\"Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)\".

SPAL MONOGRAFÍAS XVIII IMAGeN y cuLtO eN LA IbeRIA PReRROMANA II: Nuevas lecturas sobre los pebeteros eN forma de cabeza femeNiNa

M. cRuz MARÍN cebALLOS ANA M. JIMéNez FLOReS (cOORdINAdORAS)

• SECRETARIADO DE PUBLICACIONES

IMAGEN Y CULTO EN LA IBERIA PRERROMANA II: NUEVAS LECTURAS SOBRE LOS PEBETEROS EN FORMA DE CABEZA FEMENINA

m. cruz marín ceballos ana m. JIménez flores (coordInadoras)

Imagen y culto en la IberIa prerromana II: nuevas lecturas sobre los pebeteros en forma de cabeza femenIna

SPAL MONOGRAFÍAS Nº XVIII

Sevilla 2014

Colección: Spal Monografías Núm.: XVIII

comIté edItorIal: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector) Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª. del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla. Cofinanciado por el Proyecto HAR2011-27257 del Ministerio de Economía y Competitividad. Motivo de cubierta: Pebetero en forma de cabeza femenina procedente de Guadalhorce-San Julián (Churriana, Málaga) © SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2014 Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web: © DE LOS TEXTOS, LOS AUTORES 2014 © M. CRUZ MARÍN CEBALLOS, ANA M. JIMÉNEZ FLORES (COORDS.) 2014 Impreso en España-Printed in Spain Impreso en papel ecológico ISBN: 978-84-472-1546-1 Depósito Legal: SE 1072-2014 Impresión: Kadmos

A María José Pena

ÍNDICE

Introducción M. Cruz Marín Ceballos .....................................................................................

11

Pebeteros en forma de cabeza femenina en la Contestania. Estado de la cuestión y perspectivas de estudio Feliciana Sala Sellés y Enrique Verdú Parra ......................................................

19

Pebeteros en forma de cabeza femenina procedentes de los territorios malacitanos Bartolomé Mora Serrano y Ana Arancibia Román ............................................

35

El yacimiento de es Rafal (puig d’en Valls, Eivissa) y dos pebeteros en forma de cabeza femenina Josep M. López Garí, Ricard Marlasca Martín y M. José Escandell Torres ......

61

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza) M. Cruz Marín Ceballos, María Belén Deamos, Ana M. Jiménez Flores, Jorge H. Fernández Gómez, Ana M. Mezquida Ortí y Frédérique Horn .....................

85

Les brûle-parfums carthaginois et leur originalité Zohra Chérif .......................................................................................................

115

La question de l’influence sarde sur les brûle-parfums à figure féminine découverts en péninsule Ibérique Frédérique Horn .................................................................................................

127

Puntualizaciones sobre los “pebeteros en forma de cabeza femenina” tardopúnicos. A propósito de un hallazgo reciente Ana M. Niveau de Villedary y Mariñas y Marcos A. Martelo Fernández ........

155

Acerca de un pebetero indígena del cortijo de La Negra (El Puerto de Santa María, Cádiz) Ester López Rosendo y Ana M. Niveau de Villedary y Mariñas .......................

173

Apéndice: El posible epígrafe neopúnico del pebetero del cortijo de La Negra José Ángel Zamora López ............................................................................

195

Un pebetero en forma de cabeza femenina inédito del Museo Arqueológico de Sevilla Ana M. Jiménez Flores y Manuel Camacho Moreno .........................................

197

Estudio arqueométrico de algunos pebeteros con forma de cabeza femenina del Mediterráneo occidental Carlos P. Odriozola.............................................................................................

215

Bibliografía ..............................................................................................................

229

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)*

M. Cruz Marín Ceballos María Belén Deamos Ana M. Jiménez Flores Universidad de Sevilla

Jorge H. Fernández Gómez Ana M. Mezquida Ortí

Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera

Frédérique Horn

Antiguo miembro investigador de la Casa de Velázquez, investigadora asociada al Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS, UMR 7041 ArcScAn)

Situada en un paraje montañoso al NE de la isla de Ibiza, a 1,5 km de la cala de San Vicente, la cueva de es Culleram alberga uno de los más importantes santuarios púnicos del Mediterráneo occidental1. La pequeña placa de bronce con inscripción neopúnica del siglo II a.C. (Hispania 5; CIS I, 251; KAI5 n.º 72 B), hallada en una escombrera próxima, nos asegura que dicho santuario estuvo consagrado a la diosa Tinnit “poderosa * Este trabajo se ha elaborado como actividad del Proyecto de Investigación Religio Phoenicia Occidentalis (HAR 2011-27257), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, y del grupo de investigación HUM-650 del PAIDI. Durante varios años, sus autores hemos participado en el proyecto HUM 2007-63574, con el título “Tinnit en Ibiza: la cueva de es Culleram”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, con el fin de proceder a la catalogación y estudio de los materiales de la cueva. Un primer avance de los resultados puede verse en Marín, Belén y Jiménez 2010: 133-157. Actualmente se está concluyendo una monografía. Agradecemos a E. Conlin la realización de los dibujos que ilustran este texto, y a M. L. de la Bandera y L. Abad su asesoría en temas de su especialidad. Igualmente estamos agradecidos al personal del MAN, del MAC y del museo del Cau Ferrat por el apoyo prestado. 1. El yacimiento fue excavado en su mayor parte entre los años 1907 y 1916. Los arqueólogos fueron J. Román y Calvet, C. Román y Ferrer, A. Pérez Cabrero y A.Vives y Escudero (Román y Ferrer 1913; Vives 1917). Posteriormente, se continuaron los trabajos entre 1965 y 1968 (De Fortuny 1969; Almagro Gorbea y De Fortuny 1971), y, por último, J. Ramón realizó una labor de limpieza estableciendo una planimetría más precisa (1982 y 1985).

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y Gad” (Lipiński 1983: 158-159)2, epíteto este último que subraya su carácter de divinidad políada, seguramente de la ciudad de Ibiza, cuyo límite territorial parece señalar el santuario (Marín et al. 2010: 151-152). En cuanto al material hallado en la cueva, aparte de abundantes huesos, restos de sacrificios de animales (Morales 2003), estaba constituido por cerámica, objetos de metal, monedas, alguna pieza de oro y, excepcionalmente, otras en piedra y marfil. No obstante, la inmensa mayoría son figuras de terracota de tipología muy variada, depositadas como exvotos. Dispersas por varios museos de la Península e islas Baleares, han sido clasificadas en varios grupos entre los cuales el primero por su importancia numérica (967 ejemplares, 84 % del total) es el de las figuras acampanadas, que constituyen el tipo característico de este santuario, y que consideramos representación figurada de la diosa Tinnit; el grupo 2 está formado por 7 figuras femeninas entronizadas; el 3 por un heterogéneo conjunto de terracotas cuyo denominador común es la ausencia de cubrición posterior, por lo que lo hemos denominado “de molde simple”, al que se adscriben 47 ejemplares; un cuarto grupo incluye los pebeteros en forma de cabeza femenina de los que conocemos la existencia de 12 piezas más o menos completas, dos de ellas perdidas, más 7 fragmentos que pudieran o no corresponder a otros tantos individuos; y, finalmente, existe un quinto grupo formado por 8 piezas, que aglutina figuras de tipología muy variada, también de producción local, como la mayoría de las series citadas3. Las siguientes páginas se dedican al estudio de los pebeteros en forma de cabeza femenina que conforman el grupo 4. 1. catálogo4 Las piezas se han ordenado por los diferentes museos donde se encuentran y por la importancia numérica de los ejemplares existentes en cada uno de ellos5.

2. La placa está grabada por ambas caras. El epígrafe a que nos referimos está en la cara B, mientras que el de la cara A (Hispania 2; KAI5 n.º 72 A) es más antiguo y algunos autores piensan que podría no tener vinculación en origen con este santuario (Delcor 1978: 32-33, 37; Lipin´ski 1983: 158). 3. No obstante, existen dudas sobre la pertenencia a es Culleram de algunas piezas, por lo que este cómputo no tiene carácter definitivo. Las siglas utilizadas para los museos son las siguientes: CF = Museo Arqueológico del Cau Ferrat (Sitges); MAC = Museo de Arqueología de Cataluña (Barcelona) (Museu d’Arqueologia de Catalunya); MAEF = Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera (Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera); MAN = Museo Arqueológico Nacional (Madrid); MLLUC = Museo del Santuario del Lluc (Mallorca) (Museu del Santuari de Lluc). 4. En la bibliografía de cada pieza se enumeran solamente las obras en las que se las cita expresamente incluyendo algún comentario, no aquellas en las que solo aparecen como ilustración. 5. Se han eliminado del catálogo los ejemplares siguientes: MAEF 1758, incluido por Aubet en su estudio (1969: 35), que procede en realidad de la necrópolis del puig des Molins, según afirma Román y Calvet (1906: lám. XVII, n.º 5). También prescindimos de la pieza n.º 745 del Museo de Alcoy, procedente del santuario ibérico de La Serreta (excavaciones de Visedo), que por razones desconocidas fue incluida por Tarradell y Font (1976: 14, fig. 14) entre las piezas ibicencas del Museo del Lluc y luego por Fernández et al. (2007: 86) entre los pebeteros de es Culleram.

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museo arqueológico de ibiza y formentera (museu arqueològic d’Eivissa i formentera): maEf 1. MAEF 1764. Pebetero en forma de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. En la parte posterior presenta un orificio de 2 cm de diámetro. Representa una cabeza femenina de rasgos helenísticos con el cabello dividido en dos por una raya en medio y las guedejas recogidas con una cinta hacia atrás, conservando en el rostro restos de un engobe blanquecino. Los rasgos de la cara son poco nítidos, aunque se puede apreciar la nariz recta, los ojos y la boca pequeña. El kalathos, de 1,9 cm de altura, conserva restos de decoración pictórica a base de líneas triangulares verticales en tono rojizo. Lleva pendientes globulares que conservan restos de pintura roja. En los cabellos quedan restos de color negro. Debajo del pendiente del lado derecho vemos, dibujado en rojo, el motivo rectangular alargado que en otros ejemplares se representa en relieve y que generalmente interpretamos como el velo. La cazoleta superior presenta un solo agujero central. En la base puede observarse un ligero engrosamiento en la parte central que evocaría el broche o fíbula habitual (Fig. 1). La pasta es de color ocre claro amarillento (Munsell 10YR 6/4). Dimensiones: 11,13 cm de altura, 7,1 cm de diámetro de la cazoleta y 5,5 cm de diámetro en la base. Bibliografía: Muñoz 1963: 22; Aubet 1969: 35; Aubet 1982: lám. XXV, grupo IV, 1B, 1; Almagro 1980a: 251-252, lám. CLXXXII, 1.

Fig. 1. Cat. 1: MAEF 1764. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera.

