Los norteamericanos bajo la Revolución en Sinaloa: Inseguridad, protección diplomática y nacionalismo, 1911-1913

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Descripción

Repercusiones Socioculturales de la Independencia y la Revolución Mexicana en Sinaloa: Nuevas miradas

Coordinadores Roberto A. Mendieta Vega Fernando Rodelo Mendoza

C omisión

G obierno del estado de s inaloa i nstituto s inaloense de Cultura estatal para la ConmemoraCión del biCentenario de la i ndependenCia n aCional y Centenario de la revoluCión m exiCana

liC. Jesús aGuilar padilla Gobernador Constitucional del Estado de Sinaloa liC. rafael oCeGuera ramos Secretario General de Gobierno liC. serGio JaCobo Gutiérrez Director General del Instituto Sinaloense de Cultura liC. José ÁnGel pesCador osuna Coordinador de la Comisión Estatal para la conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana liC. Jaime félix piCo Coordinador Operativo de la Comisión Estatal para la conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana

Primera edición, octubre de 2010

Coordinadores Roberto A. Mendieta Vega Fernando Rodelo Mendoza Diseñador de portada: Marco V. Sarabia Ilustración de portada: Fernando Rodelo Mendoza Edición: Enrique Bueno Quevedo y Fernando Rodelo Mendoza Diseño editorial: Leticia Sánchez Lara y Roberto A. Mendieta Vega Corrección de estilo: Roberto A. Mendieta Vega y Bertha Adriana Mendieta Vega. Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por escrito de sus autores. Impreso en México, Culiacán, Sinaloa. Made in printed Mexico

Los norteamericanos bajo la Revolución en Sinaloa: inseguridad, protección diplomática y nacionalismo 1911-1913 diana maría perea romo

resumen. La revolución mexicana alteró la forma de vida y seguridad de los extranjeros que desde el siglo xix habían asentado su residencia e inversiones en México. Este artículo se centra en la experiencia de los norteamericanos durante la revolución en el estado de Sinaloa, donde se discuten los daños y amenazas padecidos, se analiza el papel de los Estados Unidos para asegurar su protección y se pone en duda la idea de una revolución nacionalista durante el período maderista. summary. The Mexican revolution altered the form of life and security of the foreigners who from century xix had seated their residence and investments in Mexico. This article concentrates in the experience of the North Americans during the revolution in the state of Sinaloa, where to the damages and suffered threats are discussed, analyzes the paper of the United States to assure its protection and the idea of a nationalistic revolution is put in doubt during the Madero period.

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introduCCión Al estallar la revolución mexicana de 1910, uno de los grupos extranjeros más importantes en el país eran los norteamericanos. Esto se debió a diversos factores: el peso y la subordinación ejercida mediante sus inversiones y propiedades en la economía mexicana; la relación histórica de su país con México, marcada por el recuerdo no muy lejano de la guerra e invasiones territolos inmigrantes extranjeros en el país, solo antecedidos por la presencia española. Por ello, en este trabajo nos resulta fundamental partir de preguntarnos, ¿cómo vivieron y de qué manera se vieron afectados los intereses y la vida de los norteamericanos durante la revolución mexicana? y ¿qué interpretaciones se han hecho al respecto? cana”, Moisés González Navarro destaca, que a raíz de la lucha debido a que “algunos emigraron, otros no inmigraron temerosos de la lucha civil y varios fueron asesinados”. A pesar de no contar con datos certeros sobre las dos primeras causas, menciona el asesinato entre 1910 y 1919 de 1,477 extranjeros, donde los con un saldo de 550 decesos, seguidos por chinos y españoles, quienes ocupaban el segundo y tercer lugar. En el ámbito económico, el saldo de guerra en el grupo norteamericano se estimó entre el 46.06 % y el 32.49%, representando casi la mitad o un tercio del monto total de sus inversiones.1 En

Mexicana”, en Historia Mexicana, 575. Véase también Los extranjeros en México y los mexicanos en el extranjero, 1821-1970, México, El Colegio de México, Vol. III, 1994.

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base a estos datos, González Navarro encontró evidencias de lema “México para los mexicanos” ampara a varios y vigorosos grupos”.2 A decir del autor, durante la década revolucionaria, “bandido” y “revolucionario” fueron sinónimos para los vecinos del norte. Por su parte, John Mason Hart coincide al señalar la formación riato, como una reacción al predominio estadunidense sobre la vida económica mexicana. Al caracterizar a la revolución mexicana se élites provincianas como a los campesinos, trabajadores agrícolas y mineros, en una lucha en defensa de las soberanías locales frente a la concentración del poder político en el gobierno nacional; y fue además una lucha nacionalista perpetuada por estos actores 3

Una interpretación distinta es la de Alan Knight, quien reconoce que los norteamericanos sufrieron las consecuencias de la revolución mexicana en su persona y propiedades, pero considera todo si es comparada con la violencia ejercida contra los chinos y españoles, así como la sufrida por los mexicanos en EU.4 En su análisis también señala que las empresas extranjeras no fueron los principales objetivos de la hostilidad y los ataques populares 2 Moisés González Navarro, “Xenofobia…”, p. 579. 3 John Mason Hart, El México revolucionario. Gestación y proceso de la Revolución Mexicana, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990, pp. 472 y 483. 4 Alan Knight, U.S.-Mexican Relations, 1910-1940. An Interpretation, San Diego, Center for U.S.-Mexican Studies/ University of California, 1987, pp. 21-24.

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durante la revolución, ya que no eran consideradas usurpadoras del patrimonio agrario de los campesinos ni una amenaza a su seguridad, cuestionando así la hipótesis de la revolución como xenofóbica y nacionalista.5 Por otra parte, en los estudios dedicados a las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, distintos autores coinciden al señalar que más allá de las pérdidas económicas y humanas, la demanda de garantías para las inversiones y vidas de los norteamericanos residentes en el país sirvió como uno de los ejes principales de esta relación, siendo además la causa de su deterioro; la constante demanda de protección diplomática de los puntos que condicionaron el reconocimiento del gobierno americano a distintas facciones.6 Partir de las investigaciones de estos autores acerca de los norteamericanos, sus vidas, intereses económicos y protección diplomática durante la revolución mexicana, sirve al presente trabajo, para conocer las características de su experiencia en los primeros años de la lucha revolucionaria en Sinaloa. Así, ubicaremos nuestro estudio entre los años de 1911 a 1913, correspondientes al estallido de la revolución y el establecimiento del primer gobierno tras la caída del antiguo régimen. Durante este período analizaremos cómo padecieron los grupos extranjeros la 5 Alan Knight, “Armas y arcos en el paisaje revolucionario” en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (Comp.), Aspectos cotidianos de la formación del estado, México, Era, 2002, p. 75. Historia de las relaciones entre México y los Estados Unidos de América, 1800-1958 La revolución intervenida, México, El Colegio de México, 1971. Friedrich Katz, La guerra secreta en México. Europa, Estados Unidos y la Revolución Mexicana, México frente a Estados Unidos. Un ensayo histórico, 1776-2000, México, fCe. 1995.

