Los límites de la mediación del Estado en la apropiación de la renta petrolera en Venezuela durante el chavismo

June 14, 2017 | Autor: Juan Kornblihtt | Categoría: Marxism, Venezuela, Marxismo, Hugo Chávez, Chavismo
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Descripción

Los límites de la mediación del Estado en la apropiación de la renta petrolera en Venezuela durante el chavismo Juan Kornblihtt [Capítulo a ser publicado en Mazzeo, M. (comp.): Chavismo por argentin@s, El perro y la rana, Caracas, Venezuela, en prensa] La historia venezolana puede escribirse como la historia de la disputa por la apropiación de la renta de la tierra petrolera por diferentes sujetos sociales tanto dentro como en el extranjero. A diferencia de lo que ocurre en países con predominio de la renta agraria, este proceso tiene al Estado en el centro de la escena. Mientras en casos como el argentino el terrateniente principal sector exportador (el agro) es privado, en Venezuela el terrateniente es el propio Estado. Esta particularidad es clave para entender la dinámica general de la lucha política en el país y analizar qué particularidad expresa el chavismo en el desarrollo del capitalismo en Venezuela. Chávez y sus seguidores no pueden ser unificados en una única definición, pero si algo los caracteriza en su diversidad de planteos es atribuirle al gobierno una redefinición en el rol del Estado en la apropiación de la renta petrolera donde los sectores sociales de menores ingresos resultan los favorecidos en relación a los años previos. También aparece la coincidencia de que dentro de los perjudicados estarían los sectores más concentrados del capital local junto los extranjeros. Lo cual explicaría el carácter de enfrentamiento con algunas potencias imperialistas, en particular Estados Unidos. Todo esto justificaría el apoyo al gobierno en sus diferentes medidas para enfrentar a quienes buscan una redistribución más regresiva de la renta petrolera. Las diferencias entre los chavistas surgen en torno a si esto fue resultado de una política de transición hacia otras formas de producción anticapitalistas con creciente peso del poder popular, si se trata de un regreso a la intervención estatal anti-neoliberal, de una combinación de ambas o incluso hasta se habla de un proyecto sui generis correspondiente a la particularidad cultural de la población venezolana.  

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Con estas diferencias, la coincidencia vuelve a aparecer en torno a que la distribución de la renta vía intervención estatal aparece escindida del propio de desarrollo del capital. Como una potencialidad política en sí misma que depende de la correlación de fuerzas. Esta idea surge de pensar por separado la distribución y producción en el capitalismo y a la lucha de clases como elemento externo que las define. Esta fragmentación de la realidad en esferas sólo puede ser unida por una interpretación teórica externa que lleva a una acción política no regida por la reproducción mediante el pensamiento de la realidad sino por una ideología que surge de cómo se interprete la realidad. La crítica debe dar cuenta entonces de cómo se produce la reproducción del capital como relación social general en sus formas específicas durante los años de Chávez. De ahí debe surgir qué expresa la ideología del chavismo y las potencialidades concretas de su acción política desde el Estado y las de la clase obrera. 1. La renta de la tierra y sus cursos de apropiación1 a) Capitalistas y terratenientes La renta de la tierra constituye una de las formas que toma la plusvalía. Al tratarse el capitalismo de una sociedad basada en productores privados e independientes, la existencia de condiciones de producción no reproducibles por el trabajo humano puede ser monopolizada. Dicha propiedad aparece personificada por el terrateniente cuyo ingreso aparece como el valor de la tierra. Sin embargo, al no ser producto del trabajo humano, la tierra no tiene valor.                                                                                                                 1

Por el estilo del libro, se limitaron las referencias en citas al pie. La mayor parte de los datos aquí presentados fueron elaborados durante una estancia en el BCV, a quienes agradezco por la colaboración brindada y deslindo de todo compromiso con el contenido del artículo. Luego fueron continuados como parte de mi trabajo como investigador del Conicet en Argentina. Los datos y la metodología se pueden consultar en Kornblihtt, Juan y Fernando Germán Dachevsky. "Notas metodológicas para el cálculo de la renta de la tierra petrolera" en Economía: teoría y práctica 33 (2010): 141-167; Kornblihtt, Juan. "Oil Rent Appropriation, Capital Accumulation, and Social Expenditure in Venezuela during Chavism" en World Review of Political Economy, vol. 6, no. 1 (2015): 58-74; y en Seiffer, Tamara, Juan Kornblihtt, y Romina de Luca. "El gasto social como contención de la población obrera sobrante durante el kirchnerismo y el chavismo (2003-2010)" en Cuadernos de Trabajo Social 25, no. 1 (2012): 3347.

 

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El ingreso correspondiente al terrateniente, en principio, aparece como un pago realizado por el capitalista que use esa tierra. Para pagar ese alquiler, el capitalista tiene que obtener una tasa de ganancia por encima a la que obtendría en otra actividad. Ese extra proviene en el caso venezolano por el hecho de que gracias a condiciones naturales particulares, el petróleo se saca con menos trabajo que en otros países. En una rama donde las condiciones son reproducibles por el trabajo humano, el capital que tiene los menores costos rige el precio. La tasa de ganancia media se ajusta en torno a la que obtiene esa empresa como expresión de la tasa general de ganancia. En cambio, en el caso del petróleo, el precio lo rigen los capitales que operan en las peores tierras. Eso permite a quienes operan en tierras donde la productividad del trabajo es mayor a la normal obtener una ganancia extraordinaria por las condiciones diferenciales. A esto se suma que incluso en las peores tierras también hay que pagar un alquiler, la llamada renta absoluta (que no siempre se cobra, aparece si la composición orgánica es menor que la del promedio de la economía) y a la posibilidad de que los dueños de la tierra retiren su producción por un tiempo en busca de subir los precios en lo que se llama renta simple de monopolio (esta tiene particular importancia en el sector petrolero).2 Estas diferentes formas de ganancias extraordinarias que por simpleza llamaremos renta de la tierra petrolera escapan de las manos del capitalista por efecto de la competencia. La mayor ganancia por capital adelantado en relación a otros negocios lleva a que los capitalistas se vean atraídos a invertir ahí. Al hacerlo, compiten por entrar a esa tierra y pagan un alquiler más alto. El límite máximo del pago por el uso de esa tierra es recibir la misma ganancia que recibiría en otro negocio. La ganancia extraordinaria escapa de las manos de los capitalistas para pasar a las del dueño de la tierra. Los terratenientes, en tanto personificación de la mercancía tierra, reciben una porción de la plusvalía mundial sin haber adelantado capital. Hacen usufructo de la explotación al obrero realizada por el capitalista sin más necesidad que reproducirse a sí mismo. Lejos de quedarse de brazos cruzados, los capitalistas intentan                                                                                                                 2

