Los musulmanes en las tierras de Elda II. Islamización del territorio

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Descripción

Los musulmanes en las tierras de Elda II. ISLAMIZACIÓN DEL TERRITORIO IRINA AGULLÓ MARCOS JESÚS PEIDRO BLANES Museo Arqueológico Municipal de Elda

E Mapa del término municipal de Elda con los yacimientos de época islámica.

l Valle de Elda, al igual que la mayor parte del territorio peninsular, entró a formar parte del mundo musulmán a partir del siglo VIII. Las primeras noticias documentales que tenemos sobre la integración de nuestras tierras en el entramado político-administrativo musulmán aparecen

en el denominado pacto de Teodomiro, en el que se detalla el nombre de siete ciudades sobre las que este noble visigodo debía ejercer un control efectivo del territorio. Entre ellas se encuentra la de Iyyu(h), que ha suscitado un amplio debate desde el punto de vista historiográfico acerca de su ubicación. E. A. Llobregat situó la ciudad de Iyyu(h) en El Monastil (Elda) partiendo de la identificación de este yacimiento con la sede episcopal de Elo. Se entendía que la ciudad nombrada en el Pacto debía encontrarse igualmente en Elda. Sin embargo, los datos arqueológicos son claros en este sentido: El Monastil en esos momentos distaba mucho de ser el núcleo urbano que había sido en el siglo VII. Es más, las fuentes escritas así como los restos arqueológicos parecen confirmar sin lugar a dudas que la ciudad de Iyyu(h) se situaba en el yacimiento de El Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete).

El periodo emiral (711-929) El Valle de Elda en los primeros siglos de dominación islámica (ss. VIII-IX) Los primeros datos arqueológicos que demuestran la presencia de los musulmanes en el Valle de Elda se encuentran en El Monastil, único asentamiento humano que ha dado una cronología del siglo VIII en el término municipal de Elda. A partir de la segunda mitad del siglo VII el núcleo urbano de El Monastil se había abandonado progresivamente, de manera que a la llegada de los musulmanes el poblado estaría prác-

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ticamente deshabitado. No obstante, los nuevos pobladores del Valle creyeron ver un al-munastir (lugar sagrado y fortificado) en la antigua Ello/Elo, ya que es muy posible que la basílica estuviera aún en pie, así como parte de la muralla. Esto unido a la posibilidad de que la iglesia se hubiera transformado en un monasterium podría explicar el nombre que los musulmanes le dieron al enclave. La presencia islámica está atestiguada tanto en la parte alta del cerro como en la llanura próxima. Se ha documentado cerámica emiral y almohade asociada a estructuras de época tardoantigua reaprovechadas en época islámica. Así, han aparecido restos de elementos decorativos de la iglesia paleocristiana reutilizados como material constructivo en algunas viviendas islámicas. En efecto, se ha registrado la presencia de varias fosas de expolio de material constructivo en el edificio de la basílica, datadas en época emiral. De manera que tal como ha afirmado A. Poveda, el desmonte de la basílica se produjo ya en época islámica. En todos los casos se trata de estructuras domésticas, es decir, se ha documentado la presencia de viviendas, no de espacios públicos. Es por ello que no podemos hablar de El Monastil como de un asentamiento con carácter urbano en época islámica, sino de un pequeño núcleo de población rural, que subsistiría gracias al cultivo de las tierras circundantes. Por su parte, el registro material cerámico posee una gran homogeneidad, situándose en la mayoría de los casos en el periodo altomedieval (ss. VIIIX). La cerámica emiral está representada por marmitas, orzas e incluso algún fragmento de tannur u hornillo portátil. Para ofrecer un panorama general debemos mencionar que no se ha documentado la presencia de cerámica vidriada y que lo más característico es la cerámica de contención y almacenamiento junto a la de cocina. El hecho de no existir restos de cerámica vidriada en dicho yacimiento nos proporciona un dato significativo, ya que sabemos que este tipo de cerámica comienza a aparecer a partir de finales del siglo IX y principios del X, pero su generalización no se produce hasta finales del siglo X y principios del siglo XI. Esto, junto a la carencia de estructuras aso-

ciadas a materiales islámicos nos llevaría a interpretar el asentamiento como un núcleo que mantiene un poblamiento continuado hasta el siglo X. El siglo XI, por su parte, sería un momento de abandono del yacimiento, puesto que la presencia de materiales de este momento es residual, habiéndose documentado únicamente un fragmento de candil de piquera larga y dos fragmentos de jarritas pintadas, una en blanco y la otra en óxido de hierro. Este hecho matizaría la idea de asentamiento continuado que se ha venido defendiendo hasta la fecha.

