Los prenovecentistas. Juan Silvano Godoy y José Segundo Decoud: discursos históricos en el Paraguay posbélico

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Descripción

IV JORNADA DE AVANCES DE INVESTIGACIÓN EN HISTORIA ARGENTINA: FUENTES, MÉTODOS Y PROBLEMAS, Pontificia Universidad Católica de Argentina - Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales (IDEHESI-CONICET) Rosario, 2012

Los prenovecentistas. Juan Silvano Godoy y José Segundo Decoud: discursos históricos en el Paraguay posbélico

Tomás Sansón Corbo

Resumen

En el Paraguay posbélico se articularon diversos relatos históricos de cuño liberal y romántico. Se trató de un conjunto heteróclito de glosas del pretérito, cargadas de enunciaciones prospectivas, cuya formulación respondió a demandas políticas y diplomáticas que ralentizaron la configuración de un campo específico. En ese contexto deben ubicarse las producciones de dos connotados prenovecentistas como Juan Silvano Godoy y José Segundo Decoud. En este artículo pretendemos analizar los opúsculos más representativos de ambos autores a efectos de: a) conocer la preceptiva metodológica y los caracteres originales de sus discursos históricos; y b) valorar la significación y aportes de los mismos al desarrollo de la historiografía posterior.

1. Contexto de producción

Las condiciones de posibilidad de conocimiento histórico eran sumamente precarias en el Paraguay de 1970. Los tímidos avances producidos durante el gobierno del Carlos Antonio López en pro del surgimiento de un “movimiento historiográfico” 1 -relacionados con la

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Que tuvo una de sus expresiones más relevantes en la edición de obras significativas, entre las que se destacan: RUY DÍAZ DE GUZMÁN, Anales del Descubrimiento, población y conquista de las Provincias del Río de la Plata

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necesidad de obtener el reconocimiento internacional de la independencia paraguaya, forjar una conciencia aglutinadora y exhumar documentos probatorios de los legítimos títulos del país sobre territorios en litigio- fueron liquidados en 1865. A partir de 1870 se fueron generando, de manera lenta y paulatina, condiciones mínimas2 para la elaboración y difusión de ciertos discursos históricos, debido a las demandas etáticas y a los requerimientos socioeducativos. Fue necesario superar algunos factores ralentizadores, de carácter colectivo y estructural, como, por ejemplo la existencia de un fenómeno de “memorias fracturadas” 3, un trauma emotivo y psíquico que transversalizó todos los estamentos sociales, caracterizado por la preeminencia de sentimientos de desconfianza y temor, retroalimentados por la violencia política acaecida entre facciones rivales.4 El miedo y la incertidumbre actuaban como desestructuradores de una sana relación con la alteridad, factor imprescindible para la definición de una identidad colectiva. Las divisiones y enfrentamientos existentes entre los miembros de la élite dirigente agudizaron el problema y obstaculizaron la definición de políticas de la memoria. Los casos de Juan Silvano Godoy y José Segundo Decoud, connotados integrantes de la misma, fueron paradigmáticos.

(Asunción, 1845): JUAN ANDRÉS GELLY, El Paraguay, lo que fue, lo que es y lo que será (Asunción, 1849); y MARIANO ANTONIO MOLAS, Descripción histórica de la Antigua Provincia del Paraguay (Buenos Aires, 1868). 2

Fundación de instituciones educativas promovidas por el Estado, cuyos profesores y egresados (a partir de 1882 en el Colegio Nacional y de 1893 en la Universidad) conformaron, conjuntamente con los intelectuales que habían regresado en 1870, la nueva elite cultural y política; creación de instituciones como Ateneo Paraguayo (1883-1889) que permitieron el nucleamiento de los agentes del campo cultural a efectos de generar ámbitos de discusión e intercambio; importante desarrollo de la prensa, vehículo fundamental para la difusión de pareceres relativos al pretérito y sus diversas interpretaciones; necesidad de solucionar las cuestiones limítrofes que estaban pendientes con Brasil y Argentina -a las que se sumaron los reclamos de Bolivia- que hicieron necesario recurrir a la búsqueda de documentos para justificar los derechos paraguayos sobre los territorios litigados (en este marco deben considerarse las contribuciones José Falcón y de Blas Garay) 3 Concepto acuñado por el psicoanalista uruguayo Marcelo Viñar, referido de los efectos que tuvo sobre la sociedad oriental la dictadura acaecida entre 1973 y 1984, que puede resultar extrapolable al Paraguay de la década de 1870. MARCELO VIÑAR, “Memorias fracturadas. Notas sobre los orígenes del sentimiento de nuestra actual identidad nacional”, en HUGO ACHUGAR - GERARDO CAETANO, Identidad uruguaya: ¿mito, crisis o afirmación? (Montevideo, 1992), pp. 38 y ss. 4 Estos factores operaron cual fuerzas dispersivas que amenazaban desdibujar el ser nacional, contra ese peligro alertó reiteradamente desde la prensa uno de los protagonistas del período, José Segundo Decoud, quien sostenía que solamente la unión entre los paraguayos podría sacar al país del marasmo.

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2. José Segundo Decoud y Juan Silvano Godoy

Ambos personajes fueron protagonistas del proceso de reconstrucción de Paraguay. Sus peripecias vitales reflejan la falta de unidad entre los miembros de la nueva oligarquía que pretendía gobernar el país. Si bien en los primeros años de la década de 1870 obraron de consuno, rápidamente sus caminos se bifurcaron, terminaron enfrentados debido a diferencias políticas y personales. Tenían en común el origen familiar patricio, las edades -Godoy nació en 1846 y Decoud en 1848-, el credo liberal y la formación humanística y jurídica. Pasaron buena parte de la niñez y juventud en Argentina, aunque las razones de radicación de sus familias fueron diferentes: los padres de José Segundo eran opositores del gobierno de Carlos Antonio López y tuvieron que emigrar debido al fusilamiento de sus hijos Teodoro y Gregorio, acusados de conspiración5; el caso de la familia Godoy fue distinto, la madre de Juan Silvano (según opinión de Silvano Mosqueira) solicitó en 1864 una autorización expresa de Francisco Solano López para salir del país pues deseaba que sus hijos estudiaran en el exterior. Ambos ingresaron a la Universidad de Buenos Aires con el propósito de estudiar Derecho, pero ninguno culminó la carrera, José Segundo la interrumpió cuando comenzó la guerra y Juan Silvano la abandonó en 1869 para retornar a Asunción. Se encontraron en Asunción en 1869 con el propósito común de desempeñar un rol preponderante en el proceso de reconstrucción. Trabajaron juntos en la redacción de La Regeneración (periódico de inspiración liberal fundado en octubre de 1869 por Juan José y José Segundo Decoud), militaron en el “Gran Club del Pueblo” e integraron la Convención Constituyente. Participaron de la Comisión6 que trabajó durante tres meses en la redacción del proyecto constitucional. La década de posguerra fue sumamente convulsionada. La pugna por el poder entre facciones rivales de la nueva élite debilitaron la frágil unidad entre sus miembros y desnudaron sus contradicciones ideológicas e intereses contrapuestos. Juan Silvano y José Segundo no pudieron escapar a esta tendencia general que obstaculizó la recuperación del Paraguay.

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TERESA MÉNDEZ-FAITH, Breve diccionario de la literatura paraguaya (Biblioteca Virtual Universal, 2003), p. 45. 6 Con Juan José Decoud, Facundo Machaín, Salvador Jovellanos y Miguel Palacios.

