nuevo administrador, Horacio Cooper. Seduce la idea de que quien estaba detrás de sus acciones fue la misma Verónica Mahute, incitando a Vega, un representante del gobierno y de la Compañía, a actuar en pro de los intereses rapanui. Se desconoce por ahora cuál es el ascendiente que Vega tenía sobre los rapanui. Los isleños no lo mencionan ni a Vives, ni a Estella, y ha caído en un olvido generalizado. El matrimonio entre Vega y Verónica Mahute, separados de hecho desde 1902, será finalmente disuelto por el arzobispo Edwards en 1916. 54
Diario El Ferrocarril, 12 de octubre de 1900. Fischer (2001: 134-137) 56 Diario Oficial, 11 de octubre, 1900. 57 Véase la relación de Sánchez Manterola en el apéndice documental II de Conte Oliveros (1994). 55
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En diciembre de 1900 asume el nuevo administrador y subdelegado marítimo, Horacio Cooper White, de origen inglés y residente en Valparaíso. Este caporal, influenciado por su patrón Enrique Merlet, no tenía intención alguna de reconocerle alguna clase de derecho a los rapanui y dejaría un triste recuerdo entre los isleños de la época. Testimonios vívidos de su crueldad quedaron plasmados en los libros de Estella (1920) e, incluso en tiempos recientes, de Hermann Fischer (2001) y Patricia Stambuk (2010). Sin embargo los rapanui de esa época no se resignarían a aceptar calladamente las imposiciones de un recién llegado. Sánchez Manterola señala que “El señor Horacio Cooper quedó en la isla acompañado de su señora que se hallaba en un estado de suma gravedad y, por las noticias que llegaban después, de la isla, parece que se produjeron serios motines, porque cada vez que llegaba la Baquedano venían algunos canacas que, embarcados por la fuerza, se dejaban morir de hambre o bien morían aquí en los hospitales”58. En la narración desde el punto de vista de los isleños que aparece en el libro del sacerdote Bienvenido de Estella, se supone que un grupo de rapanui le mencionó al administrador Cooper (llamado “Kupe” por los isleños) que, al ir las cosas tan mal —en la relación entre el administrador y los nativos—, nombrarían un nuevo rey (Estella, 1920: 147). El administrador respondió en forma escéptica que podían hacerlo y, quizás considerándolo una humorada —para su pesar posterior—, participó de la ceremonia de coronación (Vives Solar 1920b). La elección recayó, una vez más, en un joven hombre Miru de una rama lateral a la de los antiguos ‘ariki, específicamente un Miru Hamea: Moisés Tu’u Hereveri (1873-1925), nacido en Tahiti de padres rapanui (Akutino Hereveri y Margarita Vaiatare) y posteriormente llamado Veri-Veri. Era yerno de Tomenika a Vakatukuonge, mencionado más arriba. Se casó con Parapina Avaka formando ambos el tronco de la actual familia Hereveri o Veri-Veri. Tal como Atamu Tekena (de unos 33 años) y Simeón Riro Kāinga (de unos 24 años) antes que él, con 28 años en el momento de su “coronación” Moisés Tu’u Hereveri era un ‘ariki joven. Incluso Enrique Ika con 40 años durante su breve período como kin difícilmente puede considerarse viejo, lo que muestra que la comunidad elegía representantes energéticos e impulsivos. Moisés Tu’u Hereveri no se quedaría atrás respecto a sus antecesores a la hora de tomar acciones decisivas para frenar las injusticias provocadas por la Compañía. Las fuentes consultadas por Estella y Vives Solar coinciden en que Cooper, con sus guardias chilenos, comenzaron a secuestrar mujeres casadas para mantenerlas en la casona de Mataveri (que seguía siendo la capital administrativa desde los tiempos de DutrouBornier) mientras sus maridos trabajaban en el campo. Tu’u Hereveri comandó una verdadero coup de main para rescatarlas, lográndolo cuando Cooper y su gente no se encontraban en el lugar59. Esto desencadenó una serie de escaramuzas y un conflicto en el que los explotadores estuvieron en jaque hasta julio de 1902. De este tipo de conflictos vienen los amotinados que mencionaba Sánchez Manterola más arriba y que llegaban con cada viaje de regreso de la Baquedano desde la isla. La precaria situación de Cooper fue manifestada claramente por el capitán de la corbeta chilena, Basilio Rojas Velásquez en un informe al Ministerio de Marina: “Los canacas desconocían por completo la autoridad del subdelegado marítimo, entonces interino, por no tener nombramiento supremo y que muy bien lo sabían 58 59