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2. MAEF 6943/1. Fragmento correspondiente al borde superior del kalathos torreado de un pebetero de cabeza femenina (Fig. 2, 1). Pasta de color ocre claro (Munsell 7.5YR 7/6). Conserva restos de engobe blanquecino. Apareció en la excavación que Almagro y De Fortuny realizaron en 1968, pero no fue identificado como fragmento de pebetero. Dimensiones: 2,9 cm de altura conservada, 4,2 cm de ancho. Bibliografía: Almagro y De Fortuny 1971: 23, lám. VII, 1; Marín 2007b: 110, lám. I, 2.

Fig. 2. 1. Cat. 2: MAEF-6943/1; 2. Cat. 3. MAEF 6943/2; 3. Cat. 4. MAEF 6943/3. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera.

3. MAEF 6943/2. Fragmento correspondiente al borde superior del kalathos torreado de un pebetero de cabeza femenina (Fig. 2, 2). Conserva restos de engobe blanquecino en ambos lados. Pasta de color ocre claro (Munsell 5YR 7/4). Apareció en la excavación que Almagro y De Fortuny realizaron en 1968, pero no fue identificado como fragmento de pebetero. Dimensiones: 6,5 cm de altura conservada, 6 cm de ancho. Bibliografía: Almagro y De Fortuny 1971: 23, lám. VII, 2; Marín 2007b: 110, lám. I, 2. 4. MAEF 6943/3. Fragmento de parte del kalathos torreado de un pebetero de cabeza femenina y del cabello (Fig. 2, 3). Conserva restos de engobe blanquecino. Pasta de color ocre claro (Munsell 7.5YR 7/4). Apareció en la excavación que Almagro y De Fortuny realizaron en 1968, pero no fue identificado como fragmento de pebetero. Dimensiones: 5,4 cm de altura conservada, 8 cm de ancho. Bibliografía: Almagro y De Fortuny 1971: 23, lám. VII, 3; Marín 2007b: 110, lám. I, 2.

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5. MAEF 6943/6. Fragmento correspondiente a las hojas que adornan el cabello de un pebetero en forma de cabeza femenina (Fig. 3, 1). Pasta de color marrón grisáceo (Munsell 10YR 8/5). Excavación de Almagro y De Fortuny en 1968. Dimensiones: 5,2 cm de altura, 4 cm de ancho. Bibliografía: Almagro y De Fortuny 1971: lám. VII, 6.

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Fig. 3. 1. Cat. 5: MAEF 6943/6; 2. Cat. 10: MAEF 10200/71. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera.

6. MAEF 6992/1. Fragmento de cazoleta superior que cierra el kalathos de un pebetero (Fig. 4, 1). Conserva dos orificios. Pasta de color ocre (Munsell 10YR 7/3). Excavaciones de Almagro y De Fortuny. Dimensiones: 4,3 x 3 cm de ancho conservado. Bibliografía: Inédito. 7. MAEF 6992/2. Fragmento de la cazoleta que cierra el kalathos de un pebetero (Fig. 4, 2). Conserva un orificio y parte de dos más. Pasta de color beige (Munsell 10YR 7/3). Excavación de Almagro y De Fortuny. Dimensiones: 3,5 cm de ancho. Bibliografía: Inédito. 8. MAEF 8386. Pebetero de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. La figura femenina, de rostro muy gastado, se peina con guedejas hacia atrás sujetas con una cinta y se cubre con kalathos muy abierto en su parte Fig. 4. 1. Cat. 6: MAEF 6992/1; 2. Cat. superior (Fig. 5). Como nota característica 7: MAEF 6992/2. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera. mencionaremos el motivo en cadeneta que separa el cabello del kalathos. Lleva pendientes de bola. La cazoleta del kalathos tiene un solo orificio. Está roto en su parte inferior, faltándole buena parte de la base. Pasta de color ocre amarillento (Munsell 10YR 7/3). Dimensiones: 10,2 cm de altura conservada. Bibliografía: inédito. 9. MAEF 10200/70. Fragmento de la parte posterior y de la base de un pebetero de cabeza femenina. Por detrás conserva parte del orificio de aireación y en la cara anterior se aprecian líneas horizontales que podrían corresponder al collar que llevan algunos ejemplares en el cuello, o quizás parte de los pliegues de la túnica (Fig. 6). Pasta de color ocre claro (Munsell 10YR 7/4). Excavaciones de Ramón en 1981. Dimensiones: 11,2 cm de altura conservada, 7,3 cm de anchura máxima. Bibliografía: Ramón 1985: 237, nº 16, lám. III, 8.

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Fig. 5. Cat. 8: MAEF 8386. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera.

Fig. 6: Cat. 9: MAEF 10200/70. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera.

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10. MAEF 10200-71. Aplique en forma de hoja de parra con varios orificios que debió decorar el cabello de la cabeza femenina, al que se adheriría con un poco de barro (Fig. 3, 2). Pasta de color anaranjado (Munsell 7.5YR 7/4). En el momento de su hallazgo conservaba restos de pintura negro-azulada en el anverso. Excavaciones de Ramón en 1981. Dimensiones: 4 cm de altura, 3,5 cm de anchura máxima. Bibliografía: Ramón 1985: 237-238, lám. III, 7. museo de arqueología de cataluña (barcelona) (museu d’arqueologia de catalunya): mac 11. MAC 8651. Pebetero de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. En la parte posterior presenta un orificio de 1,7 cm de diámetro. Representa una cabeza femenina con kalathos de 2,7 cm de altura, sin decoración. El cabello se divide en dos por una raya en medio y se recoge hacia atrás con una cinta en guedejas separadas. Los rasgos del rostro están muy desgastados, presentando ojos almendrados, nariz recta y boca pequeña. Cara y barbilla tienen aspecto redondeado. La cazoleta superior que cierra el kalathos presenta cinco perforaciones y no hay rastros de fuego. Lleva pendientes en forma de bola y velo. Pueden observarse dos orificios en la nariz, probablemente para uso del nezem. En el cuello presenta 3 líneas horizontales paralelas en relieve que representan la túnica que se sujeta con un broche central, apenas perceptible (Fig. 7). Conserva restos de pintura roja por algunas zonas. Pasta de color ocre claro (Munsell 7.5YR 7/4). Dimensiones: 12,7 cm altura, 8,2 cm diámetro del kalathos y 7,1 cm diámetro en la base. Bibliografia: Muñoz 1963: 21; Aubet 1968: 35; Almagro 1980a: 252-253, lám. CLXXXIII, 2; Aubet 1982: lám. XXV, grupo IV, 1B, 2. 12. MAC 8653. Pebetero de cabeza femenina, fabricado mediante molde bivalvo. El de la parte posterior presenta un orificio, bajo el cual lleva

Fig. 7. Cat. 11: MAC 8651. Foto: Proyecto es Culleram.

Fig. 8. Cat. 12: MAC 8653. Foto: Museu d’Arqueologia de Catalunya.

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inciso ante coctionem un símbolo o signo gráfico que se asemeja a nuestra letra A. Representa una cabeza femenina con el cabello dividido en dos por una raya en medio y recogido hacia atrás en guedejas separadas. Los rasgos del rostro están muy desgastados, pero aún así puede apreciarse la boca y la nariz (Fig. 8). Presenta un kalathos sin decoración y solo un orificio en la cazoleta. Se adorna con pendientes globulares y se cubre con velo. Pasta de color amarillento (Munsell 2.5Y 7/4). Dimensiones: 11,7 cm altura, 7,1 cm de diámetro de la cazoleta y 6,2 cm de diámetro en la base. Bibliografía: Muñoz 1963: 21; Aubet 1969: 35; Almagro 1980a: 253, sin foto, aunque suponemos que es la que publica como B.-s/n. 13. MAC 8660. Según García y Bellido se trata de un pebetero, lo que no ha podido ser comprobado al encontrarse perdido desde hace años. Ofrece rasgos distintos de todos los demás. Representa una cabeza femenina de buen arte, de claras evocaciones helénicas, tocada con un kalathos liso de mediana altura y con el cabello dividido en dos por una raya en medio y recogido hacia atrás en guedejas onduladas. Sobre el cabello lleva una cinta que se enlaza en un nudo central. El rostro es de rasgos correctos, con ojos almendrados, nariz recta y boca que marca un leve rictus de tristeza. Está fragmentada en su parte inferior. En el lado inferior izquierdo, junto al cuello, parece apreciarse en la fotografía el velo que forma una especie de aleta (Fig. 9). Dimensiones: 19 cm de altura conservada. Bibliografía: García y Bellido 1936: 133, lám. XCIII; Id. 1948: vol. II, 192; Aubet 1969: 36, n.º. 1; Aubet 1982: 32, lám. XXVI, 1; Almagro 1980a: 254, lám. CLXXVIII, 4.

Fig. 9. Cat. 13: MAC 8660. Foto: García y Bellido 1936: lám. XCIII.

museo del santuario del lluc (mallorca): mlluc 14. MLLUC A-0179. Pebetero de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. En la parte posterior presenta un orificio de aireación de 2 cm. Representa una cabeza femenina de rasgos casi perdidos, destacando únicamente la nariz, con el cabello

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Fig. 10. Cat. 14: MLLUC A-0179. Foto: Museu del Santuari de Lluc.

peinado con raya en medio y guedejas recogidas hacia atrás. Presenta un kalathos bajo sin decoración y un solo orificio en la cazoleta superior. Conserva restos de un engobe blanquecino en diversos puntos de la cabeza. Para compensar el mal estado del molde se ha dibujado con pintura de color rojo el borde del cabello y en el cuello algo que podría ser un collar, con un pequeño colgante. Así mismo aparece silueteada la tira lateral que suponemos representa el velo (Fig. 10). Pasta de color ocre claro amarillento. Dimensiones: 10,32 cm de altura, 6,7 cm de diámetro en la base y 7,4 cm de diámetro de la cazoleta. Bibliografía: Tarradell y Font 1976: fig. 13; Almagro 1980a: 252, lám. CLXXXII, 3-46. 15. MLLUC A-0180. Pebetero de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. La parte anterior representa una cabeza peinada con guedejas separadas hacia atrás y kalathos decorado con dos espigas afrontadas y tres frutos redondos. El cabello se decora con hojas y frutos en relieve y va cubierto con un velo que le cae a los lados. En el cuello se distingue el clásico broche que parece sujetar la túnica representada mediante unas líneas incisas. Lleva pendientes en forma de racimo. Le falta la parte superior y lateral izquierda del kalathos y la mitad de la parte posterior de la figura, así como un fragmento de la base por el lado posterior derecho. Conserva restos de 6. Almagro (1980a: 250) afirma que este pebetero es de es Culleram y a continuación, en nota 5, da la referencia de Román y Ferrer 1913, lám. LIV y LV que no coincide con esta pieza sino con MAEF 1764.