El desarrollo de las determinaciones generales de la renta de la tierra aparece en Marx, Karl. El Capital, Tomo III, ediciones varias.

 

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recuperar parte de lo que pierden a través de diferentes mecanismos sobre los cuales hablaremos en el próximo acápite. Antes de avanzar hacia dónde va la renta, surge la pregunta de dónde viene. En apariencia, la renta sale directo del capitalista que arrienda la tierra. Sin embargo, si preguntamos de dónde sale la ganancia extraordinaria recibida por ese capitalista para pagar ese alquiler, vemos que proviene de vender a un precio por encima del precio que corresponde a los costos más bajos y su proporcional tasa de ganancia individual. Entonces, son los consumidores de dichas mercancías los que pagan la renta y el capitalista del sector actúa como un intermediario. En el caso venezolano, como en el de muchos países exportadores de las llamadas materias primas, la mayor parte de dichas mercancías se exportan. El origen de la renta diferencial es en estos casos plusvalía proveniente del extranjero que se sustrae a la acumulación del conjunto del capital consumidor de dichas mercancías en forma directa o indirecta. 3 Esto da vuelta la teoría de la dependencia. Si comparamos la rentabilidad de la rama petrolera en Venezuela en su conjunto (se suma renta y ganancia del sector) con la del capital industrial de los EEUU, la tasa de ganancia oscila entre ser 8 y 4 veces mayor durante los años de Chávez. El intercambio con el principal socio comercial de Venezuela muestra una transferencia considerable a favor suyo en detrimento de la potencia imperialista a pesar de lo que afirme la “teoría del intercambio desigual”. Volvamos a qué pasa con esa renta ingresada desde el extranjero al país. Como dijimos, el terrateniente recibe una porción de la plusvalía sin necesidad de reproducir nada (a diferencia del capital que debe reproducir su capital a costa de perecer). Esto habilita a que los capitalistas disputen por ella. Pero no lo hacen por vía de la competencia ya que ese mecanismo de lucha entre los capitalistas es lo que hace que la ganancia extraordinaria que obtenían en ese sector escape de sus manos. A su vez, la apropiación de la renta está atada a un territorio particular por condiciones no reproducibles y no trasladables. La mediación tiene que venir por fuera de la competencia y se realiza a través de                                                                                                                 3

El análisis de la renta de la tierra petrolera en el caso venezolano fue sobre estudiado por Bernard Mommer y Asdrúbal Baptista. Ver entre otros: Baptista, Asdrúbal. Teoría económica del capitalismo rentístico: economía, petróleo y renta. Ediciones Iesa, 1997 y Mommer, Bernard. Global oil and the nation state. Oxford University Press, USA, 2002.

 

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la política nacional. El Estado actúa entonces como mediador en la apropiación de la renta de la tierra con los capitalistas sean nacionales o extranjeros. Cuando el terrateniente es privado, el Estado actúa frente a un sujeto con derechos de propiedad, y por lo tanto civiles, con lo cual se produce una disputa en la cual se enfrenta al problema de que dicha mediación no puede avanzar en forma explícita sobre la propiedad ni puede ser discriminatorio en cuanto a las políticas sectoriales sin generar un conflicto. En la Argentina, eso lleva a un conflicto que se reditúa a lo largo de la historia entre el Estado y los terratenientes por la existencia de impuestos específicos. Frente a esto aparecen otros mecanismos menos directos, como el tipo de cambio o la tasa de interés negativa sobre los depósitos bancarios de los terratenientes, entre otros. Estas dificultades para apropiar la renta de la tierra en manos de los terratenientes desaparecen para el capital cuando pasa directo a manos del Estado. La no existencia de los terratenientes privados plantea que el Estado no tiene que apropiar para luego distribuir. Puede darse una disputa interna entre fracciones del Estado que representen al capital y a los dueños de la tierra (como veremos ocurre en algunos momentos de la historia venezolana) pero más allá de eso el control del Estado aparece como el control directo de la renta de la tierra. b) Capital y tierra estatal La centralidad del Estado en la apropiación de renta en Venezuela aparece en la actualidad por dos vías. Una en tanto es el dueño de la tierra y la otra en tanto dueño de la empresa petrolera que monopoliza a nivel nacional la refinación y la comercialización. La propiedad de la tierra petrolera en manos del Estado como ocurre en la mayor parte de los países con la excepción de los EEUU existe desde el descubrimiento del petróleo. Pero hasta la estatización de las empresas de exploración y refinación y la creación de PDVSA en 1976, la relación se rigió a través de concesiones y contratos. Dada la larga duración de los mismos, los capitalistas acceden en forma parcial a la propiedad de la tierra, es decir que personifican tanto al capital como al terrateniente. Con la fuerte suba del precio del petróleo a nivel mundial en los  