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violencia y la inseguridad producto de la lucha armada, y cómo enfrentó el primer gobierno emanado de la revolución, el problema de asegurar sus vidas y propiedades. En el primer apartado se estudiará la presencia norteamericana en el estado durante los años precedentes a la revolución mexigubernamentales por hacer de México un país de inmigración y ricana por medio de sus inversiones. Posteriormente, situaremos dos momentos para reconstruir cómo los norteamericanos avecindados en el estado en tiempos de paz, enfrentaron los embates de la lucha revolucionaria: primero, conoceremos si sus vidas y propiedades se convirtieron en el objetivo de las acciones de los revolucionarios maderistas que lucharon contra el régimen porpadecidos respecto a los mexicanos y autoridades del antiguo régimen, señalando la reacción de su gobierno frente al estallido de la revolución y cómo se resolvió su situación al declararse el

grupos rebeldes zapatistas, orozquistas y vazquistas que desestabilizaron al gobierno maderista en el país y el estado, resultando en un incrementó de la demanda de garantías a los norteamericanos y otros extranjeros. Veremos que el gobierno de Estados Unidos tomó decisiones radicales como la de declarar varias zonas del país como inseguras para sus ciudadanos, entre las que incluyó a Sinaloa. Por tanto, en este apartado evaluaremos el peso de estas exigencias diplomáticas y seguiremos tratando de entender si las acciones de los revolucionarios tenían una dirección antinorteameconclusiones sobre la experiencia de los norteamericanos en el contexto de la revolución y el gobierno maderista en Sinaloa.

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inmiGrantes en

una tierra de paz

xix cientos de estadounidenses llegaron al estado de Sinaloa, atraídos por la posibilidad de enriquecerse mediante sus inversiones, establecer colonias en tierras ricas y poco pobladas e incluso, cumplir con sueños utopistas. Entonces su presencia se explicaba en base a dos factores: la idea de que México y sus regiones debían estar abiertos a la inmigra-

como una nueva forma de subordinación, mediante sus inversiones en distintos sectores de la economía mexicana. La idea de atraer inmigrantes al país no era una novedad, había permeado gran parte del siglo xix , y se fundamentaba en las abundantes riquezas y su explotación, así como en la escasez y poca calidad de su población autóctona, por tanto, México debía ser un país de inmigrantes, quienes “Se sumarían a la población telectual y moral, iniciarían el proceso de enriquecimiento y con el tiempo, al mezclarse con la población autóctona, la mejorarían también cualitativamente”.7 Hacia 1880 la premisa de la población escasa y tierra abundante se comparaba con la corriente migratoria de países como Estados Unidos, Argentina, Uruguay y Chile, motivo por el cual el mismo presidente Díaz reconoció que hasta entonces la colonización no había tenido éxito.8 7 Moisés González Navarro, Los extranjeros, Op. cit., p. 53. 8 Ibíd., pp.82-90. Estados Unidos era el destino principal de la inmigración europea, cuestión que se explicaba no sólo por su apertura, tolerancia religiosa y libertades ofrecidas, sino también por la propaganda de las compañías ferrocarrileras y de navegación, así como la demanda de mano de obra barata para

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En 1886 residían en territorio sinaloense un total de 436 extranjeros, representando el 0.2% de una población calculada en 223,685 habitantes. Entre estos destacaban 130 españoles, 109 norteamericanos, 52 alemanes, 45 chinos, 26 ingleses, 24 franceses y otros más entre italianos, suizos, irlandeses, portugueses, holandeses, rusos, etc.9 el grupo mayoritario, y se asentaban en el puerto de Mazatlán, los distritos mineros de El Rosario, Concordia, San Ignacio y en la capital de Estado, Culiacán.10

fue que debido a la cercanía con Estados Unidos y las facilidades brindadas para su arribo, los norteamericanos desplazaron a los españoles, aunque no a los europeos en general, que seguían siendo mayoría al conformar el 45.7 % del total de extranjeros. Y aunque permitir la entrada de inversiones norteamericanas en los estados más próximos a la frontera, podemos ver que sus inversiones en Sinaloa iban en aumento.11

la industria y tierras de labor abiertas por las compañías ferrocarrileras. En el mismo sentido, el gobierno mexicano se abrió al protestantismo e hizo esfuerzos encaminados a asegurar la protección de los extranjeros; pero, los motivos del fracaso mexicano se encontraban en la falta de comunicaciones, escasez de tendido de vías férreas, falta de seguridad en la posesión de los terrenos y de 9 Francisco Cañedo, Memoria General de la Administración Pública del Estado, Culiacán, Imprenta de Tomás Ramírez, 1886. 10 Rigoberto Arturo Román Alarcón, “Los comerciantes Echeguren en Mazatlán, 1842-1910”, en Clío, Culiacán, Facultad de Historia/uas s/f, 1991; Rigoberto Arturo Román Alarcón, “Apuntes sobre los extranjeros xix (una aproximación cuantitativa), en Clío, 11 Rigoberto Arturo Román Alarcón, “Apuntes”, Op. cit., p. 138.

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Francisco Cañedo, auspició en 1898, una obra editada en San Francisco, California, por el estadunidense J.R. Southworth, titulada Sinaloa ilustrado: El estado de Sinaloa, sus industrias comerciales, mineras y manufactureras, por la cual se buscaba atraer a inmigrantes norteamericanos y sus capitales. En uno de sus pasajes se registra el llamado a los inversionistas en base a la idea de la época, sobre la riqueza y potencial de desarrollo del territorio mexicano; Con un área tan vasta, un terreno en extremo fértil, con ríos abundantes que sólo necesitan un esfuerzo relativamente pequeño para regar una inmensa cantidad de tierras; con minas de oro y plata, famosas ya desde la independencia, con un litoral extensísimo y con un gobierno justo, inteligente y progresista como el que actualmente rige sus destinos, no es aventurado decir que Sinaloa está en condiciones para llegar a ser uno de los más prósperos estados de la Unión Mexicana.12

Además de esta política gubernamental encaminada a atraer la inmigración extranjera, la creciente presencia norteamericana se explica en el contexto de lo que se ha denominado como que buscaban en México nuevos mercados para su dinero; esta conquista obedecía a nuevos tiempos en las relaciones entre México y Estados Unidos, mediante las cuales el vecino del norte había dado paso a un nuevo darwinismo social en base a “Sustituir el expansionismo territorial por la penetración económica:

12 J.R. Southworth, Sinaloa Ilustrado. El estado de Sinaloa, México, sus industrias comerciales, mineras y manufactureras, Culiacán, Reedición por el Gobierno del Estado de Sinaloa, 1980, p. 23. La obra original fue editada en San Francisco, California, en 1898, bajo la dirección del Gobierno del estado.