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Más allá de diferencias de carácter y personalidad 7, hubo un acontecimiento que los enfrentó de manera irreconciliable. Godoy tuvo una participación decisiva -conjuntamente con su hermano Nicanor, Matías Goiburú, y José Dolores Molas- en la conspiración que culminó con el asesinato del presidente Juan Bautista Gill (12 de abril de 1877). Las alternativas del proceso determinaron que debiera exiliarse en Buenos Aires, donde permaneció hasta 1895. Decoud, que respaldaba la gestión del mandatario desde la redacción del periódico La Reforma, condenó el magnicidio y acusó de traición a sus perpetradores. Surgió un fuerte encono entre ambos que se mantuvo por décadas.8 Durante los años de su exilio porteño, Godoy se dedicó a actividades comerciales muy lucrativas. Amasó una importante fortuna. Se vinculó con personalidades de la política y la cultura como Mariano Pelliza, Ramón Cárcano y Aristóbulo del Valle. Conformó una biblioteca americanista de 20.000 volúmenes y una interesante pinacoteca.9 Cuando regresó a Paraguay, gracias a una amnistía concedida por el Presidente Egusquiza, manifestó su voluntad hacer público el acervo reunido. En 1903 el presidente Juan Antonio Escurra lo nombró Director del Archivo, Biblioteca y Museo Histórico, cargo en el que permaneció hasta su muerte en 1926.10 Participó en el XVII Congreso de Americanistas en Buenos Aires (1910) y representó a su país en Brasil en dos oportunidades (1897 y 1811).

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Cuestión que no tenemos intención ni posibilidad de analizar porque supera en mucho los objetivos de este artículo. 8 Decoud da cuenta del mismo en un opúsculo muy posterior (1898), editado a modo de defensa contra acusaciones formuladas por Godoy sobre un supuesto proyecto de anexión con Argentina: “(…) considero de mi deber prevenir a V.H. contra toda innoble maquinación fraguada por el denunciante con el objeto de dañar mi reputación, dados los antecedentes de enemistad que media con el exponente y que datan desde la época en que tuvo lugar el asesinato del ex-Presidente Gill (…) El denunciante Juan S. Godoy está sindicado como instigador y cómplice de este asesinato, según las resultancias del proceso criminal respectivo y es de pública notoriedad que a consecuencia de este suceso se ha visto obligado a permanecer fuera del país para escapar a la acción de la justicia. (…) Pero los veinte y un años de destierro no han podido borrar la sangre que salpicó su frente, con motivo de aquel cobarde atentado (…)” (JOSÉ SEGUNDO DECOUD, Exposición presentada por José Segundo Decoud a la Honorable Cámara de Diputados a propósito de la investigación iniciada en virtud de una denuncia falsa de anexión [Asunción, 1898], pp. 5-6). 9 En esa ocasión se produjo la compra de un cuadro del artista catalán Santiago Rusiñol que describre la personalidad y estilo de vida de Godoy: “Juan Silvano había decidido agregar a su colección uno de los cuadros de aquel español que exponía en Buenos Aires. Eligió ´Calvario de Sagunto´, un óleo sobre tela de 1,14 x 1,40. Su precio: 8.000 pesos. Godoi le dijo al pintor que no disponía de esa suma, pero sí de una casa. El artista aceptó el trueque. Cuando vendió el inmueble, le pagaron 20.000 pesos. Noble como era, por lo visto, le propuso a Juan Silvano devolverle el ´vuelto´ de 12.000 pesos. Godoy, muy Godoy como era, le dijo que no. ´Trato es trato, fue su respuesta´” (MARIO RUBÉN ALVAREZ, Juan Silvano Godoi y un museo casi perdido, http://blogs.ultimahora.com/post/6102/34/juan-silvano-godoi-y-un-museo-casi-perdido.html). 10 Por decreto del 9 de agosto de 1939, firmado por el presidente Félix Paiva, el Estado compró la colección y esta pasó a ser patrimonio del mismo constituyendo el Museo Nacional de Bellas Artes.

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José Segundo Decoud permaneció en Asunción y desarrolló una intensa actividad. Ocupó diversas carteras ministeriales, destacándose particularmente en la de Relaciones Exteriores.

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Impulsó el desarrollo cultural y educativo del país, promovió la fundación del Ateneo Paraguayo y de la Universidad Nacional. Ocupó, además, la dirección del Colegio Nacional de Asunción. En su acción política predominó una actitud situacionista: a pesar de haber integrado el grupo legionario y deplorar el “antiguo régimen”, no tuvo prurito en acercarse al General Bernardino Caballero y estar entre los fundadores del Partido Colorado. Debió afrontar situaciones muy desagradables. En los últimos años de su vida se vio sometido en el Senado a una acusación de traición a la patria formulada por Godoy, en función de sospechas sobre un posible proyecto de anexión con Argentina. Finalmente fue absuelto, pero, aparentemente, el proceso lo afectó mucho y debió pesar -conjuntamente con ciertas desilusiones y frustraciones personales, derivadas de aspiraciones políticas no concretadas12- en la decisión de suicidarse (4 de marzo de 1909). Ambos autores tuvieron una proficua labor intelectual. Publicaron numerosos artículos y ensayos de carácter crítico, informativo y doctrinario. En Decoud predominó la impronta periodística. Sus aportes más significativos fueron algunos opúsculos de corte ensayístico, entre los que se destacan: Cuestiones políticas y económicas (1877), La historia de una administración, o sea las dilapidaciones de Salvador Jovellanos (1877), La literatura en el Paraguay (1884) y Recuerdos históricos (1894); si bien solamente el último de sus trabajos tiene un perfil marcadamente histórico, en la mayoría hace referencia al pasado como argumento convalidador de las proposiciones sustentadas. Las publicaciones de Godoy, por el contrario, tienen una perspectiva claramente histórica, entre ellas se destacan: Monografías históricas (1893), Ultimas operaciones de guerra del general José Eduvigis Díaz (1897), Mi misión a Río de Janeiro (1897), El coronel Juan Antonio Escurra (1903), La muerte del Mariscal López (1905), y El Triunvirato (1911).

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Lo hizo en las administraciones de Bernardino Caballero (4 de setiembre de 1880 al 25 de noviembre de 1882), Patricio Escobar (25 de noviembre de 1886 al 25 de noviembre de 1890), Juan G. González (25 de noviembre de 1890 al 9 de julio de 1894), Juan Bautista Egusquiza (25 de noviembre de 1894 al 25 de noviembre de 1898) y Emilio Aceval (25 de noviembre de 1898 al 9 de enero de 1902). 12 “No (…) logró concretar en 1894 su aspiración presidencial por la resistencia que sus antecedentes legionarios le generaban. Abrumado por la amargura que le produjo ese fracaso, terminó suicidándose en 1908, dejando en una nota mortuoria el testimonio de sus frustraciones. Alegó en ella que durante largos años había prestado un valioso apoyo a la dirigencia del movimiento y que cuando él quiso llevar a cabos sus aspiraciones personales, nadie le secundó” (WASHINGTON ASHWELL, El pensamiento de los partidos políticos [1869-1947] [Asunción, 2010], p. 150).

