Los levantamientos generales en la zona andina: 1780-1783. Origen, estructura y demandas del movimiento tupacamarista

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Descripción

Los levantamientos generales en la zona andina: 1780-1781 Origen, estructura y demandas del movimiento tupacamarista

Alfredo Mora Pavón Mi único ánimo es cortar el mal gobierno de tanto ladrón zángano, que nos roba la miel de nuestros panales José Gabriel Condorcanqui

Introducción

En los procesos de independencia y de formación de las naciones latinoamericanas, debe realizarse un tratamiento serio respecto de las características propias de cada contexto histórico, político, social, económico y geográfico, con el objetivo de encontrar las continuidades y disrupciones propias de cada uno de ellos. Colocando en el lugar adecuado las características y el papel o participación de cada uno de los actores –sin los cuales, el análisis carecería de precisión- que intervinieron en los diferentes procesos, es posible la reconstrucción histórica de los escenarios políticos, que de una u otra manera, tuvieron impacto en tales procesos, recordando, como lo menciona Pollack, que la historiografía ha caído en ciertos errores al menospreciar “la relevancia del conflicto social en el desarrollo histórico, (subestimando) la importancia que estos actores tienen en la creación del mundo actual y futuro”1. Tal es el objetivo de este ensayo: analizar de manera general, con base en la historiografía propia del tema, el origen, contextos, sujetos sociales, demandas y estructura organizativa y demandas de los levantamientos generales de indios de 1780-1783 en una zona que se extendía desde el Perú hasta el norte de Chile; fenómeno que algunos historiadores ubican como el origen o antecedente de los procesos independentistas de Perú y Bolivia;

que han sido

considerados la más grande rebelión en América Latina en tiempos de la colonia; y a los que Alberto Flores Galindo le concede el estatus de revolución y Steve Stern denomina “La Era de la Revolución Andina”. Particular importancia posee el análisis del papel desempeñado por uno de los principales líderes de las insurrecciones, Túpac Amaru II (o José Gabriel Condorcanqui, su nombre real) “el símbolo emblemático de la rebelión”2, en la primera fase de los levantamientos. Su posición en la estructura social, como cacique de Canas y Canchis (Tinta), aunado al desarrollo político que experimentó como representante de diferentes comunidades, determinó – con una fuerte carga ideológica- los ejes y direcciones de las insurrecciones, haciéndose 1 El autor hace referencia a los grupos subalternos, sin embargo, es importante mostrar que en esta reflexión, se puede incluir a una diversidad más amplia de actores 2 Serulnikov, “Conflictos”, p. 10

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responsables de tejer alianzas importantes y de establecer los programas o agendas políticas que después habrían de ser retomadas por el conjunto del movimiento. Con los puntos anteriormente expuestos, se procederá a describir tanto la estructura como las demandas u objetivos principales, que habrían de servir como factor de cohesión de las insurrecciones, y que hasta hoy, son objeto de debate. Charles Walker ha determinado la ausencia de una explicación inequívoca que de cuenta clara de los objetivos y demandas construidos por los grupos insurrectos, señalando que, para clasificar a éstos últimos, la historiografía he permitido ubicarlos de la siguiente forma: 1) como antecedentes de las guerras de independencia ocurridas a inicios del siglo XIX, 2) como parte de un proceso ideológico mesiánico inca3, 3)como etapa de la tradición colonial de negociación de los derechos políticos; lo cuál ha generado diferencias en el análisis. ¿A partir de cuál perspectiva entender los levantamientos? En aproximadamente doscientos cincuenta años de dominación colonial, habrían de generarse las condiciones que permitirían la configuración del carácter étnico campesino de la rebelión, así como de sus principales objetivos –que tuvieron distintos énfasis en cada uno de los levantamientos- : protestar en contra del proceder de las autoridades políticas locales, buscando la extinción de los corregidores; suprimir el excesivo cobro de impuestos o tributos; eliminar los repartos y erradicar la obligatoriedad del trabajo en las mitas. Mediante este ensayo se pretende responder a las preguntas: ¿Cuál es el contexto social, político y económico de la zona andina en el período 1780-1783?, ¿Qué actores políticos intervinieron en el proceso de insurrección?, ¿Cuáles fueron los objetivos y demandas de los levantamientos? ¿Cuál fue su estructura organizativa?, ¿Cuáles son las características de la primera etapa de los levantamientos? La delimitación espacial de este trabajo se ubica en la zona del Alto4 y el Bajo Perú, en un período que comprende la primera mitad del siglo XVIII y hasta el año de 1781, año en que Tupac Amaru es capturado y asesinado, concluyendo la primera fase -de organización y levantamiento-, en la que el movimiento daría un enorme salto, y dando paso a una segunda fase –la más sangrienta y cruel- de expansión, resistencia y represión. El sentido de tales limites no es producto de una casualidad, y por el contrario responde a un tiempo y a un espacio definidos por las características sociales, políticas, económicas e incluso geográficas comunes, a lo largo de dicha región, que trascendió las fronteras virreinales y que se convirtieron en factores determinantes de los levantamientos generales indígenas de la década de los ochenta.

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“A doscientos cincuenta años de la invasión europea, miles de indígenas se movilizaron para reinstaurar una entidad política prehispánica, el imperio inca”. Serulnikov, “Conflictos”, p. 10. 4 Debe recordarse que el Alto Perú (Bolivia, en la actualidad) formaba parte del Virreinato del Perú, mientras el Bajo Perú pertenecía a los límites territoriales del Virreinato de Buenos Aires.

