Los Saleta, de Arenys a Santiago

July 22, 2017 | Autor: Joan Ferrer | Categoría: Genealogy, Family history, Genealogia, Genealogical Research, Genealogy-Family History
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Descripción

Los Saleta, de Arenys a Santiago (1/2)

Joan Manuel Ferrer Rodríguez.-

Antes de entrar en materia, quisiéramos recordar al amable y consuetudinario lector de estas breves líneas que la genealogía de la rama criolla de los Saleta ha sido previamente estudiada y desarrollada por el acucioso colega Edwin Espinal Hernández, y sus hallazgos publicados en una interesante y enjundiosa cápsula titulada "Los Saleta: el enigma de un origen." Allí, en uno de sus párrafos iniciales, el autor alude al "Informe de soltería, cristiandad y catolicismo" de José Saleta, instrumentado en Santiago de los Caballeros en 1827, cuyo contenido se constituye en medio probatorio fehaciente de que el primero de los de este apellido en desembarcar en playas dominicanas llegó procedente de Arenys de Mar, en pleno epicentro del maresme catalán. Para conocer el marco en el que se desarrolla la cuestión, es pertinente destacar que se trata de una minúscula villa de origen renacentista que, tras tomar el relevo de Mataró, logró posicionarse como referente inequívoco de la sempiterna tradición náutica regional.

En líneas generales, durante el siglo XVIII la vibrante sede costanera consiguió articular una importante red de instalaciones navales y marítimas que, compuesta por 5 astilleros, le permitió desempeñar un papel preeminente en momentos en que emergieron como circunstancias concatenadas: por un lado, la eliminación del monopolio comercial gaditano con América, y por el otro sus repercusiones en el proceso de apertura y despegue del resto de los puertos peninsulares. Un ejemplo bastante elocuente viene ilustrado por el hecho de que, para 1786, ya eran 54 los navíos de matricula areñense que faenaban e intervenían en el activo tráfico ultramarino. La otra cara del fenómeno, si se quiere, representada ahora por los recursos humanos, sugiere que para mantener una infraestructura de semejantes proporciones se requería el concurso de una abundante mano de obra especializada: aserradores, braceros, calafates, carpinteros y leñadores, entre otros, lo que, sin dudas, atrajo la presencia de una multitud de individuos procedentes de los cantones adyacentes.

Volviendo sobre nuestros pasos, la probanza de marras también atribuye a José Saleta, hijo de Andrés Saleta e Inés Torres, la edad de 26 años, a partir de lo cual se ha llegado a inferir que este indiano caribeño vio su primera luz del día alrededor del año 1801.

Con estos datos a mano, nos hemos sumergido en los registros parroquiales de la pintoresca iglesia de Santa María de Arenys y, precisamente, en el libro décimo de bautismos (1798-1814) asiento Núm. 62, fol. 49 ro del 17 de junio de 1801, aparece una partida que consigna lo siguiente: "Anton Gispert presbítero y vicario bautizo a Feliciano Francisco Joseph" Sin embargo, a este neonato en particular se le señala como hijo legítimo de Joseph Saleta y de Theresa Fornaguera. El marido en cuestión, hijo de Francisco Saleta y María Jaures, ya había visitado la misma pila bautismal que su vástago, el 14 de abril de 1747. La esposa, por su parte, nació de la coyunda formada por March Fornaguera y Petronilla Aulet de Vilalba.

Hasta aquí, un rosario de pruebas poco concluyentes que, por fortuna, no lograron hacer mella en nuestra curiosidad. De hecho, nuevas pesquisas determinaron que existió una línea familiar coetánea, cuyas noticias guardan completa coherencia con el relato que venimos describiendo y que, por las consabidas limitantes de espacio, abandonaremos ahora en favor de una entrega posterior.





































Los Saleta, de Arenys a Santiago (2/2)

Joan Manuel Ferrer Rodríguez.-

Entretanto, el bracero Francisco Saleta, tronco de la rama que nos planteamos examinar, casó con Theresa Fita, hija del sastre Joan Fita y de una mujer de nombre Theresa, de apellido desconocido. Para corroborarlo, contamos con sendas actas de matrimonio: una inserta en el tercer libro de desposorios (1709-1749) fol. 54 vo, que confirma que dicha pareja casó el 20 de enero de 1726, y la otra, anotada en el volumen cuarto (1749-1767) fol. 41 vo del ramo correspondiente, que certifica que fueron padres del entonces contrayente, marinero Andreu Saleta quien desposó, el 17 de enero de 1754, a Teresa Bruguera, hija de Francisco Bruguera y Theresa Riera.

Continuando con nuestra relación, de la lectura del libro sexto de bautismos (1738-1762) partida Núm. 70, fol. 342 vo-343 ro, se colige que este Andreu Saleta y su consorte Teresa Bruguera fueron padres de Manuel Andreu Saleta, bautizado a 21 de junio de 1759 por el presbítero Jaume Colomer. Asimismo, sabemos que heredó el oficio del progenitor y tomó por esposa a Ignes Roig, natural de Granollers, hija de Josef Roig y Teresa Casales. Lamentablemente, los esfuerzos por profundizar en las raíces de estos Roig granollerics han sido estériles, sobre todo porque los repositorios de este típico poblado vallesano ardieron bajo las tendenciosas llamas de la guerra civil española.

Pues bien, el matrimonio de Andreu Saleta e Ignes Roig tuvo por hijos a: Pera, Andreu, Ignes, Delfi Josep y, finalmente, a Raimunda. Los cuatro primeros bautizos se celebraron en Arenys; el último, en cambio, en la parroquia barcelonense de los Santos Justo y Pastor.

En vista de todo lo anterior, las investigaciones apuntan a que nuestro protagonista, el carpintero de ribera José Saleta, quien maridó con la ceutí María Antonia Pichardo y Pró, hija de Domingo Pichardo y María Dolores Pró es, en efecto, el cuarto de los retoños de Andreu Saleta e Ignes Roig crismado, el 23 de diciembre de 1796, como Delfi Josep María.

Antes de concluir, es preciso dejar constancia de que el primer individuo conocido de la estirpe fue el nombrado Joseph Sala, instalado en Arenys en el primer cuarto del siglo XVIII, procedente del cercano lugar de San Andrés de Llavaneres. Sin duda, sus descendientes fueron los primeros Saleta que desfilaron por los registros de la feligresía areñense, mismos que se empezaron a confeccionar, de manera ininterrumpida, a partir de 1576. Y, aunque desconocemos las razones específicas del cambio, los ejemplares consultados confirman que, con la mudanza, sus descendientes trocaron el apellido original y empezaron a emplear el Saleta que ha sobrevivido hasta hoy entre nosotros.

En este mismo orden de ideas, hay que recordar que durante el Antiguo Régimen la falta de una nomenclatura específica, capaz de regular el uso de los apellidos, permitió que estos fueran caprichosamente alterados y suprimidos ora por el portador, ora por sus padres, sin que de ello derivaran mayores consecuencias. Esta premisa aplica, tanto para el referido Sala patrilineal, posteriormente reconvertido en Saleta, como para el Roig materno, transmutado en Torres en la documentación eclesiástica alojada en el Arzobispado de Santo Domingo.

Otro dato útil que acude en abono de nuestra tesis, reside en la recurrencia de los nombres escogidos por los Saleta Pichardo para su prole. Así, encontramos a una Inés Francisca, nacida en 1828; a José y a Manuel alumbrados en 1831 y 1833, respectivamente y a un nieto de nombre Andrés, nacido en 1859.


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