Los sustentos del café, el uso de suelo y las políticas de re-regulación en el centro de Veracruz, México

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Descripción

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Journal of Latin American Geography, Volume 14, Number 2, July 2015, pp. 7-27 (Article) 3XEOLVKHGE\8QLYHUVLW\RI7H[DV3UHVV DOI: 10.1353/lag.2015.0017

For additional information about this article http://muse.jhu.edu/journals/lag/summary/v014/14.2.hausermann.html

Access provided by Rutgers University (20 Sep 2015 18:13 GMT)

Los Sustentos del Café en Veracruz, México

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Los sustentos del café, el uso de suelo y las políticas de re-regulación en el centro de Veracruz, México Heidi Hausermann Rutgers University

Mónica P. Hernández Rutgers University

Resumen

Durante la década de los noventa, las subsistencias de los cafetaleros se transformaron debido a los cambios político-económicos que afrontaba la industria. Los cafetaleros de Veracruz, México, fueron impactados doblemente: sufrieron por los precios bajos del café y por la retirada de los subsidios estatales. Estos cambios inspiraron nuevas estrategias de subsistencia; este artículo documenta tales estrategias en dos comunidades del centro de Veracruz. Además, utilizando la etnografía realizada con cafetaleros y agentes del gobierno, se demuestra cómo la interacción de las prácticas de los productores y las autoridades estatales produjo nuevas trayectorias en el desarrollo dirigido por el Estado y los sistemas de gobernanza. Palabras claves: café, México, uso del suelo, gobernanza, re-regulación

Abstract

During the 1990s coffee farmers’ livelihoods were transformed as a result of politicaleconomic changes in the industry. Coffee farmers in Veracruz, Mexico were doubly impacted: they suffered from low coffee prices and the withdrawal of state subsidies. These changes inspired new livelihood strategies; this article documents such strategies in two central Veracruz communities. Moreover, through ethnography with coffee farmers and government officials, we show how the practices of producers and state authorities combined to produce new trajectories in state-led development and governance. Key words: coffee, Mexico, land-use, governance, re-regulation

Journal of Latin American Geography, 14 (2), 2015 © Conference of Latin Americanist Geographers

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Introducción

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Durante la década de los noventa, las subsistencias de los cafetaleros se transformaron debido a los cambios político-económicos que afrontaba la industria. La desregulación del mercado internacional produjo graves declives en los precios, que resultó en la “crisis del café” de los noventa y principios de la primera década del 2000. Fue una época de estrés económico para los pequeños productores, que se cuentan entre el más de 70% que siembra café en menos de cinco hectáreas. Los cafetaleros de Veracruz, que mayoritariamente cultivan café en agroecosistemas con varios beneficios ambientales (Manson et al. 2008), fueron impactados doblemente: sufrieron a causa de la caída a mínimos históricos en el precio del café y por la retirada de los subsidios e intervenciones estatales. Varios académicos han investigado las reacciones de los campesinos después de las reformas del sector cafetalero en México. Gran parte de estas investigaciones se enfoca en la evolución y producción de mercados “alternativos” en México, como el mercado orgánico (p. ej. Gómez-Tovar et al. 2005; González y Nigh 2005) y el comercio justo (p. ej. Fridell 2007; Jaffee 2007). Mientras que estas investigaciones proporcionan información importante sobre las consecuencias de la crisis del café, el presente artículo se enfoca en las prácticas de los campesinos que se quedaron fuera del contexto de los mercados alternativos. En otras palabras, en ausencia de mercados alternativos ¿cómo lograron los cafetaleros quedarse en sus tierras y mantener formas de subsistencia en zonas rurales, aun en tiempos de grave estrés económico? Barta (1996: 159) anota que “la mega crisis” del café corresponde al aumento en la producción de maíz, cuando los campesinos en Guerrero abandonaron el café por cosechas de subsistencia. Sin embargo, tales prácticas del uso del suelo son ignoradas en la mayoría de estudios sobre el café mexicano post-TLCAN (Eakin et al. 2006; Hausermann y Eakin 2008 son excepciones). Las nuevas relaciones entre el Estado y los pequeños productores en la reciente era de re-regulación, tampoco han sido suficientemente documentadas en los estudios sobre el sector cafetalero mexicano. En este artículo se demuestra cómo la interacción de las prácticas de los campesinos y las autoridades estatales produjo nuevas trayectorias en el desarrollo dirigido por el Estado y en los sistemas de gobernanza. En la geografía humana la palabra “gobernanza” se refiere a las tendencias a abandonar las formas centralizadas de regulación social, económica y ambiental del Estado. El análisis de la gobernanza está centrado en la interrogación de procesos político-económicos en los que el término gobernanza hace referencia a interacciones e interdependencias entre una serie de actores políticos, entre los cuales se encuentra el Estado (Rose 1999). Estos diversos actores y las relaciones que ocurren entre ellos coproducen múltiples “prácticas de gubernamentalidad” (Foucault 2007: 79). Los procesos de gobernanza implican, en efecto, relaciones complejas entre individuos que ejercen autoridad y múltiples prácticas que incluyen las de trabajadores estatales y población rural. Desde el inicio de las reformas desreguladoras, propias de los neoliberalismos de la década de los ochenta, los arreglos tradicionales que median la gestión de los recursos naturales y la agricultura han sido ampliamente reconfigurados. Desde movimientos sociales hasta acuerdos de comercio, las nuevas instituciones, asociaciones y epistemologías

