LOS PRIMEROS FENICIOS EN TARTESSOS

October 1, 2017 | Autor: S. Celestino Pérez | Categoría: Fenicios, Tartessos
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Descripción

LOS PRIMEROS FENICIOS EN TARTESSOS* Sebastián CELESTINO PÉREZ CSIC, Instituto de Arqueología-Mérida Abstract: The recent archaeological findings in the city of Huelva have supposed an important turn in the investigation on the first contacts of the Phoenicians in the Iberian Peninsula, now dated in the last years from century X a.n.e. This circumstance allows us to consider a fluid commercial relation between the Atlantic and the Mediterranean, through Straits of Gibraltar, before which until now it was possible to be defended. Nevertheless, in some areas of the interior of the peninsular southwest objects and cultural manifestations of clear Eastern origin are detected previous to the Phoenician presence in the south of the Iberian Peninsula, which takes to us to propose a route of continental penetration previous to the Phoenician colonization from the south-east French, where some products of clear Cypriot origin would be introduced, case of the found ones in some deposits of the Portuguese Beira or the represented ones in the stelae of warrior. After the Phoenician colonization of the peninsular southwestern coast a territory of more or less homogenous culture will be formed that the Greeks denominated Tartessos, and that must be understood as the amalgam arisen between the powerful original culture of the Eastern Mediterranean introduced by the Phoenicians and the native, of Atlantic origin. Keywords: Tartessos, Phoenician colonization, Atlantic trade, precolonization En los últimos años se han producido en el suroeste de la Península Ibérica una serie de hallazgos que han obligado a reconsiderar algunos axiomas sobre la presencia de los fenicios en Tartessos. La principal novedad es que la ciudad de Huelva se convierte en el lugar donde primero se detecta la presencia fenicia en la península, antes incluso que en la propia Gadir (Cádiz) y en las colonias del sureste peninsular. Gracias al estudio de la ingente cantidad de materiales recuperados procedentes de las excavaciones de urgencia de Huelva, la llegada de los comerciantes fenicios debe adelantarse, como muy tarde, a los inicios del siglo IX a.n.e., si bien el fenómeno de la * Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Investigación I+D HAR 201236963 “Estudio arqueológico comparativo entre los territorios periféricos de Tarteso: los valles del Guadiana y el Tajo”.

CIPOA 2 p. 587-600 © Maisonneuve, Paris, 2014

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colonización no parece arrancar hasta un siglo después con las fundaciones de Gadir y las colonias del sureste peninsular. En efecto, el importante e ineludible hallazgo del solar ubicado entre la calle Méndez Núñez y la plaza de Monjas de la ciudad de Huelva, publicado en 2004 por González de Canales, Serrano y Llompart bajo el título de El emporio fenicio precolonial de Huelva (900-770 a.C.)1 ha sacudido la arqueología protohistórica del suroeste peninsular. Este hallazgo no sólo nos obliga a replantear la antigüedad de la presencia fenicia en el extremo occidental del Mediterráneo, sino que además ha puesto en evidencia la debilidad de muchos de los argumentos que hasta ahora se venían esgrimiendo sobre el origen y la formación de Tartessos2, una cultura que es imposible entender sin la aportación directa de la colonización fenicia. La abundancia y la antigüedad de los materiales foráneos recuperados en Huelva, entre los que destacan especialmente las cerámicas geométricas griegas, nos acerca un poco más en el tiempo a los fuentes antiguas y a los textos bíblicos, si bien todavía estamos lejos de poder simultanear los tiempos de Hiram I de Tiro y de Salomón con estos lotes de material, pues aunque algunos defienden esa antigüedad3, las baterías de C-14 parecen apuntar hacia fechas algo más tempranas que en ningún caso rebasan los últimos años el siglo X a.n.e.4. Lo que está fuera de toda duda es que ahora conocemos el hecho comercial más antiguo de los fenicios en nuestra península, abriéndose una nueva perspectiva a la hora de abordar los estudios sobre su presencia de en Tartessos. Los materiales recuperados en el solar de la calle Méndez-Núñez/Monjas proceden de un solo paquete estratigráfico depositado por las máquinas excavadoras unas vez que se había dado por finalizadas las excavaciones en un área bien fechada entre los siglos VII y V a.n.e. y cuya función fue interpretada como de carácter sacro5. Sin embargo, el hecho de que el paquete estratigráfico apareciera fuera de su contexto original, dificulta el correcto análisis del hallazgo, pues es muy difícil deducir si la deposición pertenece a un único momento o si se fue conformando en el transcurso de los años, lo 1 F. GONZÁLEZ DE CANALES, L. SERRANO, J. LLOMPART, El emporio fenicio precolonial de Huelva (ca. 900-770 a.C.), Biblioteca Nueva, Madrid 2004. 2 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGULAR, Tarteso. La construcción de un mito en la historiografía española, CEDMA, Málaga 2005. 3 A. MEDEROS, “Fenicios en Huelva, en el siglo X A.C., durante el reinado de Hîrãm I de Tiro”, SPAL 15, 2007, p. 167-188, esp. 186. 4 M. TORRES, “Los ´tiempos´ de la precolonización”, en CELESTINO, RAFEL y ARMADA (ed.) Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico. Siglos XII-IX ane. La “precolonización” a debate, Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma, CSIC, Madrid 2008, p. 59-91, esp. 65. 5 M. OSUNA, J. BADIA, A.Mª. DOMÍNGUEZ, “El santuario protohistórico hallado en la calle Méndez Núñez (Huelva”), en P. CABRERA - M. SANTOS (ed.), Ceràmiques jònies d’època arcaica: centres de producció i comercialització al Mediterrani Occidental, Monografies Emporitanes 11, 2001, p. 177-188.