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‘70, los terratenientes estatales cobran fuerza y avanzan en la apropiación de renta. Que en el caso venezolano se realiza casi sin conflicto. Al ganar el Estado mayor capacidad de transferencia hacia el resto de los capitalistas y también en parte lo hacen algunas empresas petroleras que ante el nuevo escenario pueden entrar el negocio de otra forma aparece cierto consenso incluso entre los burgueses. Aunque se trata de una empresa estatal, PDVSA tiene que reproducir su capital para valorizarse. Cuando el precio del petróleo es alto, el Estado en su carácter de terrateniente puede apropiar la renta con menor dificultad sin trabar el desarrollo. Esto se observa en el fuerte peso de los impuestos directos a la empresa. Pero con la caída del precio del petróleo hacia mediado de los 80 y en particular en los ’90, PDVSA ya no tiene capacidad de sostener al resto de la economía porque su rentabilidad se reduce y con ella la renta a ser apropiada por otros. A la vez, de la mano de la crisis en el sector petrolero, se produce un proceso de concentración y centralización a escala internacional por lo cual las empresas petroleras deben avanzar para mantener competitivas en el mercado a integrar la refinación y la comercialización a escala internacional. Ante esta necesidad, PDVSA avanza con la compra de empresas de estos rubros en diferentes países incluidos los EEUU. A la vez, hacia fines de los ‘90 con la renta en su menor nivel, avanza en una apertura hacia las inversiones extranjeras. Cuando el ciclo de la caída de renta se revierte y comienza su suba, ya durante el gobierno de Chávez, se produce una disputa. Como ocurrió en el boom anterior, la suba de la renta hace que las ganancias de PDVSA vuelvan a superar las necesarias para su reproducción. Esto lleva a una disputa con la fracción del capital estatal representada en los gerentes que se resisten a perder el control de parte de la renta en manos del resto del Estado. Sin embargo, el dueño de la tierra recupera la fuerza perdida en los ‘90 y avanza en el control de PDVSA, mediado el golpe de Estado y el lock out petrolero. Triunfante de ese conflicto, el gobierno de Chávez avanza en el control de PDVSA y retoma la intervención en la OPEP en un contexto en el cual el precio del petróleo no pararía de crecer hasta 2008. En ese proceso, se produjeron renegociaciones con el capital privado internacional, pero sin su desaparición sino su reemplazo por empresas mixtas con peso mayoritario del Estado.  

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Aunque dada la magnitud de la renta esto estaba lejos de implicar un perjuicio para el capital extranjero del sector. Por la permanencia en particular en la Franja del Orinoco del mismo, pese a las crecientes dificultades para conseguir divisas de seguro, obtiene una rentabilidad normal o incluso uno puede suponer, pese a no contar con datos oficiales, por encima. En este avance del Estado en el control de la renta petrolera pareciera estar uno de los puntos fuertes del chavismo para defender la idea de que bajo los gobiernos de Chávez se avanzó en un cambo de modelo. La pregunta entonces que surge es a favor de quién el Estado media en la apropiación de renta. c) ¿La renta para quién? Para respondernos quién apropia la renta debemos analizar las condiciones específicas de la acumulación de capital en el país. Venezuela se trata de una sociedad

mercantil

donde

predominan

los

productores

privados

e

independientes que se relacionan a través de mercancías. Las clases emergen como la personificación de la mercancía que se establece como la portadora de la relación social. La clase obrera, la burguesía (en sus diferentes tamaños) y los terratenientes aparecen en su plenitud en el país. En tanto representante del capital social, el Estado no es expresión de un agente externo que media en la lucha de clases, ni está en manos directa de una u otra clase. Es el representante general de los intereses del capital en su conjunto en un determinado ámbito social, es decir de la propiedad y de las condiciones de específicas de valorización del mismo. Cuando media en la apropiación de la renta, si no concentra en sus manos el conjunto del capital, su distribución contribuye a la valorización del capital en determinadas condiciones, ya sea se trate de transferencias directas ya sea que afecte el valor de la fuerza de trabajo y a través de ella afecta la tasa de ganancia de los capitalistas individuales. El capital que acumula en Venezuela se caracteriza por su baja productividad del trabajo lo cual redunda en una baja competitividad. Sin embargo, cuando se calcula la tasa de ganancia de los capitales no petroleros en general y el capital industrial en particular se observa que éste se valoriza por encima de la media  

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de los capitales de países como los EEUU o incluso que Argentina. En particular esto ocurre durante los ‘60 y ‘70, lo cual explica la fuerte inversión de capital que lleva a Venezuela a tener una de las tasas de acumulación más altas del mundo durante ese período. Al igual que ocurre en la Argentina con la renta de la tierra agraria, esto atrae a capitales extranjeros que en sus casas matrices operan con la competitividad normal, pero que gracias a la renta pueden valorizar tecnología obsoleta.4 En Venezuela, el caso paradigmático es el automotriz. Por ejemplo, según datos de su página web global, en 2014 Toyota tiene en Venezuela una escala de producción de 3.000 unidades por año, mientras que una planta en Argentina produce 96.000 y una en los EEUU 466.000. La renta de la tierra petrolera apropiada a través de diferentes mecanismos actúa de esta forma como una herramienta de compensación a la ineficiencia del capital radicado en el país. Para el capital extranjero, esto implica recuperar parte de la renta que se perdió en la importación de petróleo. Para el nacional, valorizarse como si fuese un capital normal aunque se trata de pequeños capitales destinados a desaparecer. El carácter sobrante de estos capitales se pone en evidencia durante la segunda mitad de lo ‘80 en lo que se conoce como el “colapso venezolano”. Con la contracción de la renta, la inversión realizada se encuentra sin compensaciones. Aunque se busca compensarla con una fuerte baja salarial de casi un 30% entre 1979 y 1985 y a un creciente endeudamiento, la caída se hace inevitable. El stock de capital no sólo dejó de crecer sino que se destruyó un porcentaje importante. El resultado es un fuerte crecimiento de la población que le sobra al capital. En Venezuela, la expansión de la renta petrolera desde la década del ‘20 implicó un aumento de la capacidad importadora que favoreció una sobrevaluación a partir de los ‘30 del bolívar (o visto al revés la venta de dólares a bajo precio)                                                                                                                 4