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se volvieron áreas importantes de investigación para los académicos interesados en el estudio de las relaciones entre naturaleza y sociedad. Por ello, el término “gobernanza ambiental” surgió como una categoría analítica importante. Las investigaciones sobre gobernanza ambiental han girado en torno a tres temas centrales: la privatización, los cambios de escala en el manejo del medio ambiente y el papel de los movimientos sociales en las luchas por reformas socio-ambientales y la configuración de las mismas (Himley 2008). Por ejemplo, algunos estudios demuestran cómo las nuevas formas de organización sirven de plataforma a distintos grupos de personas para enfrentar los impactos negativos del neoliberalismo y transforman la gobernanza ambiental en el proceso (McCarthy 2004; Robertson 2004). Perreault (2006) descubrió que los intentos estatales para privatizar el agua y descentralizar su manejo en Bolivia crearon involuntariamente iniciativas de movilización política entre personas que se oponían a las reformas. Campesinos, migrantes urbanos e intelectuales bolivianos formaron alianzas para oponerse al plan del gobierno de privatizar el agua. En el proceso, estas alianzas abrieron espacios a diversos grupos de la sociedad civil para participar en la toma de decisiones ambientales. Los arreglos institucionales y las formas de organización a través de las cuales las decisiones sobre lo ambiental son tomadas, promulgadas y disputadas, y que involucran tanto a actores de Estado como a otros grupos sociales, han sido de gran interés en la literatura sobre gobernanza ambiental. La mayor parte de la literatura sobre gobernanza ambiental, sin embargo, se centra en las prácticas y los impactos de los movimientos sociales organizados. A pesar de ello, las prácticas y los conocimientos cotidianos también median en la gestión y control de los recursos naturales en la era post-neoliberal. Himley (2008: 446) urgió a los investigadores a examinar las “prácticas promulgadas por actores sociopolíticos particulares en contextos geográficos específicos.” A través del trabajo con pequeños productores y actores estatales, esta investigación demuestra cómo las prácticas cotidianas (por ejemplo, las conversiones de cultivos) se mezclan con políticas y prácticas oficiales para crear nuevas direcciones en el manejo de las fincas de café1 y, por extensión, del medio ambiente.

Una breve historia de la producción de café en Veracruz

El café se introdujo por primera vez en México vía Veracruz en 1790 (Rebolledo Clemente 1951); hoy, la mayoría de la producción de café en el estado está asociada con ejidos.2 Los productores dependían del Instituto Mexicano del Café (INMECAFE), organismo paraestatal fundado en 1958. La visión y las políticas de INMECAFE reflejaban una “alta ideología modernista” (Scott 1998: 96): trataban de aplicar los beneficios de la tecnología y la ciencia para aumentar la producción y desarrollo económico del capitalismo. INMECAFE promovía objetos y conocimientos de la revolución verde—plantas híbridas, monocultivos, y agroquímicos—para maximizar la eficiencia y el rendimiento de las cosechas. INMECAFE, al igual que muchas grandes instituciones de la época, era un instrumento político importante para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dominante por más de 70 años. Las prácticas intervencionistas fueron la norma durante la era del PRI.

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INMECAFE controlaba la mayor parte del mercado mexicano del café, desplazando al sector privado (Renard 2010). La empresa paraestatal vendía, procesaba y exportaba la mayor parte del café mexicano. Los campesinos eran animados a especializarse en cultivar café para asegurar créditos y otros recursos de INMECAFE (Aguilar-Stoen et al. 2011; Hoffman et al. 1987). Los cultivos de café se expandieron durante el mandato de INMECAFE, entre 1970 y 1983 el número de pequeños productores de café en México aumentó casi un 30% (Nolasco 1985). Además de la generación de ingresos por exportación, la expansión de la industria era un método para generar apoyo político al PRI (Hausermann 2012). En 1982 el 85% de los productores de México estaba integrado a la maquinaria de INMECAFE, recibiendo asistencia técnica y financiera de la agencia (Renard 1999). Con oficinas centrales en Veracruz, y varias sub-oficinas nacionales, INMECAFE se convirtió en una gran máquina de patrocinio político (Snyder 2001). INMECAFE estaba más arraigada en Veracruz que en otros estados mexicanos (Hausermann 2012). En las fincas Veracruzanas, los agentes de INMECAFE y los cafetaleros experimentaban con variedades de plantas híbridas - especies de rápido crecimiento en sombra-, agroquímicos y otras tecnologías “modernistas”. Veracruz también poseía varios beneficios controlados por INMECAFE (algunos eran los más grandes de América Latina) a través de los cuales los cafetaleros eran canalizados (Nuñez Madrazo 2005). Durante varias décadas los cafetaleros de Veracruz, con apoyo de un sistema de regulación internacional y un Estado intervencionista, obtenían buenos ingresos con los agroecosistemas del café. El Acuerdo Internacional del Café (AIC), que establecía las cuotas y los precios entre los países desde 1963, mantenía los mercados relativamente estables y predecibles para los cafetaleros.3 A finales de la década de los ochenta, sin embargo, se llevaron a cabo una serie de reformas encaminadas a incrementar la competencia en el comercio internacional del café. La más desestabilizadora de estas reformas para los productores fue el desmantelamiento del AIC en 1989. Sin el acuerdo, los países comenzaron a producir y exportar grandes cantidades de café verde. Este excedente desencadenó un declive en los precios de las exportaciones. La subsiguiente “crisis cafetalera” se convirtió en una carga para los pobres de la industria, los campesinos que explotaban su tierra y la mano de obra para la producción de café. Asimismo al final de la década de los ochenta, México sufría las consecuencias de la deuda externa, políticas de ajuste estructural, y los efectos de la crisis del petróleo de 1982. En consecuencia, el gobierno federal redujo gastos en los sectores agrícolas (Hernández Estrada et al. 1989). INMECAFE fue abolida totalmente en el año 1992, disolviendo rápidamente sus servicios de extensión, crédito y todos los mecanismos de estabilización de precios para los cafetaleros. Por ello, los cafetaleros mexicanos fueron doblemente impactados por el descenso de los precios y la retirada de los recursos públicos. Algunas investigaciones muestran que los cafetaleros mexicanos perdieron hasta el 70% de sus ingresos después de estas reformas (Krippner 1997). Existen muchas investigaciones sobre las estrategias de subsistencia de los cafetaleros mexicanos después de la reestructuración del mercado (p. ej. Bacon et al. 2008; Núñez-Madrazo 2005). Mientras que la mayor parte de esta literatura se centra