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3. La protohistoriografía paraguaya 3.1. Matriz liberal y mitrista del discurso regeneracionista

Las configuraciones discursivas de carácter pretérito articuladas por los intelectuales prenovecentistas, estuvieron epistemológicamente formateadas por la ideología de la regeneración.13 Sus principales exponentes fueron jóvenes liberales como Juan Silvano Godoy (1846-1926),

José Segundo Decoud (1848-1909) y Diógenes Decoud (1857-1920). Eran

descendientes de familias paraguayas radicadas en Argentina que consideraban necesario refundar la nacionalidad paraguaya en base a los principios de la civilización y hacer tabla rasa con el pasado de barbarie, con la patria bastarda de los tiranos. Implementaron una política oficial de elisión y demonización del Mariscal, inaugurada con la ley de “desnaturalización” del 13 de julio de 1871, que tuvo su correlato historiográfico en una interpretación que pugnó por transformarse en hegemónica. Las proposiciones esenciales del discurso regeneracionista estaban sustentadas en la interpretación liberal y mitrista de la Historia. Este fenómeno debe contextualizar en el marco general de la fuerte influencia sociopolítica, económica y cultural ejercida por Argentina durante la posguerra14, y que pesó de forma determinante en las consideraciones de Decoud y Godoy. En la Colección Carlos Casavalle del Archivo General de la Nación de Argentina, encontramos algunos indicios epistolares de los estrechos vínculos –y dependencia- que mantuvieron ambos intelectuales con políticos, comerciantes y editores bonaerenses.

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Es este sentido resulta muy útil el aporte de Raúl Amaral en torno a lo que considera como los dos proyectos ideológicos preponderantes en la posguerra: el de la “regeneración” y el de “reconstrucción” (cf. RAÚL AMARAL Escritos Paraguayos II. El magisterio de la libertad [Asunción, Biblioteca Virtual del Paraguay, 2003], p. 29). Sin entrar a polemizar sobre la pertinencia de esta formulación, creemos que puede plantearse, a modo de hipótesis, una influencia de los mismos en las interpretaciones de carácter pretérito. Se trataba de dos miradas prospectivas que suponían sendas interpretaciones retrospectivas: una formulada por los antiguos exiliados del lopizmo para quienes era necesario crear, “fundar”, de nuevo al país -que tuvo una de sus más cabales expresiones, en el periódico La Regeneración-; y la segunda planteada por los “veteranos” de la guerra, para quienes la labor implicaba levantar de nuevo los cimientos materiales y espirituales de la nación. 14 Según Luc Capdevila, “la antigua provincia destruida se volvió de facto una dependencia de la Argentina, de su puerto y de sus capitales”, se produjo un “giro de la alta sociedad asuncena hacia el horizonte cultural porteño” (LUC CAPDEVILA, Una guerra total: Paraguay, 1864-1870 [Buenos Aires – Asunción, 2010], p. 150). Paraguay adoptó los códigos de ese país “a libro cerrado” (EFRAÍM CARDOZO, Breve historia del Paraguay [Asunción, 2009], p. 120) para regular su ordenamiento jurídico; los docentes guaraníes procuraban realizar estudios de profundización en la Escuela Normal de Paraná; los oficiales del ejército preferían perfeccionarse en academias porteñas; y los intelectuales recurrían a editores de esa ciudad para publicar y difundir sus obras.

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La correspondencia enviada por Decoud a Casavalle sugiere la existencia de una fluida relación.15 El epistolario resulta ilustrativo de las limitaciones del medio cultural paraguayo. El paraguayo pretendía difundir en Buenos Aires sus modestas contribuciones intelectuales y obtener del editor bonaerense novedades bibliográficas referidas fundamentalmente a historia americana. Esto se canalizaba a través de la compra directa de textos y mediante el canje de “ejemplares dobles” existentes en las bibliotecas personales, lo que aseguraba un acceso económico a los mismos. Entre los libros adquiridos por Decoud se destaca la Historia Civil y Política del Paraguay de Félix de Azara16; las obras sobre Belgrano y San Martín de Bartolomé Mitre; y la Historia de la Revolución Argentina de López.17 José Segundo fue un activo corresponsal del editor porteño. Demostró diligencia para satisfacer sus intereses comerciales y afanes de coleccionista. Le enviaba libros, folletos, periódicos y escritos originales18 y se disculpaba cuando no encontraba los materiales solicitados.19 También le remitía información y documentos referidos al quehacer gubernativo y a la actualidad paraguaya (códigos recientemente sancionados y mensajes presidenciales al

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Los tópicos de referencia son similares a los contenidos en los epistolarios de los historiadores del siglo XIX que dinamizaron el campo historiográfico rioplatense. No hay indicios de una amistad de carácter íntimo ni referencias familiares, salvo una solicitud a favor de su hermano Diógenes, para que Casavalle lo recomendara “para algún empleo” (Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 23 de setiembre de 1877, en Colección Carlos Casavalle, [en adelante: CCC], legajo 4 [en adelante, l. 4], Archivo General de la Nación de Argentina [en adelante: AGNA]). 16

Cf.: cartas de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 17 de diciembre de 1879 y 10 de enero de 1880, en CCC, l. 4, AGNA. 17 Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 22 de diciembre de 1882, en CCC, l. 4, AGNA. 18 En una ocasión describe el tipo de documentos enviado: “(…) 1º Documento que contiene al final un decreto de la Junta Gubernativa que se instaló después de la Revolución del año 1811 (…). “2º Documento que contiene un informe de Don Pedro Juan Caballero, prohombre de la Revolución del año 11 para derrocar al gobierno español. “3º Una media hoja que contiene la firma de Bernardo de Velasco, último gobernador español en el Paraguay. “4º Documento suscrito por Juan Manuel Gamarra, jefe paraguayo que se distinguió en la batalla de Paraguarí y Tacuarí. (…)” (Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 23 de setiembre de 1877, en CCC, l. 4, AGNA). 19 “Tengo el sentimiento de participarle que a pesar de las activas diligencias que he hecho no he podido conseguir ninguno de los libritos publicados aquí por los PP. Jesuitas. No debe a Ud. extrañar esto si tiene presente que durante la pasada guerra, los libros viejos y escrituras eran empleadas para hacer cartuchos, a falta de papel de que carecieron completamente en los últimos tiempos. Espero, sin embargo, poder serle útil en alguna otra cosa” (Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 5 de octubre de 1880, en CCC, l. 4, AGNA).

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Congreso20). Además, difundía entre sus amigos catálogos21 con ofertas de la librería porteña. Intercedió ante autoridades del gobierno para adquirir de forma oficial libros argentinos.22 Gracias a estos servicios logró que el ilustre librero divulgara en Buenos Aires algunas de sus modestas producciones, como el folleto Cuestiones Políticas y económicas23 o la traducción que realizó de la obra de José Alden, La ciencia del gobierno en relación con las instituciones americana.24 De la traducción le remitió 50 ejemplares para su venta, a diez o quince pesos, pero facultándolo “para realizarlo a cualquier precio si fuese necesario” 25, lo importante era la difusión no el rédito económico. La correspondencia de Godoy fue más escueta. El tono de las misivas es distinto al utilizado por Decoud. La relación parecía ser exclusivamente de carácter comercial 26 y giraba en torno a la compra y venta de libros, no había interés por documentos. Actuó como corresponsal de Casavalle. En una ocasión solicitó el envío de catálogos con las ofertas de la librería, para difundirlos entre sus relaciones. 27 Las referencias a literatura de ficción (obras completas de Julio Verne, por ejemplo) y a cuestiones jurídicas y políticas sugieren una cierta dinamización del “mercado cultural” asunceno, coincidente con la emergencia del revulsivo que significó la acción de la generación del 900.28