Uno de los primeros autores en señalar la particular de la acumulación de capital extranjero en Argentina y en gran parte de América del Sur como un mecanismo se valorizarse sin desarrollar las fuerzas productivas como forma de recuperar la renta de la tierra perdida en la compra de materias primas es Juan Iñigo Carrera. También desarrolló en forma original gran parte de la metodología utilizada en los cálculos que sustentan este estudio, en sintonía parcial con los trabajos de Mommer y Baptista. Ver Iñigo Carrera, Juan. La formación económica de la sociedad argentina. Vol. 1. Imago Mundi, 2007. Para un desarrollo específico de los problemas aquí tratados a nivel continental en base a los planteos de Iñigo Carrera ver también: Grinberg, Nicolas. "Where Is Latin America Going? FTAA or ‘Twenty-first-Century Socialism?’" en Latin American Perspectives 37, no. 1 (2010): 185-202.

 

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permitida por la intervención estatal. Esto llevó sobre todo a un aumento de la importación de alimentos en reemplazo de los producidos en campos donde la productividad del trabajo era baja. El resultado fueron migraciones internas de trabajadores rurales que aunque una parte fue empleada en la industria, ya desde un comienzo requirió de la intervención estatal para paliar el desempleo y el gasto social para garantizar su reproducción. Incluso la importación de alimentos implementado por gobiernos llamados populistas aparecía, a diferencia de la Argentina, como una forma de sostener el consumo de estas porciones de la clase obrera. Aquellos que evitaban la migración a la ciudad operaban en el agro en una escala muy chica con muy baja productividad del trabajo. Sobrevivían en el mercado gracias a que en lugar de apropiar la tasa media de ganancia sacrificaban parte de su ingreso, e incluso se reproducían por debajo del salario medio. El cambio en la agricultura no sólo multiplicaba la población sobrante para el capital en la ciudad sino también en el campo mismo, bajo el nombre de “campesinos”. Aunque sin haber sido del todo absorbida en las décadas previas, la expansión de la población sobrante se hace más abierta con la contracción de la economía en los ‘80. El Caracazo de 1989 pone en evidencia el fin de la ilusión de un desarrollismo basado en el petróleo. Durante los ’90, se intenta sin éxito con privatizaciones y endeudamiento externo relanzar la acumulación de capital. La rentabilidad del sector no petrolero se recupera en parte pero el aumento de la competencia a nivel mundial hace que no se vuelva a desarrollar un proceso de industrialización sino que continúa el estancamiento en la acumulación de capital. Tendencia que no se revertirá con el nuevo boom petrolero de los 2000 bajo los gobiernos de Chávez. La tasa de acumulación de capital hasta 2008 se encuentra muy por debajo de la que existió en los ‘60 y ´70. La acumulación de capital tiene forma nacional pero es mundial por su contenido. Las transformaciones en el proceso de trabajo a partir de la década de la crisis de los ‘70 permitió la entrada de países con mano de obra barata y disciplinada como los del sudeste asiático y China. Esto llevó a una fragmentación creciente de la producción que hizo cada vez más difícil a pequeños capitales (sean así en su totalidad o como fragmentos de capitales normales) reproducirse aun cuando contasen con renta y a la correspondiente expansión de la población sobrante. Durante el chavismo, al no revertirse el  

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carácter sobrante del capital, el peso de la población sobrante para el capital en forma abierta se mantuvo estable. El aumento de la renta de la tierra petrolera lo que sí permitió es mejorar las condiciones de vida de esta fracción de la clase obrera aunque no la sacase de su condición de sobrante. Esto se observa en que el gasto social crece en términos absolutos aunque no tanto en su peso total en el gasto estatal. Los mecanismos se diversifican con una sumatoria de gasto centralizado tradicional, misiones específicas y el gasto directo de PDVSA de parte de sus ingresos en programa sociales. En todos estos planes, se comprueba la misma dinámica donde lo que más crece es la asistencia social. A esto, se suma un fuerte gasto en educación, en particular la universitaria. Aunque cuando se observa las carreras donde se dirige el nuevo estudiantado, se encuentra que el 50% a carreras humanísticas en detrimento de las ligadas a la producción y a su vez en su mayor parte son carreras cortas terciarias. A la par del crecimiento del gasto en asistencia social, crece el peso del empleo público, lo cual ayuda a reducir el desempleo. La dinámica centrada en la reproducción de la sobrepoblación relativa se expresa también en que el salario real aunque se recupera en relación a los ‘90 se ubica por debajo de los niveles alcanzados previo al colapso de los ‘80. La población sobrante aparece entonces como una de las beneficiarias inmediatas del crecimiento de la renta petrolera. Para algunos esto es una muestra de que por no ser obreros industriales o estar en relación de dependencia no son parte de la clase obrera, por lo que no corresponde plantear un programa socialista. Pero la razón por la cual aparecen como no necesarios en forma directa por el capital normal es el hecho de que se trata de poseedores de la fuerza de trabajo como mercancía para vender. Algunos logran bajo la forma del cuentapropismo vender en forma directa otras mercancías. En muchos casos, se trata de trabajo a destajo ya que el capital no es propio. Por lo que se trata de un empleo encubierto. En otros casos, obtienen su propio capital pero en su carácter de pequeños burgueses que apenas alcanzan un ingreso equivalente al salario mínimo, se trata también de población sobrante. La reproducción de la población sobrante en mejores condiciones pero sin perder su condición de tal se presenta en una forma que aparenta portar la  