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en los mercados certificados, otros estudios revelan la continuación del cultivo de café convencional (Eakin et al. 2006; Tucker et al. 2009). Aguilar-Stoen et al. (2011), por ejemplo, descubrieron que entre 1992 y 2005 la producción del café en la zona sur de Oaxaca se mantuvo estable. Estos autores identificaron algunos factores que influyen en la persistencia de la producción de café, en particular la presencia de intermediarios y el papel de las remesas. Este trabajo se basa en dichos estudios para ampliar el análisis de los paisajes cafetaleros. Esta investigación está basada en una etnografía realizada con productores y funcionarios en el centro de Veracruz (Figura 1). Fueron seleccionadas dos comunidades rurales para realizar un estudio intensivo4 (Cuadro 1). Además, se hicieron visitas a otros ejidos, beneficios y organizaciones de productores y se realizaron setenta entrevistas con varios actores, incluyendo ejidatarios y funcionarios del Estado, académicos, expertos agroindustriales y funcionarios de organizaciones cafetaleras. Las entrevistas fueron transcritas durante el período del trabajo de campo de veinte meses que fue realizado en diferentes etapas entre julio de 2003 y noviembre de 2008. En este artículo también se utiliza información extraída de setenta encuestas realizadas durante 2008 en treinta y cinco hogares seleccionados al azar en cada comunidad. Los encuestados fueron seleccionados aleatoriamente usando un listado oficial de ejidatarios.

Figura 1. Mapa general del área de estudio.

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Resultados

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La Grullita Situado a 1140 metros sobre el nivel del mar, La Grullita5 está ubicado cerca de una carretera asfaltada a diez minutos en coche de la ciudad de Coatepec. De los ejidatarios entrevistados en La Grullita que eran de 50 años de edad o mayores, todos estaban vinculados con INMECAFE durante la época de su existencia. Muchos recordaron haber recibido apoyos, plantas de café, químicos y otros recursos de los técnicos del INMECAFE. Agentes de extensión de INMECAFE visitaban fincas veracruzanas para ofrecer a los productores nuevas tecnologías y conocimiento sobre formas de producción “moderna” del café. Lo que realmente ocurrió, sin embargo, fue un poco más sutil: la coproducción de conocimientos, en la cual cafetaleros y actores del Estado experimentaban juntos, que combinaban diferentes formas de conocimiento con las prácticas físicas. Como resultado, las fincas de Veracruz son agroecosistemas complejos que combinan diferentes objetos y procesos, que incluyen plantas de variedades híbridas, especies nativas, cultivos de subsistencia, químicos, procesos ecológicos, entre otros.

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Los funcionarios también desarrollaban nuevas características y prácticas basadas en sus interacciones con cafetaleros. Un exagente de extensión que trabajó en colaboración con el ejido durante treinta y seis años con INMECAFE, explicaba en 2008: Llegué en esta región para trabajar en INMECAFE. Yo soy de Hidalgo, el altiplano… es frío y seco, al contrario de aquí. Cuando terminé mis estudios de ingeniería agrícola, INMECAFE me envió aquí y he crecido aquí, poner en mis raíces. Compré una finca, me casé con una veracruzana, y he estado aquí 44 años. Los productores entrevistados se referían constantemente a la forma en que a nivel personal y comunitario establecieron relaciones cercanas con INMECAFE. Asimismo, describieron cómo se compartieron conocimientos técnicos por utilizar sus fincas como lugares de experimentación. Los técnicos del gobierno se convirtieron en amigos, en co-administradores de fincas. Estas coproducciones y relaciones poseen implicaciones importantes para la producción y uso de la tierra. Rosa, una mujer de 40 años que heredó una parcela de su padre en 2006 afirmó: Tengo seis variedades de café en la finca. Hay Mundo Nuevo, Bourbon, Garnica, Típica, Catura y Catemore… ¡en una hectárea! En Chiapas, tienen uno, quizá dos variedades. Pero aquí, por el INMECAFE, tenemos muchas. Mi padre me dijo que el INMECAFE traía nuevas plantas, químicos y todo… Creo que por eso nuestro sistema de producción es diferente. Mientras que Rosa es demasiado joven para haber participado directamente con INMECAFE, atribuye sus estrategias de producción a las intervenciones de la agencia. Sus palabras también capturan un sofisticado conocimiento de la experimentación tecnocientífica en su finca, y cómo la producción de Veracruz difiere de otros estados como resultado de la herencia de INMECAFE. José, un agente retirado de INMECAFE, lo corroboró: Si recibimos nueva variedad [de planta de café] la probamos primero en Veracruz. Era igual con especies de sombra, químicas, etcétera. Si produjeron bien, los enviamos [los recursos] a otras regiones…Oaxaca, Chiapas, Puebla. De hecho, las fincas de Veracruz central son sitios donde se mezclan conocimientos técnicos locales, nuevas variedades de café y otros objetos para transformar los agroecosistemas del café. A pesar de que los participantes de la encuesta reportaron dificultades económicas debido a los bajos precios, el café seguía dominando como cobertura de la tierra en 2008. Desde la desregulación del mercado cafetalero, los participantes de la encuesta venden su café directamente a intermediarios (que generalmente provienen de áreas urbanas o donde hay beneficios). Estos intermediarios llenaron el vacío dejado por la disolución del INMECAFE.

