Los tsunamis y la acción política del Marqués de Castelfuerte. Prevención en el Callao y alerta en el reino de Chile (1724-1730)

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Juan Cáceres M., Christian P. Leal y Leopoldo C. Tobar (editores), Lecturas y (Re) Lecturas en Historia Colonial II. (Santiago de Chile: Andros, 2013), pp. 279-300.

Los tsunamis y la acción política del Marqués de Castelfuerte Prevención en el Callao y alerta en el reino de Chile (1724-1730) Víctor Emilio Álvarez Ponce Pontificia Universidad Católica del Perú Introducción

En 1708, una minuta del Consejo de Indias, enviada a la Real Audiencia de Lima, daba cuenta del crítico estado en que se encontraban los castillos y defensas del virreinato del Perú, principalmente los baluartes del Mar del Sur. Dicho documento hizo particular hincapié en la realidad del presido del Callao, cuya muralla se hallaba prácticamente derruida a consecuencia de la continua erosión marítima y del tsunami de 1687. La sucesión, casi continua, de arzobispos-virreyes entre 1710 y 1724 marcó un periodo de inoperancia administrativa en las gestiones de reedificación de las defensas portuarias. Con la llegada del virrey don José de Armendáriz, márquez de Castelfuerte, la preocupación por el reforzamiento del sistema defensivo de los reinos del Perú y Chile se volvió una prioridad, debido a una elevada presencia extranjera en las costas sudamericanas, que respondía a una amplia red de comercio ilegal. La alerta del virrey fue aún mayor cuando evidenció la vulnerabilidad del Callao con la experiencia de los tsunamis de 1725 en la costa sur y 1730 en Concepción y Valparaíso; ante lo cual, la acción gubernamental de Armendáriz fue direccionada con fines preventivos frente a la amenaza natural del puerto. El estudio de acontecimientos1 catastróficos revela una alteración en el equilibrio de una sociedad. Para la historiadora Margarita Gascón las catástrofes constituyen un escenario que hacen evidentes los comportamientos, las tendencias y las tensiones disimuladas por lo cotidiano, por ende, permiten prevenir y reducir los impactos a futuro2. Las fuentes documentales e iconográficas hablan de fenómenos naturales excepcionales o 1

Pierre Norá, "La vuelta del acontecimiento”, en Hacer la historia, Jacques Le Goff (comp.) Tomo I, pp. 221-239. (Paris: Ediciones Gallimard, 1974). 2 Margarita Gascón, Vientos, terremotos, tsunamis y otras catástrofes naturales. Historia y casos latinoamericanos (Buenos Aires: Biblos, 2005), 10.

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recurrentes en la historia; así, se puede establecer observaciones empíricas y descriptivas de dichos acontecimientos para dar una aproximación cualitativa a cada fenómeno 3. Un análisis profundo de las catástrofes en larga duración4 permite el entendimiento de una serie de procesos políticos y culturales.

La historia sísmica del Perú guarda relación directa con Chile; así, en palabras del historiador Manuel Fernández Canque: “Chile y Perú resultan ser hermanos en las desgracias telúricas”5. La elevada amenaza natural de las costas de ambos países al desarrollo de terremotos y tsunamis6 se sustenta en la ubicación del continente sobre una zona geológica de subducción cortical7 que genera una destructiva recurrencia sísmica. Pese a dicha relación, no se han desarrollado, casi, investigaciones histórico-ambientales que involucren ambos territorios. Finalmente, el análisis histórico de los terremotos y su impacto en las sociedades ha mirado a los tsunamis solo de manera tangencial.

El riesgo a sufrir una catástrofe depende no solo de la magnitud de la amenaza natural que posea un territorio, sino del grado de vulnerabilidad de la sociedad expuesta a aquella amenaza, según señala Andrew Maskrey8. Frente a ello, una concientización de elementos vulnerables gesta, en muchos casos, políticas preventivas, entendidas como estrategias y acciones que buscan evitar que suceda un desastre9. 3

Le Roy Ladurie, "El clima: la historia de la lluvia y el buen tiempo”, en Hacer la historia, Jacques Le Goff (comp.) Tomo III, pp. 7-40. (Paris: Ediciones Gallimard, 1974). 4 Fernand Braudel, El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (México DF: FCE, 1994), 13. El medio ambiente es reconocido como un elemento en donde el tiempo no es estático. Una historia vista desde la perspectiva de la naturaleza, es una constante repetición de ciclos recurrentes. 5 Manuel Fernández Canque. Arica 1868: un tsunami y un terremoto. (Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2007), 32. 6 SHOA, Maremotos en la costa de Chile, (Valparaíso: Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile, 1984). También véase Walter C. Dudley y Min Lee, Tsunami! 2ª Ed., (Honolulu: University of Hawaii Press, 1998). 7 Diana Comte y otros, “Análisis del terremoto del sur del Perú, 23 de junio del 2001, Mw=8.4” VIII Jornadas Chilenas de Sismología e Ingeniería Antisísmica, Año 2002. (Valparaíso: FONDECYT, 2002). La subducción sudamericana es el avance de la placa de Nazca bajo la placa continental, que permite que se acumule energía a lo largo del contacto sismogénico interplaca y cuya fricción produce movimientos sísmicos. 8 Andrew Maskrey, “Comunidad y desastres en América Latina: estrategias de intervención” en Viviendo el riesgo: comunidades vulnerables y prevención de desastres en América Latina. (Bogotá: FLACSO), 32-33. Se define vulnerabilidad como la capacidad de una sociedad para anticipar, sobrevivir, resistir y recuperarse del impacto de una amenaza; esta puede provenir de factores como: infraestructuras inseguras, condiciones de vida precaria, desigualdades regionales, elevados índices de densidad demográfica, decisiones políticas, etc. 9 Piers Blaikie y otros, Vulnerabilidad: el entorno social, político y económico de los desastres (Bogotá: Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, 1996), 97-98.