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superación inmediata del capitalismo. Las fábricas que quiebran y que pasan a estar bajo control obrero; la generación de cooperativas o empresas de producción social; la forma administrativa donde se desplaza al empresario, con supuesta mayor democracia interna y el control del proceso productivo por los obreros se les presenta a algunos como medidas anticapitalistas e incluso con potencialidad socialista. Sin embargo, cuando se analiza los balances de empresas públicas en la Memoria y Cuenta del Ministerio del Poder Popular para Industrias, se observa que se trata de capitales que operan en forma sistemática a pérdida. Porque pese al cambio en la forma de administración, son empresas que producen para el mercado y compiten en él sin haber realizado un cambio tecnológico ni de escala que permitiese avanzar en una mayor competitividad. Las transferencias estatales aparecen para tapar dichas pérdidas y sostener el empleo, no sin crecientes conflictos tanto dentro de la fábrica como con en el Estado mismo, como se evidencia con mayor claridad en el caso Sidor. A la par de las estatizaciones (en general empresas quebradas o vaciadas por los capitalistas), aparecen intentos de desarrollar cooperativas o empresas de producción social en su mayor parte agrarias pero también en sectores agroindustriales o pequeños capitales industriales. El número de creación de cooperativas se multiplica hasta 2008 y Venezuela se convierte en uno de los países con más cooperativas pero, como revela un estudio del sector para esa fecha, el 70% de las mismas no funcionaba. Esto confirma estudios de caso que muestran a las mismas como pequeños capitales que operan en el mercado con precios de producción por encima de los que rigen el mercado. Esto lleva o que quiebren o que para sobrevivir necesiten de transferencias de renta de la tierra petrolera a través de precios sostén, subsidios directos o préstamos a tasa de interés negativa o siquiera pagados de vuelta y con ingresos de los trabajadores que no los sacan de la condición de pobreza.5 Las diferentes formas de transferencias dirigidas a la población sobrante pueden aparecer, a pesar de todas las dificultades que no las sacan de esta condición, como un avance en un reparto más equitativo de la renta petrolera                                                                                                                 5

Ver Purcell, Thomas. "The political economy of social production companies in Venezuela" en Latin American Perspectives 40, no. 3 (2013): 146-168 y Purcell, Thomas. "The Political Economy of Venezuela's Bolivarian Cooperative Movement: A Critique" en Science & Society 75, no. 4 (2011): 567-578.

 

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en detrimento de la burguesía. Pero el peso del capital estatal no crece y se mantiene en un 30% del total del PBI en términos históricos. Por el crecimiento de la renta, hay un Estado más grande pero dicha expansión se refleja también en una expansión similar del sector privado. Las transferencias de renta que expanden el consumo de la clase obrera en relación a las décadas del ‘80 y ‘90 implican un aumento de la demanda para los capitales privados. Cuando analizamos las características de estos capitales, como ya señalamos, no observamos un aumento sustancial en la acumulación de capital. Las bajas inversiones explican que la productividad del trabajo no crezca. Sin embargo, los capitales que operan en el país obtienen una rentabilidad similar a la que existe en el resto de los países. Al igual que ocurría antes de los gobiernos de Chávez, la renta de la tierra petrolera les permite compensar su ineficiencia. A la expansión de la demanda obrera como uno de los mecanismos de apropiación de esa renta por la generación de un mercado interno, se suman otras formas. Entre ellas, se destaca un creciente peso de las transferencias a través del tipo de cambio sobrevaluado. El abaratamiento del dólar no se produce en forma automática, sino como resultado de fijar un tipo de cambio oficial muy bajo a la par que se expande la emisión monetaria (cuya velocidad crece sobre todo a partir de la crisis de 2008). En términos reales, se produce un abaratamiento del dólar en el mercado interno. Esto implica que PDVSA como casi el único exportador del país es obligado a liquidar divisas y que se le otorguen menos bolívares que si el tipo de cambio del dólar estuviese en el mercado interno en paridad de compra en relación a la que tiene en el exterior. La sobrevaluación no es un mecanismo novedoso de los gobiernos de Chávez. Aparece en forma temprana en la historia venezolana como forma de apropiar renta a las empresas privadas que exportaban en la década del ‘30. Lo particular durante los gobiernos de Chávez y Maduro es que el nivel de sobrevaluación alcanzado en Venezuela supera todos los récords históricos con niveles del 900% en el último año y oscila entre un 400% y un 500% entre el 2001 y el 2008. El tipo de cambio sobrevaluado se convierte en el principal mecanismo de transferencia de renta por parte del Estado, por encima de su gasto directo. Lo otro novedoso es que el perjudicado por la fuerte sobrevaluación ya no es el capital privado como lo era en los ´30 y ´40 que en el comercio exterior recibía menos bolívares por dólar exportado. Ahora es una  