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que sin duda limita sensiblemente la interpretación final. La riqueza y variedad de los materiales exhumados es realmente significativa: abundante cerámica fenicia análoga a la documentada en Tiro, donde destacan los jarros de cuello aristado y, por su número, los de borde cuadrado pertenecientes al tipo 8 de Tiro; platos de “Fine Ware”; ánforas del tipo 12 de Tiro y un buen número de ejemplares procedentes del centro del Mediterráneo, especialmente de Cerdeña. La presencia de las cerámicas griegas es muy significativa por su valor cronológico; así, los cántaros y scifos áticos del Geométrico Medio II, junto con los scifos y los platos eubeo-cicládicos del Subprotogeométrico I-II, suponen la presencia más antigua de estas cerámicas en Occidente, datándose sin problemas a comienzos del siglo IX en paralelo a otras cerámicas del área chipriota y levantina6. También son dignos de destacar los pequeños jarros “Black on Red” chipriotas que muchos consideran de inspiración fenicia a partir de los numerosos hallazgos realizados en la costa levantina y en el Sinaí. Son igualmente notables por la precisión cronológica que facilitan los vasos sardos documentados, entre los que destacan los jarros-askos y los denominados Vasi a collo, pertenecientes al inicio del periodo Geométrico de Cerdeña, datados también a comienzos del siglo IX. Por último, no podemos olvidar la importante cantidad de cerámica indígena recuperada en el sitio y realizada en su totalidad a mano, dato de enorme significado por cuanto pone de manifiesto, además de la convivencia de estas cerámicas con importaciones de una gran calidad, la inaccesibilidad de las poblaciones indígenas a una de las innovaciones técnicas más sobresalientes de esta época, el torno de alfarero, de lo que puede deducirse que estamos ante los más antiguos contactos comerciales con la marisma de la ciudad de Huelva, cuando aún no existe ningún grado de interacción entre ambas comunidades. Las fechas radiocarbónicas emitidas en 2006 sobre unos restos óseos del estrato en cuestión son significativas a pesar de la ausencia de datos solventes sobre la formación del estrato7; de las tres muestras analizadas, tan sólo una de ellas podría adentrarse tímidamente en el siglo X a.n.e., mientras que las otras se instalan sin muchos problemas en el primer tercio del siguiente siglo, lo que acercaría significativamente estos hallazgos a las dataciones publicadas para los asentamientos fenicios más antiguos documentados en la península8, si bien, en principio, no lograrían la antigüedad de los materiales 6 P.M. BIKAI, The Pottery of Tyre, Warminster 1978; idem, The Phoenician Pottery of Cyprus, Nicosia 1987; J.N. CCOLDSTREAM – P.M. BIKAI, “Early Greek Pottery in Tyre and Cyprus: some preliminary comparisons”, RDAC 1988/2, p. 35-44. 7 A.J. NIIJBOER – J. VAN DER PLICHT, “An interpretation of the radiocarbon determinations of the oldest indigenous-Phoenician stratum thus far, excavated at Huelva, Tartessos (south-west Spain)”, Babesch 81, 2006, p. 31-36, esp. 36. 8 M. TORRES, art. cit. (n. 4).

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procedentes del pecio de la Ría de Huelva que, por lo tanto, deberían seguir formando parte de la etapa previa a la colonización fenicia, mientras que los nuevos hallazgos de Huelva pueden sin muchas reticencias inaugurar la Edad del Hierro del suroeste peninsular. No obstante, no debemos olvidar que los hallazgos de Méndez Núñez/Las Monjas de Huelva tienen un problema que esperemos se pueda paliar en el futuro, me refiero al intervalo cronológico de la sedimentación del paquete estratigráfico fértil de donde procede la ingente cantidad de material arqueológico; no sabemos si la sedimentación que lo conformó se realizó de forma rápida o dilatada en el tiempo, lo que sin duda cambiaría sensiblemente la interpretación de los hallazgos. Como es lógico, no es lo mismo datar el sitio por el intervalo de las cerámicas más antiguas y las más modernas, lo que supondría que la sedimentación fue dilatada en el tiempo; sin embargo, si todo ese acopio de material se realizó en un momento determinado, prevalecerían las dataciones de los materiales más modernos. Pero en cualquier caso, siempre estaríamos en cronologías anteriores a la primera mitad del siglo IX a.n.e. Si el hallazgo de Méndez Núñez/Las Monjas se ha convertido en el punto de partida de los contactos estables de los fenicios con el sur de la Península Ibérica, pudiendo clasificarse como un auténtico emporio comercial en un territorio clave para las transacciones comerciales con el área atlántica, el depósito de la Ría de Huelva ha sido el símbolo de las relaciones comerciales entre el Atlántico y el Mediterráneo en una fase previa que, en sintonía con otros lugares del Mediterráneo central, se ha venido en llamar “Precolonial”9. El depósito de la Ría de Huelva fue hallado en 1923 y publicado en detalle años después10, si bien su estudio más completo no se produjo hasta hace algunos años11. Sin entrar aquí en la polémica sobre su función, parece que el depósito perteneció a la carga de un pecio de la Ría de Huelva, en concreto en el estuario del río Odiel. El depósito se componía de casi 400 piezas, entre las que destacan especialmente las armas: 90 puntas de lanza, 78 espadas, 62 regatones, 29 puñales y 18 puntas de flecha; a lo que habría que añadir otras piezas relacionadas con arneses de caballos y con el adorno personal, como broches de cinturón, botones, un torques y, especialmente, una decena de fíbulas de codo “tipo Huelva” y una “tipo Cassibile” de origen siciliano12. 9 S. CELESTINO, N. RAFEL, X.L. ARMADA (ed.), Contacto cultural entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XII-VIII ane). La Precolonización a debate, Serie Arqueológica 11, CSIC Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma, Madrid 2008. 10 M. ALMAGRO BASCH, “El hallazgo de la Ría de Huelva y el final de la Edad del Bronce en el Occidente de Europa”, Ampurias 2, 1940, p. 85-144. 11 M. RUIZ-GÁLVEZ (ed.), Ritos de paso y puntos de paso: la Ría de Huelva en el mundo del Bronce Final Europeo, Complutum Extra 5, Madrid 1995. 12 M. ALMAGRO BASCH, “Las fíbulas de codo de la Ría de Huelva. Su origen y cronología”, Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española en Roma 9, 1957, p. 7-