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Tradicionalmente, se ha asumido que el Estado colonial estuvo ajeno a un sentido de prevención natural en su política gubernamental; no obstante, un análisis más profundo de las fuentes revela un sentido de conciencia pública en algunas autoridades virreinales a inicios del siglo XVIII, con referencia al alto riesgo del puerto a una inundación marítimas grandes proporciones, que traería consigo su desaparición. Por ello, el presente artículo es una aproximación al reconocimiento de primigenias estrategias preventivas en el marqués de Castelfuerte que trataron de regular el nivel de riesgo 10 del Callao. Simultáneamente, la ruina que dejó el terremoto y tsunami de 1730 en los principales presidios de Chile alertó al virrey el estado vulnerable en que quedó todo el reino del sur, con lo cual asumió el control de la crisis, de la mano de los gobernantes locales. En conclusión, la experiencia sísmica de los reinos del Perú y Chile fue, en muchas oportunidades, la base de importantes medidas políticas que llegaron a inicios del siglo XVIII con los primeros líderes borbónicos.

Antecedentes de fortificaciones portuarias en Perú y Chile

El puerto del Callao fue tradicionalmente la salida natural al mar del valle del Rímac. Al fundarse Lima, se convierte en el puerto principal del virreinato y para mediados del siglo XVI ya contaba con una población civil y religiosa que bordeaba los 2,500 habitantes11. La circulación de riquezas y el comercio en el puerto fueron un atractivo para las ambiciones piráticas, amenazas que se extendieron en toda la América meridional. Por ello, a inicios del siglo XVII se planteó la urgencia de convertir al Callao en un presidio o puerto fortificado12.

La fortificación del Callao pasó por varias etapas. En 1625, ante las incursiones holandesas de Joris Van Spilbergen y Jacques L’Hermite sufridas en 1623, el virrey don Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar, ordenó la construcción de fuertes y castillos en todo el perímetro del puerto. Las principales obras de Guadalcázar comprendieron la construcción del fuerte San Francisco, el fuerte Santa María, el 10

Ibid. Entiéndase por riesgo a la sumatoria de vulnerabilidad y amenaza natural. Francisco Quiroz, Historia del Callao: puerto de Lima a provincia constitucional (Lima: UNMSM, 2007). 12 Archivo General de Indias (AGI) Lima 465. Fortificación del Callao (1619-1659), 1 legajo. Don Diego Casante y Don Juan Arias Tarragona hacen las primeras propuestas de fortificación del puerto en 1617 y 1618 respectivamente. 11

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reforzamiento de la batería Santa Ana construida en 1615 y la edificación del castillo San Felipe de los Pozuelos, ubicado en el extremo de la península, en lo que hoy se denomina La Punta13.

En 1635, el nuevo virrey don Luis Jerónimo Hernández de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, recibió una autorización para la construcción de fortificaciones otorgada por el Consejo de Indias14; a lo que el virrey puso en marcha mejoras a los parapetos en la zona de la tierra del puerto, así como trincheras de madera y empalizadas alrededor de las construcciones civiles, religiosas y públicas, las mismas que comprendían una altura de 2.50 metros y una longitud de 2.5 km de recorrido15. Sin embargo, cabe aclarar que las medidas defensivas de Chinchón respondieron, a su vez, a una rotunda objeción a encerrar al puerto con muralla de piedra, argumentando su elevado perjuicio a la Real Hacienda 16. Pese a los debates, en 1641, el nuevo virrey don Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera, informa a la Metrópoli de la decisión de encerrar en muralla a toda la población del puerto17. La obra duró seis años y fue inaugurada en 1647 y comprendió trece baluartes de defensa en su contorno. Asimismo, Mancera dispuso la construcción de trincheras defensivas en Alancón y Bocanegra al norte de Lima, así como un fuerte en Arica de cal y canto18.

No fue hasta 1681 que, bajo la gestión de don Melchor Navarrra y Rocafull, duque de la Palata, se decide finalmente amurallar toda la ciudad de Lima para completar el sistema defensivo de la capital del virreinato19. Dicha obra que culminó en octubre de 1687 y contó 13

AGI Mp-Perú-Chile 174. Planta del Castillo de San Felipe de los Pozuelos del puerto del Callao, mandado hacer por el Virrey Marqués de Guadalcázar (1625). 14 AGI, Lima 465. Carta al rey del 20 de junio de 1640, donde se adjunta autorización del Consejo. 15 Guillermo Lohmann Villena, Las defensas militares de Lima y Callao (Sevilla: Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1964), 84-85. 16 AGI, Lima 465. Carta al rey del 20 de junio de 1640, donde se adjunta un documento del Conde de Chinchón donde indica lo recomendable de encerrar al puerto del Callao con muralla pero su negación a gestarlo por la inviabilidad económica de dicha obra. 17 AGI, Lima 465. Carta al rey del 2 de octubre de 1641, donde de informa la resolución de la Junta de Guerra de la Armada del Sur y la decisión de levantar murallas de piedra, cal y canto para proteger a la importante población que se hallaba en el puerto sin afectar la Real Hacienda. 18 AGI, Lima 465. Carta al Rey en 1643. Se adjunta plano del Callao, ubicación Mp-Perú-Chile 8. 19 AGI, Lima 299. Junta de Guerra: fortificación de Lima, muelle del Callao (1680-1693), 1 legajo. Carta al rey en 1682. Se indica el interés de los comerciantes y la población civil de Lima en la fábrica.