Por otra parte, en el Valle Medio del Vinalopó encontramos a lo largo del siglo VIII, una serie de enclaves que funcionan paralelamente y que presentan una serie de rasgos comunes, señalándose por tanto un área cultural común a lo largo del Valle. Se trata de los asentamientos de Els Castellarets (Petrer) y El Zambo (Monóvar-Novelda). En ambos casos se trata de poblados en altura, que controlan visualmente el Valle Medio del Vinalopó, ocupados desde época tardoantigua, aunque el primero se abandona a finales del siglo VIII, mientras que el otro perdura hasta comienzos del siglo X. La presencia de enclaves en altura responde a un patrón de asentamiento que busca por un lado escapar del poder estatal, así como controlar los caminos naturales y las vías de comunicación. No debemos olvidar que en los tres casos se trata de asentamientos que dominan importantes vías de comunicación con otras áreas externas al Valle del Vinalopó. Los musulmanes en las tierras de Elda

Panorámica del Valle de Elda, donde se asentaría la huerta islámica (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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El periodo califal (929-1031)

Jarrita procedente de Galería de Jesús (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

El traslado del poblamiento a la llanura El abandono a comienzos del siglo X de lugares en altura como El Monastil y El Zambo está relacionado con la ocupación de asentamientos en llano, como es el caso de Puente II, Agualejas, Arco Sempere y La Melva. La ocupación de la llanura está íntimamente ligada a la nueva situación política que se produce durante el Califato. El Estado, tras someter una serie de revueltas, obliga a las poblaciones establecidas en enclaves de altura a asentarse en las zonas llanas, lo que repercute en un mayor desarrollo económico general. Se trata de un fenómeno bien atestiguado en otros ámbitos territoriales, al que no fue ajeno el Valle de Elda. Se formaron dos zonas de poblamiento bien diferenciadas. Por una parte la zona de Puente II y Agualejas, situada en la margen izquierda del Vinalopó, y por otra, la que se sitúa en las laderas de Bolón, en la margen derecha del río, formada por Arco Sempere y La Melva. En todos los casos se trata de asentamientos establecidos cerca del Vinalopó, auténtico vertebrador del poblamiento. En el caso de Puente II y Arco Sempere, se trata de antiguas villae romanas

Vista de las laderas de Bolón, con Galería de Jesús en primer término (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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y tardoantiguas, que presentan una serie de condiciones más adecuadas para la actividad agraria, retomando así en época islámica la misma función que habían desarrollado antiguamente. Puente II podría tratarse de una modesta alquería datada entre los siglos X y XV, ya que se ha documentado la presencia de cerámicas islámicas y cristianas. En cuanto al material almohade destaca la presencia de cerámicas pintadas, esgrafiadas, tinajas con decoración estampillada y cerámicas comunes. La cerámica de época cristiana está representada por cerámicas vidriadas, comunes, pintadas... Por su parte, el sector donde se ubican los yacimientos de Arco Sempere, laderas de Bolón (Peñón de la Tía Gervasia), La Melva y Galería de Jesús conformaría una misma área cultural, bastante extensa, donde han aparecido cerámicas de lujo y un tesorillo numismático de monedas de plata (dirhems). Se encuentra situada en una zona con buenas condiciones para la práctica agrícola, así como con una buena ubicación respecto a los caminos y vías, de manera que se ha interpretado como una almunia o finca residencial rural. La alquería situada en La Melva, a su vez, únicamente ha proporcionado materiales islámicos, destacando las cerámicas esgrafiadas y las pintadas, no habiéndose documentado un poblamiento anterior en la zona. El yacimiento de Galería de Jesús, muy cercano a La Melva, a pesar de presentar materiales de esta época, no parece estar en pleno funcionamiento en este momento, puesto que se trata de materiales residuales en un contexto cerámico muy homogéneo de época almohade. En cuanto al hallazgo esporádico de un tesorillo numismático de catorce fragmentos de dirhems de plata, se ha localizado en el Peñón de la Tía Gervasia, en la zona del monte Bolón. Dos de ellos corresponden a época califal, mientras que el resto son de pleno siglo XI. Entre los califales se incluye un ejemplar acuñado en Madinat al-Zahra por al-Hakam II en el año 970-971. La aparición de este tesorillo numismático en un lugar aislado no puede relacionarse, en principio, con ningún tipo de asentamiento cercano, si bien podría tratarse de un enclave inmediatamente anterior a Galería de Jesús y La Melva.

Tesorillo formado por catorce fragmentos de monedas de plata (dirhems) procedente del Peñón de la Tía Gervasia, en la zona de Bolón (ss. X-XI) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

Una etapa convulsa. De las taifas a los almohades El poblamiento de época taifal en el Valle de Elda La estructura poblacional del Valle de Elda en época taifal se mantiene básicamente igual a la que encontrábamos a comienzos del siglo X. El único asentamiento que prácticamente desaparece en esta etapa es El Monastil, que presenta materiales del siglo XI de forma meramente residual. Por tanto, el patrón de poblamiento a lo largo del siglo XI es el de asentamientos en llano, como los de Arco Sempere, Agualejas, La Melva y Puente II, con las características que ya presentaban en el periodo califal.