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Por ejemplo, una de las tantas veces que ocupó el ministerio de Relaciones Exteriores (Cf. carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 10 de abril de 1888, en CCC, l. 4, AGNA). 21 Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 17 de diciembre de 1879, en CCC, l. 4, AGNA. 22 Cf. carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 16 de noviembre de 1887, en CCC, l. 4, AGNA. 23 JOSÉ SEGUNDO DECOUD, Cuestiones políticas y económicas (Asunción, 1877). Referencia en: Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 17 de diciembre 1879, en CCC, l. 4, AGNA. 24 JOSÉ ALDEN, “La ciencia de Gobierno en relación con las Instituciones Americanas” (Traducción del inglés al español por José Segundo Decoud. Con apéndices que contienen la Constitución de la República del Paraguay, la ley de Jurados, los reglamentos internos de ambas Cámaras, etc. etc.) (Asunción, 1877). 25 Carta de JOSÉ SEGUNDO DECOUD a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 4 de octubre de 1877, en CCC, l. 4, AGNA 26 “Por el momento voy a hacerle un pedido. Si no lo consigue allí, hágame el bien de encargarlo a Chile con urgencia. Título de la obra: `Temas políticos, ó examen comparativo crítico de las constituciones hispanoamericanas de Brasil y Haití`, dos tomos, Santiago de Chile 1991 [sic]. Tan pronto lo obtenga, le estimaré, se sirva avisarme juntamente con el precio” (Carta de JUAN SILVANO GODOY a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 10 de junio de 1902, en CCC, l. 18, AGNA). 27 Carta de JUAN SILVANO GODOY a CARLOS CASAVALLE, Asunción, 16 de setiembre de 1902, en CCC, l. 18, AGNA. 28 En el Archivo General de la Nación de Uruguay identificamos algunas cartas remitidas a Godoy por José Sienra Carranza y por Matías Alonso Criado relacionadas con cuestiones comerciales. Una de ellas, de Alonso, da algunos datos interesantes sobre intercambio intelectual: “Hace tres días recibí 3 folletos de su último trabajo sobre el General Díaz. El que tras el nombre del Dr. S. Carranza se lo remití enseguida, el 2º lo estoy leyendo con el interés que me inspiran sus trabajos, y el 3º con algunas referencias se lo remitiré al periódico local que ofrezca más interés. Agradezco a V. su obsequio y le felicito por su inteligente perseverancia sobre los estudios históricos, que tienen el doble mérito de hacer la luz sobre la más grande tragedia americana y formar escuela, estimulando a otros para trabajos análogos, pues desde que V. comenzó le han seguido Garay, Domínguez y otros. Tomo nota de su ofrecimiento de nuevos trabajos, cuyo tema internacional es interesante” (MATÍAS ALONSO CRIADO a JUAN

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La correspondencia glosada informa sobre los vínculos existentes entre los autores paraguayos con Carlos Casavalle y la existencia de un rudimentario intercambio intelectual. Ilustra, además, sobre la influencia de la historiografía liberal de cuño mitrista y sarmientino que formateó el modo de concebir y glosar el pasado de Godoy y Decoud. En una misiva de 1902, Decoud sentenciaba: “Cada día me convenzo más que la libertad es el fruto de la educación. Los pueblos ignorantes son generalmente pobres, atrasados y serviles. La educación prepara al ciudadano para el ejercicio augusto de la democracia; desarrolla su actividad para todas las manifestaciones de la vida y ensancha los horizontes del espíritu, convirtiéndole en un ser consciente, libre y responsable. La Providencia bendice a los pueblos libres que aman la libertad, colmándolas con sus más ricas primicias: la paz, el progreso, la felicidad y la riqueza”.29 Para José Segundo, la evolución –y la suerte- de una sociedad se decidía a través de la tensión entre dos principios contrapuestos, civilización y barbarie. Existen similitudes notorias entre el pensamiento de los liberales paraguayos con los postulados de los emigrados unitarios durante el régimen de Rosas: su manera de interpretar el fenómeno caudillista y la realidad argentina, así como el paradigma historiográfico que pretendieron imponer, tendían a justificar la empresa propagandístico-militar antirosista que culminó en la campaña de Caseros. No es casual que en Sarmiento, Mitre, y el uruguayo Andrés Lamas (autor de los célebres Apuntes históricos sobre las agresiones del dictador argentino D. Juan Manuel de Rosas..30), hubieran encontrado fuentes de inspiración los hermanos Decoud y Juan Silvano Godoy.

SILVANO GODOY, Montevideo, 3 de abril de 1897, en Colección “Octavio Assunçao”, Caja 49, carpeta 512, Archivo General de la Nación de Uruguay). Aparecen en estas líneas muchos elementos que caracterizaron el funcionamiento del espacio historiográfico rioplatense desde la década de 1850: a) la referencia al obsequio de una obra realizado por parte de un autor a otro que buscaba, fundamentalmente, un parecer crítico o, en la mayoría de los casos, de carácter laudatorio; b) hacerla llegar por medio del remitente, a otros potenciales interesados en el tema quienes, a su vez, se convertirían en difusores del mismo; y c) tal vez uno de los elementos más importantes, lograr un comentario en algún medio de prensa que permitiera una divulgación mayor del trabajo en el “mercado consumidor” de referencia, el montevideano en este caso. 29

Carta de JOSÉ S. DECOUD a destinatario desconocido, Asunción, 1º de agosto de 1902, en CCC, l. 4, AGNA. ANDRÉS LAMAS, Apuntes históricos sobre las agresiones del dictador argentino D. Juan Manuel de Rosas contra la Independencia de la República Oriental del Uruguay (Montevideo, 1849). 30

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3.2. José Segundo Decoud

Las contribuciones historiográficas más significativas de José Segundo Decoud se publicaron en forma de artículos31 y de ensayos.32 En ellos plantea una interpretación general de la historia nacional. Consideraba que la matriz jesuítica predominó en la conformación social y económica de Paraguay y fomentó el aislamiento. Esta situación determinó que la República dispusiera de escasos “elementos constitutivos para formar su nacionalidad”.33 La etnia guaraní tenía una tendencia natural a la sumisión que fue reforzada e institucionalizada por los religiosos. Durante el período de funcionamiento de las misiones se “formó un rebaño manso de seres inconscientes”34, apáticos e indiferentes, acostumbrados a obedecer, sin conciencia del don de la libertad y las responsabilidades que implicaba su ejercicio. Cuando sonó la hora de la libertad, el pueblo no estaba en condiciones de asumir los retos del autogobierno. Decoud ensayó una explicación histórica de carácter estructural –casi braudeliana diríamos- que relacionaba la mentalidad colectiva con la emergencia de las dictaduras: Francia y los López se valieron de la propensión natural de los guaraníes para imponer su autoridad y sojuzgarlos. Si bien la “emancipación política del Paraguay había venido siendo un hecho incontestable desde el 14 de mayo de 1811, (…) no trascendió al mundo (…), permaneció ignorado por muchos y desconocido para otros”.35 Con la excusa de escapar a la anarquía imperante en las provincias del sur, Francia optó por el aislamiento, fomentó el repliegue del país sobre sí mismo y clausuró cualquier contacto con las naciones civilizadas. El ejercicio del terror ahogó los sentimientos nobles y elevados (dignidad, generosidad, caridad, desinterés) y contribuyó a profundizar la apatía, el egoísmo y la indiferencia de los paraguayos (entendidos, en última instancia, como recursos para poder sobrevivir a la delación y al espionaje). Se ocluyeron las fuerzas vitales que habían impulsado la revolución. Reinó un quietismo que entumeció el cuerpo social, generando seres pasivos e indolentes que reaccionaban a la voz de mando cual autómatas, sin voluntad ni iniciativa.