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con treinta y cuatro baluartes con artillería20. Su fábrica estuvo involucrada en una gran polémica que sostuvo Palata con su predecesor, el arzobispo-virrey de Lima, fray Melchor Liñán y Cisneros21.

Aún así, la defensa del virreinato no recaía solo en proteger a Lima y al Callao, algunos enclaves en el norte también fueron puestos a resguardo defensivo, como fue el caso de la ciudad de Trujillo, cuya población fue encerrada en muralla, igualmente, en 168722 y al puerto de Paita, en donde se construyeron algunas baterías. Sin embargo, la principal manera de resguardar el mar del Sur recaía en el control y defensa del reino de Chile23.

La plaza de Valdivia era considerada una de las más importantes de América meridional por su condición de puerto de entrada al virreinato. Su particular geografía accidentada era una defensa natural ante la amenaza extranjera. Su jurisdicción no pertenecía a la Capitanía General del Chile, sino al virreinato del Perú. En 1637, la corona ordenó la fábrica de dos fuertes, disposición que no se llegó a ejecutar. La ocupación holandesa de 164324 impulsó al II marqués de Mancera a dotarla de defensas: en ambos extremos de la isla de Mancera, a 14 km de la ciudad, se construyeron los castillos San Pedro de Alcántara y San Francisco de Baides (1645); en el sitio del Corral se construyó el castillo de San Sebastián (1646); en la parte opuesta de la bahía, en la punta Santa Elena se construyó el castillo de Niebla (1645); finalmente, en la punta de los Amargos se erigió el castillo San Luis de Alba (1658) y era la defensa más inexpugnable del conjunto. En 1647, la ciudad fue empalizada y años más tarde, dicho cerco fue reemplazado con cantería; así, para el siglo XVIII era el principal conjunto defensivo del reino.

Otro punto importante del reino de Chile fue la ciudad puerto de Nuestra de Señora de la Concepción, cuya rol económico hizo que fuera considerada como el segundo enclave poblacional del reino de Chile, después de la capital, Santiago. El gobernador José de 20

AGI Mp-Perú-Chile 13. Planta de la ciudad de Lima y de sus murallas en 1687. AGI, Lima 299. Carta al rey en 1685. Se indica la negatividad de Liñán y Cisneros en apoyar la obra. 22 AGI Mp-Perú-Chile 14. Planta de la ciudad de Trujillo del Perú y de sus murallas en 1687. 23 José Antonio Calderón Quijano, Las fortificaciones españolas en América y Filipinas (Madrid: Editorial Mapfre, 1996), 429-458. 24 Esta toma de Valdivia resultó trunca por el abandono de la región por parte de los holandeses, quienes habían logrado someterla con ayuda de los naturales de la zona, con quienes luego romperían alianza. 21

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Garro, levantó la única obra permanente con que contó Concepción en 1684, el fuerte la Planchada (1684), hecho de mampostería rectangular y sin baluarte, ubicado junto al litoral.

Por último, Valparaíso era el puerto de Santiago y geográficamente no contaba con las características de abrigo Valdivia, por lo que su población era reducida y sólo vinculada al comercio entre Perú y Chile. Pese a ello, también contó con fortificaciones, aunque estas fueron exiguas25; no obstante, fue el castillo de San José su principal defensa. Dicha obra fue iniciativa del gobernador Garro y del ingeniero militar Juan de Herrera Sotomayor, cuya fábrica se realizó en dos fases, entre 1682 y 1692, completándose la edificación en 1709. El castillo comprendía dos sectores: el superior estaba ubicado en el cerro Cordillera, con dos obuses y su planta adaptada a la geografía escarpada del sitio26; el inferior, llamado Castillo Blanco, ubicado a sólo 13 pies sobre el nivel del mar, fue la residencia de los gobernadores en su paso por el puerto27.

Pese a los sistemas defensivos establecidos en el reino, Chile fue objeto de constantes depredaciones y asaltos por parte de las incursiones piráticas y corsarias, principalmente de la Compañía de Indias Orientales28. Del mismo modo, la preocupación por las fortificaciones en Chile estuvieron orientadas solo frente a la amenaza de sus costas; en cambio, las defensas ante los indígenas solían ser levantamientos efímeros y de carácter provisional, por lo que siempre existió la constante amenaza ante la invasión de naturales.

La llegada de Castelfuerte y su experiencia sísmica en 1725

La llegada de un nueva dinastía a la casa real española, en medio de una sucesión convulsa y marcada por la guerra, definió el escenario político las primeras décadas del siglo XVIII. En 1724, Felipe V se ve en la necesidad de retomar el trono luego de la 25

El primer reducto defensivo del puerto fue el castillo Viejo o de San Antonio, construido en 1594 por el gobernador del reino, Don Martín García Oñez, situado al pie del cerro Artillería, el mismo que a inicios del siglo XVIII estaba prácticamente derruido. 26 El castillo contaba con un baluarte irregular y otro en V y dos medios baluartes rodeados de foso que constituían el frente de tierra. 27 Una rampa la unía con la parte superior. 28 Falia González Díaz y Pilar Lázaro de la Escosura, Mare clausum, mare liberum: la piratería en la América española (Madrid: Ministerio de Cultura / UNESCO, 2009), 93. Piratería holandesa.

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repentina muerte de su sucesor, Luis I. Es en este contexto que, el 4 de octubre 1723, es elegido como nuevo virrey del Perú, don José de Armendáriz y Perurena, marqués de Castelfuerte, un personaje de fuerte temperamento y defensor de sus ideas. Investigaciones sobre su personalidad lo han calificado como un líder moderno, aunque la mayoría de sus gestiones políticas fueron, mas bien, de un espíritu tradicional y jerárquico, debido a que muchas de sus soluciones fueron de vanguardia y guardaron relación con el nuevo pensamiento científico que se cultivaba en Europa29.