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Este trabajo pretende recuperar los procesos cuya conjunción o sumatoria generaron un producto determinado, buscando con ello obtener la precisión que otorga el análisis del recorrido histórico en el que convergen, con mayor o menor impacto, una multiplicidad de factores. De tal forma, se buscará, a partir del análisis de tales factores, una aprehensión adecuada de la configuración social, económica, política e incluso militar del movimiento tupacamarista, pasando por el conocimiento a detalle tanto de sus orígenes, como de su desarrollo, en el entendido de que éstos le dieron un perfil, dirección e identidad propios,

Los orígenes históricos: reformas, economía, caciques, mita y repartimiento

El siglo XVIII peruano es considerado una etapa de crisis y transición. En el inicio del siglo, el sistema colonial español dirigido por la familia de los Austrias -que había vivido un proceso de debilitamiento que desgastó las instituciones y del orden social, político y económico- fue sustituido por uno encabezado por la familia Borbón, lo que se tradujo en un lento interregno enmarcado por la yuxtaposición de instituciones viejas y nuevas. A mediados del siglo, en España, y en la segunda mitad del siglo, en América, habrían de consolidarse los procesos de transformación o sustitución que en la búsqueda de fortalecimiento del poder político y administrativo, puso en marcha la Corona a lo largo de sus territorios. El objetivo de la corona española fue claro: recuperar el control de sus posesiones –y las ganancias obtenidas de éstas-, y establecer, de una vez por todas, un régimen absolutista. Tal proceso es denominado “reforma borbónica” y consta de cuatro ámbitos principales: administrativo, comercial, económico –la obra maestra de la era borbónica, según David Brading,- y el eclesiástico. El establecimiento de las reformas borbónicas5 incluyó, entre otras medidas: 1) la creación de un nuevo virreinato, con capital en Buenos Aires, que abarcaba los actuales territorios de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, y ante el cual se decidió someter al Alto Perú, separándolo de la jurisdicción del Virreinato de Perú y su capital Lima; 2) la modificación sustancial de la estructura de gobierno en las colonias (modificando la composición y movilidad en el interior de audiencias y tribunales de justicia); 3) el debilitamiento del régimen corporativo que hasta entonces organizaba casi de manera autónoma a las colonias americanas y; 4) la imposición de una nueva carga fiscal a lo largo del continente, elemento clave para comprender los procesos de respuesta y resistencia por parte una importante cantidad de pobladores americanos. 5 Al asumir el trono español, Carlos III tuvo como objetivos fundamentales el establecimiento de un estado absolutista, el impulso del progreso económico y la recuperación del control de sus posesiones americanas cuya administración se encontraba debilitaba, lo que acarreaba problemas de recaudación fiscal a la corona.

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Al intentar modificar el orden establecido, las reformas enfrentaron formas de respuesta

y

resistencias a lo largo de territorio americano, que en el caso de la Alto y Bajo Perú y con la suma de los factores social y económico -que se revisarán a continuación- se convertirían en un levantamiento generalizado de gran alcance. A partir del siglo XVI, la sociedad peruana se organizó gradualmente en torno a tres actividades fundamentales: las minas, los obrajes o talleres textiles y las haciendas. Entre éstas, la producción minera se convirtió en el sector predominante y el eje articulador de los otros dos, al grado de “ser considerado como el polo de atracción para los excedentes agrícolas y textiles de una determinada región, y como su principal consumidor.”6 En los casos de la producción minera y de la producción agrícola, el suministro de la fuerza de trabajo se realizó mediante la mita, prestación laboral obligatoria de origen incaico, que fue “adoptada y adaptada por los españoles en su beneficio y llevada hasta sus últimas consecuencias, sin los mecanismos compensatorios ideados por los Incas”7. En el siglo XVIII, la mita consistió en la obligatoriedad de cubrir una cuota laboral de entre seis y doce meses, por parte de la población masculina en las minas de la región, permitiéndoseles regresar a sus comunidades por períodos de dos o tres años hasta el siguiente turno. La mita fue siempre motivo de tensiones tanto por parte de los dueños de minas y de centros textiles y agrícolas, al disputarse la mano de obra “voluntaria”, como de las comunidades indígenas que mantenían una fuerte reticencia a un proceso que no les era ajeno –prevalecían entre ellos formas de trabajo voluntario comunitario- pero que había derivado en una evidente forma de explotación: “La mita más dura era la minera, los salarios no se les pagaban o pagaban a medias y tarde. No se les daba comida ni velas para la iluminación. Las jornadas eran de doce horas, aunque a veces llegaban a las dieciséis o dieciocho horas. (…) Solo determinadas regiones debían proporcionar mitayos: se los sacaba de la comunidad y se los sometía a largos viajes en condiciones infrahumanas hasta las minas, acompañados de sus mujeres e hijos. La mortandad en las minas era atroz.”8 En la última parte del siglo XVII, aunque legalizado posteriormente en 1751, en la región fue introducida la práctica del reparto o repartimiento, que en algunas regiones funcionó de manera paralela o compartida con la mita, y en otras, simplemente la suplantó. En el papel, el repartimiento tuvo objetivos políticos y económicos. Por un lado reforzó el papel y el poder del corregidor al permitirle controlar la fuerza de trabajo, la producción local y la distribución regional de mercancías, además de posicionarlo ante los hacendados locales y curas por el suministro de trabajadores indígenas. Así, el repartimiento,

buscaba “involucrar al

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O´Phelan, “Siglo”, p. 28 Caranci, “Tupac”, p. 28 8 Ibíd., p. 29 7