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Los más significativos aparecieron en la década de 1870: “El porvenir del Paraguay”, en La Reforma, Asunción, 31 de octubre de 1875; “25 de noviembre de 1842 – 1870”, en La Reforma, Asunción, 25 de noviembre de 1875; “El legado del pasado”, en La Reforma, Asunción, 18 de enero de 1877; “Apatía e indiferencia”, en La Reforma, Asunción, 20 de febrero de 1877; “La escuela del quietismo”, en La Reforma, Asunción, 23 de febrero de 1877. 32 Especialmente Recuerdos históricos. Homenaje a los próceres de la independencia paraguaya (Asunción, 1894). 33 DECOUD, “El porvenir…” 34 DECOUD, “El porvenir…” 35 DECOUD, “25 de noviembre…”

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El autor ensaya, a partir de los elementos referidos, una explicación de las causas y significación de la guerra de 1865. La megalomanía del Mariscal López y sus pretensiones de transformarse en árbitro del “equilibrio platense”, obligaron a Brasil, Argentina y Uruguay a tomar las armas. Sugiere, de manera subliminal, que la confrontación implicó, en última instancia, una redención brutal y sangrienta de la estolidez colectiva en que se encontraba sumido el pueblo paraguayo por obra de sus opresores. En los artículos de Decoud se puede apreciar una cierta epistemología de la Historia de carácter forense. No titubeaba en juzgar personas y acontecimientos. Creía lícito reprobar “los malos actos, porque tal es nuestro deber a nombre de la severidad de los principios republicanos y de la austeridad política, así como la historia fulminará su juicio imparcial e inexorable estigmatizando a los réprobos y malvados”. 36 Utilizaba criterios y valores pretendidamente atemporales para absolver o condenar. Esta construcción discursiva presenta elementos característicos de la “tendencia filosofante”, importante corriente historiográfica rioplantense de la segunda mitad del siglo XIX que, a partir de grandes cuadros explicativos – elaborados a modo de ejercicio retórico y prescindiendo de fuentes-, pretendía de deducir lecciones del pasado para orientar los procederes de los contemporáneos. Hay un rechazo explícito del pasado oscurantista y despótico, que se había perpetuado en la posguerra a través de prácticas antirepublicanas –revoluciones, magnicidios, golpes de Estadoque constituían una amenaza. Podrían llevar a la disolución de la nación y transformarla en provincia de alguno de los estados vecinos. La unión de todos los paraguayos y el respeto irrestricto a la Constitución eran imperativos para asegurar la paz. Se debían crear condiciones propicias que permitieran, por ejemplo, el advenimiento de inmigrantes europeos que contribuyeran a cambiar la mentalidad colectiva, fomentando hábitos de trabajo, capacidad de innovación y espíritu de ahorro. A partir de una perspectiva interpretativa de carácter dialéctico, al autor pretendía, además de compendiar el pasado nacional, explicar los problemas coetáneos, aplicar los correctivos correspondientes y perfilar el futuro.37

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JOSÉ SEGUNDO DECOUD, La historia de una administración. Colección de artículos publicados en “La Reforma”, Asunción, 1877. 37 Uno de los textos en que mejor se puede apreciar esta perspectiva es el artículo El legado del pasado: “El Paraguay ha vivido eternamente en el oscurantismo (…). Los tiranos nos mantuvieron aislados del resto del mundo (…), el espíritu de asociación no se conocía (…), la libertad del pensamiento estaba proscrita. (…) El pueblo estaba sumido en el mayor embrutecimiento. (…) había libros cuya introducción estaba vedada. (…) Así, la ignorancia ha sido el legado triste de ese pasado luctuoso; y lo peor es que hoy mismo se viene haciendo ostentación cínica de ella. Los hombres inteligentes que se consagran al estudio, aquellos que se ocupan de meditar las arduas cuestiones

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El embrutecimiento colectivo era una de las peores rémoras que debían enfrentar los regeneradores de posguerra. La barbarie “continúa en pugna con la civilización” 38, la ignorancia era una herencia maldita. Para superar el oscurantismo feudal del lopizmo sería necesario el esfuerzo mancomunado de todos los elementos ilustrados de la sociedad para inaugurar una era de progreso y civilización39 (tal como lo proponía Adolfo Decoud, hermano de José Segundo, en un artículo del primer número del periódico La Regeneración) pues los “ciudadanos que olvidan sus deberes no merecen sino el desprecio y la compasión de la posteridad”.40 El autor apela a diversas estrategias narrativas que coadyuvan a ratificar la verosimilitud de sus asertos. Es significativa la utilización de la tercera persona para referir, por ejemplo, el camino adoptado por “el pueblo” una vez lograda la independencia de España (“el Paraguay, al optar en su nueva vida por el régimen de la quietud, del oscurantismo y el retraimiento, echó los primeros cimientos de la tiranía” 41)

o

la acción de los integrantes de la Convención

Constituyente. El discurso formatea el relato. La separación del yo narrador de los hechos reseñados plantea una ilusión de distancia entre el analista y su objeto de estudio, procurando transmitir al lector la idea de objetividad. Al condenar la “opción” colectiva de la década de 1810, Decoud se desmarcó de lo que consideraba una decisión bárbara que aherrojó a la nación y quitó impulso a los escasos elementos cultos y liberales que podrían haberla llevado por las sendas del progreso. El opúsculo Recuerdos históricos. Homenaje a los próceres de la independencia paraguaya (Asunción, 1894)42 de José Segundo Decoud es un epítome de la tendencia regeneracionista.43 Fue editado con motivo de la colocación de la piedra fundamental de un monumento en honor

políticas, buscando un medio de salvación para la patria afligida; (…) son mirados por algunos retardatarios, como ambiciosos que no obedecen sino a móviles indignos. (…) No comprenden (…) que el progreso sin cierto grado de adelanto intelectual es una palabra negativa, sin ningún alcance. (…) La triste herencia que hemos recibido del pasado va desapareciendo” (DECOUD, “El legado…”). 38 DECOUD, “El legado…” 39 ADOLFO DECOUD, “Nuestro pasado”, en La Regeneración, Asunción, 1° de octubre de 1869. 40 DECOUD, “Apatía…” 41 DECOUD, “25 de noviembre…” 42 JOSÉ SEGUNDO DECOUD, Recuerdos históricos. Homenaje a los próceres de la independencia paraguaya (Asunción, 1894), 43 En una línea interpretativa más radical, debe ubicarse La Atlántida. Estudio de historia americana, de DIÓGENES DECOUD (tres ediciones: 1885, París; 1901 y 1910, Buenos Aires; edición utilizada: DIÓGENES DECOUD, Atlántida. Estudio de historia americana, Buenos Aires, Imprenta de E. Spinelli, 1910, tercera edición), hermano de José Segundo, que basó su interpretación en los criterios del darwinismo social.