El Estado borbónico impuso una tendencia a militarizar la administración pública. La imposición de la ley y una férrea verticalidad eran la nueva base del orden jerárquico absoluto. Igualmente, un sentido de regeneracionismo se percibió a través de la ciencia como un recurso ideológico; es decir, se encontraba una vinculación entre el avance de la ciencia moderna y la utilidad pública30. Más aún, este contexto de absolutismo, dejaba escaso espacio para las instituciones representativas y sería el elemento que anularía la tolerancia en la adhesión a ningún tipo de resistencia y donde la Iglesia comenzaría a sentir el nuevo orden impuesto por Felipe V31.

Con esta nueva figura gubernamental, Castelfuerte tuvo el encargo real de reorganizar y defender las posesiones españolas en América del Sur. Así, la difícil tarea encomendada implicaba sacar a la Real Hacienda de la delicada situación de déficit en la que se encontraba; por lo cual, se le otorgaron licencias para gestionar diversas reformas que ayudasen a lograr este objetivo. Además, la defensa debía comprender un minucioso cuidado de los reinos, por lo que el perfecto estado de fortificaciones y castillos era una prioridad, ante los acrecentados intereses territoriales de los enemigos europeos.

Dada dicha misión, grande fue la sorpresa del nuevo virrey, en la primera impresión que remitió del Perú. Sobre su arribo al Callao, Castelfuerte indicó que se hallaba en “uno 29

Alfredo Moreno Cebrián, El virreinato del marqués de Castelfuerte 1724-1736: el primer intento borbónico por reformar el Perú (Madrid, Editorial Catriel, 2000), 66. La Academia de las Ciencias de París es su principal referente. 30 Antonio Lafuente y José Luis Peset, “las actividades e instituciones científicas en la España ilustrada” en Carlos III y la ciencia de la ilustración. (Madrid: Alianza Editorial, 1989), 29-79. 31 John Lynch, El siglo XVIII (Barcelona: Crítica, 1991), 97-99.

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de los dominios más dejados a la mano de Dios”32, debido al deplorable estado en el que se encontraba el puerto. La responsabilidad directa de la ruinosa realidad del presidio fue atribuida a los virreyes que le antecedieron, producto de la inobediencia secular a las órdenes del rey, las cuales demandaban una prioritaria preocupación por las defensas y fortificaciones de la América meridional.

El escenario precedido a la llegada de Castelfuerte fue un espacio administrativo, en donde las principales medidas adoptadas estuvieron orientadas a un mayor control del poder eclesiástico; es decir, el dominio del poder colonial se centró en una lucha hegemónica de los prelados por hacer prevalecer el papel de la Iglesia en la gestión gubernamental y, por ende, salvaguardar sus intereses que, en muchos casos, estuvieron relacionados con beneficios económicos, en todas sus estructuras33. Ante ello, Armendáriz no dudó en calificar de muy desacertados los gobiernos de los prelados en los dominios hispánicos, principalmente en referencia a la gestión de Fray Diego Morcillo Rubio de Auñón, arzobispo de Charcas, quien fuera su predecesor y con quien sostuvo una pública situación confrontacional34.

Dado este contexto, en los planes de defensa del reino que se fueron esgrimiendo, Castelfuerte reconoció la importancia incuestionable que ostentaba la muralla del Callao. Este presidio, junto con otros puntos estratégicos del Mar del Sur, era de fundamental soporte para el resguardo de todo el virreinato, por su relación con Lima. Su adecuada conducción era vital para el manejo de la sostenibilidad de la economía americana, principalmente por su rol con los circuitos económicos construidos desde el siglo XVII35.

De igual forma, la llegada de Castelfuerte estuvo envuelta en un ambiente de amenaza ante los avatares de la naturaleza, cuando en 1725 se suscitaron una serie de sismos de 32

Existe una descripción incompleta, sin fecha ni autor, en el Archivo del Instituto Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, pero que su lectura evidencia que su autoría se debe a uno de los caballerizos de Castelfuerte y que describe con admiración el camino desde el Callao hacia Lima. Referencia de ubicación a la directora del archivo, la historiadora Ada Arrieta. 33 Scarlett O’Phelan. Un siglo de rebeliones anticoloniales: Perú y Bolivia 1700-1783, 2ª Ed. (Lima: IFEA/IEP, 2012), 83-84. 34 Moreno Cebrián, Castelfuerte, 90. 35 Margarita Suárez, Desafíos transatlánticos: mercaderes, banqueros y el estado en el Perú virreinal 16001700 (Lima: PUCP /IFEA, México DF: FCE, 2001), 209.

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diferentes intensidades. Uno de ellos se produjo el 6 de enero al norte de Lima, en la región de Huaylas, cuya intensidad afectó las edificaciones de la ciudad de Los Reyes y del puerto del Callao; el movimiento provocó una abrupta salida del mar que inundó la plaza del presidio y alarmó a la población, mas no originó daños muy perjudiciales. Sin embargo, dicho fenómeno se convirtió en catástrofe al norte de Lima, donde fueron gravemente afectadas las provincias de Trujillo, Huarmey, Santa, Chancay y principalmente Huaylas, en la cual el sismo provocó un alud que sepultó la mayor parte del valle y generó la muerte de 1,400 personas36. El segundo sismo considerable se produjo, casi tres meses después, en el sur del virreinato, su impacto se sintió desde el Callao hasta el norte de Chile. La conmoción telúrica generó un catastrófico tsunami que destruyó por completo al poblado de Camaná, en la provincia de Arequipa, además de afectar gravemente a los puertos de Pisco, Morro Quemado, Caballa, Ilo y Arica37.