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empresa estatal la perjudicada. Esto no implica la pérdida de control del Estado de las divisas obtenidas, porque la sobrevaluación es acompañada de un control de cambios donde la asignación de dólares es discrecional y la expansión de un mercado negro, para luego avanzar en la aparición de numerosos tipos de cambios en función de su utilización. La venta de dólares por menos bolívares que los correspondientes a la paridad favorece, por supuesto, a todos aquellos que compran dólares. Según información publicada por el CENCOEX, entre las 50 empresas más beneficiadas por el reparto de dólares, 30 de ellas son extranjeras y se quedan con el 20% del total de dólares entregados entre 2004 y 2012. Se destacan entre ellas, las empresas estadounidenses. Entre las ramas, aparecen las automotrices, las de comunicación y las alimenticias. Todas ellas empresas de baja productividad con un alto peso de partes importadas o directo venta de productos terminados que importan de sus casas matrices. Las importaciones crecen en el peso del consumo interno, por lo que a la demanda expandida se la satisface con mercancías importadas que permiten al capital industrial y comercial apropiar una parte de la renta gracias a la sobrevaluación. Una parte del abaratamiento de las importaciones se traslada al consumo obrero (lo cual mantiene el mismo salario real a un menor costo para el capital estatal o privado) pero en forma creciente los precios de las mercancías importadas, o con alto peso de los componentes importados, se rigen por el dólar del mercado negro, con lo cual se trata de un mecanismo de apropiación directo por parte del capitalista. El Estado intenta frenar la apropiación de renta por este mecanismo a través del control de precios. Pero en muchos casos sólo genera desabastecimiento y cuando es exitoso, lo que hace es trasladar la renta al abaratamiento del salario. Pero como señalamos, el salario real no crece en forma sustancial por lo tanto implica una forma de abaratamiento del valor de la fuerza de trabajo para el capital. Los dólares obtenidos no se usan sólo para importar mercancías. También son para remitir utilidades y ganancias, viajar al extranjero y pagar la deuda externa entre otros usos. Si tomamos en cuenta la fuga de capital, observamos que entre 2003 y 2014 salieron del país en manos privadas 128.941 millones de dólares. Pero el estado no se queda atrás en esta búsqueda de negocios en el extranjero con 100.524 millones de dólares sacados del país.  

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Otro efecto que tiene la sobrevaluación de la moneda es la circulación en el mercado interno en forma muy abaratada de las mercancías exportadas. Con la combinación de que a su vez el precio en bolívares es casi regalado, la compra de combustible barato se convierte en otro mecanismo de apropiación de renta directo. O a través del efecto general en el abaratamiento de la fuerza de trabajo sin afectar su poder de compra. 2. La particularidad del chavismo y su crisis actual En pocas palabras, la fuerte expansión de los precios del petróleo lleva a los niveles de renta de la tierra petrolera más altos de la historia. Pero el cambio no es sólo en términos absolutos sino en relación al resto del capital. Mientras en los booms anteriores, el peso de la renta no superaba el 20% del PBI en los ´70, durante el gobierno de Chávez crece en forma lineal desde un 10% en 1998, un 30% en 2000, a un 70% en 2008.6 El mayor peso de la renta es el resultado de una expansión luego de una fuerte destrucción de capital durante los ‘80 y los ‘90 que dado los cambios en la división internacional del trabajo no permite reeditar proceso de desarrollo industrial en base a pequeños capitales donde la renta compensa su ineficiencia. Las transferencias por lo tanto sostienen la misma estructura y exacerban el peso de las importaciones para satisfacer la creciente demanda interna de una clase obrera que en su mayor parte mantiene su condición de sobrante para el capital pero durante estos años mejora en forma notable su capacidad de consumo. Dado el peso de las importaciones y del capital extranjero entre dichos capitales, la mayor cantidad de dólares vendidos va a sus manos. A su lado, encontramos la multiplicación de pequeños capitales comerciales que también aprovechan la renta transferida a través de dólares baratos. El Estado a su vez intenta avanzar en un proceso de producción social pero el contenido de la misma es la reproducción de la misma particularidad de pequeños capitales ineficientes que sobreviven gracias a la renta aunque con propiedad estatal o cooperativa.

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Estos cálculos difieren de otras estimaciones que dan más bajo porque incluimos las transferencias por tipo de cambio que otros dejan fuera y, como señalamos, constituye el principal mecanismo de los años bajo estudio.

 

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a) De miseria, virtud La ideología chavista en sus diferentes variantes toma aspectos parciales de esta realidad e invierte su contenido y cuando dichas medidas muestran su verdadero carácter se las atribuye a factores externos. Al crecimiento del Estado en términos absolutos por el aumento de la renta, lo presenta como un cambio de fondo sin tomar en cuenta que dicho crecimiento es acompañado por un crecimiento similar del sector privado. Cuando la renta se contrae y esos mismos capitales favorecidos por la apropiación de renta luchan por mantener sus niveles de apropiación lo presenta como una guerra económica que causa la crisis sin preguntarse por qué financió a su enemigo durante tanto tiempo. Al manejo de la política monetaria, lo presenta como una recuperación de soberanía cuando es el mecanismo por el cual se sobrevalúa la moneda y se asigna la mayor parte de la renta al capital extranjero como principal beneficiario. Cuando la ausencia de dólares pone en riesgo ese sistema y obliga a devaluar, lo presenta como un ataque especulativo contra el bolívar y una lucha contra el imperialismo. Luego con la devaluación realizada y el establecimiento de un nuevo mecanismo de control de cambio (en este caso el Simadi) se lo presenta como una nueva herramienta de estímulo del desarrollo industrial, cuando la devaluación es la forma de expresar la contracción de la economía y la búsqueda de bajar salarios. Al creciente peso de las importaciones financiadas con renta petrolera, se lo considera una expresión del boom de consumo provocada por políticas expansivas antineoliberales. Cuando la ausencia de dólares por la caída de la renta impide seguir con esos niveles de importación y de consumo se lo atribuye a la especulación y al acaparamiento. A las diferentes transferencias al capital privado ineficiente en manos de socios o incluso propiedad de los propios funcionarios, se las presenta como el avance de una política industrial favorable a la burguesía nacional progresiva. Cuando dicha burguesía muestra su incapacidad para utilizar esa renta en un avance de la productividad y quiebra, se presenta dichas transferencias como resultado de prácticas corruptas por falta de ética. A la estatización de empresas quebradas sin financiar nuevas inversiones o la creación de cooperativas que dependen del estado, se las presenta como el  