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engobe blanco y pintura negra en el rostro, de color rojo en el pelo, lados y base, y de tonalidad azul en la zona del cuello (Fig. 11). Pasta de tonalidad ocre claro. Dimensiones: 16,5 cm de altura y 8,5-9,5 cm de diámetro aproximado de la cazoleta. Bibliografia: Román y Ferrer 1913: lám. LIII; Tarradell y Font 1976: 14, fig. 12; Almagro 1980a: 250, lám. CLXXIX, 2; Aubet 1982: lám. XXV, grupo IV, 1A, 1. museo arqueológico del cau ferrat (sitges): cf 16. CF 31233. Fragmento de un pebetero que corresponde a la parte anterior de la cabeza de una figura femenina. Está hecho a molde con pasta de textura compacta y bien cocida, coloración rojiza (Munsell 10R 6/6) y superficie exterior ocre con restos de una fina película blanquecina. El buen estado de la matriz utilizada permite apreciar con definición los rasgos faciales: ojos almendrados de gran tamaño, nariz bien perfilada con fosas nasales marcadas, labios gruesos y hoyuelo en el mentón. Lleva el pelo peinado en ondas hacia atrás a ambos lados de la cara y sujeto con una triple cinta. Se cubre con un kalathos adornado con rosetas de seis pétalos y botón central, posiblemente comprendido en el mismo molde, pues no se aprecian rebabas ni ningún otro signo indicativo de haber sido aplicado a mano. Aunque falta todo el reverso, conserva parte de una placa de arcilla, con la superficie superior convexa y un pequeño orificio circular, que acoplada en la parte interior hueca de la pieza, a la altura de la frente, transformó una figura acampanada de rasgos tipificados en un singular quemador de sustancias aromáticas único en su género (Fig. 12). No obstante, como sucede con frecuencia, no se aprecian trazas de combustión que garanticen que se llegara a usar con esta potencial función. Dimensiones: 7,5 cm altura, 5,3 cm de ancho y 5,7 cm de diámetro en la cazoleta. Bibliografía: Román y Ferrer 1913: lám. LXXV, 1ª izquierda; Aubet 1969: 22; Almagro 1980b: 176, lám. CIX, 3. 17. CF 31250. Pebetero de cabeza femenina fabricado mediante molde bivalvo. No se conserva la parte superior del kalathos, parte del lado posterior superior y de la base en su lado izquierdo. El rostro muestra rasgos muy difuminados, aunque la matriz debió ser de buena calidad. Del mismo modo el cabello ha quedado reducido a unos abultamientos, quizá porque en el original se adornaba con hojas y frutos, y el velo, coloreado de rojo, le cae a ambos lados del cuello. Se observan también restos de pintura en tono rojo en rostro y cabello (Fig. 13). Está bien marcada la fíbula que cierra la túnica en el cuello. Pasta de color ocre (Munsell 2.5YR 6/4) y restos de engobe blanco. Dimensiones: 13,6 cm de altura, diámetro en la base 7,5 cm. Bibliografía: Román y Ferrer 1913: lám. LVI; García y Bellido 1952: lám. 356, 2; Almagro 1980a: 250-251, lám. CLXXXIX, 2; Aubet 1982: lám. XXV, grupo IV, 1A, 2.

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)

Fig. 11. Cat. 15: MLLUC A-0180. Foto: Museu del Santuari de Lluc.

Fig. 12. Cat. 16: CF 31233. Foto: Proyecto es Culleram.

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museo arqueológico nacional (madrid): man 18. MAN 1923/60/4827. Pebetero de cabeza femenina fabricado con molde bivalvo. Muestra facciones poco definidas pero no obstante presenta algunos rasgos característicos: la longitud del busto, mayor que en la mayoría de las piezas, el borde del escote de la túnica en V, con un engrosamiento en el centro. El cabello se peina con raya en medio y queda abultado sobre la frente. El kalathos se divide claramente en dos partes, la inferior se decora con un relieve muy gastado en el que se pueden apreciar dos aves afrontadas de gran tamaño, y presenta dos aletas laterales. Sobre este va otro cuerpo superior de cierta altura y volumen. La cazoleta superior no presenta ningún orificio (Fig. 14). Ha sido restaurado, faltándole algunos fragmentos. Pasta ocre anaranjada (Munsell 5YR 6/4). Dimensiones: 15,6 cm de altura, 7 cm de diámetro aproximado en la cazoleta. Bibliografía: Almagro 1980a: 253, lám. CLXXXIII, 3; Almagro 1980b: n.º 122, p. 104, lám. LXIX. sin localizar 19. Fragmento de un pebetero de cabeza femenina. Conserva la parte inferior de la cara y el cuello, a cuyos lados puede observarse el velo y los pendientes de racimo. Es de notar el volumen considerable del borde de la túnica, representado por cuatro líneas incisas, y del broche que la cierra (Fig. 15). Bibliografía: Román y Ferrer 1913: lám. LXXVII; Almagro 1980a: 253, lám. CLXXXIII, 1. 2. Estudio tipológico No es nuestra intención establecer una nueva tipología de las piezas de es Culleram, contribuyendo así a complicar aún más el panorama de la clasificación tipológica de los pebeteros en forma de cabeza femenina8. No obstante, para el estudio del material se hace imprescindible distinguir varios grupos. Hemos procurado pues adaptarnos en la medida de lo posible a los tipos generales ya establecidos, aunque, como se verá, se habrá de hacer referencia a piezas cuyas características no están contempladas en ninguno de ellos.

7. Antes 36.113. Este ejemplar se cuenta entre las piezas que constan en las fichas del MAN como procedentes de es Culleram, pero que sin embargo no son mencionadas ni por Román y Ferrer (1913) ni por Vives (1917), obras que se consideran básicas para la atribución de materiales a dicho yacimiento. M. J. Almagro (1980b: 104) dice que “procede seguramente de es Culleram”. Pese a nuestras pesquisas, no ha sido posible saber en qué documentación se basa la información de las fichas del museo. 8. Con razón Pena advierte “es revelador que, sin previo acuerdo, casi todos hemos dejado de hacer tipologías. Quizás porque hemos tomado conciencia de la gran variedad de tipos que pueden darse en un mismo lugar y de lo repetitivos que pueden ser en otros yacimientos. A excepción del omnipresente tipo I, es muy difícil establecer una tipología general en la que pudieran incluirse todos los ejemplares conocidos” (2007: 30).

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)

Fig. 13. Cat. 17: CF 31250. Foto: Proyecto es Culleram.

Fig. 14. Cat. 18: MAN 1923/60/482. Foto: Proyecto es Culleram.

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Fig. 15. Cat. 19: Sin localizar. Foto: Román y Ferrer 1913: lám. LXXVII.

Las principales clasificaciones al uso son, en primer lugar, la de A. M. Muñoz, que fue la primera estudiosa que se ocupó monográficamente de estas piezas (1963). Ella distinguía 6 tipos, enumerados de la A a la F, aunque posteriormente y contando con un número considerablemente mayor de piezas M. J. Pena (1990) barajó 5 tipos, que más tarde (1991) redujo a 4. En su reciente estudio de las terracotas de la península ibérica, F. Horn (2011) ha tratado de conjugar estas clasificaciones con su propio conocimiento del material, distinguiendo a su vez 4 tipos que diferencia, básicamente, por la decoración o no del kalathos y por la ausencia/presencia de aletas. En nuestro estudio nos referiremos a estas clasificaciones en relación con las piezas procedentes de es Culleram (Tabla 1).

grupo 1 En este grupo englobamos el que Muñoz definió como tipo A, Pena como I y Horn como P.1 y P.39. Es sin duda el tipo más común, aunque no en es Culleram, a juzgar por el registro disponible. En términos generales se caracteriza por llevar un peinado que se adorna con hojas de formas diferentes y frutos redondos, comúnmente en número de tres. El kalathos se divide en dos partes, la inferior más ancha y la superior, que forma una especie de cornisa. La decoración del kalathos, característica de este tipo, se sitúa en esa parte inferior y consiste en dos espigas afrontadas, entre las que podemos ver un grupo de tres frutos, como los del cabello. Esas espigas tienen en su parte superior una pequeña hojita que se separa levantándose hacia arriba. Somos de la opinión, con M. J. Pena (2007: 29-30), de que en las piezas originarias el motivo era realmente una espiga, pero con el tiempo, por deterioro de los moldes o por tratarse de producciones derivadas10, esa espiga acaba convirtiéndose en un ave indefinida, interpretándose la hojita como la cabeza. Muy probablemente, en un posible cambio de significado de la imagen representada en los pebeteros, las aves venían bien con el simbolismo del conjunto, de ahí esa confusión un tanto interesada. La figura se adorna con pendientes de racimo y a ambos lados del cuello presenta en vertical dos rectángulos alargados, en relieve más o menos marcado, que en nuestra opinión representan el velo. En la parte inferior del 9. Ambos coinciden en tener el kalathos decorado, pero el tipo P.1 no lleva aletas (Horn 2011: 36-38) mientras que el P.3 sí (ead. 2011: 39-41). 10. Es el caso de las piezas fabricadas por sobremoldeo, es decir, con moldes sacados a partir de réplicas y no de los prototipos. De la utilización de sobremoldes se obtenían productos de menor tamaño y calidad que los originales (Muller 1996: 42; 2000: 100-102). Para la equivalencia del verbo sobremoldear y sus derivados en otras lenguas europeas, véase Muller 1997: 454-455.