La época almohade (ss. XIIXIII) En el siglo XII entraron en la Península tropas almohades para incorporar al-Andalus a su territorio. Sin embargo, pronto debieron hacer frente al peligro que suponía la presencia de los reinos cristianos, que habían iniciado una política ofensiva hacia las tierras del sur peninsular. En el caso del Valle del Vinalopó, la amenaza más próxima venía de Castilla, sin poder olvidar, no obstante, al Reino de Aragón, que también tenía intereses en la zona. Es por ello que el nuevo Estado almohade proyectó la construcción de una serie de fortalezas defensivas que, jalonando el Vinalopó, sirvieran de elemento común de defensa contra posibles ataques, especialmente desde tierras castellanas. Fue en esta coyuntura cuando se edificaron castillos como el de la Atalaya en Villena, el de Petrer, el de La Mola en Novelda y el de Elda.

La fundación del castillo y la concentración del poblamiento Estos acontecimientos influyeron en el patrón de asentamiento del Valle de Elda, ya que desde la fundación del castillo (finales del siglo XII) hasta el primer tercio del siglo XIII, se observa la continuidad del poblamiento en las zonas rurales que habíamos descrito anteriormente. Tanto Agualejas como Puente II, Arco Sempere y La Melva, presentan materiales que marcarían la transición del siglo XII a inicios del siglo XIII, momento en el que dejan de aparecer materiales en los dos últimos yacimientos, por lo que podemos decir que desaparece la presencia de estas comunidades. Asimismo, asistimos a la aparición de materiales de época almohade en El Monastil, que parece recuperar el poblamiento con bastante intensidad, puesto que el ámbito cultural almohade es el mayor representado entre la cerámica islámica documentada en el yacimiento. Destaca la presencia de tinajas con decoración incisa, cerámicas pintadas en óxido de manganeso, esgrafiadas, y cerámica común tanto de mesa como de cocina. Igualmente, en este momento se documenta la mayor actividad en el

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Anverso y reverso de un dirham de plata procedente del castillo (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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Vista del interior del yacimiento subterráneo de Galería de Jesús, donde se aprecia parte del pasillo que da acceso a los nichos (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

Vista del castillo desde el norte, donde se aprecian las torres de tapial de época islámica (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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yacimiento de Galería de Jesús. Se trata de un refugio subterráneo excavado en el propio terreno, situado muy cerca de la posible alquería de La Melva. La planta del refugio presenta forma de L, con más de dos metros de profundidad y nueve cubículos destinados mayoritariamente a almacenes a los que se accede a través de un pasillo de entrada al refugio y otro que sirve de distribuidor. Los cubículos se encuentran excavados en la tierra con techumbre abovedada, igualmente excavada. En los pasillos aparecen excavados pequeños nichos donde se colocaban candiles para iluminar la galería, dado que las propias características del asenta-

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miento impedían la entrada de luz solar de forma directa. Teniendo en cuenta todo el conjunto arquitectónico y el material cerámico (fundamentalmente cerámicas de cocina y en menor proporción cerámicas de mesa), podemos considerar que nos encontramos ante una alquería (La Melva) o zona de asentamiento musulmán que contaría, a su vez, con un área de galerías subterráneas. No obstante, tanto en el caso de El Monastil como en el de Galería de Jesús, los materiales no van más allá del siglo XIII, de manera que parecen dejar de funcionar ambos asentamientos en este momento. No se ha documentado materiales de época cristiana, como cerámicas vidriadas, pintadas en óxido de manganeso (con decoración propia de época cristiana), lozas, etc. El abandono de Galería de Jesús coincide así cronológicamente con el documentado en La Melva. El caso de El Monastil supone el abandono definitivo del yacimiento después de dos milenios de poblamiento más o menos continuado. Por tanto con el castillo aparece un nuevo elemento vertebrador del territorio, sustituyendo en este papel a El Monastil, que lo había desarrollado, con interrupciones, a lo largo de esos dos mil años. El cambio en el patrón de asentamiento del valle será fundamental para entender el desarrollo urbano posterior de Elda, al menos, hasta el siglo XVI. El castillo, vertebrador del territorio El castillo se convierte en el elemento defensivo por excelencia del valle. Hasta la fecha el único enclave en el que existían construcciones defensivas de un cierto orden era El Monastil. Esta situación no es exclusiva de las tierras de Elda, sino que es compartida por el resto del Valle Medio del Vinalopó, como en el caso de El Zambo en Monóvar-Novelda, o el de Els Castellarets en Petrer. En ambos casos, la construcción de sendos castillos igualmente en época almohade supone un hito arquitectónico alrededor del cual girará el poblamiento posterior en la zona. Podemos observar la misma situación con la aparición del castillo de Elda. Se trata sin duda alguna de la