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avance hacia el socialismo por la aparición de formas horizontales de decisión y el supuesto crecimiento del poder popular. Pero cuando la renta cae y se hace difícil sostener a dichas empresas se acusa a los obreros por la baja productividad como resultado de su falta de moral socialista y disciplina revolucionaria. El resultado es que las soluciones propuestas son reproducir más de lo mismo. Si la ideología del socialismo soviético “del siglo XX” aparecía como una apología del capital estatal concentrado en su máximo expresión pero limitado a la escala nacional, la ideología del “socialismo del siglo XXI” se presenta como la apología del pequeño capital estatal ineficiente sostenido por la renta petrolera que siquiera alcanza una escala nacional. El carácter de estas ideas se pone de manifiesto con mayor crudeza cuando por la crisis mundial la renta de la tierra cae y hace visible la inviabilidad de la reproducción del capital público y privado sobre estas bases. b) De la expansión chavista a la contracción madurista Con la crisis de 2008, se producen las primeras alertas con la fuerte caída del gasto social y la contracción de la economía en su conjunto, lo cual lleva a un alza de los conflictos laborales y sociales. La breve recuperación del precio del petróleo apacigua la puesta en evidencia del los límites. A la vez, esa breve recuperación del precio del petróleo permite tomar créditos externos en particular de China sobre la base de ventas futuras. Sin embargo, hacia 2013 ese efecto expansivo se frena. El precio de petróleo no sólo deja de crecer sino que se contrae. Los créditos dejan de fluir e incluso se produce una salida neta en términos de pagos de deuda. La ausencia de dólares hace inevitable una devaluación. A diferencia de Argentina donde la devaluación puede estimular cierto desarrollo industrial gracias a generar un proteccionismo y a aumentar la tasa de explotación por la vía de la baja salarial, en Venezuela no aparece ningún sector por fuera del Estado mismo que apoye dicha medida. La clase obrera ve bajar sus ingresos directos e indirectos y el fuerte peso importador de la burguesía la lleva a ver reducir sus ganancias. La inflación y la baja salarial aparecen en forma inmediata acelerada pero sin ir de la mano de un estímulo de la acumulación de capital.  

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La inutilidad de las medidas cambiarias se agudiza hacia fines de 2014 y a principios de 2015 porque ya no se está frente a un estancamiento en el precio del petróleo sino a una caída del mismo. Sin aumento de la nueva deuda externa, la devaluación se agudiza aunque esta vez no tanto en el cambio oficial sino en la creación de múltiples tipos de cambio y la disparada del dólar paralelo como resultado del aumento de los controles de cambio. El capital comercial (sea a la vez o no industrial) comienza a perder la posibilidad de reproducir su ciclo de valorización con las ventas en el mercado por lo que o no puede

importar

o

prefiere

no

vender

los

productos

que

tiene.

El

desabastecimiento junto con la devaluación ponen en evidencia la fuerte contracción del consumo interno como resultado de menos renta para repartir. Frente a esa contracción, el Estado aumenta su participación en el comercio exterior (llega a casi el 30%) y en la asignación de divisas donde se prioriza el consumo de primera necesidad. En 2014 según datos de CENCOEX, las automotrices de ser las principales beneficiarias de dólares entre 2004-2012 casi no reciben divisas. Lo cual provoca una crisis en el sector, con suspensiones y despidos. Las empresas estatales no se quedan atrás de esta crisis como se observa en que Sidor también deja de recibir divisas y que sus pérdidas se mantienen durante 2014. La contracción de la renta pone en evidencia que los problemas no eran causados por impulsos externos entre sí sino que cada uno parte de la totalidad de la acumulación capitalista mundial que toma forma particular en Venezuela. La apropiación de renta para reproducir a capitales sobrantes y su correspondiente clase obrera sobrante muestra su límite con toda su crudeza en el momento de la crisis. La burguesía más concentrada acelera sus movimientos para centralizar en sus manos la menor renta disponible lo cual implica desprenderse de parte de la burguesía más chica y a la vez reducir el gasto estatal. Las devaluaciones y la asignación de divisas muestran que el Estado actúa en este proceso de concentración y centralización de capital y ataque a las condiciones de vida de la clase obrera. Gracias a su fuerte control, la mayor parte de la clase obrera no se manifiesta en contra del gobierno y quienes lo hacen se trata de los trabajadores más calificados y los empleados en los capitales más pequeños junto a la misma pequeña burguesía que afectada por el mayor control en la asignación de divisas.  

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Se trata de una movilización que no logra expresar una alternativa política ya que aunque repudia el peso estatal, vive de las transferencias que ese mismo Estado le realiza. La defensa de su propio capital o del capital de sus empleadores la muestra impotente para representar una alternativa. Mediante represión logran ser en parte aislado, y la oposición se ordena hacia carriles electorales de la mano de los capitales que expresan a los capitales más concentrados nacionales y extranjeros. El Estado, a la vez, logra en parte el ajuste por la contracción de la renta aunque se avizora que con una fuerte pérdida del apoyo electoral y una necesidad de recostarse cada vez más en el aparato militar. 3. Las potencialidades revolucionarias de la clase obrera en Venezuela Frente a la contracción de la renta, lo primero que aparece es que lo único que puede hacer la clase obrera y sus partidos es resignarse a intentar ralentizar la caída en sus condiciones de vida lo más lento posible. Las alternativas que se le presentan son defender al gobierno u optar por un cambio en manos de los políticos de pasado y presente que expresan los intereses de estos capitales ineficientes y que solo tienen potencia para expresar un mayor ajuste. En esta situación, aparecen alternativas que plantean radicalizar la situación, pero cuando se observa su contenido dejan al desnudo su inviabilidad. Algunos apelan a recuperar las perspectivas del chavismo original frente a la desviación madurista causante de los problemas. Apuestan al avance de las cooperativas y las empresas de producción social sin ver que por la caída de la renta son hace tiempo inviables. Además de que lejos están de expresar nuevas relaciones sociales sino que como vimos son otro de los mecanismos de transferencia de ingresos a la población sobrante. Se las puede defender en ese sentido hasta lograr una situación superadora, pero son parte del problema y no de la situación Otros apuestan a un avance frente al capital que apropia renta y enfrentar la supuesta “guerra económica” de especuladores y acaparadores con la estatización del comercio exterior como principal propuesta. Detengámonos en esta última propuesta. El problema es que este tipo de medidas aisladas  