De la relación de Sánchez-Manterola publicada en el segundo apéndice documental de Conte (1994) Estella (1920: pp. 147-148) y Vives Solar (1920b)
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los naturales; obligándolo a permanecer concentrado en su establecimiento haciendo rondas durante la noche”60 El fin de los “reyes” de Rapa Nui en esta nueva versión, “democrática”, se daría con la llegada de la Baquedano a Hanga Roa el 19 de julio de 1902. Varias versiones publicadas señalan que Moisés Tu’u Hereveri sería deportado, como castigo por sus constantes rebeliones61. No existe documento alguno que señale esto, aunque es muy posible que haya salido de la isla durante algún tiempo por estos años. Algunas de estas fuentes aseveran, erróneamente que, tras su deportación, Hereveri terminaría siendo grumete de la mencionada corbeta General Baquedano, dando la vuelta al mundo en 1908. Es posible que esto sea una confusión con el hijo de Tu’u Hereveri, Mateo Hereveri Vaka, quien participó como grumete de la Armada de Chile durante algún tiempo62. El último de estos reyes hereditarios, Moisés Jacob Tu’u Hereveri fallecería en su isla el 3 de septiembre de 1925 a la edad de 52 años. Tanto él como su antecesor, Enrique Ika, han sido injustamente olvidados por la historiografía acerca de Rapa Nui. Curiosamente, este olvido tiene una explicación en lo señalado por algunos informantes de Thomas Barthel le dijeron que Ika a Tu’u Hati y Tu’u Hereveri eran jefes secundarios que no recibían los homenajes tradicionales de respeto, por parte de su pueblo (Barthel 1959: 7), aunque el mismo autor señala, erróneamente, que eran menos directos en cuanto a linaje real que Riroroko y Tekena. El término de estos homenajes probablemente tenía más relación con la evolución en el “carácter” del cargo de ‘ariki. El comandante Rojas de la Baquedano, en complicidad con Horacio Cooper, llevará al continente a varios cabecillas de la rebelión liderada por Tu’u Hereveri: Ruperto Nai, Ricardo Hitorangi, José Pirivato y Nicolás “Grande” Teao. Curiosamente no hay mención de Hereveri siendo deportado. Sí se menciona entre los deportados, sin embargo, al marido de Verónica Mahute, Manuel Vega, quien desde el continente continuará protestando contra los abusos que se cometían en contra del pueblo de su esposa63. Rojas intentará evitar nuevas revueltas nombrando, sin título de rey (más bien como “cacique”), a un representante de los isleños de confianza: El cargo recayó en el rapanui Juan Tepano Rano (apodado “Parare’e”), yerno del kin Enrique Ika y compañero de Simeón Riro Kāinga en su fatídico viaje al continente, nombrado por decreto del capitán Basilio Rojas el 27 de julio de 190264. Tepano no pertenecía directamente a un linaje Miru, aunque su esposa “Engepito”, María ‘Aifiti Ika Tetono, era hija de un ‘ariki paka. El cacique Juan Tepano era de mata Tupahotu, hijo de Tepano Rano a Vavara y Paulina Veriamo a Huki. El cargo del nuevo cacique como representante de los “naturales” continuaría hasta la década de 1920 e incluiría algunas pomposas ceremonias elaboradas por la Armada para obtener el respeto de los demás isleños. Tepano fue “coronado” en abril de 1911 en una ceremonia que no fue
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El Mercurio de Valparaíso, 3 de septiembre de 1902. Estella y Vives Solar en las fuentes ya citadas. Véase el trabajo de Foerster (2010a) para entender las implicancias de la posible política de deportaciones con la isla a cargo de Merlet y luego a cargo de la CEDIP. 62 Por lo mismo, es curioso analizar las fechas de nacimiento de los ocho hijos conocidos del kin Hereveri: Simón (1890), Catalina (1893), Mateo (1897), María Rosario “Rimpana” (1898), Gabriel (1900), Carlos (1912), Miguel (1916) y Corina (1917). Con un salto de 12 años entre Gabriel y Carlos. 63 Sus alegatos aparecen en el libro “Los Crímenes de Isla de Pascua” de Julián Ruiz, publicado en Valparaíso en 1904. 64 Archivo de Ministerio de Marina, vol. 1281: Bando del Comandante de la corbeta General Baquedano, Basilio Rojas. 61