mayor construcción defensiva del Valle de Elda desde época tardoantigua. Asimismo, supone un punto de referencia poblacional para el valle, puesto que en sus faldas se va a concentrar la mayor parte de la población, formando un primitivo núcleo que dará lugar con posterioridad a la villa de Elda. En efecto, en el interior del castillo se encontraría el gobernador de la zona con una guarnición encargada de custodiar la población de Ella y, al mismo tiempo, servir de elemento coaccionador para el pago de los impuestos, mientras que la población se iría asentando progresivamente en las faldas de la fortaleza. El castillo como construcción Centrándonos en el castillo de Elda como construcción, debemos decir que fue erigido sobre un pequeño cerro en la margen izquierda del río Vinalopó, dominando visualmente el Valle de Elda. Ha sufrido varias modificaciones en su estructura a lo largo de su dilatada vida, de manera que podemos observar varias fases constructivas dentro del conjunto arquitectónico que representa. La originaria construcción almohade era de muralla continua y planta poligonal, con un total de diez torres o cubos que sobresalían de la línea de muralla, con el fin de facilitar su defensa. La factura de la muralla y las torres es de tapial, al igual que ocurre en otros castillos del valle. El interior de la fortificación destaca por el gran espacio abierto o patio de armas que es el elemento sobre el que se ordenan el resto de construcciones. Entre ellas destaca una cisterna rectangular para la recogida de agua situada en el lado este. Ésta última está construida igualmente en tapial, calicastrado por el exterior, y techada con una bóveda de medio cañón. La capacidad de esta cisterna está estimada en unos 68 m3 de agua (68.000 litros), lo que nos lleva a precisar que se trata de un núcleo de población considerable. La aparición de este tipo de construcciones, tanto de la cisterna como del propio castillo, denota un importante desarrollo tecnológico que permite acometer obras de tal envergadura. Asimismo supone una novedad en las características del poblamiento en el valle, ya que no se ha documentado anteriormente en otros yacimientos la

presencia de estructuras de almacenamiento de agua, y mucho menos de las dimensiones de la cisterna del castillo. Por tanto, podemos observar la importancia que adquiere el castillo en el contexto del Valle de Elda, tanto desde el punto de vista defensivo como desde el punto de vista arquitectónico.

Reconstrucción ideal del castillo en época almohade (ss. XII-XIII) (dibujo de C. Callado con tratamiento infográfico de J.M. Sáez).

Vista de la cisterna de época almohade del interior del castillo, transformada en estancia de almacenaje tras la conquista cristiana (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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Fragmento de tinaja almohade con representaciones zoomorfas y arquitectónicas procedente del castillo (s. XII-XIII) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

Mapa del casco urbano de Elda con los puntos donde han aparecido restos islámicos.

Las posteriores reformas que ha sufrido el castillo han provocado que no se conozcan más detalles de la fortaleza en época islámica. Únicamente la realización de excavaciones arqueológicas en el interior del recinto puede proporcionar más datos acerca de esta época histórica. Entre los materiales recuperados en diferentes excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en las dos últimas décadas, destaca la gran cantidad de fragmentos de tinajas estampilladas de época almohade, con decoración arquitectónica, epigráfica y vegetal. Igualmente es relevante la presencia de cerámicas pintadas y abundante cerámica común islámica. Recientemente se han realizado excavaciones en el llamado espacio de

liza. En ellas se documentó en la zona próxima a la entrada del castillo, la presencia de una estructura de uso doméstico atribuida a época almohade. Se trata de una obra realizada en tapial, al menos en su parte superior, mientras que en el ángulo de los muros se colocan piedras con el fin de que la construcción sea más sólida. En el interior de la vivienda (que no ha podido ser excavada en su totalidad), se ha recuperado abundante material cerámico de época almohade (tinajas con decoración estampillada, cerámicas pintadas, con decoración incisa, cerámica común de cocina, así como cerámica vidriada). Es por ello que podemos afirmar que nos encontramos ante la evidencia de una de las primeras viviendas islámicas que se asientan en las faldas del castillo, confirmando así la presencia de estas comunidades en el área más cercana a la fortaleza almohade. Es igualmente posible hablar de una ocupación en momentos posteriores a la conquista cristiana, puesto que aparecen algunos materiales que denotan la presencia de los nuevos pobladores de la villa, como es el caso de cerámica pintada en óxido de manganeso o algunas piezas vidriadas meladas. El primitivo asentamiento islámico alrededor del castillo Son múltiples los hallazgos en el casco antiguo que nos indican la presencia musulmana en la zona a partir de momentos almohades, localizándose en el área más próxima a la ladera meridional del castillo. Con la construcción del castillo se observa una tendencia general en los asentamientos del valle a la concentración del poblamiento en las faldas del mismo. Yacimientos como El Monastil, Arco Sempere, La Melva y Galería de Jesús, se abandonan en el tránsito del siglo XII al siglo XIII, es decir, coincidiendo con la erección de la fortaleza. De este modo, se forma un pequeño núcleo poblacional alrededor del castillo, que dará origen a la primitiva villa de Ella (Elda). Únicamente perduran los yacimientos de Puente II y Agualejas, el primero hasta el siglo XIV, mientras que el segundo se abandona en el siglo XV. Se trata de dos asentamientos muy próximos entre sí, que habían mantenido contactos tradicionalmente y que respondían a