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cuello, correspondiente al borde del vestido, se aprecian varias líneas paralelas que confluyen en el centro en una especie de broche, botón o fíbula redonda. Otro rasgo común a la mayor parte de estas piezas son los 5 orificios que presenta la cazoleta superior. No obstante, existe una serie muy amplia de variantes, bien registradas por Horn (2011: 36-38). Perteneciente a este grupo, aunque incompleto, es MLLUC A-0180 (cat. 15, fig. 11), que reúne todos los rasgos característicos, aunque en la fotografía proporcionada por el museo es difícil observar los detalles del adorno del cabello y kalathos, que en cambio se aprecian bien en la que ofrece Román y Ferrer en su publicación (1913: lám. LIII). No lleva aletas y en el kalathos parecen representarse espigas. Aunque siempre con dudas por su carácter fragmentario, pensamos que pueda corresponder a este grupo la pieza, hoy perdida (véase cat. n.º 19, fig. 15), que publica Román y Ferrer (1913: lám. LXXVII; Almagro 1980a: 253, lám. CLXXXIII, 1). En la fotografía, aparte de los rasgos del rostro, se percibe el velo que le cae lateralmente y el abultamiento de los pendientes de racimo11. El pequeño fragmento MAEF 6943/6 (cat. 5, fig. 3, 1) debe corresponder a las hojas que adornaban el cabello de un pebetero similar, aunque es imposible determinar si llevaba aletas o no, o si pertenecía a algunas de las piezas que se han conservado incompletas. Entre las diversas variantes del tipo P.1 consideradas por Horn, entendemos que los ejemplares mejor conservados de los citados se emparentarían con su “serie Camarles” o P.1.1.1, cuya localización sitúa en la fachada mediterránea, entre Ensérune (Béziers) y Liria (Valencia)12. Los más antiguos se datarían en el siglo III a.C. Muestran un rostro ovalado, grandes ojos en almendra bordeados de una fina moldura, boca entreabierta de labios carnosos y espigas en el tocado (Horn 2011: 36-37). Es muy poco frecuente en Cartago y Cerdeña, y menos aún en Sicilia, de lo que la citada autora deduce que es originario de la Península y más concretamente de la región catalana (2011: 37). En la isla de Ibiza se han encontrado otros ejemplares de esta misma tipología, así la pieza del MAN (n.º inv.º 1924/29/3) hallada en can Pis (Almagro 1980a: 251, lám. CLXXIX, 1) y otra procedente de can Jai, en el MAEF (n.º inv.º 3403, Román y Ferrer 1921: 22-23, lám. VIII 2 a; Almagro 1980a: lám. CLXXIX, 3 y 4). Además, las publicadas en este mismo volumen por López Garí, Marlasca y Escandell procedentes del yacimiento de es Rafal en el puig d’en Valls, que probablemente haya que datar también entre el s. III y la primera mitad del II a.C. Estos autores mencionan varios ejemplares del yacimiento inédito de sa Capelleta. Las figuras femeninas de los quemaperfumes llevan generalmente pendientes de diversos tipos. En el caso de los ejemplares de la Península, Horn (2011: 48-49, fig. 6) individualiza 3 formas: racimo (43,2%), botón (8,8%) y “punta de lanza”, formada por un botón y un colgante. En nuestros ejemplares están documentados solo los dos primeros. Esta variedad responde en realidad a las diferencias entre los tipos de pebeteros. Así, mientras que en el tipo I el pendiente suele ser de racimo, en el II es generalmente un botón o bola. Los pendientes de racimo de nuestro grupo 1 son todos prácticamente iguales. Están formados por un ramillete de 5 frutos redondos, repartidos en tres niveles, comenzando de arriba abajo por dos grupos de dos y rematando al final con uno solo. Este tipo de pendientes

11. Sin embargo Almagro (1980a: 253) la considera del tipo B de Muñoz. 12. No obstante, se ha encontrado en Cádiz una pieza fragmentaria que se ha datado en la segunda mitad del siglo III a.C. (Niveau de Villedary 2007: 192-194, lám. VIII).

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tiene su origen, como tantos otros, en el Próximo Oriente13, aunque tuvieron un amplio eco por el Mediterráneo a lo largo de todo el primer milenio a.C.14. También los encontramos en la península ibérica, por ejemplo en la necrópolis de Tútugi (Galera, Granada), en fechas que oscilan entre el siglo VI y el III a.C. (De la Bandera 1987: fig. 10, 384-388). En todos estos casos, trabajado en oro o plata sobre una superficie plana, el racimo, de más o menos frutos y siempre de pequeño tamaño, va adherido a un aro que se engancha en la oreja. En nuestros ejemplares no se percibe nada de esto. Un par de pendientes procedentes de la tumba “de los oros” de Canosa, datada a comienzos del siglo II a.C., presentan un racimo de características diferentes que nos recuerdan más a los de los pebeteros (Guzzo 1993: 99, 52.O.VII C 2; De Juliis 1984: 143, scheda n.º 122). En este caso los frutos se han ensartado en un cordón o hilo de manera que quedan sueltos, no adheridos a una superficie, y penden de una hoja de vid de un volumen semejante al de los propios racimos. De Juliis (ib.) destaca la rareza de este tipo, probablemente los botrydia que menciona Polux (Onomasticon 5.97.1), y enumera una serie de paralelos más o menos próximos, entre los cuales un par de piezas de Chipre, en las que el racimo estaría formado por pequeñas perlas. Nos preguntamos si este pendiente podría ir en consonancia con el adorno del cabello que caracteriza igualmente a este tipo 1. Muy probablemente este adorno, constituido por hojas y pequeños agrupamientos de tres frutos, esté representando una corona vegetal, frecuente en las figuraciones de determinadas divinidades en el mundo griego, variando estas según el carácter de la ceremonia o de la divinidad misma. Pero también podían llevarlas los sacerdotes o incluso los devotos en determinadas ceremonias (DA, voz corona, 1525). En el caso de nuestro grupo 1 las hojas pueden ser de forma lanceolada o de punta redondeada. Evidentemente no son hojas de vid, aunque en el caso de la variante de apliques sí que lo son claramente. Se asemejan más a las de la hiedra común o hedera helix que en su fase reproductiva o adulta presentan hojas enteras e inflorescencias, lo que pudiera representarse con los pequeños racimos formados por tres frutos. Muy semejante a la de los pebeteros es la corona encontrada en la tumba 14.V.1934 de Tarento (Museo Archeologico Nazionale di Taranto n.º inv.º 50625, vèase fig. 2, p. 15) que está formada por hojas cordiformes y frutos de hiedra datándose, por el contexto, en el primer cuarto del siglo II a.C. (De Juliis 1984: 93, n.º 22, tipo II E). La hiedra, junto con la vid, son los productos vegetales que se relacionan con Dionisos15, con un valor simbólico de inmortalidad en el caso de la hiedra, siempre verde, de ahí que la encontremos también como motivo decorativo en las estelas del tofet de Cartago (Picard 1979: figs. 4 y 5). La combinación de la hiedra con las espigas que decoran la parte anterior del kalathos de los pebeteros es sin embargo una creación totalmente original y exclusiva de estos objetos16.

13. Maxwell-Hyslop (1974: 225-226, pl. 200) menciona un ejemplar de la tumba 605 de Tell Fara (Beth-Pelet, cerca de Gaza) denominándolo “mulberry” earring, con dataciones entre el siglo XI y el X a.C. 14. Se dan en Grecia y Chipre desde época geométrica (Becatti 1955: 182, tav. LXXV, 290 y 291) y más tarde en el ámbito greco-itálico y helenístico, donde se hacen mucho más complejos. 15. Burkert 2007: 169, 224, 301-302. Cabrera 1998: passim. Himno Homérico VII, dedicado a Dionisos, 34-43. También el tirso está cubierto de hiedra. En un aplique de marfil procedente de una tumba de la necrópolis de Sainte-Monique, en Cartago, el dios se toca con una corona de hiedra de tipo muy semejante a la de los pebeteros (Picard 1979: 83-84). 16. Recordamos aquí que R. Corzo (2007: 209-212) interpreta estas hojas y frutos como muérdago (Viscum album). La imprecisión en la representación tanto de las hojas como de los frutos, característica de este tipo de imágenes, da pie para interpretaciones diversas.

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grupo 2 Correspondería al tipo B de Muñoz, II de Pena y P.2 de Horn. Esta última ha individualizado en su estudio de las piezas del depósito de Villaricos una serie a la que denomina E, que se identificaría con este grupo (2007: 265 y 273-276, fig. 4). Los ejemplares de esta tipología presentan como rasgo más destacado la ausencia de decoración en el kalathos y en el cabello, pendientes generalmente globulares, un solo orificio en la cazoleta y tamaño menor que los del grupo 1. El rostro suele ser de aspecto delgado y el cuello mucho menos ancho que en los del grupo anterior. Pese a que muchos de ellos no parecen llevar velo, un estudio minucioso de las piezas nos demuestra que realmente algunos sí lo llevan, aunque el relieve apenas es perceptible y en varios casos simplemente se muestra silueteado en color rojo, razón por la que probablemente se ha perdido en otros. Según el estudio de Horn (2011: 38-39), los pebeteros del tipo P.2 se dan en todo el espacio ibérico, de Ampurias a Málaga, aunque su porcentaje en la Península es mucho menor que el del grupo anterior. Pebeteros de este tipo sencillo, todos ellos con pendientes globulares, los hay en Sicilia, de tipos muy variados entre sí y diferentes de nuestros ejemplares (Marín 2007a: láms. 4, 5, 6, 9). Los hay también, aunque son raros, en Cartago (Cherif l997: lám. LXXVII, n..º 68-72 y lám. LXXVIII, 73-74), y en Cerdeña (Paulilatino, véase Regoli 1991: n..º 402, 403). A este grupo pertenecerían 5 piezas de es Culleram. Una de ellas es MAEF 1764 (cat. 1, fig. 1) que reúne todos los rasgos característicos, incluido el velo, en este caso pintado en rojo. Como detalle que lo singulariza se ha de mencionar la franja de triángulos invertidos, igualmente pintados de rojo, que decora la parte superior del kalathos. Este tipo de decoración lo encontramos también en el ámbito ibérico, en ejemplares de Ensérune, Ampurias, Camarles y La Albufereta (Alicante) (Horn 2011: 47) y en algunas piezas de Cartago (Cherif 2007: 50; Cherif 1997: cat. n.º 60). Horn recuerda que se trata de una decoración típica de la cerámica ibérica pero, si es evidente que ha habido contactos, no está claro en qué dirección se han producido. MAEF 1764 correspondería al tipo E/a del depósito de Villaricos (Almería) (Horn 2007: 265). Muy semejante es una pieza de can Pis (Almagro 1980a: lám. CLXXX, 1-4, n.º inv.º 36909). Estrechamente emparentado con este, aunque peor conservado, es MAEF 8386 (cat. 8, fig. 5), que correspondería al tipo E/c de Villaricos. Como rasgo característico, en este caso, podemos observar una diadema en forma de cadeneta que separa el cabello del arranque del kalathos. También el ejemplar de La Albufereta (MARQ de Alicante, n.º inv.º NA-6012) (Fig. 16), el de mejor calidad conservado de este tipo, lleva esa diadema, por lo que se puede concluir que existe un parentesco entre ambas. La calidad de MAC 8653 (cat. 12, fig. 8) es deficiente, no pudiendo apreciarse siquiera los detalles del peinado. No obstante lo cual es evidente su pertenencia a este grupo, que tiene sus paralelos más semejantes en el depósito de Fig. 16. Pebetero procedente de la necrópolis de Villaricos que estudiara Horn (2007), y más concretamente La Albufereta: MARQ, n.º en la pieza catalogada por esta autora como C781 (MAN n.º inv.º NA-6012. Foto: Museo inv.º 1935/4 Vill/F/19). El detalle que más lo caracteriza es Arqueológico de Alicante.