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Además, las familias en La Grullita han diversificado sus ingresos con ventas de tierras y migración laboral a las ciudades cercanas. Los encuestados estiman que el 25% de ejidatarios vendieron una parte de su tenencia total desde 1997, la mayoría a familia y/o a miembros de la comunidad. De los treinta y cinco ejidatarios encuestados, seis vendieron una parte de sus tierras en los últimos años, cinco a personas dentro de la comunidad y uno vendió toda su finca a un canadiense y mantuvo su parcela en la zona urbana. Los encuestados dijeron que las dificultades económicas fueron la motivación principal para vender pequeñas porciones de tierra. Mientras que algunos usaban las ventas de tierra para sostener la producción de café y la familia durante la crisis del café, otros comenzaron a trabajar en ciudades cercanas como Xalapa y Coatepec. En La Grullita, los hombres han migrado a las zonas urbanas cerca del ejido. De los treinta y cinco ejidatarios encuestados, once han trabajado en los sectores de construcción o servicios en los últimos años. Muchos hacen estos trabajos temporalmente debido a la volatilidad de los precios del café; todos, sin embargo, han mantenido la producción de café durante este tiempo. La gente en La Grullita está bien situada para acceder a los mercados laborales en Coatepec y Xalapa. La diversificación de los ingresos se logra a través de mano de obra flexible, temporal y urbana. Los ejidatarios consiguen trabajo cuando lo necesitan, y de acuerdo a sus necesidades agrícolas. Sin embargo, la mayoría mantiene la producción del café invirtiendo los ingresos del trabajo urbano en sus fincas. Como Lerner y Eakin (2010) afirmaron, personas en las zonas peri-urbanas pueden continuar las actividades agrícolas como una manera de satisfacer necesidades culturales y de identidad. Éste fue el caso de La Grullita donde la labor urbana y las ventas de tierra subvencionaron el mantenimiento del café. Ningún cafetalero entrevistado en La Grullita señaló haber pasado del café a nuevos usos del suelo en los últimos quince años. Emiliano Zapata Las cosas fueron diferentes en la comunidad de Emiliano Zapata, donde los cafetaleros diversificaron sus cultivos después de los cambios socioeconómicos. Emiliano Zapata está ubicado a 800 metros sobre el nivel del mar. El ejido se encuentra al final de un camino rural a veinte minutos en coche de Coatepec. Antes de la caída del mercado, el café era el cultivo más importante y el principal método de generación de ingresos para los ejidatarios. Como en La Grullita, los ejidatarios de Emiliano Zapata trabajaban con INMECAFE. Una señora explicó las relaciones productivas, políticamente, entre el PRI, INMECAFE y los productores: INMECAFE estaba muy interesada en esta área… compraba café, traía nuevas plantas y químicos y estaban distribuyendo propaganda del PRI, también... me acuerdo a veces [los funcionarios del PRI y INMECAFE] llegaron en las mismas camionetas Para los cafetaleros y la gente del lugar, la identificación entre el programa y el PRI era clara y se demostraba en el uso compartido de recursos, como los camiones. Para quienes

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trabajaban con INMECAFE, esta identificación podía traducirse en apoyo político al Partido. Paco, un líder de la comunidad, iluminó las formas de respuesta que los productores asumieron cuando el PRI y sus burocracias no cumplieron sus expectativas: En ese tiempo yo era representante de INMECAFE [de la comunidad]… [INMECAFE] aquí pusieron la compra para pagar y nos pagaban bien. Pero un año el precio cayó mucho… y nos hicimos ruido. Eso fue en 1982 y yo fui dos veces al D.F. y en Xalapa marchamos de Ánimas al Palacio de Gobierno. El precio subió y quitamos el ruido. INMECAFE continuaba los apoyos… ahora todos los cafetaleros venden a los coyotes. Los productores de Emiliano Zapata también vendieron café localmente a los coyotes después de la disolución de INMECAFE. Sin embargo, contrariamente a La Grullita, los productores de Emiliano Zapata convirtieron sus cultivos después del colapso del mercado del café. Aguilar-Stoen et al. (2011) argumentaron que la proximidad de las comunidades Oaxaqueñas a los mercados ayudó al mantenimiento del café. En Emiliano Zapata, la presencia local de intermediarios no fue suficiente para asegurar la reproducción del café. Los productores también pasaron a participar en nuevos mercados, diversificando sus ingresos y los paisajes agrícolas. A partir de mediados de los noventa, los productores en Emiliano Zapata rápidamente hicieron la transición al cultivo de caña de azúcar después de la desregulación del mercado de café, aunque continuaron con cultivos de café en menor proporción (Cuadro 2). Mientras la mayoría mantenía alguna cobertura de café, el azúcar se volvió una fuente importante de ingresos para las familias. Un ingenio regional impulsó la expansión del monocultivo, contratando a campesinos para convertir porciones de sus parcelas y absorbiendo los costos asociados con la transición (la tumba de árboles, semillas, agroquímicas, etc.). El ingenio también garantizó la futura cosecha de los campesinos a un precio fijo, pagaba el 80% antes de la cosecha en un arreglo que se llamaba “pre-liquidación”. El ingenio regional llegó a llenar el vacío institucional dejado tras la desaparición de INMECAFE.