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una misma área cultural, como sucede con la zona de Bolón. La arqueología islámica en el casco antiguo En las últimas dos décadas, a raíz del desarrollo urbanístico de la ciudad, se vienen realizando actuaciones arqueológicas de salvamento en el casco urbano de Elda. Las excavaciones están destinadas a documentar las estructuras antiguas que puedan hallarse en el subsuelo. De todas las áreas en las que se viene actuando destaca, como es lógico, el centro histórico de la ciudad. Como hemos señalado anteriormente, desde un punto de vista estrictamente arqueológico, el casco urbano así como el castillo de Elda no han proporcionado materiales anteriores a la época almohade. Los hallazgos de este momento son bastante numerosos. No obstante, en la mayoría de los casos se trata de materiales cerámicos descontextualizados, siendo abundantes los casos de aparición de fragmentos de cerámicas estampilladas (en su gran mayoría pertenecientes a tinajas de grandes dimensiones), así como cerámicas con decoración pintada en óxido de manganeso. En una menor proporción han aparecido fragmentos de cerámica islámica esgrafiada. Por su parte, los hallazgos de estructuras asociadas a elementos de cultura material islámica son mucho más escasos. Entre ellas destaca la existencia de tres viviendas de uso doméstico datadas en momentos almohades halladas en la calle Independencia, en la zona situada al suroeste del castillo. Se ha documentado la presencia de un fragmento de pared de tinaja estampillada almohade en el interior de uno de los muros de una vivienda. Asimismo ha aparecido cerámica bícroma, pintada en óxido de manganeso, y dos grandes contenedores con decoración de festones. Todos estos materiales han sido datados entre los siglos XII-XIII, esto es, en plena época almohade. A estas viviendas hay que añadir la presencia de silos vertederos a apenas unos metros de distancia. Entre los materiales que se encontraban en su interior destaca la presencia de tinajas estampilladas, candiles de piquera y pie alto, cerámica con decoración peinada, de cuerda seca parcial, esgrafia-

da, pintada con óxido de manganeso y cerámicas comunes. Asimismo se ha documentado la existencia de varias bases de torno de piedra, así como restos de las ruedas de cerámica colocadas en la parte superior de estos tornos, usados para la colocación de los elementos cerámicos en los procesos de elaboración. De este modo encontramos la presencia de estructuras domésticas relacionadas con el poblamiento a las faldas del castillo, así como estructuras relacionadas con la deposición de residuos de la misma ciudad islámica. Se ha interpretado que estos silos pertenecerían a una zona periurbana. En todo

Fragmento de tinaja de época almohade procedente del casco antiguo con la representación de un cérvido. Procede de un solar ubicado entre las calles Andrés Amado y Espoz y Mina (ss. XII-XIII) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

caso, deben ponerse en relación con las viviendas localizadas en la misma calle Independencia. Por otra parte, se han localizado materiales islámicos entre las calles Andrés Amado y Espoz y Mina, donde han aparecido varios pozos rellenos con una gran cantidad de material cerámico, entre el que se ha documentado material almohade (ss. XII-XIII). Destaca la presencia de tinajas con decoración estampillada de motivos vegetales y zoomorfos (representación de un cervatillo), así como cerámicas vidriadas y candiles de pie alto. En la Plaza de la Constitución se ha localizado la presencia de otro pozo y de un depósito, probablemente de decantación, que aparecen en un contexto cerámico datado entre los siglos XII-XIV. Entre los materiales islámicos destacan las cerámicas con decoración a cuerda seca, las esgrafiadas, Los musulmanes en las tierras de Elda

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Fragmento de tapadera de tinaja de época almohade con decoración epigráfica, en la que destaca la presencia de varios tipos de escritura islámica. Procede de un solar ubicado entre las calles Gonzalo Sempere y El Huerto (ss. XII-XIII) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