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sin embargo el símbolo o letra que lleva a la espalda y que encontramos también, aunque ligeramente diferente, en otro ejemplar, muy similar, del mismo depósito de Villaricos: C780 de Horn (MAN n.º inv.º 1935/4 Vill/F/37)17. En cuanto a MAC 8651 (cat. 11, fig. 7), aunque muy emparentado con estos, presenta algunas diferencias. En primer lugar es de mayor tamaño. La forma del kalathos es muy similar, pero el peinado, representado de forma muy plana y esquemática, parece algo distinto porque no se enrolla hacia atrás sobre una cinta, sino que se separa en dos guedejas, a manera de cortinas sobre la frente, de forma parecida a un ejemplar de Cartago (Cherif 2007: 50, fig. 16). Además tiene la nariz horadada como para portar un nezem y la parte inferior del cuello muestra con nitidez los pliegues de la túnica y el broche central, que en las otras piezas se adivina pero es apenas perceptible. Puede apreciarse también con claridad el relieve del velo a los lados del cuello y tiene 5 orificios en la cazoleta superior. MLLUC A-0179 (cat. 14, fig. 10) muestra rasgos que han perdido ya todo el relieve, por ello se ha silueteado con pintura el borde del cabello, el velo y supuestamente el reborde de la túnica que, en este caso, parece más un collar del que pende un colgante central. Sus dimensiones nos muestran que pertenece a una generación posterior a los otros pebeteros semejantes a la serie E de Villaricos encontrados en la cueva, resultando por ello de gran interés, porque permite establecer una seriación del tipo a través de cinco generaciones, es decir, producciones derivadas, progresivamente de menor tamaño y calidad. La primera generación (a) estaría representada por el ejemplar Regoli tipo If (1991: 168, pl. VI) de Paulilatino (Cerdeña), con 15,4 cm de altura, y la última (e) por MLLUC A-0179 (cat. 14), con 10,3 cm. Entre ambas quedarían las restantes piezas de es Culleram incluidas en este mismo grupo, pertenecientes a las generaciones c (MAC 8651, cat. 11, con 12,7 cm) y d (MAEF 1764, cat. 1, y MAC 8653, cat. 12, con 11,2 y 11,7 cm de altura, respectivamente). El ejemplar de la necrópolis de La Albufereta, en el Museo Arqueológico de Alicante (NA-6012, fig. 16), es el mejor conservado de esta serie (11,7 cm de altura, similar a la media de los de Villaricos)18. Para Horn, MAEF 1764 (junto con el de can Pis) corresponderían al tipo E/a de Villaricos; LLUC A-0179 a una segunda generación de E.a y los de La Albufereta (NA-6012), tres ejemplares de Villaricos (MAN 1935/4 Vill/F/26, 83 y 267), Paulilatino y MAEF 8386, al tipo E/c. Cree igualmente posible que estas piezas de Ibiza hayan sido fabricadas en Villaricos, la antigua Baria (2007: 275). Como se ha indicado más arriba, los pebeteros de este grupo 2 suelen llevar pendientes globulares o, según Horn (2011: 49), en bouton. Curiosamente, piezas de este tipo no se han documentado en oro, plata o cualquier otro material, en época prerromana, aunque sí en la romana19. No obstante, pendientes muy similares a los de nuestros ejemplares son frecuentes en la estatuaria magno-greca, tanto en piedra como en terracota, desde al menos el siglo V a.C.20

17. Esta misma letra o símbolo aparece también en 10 figuras acampanadas de es Culleram, todas pertenecientes al tipo 14 de la clasificación de Aubet (1969: 17), y en una figura completa del depósito del puig des Molins (MAEF 9321-15) (véase Horn 2007: 274, nota 24). 18. Es importante anotar que, según Horn (2011: C778, 545), los pliegues de la túnica y el broche central le han sido añadidos tras la restauración. 19. Se documentan, en forma de media bola, en el siglo I d.C., permaneciendo hasta el II d.C. (Higgins 1961: 184, 6, lám. 54E). 20. Por ejemplo, las terracotas votivas de Locri (Langlotz 1968: láms. 58 y 59) y de Medma (Rotella 2005: 244245), en Calabria, y del santuario de la Malophoros en Selinunte (Mandruzzato 1990: scheda n.º 120, entre otras).

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grupo 3 Añadimos a los dos tipos clásicos uno nuevo, el constituido por aquellos pebeteros en los que la cabeza se adorna con un kalathos que se transforma en corona mural. En es Culleram solo se han encontrado 3 fragmentos de la corona, correspondientes, posiblemente, a tres piezas diferentes: MAEF 6943/1, 2 y 3 (cat. 2 a 4, fig. 2), procedentes de la excavación de Almagro y De Fortuny en 1968 (1971: 23, lám. VII). No obstante, en la ciudad de Ebusus se ha documentado un significativo conjunto de pebeteros tocados con corona mural, de entre los que destacamos por su calidad el ejemplar hallado en la avenida de España n.º 3 (Fig. 17) (Fernández et al. 1983: 7-9; San Nicolás 1987: 92, lám. XX, 2-3). Datado entre fines del siglo III y la primera mitad Fig. 17. Pebetero de la Avda. de del II a.C., este ejemplar presenta velo y diadema, y en España, n.º 3, Ibiza: MAEF 10025/ la parte inferior del kalathos las dos espigas característi- 129. Foto: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera. cas con los tres frutos en el centro. Dado que de nuestras piezas solo se conservan los apéndices que figuran las almenas o merlones, no nos es posible determinar si llevaban o no la decoración habitual en el kalathos. Los ejemplares hallados en la calle Aragón n.º 33 (Fernández et al. 2007: 85-107) son más tardíos (siglos II-I a.C.) y presentan rasgos muy diferentes a los nuestros. varios Incluimos en este apartado algunas piezas aisladas que, si bien emparentan con tipos ya conocidos, no encajan en ninguno de los grupos anteriores, más una serie de fragmentos difíciles de adscribir a tipos concretos21. Relacionados con el grupo 1 por la decoración del cabello a base de hojas y frutos, pero sin duda muy diferentes, son los ejemplares de pebeteros que A. M. Muñoz (1963: 36) identificaba como tipo D, en los que el cabello se decora con apliques de hojas de parra y racimos de uva que, a su vez, Horn denomina décorés d’abattis (2007: 277-281, figs. 10 y 11). Como bien ha visto la citada autora, estos apliques se adherían al cabello de los pebeteros mediante pastillas de arcilla conservadas en algunos ejemplares. Se documentan en La Serreta (Alcoy), Tossal de la Cala (Benidorm, Alicante), La Alcudia de Elche (Alicante) y Villaricos (Almería). Según Horn, llevarían aletas laterales y estarían todos relacionados entre sí. La hoja de parra identificada como MAEF 1020071 (cat. 10, fig. 3, 2) tiene que haber pertenecido a una pieza similar, siendo el único ejemplo conocido hasta ahora en Ibiza22. Este tipo solo se documenta pues en las provincias de Alicante y Almería, aunque ciertamente la decoración de apliques, en este 21. Se recogen como S/C (sin clasificar) en la tabla 1. 22. Correspondería al tipo P.3.2.2 de Horn (2011: 40-41).

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caso de elementos que decoraban el kalathos23, tiene paralelos en Sulcis (Campanella y Garbati 2007: 27 n.º 3, tav. III a y b) y Tharros (Moscati y Uberti 1987: 33, inv.º 2728, tav. XI, A27). Incluimos también en este grupo el ejemplar del MAN 1923/60/482 (cat. 18, fig. 14)24, muy diferente del resto de los estudiados. En primer lugar el busto es mucho más alargado, mostrando un escote en V con un pequeño engrosamiento en el centro que probablemente señale el doblez de la tela25, y parte del pecho. A ambos lados se puede observar claramente el velo o manto. La parte superior del kalathos es muy ancha y no presenta orificios en la cazoleta; en cuanto a la inferior, ofrece aletas laterales y se decora con dos aves afrontadas que se perciben con cierta dificultad por el desgaste del molde. Por otro lado, las aletas laterales, en este caso solo en la parte superior, lo relacionan con el tipo P.3.1.1 de Horn (2011: 39-40), cuyo kalathos va decorado por dos aves de grueso cuerpo sin los frutos centrales, de los que hay un buen número de ejemplares en Villaricos (Horn 2007: serie D, 265, fig. 3; Horn 2011: C805-812). Estas piezas de Villaricos tienen además en común con la nuestra el hecho de no llevar la cazoleta horadada (salvo alguna excepción como C806). Como bien recuerda Horn, este tipo no se da en Cartago. En cuanto a la Península, en los últimos años han aparecido algunos ejemplares de características semejantes, aunque no llevan decoración en el kalathos. Se trata de los pebeteros hallados en Cádiz26 y en Rincones (Rota, Cádiz)27, este último de mejor calidad, en el que puede apreciarse la misma forma del borde de la túnica con el engrosamiento central. En definitiva, parece indudable una estrecha relación del ejemplar del MAN con las piezas de Villaricos y un cierto parentesco de unos y otros con los ejemplares andaluces, en especial del área gaditana. MAC 8660 (cat. 13, fig. 9), hoy perdida, es una pieza verdaderamente singular. García y Bellido, en su Hispania Graeca (1948: vol. II, 200) afirma que se trata de un pebetero, y de la misma opinión se muestra Almagro (1980a: 254). En cambio Aubet (1963: 36, n.º 1) cree que forma parte de una figura28. No es fácil definirse en este debate sin haber podido ver la pieza y contar solo con una fotografía, pero dadas sus dimensiones (19 cm), como bien apunta Almagro, no parece probable que se trate de una figura completa y ni siquiera de un busto. Aubet aduce “la inclinación de la cabeza y los restos de un velo en la parte posterior del kalathos”, argumentos que por sí solos no bastan para negar la posibilidad de que se trate de un pebetero. A favor de esta última opción podríamos señalar la aleta que sobresale junto al lado izquierdo del cuello y que probablemente haya que ver también en el abultamiento que presenta en el lado derecho, por lo que podríamos relacionarlo con el tipo P.4 de Horn (2011: 41). El detalle del nudo que adorna la parte superior del cabello, separándolo del kalathos, no extraña en un pebetero, pues se conocen otros ejemplos, todos derivados de un uso bastante común en los bustos (Bell 1972: 23. Por ejemplo, palomas, como en un ejemplar de Villaricos (Horn 2007: fig. 11). 24. Antes 36113. Recordemos que además existen dudas sobre su pertenencia al santuario de es Culleram. 25. Este tipo de túnica lo encontramos también en Cerdeña: véase Campanella y Garbati 2007: 24, tav. IIa, datado en el siglo II a.C. 26. Piezas halladas en el horno de la calle Troilo, Niveau de Villedary 2007: serie 1, 169-173, fig. 6, lám. IV, datables en la segunda mitad del s. II a.C.; Horn 2011: C853. 27. Ferrer y Prados 2007: 124, fig. 1. Estos autores lo sitúan en un lugar llamado La Peña, pero E. Ferrer nos ha comunicado amablemente que según sus últimas informaciones en realidad procedía de este otro yacimiento, siempre en el término de Rota. 28. M. E. Aubet nos indica que no pudo verlo por encontrarse ya perdido.