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lo importante era la explotación de los recursos y el liberalismo de sus regímenes políticos lo favorecía”.13 En este contexto, las mayores inversiones norteamericanas en Sinaloa se concentraron en la minería y la colonización de tierras agrícolas. Respecto a la minería, entre las décadas de 1890 a 1910 se dio un proceso de modernización y auge de capitales extranjeros, incrementando la dependencia del noroeste mexicano hacia las inversiones norteamericanas e inglesas; se pasó del denuncio de 55 minas en 1890 a 415 en 1900, conteo del que se dejan fuera aquellas que no fueron tituladas ante las autoridades, ocasionando que no solamente la explotación de metales preciosos e industriales quedaran bajo el amparo de estos inversionistas, sino también la posesión de tierras aledañas y recursos naturales como el agua o los bosques.14 De forma paralela, el proyecto colonizador en el Estado inició bajo un sueño utópico, gracias a la visión del joven ingeniero norteamericano Albert Kimsey Owen, quien proyectó el establecimiento de una colonia socialista en el puerto de Topolobampo, a donde llegarían ciudadanos norteamericanos inconformes con las desigualdades e injusticia del sistema capitalista predominante en su país. En 1886 los colonos arribaron a las costas de este puerto, y al cabo de unos meses sumaban 418 inmigrantes, alcanzando 15 Sin embargo, al cabo de diez años el proyecto comenzó a derrumbarse y muchos Op. cit., p. 109. 14 Juan Romero Gil, La minería en el Noroeste de México. Utopía y realidad, 1850-1910, México, Universidad de Sonora/ Plaza y Valdés, 2001, pp. 172-174. Las compañías mineras estaban distribuidas en los distritos de El Fuerte, Sinaloa, Mocorito, Culiacán, Cosalá, San Ignacio, Concordia y El Rosario. 15 Sergio Ortega Noriega, El edén subvertido. La colonización de Topolobampo1886-1896, México, Siglo xxi Editores, 2003, p. 147. Al respecto véase también la obra de Mario Gill, La conquista del valle del Fuerte, México, Siglo xxi Editores, 2003.

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de sus pobladores regresaron a su país, otros se asentaron en la colonia norteamericana de Los Mochis, y una minoría siguió subsistiendo hasta los primeros años de la lucha revolucionaria, abrazando sueños de una comunidad igualitaria. Después de este primer intento colonizador se establecieron ocho compañías deslindadoras más, siete de origen estadounidense,16 y amparadas en las facilidades otorgadas por el gobierno obtuvieron grandes extensiones de tierras (en el año de 1894 se suprimió el límite de 2, 500 hectáreas), razón por la cual en 1916 la Sinaloa Land and Irrigation Company era propietaria de 1, 200,000 hectáreas en el Estado.17 los intentos gubernamentales fracasaron porque estas compañías nunca atrajeron a los tan anhelados inmigrantes que transformarían la vida del campo sinaloense. Así, en las puertas de la revolución mexicana, los esfuerzos por atraer una ola masiva de inmigrantes no alcanzaron las expectativas deseadas y la población europea no había llegado en modernidad. A pesar de los temores y el recelo producto de una historia de guerra y anexiones territoriales no muy lejana, la vecindad con Estados Unidos había atraído a cientos de norteamericanos: médicos, abogados, fotógrafos, maquinistas, preceptores, mecánicos, herreros, carpinteros, marinos, colonos socialistas; así como

riders of Mr. Roosevelt”.18 16 p. 260 17 18

Sergio Ortega Noriega, Breve historia de Sinaloa, México, fCe, 1999, John Mason Hart, Op. cit., p. 384. Moisés González Navarro, Extranjeros, Tomo II, p. 226.

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revoluCión maderista : refuGiados mexiCanos y reClamaCiones norteameriCanas

La lucha revolucionaria en el estado de Sinaloa inició de manera tardía en comparación a otras regiones del país. No fue en noviembre de 1910 sino hasta enero de 1911 cuando las autoridades tuvieEn este momento, la confusión entre las autoridades quizá era el producto de las condiciones del panorama social sinaloense, donde existían diferentes escenarios que bien pudieron ser el detonante no de una, sino de muchas revoluciones locales.19 En medio de la coyuntura política abierta en 1909 a raíz de la

élites regionales estaban divididas, sino también que otros actores como los comerciantes, agricultores y miembros de la clase media deseaban participar en la política de sus localidades, de la cual habían sido relegados por la imposición de autoridades durante Sinaloa fue una de las regiones donde se manifestó la participación política de actores inconformes frente al régimen estatal, al formar una coalición con diversos grupos sociales dispuestos a tomar las armas. El apoyo popular a esta lucha surgida bajo el sello 19 La idea sobre las revoluciones locales la retomo de James Scott, quien señala la pertinencia de la obra de Maurice Agulhon La République au villaje, para el análisis de la revolución mexicana, donde Agulhon destaca las variantes locales de la revolución francesa “en la medida en que la estructura social y económica y los actores y tiempos del proceso revolucionario o de cualquier localidad eran singulares, podría decirse que cada municipalidad y cada pueblo había tenido su propia y particular revolución”, en el Prólogo a Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent, Op. cit., p. 18.

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del maderismo, fue entre hombres de campo que protestaban por los impuestos, cobro excesivo por matanza de ganado, imposición de autoridades, indígenas despojados de sus tierras, rancheros de la serranía que vieron cercados sus terrenos por las compañías mineras, operarios mineros, labradores, arrieros, trabajadores que personas reclutadas a la fuerza. Hacia 1911, estos actores se confundían en las guerrillas maderistas y a partir de la violencia implícita en sus prácticas al asaltar tituyendo autoridades, saqueando los comercios y las casas de las familias adineradas y violando mujeres, se convirtieron en objeto de temores generalizados. Fue natural que cuando se suscitaron rumores de los primeros enfrentamientos armados en Sinaloa, se temieran los efectos de la violencia contra las autoridades del antiguo régimen, los miembros de la élite e inversionistas nacionales y extranjeros, quienes se pensaban serían sus principales blancos. Entre los costos humanos de la lucha revolucionaria se encontraba la salida de muchos mexicanos del estado, refugiados rumbo a los Estados Unidos, principalmente a la ciudad de Los Ángeles, California.20 A través del testimonio del ingeniero Luis F. Diego Redo, podemos ver como ante el temor de la llegada de los revolucionarios, abandonó la ciudad de Culiacán antes de ser tomada por los maderistas para dirigirse al otro lado de la frontera;

20 Respecto al tema de la emigración de mexicanos a causa de la inseguridad y violencia durante la revolución, véase Manuel Gamio, The Mexican Immigrant, New York, Arno Press and The New York Times, 1969; Jorge Durand, Patricia Arias, La experiencia migrante. Iconografía de la migración MéxicoEstados Unidos, México, Altexto, 2000, pp. 9, 45, 51.