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de los héroes de la Revolución, el 14 de mayo de 1894.44 Exaltaba la memoria de Manuel Atanasio Cabañas, Pedro Juan Caballero y Fulgencio Yegros, protagonistas de los acontecimientos de 1811, los “primeros patriotas y fundadores de nuestra nacionalidad”.45 En este texto, a diferencia de los artículos glosados ut supra, prima el tono inclusivo. La utilización del plural mayestático tiende a fortalecer un sentimiento de identidad nacional, configurado en dos dimensiones, una diacrónica y otra sincrónica. Se trata de una estrategia narrativa que pretende convencer sobre la existencia de una comunidad histórica, integrada por todos los paraguayos, que puede filiarse en un tiempo determinado y que tiene tres creadores indiscutibles, los héroes de referencia. El “nosotros” de Decoud tiene una funcionalidad discursiva de carácter incluyente. Pretende realizar la reconstrucción intelectual de una gesta que era patrimonio común de todos los paraguayos, pero que estaba inacabada: su trama continuaba escribiéndose en el presente del autor, era un relato inconcluso. El texto puede considerarse como corolario de los artículos de la década de 1870. En ellos Decoud alertaba sobre los peligros que amenazaban a la patria debido a las rémoras del pasado. En los Recuerdos Históricos… plantea que la construcción del monumento -debido a la iniciativa de las “matronas paraguayas” 46- implica una reivindicación de los verdaderos referentes de la historia, aquellos cuyo protagonismo había sido ocluído por el personalismo de Francia y los López. La unión de todos los paraguayos, materializada en la iniciativa monumental, parecía cerrar un ciclo, el de las rencillas y divisiones entre los integrantes de la élite de posguerra, y abrir uno nuevo, de prosperiedad y paz, de imperio de la ley y de las garantías constitucionales. El autor sitúa los antecedentes del sentimiento autonomista paraguayo en la época colonial. Atribuyó particular relevancia al movimiento de los comuneros y a la acción de personalidades como Domingo Martínez de Irala y Hernando Arias de Saavedra. En la evocación de la expedición de Belgrano encontramos –de forma atenuada- algunas de las proposiciones centrales de la historiografía liberal porteña, particularmente en relación con la hipotética influencia que habría ejercido ese militar sobre algunos oficiales paraguayos, “sembrado la semilla de la revolución”.47 La derrota militar de Belgrano es interpretada como una victoria ideológica en cuanto que transmitió la idea de emancipación, posibilitando así el comienzo de la primera regeneración nacional.

44

Fue un texto que generó algunas polémicas. Ver: MANUEL GONDRA, “El folleto de D. José S. Decoud”, en MANUEL GONDRA, Hombres y letrados de América (Asunción, 1996), pp. 71-86. 45 DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 4. 46 DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 3. 47 DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 11.

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La impronta del presente del historiador, entendido como período de reconstrucción, está latiendo en las páginas del opúsculo. Sus huellas pueden percibirse en las reiteradas observaciones sobre la “fraternal relación” existente entre Paraguay y Argentina, sentimiento de hermandad que habría tenido su primera expresión en el “abrazo fraternal” que se dieron Cabañas y Belgrano.48 Decoud consideraba que el desarrollo del Paraguay solamente sería posible si los “mejores elementos” del país gobernaban en paz, aplicando la Constitución y manteniendo buenas relaciones con sus vecinos. Sus escritos presentan una fuerte coherencia en todos los aspectos vinculados con las relaciones internacionales, incluso en una dimensión como la histórica que podría, en última instancia, parecer inocua.49 La reconstrucción de los acontecimientos del 14 de mayo constituye el centro del relato. Se realiza de forma pormenorizada, la trama adquiere nervio y el lector se siente espectador de las alternativas que permitieron consumar la revolución de independencia. El folleto culmina con un encendido elogio a Cabañas, Caballero y Yegros, “los fundadores de nuestra independencia”50 (una vez más el plural mayestático), padres de una patria que él se enorgullecía de integrar y a la que auguraba un porvenir brillante. Significativamente, no se realizan valoraciones sobre el período 1811 a 1870. Se trata de un hiato cronológico dominado por las penumbras de la tiranía. Decoud apela a una estrategia de elisión discursiva que permite, por contraste, glorificar el acontecimiento historiado. Francia es mencionado sólo en dos oportunidades. Deja constancia, en una nota, que “no tuvo ningún conocimiento de la revolución que se tramaba, hasta la mañana del 15 de mayo, que fue llamado por el Dr. Somellera”.51 Utilizó una técnica de claroscuro para pintar tanto los acontecimientos a los que estaba dedicado el folleto, como la historia general del Paraguay: los tiranos no tenían lugar, eran eclipsados por las luces de patriotas abnegados que actuaron pensado exclusivamentre en el bien de la patria.

3.3. Juan Silvano Godoy 48

El gesto “simbolizará siempre la sincera unión y amistad que debe existir entre los dos pueblos, basados en el respeto recíproco de sus derechos como naciones independientes, y ella subsistirá en el porvenir, cualesquiera que hayan sido los extravíos políticos o las querellas sangrientas que algunas veces hayan podido interrumpir transitoriamente sus buenas relaciones después de aquella memorable reconciliación” (DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 11). 49 Las aparentes simpatías proargentinas del autor fueron utilizadas posteriormente como argumento en su contra, en ocasión de la denuncia sobre presuntas gestiones anexionistas. 50 DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 20. 51 DECOUD, Recuerdos históricos…, p. 15.

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La obra más representativa de Juan Silvano Godoy fue el volumen titulado Monografías históricas52. Se editó en Buenos Aires en 1893, en un momento que Luc Capdevila considera de “expresión moderada de patriotismo” (durante el gobierno de Bernardino Caballero) y de franca “reconstrucción identitaria”53, un contexto de encrucijada epistémica planteada entre la “necesidad de memoria” y el antilopizmo militante y oficial. Resultaba difícil exaltar el heroísmo del pueblo y, concomitantemente, soslayar la figura del Mariscal. 54 Apareció en un tiempo de intensa actividad editorial, fue coetánea con la edición en Buenos Aires de la Revista del Paraguay (1891-1897), que “tenía como objetivo principal la publicación de los documentos y textos tendientes a favorecer la escritura de una historia nacional paraguaya”.55 Godoy recibió influencias de Carlyle, Chateaubriand y Macaulay. Sus opúsculos presentan una fuerte tonalidad romántica que puede apreciarse en la elegancia de estilo, el predominio del color local en las reconstrucciones históricas y, particularmente, en el rol determinante del héroe como protagonistas devenir. Los artificios literarios permiten disimular las insuficiencias heurísticas. Como bien señala Adolfo Aponte, “obra de un exaltado patriotismo, servido por artística fantasía, recomiendan al patriota y aseguran el triunfo del literato; pero fuerza es reconocer que deslustran un poco la gloria del historiador”.56 Apeló a personajes, acontecimientos y símbolos de la mitología griega para evocar las alternativas de una gesta con dimensiones de epopeya. Apelando a un virtuosismo literario innegable lograba captar la atención del lector mediante la presentación “cinematográfica” de los hechos. Recurrió también a otros recursos, como la alteración de los tiempos en la exposición de los acontecimientos y la enunciación propositiva de retratos psicológicos, detrás de suposiciones que tenían poco anclaje empírico. En las Monografías…, el autor compiló una galería de cinco ensayos pintoresquistas dedicados a evocar las hazañas de José E. Díaz. General paraguayo57;

reconstruir un

52

JUAN SILVANO GODOY, Monografías históricas (Buenos Aires, 1893). Cf. LUC CAPDEVILA, Una guerra total…, pp. 181-183. 54 Las derivas históricas determinaron que correspondiera a la generación del 900, y particularmente a Juan O `Leary, solucionar este intríngulis hermenéutico a favor de una versión “lopizta” y autoritaria de la historia nacional paraguaya. 55 LUC CAPDEVILA, Una guerra total…, p. 182. 56 ADOLFO APONTE, “Un libro del señor Godoy”, en JUAN SILVANO GODOY, El asalto a los acorazados. El comandante José Dolores Molas (Asunción, 1919), p. XXI. En otro lugar agrega Aponte: “Capítulos enteros hay en las `Monografías Históricas` de un primor literario tan exquisito, de una factura artística tan perfecta, que nos hacen olvidar por completo de la historia que contienen para no pensar sino en la belleza que realizan” (APONTE, “Un libro…”, p. XXVIII). 57 GODOY, Monografías…, pp. 1-109. 53