La experiencia sísmica que presenciara el virrey debió influir, de manera significativa, en la aceleración de medidas restauradoras que protegieran, no solo a la población reducida en los muros del presidio, sino que además el poder militar que representaba el Callao no podía estar por más tiempo infringido. Además, la muralla en mejores condiciones se había convertido, en muchos casos, en un elemento de seguridad ante la amenaza de la fuerza marítima; aún se guardaba en la memoria, la experiencia vivida con el terremoto y tsunami de 1687 en el Callao, acontecimiento que evidenció la providencial protección de la muralla para contener la fuerza del mar que arremetió contra el puerto y evitar su desaparición. Sin embargo, esta particular característica defensiva, desconocida en su inicial fábrica, fue poco observada y valorada por otras autoridades virreinales en años posteriores, salvo en excepcionales casos como el del virrey don Melchor Portocarrero Lazo de la Vega, conde de la Monclova, quien dispuso la reparación de los muros derruidos a causa del sismo y por el flujo erosivo, en precaución a una eventual salida del mar. Asimismo, Monclova planteó la construcción de un muelle real, que se inauguró en 1696, que también serviría como un

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Lizardo Seiner Lizárraga, Historia de los sismos en el Perú: siglos XVIII-XIX, (Lima: Fondo Editorial Universidad de Lima, 2012), 93-95. Carta del Marqués de Castelfuerte al Rey, dando cuenta del temblor experimentado en Lima el 6 de enero de 1725. 37 Seiner Lizárraga, Historia de los sismos, 99.

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dique protector38. Sin embargo, las reparaciones a la muralla al parecer fueron muy superficiales y, peor aún, la obra del muelle, considerada en su momento como un gran logro de la ingeniería portuaria, a vista de muchos cosmógrafos, se había convertido en la principal responsable de la ruina de los muros del Callao39. Así, las disposiciones por tratar de recuperar el sistema defensivo del puerto de Lima eran urgentes y el virrey se dispuso a ejecutarlas con la celeridad debida.

La reconstrucción de la muralla del Callao

Una revisión exhaustiva de la situación en el presidio reveló su crítica condición. El antemural de la ciudad se iba desmoronando y tenía en suelo cerca de 880 varas, distribuidas en brechas que permitían el ingreso del mar hasta, incluso, la plaza de armas 40. Pero el problema no era pequeño, pues el presidio en sus condiciones anticipaba que el mar se iría a “sorber su población”, debido a que la continua erosión, no sólo había dañado la muralla, sino que también había afectado gravemente su asentamiento41.

Ante esta situación de alto riesgo en el Callao, de la cual era testigo Armendáriz, se prestó rápida atención al reordenamiento del impuesto de la sisa, ingreso económico que había sido vital para la ejecución de su fábrica y que resultaría significativa para la conducción del reparo de los baluartes y murallas. Por ello, dicha contribución fue rematada a Pedro de la Cerda y Vela por 14 000 pesos anuales, por dos años, con un aumento de 5 000 pesos sobre lo obtenido en el periodo precedente, merced que corrió desde agosto de 1726. De igual manera, el manejo del impuesto implicaba el cumplimiento de una serie de requisitos en la recaudación de los corregidores, los cuales debían actuar con la legalidad respectiva, en vigilancia de los oficiales reales y jueces de las provincias, quienes verificarían las cantidades recaudadas42. 38

AGI, Lima 299. Carta al rey en 1693. Monclova señala que era necesaria la reparación de los muros de la muralla y la construcción de un muelle que contenga la bravura del mar. 39 Amadeo Frezier. Relación del viaje por el Mar del Sur. (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1982), 174. 40 AGI Lima 411. Cartas del Virrey al Rey. Lima 25 de octubre y 13 de noviembre de 1724. Castelfuerte menciona que el mar se había “señoreado de las partes más principales de aquél [el presidio], hallándose a un tiempo sin infantería, armas, municiones y demás pertrechos para su reparo y custodia”. 41 Moreno Cebrián, Castelfuerte, 329. 42 Moreno Cebrián, Castelfuerte, 198-199.

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A diferencia de la inmediatez de las soluciones planteadas por sus antecesores frente a la ruina de la muralla, Castelfuerte organizó una restauración que abarcó la recuperación de la obra en su totalidad; por ello, puso todo su empeño en arreglar cada porción de la misma con ánimo de hacerla capaz de resistir aún los más intensos ataques. La verificación de las condiciones del puerto le fue encargada al cosmógrafo Nicolás Rodríguez, en reemplazo de Pedro de Peralta Barnuevo. En 1727 se comenzó a reedificar el trecho más deteriorado, el de la ribera, para lo cual se levantaron de nueva fábrica dos cortinas; una fraccionada en tres porciones, con una longitud conjunta de 82 m frente a la Plaza de Armas; y otra de 76 m partida en dos tramos ubicados en el extremo norte de la muralla y en la zona del baluarte “San Miguel”43. Asimismo, en el ángulo noroeste, donde el mar lamía la muralla, se insertó un calzo, consolidado con pilotes para ampararlo del oleaje, con sólida mampostería y con terraplenes para insertar baterías de 7 y 10 piezas.