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(…) como primera providencia, dictaminé llevarme a mi familia a Los Ángeles, California, siendo mi intención permanecer allí hasta que se hicimos en el mes de abril de 1911, y con nosotros también salieron para Los Ángeles, otras numerosas familias, pues consideraban su situación insegura en la capital del estado.21

El 30 de mayo los revolucionarios maderistas entraron a la ciudad, y sin importar que el 21 de mayo se declaró el armistiJuárez, o que en el estado se encontrara como delegado de paz el ingeniero Manuel Bonilla, los revolucionarios saquearon casas comerciales e incluso incendiaron la fábrica de hilados El Coloso de Rodas, propiedad de la familia del gobernador Diego Redo.22 Después de lo ocurrido en la capital del estado, un comerciante de apellido Vázquez, integrante de uno de los grupos de refugiados que salieron de Sinaloa, expresaba a su llegada a Los Ángeles que después de la capitulación de las autoridades federales en Culiacán, la ciudad había sido víctima de saqueos. En su relato también dio puntos del estado, mencionando los casos del prefecto de Cosalá, apellidado de la Mora y el presidente municipal de Mocorito que de acuerdo a su testimonio fueron fusilados por los revolucionarios.23 En comparación a estos pasajes de violencia, en el mes de junio la prensa norteamericana publicaba el testimonio de Gordon C.

21 El mundo de Molina, autobiografía del arquitecto Luis Felipe Molina Rodríguez, Culiacán, Gobierno del estado de Sinaloa/La Crónica de Culiacán/ difoCur , 2003, p. 105. 22 Héctor R. Olea, La revolución en Sinaloa, Culiacán, Centro de Estudios Históricos del Noroeste, A.C., 1ª reedición, 1993, p. 49. 23 The Sunday Times Tribune, Waterloo, Iowa, 11 de junio de 1911.

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que operaba en Culiacán, donde se menciona que los norteamericanos de la localidad no habían sido molestados por los grupos que la compañía deslindadora The Sinaloa Land Company, continuaba sus operaciones y tenía empleados a 500 trabajadores mexicanos, contratados en tiempos de paz.24 Considerando el testimonio optimista de Douglas, coronado bien al país y fortalecería al gobierno que asumiría el poder, en junio del mismo año, el embajador Henry Lane Wilson informó que los norteamericanos también huían del Estado –así se refería a quienes dejaban el puerto de Mazatlán y abandonaban sus pro-

protegerlos.25 Ante estas notas discordantes es muy difícil determinar de forma tajante si los norteamericanos estaban siendo o no víctimas de una violencia dirigida y sistemática, o si al respecto existían diferencias frente a los mexicanos. Si nos basamos en lo escrito sobre los daños materiales ocasionados por la revolución, encontramos una opinión compartida mía en su conjunto, ocasionando que comerciantes, terratenientes mexicanos y extranjeros huyeran del estado llevando consigo sus capitales.26 24 Covina Argus, Covina, California, 3 de junio de 1911, p.1. 25 Berta Ulloa, Op. cit., p. 41. 26 Guillermo Ibarra, Sinaloa: tres siglos de economía. De la minería a los servicios, López López, “Trayectoria empresarial de la familia Bon Bustamante”, en Clío, Culiacán, Facultad de Historia/ uas Arturo Román Alarcón, “Características generales de la economía sinaloense, 1910-1950”, en Clío, Culiacán, Facultad de Historia/ uas de 2003.

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daños tanto a mexicanos como extranjeros. Pero, al situarnos en el contexto de la revolución maderista de los meses de enero a junio de 1911, debemos mencionar que en el caso de la minería estos daños eran ocasionados debido a las guerrillas maderistas desplegadas en las montañas de la Sierra Madre Occidental, y que tomaban por asalto los principales minerales, extrayendo recursos y armas para asegurar la subsistencia de sus contingentes. Aunque ticiones de garantías de sus dueños, los grupos rebeldes no tenían como objetivo paralizar sus trabajos y en cambio, al momento de enfrentar a los operarios de las mismas les pedían que esperaran en sus demandas. En ese sentido, si atendemos la idea de una revolución antinorteamericana, durante la revolución maderista las compañías mineras en su mayoría de capital norteamericano, continuaron operando a pesar de las incursiones y asaltos rebeldes, no dirigidos, como ya se dijo, a paralizar las minas donde trabajaban cientos de mexicanos. A este panorama habría que agregar un elemento más, si atendemos a los daños en tierras agrícolas y haciendas norteamericanas. aseguraba que los norteamericanos no habían sido molestados y la Sinaloa Land Company, la compañía deslindadora más grande en el Estado, continuaba sus obras empleando también a cientos de trabajadores. Sin embargo, se debe contemplar que durante este año muchos hacendados mexicanos buscaron proteger su patrimonio fusionando propiedades con inversionistas estadounidenses, los principales afectados, mientras las propiedades norteamericanas seguirían protegidas. Como ejemplo, citaremos a las familias Redo y Almada que buscaron proteger sus propiedades al celebrar en 1911 por medio

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de Jorge E. Almada, un contrato de compraventa de sus terrenos con Nelson Rhoades Jr., representante de la Sinaloa Land Company. Por su parte, Redo y Cía., prometió vender sus bienes al inversionista Raymond Mac Cune.27 Otro de los casos, donde las propiedades norteamericanas siguieron gozando de seguridad, fue el del hacendado Benjamin Francis Johnston, dueño de The Sinaloa Sugar Compan fue uno de los principales propietarios en el distrito de El Fuerte. Johnston hizo crecer sus propiedades adjudicándose muchas de las tierras que los colonos de Topolobampo habían habilitado, y al quedarse con el ingenio azucarero El Águila, propiedad del 28

Al estallar la lucha revolucionaria en este distrito, las propiedades de Johnston no fueron afectadas porque era el vicecónsul de Estados Unidos en la región, lo que le permitió colocar el escudo protector de su país en sus negocios.29 Este panorama nos muestra que la población norteamericana se sentía amenazada por la inseguridad de la lucha revolucionaria, pero no en una forma distinta, ni menor a lo padecido por el resto de los mexicanos. Además, tenemos el hecho inminente de que tomadas en manos de los revolucionarios, a pesar de esperar una reacción nacionalista en donde los mexicanos tomaran posesión rios actuaron sobre la lógica de asaltar las propiedades y obtener 27 Alonso Martínez Barreda, Relaciones económicas y políticas en Sinaloa, 1910-1920, Culiacán, uas / El Colegio de Sinaloa, 2004, pp.82-83. 28 Mario Gill, Op. cit., pp. 75-76. Cabe resaltar que el maderista José María Ochoa era hijo de este hacendado recién despojado de sus propiedades. 29 María Elda Rivera Calvo, “La actividad empresarial de Benjamin Francis Johnston” en Clío, Facultad de Historia/uas de 1995, p. 15.