Redoma de época cristiana que imita una forma islámica. Procede de un solar ubicado entre las calles Juan Vidal y Dos de mayo (ss. XIII-XIV) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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las estampilladas, las pintadas en óxido de manganeso y las comunes. Se ha interpretado que estos restos podrían pertenecer a una casa de campo situada en el extrarradio del primitivo núcleo urbano islámico. En este sentido, entre las calles Gonzalo Sempere y El Huerto ha aparecido una gran cantidad de materiales de época islámica agrupados en bolsadas de deposición, lo que ha llevado a interpretarse como un posible vertedero de época islámica, situado fuera del primitivo núcleo urbano, puesto que se encuentra al noroeste del llamado Portal del Ángel. De los materiales recuperados en esta excavación destaca la presencia de un fragmento de tapadera de tinaja con decoración epigráfica de época almohade. Con la aparición de estos pozos, silos y vertederos podemos observar una primera traza de lo que fue el primitivo núcleo urbano islámico de Elda. Todo parece indicar que el poblamiento se concentraría alrededor del castillo, como ya habíamos apuntado. Con los datos con los que contamos actualmente resulta muy difícil establecer los límites exactos del primer poblamiento a las faldas del castillo. No obstante, sí podemos adelantar las zonas periurbanas, esto es, las que quedarían fuera del núcleo de población, que es donde se concentrarían los vertederos. En este sentido, las excavaciones llevadas a cabo en la calle Independencia resultan de gran utilidad puesto que nos informan de que en este sector se localizan tanto estructuras de habitación (tres viviendas), como silos y pozos vertederos. En este mismo sentido, la aparición de diferentes pozos en la calle Espoz y Mina y la presencia de una posible casa de campo extraurbana en Plaza de la Constitución dan una idea de cuál podía ser el primitivo perímetro de la ciudad islámica. En otro orden de cosas, son muy abundantes los casos en los que se ha localizado la presencia de materiales cerámicos almohades descontextualizados, sin aparecer asociados a estructuras. Los hallazgos de época islámica se distribuyen de forma dispersa por el casco antiguo, destacando la zona situada al sur del castillo. En la Plaza Sagrado Corazón se ha documentado la presencia de materiales islámicos descontextualizados. Son

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fundamentalmente fragmentos de tinajas almohades estampilladas con motivos epigráficos y geométricos, así como una pieza cerámica zoomorfa de tradición islámica, que representa seguramente a un cervatillo. Podría tratarse de un pequeño contenedor, un biberón o un silbato. Por otra parte, en el solar ubicado entre las calles Juan Vidal y Dos de mayo se recuperaron una serie de materiales situados en un arco cronológico que podríamos definir como de «conquista», puesto que se puede observar la presencia de piezas de cronología cristiana (esto es, de la segunda mitad del siglo XIII en adelante) pero que, morfológica y técnicamente, recuerdan a la cerámica islámica. El mejor exponente de este tipo de producciones que podríamos calificar de cristianas de imitación islámica lo encontramos en una redoma vidriada en negro, cuya cronología plantea algunos problemas puesto que se trata de una forma y una técnica islámica aparecida en un contexto arqueológico netamente cristiano. La imitación de tipologías islámicas en época cristiana es algo muy frecuente sobre todo en los momentos iniciales de la conquista. Especialmente si tenemos en cuenta que la mayoría de la población sigue siendo musulmana y, por tanto, conserva sus patrones culturales y estéticos. Finalmente, en las calles Nueva, Colón y San Juan Bautista han aparecido materiales islámicos descontextualizados. En todos los casos se trata de materiales de época almohade. Por tanto, podemos observar que el primitivo núcleo urbano islámico que se veía restringido en un primer momento al entorno del castillo, va desarrollándose hacia el sur. No obstante, no tenemos constancia de estructuras asociadas a estos materiales, lo cual provoca que la información que poseemos sobre esa área sea muy parcial. El área periférica de poblamiento Los asentamientos que denominamos periféricos son aquellos que se encuentran en la zona más alejada al castillo. Como mencionamos anteriormente, los yacimientos de la zona de Bolón (Arco Sempere, La Melva y

Galería de Jesús) se abandonan a comienzos del siglo XIII, poco después de la construcción del castillo. En contraposición, los núcleos que perduran, al menos hasta los siglos XIV-XV son los de Puente II y Agualejas, situados en la zona más alejada a la fortaleza eldense. Relacionados con la alquería de Puente II se ha documentado la presencia de materiales islámicos en la Avenida de Ronda y donde hoy se ubica el Templo de San Pascual. En éste se ha documentado la presencia de algunos fragmentos de cerámica islámica, totalmente descontextualizados. Estos materiales evidencian la frecuentación del área, que formaría parte de las tierras que explotaría la cercana alquería de Puente II. Asimismo, en una zona muy próxima a este yacimiento se ha localizado un camino empedrado, que estaría directamente relacionado con la alquería. Por su parte, en la finca «Molino de Félix» se ha documentado la presencia de varios muros de abancalamiento de época romana reutilizados en época islámica, puesto que han aparecido materiales islámicos relacionados con estos muros. Por último, debemos mencionar el abandono que sufre El Monastil a comienzos del siglo XIII. Se ha interpretado como una pequeña alquería que dependería de un núcleo de mayor envergadura. Sin embargo, con los datos que disponemos en la actualidad, no sabemos la relación que existe entre este asentamiento y el conjunto territorial, ya que las propias características del yacimiento y la descontextualización de los materiales impiden ofrecer una aproximación a la realidad de este enclave en época medieval. En cualquier caso no se prolongaría más allá de finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, momento en el que se documenta el traslado de sus habitantes a lo que A. Poveda llama «núcleo protourbano de Elda», al igual que sucede con el resto de asentamientos. Morfología de la primitiva ciudad islámica de Elda Observando el urbanismo del casco antiguo de la ciudad de Elda es posible rastrear algunas de las características del asentamiento urbano islámico situado a las faldas del castillo. Se