Sin embargo, la recuperación de la obra de Mancera no podía consistir solamente en reedificar los muros, era necesario ganarle terreno al mar y alejar el contacto de los muros y baluartes con las olas. Por ello, se dispuso la construcción de siete muelles de pilotaje para permitir que el cascajo que arrastra el flujo marino se asiente en las bases de la muralla y cree una playa, natural defensa contra el oleaje. De igual modo, el flujo marino se sumaba la erosión provocada por el riacho del Callao, por lo que se construyó un parapeto que permitiera encausar la saliente del Rímac. Así, la propuesta de Rodríguez representaba una innovadora técnica en la ingeniera portuaria y, para 1728, el cosmógrafo diseñaría un plano donde detalló las fábricas gestadas, en un informe enviado al Consejo44.

Sin embargo, hasta finales de 1730, las reparaciones en el presidio no fueron plenamente informadas al Consejo de Indias, aunque las obras estuvieran ya muy avanzadas. En carta de la Real Audiencia de Lima al Consejo en Sevilla, en dicho año, se daba cuenta del servicio de la reconstrucción de muralla del presidio del Callao y se señalaba que la misma había sido prácticamente recuperada de su ruina, gracias a las gestiones del marqués. 43

Lohmann, Las defensas militares, 144. Ver AGI, Mp-Peru-Chile,19. Plano de Nicolás Rodríguez de una parte de la Plaza del Callao comprendida desde el Muelle Real hasta el Río Pitipiti (1728). 44

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Plano de la reedificación de la Muralla del Callao por parte del Marqués de Castelfuerte La imagen comprende el sector que mira al mar, entre el Muelle Real y el Riacho del Callao [Fuente: Archivo General de Indias]

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De este modo, de los 120 295 pies de que requerían ser reparados, se habían reedificado y cerrado, a la fecha, un total de 108,300 pies “para dejar a la muralla en seco y libre de los sustos del mar”45. Sin embargo, las percepciones desde la metrópoli parecían desconectarse de la fábrica en sí e ir por otro camino, debido a que algunos testimonios sindicaban que el financiamiento de dicha obra estuvo relacionado con manejo fraudulento de los fondos extraídos de la sisa, y el propio rey exigió un pormenorizado rendimiento de cuentas, lo que desató la incomodidad de Armendáriz y expresó su descontento con poca pleitesía, pese a la jerarquía entre ambas autoridades46.

De este modo, se comprende que los trabajos en el Callao respondieron a una preocupación preventiva frente a la amenaza natural del puerto y la vulnerabilidad del presidio. Dicho sentir, es recogido en su relación de Gobierno, donde dejó claramente indicado su exhaustivo esfuerzo en pro de reforzar la maltratada muralla y dar protección a la fortaleza47. No obstante, su conciencia pública, ante la necesidad de defender los territorios encomendados pudo ser condicionada por la experiencia sísmica vivida en su primer año de gestión, lo que configuró su acción gubernamental.

La protección de Chile y los efectos del tsunami de 1730

Uno de los principales objetivos con que llegó Castelfuerte al Perú fue el de organizar una atención directa hacia el reino de Chile, debido a su estratégica ubicación en el Mar del Sur. Dado este interés, se reconoció que dicha gobernación contaba con importantes puntos estratégicos que podrían, con una adecuada defensa, salvaguardar totalmente al Mar del Sur; entre estos, se consideró a las islas Juan Fernández y Chiloé, junto con la plaza de Valdivia como las llaves del Pacífico y, en conjunto, el antemural del Perú.

Sin embargo, al igual que el Callao, la realidad defensiva del reino era crítica; si bien, las más importantes fortificaciones habían sido dirigidas por el II marqués de Mancera a

45

Ver AGI, Lima 413, Cartas y expedientes: Virreyes del Perú (1730-1733) 1 legajo. En Carta de la Real Audiencia de Lima al Consejo de Indias del 16 de diciembre de 1730. 46 Moreno Cebrián, Castelfuerte, 62. 47 Moreno Cebrián, Castelfuerte, 334.

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mediados del XVII y fueron un ambicioso proyecto de defensa en Valdivia, estas obras se encontraban en muy mal estado y, en muchos casos, derruidas. Por otra parte, los esfuerzos de gobernadores locales permitieron la construcción de algunos castillos defensivos en Valparaíso y Concepción, aunque sus fábricas no tuvieron la continuidad debida48.

Por un lado, la isla de Juan Fernández estaba completamente deshabitada de españoles, a pesar de su estratégica posición geográfica para la defensa de Chile y Perú; por ello, en 1726, el Consejo de Indias ordenó poblarla, de forma permanente, empresa que no logró concretarse hasta la segunda mitad del siglo XVIII49. Por otro lado, el caso de la isla de Chiloé afrontaba obstáculos naturales que dificultaban un adecuado asentamiento y desarrollo demográfico, además de un exitoso manejo militar: el clima y la pobreza del territorio. Dada la complejidad geográfica, el historiador jesuita Miguel de Olivares indicaría que “esta provincia es la más pobre de toda la América meridional, mas esta pobreza es a mi juicio el baluarte más fuerte que la defiende” 50. Así, será décadas más tarde que su primer castillo, el Fuerte Real de San Carlos, recién sea construido en 1768.

Sin lugar a dudas, Valdivia era de fundamentalmente estratégica para el reino y era considerada como el puerto mejor defendido de Mar del Sur. Por ello, durante el gobierno de Castelfuerte, se intensificó el uso de esta plaza como recinto para reclutas forzadas de delincuentes que se enviaban desde Lima; así, el puerto se convirtió en la isla de castigo del virreinato. Para sostener dicho uso, el virrey dispuso el cumplimiento puntual del situado del presidio, avaluado en 100 000 pesos anuales51.