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Entre las armas destacan las espadas de “lengua de carpa”, también denominadas “tipo Huelva”, localizadas en la mayor parte de la costa atlántica13 pero también en Cerdeña, lo que ha alentado la defensa de una relación entre la isla y la Península Ibérica desde épocas muy tempranas14. Por su parte, las fíbulas se han documentado también en Chipre e incluso en el norte de Israel en contextos que parece claro que pueden fecharse sin problemas en el siglo X, como la fíbula de la tumba 523 de Amathus15. Tal vez lo más significativo es que tras los análisis metalográficos llevados a cabo sobre el conjunto, no parece que haya muchas dudas sobre la originalidad del depósito16; en efecto, todos los elementos analizados presentan una tasa media de estaño sólo algo inferior a los bronces procedentes de la fachada atlántica francesa o británica, pero muy superior a la que ofrecen en esa época los bronces mediterráneos17, lo que parece avalar que fueron realizados en el suroeste peninsular, pero siguiendo un modelo muy extendido por toda la facha atlántica europea. El depósito de la Ría de Huelva ha sido fechado por C-14 en torno al siglo X a.n.e.18, fechas que han sido calibradas y que, en realidad, ocupan un arco cronológico que va desde el final del siglo XI hasta la primera mitad del IX a.n.e. Sin embargo, el hecho de que el hallazgo haya sido considerado tradicionalmente como un depósito de época “precolonial” ha terminado por 46; M.M. RUIZ DELGADO, Fíbulas protohistóricas en el sur de la Península Ibérica, Serie Filosofía y Letras 112, Universidad de Sevilla, Sevilla 1989; J. CARRASCO et alii, “Clasificación secuencial tecno-tipológica de las fíbulas de codo de la Península Ibérica”, Complutum 10, 1999, p. 123-142. 13 M. RUIZ-GÁLVEZ, La Península Ibérica y sus relaciones con el Círculo Cultural Atlántico, Colección Tesis Doctorales, 139/84, Universidad Complutense de Madrid, Madrid 1984; A. COFFYN Le Bronze Final Atlantique dans la Péninsule Ibérique, París 1985; D. BRANDHERM, Las espadas del Bronce final en la Península Ibérica y Baleares. Prähistorische Bronzefunde, Abteilung IV, Stuttgart 2007; D. BRANDHERM M. MOSKAL-DEL HOYO, Las espadas en lengua de carpa - aspectos morfológicos, metalúrgicos y culturales, Trabajos de Prehistoria 67-2, 2010, p. 431-456. 14 M. RUIZ-GÁLVEZ, “El occidente de la Península Ibérica, punto de encuentro entre el Mediterráneo y el Atlántico a fines de la Edad del Bronce”, Complutum 4, 1993, p. 41-68. 15 V. KARAGEROGHIS, F. LO SCHIAVO, “A West Mediterranean Obelos from Amathus”, RSF 17(1), 1989, p. 15-29. 16 I. MONTERO, M.A., HUNT, J.F. SANTOS, “El depósito de la Ría de Huelva: procedencia del metal a través de los resultados de análisis de isótopos de plomo”, en J. CELIS SÁNCHEZ (ed.), El hallazgo leonés de Valdevimbre y los depósitos del Bronce Final Atlántico en la Península Ibérica, León 2008, p. 194-209. 17 S. ROVIRA, “Estudio arqueometalúrgico del depósito de la Ría de Huelva”, en M. RUIZ-GÁLVEZ (ed.), Ritos de paso y puntos de paso: la Ría de Huelva en el mundo del Bronce Final Europeo, Complutum Extra 5, Madrid 1995, p. 33-57, esp. 56. 18 M. ALMAGRO-GORBEA, “Las dataciones para el Bronce Final y la Edad del Hierro y su problemática”, en M. ALMAGRO-GORBEA - M. FERNÁNDEZ MIRANDA (ed.), C14 y Prehistoria de la Península Ibérica, Serie Universitaria 77, Madrid 1978, p. 101109; M. RUIZ-GÁLVEZ, “Cronología de la Ría de Huelva en el marco del Bronce Final de Europa occidental”, en RUIZ-GÁLVEZ (ed.), op. cit. (n. 11), p. 79-83.