trata de un urbanismo sinuoso, con recodos y callejuelas estrechas y con pequeñas plazuelas que responde al típico trazado urbano islámico, que todavía hoy se puede apreciar en algunas zonas del casco antiguo de la ciudad. La distribución de los hallazgos permite identificar el primitivo asentamiento islámico en la zona situada al sur del castillo. Uno de los elementos característicos de toda comunidad musulmana es la presencia de una serie de enclaves con una marcada función pública. El punto neurálgico sería la mezquita, considerada el espacio más importante de la trama urbana, tanto por su carácter religioso como docente y por su contribución a la cohesión social de la comunidad. En torno a la mezquita se agrupan una serie de construcciones, tanto de carácter administrativo como de orden público, que constituyen las señas de identidad de cualquier núcleo urbano musulmán. Es el caso de los hamman (baños públicos) o los zocos (mercados). Para elaborar la reconstrucción teórica de la trama urbana de la ciudad islámica de Elda contamos con algunas noticias que nos proporcionan los textos de J. Montesinos y L. Amat. En ellos se menciona la existencia de una mezquita, sita en la antigua ermita de San Antón, a la que se le denomina mezquita «vella». La ubicación de dicho centro religioso en la zona al suroeste del castillo supone un nuevo hito urbanístico que, junto a la fortaleza almohade, vertebrará el desarrollo posterior del primitivo núcleo urbano. Con la presencia de la mezquita, se compartirá el protagonismo exclusivo en la ordenación del territorio que había desempeñado hasta el momento el castillo. Hasta tal punto esto es así que cuando surge la necesidad de la creación de una nueva mezquita, el centro ordenador del urbanismo se desplaza hacia otro eje direccional, esto es, la zona sureste del castillo. El nuevo centro religioso, de mayores dimensiones que el anterior, se ha identificado con la llamada mezquita aljama, el principal espacio de culto de cualquier comunidad musulmana. Los musulmanes en las tierras de Elda

Tinaja de época almohade con decoración arquitectónica y escritura procedente de La Melva (ss. XII-XIII) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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La información disponible sobre la mezquita aljama eldense es muy parcial. Sólo contamos con algunos datos, como su planta de tendencia rectangular, su buena orientación hacia La Meca y la disposición de agua corriente, que resulta imprescindible para cumplir con uno de los preceptos del Islam que estipula las abluciones rituales previas a la oración. Respecto al momento fundacional de la mezquita, no existen fuentes escritas que ayuden a precisar la fecha de construcción del edificio. No obstante, todo parece indicar que el espacio religioso musulmán se debió levantar en torno a comienzos del siglo XV, coincidiendo

Pileta para las abluciones rituales previas a la oración procedente del castillo (ss. XIIXIII) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

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con la protección religiosa que los señores de Elda (la reina Violante primero y los condes de Cocentaina a continuación) confieren a sus súbditos. La construcción de una mezquita de mayores dimensiones se relaciona con un incremento de los fieles, ocasionado por un posible aumento de la población tras una etapa marcada por un fuerte descenso poblacional. Éste es originado por el ciclo epidémico (peste) y bélico (Guerra de los dos Pedros) que caracteriza el siglo XIV en nuestras tierras. Arqueológicamente, en el caso de Elda, resulta muy complicado documentar un aumento poblacional, puesto que los restos de época islámica suelen aparecer muy fragmentados o descontextualizados. Así las cosas, en estos momentos no estamos en disposición de afirmar con total seguridad que la causa de la construcción de la mezquita aljama sea un aumento poblacional. Con posterioridad, ya en el siglo XVI, por orden real de Carlos I, se trans-