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corregidor dentro de la estructura económica colonial, asignándole un papel clave en la producción local y en la distribución regional de bienes nativos e importados.”9 En el contexto económico, la función principal del repartimiento fue la de fomentar un mercado interno que apoyara la expansión minera de la región,

así como

la de agrupar

institucionalmente, con fines fiscales y administrativos, a la población indígena. Para lograr tales objetivos, se implementaron como mecanismos: a) la distribución de productos importados y coloniales entre los indios, a precios más altos que los fijados en los mercados regionales, b) extraer pagos en fuerza de trabajo, abasteciendo de trabajadores a las haciendas y obrajes, c)extraer pagos en especie y con ello proveer de productos como textiles, granos y coca a las ciudades y minas, y, d) compensar la caída a precios más altos que los fijados en los mercados regionales. Señalar el protagonismo adquirido de los corregidores en la región del Alto y Bajo Perú, por la implementación del repartimiento, así como el papel de hacendados, corregidores y obrajeros en éste y la mita peruana, así como del descontento social producto del excesivo incremento de las alcabalas, servirá para entender posteriormente el porqué los levantamientos estuvieron dirigidos en contra de éstos personajes. De hecho, a partir de larga lista de levantamientos y revueltas del siglo XVIII, anteriores a los levantamientos generales en la zona andina, O´ Phelan10 hace una clasificación en cuatro categorías. a) Contra los administradores de los centros productivos coloniales tales como los obrajes y las minas b) Como resultado de la rivalidad entre los posibles candidatos que postulaban al cargo de cacique c) Contra los curas locales, quienes expropiaban las tierras y el ganado comunal, amén de gravar a los indios con servicios personales y con diezmos, primicias y obvenciones d) Contra el corregidor o su lugarteniente, como resultado del pago de tributo o de las revistas periódicas. El último elemento de los elementos a señalar en el ámbito económico es que además del reparto, las reformas borbónicas introdujeron un nuevo sistema de alcabalas, cuyo reajuste tuvo por objetivo la incorporación al régimen fiscal de los sectores medios de la población que se beneficiaban de la expansión comercial de la región, demostrando así que el objetivo de las reformas económicas impulsadas por la Corona fue “drenar al virreinato de la mayor parte de sus excedentes a través de los impuestos y los monopolios estatales”11 El factor social

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Íbíd., p. 117 O´Phelan, “Siglo”, p. 150 11 Ibíd., p. 176 10

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Desde la perspectiva social, en la sociedad colonial peruana era posible reconocer una estructura socioétnica estratificada verticalmente y claramente jerarquizada. En ella, las fronteras sociales se veían delimitadas por las diferencias étnicas: españoles peninsulares, españoles criollos, mestizos y legitimados, indios, mulatos y zambos, negros libres y negros esclavos. Los españoles peninsulares ejercían su hegemonía sobre la vida económica, política y cultural del virreinato. A ellos los seguían los hacendados y comerciantes criollos, quienes “forman una clase relativamente homogénea, socialmente dominante, una especie de alta burguesía que detenta el poder económico de la colonia. Son los dueños de las haciendas, los latifundistas, controlan la producción agrícola, (…) poseen la mayoría de las minas, (…) controlan gran parte del comercio, (…) gozan de bastante influencia política. Siembre habían despreciado a los peninsulares y no se sentían identificados con ellos.”12 La población mestiza ocupa un lugar subalterno. La primera generación jugó un rol políticocultural importante, pero al transcurrir del tiempo se ven minados sus derechos: se les prohibe la portación de armas, los matrimonios mixtos, la posesión de encomiendas, el acceso a cargos públicos –como el de cacique-, y el ingreso al ejército. La más importante de las características sociales de la región fue la elevada densidad de población indígena heredada de la organización social del imperio incaico. Representan un 60% de los habitantes del Perú y un 85% de la población del Cuzco. La mayor parte de la población es de la etnia quechua y la aymara. La base de las comunidades indias fueron los ayllus incaicos que poseían una estratificación social en la que se distinguía una jerarquía o élite dirigente tradicional por encima del resto de la población13. A ésta élite se le se denominó caciques o kurakas, un liderazgo basado en linaje, cuyo papel fue determinante desde la época prehispánica y en adelante. Durante la colonia, el cacique se convirtió en el nexo o intermediación de los pueblos y comunidades indígenas con los españoles. Tal fue la importancia política, social y económica de los cacicazgos indígenas, que la Corona intentó paulatinamente limitar y desplazar, mediante la transformación del Cabildo Indígena.14 constituido por alcaldes de indios y regidores elegidos anualmente, así como por el ya mencionado fortalecimiento de los corregidores, cuyo papel en este proceso, fue fundamental Sin embargo, la intervención de los corregidores en la elección de los caciques indígenas, buscando convertirlos en liderazgos criollos o mestizos ad hoc a sus propias agendas e idearios,

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Caranci, “Tupac”, p. 20 Fuera de la élite, la organización social era mayoritariamente horizontal. 14 “Subsisten los cabildos, órgano de gobierno municipal (cuyo origen se remonta al siglo XVI), que es la institución más democrática, pero controlada por la oligarquía criolla. Los Borbones reducirían su poder, aumentando el descontento criollo”. Ibíd., p. 13 13