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ubicar cronológicamente el depósito en el siglo X para así evitar solapar estas fechas con las que se habían obtenido también por C-14 en las primeras colonias fenicias del sureste peninsular, fechadas a mediados del siglo IX19, si bien con alguna rectificación a la baja posterior20. Por lo tanto, la cronología del depósito de la Ría de Huelva se acerca a la de los materiales de importación recuperados en el solar de Méndez Núñez/Plaza de Monjas, por lo que podría considerarse la posibilidad de que el cargamento de armas y otros objetos de bronce hundidos estuviera destinado a satisfacer el intercambio comercial con agentes fenicios recién instalados en las costas de Huelva. En este sentido, hay que tener en cuenta que la mayor parte de los objetos recuperados, especialmente las espadas, estaban partidos, lo que generalmente se ha interpretado como una carga de chatarra lista para el intercambio comercial, si bien también ha habido otras interpretaciones que consideran el depósito como un lugar de ofrendas21; pero las espadas partidas y la fragmentación de otros objetos podría deberse a la intención de generar barras de bronce que facilitaran su cuantificación y venta22. De aceptarse esta hipótesis, podríamos estar ante uno de los principales objetivos del comercio fenicio antes de la fundación de las primeras colonias en el occidente peninsular, que no sería otro que el de intercambiar productos como los que se han documentado en el estrato del solar Méndez-Núñez/Las Monjas de la ciudad de Huelva por chatarra de bronce procedente de la fachada atlántica. De esta forma, el pecio de la Ría de Huelva representaría una de las primeras manifestaciones de la Edad del Hierro en la Península Ibérica, máxime cuando entre los numerosos objetos recuperados también se halló un fragmento de hierro. También parece existir cierta unanimidad a la hora de situar cronológicamente el depósito, ratificada por estudios más modernos, que lo fechan en el Bronce Final IIIA, hacia el 930 a.n.e.23. El hallazgo del fragmento de hierro entre la ingente cantidad de objetos de bronce del depósito de la Ría de Huelva es realmente significativo, pues está en consonancia con otros elementos de hierro aparecidos en el interior de

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Mª.E. AUBET, Tiro y las colonias fenicias de Occidente, Barcelona, 1994, p. 323. D. BRANDHERM, Vasos a debate. La cronología del Geométrico griego y las primeras colonizaciones en Occidente, en CELESTINO, RAFEL Y ARMADA (ed.), op. cit. (n. 9), p. 96. 21 M. RUIZ-GÁLVEZ, Cronología de la Ría de Huelva en el marco del Bronce Final de Europa occidental, en RUIZ-GÁLVEZ (ed.), op. cit. (n. 11), p. 135. 22 R. BRADLEY, Ritual and Domestic Life in Prehistoric Europe, London/New York 2005, p. 159. 23 R.J. HARRISON, Symbols and Warriors. Images of the European Bronze Age, Bristol 2004, p. 14; M. TORRES, “Tartesios, Fenicios y Griegos en el Sudoeste de la Península Ibérica: algunas reflexiones sobre los recientes hallazgos de Huelva”, Complutum 16, 2005, p. 297; idem, art. cit (n. 4), p. 64. 20

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Portugal, en concreto en la región de la Beira24. Sin embargo, aunque la mayor parte de esos objetos de hierro son contemporáneos al hallazgo de la Ría de Huelva, hay otros que son manifiestamente más antiguos, caso del cuchillo hallado en Monte do Frade, datado por radiocarbono ya calibrado en el siglo XI a.n.e.25. Pero tal vez el hallazgo más significativo sea el de Senhora da Guia, Baioes, también en la región de la Beira26, donde se hallaron dos soportes con ruedas rituales de tipo chipriota además de una fíbula “ad occhio” y dos ponderales pertenecientes al sistema de peso oriental27 además de otros objetos típicos del denominado Bronce Final Atlántico; el conjunto ha sido fechado en el siglo XI por algunos investigadores28, si bien otros defienden una fecha más acorde con los hallazgos de la Ría de Huelva29. No obstante, lo que cada día parece más claro es que antes de la llegada de los fenicios a las costas del sur peninsular ya se habían introducido en la Península Ibérica productos de origen mediterráneo. El hecho de que estos objetos se localicen en el interior, tanto en la Beira portuguesa como en Extremadura, nos indica que debió existir una ruta de penetración por el interior de la península previa al cruce del Estrecho de Gibraltar por parte de los barcos fenicios. Este comercio previo a la llegada de los fenicios se ha justificado por el importante papel que debieron ejercer las islas del Mediterráneo central, principalmente Cerdeña, como escala necesaria en el intercambio entre los productos de ambos extremos del Mediterráneo30. Sin embargo, no 24 R. VILAÇA, Aspectos de povoamento da Beira Interior (Centro e Sul) nos Finais da Idade do Bronze, Trabalhos de Arqueologia 9, Lisboa 1995; idem, “Artefactos de ferro em contextos do Bronze Final do territorio portugués: novos contributos e reavaliação dos dados”, Complutum 17, 2006, p. 81-101. 25 R. VILAÇA, op. cit (n. 24) 1995, p. 226; M. TORRES, art. cit (n. 4), p. 66. 26 PH. KALB, “Contribución para el estudio del Bronce Atlántico: excavaciones en el castro de «Senhora da Guia» de Baioes (Concelho S. Pedro do Sul)”, en XV Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1979, p. 581-590; A.C.F. DA SILVA, C. TAVARES DA SILVA - A.B. LOPES, “Depósito de fundidor do final da Idade do Bronze do castro da Senhora da Guía (Baiões, S. Pedro do Sul, Viseu)”, en Homenagem a D. Domingos de Pinho Brandão, Centro de Estudos Humanísticos, Porto 1984, p. 73-95. 27 R. VILAÇA, “Acerca da existência de ponderais em contextos do Bronce Final/Ferro Inicial no território português”, O Arqueólogo português, Serie IV, vol. 21, 2003, p. 245-286. 28 A. MEDEROS, “Nueva cronología del Bronce Final en el occidente de Europa”, Complutum 8, 1997, p. 73-96, esp. 78; X.L. ARMADA, “A propósito del Bronce Atlántico y el origen de los calderos de remaches peninsulares”, Saguntum 34, 2002, p. 91-103, esp. 92. 29 M. TORRES, art. cit. (n. 4), p. 69; R. VILAÇA, “Reflexoes em torno da ´presença mediterránea´ no Centro do territorio portugués, na charneira do Bronze para o Ferro”, en CELESTINO, RAFEL, ARMADA (ed.) op. cit. (n. 9), p. 396. 30 J. BRIARD, Les dépôts bretons et l’Age du Bronze atlantique, Laboratoire d’Anthropologie Préhistorique de la Faculté des Sciences, Rennes 1965; C. GIARDINO, Il Mediterraneo occidentale fra XIV ed VIII secolo a. C. Cerchie minerarie e metallurgiche. The West mediterranean between the 14th and 8th Centuries B. C. Mining and metallurgical spheres, British Archaeological Reports IS. 612, Oxford 1995;