HISTORIA DE ELDA

forman todas las mezquitas aljamas de los reinos peninsulares en iglesias católicas. Éste será el momento en el que la mezquita aljama de Elda será transformada en iglesia cristiana. Tradicionalmente, por una confusión en la interpretación de las fuentes escritas, se había considerado que el templo estuvo en un primer momento bajo la advocación de Santa Catalina Mártir, pasando más tarde a estar dedicado a Santa Ana. No obstante, todo parece indicar que la antigua mezquita mayor de Elda se convirtió en iglesia cristiana posiblemente sin un nombre concreto, pero a partir de 1532 aparece ya bajo la protección de Santa Ana. Otro de los elementos característicos del urbanismo islámico es la presencia de baños públicos, denominados hamman. Estos no deben ser interpretados sólo como un elemento higiénico, sino también como lugar de reunión de la comunidad. Arqueológicamente estos baños no han sido documentados en el casco urbano de Elda. Sin embargo, se intuye su presencia a través del análisis del topónimo Alfaguara. En árabe al-fawwara significa ‘manantial’, lo cual hace referencia a la existencia de un curso de agua subterráneo cercano. Si relacionamos este término con la partida de Alfaguara situada en la margen derecha del río Vinalopó, podríamos situar en esta zona los baños públicos de la comunidad musulmana. Hipótesis que toma fuerza si tenemos en cuenta que, hasta mediados del siglo XX está documentada la existencia de unos baños públicos en dicha área. Por otro lado también contamos con noticias de la existencia de una necrópolis musulmana. Ésta se puede relacionar con el llamado «fosar de fuera» como se denomina en el libro de defunciones de la iglesia de Santa Ana, situado en la periferia del primitivo núcleo urbano islámico (entre las calles Lamberto Amat, Tropas Gallegas y Gabriel Miró). La zona que se extiende entre esta necrópolis y el río se denomina El Melic, que en árabe significa «ángel», esto es, el ángel de la muerte en el Corán, que recibe a los difuntos y les hace una serie de preguntas que el difunto debe responder correctamente para entrar en el paraíso. Según A. Poveda debería existir una necrópolis anterior, igualmente

situada al oeste del núcleo urbano. El autor cree que podría ubicarse en torno a la calle Independencia, próxima al Portal del Ángel. Se tiene constancia de que en esta zona aparecieron una serie de enterramientos que, morfológica y tipológicamente se pueden adscibir a la cultura islámica. Se trata de enterramientos individuales, dispuestos en decúbito lateral y orientados en sentido este-oeste. Esta necrópolis sería de menores dimensiones que la situada en El Melic y fue absorbida por el posterior desarrollo de la ciudad, tal como se ha documentado arqueológicamente, con la aparición de tres viviendas de época almohade en la misma calle Independencia, como hemos comentado anteriormente.

calizada en niveles plenamente islámicos (almohades), puesto que la población y sus costumbres no se vieron alteradas, en un primer momento, por la presencia de los nuevos conquistadores.

Conclusiones finales Tras el análisis de la evolución del poblamiento islámico en Elda, podemos observar la escasez de estructuras materiales pertenecientes a dicha cultura. No obstante, debemos señalar que la conservación de los restos de época islámica se ha visto condicionada por el desarrollo urbanístico de la actual

El fin del reino de Murcia y la conquista castellana El reino musulmán de Murcia, del que formaba parte el Valle de Elda, sufría continuamente presiones por parte del Reino de Castilla para conseguir que continuaran tributando y quedara reconocida de esta manera la autoridad del rey castellano. Las presiones castellanas pretendían asegurar un área de influencia territorial en el sureste peninsular. El punto culminante de esta situación se concretó con la firma de los pactos de Torrellas (1304) y de Elche (1305) por los que el Reino de Murcia pasaba a manos del rey de Castilla. Este cambio de titularidad del poder se dejó sentir al poco tiempo en la organización político-administrativa del Valle de Elda. Prueba de ello es la sustitución de la guarnición encargada de custodiar el castillo, cuya misión principal era proteger a la comunidad allí asentada, así como de cobrar los tributos. De este modo, el castillo pasó a ser definitivamente ocupado por un poder cristiano, quedando los musulmanes ubicados exclusivamente en torno a la fortaleza. A pesar de la nueva dominación cristiana, la población de Elda siguió siendo mayoritariamente musulmana, tanto desde el punto de vista religioso como cultural. Esa es la razón por la que la cultura material de época cristiana que ha documentado la arqueología urbana en Elda es muy similar a la lo-

Cerámica de verde manganeso de época cristiana, que imita la cerámica islámica. Procede del casco antiguo (ss. XIII-XIV) (Archivo del Museo Arqueológico Municipal de Elda).

ciudad de Elda. La continua remoción del terreno para la edificación de viviendas así como la construcción de sótanos desde finales del siglo XIX en el casco antiguo ha provocado que no se hayan conservado las estructuras islámicas, precisamente en el área donde se concentra la mayor cantidad de ellas. Sin embargo, tal como hemos comentado a lo largo de este capítulo, la presencia islámica en el Valle de Elda fue bastante importante, localizándose un buen número de asentamientos, que fueron evolucionando a lo largo de los siglos, hasta prácticamente desaparecer con la construcción del castillo. Así, a pesar de la aparente pobreza de los vestigios con respecto a otros periodos históricos (ibérico, romano o incluso medieval cristiano), debemos señalar la importancia de la presencia islámica en nuestras tierras, manifiesta tanto en la toponimia de ciertos enclaves eldenses como en el urbanismo de la Elda medieval y moderna y en la pervivencia de ciertas tradiciones culturales. Los musulmanes en las tierras de Elda

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