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Sin embargo, desde 2008, la industria de azúcar en México sufre turbulencias del mercado. Por ejemplo, fue impactada por la presión del aumento de importaciones de fructosa de los EEUU, y el vertido ilegal de azúcar en el mercado interior de algunos propietarios de ingenios y empresas de exportaciones. Del mismo modo, la expansión geográfica de la caña —en las comunidades como Emiliano Zapata— agregó bastante al excedente del producto. La mayoría de las participantes encuestadas estaban de acuerdo con que el ingenio regional verdaderamente está mostrando signos de tensión económica, citando recientes reducciones en los subsidios para agroquímicos, beneficios médicos, servicios de extensión y pagos de pre-liquidación. Los campesinos hicieron la transición a la caña para aplacar los impactos de la reestructuración del mercado del café, pero recientes reducciones en los subsidios y pagos del ingenio han hecho que los campesinos pasen a la ofensiva, impulsándoles a desarrollar otras estrategias para la generación de ingresos. En términos del uso de suelo, la práctica más nueva y común es la adición de limones al paisaje agrícola de Emiliano Zapata. Muchos hogares empezaron a cultivar limones en los últimos años, desbrozando el café, el monte y/o la caña para sembrar árboles. La conversión ha sido una transición autónoma: un ejidatario visitó a su primo en el sur de Veracruz cuando la crisis llegó a su punto álgido en 1999, y regresó con varios árboles cítricos (limón, mango y naranja). Los árboles de limón florecían rápidamente produciendo grandes y jugosas frutas con bajas aportaciones agroquímicas comparadas con la caña y con menos trabajo que el café. Después de un tiempo, otros campesinos empezaron a experimentar con el cultivo. A diferencia del café y la caña, que tienen distintas cosechas, los limones se pueden recoger y vender durante todo el año. Mientras algunos campesinos expresaron preocupaciones respecto a la posibilidad de sobreproducción en la región, muchos confían en que los limones seguirán complementando los ingresos del hogar. En Emiliano Zapata, las decisiones y prácticas de los campesinos desde la reestructuración del mercado cafetalero guiaron la diversificación agrícola al nivel de parcelas individuales. Las familias ahora cambian los recursos entre una variedad de usos del suelo, de acuerdo con sus percepciones de los mercados, cambios de la economíapolítica y condiciones medioambientales locales. En Emiliano Zapata, los productores negociaron las transformaciones más convenientes según su ubicación geográfica: cercanía a los ingenios y a las empacadoras de cítricos, topografía plana que beneficiara los cultivos de caña de azúcar y la producción de limón en lugares con escaso riesgo de heladas. De otro lado, en La Grullita, ubicada a 1140 metros sobre el nivel del mar, los productores aprovecharon la cercanía a las zonas urbanas para diversificar sus modos de vida, trabajando por temporadas en las ciudades y vendiendo parte de sus tierras. A pesar de la complejidad de las decisiones tomadas por los pequeños productores después de la crisis del café, las condiciones biofísicas de la zona también influyeron en la toma de dichas decisiones, habilitándolos o, en algunos casos, constriñéndolos. Sin embargo, en los últimos años el Gobierno ha desarrollado estrategias para volver a regular los paisajes del café, diseñando nuevas políticas y proyectos estructurados con el propósito de “optimizar” sectores alrededor de las cadenas de producción.

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Re-regulación El desmonte de conglomerados estatales como INMECAFE precedió una fase de re-regulación que se proponía otorgar poder en la gestión de los recursos naturales y la producción agraria a los políticos en el nivel subnacional, especialmente a los gobernadores. En 1996, el gobierno lanzó un gran intento de re-regulación agrícola a través de la Alianza para el Campo (en adelante Alianza). Alianza es gestionada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) y abarca la mayoría de los programas mexicanos de apoyo agrario “descentralizados”. El proceso de la distribución de recursos financieros empezó a nivel nacional por la asignación de fondos federales diferenciales a cada estado. A nivel del Estado, varias agencias coordinaron la distribución de los fondos a diferentes sectores, subprogramas y productores. En el sector del café de Veracruz, la agencia encargada fue el paraestatal Consejo Veracruzano del Café (COVERCAFE), que surgió en 1995 y trabajó de cerca con SAGARPA para implementar los programas a través de Alianza (Cuadro 2). En 2000, el Congreso de México hizo cambios a los subprogramas de Alianza. Un objetivo principal de las reformas fue la reorganización de sectores agrarios fundamentales —por ejemplo el café, el azúcar, el trigo y el maíz— alrededor de cadenas de producción para la exportación (llamados sistema-producto). El gobierno serviría como intermediario y vincularía a los productores directamente con otros sectores industriales (ej. los beneficios y exportadores) y también proveería apoyo técnico y otros recursos (ej. nuevas plantas de café) para mejorar la ventaja competitiva de los campesinos (Secretaría General 2001). Para el café, se instauró un comité nacional, el Comité Nacional SistemaProducto Café (CNSPC), constituido por funcionarios del gobierno, representantes de organizaciones de productores y campesinos de los mayores estados productores de café en México. Además de ayudar a facilitar la política federal, el Comité Nacional también sirvió como sede para la consolidación de datos, análisis de mercado y evaluación de políticas. Mientras instituciones como INMECAFE fueron desmanteladas para reducir los gastos públicos, nuevas medidas reflejaban un masivo esfuerzo de parte del Estado — incluyendo la creación de nuevas instituciones como CNSPC— para reorganizar el campo alrededor de la visión neoliberal y también seguir reforzando el apoyo político. Como parte del nuevo sistema de productos, cada estado se encargó de desarrollar evaluaciones más precisas de la producción de café y organizar a los campesinos en consejos estatales. El padrón cafetalero se volvió el método de cuantificación y representación del paisaje cafetalero. En Veracruz, COVERCAFE inició una versión del padrón del Sistema Información Geográfica (SIG) en 2002. Como primer paso, los funcionarios ingresaron la información existente para casi todos los calculados, 86,000 productores — datos desde los días de INMECAFE— en una base de datos. Los productores facilitaron los documentos legales que certificaban que las parcelas les pertenecían. COVERCAFE sostuvo que mandó legiones de agentes técnicos al campo para medir las parcelas de cada productor con unidades de Sistema de Posicionamiento Global (SPG). Algunos campesinos recuerdan que los funcionarios de COVERCAFE vinieron para medir las parcelas, otros recuerdan que simplemente indicaron donde se ubicaban sus parcelas en un mapa y supuestamente después se ubicarían en el mapa usando SIG. Los métodos de