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10 y nota 48), y que en última instancia no es más que el adorno central de un tipo de diadema bien documentado en la Magna Grecia y Sicilia29. Lo vemos también en dos de los pebeteros encontrados en Sicilia (Marín 2007a: láms. 3 y 8). En la Península, lo llevan varios ejemplares de Villaricos (2007: fig. 12 y Horn 2011: C849). También la cabeza encontrada en el santuario de la Luz, considerada reproducción en piedra de la imagen de los pebeteros (Lillo 1995-1996: 111-121, figs. 24 y 25; Marín 2000-2001: 195-196), adorna su kalathos con una diadema que se cierra en el centro con un nudo hercúleo. Es, por otra parte, bien conocido el valor apotropaico del nudo, y en especial del hercúleo (Plinio NH XXVIII, 17, 63-64). En nuestro ejemplar, extrañamente, la cinta se eleva a ambos lados del nudo formando una curva que recuerda a unas alas, lo que resulta insólito en este tipo de representaciones. Por lo demás, el rostro denota influencias evidentes del estilo severo y la pieza, en conjunto, resulta de una extraordinaria calidad, sobresaliendo tanto por ello como por su tamaño, entre el resto de las estudiadas. Precisamente es la presencia del nudo lo que nos lleva a datarla en el siglo III o II a.C. (Bell 1972: 10 y nota 48; Frommer 1990: 4-5). En cuanto a CF 31250 (cat. 17, fig. 13), pensamos que es muy posible que el cabello se decorara con hojas y frutos aunque, en este caso, ya el molde o la pieza que se sobremoldea están muy gastados y los adornos se han convertido en simples abultamientos, sin que sea posible igualmente apreciar la forma de los pendientes. El velo que le cae a ambos lados, al haber perdido ya todo el relieve, se ha silueteado en rojo. Puesto que no se ha conservado, tampoco podemos saber si el kalathos estaba decorado o si llevaba aletas en su parte superior. Lo conservado de MAEF 10200-70 (cat. 9, fig. 6) tampoco permite definirse, tan solo puede apreciarse el relieve que representa el velo. Por último, los fragmentos de cazoleta con varios orificios MAEF 6992/1 y 2 (cat. 6-7, fig. 4) pudieron pertenecer a pebeteros del grupo 1, ya que como se ha indicado más arriba suelen tener 5 orificios, pero desde luego esta no es una regla exacta y con frecuencia encontramos excepciones a la misma. un pebetero atípico Por último, documentamos en este conjunto una pieza cuya posible función de quemador de aromas ha pasado desapercibida en anteriores trabajos de clasificación, quizá por ser un ejemplar totalmente atípico entre los pebeteros en forma de figura femenina más comunes, como se ha visto bien representados en el santuario de es Culleram en distintas variantes tipológicas. Se trata de un fragmento del que solo se conserva la mitad frontal de la cabeza, sin el cuello. Fue publicado por C. Román (1913: lám. LXXV, 1.ª izquierda) entre los primeros hallazgos procedentes de la cueva y posteriormente pasó a manos de S. Rusiñol en cuya colección del Museo del Cau Ferrat (Sitges, Barcelona) se conserva actualmente (CF 31233, cat. 16, fig. 12)30. 29. Véase Lippolis 1984: 121-122, n.os 52 y 53, de la región de Tarento. 30. Posiblemente formara parte de los “materiales cedidos por J. Román y Calvet” al pintor catalán, uno de los muchos aficionados de su tiempo que se sintió atraído por la arqueología de Ibiza y excavó en la necrópolis del puig des Molins (Almagro 1980a: 35).

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Fig. 18. Es Culleram: Figura acampanada del tipo 21 de Aubet y pebetero cat. 16. Foto: Proyecto es Culleram.

Si exceptuamos la adaptación de la pieza para un uso ritual específico31, es evidente su relación morfológica con el tipo 21 de la clasificación de las terracotas acampanadas de es Culleram en el que fue incluida por Aubet (1969: 22)32, un grupo minoritario en el numeroso conjunto de los exvotos más representativos del santuario. Solo se conserva la cabeza y, en el mejor de los casos, parte del busto de los siete ejemplares que lo integran, pero los fragmentos, además de definir los rasgos iconográficos que han permitido distinguirlos de los restantes tipos de la serie, aportan interesantes datos de carácter técnico33. La diferente longitud o altura de la cara en los seis conservados en el Museo de Ibiza, nos ha permitido constatar que pertenecen a dos generaciones diferentes, de 4,2 y 3,8 cm respectivamente34, que ahora sabemos precedidas de la representada por este espécimen del 31. F. Horn (2011: 44) cifra en un 13% los pebeteros con un solo orificio, que como decíamos más arriba predominan en el Grupo 2 de es Culleram. En este caso, su posición excéntrica nos hace suponer que no era la única perforación, inclinándonos por un número de dos o tres, como máximo. 32. Equivale al tipo 23 de Almagro Gorbea (1980b: 176, lám. CIX, 3). 33. Las acampanadas del tipo 21 suponen el 0,98% en una muestra de 702 piezas clasificables (Marín et al. 2010: 141, tabla 1). Aparte de la del Cau Ferrat que comentamos, las seis restantes se conservan en el Museo Arqueològic d’Eivissa i Formentera. Tres pertenecen a los fondos antiguos (MAEF 1726, 1756, 1778/32) y las otras tres (MAEF 8368, 8369 y 8797) a la colección Sainz de la Cuesta, que ingresó en el museo a fines de los años sesenta. 34. En este trabajo arqueométrico contamos con la experta colaboración de F. Horn, seguidora de la metodología de A. Muller (v.g., 1996: 41-47; 1997: 453-456) para identificar el uso de sobremoldes en los procesos de producción de terracotas. La medida está tomada desde el arranque del cabello hasta el extremo del mentón. Tienen 4,2 cm los ejemplares MAEF 1778/32 y 8797 y 3,8 cm los n.os 1726, 1756, 8368 y 8369.

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Cau Ferrat, que correspondería a la primera de las tres, con 4,6 cm. No es posible conocer con exactitud el tamaño total de estas figuras a partir de los fragmentos registrados, pero en el caso que analizamos, teniendo en cuenta las dimensiones de la cabeza (sin tocado) y que por término medio esta parte del cuerpo supone en torno a un 30% del total, podemos calcularle una altura próxima a los 18 cm, a los que habría que añadir los 2 cm del kalathos. De ser así, tendríamos una de las mayores terracotas acampanadas y el mayor de los pebeteros hallados en la cueva, si exceptuamos el controvertido ejemplar del MAC 8660 (cat. 13, fig. 10). A juzgar por el fragmento del mismo tipo MAEF 1756 (Fig. 18), la figura tendría una forma más cilíndrica que acampanada, pero esta apreciación podría ser inexacta, porque esa otra pieza se hizo con un sobremolde de 3.ª generación, lo que supuso la reducción del tamaño respecto al modelo original35. Los fragmentos del mismo tipo nos ayudan también a reconstruir al menos la mitad superior de la imagen. Vestía una túnica de pechera lisa, sin adornos, y el peinado, aquí cercenado por la fractura que afecta a la cabeza, se completaba con dos mechones estriados, sujetos con un aro en los extremos, que caían a ambos lados del rostro, cubriendo los hombros casi por completo (Fig. 18). Al contrario de lo que observamos en los restantes grupos morfológicos, en las figuras del tipo 21 no se representan las orejas por delante de los mechones, pese a lo cual lucen pendientes a juego con el ornato del kalathos, ya sean solo rosetas, o más frecuentemente rosetas con colgantes de forma cónica invertida rematados en un pequeño apéndice globular. El acabado final incluía coloración pintada –roja, negra o polícroma– sobre una capa de engobe blanco de la cual quedan también restos en la pieza del Cau Ferrat. Como se ha subrayado reiteradamente, la datación del material votivo de la cueva de es Culleram tropieza con la dificultad insalvable de la falta de documentación sobre su contexto arqueológico. Por otra parte, la singularidad de las terracotas acampanadas, casi exclusivas de este santuario en todo el mundo púnico, no ayuda a paliar el problema con la información que pudieran aportar hallazgos similares procedentes de otros yacimientos mejor excavados36. Estas figuras son una creación plástica original que mezcla elementos de vieja tradición egipcia con influjos griegos, unos y otros reelaborados por el mundo fenicio-púnico, pero el estudio estilístico tampoco ayuda a precisar su cronología, más allá de ratificar las fechas de entre los siglos IV-II a.C. que se asignan a la etapa de máxima actividad cultual en el santuario (Aubet 1969: 65-66; Ramón 1982: 17-26; Costa 2007: 12-15). Su indumentaria, inspirada en el vestido de alas de vieja raigambre egipcia, prerrogativa de diosas y reinas (López Grande 2003), tuvo amplia difusión en el mundo púnico a partir del siglo IV a.C. El ejemplo más conocido es el sarcófago de la necrópolis 35. La disminución progresiva del tamaño de las figuras en las distintas generaciones es un hecho bien contrastado empíricamente (Muller 2000: 101). En el tipo 8 de esta misma serie de terracotas acampanadas (Aubet 1969: 14), por ejemplo, la pieza de mayor tamaño (MAEF 1728), con 18 cm de altura, es un producto de la primera de las tres generaciones registradas, obtenido de un molde “más grande” que las otras piezas de su mismo grupo tipológico (ib.). Su cabeza, algo mayor que la del fragmento del Cau Ferrat aunque su cara es más corta (4,1 cm), resulta desproporcionada (34% del total, sin kalathos) y su cuerpo tiene una forma de tendencia acampanada que desaparece casi por completo en las siguientes generaciones (Aubet 1969: fig. 2,8; Marín et al. 2010: fig. 3,8). 36. De la necrópolis de Sainte-Monique en Cartago procede la única pieza similar hallada fuera de Ibiza (Museo Nacional de Cartago, n.º inv.º 898116). Pertenece a un tipo iconográfico (11 de Aubet) del que solo se conocen otros dos ejemplares, quizá tres, de la cueva de es Culleram.