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y sin gozar de una plataforma de legitimidad por parte de la población indígena, desencadenaría, en conjunto con los factores antes mencionados, un fuerte descontento popular en la región. “Tras la legalización del reparto, y a consecuencia del aumento de poder del corregidor, el nombramiento de los caciques así como el de los alcaldes de indios experimentó algunas alteraciones. El corregidor empezó a remover frecuentemente a los indios de sus posiciones de autoridad cuando no acataban sus órdenes. La tradición hereditaria de los caciques fue minada de esa manera.”15· Por último y desde la perspectiva política, el siglo XVIII significó una larga etapa de maduración en la cual se desarrolló una fuerte cultura política en el interior de los pueblos indígenas., trastocando la cultura política. A tal proceso, se le denomina como de “toma de conciencia de los pobladores nativos frente a la opresión colonial”16 y que se reflejó en la serie de movilizaciones, conspiraciones y confrontaciones en la zona, a lo largo del período, producto del descontento indígena hacia las estructuras17 políticas y económicas de la región, llevando a la población indígena a inmiscuirse de manera directa no solamente en el apoyo hacia sus líderes, debilitados en lo legal pero fortalecidos en lo legítimo18, sino que “también influyeron en las plataformas de los movimientos, negociando los términos de su propia participación.”19 El año de 1776 sería de vital importancia en el desbordamiento del descontento popular que habría de nutrir los levantamientos generales de 1780, encabezados por Tupac Amaru En ese año fue creado el virreinato del Río de la Plata, incorporando a éste al Alto Perú, que desde el inicio de la colonia había formado parte del virreinato del Perú. Tal modificación habría de afectar profundamente los ingresos del virreinato peruano, “ya que importantes yacimientos mineros como Potosí y Oruro, fueron transferidos al nuevo virreinato20”, lo que incluso, habría de colocar a Buenos Aires en la posición de disputarle y desplazarle la importancia económica. El seis de julio del mismo año, mediante un decreto real se estableció un nuevo incremento del impuesto de alcabala al 60%, que afectó a todos los sectores económicos de la región, y en particular, a la población indígena. El día 26, se ordenó el establecimiento de la aduana de La Paz ubicada en el Alto Perú. En el caso de ambas políticas, se estableció la supervisión personal de Antonio de Areche, visitador de la Corona. A partir de entonces y de manera sucesiva, se implementaron medidas cuya afectación alcanzó poco a poco a la mayor parte de la población. Tal fue el caso, por ejemplo, de las instrucciones

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O´Phelan, “Kurakas”, p. 20 O´Phelan, “Gran”, p. 15 17 Serulnikov enlista: “el repartimiento de mercancías, la escasez de tierras, el aumento de la presión fiscal, las obvenciones parroquiales, los abusos de los corregidores, entre otras” en “Conflictos” p. 14 18 “La característica más llamativa que emerge de estas revueltas es la capacidad de los caciques para movilizar a las comunidades indígenas bajo su control” O´Phelan,, “Siglo”, p. 155 19 Walker, “Tupac”, p. 16 20 O´Phelan, “Siglo”, p. 180 16

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promulgadas el 31 de julio que obligaban a los artesanos a afiliarse a un gremio, para garantizar así una adecuada recaudación de la alcabala. “Por lo tanto , no sólo los hacendados, obrajeros, propietarios minas y comerciantes, sino también los pequeños propietarios, dueños de chorrillos, tenderos, arrieros y artesanos se vieron de una manera u otra perjudicados por las reformas fiscales. No obstante, es obvio que las capas medias de la población estaban más expuestas a verse afectadas por la alcabala y las aduanas, ya que eran pequeños productores y comerciantes y, por lo tanto, tenían menos recursos para hacer frente a los nuevos impuestos.”21. También a partir de 1776, habría de generarse la más importante serie de movilizaciones sociales que servirían como preámbulo de los levantamientos de 1780, y que hasta cierto punto son un elemento de continuidad con las demandas y objetivos enarbolados por las decenas de levantamientos22 suscitados a lo largo del siglo XVIII23. Algunos ejemplos de ésto son: la rebelión de Urubamba en 1777 , en contra del corregidor Pedro Lefdal y Melo, teniendo como participantes un numeroso grupo de indígenas y también de criollos y mestizos; las protestas y hostilidades en contra de la aduana de La Paz en 1777 y 1780, conformadas en su mayoría por indígenas y cholos24; la revuelta contra la aduana de Arequipa y la conspiración de Plateros del Cusco, en enero de 1780. Sin embargo, sería el 10 de noviembre de 1780, en la plaza de Tungasuca, con el ahorcamiento público del corregidor de Canas y Canchis (Tinta), Antonio de Arriaga, ordenado por el cacique José Gabriel Túpac Amaru, cuando la serie de levantamientos, revueltas y movilizaciones, encontraría su punto culminante, y al mismo tiempo, alcanzaría una nueva etapa.

Los levantamientos generales de 1780

Las condiciones sociales, políticas y, particularmente, económicas que afectaron a diferentes sectores de la población del Alto y Bajo Perú fueron inteligentemente canalizadas por Tupac Amaru a su favor, presentando su levantamiento como “una alternativa viable para lograr los objetivos por los cuales se había empezado a presionar insistentemente desde 1777.”25

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Ibíd., p. 186 Tales levantamientos forman parte de la cultura política peruana andina del siglo XVIII, en la cual existe una evidente práctica de protestas y denuncias como forma de presión a la autoridades. Forma parte al mismo tiempo de un proceso más amplio de contraposición e ideologización, en la que según Caranci, se evidencia una “cierta relación con la vuelta a lo incaico e incluso con hipotéticos planos de restauración del imperio de los Incas.” Caranci, “Tupac”, p. 37 23 “En el siglo XVIII se producen decenas de levantamientos, aunque se desconoce su número exacto: Golte propone cinco en los años cuarenta, once en los cincuenta, veinte entre 1760 y 1769, y sesenta y seis en los setenta (…)Salvo alguna estas revueltas son breves y muy violentas (…) No suelen superar los límites del municipio y son reprimidos rápidamente.” Ibíd 24 “Cholo” es la forma en que en el Perú se denominaba primero a los indígenas de los andes o de la costa, y posteriormente a los indígenas “occidentalizados”, es decir aquellos que habían adquirido costumbres peninsulares o criollas. La terminación se ha modificado histórica y socialmente. 25 Íbíd., p. 224 22