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medir de COVERCAFE variaban, algunos sostienen que el dinero destinado a la agencia para realizar el padrón desapareció sospechosamente. Estas prácticas produjeron una capa de SIG en la cual se encuentran unos polígonos que representan la ubicación, el área total que tienen los productores y la cantidad de tierra dedicada a la producción de café (Figura 2). Este registro —una representación tecnológica y espacial del paisaje— sería la base con la cual cada estado determinaría la mejor manera de asignar recursos a los productores vía los programas del café señalados en el Cuadro 3. Antes de que los funcionarios del Estado en Veracruz determinaran cómo asignar los gastos federales, tenían que cuantificar y mapear la producción. Como explicó Pedro, tesorero en una organización regional: [El gobierno] daban unos subsidios pero no sabían cuánto café los productores estaban produciendo, ni nada de la geografía de producción. Estaba muy, muy desorganizado… en mi opinión personal, eso fue una estrategia política de COVERCAFE… si no hay una manera para seguir recursos, no puede ver si alcanza la gente o si todo va a un municipio para generar votos. El padrón es la mejor herramienta para que podamos supervisar la situación de café.

Figura 2. Un ejemplo de la capa de SIG del padrón cafetalero realizado por COVERCAFE y elaborado por INVEDER. En el base de datos, cada polígono debe tener información personal para el productor (p. ej. nombre, tipo de tenencia, superficie total y el área dedica al café).

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El padrón ejemplifica las estrategias gubernamentales para simplificar, reducir y “hacer legible” la diversidad socioecológica existente en paisajes agrícolas (Scott 1998). Poniendo la fe en tecnologías geoespaciales, los funcionarios esperaron cuantificar y representar precisamente el paisaje de Veracruz a través de agrimensura y SIG. Tales esfuerzos reflejan un deseo de reordenar el paisaje a través de la tecnología y en el suelo, según definiciones neoliberales de producción, transacciones de la cadena de producción y eficacia. Pero las estrategias de gobierno para fijar espacios son transformadas por las prácticas cotidianas y los paisajes que pre-existen a las visiones oficiales (p. ej. de Certeau 1984; Mitchell 2002). La incapacidad del Gobierno federal para darse cuenta de la complejidad puede complicar las estrategias estatales. De hecho, los supuestos que los funcionarios de Veracruz incorporaron en el padrón complicaron las políticas y prácticas de gobernanza. Los funcionarios ahora luchan por explicar la vocación medioambiental de las políticas, prácticas y espacios que los campesinos crearon durante el periodo del retiro del Estado. Los productores sembraron nuevos cultivos, desarrollaron nuevas relaciones

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de producción y/o cortaron viejos lazos políticos. El padrón, enfocado únicamente en la superficie, los rendimientos, los límites fijos y las coordenadas geográficas, no consiguió explicar tales cambios. Prácticas transformadoras Después de obtener el padrón cafetalero del SIG en 2002 fue posible extraer de él la información de los campesinos que participaron en la encuesta de hogares realizada en 2008. En el caso de Emiliano Zapata, existen disparidades entre las dos encuestas para el 66% de los ejidatarios encuestados. En cada caso donde hay un desajuste, el padrón indica que los campesinos dedican más superficie al café de la que realmente destinan a ello. Mientras que los productores siguen cultivando café, muchos redujeron la superficie dedicada al café a través del proceso de conversión a caña y limones desde la reestructuración del mercado cafetalero. Según la información registrada en el padrón oficial, los campesinos siguen recibiendo subsidios del Estado. En otras palabras, dos tercios de los ejidatarios encuestados reciben subsidios del café para tierra que ahora mantiene otros cultivos, principalmente la caña y el limón. El padrón de COVERCAFE representa un imaginario del paisaje cafetero y no tiene la capacidad de capturar las complejidades socio-ecológicas que surgieron desde la disolución de INMECAFE. Aun así, el padrón permanece como la base para asignar los subsidios y planificar los programas. La visión del Estado de “optimizar” los productores en cadenas productivas uniéndolos directamente a los procesadores y exportadores, hasta ahora ha resultado ineficaz. Ninguno de los campesinos que conocimos en Emiliano Zapata o La Grullita vende directamente a los procesadores o exportadores. Todos los encuestados siguen vendiendo café verde a los intermediarios. El 8 de marzo de 2008, el gobernador de Veracruz —acusando a COVERCAFE de falta de transparencia e ineficiencia— desmanteló la agencia. El gobernador encargó al Instituto Veracruzano para el Desarrollo Rural (INVEDER) de coordinar junto con SAGARPA la implementación de políticas del sector cafetalero, que habían sido gestionadas por COVERCAFÉ. INVEDER también se encargó de facilitar una actualización del padrón. Los funcionarios de la agencia rápidamente se enteraron de los problemas con el padrón y con la aplicación de políticas del sector cafetalero. Las palabras de un joven funcionario de INVEDER y experto en SIG capturan bien esta percepción: El padrón tiene muchos errores. Muchas parcelas no fueron bien rectificadas… hay instancias donde las superficies de productores no son correctos. En otros casos, la gente tenía café pero ahora es otro cultivo… Tenemos que medir los cambios antes que podemos desarrollar un plan de largo plazo. En 2008, INVEDER realizó esfuerzos para actualizar el padrón. Los funcionarios argumentaron que una representación más clara y georeferenciada de la producción ayudaría a optimizar la producción y distribuir correctamente los subsidios a los campesinos. Además de permitir que los funcionarios de INVEDER usaran su sede central para la actualización, también ayudaron a correr la voz a las comunidades rurales del área. Los mismos representantes trabajaron duro para que los recursos del Gobierno