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recursos de ellas, pero no cerrar minas o impedir trabajos agrícolas donde los mexicanos obtenían empleo. ción diplomática entre México y Estados Unidos. Desde el inicio de la lucha armada el presidente William Taft y el departamento de estado se habían valido de un doble juego: por una parte exigieron garantías para la vida e intereses de sus ciudadanos, con la carga implícita de una posible intervención; y por otra, hacían comentarios y enviaban circulares tranquilizadoras.30 Atendiendo a esta relación diplomática, puede decirse que tos por causa de las pérdidas materiales ocasionadas durante la misma, el gobierno provisional de Francisco León de la Barra decretó el establecimiento de la Comisión Consultiva de Indemnizaciones, “Como un medio para reparar en lo posible los daños sufridos por nacionales y extranjeros durante la revolución y con motivo de ella”.31 En la misma tónica, el gobernador interino de Sinaloa Celso Gaxiola Rojo, decretó el derecho a reconocer a los nacionales y extranjeros el reclamo de pago por los daños sufridos durante la revolución de 1911.32 Así, desde el gobierno estatal se admitía que lución. Sin embargo, los reclamos de ciudadanos norteamericanos no dejaron de presentarse: Peter Nestley, por medio del Vicecónsul de los Estados Unidos Charles B. Parker, emitió una queja por la destrucción de documentos con valor de tres mil pesos; William Lemcke denunció diversos daños a sus propiedades; así como la compañía minera Santa Cruz Mine, solicitando se reintegrara el

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Berta Ulloa, Op. cit., p. 38. Op. cit., pp. 214-215. 32 Alonso Martínez Barreda, Op. cit., p. 90.

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capital expropiado por los revolucionarios, y que se le otorgaran garantías para seguir operando.33

soluciones para calmar las reclamaciones y petición de garantías. Al establecerse la Comisión Consultiva de Reclamaciones, se reconoció que la revolución maderista había ocasionado daños tanto a mexicanos como a extranjeros. Aunque en este apartado hemos visto que sus inversiones siguieron en pie, a pesar del rumor de contingentes populares atacando las propiedades norteamericanas para que regresaran a manos de los mexicanos, los grupos revolucionarios no hicieron de las compañías mineras o deslindadoras el objetivo de sus ataques. Además la protección diplomática de que gozaron hizo que muchos propietarios mexicanos fusionaran sus inversiones con ellos, para así conservar su patrimonio. ta, muchos mexicanos se convirtieron en refugiados, víctimas de saqueos y de venganza popular: en contraparte, no encontramos mayores indicios de daños contra los norteamericanos, sobre todo en lo que respecta a muestras de hostilidad étnica; otro grupo de inmigrantes, el de los chinos residentes en el estado sí estaban sufriendo a causa de las manifestaciones de xenofobia, muestra de ello fue que en el mes de mayo varios de ellos fueron asesinados por un grupo de revolucionarios en el puerto de Mazatlán, sumando este episodio a la ola de hostilidad en su contra que se estaba desarrollando en otros estados como Sonora, Durango y Coahuila.34 33 Pedro Cázarez Aboytes, Bienes intervenidos y préstamos forzados durante la revolución mexicana: El caso de Sinaloa, 1911-1920 [inédito], pp. 5 y 6. 34 The Gleaner, 30 de mayo de 1911, p. 3. Respecto a la actitud xenofó-

comerciales. Además se juzgaba que eran una raza degradada, que eran desasea-

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leaving mexiCo: refuGiados norteameriCanos y las rebeliones antimaderistas

Ciudad Juárez, el 25 de mayo de 1911, Francisco I. Madero y sus seguidores de ideas moderadas, entre los que se encontraban gobierno de Estados Unidos mostraba simpatía por el experimento reformista del presidente, porque en el plano ideológico sentido, el maderismo político mostraba un paralelismo con el progresismo estadounidense de la época, puesto que ambos eran por el crecimiento económico y portadora de valores liberales y constitucionales.35 americano Henry Lane Wilson, pidió al Departamento de Estado ayudar en todo lo posible al nuevo presidente, pues todo parecía entrar a la normalidad y además se conocía que su gabinete era pro americano.36 Sin embargo, al maderismo político le fue muy difícil imponerse a la pluralidad de grupos y actores, que bajo su liderazgo formaron una coalición armada contra el régimen de Díaz. Poco tiempo transcurriría, para que el nuevo gobierno enfrentara una dos, transmisores de enfermedades, etc. Señala también que durante este período, ya habían sido objeto de manifestaciones violentas en el puerto de Mazatlán, por lo que podemos encontrar una continuidad de esta actitud durante el período revolucionario. Moisés González Navarro, Op. cit., p. 590. 35 Alan Knight, US-Mexican Relations, Op. cit., pp.5-6. Op. cit., p. 217.

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los; de Pascual Orozco y Emilio Vázquez Gómez en Chihuahua; y otras más, que a pesar de la heterogeneidad de sus liderazgos y propósitos, compartían el carácter antimaderista de su lucha. En Sinaloa, el gobierno de José María Rentería, profesor y ex miembro de los clubes políticos pro maderista en su campaña presidencial de 1910, enfrentó la inestabilidad provocada por grupos armados que retomaron al zapatismo, vazquismo y orozquismo como símbolos de disidencia frente al gobierno. Algunos de sus líderes decían luchar contra Madero, por traicionar el Plan de San Luis, otros se enfrentaban al gobernador Rentería y otros más contra las autoridades y caciques locales. Estos disidentes del maderismo reivindicaban su causa asaltando comerciantes, haactos simbólicos como quemar archivos, los sellos de puestos de gobierno, liberar a los presos y nombrar nuevas autoridades. Tal y como había ocurrido en 1911 y seguiría ocurriendo a lo largo de la revolución con la aparición de los distintos grupos armados, su presencia provocó intranquilidad entre la población, ya que además de estos actos se temían otras prácticas violentas como las violaciones a las mujeres, ultrajes y asesinatos de personas. En este momento de la lucha revolucionaria, se presenta un nuevo clima de inseguridad y la vida cotidiana se altera por la presencia de los revolucionarios que recorrían los campos y asaltaban las poblaciones. Muchas personas, sobre todo familias acomodadas, se vieron forzadas a abandonar sus hogares, pues temían por sus vidas: en el mes de febrero, la prensa local informa de familias de los distritos de Mocorito y Sinaloa que habían emigrado a causa de la intranquilidad y el temor al asalto por grupos rebeldes;37 en el mes de marzo, El Heraldo de Occidente publica una carta de un vecino del distrito de Escuinapa para una persona en Mazatlán, 37

El Correo de la Tarde, Mazatlán, 29 de febrero de 1912, p. 6.