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son pocos los que ponen en duda la eficacia de un comercio directo entre Cerdeña o Sicilia con las costas levantinas de la Península Ibérica, optando por la vía terrestre a través de la península italiana y el sureste francés para penetrar en la península hasta alcanzar el interior peninsular31. A partir del cruce del Estrecho de Gibraltar por parte de los fenicios, ese comercio mediterráneo por la ruta terrestre perdería intensidad, centrándose la mayor parte de los intercambios comerciales en la nueva ruta marítima que, a la postre, propiciaría la fundación de las primeras colonias fenicias en el sur peninsular. El objetivo de los fenicios siguió siendo el metal del área atlántica, de ahí que Huelva en primer lugar y más tarde Cádiz, ya como colonia, se convirtieran en los centros de exportación del metal procedentes de esa zona. Hay datos arqueológicos que parecen apoyar este hecho; así, tras el paso del Estrecho y la fundación de las primeras colonias del sur peninsular, muy pronto la presencia de los fenicios se hace notar en las desembocaduras de los ríos Mondego y Tajo, desde donde se accedería directamente a uno de los focos metalúrgicos más importantes, que no es otro que la Beira Baixa portuguesa32. Se confirma así el interés de los fenicios por los metales de la zona atlántica; sin embargo, Huelva, a pesar de ser un punto estratégico de gran importancia para desarrollar el comercio entre el Atlántico y el idem, “Sicilian hoards and protohistoric metal trade in the Central West Mediterranean”, en C.F.E. PARE (ed.), Metals Make the World Go Round. The Supply and Circulation of Metals in Bronze Age Europe, Proceedings of a Conference held at the University of Birmingham in June 1997, Oxford 2000, p. 99-107; J.A. BARCELÓ, Sociedad y Economía en el Bronce Final Tartésico, en Tartessos 25 años después1968-1993, Jerez de la Frontera 1995, p. 561-589; M. RUIZ-GÁLVEZ, La Europa Atlántica en la Edad del Bronce. Un viaje a los orígenes de Europa Occidental, Barcelona 1998; M. BOTTO, “Interscambi e interazioni culturali fra Sardegna e Penisola Iberica durante i secoli iniziali del I millennio a.C.”, en M. ÁLVAREZ (ed), Fenicios en Tartessos. Nuevas Perspectivas. BAR International Series 2245, Oxford 2011, p. 33-67. 31 F. LO SCHIAVO, “La Sardaigne et ses relations avec le Bronze Final atlantique”, en CHEVILLOT & COFFYN (ed.), 1991, p. 213-226; idem, “Sardinia between East and West: interconnections in the Mediterranean”, en CH. STAMPOLIDIS (ed.), Sea Routes from Sidon to Huelva. Interconnections in the Mediterranean 16th-6th BC, Museum of Cycladic Art, Athens 2003, p. 152-161; J. GUILAINE - M. PY, Le Sud de la Gaule et les relations méditerranéennes et occidentales (-1000/-500), Janin 2000, p. 415-432; J. GUILAINE - G. RANCOULE, “Les relations méditerranéennes pré-coloniales et les débuts de l’Âge du fer languedocien. Les influences puniques en Languedoc occidental”, Complutum 7, 1996, p. 125-140: R. Vilaça, art. cit. (n. 29); S. CELESTINO, “La precolonización a través de los símbolos”, en S. CELESTINO, N. RAFEL, X.L. ARMADA (ed.), op. cit (n. 9), p. 107-121. 32 A.M. ARRUDA, Los Fenícios en Portugal. Fenícios y mundo indígena en el centro y sur de Portugal (siglos VIII-VI a. C.), Cuadernos de Arqueologia Mediterránea 5-6, 1999-2000, Barcelena 2001; eadem. “Orientalizante e pós-orientalizante no sudoeste peninsular: geografias e cronologias”, en S. CELESTINO - J. JIMENEZ (ed.), El Periodo Orientalizante. Actas del III Simposio Internacional de Arqueología de Mérida: Protohistoria del Mediterráneo Occidental, Anejos de Archivo Español de Arqueología 35. Madrid 2005, p. 277-303, esp. 298.