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acontecimiento clave de la guerra, en López y Mitre. Conferencia de Yataiti-Corá. Paralelo58; trazar las semblanzas biográficas de José Sienra Carranza59 y Juan Carlos Gómez60; y esbozar el elogio fúnebre de Domingo Faustino Sarmiento.61 Prima la impronta biográfica y la pretensión introspectiva realizada al correr de la pluma y al capricho de la intuición. El opúsculo dedicado a Díaz es el más importante. Constituye un modelo de las convicciones historiográficas del autor. El héroe, al mejor estilo de Carlyle, no es el Mariscal López sino el General Díaz. La trama mixtura el devenir bélico con las peripecias vitales ambos (y fugaces referencias a personajes diversos que tuvieron algún rol destacado) en una mezcla de crónica fáctica y retrato psicológico en el que se desmenuzan la crueldad 62 del presidente y la probidad de su general. La guerra es el escenario infausto sobre el que se desarrolla la acción de los héroes trágicos. El autor compara y contrapone acontecimientos y personajes coetáneos con similares de otro tiempo (preferentemente de la antigüedad clásica) para validar sus proposiciones. Parangona, por ejemplo, la derrota de Paraguay con el de Cartago, con el objeto de exaltar la grandeza del pueblo guaraní que supo y pudo sobrevivir a la hecatombe; o la tímida reticencia de José Berges ante la eventualidad de la guerra, con la de Thiers en el caso del conflicto franco-prusiano, por los resultados desastros que intuía podía provocar al país. Es una estrategia de claroscuros que informa la mayoría de las producciones relacionadas con el pretérito y que, de hecho, sostiene el argumento del segundo ensayo referido a la Conferencia de Yataiti-Corá. El mismo recurso se utiliza para explorar las cavilaciones y sentimientos encontrados de López, tanto en los pródromos del conflicto, como en momentos cruciales del mismo. Godoy pone en evidencia la megalomanía del Mariscal -inspirada en los modelos de Napoleón y Luis Napoleón Bonaparte- y algún atisbo de racionalidad cuando tomaba conciencia de la escasez de recursos humanos, materiales y morales para obtener la victoria. La acción se inicia con López y paulatinamente va entrando en escena José Díaz, casi como personaje secundario. Celeridad, capacidad organizativa, disciplina para recibir y para impartir órdenes, temeridad e ingenio, son las virtudes que adornan al militar –particularmente en la formulación de un plan destinado a secuestrar la familia imperial brasileña que presentó a Lópezy que Godoy elige para introducir al personaje en la trama.

58

GODOY, Monografías…, pp. 111-145. GODOY, Monografías…, pp. 147-183. 60 GODOY, Monografías…, pp. 193-209. 61 GODOY, Monografías…, pp. 185-192. 62 Cf. GODOY, Monografías…, pp. 57, 62, 102. 59

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El lector debe esperar hasta la mitad del opúsculo (con la guerra ya declarada y habiéndose referido varias acciones heroicas de Díaz) para realizar una suerte de presentación biográfica en regla63, señalando antecedentes familiares, formación y carrera militar. Se trata de una suerte de sinécdoque conceptual que le permite a Godoy encuadrar lentamente a su protagonista en la historia, comenzando por las virtudes que lo adornan, siguiendo con los acontecimientos bélicos que le darían fama, para llegar a una presentación formal ubicándolo en el tiempo y espacio. Es una presentación en varios tiempos. Nada se dice de su aspecto fìsico hasta después de la batalla de Curupaity64, cuando el autor hace una pormenorizada descripción de su talla y fisonomía para remarcar, una vez más, sus valores personales. Parece una presentación de “adentro hacia fuera”, comenzando por el alma y culminando con el aspecto exterior. Díaz es un militar pundonoroso dispuesto a realizar los máximos sacrificios, no por el Mariscal sino en tributo a la Patria. 65 El relato está articulado en forma de crónica bélica. Los sucesos de armas en los que participó Díaz se exponen en secuencia cronológica, sin referencias a las causas generales del conflicto. Recurrentemente se explicitan las virtudes de Díaz y los errores de López, especialmente los de carácter táctico (como los cometidos en ocasión de la batalla de Tuyutí, que costó al ejército paraguayo cinco mil muertos y siete mil heridos). El relato alcanza su clímax en la descripción de la batalla de Curupaity. El genio literario de Godoy se manifiesta con tal calidad que el lector tiene la ilusión de trasladarse al campo de combate y “visualizar” su intensidad.66 Dibuja una escena dantesca -con imágenes teñidas de sangre y saturadas del sonido de la metralla y los gemidos de los heridos- en la que Díaz aparece como modelo de heroísmo, alma y razón de la victoria sobre los aliados. El texto ofrece abundantes datos sobre la marcha de la guerra y la situación de los contendientes a través de discursos o reflexiones atribuidas al Mariscal López. Apelando a este recurso se subraya una de las proposicones centrales del trabajo: la responsabilidad única del Mariscal en el origen de la guerra. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en la alocución realizada

63

GODOY, Monografías…, pp. 52 y ss. GODOY, Monografías…, pp. 80 y ss. 65 “Díaz era uno de esos hombres para quienes la mágica palabra patria primaba sobre todo otro asunto o convenien cia humana. Ante sus altos intereses desaparecían el mundo, sus leyes y la vida” (GODOY, Monografías…, p. 100). 66 La intensidad y “colorido” del relato son elocuentes: “La atmósfera impregnada en vapores de sangre; el horizonte cubierto de humo, cieno y fuego; los combatientes, el campo y las fortificaciones envueltos en sofocante y cálida niebla; la opaca y densa oscuridad que no dejaba percibir a dos pasos los objetivos, unidos a estremecimientos ciclópeos: imprimían a la fúnebre escena los revestimientos de espantoso caos, dominado de tiempo en tiempo por la gritería estentórea de los paraguayos, que auguraban la victoria; y a cuyo potente acento constaban ayes de dolor y desesperación de enemigos, que caían para no levantarse jamás, víctimas de su decisión y arrojo” (GODOY, Monografías…, p. 72). 64