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El levantamiento de Tupac Amaru debe entenderse a partir tanto de dos procesos distintos como de dos fases diferentes. En el primero de los casos, debe distinguirse la rebelión encabezada por Tupac Amaru y sus parientes y caciques cercanos, y por el otro, “los numerosos levantamientos paralelos que, apoyándose en su nombre, coexistieron en la misma coyuntura rebelde.”26 Por otra parte, se señalan dos fases claramente definidas: la primera, personalmente organizada y dirigida por el entonces cacique de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, José Gabriel Tupac Amaru; y la segunda, tras la captura del dirigente, dirigida por sus familiares y retomada por rebeldes del Alto Perú, en especial por el jefe aymara Julián Apasa Tupac Catari.

Tupac Amaru, el levantamiento El importante papel desempeñado por Tupac Amaru durante

la primera fase de los

levantamientos generales, no se trató de un fenómeno meramente circunstancial o espontáneo. De hecho a lo largo de su vida política, destacó por las diferentes gestiones “pacíficas” mediante las cuales pretendió que le fueran reconocidos derechos nobiliarios y de descendencia, obteniendo respuestas favorables27 de las que se origina su paso a reclamaciones de índole social. En ese nivel, a mediados de los setenta, como apoderado judicial de varias comunidades indígenas, recurrió a instancias como el corregidor de Tinta y posteriormente la Audiencia de Lima, con el objetivo de lograr la exoneración de la mita de los indígenas de la comunidad “aduciendo a la mortandad, decía, perjudicial para la propia Corona, el desequilibrio entre el número de habitantes de Tinta y el número de los forzados a la mita, la inobservancia del pago de leguaje o gastos para el camino y el alquiler abusivo de mitayos a favor de gentes sin escrúpulos”28 Es posible reconocer un proceso de radicalización por parte de Tupac Amaru, debido a las respuestas nulas o evasivas por parte de las autoridades españolas, que lo hacen configurar demandas de tipo estructural: el nombramiento de un virrey peruano y cuzqueño, con linaje inca y no criollo; la creación de una nueva audiencia en Cuzco; la elección de alcaldes mayores indios; que sustituyan a los corregidores, y la congelación o supresión de impuestos. Con tales planteamientos es que acude a la Real Audiencia de Lima, lugar en donde más que obtener una respuesta específica, percibe las evasivas de las autoridades A su regreso a Tinta, proveniente de Lima, lugar donde entró en comunicación con “elementos ilustrados de la aristocracia y la alta burguesía criolla”29 que criticaban la presencia española en 26

Íbid., p. 224 A partir de 1770 hace uso de los apellidos Túpac Amaru, de gran prestigio entre los indios. 28 Caranci, “Tupac”, p. 40 29 Ibíd., p. 43 27

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Perú, las mitas y los repartos, se entrevistó con varios caciques vecinos y sacerdotes, intentando tejer una red de alianzas que le sirvieran como base política de una posible sublevación. En el análisis historiográfico de Carlo Caranci, pueden observarse diferentes perspectivas respecto a las causas específicas por las que estalló el levantamiento de Tupac Amaru: una larga organización tras la ejecución de Blas Tupac Amaru en la primera mitad de los años sesenta; una insurrección puesta en marcha desde agosto de 1779, de la que sólo tuvo que ponerse al frente; el aprovechamiento de la coyuntura generado por la guerra hispano-inglesa que estalló en 1770; de manera local, la disputa entre el corregidor Antonio de Arriaga y el obispo Moscoso; y, a nivel regional, la influencia de los hermanos Catari: Tomás, Damaso y Nicolás, sublevados en la provincia de Chayanta en 1776, tras la detención y posterior liberación condicionada del primero de ellos.30 De todas, la que se considera la más plausible de las posturas, es la compartida por el mismo Caranci, además de Lewin, L.E. Fischer, Sózina y Valcárcel: “durante largos años Túpac Amaru había gestado su plan. Había formado una organización secreta, que abarcaba Lima, Cuzco, Puno, La Paz, Potosí, etc., y las regiones montañosas tradicionales, estableciendo sólidos contactos con los indios del Alto Perú y del Perú meridional, que le garantizarían la existencia de una retaguardia y protección durante la insurrección.”31 El inicio de la primera fase de la rebelión se localiza el 10 de noviembre de 1780, fecha en que Túpac Amaru expidió un bando mediante el cual se anunciaba la ejecución del corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga32, capturado seis días antes, así como la supresión de la alcabala, de la aduana y de la mita de Potosí para los indígenas de Tinta.

La estructura organizativa de los levantamientos: Tupac Amaru, caciques, arrieros, mita y sociedad.