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reconocida ni siquiera por él mismo como algo relacionado con una dinastía real65, siendo el segundo no-Miru (después de Koreto) al que se le arrogó una jefatura sobre los isleños. Si cabe mencionar algo en común con los ‘ariki es el hecho de que Tepano era un hombre joven, de unos 30 años, a la hora de su nombramiento. Además era pragmático y estaba familiarizado con el idioma y los modos de los tangata hiva gracias a su estadía en el continente por varios años. Lo cierto es que más allá de cualquier consideración, Tepano no era una figura representativa de la comunidad para fines políticos y su nombramiento no aquietó las aguas por mucho tiempo. Cabe mencionar que detrás de todos estos jóvenes ‘ariki o kin tardíos, existía una comunidad que sustentaba sus acciones. La influencia de algunas personas desde atrás se manifiesta en forma muy clara en ciertas ocasiones. La persona más influyente en la isla durante los períodos de Simeón Riroroko, Enrique Ika y Moisés Hereveri fue con certeza María Angata Veritahi a Pengo, llamada simplemente Angata (c. 18531914). Nombrada anteriormente como catequista y protegida del misionero Hipólito Roussel, y como relevante en la elección de Simeón Riroroko como rey en 1892, Angata era una mujer Miru (emparentada con Simeón Riroroko por su línea paterna). En 1871 sale de la isla con los misioneros y se establece en el reducto católico de Mangareva donde se casa por primera vez con Daniel Manuheuroroa. Después de dos hijos (la mayor sería la matriarca del clan Teave), el matrimonio termina de forma trágica con Angata herida y paralizada tras un violento ataque de su marido y, éste, asesinado en represalia por los parientes de Angata66. El padre Roussel no tardaría en encontrarle marido: Puapua a Ma’ori llamado “Ure Kino” y bautizado como Pakomio (del nombre francés Pacôme) (c.1836-c.1908), un tangata hōnui y guerrero de linaje Marama quien se había convertido al cristianismo recientemente67. El objetivo de Roussel era que esta pareja cristiana fuera un ejemplo para los isleños y completara la cristianización de la población de Rapa Nui. Con los años, las creencias religiosas de Angata se volverían cada vez más distintivas e influirían notablemente en el desarrollo de una variedad de catolicismo bastante sui generis en Rapa Nui tocando en su clímax un misticismo de toque milenarista68. Si bien Angata nunca ostentó el título de reina, su personalidad cargada de una religiosidad imponente, carácter fuerte y postura enérgica en contra de la Compañía, lograron que observadores y estudiosos externos usaran términos como “profetisa” o “sacerdotisa” para referirse a ella69. Al parecer, los isleños habrían visto en ella una persona poseedora de un mana muy fuerte, un contacto directo con la divinidad que recuperaría en parte la tradición de sus líderes de tiempos pretéritos, capaz de conectar el nuevo credo religioso con las costumbres e idiosincrasia original rapanui, en una especie de pionero movimiento político-religioso e identitario. Son ilustrativas las líneas
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Véase el texto de Zósimo Valenzuela (1912) Véase un resumen de la historia en Fischer, S.R. (2005: p.129) McCall también menciona que Manu Heu Roroa murió a causa de un homicidio en Mangareva en “Las Fundaciones de Rapa Nui” (1986: p.13). 67 Pakomio Ma’ori Ure Kino fue uno de los 16 rapanui que volvieron a la isla desde el exilio en Perú, antes de la llegada de Eyraud. A su regreso, ya tenía el virus de la viruela y contribuyó involuntariamente a su esparcimiento. Sobrevivió tanto a la piratería como a la enfermedad. Enemigo acérrimo de Naporeone Kaituo’e, es de suponer que apoyó a la Misión en el conflicto con Dutrou-Bornier, dada su alineación con la confederación de Hotu ‘Iti. 68 Véase un panorama amplio de esto en Vives Solar (1917a) y especialmente en Castro Flores (2006). 69 Vives Solar (1917a), Routledge (1919: p. 144) y Estella (1920: pp. 153-154 y 157-162) 66