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expresan una contracción de la renta pero no ponen en cuestión a quién va dirigida. Si se estatiza el comercio exterior pero no se avanzase en el control de hacia quién va dirigida las mercancías compradas y la renta de la tierra que se apropie a través de ella el problema volvería a expresarse. Aunque ahora como una “guerra” dentro del propio estado. Si la renta continúa su contracción, el propio Estado se volverá incapaz de sostener al comercio como mecanismo de transferencia de renta por lo que o deberá subir los precios o dejará de importarlos. Reproducirá así los efectos de la especulación y el desabastecimiento pero ahora en manos del propio Estado. Esta propuesta tiene la virtud de poner en evidencia el límite de las medidas aisladas de avance estatal. El problema de la acción política de la clase obrera no es apoyar medidas estatistas o cooperativistas. Tampoco lograr una combinación de ambas. Eso no hace más que reproducir la especificidad de la acumulación de capital en Venezuela. El problema que tiene que plantearse es la organización de la producción en forma más potente. Pero eso no le surge de una cultura o una ética si no de su lugar en tanto atributo del capital, ya que esa es su relación social general. En forma creciente, el capital avanza en desplazar a la burguesía y colocar a la clase obrera en el control directo del proceso productivo. Pero lo hace sobre la base de reproducir el carácter fragmentado de la propiedad en capitales individuales que deben valorizarse a sí mismos. En el caso venezolano, la reproducción de dichos capitales en su forma estatal o privada está supeditada a la transferencia de renta. Cuando esta cae, la concentración y centralización de capital aparece como una necesidad

propia

del

capital

para

sobrevivir.

Pero

guiados

por

lo

representantes de los capitales individuales eso se convierte en la lucha de los más grandes por desplazar a los más chicos. En Venezuela, se presenta la particularidad que los más grandes son chicos en términos internacionales y necesitan de la renta de la tierra por sobrevivir. El control de la renta de la tierra se vuelve entonces el objeto de la lucha. El apoyo a medidas económicas parciales que no pongan en cuestión la existencia de esos capitales individuales hará de la acción política de la clase obrera un vehículo de esa disputa, aun cuando una parte de la renta de la tierra le toque en gracia en tanto empleada por los mismos.

 

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El hecho de que sea el propio Estado el terrateniente puede implicar una ventaja para el avance de la centralización del capital en manos de la clase obrera. Por ejemplo en comparación a países como Argentina donde la disputa por este objetivo se da primero contra los dueños de la tierra. Pero dicha ventaja desaparece si se concibe que el problema es solo de cómo se distribuye la renta en el resto de la sociedad. Así el Estado en lugar de expresar la potencia de centralizar el capital y llevarlo a su máxima expresión a nivel nacional como plataforma para un desarrollo internacional, se convierte en la negación de lo mismo mediante el despilfarro de la renta no sólo en capitales privados sino en capitales estatales chicos que se relacionan en forma externa entre sí a través del mercado o los subsidios. Toda planificación y apelación a la cultura socialista en ese contexto se muestra como la reproducción ideológica de esa impotencia. En cambio, la clase obrera en tanto no propietaria de ningún capital en particular pero que tiene en sus manos en forma creciente el control del proceso de trabajo puede avanzar desde la base que le da la propiedad estatal de la tierra y en forma creciente del comercio exterior. Ya no sólo en un cambio de propiedad para efectuar el reparto de la menor renta en menos manos, sino en potenciar el desarrollo del capital sobre la base de centralizarlo en sus manos en busca de aumentar la productividad. El resultado será un desarrollo del capital en su carácter progresivo y regresivo como dos caras de la misma moneda, pero en forma potenciada. El primer paso es identificar en qué ramas y con qué tecnologías se puede avanzar en no despilfarrar la renta. Pero dada la escala acotada del mercado interno y la creciente fragmentación del proceso productivo a nivel mundial, si se limita al mercado interno, aun cuando expropie a toda la burguesía se verá imposibilitada de hacer eso. Con lo cual, bajo una nueva forma reproducirá el despilfarro de la renta de la tierra. Deberá avanzar en la potenciación del capital en su conjunto mediante una expansión internacional que dado el carácter geográfico tendrá al resto de América del Sur como principal aliado. Deberá potenciar el desarrollo de perspectivas similares en el resto del continente. Esto contrasta con la política de apoyar a los gobiernos considerados progresistas de los países donde la renta de la tierra juega un rol similar que en Venezuela, pero también con las transferencias directas de renta petrolera sin avanzar en el control de los  

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destinos de la misma para sostener a capitales privados en dichos países. Se trata de una estrategia que sólo puede tener éxito en una perspectiva de unidad internacional de la clase obrera contra sus respectivas burguesías y los proyectos estatales que reproducen a los pequeños capitales nacionales y extranjeros sobre la base de compensar su ineficiencia con renta de la tierra. Dicha perspectiva puede parecer lejana e imposible si se la piensa como un cambio cultural que deba ocurrir de un día para el otro. Pero ante la crisis y la propia tendencia del capital a concentrarse y centralizarse si en lugar de plantearse una abstracta negación del capital como si la clase obrera estuviese fuera de la sociedad se reconoce las potencias que su mismo desarrollo le da puede aparecer como una salida no sólo más acorde a sus necesidad si no más realista ante el ciclo actual de agudización de conflictos que se vive. Una orientación en este sentido haría que las necesarias luchas por defender las condiciones de vida de la clase obrera obtenidas en el periodo de suba de la renta bajo los gobiernos de Chávez tengan una perspectiva superadora real y no sólo su apariencia.

 

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