Asimismo, Valdivia cumplía un relevante rol económico dentro del sistema de microcabotaje que establecía con Valparaíso, y que, a su vez, repercutía en el comercio con Lima52. El abastecimiento de diversos productos chilenos, pero principalmente de trigo, a la 48

AGI, Chile 128, Expediente de la fortificación de Valdivia y Valparaíso (1677-1708), 1 legajo. Calderón, fortificaciones españolas, 451. 50 Se refiere a la obra Historia de la Compañía de Jesús en Chile (1593-1736). Calderón, fortificaciones españolas, 446. 51 Moreno, Castelfuerte, 327. 52 Jakob Schlüpmann, Cartas edificantes sobre el comercio y la navegación entre Perú y Chile a comienzos del siglo XVIII: correspondencia y contabilidad de una compañía comercial 1713-1730. (Lima: IFEA / IEP, 2006), 16. 49

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capital del virreinato del Perú era la base de la economía sureña. Durante treinta años, el consumo de productos chilenos en Lima provino pasó a ser el motor de la navegación en el Mar del Sur53. Y si bien, existía ya un flujo comercial importante, entre 1721 y 1725 se sumaron una serie de eventos naturales de orden telúrico y meteorológico que hicieron decaer la oferta chilena54.

Estando el virrey avocado a la obra del Callao, el 8 de julio de 1730, un fuerte terremoto afectó a la población chilena entre La Serena y Valdivia, aunque sus efecto se sintieron desde Iquique hasta Osorno. El acontecimiento telúrico comprendió tres sismos que destruyeron las ciudades de Santiago55 y Concepción, de una manera “tan espantosa que no daba lugar el movimiento de la tierra a mantenerse en pie en ninguno de sus habitadores”56.

Sin embargo, los peores efectos se sufrieron en las costas, a causa del tsunami que sobrevino al terremoto que afectó alrededor de 1 000 km de costa, incluso, se registran daños originados en la isla de Honshu, en Japón57. En Valparaíso, el sector denominado El Almendral quedó totalmente destruido; sin embargo, fue la violenta inundación marítima la que arrasó a todas las infraestructuras aledañas al litoral, destacando: el fuerte Castillo Blanco, la iglesia matriz, el convento de La Merced y todas las bodegas del puerto, tanto civiles como religiosas. que inutilizaron ochenta mil fanegas de trigo, listas para embarcarse58.

En Concepción, a pesar de que la furia del sismo no había traído mayores estragos, los efectos del tsunami fueron realmente devastadores, en donde las olas alcanzaron una altura 53

Schlüpmann, Cartas edificantes, 16. El autor trabaja el caso de la compañía de Pedro de Murga y Diego Durán para analizar el flujo comercial de trigo entre ambas regiones. El pico de exportación chilena llegó en 1713, demandando Lima cerca de 140 000 fanegas de trigo y 20 000 de sebo. 54 Rosa Urrutia de Hazbun y Carlos Lanza, Catástrofes en Chile 1541-1992 (Santiago de Chile: Editorial La Noria, 1993), 55. En 1722 se produjo un terremoto en Valparaíso que trajo consigo la destrucción del castillo ubicado en el cerro Cordillera. También ver Schlüpmann, Cartas edificantes, 44. El autor indica que, entre 1723 y 1725, lse produjeron alteraciones en las lluvias que perjudicaron el cultivo de trigo. 55 Alfredo Palacios Roa, "El gran terremoto de 1730: la experiencia santiaguina frente a la catástrofe." Temas americanistas No. 22, pp. 1-18 (2009). En este artículo se analiza el impacto social del sismo en Santiago. 56 Urrutia de Hazbun, Catástrofes en Chile, 56. 57 SHOA, Maremotos en la costa de Chile. 58 Urrutia de Hazbun, Catástrofes en Chile, 56.

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de 16 m e inundaron por completo la ciudad. Según testimonio del obispo de Concepción, fray Francisco Antonio Escaldón59, las aguas del mar se habían retirado como media legua y regresaron con un devastador ímpetu. Las dos terceras partes de Concepción quedaron inundadas, aunque la proximidad al mar y el avistamiento de su retiro pudo prevenir la desaparición de la población, la cual pudo huir a los cerros colindantes, pese a que alrededor de doscientas casas situadas en la parte baja fueron arrasadas. Asimismo, fue el tercer impacto del tsunami el más destructivo, debido a que las olas entraron hasta la propia plaza mayor y anegaron totalmente sus calles, dejando destruido el convento de San Francisco, el de San Agustín, el hospital y la iglesia de San Juan de Dios, gran parte de la catedral, el palacio del gobernador, las cajas reales, los cuarteles, la casa del cabildo, la cárcel pública, las salas de armas y municiones, las tiendas de los mercaderes, las bodegas y graneros; finalmente, del castillo La Planchada, solo quedó la plataforma. Inundada la ciudad, lo que no se había llevado el mar, lo dejó en completo estado ruinoso y la gente se salvó como pudo; así, los testimonios refieren que camas, sillas, mesas, etc., quedaron flotando en el agua; de igual forma, la población huyó como pudo, unos por las puertas, otros por las ventanas, algunos desnudos y otros a medio vestir, entre estos últimos, el propio obispo60.

En otras ciudades, los efectos de la magnitud del terremoto y tsunami fueron considerables. En Valdivia, el tsunami hizo subir las aguas del río, causando algunos daños en los edificios, pero sin llegar a las fortificaciones de la ciudad. En Chillán sólo hubo daños menores en algunos edificios, principalmente civiles. En Coquimbo se destruyeron las murallas de algunas casas y templos. Además, el sismo, por el este, se sintió hasta Córdoba, donde los muertos no pasaron de tres personas61.