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de aquí, se están saliendo de la población, habiendo llegado ayer al Rosario la mayoría de las más acomodadas”.38 Estas notas dan cuenta de familias mexicanas de clase alta obligadas a dejar sus lugares de residencia. Además de los casos mencionados, desde el distrito de Concordia se reportaba, “Se ha quedado sólo, pues la mayor parte de las familias de allí se han salido por temor a los revoltosos”.39 En otra nota titulada “Los comerciantes del Rosario tienen miedo”, se apuntaba que se habían ran ante el jefe de las armas del puerto para que les enviara armas y municiones y poder defenderse del ataque de los zapatistas.40 La intranquilidad se generalizaba. Los norteamericanos residentes en la colonia Los Mochis, en el distrito del Fuerte, escribieron el 16 de marzo al gobernador Rentería, demandando protección, garantías y justicia, ante el ataque contra la colonia a manos de una partida de bandoleros comandada por Fortunato Heredia, “Quienes sin distinción de nacionalidades saquearon a todos los vecinos y establecimientos de la localidad, empleando toda clase de molestias y atropellos (…)Todos los vecinos de aquí son exclusivamente americanos del norte, quienes tienen intereses que suman millones de pesos, además de sus familias, hogares, etc. “Los que no pueden abandonar, pero tampoco pueden permitir que sean ultrajados”.41 El mencionado Fortunato Heredia era un agricultor del distrito de Sinaloa, quien desde 1912 lideraba un grupo de hombres armados que se levantaron como zapatistas, en conjunción con otros 38 Heraldo de Occidente, Mazatlán, 16 de marzo de 1912, p. 4. 39 Heraldo de Occidente, Mazatlán, 16 de marzo de 1912, p. 4. 40 Heraldo de Occidente, Mazatlán, 18 de marzo de 1912, p. 1. 41 Archivo General de la Nación (aGn ), Fondo Francisco I. Madero, Vol. 32, Exp. 869.

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líderes como Manuel Vega, Antonio Franco y Francisco Quintero, veteranos de la revolución maderista de 1911. Como podemos advertir, este episodio se escapó de las manos del gobierno estatal

intereses no sufrirían daños. En el ámbito nacional, la relación con Estados Unidos pasó este viraje fue notorio el papel jugado por el embajador Wilson, sobre todo cuando empezó a circular noticias alarmantes donde recalcaba el peligro que corrían los norteamericanos. El 2 de marzo aconsejó a sus conciudadanos abandonar zonas consideradas peligrosas, como los estados de Chihuahua, Durango, Morelos, y la zona de Culiacán.42 Llama la atención que de los estados enlistados no se mencione a Sinaloa, sino solamente a la zona de Estado donde los norteamericanos se sentían amenazados. Si bien no podemos dejar de lado que el anuncio de Wilson fue tomado como una muestra de hostilidad por parte del gobierasegurar la vida y propiedades de los norteamericanos, en los siguientes meses en la prensa norteamericana se publicaron notas sobre la odisea de los norteamericanos en México y para nuestro Un ejemplo de estas notas periodísticas es el relato de la Sra. Mary Lines, norteamericana que contaba cómo había logrado escapar de los “bandidos mexicanos” en dos ocasiones en menos de un año: la primera había sido en el año de 1911 cuando sucedieron los primeros levantamientos armados en el estado; y Op. cit., p. 219.

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la segunda ocurrió en medio de los pronunciamientos de 1912. Lines había huido en una primera ocasión, acompañada de otro grupo de mujeres y cuando parecía que la paz reinaba de nuevo, decidió regresar. No pasó más de un año cuando tuvo que salir del país de nuevo, escapando en medio de la noche en un carro del una mujer española, originaria de Toledo y su hija de diez años, además de otras 10 mujeres norteamericanas y sus pequeños hijos, con rumbo hacia Los Ángeles, California.43 De relatos como el anterior, observamos que la inseguridad de los norteamericanos se vivía desde el movimiento armado de 1911, y no dudamos que lo ocurrido a la Sra. Lines sucediera a muchos norteamericanos, no teniendo más opción que enviar a sus mujeres e hijos de regreso a Estados Unidos, y ante la llegada de un nuevo gobierno con promesas de restablecer la paz, decidieran su regreso. El tono alarmante de este caso y otros más sucedidos hacia 1912, era que se daban en el contexto de un país juzgado por los estadounidenses “bajo el imperio del bandidaje”. En ese sentido, se decía que Sinaloa era recorrido por bandas que no operaban en conjunto y solamente se dedicaban al pillaje; unos 44

Ante la falta de control por parte del gobierno de estos grupos maderista. Por tanto, no podemos dejar de relacionar las notas alarmantes sobre la inseguridad vivida por los norteamericanos, con el descredito del maderismo ante el gobierno norteamericano anterior, creaba una idea sobre la guerra mexicana y los mexicanos, donde era necesaria la intervención norteamericana. En el mes de 43 44

The Forth Wayne News, Indiana, 7 de marzo de 1912. The Constitution, Atlanta, 25 de abril de 1912.