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llegaran a los productores. Un representante de la organización, que también es cafetalero, dijo: El Gobierno aquí en México crea muchos programas de apoyo y nosotros estamos tratando siempre de hacernos de ese tipo de recursos a nombre, a favor de los productores… con toda justicia, con toda honradez... Aquí se les da parte deesos cuando el recurso se baja, se lucha para que baje. Es mucha la labor nuestra al interior del Consejo y desde un principio es de servicio social hacia los productores. Nosotros respetamos pluralidad y queremos ser autónomos de las políticas en el desarrollo de proyectos y el uso de recursos. Trabajamos duro en eso… a presionar al Estado a distribuir recursos con justicia y transparencia. Además de ayudar a INVEDER a cumplir con sus estrategias, COVERCAFE, la organización regional, también funciona como una especie de vigilante en nombre de los productores. INVEDER, además, abarcó el apoyo apolítico. En todo el Estado, INVEDER anunciaba el evento como lo hacían las agencias gubernamentales en el pasado: por la radio, en folletos, boca a boca y en reuniones, pidiendo a los productores que visitaran oficinas rurales temporales para actualizar la información. La actualización se planificó para corregir varias inexactitudes del padrón, incluyendo: 1) transferencia de titularidad, 2) la adquisición de nuevas parcelas, 3) la medición de las parcelas, 4) la corrección de polígonos y 5) la disminución de café resultado de la conversión de cultivos. En cuanto los campesinos actualizaron la información del sistema, los funcionarios mandaron a los agentes a andar por los límites de las parcelas con nuevas unidades manuales de SIG para georectificar la información. La reacción de INVEDER fue irónica: mientras las autoridades parecían entender que el padrón era insuficiente para entender las complejidades existentes, el remedio seguía siendo tecnológico. Creían que las tecnologías geoespaciales y métricas de mapear arreglarían los desajustes. Esta solución también seguía exigiendo la participación de los campesinos en el plan del Gobierno. Pero algunos productores no estaban tan ardorosos de seguir la solicitud de INVEDER para actualizar el padrón. Mientras la mayoría de los campesinos de La Grullita y Emiliano Zapata tenían en cuenta que la actualización se iba a cumplir, pocos se ocuparon de cambiar la información. Como resultado, los funcionarios de INVEDER no pudieron visitar y verificar las parcelas. Al preguntarles por qué no actualizaron la información en el padrón, surgieron dos explicaciones comunes. Primeramente, los productores sabían que recibían subsidios para superficies inexactas y los niveles de producción ya asegurados en el padrón. En segundo lugar, los campesinos de las dos comunidades estaban más ocupados que nunca, trabajaban en ciudades y en cultivos comerciales, lo que requiere mucho más tiempo y mano de obra en las parcelas. Cuando se le preguntó a un ejidatario por qué no actualizó sus datos en el padrón, explicó: El Gobierno tiene un montón de programas. Si siembras productos cítricos, un año dice una cosa, y el próximo año es algo diferente… tengo tres cultivos… no tengo tiempo para escuchar a un licenciado que me enseña algo de café.

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Esta cita marca un alejamiento de la era de intimidad de INMECAFE entre los funcionarios del Estado y los productores. De forma autónoma, los campesinos han desarrollado prácticas y parece que dependen menos del desarrollo liderado por el Estado y la intervención. La cita de arriba también refleja lo que algunos académicos (p. ej. Fox y Haight 2011; Palmer Rubin 2010) señalan como un problema importante en las estrategias mexicanas de agricultura y desarrollo rural, que las estrategias de financiación cambian frecuentemente, inhibiendo que cada estado implemente la planificación del desarrollo a largo plazo. Sin embargo, INVEDER y otros funcionarios de la agencia se encargan de cumplir con las demandas del plan del Gobierno federal, las cuales, como se mencionó antes, tienen tanto que ver con el partidismo político como con el compromiso con la ideología neoliberal. Aunque los altos tecnócratas de INVEDER, incluyendo este experto en cartografía, admiten que el discurso y las políticas neoliberales no se desarrollan como fueron planeados en el terreno heterogéneo de Veracruz: Las cadenas de productos deben ceder resultados… pero la planificación y coordinación tiene que ser organizada por regiones, zonas, y actividades. Se siembra el café en contextos diferentes en Veracruz… hay mucha variación social y ambiental… todavía las políticas no reflejan esto. Como la encarnación de las políticas federales, los funcionarios de INVEDER están en primera línea de las nuevas articulaciones entre los productores del café y el Gobierno. Estos individuos luchan para responder a las nuevas formas de práctica y conocimiento agrícola que encuentran mientras simultáneamente se mantienen vinculados a los esfuerzos federales para cuantificar, codificar y optimizar. A través de sus experiencias vividas, los funcionarios de INVEDER tienen un entendimiento minucioso de las complejidades socio-ecológicas existentes que contradicen los esfuerzos de homogeneización de las políticas federales. Esta posición tenue motivó nuevas conversaciones a finales de 2008, después de la actualización del padrón. En noviembre de 2008, los funcionarios del Consejo Regional del Café de Coatepec (CRCC) organizaron la primera reunión a nivel estatal desde hace varios años, la Reunión Estatal Cafetalera. Los funcionarios del Gobierno hablaron con académicos, campesinos y activistas medioambientales para identificar los individuos que estaban interesados en el futuro de las tierras cafetaleras de la región. Mientras el modelo de cadenas de productos fue diseñado para que la producción fuera más eficiente (creando alianzas entre los campesinos, el gobierno, y las empresas privadas), los funcionarios reclutaron a individuos de diversos sectores de la sociedad. Los representantes de los ministros de agricultura y desarrollo rural de la nación, SADARPA, y de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca del Estado de Veracruz, SEDARPA asistieron la reunión y se juntaron con casi doscientos campesinos, académicos y representantes de organizaciones cafetaleras. Durante la reunión, los campesinos criticaron abiertamente los proyectos del Gobierno y exigieron programas que reflejaren más adecuadamente las necesidades de los campesinos y más transparencia en la distribución de los recursos. Los funcionarios del Gobierno escuchaban las evaluaciones y frustraciones de los que hablaban.