Frente a la situación de ruina, Castelfuerte solicita al gobernador de Chile, don Gabriel Cano de Aponte, que le dé cuenta de la situación real del reino62, debido a la noticia de alteraciones climáticas en el reino que había perjudicado seriamente a la población 59

Ver AGI, Chile 145, Cartas y expedientes sobre las ruinas que causó en Chile el temblor de tierra que sufrió en el año 1730. Carta del obispo de Concepción al Consejo de Indias. En 20 de agosto de 1730. 60 Ibid. 61 Urrutia de Hazbun, Catástrofes en Chile, 57. 62 Ver AGI, Chile 145, Carta del virrey del Perú al presidente de Chile en 27 de setiembre de 1730.

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damnificada. Más aún, entre La Serena y Concepción, se perdió la producción agropecuaria, que incluía trigo, del maíz, sebo y charqui; ello, perjudicó el comercio y el abastecimiento de Lima; y cuya infausta noticia se propagó rápidamente, lo que motivó a Pedro de Peralta y Barnuevo a describir en versos la catástrofe chilena, en su obra Lima fundada publicada en 173263.

La ruina del sismo alertó al virrey del Perú y a la metrópoli. Desde España el rey autorizó la exoneración de los impuestos a los vecinos de Santiago por tres años. Por su parte, informado del acontecimiento, Castelfuerte mandó adelantar cuatro meses del situado nacional y otorgó un aporte extraordinario de 50 000 pesos para la defensa del reino, ante el potencial alzamiento de indios en los territorios de frontera; no obstante, de no producir revuelta alguna, dicho aporte debía destinarse al situado de Valdivia. Asimismo, el virrey ordenó el inmediato de despacho de pólvora para el resguardo del reino ante la amenaza de invasión extranjera y declararía que era indispensable levantar nuevamente las fortificaciones afectadas en los puertos64.

Ante esta alerta, Cano de Aponte y la Junta de Hacienda determinaron sacar fondos de la balanza real para las reparaciones de urgencia65. Así, se distribuyeron 4 000 mil quinientos pesos para las reparaciones de iglesias y templos de Santiago; envió tres mil pesos para los mismos fines al Obispo de Concepción; reparó las cárceles, el edificio de la Real Audiencia, el del cabildo y el palacio de la gobernación; las escuelas de primeras letras, las de latinidad y las aulas de facultades mayores; reparó austeramente los puertos y reservó algún dinero para los fuertes de la frontera, a los cuales no de prestó la prioritaria diligencia encomendada. De igual manera, en Concepción, el cabildo se preocupó de trasladar alimentos desde los campos cercanos y fijó los precios para evitar especulaciones y el obispo distribuyó entre las iglesias, monasterios y gente pobre, el dinero recibido, he hizo una exhortación fervorosa para aliviar los pecados y castigos”66. 63

Pedro de Peralta y Barnuevo, Lima fundada o conquista del Perú (Lima: Francisco Sobrino y Badós, 1732). Entre las estrofas cincuenta y cinco a la setenta, el autor describe el “Terremoto Horrible en el Reino de Chile”. 64 Ver AGI, Chile 145, Carta del Virrey del Perú al Presidente de Chile en 20 de agosto de 1730. 65 Ver AGI, Chile 145, Índice de correspondencia de la Real Audiencia de Chile, documentos del 16 al 23. 66 Urrutia de Hazbun, Catástrofes en Chile, 58.

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Ante este nuevo desastre, las medidas adoptadas por Castelfuerte y encomendadas a Cano de Aponte fueron orientadas en proteger al reino de cualquier amenaza. La alerta ante la inminente invasión natural o extranjera, a las ciudades afectadas por el tsunami y a los territorios de frontera, evidencian la preocupación de Armendáriz en salvaguardar los dominios españoles, misión en la que no se escatimó un incremento del aporte económico, proveniente del real situado. La conciencia pública ante la ruina de un terremoto y tsunami es un elemento influyente en la gestión del virrey del Perú, pese a la lejanía. La directa vinculación entre ambos reinos, en la administración colonial, está sedimentada en la concepción de que Castelfuerte, no solo es el virrey del Perú, sino que además es el regente de toda América del Sur, cuyo manejo jurisdiccional comprende, también, el auxilio y protección de todos sus territorios, más aún siendo Chile un territorio tan importante para la sostenibilidad económica y defensiva del Perú.

Conclusiones

La crítica situación de los castillos y defensas del Mar del Sur, alertada por el Consejo de Indias, reconoció la ruinosa realidad del presido del Callao, cuya muralla se hallaba prácticamente destruida. Esta fábrica había servido de protección ante la amenaza natural a irrupciones marítimas en el presidio, como el tsunami de 1687. La llegada del marqués de Castelfuerte significó el fin de la inoperancia administrativa de los prelados en la defensa del reino y se buscó reorganizar la fortificación de los reinos del Perú y Chile, debido a una elevada presencia extranjera en las costas sudamericanas. La experiencia sísmica suscitada en su primer año de gestión evidenció la conciencia pública de Castelfuerte ante el riesgo del Callao. Tradicionalmente, se ha asumido que el Estado colonial estuvo ajeno a un sentido de prevención natural en su acción política; no obstante, se revelan primigenias estrategias preventivas que buscaron reducir la vulnerabilidad del presidio. Además, una nueva ruina acontecida en Chile con el terremoto y tsunami de 1730, alertó la amenaza natural de todo ese reino, con lo cual asumió el control de la crisis de la mano de los gobernantes locales. Así, podemos ver los primeros indicios de que la experiencia sísmica simultánea de Perú y Chile fue, en muchas oportunidades, la base de importantes medidas políticas que llegaron a inicios del siglo XVIII con los primeros líderes borbónicos.

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