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tomó la determinación de enviar el barco de guerra Buford a recoen peligro. Sin embargo, los anuncios alarmantes que hablaban de evacuaciones masivas, sucumbieron ante la realidad y al fondear las costas de Sinaloa se rescató solamente a cinco refugiados en el puerto de Topolobampo y 16 en el de Altata, cerca de Culiacán, de quienes se dijo fueron dejados casi en la miseria por los rebeldes al robarles sus pertenencias.45 También el gobierno británico envió el buque de guerra Algerine al puerto de Mazatlán, buscando rescatar a los ciudadanos ingleses que desearan abandonar el territorio mexicano, siguiendo la misma ruta del Buford enviado por los Estados Unidos.46 Antes de tomar esta decisión extrema el gobierno inglés también hizo patentes sus exigencias diplomáticas, primero a raíz de la revolución maderista y después por los pronunciamientos antimaderistas. Los británicos, al igual que los norteamericanos, se encontraban inconformes con la inestabilidad generada por el experimento democrático de Madero, compartiendo con el gobierno estadounidense la idea de no intervención militar pero sí ejerciendo presión sobre el gobierno mexicano.47 Entonces, la prensa norteamericana hablaba de aproximadamente 1,000 conciudadanos habitando la costa oeste de México, considerados en peligro inminente debido a que en el país se vivía bajo “el imperio del bandidaje”.48 Con esta tesitura seguían periódico The Constitution, de Atlanta, informaba de refugiados 45 46 47

The Washington Post, Washington, 21 de abril de 1912, p. 1. The Washington Post, Washington, 4 de mayo de 1912, p. 1. Lorenzo Meyer, Su majestad británica contra la revolución mexicana, México, El Colegio de México, 1991, pp. 114-115. 48 The ogden examiner, Ogden, Utah, 27 de abril de1912, p.2.

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norteamericanos llegados a San Francisco en el vapor Ciudad de Panamá, “Huyendo de los asesinatos y crímenes que a diario ocurrían en las regiones de un México infestado de bandidos, en el que ni siquiera la muerte se respetaba”. Los repatriados eran principalmente mujeres y niños norteamericanos, además de miembros de familias de hacendados mexicanos e ingenieros de minas, que se reportaba salieron de Mazatlán y otros puertos de la costa mexicana como Acapulco y San Blas.49 En la misma nota se dijo que Nelson Rhoades Jr., representante de la Sinaloa Land Company, enviaría otro vapor en auxilio a los norteamericanos que pudieran alcanzar la costa en los puntos comprendidos entre Guaymas y Mazatlán. Aunque no tenemos datos de cuántos norteamericanos salieron del país en este momento, no es posible reducir a los anuncios constantes a evacuar las costas de que los vecinos del norte estaban padeciendo la inseguridad y junto a ellos los mexicanos refugiados en su territorio. Una nota más nos habla de un grupo de norteamericanos que llegaron como refugiados a El Paso, Texas, denunciando el asesinato realizado por bandidos mexicanos contra cinco de sus connacionales, mientras trabajaban sus denuncios mineros situados en el límite de los distritos de El Rosario y Mazatlán.50 Esta situación también se vivió en otras regiones mineras, sobre todo en la parte colindante con el estado de Durango donde se reportaba que los americanos enfrentaban los ataques de bandas rebeldes sin que los gobiernos de Sinaloa o Durango acudieran en su auxilio.51 Por su parte, la prensa sinaloense nos muestra lo desesperado de esta situación, al referirse al aspecto triste y desolado del mineral de Copala, en el distrito de El Rosario, causado por las 49 The Atlanta Constitution, Atlanta, 25 de abril de 1912, p. 3. 50 The Kellog Enterprise, 12 de mayo de 1912, p.3. 51 The Logansport Journal, Indiana, 17 de agosto de 1912, p. 1.

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migraciones y negocios clausurados tras la revuelta. La nota menciona a quienes abandonaron el mineral, incluyendo familias mexicanas y extranjeras: Don José Trewartha, Enrique R. Gómez y familia, Guillermo L. Wolfskill e hijos, señora Victoria S. Viuda de G. Sarabia e hijas, señor Frank Cook y familia, C.W. Norton y familia y el señor M. Borrego y familia.52 De estas personas el norteamericano Guillermo Trewartha, manifestó haber huido hacia Mazatlán por temor a los zapatistas, pero después de un mes decidió regresar a Copala y defenderse de los préstamos forzosos mediante lo que llamó “sabios argumentos”. Hacia 1912 la inseguridad y amenazas vividas por los norteamericanos se encontraban en un punto casi insostenible, llevándolos a tomar la decisión de emigrar o quedarse en espera de no sufrir muchos daños. Cabe resaltar, pese a las experiencias señaladas, que no todos los bandidos se dedicaban al saqueo, por tanto no se puede generalizar que todos los líderes rebeldes decidieran atacar las propiedades extranjeras. Muestra de ello es Juan Cañedo, uno de los líderes en los distritos del sur de Sinaloa, agricultor y minero, quien también había trabajado en Estados Unidos, ex maderista en la lucha de 1911, expresaba en su programa de lucha lo siguiente; Conciudadanos la base de esta contrarrevolución no es perjudicar los intereses de nuestros compatriotas ni a los negocios que dan vida a los pueblos porque esto sería ruina de nuestra patria ni ultrajar familias de ninguna clase social así como respetar a todos los extranjeros sean de cualquier nación y sus intereses.53

A través de esta proclama observamos a un líder seguir la racionalidad que había distinguido a los maderistas en 1911, y señalada 52 El Correo de la Tarde, Mazatlán, 24 de mayo de 1912, p. 5. 53 Archivo Histórico de la Defensa Nacional (ahdn ), Exp. XI/481.5/260, caja 127, Estado de Sinaloa.

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por Alan Knight, acerca de mantener intactos a los negocios y compañías que daban empleo y sustento a los trabajadores; a decir de Knight esta relación no mostraba un vínculo afectivo con los patrones, pero tampoco coerción, más bien era táctica, calculadora y utilitaria, buscaba asegurar la subsistencia en tiempos difíciles.54 Al analizar el sentido de las acciones de los rebeldes sinaloenses hacia 1912, nuestro propósito de plantear cómo afectaron a la vida e intereses norteamericanos entra en una encrucijada interpretativa: por una parte encontramos la existencia de una conciencia utilitaria de preservar las empresas norteamericanas y extranjeras que daban empleo; y por otra, en sus prácticas los rebeldes también usaban el saqueo y el robo como formas de sostener a sus guerrillas. La evidencia empírica nos muestra que a pesar de todo, los ataques a las propiedades estaban presentes y como señala Ranajit Guha, estudioso de las rebeliones campesinas en la india, este tipo de acciones caóticas en apariencia como asaltar o quemar, iban encaminadas a la destrucción del orden simbólico del mundo que rodeaba a los rebeldes.55 Después de la primera mitad del año de 1912, los principales líderes de este movimiento se presentaron ante las autoridades maderistas pidiendo su indulto, entre sus razones expresaban que fueran derrotados. Sin embargo, habían logrado la destitución del gobernador maderista José Rentería, reemplazado en el mes de septiembre por Felipe Riveros, hacendado del distrito de Mocorito y ex combatiente maderista unos años atrás.

abreva del planteamiento de James C. Scott y al respecto propone un análisis 55 Ranahit Guha, “La prosa de la contrainsurgencia” en Saurabh Dube (Coord.), Pasados Poscoloniales. Colección de ensayos sobre la nueva historia y etnografía de la India, México, El Colegio de México, 1999, p. 159.