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con motivo de la celebración de la victoria de Curupaity, donde presenta un cuadro comparativo de las fuerzas y recursos de las partes beligerantes, destacando la abundancia de los aliados y los méritos de los paraguayos en virtud de sobreponerse a las adversidades materiales gracias a su valentía y patriotismo. Una de las características de la reconstrucción histórica realizada por Godoy es la apelación a hipótesis contrafactuales que le permiten reflexionar sobre lo que podría haber sucedido de haberse alterado determinados acontecimientos o decisiones. Lo hace en referencia a cuestiones vinculadas con el desarrollo general del conflicto y poniendo a su personaje como centro del razonamiento. Uno de los ejemplos más claros es con motivo de analizar la graduación de Díaz: si hubiese tenido una jerarquía más alta al comienzo del conflicto, otro hubiera sido el resultado67 pues no lo creía capaz de cometer los desatinos en que incurrieron otros oficiales. La descripción de la muerte de Díaz está, como el resto del texto, rodeada de artificios literarios.68 Godoy evoca las emotivas palabras que emitió el moribundo -asegurando que siempre había procurado servir a la patria bajo sus órdenes-, y las contrasta con la pasividad y silencio del Presidente69, más preocupado por perder a un oficial eficiente que por la desaparición de la persona. El autor emite algunas críticas explícitas referidas a ciertos comportamientos y actitudes de los aliados en ocasiones concretas. Comenta, por ejemplo, que en 1869 visitó el cementario de Asunción70 y vio los resultados de la profanación cometida por los vencedores que habían ocupado y saqueado la ciudad. También censura la tradición adquirida por el gobierno argentino a comienzos de la década de 1890, de celebrar los aniversarios de las batallas de la guerra.71 En raras ocasiones se refieren las fuentes utilizadas.72 A Godoy no le interesaba la exactitud sino la impresión dramática del relato, a efectos de trasmitir a los lectores su particular manera de interpretar el pasado. Coincide con Decoud en concebir a la Historia como un tribunal ante el que desfilan los principales protagonistas de los acontecimientos. Sus exposiciones en relación a la conducta de los mismos adquieren el carácter de alegato forense. 67

Cf. GODOY, Monografías…, p. 85. Cf. GODOY, Monografías…, pp. 93-97. 69 “Si López hubiese sido hombre de verter lágrimas en presencia de los padecimientos humanos, la hubiera seguramente derramado sobre la tumba del general Díaz; mas él había nacido a prueba de este género de sensibilidades, que en su concepto no pasaba de reprochable debilidad, indigno de un espíritu fuerte. No la tuvo para la muerte de su propio padre, ni las aflicciones y sollozos de sus hermanas, ni ante la sentencia capital de sus hermanos y cuñados, ni la desesperación de la que le dio el ser, ni el exterminio de la patria, ni el sacrificio de sus hijos. Su corazón desafiaba en insensible dureza el temple del pulido diamante” (GODOY, Monografías…, p. 102). 70 Cf. GODOY, Monografías…, p. 105. 71 Cf. GODOY, Monografías…, pp. 33-34. 72 Cf. GODOY, Monografías…, notas, pp. 77, 100, 108. 68

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En el texto López y Mitre. Conferencia de Yataiti-Corá, encontramos interesantes retratos biográficos y psicológicos de ambos líderes. Los pormenores de la entrevista -sus antecedentes, desarrollo e incluso el marco natural en que se produjo- están descriptos de manera cadenciosa y detallada. No se explicitan las fuentes utilizadas para la reconstrucción del evento, la imaginación de Godoy jugó un rol fundamental en la misma. Expone en forma de diálogo los contendios de la entrevista, los propósitos de López de negociar la paz y la condición impuesta por Mitre para efectivizarla, su retiro del poder. El acontecimiento se presenta como una instancia excepcional, de encuentro entre dos caballeros que, una vez finiquitado el asunto, conversaron amablemente sobre libros y cuestiones culturales –brindando “con exquisito rhum, de la bodega del mariscal López” 73-, ajenos al tiempo y a la gravedad de los asuntos que los habían reunido. El clivaje civilización-barbarie aparece claramente expresado en las virtudes de Mitre (individuo de origen humilde que logró, gracias a su esfuerzo e inteligencia, las más altas dignidades) y en los vicios de López (un autócrata que recibió el poder por herencia). Godoy coteja a los protagonistas en todos los aspectos posibles: personalidad, recursos y procedimientos por los cuales lograron encumbrarse en sus respectivos países, modelos y estilos de gobierno. Pero destaca particularmente: a) el carácter democrático y liberal del argentino, su respeto por las normas, contrapuesto con el despotismo del paraguayo, sin parangón en la historia; y b) la magnitud intelectual de Mitre (autor de un sinnúmero de obras, bibliófilo, erudito) con la absoluta esterilidad creativa de López. El autor logra un profundo ensayo de introspección psicológica de los personajes. Más allá de la versosimilitud de sus apreciaciones y/o de la corrección de sus jucios –muy sesgados por su posicionamiento ideológico- vale resaltar el esfuerzo realizado por entender la esencia última de Mitre y López -sus miedos y esperanzas, certezas e incertidumbres- y explicar las razones de sus procederes. Una de las instancias en que esto se puede apreciar mejor es en referencia a la nula productividad intelectual de López, debida no tanto a carencia de talento -que lo poseía en una medida razonable debido a los viajes realizados y al “manejo cotidiano de los negocios públicos”74-, sino a un factor fundamental, la educación recibida, que “había impreso en su conciencia y su carácter ideas que no respondían a las corrientes dominantes del siglo en que estaba llamado a actuar”.75 La creación intelectual no le interesaba, la desdeñaba, persuadido de

73

GODOY, Monografías…, pp. 143. GODOY, Monografías…, p. 130. 75 GODOY, Monografías…, p. 131. 74

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que su gloria surgiría exclusivamente en las esferas política y militar. Su formación y mentalidad eran de carácter autoritario y de corte feudal/colonial; surge, de manera suybyacente, una identificación no explicitada con el otro tirano a quien Mitre había combatido, Juan Manuel de Rosas. El análisis caracterológico del déspota paraguayo coincide plenamente con los retratos del dictador argentino realizados por los unitarios que lo combatieron con la pluma y la espada. Godoy condena a López -particularmente luego de Curupaity, cuando fue incapaz de negociar la paz- y lo demoniza ante la posteridad. Profetiza el olvido de su memoria por parte de las generaciones futuras, que reconstruirían al Paraguay por la senda del “progreso y la civilización”.76 Exalta la figura de Mitre, émulo de Washington, “primera personalidad americana de su tiempo”77 y precursor de la grandeza de Argentina.

Conclusión

Juan Silvano Godoy y José Segundo Decoud fueron los articuladores de los principales discursos históricos del Paraguay posbélico. Sus interpretaciones estuvieron formuladas en función de los problemas de su tiempo, para avalar propuestas políticas y legitimar una ideología de cuño liberal. Pretendieron imponer una “historia oficial” que tuvo carácter efímero pues en la década de 1880 comenzó a mostrar signos de erosión78 y entró en crisis en el entorno de 1900. La elementalidad del modelo interpretativo utilizado -basado en un esquema maniqueo de lucha de principios antagónicos de civilización y barbarie y en los ideales del proyecto regenerador-, está relacionado con el carácter periodístico de varios de los textos de referencia y la militancia política de sus autores. Son contribuciones de carácter protohistoriográfico en las que se pretendía reconstruir el pretérito desde una perspectiva ensayística y prescindiendo de fuentes primarias.

76

GODOY, Monografías…, p. 145. GODOY, Monografías…, p. 129. 78 Cf. CAPDEVILA, Una guerra total…, p. 181. 77

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