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de José Ignacio Vives Solar, testigo directo de los acontecimientos de la época, quien al hablar sobre Angata señala: “Viuda y desempeñando ya Pakarati el oficio de catequista, no perdió en nada su prestigio y de hecho gobernó siempre a los pascuenses, ya sirviendo de consejera bajo los reinados de Atamu Tekena, Riro Roko y Beri Beri ya más abiertamente después que el Comandante Rojas, el año 1901 (sic), suprimió la monarquía en Pascua” (Vives Solar 1917a: 655; énfasis nuestro). Si bien hoy en día se reconoce entre la población rapanui a los reyes Riroroko y a Atamu Tekena, el gobierno de facto tenía cierta impronta religiosa que estaba encarnada en la figura de la ex catequista, la cual trascendió a los hombres que ocuparon el más visible cargo de kin. Angata lideraría una gran rebelión en 1914 contra la Compañía Explotadora. Cabe recordar que tal como Angata vivió en Mangareva, Simeón Riroroko y Moisés Tu’u Hereveri se criaron en Tahiti. También existe la posibilidad que Atamu Tekena también haya vivido en la Polinesia Francesa. Es interesante que todos estos “reyes” y líderes hayan tenido una conexión extranjera. Como puede apreciarse a lo largo de todo este relato, la evolución entre un ‘ariki mau como Kaimako’i a Nga’ara, quien ostentaba el título hasta 1862 hasta el último rey elegido democráticamente menos de 40 años después, hay una evolución y una adaptación notable. Con el reemplazo en 1902 del título de “rey” (o “’ariki” o “kin”) termina finalmente cualquier referencia seria a una realeza pascuense. Los representantes de la comunidad pasarán a ser figuras desprovistas de títulos o cargos, y serían más bien liderazgos espontáneos como el de Angata (hasta su muerte en febrero de 1915), Daniel “Korohua” Teave Hau Kena (1872- 1914, yerno de Angata), Juan Araki Bornier (1886-1949, nieto de Dutrou-Bornier), Matías Hotu Temanu (1884-1951) y Carlos Teao Tori (1892-1951), entre otros. Sin embargo, tras la muerte de Angata en diciembre de 1914 y con la división de poderes entre el Estado y la Compañía Explotadora, personajes mejor adaptados a la presencia de la autoridad colonial y con mayor capacidad de negociación, como el mismo Tepano y figuras reinventadas o posteriores como Simón Paoa Bornier (1895-1968), Nicolás Pakomio Angata (18981981, hijo de Angata), Pedro Atán Pakomio (1907-1974) y Alberto Huki Make (19122001), entre otros, se irían haciendo cargo de los intereses rapanui desde dentro del sistema. Las últimas referencias a una ascendencia real las tenemos hoy en día en los estudios de genealogía (como el de Hotus et al. de 1988), algunas exhibidas con orgullo por algunos rapanui como sus credenciales sanguíneas. Englert (1948: 65) y Barthel (1959: 17), mencionan a la ya extinta familia Neru, de la que aún quedaba una descendiente en los años 60 (María Emilia “Merina” Neru Ika-Hiva, 1899-1967) como parte del linaje del primer bisnieto de Hotu Matu’a y, por ende, la más cercana a una realeza sanguínea. Lo complicado de estos estudios en los tiempos actuales es que con los matrimonios exogámicos y la gran cantidad de mezcla entre las familias, otrora agrupadas en tribus, casi cualquier persona puede encontrar un vínculo sanguíneo con algún linaje cercano a los antiguos ‘ariki mau. Es curioso que hoy los ‘ariki ancestrales —si bien idealizados— sean constantemente representados y rememorados por la generación actual, pese a su debilidad en términos de “poder temporal”, mientras algunos de los ‘ariki elegidos no tanto por su linaje, sino que “democráticamente” hayan caído en el olvido para muchos. En tiempos de mestizaje, de globalización y aculturación, la reacción de muchos ha sido “volver a la sangre” para determinar el derecho a gobernar: de ahí que la organización Parlamento Rapa Nui haya nombrado
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recientemente a un nieto de Simeón Riro Kāinga como rey. Esto oculta la forma democrática y no sanguínea con que fue electo este ‘ariki. La capacidad de reinvención en Rapa Nui ha producido grandes transformaciones en los gobiernos locales, los que se han adaptado rápidamente a las realidades contemporáneas con diferentes tipos de jefatura, oscilaciones en el poderío de cada tipo de liderazgo los que nunca han cesado de actuar y marcar presencia en la comunidad rapanui más allá de sus cambios de nombre y estructura.
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