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Mediterráneo, no debió tener la capacidad suficiente como para atraer los metales que se producían en las ricas áreas metalúrgicas del sur de Inglaterra e Irlanda, el oeste de Francia y la Beira portuguesa, áreas que gracias a los análisis metalográficos llevados a cabo sobre las armas y otros bronces que producían se han manifestado totalmente independientes, si bien compartiendo los prototipos33. Por lo tanto, cuando los fenicios llegan a la Península Ibérica, ya había zonas como la Beira portuguesa donde se comerciaba, aunque fuera de forma puntual y exclusivamente con bienes de prestigio, con otras zonas del Mediterráneo que ya mostrarían su interés por los metales del área atlántica. Este conocimiento y la rentabilidad del potencial metalúrgico de la zona se antojan fundamentales para entender la arriesgada empresa de los fenicios. La temprana llegada de los fenicios, sin duda acompañados de otras gentes de origen oriental como chipriotas o eubeos, así como de otras procedentes de las islas del centro de Mediterráneo, se atestigua, pues, por los mencionados hallazgos en el solar de Méndez-Núñez/Las Monjas, donde además del excepcional lote de materiales de época precolonial, se pudo documentar en sus niveles superiores un edificio de grandes dimensiones que se ha identificado con un santuario de carácter empórico34 gracias a los hallazgos de varios vasos de libaciones y perfumes, una garra de felino y, sobre todo, de una terracota representando una figura femenina que según algunos autores podría representar a Astarté. Este complejo de carácter sacro consta de tres fases de ocupación articuladas en torno a un espacio abierto donde confluían los diferentes habitáculos de que constaba, si bien no conocemos su planta general. La fase más antigua se ha datado entre el siglo VII y principios del VI a.n.e. por la presencia de un fragmento de un vaso griego de Komastoi, mientras que los dos fases más modernas ocupan el segundo tercio del siglo VI y los finales de este siglo y el principio del V a.n.e. respectivamente. Es difícil saber si habría algún edificio anterior en el lugar o en sus inmediaciones, pero ya se ha insistido en la posibilidad de que en Huelva, por su implantación demográfica y por su especial grado de desarrollo en función de la explotación minera, la colonización fenicia se realizara mediante otros mecanismos que en nada se asemejan a los que se llevaron a cabo en el Bajo Guadalquivir. Sin embargo, y a pesar de la controversia que sigue habiendo sobre la posibilidad de que existiera una colonia fenicia en el más estricto sentido de la palabra en la ciudad de Huelva, hay que recordar que al menos 33 I. MONTERO, “Aprovechamiento de recursos minerales y comercialización de objetos metálicos: una perspectiva analítica”, en G. DELIVES (ed.), Minerales y metales en la Prehistoria reciente. Algunos testimonios de su explotación y laboreo en la Península Ibérica. Studia Archaeologica 88. Valladolid 1998, p. 199-225. 34 J.M. CAMPOS - F. GÓMEZ TOSCANO, La Tierra Llana de Huelva. Arqueología y Paisaje, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, Sevilla 2001.

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se siguieron las pautas típicas utilizada por los fenicios en los procesos de colonización; así, parece seguro que en la cercana isla de Saltés se construyó un santuario dedicado a Melkar como se hizo en la fundación de Gadir y como nos relata el propio Estrabón (III, 1, 5); además, en la isla se halló en los años 20 del pasado siglo una cabeza de arcilla de Herakles35 y, sobre todo, aunque en el fondo del mar pero en las inmediaciones de la isla, dos esculturas de bronce de inspiración egipcia que podrían representar al Baal fenicio36, en sintonía con las otras seis esculturas del mismo tipo halladas en las inmediaciones de la isla de Sancti Petri37, donde se ubicó el templo gaditano de Melkar/Herakles38. Una vez que los fenicios consiguen atravesar el Estrecho de Gibraltar, el comercio de Huelva y del suroeste de la Península Ibérica en general se vuelca hacia el Mediterráneo, aunque sin romper totalmente los lazos con el área atlántica, fundamental para suministrar tanto metales, principalmente el estaño y oro, como otros productos de las zonas más septentrionales, especialmente el ámbar. Al mismo tiempo, desde las costas de Marruecos pudieron abastecerse de otros productos procedentes del interior de África, caso del marfil, el múrex para la elaboración de la púrpura o las piedras preciosas. A pesar de la fundación de Cádiz, convertida en el núcleo del intercambio comercial entre ambos mares, Huelva siguió ejerciendo un papel fundamental gracias a su riqueza en plata; mientras que otras zonas más interiores, como Extremadura, se convirtieron en zonas estratégicas por su posición de intermediarios entre las áreas ricas en metales del norte de la península, además de aportar unos recursos ganaderos fundamentales para el abastecimiento de las nuevas colonias fenicias. La pronta presencia de yacimientos orientalizantes en Extremadura es una prueba evidente de ello39, donde destaca especialmente el yacimiento de Medellín.40 35 J.P. GARRIDO - E.Mª. ORTA, “Hércules en la isla Saltes. Huelva”, en IX Congreso Nacional de Arqueología (Valladolid, 1966), Zaragoza 1966, p. 255-257, esp. 255. 36 I. GAMER-WALLERT, “Zwei statuetten syrio-ägiptischer gottheiten von der ´Barra de Huelva”, Madrider Mitteilungen 23, 1982, p. 46-61. 37 L. PERDIOGONES, “Hallazgos recientes en torno al santuario de Melkart en la isla de Sancti Petri (Cádiz)”, en II Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Roma, 1991, p. 1119-1132; J. JIMÉNEZ, La toréutica orientalizante en la Península Ibérica, Bibliotheca Archaeologica Hispana 16, Real Academia de la Historia, Madrid 2001. 38 Mª.C. MARÍN CEBALLOS, “La singularidad religiosa de Gadir en el mundo fenicio-púnico”, en ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR (ed.), Fenicios en Tartessos: nuevas perspectivas, BAR International Series 2245, Oxford 2011, p. 213-222 con bibliografia. 39 S. CELESTINO, “El Periodo Orientalizante en Extremadura y la colonización tartésica del interior”, en S. CELESTINO - J. JIMENEZ (ed.), El Periodo Orientalizante. Actas del III Simposio Internacional de Arqueología de Mérida: Protohistoria del