¿Todas la condiciones antes mencionadas, permitirían pensar en la figura de Tupac Amaru como fundamental para los levantamientos generales?, o dicho de otro modo, ¿podría haberse suscitado los levantamientos sin la figura de Tupac Amaru?, Es posible quizá, al analizar la estructura organizativa de la primera fase de la rebelión, confirmar la hipótesis de que, en efecto, la figura de Tupac Amaru adquiere mayor peso al demostrar su papel fundamental en los levantamientos, sin embargo, debe resaltarse que la plataforma político-social que había tejido en la década previa fue fundamental, además de la

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Considerados por algunos autores como aliados o comisionados de Túpac Amaru. Caranci, “Túpac”, p. 46 32 “Es bien conocido que la rebelión se inició con un ajusticiamiento público, el ahorcamiento del corregidor José Antonio de Arriaga. Pero Arriaga no simbolizaba exclusivamente al español, sino también a la autoridad abusiva cuyo ejercicio del poder había degenerado hasta el extremo de ser aniquilado. La muerte de Arriaga puede ser vista como la decapitación de los corregidores en general, tanto física como políticamente” O, Phelan, “Rebelión”, p. 106 31

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propia realidad económica existente,

poseían particularidades complejas que es necesario

analizar. Referirse a la estructura organizativa del movimiento debe partir del hecho fundamental de la existencia de los cacicazgos indígenas, entre los cuales Tupac Amaru tejió una alianza y una red de apoyos que fue la base más importante del movimiento: “la gran rebelión de 1780 tuvo la peculiaridad de demostrar el potencial que tenían los caciques como líderes en los movimientos sociales, su capacidad de convocatoria fue incuestionable”33, dentro de la cual se evidenció además –a partir de la insurrección- el conflicto social y étnico que se venía arrastrando como parte del proceso de debilitamiento de los cacicazgos indígenas, establecido por la Corona. Por los documentos acusatorios posteriores a la detención de Tupac Amaru puede intuirse que el principal bastión de apoyo fue su natal Tinta, lugar del que también provenían alrededor de 25 caciques identificados como partidarios del líder rebelde. Después de Canas y Canchis (Tinta), en orden de importancia y participación se encontraba la provincia de Quispicanchis, lugar en el que el cacique poseía una importante cantidad de familiares, lo que permite afirmar el importante factor del parentesco y del compadrazgo como base del fortalecimiento del movimiento. También la mita, habría de ocupar un lugar preponderante, por ser uno de los principales blancos del movimiento, haber permitido la configuración de lazos comunales34 entre las diferentes provincias, y sobre todo, al ser uno de los principales ejes económicos virreinales, tener alrededor suyo una importante estructura socio-económica. Uno de los mecanismos utilizados a favor del movimiento, fue el circuito comercial de Potosí, con origen en la mita minera, particularmente, y de éste, la estructura de arrieros de la región, cuyas rutas y contactos, fueron aprovechados para expandirlo: “debido a que varios de sus parientes cercanos eran arrieros, Tupac Amaru pudo estar en estrecho contacto con el gremio de arrieros de la región y utilizó los circuitos de arrieraje para organizar y expandir la rebelión. Debe también tenerse en cuenta que él mismo era derogativamente conocido como ´el cacique arriero´, ya que era propietario de 350 mulas.”35 Los arrieros habrían de convertirse también en la principal fuente de información, de espionaje y de inteligencia del movimiento Es el ámbito militar, en el que el movimiento tenía sus más profundas debilidades, con fuerzas escasamente preparadas y con un armamento prácticamente inoperante. Es justamente esa tarea,

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O´Phelan, “Kurakas”, p. 29 Tal afirmación se obtiene de la conjugación de los elementos expuestos por Serulnikov: a) los indígenas de las mitas provenían de diferentes provincias; b) las mitas eran un lugar de trabajo en la cuál además se establecían diferente formas de intercambio social; c) la mita era una obligación afrontada por la comunidad en su conjunto, ya que los trabajadores y las familias se mantenían durante su estancia con la ayuda del ganado y la ropa que transportaban desde sus aldeas rurales; d) algunas comunidades afrontaban los gravámenes con las cosechas de los comunes, es decir, las tierras de los ayllus trabajadas de forma colectiva y; e) era común que los mitayos recibieran avíos de maíz, trigo, chuño y otros víveres, para lo cual hacían que los indios que se quedaban en el pueblo sembraran y que una parte de lo recogido se destinara solo para ese efecto. Serulnikov, “Conflictos”, p. 68 35 O´Phelan “Siglo”, p. 232 34

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la de los preparativos militares, la más ardua: el levantamiento “carece de comandantes experimentados, de expertos y técnicos militares. Carece de armamento, pertrechos, provisiones. Sus fuerzas son indisciplinadas y no saben combatir36”, la base del movimiento es más la improvisación que la planeación. Aunque es una obviedad afirmar que la dirigencia de las movilizaciones estuvo a cargo de Tupac Amaru, resulta importante la estrategia seguida por éste, con el objetivo de sumar el apoyo de criollos y mestizos a la movilización, mediante la inclusión de éstos en su círculo dirigente37. Y llegado el punto, ¿Cuál es la participación de los diferentes sectores sociales en el movimiento? Sin pretensiones generalizadoras, que provocarían un error inmediato en este análisis, deben señalarse las tendencias de algunos grupos que intervinieron al movimiento, y cuya participación en apoyo u oposición al mismo, fue decisiva. Los sacerdotes peruanos, como en una buena parte de América, solían tener conocimiento de la situación social y económica de la población, en un grado mayor, en casi todos los casos, al que poseían las autoridades civiles. Sin embargo, las divisiones internas en la Iglesia: sobre todo en la separación entre alto y bajo clero, establecían también el nivel de cercanía con la población. La posición de los curas respecto al movimiento fue variada, y respondía en muchos casos a su extracto social y la provincia a la que pertenecían: los criollos adoptaron una actitud decididamente pro-gubernamental (con bastiones en Kispicanchis, Paruro, Cotabambas, Calca, Paucartambo y Urubamba),y los indios o mestizos, en su mayoría favorecieron la rebelión (particularmente en Sangarara, Quiquijana, de Pomacanchi, Pampamarca, Yanacoa, Lampa, Azángaro, Asillo y, por supuesto Tinta). Pese a la existencia de una mayoría de curas opuestos a la rebelión, el grado de apoyo de los que la favorecieron generó que la rebelión fuera denominada “revolución de los curas”. Sirva el ejemplo del clero peruano para representar el caso de, extrapolando al ámbito social, la posición de los diferentes sectores sociales respecto al movimiento. De manera general puede señalarse que una amplia mayoría38 de la población criolla, con todo y el esfuerzo por parte de Tupac Amaru para granjearse su simpatía, no apoyó el movimiento, mantuvo una posición indecisa o se opuso sin más. Caranci reproduce un pasquín que circuló entre la población de tal sector:

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Caranci. “Tupac” p. 65 Sin embargo, el círculo más cercano, denominado “Consejo de los Cinco, de carácter asesor, una especie de gobierno revolucionario”, siempre estuvo ocupado por familiares cercanos, incluyendo a su primo hermano y su mujer. Ibíd. 38 “Con todo, hubo criollos con Túpac Amaru. En la Junta de Gobierno estaba un criollo, el cuzqueño Miguel Bermúdez. Varios líderes indios tendrán como secretarios o escribientes a criollos, que solían redactar los textos; alguno llegará a ser consejero. (Quizá)se debe a ellos (y a su constante comunicación) la perfecta unidad ideológica que, a través de los documentos, presenta el gran movimiento rebelde de 1780-81”. Caraci. “Tupac”, p. 68 37

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Si vence Tupac Amaro Malo, malo, malo Si el Visitador Peor, peor, peor y en aquesta indiferencia el virrey y la ciudad, paciencia, paciencia, paciencia Entre la población mestiza hubo una trato mayoritariamente favorable al movimiento, eso se debió, quizá, a que compartían condiciones materiales con las de la población indígena, y que sus aspiraciones sociales y económicas eran regularmente truncadas por la población criolla. La base social conformada por la población indígena apoyó prácticamente de manera masiva y total39

al

movimiento,

aunque

–y

de

este

señalamiento

podrían

surgir

algunos

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cuestionamientos -, lo harán siguiendo a sus líderes naturales, es decir, los caciques. Y en este punto debe reiterarse la importancia de los mismos: “se levantarán cientos de caciques, grandes y pequeños, quechuas y aymaras, y de otras etnias menores, cubriendo, todo el sur del Virreinato del Perú, el noroeste de la actual Bolivia, partes del norte de Argentina e incluso del norte del actual Chile, (y proporcionando) a la causa hombres, dinero, material, armamento, etc.”41 En resumen, sin generar mayores vehículos de propagación que los ya establecidos y apoyándose en ellos y “en los patrones de comportamiento social andinos, tales como el apoyo mutuo entre parientes, la mita como vínculo comunal y la solidaridad entre caciques”42, Tupac Amaru logró el funcionamiento eficiente de la organización, delegando la coordinación regional y material del movimiento a los caciques y, al mismo tiempo limitando el poder de decisión de éstos a la preparación de las “condiciones materiales que demandaba la puesta en marcha de la rebelión”43, conservando para sí el nivel máximo de decisión y estrategia.

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Debe precisarse, sin embargo, que se han documentado casos de caciques que mostraron una postura indecisa, ambivalente y hasta opuesta al movimiento tupacamaristas: “Algunos caciques tupacamaristas aparentarán colaborar con los españoles, como Jacinto Inkillitupa, cacique de la parroquia de Hospital en Cuzco, […] y otros que no informarán a las autoridades de intentos de los rebeldes de atraerlos a sus filas: serán llamados inquinados y consentidores. […] Otros caciques fingirán ser tupacamaristas, pero se pasarán a los gubernamentales en cuanto puedan o bien lo sinformaran sobre los movimientos de los rebeldes. Uno de éstos, Juan Esteban Pachecho, dirá haber tenido dispuesta una pistola para matar a Túpac Amaru tras la toma de Pomacanchi, pero finalmente se abstendrá. […] También los caciques fieles a los españoles proporcionarán a éstos armas, hombres y pertrechos. […] En general los grandes caciquees descendientes de familias imperiales no aceptarán la supremacía, aún momentánea, de otro gran cacique como Túpac Amaru.” Ídem p. 70-71 40 Uno de ellos, podría ser, ¿fue la participación de los pueblos y comunidades indígenas totalmente voluntaria y consensada? 41 Ibíd., p. 70 42 Ibíd., p. 233 43 Ibíd., p. 234

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Las demandas del movimiento: de lo material a lo abstracto