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des Rabs de Cartago, fechado en los siglos IV-III a.C. (Sznycer 1995: 101), pero otros muchos, en diferentes soportes, nos ofrecen variantes distintas de este tipo iconográfico que fue representativo de la diosa Tinnit hasta tiempos romanos (Aubet 1976; Marín 1987: 65-66; Chapa y Belén 2011: 162-165; Marín et al. e.p.b). El manto de alas que visten las figuras de es Culleram lo encontramos también en una imagen representada sobre una estela del tofet de Susa y en la citada terracota acampanada de la necrópolis de Cartago37, ambas fechadas entre los siglos IV y III a.C. (Astruc 1962: 69-71, figs. 1-2). El característico peinado con mechones laterales de estas figuras, deudor asimismo de la tradición egipcia, se mezcla en algunos tipos (entre otros el 21 de Aubet) con modas griegas que se difunden a partir de los siglos V-IV a.C. (Marín et al. e.p.a). Amplia aceptación tuvieron en el Mediterráneo helenístico los pendientes de disco y colgante cónico móvil (Schojer 1984-1985: 133 y 136, tipo II.G), tanto los modelos más sencillos, similares a los que lucen la mayor parte de las acampanadas del grupo tipológico Aubet 21 (Guzzo 1996: 477, cat. 301/II), como los que incorporan otros elementos colgantes en composiciones más complejas y recargadas (Williams y Ogden 1994: 96-97). En el caso de la pieza que estudiamos, el tocado podría ser el indicador cronológico más preciso. Aunque tiene antecedentes en el Mediterráneo oriental, el kalathos decorado con rosetas está inspirado asimismo en modelos griegos siciliotas de la segunda mitad del siglo IV a.C. (Marín et al. e.p.a). Para J. Ramón (1982: 20), en las terracotas de Ibiza este motivo ornamental ofrece una variedad tipológica “idéntica a la empleada en cerámicas finas de mesa púnico-ebusitanas”, lo cual le lleva a datar en el siglo III a.C. varios grupos de figuras acampanadas y en concreto las del tipo 21 de Aubet/23 de Almagro, entre las que se cuenta esta pieza del Cau Ferrat (ib.: 20, lám. V, 23). A las mismas fechas apunta el rasgo facial del hoyuelo en el mentón, del que tenemos ejemplos en la mejor coroplastia púnica de los siglos III-II a.C., de Cartago a Gadir (Marín y Belén 2006), y lo documentamos también en muchos pebeteros en forma de cabeza femenina de la misma época (Marín 2007a: lám. 8; García Cano 2007: figs. 5, 7 y 10; Moratalla y Verdú 2007: figs. 2,1 y 3), así como en otros tipos de figuras acampanadas del santuario de es Culleram38, aunque es un detalle que ha pasado desapercibido, o bien no ha sido considerado de interés por parte de los investigadores. 3. conclusionEs Como ha podido comprobarse en las páginas que anteceden, no resulta fácil definirse a la hora de identificar los centros de producción y posibles vías de difusión de los pebeteros estudiados, lo que sucede igualmente con el resto de los hallados en la Península, sobre todo ante la ausencia –salvo casos muy contados39– de analíticas que permitan establecer el origen de las pastas, a lo que se une la dispersión de las piezas, que impide

37. Véase nota anterior. 38. Por ejemplo, tipos 18 (MAEF 1779-9, 6949-13, 6950-6 y 8189, entre otras), 19 (Museo de Mallorca 9134) y 26 (Aubet 1982: lám. XIX, 3). 39. Estas analíticas se han realizado, por ejemplo, en el caso de los ejemplares del santuario de La Encarnación en Caravaca (Murcia). Véase Arana 2007: 332-337.

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)

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tabla 1. Clasificación tipológica de los pebeteros en forma de figura femenina del santuario púnico de es Culleram. CATÁLOGO

COLECCIóN

TIPOLOGÍA MUÑOZ PENA HORN ES CULLERAM B

1

MAEF 1764

2

MAEF 6943-1

G.3

3

MAEF 6943-2

G.3

4

MAEF 6943-3

G.3

5

MAEF 6943-6

6

MAEF 6992-1

X

7

MAEF 6992-2

X

8

MAEF 8386

A

B

II

P.2

S/C ATÍPICO

I

II

G.2

G.1

P.2

G.2

9

MAEF 10200-70

X

10

MAEF 10200-71

X

11

MAC 8651

B

II

P.2

G.2

12

MAC 8653

B

II

P.2

G.2

13

MAC 8660

14

MLLUC A-0179

B

II

P.2

G.2

15

MLLUC A-0180

A

I

P.1

G.1

16

CF 31233

17

CF 31250

18

MAN 1923/60/482

19

DESCONOCIDA

X

X X P.3 A

I

P.1

X G.1

(S/C= sin clasificar).

incluso una comparación visual entre ellas. Por regla general, los autores que estudian los ejemplares de zonas concretas insisten en que la mayoría, salvo casos excepcionales, se han fabricado con pastas locales, conclusión a la que se llega tras un análisis meramente macroscópico40. Para el caso de los pebeteros de la Layetania (Francés et al. 2007: 400-401), se muestran proclives a considerar a Ibiza como uno de los centros –aunque no el único– de exportación, basándose en las características de las pastas así como en la importancia que durante los siglos IV y III a.C. adquiere el comercio ebusitano en esta zona. No obstante se admite que algunas piezas son claramente imitaciones locales. También López Garí et al., en este mismo volumen, se inclinan a favor de una producción ibicenca para muchas de las piezas del Levante peninsular. Otros autores como Moratalla y Verdú (2007: 364-365), en este caso a propósito de los pebeteros de la Contestania, aun 40. Por ejemplo, Moratalla y Verdú 2007: 349, quienes señalan que en cambio la pieza n.º 16 (no proporcionan imagen) de La Albufereta sería importada, al estar fabricada en una pasta completamente diferente.

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constatando que la gran mayoría de los ejemplares de esta región se han fabricado con pastas locales, consideran que los prototipos pudieron venir de Ibiza. La realidad es que los ejemplares ibicencos son, hasta ahora, de un número limitado. Además de los 12 individuos seguros de es Culleram41, computamos 1 en Can Jai, 2 en can Pis, 2 de es Rafal, 3 de la necrópolis del puig des Molins, 2 sin origen conocido, 2 de la avda. de España y 12 de la calle Aragón de la ciudad de Ibiza. A estos habría que añadir un número indeterminado de sa Capelleta, también en Ibiza ciudad, aún inéditos. En el caso de es Culleram, igualmente, la dispersión de las piezas en museos diferentes hace complicada la contrastación de pastas, lo que se une al mal estado de conservación de muchas de ellas para poder apreciar detalles. Por otro lado, la tipología es muy amplia, si tenemos en cuenta las variantes que se dan en cada uno de los tres grupos caracterizados. El grupo 1 presenta claras relaciones con los del tipo Camarles, que Horn considera creación hispana y más concretamente del área norte de la costa levantina (2011: 44). En la propia isla tenemos otros ejemplares de esta tipología en es Rafal, can Jai y can Pis42. Para el caso de la pieza de apliques en forma de hoja, parece coherente suponer un origen en el Sudeste de la Península, provincias de Alicante y Almería, donde se dan con carácter exclusivo43. Con respecto a nuestro ejemplar MAN 1923/60/482 (cat. 18, fig. 14), presenta relaciones con otras piezas de Villaricos, en especial para la decoración del kalathos, con dos aves de grueso cuerpo y sin los frutos del centro, pero en lo que respecta al resto, encontramos un estrecho parentesco con ejemplares de Cádiz y Rota. En lo que se refiere al grupo 2, sus paralelos más cercanos están en Villaricos y La Albufereta, lo que lleva a Horn a pensar que todos ellos forman parte de un solo lote que ha sido distribuido entre estos tres yacimientos, de algún modo descendientes del ejemplar de Paulilatino, Cerdeña (Regoli 1991: tipo II E, 168, tav. VI, n.º 403). Al menos en el caso de una de las piezas de Villaricos pertenecientes a esta serie, hay razones fundadas para creer que procede de Ibiza: se trata de MAN n.º inv.º 1935/4 Vill/F/37 (Horn 2007: 274, fig. 4; 2011: C780, 546). Es la única terracota de que tenemos constancia en toda la Península que lleva por detrás el signo o letra semejante a nuestra A, mientras que en Ibiza aparece en 10 figuras acampanadas, más un pebetero (MAC 8653) de es Culleram, además de una figura del depósito del puig des Molins (MAEF 9321-15), aunque en este caso el trazado del signo es un tanto diferente. En cuanto al ejemplar MAEF 8386 (cat. 8, fig. 5), que tiene como detalle singular una diadema en forma de cadeneta que separa el cabello del kalathos, como ya se ha dicho tiene un paralelo de mejor calidad en La Albufereta (MARQ, n.º inv.º NA- 6012, Horn 2011: C778). Siempre dentro de este grupo 2, el ejemplar MAEF 1764 (cat. 1, fig. 1), que presenta una decoración pintada de dientes de lobo en el borde superior del kalathos, plantea también interrogantes de difícil respuesta. El paralelo más arriba indicado con piezas 41. En nuestra opinión buena parte de los 7 fragmentos conservados pudieron corresponder a otros tantos individuos. 42. Uno de los de can Pis lleva aletas, véase Almagro 1980a: lám. CLXXIX, 1. Ignoramos de qué tipología son los de sa Capelleta. 43. Recordamos aquí que para Moratalla y Verdú la pieza fragmentaria, aunque de gran calidad, procedente del yacimiento de La Alcudia (Elche, Alicante) (Museo de la Alcudia n.º inv.º LA-750, Horn 2011: C845) tiene una pasta totalmente diferente del resto de ejemplares de la Contestania, lo que les lleva a suponer que se trata de una importación (2007: 355, lám. III).

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)

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similares del depósito Delattre de Cartago se entiende mal, dado que la tipología de la gran mayoría de estos ejemplares, caracterizada por las espigas verticales que decoran el kalathos, es totalmente diferente de la de nuestros especímenes y además, en lo conocido hasta ahora, no se ha hallado fuera del espacio norteafricano. Esta decoración, característica de la cerámica ibérica, ornaba en muchos yacimientos de esta cultura, entre los cuales Liria, la Escuera o La Alcudia de Elche, los bordes de los vasos llamados de “sombrero de copa”, que precisamente reproducían la forma de un kalathos, aunque también otras (Bonet 1995: fig. 210; CVH: 32-37, tema 56; Pérez Ballester 1997: 119; Abad y Sala 2001: 256; Pérez Blasco 2011: 99, nota 21, y 110) datándose entre fines del siglo III y el I a.C. Dada la ausencia de este tipo de motivo pintado en el mundo púnico, nos atrevemos a sugerir un origen levantino para su uso en los pebeteros de cabeza femenina, tanto en el ejemplar de Ibiza44 como en los de Cartago. La cronología que se atribuye a los quemaperfumes levantinos con esta decoración oscila entre la segunda mitad del siglo III y el II a.C. Por otro lado, es conocida la difusión que los vasos ibéricos llamados kalathoi o “sombrero de copa” tuvieron en todo el Norte de África (Kouici 2002: 283-284 y passim), aunque en Cartago hasta ahora solo se ha hallado un fragmento (Lancel 1982: 52). En cuanto al ejemplar MAC 8660 (cat. 13, fig. 9), hoy en paradero desconocido, su calidad excepcional nos obliga a pensar que se trata de una importación, sea de Cerdeña o Sicilia, datable entre el siglo III y el II a.C. Por último se han de tener en cuenta los fragmentos conservados del grupo 3, en el que incluimos los ejemplares con kalathoi en forma de corona mural. El origen de estas coronas es oriental, más concretamente hitita, aunque su difusión por el ámbito chipriota y siro-palestino se produce a partir del siglo IV a.C., y de ahí se extiende su uso en la estatuaria y en la numismática durante las épocas helenística y romana (Marín 2007). En trabajos anteriores (Marín et al. 2010: 151-152) hemos argumentado nuestra opinión de que la presencia de estas coronas en es Culleram, como en la propia Ibiza, ha de ser puesta en relación con el epíteto Gad (Tyché, Fortuna), que lleva el nombre de la diosa Tinnit en el epígrafe de la cara B de la placa votiva procedente de este yacimiento, lo que expresaría su carácter de diosa protectora o poliada, Gad en definitiva, de la ciudad de Ibiza. La citada inscripción se data en la primera mitad del siglo II a.C. y la cronología que se ha dado a otros pebeteros con corona mural hallados en la isla oscila entre fines del siglo III y el I a.C., por lo que el floruit de estas piezas ha de centrarse en el siglo II a.C. 45. Quemaperfumes de este tipo se dan también en Tharros, Cerdeña (Marín 2007b: 110-112)46, pero resulta difícil determinar dónde se originó el tipo, aunque no descartamos que fuera en Ibiza. A este propósito recordamos aquí la reciente localización

