Los trabajadores catalanes ante el 1º de Mayo (1890-1893). Una actitud sindicalista en una jornada de afirmación internacional de la clase obrera.

Los Primero de Mayo de 1890 a 1893 en Cataluña contó con dos consignas: la socialista, que defendía la organización de una manifestación y la entrega de un manifiesto a las autoridades, donde se reclamaba una legislación social de carácter internacional; y la anarquista, que llamaba a la huelga general hasta la obtención de la jornada de ocho horas, preámbulo de la revolución social. Mientras la prensa anarquista y socialista defendía dichas posturas, las sociedades obreras catalanas pretendían aprovechar la situación para obtener de sus patrones mejoras inmediatas, las cuales iban desde la disminución de la jornada laboral hasta la reivindicación de un convenio para establecer la situación de oficiales y aprendices. El rechazo patronal dio lugar a la huelga general que siguió a los Primeros de Mayo de 1890 y 1891, las cuales finalizaron con un éxito parcial. Así pues, el objetivo de las sociedades obreras catalanas era aprovechar la situación que representaba el 1º de Mayo, una jornada que constituía la más amplia manifestación obrerista hasta aquel momento,  para conseguir de sus patronos mejoras inmediatas. Una línea que fue seguida hasta el 1º de Mayo de 1893, cuando la represión, la debilidad del movimiento asociativo catalán y el contraste entre la grandiosidad de los objetivos y la limitación de lo conseguido.