El análisis respecto a las demandas y objetivos de un movimiento social, en prácticamente cualquier espacio y tiempo, permite dar luz al conocimiento respecto a su posicionamiento político, su ideología, e incluso, su nivel de radicalidad. Son además uno de los principales factores encargados de otorgar identidad y cohesión a los integrantes del mismo. ¿Qué había detrás de los objetivos y demandas del levantamiento encabezado por Tupac Amaru? El programa político-social completo de la rebelión, y que es al mismo tiempo estrategia de cohesión, expansión y enrolamiento, incluye, al mismo tiempo demandas de tipo económico material -de diferente alcance-, como la supresión de las mitas44, de los obrajes, repartos y otras instituciones económico laborales, como el estanco de tabacos, la aduana, las alcabalas y los obrajes; de tipo político administrativo, como la introducción de funcionarios electivos indios, y la creación de la Audiencia de Cuzco; y hasta reivindicaciones de corte étnico-social, como la abolición de las diferencias entre las castas –aunque respetando las jerarquías de claseMás allá de poseer una postura claramente radical en contra del sistema colonial, e incluso pretendiendo en ciertos casos pasar como meramente reformista ”ante los demás, incluidos los criollos, muchas veces se presentará como defensor del sistema. Ello sin mostrar intención aparente de romper con la metrópoli ni con el monarca, y sus escritos a los no indios lo demuestran así, […] la rebelión toma el aspecto de un hecho local, concreto, casi administrativo, no peligroso”45, Tupac Amaru buscaba proyectar la figura de catalizador de las demandas de los diferentes grupo sociales comprendiendo “que si la lucha armada es muy importante, no se puede conseguir el éxito sin la unión de todos los descontentos en una acción unitaria”46, por lo que sus llamados son a todos los americanos, personas de todos los rangos y condiciones nacidos en éstas tierras. Al entablar una serie de acciones que le permitieron obtener reconocimiento sus derechos nobiliarios, Tupac Amaru perseguía al mismo tiempo intereses personales, sociales y políticos. Hacerse llamar “inca”- título que le fue confirmado-, le dotaba no solo de una connotación milenarista, sino también “servía como base legitimadora de la rebelión y como polo de

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El objetivo de suprimir las mitas es un ejemplo claro de las diferencias existentes tanto entre las diferentes partes y fases del movimiento, pues en la primera fase fue claro el énfasis por suprimir exclusivamente la mita minera que mayor afectación tenía entre la población indígena 45 Íbid. 46 Caranci, “Tupac” p. 53

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atracción para los indios, que seguían venerando como siempre al pasado imperio y a los emperadores”47 Las demandas puramente políticas, sociales y económico-materiales, poseían detrás de ellas, una importante carga ideológica, sobre todo entre la población indígena, que se nutrió y fortaleció mediante la figura de Tupac Amaru. Mostrándose como heredero de lo “inca” y después haciendo llamados a la conformación de un estado con características perteneciente a éste –y que se menciona a continuación-, buscaba despertar entre la población indígena “el recuerdo y la nostalgia”, que se trataba de una referencia sociológica e incluso psicológica para esa población: “remitirse al imperio incaico era, vestir al movimiento político social con ropajes incaicos y con frases incaicas para hacerlo asequible y comprensible”48 ¿Era entonces, el objetivo de Tupac Amaru la reconstrucción de un Estado inca? De acuerdo a Caranci, el objetivo general distaba mucho de una pretensión restauradora. En todo caso, el proyecto consistía en crear un Estado pluriétnico que formaba parte ya de la tradición incaica, pero no buscaba modificar en gran medida la formación del Estado colonial: “su mentalidad era aristocrática y monárquica, y no hay indicios de que desease desprenderse de ella.49” La restauración de lo inca, más que un proyecto con objetivos concretos y tangibles, puede ser entendido como uno de los mecanismos mediante los cuales Tupac Amaru buscó propagar el movimiento entre la población indígena peruana, factor que sin duda, le fue de gran utilidad, en un contexto en el que se fortalecía la utopía andina, que postulaba el principio de la restitución imperial como cohesionador de las masas indígenas: “el Perú del Siglo XVIII parecía recorrido por una atmósfera de fin del mundo`. El Inca era esperado”50 y del que Tupac Amaru supo hacer una herramienta importante para alcanzar sus objetivos. Afirmar que sin la figura de Tupac Amaru, las condiciones existentes en el contexto peruano no hubieran dado pie a los levantamientos, sería caer en un equívoco reduccionismo. Sin embargo, en el recorrido por su historia política, pueden encontrarse características que permiten reconocer un peso fundamental en el cacique, que dadas sus experiencias y aptitudes, y sobre todo debido a la capacidad de tejer al mismo tiempo una plataforma política y una base social de apoyo, y de comprender el contexto social y económico peruano, lo colocaron en la importante posición política desde la cual pudo darle dirección al movimiento Recuperando la afirmación de O´Phelan en el sentido del interés histórico por establecer un marco analógico explicativo de los grandes levantamientos de 1780, debe reconocerse la enorme importancia de las revueltas sucedidas desde décadas anteriores, y que en conjunto con 47

Íbid. Ibíd., p. 54 49 Ibíd., p. 44 50 Ibíd. 48

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el contexto social, político y económico del Perú del siglo XVIII, permitirían encontrar mayor precisión respecto a las causas que le dieron origen, la dirección que tomó, la estructura y factores que lo caracterizaron, las demandas y objetivos que enarbolaron, y por supuesto, el fundamental papel de José Gabriel Condorcanqui “Túpac Amaru”. La “Gran Rebelión” -a la que Stern equipara con la Revolución Haitiana de 1791-1804- no puede ser entendida de forma monolítica, como si sus diferentes partes y etapas carecieran de diferencias, disensos e incluso, contradicciones Sin embargo, la primera parte y etapa de ellas, dirigida por Túpac Amaru, posee la cualidad de haber movilizado –a favor o en contra- a una buena parte de la población del Alto y el Bajo Perú, y haber repercutido en el resto de las fases, tanto del mismo movimiento, como en otras regiones, en particular la aymara dirigida por Tupac Catari, con la que compartió la mayor parte de las demandas y que sin duda heredó de la primera, la creciente radicalidad, así como el resentimiento y distanciamiento hacia los españoles y criollos.

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