44. No excluimos la posibilidad de que otras piezas, tanto de Ibiza como del Levante ibérico, hayan llevado este motivo, que puede haberse perdido con el tiempo. 45. Se han hallado dos pebeteros tocados con corona mural en la avenida de España n.º 3, datados entre fines del siglo III y la primera mitad del II a.C. (Marín 2007: 109-110); otro conjunto de peor calidad, aunque de gran interés iconográfico, en la calle Aragón, 33 (Fernández et al. 2007), en este caso con una datación imprecisa entre los siglos II-I a.C., además de varios fragmentos en la necrópolis del puig des Molins (MAEF 1121). 46. En Capo di Pula (Nora, Cerdeña) se encontró una inscripción en la que el nombre de Tinnit aparece igualmente seguido del epíteto Gad (KAI 72, ICO Sardegna 25, 104), datada entre fines del siglo IV y comienzos del III a.C.

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en el MARQ de fragmentos de pebeteros procedentes del yacimiento del tossal de la Cala, dos de los cuales corresponden a almenas o merlones de la corona mural de una o dos piezas (Bayo 2010: 122, fig. 69). Estimamos que estos ejemplares podrían proceder igualmente de Ibiza. Horn (2011: 44 y en este mismo volumen) parece mostrarse partidaria de un origen sardo para algunos de los tipos peninsulares. El problema es que los ejemplares de Cerdeña, muy abundantes, son mal conocidos en general47, y entre los publicados hay una gran mayoría de carácter muy sumario. Solo un mejor conocimiento de este repertorio ayudaría a considerar la posibilidad de que algunos prototipos hubieran surgido allí, pasando después a Ibiza o la costa levantina. Por el momento, no nos parece rechazable la posibilidad de que alguno de los tipos que aparecen en la Península sean de procedencia ibicenca, dada la importancia de la industria coroplástica de la isla y la evidente influencia que esta ejerció sobre la costa mediterránea hispana en general durante los siglos IV-III a.C. Recordemos aquí, por ejemplo, algunas imágenes de la cerámica ibérica del SE, que probablemente reproducen el tipo de las terracotas acampanadas de es Culleram (Marín 1987: 67), o la figura femenina que se muestra ante la esfinge del Parque Infantil de Tráfico de Elche, muy semejante a estas mismas terracotas acampanadas (Marín 1987: 66; Chapa y Belén 2011: 165). En la misma línea, citaremos el busto hallado en la tumba L-127-A de la necrópolis de La Albufereta, con seguridad de origen ibicenco48. No obstante, como queda patente en lo hasta aquí reseñado, los contactos e interacciones entre las diversas áreas púnicas o punicizadas del Mediterráneo occidental fueron muy intensos, y sin duda que los pebeteros se movieron de un lado a otro con gran facilidad, resultando muy sencillo fabricar moldes sobre piezas importadas por parte de los coroplastas locales. No resulta fácil definirse en lo tocante a la cronología de nuestros ejemplares. Las excavaciones en la cueva, realizadas en su mayor parte a comienzos del siglo XX, no permiten una datación con base estratigráfica. Entre los materiales de fecha segura, un fragmento de lekythos aribalístico ático y algún fragmento de cerámica local del siglo IV a.C., pero la mayoría de la cerámica, así como las monedas, han de datarse a lo largo de los siglos III-II a.C. En cuanto a las terracotas, en general, aunque sigan modelos del siglo IV, pueden datarse también en el III y II a.C., dados los fenómenos de conservadurismo característicos de este material (Bisi 1978: 214-215 y 218-219). De los pebeteros hallados en la Península, solo algunos, muy contados, se podrían datar en el siglo IV a.C., basándose en el contexto estratigráfico (Pena 2007: 24-26; Moratalla-Verdú 2007: 360-363; García Cano 2007: 303-304; Sala y Verdú en este mismo volumen), aunque hay acuerdo general en que la inmensa mayoría de piezas se han de situar en el siglo III a.C., con pervivencias, según las zonas, en el II y I a.C.49 Los paralelos para nuestro grupo 1,

47. Suelen citarse siempre los ejemplares de la nuraga Lugherras en Paulilatino (Taramelli 1910; Regoli 1991). Se han publicado igualmente varias colecciones privadas que contenían pebeteros de cabeza femenina, en su mayoría procedentes de Tharros, por Moscati y Uberti (1987, 1988), Uberti (1975, 1977), Pisano (1987), y hallazgos aislados por diversos autores, entre los cuales Campanella y Garbati (2007), pero nos consta que hay aún muchos por publicar. 48. MARQ, NA-5995; Rubio 1986: 202. 49. Sala y Verdú en este mismo volumen manifiestan que en la Contestania no se dan con posterioridad al siglo III a.C. No obstante, en el santuario de la Malladeta (Villajoyosa, Alicante), hay pebeteros con datación en los siglos II y I a.C. (Horn y Moratalla, e.p.).

Los pebeteros en forma de cabeza femenina de la cueva-santuario de es Culleram (Ibiza)

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los ejemplares del depósito de Camarles, se fechan entre los siglos IV y III a.C. (Pallarés et al. 1986; Pena 2007: 24; Francés et al. 2007: 401; Horn 2011: 485-487, C691-694)50. Pero hay que advertir que este tipo se imita durante mucho tiempo, y las piezas similares en la propia isla se datan entre los siglos III y II a.C. En cuanto a los del grupo 2, nos proporcionan dataciones en el siglo III, y el ejemplar adornado con los dientes de lobo pudiera ser igualmente de entre los siglos III-II a.C., fecha que conviene igualmente al extraviado del MAC (cat. 13, fig. 9). Por último, los del grupo 3 son muy probablemente ya del siglo II a.C. No parece que los pebeteros de es Culleram se hayan usado como tales, es decir, como quemadores de sustancias aromáticas, ya que en ninguno de ellos se han conservado huellas de combustión en la cazoleta. Eso sí, con frecuencia aparecen ennegrecidos por el fuego, como otras terracotas del mismo yacimiento, sin duda porque en el ritual practicado en la cueva debió utilizarse el fuego en algún momento en relación con las ofrendas o los sacrificios51. Es importante reseñar, en cambio, la abundancia de pebeteros de cerámica común. Si observamos la tónica general en el Mediterráneo occidental constatamos que todos los ejemplares del depósito Delattre en Cartago mostraban huellas palpables de su utilización como auténticos quemaperfumes (Delattre 1924: 9), lo que al parecer cabe hacer extensivo a todos los de Cartago (Cherif 1991: 737). En el caso de los de Paulilatino, Regoli (1991: 82) anota que de los 731 ejemplares menos de 10 presentan residuos de combustión y un buen número ni siquiera tienen perforaciones en la cazoleta. Entre los peninsulares son excepcionales los que muestran señales de uso como auténticos pebeteros: uno en Málaga (Ferrer 2007: 128), otro en Cádiz (Horn 2011: 52, C709), dos en Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia) (García Cano 2004: 53, tumbas 377 y 599) (véase Horn 2011: 51-54) y al parecer también los fragmentos encontrados en La Algaida (Cádiz) (Corzo 2007: 207). De todo lo cual parece desprenderse que en es Culleram pudieron desempeñar la función de exvoto, como sucede en la mayor parte de los casos en que aparecen en los yacimientos mediterráneo-occidentales52. En cuanto a la debatida cuestión de a quién representan estas terracotas, creemos que en el caso de es Culleram, santuario consagrado a la púnica Tinnit según certifica el epígrafe más arriba citado, la evidencia aboga por su relación con el culto a esta diosa. Y entre las dos alternativas posibles: que figuren a la diosa misma o a una de sus fieles devotas53, nos decantaríamos por la primera por varias razones, pero en especial por la 50. La recuperación sin control arqueológico del conjunto de El Bordisal de Camarles, hallado de forma casual (Vilaseca 1953-1954), ha llevado a datar los pebeteros por su presunta asociación a cerámica de barniz negro de distinta procedencia, fechada entre fines del siglo V y el III a.C. A falta de información segura de carácter contextual sobre la relación entre las terracotas y la cerámica en cuestión, no resulta fácil precisar la datación del depósito dentro de ese tramo temporal, pero parece más razonable optar por la que señalan las importaciones más tardías y no las más antiguas. Como hemos visto, a estas fechas más recientes apunta igualmente la decoración de dientes de lobo pintada en el kalathos de alguna pieza (Vilaseca 1953-1954: 358, fig. 1). 51. En la cueva se hallaron también abundantes cenizas y carbones, véase Costa 2007: 19. 52. R. Olmos (2007: 369) sugiere otras posibilidades de uso no concretadas. Es por otra parte bien conocida la interpretación de estos objetos como kernoi por parte de Cintas (1949: 115-119), tesis más tarde retomada por Ruiz de Arbulo (1994), quien contempla la opción de que sirvieran para contener ofrendas de primicias vegetales (véanse los argumentos en contra de Pena 1996: 48-51 y Horn 2011: 51-54). 53. Hoy se discute ampliamente sobre el significado de los exvotos en forma de figura femenina en los santuarios, en especial del área de influencia griega. Véase el estado de la cuestión en Huysecom-Muller 2007: 231-247.

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presencia del kalathos54 que encontramos igualmente en las figuras acampanadas que constituyen el exvoto más característico de este santuario y que con toda probabilidad representan a la deidad titular del mismo (Marín et al. 2010: 138-146.), lo que además se refuerza por la existencia de ejemplares de pebeteros en los que la cabeza femenina se toca con una corona mural. Es importante recordar el paralelo con el santuario de Villaricos (Almería), situado en una cueva y en un espacio rural (López Castro 2001-2002: 77-89), junto al que se halló una favissa con un importante conjunto de pebeteros de cabeza femenina, algunos de los cuales, como se ha podido constatar, muy relacionados con los de es Culleram.

54. Acerca de la significación del kalathos véase Marín et al. e.p. a.

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