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Además de coordinar la reunión a finales del 2008, INVEDER continúa trabajando estrechamente con la organización regional que ayudó con la actualización del padrón. Aunque esto no es la alianza público-privada que los responsables de las políticas preveían a través de las cadenas de productos, sí representa una emergente relación institucional en la gestión del espacio cafetalero de Veracruz. La organización productora, más bien está firme en su deseo de responsabilizar al Gobierno de distribuir recursos a los campesinos con transparencia e imparcialidad. Los funcionarios de INVEDER, por lo menos discursivamente, ahora se alinean con esta actitud. Como describió un agente de INVEDER: Para mejorar la eficacia en la distribución de recursos, necesitamos transparenciay orden… tenemos que trabajar con organizaciones de productores y comunidades para entender bien la situación con el café. Juntos, la organización regional de productores e INVEDER esperan aumentar su cobertura, dirigiéndose a otros consejos y organizaciones de café. El objetivo a largo plazo no es solamente desarrollar una representación espacial más precisa del espacio cafetalero, sino también crear diálogos entre productores de diversas regiones acerca de qué tipos de programas y recursos les vendrían mejor. Los representantes y funcionarios también esperan usar esta red para documentar y vigilar los precios que los coyotes pagan a los productores; datos que pueden ser utilizados para presionar al Estado para ayudarles a regular tales transacciones. Mientras aún no se sabe mucho del futuro del sector cafetalero de Veracruz, tales colaboraciones y estrategias reflejan nuevas trayectorias en la gobernanza del café. Las estrategias oficiales para controlar el espacio están vinculadas a procesos mutuamente constitutivos de transformación con los lugares, la gente y las prácticas reales que constituyen el paisaje.

Conclusión

En las tres décadas entre 1958 y 1989, el Gobierno federal intervino fuertemente en las regiones cafetaleras para promover la producción “moderna” de café y apoyar al PRI. Durante gran parte de esa época, se consideró a Veracruz central como un laboratorio de experimentación de la producción moderna y se convirtió en un sitio importante para las intervenciones del Estado. En la era de re-regulación, los funcionarios supusieron que el Estado fácilmente podría reinscribirse en los paisajes rurales y efectivamente estar a la cabeza de las medidas de reorganización. Al gestionar con ideologías neoliberales y fe en la tecno-ciencia, los funcionarios no consideraron los cambios en el uso de suelo, las relaciones sociales y las prácticas que los productores desarrollaron durante el periodo del retiro del Estado. El fracaso de no considerar esta complejidad y diversidad ha complicado los intentos del Gobierno de cuantificar y controlar a los cafetaleros y la producción durante los últimos años. Como resultado, los actores del Estado tuvieron que responder y reevaluarse, marcando un cambio novedoso en la gobernanza del café en el centro de Veracruz. De manera más general, tanto las modificaciones que hicieron los pobladores rurales a sus cultivos y

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formas de relacionarse con el paisaje, como la manera en que los trabajadores estatales se reacomodaron a esas nuevas formas de manejo, modificaron las relaciones entre actores del Estado y pobladores, lo cual implicó importantes modificaciones en la gobernanza ambiental de la zona cafetalera. Desde emplearse como mano de obra urbana hasta conversiones de los cultivos y ventas de la tierra, los productores iniciaron nuevas estrategias frente a los precios bajos y cambios político-económicos. A pesar de la diversidad de las prácticas de los cafetaleros, la gente se quedaba en sus tierras, manteniendo la producción de café a pesar de la intensa turbulencia socio-económica que enfrentaban. Aun en Emiliano Zapata, donde los productores modificaron los usos de la tierra y diversificaron la producción, el lecho de café permaneció casi intacto en el paisaje. Por extensión, estaban ayudando a reproducir las funciones ecológicas y la diversidad biológica de los agroecosistemas cafetaleros. De hecho, los agroecologistas afirman en investigaciones y políticas la necesidad de “escalar” las estrategias de producción de productores pequeños. A través de servicios de extensión, difusión de germoplasma de calidad, planes de comercialización que los productores consideran viable y otras estrategias, funcionarios y otros actores pueden incluir conocimientos y prácticas tradicionales para desarrollar políticas más sostenibles (p. ej. Altieri 2002; Perfecto y Vandermeer 2008). Las personas y las organizaciones interesadas en el desarrollo con justicia y protección del medio ambiente deben entender y apoyar los espacios donde los agricultores trabajan para mantener usos de la tierra a pesar de la crisis económica.

Notas 1

En Veracruz se utiliza “finca” para referirse a los sistemas del café.

Después de la Revolución Mexicana (1910-1917) el Gobierno federal creó un sistema de tenencia y manejo común de la tierra, el ejido, para reparar las injusticias históricas en la tenencia de la tierra. Los ejidatarios, miembros de los ejidos, son casi siempre pequeños productores que poseen derechos de usufructo.

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El AIC era el acuerdo de la Organización Internacional de Café (ICO). El AIC se ratificó en 1963 y estableció cuotas para las exportaciones globales.

3

Las comunidades fueron seleccionadas con base en los factores siguientes: 1) cercanas al trabajo de INMECAFE en 1980; 2) que dominaba el café en el uso del suelo antes de la crisis del café; 3) que tuvieran indicadores económicos similares, pero con elevación y cercanía a la ciudad distintas (la investigación preliminar sugería que las decisiones de uso del suelo se veían afectadas por estos factores).

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Para mantener el anonimato de informantes, los nombres de personas y comunidades han sido cambiados.

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