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Pero son las estelas de guerrero del suroeste peninsular las que siguen aportando los datos más interesantes a la hora de valorar la fase de contactos comerciales con el Mediterráneo previa a la colonización, a la vez que nos permiten reconocer su evolución formal y geográfica una vez consolidada la fundación de las primeras colonias fenicias. Las estelas presentan dos fases muy bien diferenciadas. La primera consiste en una serie de monumentos distribuidos por las zonas más septentrionales del suroeste de la Península Ibérica, al norte del río Tajo, con un importante grado de concentración en la zona portuguesa de la Beira, de donde, recordemos, provienen los objetos de origen mediterráneo más antiguos previos a la colonización fenicia; estos monumentos son de gran tamaño –en torno al 1,80 m de altura- y en ellos se grabaron de manera recurrente tres elementos fundamentales: el escudo, la espada y la lanza, representados de forma invariable, el escudo en el centro de la losa, la lanza en la zona superior y la espada en la inferior dispuestas horizontalmente; por lo tanto, el soporte pétreo representaría el cuerpo del guerrero con las armas grabadas en su lógica posición; son las denominadas “estelas básicas”41. En realidad, y a tenor de los últimos hallazgos42 como los de Montealegre43, El Rebollar (Salamanca) y Castrelo do Val (Ourense), estos últimos aún inéditos, parece confirmarse que se trata de un fenómeno original de la península vinculado a la cultura atlántica, y cada vez más extendido hacia el noroeste de la península de lo que hasta ahora se sospechaba, por lo que algunos preferimos denominar el fenómeno como “estelas del oeste peninsular”44. Estas estelas, que se fechan entre os siglos XI y X a.n.e., incorporan algunos elementos de importación mediterránea como espejos, fíbulas de codo o carros, que las ponen en sintonía con los hallazgos precoloniales de estas zonas del interior peninsular. Se trataría, pues, de los primeros tanteos de agentes de origen oriental para comerciar con las zonas ricas en metales del área atlántica. Por otra parte, la existencia de estas estelas y de los primeros objetos de importación precoloniales representados en ellas, apoyan la hipótesis de la existencia de una ruta comercial por el interior peninsular previa a la marítiMediterráneo Occidental, Anejos de Archivo Español de Arqueología 35, Madrid 2005, p. 767-786. 40 M. ALMAGRO-GORBEA (ed.), La Necrópolis de Medellín, Bibliotheca Archaeologica Hispana 26-1,2 y 3, Real Academia de la Historia, Madrid 2007-2008. 41 S. CELESTINO, Estelas de guerrero y estelas diademadas. La precolonización y formación del mundo tartésico, Barcelona 2001. 42 R. VILAÇA, (ed.), Estelas e Estátuas-Menir: da Pré à Proto-História, Actas IV Jornadas Raianas, Sabucale 2, Sabugal 2011. 43 L. BACELAR - M. REIS, “No limiar das ‘artes’? - Questões em torno da permeabilidade de fronteiras temporais e espaciais da arte rupestre de trás-os-montes occidental”, Aqvae Flaviae 2009, p. 45-92, esp. 41. 44 S. CELESTINO - J.A. SALGADO, “Nuevas metodologías para la distribución espacial de las estelas del Oeste peninsular”, en R. VILAÇA (ed.), op. cit. (n. 42).

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ma que inauguraron los fenicios años después, lo que a su vez justificaría la existencia de estelas de este tipo en el sureste francés45, así como la distribución de espejos, fíbulas de codo y otros elementos de orientales por el centro y el este de la península ibérica46. En efecto, las tres estelas francesas halladas en el entorno del Languedoc-Rosellón estriba, precisamente, en su ubicación geográfica, una posición mucho más ventajosa que la que ofrecen las estelas del suroeste para recibir los primeros elementos de origen mediterráneo. Una de estas estelas, la de Vaucluse, clasificada como Buoux I, fue hallada boca abajo y se asoció a una urna hallada en su entorno inmediato en cuyo interior se documentaron los huesos quemados de un individuo47; aunque existen ciertas dudas sobre esa asociación, lo cierto es que la urna pertenece al Bronce Final III, lo que ha servido para fechar el resto de las estelas francesas de la zona48, en concordancia con las estelas del suroeste peninsular. Tras la colonización del sur peninsular por parte de los fenicios las representaciones de las estelas sufrieron profundos cambios, tanto en los soportes pétreos como en la composición de las escenas. Aunque se sigue manteniendo la representación del escudo escotado, la espada y la lanza como armas características del guerrero, ahora todo el protagonismo escénico recae sobre la figura esquemática del guerrero, rodeado de una serie de elementos de origen mediterráneo que anuncian la colonización fenicia de las costas del sur peninsular. Este nuevo tipo de estela, el más numeroso, se documenta en las tierras bajas de Extremadura y La Mancha, sur de Portugal y Andalucía occidental, es decir, en zonas cercanas a los focos donde se está desarrollando una creciente actividad comercial como consecuencia de la colonización. En conclusión, el origen de las estelas con armas tiene lugar en el Bronce Final Atlántico del interior del suroeste peninsular, en concreto entre la zona de la Beira portuguesa y el noroeste de Extremadura, si bien cada día parece más obvio que el fenómeno se pudo extender hacia zonas más septentrionales del interior de la fachada atlántica, incluyendo el sur de Galicia, aunque en ningún caso se han documentado en la costa atlántica. Es en estas zonas donde se detectan los primeros elementos de origen mediterráneo como los espejos, las fíbulas, los peines o los carros, lo que puede indicar que existió una ruta de comercio continental entre el suroeste y noreste peninsular que justificaría no sólo la presencia de estos elementos, sino también la disper45 D. GARCIA, “Espaces sacrés chez les Celtes du Midi”, en X. DUPRÉ, S. RIBICHINI, S VERGER (ed.), Saturnia Tellus: definizioni dello spazio consacrato in ambiente etrusco, italico, fenicio-punico, iberico e celtico, Roma 2008, p. 151-170. 46 S. CELESTINO, art. cit. (n. 31), p. 113. 47 A. MÜLLER, C. BOUVILLE, L. LAMBERT, “Les stèles gravées d´Âge du Bronze”, Archeologia 236, 1988, p. 60-64. 48 Y. BILLAUD et alii, “Quelques sites de l´Âge du Bronze en Vaucluse”, en J. BUISSON-CATIL et alii (ed.) Vaucluse préhistorique, Avignon 2004, p. 269-300.