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de los líderes rebeldes de abandonar las armas, no acabó con la presencia de grupos armados diseminados por los campos, los el mes de noviembre, Riveros esclarecía que seguían operando gavillas en el territorio y apuntaba, “sólo queda el bandolerismo que sigue a toda rebelión o revuelta”.56 A inicios de 1913 siguieron llegando llamados de auxilio de las compañías mineras en los distritos de Rosario, San Ignacio, Concordia y Badiraguato, asediadas por los asaltos de los grupos rebeldes con presencia en el medio rural. Otro caso ocurrido en ese periodo, fue el de Fortunato Heredia, quien seguía al pie de su guerrilla zapatista, que volvió al asalto de Los Mochis y sin respetar la inmunidad diplomática de Benjamin F. Johnston, le quitó un préstamo de 300 pesos a la Sinaloa Sugar Company.57 Este escenario convulso en Sinaloa, fue parte de la inestabilidad y el fracaso del régimen de Madero para dar garantías a los norteamericanos en México, hasta su asesinato en febrero de 1913.

ConClusión Hacia 1910 los norteamericanos representaban casi el 18% de la población total de extranjeros en Sinaloa, después de los esmonto de sus inversiones en el estado, y aunque carecemos de cálculos sobre el mismo, sabemos que en la parte norte eran los mayores propietarios agrícolas y tenían el monopolio de la industria azucarera, así mismo poseían más de un millón de hectáreas agrícolas concentradas en la compañía deslindadora The Sinaloa 56 aGn , Fondo Francisco I Madero, Vol. 32, Exp. 869, f. 2. 57 Filiberto Leandro Quintero, Historia integral de la región del río Fuerte, Los Mochis, Editorial El Debate, 1978, p. 674.

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Land Company, así como cientos de denuncios mineros en varios distritos del estado. Este panorama representaba la denominada la cual su país había iniciado la conquista del suelo mexicano con un nuevo tipo de relaciones basadas en la dependencia económica. antecedente explicativo, sobre los intereses norteamericanos en juego al momento de estallar la revolución, y sobre todo para caracterizarla como un movimiento nacionalista y antinorteamericano. En este trabajo, nuestro propósito fue situarnos en los primeros años de la revolución en Sinaloa, entre el período de la revolución maderista y el primer gobierno emanado de ella, para determinar si en este momento las acciones de los revolucionarios y el gobierno estuvieron dirigidas por una actitud antinorteamericana. Entre otros motivos, la idea de situarnos en estos primeros años nos resultó importante ya que al momento de hablar de la revolución una revolución nacionalista, como la reacción del gobierno huertista ante la invasión norteamericana a Veracruz en abril de 1914, y la política constitucionalista cristalizada en 1917, que intentó reducir el poderío económico extranjero. Podemos decir que durante los primeros meses de la revolución maderista en Sinaloa, entre enero y junio de 1911, quienes temieron y padecieron en mayor medida los efectos de la violencia revolucionaria no fueron los norteamericanos y extranjeros que habitaban el estado, sino las autoridades del antiguo régimen y los mexicanos de clase acomodada. Si bien la población norteamericana se sintió amenazada por la violencia e inseguridad, ocasionando que el gobierno estadounidense exigiera protección a sus vidas y propiedades y al mismo tiempo se generaran noticias sobre es-

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ni los norteamericanos ni sus inversiones fueron objetivos de la venganza y hostilidad de los grupos revolucionarios. En ese sentido, resulta fundamental recalcar que si bien por su forma de operar los maderistas pidieron préstamos forzosos y quitaron armas a las empresas norteamericanas, nunca intentaron paralizar el trabajo de cientos de trabajadores mexicanos. Al contrario, los revolucionarios maderistas no convirtieron las propiedades norteamericanas en el objetivo de una revolución nacionalista, y en cambio sí afectaron a los propietarios nacionales, quienes buscaron proteger su patrimonio al fusionarlo con las compañías extranjeras. naria en Sinaloa, el gobierno interino reconoció a nacionales y extranjeros el reclamo del pago por los daños sufridos durante acuerdo en que el movimiento armado había ocasionado daños a los ciudadanos norteamericanos, aunque como dijimos, en esta primera fase los mayores costos de este movimiento no fueron para los norteamericanos, sino para los mexicanos de clase alta y su patrimonio. ció el primer gobierno emanado de ella, la tranquilidad no pudo ser restablecida y surgieron grupos rebeldes que siguieron operando hasta la caída de dicho gobierno. En este momento la presencia de zapatistas, orozquistas y vazquistas en el estado provocó los mismos temores e inseguridad que la revolución maderista, ocasionando que familias mexicanas abandonaran atemorizadas sus localidades, el estado y el país. A diferencia de lo señalado para la revolución maderista, a estos mexicanos se sumaron muchos norteamericanos que se convirtieron en refugiados de la revolución. Hacia el año de 1912, cuando muchos de estos norteamericanos abandonaron el estado y su gobierno emitió declaraciones donde

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recalcaba que su situación era insegura, uno de los cambios más diferentes líderes, distintas guerrillas, y una forma de operar prolongada durante muchos meses (porque estos grupos armados los asaltos y saqueos a propiedades en las que no se respetaba a nacionales ni a extranjeros. Durante este tiempo, el gobierno maderista expresó su proamericanismo pero a la vez demostró su incapacidad para contener a los grupos armados que operaban en el estado, y a pesar de la presión diplomática ejercida por el gobierno americano e incluso el británico, fracasó en dar garantías a los ciudadanos extranjeros. Lo interesante es que entre estos líderes rebeldes, algunos buscaban proteger las propiedades norteamericanas y, al igual que en 1911, juzgaban esta protección en base a ser proveedoras de empleo y de subsistencia para muchas personas. Podemos decir entonces, que durante los primeros años de la revolución en Sinaloa las acciones de los revolucionarios no obedecieron a razones nacionalistas o xenofóbicas. Las mayores pérdidas y muestras de hostilidad de los grupos armados fueron contra la élite política y social del antiguo régimen, respecto a los norteamericanos la lógica de sus acciones estuvo encaminada a proteger sus propiedades al ser fuente de trabajo, y a partir de 1912 lugares donde las tropas rebeladas obtenían fondos para seguir operando sus guerrillas. Durante estos años, la idea de expropiar y afectar a los norteamericanos no estuvo presente en Sinaloa, lo que nos ayuda a entender cómo se ha tratado de imponer en retrospectiva la noción de una revolución nacionalista, surgida precisamente del triunfo de la facción constitucionalista y la implantación de un nuevo estado nacional.

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