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sión por la Meseta de otros hallazgos de similares características, así como la presencia de yacimientos de gran importancia en la Beira portuguesa como hemos visto en párrafos anterior. El cambio fundamental en las estelas se produce con la introducción de la figura del guerrero, hecho que coincide con la expansión del fenómeno hacia zonas más meridionales, cuyo foco de mayor importancia y concentración serán los valles del Zújar y del Guadiana, al sur de Extremadura y en una zona que conecta sin dificultades orogénicas con el valle del Guadalquivir. Es en este momento, en torno al siglo IX-VIII a.n.e. cuando se incorporan a los soportes de las estelas los nuevos objetos de origen mediterráneo procedentes del foco tartésico donde se ha consolidado la colonización fenicia. La aparición de las estelas femeninas o diademadas (Santos 2006)49, de los cascos de cuernos50, de escenas de caza o de complejos rituales de danza relacionados con el mundo funerario, suponen un drástico cambio en la concepción simbólica de las estelas, ya muy alejadas de su significado original51. En definitiva, y para concluir, parece claro que algunos de los elementos que se han venido considerando hasta ahora como precoloniales, deberían enmarcarse dentro de la fase de colonización a tenor de las fechas radiocarbónicas obtenidas en los últimos años. Sin embargo, parece que el proceso colonial fenicio comienza a producirse hacia la segunda mitad del siglo IX a.n.e., en concordancia con las fechas que ya se habían obtenido en algunos yacimientos del sur peninsular. La novedad estriba en la aparición de nuevos hallazgos, como el lote de materiales de origen mediterráneo aparecido en la ciudad de Huelva, que pertenecen a sitios de carácter empórico o establecimientos comerciales más o menos estables anteriores a la colonización. Estos establecimientos parecen inaugurarse en paralelo con el máximo desarrollo de las sociedades indígenas de marcado carácter cultural atlántico, hacia finales del siglo X a.n.e., y surgirían ante la necesidad de abastecerse de chatarra de bronce y otros metales, pero también ante el mercado de la plata que se abría en la zona de Huelva. En estos tempranos momentos parece que existe un componente chipriota de cierta importancia, o así al menos nos lo indica la presencia de algunos materiales peninsulares en Chipre, caso de las fíbulas de codo, del asador articulado de la tumba 523 de Amathus o los escudos votivos con escotadura en forma de “V” representados en las estelas de guerrero y hallados en Chipre y otros lugares de Grecia. Por otra parte, en 49 M.J. SANTOS, “Estelas diademadas: revisión de criterios de clasificación”, Herakleion 2, 2009, p. 7-40. 50 S. CELESTINO - C. LÓPEZ--RUIZ, “New Light on the warrior stelae from Tartessos (Spain)”, Antiquity 80, 2006, p. 1-13. 51 S. CELESTINO et alii, “Stelae Iconography and Landscape in the Southwest of the Iberian Peninsula”, en Western Europe in the First Millennium BC: Crossing the divide, Oxford University Press, 2011, p. 135-152.

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la Península Ibérica se han documentado objetos de procedencia chipriota anteriores a la colonización fenicia, caso del vaso de Berzocana, los soportes rituales de Nossa Senhora da Guía, en la Beira portuguesa, o los carros grabados en las estelas, uno de los primeros elementos representados en las estelas más antiguas de la serie52. Este contacto previo entre el mundo chipriota y la península, llevado a cabo por la vía continental, debió estimular la aventura fenicia hacia la Península Ibérica; no debemos olvidar que la pronta colonización de Chipre por parte de los fenicios debió aportarles una información detallada de las materias primas del área atlántica. Por ello, el cruce del Estrecho de Gibraltar supuso para los fenicios adentrarse en los centros de comercio atlántico y, una vez calibrada la importancia de las materias primas susceptibles de ser explotadas, plantearse la colonización del sur peninsular. Las tierras del extremo occidente fueron conocidas por los griegos como Tartessos, y así siguieron llamándose tras la colonización fenicia. Con el paso del tiempo, todos los que vivían en este territorio que ocupa, grosso modo, el suroeste peninsular, fueron denominados “tartesios”, sin distinción de etnia o sustrato cultural, de ahí que el concepto de Tartessos deba referirse a quienes habitaban esa zona entre los siglos IX y la mitad del siglo VI a.n.e. La polémica que han generado las fuentes clásicas sobre la identificación y ubicación de Tartessos53 no hacen sino confirmar este extremo; así, es habitual ver cómo muchos autores clásicos se refieren a la primera fundación fenicia en la península, Cádiz, como la capital de Tartessos. En este sentido ya se ha llamado la atención sobre el peso demográfico, cultural y económico que debieron tener las generaciones de fenicios ya nacidas en suelo peninsular54. La relación entre fenicios e indígenas, mayor a medida que se fue generando una población mestiza, conformaría la esencia de la cultura tartésica.

52 M. ALMAGRO-GORBEA, “Cyprus, Phoenicia and Iberia: from ‘Precolonization’ to Colonization in the ‘Far West’”, en L. BONFANTE - V. KARAGEORGHIS (ed.), Italy and Cyprus in Antiquity 1500-450 B.C., Nicosia 2001, p. 239-270. 53 M. ÁLVAREZ MARTÍ-AGULAR, “Arganthonius Gaditanus. La identificación de Gadir y Tarteso en la tradición antigua”, Klio 89-2, 2007, p. 477-492. 54 S. CELESTINO, art. cit. (n. 31), p. 226; J.L. ESCACENA, “Variación identitaria entre los orientales de Tartessos. Reflexiones desde el antiesencialismo darwinista”, en ÁLVAREZ MARTÍ-AGUILAR (ed.), op. cit. (n. 38), p. 164.

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